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24-10-2019

Sentires venezolanos. Chile, neoliberalismo y fuego popular


Vocesenlucha
Rebelión

La industria de la mentira aparta en estos días los focos de Venezuela. El bloqueo sigue sin
embargo haciendo su trabajo cual solitaria silenciosa en el estómago del pueblo. Por suerte,
cosechamos algunas victorias. El gobierno aumenta los salarios. Los precios de los productos, por
ahora, se mantienen. Se crean los CLAP escolares para 6 millones de estudiantes. Pero el verdadero
gancho a la mandíbula del imperio llega con una victoria internacional, la obtención de una silla en
el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. El títere de EEUU Guaidó afirma que "la ONU se
mancha y pierde credibilidad".

Mientras en Venezuela continúa la lucha histórica con gran parte de su pueblo afanado en la lucha
incansable por la sobrevivencia, al "patio trasero" del monstruo le nacen en su vientre las
insurgencias. Los focos de rebeldía crecen como pólvora prendida. Durante las recientes protestas
en Ecuador, el presidente chileno afirmaba ante el "cuadro difícil" de la región: "Perú y Chile
tenemos que hacer un gran esfuerzo de marcar el rumbo, de tratar ser un faro, una guía en
tiempos difíciles". Sebastián Piñera, quien montó a Chile en el Grupo de Lima y acompañó el tour
del intento de golpe de estado hollywoodiense llamado "ayuda humanitaria" y el concierto de
Cúcuta, en la frontera colombo-venezolana, presumía hace apenas unos días de la estabilidad
económica en su país. Hoy, el hijo pródigo del neoliberalismo se levanta. Las revueltas en Chile son
la muestra palpable, real, concreta, del fracaso de un modelo que todo lo que toca lo vuelve
mercancía.

Voces compañeras nos cuentan desde la tierra de Allende y Miguel Enríquez ya el primer día de
revuelta generalizada, que no se ha visto nada igual en términos de masividad de la protesta social
desde la dictadura. Según el historiador chileno Sergio Grez Toso, colaborador de Vocesenlucha,
"luego de décadas de atropellos, violación sistemática de derechos esenciales, represión brutal,
latrocinios de empresarios y políticos profesionales, explotación inmisericorde, destrucción de la
naturaleza y entrega del país a las transnacionales, el pueblo empieza a entender que solo una
lucha enérgica y decidida puede aportar un alivio a su desgraciada situación. La rebelión del pueblo
chileno es justa y necesaria".

En 2014 y 2017 Venezuela vivió jornadas gravísimas de protestas con violencia explícita donde
grupos con preparación militar financiados por la derecha, junto a delincuentes pagados con unos
dólares o droga, llegaron a cruzar guayas en las calles que degollaron motorizados, quemar
personas vivas por parecer chavistas, atacar instituciones públicas y hasta centros infantiles. El
gobierno bolivariano nunca suspendió las garantías fundamentales. Al presidente de Chile
Sebastián Piñera le bastaron apenas unas horas de altercados para decretar el toque de queda. Los
militares ocupan calles y metro, símbolo del detonante de la revuelta por la subida de la tarifa del
transporte público, hasta un 15% del salario mínimo, en uno de los países más desiguales de
América Latina. "Dejen de proteger a los ricos ¡Que se vayan los milicos!", increpa la gente a los
militares en la Plaza Italia de Santiago de Chile. Tanquetas y ejército en la calle recuerdan "tiempos
de oscuridad".

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En estos días entrevistamos al profesor de la Universidad Complutense de Madrid Marcos Roitman,
de origen chileno, exiliado en España después del golpe de Estado de Pinochet, y autor del reciente
libro Por la razón o la fuerza, memoria y resistencia de los golpes de Estado, dictaduras y
resistencias en América Latina. "¿Qué fue lo que se bombardeó en el Palacio de la Moneda?" le
preguntamos. El bombardeo "destruyó la propia condición del ser humano, a partir de ahí lo
humano no tenía valor, por eso la tortura, la muerte, los 1198 desaparecidos, la caravana de la
muerte en el norte". Pinochet generó algunos monstruos, comentamos. Así llegamos,
inevitablemente, al neoliberalismo, modelo económico ensayado durante la dictadura militar de
Pinochet antes de globalizarse.

