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Plan de Formación de Los Diáconos Permanentes en La Argentina PR
Plan de Formación de Los Diáconos Permanentes en La Argentina PR
PLAN DE FORMACIÓN
INICIAL DE LOS
DIÁCONOS
PERMANENTES EN LA
ARGENTINA
PLAN DE FORMACIÓN INICIAL DE LOS
DIÁCONOS PERMANENTES EN LA ARGENTINA
ÍNDICE GENERAL
SIGLAS 3
INTRODUCCIÓN 4
I. FINALIDAD DE LA FORMACIÓN INICIAL DE LOS DIÁCONOS PERMANENTES 6
A. La formación del diácono a imagen de Cristo Siervo 6
B. El diácono discípulo y misionero de Jesús Siervo 6
C. Diáconos al servicio de la comunión y la misión 7
II. DIMENSIONES DE LA FORMACIÓN INICIAL PARA EL DIACONADO PERMANENTE 9
A. Formación humana 9
a) Objetivos 9
b) Medios 10
B. Formación Espiritual 11
a) Objetivos 11
b) Fuentes y medios 12
C. Formación Intelectual 13
a) Objetivos y contenidos a alcanzar 13
b) Medios y recursos 14
D. Formación pastoral 15
a) Objetivos 15
b) Medios y actividades 16
III. PERFIL DE LOS CANDIDATOS PARA EL DIACONADO PERMANENTE 17
A. Condiciones generales 17
B. Condiciones según el estado de vida de los candidatos 18
a) Célibes 18
b) Casados 18
c) Viudos 19
C. Pastoral de las vocaciones al diaconado permanente 19
IV. EL PROCESO DE LA FORMACIÓN INICIAL PARA EL DIACONADO PERMANENTE 20
A. Presentación y aceptación de los aspirantes 20
B. Etapas del itinerario formativo 20
a) El período propedéutico 20
1
b) Etapa configuradora con Cristo Siervo 21
c) El período pastoral 22
C. Admisión, ministerios y ordenación 22
a) La admisión de los candidatos al orden del diaconado 22
b) Colación de los ministerios del lectorado y acolitado 23
c) La ordenación diaconal 24
V.LOS AGENTES DE LA FORMACIÓN INICIAL DE LOS DIÁCONOS PERMANENTES 27
A. El Obispo diocesano 27
B. El equipo de formadores 27
C. El centro de estudios 29
D. Las diversas comunidades en la formación inicial de los candidatos 29
a) La comunidad de procedencia 30
b) La comunidad de formación 30
c) La comunidad de los diáconos 31
E. El aspirante y el candidato 31
F. Aporte de las familias de los aspirantes y candidatos durante su formación 31
a) Los candidatos célibes 31
b) Los candidatos casados 31
c) Los candidatos viudos 32
2
SIGLAS
MQ PABLO VI, Carta Apostólica en forma de Motu Proprio Ministeria Quaedam, por
la que se reforma en la Iglesia latina la disciplina a la primera tonsura, a las
órdenes menores y al subdiaconado (15.VIII.1972).
PDV JUAN PABLO II. Exhortación Apostólica Pastores Dabo Vobis sobre la formación
de los sacerdotes en la situación actual (25.III.1992).
3
INTRODUCCIÓN
4. “El diaconado, en cuanto grado del orden sagrado, imprime carácter y comunica
una gracia sacramental específica. El carácter diaconal es el signo configurativo-
distintivo impreso indeleblemente en el alma que configura a quien está
ordenado a Cristo, quien se hizo diácono, es decir, servidor de todos. Esto
conlleva una gracia sacramental específica.”7
1 LG 29.
2 Introducción conjunta a N y D, 2.
3 Introducción conjunta a N y D, 3.
4
Cf. NMA 13.
5 Benedicto XVI, Motu proprio Omnem in mentem sobre la modificación a los cánones 1008-
1009 de CIC.
6 N 5.
7 Cf. N 7.
8 Cf. N 6.
4
identificando íntimamente con Cristo Siervo y los capacite para cumplir su
ministerio eclesial. Por lo tanto, su formación intelectual debe ser “superior” a
la de un catequista y, de algún modo, análoga a la de un sacerdote.9
10. En el tercer capítulo se describe el perfil del candidato –célibe, casado o viudo-
que puede juzgarse apto para ingresar en la comunidad formativa y comenzar
el proceso de la formación. Asimismo se plantea la necesidad de una catequesis
y de una pastoral vocacional del diaconado permanente en las diócesis.
