Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
PRESENTADO POR:
DOCENTE
PUCALLPA – PERÚ
2022
INTRODUCCION
Hoy en día sigue vigente la afirmación según la cual se señala al Estado como el
principal sujeto de Derecho Internacional. Aun cuando el Estado ha perdido la
exclusividad que, como sujeto único en la esfera jurídico internacional, tuviera hasta
comienzos del presente siglo, nadie duda de su claro protagonismo. Los Estados, como
sujetos plenos de Derecho Internacional, poseen capacidad jurídica para producir actos
jurídicos internacionales. Dichos actos pueden ser, básicamente, de dos tipos:
unilaterales y multilaterales. Los primeros -pese al precario desarrollo que han merecido
por parte de la doctrina han cobrado una importancia cada vez mayor en el Derecho
Internacional, no sólo porque colaboran en su desarrollo, sino porque se plantea la
posibilidad de que ellos constituyan una verdadera fuente del Derecho de Gentes. En
efecto, la teoría de los actos unilaterales no ha merecido mayor atención por parte de la
doctrina, notándose una serie de vacíos y carencias en su tratamiento. Sin embargo,
paralelamente a ello, su importancia ha ido creciendo cada vez más dentro de la teoría
de las fuentes del Derecho Internacional. Esto, según Manuel Diez de Velazco, es
producto de tres factores fundamentales 1: La adopción, por parte del Derecho
Internacional, de conceptos e instituciones del Derecho Privado, lo cual ha conducido a
que la doctrina del negocio jurídico se haya trasplantado al orden internacional, La
superación del positivismo voluntarista, tanto en lo referente a la fundamentación como
a la existencia del Derecho Internacional
La similitud entre los actos convencionales y los unilaterales, tanto en lo que respecta a
la base objetiva que crea y regula la obligación contraída como a los principios
generales de derecho que rigen la validez, se ha puesto de relieve a lo largo de este
documento, y se han establecido analogías con muchas partes de la Convención de
Viena sobre el Derecho de los Tratados. Si bien es evidente que los principios de la
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados no son aplicables mutatis
mutandis al régimen unilateral, debido a las características distintivas de los actos
unilaterales, muchos de los relacionados con la evaluación de la validez de la creación
de un acto jurídico se basan en principios generales del derecho, que pueden trasladarse
fácilmente a la esfera unilateral. Así pues, es posible comenzar por evaluar la conducta
en cuestión con arreglo a los principios generales del Derecho, para determinar si es o
no realmente creadora de un acto jurídico.
Las condiciones de validez son en gran medida las mismas que las de un acto
convencional, aunque un tanto limitadas para acomodar la naturaleza autónoma del
acto, y para mantener una interpretación de la conducta del Estado coherente con la
norma contra la restricción de la libertad de los Estados soberanos [183]. Es importante,
sin embargo, mantener un enfoque objetivo, interpretando la intención declarada del
Estado de buena fe, a fin de lograr la seguridad y la estabilidad de las relaciones
internacionales (más detalles sobre relaciones internacionales y las tensiones geopolítica
en nuestra plataforma, que es el propósito del régimen. Con este fin, las circunstancias
políticas y de otro tipo que rodean al acto pueden ayudar a la interpretación de buena fe.
La intención de crear relaciones jurídicas es el elemento clave de un acto unilateral
vinculante, pero a menudo es difícil distinguir entre la intención jurídica y la política.
En tal situación, la intención necesaria puede inferirse como una ficción jurídica si
parece que el acto dio lugar objetivamente a la creencia en un compromiso jurídico.
La persistencia y la ejecución de un acto unilateral.
