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INTRO.
Es bien sabido que muchas civilizaciones
migraron a varias regiones, incluso allende el
horizonte más lejano, hasta otros continentes,
justo antes de un cataclismo que destruiría sus
tierras nativas.

Lo que se desconoce son las causas reales que


los hicieron tomar estas decisiones radicales,
antes de que el tiempo y los acontecimientos
les dieran la razón.

Este cuento narra uno, y sólo uno de los planes


divinos que tuvieron lugar para salvarlos de la
extinción: la tradición oral contada a Su
Majestad Escarlata.1

1 IVANARDILA@GMAIL.COM
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CAPÍTULO 1:
SU MAJESTAD ESCARLATA.2
Cuenta la tradición que a la realeza se le dice
así porque algunos de sus integrantes conocen
la realidad última.

Para corroborarlo, está por siempre la historia


de uno de sus infaustos miembros, Faraón, que
a pesar de que ésta le fue mostrada con cada
forma posible, tanto en su bendición, como en
su maldición, decidió ignorarla, lo que le llevó
al mayor de los oprobios, pues es deshonra
que los restos se exhumen, sobre todo los de
aquellos sometidos al castigo, cual se constata
en el Tzompantli3, memorial de los
ajusticiados, y moraleja de los vivos.

2 http://bit.ly/2Fs5X40
3 http://bit.ly/35A8aoM
3

Por las veredas de este continente caminó la


heredera de la sangre azul americana, y como
a tal, se la educó en los misterios de su
merecimiento, que fueron muchos, uno de los
cuales fue la sabiduría celestial, mezcla de
astronomía y teología reveladas, por cuyo
medio, conoció las suertes de su pueblo de
entonces y de ahora.

Grande fue la bondad del Supremo Hacedor


con su casta, al antelarles sus porvenires, si Le
reconocían en esos agüeros, sin adjudicárselos
a sus autonomías, ni faenas.

Así, supieron que había un sitio en la bóveda


celeste que les correspondía, que los
nombraba, y le llamaron la Casa del Reino,
porque cada que la visitaba un astro, tanto la
mansión como el huésped experimentaban su
mutua influencia.4

Dios les reveló los significados de las entidades


cósmicas, cada ángulo entre ellas, y también
las moradas celestiales, relacionando sus
posiciones y lazos mutuos con todo lo que

4 http://bit.ly/2QSxxwv
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ocurre en el plano terrestre.5

Decidieron llamarlo el espejo umbrío, pues sus


mejores observaciones, fueron por necesidad
las nocturnas, y porque para los demás, esos
saberes estaban velados, como ensombrecidos.

Con elementos tales, no sólo atinaron a


predecir los eclipses, y sus efectos materiales
y espirituales, sino incluso sus mismísimos
significados, como si cada uno dijera su propio
discurso, único y extenso.

Lograron tal maestría en esta arte divina, que


escribieron los capítulos de la historia del
mundo a su través, aún antes de que
ocurriera, y con pocas salvedades, porque la
llegada del Fin De Los Tiempos, fue lo único
sobre lo cual supieron su existencia y signos,
sin saber su momento.6

-Hoy toca develaros el secreto de vuestro


sendero, Su Alteza; espero que se encuentre
bien dispuesta a recibirlo.-
-¿Cómo es eso nana?, ¿no me tocaba hoy
cuento?-
5 http://bit.ly/35A8xQc
6 http://bit.ly/36wEMAR
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-Exacto, Majestad; así es como se transmiten
muchas confidencias, cuando es el tiempo de
añadirle al collar, su última cuenta preciosa:

"Cuenta el más viejo de nuestro clan, que no


es verdad que somos continentales, sino que
fuimos invitados en una forma muy extraña, y
por un pueblo más avanzado que nosotros,
pero no en nuestras armas y herramientas, que
no había quién las igualara, sino en el arte del
alma, que embellece aquello que no tomará la
tierra, para ofrendarlo a la Eternidad del
Hacedor, cuando se deshace al fin el cordón de
la vida.

Se habían elevado a tal bondad, que se


supieron responsables de todos, tanto
conocidos, como ausentes, y así, enviaron a
los extremos del mundo expedicionarios de
grandes dotes para intercambiar dones.
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CAPÍTULO 2:
EL ANCESTRAL EXPEDICIONARIO.
Uno de ellos hizo contacto con nuestros tatas
hace tanto tiempo que ya ni se sabe cuánto,
sólo se conoce que fue cuando vivíamos en la
isla, y que a partir de su arribo, comenzó la
campaña militar que nos traería hasta el
continente, en defensa de lo más propio,
nuestros destinos.

