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PSICOLOGIA GENERAL II UNIDAD 2 Luria A. (1988) " El cerebro en acción". Cap.

X. La atención

E stru c tu ra psicológica
Toda actividad m ental hum ana organizada posee u n cierto grado
de directividad y selectividad. De los m uchos estím ulos que llegan a
nosotros, respondem os únicam ente a aquellos que son p articu larm en ­
te fuertes o que nos parecen p articu larm en te im p o rtan tes y co rres­
ponden a nuestros intereses, intenciones o tareas inm ediatas. Del gran
núm ero de m ovim ientos escogem os sólo aquellos que nos perm iten
alcanzar n u estra m eta inm ediata o realizar u n acto necesario; y del
gran núm ero de huellas o de sus conexiones alm acenadas en n u estra
m em oria, sólo seleccionam os aquellos que corresponden a n u estra
ta re a inm ediata y nos perm iten realizar algunas operaciones intelec­
tuales necesarias.
En todos estos casos la p ro b ab ilid ad de que estím ulos p articu lares
alcancen n u estra conciencia, de que aparezcan m ovim ientos p articu la­
res en n u estra conducta, o de que b ro te n en n u e stra m em oria huellas
p articu lares puede v ariar m uy considerablem ente. El círculo de posi­
bles sensaciones, m ovim ientos o trazos de m em oria se estrecha, la p ro ­
babilidad de aparición de ciertas im presiones, m ovim ientos o trazos
de m em oria se hace distin to y selectivo: algunos de ellos (esenciales o
necesarios) com ienzan a dom inar, m ien tras que otros (inesenciales o
innecesarios) son inhibidos.
La direccionalidad y selectividad de los procesos m entales, la b ase
sobre la que se organizan, se denom ina norm alm ente en psicología con
el térm ino atención. Por este térm in o entendem os el facto r responsa­
ble de extraer los elem entos esenciales p ara la actividad m ental, o el
proceso que m antiene u n a estrech a vigilancia sobre el curso preciso
y organizado d e la actividad m ental.
Aunque los hechos relativos a la atención h an sido descritos sin
ningún cam bio sustancial a través de la h isto ria de la psicología, co­
m enzando con la clásica publicación de M üller (1873) y continuado
con el tra b a jo de T itchener (1908) hasta el presente, los psicólogos han
m antenido opiniones altam ente discordantes sobre la n atu raleza de
la atención.
Una posición extrem a la ocuparon los sustentadores de la psicolo­
gía de la G estalt, uno de los cuales (Rubín) publicó un artícu lo titu lad o
“La inexistencia de la atención”, en el cual argüía que la selectividad
y dirección de la atención eran sim plem ente el resultado de la orga­
nización estructural del cam po percibido y que las leyes que gobier­
nan la atención no son, p o r tanto, nada m ás que las leyes e stru c tu ra ­
les de la percepción visual.
La posición opuesta fue m antenida por los sustentadores del idea­
lismo extrem o, que trazaro n una m arcada línea de separación en tre
la percepción y la atención y que vieron la atención como u n a m anifes­
tación de u n factor m ental específico. W undt la consideraba com o la
m anifestación de la voluntad activa o apercepción, y el psicólogo fran ­
cés Révault d ’Aliones (1923) la describió con el térm ino "esquem atiza-
ción”. Según su punto de vista, la atención hum ana no ap arece direc­
tam ente en el proceso de la percepción sensorial, sino que está to ta l­
m ente determ inada p o r fuerzas ideales que son de carácter m ental y
que son descritas por algunos autores como la “disposición” del su­
jeto y, p o r otros, como su "actividad cread o ra”.
Será obvio que estos enfoques tan diferentes del acto de la aten ­
ción y de los hechos de la selectividad de los procesos m entales hacen
casi im posible toda solución científica al problem a de sus m ecanism os
cerebrales, pues m ientras que los psicólogos que m antenían la p rim e­
ra de estas teorías denegaban naturalm ente to d a necesidad de b u scar
estructuras especiales o sistem as de atención y quedaban to talm en te
satisfechos señalando el carácter estru ctu ral de la excitación que tiene
lugar en las zonas receptoras del córtex, los psicólogos que ocupaban
posiciones extrem adam ente idealistas han considerado generalm ente
innecesario b uscar toda base m aterial p ara este acto fundam entalm en­
te m ental.
Antes de que pudiera hacerse cualquier anáfisis adecuado de los
m ecanism os cerebrales de la atención, era necesario hacer u n enfoque
com pletam ente nuevo de los puntos de vista clásicos de este proceso
e in te rp re ta r los fenóm enos de la atención desde posiciones esencial­
m ente diferentes.
Esto se hizo, en p rim er lugar, con la introducción en la psicología
del nuevo principio histórico del análisis de form as com plejas de acti­
vidad m ental, asociada sobre todo con el tra b a jo de V ygotsky y sus
colaboradores; y, en segundo lugar, p o r el exam en de hechos fisioló­
gicos que proporcionan un nuevo enfoque del m ecanism o que gobier­
n a el curso selectivo de los procesos neuroñsiológicos. La p rin cip al la­
b o r de este nuevo e histórico enfoque hacia lá átención fue salvar el
abism o que había existido siem pre en psicología en tre las form as ele­
m entales, involuntarias de la atención, p o r una p arte, y las form as su­
periores, voluntarias de la atención, por la otra.
Es bien sabido p o r los psicólogos que las características de la aten ­
ción m ás elem ental e involuntaria, aquella que es a traíd a p o r los es­
tím ulos m ás poderosos o biológicam ente significativos, puede ob ser­
varse m uy tem prano, durante los prim eros meses del desarrollo del
niño. Consisten en volver los ojos y después la cabeza hacia este es­
tím ulo, la cesación de todas las o tra s form as irrelevantes de actividad
y la aparición de u n grupo claram ente definido de respuestas re sp ira ­
torias, cardiovasculares y psicogalvánicas que B ekhterev llam ó la
"reacción de concentración” y Pavlov "el reflejo o rien tad o r”. Signos
definidos de esta reacción, que distingue los estím ulos m ás poderosos
o los m ás significantes biológicam ente y que dan a la conducta su ca­
rá c te r organizado, pudieron observarse en un niño de sólo unas se­
m anas, al principio en form a de una reacción de arousal y, m ás tarde,
cuando el niño estaba despierto, inicialm ente como enfoque del estím u ­
lo externo, seguido después de u n a activa búsqueda, de m odo que la
reacción en sí m ism a podía se r definida con índices fisiológicos p re ­
cisos (Polikanina, 1966; Fonarev, 1969). Algunos investigadores h an lo­
grado observar fragm entos individuales de estas características en
el niño recién nacido, especialm ente b ajo la form a de un signo m uy
interesante: la cesación de los m ovim ientos rítm icos de succión an te
la presentación de estím ulos fóticos (B ronstein, Itin a y otros, 1958).
Los signos de la reacción orientadora, la form a m ás elem ental de aten ­
ción, se agruparon en u n com plejo definido, haciendo factible su es­
tudio objetivo.
Además de este giro de los ojos y cabeza hacia el estím ulo co rres­
pondiente, el com plejo incluía tam bién respuestas autónom as: u n re­
flejo psicogalvánico, cam bios en el ritm o resp irato rio , y constricción
de los vasos sanguíneos periféricos (en el dedo, p o r ejem plo), m ien tras
que los vasos sanguíneos de la cabeza se dilataban. Más tarde, al m a­
d u ra r la actividad del córtex, se les unen o tro s fenóm enos bien cono­
cidos en la electrofisiología: inhibición del ritm o - alfa (o desincroni­
zación), o fortalecim iento de los potenciales evocados en resp u esta a
la presentación del estím ulo correspondiente. E ste conjunto com pleto
de características autónom as de la reacción orien tad o ra h a sido estu ­
diado con gran detalle p o r Sokolov, V inogradova y sus colaboradores
(Sokolov, 1963; Sokolov y otros, 1959; Vinogradova, 1958, 1959a, 1959b).
Sus investigaciones han m ostrado que las m anifestaciones de la crea­
ción orientadora preceden a la respuesta específica (por ejem plo, cons­
tricción de los vasos sanguíneos en respuesta al frío, y su dilatación en
respuesta al calor) y están entre las condiciones esenciales p ara la fo r­
m ación de un reflejo condicionado, que será lento de desarrollo si el
condicionam iento tiene lugar en ausencia de un reflejo orientador.
Los índices autónom os o electrofisiológicos de la reacción o rien ta­
dora tienen características estructurales y dinám icas definidas que se
m anifiestan tan pronto como el estím ulo cam bia (y lo q u e es p a rtic u ­
larm ente interesante, este cambio no tiene que ser necesariam ente un
aum ento, sino que puede ser una dism inución en intensidad o incluso
la omisión del estím ulo precedente), y que se extinguen gradualm ente
si se continúa repitiendo el mismo estím ulo una y o tra vez, con el de­
sarrollo de la hibituación. Ejem plos de las m anifestaciones de la reac­
ción orientadora como respuestas vasculares y psicogalvánicas y com o
depresión del ritm o -a lfa , vienen ilustrados en la figura 69 (Sokolov y
Vinogradova), m ientras que la m anifestación de una reacción o rien ta­
dora ante un estím ulo acústico en fo rm a de increm ento de la am ­
p litu d del potencial evocado se m u estra en la figura 70 (F arb er y
Fried, 1971).
Una característica esencial del reflejo orientador que le distingue
de la "reacción de aro u sal” general es que puede ser de carácter alta­
m ente direccional y selectivo. Sokolov, p o r ejem plo, observó que tras
la extinción de los com ponentes autónom o y electrofisiológico del re­
flejo orientador ante u n estím ulo acústico todos los otros sonidos que
diferían de él continuaban evocando reflejos orientadores. De acuerdo
con esto, concluyó que el fenóm eno de habituación, o extinción del
reflejo orientador, es altam ente selectivo. Consecuentem ente, los re­
flejos orientadores aparecen ante el m ás ligero signo de disparidad
en tre el “modelo neuronal del estím ulo” y el nuevo estím ulo presen­
tado (Sokolov, 1960). P o r tanto, desde su inicio la reacción orientadora
debe ser de carácter altam ente selectivo, creando así la b ase para u n a
conducta organizada, direccional y selectiva.
N aturalm ente se p reg u n tará: E sta fo rm a de atención voluntaria
altam ente com pleja m anifestada como la capacidad del su jeto p a ra
verificar su propio com portam iento y que los psicólogos del período
clásico interpretaron com o una form a especial de m anifestación de la
vida m ental sin raíces en las esferas biológicas de la actividad, ¿cóm o
puede originarse en aquellas reacciones elem entales de orientación
que los psicólogos han considerado com o u n tipo de reflejo innato?
b 1

