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“Año 

del Fortalecimiento de la Soberanía Nacional”

UNIVERSIDAD NACIONAL DE UCAYALI

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE DERECHO

PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO Y ACTOS


UNILATERALES DEL ESTADO

PRESENTADO POR:

Juan Daniel Pérez Burillo

DOCENTE

DR. EUDOCIO RAÚL SALAZAR MARTINEZ.

PUCALLPA – PERÚ

2022
INTRODUCCION

Hoy en día sigue vigente la afirmación según la cual se señala al Estado como el
principal sujeto de Derecho Internacional. Aun cuando el Estado ha perdido la
exclusividad que, como sujeto único en la esfera jurídico internacional, tuviera hasta
comienzos del presente siglo, nadie duda de su claro protagonismo. Los Estados, como
sujetos plenos de Derecho Internacional, poseen capacidad jurídica para producir actos
jurídicos internacionales. Dichos actos pueden ser, básicamente, de dos tipos:
unilaterales y multilaterales. Los primeros -pese al precario desarrollo que han merecido
por parte de la doctrina han cobrado una importancia cada vez mayor en el Derecho
Internacional, no sólo porque colaboran en su desarrollo, sino porque se plantea la
posibilidad de que ellos constituyan una verdadera fuente del Derecho de Gentes. En
efecto, la teoría de los actos unilaterales no ha merecido mayor atención por parte de la
doctrina, notándose una serie de vacíos y carencias en su tratamiento. Sin embargo,
paralelamente a ello, su importancia ha ido creciendo cada vez más dentro de la teoría
de las fuentes del Derecho Internacional. Esto, según Manuel Diez de Velazco, es
producto de tres factores fundamentales 1: La adopción, por parte del Derecho
Internacional, de conceptos e instituciones del Derecho Privado, lo cual ha conducido a
que la doctrina del negocio jurídico se haya trasplantado al orden internacional, La
superación del positivismo voluntarista, tanto en lo referente a la fundamentación como
a la existencia del Derecho Internacional

La creciente importancia que han adquirido los actos unilaterales en determinadas


materias del Derecho Internacional, especialmente, en lo referente al Derecho
Internacional Marítimo. En este sentido, el presente trabajo se encuentra dedicado al
estudio de la teoría de los actos unilaterales de los Estados, buscando brindar al menos
una luz, sobre una serie de aspectos aún oscuros o poco conocidos de esta materia.
Los Actos Unilaterales de los Estados en materia de derecho
internacional

Regular la creación y validez de un acto unilateral

La similitud entre los actos convencionales y los unilaterales, tanto en lo que respecta a
la base objetiva que crea y regula la obligación contraída como a los principios
generales de derecho que rigen la validez, se ha puesto de relieve a lo largo de este
documento, y se han establecido analogías con muchas partes de la Convención de
Viena sobre el Derecho de los Tratados. Si bien es evidente que los principios de la
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados no son aplicables mutatis
mutandis al régimen unilateral, debido a las características distintivas de los actos
unilaterales, muchos de los relacionados con la evaluación de la validez de la creación
de un acto jurídico se basan en principios generales del derecho, que pueden trasladarse
fácilmente a la esfera unilateral. Así pues, es posible comenzar por evaluar la conducta
en cuestión con arreglo a los principios generales del Derecho, para determinar si es o
no realmente creadora de un acto jurídico.

En primer lugar, debe determinarse que el hecho en cuestión es un hecho jurídico


internacional, es decir, un acto imputable a un Estado, de carácter lícito, al que el
derecho internacional atribuye consecuencias de conformidad con sus normas. La
norma en este caso es acta sunt servanda, que solo se aplicará si el hecho jurídico
internacional cumple los requisitos de validez de un acto jurídico internacional -los de
objeto, sujeto, intención y forma- y produce efectos jurídicos de manera autónoma, sin
necesidad de la intervención de ningún otro acto jurídico. Una vez determinado que se
trata de un acto unilateral válido, será una obligación unilateral vinculante, que se
ejecutará de buena fe de conformidad con el acta sunt servanda.

Las condiciones de validez son en gran medida las mismas que las de un acto
convencional, aunque un tanto limitadas para acomodar la naturaleza autónoma del
acto, y para mantener una interpretación de la conducta del Estado coherente con la
norma contra la restricción de la libertad de los Estados soberanos [183]. Es importante,
sin embargo, mantener un enfoque objetivo, interpretando la intención declarada del
Estado de buena fe, a fin de lograr la seguridad y la estabilidad de las relaciones
internacionales (más detalles sobre relaciones internacionales y las tensiones geopolítica
en nuestra plataforma, que es el propósito del régimen. Con este fin, las circunstancias
políticas y de otro tipo que rodean al acto pueden ayudar a la interpretación de buena fe.
La intención de crear relaciones jurídicas es el elemento clave de un acto unilateral
vinculante, pero a menudo es difícil distinguir entre la intención jurídica y la política.

En tal situación, la intención necesaria puede inferirse como una ficción jurídica si
parece que el acto dio lugar objetivamente a la creencia en un compromiso jurídico.
La persistencia y la ejecución de un acto unilateral.

Las cuestiones de revocación, suspensión y terminación requieren una investigación


significativa, ya que los efectos de los actos unilaterales son muchos y variados, y
ciertamente pueden diferir sustancialmente de los de un acuerdo convencional. A este
respecto, una vez que se ha evaluado el instrumentum de un acto unilateral y se ha
determinado que es vinculante de conformidad con el principio acta sunt servanda,
puede ser necesario examinar por separado el contenido material o de negociación de
cada acto e identificar el efecto jurídico que produce.

Como ningún Estado puede crear una obligación para otro Estado sin su
consentimiento, los efectos jurídicos de un acto unilateral solo pueden ser tales que un
Estado afirme un derecho preexistente, asuma una obligación o, excepcionalmente,
adquiera un nuevo derecho, lo cual solo puede ocurrir si no se traduce en una obligación
para otros Estados, en casos como la adquisición de la soberanía sobre un territorio
recién descubierto, por ejemplo. Un acto de protesta constituye la afirmación de un
derecho preexistente y tiene por objeto impedir que otro Estado lo adquiera o reduzca,
mientras que la renuncia a un derecho da lugar a la adquisición de la obligación de dejar
de impugnar el derecho contra la parte a la que se ha renunciado. Del mismo modo, el
reconocimiento produce una obligación por parte del Estado reconocedor de
comportarse de acuerdo con la situación, reivindicación o competencia reconocida, y la
promesa es un ejemplo obvio de adquisición de obligaciones. Si bien la clasificación de
la conducta del Estado en categorías formalistas no es un enfoque útil, una evaluación
práctica de los efectos legales de la ley puede permitir que se desarrollen normas que
rijan el negocio. Sobre esta base, es posible imaginar el desarrollo de normas aplicables
similares a las de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados que rigen la
modificación, la terminación, la suspensión y la revocación.

Las obligaciones unilaterales son más fáciles de asumir que los acuerdos
convencionales, que requieren conciliación y concesión, y por lo tanto deberían ser más
difíciles de alterar o retractar que sus primos convencionales, en busca de la
cooperación de buena fe que permite que el sistema internacional opere, aunque
también se podría argumentar lo contrario.

Entre las Líneas

En cualquier caso, el autor de la declaración unilateral tiene la posibilidad de introducir


condiciones de revocación o modificación en el acto original, previendo una alteración
de la obligación asumida en caso de que se produzcan acontecimientos o circunstancias
declarados.

El principio general de la buena fe es tan aplicable al régimen unilateral como a su


homólogo convencional, por lo que nada impediría que normas como el rebus sic
stantibus, la imposibilidad superveniente de cumplimiento o la aparición de una nueva
norma imperativa de derecho internacional afectaran a la existencia continuada de la
obligación de manera muy similar a la de la Convención de Viena sobre el Derecho de
los Tratados.185] Las disposiciones de la Convención de Viena sobre el Derecho
Interno, el ámbito de aplicación territorial y la irretroactividad también pueden
traducirse en el régimen unilateral. Si bien el elaborado sistema que rige la reserva que
existe en el régimen convencional no será aplicable a los actos unilaterales, la
formulación de reservas o condiciones como parte del instrumentum en el momento de
la creación del acto deberá enunciarse cuidadosamente.

