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130 CARLOS CARRETE PARRONDO

Porque lo que sucedió es que pasaron los años y esos nuevamente convertidos
no sólo no se trasladaron al norte de Africa o al nazarita reino de Granada
para
volver a su antiguo credo religioso, sino que procuraban integrarse Io más
po_
sible en la sociedad mayoritaria de cristianos viejos. Y naturalmente los
rabi-
nos abandonaron la aplicación de la legislación talmúdica y los consideraron
sencillamente como apóstatas. Ya lo demostró, mediante la consulta de
responsa
rabínicas, el historiador Benzion Netanyahu en 197327.Por otra parte,si se
admite la conjetura de los profs. Baer y Beinart no se entendería la presencia
voluntaria de numerosos judíos ante los inquisidores para denunciar las
activi-
dades mosaicas de antiguos correligionarios, como lo ha demostrado la
hebraista
e historiadora del Estudio salmantino Ma. Fuencisla García Casar en
varias
investigaciones28.Mucho dudo que estas manifiestas declaracionesde
judíos
ante los inquisidores tuvieran como finalidad primordial la defensa de
la religión
cristiana. La afirmación ahora comentada es, en mi opinión y en el mejor de
los
casos, puro romanticismo y de escaso valor histórico.
Antes me referí a B. Netanyahu como valiente investigadorparacues-
tionar teorías secularmente admitidas. Sin embargo, quisiera resaltar una afir-
mación que él destaca para entender su pensamiento. No deja de ser atractiva,
aunque en mi opinión peligrosa. Dice así29:"No fue un poderoso movimiento
criptojudío el que provocó el establecimiento de la Inquisición, sino que el esta-
blecimiento de la Inquisición provocó el resurgir temporal del movimiento
criptojudío".
A mí, personalmente,me agradaría que pudiera demostrarsetan atrac-
tiva teoría.
Ahora incluyamos otra opinión, ésta de un viajero polaco que en 1484
viajaba por Castilla. Nicolás Popielovo no es, de ninguna manera, autoridad
histórica, pero sí constantementecitada. Escribía acerca de la reina llamada
católica y su relación con los judeoconversos: "También observé que tienemás
confianza en los judíos bautizados que en los cristianos. En sus manos entrega
todas sus rentas; son sus consejeros y secretarios, como también Io son del
rey, y sin embargo,en vez de ser respetados,más bien los odianque otra
cosa
27 The Marranos of Spain. From the Late XIVth to the Early to
XVIth Century, according
Contemporary Hebrew Sources, 22 ed., Nueva York 1973. Hay edición española: Los marran0S
españoles según las_fuentes hebreas de la época (siglos XIV-XVI),Valladolid 1994.
28 'Judíos castellanoscolaboradorescon el Tribunal de la Inquisicióndel distritoCuenca-
Sigüenza', Proceedings of the Tenth World Congress ofJewish Studies. Division B, vol. II: The
History ofthe Jewish People, Jerusalem 1990, pp. 175-182, y 'Judíos y judaizantes de Ayllón',El
Olivo 39 (1994) 53-61.
29 Los marranos españoles, p. 17.
30 GARCÍA MERCADAL, J., Viajes de extranjeros por España y_portugal, Madrid 1952,P 319'
en la Ili.f/otiogra/ia española:au.fencia.fJ
con/iewlaf 131

