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Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de Estudios Superiores Acatlán

Filosofía

Edmundo Gabriel Gómez Ávila

Diferencia entre Hipócrates y el amigo de Sócrates

Introducción
¿Para qué nos educamos? Es la pregunta principal del ensayo y, a mi modo de entender, no
hay interés de responderla en nuestra época. ¿Por qué no se responde? Se pueden dar
diversas razones, puede depender de no saber qué es tal concepto o cómo se entienda tal
cosa. Pero no responder a dicha pregunta, obedece a otro motivo que a la falta de
conocimientos, y es a la indiferencia hacia dicha pregunta. Pues de cierto modo cuando
escuchamos la pregunta, la respuesta obvia e inmediata es: para vivir mejor. Nos educamos
para vivir mejor.
Que nos eduquemos para vivir mejor no es tema para la reflexión que nos atañe, pues
conlleva a responder cuestiones que requieren más espacio y profundidad, como: qué es
vivir mejor; cómo la educación nos hace vivir mejor; solo hay un estilo de vida que es el
mejor o hay muchos y por igual la educación, solo hay una o muchas; etc. El tema de esta
reflexión es sobre la educación cómo afecta la vida del hombre, y si ésta la afecta para bien
o para mal.
Resultará raro preguntar si la educación es buena, pues en nuestra época se tiene el dogma
de que sí afecta, y si afecta es para bien y si en ella hay algo malo es porque no se tiene con
calidad y cantidad, y no porque ella tenga algo malo—esto es uno de los motivos por los que
hay indiferencia a responder la pregunta con la que se inició el ensayo—. Pero a todo esto,
con el auxilio de Platón, encontré una luz para cuestionar ese dogma. Esta luz provino del
diálogo Protágoras, específicamente del diálogo que tiene Sócrates con Hipócrates, pues
aquí el filósofo ateniense lo interroga sobre su interés por educarse con Protágoras. En
estos pasajes es que nace la duda a si la educación siempre es buena para el hombre.
El ensayo se divide en dos apartados. En el primero se interpreta el diálogo entre Sócrates e
Hipócrates, en específico el pasaje 313a y 313d. El segundo apartado es una comparación
entre dos personajes del diálogo —amigo e Hipócrates—, pues cada uno tiene un interés
diferente al acercarse a Sócrates y a Protágoras. Este último apartado es para resaltar la
tarea que tiene el lector al acercarse a un diálogo, pues como se verá, creo que en Platón —
antes del diálogo entre Sócrates y Protágoras — hay una invitación a pensar porqué lo
leemos y si ésta nos educa.