El régimen unilateral en acción

El marco expuesto anteriormente puede aplicarse a situaciones reales e imaginarias de


actos unilaterales, de una manera práctica que ejemplifique la mayor certeza y
estabilidad que resultaría de un régimen unilateral. Uno de los ejemplos más frecuentes
de un acto unilateral es el de las garantías de los Estados poseedores de armas nucleares
a los Estados no poseedores de armas nucleares, mediante las cuales éstos ofrecen
garantías de seguridad o se comprometen a no utilizar armas nucleares contra esos
Estados a menos que existan ciertas condiciones. El Secretario de Estado de los Estados
Unidos, en la Conferencia de Desarme del 5 de abril de 1995, por ejemplo, declaró que:
Estados Unidos reafirma que no utilizará armas nucleares contra Estados no poseedores
de armas nucleares que sean partes en el Tratado sobre la No Proliferación de las Armas
Nucleares, excepto en el caso de «una invasión o cualquier otro ataque contra Estados
Unidos, sus territorios, sus fuerzas armadas u otras tropas, sus aliados, o contra un
Estado con el que tenga un compromiso en materia de seguridad, llevado a cabo o
sostenido por un Estado no poseedor de armas nucleares en asociación o en alianza con
un Estado poseedor de armas nucleares». ¿Cuál es la situación de esta declaración? Al
aplicar el régimen unilateral, se puede deducir su carácter vinculante.

La declaración fue hecha en nombre de un sujeto de derecho internacional, en virtud de


un objeto jurídico, por el Ministro de Asuntos Exteriores: una persona que figura en la
lista de personas autorizadas a obligar al Estado. La intención fue claramente expresada,
y no hay evidencia de ningún defecto de voluntad, en forma de error, coerción o fraude.
Teniendo en cuenta las particularidades de detalle incluidas en la declaración -que
permiten identificar fácilmente cualquier conducta que contravenga la obligación
asumida- y las circunstancias de su realización, es objetivamente determinable como
compromiso legal. No existen requisitos específicos de forma, aparte de la
comunicación a los destinatarios previstos, y éstos se han cumplido. La declaración del
Secretario de Estado de los Estados Unidos constituye, por lo tanto, una obligación
jurídica válida y vinculante, que los destinatarios de la ley (los Estados no poseedores
de armas nucleares que son partes en el TNP) tienen derecho a exigir que se lleve a cabo
de conformidad con el acta sunt servanda.

Un acto unilateral como éste no debe ser objeto de una revisión arbitraria y, si bien
puede considerarse que limita la libertad de acción de los Estados, es consecuencia de la
naturaleza unilateral del acto realizado.
Entre las Líneas

En cualquier caso, los Estados Unidos han evitado esta restricción de la libertad en este
caso, mediante la inserción de condiciones en la declaración, que prevén la terminación
de la obligación en determinadas condiciones.

Otros Elementos

Además, la rebus sic stantibus, la imposibilidad superveniente y la aparición de una


nueva norma imperativa producirían efectos determinables: por ejemplo, si el derecho
internacional se desarrollara de tal manera que el uso de las armas nucleares se
considerara contrario a un principio de jus cogens, entonces la declaración sería inválida
en cualquier caso.

Aplicar el régimen unilateral a los ensayos nucleares

Los casos de los ensayos nucleares siguen siendo el ejemplo más célebre y
controvertido de un acto unilateral. La capacidad del sujeto, la legalidad del objeto y el
éxito de la comunicación de los actos unilaterales en los ensayos nucleares son en gran
medida indiscutibles, pero no lo es la cuestión de la intención, que es una condición
clave para la creación de un acto jurídico válido, pero está sujeta a métodos de
interpretación. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Éstos se
han delimitado de la forma más clara posible, pero en lo que se refiere a su aplicación se
asemejan a un poder discrecional. Tanto la «sustancia real de las declaraciones» como
las «circunstancias que han conducido a su elaboración» deben ser utilizadas para
evaluar las implicaciones legales del acto.

El contenido de las declaraciones era bastante claro: en la primera se afirmaba


simplemente que «los ensayos atmosféricos que se realizarán próximamente serán los
últimos de este tipo en el curso normal de los acontecimientos» [Nota de fecha 10 de
julio de 1974, de la Embajada de Francia en Nueva Zelanda al Ministerio de Relaciones
Exteriores de Nueva Zelanda. Declaraciones similares fueron hechas por la Oficina del
presidente de Francia, por el propio presidente en una conferencia de prensa, en una
entrevista televisiva y una conferencia de prensa del Ministro de Defensa, y ante la
Asamblea General de las Naciones Unidas por el Ministro de Asuntos Exteriores. La
referencia al «curso normal de los acontecimientos» no se repitió en las últimas
declaraciones]. También en la primera no se mencionaban criterios sobre cuándo y en
qué circunstancias podrían reanudarse los ensayos, ni se anunciaba la intención de
firmar el Tratado de Prohibición de los Ensayos Nucleares, elementos que habrían
fortalecido mucho más el razonamiento del Tribunal de Justicia. Por otra parte, las
declaraciones indicaban que Francia consideraba tecnológicamente inútil seguir
realizando ensayos en la atmósfera debido a sus avances en la tecnología nuclear, y
permitía a Francia completar los ensayos en curso y satisfacer sus propios intereses,
además de tranquilizar al mundo en general.

Por lo que se refiere a las circunstancias que concurrieron a su realización, los que
critican la decisión del Tribunal han argumentado que la actitud del Gobierno francés,
que siempre había mantenido que los ensayos nucleares eran un asunto sobre el que
tenía libertad de acción, y su negativa a confirmar a Australia que se había
comprometido a cesar los ensayos, no indicaban en modo alguno su intención de quedar
vinculado. Los partidarios del punto de vista de la Corte sostienen que los objetivos y
expectativas globales de que cesen estas pruebas, y la propensión de estas declaraciones
a acercar a Francia a las expectativas globales de comportamiento, así como la disputa
legal en curso, ayudaron a la Corte en su inferencia de que las circunstancias que rodean
a las declaraciones indicaban la intención de obligarse, lo cual está respaldado por las
declaraciones hechas durante un período de cinco meses, antes, durante y después de la
ronda final de pruebas.

Dada la autoridad de las personas que hacen las declaraciones, la prominencia del tema
en ese momento y el número de veces que ocurrieron, la decisión de la Corte es
razonable a la luz de los criterios objetivos aplicables en la determinación de los actos
unilaterales. Cuando sea necesario, la intención puede surgir a través de una «ficción
jurídica» constructiva para crear una obligación jurídica vinculante de conformidad con
la intención declarada, y por lo tanto, si de hecho (como es probable) Francia no tuviera
realmente la intención de quedar vinculada, la intención necesaria podría deducirse de la
declaración. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto).
Puntualización

Sin embargo, también debe admitirse, incluso por el proponente más enérgico de los
actos unilaterales, que el caso implica «evitar judicialmente la confrontación con la
autoridad política», ya que las cuestiones de soberanía, ideales globales y política que se
le pidió a la Corte que decidiera, fueron claramente dejadas de lado por esta decisión.

Forma del régimen

La forma que debe adoptar un régimen unilateral es una cuestión importante y requerirá
un debate significativo entre la comunidad internacional para encontrar una respuesta
universalmente aceptable. Mientras que algunos Estados han manifestado su apoyo a la
idea del proyecto de artículos de la CDI, que posiblemente conduzca a un tratado sobre
la materia, otros sostienen que el tema es más adecuado solo para un estudio expositivo,
y otros consideran que no es factible tratar de someter la conducta conocida como
«actos unilaterales» a un único conjunto de normas. Se ha demostrado, sin embargo, que
las diferencias entre las condiciones y principios que rigen las expresiones unilaterales y
convencionales de la voluntad son mucho menores de lo que parecen a primera vista, y
que sería totalmente posible elaborar un sistema similar al establecido en la Convención
de Viena sobre el Derecho de los Tratados para aplicar a la acción unilateral.