11. Una vez explicitada la finalidad de la formación, así como las dimensiones en la
que ésta se concreta y quiénes están en condiciones de comenzar el itinerario
formativo, en el cuarto capítulo se describen las diversas etapas de este camino,
con sus respectivos objetivos que se proponen gradualmente. En este contexto
de la maduración vocacional de los hombres en formación, se dan orientaciones
respecto de la admisión de los candidatos y de la colación de los ministerios del
lector y el acólito.
12. Dado que la formación de los diáconos es una tarea eclesial, en el capítulo quinto
se desarrolla la responsabilidad y misión que compete a los distintos
protagonistas que intervienen.
13. Las orientaciones y disposiciones aquí vertidas están fundadas en las Normas
universales11; asumen la reflexión realizada por Obispos, formadores y
comunidades de nuestro país en los últimos años y alcanzan solamente a la
formación inicial de los diáconos permanentes de la Iglesia de rito latino en la
Argentina.
14. María, la humilde servidora del Señor, es madre y modelo de la Iglesia. Creemos
que ella “ayuda a mantener vivas las actitudes de atención, de servicio, de
entrega y de gratuidad que deben distinguir a los discípulos de su Hijo” 12. Le
pedimos por las vocaciones al diaconado permanente en nuestra patria y
ponemos bajo su cuidado la formación de estos ministros para que sirvan con
santidad y alegría a sus hermanos.
9 Cf. N 2.
10 Cf. N 13; CIC can. 236.
11 Cf. CIC can. 236.
12 A 272.
5
I. FINALIDAD DE LA FORMACIÓN INICIAL DE LOS DIÁCONOS PERMANENTES
16. “La Iglesia existe para evangelizar”13, “al servicio de la salvación del mundo” 14.
Lo hace siguiendo los pasos de Jesús y adoptando sus actitudes (cf. Mt 9,35-
36). Él, siendo el Señor, se hizo servidor de todos y obediente hasta la muerte
de cruz (cf. Fil 2,8); siendo rico, eligió ser pobre por nosotros (cf. 2 Cor 8,9),
enseñándonos el itinerario de nuestra vocación de discípulos y misioneros 15. En
todo caso, para entender en profundidad la identidad del diaconado, la
referencia a la Iglesia, como misterio de comunión en tensión misionera, es
necesaria, pero no prioritaria, su plena verdad consiste en ser participación
específica y una representación del ministerio de Cristo al haber recibido una
gracia sacramental especial que lo injerta en el sacramento del orden. 16
17. “Algunos discípulos y misioneros del Señor son llamados a servir a la Iglesia
como diáconos permanentes, fortalecidos, en su mayoría, por la doble
sacramentalidad del matrimonio y del orden. Ellos son ordenados para el
servicio de la Palabra, de la caridad y de la liturgia, especialmente para los
sacramentos del bautismo y del matrimonio; también para acompañar la
formación de nuevas comunidades eclesiales, especialmente en las fronteras
geográficas y culturales, donde ordinariamente no llega la acción evangelizadora
de la Iglesia”.17 “El ministerio del diácono se caracteriza por el ejercicio de los
tres munera – docendi, sanctificandi et regendi-, propios del ministerio
ordenado según la perspectiva específica de la diaconía.”18 “Para el ejercicio de
esta potestad dependen necesariamente de los obispos.” 19
18. La evangelización no está exenta de desafíos y dificultades, por eso “la riqueza
de la Buena Noticia reclama evangelizadores convencidos y entusiastas, como
6
los primeros cristianos, que daban testimonio de su fe con clara coherencia”20.
La Iglesia espera de los diáconos “un testimonio evangélico y un impulso
misionero para que sean apóstoles en sus familias, en sus trabajos, en sus
comunidades y en las nuevas fronteras de la misión. No hay que crear en los
candidatos al diaconado permanente expectativas que superen la naturaleza
propia que corresponde al grado del diaconado” 21.
20. Los cristianos formamos, en Cristo, un solo Cuerpo, en el cual los miembros
poseen distintas aptitudes y funciones (cf. Rom 12,4-6). El diácono, como
discípulo y misionero de Cristo Siervo, está llamado a vivir su ministerio,
dedicado al servicio de Dios, por el bien de los hombres y la salvación del
mundo.25 Para ello lo vivirá en comunión con la Iglesia y en articulación de tareas
con los demás miembros del cuerpo eclesial. En efecto, “cada diácono
permanente debe cultivar esmeradamente su inserción en el cuerpo diaconal,
en fiel comunión con su Obispo y en estrecha unidad con los presbíteros y demás
miembros del pueblo de Dios. Cuando están al servicio de una parroquia, es
necesario que los diáconos y presbíteros busquen el diálogo y trabajen en
comunión”26.