La enseñanza el alimento del alma


El diálogo entre Hipócrates y Sócrates, se da porque aquel quiere que éste lo recomiende
con Protágoras, pues según este último es famoso por ser sabio y por educar a que sean lo
mismo que él, un sabio. Al joven Hipócrates, Platón nos lo hace ver desesperado por ir al
encuentro; Sócrates lo hace esperar hasta que haya luz. En lo que esperan el filósofo le
hace diversas preguntas, pero hay una entre todas que me recordó al inicio de otro diálogo
de Platón, Fedro1. La pregunta a la que hago alusión es: "¿Qué idea tienes de a quién vas a
ir, o de quién vas a hacerte?"2. Esta pregunta, al igual que la del Fedro, se puede dividir en
dos, en la cuestión citada se encierran dos tiempos distintos, pretérito y futuro; pero en
ambas es por el presente que toman importancia; en Fedro lo que has sido y lo que quieres
ser, en Protágoras hay una tercera persona que te afecta y cambiará hacia dónde vas; el
presente traspasa y une a estas dos cuestiones, pues la respuesta que se dé es por lo que se
hace. Es una pregunta que invita a reflexionar sobre nuestra vida, sobre lo que hemos hecho
y pretendemos hacer, pero con vistas a ver lo que somos ahora.
La pregunta que nos importa es la de Sócrates a Hipócrates: ¿Qué idea tienes de a quién vas
a ir, o de quién vas a hacerte?" 3. El interés es porque con su ayuda se puede cuestionar a si
la educación afecta la vida del hombre y ésta cómo la afecta. Lo que pregunta el filósofo al
joven nos ayuda por dos razones. La primera cuestiona sobre el interés a educarnos, pues
preguntar porqué se acerca a dicho hombre, nos invita a pensar sobre nuestras intenciones
al educarnos, de lo anterior se desprende reflexionar sobre quién es aquel al que me acerco
para que me eduque en aquello que quiero aprender. La segunda razón es para
preguntarnos quién soy, qué quiero al educarme con él y quién seré después de recibir tal
educación.
Antes de hondar más en las dos razones, respondo que la educación sí afecta la vida del
hombre, pues sólo si la educación afecta al hombre, es que toma sentido la pregunta de
Sócrates a Hipócrates. Y el modo cómo afecta no sólo es de modo inmediato, sino que
también permanece en el hombre; espero esto se aclare como avance el ensayo. Por lo
pronto paso a reflexionar a cómo afecta la educación en el hombre.
Al responder que la educación sí afecta al hombre, es pasar a pensar la pregunta que hacen
a Hipócrates. Las dos razones que antes mencionamos son para enfatizar que la educación
no es —como se cree en nuestra época— solo buena, que el hombre al que se educa su vida
sea mejor. Para ver que la educación no siempre da frutos buenos, es que reflexiono sobre
la pregunta que mencioné al principio del apartado.
La pregunta: "¿Qué idea tienes de a quién vas a ir, o de quién vas a hacerte?", dijimos que
nos ayudaba a nuestro proposito por dos razones. La primera razón que dimos, que es, en
pocas palabras, preguntar si conoces a aquel que te va educar. Esto se nota en el diálogo
cuando Sócrates cuestiona si Hipócrates conoce a Protágoras; por las respuestas que da este
último, infiero que no, o lo que conoce es por otros, pues ha escuchado que es sabio y que
hace a otros sabios— Hipócrates va a Protágoras por su fama, como muchos de nosotros
vamos a la UNAM —. Así que parece con la respuesta anterior que no importa conocer al
1
[…] ¿a dónde vas y de dónde vienes?, Platon,“Fedro”.
2

3
educador, o solo haber escuchado quién es famoso, ah, y tener el capital para pagarle, o
tener buenos amigos que te ayuden, como en el caso de Hipócrates.
Pero también hay otra razón por la que el joven personaje puede ir con el sofista sin
conocer quién es, y es que Sócrates hace una distinción entre educarte para ser un
profesional o solo con “vistas a tu educación, como conviene a un particular y aun hombre
libre”. Interpreto que esta distinción da luz sobre el punto de que la educación es algo
bueno, no importando qué, o sea, que cualquier cosa que aprendamos nos hará mejores;
que Hipócrates aprenda algo con Protágoras, le será útil, como su aprendizaje de las clases
de gimnasia, aun cuando en ninguna de las dos sea un profesional. Si lo pensamos es algo
que todavía creemos, ejemplo claro es cuando buscamos trabajo, pues entre más
especializaciones tenga más fácil conseguiré empleo.
Del párrafo anterior hay dos conclusiones que no se contraponen, sino que se
complementan, pues qué mejor que ir con alguien famoso por su sabiduría y, aparte, haber
sido educado en varias artes y ciencias. Entonces la respuesta a la segunda razón, se vuelve
sencilla, pues de quién me volveré por recibir tal educación, será a causa de la calidad y
cantidad de educación que reciba.
Hasta esta parte todo marcha bien, hemos visto algunos motivos por los que se considera
que la educación es buena, también por qué no hay modo en el que ésta nos afecte,
mientras sea de calidad y cantidad. Por lo que parece que la pregunta que dio pie a la
reflexión queda obsoleta, o no dio la luz al modo como quería, pues que la educación
perjudique o fortalezca al hombre, depende de la calidad y cantidad que reciba de ella. Pero
antes de aceptar que mi futuro será andar de posgrado en posgrado, interpreto algunos
pasajes posteriores.
Platón en los párrafos 313a y 313d da, lo que a mi parecer es, una crítica a la educación, o al
menos, a como la hemos entendido hasta ahora. Sócrates después de disertar sobre lo que
enseña Protágoras y darse cuenta que no pueden decir con precisión qué enseña, le
pregunta al otro personaje del dialogo: “¿Sabes a qué clase de peligros vas a exponer tu
alma?”. Al lanzar tal pregunta, podemos responder, pero ¿qué peligroso para el alma?

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