CONCEPTO

El ex presidente de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, Eduardo Jiménez de


Arechaga, define al acto unilateral como «la declaración unilateral de voluntad de un
único sujeto de Derecho Internacional que tiene por objeto dar origen a vínculos
jurídicos internacionales, cuyos efectos están previstos o autorizados por el Derecho
lnternacional»

• Guillermo Moncayo, en una definición más escueta, señala: «Se consideran actos
unilaterales de los Estados a aquellas manifestaciones de voluntad emanadas del Estado
y que tienden a producir ciertos efectos jurídicos»3 • De ambas definiciones, es posible
extraer ciertos elementos comunes y determinantes en la configuración de un acto
unilateral. Dichos elementos serán analizados en el siguiente punto. La doctrina clásica
se ocupó del tema de los actos unilaterales de los Estados a partir de la figura de la
promesa, negando su carácter obligatorio en cuanto acto unilateral. Esta posición
doctrinal resulta muy curiosa, sobre todo teniendo en cuenta que el elemento material de
la costumbre internacional se forma a partir de la repetición de actos de carácter
unilateral. En efecto, la costumbre ha tenido un rol considerable en la formación del
derecho internacional, ya que este nace en el momento de la aparición de las primeras
reglas consuetudinarias en el ámbito de las relaciones diplomáticas, de la guerra y de la
navegación. Desde un punto de vista empírico, es posible apreciar que en el ámbito
internacional existen distintos tipos de actos unilaterales realizados por los Estados, y
que estos pueden adoptar diversas formas. A partir de ello, es necesario entregar un
concepto de acto unilateral y analizar sus elementos más relevantes.

Para efectos de esta investigación se entiende por acto unilateral un comportamiento


unilateral, independiente de un régimen convencional especial, realizado por un Estado
y que es idóneo para producir efectos jurídicos en el ámbito internacional. Los
elementos más discutidos del concepto son la autonomía del acto unilateral y su
idoneidad para producir efectos jurídicos.

En relación con el tema de la autonomía de los actos unilaterales, es posible encontrar


dos sentidos perfectamente distinguibles. La primera estima que la autonomía del acto
implica que para producir sus efectos jurídicos no requiere de la reacción o
consentimiento de otros Estados, es decir, su carácter obligatorio se construye con
independencia de la conducta de otro sujeto respecto del acto. Por dicha razón, existe
discusión acerca del carácter de acto unilateral de la declaración Ihlen, ya que un sector
de la doctrina estima que sería un acuerdo no escrito de carácter verbal, debido a que
constituiría una respuesta a la declaración realizada por el ministro danés respecto de la
voluntad de su gobierno de no oponerse a la extensión de la soberanía noruega a
Spitzberg. Se puede estimar que la acepción en comento es lo que constituye la noción
de acto unilateral en un sentido más estricto. La segunda acepción del término se
vincula con el hecho que el acto unilateral se realiza con independencia de una
prescripción convencional o consuetudinaria. Por tanto, se dejaría fuera del concepto de
acto unilateral, todos aquellos actos que tengan por objeto formar o aplicar el derecho
convencional como, por ejemplo, es el caso de la ratificación de un tratado, la
formulación de una reserva o la delimitación de un espacio marítimo o terrestre
regulado en un tratado bilateral o multilateral; o aquellos actos que dan lugar o se
aplican con ocasión de la ejecución de normas de carácter consuetudinario. Por tanto, en
este sentido la autonomía se vincula con la existencia o no de un determinado marco
jurídico regulatorio del acto.

Este tema se discutió también en la CDI. En un primer momento, el relator especial


Rodríguez, concibió la autonomía en el sentido de la primera acepción explicada en este
trabajo, entendiendo que el compromiso se contrae sin ninguna otra contrapartida o
elemento de reciprocidad. Sin embargo, esta postura no fue aceptada por los demás
integrantes de la CDI. Por ejemplo, Pellet estima que la concepción de autonomía
propuesta por el relator especial debe ser rechazada, porque tiene un carácter muy
restringido, y por dicha razón, carece de ejemplos basados en la práctica internacional.
Precisamente, el autor francés señala que “[ p] ara atenerse estrictamente a esta idea de
la autonomía de los actos en los que está interesado, el Relator Especial se priva de
describir una práctica, ya que esta práctica existe sobre todo respecto de lo que el
Relator Especial considera actos no autónomos”.

Para los efectos de esta investigación, la primera acepción del concepto de autonomía
no será tomada en cuenta, debido a que ella confunde la reciprocidad existente en el
ámbito convencional con la reacción que pudiese producir el acto en los hechos, y que
no tiene que ver con el valor jurídico del mismo; en otras palabras, confunde la
autonomía jurídica con la autonomía fáctica del acto. Un ejemplo de lo expresado es la
incomprensión que parte de la doctrina tiene acerca de la declaración Ihlen, en el
sentido que esta se trataría de un acuerdo de carácter verbal, ya que se produjo con
posterioridad a la declaración del ministro danés respecto de Spitzberg. Sin embargo,
eso solo fue una cuestión de hecho que no afecta la autonomía de dicho acto en la
producción de efectos jurídicos, ya que cumple con los requisitos de validez de un acto
unilateral. Además, esta concepción de autonomía no es conciliable con el método de
interpretación de los actos unilaterales, contemplado en el principio tercero del texto de
los principios rectores, en que se contempla que para determinar los efectos jurídicos de
una declaración unilateral, se debe tomar en cuenta la reacción que suscitó.
La segunda acepción de autonomía será aplicada de manera restringida, en el sentido de
excluir dentro de la noción de acto unilateral solo a aquellos actos sujetos a regímenes
convencionales especiales, como es el caso de las reservas de los tratados, la forma de
manifestar el consentimiento en obligarse por un tratado o las declaraciones de la
aceptación de la jurisdicción obligatoria de un tribunal internacional. Para llegar a esta
conclusión se sigue a Pellet, para quien no existe ninguna razón válida para eliminar,
por ejemplo, los actos adoptados en aplicación de una regla consuetudinaria, como sería
el caso de los actos unilaterales en virtud de los cuales los Estados definen la anchura de
sus distintos espacios marítimos. Pertinente a este punto, el jurista francés se pregunta
“si no puede considerarse que todos los actos unilaterales se fundan en una norma
consuetudinaria, empezando por la que permite a los Estados a obligarse”. Tomando en
cuenta lo señalado, la noción de autonomía que se describe no excluye como acto
unilateral a aquellos actos que forman o aplican el derecho consuetudinario.

Como consecuencia de lo anterior, la noción de acto unilateral adoptada en este trabajo


incluye el silencio cualificado o aquiescencia, es decir, los denominados actos
unilaterales presuntos o tácitos. En efecto, si bien no parecen existir dudas que el
silencio o aquiescencia en determinadas circunstancias puede producir consecuencias
jurídicas, como es el caso que frente a una determinada situación es necesario realizar
una protesta y ella no se lleva a cabo, no existe consenso acerca de su inclusión dentro
del concepto de acto unilateral. La principal justificación para su exclusión se basa en
que el silencio o aquiescencia no constituye una manifestación de voluntad de carácter
autónoma.

Lo señalado se pone de manifiesto en el fallo de la “delimitación de la frontera marítima


en la región del golfo de Maine”, en que la CIJ expresa que la aquiescencia es “un
reconocimiento tácito manifestado mediante un comportamiento unilateral que la otra
parte puede interpretar como un consentimiento” . Dicha situación ya fue advertida por
Sicault en la década de los sesenta del siglo pasado, cuando sostuvo que “el silencio,
como no puede producir efectos jurídicos de manera autónoma y tiene necesidad para
ello de otro acto, no entra en la definición de compromiso unilateral”. En este mismo
sentido se pronuncian Jiménez y Torres.