Como ningún Estado puede crear una obligación para otro Estado sin su
consentimiento, los efectos jurídicos de un acto unilateral solo pueden ser tales que un
Estado afirme un derecho preexistente, asuma una obligación o, excepcionalmente,
adquiera un nuevo derecho, lo cual solo puede ocurrir si no se traduce en una obligación
para otros Estados, en casos como la adquisición de la soberanía sobre un territorio
recién descubierto, por ejemplo. Un acto de protesta constituye la afirmación de un
derecho preexistente y tiene por objeto impedir que otro Estado lo adquiera o reduzca,
mientras que la renuncia a un derecho da lugar a la adquisición de la obligación de dejar
de impugnar el derecho contra la parte a la que se ha renunciado. Del mismo modo, el
reconocimiento produce una obligación por parte del Estado reconocedor de
comportarse de acuerdo con la situación, reivindicación o competencia reconocida, y la
promesa es un ejemplo obvio de adquisición de obligaciones. Si bien la clasificación de
la conducta del Estado en categorías formalistas no es un enfoque útil, una evaluación
práctica de los efectos legales de la ley puede permitir que se desarrollen normas que
rijan el negocio. Sobre esta base, es posible imaginar el desarrollo de normas aplicables
similares a las de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados que rigen la
modificación, la terminación, la suspensión y la revocación.
Las obligaciones unilaterales son más fáciles de asumir que los acuerdos
convencionales, que requieren conciliación y concesión, y por lo tanto deberían ser más
difíciles de alterar o retractar que sus primos convencionales, en busca de la
cooperación de buena fe que permite que el sistema internacional opere, aunque
también se podría argumentar lo contrario.
Un acto unilateral como éste no debe ser objeto de una revisión arbitraria y, si bien
puede considerarse que limita la libertad de acción de los Estados, es consecuencia de la
naturaleza unilateral del acto realizado.
Entre las Líneas
En cualquier caso, los Estados Unidos han evitado esta restricción de la libertad en este
caso, mediante la inserción de condiciones en la declaración, que prevén la terminación
de la obligación en determinadas condiciones.
Otros Elementos
Los casos de los ensayos nucleares siguen siendo el ejemplo más célebre y
controvertido de un acto unilateral. La capacidad del sujeto, la legalidad del objeto y el
éxito de la comunicación de los actos unilaterales en los ensayos nucleares son en gran
medida indiscutibles, pero no lo es la cuestión de la intención, que es una condición
clave para la creación de un acto jurídico válido, pero está sujeta a métodos de
interpretación. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Éstos se
han delimitado de la forma más clara posible, pero en lo que se refiere a su aplicación se
asemejan a un poder discrecional. Tanto la «sustancia real de las declaraciones» como
las «circunstancias que han conducido a su elaboración» deben ser utilizadas para
evaluar las implicaciones legales del acto.
Por lo que se refiere a las circunstancias que concurrieron a su realización, los que
critican la decisión del Tribunal han argumentado que la actitud del Gobierno francés,
que siempre había mantenido que los ensayos nucleares eran un asunto sobre el que
tenía libertad de acción, y su negativa a confirmar a Australia que se había
comprometido a cesar los ensayos, no indicaban en modo alguno su intención de quedar
vinculado. Los partidarios del punto de vista de la Corte sostienen que los objetivos y
expectativas globales de que cesen estas pruebas, y la propensión de estas declaraciones
a acercar a Francia a las expectativas globales de comportamiento, así como la disputa
legal en curso, ayudaron a la Corte en su inferencia de que las circunstancias que rodean
a las declaraciones indicaban la intención de obligarse, lo cual está respaldado por las
declaraciones hechas durante un período de cinco meses, antes, durante y después de la
ronda final de pruebas.
Dada la autoridad de las personas que hacen las declaraciones, la prominencia del tema
en ese momento y el número de veces que ocurrieron, la decisión de la Corte es
razonable a la luz de los criterios objetivos aplicables en la determinación de los actos
unilaterales. Cuando sea necesario, la intención puede surgir a través de una «ficción
jurídica» constructiva para crear una obligación jurídica vinculante de conformidad con
la intención declarada, y por lo tanto, si de hecho (como es probable) Francia no tuviera
realmente la intención de quedar vinculada, la intención necesaria podría deducirse de la
declaración. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto).