"El capitalismo es necesariamente neoliberalismo, si lo entendemos como economía de mercado, y


eso es lo que se hizo en Chile, entender que el capitalismo no podía existir con rostro humano. El
capitalismo no puede tener rostro humano, por definición del capitalismo. Es inhumano porque
explota de una manera absoluta al ser humano, en el cuerpo y en el alma, lo construye como
mercancía. El capitalismo solo tuvo rostro humano cuando tuvo necesidad de enfrentarse al
socialismo y generar una especie de contraparte para que los trabajadores que vivían en los países
occidentales vieran que podían disfrutar de determinados mecanismos de consumo. La creación de
los sectores medios, incorporarlos al consumo. En definitiva, que los trabajadores en el capitalismo
estaban mejor que los trabajadores en el socialismo, porque aquí podían disfrutar de los bienes del
socialismo y encima podían votar cada cuatro o seis años. El capitalismo no va ni con la democracia
ni va con la condición de lo humano, por definición del hecho de la explotación. El neoliberalismo yo
creo que es la forma más pura de realización de la economía de mercado. Y es lo que dicen Hayek
y Von Misses: la democracia capitalista es la democracia del consumidor, no es la democracia
fundamentada en la ética y en los valores políticos, sino que los deseos de los consumidores
desean ser saciados, y deben ser saciados. Esa es la ley de la democracia capitalista, la ley del
mercado. Pero lo dicen ellos. No tiene nada que ver con la moral, con la política. Por eso ellos no
hablan de la ciudadanía, hablan del consumidor. Eso es lo que se hizo en Chile, y muy bien hecho.
Hoy en Chile tenemos consumidores de pobreza, consumidores de riqueza, consumidores de
políticos... En eso, el hecho político pierde el eje sobre el cual se construye la cohesión social. Si la
cohesión social aparece en el mercado, aparece la guerra de todos contra todos".

La meca del experimento neoliberal hace aguas: miseria, exclusión, destrucción de humanidad y
naturaleza, individualismo y explotación 3.0 es su saldo.

La contraofensiva reaccionaria que logró tomar posiciones en diferentes enclaves institucionales de


Suramérica acabando con experiencias progresistas de distinto signo, vive momentos complicados.
Los pueblos se levantan como llamas. Con el concurso del fuego, metafórico y literal, las ciudades
evacúan los humos acumulados. Haití, Argentina, Colombia, Honduras, Ecuador y ahora Chile. Al
otro lado del charco, Catalunya clama soberanía en un movimiento distinto, pero que es algo más
que independencia: es lucha contra la monarquía y por tanto contra el franquismo, restaurador del
orden monárquico. Y por supuesto, aunque la conducción burguesa nos nuble la vista, consciente e
inconscientemente, Catalunya es también lucha anticapitalista. Los pueblos sufren un ataque
multidimensional. Social, político, económico, cultural. La guerra del siglo XXI corroe el alma, los
cuerpos, las conciencias generando hastíos infinitos cuyas causas no siempre identificamos, pero
apuntan a un mismo origen: la explotación, la dominación en sus múltiples formas. El capitalismo y
su natural expresión neoliberal.

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Ese neoliberalismo en descomposición tuvo su momento de gloria en los 90. La caída de la Unión
Soviética dejó el planeta en manos de los apóstoles del credo neoliberal que se atrevieron a grabar
sus tablas de la ley y sus mandamientos. La historia ha muerto, escupían soberbios desde sus
púlpitos. Asumían con ello la visión marxista que equipara historia con lucha de clases. El fin de la
historia era el pretendido fin de esa pugna. La victoria del capitalismo como orden planetario. El
pensamiento único. Pero la historia, derrotada en Europa, se subió a lomos de América Latina para
reclamar su buena salud en forma de grito emancipador de dignidad. América, de nuevo, en el
epicentro de la historia. El año de la caída del muro de Berlín el pueblo de Venezuela se lanza
espontáneamente a conquistar las calles contra las medidas neoliberales del gobierno
socialdemócrata de Carlos Andrés Pérez, buen amigo de nuestro querido Felipe González. El
llamado Caracazo. En el 92, junto a los 500 años y el renacer de las luchas indígenas en el
continente, un grupo de militares se levanta en Venezuela comandados por oficiales rebeldes como
ese tal Chávez que tuvo por vez primera unos minutos al aire para pronunciar unas breves palabras
que se convertirían en fuego en las conciencias plebeyas: "compañeros, lamentablemente, por
ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados... Vendrán nuevas situaciones y el país
tiene que enrumbarse hacia un destino mejor". El año 94 se levanta el EZLN coincidiendo con la
entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, donde México tiende su
mano mercantil a EEUU y Canadá. A fines del 98 el "por ahora" muta en millones de "ahoras" que
ponen a Chávez al frente del barco mediante la vía popular de las urnas. Latinoamérica de desata
en júbilo progresista con gobiernos de diferentes colores. Se ensayan frenos al neoliberalismo pero
pocos plantean el camino al socialismo. A más de 20 años del triunfo de Chávez, siguen en pie los
gobiernos que dibujaron cambios más radicales: Bolivia y Venezuela, marcando las distancias entre
ambas. En ocasiones contra las cuerdas, pero siguen. Latinoamérica vive momentos jodidos,
rejodidos. Las derechas locales, dirigidas desde el corazón del monstruo, lograron horadar las
alianzas de integración regional tejidas a pulso con Venezuela -y el constante apoyo de Cuba- como
centro articulador de la nueva dignidad económica y comercial, esperanza de los excluidos de
siempre.