En relación con el tema es necesario realizar dos comentarios. El primero se vincula con
la naturaleza del silencio cualificado o aquiescencia. Para los efectos de este trabajo el
silencio no constituye una manifestación de voluntad, a diferencia de lo que postula la
escuela voluntarista, debido a lo expuesto arriba, en el sentido que solo es una ficción
que produce efectos jurídicos en circunstancias excepcionales, para proteger las
expectativas legítimas de un tercero. Ello pone de manifiesto que en el derecho
internacional la voluntad no es la única vía para producir efectos jurídicos o crear
derecho.

El segundo, dice relación con la calificación del silencio cualificado o aquiescencia


como acto unilateral. Como se puede apreciar de las citas realizadas, la doctrina que
rechaza la aquiescencia como acto unilateral se basa en que esta no tendría un carácter
autónomo, en el sentido de depender su fuerza jurídica del elemento de la reciprocidad.
Sin embargo, y como se dejó en claro cuando se analizó la autonomía como
característica del acto unilateral, el hecho que se tome en cuenta la reacción o
expectativas del destinatario no convierte el acto en convencional. Es más, si no se
toman en cuenta dichos elementos se estaría negando el fundamento del carácter
obligatorio de los actos unilaterales, la buena fe objetiva.

En resumen, la aquiescencia o silencio cualificado es un comportamiento unilateral que


produce efectos jurídicos en determinadas circunstancias, por lo que nada obstaría a que
fuese calificado como acto unilateral. Dicho de otra manera, en esta investigación se
estima que el concepto de acto unilateral es más amplio que una declaración de
voluntad, ya que su concepto estriba en la producción de efectos jurídicos producto de
un comportamiento imputable a un solo Estado.

El segundo elemento del concepto dice relación con la distinción entre actos unilaterales
de carácter jurídico y aquellos que tienen un carácter político. En efecto, este trabajo
abordará el estudio de los actos unilaterales que tienen por objeto producir efectos
jurídicos. Sin embargo, el problema de esta distinción radica en el hecho que no existen
criterios generales para determinar de manera precisa cuando se está en presencia de
unos y otros, sobre todo si se tiene en cuenta que los actos unilaterales de los Estados en
el ámbito internacional siempre tienen un valor político.

La distinción entre actos unilaterales de carácter jurídico y de carácter político puede


encontrarse en el voto disidente del juez Castro en los fallos de los “asuntos de los
ensayos nucleares” en donde se limita a expresar la existencia de una distinción entre
actos que producen obligaciones jurídicas y aquellos que producen una obligación que
denomina “moral”, sin indicar criterios que permitan efectuar esa diferenciación.
Kassoti propone algunos criterios para determinar el carácter jurídico de un acto
unilateral, que para ella se manifiesta en la determinación de la intención de obligarse.
Para estos efectos propone los siguientes criterios: el contenido del acto; la publicidad
del acto; el lugar o circunstancia en que se realizó el acto; el autor del acto; y el hecho
que el acto haya sido registrado de conformidad con el artículo 102 de la Carta de las
Naciones Unidas. Además, y de acuerdo con lo señalado arriba, también debería
agregarse la reacción del destinatario del acto como una de las circunstancias a tener en
cuenta, y que Kassoti niega por los motivos expuestos anteriormente.

ELEMENTOS

Entre los elementos constitutivos del acto unilateral podemos señalar los siguientes: 2.1
Una manifestación de voluntad, es decir, se requiere ante todo de la presencia de una
declaración de voluntad, esto es, de un asentimiento.

2.2 Que esta manifestación de voluntad sea hecha por un solo Estado. En otras
palabras, la manifestación debe ser unilateral.

2.3 Que tal manifestación unilateral de voluntad tienda a producir efectos jurídicos.
Tales efectos se traducirán necesariamente en una obligación a cargo del Estado
declarante y en un derecho a favor del Estado destinatario de la declaración. Esto, en
virtud del Principio de Igualdad Soberana de los Estados, que impide que un Estado
pueda imponer obligaciones a otro por su mera voluntad. Un Estado, sólo puede
entonces crear unilateralmente derechos en favor de un tercer Estado. Si, por el
contrario, el acto no llega a generar efectos jurídicos, entonces consideramos que no
puede ser entendido como un acto unilateral en el sentido en que lo hemos utilizado
hasta ahora. En este sentido y pese a la opinión contraria de la CIJ en el asunto de los
Ensayos Nucleares, donde expresó que «por cierto, no todos los actos unilaterales
importan obligaciones» consideramos que un acto unilateral que no genera efectos
jurídicos no debe ser considerado como tal. En efecto, si como hemos señalado, el acto
unilateral de un Estado no puede imponer obligaciones o deberes a un tercer Estado en
provecho suyo y, por otra parte, aceptamos la afirmación de la Corte en el sentido que
existen actos que tampoco crean derechos en favor de estos terceros Estados, pues
entonces ¿de qué actos estamos hablando? Estaríamos hablando de actos carentes de
todo efecto jurídico y, consecuentemente, de actos ajenos al mundo del Derecho. En
consecuencia, si hablamos de actos jurídicos unilaterales, necesariamente hablamos de
actos con efectos jurídicos, es decir, de actos que generan obligaciones para el Estado
declarante y derechos para el destinatario.

2.4 Que su validez o eficacia no dependa de otros actos jurídicos. Esto es lo que Alfred
Verdeos denomina «actos jurídicos unilaterales puros», en tanto no requieren de la
presencia de otros actos jurídicos para generar efectos por sí solos.

2.5 Que el acto sea conforme con el Derecho Internacional. Un acto unilateral contrario
al Derecho de Gentes no puede ser reputado como legítimo, más aún, debe ser
repudiado por la Comunidad Internacional. Un ejemplo de esto lo constituye la anexión
por Israel en 1981 del territorio árabe del Golán, por medio de una ley interna
claramente violatoria del Derecho Internacional. Tal acto no sólo fue calificado como
lícito por la Asamblea General de las Naciones Unidas, sino que fue repudiado por
Resolución de 5 de febrero del mismo año, ordenando el aislamiento político, militar y
económico del Estado israelí. En este punto resulta interesante citar la opinión
discrepante del profesor argentino Arturo Pagliai, quien señala que cuando un acto
unilateral contraviene una norma de Derecho Internacional «nos encontraríamos frente a
un acto, que es lícito en sí mismo, pero que se encuentra en pugna con otros
compromisos o acuerdos vigentes, asumidos previamente por el Estado antes de la
declaración. Como el acto obliga también al Estado, debiendo éste atenerse a sus
términos, será responsable internacionalmente -señala- tanto si no lo cumple como si lo
hace contraviniendo normas dispositivas y deberá responder por Jos perjuicios
derivados de su falta de cumplimiento»6• Definitivamente, Pagliai incurre en un error,
pues no es posible sostener en Derecho la licitud de un acto contrario al Derecho
vigente. Si el acto unilateral, al momento de ser dado por el Estado, contraviene una
norma de Derecho Internacional a la cual éste se encuentra obligado, el acto será ilícito
y, por ende, inválido. Más aún, si contradice una norma de ius cogens, el acto será nulo
ipso jure, careciendo también de todo efecto jurídico. Finalmente, es pertinente señalar
que todos estos elementos deberán concurrir de manera conjunta para que el acto
unilateral se cristalice ya que la ausencia de alguno de ellos impediría su conformación.