Puntualización
Sin embargo, también debe admitirse, incluso por el proponente más enérgico de los
actos unilaterales, que el caso implica «evitar judicialmente la confrontación con la
autoridad política», ya que las cuestiones de soberanía, ideales globales y política que se
le pidió a la Corte que decidiera, fueron claramente dejadas de lado por esta decisión.
La forma que debe adoptar un régimen unilateral es una cuestión importante y requerirá
un debate significativo entre la comunidad internacional para encontrar una respuesta
universalmente aceptable. Mientras que algunos Estados han manifestado su apoyo a la
idea del proyecto de artículos de la CDI, que posiblemente conduzca a un tratado sobre
la materia, otros sostienen que el tema es más adecuado solo para un estudio expositivo,
y otros consideran que no es factible tratar de someter la conducta conocida como
«actos unilaterales» a un único conjunto de normas. Se ha demostrado, sin embargo, que
las diferencias entre las condiciones y principios que rigen las expresiones unilaterales y
convencionales de la voluntad son mucho menores de lo que parecen a primera vista, y
que sería totalmente posible elaborar un sistema similar al establecido en la Convención
de Viena sobre el Derecho de los Tratados para aplicar a la acción unilateral.
CONCEPTO
• Guillermo Moncayo, en una definición más escueta, señala: «Se consideran actos
unilaterales de los Estados a aquellas manifestaciones de voluntad emanadas del Estado
y que tienden a producir ciertos efectos jurídicos»3 • De ambas definiciones, es posible
extraer ciertos elementos comunes y determinantes en la configuración de un acto
unilateral. Dichos elementos serán analizados en el siguiente punto. La doctrina clásica
se ocupó del tema de los actos unilaterales de los Estados a partir de la figura de la
promesa, negando su carácter obligatorio en cuanto acto unilateral. Esta posición
doctrinal resulta muy curiosa, sobre todo teniendo en cuenta que el elemento material de
la costumbre internacional se forma a partir de la repetición de actos de carácter
unilateral. En efecto, la costumbre ha tenido un rol considerable en la formación del
derecho internacional, ya que este nace en el momento de la aparición de las primeras
reglas consuetudinarias en el ámbito de las relaciones diplomáticas, de la guerra y de la
navegación. Desde un punto de vista empírico, es posible apreciar que en el ámbito
internacional existen distintos tipos de actos unilaterales realizados por los Estados, y
que estos pueden adoptar diversas formas. A partir de ello, es necesario entregar un
concepto de acto unilateral y analizar sus elementos más relevantes.
Para los efectos de esta investigación, la primera acepción del concepto de autonomía
no será tomada en cuenta, debido a que ella confunde la reciprocidad existente en el
ámbito convencional con la reacción que pudiese producir el acto en los hechos, y que
no tiene que ver con el valor jurídico del mismo; en otras palabras, confunde la
autonomía jurídica con la autonomía fáctica del acto. Un ejemplo de lo expresado es la
incomprensión que parte de la doctrina tiene acerca de la declaración Ihlen, en el
sentido que esta se trataría de un acuerdo de carácter verbal, ya que se produjo con
posterioridad a la declaración del ministro danés respecto de Spitzberg. Sin embargo,
eso solo fue una cuestión de hecho que no afecta la autonomía de dicho acto en la
producción de efectos jurídicos, ya que cumple con los requisitos de validez de un acto
unilateral. Además, esta concepción de autonomía no es conciliable con el método de
interpretación de los actos unilaterales, contemplado en el principio tercero del texto de
los principios rectores, en que se contempla que para determinar los efectos jurídicos de
una declaración unilateral, se debe tomar en cuenta la reacción que suscitó.