F ig . 69. — (a) com ponentes psicogalvánicos y (b) vasculares d e l re fle jo o rie n ta d o r


y su p a rticip a c ió n en los procesos de h a b itu a c ió n (según S o k o lo v y V in o g ra d o va ).
(a) lo s núm eros s ig n ific a n señales. E l paciente debe p restar atención a las señales
(para contarlas). Después de las señales 125 y 146 la señal se e lim in a .
A B

p 100 200 300 400 500


ms

fondo reacción oñentativa '

S ° ^ V [ 500m s

ms

A región occipital , atención concentrada

B región central fondo

F ig . 70. — E fe c to de expectancia sobre e l fo rta le c im ie n to de los potenciales evoca­


dos (F a rb e r y F rie d ).

¿E stas altas form as de atención tienen las m ism as causas, p lan teán ­
dolo desde un punto de vista científico y determ inista, que las form as
de atención involuntarias y elem entales que acabam os de describir?
Sólo m uy recientem ente un enfoque científico a la solución de estos
problem as, como el p ro p u esto originalm ente p o r el im p o rtan te p si­
cólogo soviético Vygotsky, ha conseguido u n lugar firm e en la psico­
logía. E sta aproxim ación difiere radicalm ente del acercam iento típico
de la psicología clásica, y, p o r vez prim era, proporciona una clave
científica p a ra la com prensión de estas com plejas form as de atención
m ientras que al m ism o tiem po señala su origen en causas com pleta­
m ente diferentes. Consiste esencialm ente en el reconocim iento de que
de m anera d istin ta a las reacciones orientadoras elem entales, la aten ­
ción voluntaria en sus orígenes no es biológica, sino u n acto social
y que puede ser in terp retad o como la introducción de factores que
son el p ro d u cto no de la m adurez biológica del organism o, sino de
form as de actividad creadas en el niño a lo largo de sus relaciones con
los adultos, hacia la organización de esta regulación com pleja de la
actividad m ental selectiva.
Sería un erro r considerar que la atención del niño puede ser a tra íd a
únicam ente por un estím ulo poderoso y nuevo, o p o r un estím ulo co­
nectado con una petición inm ediata. Desde el com ienzo los niños vi­
ven en un entorno de adultos. C uando su m ad re m enciona u n o b jeto
de alrededor y lo señala con su dedo, la atención del niño es a tra íd a
p o r este objeto, de tal m anera que com ienza a sobresalir de todo lo
dem ás que no cu en ta tan to si da lugar a estím ulos fuertes y nuevos,
com o vitalm ente im portantes. E sta dirección de la atención del niño
a través de la com unicación social, palabras o gestos, m arca u n esta­
dio fundam entalm ente im p o rtan te en el desarrollo de esta nueva
form a de organización de la atención, la social. Más tarde, da lu g ar al
tip o de organización de la atención con una e stru c tu ra m ás com pleja,
la atención voluntaria.
Vygotsky, que fue el prim er psicólogo que identificó estos orígenes
sociales de las form as m ás altas de atención, expresó sus p u n to s de
v ista en el principio que ya he citado.

E n las p rim e ra s etapas d el d e s a rro llo la fun c ió n psicológica com pleja se c o m ­


partía entre dos personas: e l ad ulto “d e s e n c a d e n a b a ” los procesos psicológicos n o m ­
b ran d o los objetos o señalándolos; e l n iñ o respondía a esta señal y escogía e l o b je to
indicado, bien fija n d o sus ojos, bien cogiéndolo con su m ano. E n los estadios si­
guientes del d e s a rro llo este proceso socialm ente o rg an izad o se reorganiza. E l m ism o
n iñ o aprendió a h a b la r. P o d ía n o m b ra r e l objeto p o r sí m i s m o , y no m b rand o e l
objeto m ism o lo d istin g u ía d el resto d e l am biente y d irig ía su atención hacia él.
L a fun ció n que hasta a q u í hab ía sido co m p artid a en tre dos personas ven ía a ser ah o ra
u n proceso de organización interno d e los procesos psicológicos. D e u n a atención
e xtern a, socialm ente organizada, se d e s a rro lló la atención voluntaria del niño, que en
este estadio es un proceso in te rn o a u to rre g u la d o r.