CLASIFICACIÓN
No existe un criterio uniforme en la doctrina respecto a la clasificación de los actos
unilaterales. Clásicamente, empero, los actos unilaterales de los Estados, o negocios
jurídicos unilaterales, como los denomina Verdeos y la escuela italiana, han sido
clasificados de la siguiente forma: Notificación: La notificación puede ser definida
como la manifestación unilateral de voluntad de un Estado, por la cual comunica
oficialmente a otro determinado documento, hecho o situación, fijando sus puntos de
vista sobre cuestiones de importancia internacional, tales como política exterior,
relaciones internacionales, políticas con los países vecinos, etc. Cualquier materia puede
ser objeto de notificación. La finalidad de este acto es dar a otro Estado una certeza
legal de información. Esta declaración unilateral puede ser de dos tipos:

a) Facultativa o Voluntaria: cuando la declaración no emana del cumplimiento de una


obligación internacional. Por ejemplo, el cambio de jefe de Estado, la ruptura de
relaciones diplomáticas, etc.

b) Obligatoria o Preceptiva: cuando la declaración emana del cumplimiento de una


obligación internacional. Por ejemplo, el lanzamiento de satélites artificiales al espacio,
la notificación de la puesta de minas submarinas por los Estados beligerantes o neutrales
(Convención de la Haya de 1907), bloqueo en caso de guerra marítima (Declaración de
Londres de 1909 sobre el derecho de la guerra marítima) o la notificación del estado de
guerra por los Estados beligerantes a los neutrales (Convención de la Haya de 1907). No
obstante, el profesor francés Pierre V ellas niega que la notificación sea un verdadero
acto unilateral. Entiende que se trata de un mero acto de publicación cuyo único papel
es instrumental, es decir, su única finalidad es llevar una información determinada al
conocimiento de otro Estado. Concluye, entonces, que la publicación de un acto no debe
ser confundida con el acto mismo ellas definitivamente aciertan cuando afirma que la
notificación no es un acto jurídico unilateral. Cuando la notificación es, por ejemplo,
obligatoria o preceptiva, ésta constituye una verdadera condición de forma para la
validez del acto

Así, la notificación de bloqueo marítimo es una condición para la validez y licitud del
bloqueo. Ella, empero, no produce los efectos jurídicos; el conjunto de derechos y
obligaciones internacionales se derivarán del acto mismo (el bloqueo), no de su
notificación
Por tanto, es posible concluir que la notificación no es un acto jurídico unilateral, en
tanto no genera ningún derecho u obligación jurídica. La notificación es un simple
instrumento, a través del cual se pone en conocimiento un acto, es decir, carece de
sentido por sí misma; no tiene contenido jurídico alguno.

Renuncia: La renuncia viene a ser el abandono voluntario de un derecho, facultad,


pretensión o expectativa de derecho, cuando ellos son susceptibles de renuncia. Así, un
Estado puede renunciar a derechos territoriales, a la inmunidad de sus agentes
diplomáticos o a presentar o llevar adelante una reclamación diplomática. Para Pedro
Pablo Camargo, la renuncia, por la gravedad del compromiso que el Estado asume, debe
ser necesariamente expresa, solemne y forma 1, es decir, no cabe renuncia tácita. Esta
opinión fue confirmada por la sentencia arbitral del presidente de Chile José Joaquín
Pérez, de 1 de agosto de 1870, en el asunto del cierre del puerto de Buenos Aires, entre
la Argentina y Gran Bretaña, donde se dijo «que el hecho de no haber formulado reserva
de un derecho no implica que se le abandona» 12• Contrario a esta opinión, Sepúlveda
afirma la existencia de dos tipos de renuncia: la renuncia expresa y la renuncia
implícita. Sobre esta última, el autor mexicano pone como ejemplo el caso de un
territorio que pasa a ser ocupado por otra nación y el Estado cuyo territorio es objeto de
ocupación no se opone ni protesta. En este caso- señala Sepúlveda se debe entender que
ha existido una renuncia implícita13• La opinión de Sepúlveda tiene como base la
institución del estoppel. El entiende que al existir tal figura resulta lógico pensar en una
renuncia implícita. Sin embargo, parte de un error. La institución del estoppel es una
figura netamente procesal que no crea, modifica ni extingue una situación jurídica, sino
que sólo imposibilita una determinada alegación. Así, en el ejemplo, la inacción del
Estado cuyo territorio es ocupado no puede ser tomada como una renuncia tácita o
implícita, ya que tan sólo vuelve inadmisible cualquier demanda o reclamo posterior. Es
decir, aquí no hay renuncia a derecho o pretensión sustantiva alguna. Aquí tan sólo hay
una sanción procesal por inacción: la no admisibilidad de la demanda.

ACTOS UNILATERALES

Principios rectores aplicables a las declaraciones unilaterales de los Estados capaces de


crear obligaciones jurídicas Las decisiones de los Organizaciones Internacionales.
De acuerdo con el articulo 38 des Estatuto de la Corte Interna de Justicia las relaciones
de las organizaciones internacionales no se consideran fuentes auxiliares del DIP. Sin
embargo, la doctrina admite que las resoluciones que contenga declaraciones que
desarrollan principios jurídicos expresamente reconocidos en la Carta de la
Organización de la Organización de las Naciones Unidas, y las resoluciones donde
existan declaraciones que enuncien nuevos principios jurídicos internacionales o
Principios de naturaleza ideológica que tenga la voluntad de crear Derecho y por lo
tanto son fuente de Derecho Internacional. • Varias resoluciones que contienen
declaraciones y decisiones que tiene un carácter declarativo o constitutivo y otras se
consideran medios subsidiarios de las fuentes. Las resoluciones de la Asamblea General
de la Organización de las Naciones Unidas deben considerarse jurídicamente válidas,
debido a que este tiene una función legislativa aun cuando se ha manifestado que no
constituyen una autentica obligación jurídica. Se ha demostrado que la resoluciones y
decisiones adoptadas por los citados órganos de las Naciones Unidas son actos mediante
los cuales la conciencia jurídica de la mayoría de los Estados formulan en formulas
dinámicas nuevos principios doctrinales que influyen en el desarrollo progresivo y la
codificación del Derecho Internacional, en donde los principios de los Estados ejercen
funciones legislativas internacional, tanto mediante la firma de los tratados
multilaterales como mediante la opinión jurídica que emiten las organizaciones
internacionales, que crean normas y generan principios doctrinales. Algunas
resoluciones de la Asamblea General de la Naciones Unidas establecen obligaciones,
aun cuando muchos Estados votaran en contra de ellas, mientras que otras solo son
recomendaciones independientemente del número de votos a favor; otras adquieren un
carácter especial debido a su vinculación estrecha con los artículos de la carta y los
tratados internacionales. Ejemplo: Resoluciones de la OPEP, resoluciones de la ALCA,
resoluciones de la OEA, Unión Europea, etc. Actos Unilaterales entre los Estados. Son
aquellos que, siendo independiente de todo otro acto jurídico, emanan de los Estados al
restringir éstos su propia competencia, y tienen un alcance jurídico de significación
internacional. Manifestaciones de voluntad destinadas a moderar efectos jurídicos que
no requieren la aceptación de otro Estado. Éstos también son considerados simples
aplicaciones de normas jurídicas internacionales vigentes, como por ejemplo la
adhesión a un tratado o su denuncia, o cuando sean contrarios a éstos, incurriera en
responsabilidad; tal un hecho del Estado que viola una obligación internacional que está
en conformidad con lo que él exige esa obligación.
La Doctrina le niega a los Actos Unilaterales de los Estados valor como fuente de
derecho internacional, por considerarlos como derecho transitorio que surge de la falta
de tratado o costumbre, y además por ser considerados simples instrumentos de
ejecución que se fundamentan en el derecho consuetudinario. Se dividen en
dependientes y autónomos. Los dependientes solo producen efectos jurídicos cuando
son realizados en relación con otros actos, unilaterales o multilaterales. Los autónomos
producen efectos jurídicos obligatorios y para su existencia no requieren de otro acto
unilateral ni multilateral aunque deben; para producir efectos jurídicos obligatorios
cumplen ciertos requisitos de fondo (intención de obligarse), forma y capacidad, se
requiere que el acto emane de un órgano competente del Estado en el plano
internacional Tomando en cuenta el artículo 7 de la Convención de Viena el cual
manifiesta: "Que se reconoce la competencia del Jefe de Estado y del ministro de
Relaciones Exteriores para la celebración de un tratado", dichos funcionarios resulta
lógico el pensar que puedan comprometer a su Estado mediante un acto unilateral. Con
respecto a la forma que debe revestir el acto unilateral, basta que la manifestación o
declaración de la voluntad sea clara en forma verbal o escrita. Tradicionalmente, la
doctrina reconoce como actos jurídicos unilaterales autónomos a la: Notificación:
comunicación que un sujeto de Derecho Internacional hace a otro en forma escrita o
verbal de modo oficial de un hecho, de una situación, de un suceso o de un documento
al que van unidos determinadas consecuencias jurídicas y que se considera desde ese
momento como legalmente conocido por el destinatario. La notificación se clasifica en
obligatoria y facultativa. Se considera obligatoria cuando es reconocida por el derecho
internacional o la costumbre; y es facultativa cuando se comunica la ruptura de
relaciones diplomáticas, difunde el nacimiento la aparición de un nuevo estado.