La segunda acepción de autonomía será aplicada de manera restringida, en el sentido de
excluir dentro de la noción de acto unilateral solo a aquellos actos sujetos a regímenes
convencionales especiales, como es el caso de las reservas de los tratados, la forma de
manifestar el consentimiento en obligarse por un tratado o las declaraciones de la
aceptación de la jurisdicción obligatoria de un tribunal internacional. Para llegar a esta
conclusión se sigue a Pellet, para quien no existe ninguna razón válida para eliminar,
por ejemplo, los actos adoptados en aplicación de una regla consuetudinaria, como sería
el caso de los actos unilaterales en virtud de los cuales los Estados definen la anchura de
sus distintos espacios marítimos. Pertinente a este punto, el jurista francés se pregunta
“si no puede considerarse que todos los actos unilaterales se fundan en una norma
consuetudinaria, empezando por la que permite a los Estados a obligarse”. Tomando en
cuenta lo señalado, la noción de autonomía que se describe no excluye como acto
unilateral a aquellos actos que forman o aplican el derecho consuetudinario.
En relación con el tema es necesario realizar dos comentarios. El primero se vincula con
la naturaleza del silencio cualificado o aquiescencia. Para los efectos de este trabajo el
silencio no constituye una manifestación de voluntad, a diferencia de lo que postula la
escuela voluntarista, debido a lo expuesto arriba, en el sentido que solo es una ficción
que produce efectos jurídicos en circunstancias excepcionales, para proteger las
expectativas legítimas de un tercero. Ello pone de manifiesto que en el derecho
internacional la voluntad no es la única vía para producir efectos jurídicos o crear
derecho.
El segundo elemento del concepto dice relación con la distinción entre actos unilaterales
de carácter jurídico y aquellos que tienen un carácter político. En efecto, este trabajo
abordará el estudio de los actos unilaterales que tienen por objeto producir efectos
jurídicos. Sin embargo, el problema de esta distinción radica en el hecho que no existen
criterios generales para determinar de manera precisa cuando se está en presencia de
unos y otros, sobre todo si se tiene en cuenta que los actos unilaterales de los Estados en
el ámbito internacional siempre tienen un valor político.
ELEMENTOS
Entre los elementos constitutivos del acto unilateral podemos señalar los siguientes: 2.1
Una manifestación de voluntad, es decir, se requiere ante todo de la presencia de una
declaración de voluntad, esto es, de un asentimiento.
2.2 Que esta manifestación de voluntad sea hecha por un solo Estado. En otras
palabras, la manifestación debe ser unilateral.
2.3 Que tal manifestación unilateral de voluntad tienda a producir efectos jurídicos.
Tales efectos se traducirán necesariamente en una obligación a cargo del Estado
declarante y en un derecho a favor del Estado destinatario de la declaración. Esto, en
virtud del Principio de Igualdad Soberana de los Estados, que impide que un Estado
pueda imponer obligaciones a otro por su mera voluntad. Un Estado, sólo puede
entonces crear unilateralmente derechos en favor de un tercer Estado. Si, por el
contrario, el acto no llega a generar efectos jurídicos, entonces consideramos que no
puede ser entendido como un acto unilateral en el sentido en que lo hemos utilizado
hasta ahora. En este sentido y pese a la opinión contraria de la CIJ en el asunto de los
Ensayos Nucleares, donde expresó que «por cierto, no todos los actos unilaterales
importan obligaciones» consideramos que un acto unilateral que no genera efectos
jurídicos no debe ser considerado como tal. En efecto, si como hemos señalado, el acto
unilateral de un Estado no puede imponer obligaciones o deberes a un tercer Estado en
provecho suyo y, por otra parte, aceptamos la afirmación de la Corte en el sentido que
existen actos que tampoco crean derechos en favor de estos terceros Estados, pues
entonces ¿de qué actos estamos hablando? Estaríamos hablando de actos carentes de
todo efecto jurídico y, consecuentemente, de actos ajenos al mundo del Derecho. En
consecuencia, si hablamos de actos jurídicos unilaterales, necesariamente hablamos de
actos con efectos jurídicos, es decir, de actos que generan obligaciones para el Estado
declarante y derechos para el destinatario.
2.4 Que su validez o eficacia no dependa de otros actos jurídicos. Esto es lo que Alfred
Verdeos denomina «actos jurídicos unilaterales puros», en tanto no requieren de la
presencia de otros actos jurídicos para generar efectos por sí solos.
