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Por el momento, nos limitaremos a señalar que algunas situaciones nos han resultado

particularmente útiles para cumplir con nuestros objetivos, es decir, generar discusiones e
intercambios que permitan acceder a una ortografía cada vez más convencional.
Comentaremos algunas de ellas:
a. Agrupar material escrito atendiendo al aspecto ortográfico estudiado. Por ejemplo: la maestra
pide a los niños que recorten palabras que lleven acento (ortográfico), luego solicita que formen
grupitos con aquellas palabras que están acentuadas "parecido" o simplemente que "pongan juntas
las que les parece que van juntas" y por último hace exponer a los equipos los agrupamientos
construidos, justificarlos y discutirlos con sus compañeros. En ocasiones, descubren algo e
"inventan" algo, como la acentuación de "ón" en palabras agudas, pero que luego sobregeneralizan
a todas (resultando "saltaron" o "cantaron"). Por este motivo, consideramos que lo valioso de la
situación no reside en la exactitud de las regularidades halladas sino en la posibilidad de discutir
acerca de los agrupamientos realizados, comparar resultados y compartir informaciones.
b. Analizar pares de palabras u oraciones que varían el significado por ausencia o cambio de la
convención. Por ejemplo: "Martín siempre se lastima. / A Claudia siempre le da lástima."; "Rosa /
rosa."; "El chico alto saltaba. / El chico, alto saltaba."
c. Corregir a la maestra que intencionalmente altera la ortografía. Por ejemplo, la docente
escribe mal un trozo o frase por omisión ("márcela anda en bicicleta por la plaza moreno") o por
alteración ("Justavo güega con tances y autitos." = "Gustavo juega con tanques y autitos.") Algunas
veces, la maestra inventa estas escrituras avisando que va a hacer "trampas", otras, copia escrituras
de los niños (ver CapituloII). En todos los casos solicita al grupo que realice las correcciones
necesarias.
Dejar que los niñes descubran las reglas convencionales en base siempre a un trabajo bien definido
por le docente. Se entiende a la intepretación de texto como una totalidad.

Las alternativas posibles frente a la aparición de estas nociones erróneas serian: alertar
inmediatamente al responsable sobre lo inadecuado de su opinión, agregando al señalamiento la
información correcta o bien indagar más profundamente sus afirmaciones, tratando de descubrir su
lógica subyacente a fin de poder entablar un diálogo más interesante para el adulto y, posiblemente,
más enriquecedor para el niño.
Creemos que esta última opción es la más adecuada, ya que facilitará la comunicación entre los
actores del proceso pedagógico y abrirá una posibilidad de acceder a las conceptualizaciones
originales de los niños, lo que puede constituir un interesante aporte al campo de la investigación.

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