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ÉTICA COMO AMOR PROPIO

 Ética: Se entiende como el anhelo de ser mejor, de buscar la excelencia con un sentido
individual.
 Amor propio: Soporte de la ética para llegar a ser mejores.

El autor (Fernando Savater) establece que el amor a sí mismo es el origen de toda moral y choca
con la tradición de la ética y la moral.

No existe una conducta moral devota o generosa, ya que siempre estamos buscando ser mejores,
buscamos lo que es más provechoso para nosotros, lo que nos conviene, ya que la ética posee un
objeto esencialmente individual.

Es difícil admitir que el fundamento de la ética sea el amor propio, por qué tenemos como legado
una moral renunciativa. Siempre nos han dicho que solo debemos pensar en los demás, que
debemos renunciar a todo con el fin de ayudar a otros, pero estos actos altruistas, en el fondo son
egoístas. Esto no quiere decir que el egoísmo dentro de la ética, sea algo negativo, por el contrario,
para poder ayudar a los demás, primero debemos estar bien, lo que nos lleva a concluir, que toda
moral tiene un respaldo egoísta.

El ansia de perfección habita en el alma de toda persona, siempre queremos sobresalir como
analogía primordial del amor propio.

La tarea de la ética es la de guiar de forma coherente a las personas en cómo vivir mejor de la
manera más libre y más plena.

Teniendo como fondo que el ideal del amor propio nunca es el objetivo, sino una orientación que
define al individuo a través del hacer, presenta a la virtud como un ejercicio, una forma de
comunicación en la búsqueda del propio perfeccionamiento y nunca como adecuación a una
norma.

Una persona virtuosa, es aquella que sabe vivir mejor. Aristóteles revela que la virtud se puede
aprender, no depende de la naturaleza y no es una disposición innata sino del ejercicio de la
libertad, lo que quiere decir que la virtud la aprendemos de las personas que viven bien