Los gobernantes le dijeron al pueblo que el


emisario había informado que se aproximaba
una invasión y debíamos prepararnos de
inmediato.

Como era una palabra de suma gravedad, le


pusieron claro que sí mentía, moriría, sin
embargo, no se desdijo ni tantito.

Pero fue tal cual dijo, y gracias a su consejo,


resistimos la embestida, luego el sitio, y
aunque ya no pudimos perseguirlos una vez
que agotaron su provisión, y se retiraron para
arremeter reforzados en cuanto pudieran,
conseguimos salvarnos de la derrota.
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Todo, gracias al embajador que adelantó con
sigilo al ejército invasor, al que se encontró de
casualidad en su misión, para poder
precavernos, pues vio injustas esas huestes, y
concluyó que atacarían por envidia y ambición
una ciudad de personas éticas.

Esto le hizo ganar en nuestra estima,


agradecimiento, confianza, y jerarquía,
facilitándole su encomienda en lo que
requiriera.

Se explayó advirtiendo del gran peligro y


poder de los enemigos, y nos hizo comprender
que valía más conjurar su enemistad
venciéndoles en su propio reino, para
escarmiento permanente, y anulación de sus
deseos, que esperar a que volvieran
reforzados, una vez calaron nuestra capacidad
sorprendiéndonos impreparados, y forzados a
improvisar.
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CAPÍTULO 3:
LA LARGA MARCHA.
Con augurios de tal calado, inició la campaña
de la larga marcha, a la que se unieron
aquellos que valoraban más la paz que se
conquista, que la del vencido, y la nación se
dividió en dos: quienes la defenderían en la
lejanía, y quienes decidieron abstenerse del
sudor, la sangre y la lágrima, que se quedaron
como el árbol, allí donde ha germinado la
semilla que le dio la vida.

Nuestra costumbre es que el combatiente no


va solo, le acompaña su familia entera, tanto
para que sepa que lo que defiende no es su
vida, sino la de todos los suyos, como para
apoyarle en la retaguardia y secundarle, dado
el caso.

También es cosa nuestra que la Casa Real va a


la vanguardia, porque su sangre es la más
valerosa, y con tal gesta, pone ejemplo e
inspiración.

Y ahí los tenías, los que vinieron, y los que se


quedaron, los que movieron los pañuelos, y los
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que se los llevaron para las heridas o los
llantos, unos nerviosos, y otros complacidos,
los tales dispuestos sólo a la victoria del que
gana o muere defendiendo, y los cuales a
ponerles sus laureles en las frentes, o sus
flores en las tumbas.

Su mundo se bifurcó. Jamás volvieron a


reencontrarse. Sin saberlo, se habían
despedido para siempre.”

-Nana, ¿cómo es eso?, ¿murieron?-


-Así es, no quedó uno para contarla, ni uno
sólo.-
-¡Dios, qué triste, pobrecitos!-
-Sí mi niña, pero hay cosas que se tienen que
hacer para ser humanos, y evitar que otros nos
conviertan en sus esclavos, en su ganado, y
nuestros antecesores fueron responsables,
aunque ignorasen el sacrificio supremo que
tendrían que realizar, pues abandonaron, para
no volverlos a ver, sus palacios, jardines y
huertos, sembradíos, escuelas, gimnasios,
residencias y templos, sus pertenencias, tierra
y a los suyos, ¡todo!, para no retornar, para
perderlo.-

"Se construyó la mayor y más capaz armada


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marítima que vieran ojos hasta entonces,
tanto para confrontar entre las olas a los
agresores, como para entrar en tierra abriendo
cada frente opositor con sus poderosas
catapultas y ballestas, cargadas de piedras
gigantescas, de ascuas ardientes, de peroles
explosivos con aceites hirviendo en su interior,
de bólidos rodantes adosados con hachas
inclementes, en fin, no ha habido ni volverá a
haber tiradores, armamentos y guerreros como
aquellos.

Y surcaron el mar en calma, en calma tal, que


creyeron haber caído en una trampa, así que
cuando llegaron a la tierra del enemigo, más
azorados se encontraron al ver que no hubo
nadie a la vista. Sólo un puerto, enorme,
vacío, listo en el silencio a recibirles, y en
lontananza, graves colinas perfiladas con
árboles milenarios.