 Reconocimiento: acto en el que un estado admite como legitimo un


determinado estado de cosas o una determinada pretensión, el cual obliga al
estado que realiza el acto a no negar la legitimidad del Estado de cosas o de
la pretensión reconocida, es decir, cuando un Estado admite a otro como
sujeto de Derecho Internacional Público, conlleva al Derecho de Legación
activo, envían agentes diplomáticos del Estado reconocido, y pasivo, recibe
agentes del Estado reconocerte.
 Protesta: acto por virtud de la cual un Estado niega la legitimidad de una
determinada situación, en ocasiones necesarias ya que si el Estado afectado
por alguna situación ilegitima atribuirle a otro sujeto deberá manifestarlo,
de lo contrario pierde su derecho a reclamar posteriormente ya que el acto
se considera como consentido.
 Renuncia: implica la extinción de un derecho subjetivo del Estado que la
formula, es decir, la extinción de la facultad por parte del estado.
 Promesa: declaración en la que el Estado se obliga a realizar un
determinado comportamiento. Sólo la promesa y el reconocimiento
satisfacen los requisitos de forma, de fondo y capacidad, mientras que en
los casos de la protesta, renuncia y notificación no se da el requisito de
fondo, y por lo tanto no son actos unilaterales en sentido propio. Jerarquía
de las Fuentes de Derecho Internacional

El artículo 38 del Estatuto del Tribunal Internacional de Justicia establece que:" El


tribunal aplicara: Los convenios internacionales, tanto generales como particulares, que
establecen reglas expresamente reconocidas por los Estados litigantes. La Costumbre
Internacional, como prueba de una práctica general aceptada como derecho. Los
Principios Generales del Derecho reconocido por las naciones civilizadas.

Las decisiones judiciales y la doctrina de los publicistas Mas calificados de las distintas
naciones, como medio auxiliar para la determinación de las reglas de derecho, sin
prejuicio de lo dispuesto en el articulo 59".

• Charles Rousseau, en relación al contenido del artículo antes mencionado afirma que
éste solamente enumera las normas jurídicas que la Corte debe aplicar, mas no establece
un valor jerárquico; el haber colocado a los convenios internacionales en primer lugar y
a la costumbre en segundo lugar obedece a la tendencia actual hacia el derecho escrito,
aunque la costumbre sea la fuente original del Derecho Internacional. De tal manera que
el articulo no hace más que dar una de las fuentes que pueden ser utilizadas por el juez,
pero sin obligarlo a que haga una determinada elección de las mismas para decidir un
caso concreto. Daniel Guerra Iñiguez, sin embargo, se opone a esta posición y propone:
"estas fuentes a las que tiene que recurrir el juez están jerarquizadas, pues en el empeño
de su misión el magistrado internacional debe agotar cada una de ellas en su orden hasta
llegar a los principios generales del derecho, las decisiones judiciales y a las doctrinas
de los publicistas".
• Max Soren sen establece una relación entre la jerarquía del Derecho Internacional y la
del Derecho Interno de los estados. Considera como la primera fuente a la costumbre,
seguida por los tratados y finalmente los fallos judiciales y los actos de las instituciones
internacionales. Esta jerarquía del Derecho Internacional la relaciona con el Derecho
Interno diciendo que se puede trazar un paralelo similar entre los tratados y los estados
que los celebran y entre los pactos de las instituciones internacionales y los órganos
creados por los tratados para ejecutar dichos actos. Reuniendo estas opiniones hemos
concluido que las fuentes sí gozan de una jerarquía cuyo lo orden establece el artículo
38 de la ECIJ. Si bien están enumeradas literalmente como normas a seguir por la Corte,
todo acto de la misma índole debe tener un procedimiento de aspecto general y por
deducción, dado que este enumera a las que conocemos como fuentes, ésta debe ser la
jerarquía general. Como en toda regla, siempre existirán las excepciones, en las cuales
no se formará esta jerarquía como modelo a seguir, sino que, analizando el caso, el
magistrado decidirá cuál es el orden de importancia de las fuentes.

Las Fuentes del Derecho Internacional Público

• Concepto de las fuentes del Derecho Internacional Público. • Actualmente en la


doctrina se destacan dos concepciones diferentes en cuanto a las fuentes del Derecho
Internacional: Concepción Positivista. Según esta doctrina, sustentada por Anzilotti la
única fuente del Derecho internacional es el acuerdo de voluntades, ya sea bajo la forma
expresa, como es el caso de los tratados internacionales y en forma tácita, en cuyo caso
nos encontramos en presencia de la costumbre. • Concepción Objetivista. En lo
referente a las fuentes del derecho de gente, la concepción objetivista se apoya
esencialmente sobre la distinción entre las fuentes creadora y fuentes formales. Las
primeras son las verdaderas fuentes del derecho; las segundas son los tratados y las
costumbres, que no crea Derecho sino que son modo de constatación. Según Rousseau.
Clasificación de las Fuentes del Derecho Internacional Publico. • Las fuentes del DIP,
pueden dividirse en: Fuentes Principales, Directas o Autónomas. • Las fuentes directas o
materiales son aquellos factores de tipo social, político o económico que están aptos
para crear o formar normas jurídicas internacionales por sí mismas aplicable a las
relaciones de los Estados y demás sujetos del DIP, como es el caso de los tratados y las
costumbres internacionales. Un ejemplo seria la creación de normas para combatir los
secuestros y acciones guerrilleras en la zona fronteriza colombo - venezolana. Fuentes
Secundarias, Indirectas o heterónomas. Son aquellas que influyen en la aplicación y
creación de las normas jurídicas, pero no son aptas de crearlas por sí solas, es decir,
influye de manera especial en el procedimiento mediante el cual una norma es
establecida • Los Tratados Internacionales. • Constituye la principal fuente de donde
emanan las normas del DIP, se trata de acuerdo de voluntades entre dos o más Estados
implicados en documentos en donde se consigna por escrito obligaciones y derechos
para los jurantes, lo que da una mayor credibilidad o seguridad, regulando la conducta
de los estados entre sí y órganos internacionales con el fin de promover y proteger el
respeto de los derechos humanos, la paz y la armonía entre los estados. Existen dos
formas de clasificar a los tratados:

Clasificación de Orden Formal: • Tratados Multilaterales o Colectivos: Es cuando las


reglas son aceptadas por la mayoría de los estados, como por ejemplo la Convención de
Viena. • Tratados Bilaterales: que obligan a dos países, como el tratado de Venezuela y
Colombia por el Golfo de Venezuela. Clasificación de Orden Material: Tratados –
contratos: realización de un negocio jurídico (alianza de comercio, de límites, etc.), que
engendra prestaciones reciprocas entre los estados, pero cada uno persigue objetivos
diferentes. Tratados Normativos: tienen por objeto formular una regla de derecho y se
caracteriza porque la voluntad de todos los que firman tienen idéntico contenido. Los
Estados pueden firmar un tratado con reservas, lo que significa que "cualquiera que sea
el enunciado o denominación, hecha por un Estado al firmar, ratificar, aceptar o aprobar
un tratado o adherirse a él, con el objeto de excluir o modificar los efectos jurídicos de
ciertas disposiciones del tratado en su aplicación a ese Estado" (Según La Convención
de Viena sobre el Derecho de los Tratados –1969-).