21. “Es tarea urgente de cada diócesis, presidida por el Obispo como pastor, lograr
que la fuerza viva de Jesucristo y de su Evangelio llegue hasta el último rincón
del territorio y a todos sus sectores y ambientes, evangelizando la cultura. Pero
esto sólo es posible con la colaboración del presbiterio, la ayuda de los diáconos,
la integración de las comunidades de la vida consagrada con sus carismas, y la
participación activa de todos los fieles laicos. Así la Buena Noticia podrá incidir
en la sociedad y en la cultura de este tiempo y de cada grupo humano. Tenemos
por delante la apasionante tarea de hacer renacer el celo evangelizador, en el
horizonte exigente y comprometido de la pastoral ordinaria. Pero este acento
no significa que cada uno realice sus tareas al margen del resto, sino que
desarrolle su misión de un modo armónico e integrado en el proyecto pastoral
de la diócesis que surja de un camino de variada participación: es la llamada
pastoral orgánica”27. En consecuencia, la misión evangelizadora de la Iglesia, a
través de la espiritualidad de servicio y de comunión, que es propia de toda la
20 NMA 16.
21 A 208.
22 Cf. NMA 45.
23 Cf. NMA 46.
24 A 324.
25 Cf. N 11.
26 A 206.
27 NMA 70.
7
Iglesia, “debe integrarse armónicamente en cada caso con la espiritualidad
propia de cada estado de vida”.28
28 N 12.
8
II. DIMENSIONES DE LA FORMACIÓN INICIAL PARA EL DIACONADO
PERMANENTE
22. A fin de que el diácono permanente pueda vivir su propia identidad y misión en
la Iglesia, se requiere una formación coherente y programada, que tenga en
cuenta los diferentes estados de vida de los candidatos. En efecto, quienes han
sido elegidos para este ministerio “deben recibir una adecuada formación
humana, espiritual, doctrinal, y pastoral con programas adecuados, que tengan
en cuenta –en el caso de los que están casados- a la esposa y su familia. Su
formación los habilitará a ejercer con fruto su ministerio en los campos de la
evangelización, de la vida de las comunidades, de la liturgia y de la acción social,
especialmente con los más necesitados, dando testimonio, así, de Cristo
servidor al lado de los enfermos, de los que sufren, de los migrantes y
refugiados, de los excluidos y de las víctimas de la violencia y encarcelados” 29.
A. Formación humana
23. La formación del diácono apunta a su identificación personal con Cristo Siervo,
que “no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida” (Mc 10,45). Esto
supone en el hombre llamado una humanidad suficientemente sana e integrada
que lo impulse a vivir la alegría de amar, servir y entregarse. La dimensión
humana de la formación inicial de los diáconos permanentes tiende a acompañar
procesos “que lleven a asumir la propia historia y a sanarla, en orden a volverse
capaces de vivir como cristianos en un mundo plural, con equilibrio, fortaleza,
serenidad y libertad interior. Se trata de desarrollar personalidades que
maduren en el contacto con la realidad y abiertas al Misterio” 30. En tal sentido,
los candidatos han de cultivar durante su formación una serie de cualidades
humanas “que les permita ganarse la confianza de la comunidad, ejercer con
serenidad el servicio pastoral y facilitar el encuentro y el diálogo” 31.
a) Objetivos
25. Como hombres llamados a la comunión y al servicio, los diáconos han de ser
estimulados en la capacidad para relacionarse con todos. Esto exige que
sean afables, hospitalarios, sinceros en sus palabras y en su corazón, capaces
de mantener relaciones humanas leales y fraternas, discretos para la escucha y
el diálogo, capaces de comprender, perdonar y consolar. 32
26. A fin de vivir esta capacidad de relación con los demás se ha de procurar
consolidar la madurez afectiva de los candidatos. Se trata de que, tanto
célibes como casados, puedan dar centralidad en sus vidas al amor para que,
29 A 207.
30 A 280, a.
31 N 66.
32 Cf. N 67.
9
siendo capaces de salir de sí mismos, puedan abrirse a la alteridad y entregarse
con libertad interior a sus hermanos.33
28. Por su rol en la comunidad el futuro diácono tendrá que adquirir las cualidades
propias del servidor, entre otras: humilde aceptación de las
responsabilidades; aptitud para el trabajo eficiente y desinteresado,
mansedumbre y firmeza para conducir, acompañar y alentar; autoridad para
promover el crecimiento y organizar la vida de una comunidad; ser siempre el
hombre de la comunión.
