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El dragón de Wawel.

Hace muchos, muchos siglos atrás vivía, en una cueva bajo el castillo de Wawel, un terrible dragón, el
más horrible dragón, que jamás se haya visto. Era un monstruo que devoraba todo el ganado que se le
ponía por delante.
Los caballeros más valientes del rey trataron de vencerlo una y mil veces, pero todo esfuerzo fue en
vano. No llegaban a desenvainar sus espadas cuando el fuego que el dragón lanzaba por su boca, los
mataba o los hacía huir.
El rey de Cracovia, Krak, cansado del dragón, envió a sus heraldos a recorrer las tierras por todo el
mundo anunciando que aquel caballero que pudiera vencer al dragón se casaría con su hija y heredaría
el trono.
Muchos fueron los que se atrevieron a enfrentarse con el dragón por tan espléndido premio, pero uno
tras otro fueron vencidos. El rey cayó en la desesperanza, su hija comenzó a pensar que jamás se casaría,
el reino se empobreció cada vez más porque el dragón exigía más y más comida.
Un día un joven zapatero llamado Skuba, que había observado con atención los combates de los
caballeros, elaboró un plan para acabar con la bestia. Dentro de la piel de un cordero metió alquitrán y
azufre, lo cosió y lo dejó al lado de la cueva del dragón. Éste que era tonto y glotón, pensó que se trataba
de un sabroso bocado y se tragó el cordero.
Como hacía siempre después de cada comida abundante, eructó expulsando fuego. Entonces el azufre
se incendió en el estómago de la bestia. El dragón corrió hacia el Vístula con la esperanza de apagar el
fuego interior, pero bebió tanta agua que reventó.
El pueblo quedó liberado de su terror y el zapatero después de hacer muchas botas de la piel del
dragón, se casó con la hija del rey.

El dragón de Wawel.
Hace muchos, muchos siglos atrás vivía, en una cueva bajo el castillo de Wawel, un terrible dragón, el
más horrible dragón, que jamás se haya visto. Era un monstruo que devoraba todo el ganado que se le
ponía por delante.
Los caballeros más valientes del rey trataron de vencerlo una y mil veces, pero todo esfuerzo fue en
vano. No llegaban a desenvainar sus espadas cuando el fuego que el dragón lanzaba por su boca, los
mataba o los hacía huir.
El rey de Cracovia, Krak, cansado del dragón, envió a sus heraldos a recorrer las tierras por todo el
mundo anunciando que aquel caballero que pudiera vencer al dragón se casaría con su hija y heredaría
el trono.
Muchos fueron los que se atrevieron a enfrentarse con el dragón por tan espléndido premio, pero uno
tras otro fueron vencidos. El rey cayó en la desesperanza, su hija comenzó a pensar que jamás se casaría,
el reino se empobreció cada vez más porque el dragón exigía más y más comida.
Un día un joven zapatero llamado Skuba, que había observado con atención los combates de los
caballeros, elaboró un plan para acabar con la bestia. Dentro de la piel de un cordero metió alquitrán y
azufre, lo cosió y lo dejó al lado de la cueva del dragón. Éste que era tonto y glotón, pensó que se trataba
de un sabroso bocado y se tragó el cordero.
Como hacía siempre después de cada comida abundante, eructó expulsando fuego. Entonces el azufre
se incendió en el estómago de la bestia. El dragón corrió hacia el Vístula con la esperanza de apagar el
fuego interior, pero bebió tanta agua que reventó.
El pueblo quedó liberado de su terror y el zapatero después de hacer muchas botas de la piel del
dragón, se casó con la hija del rey.

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