E sta identificación de las raíces sociales de la atención voluntaria,


que Vygotsky reconoció el p rim ero , es de im portancia decisiva: sal­
v aba el abism o en tre las form as elem entales de la atención in v o lu n taria
y las form as superiores de atención voluntaria, preservando su u n id ad
y m anteniendo u n enfoque com ún, científico y d eterm in ista de la
fo rm a de la atención que los psicólogos an terio res habían situado
usualm ente en la categoría de “m en tal'', de fo rm a que esta atención
m ás com pleja llegó a ser com pletam ente accesible al análisis cientí­
fico. Desde luego estas form as su p erio res de atención v o luntaria no son
posibles de u n a m anera inm ediata. Un largo estudio h a m o strad o que,
p o r el contrario, la situación es inversa: la form ación de la atención
v oluntaria tiene u n a h isto ria larg a y d ram ática y el niño adquiere u n a
atención socialm ente organizada, eficiente y estable, sólo m uy poco
a n tes de que se le lleve a la escuela.
Las observaciones h an m o strad o que el niño no desarro lla inm e­
diatam ente la capacidad p ara obedecer a u n a instrucción verbal, sim-
pie y directa que dirige su atención hacia cierto objeto. La sim ple
acción activadora (o "im pulsora”) de una instrucción verbal puede ob­
servarse en un niño al final del prim er año de su vida o a com ienzos
del segundo: ya he señalado que en resp u esta a la sencilla p reg u n ta
de la m adre: "¿Dónde está la m uñeca?” o “¿Dónde está la taza?”, el
niño dirige su enfoque hacia el objeto nom brado y extiende sus b ra ­
zos hacia él. No obstante, esto ocurre sólo en las condiciones m ás
sim ples, sobre todo cuando no hay objetos distrayentes en el cam po
externo de la visión.
Tan pronto como esta prueba se repite bajo condiciones diferentes
y se ordena al niño "d a r la m uñeca”, m ientras al m ism o tiem po se si­
tú a cerca de él otro juguete distrayente, no fam iliar, tal como u n pez
o un pájaro, se obtiene un resultado diferente. En este caso, el enfo­
que del niño duda al principio entre todos estos objetos y frecuente­
m ente no descansa sobre la m uñeca que se le ha pedido, sino sobre el
nuevo pájaro o pez brillantem ente coloreados que ahora están cerca;
el niño extiende sus brazos hacia el nuevo objeto brillantem ente co­
loreado o distrayente y lo entrega en lugar del pedido. E n este estado
de desarrollo (aproxim adam ente entre los 18 y los 28 m eses) u n a or­
den verbal todavía no puede su p erar a los factores de atención invo­
lu n taria que com piten con ella y la victoria en esta pugna corresponde
a los factores del cam po directo de visión. La respuesta o rien tad o ra
directa ante un estím ulo nuevo, inform ativo o distrayente, form ada en
las prim eras etapas del desarrollo, suprim e fácilm ente la form a social
y superior de atención que sim plem ente acaba de com enzar a aparecer.
H asta los 4 años y medio o 5 esta capacidad de obedecer u n a orden
verbal no es lo suficientem ente fuerte com o p ara evocar u n a conexión
dom inante, de modo que el niño sea fácilm ente capaz de elim inar la
influencia de todos los estím ulos irrelevantes y factores distrayentes,
aunque todavía pueden continuar apareciendo duran te u n considera­
ble tiem po signos de inestabilidad de las form as superiores de aten­
ción, evocadas por una instrucción verbal.
No intentaré exam inar con detalle el curso posterior de form ación
de este tipo superior de atención interna y voluntaria, que en la edad
escolar ha quedado establecida como u n a form a estable de conducta
selectiva, subordinada no sólo al lenguaje audible de un adulto, sino
tam bién al propio lenguaje interno del niño, n i tam poco describiré las
sucesivas etapas p o r las que atraviesa este tipo de atención d u ran te
su form ación en la ontogenia; esto ya h a sido hecho en o tro lugar
(Vygotsky, 1956; Luria, 1961, 1966b) y no cae dentro del cam po de este
libro.
Es característico que, en la edad escolar, las form as de conducta
selectiva organizadas con la participación del lenguaje pueden h ab er­
se desarrollado hasta tal pu n to que puedan cam b iar significativam ente
no sólo el curso de las acciones y m ovim ientos, sino tam bién la orga­
nización de los procesos sensoriales. Un ejem plo será suficiente p ara
ilu stra r esta afirmación.
Hacia el final de los años 50, H om skaya (investigación no p ublica­
da) observó el hecho siguiente que indica claram ente la influencia del
lenguaje sobre la precisión increm entada de los procesos sensoriales.
Un niño que acaba de em pezar a ir a la escuela fue in stru id o p a ra
hacer un cierto movim iento en respuesta a u n color rosa pálido, p ero a
no hacer ningún m ovim iento en respuesta a u n rosa m ás obscuro. Al
aum entar la velocidad de presentación de los estím ulos, la actuación
del sujeto decayó notablem ente, y com etió varios errores, a veces h a sta
un 50 %. No obstante, si la p ru eb a se llevaba a cabo de form a q u e el
niño fuera instruido para evaluar al m ism o tiem po los tonos con pala­
b ras (diciendo "pálido” u "o scu ro ”) y dando la respuesta ap ro p iad a al
m ism o tiem po, la agudeza de discrim inación e n tre los tonos au m en tab a
considerablem ente, con el consiguiente decrecim iento del nú m ero de
errores. La inclusión del lenguaje propio del niño posibilitó la d istin ­
ción de las características diferenciales, hizo que la sensibilidad fu era
m ás selectiva, e hizo a las resp u estas m ucho m ás estables. O tras inves­
tigaciones publicadas por H om skaya (1958) h a n arro jad o luz sobre, los
m ecanism os internos de esta influencia organizadora del lenguaje p ro ­
pio del niño y señalan un nuevo enfoque del análisis de su papel en la
estru ctu ra de las form as superiores de la atención voluntaria.

