;QUE ES
im
CIENCIA? ~
BreviariosPrimera edicién cn aleman, 1945
Primera edici6n en espafiol, 1949
Segunda edicién en espafiol, 1951
Tercera edicién en espanol, 1956
La presente obra fue registrada por Europa
Verlag, A. G., de Zurich, con el titulo
Wissenschaft als Philosophie
Derechos reservados conforme a la ley
Copyright by Fondo de Cultura Econémica
Impreso y hecho en México
Printed and made in Mexico
Qué es la ciencia?
Ne
por WILHELM SZILASI
FONDO DE GULTURA ECONOMICA
México - Buenos AiresTraduccién de
W. Roces y FE. fuaz
NOTA SOBRE EL LIBRO Y EL AUTOR
El titulo de este ensayo en alemén, Wissenschaft als
Philosophie, la ciencia como filosofia, expresa la tesis
que anima a esta exposicién, que no es, en definitiva,
sino una breve teoria de la ciencia desde un punto de
vista actualisimo: el adoptado por la fenomenologia
y, mds concretamente, por Heidegger. Podria titular-
se también: Ciencia y Existencia; pero hemos prefe-
rido el titulo menos enfdtico de ¢Qué es la ciencia?,
que traduce en forma mds popular aquel otro de
teoria de la ciencia.
La “teoria de la ciencia” no es, a su vez, una cien-
cia sino, por fuerza, una disciplina filosdfica. Seria
ocioso tratar de buscar la “teoria de la ciencia”, para
un breviario, como quien busca un panorama de la
fisica actual sin mds preocupacién que la de las exce-
lencias diddcticas. En nuestro caso, habta que escoger
entre puntos de vista diferentes. Y he aqui por qué
creemos que se aconseja nuestra eleccién. En primer
lugar, no se puede desconocer que el “existencialismo”
—empleamos esta designacién por comodidad, sin
olvido de las reservas que a ella opone el mismo Hei-
degger ni de las discrepancias tan hondas que sepa-
ran a las diversas corrientes abarcadas por el hom-
bre— es un amplio movimiento filoséfico actualisimo,
el que, de momento, mds apasiona y se discute, y que,
por lo mismo, fdcilmente padece de desfiguracion.
Seguramente extranard a muchos que una corriente
filoséfica que ha sido motejada, con razén o sin ella,
de nihilista, pueda ofrecer una teoria de la ciencia mds
objetiva, mds ontolégica que la que muchos cientifi-
cos de nota aceptarian y que entronca la actividad
78 NOTA SOBRE EL LIBRO Y EL AUTOR
ctentifica con la maxima tradicién intelectual del Oc-
cidente: la filosofia griega. Esto ya justificaria pode-
rosamente la publicacién del ensayo, pues arrojaria
a la discusién temas menos patéticos y facilones que
cl de la muerte, la nada o la angustia.
Por otra parte, creemos que seria dificil superar
la seriedad, la informacién y la claridad de que hace
gala Wilhelm Szilasi en el tratamiento de un tema
tan escabroso como el de la teoria de la ciencia. Obli-
gado, en tiempos, a salir de Alemania, ha vuelto a
la Universidad de Friburgo, donde explica filosofta
en la misma Facultad que honraron con su presen-
cia Husserl y Heidegger. No puede disimular sus
maestros; pero, tanto en este libro como en Potencia
e impotencia del espiritu (Macht und Ohnmacht des
Geistes, Francke Verlag, Berna), Szilasi mantiene sus
propios puntos de vista con la modesta naturalidad de
todo pensador de casta.
NOWA’ PRELIMINAR
Ofrezco en este librito la conferencia, ampliada, leida
ante la Ziircher Studentenschaft (“Estudiantado de
Zurich”) el 10 de enero de 1945. Gracias a la amplia-
cién pude cumplir mejor con mi deseo de mostrar
cémo los resultados revolucionarios de la filosofia fe-
nomenoldgica sirven de base a !a orientacién actual
y a la investigacién en marcha, poniéndolos en rela-
cién, por lo menos alusivamente, por una parte, con
la tradicién filosdfica y, por otra, con la investigacién
cientifica de nuestros dias. Nada he cambiado en lo
que respecta al orden, a la marcha del pensamiento y
a la seleccién de las cuestiones. También he mante-
nido el estilo de conferencia, porque de ese modo
encuentran su natural expresién tanto la intencién que
animé a mis palabras como el caracter obligadamente
introductorio, a veces no mas que informativo, de mis
exposiciones, asi como la fuerza directa de mi comu-
nicaci6n.