b) Medios
29. Entre las diversas instancias y medios que promueven la formación humana de
los diáconos permanentes, señalamos las siguientes:
a) la vida familiar y eclesial revisada periódicamente en comunidad a la luz del
Evangelio;
b) el diálogo personal con el director de la formación, el tutor o el párroco, los
compañeros de la comunidad formativa y el director espiritual, según las
competencias que le son propias a cada uno de ellos;
c) la participación activa en la comunidad parroquial asumiendo
responsabilidades crecientes;
d) la participación de las esposas de los candidatos casados en talleres y
encuentros.
33 Cf. N 68.
34 Cf. N 68.
35 Cf. N 68.
36 Cf. N 69.
37 Cf. CIC can. 220 y también, CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, Orientaciones para el
10
B. Formación espiritual
31. “Es la dimensión formativa que funda el ser cristiano en la experiencia de Dios,
manifestado en Jesús, y que lo conduce por el Espíritu a través de los senderos
de una maduración profunda”39. La formación espiritual apunta a dinamizar el
desarrollo humano y cristiano de los futuros diáconos y ser fuente de vida para
el ejercicio del ministerio de servidor de la comunidad.
32. La formación espiritual de los futuros diáconos los identificará gradualmente con
la vivencia del amor de Cristo Siervo, del cual están llamados a ser su
sacramento personal. Esta intensa experiencia espiritual será el centro vital que
unifique y vivifique la propia persona y el ejercicio del ministerio.40
a) Objetivos
34. A fin de desarrollar la gracia bautismal, para adquirir las exigencias específicas
del ministerio diaconal, la formación espiritual se orientará a la maduración de
las virtudes humanas y de las virtudes teologales de los candidatos. El
itinerario de formación espiritual debe ser una verdadera pedagogía que
promueva la coherencia humana y cristiana del hombre que cree, espera y ama.
39 A 280, b.
40 Cf. N 72.
41 N 72.
11
37. Como futuros diáconos incardinados en su diócesis, los candidatos tendrán que
adquirir un vivo sentido de pertenencia y dedicación a la Iglesia particular
en la que actuarán prestando su servicio pastoral. Esta disposición los unirá en
estrecha obediencia y afecto al ministerio pastoral del propio Obispo. Los
candidatos recibirán una adecuada formación que aseguren su obediencia y
comunión fraterna, que son notas necesarias para garantizar la autenticidad
eclesial del impulso apostólico.42
b) Fuentes y medios
38. “El servicio a los pobres es la prolongación lógica del servicio al altar” 43, por eso
la Eucaristía es la fuente del amor y la donación del diácono. “Esta
característica propia de la espiritualidad del ministerio diaconal pone de
manifiesto que no se le puede reducir a un simple servicio social”.44 “Se invitará,
por tanto, al candidato a participar diariamente, o al menos con frecuencia,
dentro de sus obligaciones familiares y profesionales, en la celebración
eucarística, y se le ayudará a que profundice cada vez más en su misterio” 45.
En este contexto de espiritualidad eucarística, se procurará durante la formación
del candidato valorar adecuadamente el sacramento de la penitencia.46
41. Se animará también una profunda espiritualidad mariana para que los
candidatos encuentren en la Virgen el modelo acabado de disponibilidad y
servicio en la Iglesia. Para ello se recomendará que sea evocada con el rezo
diario del Rosario.51
42. Los diáconos pueden vivir su encuentro con Cristo Siervo de manera muy
especial en el contacto personal con los pobres, débiles y sufrientes, con
quienes el Hijo de Dios hecho hombre se ha identificado y en cuyos rostros se
lo puede reconocer por la fe.52
42 N 76.
43 N 73.
44 N 9.
45 N 73.
46 Cf. N 73.
47 Cf. N 74; A 248.
48 PDV 47.
49 Cf. A 249.
50 N 75; Cf. CIC can. 276, § 2 y 3, y legislación complementaria de la CEA sobre este canon.
51 N 72.
52 Cf. NMA 58.
12
43. La comunidad de formación será un espacio privilegiado para que los futuros
diáconos crezcan en su sentido de pertenencia a una comunidad de ministros,
en obediencia apostólica con el Obispo, y en estrecha comunión con los
presbíteros y con los hermanos ordenados.
