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Al poco tiempo de llegar al poder el partido nazi alemán llevó adelante un “ritual
purificador” para los jóvenes de
su época. La noche del 10 de
mayo de 1933, miles de
estudiantes miembros de la
juventud hitleriana, profesores
y hombres de las SS y las SA
quemaron alrededor de 25 mil
libros en una hoguera pública
en Berlín, extendiéndose luego
la acción a 20 ciudades más. Algo
muy similar ocurrió en
Argentina hace 40 años cuando
militares y funcionarios civiles
– apenas comenzado el golpe –
iniciaron una práctica que se volvió recurrente: quemar libros cuidadosamente
seleccionados en grandes fogatas. Como en caso alemán, a la vista de todos.
En abril de 1976 hubo dos quemas importantes de libros y ambas fueron en Córdoba. La
primera se produjo en la escuela secundaria comercial “Manuel Belgrano” el 2 de abril.
Ese día el interventor teniente primero Manuel Carmelo Barceló recorrió la biblioteca,
seleccionó 19 libros entre los que se encontraban autores como Marx, Engels,
Margarita Aguirre, Godio y Martí; y procedió a quemarlos en el patio a la vista de
numerosos alumnos como testigos. La fogata fue acompañada por la posterior
desaparición de 12 estudiantes, con decenas de chicos expulsados y varios docentes
cesanteados.