Desembarcaron en otro lugar, encontrando


doquiera calzadas empedradas, que tampoco
caminaron, escalando mejor por la espesura
hacia la metrópoli a la que conducían todos
esos caminos…
...la mítica ciudad de El Dorado.
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CAPÍTULO 4:
EL DORADO.
Allí, en vez de esperarlos agazapados o
pertrechados, los acogieron con gran festejo
conforme llegaban, y les dieron alojo en sitios
evidentemente seguros, dotados de iguales
servicios e infraestructuras que en su natal
Atlántida7, prometiendo explicarles el secreto
de los sucesos que habían vivido desde que su
mensajero llegara a ellos, pues no había más
reino en el continente que el suyo, y la
batalla, había sido un engaño para allegarse su
presencia.

Nuestro Rey, el Atlante Supremo, tu tata más


lejano, y cuyos restos moran aún en su
escondida tumba, asintió las atenciones,
sabiendo por su intuición, que algo mucho más
allá de lo evidente ocurría, y confiado,
descanso la campaña, que sabía finalizada.

Una vez repuestos, les compartieron que el


motivo de la farsa del mensajero, la batalla, y
la amenaza, fue que acudieran los mejores al

7 http://bit.ly/2MWcwQv
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continente, pues en breve su isla iba a
sucumbir barrida por las aguas y tragada por la
tierrra, y querían que lo más granado de
nuestra gente se salvara emigrando al macizo
continental, y la única forma de conseguirlo,
más allá de argumentar hasta la última prueba
y discurso, era fingir un ataque a gran escala,
para que con base en su bravía y pensamiento
estratégico, fueran prestos al Dorado, con el
mejor de los equipajes.

El corazón de todos se partió, y empezaron a


llorar, a gemir, a golpearse el pecho, las
cabezas, a rasgarse las galas que llevaron a la
fiesta de recepción, y de inmediato se
organizaron en escuadras para regresar a los
barcos y salvarlos.

Pero habiendo previsto esto, cada barco fue


incendiado, todos sus tripulantes hechos
prisioneros preventivamente, y trasladados
tierra adentro, pues el terremoto estaba ya
por comenzar...
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CAPÍTULO 5:
EL MEGASISMO ATLANTE.
Desde muy lejos se veía el humo de las
embarcaciones ascender, en tanto jadeantes
corrían los más veloces hacia ellas para
abordarlas en pos de los suyos, cuando
comenzó el peor de los temblores conocidos
por esa generación, las previas y las tardías,
tan severo, que los aventaba del suelo a
golpes, para caer como podían de vuelta,
lastimándose bastante.

Cuando por fin concluyó, pues parecía


interminable, se reincorporaron, y aún así,
magullados, moreteados, heridos,
descoyuntados, dislocados, y como pudieron,
continuaron hacia las playas.

Oteando de nuevo al horizonte, observaron


con asombro que las humaredas ya no se
levantaban hacia el cielo, y abrigando una
mínima esperanza, pensaron que las olas
habían apagado el incendio de su flota, sin
imaginar que el mar se la había llevado hacia
un vórtice insaciable, como si el planeta
hubiera abierto una fauce de apetito voraz.
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Al ir bajando por las cimas de las colinas de


ese mundo nuevo, comprobaron que ya no
había agua en el mar, sin embargo, a lo lejos,
se veía una ola altísima como montaña,
acercándose rauda, y asustados como nadie,
regresaron por donde vinieron, para que al
alcanzarles, no les diera de lleno en las
planicies de las costas, sino debilitada por
trepar las faldas de los cerros.

Aún así, la marejada escaló y salió disparada


desde las cúspides, alcanzando a arrastrar lo
que tocara, para mayor maltrato de nuestra
gente. Era el tsunami que llegó como la última
bocanada de nuestro mundo, que para esos
momentos, ya había sido enterrado por el mar,
la singular e inigualable Atlántida."

-Ésta, querido jade del lazo de mi corazón, es


la historia de los tuyos, los que están aquí, y
los que allá se quedaron.

Por esto, cada joya marina nos los recuerda, y


para no olvidarles, las traemos siempre como
adornos.

Para no olvidarles, y para recordar, que sólo el


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que pelea por la vida, la merece.-

La Princesa acunó desde ese instante un luto


que jamás la abandonaría; lloraba con gran
dolor, quieta y en silencio, y así pasó ese día,
con el río fluyente del amor de su alma pura.
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ÍNDICE:
INTRO – PÁG.1;
CAPÍTULO 1, SU MAJESTAD ESCARLATA. PÁG.2;
CAPÍTULO 2, EL ANCESTRAL EXPEDICIONARIO. PÁG. 6;
CAPÍTULO 3, LA LARGA MARCHA. PÁG.8;
CAPÍTULO 4, EL DORADO. PÁG.11;
CAPÍTULO 5, EL MEGASISMO ATLANTE. PÁG.13.
ILUSTRACIONES PERSAS TAZHIB (ILUMINACIONES):

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