Las Costumbres Internacionales. Son las formas en que se manifiesta una comunidad,
ya que están formadas por un conjunto de reglas que se revelan no sólo por la repetición
de los actos acompañados de un sentimiento de obligatoriedad ante un mismo hecho,
sino porque dados actos se realizan con el convencimiento de que se están cumpliendo
ciertas obligaciones o se está ejerciendo un derecho. Elementos. Los dos elementos
fundamentales de las costumbres son:

• Elemento objetivo: que se refiere al uso constante y uniforme, es decir, el uso


constante de un acto que, por ser una repetición, se fija y se convierte en un protocolo.

• Elemento subjetivo: consiste en la conciencia que tienen los estados de actuar como
jurídicamente obligados, es decir, que dicha práctica es obligatoria y se debe adecuar su
conducta a la misma ya que está consciente de que está violando la misma. Tipos de
Costumbre. Costumbre Universal: es la costumbre en la cual ha participado la gran
mayoría de los Estados para su creación; dicha costumbre obliga a todos los Estados aun
cuando éstos no hayan participado en ella ni ayudado a su creación, a menos que desde
el principio se hayan negado de manera permanente y persistente. Costumbre Regional:
Es aquella en la que sólo ha participado un grupo de Estados, como por ejemplo el
derecho a asilo, que sólo se da en los Estados Americanos, su obligatoriedad no es para
todos los Estados, sólo para aquellos que fueron partícipes y que usualmente se
encuentran unidos por lazos históricos, geográficos, económicos, Costumbre Bilateral:
en dicha costumbre sólo existe la participación de dos Estados, su obligatoriedad
tampoco es hacia los otros Estados, sólo a los dos participantes. Cabe resaltar que a los
nuevos Estados que se constituyen, se les otorga un tiempo prudencial para analizar las
costumbres preexistentes, si les afecta o no y de tal manera manifestarse en contra o a
favor. Como por ejemplo el caso de Yugoslavia que entre 1990 y 1995 se desmembrar y
forma 3 nuevos Estados: Croacia, Bosnia y Yugoslavia. Un país puede firmar un tratado
con reservas, lo que significa que "cualquiera sea el enunciado o denominación, hecha
por un Estado al firmar, ratificar, aceptar o aprobar un tratado o al adherirse a él, con el
objeto de excluir o modificar los efectos jurídicos de ciertas disposiciones del tratado en
su aplicación a ese Estado" (Según La Convención de Viena sobre el Derecho de los
Tratados –1969-). Los Principios Generales del Derecho. Son aquellos conceptos
fundamentales que aparecen como el conjunto de ideas y creencias que forman el
pensamiento jurídico de un pueblo, y que están formados por aquellos principios
elementales de justicia y equidad que tienen aplicación universal. Entre dichos
conceptos están la libertad, igualdad, certeza, seguridad jurídica, equidad y la relación
como recurso para interpretar los textos y encontrar su verdadero sentido. Estos a su vez
constituyen otra fuente indirecta porque en realidad no crean Derecho Internacional,
sino que consagran principios de Derecho ya establecidos y cuya consagración es
producto de la aceptación que le ha dado la conciencia jurídica de la comunidad
internacional en que vivimos. Sin embargo, hay que resaltar que los Principios
Generales del Derecho son fuentes del Derecho Internacional únicamente cuando el
juez, en presencia de una laguna legislativa tiene que aplicar los principios generales y
reconocidos. Los principios del Derecho están constituidos por normas en las que se
fundamenta su estructura, las cuales han sido partícipes en la historia del derecho
internacional público. Estas normas o principios son llamados Ius Cogens, lo que
Fermín Toro las define como: "Normas Jurídicas Internacionales admitidas
universalmente e imperativas que se dirigen por el alto grado de generalización de los
preceptos expresados en ellos y son fundamentales y rectores para todas las demás
normas jurídicas internacionales". Entre los principios que forman el Ius Cogens, se
encuentran los siguientes: Prohibición de recurrir a la amenaza o al uso de la guerra.
Obligación de arreglar las controversias por medios pacíficos. No-intervención en los
asuntos de la jurisdicción interna de los Estados. Igualdad de derecho y libre
determinación de los pueblos. Igualdad soberana de los Estados.

Obligación de cumplir de buena fe las obligaciones contraídas. Jurisprudencia


Internacional o Decisiones Judiciales Esta fuente está constituida por el conjunto de
principios y normas establecidas en sentencias internacionales más o menos uniformes,
viniendo a formar parte del acervo jurídico internacional. El párrafo del Artículo 38 del
Estatuto de la Corte Internacional Judicial establece:" El tribunal, cuya función es
decidir conforme al Derecho Internacional Público las controversias que le sean
sometidas deberán aplicar las Decisiones Judiciales y Las Doctrinas de los publicistas
de mayor competencia de las distintas naciones como medio auxiliar para la
determinación de las reglas de derecho sin prejuicio de lo dispuesto en el artículo
59"Por lo tanto una sentencia nunca podrá apoyarse sólo en una decisión judicial o en la
doctrina, ya que dichas fuentes sólo podrán utilizarse como medios auxiliares que
apoyen los tratados, la costumbre o los principios generales del Derecho. La doctrina
como fuente del Derecho Internacional se conoce como la opinión de los jurisconsultos
y de las asociaciones especializadas. Puede ser de carácter filosófico, sociológico o
histórico. El Instituto del Derecho Internacional en su proyecto de bases fundamentales
de dicho Derecho establece en su artículo 18: "Los precedentes diplomáticos, las
sentencias arbitrales, las decisiones de los tribunales nacionales en materia
internacional, así como la opinión de los publicistas de autoridad, no tienen valor sino
en cuanto ilustren, ya al Derecho existente, ya a los otros elementos arriba indicados a
que deben recurrirse en ausencia de reglas jurídicas”. La doctrina se considera como
fuente indirecta, por cuanto se debe recurrir a ella como complemento para los estudios
de los diversos casos que se plantean. Su importancia radica en que las opiniones dadas
por los jurisconsultos son de carácter desinteresado y la cultura jurídica de los jueces
internacionales es la mejor guía para su aplicación. Sin embargo, no es de carácter
obligatorio, pues es el resultado de especulaciones de particulares, por muy grande que
sea el prestigio de los mismos. Sin importar el valor que se le quiera dar a la doctrina, es
cierto que ha ejercido una gran influencia en las normas del ordenamiento jurídico.
Manuel Simón Egaña establece tres fines esenciales de la doctrina: Científico, que
persigue el estudio de las normas del ordenamiento jurídico vigente y las sistematiza a
la vez, así como también a los principios generales del derecho. Un fin práctico, ofrece
soluciones concretas donde la voluntad del legislador esté plasmada en las normas
generales y se convierte en el principal auxiliar del abogado y del juez en el estudio de
los casos que se presenten. Un fin crítico, trata de mejorar cada vez más al derecho
procurando un contenido más justo de las normas. • La equidad como criterio
dulcificado de las disposiciones del derecho, permite al juez, modificar alguna ley o
norma que le parezca injusta en un momento determinado, es decir, corrige las
deficiencias de las leyes por lo considera como una indudable fuente del derecho. La
equidad como criterio de interpretación del derecho, en vez de permitir la modificación
de la norma jurídica, la aplica a los casos específicos, de acuerdo con los principios
contenidos en la misma y no en contra de su disposición. En este sentido es importante
porque quiere decir la aplicación al caso concreto del criterio general establecido por la
norma jurídica, tomando en cuenta al acto y a las exigencias de la norma.