Indicadores fisiológicos de la atención


Los procesos de atención no sólo pueden se r observados d u ra n te
el com portam iento selectivo y organizado. T am bién se reflejan en ín­
dices fisiológicos precisos, que pueden u sarse p a ra e stu d ia r la estab i­
lidad de la atención.
Cuando he analizado el tra b a jo de la p rim e ra unidad funcional del
cerebro —la unidad responsable del tono co rtical— he ap u n tad o que
todo fenóm eno de arousal se acom paña de u n grupo com pleto de sín to ­
m as que indican un increm ento general en el nivel del estado de p re ­
paración o tono del organism o. E sto s incluyan cam bios fam iliares en
la actividad cardíaca y en la respiración, constricción de los vasos san­
guíneos periféricos, aparición del reflejo psicogalvánico y la aparición
del fenóm eno de desincronización (depresión del ritm o alfa) que se
observan siem pre que la atención es atraída por un estím ulo o por
alguna forma de actividad.
Como resultado de un trabajo reciente es necesario com plem entar
esta lista de fenómenos bien conocidos con otros cam bios en los po­
tenciales lentos del electroencefalogram a conocidos ahora, general­
m ente, con el térm ino introducido p o r Grey W alter ‘‘ondas de expec-
tan cia”, la aparición de num erosos puntos corticales que funcionan
sincrónicam ente (Livanov, 1962; Livanov y otros, 1967) y, finalm ente,
cam bios en la alternación periódica norm al en las ondas lentas y en la
relación entre los frentes ascendentes y descendente de las ondas
descritas en principio por Genkin (1962, 1963, 1964).
Todos estos fenóm enos son de carácter generalizado y tom an la
form a de la activación, independientem ente de si son evocados p o r el
cam bio del sueño a la vigilia o bien p o r un cambio elem ental en la
intensidad, por la novedad o atractividad del estím ulo, o p o r una ins­
trucción verbal. Pueden, por tanto, ser considerados com o signos de
u n cam bio en el sustrato general de la atención del sujeto. Sin em ­
bargo, adem ás de estos signos existen otros de tipo diferente que re ­
velan las form as especializadas de activación o de atención dirigida y
selectiva. Los prim eros en la lista que vamos a considerar son los
cam bios en los potenciales corticales evocados.
E l fenóm eno de los potenciales evocados, investigado en p rim er lu­
g ar p o r Adrián (1936); Jouvet (1956); H ernández - Peón (1961, 1966);
Dawson (1958a, 1958b; Dawson y otros, 1959); Peim er (1958) y m uchos
o tro s, esencialm ente es como sigue. La presentación de u n estím ulo es­
pecial (visual, acústico, táctil o nocioceptivo) evoca una resp u esta eléc­
tric a (potencial evocado) en las regiones correspondientes (occipital,
tem poral y central) del córtex. U na característica p articu larm en te
im p o rtan te p a ra nuestro propósito es que la estru ctu ra de estos cam ­
bios varía sustancialm ente según la intensidad del estím ulo y según la
actividad del sujeto; un cam bio (aum ento de la am plitud) de los po­
tenciales evocados puede aparecer com o respuesta directa a un estím u­
lo sensorial en la p rim era fase del potencial evocado (tra s u n período
la te n te de 30-50 miliseg.), m ientras que los cam bios inducidos p o r u n a
actividad m ás com pleja, tal como el análisis de inform ación, aparecen
en las últim as etapas de los potenciales evocados (tras u n período lá­
ta n te de 150-250 miliseg.).
E l fenóm eno de los potenciales evocados puede usarse no sólo p ara
in d icar una respuesta directa a un estím ulo sensorial específico, sino
tam b ién p ara reg istrar objetivam ente cam bios en la recepción y aná-
8^i

TOpVj t "
100200300 400 500 100200 300 400500
ms ms im

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■ ■ ■_____ i______i
100200 300400 500 100200300400 500 100 200 300400600
ms ms

. fondo a región occipital


_ computado b parietal
c centTal

Fig . 71. — Increm ento en la a m p litu d de potencíales evocados d u rante u n esfuerzo


de atención a c tiva (según F a rb e r y F rie d ).

expectación del tono/corriénte eléctrico :


o*?
indicaciones
parieto occipital derecho -

parieto-occipital izquierdo
frontal centra! derecho
frontal-central izquierdo

diferenciación del estimulo visual

indicaciones ■---------
paneto-occipital derecho m
n a _ _J!
nn Ln ■
máTi
paneto-occipital izquierdo

□ -1
a
P
II

frontal-central derecho ■
frontal-central izquierdo :□ _

ejecución de respuestas motoras voluntarias


ind icaciones -013
paneto-occipital derecho
parieto-occipital izquierdo
frontal-central derecho
frontal-central izquierdo

F ig . 72. — E xtensió n de cam bios sig n ific a tivo s en lo s potenciales evocados a va ria s
zonas c o rticales d u ra n te la activació n de la atención selectiva (según S im e rn itska ya ).
lisis de la inform ación que aparecen debido a la m ovilización de la
atención activa.
Los potenciales evocados pueden ser estudiados como un ind icad o r
objetivo de la atención en dos sentidos. Prim ero, puede establecerse
u n a com paración en tre el m odo com o cam bia el potencial evocado du­
ra n te la distracción de la atención p o r un estím ulo irrelevante, y com o
aum enta cuando es reforzada la atención hacia el estím ulo relevante.
T ests del prim er tipo se incluyeron en las clásicas investigaciones de
H ernández - Peón (1956, 1960, 1969), que dem ostró que los potenciales
evocados por un estím ulo acústico en un gato son enorm em ente inhibi­
dos ante la presentación de la vista u olfato de u n ratón. T ests del se­
gundo tipo han sido llevados a cabo principalm ente en el hom bre; los
potenciales evocados obtenidos en respuesta a la presentación n o rm al
de estím ulos sensoriales se com pararon con los potenciales evocados
obtenidos durante la expectación activa de estos estím ulos (tra s u n a
instrucción de estar alerta), o cuando el análisis de estos estím ulos se
com plicaba con la presentación de la instrucción: "C uente el nú m ero
de estím ulos”, "D istinga en tre los cam bios de tono o de inten sid ad del
estím ulo”, etc. Los resultados obtenidos p o r varios investigadores
b a jo estas condiciones (Lindsley, 1960, 1961; Peim er, 1958, 1966; Si-
m em itskaya, 1970; Tecce, 1970) d em ostraron que la atracción de la
atención por la expectación activa o la complicación de la tarea condu­
ce a un apreciable aum ento en la am plitud del potencial evocado, y la
com paración de estos tests con los tom ados bajo condiciones "de
fondo", en los que el estím ulo sensorial era presentado sin ninguna
instrucción prelim inar, dem ostró claram ente que este aum ento de la
am plitud de los potenciales evocados (y especialm ente en su segunda
y últim a fase) es un signo definido y objetivo de atención voluntaria.
Otro hecho característico es que este rasgo de un aum ento d u rad e­
ro de la am plitud de los potenciales evocados b ajo la influencia de u n a
instrucción verbal, que movilice la atención, está poco definido en el
niño hasta alcanzar la edad escolar, pero queda característicam en te
definido y estable en los últim os períodos del desarrollo del niño en la
escuela. E sto queda ilustrado en la figura 71.
No obstante, con el uso del m étodo de los potenciales evocados, es
posible hacer un análisis m ucho m ás detallado de los m ecanism os ce­
reb rales de los procesos fisiológicos que yacen en la base de la aten ­
ción voluntaria.
V arias investigaciones han dem ostrado que u n cam bio de la ta re a
(ta l como d a r una instrucción p ara b u scar cuidadosam ente u n cam bio
en el estím ulo) no sólo aum entó la am plitud del potencial evocado,
sino que tam bién provocó su extensión a o tra s zonas corticales situ a­
das fuera del núcleo cortical del analizador p articu lar, p o r ejem plo,
el área sensorial prim aria, de m odo que podía ser detectada incluso
en partes d istan tes del córtex.
Este fenóm eno queda dem ostrado con to d a claridad p o r las gráfi­
cas que he tom ado de u n a investigación d esarro llad a p o r S im em its-
kaya en n u estro laboratorio (fig. 72). E ste gráfico m u estra que m ien­
tras que la presentación d irecta de u n estím ulo da lugar, tra s u n a de­
m ora de aproxim adam ente 80-100 miliseg., a potenciales evocados re s­
tringidos a las correspondientes zonas sensoriales prim arias, u n a ins­
trucción p relim in ar de expectativa an te el estím ulo o de b u sc a r cam ­
bios en su intensidad o carácter, aum entando la presión sobre la a te n ­
ción diferencial, provocó cam bios significantes en los potenciales que
com enzaron a aparecer tra s 200-250 miliseg. en otras regiones del
córtex d istan tes incluyendo el córtex frontal. La gran im p o rtan cia de
estos experim entos para el análisis detallado de los sistem as co rtica­
les que p articip an en el proceso que incluye form as superiores de
atención activa es obvia.
Estos estudios electrofisiológicos objetivos no sólo p ro p o rcio n an
una pro fu n d a visión de los íntim os m ecanism os de las form as com ­
plejas de atención, sino que tam bién p erm iten estu d iar los principales
períodos de su form ación. E sta o p o rtu n id ad se ha p resentado con
varias investigaciones recientes, p rin cip alm en te las de F a rb e r y sus
colaboradores (Farber, 1969; F a rb e r y Fried, 1971; Fried, 1970). E stas
investigaciones dem ostraron que m ien tras q u e u n a reacción orienta­
dora inm ediata conduce a u n increm ento percep tib le de los potencia­
les evocados incluso en el niño pequeño, la ap arició n de cam bios d u ra ­
deros en los potenciales evocados com o resu ltad o de u n a instrucción
verbal (c o n ta r los estím ulos o d e scu b rir cam bios en los m ism os), que
es un rasgo p articu larm en te conspicuo en los niños m ayores, está aún
poco definida y con carácter inestable en la infancia y tem p ran a niñez.
E stos hallazgos, que se ilu stran en la figura 73, dem uestran clara­
m ente que los cam bios fisiológicos producidos por una instrucción
verbal y que yacen en la base de su atención voluntaria, sólo se fo rm a n
gradualm ente, y no aparecen en form a estable y precisa h a sta la edad
de 12 a 15 años. Uno de los hechos m ás significativos, desde n u estro
punto de vista, es que a esta ed ad es cuando com ienzan a ap arecer
cam bios claros y duraderos de los potenciales evocados, no sólo en las
áreas sensoriales del córtex, sino tam bién en las zonas frontales, en
un período en el que, com o m u estran to d as las investigaciones, las
100 200 3 0 0 4 0 0 500
ms ms

