Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
01
www.neurociencia.cl
Artículo de investigación
Resumen
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), entre los que se encuentran la anorexia nerviosa (AN) y la bulimia nerviosa (BN), presentan una gran relevancia
social, económica y sanitaria. Recientemente se ha observado que las alteraciones conductuales típicas de estas pacientes podrían ser explicadas, al menos en
parte, por determinados déficits cognitivos. Es por ello que la evaluación neuropsicológica parece ser necesaria para obtener una mayor comprensión de esta
clase de trastornos. El objetivo de este estudio fue evaluar si existían diferencias en el funcionamiento neuropsicológico de un grupo de mujeres jóvenes con
AN y BN en comparación con otro grupo de mujeres sanas sin TCA (grupo control). Los resultados obtenidos pusieron de manifiesto que las pacientes con
TCA presentaron una peor ejecución en la memoria audio-verbal y episódica, una menor flexibilidad cognitiva y una peor capacidad de planificación, en
comparación con un grupo de mujeres normativas. No obstante, las pacientes de este estudio se encontraban dentro de los parámetros de normalidad en la
memoria visoespacial, en la atención, en la velocidad de procesamiento, en la memoria de trabajo, en la capacidad de inhibición de respuestas automáticas, en
la fluidez verbal y en la cognición social. En conclusión, la identificación y caracterización de estas alteraciones cognitivas podría ayudar a identificar nuevos
objetivos terapéuticos y desarrollar estrategias de tratamiento más específicas para los pacientes con TCA. De hecho, sería importante desarrollar e implementar
programas de rehabilitación cognitiva coadyuvantes a la psicoterapia para este tipo de pacientes.
Palabras clave: cognición social, funciones ejecutivas, memoria, neuropsicología, trastornos de la conducta alimentaria
Abstract
Eating disorders (ED) such as anorexia nervosa (AN) and bulimia nervosa (BN) have great social, economic, and healthcare relevance. It was recently observed
that the typical behavioral alterations of these patients could be explained, at least partly, by certain cognitive deficits. For this reason, neuropsychological
evaluations might contribute to better understanding these types of disorders. This study aims to evaluate whether there were differences in the neuropsycho-
logical functioning of a group of young women with AN and BN, compared to another group of healthy women without eating disorders (control group). The
results obtained showed that patients with eating disorders had worse performance on audio-verbal and episodic memory, less cognitive flexibility, and worse
planning capacity than the control group. However, cognitive functioning was unimpaired for visuospatial memory, attention, processing speed, working
memory, ability to inhibit automatic responses, verbal fluency, and social cognition. In conclusion, the identification and characterization of these cognitive
alterations could help to identify new therapeutic objectives and develop more specific treatment strategies for patients with ED. In fact, it would be important
to develop and implement adjuvant cognitive rehabilitation programs alongside the current psychotherapy for these patients.
Keywords: eating disorders, executive functions, memory, neuropsychology, social cognition
* Correspondencia: Dr. Ángel Romero Martínez. Department of Psychobiology, University of Valencia. Avenida Blasco Ibañez, 21, 46010, Valencia
(Spain). Tel. +34-963864302, Fax +34-963864668. Email: Angel.Romero@uv.es
Tenconi y cols., 2010). La mayoría de los estudios concluyeron que las alte- Tanto las pacientes de la Clínica CTA como las participantes del grupo
raciones neuropsicológicas en los TCA se centran en el aprendizaje, la me- control participaron de forma voluntaria en la investigación, sin ser compen-
moria, la atención, la habilidad visoespacial y visuoconstructiva, y las funcio- sadas económicamente. De hecho, firmaron un consentimiento informado
nes ejecutivas (Aloi y cols., 2015; Alvarado y Silva, 2017; Duchesne y cols., acorde con las normas éticas de investigación con humanos de la Declaración
2004; Jauregui-Lobera, 2013; Lena, Fiocco y Leyenaar, 2004; Rendwich y de Helsinki y aprobado por el comité de ética de la Universitat de València
cols., 2015; Weider, Indredavik, Lydersen y Hestad, 2015, 2016; Zakzanis, (H1348835571691).
Campbell y Polsinelli, 2010). A pesar de que existen evidencias de que los
distintos tipos de TCA comparten déficits cognitivos, las alteraciones carac- Procedimiento
terísticas de la AN podrían diferenciarse ligeramente de las que consideraría- Las participantes fueron citadas telefónicamente, dándose las instruccio-
mos idiosincráticas de las de la BN. nes de que los días de las evaluaciones neuropsicológicas debían asistir des-
En el caso de la AN, la mayor parte de las investigaciones concluyeron cansadas, por lo tanto, debían evitar ejercicios extenuantes o una actividad
que las alteraciones se centran en la flexibilidad cognitiva, las habilidades de elevada durante el día anterior. La evaluación neuropsicológica se dividió en
planificación, la coherencia central y la cognición social (Adoue y cols., 2015; dos sesiones experimentales, con una duración aproximada de dos horas la
Aloi y cols., 2015; Dahlgren y Stedal, 2017; Lang, Stahl, Espie, Treasure y primera y de una hora y media la segunda sesión. Dichas sesiones se llevaron
Tchanturia, 2013; Lang y Tchanturia, 2014; Lang, Treasure y Tchanturia, a cabo entre las 10:00 y las 14:00 horas.
2015; Oldershaw, Hambrook, Stahl, Tchanturia, Treasure, y Schmidt, 2011; El proceso de evaluación comenzó con una primera sesión donde las
Oltra-Cucarella, Espert-Tortajada y Rojo-Moreno, 2012; Oltra-Cucarella, Es- participantes eran informadas sobre el procedimiento de la evaluación neu-
pert-Tortajada, Rojo-Moreno, Jacas, Guillén, y Moreno, 2014; Perpiñá, Se- ropsicológica y firmaban el consentimiento informado para participar en el
gura, y Sanchez-Reales, 2016; Roberts y cols., 2010; 2013; Stedal, Frampton, estudio. A continuación, se realizó una entrevista en la que se recogieron da-
Landrø y Lask, 2012; Tapajóz, Catoira y Allegri, 2014; 2013; Tchanturia, Da- tos antropométricos y sociodemográficos, sobre el ciclo menstrual, dominan-
vies y Campbell, 2007; Tchanturia y Treasure, 2010; van Noort, Pfeiffer, Ehr- cia manual (diestra, zurda o ambidiestra), tabaquismo (fumadora vs no fuma-
lich, Lehmkuhl y Kappel, 2016). Asimismo, se ha sugerido que estas altera- dora), nivel de estudios (básicos, bachillerato, superiores), estado civil (en
ciones cognitivas tenderían a persistir incluso cuando los pacientes ya se han pareja, casada, soltera, divorciada, viuda), situación laboral actual (en activo,
recuperado del trastorno (Ely, Wierenga y Kaye, 2016; Foerde, Steinglass, en paro, sin empleo), duración de la jornada laboral (menor vs mayor a 5
Shohamy y Walsh, 2015; Gillberg, Billstedt, Wentz, Anckarsäter, Råstam, y horas al día), situación académica actual (en activo, sin realizar estudios), si-
Gillberg, 2010; Holliday, Tchanturia, Landau, Collier y Treasure, 2005; Lang, tuación familiar (compartiendo el domicilio con padres, otros familiares,
López, Stahl, Tchanturia y Treasure, 2014; Lindner, Fichter y Quadflieg, compañeros de piso o pareja), así como cambios en la función cognitiva que
2013; López, Tchanturia, Stahl y Treasure, 2009; Steward y cols., 2016; la paciente atribuya al desarrollo de la patología o que la participante del
Tchanturia y cols., 2004). Sin embargo, teniendo en cuenta que la mayor parte grupo control atribuya a algún acontecimiento o patología (sí vs no). Por úl-
de los estudios son transversales, resulta difícil concluir si los déficits cogni- timo, se les preguntó por la existencia de antecedentes familiares de enfer-
tivos evolucionan a lo largo de todo el proceso de la enfermedad o si son medades neurodegenerativas o trastornos del desarrollo, así como de trastor-
relativamente estables. nos de la conducta alimentaria, y otras enfermedades importantes (Figura 1).