La intencién no ha sido otra sino la de arrancar de
la situacién concreta del hombre que lleva una exis-
tencia cientifica, y poner de manifiesto, en forma ele-
mental, que la subjetividad trascendental, como tema
de la filosofia, no autoriza ningtin subjetivismo del
conocimiento, sino que, por el contrario, garantiza,
por encima del objetivismo ingenuo, la captabilidad
de lo real. Se hara ver cémo pierde sustancia la distin-
cién entre sujeto y objeto cuando el anhelo natural del
hombre por el saber se revcla como la potencia capaz
de abarcar la de otra manera inaprehensible realidad
del ente y del ser mediante la reflexién sobre la pleni-
tud de la trascendencia.
910 NOTA PRELIMINAR
i Sobre esta base adquiere nuestra Existencia histo-
ca Ja posibilidad de encontrar en Ja ciencia el cum-
plimiento de su destino peculiar y la vocacién por las
visiones amplias,
_ podico este ensayo a la Ziircher Studentenschaft
y al profesor Paul Scherrer en reconocimiento por to-
das sus sugestiones.
Brisago, 15 de mayo de 1945. ws.
Todo conocimiento objetivo del universo
sigue urdiendo, hasta hoy, la tela que em-
pezaron a tejer los griegos.
J. Burckuarvt
EI tema anunciado en el titulo de estas paginas ha
sido elegido por mi porque me siento en la obligacién
de Mamar la atencién sobre algunos principios que
considero muy importantes. La actividad del hombre
de ciencia Je obliga a plantearse determinadas cues-
tiones cientificas que no atafien tanto a la cientifi-
cidad de las ciencias en si cuanto al problema de lo
que la ciencia, en su conjunto, puede representar para
la totalidad de Ja existencia humana.
No cabe dudar del cardcter positivo de la ciencia.
Pero lo que resulta precisamente sospechoso es esta
positividad, que parece pasar despreocupadamente de
largo por delante de lo que mds nos angustia en estas
horas prefiadas de destino. ¢Es que, acaso, perma-
nece muda su racionalidad cuando con tanto afan
aguardamos las orientaciones que nos permitan orga-
nizar racionalmente nuestra vida? ;O se pierde en
conexiones que Ilevarian, al parecer, una vida inde-
pendiente, desligada de todo lo que humanamente
nos concierne?
Nuestra fuerza mayor, la razén, se instala, al pa-
recer, en sus dominios propios, lejos de nuestras genui-
nas necesidades, sirviéndose a si misma, indiferente
a las faenas que mas nos importan, al margen de los
problemas que anidan la explicaci6n del mundo y
el esclarecimiento de la existencia. ¢Es que podemos
acaso mantener una relacién humana con la ciencia
si ésta da de lado a todas las cuestiones humanas, a
ul12 INTRODUCCION
todos los problemas en torno a su propia misién y sen-
tido dentro de nuestra convivencia, a todas las interro-
gaciones concernientes al destino, al sentido y al valor
humano de nuestros actos y de nuestras obras, en una
palabra, a todos los problemas filosdficos? Y esto
en un momento en que la filosofia misma vacila, rin-
diéndose a engafiosas tentaciones, y necesita, ella tam-
bién, una nueva iluminacién y la posibilidad de rea-
lizarse en la plasmacién de las ciencias, para evitar
asi que su despreocupacién la Ileve a desentenderse de
su oficio y vocacién humanos.
A mi juicio, nada hay que justifique esta actitud
desesperanzada del hombre de ciencia, y esto es
lo que trataré de poner de manifiesto, La ciencia,
en el fondo, no encierra semejante limitacién. Vive en
ella la finalidad filosdfica clasica que consiste en brin-
dar al hombre una forma de existencia en que la vida
libremente, sin otra sujecién que las reglas de lo racio-
nal, desarrolle teorias que articulen la comprensién fi-
losdfica del ser con el conocimiento objetivo del con-
tenido, Fsta es la idea que yo voy a preconizar para
que los hombres de ciencia saquen luego las oportunas
consecuencias en su labor cientifica.