O occipital
C central
V vertex
F frontal

. fondo

, concentrado

ms

O occipital
C cen tra l
V vértex
F fron tal

fondo

. c o n c e n tra d a

ms

Figura 73. — Extensión de los cambios en potenciales evocados en diferentes zonas


corticales durante la movilización de la atención activa en niños de diversas edades.
Cambios en potenciales evocados bajo la influencia de una instrucción verbal para
evaluar diferentes estímulos visuales: (a) en un niño de siete años; (b) en un joven
de 14 años (Farber y Fried).
zonas frontales están com enzando a desem p eñ ar un papel m ás íntim o
en las form as com plejas y estables de la atención superior voluntaria.
Realicemos ahora un especial exam en de este problem a, que es de
un considerable interés neuropsicológico.

O rganización cerebral
Los hechos que acabam os de exam inar sugieren que no todos los
sistem as del cerebro an terio r ejercen el m ism o papel en la organización
de la atención, y que n u estro exam en de la organización cerebral de
la atención debe ser de carácter diferencial, pues ha de co n sid erar tan ­
to las estru ctu ras individuales del cereb ro como las form as indivi­
duales de atención.
Cuando exam inam os las principales unidades funcionales del ce­
rebro (p a rte I, cap. 2), m encioné el papel que ejercen las estru c tu ra s
de la p a rte superior del tallo cereb ral y la form ación re tic u la r en el
m antenim iento del tono cortical de vigilia y en la m anifestación de la
reacción general de arousal. Por tan to , se considera p o r buenas razo­
nes que los descubrim ientos realizados p o r Moruzzi y M agoun (1949),
Lindsley y colaboradores (1949) y Jasp er (1957) revelaron los m ecanis­
mos esenciales que d eterm inan la tran sició n del sueño a la vigilia, y
que la form ación reticu lar activadora ascendente debe ser considerada
como u no de los sistem as m ás im p o rtan tes que aseguran las form as
m ás generalizadas y elem entales de la atención.
E stas hipótesis han sido confirm adas no solam ente p o r num erosos
experim entos bien conocidos con anim ales, en los que la sección de la
form ación reticular induce al sueño, m ie n tra s que su estim ulación in­
duce a u n increm ento de la vigilancia y a u n a sensación agudizada
(véase el estudio de este asunto p o r Lindsley, 1960), sino tam bién p o r
observaciones clínicas en las que las lesiones de la p a rte su p erio r del
tallo cerebral y las paredes del te rc e r v en trícu lo conducen al estable­
cim iento del sueño o a u n estado som noliento, oniroide, y que el tono
cortical, en estos casos, e stá agudam ente red u cid o y el estado de vigilia,
estado selectivo de consciencia, p ro fu n d am en te alterado.
Sin em bargo, los m ecanism os del tallo cerebral su p erio r y la fo r­
m ación reticu lar activadora ascendente son responsables únicam ente
de una fo rm a de atención, la m ás elem ental: el estado generalizado de
vigilia.
T oda form a com pleja de atención, in v o lu n taria o, m ás especial­
m ente, voluntaria, req u iere el cum plim iento de o tras condiciones, p rin ­
cipalm ente la posibilidad del reconocim iento selectivo de un estim ulo
particular y la inhibición de respuestas a estím ulos irrelevantes, de
ninguna im portancia en la situación corriente. E sta contribución a la
organización de la atención se efectúa por o tras estru ctu ras cereb ra­
les localizadas a nivel superior: en el córtex lim bico y en la región
frontal. Examinemos, separadam ente, los factores relevantes de cada
caso por separado.
El pápél de las estru ctu ras del córtex antiguo o región lím bica (hi­
pocam po, am ígdala) y los sistem as conectivos del cuerpo caudado h a
atraído recientem ente la atención de los investigadores. Los estudios
a nivel de una sola unidad, como he señalado antes, h an m o strad o con
claridad que las neuronas que no responden a estím ulos m odales espe­
cíficos, sino que com paran aparentem ente estím ulos nuevos y viejos y
que perm iten que se dé u n a respuesta a los nuevos estím ulos o a sus
propiedades, en tan to que las respuestas a estím ulos habituales y an­
tiguos se extinguen, ocupan un im p o rtan te lugar en estas estru c tu ra s
particulares (V inagradova, 1969, 1970a, 1970b). Es p o r esto q u e las
estructuras del hipocam po, íntim am ente relacionadas con los m eca­
nism os de inhibición de estím ulos irrelevantes y de habituación a es­
tím ulos repetidos d u ran te largos períodos de tiem po, en u n a p rim era
etapa comenzaron a considerarse como com ponentes esenciales del
sistem a inhibidor o " filtra n te ”, participando necesariam ente en las
respuestas selectivas ante estím ulos específicos y form ando u n a p a rte
del sistem a de reflejos orientadores innatos y de la conducta instintiva.
P or esta razón, el hipocam po, y m ás tarde el cuerpo caudado, com en­
zaron a ser considerados como estru ctu ras esenciales p a ra la elim ina­
ción de respuestas a estím ulos irrelevantes que p erm itan al organism o
com portarse de u n a m anera estrictam ente selectiva (G rastyan, 1961;
Douglas y Pribram , 1966; V inogradova, 1969, 1970a, 1970b) y que una
lesión de estas estru ctu ras era origen de la ru p tu ra de la selectividad
en la conducta, que es, de hecho, m ás una alteració n de la atención
selectiva que u n fallo de m em oria. E stas teorías sobre el papel de la
región lím bica y, en p articu lar, las estru ctu ras del hipocam po en la
organización de la conducta, corresponden tam bién a los cam bios en
el com portam iento y en el estado de consciencia observado en p a­
cientes con lesiones de esta región que se m anifiestan bien en el cua­
dro clínico, bien en los resultados de "ests” especiales electrofisioló-
gicos.
Clínicamente, los pacientes de este grupo, con tum ores p rofundos
en la línea m edia, no exhiben alteraciones de conocim ientos y praxis,
lenguaje o procesos form alm ente lógicos. Toda la patología de su con-
ducta concierne a la inestabilidad de sus resp u estas selectivas, a u n a
notable fatigabilidad, y a la ráp id a transición a resp u estas no selecti­
vas ante estím ulos diferentes. *'■
E n casos relativam ente leves, esta lesión se m anifiesta p o r u n a m a­
yor distraibilidad, en la rápida desaparición de la actividad o rie n ta d a
a un fin, la fácil aparición de asociaciones irrelevantes, y alteracio n es
bien definidas de la mem oria; discutirem os esto de nuevo. E n casos
m ás graves (tum ores masivos que afectan las p ared es del te rc e r ven­
trículo y la región límbica) este síndrom e es de c a rá c te r m ás acusado
y comienza a m anifestarse com o u n estad o som noliento, oniroide, en
el que el paciente pierde la distinción e n tre p resen te y pasado, se m ues­
tr a confuso y com ienza a fantasear. E n am bos casos, los estím ulos irre ­
levantes son m ezclados en seguida d en tro de su cu rso de p en sam ien to
y la estructura de su consciencia se hace com pletam ente confusa en
lugar de organizada direccional y selectivam ente. T al paciente pu ed e
declarar que él no está en el hospital, sino en casa o en el tra b a jo (al­