Con respecto a la BN, hay un menor número de investigaciones y, por Tras esta entrevista, cuya duración aproximada fue de veinte minutos, se
lo tanto, un menor conocimiento sobre las funciones cognitivas afectadas en procedió a la evaluación del rendimiento cognitivo. Esta evaluación neuro-
este tipo de pacientes (Alvarado y Silva, 2014; 2017; Degortes y cols., 2016; psicológica estuvo compuesta por la evaluación de la memoria de fijación-
Idini y cols., 2012; Jáuregui-Lobera, 2013; Van den Eynde y cols., 2011; Wei- retención audio-verbal, la memoria lógica y la memoria visual a corto y largo
der y cols., 2015). Hasta la fecha, la literatura sugiere que los pacientes con plazo y la atención. Durante la segunda sesión de evaluación, se administra-
BN, en comparación con controles sanos, muestran un control inhibitorio ron pruebas que evaluaron el funcionamiento ejecutivo y la cognición social.
más pobre (Wu y cols., 2013), peores habilidades visoespaciales (López, En ambas sesiones, se registró el afecto positivo y negativo antes y des-
Tchanturia, Stahl y Treasure, 2008), una menor coherencia central (López y pués de la administración de las pruebas de evaluación. Además, cada parti-
cols., 2008) y una menor flexibilidad cognitiva (Roberts y cols., 2010). No cipante completó cuestionarios rasgo sobre ansiedad, depresión, trastornos
obstante, algunos estudios apuntan que su deterioro en estos dominios cog- alimentarios e imagen corporal.
nitivos parece ser menos severo que en pacientes con AN (Camacho, Escoto
y Mancilla, 2008; Weider y cols., 2015).
SESIÓN 1 SESIÓN 2
Por todo ello, el objetivo de este estudio fue evaluar si existen diferencias
en el funcionamiento neuropsicológico de las mujeres con TCA en compa-
• Entrevista estructurada y Estado psicológico
ración con un grupo de mujeres normativas, empleando una amplia batería 20 min.
•Estado psicológico
2017; Camacho y cols., 2008; Degortes y cols., 2016; Ely y cols., 2016; Foerde 20 min.
- Visual (FC de Rey)
- Lógica (WMS textos)
•FFE
- Fluidez (FAS y animales) - Alternancia (TMT-B)
- Inhibición (STROOP)
y cols., 2015; Gillberg y cols., 2010; Guillaume y cols., 2015; Lang y cols., 40 min. - Flexibilidad (WCST)
- Planificación (BADS).
- Memoria de trabajo (LyN)
• ATENCIÓN
2014; López y cols., 2009; Oltra-Cucarella y cols., 2012; 2014; Steward y cols., - Span (WMS Digitos)
- Vel. procesamiento (WMS Clave de números y TMT-
2016; Tchanturia y cols., 2004; Weider y cols., 2015), la hipótesis principal es 10 min. A)
•ToM
que el rendimiento neuropsicológico en pacientes con TCA será inferior al - Reading the mind in the eyes
de las mujeres normativas.
• MEMORIA A LP
- Audioverbal (TAVEC) 20 min.
- Visual (FC de Rey)
15 min. - Lógica (WMS textos)
2
Sariñana-González et al. Rev. Chil. Neuropsicol. 13(2): 01-08, 2018
Síntomas de depresión. Las versiones en español (Sanz, Navarro y La velocidad de procesamiento también puede ser evaluada por la parte
Vázquez, 2003; Sanz, Perdigón y Vázquez, 2003) del Inventario de Depresión A del Trail Making Test. Esta prueba está compuesta por dos partes, la parte
de Beck (BDI-II, Beck, Ward, Mendelson, Mock y Erbaugh, 1961) y el In- A y la parte B. En la parte A el sujeto debe unir mediante un trazo los núme-
ventario Beck de Ansiedad (BAI, Robles, Varela, Jurado, y Paez, 2001) se ros que se encuentran dentro de círculos de manera correlativa, mientras que
utilizaron para evaluar la sintomatología depresiva y ansiedad, respectiva- en la parte B dentro de los círculos hay tanto números como letras, que el
mente. El BDI-II consta de 21 ítems que se refieren a aspectos emocionales, sujeto debe unir de manera alternante, en orden ascendente los números y en
cognitivos y somáticos del estado de ánimo de la depresión. Cada ítem se alfabético las letras (TMT; Reitan, 1958). Las puntuaciones se transformaron
clasifica en una escala de Likert de cuatro puntos y evalúa la intensidad y en centiles.
severidad de los síntomas depresivos. Con respecto al BAI es un autoinforme Funciones ejecutivas. Para evaluar la memoria de trabajo se utilizó la
de 21 ítems que fue diseñado para evaluar la gravedad de la sintomatología escala de dígitos en orden inverso (DI) y la subescala Letras y Números (LN)
de ansiedad clínica. Por último, se considera que un participante sufre un de la versión española de la cuarta edición de la Weschler Adult Intelligence Scale
problema del estado de ánimo con una puntuación igual o superior a 20 para (WAIS-III) (Wechsler, 1999).
el BDI y 16 para el BAI. La capacidad de inhibición de respuestas automáticas con la supresión
Conducta alimentaria. Fue empleado el cuestionario Eating Attittude de la interferencia de estímulos habituales a favor de otros estímulos menos
Test - EAT 40 (Garner y Garfinkel, 1979) para medir de forma general los habituales fue evaluada mediante el Test de Stroop (Golden, 1994).
síntomas del TCA. Es una prueba autoaplicada compuesta de 40 ítems agru- La fluidez verbal fue evaluada en este estudio demandando al sujeto la
pados en siete factores: conductas bulímicas, imagen corporal con tendencia generación de palabras en función de una clave fonológica (palabras que co-
a la delgadez, abuso de laxantes, presencia de vómitos, restricción alimentaria, mienzan por una letra determinada) o semántica (que pertenecen a una cate-
comer a escondidas y presión social percibida al aumentar de peso. Se consi- goría concreta) (Benton y Hamsher, 1976). En ambos casos el sujeto no
dera índice de un trastorno alimentario una puntuación igual o superior a 30. puede repetir palabras ni variantes de una palabra ya dicha. En el caso de la
El alfa de Cronbach fue de 0,94. evaluación con clave fonológica, las letras utilizadas fueron F, A y S, y la
Imagen corporal. Se empleó el cuestionario Body Shape Questionnaire categoría fue de “Nombre de animales” en el caso de la clave semántica. Para
(BSQ) o cuestionario de la Forma Corporal (Cooper, Taylor, Cooper y Fair- cada una de las cuatro listas de palabras los participantes contaron con 1 mi-
burn, 1987). Está formado por 34 ítems que miden las actitudes de satisfac- nutos de tiempo, tal y como se ha aplicado en estudios previos (Lezak y cols.,
ción / insatisfacción con la figura y preocupación corporal. La escala de res- 2004; Casals-Coll y cols., 2013). Una vez obtenidas las puntuaciones se trans-
puesta va desde 1 (nunca) hasta 6 (siempre). A mayor puntuación, mayor es formaron a percentiles.