FUENTES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO Y TRATADOS


Convención sobre Derechos y Deberes de los Estados (Montevideo, 1933) Convención
de Viena sobre el derecho de los tratados, de 23 de mayo de 1969 • Convención de
Viena sobre el derecho de los tratados entre Estados y Organizaciones internacionales o
entre Organizaciones internacionales de 21 de marzo de 1986 • Efectos de los conflictos
armados en los tratados (2011) • RESERVAS A LOS TRATADOS • Normas Sobre
Reservas a los Tratados Multilaterales Interamericanos y Reglas para la Secretaria
General como Depositaria de Tratados – AG/RES. 888 (XVII-O/87) • Guía de la
Práctica sobre las Reservas a los Tratados (2011) • PRINCIPIOS GENERALES •
Declaración sobre los principios de derecho internacional referentes a las relaciones de
amistad y a la cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las
Naciones Unidas (Resolución 2625 (XXV) de la Asamblea General de las Naciones
Unidas) • Declaración sobre la inadmisibilidad de la intervención en los asuntos
internos de los Estados y protección de su independencia y soberanía (Resolución 2131
(XX) de la Asamblea General de las Naciones Unidas) • Carta de Derechos y Deberes
Económicos de los Estados (Resolución 3281 (XXIX) de la Asamblea General de las
Naciones Unidas).

ACTOS UNILATERALES COMO FUENTE DEL DERECHO


INTERNACIONAL Un tema muy debatido en la doctrina de los actos unilaterales es
la posibilidad que éstos puedan ser considerados como una fuente más del Derecho
Internacional, al lado de la costumbre, los tratados y los principios generales del
derecho. Hoy, nadie duda de la importancia de los actos unilaterales como precedentes
para la creación de derecho. Autores como Venturina, Soy, Soy, Diez de Velazco y
Moncayo, entre otros, reconocen la importancia de estos actos como generadores de
fuentes normativas. Así, la existencia de una serie de actos unilaterales con contenido
idéntico y de diversos Estados, puede dar lugar a la formación de una costumbre
internacional y una promesa aceptada puede dar origen a un tratado. En consecuencia,
lo que inicialmente era un acto unilateral puro y simple, da paso a la formación de una
norma general. Sin embargo ¿puede afirmarse que el acto unilateral, es por sí mismo,
una fuente de Derecho Internacional.? La mayoría de autores, se inclina por desestimar
esta posibilidad pues consideran que una fuente sólo puede dar origen a normas
generales y, por lo tanto, no puede comprender al acto Soy niega así a los actos
unilaterales valor de fuente de derecho, observando que tales actos son derecho
transitorio y que surgen en ausencia de tratado o costumbre. Derbez, por su parte,
entiende a los actos unilaterales como simples instrumentos de ejecución que carecen de
capacidad para crear reglas generales43 • Otros autores, como Santiago Benadava,
prefieren evitar el tema. El profesor chileno señala: «Por nuestra parte, preferimos
atenernos al criterio tradicional y no complicar aún más la ya difícil teoría de las
fuentes, Sin embargo, nosotros discrepamos con estas opiniones. Para explicar nuestra
posición habría que empezar por analizar el concepto mismo de fuente. Así, «fuente»
significa principio u origen de algo. Inquirir la fuente de una regla jurídica, es buscar,
entonces, el punto por el cual ha salido de las profundidades de la vida social para
aparecer en la superficie del derecho. En el orden jurídico, las fuentes del derecho están
constituidas por todo lo que es punto de partida y causa de sus manifestaciones44•
Ahora bien, las fuentes del derecho, desde Julien Bonicas en adelante, pueden ser
clasificadas en dos grandes grupos45: a) Materiales: Son aquellos factores o elementos
que determinan el contenido de la norma jurídica. Son las necesidades o problemas de
diversa índole (cultural, económica, etc.) que las normas jurídicas deben regular. Estas
fuentes son subyacentes a las fuentes formales y son extrajurídicas, ya que surgen de la
filosofía mas no del derecho positivo. b) Formales: Son los procedimientos a través de
los cuales nace o se manifiesta el Derecho por lo cual poseen naturaleza jurídica. En
otras palabras, son los procedimientos mediante los cuales se producen válidamente
normas jurídicas obligatorias. Con respecto a estas últimas, existe discusión. Para
algunos autores, la norma para ser tal supone necesariamente un mandato general. José
sostiene así que la calificación de «regla de derecho» debe estar reservada al principio
que procede de una fuente de orden general y no de una voluntad particular. La voluntad
o consentimiento del Estado es el punto inicial y necesario del proceso de creación de
normas, pero aunque el consentimiento individual del Estado es relevante, no es
definitivo ya que para la creación de una norma jurídica internacional es necesario que
el consentimiento de cada Estado se cristalice en el consentimiento del grupo social de
Estados, concluye46• En síntesis, Rodríguez Carrión y José entienden que el acto
unilateral, al no surtir efectos jurídicos generales, sino particulares, no puede ser
considerado como fuente del derecho. Sin embargo, creemos que ésta es una concepción
restringida y parcial del término fuente del derecho. Siguiendo a autores de la escuela
vienesa, como Kelsen o Adolfo Merkl, podemos entender a los actos jurídicos
unilaterales como verdaderas fuentes del Derecho Internacional y, además, que el
término «regla de derecho» o «norma jurídica», se da cuando se impone una obligación
jurídica a un sujeto de derecho individual o a varios sujetos, colectivamente. Por tanto,
siguiendo este razonamiento, al imponer los actos unilaterales de los Estados una
obligación jurídica a un sujeto de derecho, esto es, al propio Estado declarante, son
definitivamente una regla de derecho o norma jurídica
CONCLUSIONES

Como se ha podido observar, el tema es, sin duda, complejo; son muchas las
interrogantes, y muchas las lagunas que existen. Se trata de un ámbito desconocido en el
que la práctica no es del todo conocida, aunque es constante. El trabajo que se ha
realizado en la comisión, si bien limitado a los actos jurídicos unilaterales de los
Estados, representa un interesante avance en el estudio de la materia. La delimitación
del estudio a aquellos actos que escapan de una relación convencional, constituye un
complemento de las normas establecidas en las convenciones de Viena, incrementando
la seguridad jurídica de las relaciones internacionales. Asimismo, la exclusión de los
actos unilaterales emanados de una organización internacional, no sólo facilita el
análisis de los actos considerados, sino permitirá que posteriormente, y tal vez sobre la
base del proyecto de artículos de los actos de los Estados, se desarrolle otro relativo a
aquellos. La división del proyecto en dos fases, una respectiva a la formulación, y otra,
referente a las consecuencias de tales actos, resulta un factor que facilita el estudio de
tales actos y el desarrollo de un proyecto de artículos que vaya moldeándose conforme
al análisis, y la discusión, tanto en el seno de la comisión, como a partir de las opiniones
expresadas por los Estados, y por la doctrina concerniente. La división, ha permitido
también mantener la independencia de ambas partes, limitando las dificultades del
estudio y codificación relativas a cada sección y no mezclándolas, lo que dificultaría
aún más la tarea. Finalmente, cabe señalar que el proyecto de definición del acto
unilateral aprobado por la comisión, y referido al comité de redacción, representa un
importante avance para el estudio del tema. A modo de conclusión, podemos destacar
entonces que el tema de los actos unilaterales de los Estados es complejo y dinámico. Su
tratamiento hasta la fecha ha sido por demás insuficiente, lo que obliga a bolear
esfuerzos para su mayor y mejor desarrollo. Quizá la propuesta fundamental que podría
extraerse al final de este trabajo es que sólo aquellos actos unilaterales que surtan
efectos jurídicos puedan ser considerados como tales y, en consecuencia, como fuentes
de Derecho. Lo particular de esta propuesta es que se aparta de los conceptos
tradicionales, entendiendo que existen normas internacionales de carácter individual que
obligan a un solo sujeto, que compromete a un solo Estado.

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