Nuevo, diferente, lo distinto, lo antes nunca visto,


Etica como amor propio
Publicado el 27 enero, 2013por mariagtnovoa
Etica como amor propio de Fernando Savater
María Estela GarcíaTorres Cruz
Enero 2013
La realidad humana actúa para perseverar en su ser, significa que su ser es posible,
y que puede buscar la excelencia de sus actos, a esta capacidad se le denomina vida
ética o vida de calidad.
Perseverar en su ser, quiere decir que va a buscar siempre ser mejor; y cuando
quiere vivir una vida buena o mejor, es cuando verdaderamente se realiza como
humano; no cuando se abandona a una tragedia o se olvida de sí mismo,
consumiéndose en drogas o pesares y penas y desgracias. No quiere decir que no
exista el sufrimiento, sino que el ser humano, tiene la dimensión de luchar en
contra de la adversidad, quiere decir no abandonarse a la fatalidad y al horror de la
existencia.
La dignidad humana consiste en querer ser más, su naturaleza consiste en
completarse, para alcanzar la humanidad, pero este proceso es algo que no estará
acabado, que siempre es producto de la poiesis, es decir, el hombre y la mujer,
contiene en sí mismo/a, la exigencia de buscar lo mejor de sí mismo.
Esto supone que el ser humano constantemente se tiene que inventar a sí mismo/a,
lo cual lo lleva a “querer seguir siendo, querer ser más, querer ser de forma más
segura, más plenaria, más rica de posibilidades, más armónica y completa: ser
contra la debilidad, la discordia paralizante, la impotencia y la muerte” .
Se puede entender por ética cuando el ser humano anhela ser mejor, es decir,
cuando le interesa llegar a ser excelente. En este sentido la ética posee un contenido
esencialmente individual. A este contenido individual, Savater le llama amor
propio, pues actuamos para ser mejores, por un proyecto individual de auto
afirmarnos.
Resulta difícil aceptar que el sustento de la ética sea el amor propio, ya que pesa
sobre nuestras creencias la herencia de una moral renunciativa. Se nos ha educado
por la moral tradicional, a que solo debemos pensar en los demás, que debemos
renunciar a nosotros mismos, en nombre del beneficio del otro. Sin embargo,
analizando de cerca la subjetividad, es necesario aceptar que el fondo de todo acto
generoso o altruista o piadoso, tiene un fondo de egoísmo, pero el egoísmo, no se
debe entender como algo negativo. El Egoísmo en ética es necesario, en el sentido
de que primero debo estar bien, para poder cuidar al otro.
La base individualista de la ética, reside en el interés personal de buscar lo mejor, y
entonces la ética es producto de un individuo que quiere, que decide, que anhela
ser mejor persona. Es necesario darse cuenta de que toda moral tiene un sustento
egoísta.
El problema es que la palabra egoísmo posee mala fama, pues se asocia a una
actitud antisocial; pero señala Savater que el apego a sí mismo, requiere la propia
conservación, es decir busca su beneficio propio, pero ¿por qué sostener que este
beneficio tiene que ser necesariamente antisocial?, ¿no podríamos suponer que el
propio beneficio tiene un corazón esencialmente social? Es decir, no hay moral sin
egoísmo, no hay ayuda o cuidado al otro, si no hay satisfacción personal en querer
hacer aquello que beneficia a los otros.
Pues por ejemplo, si pensamos en un acto totalmente altruista, este supone un
contenido egoísta, dado que nadie hace nada sin buscar su beneficio, incluso el de
una autoafirmación espiritual de sentirse satisfecho consigo mismo, y este
ingrediente egoísta no le quita valor al altruismo.
Todo deber moral que llevamos a cabo, no se efectúa sin su contenido de querer
perseverar en el ser, es decir de querer ser auténticamente humano, pero ese
querer, tiene un contenido singular, el individuo quiere ser mejor y cumplir con la
moral.
Toda moral cumple con lo que Savater señala que es el anhelo de excelencia del ser
humano, “de superación del nivel más bajo requerido, de ampliación y
potenciación máximas del proyecto humano .
El anhelo de excelencia reside en el alma de todo ser humano, siempre queremos
ser mejores, y esto se consigue en su totalidad cuando hemos alcanzado la
posibilidad de la vida como arte de vivir, que no es más que –dice Savater- el
producto “más exquisito del amor propio” . Ya que somos seres morales porque
queremos realizar el bien, es decir queremos o deseamos ser gentiles con las otras
personas, ser amables, compasivos, piadosos, esto surge del corazón moral del ser
singular que cada uno/a es.
Ahora bien, por qué algunos filósofos han hablado del arte de la existencia, porque
hay algo en la naturaleza humana que tiene que dimensionarse desde lo sensible,
por ejemplo Nietzsche habla de la “estética de la generosidad”. De ahí que casi todo
contenido estético tiene una dimensión ética.
Pues siguiendo las tesis de Nietzsche, éste considera que la ética más genuina, es
aquella que se deriva de la sobreabundancia personal, pues la ética ha de ser
producto de un regalo, pues ha de actuar moralmente porque es abundante de
riqueza interior, no porque tenga necesidad de ser aceptado socialmente, sino
porque su corazón es generoso o compasivo, porque está tan satisfecho/a, que va a