la insatisfacción con la imagen corporal. Se considera que una persona mues- La evaluación de la capacidad de alternancia de sets y flexibilidad cogni-
tra preocupación por su imagen corporal con una puntuación superior a 81. tiva se realizó mediante la administración del test de clasificación de cartas de
El alfa de Cronbach fue de 0,97. Wisconsin (WCST). En esta prueba el sujeto debe descubrir una regla o cri-
terio de clasificación subyacente a la hora de emparejar una serie de tarjetas
Variables neuropsicológicas que varían en función de tres dimensiones básicas colores (rojo, azul, amarillo
Audio verbal. Se utilizó el Test de Aprendizaje Verbal España-Com- o verde), formas (círculo, cruz, estrella o triángulo) y números de figuras
plutense o TAVEC (Benedet y Alejandre, 1998), la adaptación española del (uno, dos, tres o cuatro) (Heaton, Chelune, Talley, Kay, y Curtis, 2001). Así,
Test de Aprendizaje Verbal de California. Esta tarea incluye una lista (Lista para resolver la prueba es necesario adaptar la respuesta a los cambios en el
A) con 16 palabras de cuatro categorías semánticas: ropa, frutas, herramientas criterio de clasificación, que se producen cada vez que el examinado da una
y especias. Las palabras se leen en voz alta y se pide a los participantes que serie de diez respuestas consecutivas correctas. Por razones de tiempo y para
recuerden tantas palabras como sea posible durante cinco ensayos, sin ser evitar la fatiga de los participantes, se ha aplicado la versión reducida de este
necesario que las repitan en el mismo orden que son leídas. En cada ensayo, test, es decir, se les administró únicamente 1 baraja con 64 cartas. Las pun-
hay tanto un recuerdo libre como un recuerdo semántico en el que se utilizan tuaciones principales que proporciona esta escala son el número de respues-
categorías semánticas como señal. Una segunda lista se introduce después de tas correctas, errores, perseveraciones, errores perseverativos y errores no
la quinta prueba como una lista de interferencia (Lista B), que se realiza de la perseverativos, con su correspondencia en puntuación centil.
misma manera que la Lista A con un solo ensayo de aprendizaje. La memoria La alternancia cognitiva ha sido evaluada también mediante la parte B
a largo plazo se prueba con el recuerdo libre y semántico después de 20 min. del Trail Making Test (TMT; Reitan, 1958). La planificación fue evaluada con
Una fase de reconocimiento se lleva a cabo después del recuerdo a largo plazo el Test del Mapa del Zoo y el Test de Llave incluidos en la Behavioral Assess-
incluyendo todas las palabras de la Lista A, todas las palabras de la Lista B y ment of Dysexecutive Syndrome (BADS) (Alderman, Burgess, Emslie, Evans, y
12 distractores. Se registraron las puntuaciones de Recuerdo Libre a corto y Wilson, 1996). En el primero de ellos, el sujeto debe organizar una ruta por
largo plazo, y el Recuento Cuántico Semántico, además de los índices de la un zoológico y visitar seis localizaciones de 12 posibles. En la primera opor-
Lista A. tunidad se le permite que realice la visita como él estime oportuno (‘sin nor-
Visoespacial. Se administró en este estudio la Figura compleja de Rey mas’) y posteriormente se le proporcionan unas normas restrictivas que de-
(Rey, 1978) para su copia y reproducción de memoria tanto Inmediata como berá seguir para realizar dicha visita. En el segundo, los participantes deben
a Largo Plazo a los 20 minutos, así como el reconocimiento visual. El sistema buscar una clave imaginaria que hayan perdido en un campo (un cuadrado en
de puntuación estándar se utilizó para evaluar la precisión con la que se dibuja un pedazo de papel). Al trazar su ruta de búsqueda, proporcionan una indi-
la figura (Lezak, Howieson, y Loring, 2004). Las puntuaciones directas fue- cación de su capacidad para planificar y desarrollar una estrategia de bús-
ron transformadas a percentiles. queda. El tiempo que el individuo utiliza para hacer las tareas también se
Episódica. Evaluada mediante uno de los subtests de la Weschler Memory registra. La puntuación final de las pruebas fue una puntuación convertida en
Scale-III (Weschler, 1997), donde se utiliza tanto el recuerdo inmediato como base a los criterios propios del test.
a largo plazo (20 minutos) de dos breves historias que se presentan oral- Cognición social. La evaluación del reconocimiento de las emociones
mente. a través de las expresiones faciales se realizó con la versión española del test
Atención y velocidad de procesamiento. Para la evaluación del Span de lectura de la mirada (Reading the Mind in the Eyes) (Baron-Cohen,
Atencional se empleó el subtest “Dígitos” de la tercera edición de la Weschler Wheelwright, Scahill, Lawson y Spong, 2001), que consiste en la presentación
Memory Scale (WMS-III) (Weschler, 1997). Dicha prueba consiste en recordar de fotografías de las regiones de los ojos de caras humanas. Los participantes
series de dígitos en orden directo o inverso, se puede utilizar una medida más deben elegir entre cuatro opciones según la palabra que mejor describa lo que
directa de la capacidad de retención inmediata, es decir, la longitud del Span, el individuo de la fotografía está pensando o sintiendo.
a partir del número de elementos en orden directo de la serie más larga que
el sujeto es capaz de reproducir, mientras que la memoria de trabajo puede Análisis de los datos
ser inferida gracias al número de elementos en orden inverso de la serie más Para la comparación de las características demográficas, clínicas y cogni-
larga que sea capaz de reproducir. Las puntuaciones directas fueron transfor- tivas de las pacientes y las participantes del grupo control, se aplicaron las
madas a puntuaciones escalares para tu interpretación. pruebas de χ2. Asimismo, se empleó el test de Mann-Whitney para analizar
Se utilizó el subtest “Clave de Números” de la cuarta edición de la Wes- las diferencias entre los grupos debido al tamaño reducido de la muestra
chler Adult Intelligence Scale (WAIS-III) desarrollada por Weschler (1999) en su (Fritz, Morris, y Richler, 2012).
última adaptación española. La tarea consiste en copiar una serie de símbolos En cuanto a las medidas estado de ánimo, que se evaluaron en dos oca-
que aparecen emparejados cada uno con un número. El sujeto debe dibujar siones (pre-sesión y post-sesión), en cada una de las sesiones evaluadas, se
debajo de cada número el símbolo que le corresponda, en un tiempo límite usaron pruebas de rangos de Wilcoxon, con ajustes de Bonferroni para múl-
(120 segundos). tiples contrastes.
3
Sariñana-González et al. Rev. Chil. Neuropsicol. 13(2): 01-08, 2018
Todos los análisis estadísticos se realizaron mediante el software SPSS Por último, en cuanto a los dos cuestionarios que evaluaron los aspectos
21.0 (SPSS® Statistics), considerándose como significativa toda probabilidad relacionados con la conducta alimentaria (EAT-40) y la imagen corporal
menor de 0.05. Los valores en tablas y figuras se expresaron en media ± (BSQ), observamos diferencias significativas entre las pacientes con TCA y
desviación típica, así como en puntuaciones centil (50 ± 10), T (50 ± 10) o las participantes del grupo control (Z = -2.146, p=.032, y Z = -3.000, p=.003,
escalares (10 ± 3). respectivamente), siendo las pacientes con TCA las que presentaron mayores
problemas de conducta alimentaria (35.5 ± 21.07) y con su imagen corporal
Resultados (141.5 ± 15.49).
