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14 HISTORIA DE LAS RELIGIONES LAS RELIGIONES DEL MUNDO ANTIGUO

aquélla. Tal como los vemos nosotros, estos universos religiosos aparecen estrecha-
mente imbricados en sistemas sociales complejos y articulados, que conocen la divi-
1. POLITEÍSMO
sión y especialización de tareas y oficios, cuentan con una estructura urbana, y uti-
lizan la escritura. Estos pueblos se extienden geográficamente desde Mesopotamia La palabra «politeísmo» es un término culto, atestiguado desde el siglo xvi en Fran-
por toda la cuenca del Mediterráneo hasta Europa central y septentrional (para la cia, donde se utiliza en sentido teológico por oposición a «monoteísmo». Compuesta de
América precolombina, véase el capítulo IX), en un espacio de tiempo que podemos -teísmo, al igual que ->• monoteísmo, es una palabra moderna derivada del griego polys,
situar entre finales del iv o comienzos del m milenio a.C. y el edicto de Teodosio «mucho», y theós, «dios». En el ámbito histórico-religioso, el politeísmo designa un
del 28 de febrero del 380, de fide catholica, con el que el cristianismo fue procla- «tipo» de religión y, por lo tanto, es un término clasificatorio y descriptivo de formas
mado la religión del estado. religiosas que admiten la coexistencia de varias divinidades a las que se rinde culto. De
En cualquier caso, no se trata de mundos cerrados e incomunicados entre sí, ahí que, para que una religión sea considerada politeísta, deba poseer la noción de «divi-
nidad», o presuponer una noción análoga y asimilable a ésta. Eso exige por lo menos
sino que, por el contrario, estaban abiertos a una continua transmisión»cultural recí-
una idea de trascendencia de los -* seres sobrehumanos respecto de la realidad huma-
proca que dio lugar, precisamente gracias a estos intercambios, a constantes reformu- na, frente a la que se muestran continuamente activos. Es probable que esta idea naciera
laciones y remodelaciones de los patrimonios tradicionales, produciendo lo que en el área mesopotámica y que de allí fuera exportada a través de un proceso de difu-
puede considerarse un fenómeno de transculturización, sin que por ello desapare- sión (capítulo II, 2-3).
cieran las especificidades culturales, por lo menos hasta la consolidación del Impe- El modelo por excelencia de la noción histórico-religiosa de politeísmo fue el grie-
rio romano y del cristianismo. La dinámica de los intercambios culturales, que no go (capítulo V). En este modelo se basó la crítica de Filón de Alejandría, un judío hele-
afecta solamente Oriente Próximo y al Mediterráneo, sino que se extiende también nizado de la primera mitad del siglo i d.C, que adoptó el término polytheía en sentido
hacia Oriente, atraviesa Irán (capítulo IV, 1), llega a la India y tal vez incluso a clasificatorio, pero opuesto a «monoteísmo», para afirmar apologéticamente la superio-
China, plantea el problema irresuelto del origen de las civilizaciones que dieron ridad del monoteísmo judío sobre las otras formas religiosas del mundo antiguo. Frente
lugar a los politeísmos y no sólo el de estos últimos. Independientemente de que a la unicidad de Dios, el politeísmo era para Filón una proyección celeste de las formas
políticas de tipo democrático, «la peor entre las peores formas de constitución» (De opi-
se postule una monogénesis o una poligénesis de los fenómenos, que en la situa-
ficio mundi, 171). Filón se refería a una característica peculiar del politeísmo antiguo,
ción actual puede no ser más que un acto de fe, la idea de un proceso transcultural como expresión de las necesidades y de las funciones de una sociedad. Si bien en Filón
vinculado a la dinámica de los intercambios culturales y a un relativo y discreto había una intención polémica, Aristóteles (Política, I, 1252b, 24-28) proporcionó una
difusionismo pluridireccional, puede permitir, sobre la base de documentos indis- descripción más «laica»: «En cuanto a los dioses, si todos los hombres afirman estar
cutibles, evitar la peligrosa senda de las conjeturas y de los postulados. No obs- sometidos a dioses reyes, es porque también ellos ahora o en el pasado fueron gober-
tante, las conjeturas y postulados se multiplican cuando se abordan los prolegó- nados por un rey, y como representan a los dioses a semejanza suya también les atribu-
menos que determinaron la aparición de las grandes civilizaciones de entre las bru- yen una vida semejante a la suya».
mas de la prehistoria. El politeísmo es expresión y producto de las llamadas civilizaciones evolucionadas
o superiores, que conocen la escritura, la especialización, la distribución del trabajo, la
articulación, la estratificación y la jerarquía social, etc., a las que proporciona los funda-
mentos de la identidad y de la unidad a través de la unicidad del panteón y la identidad
2. LA «REVOLUCIÓN» NEOLÍTICA EN EL ÁREA MEDITERRÁNEA
de los dioses. En su manifestación más típica, las divinidades del politeísmo aparecen
organizadas en un sistema unitario («panteón»), orgánico, superior al mundo humano.
Es absolutamente imposible recorrer el itinerario intelectual y cultural que con- Las divinidades son inmortales, aunque no existen ab aeterno, relacionadas por vía ge-
dujo al hombre a separarse de la naturaleza, elaborando tecnologías y formas de pensa- nealógica y por vínculos de parentesco. Este panteón generalmente es el producto de
miento, en el transcurso de los largos y numerosos milenios del paleolítico, durante una evolución del mundo, que va de una situación de desorden y caos, donde todo apa-
los que fue un recolector de alimentos y un cazador. Tampoco es posible reconstruir rece indiferenciado, a una condición de orden cósmico, establecido por los dioses que
su comportamiento religioso; sólo tenemos un somero conocimiento de la existen- van apareciendo progresivamente, en el que todos los elementos de la realidad asumen
cia de prácticas funerarias o de elementos que, por su carácter repetitivo, permiten una identidad específica de rasgos predominantemente antropomórficos. Por lo tanto, el
pensar en actos rituales. La aparición del dibujo, con sus signos estereotipados, nos politeísmo es un modo de pensar el mundo de forma sistemática por medio de los dio-
permite a lo sumo pensar en un lenguaje simbólico. En cuanto al período del neolí- ses. Y es casi obligado que éstos posean también una identidad y sean «personales», es
decir, dotados de una personalidad que los connota, pero que al mismo tiempo los deno-
tico, las dificultades son similares. Sin embargo, el carácter estructurado de los gru-
ta en cuanto categoría de seres sobrehumanos y los hace diferentes entre sí.
pos humanos, deducible de los restos de los asentamientos, la presencia de objetos
manufacturados cada vez más complejos, la domesticación del ambiente, tanto de A cada dios se le rinde un culto y unos ritos, y es objeto de una mitología (-*• Mito).
En este sentido, la actividad de un dios queda circunscrita a su correspondiente esfera
animales como de plantas gracias a las primeras formas rudimentarias de riego, per-
de competencias, del mismo modo que cada divinidad está limitada y al mismo tiempo
miten hacer una interpretación más articulada y menos vaga del horizonte cultural se configura como límite por la acción de los otros dioses, respetando un orden jerár-
y, por lo tanto, de las manifestaciones religiosas de este período. El desarrollo de la quico, para que el desarrollo de las funciones que competen a cada dios responda al
agricultura y la cría de ganado son probablemente el origen de la formación de asen- orden cósmico.
tamientos estables, que con el tiempo se convertirán en auténticas estructuras urba-

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