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Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de Estudios Superiores Acatlán


Leibniz, Discurso de Metafísica
Edmundo Gabriel Gómez Ávila

Leibniz en su Discurso de Metafísica pone los fundamentos de dicho estudio en Dios, pero,
para el filósofo de Leipzig, Dios no solo es el principio de la metafísica, sino también de la
moral; en comparación a Spinoza, en donde su Dios no tiene categorías de bueno o malo, el
de Leibniz sí; lo interesante en este punto es pensar qué ética formula cada pensador desde
la óptica de su principio. Este es el argumento a desarrollar en esta reflexión.

Dios hace todo de la manera más conveniente, diría Leibniz; para Spinoza, Dios todo lo hace,
lo que no diría es si es conveniente o no, pues no tiene interés en saber eso. En los dos
filósofos el principio es Dios, pero cómo entienden las causas del principio los llevan por
derroteros diferentes. Y aun cuando parezca que son muy diferentes, los dos coinciden en
que Dios es perfecto y que la tarea del hombre es conocer dicha perfección, conociendo la
perfección de Dios dice Leibniz: “Estará más dispuesto a encontrarlas excelentes, y
enteramente conformes a cuanto puede desearse”. La comparación entre Leibniz y Spinoza,
es para intentar ser más claro en la exposición del filósofo alemán.

El pensador de Leipzig da una noción de Dios: “Dios es un ser absolutamente perfecto”. Nos
explica que a esta noción no pensamos en todas sus consecuencias. Y por esto nos explica
que en la naturaleza hay muchas perfecciones, y de las que posee Dios son en un mayor
grado de perfección. La potencia y la ciencia son de esas perfecciones que posee Dios, por lo
que no tienen límites. Esto lo expone Leibniz para concluir que Dios tiene una “sabiduría
suprema y perfecta, obra de la manera más perfecta”. En esta parte, me parece, guarda
cierta relación con Spinoza, pues para este último, Dios es igual perfecto; donde ya no
coinciden, es que para el pensador judío su principio posee todas las cosas de la naturaleza,
pero no es que éstas sean perfectas, sino que participan de la perfección, son atributos de la
sustancia. Mientras que, en Leibniz, parece, que las perfecciones de mayor grado son las
que Él posee, y por lo mismo las que no participan de este último grado Dios no las posee.

De la diferencia antes apuntada, la atención estará puesta en la consideración de que Dios


posee la ciencia y potencia, y por poseerlas es que su sabiduría y sus creaciones son
supremas e infinitas, pues lo que posee Dios es perfecto e infinito; de las que no posee —
Leibniz pone el ejemplo del número y la figura— es porque su naturaleza implica
contradicción. Y es que Dios obra de la manera más perfecta, “no sólo en el sentido
metafísico, sino también moralmente hablando”. Esto es lo que quiero rescatar, para
Leibniz, Dios es principio de la metafísica como de la moral; si Dios es bueno, el hombre por
ser creación de Dios debe ser bueno o buscar la bondad. A diferencia de Spinoza, en donde
al hombre su tarea es entender los atributos de la sustancia, y al entender el principio clara
y distintamente, su obrar será igual, pero que el principio sea bueno o no lo sea, sería una
distinción de razón y no de principio; diría Leibniz, que Spinoza sólo se queda con la forma, o
sea, cancela el amor de Dios.

Y cancelar el amor de Dios, explica en el segundo apartado Leibniz, es considerar que “las
obras de Dios sólo son buenas por la razón formal de que Dios las ha hecho” y “la belleza del
universo y la bondad que atribuimos a Dios, no son más que invenciones de los hombres
que conciben a Dios a su manera”. Estas conclusiones le parecen a Leibniz peligrosas,
porque destruyen, como decíamos al principio, el amor de Dios, pues Él crearía las cosas no
por entender que son buenas, sino sería, según el filósofo alemán, al modo de un tirano, por
su voluntad, porque le place; y pregunta: “lo que place al más poderoso es justo solo por
placerle”. La respuesta es sí y por eso destruyen el amor de Dios, porque Éste podría obrar
de un modo totalmente contrario e igual tendría que ser alabado. Interpretó de ahí la
consideración de Spinoza en la ética, sólo es mayor o menor afección, no hay bueno ni malo.
En Leibniz Dios si busca la felicidad, escribe: “puesto que el que ama, busca su satisfacción
en la felicidad o perfección del objeto amado y de sus acciones". Y no hay que olvidar que
para el pensador alemán el hombre como Dios, tiene voluntad y entendimiento, por lo que
él, al igual que Dios, puede buscar su satisfacción en la perfección del objeto amado, que es
Dios.

El modo como entiende Spinoza a Dios, para Leibniz sería un modo de entender a un Dios
que obra por su voluntad y no por su entendimiento. Y esto, desde la reflexión de éste,
entiendo, haría parecer que Dios no posee la ciencia, tendría solamente la potencia; ya no
importa si la sabiduría de Dios es suprema e infinita.

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