4
100
* *
90
* *
80
*
* *
Puntuaciones Centil
70
60
50 GC
40 TCA
30
20
10
0
Errores % de Errores Perseveraciones % Errores % Err. Errores No % Err. No % Resp. Nivel
perseveraciones Perseverativos Perseverativos Perseverativos Perseverativos Conceptual
Colores: 48.83 ± 7.91; Interferencia: 51.92± 8.45). Además, no se hallaron mismo, el volumen de información recordado, tanto visual como audio-ver-
diferencias significativas en sus puntuaciones con las de las participantes del bal, a corto y largo plazo es óptimo. No obstante, existen diferencias signifi-
grupo control. cativas con las participantes del grupo control, tal y como sucedió en el estu-
Cuando analizamos la fluidez verbal de las pacientes con TCA, obtuvi- dio de Lao-Kaim y colaboradores (2013). Además, también se hallaron
mos que mientras el rendimiento en la prueba con clave semántica se encuen- diferencias en otras variables como son los falsos positivos, el número de
tra cerca de la normalidad (46.25 ± 22.37 en puntuaciones centil), el rendi- intrusiones y la discriminabilidad entre las palabras, variables que se relacio-
miento medio obtenido en la fluidez verbal con clave fonética se encuentra nan más con las funciones ejecutivas (control inhibitorio fundamentalmente).
por debajo de la media (33.33 ± 23.48 en puntuaciones centil). Aunque no se En relación con la memoria visoespacial, algunos estudios han hallado
hallaron diferencias significativas en sus puntuaciones con las de las partici- dificultades en el procesamiento de este tipo de información en pacientes con
pantes del grupo control. TCA (Alvarado y Silva, 2017; Lang y Tchanturia, 2014; López y Leekam,
Los resultados obtenidos en el test de clasificación de cartas de Wiscon- 2007; Weider y cols., 2016). Contrariamente, en nuestro estudio la ejecución
sin (WCST) revelan que, a priori, la capacidad de alternancia de sets o la fle- de las pacientes con TCA no se diferenció de la del grupo control. De hecho,
xibilidad cognitiva de las pacientes con TCA no se encuentra dentro de lo nuestros resultados son congruentes con los hallados por Degortes y cols.
esperado para la edad y género de los pacientes, tal y como muestran las (2016), puesto que tampoco hallaron problemas en la memoria visoespacial
puntuaciones centil medias obtenidas en el porcentaje de errores (36.67 ± de este tipo de pacientes. Aunque cabe resaltar que el reducido tamaño de la
30.71), perseveraciones (48.25 ± 27.67), porcentaje de errores perseverativos muestra en nuestro estudio o la composición de los grupos, podrían explicar
(30.08 ± 30.38) y porcentaje de nivel conceptual (26.25 ± 28.22) (Figura 3). la ausencia de diferencias entre los grupos en la memoria visoespacial. Por lo
Además, se observaron diferencias estadísticamente significativas entre las tanto, estas cuestiones deberían ser consideradas para estudios futuros.
pacientes con TCA y el grupo control para el número y porcentaje de errores Con respecto a la atención y la velocidad de procesamiento, no hallamos
(Z = -1.970, p=.049 y Z = -2.125, p=.034, respectivamente), para el número alteraciones en estos dominios cognitivos, así como tampoco presentaron
y el porcentaje de perseveraciones (Z = -2.240, p=.025 y Z = -2.282, p=.022, diferencias significativas respecto al grupo control. Sin embargo, este ha-
respectivamente), para el número y porcentaje de errores perseverativos (Z llazgo es ligeramente sorprendente, dadas las frecuentes quejas de los pacien-
= -2.138, p=.033 y Z = -2.435, p=.015, respectivamente) y para el porcentaje tes respecto a las dificultades de atención. En este sentido, es posible que
de nivel conceptual (Z = -2.397, p=.017). De hecho, las pacientes con TCA estas quejas de atención se relacionen con alteraciones de la metacognición o
cometieron mayor número de errores y perseveraciones, así como un menor con dificultades ejecutivas más que con las dificultades de atención per se
número de respuestas de nivel conceptual que el grupo control. (Weider y cols., 2015). Además, es probable que las alteraciones de los pro-
El rendimiento en las pruebas de alternancia cognitiva con la parte B del cesos atencionales se relacionen principalmente con estímulos específicos de
TMT fue satisfactorio, obteniendo una puntuación escalar de 8.33 ± 1.72. la conducta alimentaria. Es por ello que futuros estudios deberían emplear el
Además, no se hallaron diferencias significativas en las puntuaciones directas test Stroop emocional (Camacho y cols., 2008; Smith y Rieger, 2006), en con-
entre los grupos. creto, relacionado con estímulos de la conducta alimentaria, y comprobar si
Los resultados obtenidos en el Test del Mapa del Zoo para valorar la efectivamente las alteraciones de la atención en los pacientes afectados por
planificación pusieron de manifiesto una alteración de las pacientes con TCA TCA solo se circunscriben a este tipo de estímulos.
(2.75 ± 1.13); así como la puntuación convertida del Test de la Llave (1.92 ± En relación con las funciones ejecutivas (e.g., la capacidad para formular
0.31). Hallándose, además, diferencias estadísticamente significativas en la metas, planificar etapas y estrategias, y ejecutar un plan de acción), los resul-
puntuación directa del test de la llave (Z = -2.741, p=.006), con el grupo de tados de la valoración mostraron que cuando las tareas de planificación son
TCA presentando una peor ejecución que el grupo control. de carácter manipulativo, el rendimiento de las pacientes con TCA estaba
Cognición social. Por último, por lo que respecta a la medida del reco- alterado, específicamente en la flexibilidad cognitiva y en la capacidad de pla-
nocimiento de las emociones a través de la mirada, no se obtuvieron diferen- nificación. Estos resultados van en la dirección de los descritos anteriormente
cias significativas respecto a las participantes del grupo control. en otros estudios previos (Alvarado y Silva, 2014; Camacho y cols., 2008;
Carral-Fernández y cols., 2016; Degortes y cols., 2016; Gillberg, Råstam,
Discusión Wentz y Gillberg, 2007; Marion, Tchanturia y Treasure, 2015; Weider y cols.,
2015). Todo ello nos permite concluir que estas pacientes mantienen unos
patrones cognitivos rígidos a pesar de obtener un feedback negativo sobre
El objetivo de este estudio fue evaluar si existían diferencias en el funciona- ellas, con serias dificultades para cambiar y/o adecuar su comportamiento en
miento neuropsicológico entre mujeres con TCA en comparación con un consecuencia. Asimismo, al tomar decisiones tienden a invertir más tiempo
grupo de mujeres normativas. Tal y como esperábamos, los resultados obte- y no siempre esa inversión de tiempo les sirve para planificar de forma más
nidos pusieron de manifiesto que las pacientes con TCA presentaron una eficiente. Es por ello que algunos autores han sugerido que las funciones eje-
peor memoria audio-verbal y episódica, así como un funcionamiento ejecu- cutivas podrían ser un candidato endofenotípico para los TCA, al menos para
tivo deficitario, específicamente en la flexibilidad cognitiva y en la capacidad la AN (Idini y cols., 2012). Sin embargo, no podemos concluir que exista una
de planificación. No obstante, las pacientes de este estudio se encontraban disfunción ejecutiva completa, puesto que no se hallaron diferencias signifi-
dentro de los parámetros de normalidad en la memoria visual, en la atención, cativas con respecto al grupo control para la memoria de trabajo, el control
en la velocidad de procesamiento, en la memoria de trabajo, en la capacidad inhibitorio y la fluidez verbal. Así, es difícil establecer las disfunciones ejecu-
de inhibición de respuestas automáticas, en la fluidez verbal y en la cognición tivas como un endofenotipo de los TCA, ya que tanto nuestros resultados
social. Por lo tanto, no podríamos concluir que las pacientes con TCA mues- como las investigaciones previas solo han obtenido alteraciones en algunos
tran un perfil de alteraciones cognitivas generalizado, sino que se circunscribe de los procesos que componen las funciones ejecutivas. Por lo tanto, con-
a ciertos procesos cognitivos. vendría analizar qué componentes del funcionamiento ejecutivo podrían ser
En relación con la memoria, la media de la curva de aprendizaje audio- empleados como endofenotipo de los TCA.