C. Formación intelectual
53 Cf. N 77.
54 Cf. N 78.
55 Cf. A 479; N 80, c.
56 A 226, c.
57 Cf. N 81.
13
relación entre fe y razón, que prepara a los futuros diáconos para explicar la
racionalidad de la fe.
b) Medios y recursos
54. Teniendo en cuenta la edad, así como las posibilidades y aptitudes para el
estudio de los candidatos, se ha de procurar un seguimiento personalizado
de los mismos que les ayude a cumplir los objetivos planteados.
55. Para cumplir las indicaciones sobre los contenidos doctrinales arriba
mencionadas, cada diócesis deberá contar con un programa de estudios deta-
llado y ordenado que garantice la integridad y la coherencia interna de la
enseñanza y que responda a la situación de la Iglesia particular y a las
características de sus candidatos.
58. En las diócesis donde las distancias representen una dificultad para participar
de manera presencial en estos Institutos, se ha de favorecer el acceso a los
materiales bibliográficos y los distintos instrumentos formativos, a través del
sistema de formación a distancia, con tutorías que garanticen el seguimiento
de los alumnos, y con encuentros presenciales de evaluación en el modo más
oportuno y accesible para los formandos. 60
59. A fin de lograr una formación intelectual suficiente y segura es recomendable
que los profesores y los candidatos usen como recurso bibliográfico fundamental
el Catecismo de la Iglesia Católica.
58 Cf. N 84.
59 Cf N 82. El número de horas impartidas durante dicho trienio no podrá ser inferior a 1000.
60 Cf. N 51.
14
D. Formación pastoral
a) Objetivos
62. Enseñar la teología pastoral para que los futuros diáconos posean una
reflexión sistemática sobre la Iglesia y su misión evangelizadora en el contexto
de la cultura actual. “El fin de esta disciplina es el estudio de los principios,
criterios y métodos que orientan la acción apostólica y misionera de la Iglesia
en la historia.”62 La teología pastoral se orientará prestando atención a los
campos de servicio propiamente diaconales: la praxis litúrgica, sea en la
administración de los sacramentos como en el servicio del altar; el servicio de
la Palabra en las diversas maneras, tales como el kerigma, la catequesis, la
homilía, la guía de la lectio divina, etc.; el discernimiento de los signos de los
tiempos al servicio de la promoción humana, la justicia social, la solidaridad y
la caridad; la animación de la vida de la comunidad eclesial y de sus diversas
agrupaciones y movimientos.
61 N 85.
62 N 86.
63 Cf. PDV 58.
64 Cf. NMA 83.
65 Cf. N 87.
15
65. Además, se ha de promover y esperar de los diáconos permanentes “un
testimonio evangélico y un impulso misionero para que sean apóstoles en
sus familias, en sus trabajos, en sus comunidades y en las nuevas fronteras de
la misión”.66
66. Por ser una profunda expresión de la fe católica de nuestro pueblo, los
candidatos también serán formados en el conocimiento y valoración de la
religiosidad popular a fin de promoverla, protegerla y acompañarla en sus
variadas manifestaciones pastorales.67
b) Medios y actividades
16
III. PERFIL DE LOS CANDIDATOS AL DIACONADO PERMANENTE
70. El diaconado permanente es una vocación que proviene de Dios que llama y con
su Espíritu inspira una respuesta libre y creyente para la entrega en el servicio.
Pero junto a la llamada de Dios y a la respuesta del hombre hay un elemento
constitutivo de la vocación ministerial: la llamada pública de la Iglesia. Esta
llamada tiene un sentido sacramental ya que la autoridad eclesial es como el
signo y el instrumento de la intervención personal de Dios, que se realiza con la
imposición de las manos. Por esto y, en particular, por representar una elección
de Dios, el discernimiento de la Iglesia es decisivo para la elección de la vocación
al ministerio diaconal.70
A. Condiciones generales
70 Cf. N 29.
71 Cf. N 29.
72 Cf. CIC can. 1029; 1051, § 1.
73 En cuanto a la edad mínima para la ordenación de los candidatos se seguirá la normativa
17
74. En los aspirantes siempre se ha de tener en cuenta la sencillez, el espíritu de
comunión y la humilde entrega al servicio, y se ha de excluir a quienes
manifiesten ánimo confrontativo, deseos de sobresalir, ambición de poder o
dominio.
