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Sexta lectura

Manuel vargas

- ¿Por qué para Agustín cuando tanto Dios Padre como Judas entregaron a Cristo a su
muerte sólo el segundo hizo un mal moral?

San Agustín quiso dar respuesta a todos estos interrogantes en su tiempo, de un modo
especial frente al maniqueísmo, el cual bebe del dualismo zoroástrico-mazdeísta persa,
que considera la existencia de dos principios divinos: Ahura-Mazda u Ormuz, Principio
del Bien, y Ahrimán, Principio del Mal. A partir de aquí, el dualismo mazdeísta viene a
ofrecer una visión de la historia humana, ya que contrapone los pueblos del bien, de
agricultores sedentarios y ganaderos civilizados, y los pueblos del mal, de nómadas
ladrones y saqueadores.

- ¿En qué fundamenta dicha aseveración?

El dualismo, evidentemente, supone una explicación fácil para la grave cuestión del
origen del mal. Sin embargo, a San Agustín, en su proceso de discernimiento de la
Verdad, no le satisfizo, comprendió sus limitaciones y encontró en el platonismo una
respuesta bastante más convincente, ya que éste entiende que el mal en sí mismo no
tiene ser y no es por tanto más que una privación del bien. En pocas palabras en que
San Agustín no comprendió sus limitaciones.

- ¿Hay alguna relación entre el amor y la virtud?

Correspondiéndose con el orden ontológico, encontramos en Agustín un amor en el


hombre que se denomina amor ontológico o natural,26 por el que el hombre tiende a Dios
como a su fin, como al bien que le hará feliz. Agustín esgrime su más madura noción de
virtud y aun resume en ella todas las virtudes cardinales. La Ciudad de Dios es una obra
ocasional, pero largamente meditada y rigurosamente programada de inicio a fin.

Idea central
San Agustín hace en este texto una clara afirmación de la Providencia divina. Dice que
Dios creó las cosas “con infinita sabiduría” y “con suma benignidad las conserva” (et
summa benignitate conservat): no es, por tanto, un Dios que haya hecho el mundo y
luego se haya desentendido de él, sino un Dios consecuente con su obra creadora. Un
Dios que, como afirma San Juan, “es Amor”, y, por eso, amorosamente cuida de sus
criaturas para conducirlas al fin para el que han sido creadas, que en el caso de la criatura
racional es la felicidad eterna junto a él. San Agustín ofrece un texto en que expone de
manera magnífica su doctrina del ser, de Dios y de la creación. Conforme a la
presentación que de Sí mismo hace Dios en la teofanía de la zarza ardiendo.

Conclusión

La fe da lugar a la religión y la razón a la filosofía, y, en tanto que la fe y la razón tienen


su origen en Dios, no puede haber oposición entre ambas. La fe es una gracia de Dios y,
junto con la Sagrada Escritura, forma la palabra divina, infalible e invariable; la fe no es
algo irracional, guía la investigación y protege frente al error. Por su parte, la razón y la
filosofía (la palabra humana), aunque limitadas y frágiles, son buenas porque pueden
favorecer a la religión: permiten la comprensión intelectual, aunque imperfecta, de
verdades religiosas, ayudan a refutar las herejías y a convencer a los que dudan. Fe y
razón se complementan: “creo para entender y entiendo para creer”, dice San Agustín.

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