verbal en las pacientes con TCA se ajusta a lo esperado para sus edades. Asi-
5
Sariñana-González et al. Rev. Chil. Neuropsicol. 13(2): 01-08, 2018
En lo referente a la cognición social, entendida como la capacidad de American Psychiatric Association (2013). Diagnostic and Statistical Manual of
adquisición y uso de estrategias para entender y ponerte en el lugar de otros, Mental Disorders. 5th ed. (DSM-5). Estados Unidos: Masson.
algunos estudios con pacientes con AN obtuvieron un peor rendimiento. Baron-Cohen, S., Wheelwright, S., Scahill, V., Lawson, J., y Spong, A. (2001).
(Tapajóz, Catoira y Allegri, 2014; Tapajóz y cols., 2013; Russell, Schmidt, Are intuitive physics and intuitive psychology independent? A
Doherty, Young y Tchanturia, 2008; Schulte-Rüther, Mainz, Fink, Herpertz- test with children with Asperger Syndrome. Journal of Developmen-
Dahlmann y Konrad, 2012). Contrariamente, nuestro estudio no apoyó estos tal and Learning Disorders, 5, 47-78.
resultados, aunque en nuestro caso estudiamos la capacidad de decodifica- Beck, A.T., Ward, C.H., Mendelson, M., Mock, J. y Erbaugh, J. (1961). An
ción de las emociones en los rostros. Por lo tanto, esta capacidad no abarca inventory for measuring depression. Archives of General Psychiatry,
a la totalidad de la cognición social, sino que se circunscribiría a un subpro- 4, 561-571.
ceso dentro del constructo de la cognición social. Benedet, M.J., y Alejandre, M.Á. (1998). TAVEC: test de aprendizaje verbal Es-
Por otra parte, las pacientes se mostraron colaborativas y motivadas para paña-Complutense: manual. TEA ediciones.
la realización de las pruebas, sin que declararan fatiga ni necesidad de descan- Benton, A.L., y Hamsher, K. (1976). Multilingual aphasia examination. Iowa
sos. No obstante, sus cuestionarios sobre salud psicológica apuntaron que City: University of Iowa.
presentaban síntomas negativos del estado de ánimo y el afecto, presentando Billingsley-Marshall, R. L., Basso, M.R., Lund, B.C., Hernandez, E.R., John-
diferencias significativas respecto a las participantes del grupo control tanto son, C.L., Drevets, W.C., ... y Yates, W.R. (2013). Executive fun-
en afecto positivo como negativo. Estas variables se deben tener en cuenta ction in eating disorders: the role of state anxiety. International Jour-
en los resultados neuropsicológicos, pues estudios anteriores han apuntado nal of Eating Disorders, 46(4), 316-321. doi: 10.1002/eat.22086.
que la depresión clínica se asocia con muchos tipos de deterioro cognitivo, Blinder, B.J., Cumella, E. J., y Sanathara, V.A. (2006). Psychiatric comorbidi-
incluyendo la capacidad de planificación (McDermott yEbmeier, 2009; ties of female inpatients with eating disorders. Psychosomatic Medi-
McIntyre y cols., 2013). Aunque existe evidencia científica en la literatura que cine, 68, 454–462. doi: 10.1097/01.psy.0000221254.77675.f5
sugiere que el deterioro cognitivo en AN no se debe al estado de ánimo de- Camacho, E., Escoto, M., y Mancilla, J. (2008). Neuropsychological evalua-
primido (Carral y cols., 2016; McDowell y cols. 2003). tion in patients with eating disorders. Salud Mental, 31, 441–446.
A pesar de que en este estudio piloto se ha trabajado en todo momento Carral-Fernández, L., González-Blanch, C., Goddard, E., González-Gómez,
con datos normativos con el fin de paliar ciertas limitaciones y mejorar la J., Benito-González, P., Bustamante-Cruz, E., … y Gómez del
calidad del trabajo, deben considerarse algunas limitaciones. En primer lugar, Barrio, A. (2016). Planning Abilities in Patients with Anorexia
el número de participantes en este estudio es muy reducido. Ello influye di- Nervosa Compared with Healthy Controls. The Clinical Neuro-
rectamente sobre la potencia de los análisis estadísticos y la representatividad psychologist, 30(2), 228-242. doi:
de los resultados obtenidos. No obstante, refleja la dificultad de disponer de https://doi.org/10.1080/13854046.2016.1147603
este tipo de muestra y de lo imprescindible y valioso que resultan todos y Casals-Coll, M., Sanchez-Benavides, G., Quintana, M., Manero, R.M., Rog-
cada uno de los sujetos que deciden participar. En segundo lugar, no se han noni, T., Calvo, L., … y Peña-Casanova, J. (2013). Estudios nor-
considerado algunas variables que pueden influir en los resultados obtenidos, mativos españoles en población adulta joven (proyecto
como son el tiempo de evolución de la enfermedad, la malnutrición severa o NEURONORMA jóvenes): normas para los test de fluencia ver-
el subtipo de trastorno (Guillaume y cols., 2015; Tchanturia y cols., 2012). bal. Neurología, 28 (1), 33-40.
Por lo tanto, los estudios futuros deberían controlar todas estas variables y Castro-Fornieles, J. (2015). Panorama actual de los trastornos de la conducta
analizar cómo repercuten sobre el rendimiento neuropsicológico de las pa- alimentaria. Endocrinología y Nutrición, 62(3), 111-113. doi:
cientes afectadas por los TCA. 10.1016/j.endonu.2015.01.001
Para concluir, la identificación y caracterización de estas alteraciones Cooper, P. J., Taylor, M. J., Cooper, Z., y Fairbum, C. G. (1987). The deve-
cognitivas podría ayudar a identificar nuevos objetivos terapéuticos y desa- lopment and validation of the Body Shape Questionnaire. Inter-
rrollar estrategias de tratamiento más específicas para los pacientes con AN national Journal of eating disorders, 6(4), 485-494.
y BN. En este sentido, una comprensión más amplia de todos estos déficits https://doi.org/10.1002/1098-108X(198707)6:4<485::AID-
permitiría desarrollar e implementar programas de intervención cognitivos EAT2260060405>3.0.CO;2-O
coadyuvantes a la psicoterapia para este tipo de pacientes, puesto que estas Dahlgren, C. L., y Stedal, K. (2017). Cognitive Remediation Therapy for Ado-
alteraciones cognitivas podrían afectar al aprovechamiento de la terapia, así lescents with Anorexia Nervosa—Treatment Satisfaction and the
como al riesgo de recaídas una vez concluidas las intervenciones. Asimismo, Perception of Change. Behavioral Sciences, 7(2), pii: E23. doi:
también sería interesante evaluar si se producen cambios cognitivos tras los 10.3390/bs7020023.
programas de intervención psicoteraéuticos dirigidos a las personas con Degortes, D., Tenconi, E., Santonastaso, P., y Favaro, A. (2016). Executive
TCA, tal y como se ha estudiado en otras poblaciones (Romero-Martínez y functioning and visuospatial abilities in bulimia nervosa with or
cols., 2017). without a previous history of anorexia nervosa. European Eating
Disorders Review, 24(2), 139-146. doi: 10.1002/erv.2430.