En los casos en que a juicio de los formadores fuese necesario, a fin de mejorar
el discernimiento, se podrá recurrir, con el consentimiento de los interesados,
a una consulta psicológica.75
a) Célibes
75. Además de las condiciones generales que se han mencionado, los candidatos
célibes tendrán que estar dispuestos a vivir el amor y la diaconía ofreciendo la
totalidad del propio ser, de las propias energías y de la propia solicitud a
Jesucristo y a la Iglesia durante toda la vida76, comprometiendo así toda la
persona, a nivel físico, psíquico y espiritual en la observancia de la ley del
celibato. De esta forma, su identificación sacramental con Cristo toma la forma
de una opción esponsal, exclusiva, perenne y total.77
b) Casados
76. El candidato casado ha de ser un hombre de familia, que la sabe conducir como
esposo y padre y en cuyo seno discierne su propia vocación. Tendrá que ser
consciente que su llamado representa una gracia particular para la propia familia
y también una invitación a la vida cristiana para todos sus miembros. Se
requiere la estabilidad de la vida familiar de estos candidatos, así mismo la
sinceridad de la vida cristiana de la esposa, y que no haya nada en ella que
desacredite el ministerio del marido78. Convendrá que, desde el principio, se
cuente con el parecer favorable de la esposa.
75 Cf. N 70.
76 Cf. N 68, 36.
77 Cf. N 36.
78 Cf. N 37.
79 Cf. CIC can. 1031, § 3, y legislación complementaria de la CEA sobre este canon.
80 Cf. N 34.
81 CIC can. 281 § 3.
18
c) Viudos
82 N 38.
83 N 38.
84 Introducción conjunta a N y D 2.
19
IV. EL PROCESO DE LA FORMACIÓN INICIAL PARA EL DIACONADO
PERMANENTE
81. Por la presumible cercanía a los aspirantes, corresponde al propio párroco iniciar
el discernimiento vocacional del aspirante. Tratándose de una vocación de
servicio a la Iglesia, convendrá pedir el parecer a la comunidad eclesial de la
que participa y en la que se desempeña. Si lo considera apto, el párroco u otro
sacerdote presentará al aspirante al Obispo, acompañando la candidatura con
una exposición de los argumentos que la sustentan y un curriculum vitae y de
pastoral del aspirante. Corresponde al Obispo aceptar y derivar al aspirante al
director para la formación.
a) El período propedéutico
84. La finalidad de este tiempo es afianzar la vida cristiana del aspirante, iniciarles
en un más profundo conocimiento de la teología, de la espiritualidad y del
ministerio diaconal y promover un atento discernimiento de su vocación.86
85. Los principales objetivos que se han de procurar en este período son:
a) clarificar y consolidar la opción vocacional, profundizando en el conocimiento
de Dios, de sí mismo y del llamado al servicio en la Iglesia;
b) fundamentar la propia vida de fe mediante el encuentro personal con Cristo
en el seno de la comunidad eclesial;
c) consolidar la formación en diversos aspectos como: fundamentos de la fe,
espiritualidad cristiana y del diaconado, iniciación a la oración;
d) hacer una experiencia comunitaria del llamado al ministerio mediante la
integración en la comunidad de formación;
e) iniciarse en el conocimiento de la Iglesia diocesana;
f) procurar la participación de las esposas de los aspirantes casados y, en la
medida de lo posible, de los hijos, para que conozcan y participen de la vocación
de su esposo o padre.
86. Cada aspirante será acompañado por un tutor y/o por su párroco, con quien
mantendrá encuentros periódicos, para programar prácticas pastorales. El
programa de este período dará prioridad a experiencias como: encuentros de
oración, charlas, retiros espirituales e intercambio entre los aspirantes para
favorecer el discernimiento vocacional.87
85 Cf. N 42.
86 Cf. N 41.
87 Cf. N 43.
20
87. El director de la formación cuidará que cada aspirante sea acompañado por un
director espiritual previamente aprobado, el cual principalmente les ayudará a
realizar un discernimiento libre y responsable de las exigencias implícitas en el
ministerio diaconal.88
90. Este período se inicia una vez concluido el período propedéutico y su duración
será de, al menos, tres cursos académicos. El responsable de la formación inicial
es el director para la formación.
91. La finalidad de esta etapa es la identificación personal del candidato con Cristo
Siervo en el seno de la comunidad eclesial. En continuidad con el proceso
iniciado, también se profundizará en el discernimiento de la vocación diaconal
del formando.
