Está en la página 1de 5

ROBERTO La edición como

CALASSO género literario


Resulta fácil saber en qué consiste una mala editorial. Las hay por decenas y todas Nota del editor - Conferencia
se parecen mucho en la mezcla de mercantilismo y miopía. En cambio, no existe una que pertenece al libro La locura
fórmula cierta para hacer una buena. El autor de este ensayo, sin embargo, puede que viene de las ninfas y otros
hablar del tema con conocimiento de causa, pues la suya ha sido durante años una ensayos (2008) de la editorial
de las mejores editoriales en lengua italiana. Sexto Piso .

Quisiera hablarles de algo que generalmente sumidos, se pueden anegar fácilmente —y así
se da por entendido, pero luego no se revela desaparecer por completo.
como obvio en absoluto: el arte de publicar li- Luego, será bueno recordar que la edición
bros. Y primero quisiera detenerme un instante en numerosas ocasiones ha demostrado ser una
en la noción de edición en sí, porque me parece vía rápida y segura para derrochar y chuparse
que está envuelta en una notable cantidad de patrimonios sustanciosos. Se podría además
equívocos. Si se le pregunta a alguien: ¿qué es agregar que, junto conroulette y cocottes, fun-
una editorial?, la respuesta habitual, y también dar una editorial siempre ha sido, para un joven
la más razonable, es la siguiente: se trata de un de nobles orígenes, una de las maneras más
ramo secundario de la industria, en el cual se eicaces de despilfarrar su fortuna. De ser así, la
trata de hacer dinero publicando libros. Y ¿qué pregunta es cómo es que el papel del editor ha
debería ser una buena editorial? Una buena atraído a lo largo de los siglos a un número tan
editorial sería —si se me concede la tautolo- alto de personas —y continúe considerándose
gía— la que supuestamente publica, dentro de fascinante y, en cierto modo, misterioso también
lo posible, sólo buenos libros. O sea, para usar hoy—. Por ejemplo, no es difícil darse cuenta de
una deinición rápida, libros de los que el editor que no hay título más codiciado por ciertos po-
tienda a estar orgulloso, y no a avergonzarse de derosos de la economía, quienes con frecuencia
ellos. Desde este punto de vista, una editorial se lo conquistan literalmente a un precio de oro.
semejante difícilmente podría revelarse de parti- Si esas personas pudiesen airmar que publi-
cular interés en términos económicos. can verduras congeladas, en vez de producirlas,
Publicar buenos libros nunca ha vuelto presumiblemente serían felices. Se puede enton-
espantosamente rico a nadie. O, por lo me- ces llegar a la conclusión de que, además de ser
nos, no en una medida comparable con lo que un ramo de los negocios, la edición siempre ha
puede suceder abasteciendo al mercado de agua sido una cuestión de prestigio, no por nada sino
mineral o computadores o bolsas de plástico. Al porque se trata de un género de negocios que es
parecer, una empresa editorial puede producir a la vez un arte. Un arte en todos los sentidos,
ganancias notables sólo a condición de que los y seguramente un arte peligroso porque, para
buenos libros sean sumidos entre muchas otras practicarlo, el dinero es un elemento esen-
cosas de calidad muy diferente. Y cuando están cial. Desde este punto de vista, bien se puede