Referencias Duchesne, M., Mattos, P., Fontenelle, L.F., Veiga, H., Rizo, L., y Appolina-
rio, J.C. (2004). Neuropsychology of eating disorders: a systema-
tic review of the literature. Revista brasileira de psiquiatría, 26(2),
Adoue, C., Jaussent, I., Olié, E., Beziat, S., Van den Eynde, F., Courtet, P.,
107-117.
… y Guillaume, S. (2015). A further assessment of decision-ma-
Ely, A.V., Wierenga, C.E., y Kaye, W.H. (2016). Anxiety impacts cognitive
king in anorexia nervosa. European Psychiatry, 30(1), 121-127. doi:
inhibition in remitted anorexia nervosa. European Eating Disorders
10.1016/j.eurpsy.2014.08.004.
Review, 24, 347–351. https://doi.org/10.1002/erv.2451
Aguinaga, M., Fernández, L. J., y Varo, J. R. (2000). Trastornos de la conducta
Fichter, M. M., y Quadflieg, N. (2016). Mortality in eating disorders - Results
alimentaria. Revisión y actualización. Anales del sistema sanitario de
of a large prospective clinical longitudinal study. International Jour-
Navarra, 23(2), 279-292.
nal of Eating Disorders, 49(4), 391–401. doi: 10.1002/eat.22501.
Alderman, N., Burgess, P., Emslie, H., Evans, J.J., y Wilson, B. (1996). Beha-
Foerde, K., Steinglass, J. E., Shohamy, D., y Walsh, B. T. (2015). Neural me-
vioral assessment of dysexecutive syndrome (BADS). Flempton, UK:
chanisms supporting maladaptive food choices in anorexia ner-
Thames Valley Test.
vosa. Nature Neuroscience, 18(11), 1571–1573. doi:
Aloi, M., Rania, M., Caroleo, M., Bruni, A., Palmieri, A., Cauteruccio, M. A.,
10.1038/nn.4136.
... y Segura-García, C. (2015). Decision making, central coherence
Fritz, C. O., Morris, P. E., y Richler, J. J. (2012). Effect size estimates: Current
and set-shifting: a comparison between Binge Eating Disorder,
use, calculations, and interpretation. Journal of Experimental Psycho-
Anorexia Nervosa and Healthy Controls. BMC psychiatry, 15(1), 6.
logy: General, 141(1), 2-18. doi: 10.1037/a0024338.
https://doi.org/10.1186/s12888-015-0395-z
Garner, D. y Garfinkel, P. (1979). The eating attitudes test: an index of sym-
Alvarado, N., y Silva, C. (2014). Funciones ejecutivas y sintomatología aso-
ptoms of anorexia nervosa. Psychological Medecine, 9(2), 273-279.
ciada con los trastornos de la conducta alimentaria. Revista Lati-
Giel, K. E., Wittorf, A., Wolkenstein, L., Klingberg, S., Drimmer, E.,
noamericana de Psicología, 46(3), 189–197. doi: 10.1016/S0120-
Schönenberg, M., … y Zipfel, S. (2012). Is impaired set-shifting
0534(14)70022-6
a feature of “pure” anorexia nervosa? Investigating the role of
Alvarado, N., y Silva, C. (2017). Neuropsychological Functioning in Anorexia
depression in set-shifting ability in anorexia nervosa and unipolar
Nervosa and Bulimia Nervosa. In Eating Disorders - A Paradigm of
depression. Psychiatry Research, 200(2–3), 538–543. doi:
the Biopsychosocial Model of Illness. InTech. doi: 10.5772/65304
10.1016/j.psychres.2012.06.004.
6
Sariñana-González et al. Rev. Chil. Neuropsicol. 13(2): 01-08, 2018
Gillberg, I. C., Billstedt, E., Wentz, E., Anckarsäter, H., Råstam, M., y Gill- López, C., Tchanturia, K., Stahl, D., y Treasure, J. (2009). Weak central cohe-
berg, C. (2010). Attention, executive functions, and mentalizing rence in eating disorders: a step towards looking for an endophe-
in anorexia nervosa eighteen years after onset of eating disorder. notype of eating disorders. J Clin Exp Neuropsychol, 31(1), 117–25.
Journal of Clinical and Experimental Neuropsychology, 32, 358–365. doi: doi: 10.1080/13803390802036092.
10.1080/13803390903066857. Marion, R., Tchanturia, K., y Treasure, J. (2015). Exploring neurocognitive
Gillberg, C., Råstam, M., Wentz, E., Gillberg, C. (2007). Cognitive and exe- inefficiencies in anorexia nervosa. Journal of Eating Disorders,
cutive functions in anorexia nervosa ten years after onset of 3(Suppl 1), O67. doi: 10.1186/2050-2974-3-S1-O67
eating disorder. Journal of Clinical and Experimental Neuropsychology, Mayer, L. E., Schebendach, J., Bodell, L. P., Shingleton, R. M., y Walsh, B. T.
29(2), 170–178. (2012). Eating behavior in anorexia nervosa: Before and after
Golden, C. (1994). Stroop: test de Colores y de Palabras. Madrid, TEA Ediciones. treatment. The International Journal of Eating Disorders, 45(2), 290–
Gottesman, I.I., Gould, T.D. (2003). The endophenotype concept in psychia- 293. doi: 10.1002/eat.20924.
try: etymology and strategic intentions. American Journal of Psychia- McDermott, L.M., y Ebmeier, K.P.(2009). A meta-analysis of depression se-
try, 160, 636-645. verity and cognitive function. Journal of Affective Disorders, 119, 1–
Guillaume, S., Gorwood, P., Jollant, F., Van den Eynde, F., Courtet, P., y 8. doi: 10.1016/j.jad.2009.04.022.