gunas veces en am bos lugares a la vez), o puede decir que e stá en
algún lugar vago, indeterm inado (p o r ejem plo, es u n a estación de fe­
rrocarril); puede decir que sus p arien tes están con él, en ese lu g ar, o
puede tom ar al m édico p o r u n conocido de su tra b a jo ; puede m o s tra r
otros signos de serias alteraciones de la consciencia que son p a rtic u la r­
m ente obvias si las zonas an terio res de la región lím bica están afecta­
das por el proceso patológico y si su consciencia de que el cu rso selec­
tivo de sus procesos m entales e stá d añada (L uria, H om skaya, Blin-
kov y Critchley, 1967). Estos fenóm enos son confirm ados p o r los cam ­
bios electroencefalográficos en la actividad co rtical que ap arecen en
tales casos.
Los hechos clínicos descritos an terio rm en te se explicaban, h a sta
cierto punto, p o r los resultados de recientes te s ts electrofisiológicos
en pacientes con lesiones diencefálicas m asivas o co n tum ores en las
paredes del te rc e r ventrículo y zonas adyacentes de la región lím bica.
E stas investigaciones (Latash, 1968; Filippycheva y Faller, 1970) m os­
tra ro n que los com ponentes autónom os y electrofisiológicos del reflejo
orientados están seriam ente d eprim idos en estos pacientes, e incluso
los estím ulos repetidos com ienzan a evocar únicam ente re sp u esta s
m uy débiles que desaparecen ráp id am en te; esto es el resu ltad o claro
de una deficiencia de los influjos no específicos del tallo c ereb ral que
b ajo condiciones norm ales m an tien en el nivel ap ro p iad o de to n o cor­
tical. ‘
La ley de la fuerza, según la cual estím ulos fu ertes evocan re s­
puestas fuertes y estím ulos débiles evocan re sp u esta s débiles, ya no se
aplica; estím ulos de diferentes intensidades com ienzan a evocar res-
270
puestas iguales, y algunas veces u n estím ulo no p ro d u ce depresión,
sino una paradójica exacerbación del ritm o alfa. El proceso de h ab i­
tuación a un nuevo estím ulo, que se observa claram ente cuando el
córtex está en estado norm al, tam bién sufre profundos cam bios y los
com ponentes electrofisiológicos del reflejo orientador o bien están
com pletam ente ausentes o bien se hacen inextinguibles. Al m ism o
tiem po, estas investigaciones dem uestran que en este grupo de pacien­
tes pueden aparecer distorsiones del proceso norm al de excitación,
característica que nos lleva directam ente a la explicación de los m e­
canismos de las alteraciones m entales que acabo de describir.
Sin embargo, una característica esencial de todos estos casos es que
todos estos signos de alteración prim aria de la atención direccional y
selectiva pueden com pensarse, h asta cierto grado, en el tiem po p o r la
introducción de una orden verbal o, en o tras palabras, p o r la incorpo­
ración al sistem a de niveles estru ctu rales superiores del proceso in­
tactos. G eneralm ente, esta com pensación tiene sólo c a rá c te r tem poral
y la selectividad de los procesos electrofisiológicos se pierde ráp id a­
m ente; no obstante, esta integración potencial de las form as superio­
res, voluntarias de atención en presencia de una alteració n p rim aria
de sus form as elem entales es un signo im portante que distingue a
estos pacientes de los que tienen lesiones en otros lugares.
Los lóbulos frontales del cerebro tienen un papel totalm ente dife­
ren te en la organización de la atención. E n las investigaciones clásicas
sobre animales, como ya he m encionado (parte II, cap. 7), a m enudo
se sostenía que los lóbulos frontales estaban d irectam ente relaciona­
dos con la preservación de las huellas de la m em oria, y que esto se
m anifestaba por la alteración de las respuestas re ta rd a d a s en anim a­
les tras la extirpación del córtex frontal. No o b stan te, como ya he
señalado, este hecho h a recibido u n a in terp retació n com pletam ente
diferente como resultado de los últim os trabajos. Se dem ostró (Mal-
mo, 1964a; Pribram , 1959b, 1963a, y W eiskrantz, 1968) que u n anim al
no puede realizar correctam ente resp u estas retard ad as tra s la extir­
pación de sus lóbulos frontales no sólo porque no puede reten er las
huellas anteriores, sino m ás bien p orque com ienza a se r constante­
m ente distraído por los estím ulos irrelevantes, y no puede in h ib ir estas
respuestas inadecuadas. Esta es la razón p o r la cual, com o dem ostra­
ro n estos investigadores, la supresión de todos los estím ulos irrele­
vantes (por ejem plo, situando al anim al en com pleta oscuridad o de­
sarrollando el experim ento tras la adm inistración de tranquilizantes,
que dism inuyen el tono cortical general) conduce a la restau ració n de
las respuestas norm ales retardadas. El papel esencial de los lóbulos
frontales en la inhibición de respuestas a estím ulos irrelevantes y en
la preservación de la conducta program ada y orientada hacia u n fin,
tam bién h a sido dem ostrada p o r los experim entos de K onorski y
Lawicka (1964); B ratkow ski (1964, 1966) y otros. Debido a la alteración
de estos m ecanism os inhibidores, la extirpación de los lóbulos fro n ­
tales en estos anim ales siem pre conducía a form as graves de a lte ra ­
ción de la conducta orientada hacia un fin, direccional y selectiva, y
a una desinhibición de respuestas im pulsivas ante estím ulos irrele­
vantes. Los cam bios en la conducta anim al que fueron descritos en
los clásicos trabajos de B ianchi (1895, 1921); Jacobsen (1935); Ano­
khin (1949), y Pribram (1953, 1958b) dem uestran claram ente esta fuen­
te prim aria de la alteración de su actividad.
Una abundante inform ación referen te a las alteraciones de la con­
ducta selectiva y, sobre todo, de las form as superiores de atención
nos la proporcionan los estudios clínicos de pacientes con lesiones en
los lóbulos frontales.
Por contraste con los pacientes que tienen lesiones en la p a rte su­
perior del tallo cerebral y la región h'mbica, en los pacientes con lesio­
nes masivas de los lóbulos frontales las form as elem entales de aten­
ción involuntaria o de reflejos orientadores im pulsivos an te estím u­
los irrelevantes puede no sólo m antenerse, sino que tam bién puede
se r aum entada patológicam ente. Paralelam ente, todo intento de in d u ­
cir atención voluntaria estable en estos pacientes con la ayuda de ins­
trucciones verbales es inefectivo.
La incapacidad de con cen trarse en u n a instrucción y de in h ib ir
respuestas a estím ulos irrelevantes aparece incluso d u ran te las p ri­
m eras observaciones clínicas de pacientes con lesiones m asivas en los
lóbulos frontales. N orm alm ente estos pacientes com ienzan a realizar
la tarea propuesta, pero ta n p ro n to como ap arece en escena u n ex tra­
ño, o la persona de la cam a de al lado le s u s u rra algo a la enferm era,
el paciente deja de realizar la ta re a y transfiere su atención al recién
llegado o interviene en la conversación con su vecino. P or lo tan to ,
lo m ejor p ara investigar a un paciente así, es em pezar a p a sa r el te st
a su vecino; en tales casos, el paciente se u n irá involuntariam ente a la