E] titulo que di a mis conferencias — La ciencia
como filosofia— encierra diversos sentidos. No es nucs-
tro propésito tratar de la filosofia de las ciencias, ni
nos proponcmos tampoco confrontar una visién filosé-
fica del mundo con la vision fisica o biolégica. Nues-
tvo titulo pretende recordar el punto de vista griego
segtin el cual las ciencias son filosofias especiales, un
desplicgue y desarrollo de los temas inherentes a la
filosofia misma. Platén y Aristételes no sélo han fun-
dado la filosofia sino también las ciencias. Esto fue
posible porque los griegos, desde un principio. enten-
dicron la filosofia como ontologia.
FILOSOFIA, ONTOLOGIA, CIENCIA 13
La ontologia explica la cuestién del ser del ente
por referencia al logos, tratandola con los recursos del
logos. Pero esta cuestién se planteaba de un modo
exacto y no en términos confusos o vagos, afectiva-
mente influido por lo enigmatico y sobrecogedor, que
pone en cuestién al mismo que plantea ja cuestion
cuando dice: “Yo soy”. La ontologia griega no su-
cumbié a la tentacién de pasmarse en una contempla-
cién extatica ni en un apaciguamiento quictista ante
la grandiosidad y la aparente inabordabilidad del ser.
Preguntaba por el ser comprendido, lo que entende-
mos por él cuando hablamos unos con otros, cuando
nos comunicamos en forma generalmente inteligible.
Cuando hablamos de él como de algo conocido y
cuando nos comportamos respecto a entes que tam-
bién nos son conocidos. Preguntaba por el ser que se
halla siempre en la base de nuestra comprension
cuando, en contextos muy diversos, decimos de algo
que cs esto y lo otro; preguntaba por aquello a que
aludimos cuando afirmamos que “esto” es verda-
deramente “ast”. .
No podemos ocuparnos, por ahora, en averiguar
como surgié este sorprendente plantcamiento positi-
vo de ja cuestién. De todos modos, dos eran las direc-
ciones que orientaban la interrogacién de la filosofia
griega: una apuntaba hacia el sentido del ser; es de-
cir, a lo que entendemos por ser cuando decimos “es”,
y la otra hacia lo que es el ente en si mismo, esto es, el
ente en total. Tal es el orden de las preguntas en la
metafisica de Aristételes.*
* En todo este trabajo habrd de tenerse presente la dife-
rencia entre ser y ente. Yo pregunto por el ser del ente, de lo
que es. “gQué es esto?” Esta interrogacién puede cjemplifi-
carnos muy bien lo que importa entender. “Esto” seria el
ente; acerca de él preguntamos qué “es”; ¢qué queremos de-14 INTRODUCCION
La pregunta por la comprensién del ser y la pre-
gunta por lo comprendido, es decir, por la determi-
nacién del qué del ente —del “ser-qué”— accesible
al entendimiento, aparecen intimamente trabadas en
la ontologia. Toda cuestién presenta la faz doble de
Jano: mira hacia la comprensién del ser y mira tam-
bién hacia el cardcter del ente que se comprende en
esta comprensién: qué es, cémo es y en qué medida
vincula la verdad misma del conocer. O, para decirlo
a modo de preparacién para nuestro problema: Ia fi-
losofia ofrece, dentro de la unidad del planteamiento
de la cuestién, una direccién subjetiva de la mirada
y otra objetiva, que se remiten reciprocamente una a
otra. Esta unidad y el enderezamiento del preguntar
filoséfico hacia lo que el ente es en cada caso, han
determinado las tareas de las ciencias. Esto es lo que,
en el desarrollo del saber europeo, enlaza a las cien-
cias con la filosofia. Los cientificos se mueven dentro
del marco de la filosofia, aun cuando jamds hayan
oido hablar expresamente de ésta.
Esto quicre decir que la filosofia ha traspasado a
las ciencias la cuestién sobre el qué del ente. Ha
impreso la direccién a la curiosidad humana, al afan
de problemas y al ansia de explicacién y, al mismo
tiempo, ha dejado en libertad a las ciencias; esto es,
les ha permitido autonomizarse en su enfrentamiento
con los problemas y en su afan de esclarecimiento.
Esta conexién, con frecuencia incomprendida y
hasta tergiversada en muchos aspectos, es la que pre-
cir con “es”, qué preguntamos cuando preguntamos por el
ser? Este es el problema subjetivo de la comprensién del ser.