2.5 Que el acto sea conforme con el Derecho Internacional. Un acto unilateral contrario
al Derecho de Gentes no puede ser reputado como legítimo, más aún, debe ser
repudiado por la Comunidad Internacional. Un ejemplo de esto lo constituye la anexión
por Israel en 1981 del territorio árabe del Golán, por medio de una ley interna
claramente violatoria del Derecho Internacional. Tal acto no sólo fue calificado como
lícito por la Asamblea General de las Naciones Unidas, sino que fue repudiado por
Resolución de 5 de febrero del mismo año, ordenando el aislamiento político, militar y
económico del Estado israelí. En este punto resulta interesante citar la opinión
discrepante del profesor argentino Arturo Pagliai, quien señala que cuando un acto
unilateral contraviene una norma de Derecho Internacional «nos encontraríamos frente a
un acto, que es lícito en sí mismo, pero que se encuentra en pugna con otros
compromisos o acuerdos vigentes, asumidos previamente por el Estado antes de la
declaración. Como el acto obliga también al Estado, debiendo éste atenerse a sus
términos, será responsable internacionalmente -señala- tanto si no lo cumple como si lo
hace contraviniendo normas dispositivas y deberá responder por Jos perjuicios
derivados de su falta de cumplimiento»6• Definitivamente, Pagliai incurre en un error,
pues no es posible sostener en Derecho la licitud de un acto contrario al Derecho
vigente. Si el acto unilateral, al momento de ser dado por el Estado, contraviene una
norma de Derecho Internacional a la cual éste se encuentra obligado, el acto será ilícito
y, por ende, inválido. Más aún, si contradice una norma de ius cogens, el acto será nulo
ipso jure, careciendo también de todo efecto jurídico. Finalmente, es pertinente señalar
que todos estos elementos deberán concurrir de manera conjunta para que el acto
unilateral se cristalice ya que la ausencia de alguno de ellos impediría su conformación.
CLASIFICACIÓN
No existe un criterio uniforme en la doctrina respecto a la clasificación de los actos
unilaterales. Clásicamente, empero, los actos unilaterales de los Estados, o negocios
jurídicos unilaterales, como los denomina Verdeos y la escuela italiana, han sido
clasificados de la siguiente forma: Notificación: La notificación puede ser definida
como la manifestación unilateral de voluntad de un Estado, por la cual comunica
oficialmente a otro determinado documento, hecho o situación, fijando sus puntos de
vista sobre cuestiones de importancia internacional, tales como política exterior,
relaciones internacionales, políticas con los países vecinos, etc. Cualquier materia puede
ser objeto de notificación. La finalidad de este acto es dar a otro Estado una certeza
legal de información. Esta declaración unilateral puede ser de dos tipos:
Así, la notificación de bloqueo marítimo es una condición para la validez y licitud del
bloqueo. Ella, empero, no produce los efectos jurídicos; el conjunto de derechos y
obligaciones internacionales se derivarán del acto mismo (el bloqueo), no de su
notificación
Por tanto, es posible concluir que la notificación no es un acto jurídico unilateral, en
tanto no genera ningún derecho u obligación jurídica. La notificación es un simple
instrumento, a través del cual se pone en conocimiento un acto, es decir, carece de
sentido por sí misma; no tiene contenido jurídico alguno.
ACTOS UNILATERALES
Las decisiones judiciales y la doctrina de los publicistas Mas calificados de las distintas
naciones, como medio auxiliar para la determinación de las reglas de derecho, sin
prejuicio de lo dispuesto en el articulo 59".