Es un parecer en su momento contemporáneo,como otros


y muchos
que, por supuesto, no voy a analizan Quedan algunos sin duda más importan-
tes. Y a ellos me voy a referir de inmediato. Tal vez puedan contribuira un
mejor y más exacto conocimiento sobre el tema abordado.
Llega el momento de enfrentarnos también al tratamiento que ha recibido
nuestro pasado judío de manera casi idflica, con exageraciones científicamente
indemostrables, en donde se ha derrochado en ocasiones una imaginación digna
de la mayor alabanza y presentadas en un perfecto castellano: proceden, en su
mayoría, de críticos y estudiosos literarios. En esta ocasión no voy a emplear
testimonios de hispanistas, sino del español que en los últimos años ha lanzado
ideas en principio más atractivas y cuya escuela aún mantiene vivos —yaumen-
tados—los postulados del maestro. Me refiero naturalmente a Américo Castro.
No pretendo, en absoluto, intervenir en la ya obsoleta lucha ideológicaentre
castristasy albornocistas. Simplemente quisiera ofrecer algunas desapasionadas
reflexiones.
Cuando don Américo se refiere a las características vivenciales de los
judeoconversos no duda en presentar un panorama inquietante desde el princi-
Pio. Veamos algunos ejemplos: "Para aquellos hombres la vida no podía ser sino
huida o ataque. Huir del país materialmente, a donde no fuesen conocidos como
'conversos'; refugiarse en una orden religiosa, o en la apartadarealidadde
alguna imaginación bella y melancólica , completada con esta otra32: "Los
cristianos nuevos de ascendencia semítica tomaron una de estas tres direccio-
nes: exceder en celo a los cristianos viejos y colaborar con la Inquisición, inspi-
rada, en su origen, por sus ascendientes; mantenerse flotando ante el judaísmo
y el cristianismo en una gradación imprescindible, que iba del criptojudaísmo
hasta formas ambivalentes de creencia que, en la segunda o tercera genera-
ción, podían dar lugar a no saber exactamente en qué se creía; cultivar un
cristianismo muy espiritualizado, muy sostenido por la voluntad de adentrarse
en la propia y sincera fe cristiana, más que de adherirse a todo lo creído y
practicado por los más; es decir, optaron por combinar su adhesión a la Iglesia
con actitudes individuales y con la crítica de ciertas costumbresy prácticas
religiosas".
veamos
La exposición meramente literaria es, sin duda, perfecta. Pero
algunos aspectos fundamentales, La estructura interna formal y los procedi-
Santa
mientosjurídicos empleados por el tristemente célebre Tribunal de la
por
Inquisiciónno tienen ningún paralelo con el bet-din o tribunal rabínico y,
primiti-
consiguiente, no se puede admitir cualquier suposición según la cual los
31 España en su historia, Buenos Aires 1948, p. 577.
32 Hacia Cervantes, Madrid 1967, p, 342.
vos organizadores de tan debatido tlibunal conocieran el derecho
rabínico.
no se ha demostrado la influencia judía en el franciscanismo español Aún
XXI ni. por supuesto, en la concreta y apasionada teoría del Cuerpo delsiglo
Cristo. Tampoco en los menos idealizados movimientos de alumbrados. Místicode
y erasmistas de la misma época: es cierto que la tentación para dejados
relacionarlos
muy apetecible, pero falta la más elemental demostración.
Recordemos ahora una breve y polémica afirmación de don
Américo$.
'Los judíos españoles se sentían en el siglo XV, y desde mucho
antes.tan
españoles como los cristianos".
Independientemente del dudoso empleo del término 'españole$
enesa
cronología, admitamos que el sentido quiere decir que los judíos
establecidos
en los reinos hispánicos durante la Baja Edad Media participaban de los
mis-
mos proyectos que mantenía la sociedad mayoritaria cristiana, exceptoen
el
plano religioso. La idea no deja de ser, como en tantas otras ocasiones,atrac-
tiva; pero ¿puede, en rigor, aceptarse su hipotética veracidad?Unacosaesla
lealtad y colaboración en la administración de las finanzas reales y aristocrá-
ticas, por sólo poner un ejemplo, y otra muy distinta colaboraren la consoli-
dación de un futuro estado renacentista. Sí puede admitirse que losjudíosde
esa época, por el diario trato que mantuvieron con la población cristianaesta-
blecida en los territorios comprendidos en los reinos de Castilla-Leóny Aragón-
Cataluña tuvieran parecidas virtudes y defectos que los castellanos,leoneses
aragoneses y catalanes. También puede admitirse por lo que se refierea los
judíos asentados en territorio de reino de Navarra. La documentación eneste
aspecto es muy abundante,
Las tensas relaciones entre cristianos viejos y nuevoses algoadmitido
por unanimidad y Américo Castro se expresa en esta mismalínea-u: $Deuna
parte, el cristiano viejo ya no aguantaba la autoridad del cristianonuevo:
de losReyes
chos de ellos encumbrados hasta los más altos puestos en la corte de
autoridad
Católicos. Los cristianos nuevos, por su lado, no respetabanla Ylos
y suplicios insufribles,
quienes sometían a Jos de su casta a infamias
tenían en agonía y desesperación sin posible salida" mostrado l")
En la primera parte nada hay que objetar, pero el juicio los
que soportar
segunda —'infamiasy suplicios insufribles' que tenían la
de
judeoconversos por parte de los cristianos viejos- carece no admiten
demostración. Y aquí los ocasionales casos excepcionales histórica
comprobación
na generalización. He de recordar que me interesa la
y no la recreación literaria,
167,
33 Los españoles: cómo llegaron a serlo, Madrid 1965, p.
34 La realidad histórica de España, pp. 279-280.
Lojudío en ia Tlist01iograJia española: ausenciasy con/ienda.ç 133