Si contestéramos: Esto es hidrégeno, diriamos que el “qué”
del ente (“esto”) por que pregunt4bamos, es decir, su ser,
se determinaba como hidrdégeno. Este es el problema objetivo
de la determinacién del ser de! ente, del “qué” det ente. [TJ
FILOSOFIA, ONTOLOGIA, CIENCIA i5
tendo aclarar. El problema que tratamos de estudiar
es éste: de qué modo la interpretacién filosdfica del
ser y el esclarecimiento filosdfico del qué determinan
el marco y la marcha de las ciencias. En este plantea-
miento va incluido hasta qué punto la direccién cons-
tructiva de la interrogacién establecida por la filoso-
fia traza de antemano las fronteras objetivas de las
ciencias y cémo, por otra parte, sdlo la ciencia puede
prestar plenitud al esclarecimiento filosdfico del qué
del ente, al engarzar la interpretacién del ser en este
universo investigable.
La meta trazada se esclarece por medio de los mo-
mentos negativos. No seria fecundo introducir en la
fisica las antinomias kantianas, o pretender buscar
"en la imagen del dtomo de la fisica teérica una
solucién al problema kantiano de la cosa en si. Es in-
genuo suponer que la filosofia puede resolver los pro-
blemas de las ciencias o que la ciencia podria interve-
_nir en los problemas y direcciones problemiticas de la
filosofia, tan de otra indole.
No menos falsos son los intentos hechos para adap-
tar la filosofia al estado momentanco de las ciencias.
Aquélla tiene un ritmo de desarrollo completamente
distinto, y como plantea, segin hemos visto, los pro-
blemas esenciales, no puede cambiar a la vista de re-
sultados momentdneos y rapidamente superables.
Una tercera ingenuidad consiste en suponer que
la filosofia completa la ciencia, le suministra, por asi
decirlo, las soluciones a los problemas de los arcanos
ultimos que las ciencias no pueden ofrecer, y puede
decirnos qué es el hombre, cual la significacién de
éste dentro de la conexién césmica, cual su misién
y destino final. “La filosofia debe guardarse mucho
de la pretensién de ser edificante”, dice Hegel.
No son esta clase de problemas los que determi-16 INTRODUCCION
nan la relacién entre la filosofia y la ciencia. Las cien-
cias son filosofias en un sentido mucho mas genuino.
Tienen un origen comin en la ontologia griega. En
las diversas épocas, varian las ciencias que ocupan
el centro del interés humano. Estas ciencias atraen
hacia si, en cada época, toda la fuerza del interrogar
humano y la mayor parte de la capacidad investigado-
ra. El pensar griego se concentré en el pensamicnto
teérico. Por esto la filosofia permaneciéd auténoma.
La vida espiritual de la Edad Media esta domina-
da por Ia teologia, dentro de la cual siguen viviendo
los problemas filoséficos. Es alli donde debemos bus-
carlos. A comienzos de la época moderna, conquistan
su autonomia las ciencias particulares, bajo la accién
de la filosofia. No es un mero azar el que los gran-
des investigadores de la naturaleza de esta época, un
Keplero, un Descartes, un Leibniz, para no citar mas
que algunos, fuesen también grandes filésofos. La
cuestién de la comprensién del ser y la del qué del
ente se desplazan hacia el trabajo cientifico. La esci-
sién de la realidad cn una res cogitans y una res ex-
tensa imprimié nuevo impulso a la filosofia y sumi-
nistré nuevo fundamento a las ciencias exactas de Ja
naturaleza.
El giro posterior de la época moderna se caracte-
riza por la filologia y por la teologia protestante. La
vitalidad de estas ciencias atrajo a las mayores capaci-
dades. Los empefios filoséficos de un Kant, un Hegel
y un Schleiermacher fueron provocados y espoleados
por la teologia. Por eso sus cuestiones tenian que ver
con la conciencia, cl yo, la libertad y con la idea de
humanidad de la teologia; es decir, que fueron cues-
tiones casi exclusivamente subjetivas. Con ello salia
bastante mal parado el problema del qué del ente.
Cierto que los afanes cientifico-naturales de esta época
FILOSOFIA, ONTOLOGIA, CIENCIA 17
fueron esporddicos e incapaces de preparar suficien-
temente una investigacién dirigida hacia el objeto, 0,
si se quiere, de orientar la interiorizacién, con tensién
suficiente, hacia la sequedad de las ciencias naturales.