• Charles Rousseau, en relación al contenido del artículo antes mencionado afirma que
éste solamente enumera las normas jurídicas que la Corte debe aplicar, mas no establece
un valor jerárquico; el haber colocado a los convenios internacionales en primer lugar y
a la costumbre en segundo lugar obedece a la tendencia actual hacia el derecho escrito,
aunque la costumbre sea la fuente original del Derecho Internacional. De tal manera que
el articulo no hace más que dar una de las fuentes que pueden ser utilizadas por el juez,
pero sin obligarlo a que haga una determinada elección de las mismas para decidir un
caso concreto. Daniel Guerra Iñiguez, sin embargo, se opone a esta posición y propone:
"estas fuentes a las que tiene que recurrir el juez están jerarquizadas, pues en el empeño
de su misión el magistrado internacional debe agotar cada una de ellas en su orden hasta
llegar a los principios generales del derecho, las decisiones judiciales y a las doctrinas
de los publicistas".
• Max Soren sen establece una relación entre la jerarquía del Derecho Internacional y la
del Derecho Interno de los estados. Considera como la primera fuente a la costumbre,
seguida por los tratados y finalmente los fallos judiciales y los actos de las instituciones
internacionales. Esta jerarquía del Derecho Internacional la relaciona con el Derecho
Interno diciendo que se puede trazar un paralelo similar entre los tratados y los estados
que los celebran y entre los pactos de las instituciones internacionales y los órganos
creados por los tratados para ejecutar dichos actos. Reuniendo estas opiniones hemos
concluido que las fuentes sí gozan de una jerarquía cuyo lo orden establece el artículo
38 de la ECIJ. Si bien están enumeradas literalmente como normas a seguir por la Corte,
todo acto de la misma índole debe tener un procedimiento de aspecto general y por
deducción, dado que este enumera a las que conocemos como fuentes, ésta debe ser la
jerarquía general. Como en toda regla, siempre existirán las excepciones, en las cuales
no se formará esta jerarquía como modelo a seguir, sino que, analizando el caso, el
magistrado decidirá cuál es el orden de importancia de las fuentes.
Las Costumbres Internacionales. Son las formas en que se manifiesta una comunidad,
ya que están formadas por un conjunto de reglas que se revelan no sólo por la repetición
de los actos acompañados de un sentimiento de obligatoriedad ante un mismo hecho,
sino porque dados actos se realizan con el convencimiento de que se están cumpliendo
ciertas obligaciones o se está ejerciendo un derecho. Elementos. Los dos elementos
fundamentales de las costumbres son:
• Elemento subjetivo: consiste en la conciencia que tienen los estados de actuar como
jurídicamente obligados, es decir, que dicha práctica es obligatoria y se debe adecuar su
conducta a la misma ya que está consciente de que está violando la misma. Tipos de
Costumbre. Costumbre Universal: es la costumbre en la cual ha participado la gran
mayoría de los Estados para su creación; dicha costumbre obliga a todos los Estados aun
cuando éstos no hayan participado en ella ni ayudado a su creación, a menos que desde
el principio se hayan negado de manera permanente y persistente. Costumbre Regional:
Es aquella en la que sólo ha participado un grupo de Estados, como por ejemplo el
derecho a asilo, que sólo se da en los Estados Americanos, su obligatoriedad no es para
todos los Estados, sólo para aquellos que fueron partícipes y que usualmente se
encuentran unidos por lazos históricos, geográficos, económicos, Costumbre Bilateral:
en dicha costumbre sólo existe la participación de dos Estados, su obligatoriedad
tampoco es hacia los otros Estados, sólo a los dos participantes. Cabe resaltar que a los
nuevos Estados que se constituyen, se les otorga un tiempo prudencial para analizar las
costumbres preexistentes, si les afecta o no y de tal manera manifestarse en contra o a
favor. Como por ejemplo el caso de Yugoslavia que entre 1990 y 1995 se desmembrar y
forma 3 nuevos Estados: Croacia, Bosnia y Yugoslavia. Un país puede firmar un tratado
con reservas, lo que significa que "cualquiera sea el enunciado o denominación, hecha
por un Estado al firmar, ratificar, aceptar o aprobar un tratado o al adherirse a él, con el
objeto de excluir o modificar los efectos jurídicos de ciertas disposiciones del tratado en