Richard-Devantoy, S. (2015). Impaired decision-making in sym- McDowell, B.D., Moser, D.J., Ferneyhough, K., Bowers, W.A., Andersen,
ptomatic anorexia and bulimia nervosa patients: a meta-analysis. A.E., y Paulsen, J.S. (2003). Cognitive impairment in anorexia
Psychological medicine, 45(16), 3377-3391. doi: nervosa is not due to depressed mood. International Journal of
10.1017/S003329171500152X. Eating Disorders, 33(3), 351–355. doi:
Heaton, R.K., Chelune, G.J., Talley, J., Kay, G., y Curtiss, G. (2001). Manual, https://doi.org/10.1002/eat.10149
test de clasificación de tarjetas de Wisconsin. Madrid: TEA Ediciones. McIntyre, R. S., Cha, D. S., Soczynska, J. K., Woldeyohannes, H. O., Ga-
Hoek, H.W., y van Hoeken, D. (2003). Review of the prevalence and inci- llaugher, L. A., Kudlow, P., … Baskaran, A. (2013). Cognitive de-
dence of eating disorders. International Journal of Eating Disorders, ficits and functional outcomes in major depressive disorder: De-
34(4):383–396. terminants, substrates, and treatment interventions. Depression and
Holliday. J., Tchanturia, K., Landau, S., Collier, D., y Treasure, J. (2005). Is Anxiety, 30, 515–527. doi: 10.1002/da.22063.
impaired set-shifting an endophenotype of anorexia nervosa? Milos, G., Spindler, A., Schnyder, U., y Fairburn, C. G. (2005). Instability of
American Journal of Psychiatry, 162(12), 2269–75. eating disorder diagnoses: Prospective study. British Journal of
Idini, E., Márquez-Medina, D., Pifarré, J., Buj-Álvarez, I., y Castán-Campa- Psychiatry, 187, 573–578. doi: 10.1192/bjp.187.6.573
nera, E. (2012). ¿Son las alteraciones neuropsicológicas de los Oldershaw, A., Hambrook, D., Stahl, D., Tchanturia, K., Treasure, J., y Sch-
trastornos de la conducta alimentaria endofenotipos de la enfer- midt, U. (2011). The socio-emotional processing stream in anore-
medad? Revisión y estado actual del tema. Revista de Neurología, xia nervosa. Neuroscience and Biobehavioral Reviews, 35, 970–988. doi:
55(12), 729-736. 10.1016/j.neubiorev.2010.11.001.
Jáuregui-Lobera, I. (2013). Neuropsychology of eating disorders: 1995–2012. Oltra-Cucarella, J., Espert-Tortajada, R., y Rojo-Moreno, L. (2012). Neuro-
Neuropsychiatric Disease and Treatment, 9, 415-430. doi: psicología y anorexia nerviosa. Hallazgos cognitivos y radiológi-
10.2147/NDT.S42714 cos. Neurología, 27(8), 504-510.
Lang, K., Lopez, C., Stahl, D., Tchanturia, K., y Treasure, J. (2014). Central Oltra-Cucarella, J., Espert-Tortajada, R., Rojo-Moreno, L., Jacas, C., Guillén,
coherence in eating disorders: an updated systematic review and V., y Moreno, S. (2014). Neuropsychological impairments in
meta-analysis. World Journal of Biological Psychiatry, 15, 586–598. doi: anorexia nervosa: A Spanish sample pilot study. Applied Neuro-
10.3109/15622975.2014.909606. psychology: Adult, 21, 161–175. doi:
Lang, K., Tchanturia, K. (2014). A systematic review of central coherence in 10.1080/09084282.2013.782030.
young people with anorexia nervosa. Journal of Child and Adolescent Peláez-Fernández, M. A., Labrador, F. J., y Raich, R. M. (2005). Prevalence
Behavior, 2:140. doi:10.4172/2375-4494.1000140 of eating disorders: Methodological considerations. International
Lang, K., Treasure, J., y Tchanturia, K. (2015). Acceptability and feasibility Journal of Psychology and Psychological Therapy, 5, 131-144.
of self-help Cognitive Remediation Therapy for anorexia nervosa Peláez-Fernández, M. A., Raich-Escursell, R. M., y Labrador-Encinas, F. J.
delivered in collaboration with carers: a qualitative preliminary (2010). Trastornos de la conducta alimentaria en España: Revi-
evaluation study. Psychiatry Research, 225(3), 387–94. doi: sión de estudios epidemiológicos. Revista mexicana de trastornos ali-
10.1016/j.psychres.2014.12.008. mentarios, 1(1), 62-75.
Lang, K., Treasure, J., y Tchanturia, K. (2016). Is inefficient cognitive proce- Perpiñá, C., Segura, M., y Sánchez-Reales, S. (2016). Cognitive flexibility and
ssing in anorexia nervosa a familial trait? A neuropsychological decision-making in eating disorders and obesity. Eating and Weight
pilot study of mothers of offspring with a diagnosis of anorexia Disorders-Studies on Anorexia, Bulimia and Obesity, 1-10. doi:
nervosa. The World Journal of Biological Psychiatry, 17, 258–265. doi: 10.1007/s40519-016-0331-3.
10.3109/15622975.2015.1112035. Reitan, R.M. (1958). Validity of the Trail Making test as an indicator of orga-
Lang, K., Stahl, D., Espie, J., Treasure, J., y Tchanturia, K. (2013) Set shifting nic brain damage. Perceptual and Motor Skills, 8, 271-276. doi:
in children and adolescents with anorexia nervosa: an exploratory https://doi.org/10.2466/pms.1958.8.3.271
systematic review and meta-analysis. International Journal of Eating Renwick, B., Musiat, P., Lose, A., Dejong, H., Broadbent, H., y Kenyon, M.
Disorders, 47(4), 394-9. doi: 10.1002/eat.22235. (2015). Neuro- and social-cognitive clustering highlights distinct
Lao-Kaim, N.P., Giampietro, V., Williams, S.C., Simmons, A., y Tchanturia, profiles in adults with anorexia nervosa. International Journal of
K. (2013). Functional MRI investigation of verbal working me- Eating Disorders, 48(1), 26–34. doi: 10.1002/eat.22366.
mory in adults with Anorexia Nervosa. European Psychiatry, Rey, A. (1978). Test de Copia de una Figura Compleja. Madrid, TEA ediciones.
29(4):211–218. doi: 10.1016/j.eurpsy.2013.05.003. Roberts, M.E., Tchanturia, K., y Treasure, J.L., (2010). Exploring the neuro-
Lena, S. M., Fiocco, A. J., y Leyenaar, J. K. (2004). The role of cognitive cognitive signature of por set-shifting in anorexia and bulimia
deficits in the development of eating disorders. Neuropsychology Re- nervosa. Journal of Psychiatric Research, 44(14), 964–970. doi:
view, 14(2), 99-113. 10.1016/j.jpsychires.2010.03.001.
Lezak, M.D., Howieson, D.B., y Loring, D.W. (2004). Neuropsychological assess- Roberts, M.E., Tchanturia, K., y Treasure, J.L., (2013). Is attention to detail
ment. 4th ed. New York: Oxford University Press. a similarly strong candidate endophenotype for anorexia nervosa
López, B., y Leekam, B.S. (2007). Teoría de la coherencia central: una revi- and bulimia nervosa? The World Journal of Biological Psychiatry, 14(6),
sión de los supuestos teóricos. Infancia y Aprendizaje: Journal for the 452–463. doi: 10.3109/15622975.2011.639804.
Study of Education and Development, 30(3), 439–457. doi: Robles, R., Varela, R., Jurado, S., y Páez, F. (2001). Versión mexicana del
https://doi.org/10.1174/021037007781787462 Inventario de Ansiedad de Beck: propiedades psicométricas. Re-
López, C., Tchanturia, K., Stahl, D., y Treasure, J. (2008). Central coherence vista Mexicana de Psicología, 18(2), 211-218. doi:
in eating disorders: A systematic review. Psychological Medicine, 38, 10.5209/rev_PSIC.2015.v12.n1.48903
1393–1404. doi: 10.1017/S0033291708003486. Romero-Martínez, A., Ruiz-Robledillo, N., Sariñana-González, P., de An-
drés-García, S., Vitoria-Estruch, S., & Moya-Albiol, L. (2017). A
cognitive-behavioural intervention improves cognition in caregi-
vers of people with autism spectrum disorder: A pilot study.