Pasemos, aunque sea rápidamente, a aspectos culturales e intelectua-


les, en donde corre tanta tinta y tanta imprecisión. Américo Castro se muestra
muy definido al afirmar 35: "Los judíos y los conversos tenían conciencia de ser
'gente sabia y de gentil ingenio', y los cristianos no lo ignoraban", y piensa que
el motivo del marasmo intelectual en que cayó España y Portugal desde el siglo
XVI es que "la casi totalidad del pensamiento científico y filosófico y de la
técnica más afinada había sido tarea de hispano-judíos [...], integrada antes
por motivos de religión, y desde 1492 por cristianos nuevos".
Incluso llega a matizar36: "Durante los siglos XV y XVI el pensamiento
español, en su casi totalidad, estuvo relacionado con las actividades de la cas-
ta judía; no será posible, sin embargo, darse cabal cuenta de la cuestión mien-
tras no se pongan bien de manifiesto las indirectas conexiones de los temas
religiosos, filosóficos y literarios con la situación psíquica, cultural y social
de los conversos".
Bien sé que éste es un caballo de batalla entre historiadores y críticos
literarios.La 'sabiduría' y el 'ingenio' reservada casi en exclusiva a los
judeoconversos es un tópico todavía en boga y simplemente es negar los valo-
res de nuestro Siglo de Oro, a no ser que aceptemos aberrantemente que Lope
de Vega, Góngora, Cervantes, Tirso de Molina o San Juan de la Cruz, por sólo
citar a algunos ejemplos, eran también judeoconversos: entonces cualquier
discusión queda finalizada y nos montamos en el carro del absurdo. Eugenio
Asensi037ya trató este tema con su maestría característica.
Prefiero no referirme ahora a la polémica sobre el posible reflejo de
determinada sociedad judeoconversa en algunas novelas picarescas. Algunos
de sus planteamientos son, en mi opinión, sencillamente grotescos. Pudiera
ser un tema monográfico para próximas jornadas.
Y una última observación, no menos importante: en las anteriores pági-
nas no he pretendido en absoluto corregir la plana a destacados investigadores
que tanto han contribuido a impulsar los estudios sobre nuestro pasado judío
—laosadía, también a esta altura de mis años, está muy alejada de tan funesta
presunción—,sino tratar de impulsar a jóvenes historiadores y hebraístas para
que completen, precisen y enriquezcan opiniones tan respetadas como las que
ahora he presentado y que de ninguna manera ha sido mi intención criticar,
sino reflexionar sobre ellas y ofrecerlas para un más exacto conocimiento del
pasadojudío en tierras de Sefarad. No es, por consiguiente, ni ausencias ni
contiendas, como el título indica, sino renovados planteamientos para impul-
sar con honestidad una empresa en la que merece la pena tomar partido.
35 De la edad conflictiva, Madrid 1961, p. 143.
36 La realidad histórica de España, p. [15].
37 'La peculiaridad literaria de los conversos', Anuario de Estudios_MedievaIes4 (1997) 327-351.

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