conversación y m ostrará, p o r tanto, la actividad involuntaria que sería
difícil inducir instruyendo directam ente al p ro p io paciente.
E sta distraibilidad in crem en tad a en pacientes con lesiones m asi­
vas del lóbulo frontal es la causa de aquellas profundas alteraciones
de su conducta orientada a u n fin que he escrito antes (p a rte II, ca­
pítulo 7) y sobre las que volveré de nuevo cuando discuta la s a lte ra ­
ciones del pensam iento en lesiones de los lóbulos frontales.
Las alteraciones profundas de la atención voluntaria o de las for­
m as superiores de verificación de la actividad, asociadas con la reap a­
rición de form as elem entales del reflejo orientador, crean u n cuadro
de las alteraciones conductuales que he visto m uy a m enudo en pa­
cientes con lesiones frontales.
Como resultado de investigaciones psicofisiológicas llevadas a cabo
d u ran te los últim os años, podem os ya distinguir los m ecanism os que
yacen en la base de la alteración de estas form as superiores de aten
ción. Grey W alter (ver parte II, cap. 7), estableció el hecho de que la
expectación de u n estím ulo evoca potenciales lentos específicos en los
lóbulos frontales hum anos, que él describe con el nom bre de "ondas
de expectación”, y estas ondas se extienden acto seguido p o r o tras
áreas del cerebro (fig. 19). Al m ism o tiem po, Livanov y sus colabora­
dores descubrieron que el stress intelectual da lugar a un m arcado
aum ento en el núm ero de p u n to s que trab ajan sincronizadam ente en
el córtex frontal (fig. 20).
E stos fenóm enos indican inequívocam ente que los lóbulos fro n ta­
les hum anos p articip an en la activación inducida p o r una instrucción
verbal y son una p a rte del sistem a cerebral directam ente involucrado
en los procesos asociados con las form as superiores de atención activa.
El hecho de que los lóbulos frontales tengan ta n ta s conexiones con
la form ación reticu lar proporciona una base m orfológica y fisiológica
p ara la participación de los lóbulos frontales en estas form as superio­
res de activación.
Todos estos hechos proporcionan la explicación de algunos de los
resultados fundam entales obtenidos m ediante te sts psicofisiológicos
en pacientes con lesiones en los lóbulos frontales, descubiertos en el
curso de m uchos años de cuidadosa investigación p o r H om skaya y sus
colaboradores (H om skaya, 1960, 1965, 1966a, 1966b, 1969, 1972; L uria
y H om skaya, 1970; Artemeva, 1965; Artem eva y H om skaya, 1966; Ba-
ranovskaya y H om skaya, 1966; B aranovskaya, 1968; Sim em itskaya,
1970; Sim ernitskaya y H om skaya, 1966).
Como he señalado, las lesiones en las p artes superiores del tallo
cerebral y sistem a lím bico pueden a lte ra r la base p rim aria de la aten ­
ción, la reacción orientadora, que puede ser inestable y de fácil extin­
ción, o puede d e ja r de suprim irse p o r factores de habituación. Sin
em bargo, es característico que, en estos casos, la atracción de la aten­
ción p o r un estím ulo con la ayuda de una instrucción verbal puede
com pensar sus defectos y fo rtalecer los com ponentes electrofisioló­
gicos y autónom os de la atención. El m ism o tipo de situación se puede
observar en pacientes con lesiones en las zonas posteriores del córtex,
en los cuales los estados patológicos del córtex pueden conducir a la
inestabilidad de las bases fisiológicas de la atención, p ero en los cua­
les, no obstante, la llegada de una instrucción yerbal eleva inm ediata­
m ente el tono de atención y com pensa el defecto. Los diligentes es­
fuerzos p ara com pensar el defecto que pueden observarse en todos
los pacientes de este tipo d u rante el entretenim iento rehabilitador,
y que exigen una especial concentración y la estabilidad de la aten­
ción voluntaria, ilustran esta situación.
Con los pacientes que tienen lesiones m asivas del lóbulo frontal el
caso es m uy distinto. Como ya he m encionado, los reflejos orientadores
elem entales de estos pacientes con frecuencia están aum entados p a­
tológicam ente y esto interfiere en su realización intencional y ráp id a
de la tarea.
Un cuadro diferente se da en estos pacientes si se som ete a p ru eb a
la estabilidad de sus respuestas ante estím ulos presentados rep etid a­
m ente. M uchos pacientes de este grupo, en tales casos, m u estran una
gran inestabilidad de la atención, de m odo que tras unas pocas p re­
sentaciones del mismo estím ulo los com ponentes autónom os y elec­
trofisiológicos de su reflejo o rien tad o r desaparecen.
Sin em bargo, existe o tra diferencia en tre los pacientes con lesiones
en el lóbulo frontal y los que tienen lesiones locales en las zonas poste­
riores del cerebro: m ientras que en éstos la movilización de u n a aten ­
ción especial m ediante una instrucción adicional, que tiene el efecto
de increm entar la actividad (por ejem plo, la instrucción "c o n ta r los
estím ulos”, o "descubrir cam bios en ellos”, etc.) re s ta u ra inm ediata­
m ente los extinguidos síntom as del reflejo orientador y estabiliza la
atención, en los pacientes con lesiones frontales esto no ocurre, y u n a
instrucción que debería increm entar la actividad del paciente, de he­
cho no produce ningún cambio consistente.
El m ism o esquem a se puede ver en o tro s índices del proceso de
activación que, bajo condiciones norm ales, aparece en resp u esta a
estím ulos que movilizan la atención. M ientras que en condiciones n o r­
m ales la repetida presentación de un estím ulo conduce a la extinción
del reflejo orientador vascular, ta n p ro n to como el su jeto es in stru id o
p a ra que dirija su atención hacia cam bios en la calidad o intensidad
del estím ulo o para co n tar el núm ero de estím ulos, los com ponentes
vasculares del reflejo o rien tad o r se re sta u ra n inm ediatam ente y se
m antienen durante un largo período de tiem po. E sto no o cu rre en
los pacientes que tienen lesiones m asivas en los lóbulos frontales, pues
aunque sus respuestas vasculares a estím ulos rep etid o s son ráp id a­
m ente extinguidas, u n a instrucción verbal que b ajo circunstancias
norm ales movilizaría la atención, en este caso no tiene efecto y la
curva pletismográfica no cam bia.
M ientras que bajo condiciones norm ales la prim era p resentación
de un estím ulo evoca cam bios definidos en las respuestas electro - fi­
siológicas del cerebro, en form a de depresión del ritm o alfa y aum ento
de los componentes rápidos del electroencefalogram a, y m ien tras que
la presentación repetida de estím ulos conduce al desarro llo de la
"habituación” y a la desaparición de estas respuestas, tan p ro n to com o
el sujeto recibe una instrucción que eleva su atención hacia estos estí­
mulos, los componentes electrofisiológicos del reflejo o rie n ta d o r se
restauran y perm anecen estables d u ran te m ucho tiem po. E xiste un
cambio parcial en la com posición de esta reacción de activación en
las frecuencias alfa y beta. E ste papel de la atención de estab ilizar los
fenómenos de la activación, que perm anece intacto en pacientes con
lesiones de las zonas posteriores del cereb ro, estáa u s e n te en pa­