ser bondadoso o solidario o justo porque tiene abundancia espiritual.
La ética se debe al profundo cuidado que cada individuo ejerce sobre sí mismo.
Arte de vivir o estética de la existencia
Para que el pensamiento no quede aislado de las emociones, y la razón se convierta
en razón vital o en razón poética o en razón prudencial. Si une razón con
sentimiento, se convierte en razón vital. Esto significa no dejar a la razón abstracta.
Es necesario que se incorpore el ejercicio de un pensamiento vivencial o tratar de
internalizar el juicio, y esto implica una mirada interior, que supone que el sujeto
empieza a preocuparse de sí mismo. Su mirada interior, el acto de volcarse hacia sí,
significa cuidarse.
Haríamos un trabajo extraordinario moralmente hablando, si pudiéramos pensar
no con la razón fría, sino que fuésemos capaces de unir, mente, cuerpo,
sentimientos, imaginación, lo cual nos volvería personas más completas, más
integrales, que pudiesen florecer para ofrecer lo mejor de sí mismo a la comunidad.
Cuidarse no significa apapacharse. Cuidarse significa ser consciente de sí mismo,
ser riguroso/a de sí, en la atención que se da en la reflexión que efectúa sobre su
comportamiento, sus actitudes; el cuidado que pone en su salud comiendo sano.
Cuidarse significa una rigurosa vigilancia del propio pensamiento, un buen
pensamiento, que escudriña en su intimidad, estando en paz, en silencio y que es
capaz de saber lo que siente, cuando piensa por qué lo siente y cuando piensa
cuáles son las consecuencias de sus sentimientos y, que piense por ejemplo, si su
sentimiento de odio a un padre autoritario es válido.
Este rigor consigo mismo, es el que llevaba a cabo Sócrates. Por eso se requiere de
un diario personal, en donde el joven y la joven anote su más íntimos deseos, así se
va apropiando de su ser, para que él y ella misma decida qué es lo bueno y lo malo
para sí mismo/a.
El cuidado entre los griegos consistía en múltiples ejercicios espirituales, que
consistían en dieta, gimnasia, hábitos de salud, de vigilancia de lo que cada uno
hace, y entonces, esto le permite devenir en maestro/a de sí; a través de una
estética de la existencia, de un estilo de vida, en donde se ven unidos razón, ética y
sentimientos (estética). Por ello este cuidado es ético y esta ética vivencial, conduce
al sujeto a llevar una buena vida, que le hará preocuparse por los demás, ya que
poseerá la conciencia de cuidar a los otros, de cuidar al medio ambiente y a los
animales.
Si el individuo no se cuida a sí mismo/a, no puede cuidar a los demás. Si no se
conoce, ¿cómo va a conocer a los demás? ¿Si no cuida su salud, cómo va a cuidar a
sus hijos?
El ejercicio espiritual entre los griegos, significaba ser moderado, templado,
prudente, esas actitudes representan el cuidado de sí, ya que requiere de una
disciplina moral, usando una razón práctica, es -dice Foucault- un ejercicio para
devenir temperante, lo cual no se obtiene sin una victoria sobre si, gracias a la
razón, al ejercicio y al arte . Por eso resulta necesario unir el buen pensamiento con
la actitud y el ejercicio espiritual, ya que van unidas razón y preocupación o
dominio de mi misma/o. Cuidarse significa constituirse en maestro/a de sí,
cuidarse significa edificar la propia morada, es un ejercicio espiritual poseer un
estilo de vida o llevar a cabo una estética de la existencia, que al ser moderado,
sabio/a, prudente, veraz, será una mejor persona, que hace lo mejor para los
demás.
El ejercicio espiritual entre los griegos era la paresia, y esto significa cuidarme,
porque significa que siempre voy a vigilarme para ser verdadero/a.
“Si no me amo a mí mismo/a, no sabré amar a nadie ni a nada, puesto que todo lo
que amo lo amo por su relación conmigo, como ampliación y consecuencia del
amor que me tengo” . Esto no significa que nos cerramos en nosotros mismos,
quiere decir que la substancia de que estamos hechos que es el amor, tiene que
brotar de nosotros mismos para dar amor a los demás, ¿de dónde emanaría esa
fuente de dádiva, de generosidad, de compasión, si no habita en el propio individuo
singular?.
Miguel de Unamuno dice “¿egoísmo decís? Nada hay más universal que lo
individual” . Ya que el verdadero amor de cada uno/a, tiene que ser también amor
de todos. La verdad es que cuando no somos capaces de amar a los otros, es porque
no nos amamos a nosotros, y porque en todo caso, no tenemos la valentía de
amarnos a nosotros mismos.
El amor propio ha de surgir por la reflexión moral, el que se corrija a sí mismo de
las contradicciones y errores propias del egoísmo. Pues los actos desleales,
antimorales, la violencia, el orgullo, la ingratitud, no podrán nunca ser legítimos
moralmente hablando, ya que estos sentimientos destruyen la vida.
La moral surge del amor propio, porque como dice Stirner, el amor me hace feliz,
entonces amamos a los demás por un sentimiento de dicha íntimo, que nos hace
bien a todos. El amar no es una obligación, así eros nos hace humanos, porque a
partir del amor puedo ser yo misma/o y prodigar alivio o cuidado a los otros.

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