Desde hace ochenta afios asistimos al esfuerzo cien-
tifico-natural mds formidable de nuestra historia. A
las ciencias de la naturaleza consagran también sus in-
clinaciones filoséficas las mas grandes capacidades tcd-
ricas de este periodo. Con ello la filosofia se aboca a
una nueva situacién, hasta cierto punto dificil. La
ocupacién académica e interpretativa con la tradicién,
no mantiene un contacto vivo y fecundo con la cien-
cia. Tampoco una teoria del conocimiento, orientada
por la filosofia del sujeto, que carece de campo pro-
pio, y mucho menos la esquematizacién logistico-for-
mal, que no hace sino legitimar, a posteriori, el traba-
jo realizado, limitandose a sciialar, analiticamente, en
el camino recorrido, las formas ya en si externas del
pensamiento; cs decir, que lo hace evidente.
Las ciencias nos ofrecen hoy, como en tiempos
de Descartes y de Leibniz, nuevos atisbos por lo que
respecta al qué del ente. Se trata de dominar estas
nuevas ideas a la manera, jamas anticuada, de la filo-
sofia, de suministrar sugestiones oricntadoras y de
recibir comunicaciones concretas, Ilenas de contenido.
No quicre esto decir que la filosofia se transforme pa-
ra acomodarse a los fines de las ciencias de la natura-
leza, sino que se orienta hacia una cuestién que habia
sido descuidada: la de hacernos encontradiza la des-
nudez de lo real de la objetividad en un ser genuino.
propio, no dependiente de nuestros actos de conoci-
miento, después de haber logrado avances enormes en
la consideracién de lo real de nuestra propia realidad.
' Este es el sentido en cl que queremos considerar
las ciencias como filosofias; es decir, que pretendemos18 INTRODUCCION
penetrar cn aquel ntcleo genuino en el que irrumpe
la pregunta, que jamds enmudece, por el sentido del
ser y por el qué del ente. Este nacleo genuino viene a
expresar esos dos “momentos” capitales que se cono-
cen con los nombres de subjetividad y objetividad.
No son, pues, los problemas corrientes los que afec-
tan a la relacién entre la filosofia y la ciencia, sino
el empefio por plantear en forma nueva la cuestién
del “cardcter de objeto” del objeto; es decir, la cues-
tién de lo que corresponde, en general, al ser del ob-
jeto 0, en otras palabras, lo que constituye la posibili-
dad de ser del objeto. Las cuestiones que se refieren
a la posibilidad del ser del ente son las que Hama-
mos trascendentales. La filosofia es una investigacién
trascendental; es decir, no plantea ninguna clase de
problemas concernientes a objetos ni tampoco proble-
mas cientificos; se propone esclarecer la esencia y las
condiciones del “ser-sujeto” y del “ser-objeto”. Lo
cual requiere que se esclarezca lo que atafie a la tras-
cendencia.
Lo que nos incumbe del modo mas inmediato cn
esta investigacién es el esclarecimiento gradual de la
trascendencia objetiva, Es ésta la que tiene que mos-
trarnos el cardcter filoséfico de las ciencias.
Pero debemos colocar por delante el problema de la
trascendencia subjetiva; es decir, el problema de nues-
tro “poder ser” humano, tal como se manifiesta en
las ciencias, Porque lo que designabamos como tras-
cendencia subjetiva es aquel “poder ser” que se forma
sus propias posibilidades y que, echando mano de las
ya formadas, se abre constantemente nuevas posibili-
dades. Y, como la ciencia ocurre dentro del “poder
ser” humano, tenemos que estudiar esta ocurrencia
en el sentido de ver cémo opera Ja trascendencia en
nuestra existencia como cientificos.
, FILOSOFIA, ONTOLOGIA, CIENCIA 19
El estudio de esas dos cuestiones pondra de relie-
ve el caracter filoséfico de las ciencias. No se hallan
al servicio de la filosofia, sino que la contintan y le
dan cumplimiento concreto, objetivo. Pero, cual es
la aportacién propia de la filosofia? Esta. pregunta
encontrard Su respuesta cuando sepamos cémo vela
la filosofia porque la ciencia sea lo que puede ser y
como este “poder ser”, en su condicién de filoséfico
imprime su sello a nuestro “poder ser” como hombres
en general.