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La mano de Juan

Anette Verónica Morones Herrera


Esc. Sec. General No. 4 Eulalio Gutiérrez, Torreón.

Conforme Juan crecía, iba descubriendo partes de


su cuerpo que no conocía.
Una mañana, Juan descubre que tiene una
mano. La observa. Abre sus dedos. Cierra el
puño. Con ella puede tocar y sentir, como acari-
ciar el pelo de un perro o de un gato, pero tam-
bién siente dolor.
Pasó el tiempo y un día, mientras Juan jugaba
con su mano, sintió un dolor pero no venía de su
mano ni de sus piernas, provenía de otra parte.
Su mano lo ayudó a descubrir de donde venía esa
incómoda sensación.
Descubrieron que arriba, muy arriba de
su cuerpo había un círculo grande y duro, y...
“¿cómo se llama?”, se preguntaba Juan.
“¡Claro, ya recordé, cabeza!”
La cabeza se agachó molesta y pensó: tanto
tiempo de ser ignorada.

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