su aplicación a ese Estado" (Según La Convención de Viena sobre el Derecho de los
Tratados –1969-). Los Principios Generales del Derecho. Son aquellos conceptos
fundamentales que aparecen como el conjunto de ideas y creencias que forman el
pensamiento jurídico de un pueblo, y que están formados por aquellos principios
elementales de justicia y equidad que tienen aplicación universal. Entre dichos
conceptos están la libertad, igualdad, certeza, seguridad jurídica, equidad y la relación
como recurso para interpretar los textos y encontrar su verdadero sentido. Estos a su vez
constituyen otra fuente indirecta porque en realidad no crean Derecho Internacional,
sino que consagran principios de Derecho ya establecidos y cuya consagración es
producto de la aceptación que le ha dado la conciencia jurídica de la comunidad
internacional en que vivimos. Sin embargo, hay que resaltar que los Principios
Generales del Derecho son fuentes del Derecho Internacional únicamente cuando el
juez, en presencia de una laguna legislativa tiene que aplicar los principios generales y
reconocidos. Los principios del Derecho están constituidos por normas en las que se
fundamenta su estructura, las cuales han sido partícipes en la historia del derecho
internacional público. Estas normas o principios son llamados Ius Cogens, lo que
Fermín Toro las define como: "Normas Jurídicas Internacionales admitidas
universalmente e imperativas que se dirigen por el alto grado de generalización de los
preceptos expresados en ellos y son fundamentales y rectores para todas las demás
normas jurídicas internacionales". Entre los principios que forman el Ius Cogens, se
encuentran los siguientes: Prohibición de recurrir a la amenaza o al uso de la guerra.
Obligación de arreglar las controversias por medios pacíficos. No-intervención en los
asuntos de la jurisdicción interna de los Estados. Igualdad de derecho y libre
determinación de los pueblos. Igualdad soberana de los Estados.
Como se ha podido observar, el tema es, sin duda, complejo; son muchas las
interrogantes, y muchas las lagunas que existen. Se trata de un ámbito desconocido en el
que la práctica no es del todo conocida, aunque es constante. El trabajo que se ha
realizado en la comisión, si bien limitado a los actos jurídicos unilaterales de los
Estados, representa un interesante avance en el estudio de la materia. La delimitación
del estudio a aquellos actos que escapan de una relación convencional, constituye un
complemento de las normas establecidas en las convenciones de Viena, incrementando
la seguridad jurídica de las relaciones internacionales. Asimismo, la exclusión de los
actos unilaterales emanados de una organización internacional, no sólo facilita el
análisis de los actos considerados, sino permitirá que posteriormente, y tal vez sobre la
base del proyecto de artículos de los actos de los Estados, se desarrolle otro relativo a
aquellos. La división del proyecto en dos fases, una respectiva a la formulación, y otra,
referente a las consecuencias de tales actos, resulta un factor que facilita el estudio de
tales actos y el desarrollo de un proyecto de artículos que vaya moldeándose conforme
al análisis, y la discusión, tanto en el seno de la comisión, como a partir de las opiniones
expresadas por los Estados, y por la doctrina concerniente. La división, ha permitido
también mantener la independencia de ambas partes, limitando las dificultades del
estudio y codificación relativas a cada sección y no mezclándolas, lo que dificultaría
aún más la tarea. Finalmente, cabe señalar que el proyecto de definición del acto
unilateral aprobado por la comisión, y referido al comité de redacción, representa un
importante avance para el estudio del tema. A modo de conclusión, podemos destacar
entonces que el tema de los actos unilaterales de los Estados es complejo y dinámico. Su
tratamiento hasta la fecha ha sido por demás insuficiente, lo que obliga a bolear
esfuerzos para su mayor y mejor desarrollo. Quizá la propuesta fundamental que podría
extraerse al final de este trabajo es que sólo aquellos actos unilaterales que surtan
efectos jurídicos puedan ser considerados como tales y, en consecuencia, como fuentes
de Derecho. Lo particular de esta propuesta es que se aparta de los conceptos
tradicionales, entendiendo que existen normas internacionales de carácter individual que
obligan a un solo sujeto, que compromete a un solo Estado.