7
Sariñana-González et al. Rev. Chil. Neuropsicol. 13(2): 01-08, 2018
Psychosocial Intervention, 26(3), 165-170. doi: Tchanturia, K., Davies, H., Roberts, M., Harrison, A., Nakazato, M., Sch-
https://doi.org/10.1016/j.psi.2017.06.002 midt, U., … y Morris, R. (2012). Poor cognitive flexibility in
Russell, T.A., Schmidt, U., Doherty, L., Young, V., y Tchanturia, K. (2009). eating disorders: examining the evidence using the Wisconsin
Aspects of social cognition in anorexia nervosa: affective and Card Sorting Task. PLoS ONE, 7, e28331. 10.1371/journal.
cognitive theory of mind. Psychiatry Research, 168, 181–185. doi: pone.0028331.
10.1016/j.psychres.2008.10.028. Tenconi, E., Santonastaso, P., Degortes, D., Bosello, R., Titton, F., Mapelli,
Sanz, J., Navarro, M. E., y Vázquez, C. (2003). Adaptación española del In- D., … y Favaro, A. (2010). Set-shifting abilities, central cohe-
ventario para la Depresión de Beck-II (BDI-II): propiedades psi- rence, and handedness in anorexia nervosa patients, their unaf-
cométricas en estudiantes universitarios. Análisis y modificación de fected siblings and healthy controls: Exploring putative endophe-
conducta, 29(124), 239-288. notypes. The World Journal of Biological Psychiatry, 11, 813–823. doi:
Sanz, J., Perdigón, A. L., y Vázquez, C. (2003). Adaptación española del In- 10.3109/15622975.2010.483250.
ventario para la Depresión de Beck-ll (BDI-II): 2. Propiedades Van den Eynde, F., Guillaume, S., Broadbent, H., Stahl, D., Campbell, I.C.,
psicométricas en población general. Clínica y salud, 14(3), 249-280. Schmidt, U., … y Tchanturia, K. (2011). Neurocognition in buli-
Salvador, J., Mestas, L., Gordillo, F., Arana, J.M., Meilán, J.J.G., Pérez, E., ... mic eating disorders: A systematic review. Acta Psychiatrica Scandi-
Carro, J. (2010). Toma de decisiones en la anorexia nerviosa. Re- navica, 124, 120–140. doi: 10.1111/j.1600-0447.2011.01701.x.
vista de Neurología, 50(11), 703-704. van Noort, B. M., Pfeiffer, E., Ehrlich, S., Lehmkuhl, U., y Kappel, V. (2016).
Schulte-Rüther, M., Mainz, V., Fink, G.R., Herpertz-Dahlmann, B., y Kon- Cognitive performance in children with acute early-onset anore-
rad, K. (2012). Theory of mind and the brain in anorexia nervosa: xia nervosa. European child y adolescent psychiatry, 25(11), 1233-1244.
relation to treatment outcome. Journal of the American Academy of Watson, H. J., y Bulik, C. M. (2013). Update on the treatment of anorexia
Child and Adolescent Psychiatry, 51(8), 832–841. doi: nervosa: review of clinical trials, practice guidelines and emerging
https://doi.org/10.1016/j.jaac.2012.06.007 interventions. Psychological medicine, 43(12), 2477-2500. doi:
Smith, E., y Rieger, E. (2006). The effect of attentional bias toward shape- 10.1017/S0033291712002620.
and weight-related information on body dissatisfaction. Internatio- Watson, D., Clark, L.A., y Tellegen, A. (1988). Development and validation
nal Journal of Eating Disorders, 39(6), 509–515. of brief measures of positive and negative affect: the PANAS sca-
Stedal, K., Frampton, I., Landrø, N.I., y Lask, B. (2012). An examination of les. Journal of Personality and Social Psychology 54(6), 1063-70.
the ravello profile–a neuropsychological test battery for anorexia Weider, S., Indredavik, M. S., Lydersen, S., y Hestad, K. (2015). Neuro-
nervosa. European Eating Disorders Review, 20, 175–181. doi: psychological function in patients with anorexia nervosa or buli-
10.1002/erv.1160. mia nervosa. International Journal of Eating Disorders, 48, 397–405.
Steward, T., Mestre-Bach, G., Agüera, Z., Granero, R., Martín-Romera, V., doi: 10.1002/eat.22283.
Sánchez, I., ... y Tinahones, F. J. (2016). Enduring Changes in Weider, S., Indredavik, M. S., Lydersen, S., y Hestad, K. (2016). Central cohe-
Decision Making in Patients with Full Remission from Anorexia rence, visuoconstruction and visual memory in patients with
Nervosa. European Eating Disorders Review, 24(6), 523-527. doi: eating disorders as measured by different scoring methods of the
10.1002/erv.2472. Rey Complex Figure Test. European Eating Disorders Review, 24(2),
Sysko, R., Walsh, B. T., Schebendach, J., y Wilson, G. T. (2005). Eating beha- 106-113. doi: 10.1002/erv.2385.
vior among women with anorexia nervosa. The American Journal of Wechsler, D. (1997). Wechsler Memory Scale–Third Edition. San Antonio, TX:
Clinical Nutrition, 82(2), 296–301. Psychological Corporation
Tapajóz, F., Catoira, N., y Allegri, R. F. (2014). Teoría de la mente en los Wechsler, D. (1999). Wechsler Adult Intelligence Scale-III. Madrid: TEA Edicio-
trastornos alimentarios: ¿endofenotipo de la enfermedad?. Revista nes.
Argentina de Psiquiatría, XXV, 253-261 doi: Wu, M., Giel, K. E., Skunde, M., Schag, K., Rudofsky, G., de Zwaan, M., …
http://hdl.handle.net/11336/36136 y Friederich, H.C. (2013). Inhibitory control and decision making
Tapajóz, F., Soneira, S., Aulicino, A., Martese, G., Iturry, M., y Allegri, R. F. under risk in bulimia nervosa and binge-eating disorder. Interna-
(2013). Theory of mind and central coherence in eating disorders: tional Journal of Eating Disorders, 46, 721–728. doi:
Two sides of the same coin?. Psychiatry research, 210(3), 1116-1122. 10.1002/eat.22143.
doi: 10.1016/j.psychres.2013.08.051. Zakzanis, K. K., Campbell, Z., y Polsinelli, A. (2010). Quantitative evidence
Tchanturia, K., Anderluh, M., Morris, R., Rabe-Hesketh, S., Collier, D., Sán- for distinct cognitive impairment in anorexia nervosa and bulimia
chez, P., y Treasure, J. (2004). Cognitive flexibility in anorexia nervosa. Journal of Neuropsychology, 4, 89–106. doi:
nervosa and bulimia nervosa. Journal of the International Neuropsycho- 10.1348/174866409X459674.
logical Society, 10(4), 513–20. doi: 10.1017/S1355617704104086 Zanetti, T., Santonastaso, P., Sgaravatti, E., Degortes, D.,y Favaro, A. (2013).
Tchanturia, K., Davies, H., y Campbell, I. (2007). Cognitive remediation the- Clinical and temperamental correlates of body image disturbance
rapy for patients with anorexia nervosa: preliminary findings. An- in eating disorders. European Eating Disorders Review, 21, 32–37.
nals of General Psychiatry, 6, 14–20. doi: 10.1186/1744-859X-6-14 doi: 10.1002/erv.2190.