88 Cf. N 42 y 44
89 Cf. A 281.
90 Cf. N 44.
91 Cf. N 48.
92 CIC Can. 236 §1
21
La formación de los candidatos de edad madura, célibes o casados admite la
aplicación de variados modelos pedagógicos. También se tendrán en cuenta las
diversas realidades, como son los compromisos laborales y familiares, u otros
factores, como los geográficos, las distancias y el clima. “Los modelos más
comunes prevén los encuentros formativos y académicos en las horas de la
tarde, durante el fin de semana, en los períodos de vacaciones, o combinando
las diversas posibilidades.”93
c) El período pastoral
98. La admisión de los candidatos al orden del diaconado se realiza mediante un rito
litúrgico particular, con el cual el que aspira al diaconado manifiesta
públicamente ante la comunidad su voluntad de ofrecerse a Dios y a la Iglesia
para ejercer este ministerio de servicio. La Iglesia, por su parte, al recibir su
ofrecimiento, y a través del Obispo, lo elige y lo llama para que se prepare a
recibir el orden sagrado. Así es admitido entre los candidatos al diaconado.96
93 N 51.
94 N 54.
95 Cf. NMA 88.
96 Cf. N 45.
22
manuscrita. La misma debe ser aceptada por escrito por el Obispo propio. Se
prepararán al rito de la admisión mediante un retiro espiritual.97
100. La admisión al sagrado orden puede tener lugar una vez finalizado el período
propedéutico o en el momento en que el Obispo lo juzgue oportuno,
considerando los criterios de discernimiento y selección de los candidatos. Es
importante tener en cuenta que, aun concluido el período propedéutico, no se
ha de apresurar la admisión de candidatos sobre los cuales no se tenga la debida
certeza moral sobre su idoneidad, lo cual no significa la exclusión definitiva del
aspirante del camino de formación.98
101. La Iglesia pide que los candidatos a las órdenes sagradas sean instituidos en
estos ministerios durante un tiempo conveniente99. El director para la formación,
si los juzga aptos, presentará los candidatos al Obispo. Para ser admitidos a
estos ministerios se requiere100:
a) haber recibido el bautismo y la confirmación;
b) madurez humana y espiritual;
c) adecuada preparación espiritual, intelectual, pastoral y litúrgica;
d) fe íntegra y adhesión firme a la Iglesia;
e) recta intención, coherente testimonio cristiano y buena fama;
f) si el candidato es casado, debe haber celebrado el matrimonio por la Iglesia
y presentar el certificado correspondiente, así como el consentimiento escrito
de su esposa;
102. “Los aspirantes al lectorado y al acolitado, por sugerencia del director para la
formación, dirigirán una petición, libremente escrita y firmada, al Ordinario, al
que compete aceptarla. Realizada la aceptación, el Obispo procederá a conferir
los ministerios, según el rito del Pontifical Romano”. 101
Entre la colación del lectorado y del acolitado, es oportuno que transcurra cierto
período de tiempo para que el candidato pueda ejercer el ministerio recibido.
Será por lo menos, de seis meses.102
canon.
23
105. Los candidatos han de ser plenamente conscientes de que la institución en estos
ministerios no les da derecho a sustento o remuneración por parte de la
Iglesia104, ni a recibir necesariamente el diaconado.
c) La ordenación diaconal
108. Quedan excluidos de la recepción de las órdenes quienes estén afectados por
algún impedimento, tanto perpetuo, que recibe el nombre de irregularidad,
como simple.108 La ignorancia de tales irregularidades e impedimentos no exime
de los mismos.109
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Están simplemente impedidos para recibir las órdenes:
1. el varón que está casado, a no ser que sea legítimamente destinado al
diaconado permanente;
2. quien desempeña un oficio o administración prohibidos a los clérigos, a
tenor de los cánones 285 y 286, y de los cuales debe rendir cuentas, hasta
tanto, una vez dejados ese oficio y administración y rendidas las cuentas,
haya quedado libre;
3. el neófito, a no ser que, a juicio del Ordinario, haya sido suficientemente
probado.111
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111. Durante el rito de la ordenación es muy conveniente que se dé una
participación especial a las esposas y a los hijos de los ordenandos casados.122
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V. LOS AGENTES DE LA FORMACIÓN INICIAL DE LOS DIÁCONOS
PERMANENTES
A. El Obispo diocesano
B. El equipo de formadores
119. El director para la formación coordina a las distintas personas que participan
en la formación inicial de los diáconos permanentes, preside y da unidad a la
tarea educativa en sus diversas dimensiones. Además tendrá una estrecha
vinculación con las familias de los aspirantes y candidatos así como con las
comunidades de procedencia. Es el responsable de presentar al Obispo el juicio
de idoneidad sobre los aspirantes para su admisión como candidatos al sagrado
orden y a los ministerios del lectorado y acolitado, y sobre los candidatos para
acceder al diaconado.136 Para elaborar este juicio consultará al tutor y al
párroco. Es conveniente que el director para la formación no sea también el
responsable de los diáconos permanentes.137
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120. Podrá ser director de la formación un presbítero o un diácono, preferentemente
distinto del responsable de los diáconos ordenados, destacado por su fe, sentido
eclesial y experiencia pastoral, que haya dado pruebas de prudencia, equilibrio
y capacidad de comunión y que tenga la debida competencia teológica y
pedagógica. 138
121. El tutor es elegido por el director para la formación entre los diáconos o
presbíteros de probada experiencia y nombrado por el Obispo. Puede ser uno o
más, según las necesidades y posibilidades. Su misión es acompañar
personalmente a cada aspirante y cada candidato, brindando ayuda y consejo
durante las diversas etapas del camino formativo. Además, colabora con el
director en la programación de las actividades educativas y en la elaboración
del juicio de idoneidad que se presentará al Obispo. 139 Por todo esto es de vital
importancia que el tutor mantenga un contacto habitual con los aspirantes y
candidatos que se le han asignados.