Sin embargo, el enemigo no solo está en el exterior. Y no hablamos del sentido común capitalista
que a todos nos invade. Adentro de nuestras filas también crecen los monstruos. Debemos sacar
conclusiones políticas de las experiencias progresistas que fueron suplantadas por gobiernos
neoliberales. Aprender de la historia para no repetirla. Ya en 2016, y he de decir que mucho más en
este último caminar por Venezuela, no pocas voces militantes, chavistas y compañeras, de corazón
comunero, nos alertaban de algunas desviaciones dentro del gobierno bolivariano que pretenden,
aprovechando el río revuelto, apañar ganancias de pescadores. No solo mediante la corrupción y el
burocratismo, males capitalistas de jodida erradicación, sino mediante dejes neoliberales. Quienes
así piensen deberían escuchar la voz de los pueblos. Del pueblo creador y comunero venezolano y
de los pueblos de América Latina que en estos tiempos de piedra y fuego se levantan contra los
molinos posmodernos del neoliberalismo. Honduras, Colombia, Haití, Ecuador y ahora Chile arden
con plebeya llama. ¿Existe mensaje más claro para escuderos del neoliberalismo de distinto signo?

En Chile, tras días de protestas y represión, con el país militarizado, la llama sigue prendida. A
pesar del toque de queda y los muertos, las cacerolas claman su furia en calles y ventanas. Los
militares hacen lo que saben: disparar su violencia sistémica contra los cuerpos. Cifras oficiales: 15
muertos, 84 heridos, 2500 detenidos, 10500 efectivos desplegados. Sin embargo, nos cuentan, "la
realidad es otra". No se está informando de la cifra real de fallecidos. "Desde la primera noche ha
habido muertos. En Valparaíso los marinos dispararon a quemarropa a gente que sólo caminaba
durante el toque de queda. En Santiago y Concepción hay muertos no declarados, muchos heridos
por balines que tampoco aparecen en la prensa", nos relata una compañera chilena.

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En Venezuela, durante el Caracazo, las cifras oficiales reportaron 276 muertos. Luego comenzaron
a aparecer cadáveres en fosas comunes. Hoy se habla de alrededor de 3000 muertos y cientos de
desaparecidos durante aquellos días de 1989.

El presidente Piñera comparece para decir nada nuevo: "Estamos en guerra, frente a un enemigo
poderoso que no respeta a nada ni a nadie". El poder se describe a sí mismo y declara la guerra al
pueblo. Éste responde convocando Huelga General.

"Un enemigo poderoso", dice Piñera. ¿A quién se está refiriendo? Diferentes medios
alineados con la derecha, tanto en Chile como a nivel internacional, insinúan, tal y como hace unos
días hicieron respecto a Ecuador, que Maduro está detrás de las revueltas. De nuevo el villano
SuperMaduro se cuela en la película para aguar la fiesta neoliberal. Líderes de la derecha en
Venezuela afirman que el chavismo y Cuba son quienes incendian las protestas. Al parecer, el plan
se trazó en el Foro de Sao Paulo. Algo debimos perdernos en aquel Foro. La próxima vez estaremos
más atentos.En la orilla de la dignidad, el movimiento mapuche, quien hace rato conoce en su
propia carne las balas y la militarización de su territorio histórico, se solidariza con la lucha del
pueblo chileno. La CAM, histórica coordinadora mapuche, en un comunicado concluye: "La
liberación nacional mapuche sólo se logrará con la liberación del pueblo chileno".

El "malestar de la cultura", dependiendo de los suelos, barros y cielos del contexto concreto, se
expresa de tantas maneras como posibilidades creadoras atesoran los pueblos y naciones. El cómo
se conduzcan o cómo jueguen sus cartas las fuerzas en pugna, incluso dentro de cada bloque
histórico, determinará el rumbo emancipador o no de los procesos. ¿Lograremos dar a las actuales
luchas una conducción plebeya, que no solo acumule sueños e hitos de histórica rebeldía, sino que
oriente espontánea rabia y derramada sangre en alternativa palpable de dignidad? El pueblo
chileno, ecuatoriano, kurdo, hondureño, colombiano, haitiano, venezolano, catalán... Los pueblos
latinoamericanos y del planeta todo tienen la historia a sus pies. Presta para decantar su balanza
hacia el lado de las excluidas de siempre, de los emancipados del mañana.

Una foto de un niño chileno burlando en carrera a los carabineros cual liebre entre elefantes, vuela
por las redes como símbolo de esperanza y de futuro. Puede que todavía tengamos que esperar un
rato para que como pronosticó Allende se abran las grandes alamedas. Sin embargo al monstruo se
le abren grietas por las que hoy asoman la cabeza las mujeres y hombres libres que abrirán los
páramos, mares y alamedas de la historia. Historia que, mal que les pese a los predicadores
bíblicos neoliberales, está más viva que nunca. Tal y como enunció Allende aquel 11 de septiembre
"la historia es nuestra, y la hacen los pueblos".

Vocesenlucha. Espacio de comunicación popular sobre los pueblos de América Latina y el Estado
español.

vocesenlucha.com

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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de las autoras mediante una licencia de Creative
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