cientes con lesiones m asivas de los lóbulos frontales; en este caso,


aunque pueden continuar realizando la o rd en que se les h a dado,
lo hacen sin ninguna apreciable m ovilización de la atención y los sig­
nos electrofisiológicos que reflejan la elevación y estabilización del
sustrato de la actividad propio de estas respuestas no se resta u ra , A
m enudo bajo estas condiciones la reacción de activación invierte su
signo (Homskaya, 1972).
Finalm ente, m ientras que bajo condiciones norm ales la estim ula­
ción de una m odalidad p articu lar conduce a la aparición de p oten­
ciales evocados en las zonas corticales correspondientes, en estos pa­
cientes la instrucción p relim in ar p ara e sp e ra r al estím ulo o p ara des­
cubrir diferencias entre los estím ulos, ocasiona un m arcado aum ento
en la am plitud de los potenciales evocados, así como su extensión a
otras zonas del córtex so b re una gran área. E stos fenóm enos, que han
sido descritos en detalle p o r m uchos au to res, persisten en los pacien­
tes con lesiones de las zonas posteriores, p ero no existen en los pa­
cientes con lesiones fro n tales m asivas, en los cuales, com o en o tro s
sujetos, el estím ulo evoca u n a resp u esta definida específica p a ra esa
m odalidad particular, en form a de un potencial evocado, p e ro la inten­
sidad de este potencial perm anece co n stan te a pesar de la in stru c­
ción que debería haber elevado el nivel de atención o disto rsio n ad o el
carácter de los potenciales evocados.
Los hechos que acabo de describir están m uy claram ente ilu stra­
dos en las figuras 53-7.
E stos resultados sugieren que los lóbulos frontales ju eg an u n im ­
p ortante papel en la elevación del nivel de vigilancia de u n sujeto
cuando realiza una tarea y p articip an así, sucesivam ente, en las fo r­
m as superiores de la atención. E ste hecho, de gran im portancia p a ra
el estudio de los mecanism os cerebrales de las form as com plejas de la
atención, ha sido estudiado en detalle p o r H om skaya y sus colabora­
dores, cuyas observaciones com parativas en pacientes con diferentes
tipos de lesiones del lóbulo fro n ta l no sólo han confirm ado to talm en te
la proporción anterior, sino que m uchos de sus detalles h an llena­
do un vacío existente hasta entonces.
Ellos descubrieron que la p érd id a de activación como resu ltad o
de u n a instrucción verbal se veía de form a p articu larm en te clara
en pacientes con lesiones frontales masivas y b ilaterales que afecta­
b an las porciones mediales de los lóbulos frontales. Esto o cu rría
en pacientes cuya conducta se caracterizaba p o r rasgos de in acti­
vidad, distraibilidad y una p ro fu n d a alteración de la selectividad de
sus procesos m entales y tam bién, ocasionalm ente, en pacientes que
apenas tenían m anifestaciones clínicas de cam bio en la conducta que
fuera detectable m ediante observación externa.
Los pacientes con lesiones de las porciones laterales de los lóbulos
frontales exhibían un cuadro m uy distinto. La activación que ap are­
cía a través de la influencia d irecta de los estím ulos estaba suficiente­
m ente m arcada en estos pacientes y se extinguía rápidam ente; sin
em bargo, estos rasgos de activación podían ser fortalecidos y estabi­
lizados p o r instrucción verbal sólo tras su repetición frecuente y en
estos casos la activación era m uy inestable y desaparecía ráp id a­
m ente, haciendo necesaria una repetición m ucho m ás frecuente de la
instrucción p ara su reaparición.
E stas observaciones m o straro n que el m ecanism o de las form as
superiores de activación está to talm en te alterado en los pacientes con
lesiones frontales o bien p ierd e su carácter estable y generalizado
y que los lóbulos frontales y especialm ente sus zonas m edias (que
están conectadas estrecham ente de form a p a rtic u la r con los tracto s
descendentes de la form ación reticu lar y con la región lím bica), ejer­
cen u n papel decisivo en este proceso de elevación del nivel general del
su stra to de actividad.
E s evidente, pues, la gran im portancia de estas investigaciones (des­
critas p o r Hom skaya, 1972) en el estudio de los m ecanism os cereb ra­
les de las form as superiores de atención y la gran contribución que
han aportado a nuestros puntos de vista acerca de la organización di­
nám ica de las intenciones hum anas y form as com plejas de la activi­
dad consciente.

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