122. El director espiritual lo elige cada aspirante o candidato entre los sacerdotes
aprobados por el Obispo. Su misión es la de discernir la acción interior del
Espíritu en los llamados, acompañarlos y animarlos a su conversión continua, y
ayudarlos en la maduración integral de su espiritualidad diaconal al servicio de
la Iglesia mediante la adquisición de las virtudes que le son propias. 140
138 N 21.
139 Cf. N 22.
140 Cf. N 23.
141 Cf. N 23.
142 Cf. N 24.
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125. A través de la Comisión Episcopal de Ministerios (CEMIN), la Conferencia
Episcopal Argentina (CEA) promueve el encuentro de los distintos responsables
de la formación y la vida de los diáconos permanentes de las diócesis de nuestro
país. En estas reuniones se hace posible el intercambio de experiencias y de
iniciativas concretas que son de gran valor para consolidar la identidad y el
ministerio de los diáconos en nuestras comunidades sin perder de vista la
perspectiva universal que le es propia al ministerio ordenado.
C. El centro de estudios
128. Asimismo será útil prever la posibilidad de que Obispos de la misma Provincia
Eclesiástica o Región Pastoral o de otras Provincias y Regiones se asocien para
establecer estos Centros de formación, según se trate de candidatos célibes o
casados. En este caso se deberá establecer un convenio por escrito.
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comunión con el obispo, pueden ejercer una influencia relevante en la
formación de los candidatos, colaborando en el discernimiento objetivo,
animación y coordinación de sus carismas y ministerios. 146
131. El ministerio del diaconado es un don que el Espíritu otorga a algunos miembros
del Cuerpo de Cristo para la edificación de la comunidad. El diácono es un
hermano creyente que comparte con el resto de los fieles la misma dignidad,
pero que ha recibido por el sacramento del Orden, una específica conformación
con Cristo Siervo, un carácter y una gracia sacramental específica para vivir la
nueva realidad obrada por el sacramento, en este caso para ser, ante las
comunidades cristianas, signo sacramental del Señor y Siervo de todos. 147 Esto
significa que los ministerios sólo pueden entenderse si tienen como punto de
partida y de destino a la comunidad cristiana, y a través de ella a la Iglesia y al
mundo. Por todo esto, es imprescindible que el aspirante al ministerio diaconal
sea miembro vivo de una comunidad eclesial en la que viva alegre y
humildemente su condición de servidor.
a) La comunidad de procedencia
b) La comunidad de formación
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d) brindando una experiencia comunitaria, promoverá, sin embargo, la
conciencia del propio progreso personal en la vocación, de manera que queden
excluidos sentimientos de competencia o postergación cuando algún
candidato se adelante o atrase en el itinerario formativo.
c) La comunidad de diáconos
E. El aspirante y el candidato
152 Cf. D 6.
153 N 28.
154 Cf. D 61.
155 Cf. D 61.
156 Cf. N 43, 56.
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140. Se cuidará que las esposas de los candidatos casados crezcan en el
conocimiento de la vocación del marido. Para ello, podrá invitárselas a participar
en los encuentros de formación espiritual. Del mismo modo, se pueden
proponer iniciativas para sensibilizar a los hijos respecto del ministerio
diaconal.157
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