1
sostener que muy poco ha cambiado desde los prefacios y epílogos modernos, sino también
tiempos de Gutenberg. de todas las solapas de los forros, los textos de
Y sin embargo, si pasamos la mirada por presentación a los libretos y la publicidad de
cinco siglos de edición tratando de pensar en la hoy. Fue aquél el primer indicio del hecho de
edición misma como un arte, en seguida vemos que todos los libros publicados por cierto editor
surgir paradojas de todo tipo. La primera podían ser vistos como eslabones de una misma
podría ser ésta: ¿con base en qué criterios se cadena, o segmentos de una serpiente de libros,
puede juzgar la grandeza de un editor? Sobre o fragmentos de un solo libro formado por
esta cuestión, como solía decir un amigo mío todos los libros publicados por ese editor. Ésta,
español, “no hay bibliografía”. Se pueden leer obviamente, es la meta más audaz y ambiciosa
estudios muy doctos y minuciosos sobre la para un editor, y así ha persistido desde hace
actividad de ciertos editores, pero muy rara vez quinientos años. Y si les parece que se trata de
se encuentra un juicio sobre su grandeza, como una empresa impracticable, bastará recordar
en cambio sucede normalmente cuando se trata que también la literatura, si no oculta en su
de escritores o pintores. ¿De qué estará hecha, fondo lo imposible, pierde toda magia. Algo
entonces, la grandeza de un editor? similar creo que se puede decir de la edición —o
Trataré de responder a la pregunta con al menos de ese particular modo de ser editor,
algunos ejemplos. El primero, y quizá el más que ciertamente no ha sido practicado muy a
elocuente, nos remite a los orígenes de la edi- menudo a lo largo de los siglos, pero a veces
ción. Con la impresión ocurrió un fenómeno con resultados memorables—.
que se repetiría más tarde con el nacimiento Para dar una idea de lo que puede nacer de
de la fotografía. Al parecer hemos sido ini- esta concepción de la edición, me referiré a dos
ciados en estas invenciones por maestros que libros impresos por Aldo Manuzio. El primero
inmediatamente han alcanzado una excelencia fue publicado hace quinientos dos años con
inigualable. Si se quiere entender lo esencial de el abstruso título Hypnerotomachia Poliphili,
la fotografía, basta estudiar la obra de Nadar. Si que signiica “Batalla de amor en sueños”. Pero
se quiere entender qué puede ser una editorial, ¿de qué se trata? Era lo que hoy se llamaría
basta echar un vistazo a los libros impresos por una “primera novela”. Y, además, de autor
Aldo Manuzio. Él fue el Nadar de la edición, el desconocido (y hasta hoy enigmático), escri-
primero en imaginar una editorial en términos ta en una suerte de lenguaje imaginario, una
de forma. Y aquí la palabra “forma” se entien- especie de Finnegans Wake compuesto sólo de
de de muchas y diferentes maneras. En primer mescolanzas e hibridaciones de palabras latinas
lugar, la forma es decisiva en la elección y en e italianas. Una operación más bien arriesgada,
la secuencia de los títulos a publicar. Pero la se diría. Pero ¿qué aspecto tenía el libro? Era un
forma tiene que ver también con los textos que volumen en folio, ilustrado con magníicos gra-
acompañan a los libros, además de la manera bados que constituían una perfecta contraparte
en que el libro se presenta como objeto. Por eso visual del texto. Lo que es aún más arriesgado.
incluye la portada, el diseño, la compaginación, Pero llegados a este punto debemos agregar
los caracteres, el papel. El propio Aldo solía es- algo: según la inmensa mayoría de los apasio-
cribir bajo la forma de cartas o epistulae aque- nados de libros, éste es el libro más bello jamás
llos breves textos introductorios que son los impreso. Lo que puede ser veriicado por cada
precursores no sólo de todas las introducciones, uno de ustedes, si acaso les cayera en las manos

2
una copia de aquella edición o también, en ejemplo. En efecto, si les dijera sin medias tintas
el peor de los casos, un buen facsímile. Aquel que a mi parecer un buen editor de nuestros
libro era obviamente un golpe de genio, único días debería simplemente tratar de hacer lo que
e irrepetible. Y al crearlo, el editor tuvo una hacía Manuzio en Venecia en el primer año del
función capital. Pero no deben pensar que Ma- siglo XVI, ustedes podrían pensar que estoy
nuzio era grande sólo como preparador de te- bromeando —aunque no bromeo para nada—.
soros para los biblióilos de los siglos venideros. Entonces les hablaré de un editor del siglo XX,
El segundo ejemplo que tiene que ver con él va precisamente para mostrarles cómo actuó exac-
en una dirección completamente distinta: tres tamente de ese modo, aunque en un contexto
años después de la Hypnerotomachia, en 1502, totalmente distinto. Se llamaba Kurt Wolff. Era
Manuzio publicó una edición de Sófocles en un un joven alemán, elegante, rico, pero tampoco
formato que él quiso deinir como parva forma, demasiado. Quería publicar nuevos escritores
pequeña forma: es el primer libro de bolsillo de de alta calidad literaria. Entonces inventó para
la historia, el primer paperback. Literalmente, el ellos una colección de cuadernos más bien
primer libro que se podía meter en un bolsillo. inusitados, de formato vertical, llamada “Der
Al inventar un libro de tal formato, Manuzio Jüngste Tag”, “El Día del Juicio”, un título que
transformó los gestos que acompañan a la lec- hoy parece completamente apropiado para una
tura. Así, el acto mismo de leer mutó de manera colección de libros que salieron en Alemania
radical. Observando el frontispicio, se puede durante la Primera Guerra Mundial. Si dan una
admirar la elegancia del caracter griego cur-sivo ojeada a estos libros de color negro, delgados
que aquí es usado por primera vez y en seguida y austeros, con las etiquetas pegadas encima,
se convirtió en un valioso punto de referencia. como sobre cuadernos de escuela, quizá se
Por eso, Manuzio fue capaz de alcanzar dos pondrán a pensar: ¿es así que debería presentar-
resultados opuestos: por un lado, crear un libro se un libro de Kafka? Y, en efecto, varios de los
como la Hyp-nerotomachia Poliphili que jamás relatos de Kafka fueron publicados en esta co-
tendría igual, y es casi el arquetipo del libro lección. Entre ellos, La metamorfosis, en 1917,
único. Por otro, crear un libro completamente con una bella etiqueta azul y marco negro. En
distinto, como el Sófocles, que en cambio sería esa época Kafka era un joven escritor poco
copiado millones y millones de veces en todas conocido y extremadamente discreto. Pero,
partes, hasta hoy. leyendo las cartas que Kurt Wolff le es-cribía, se
No diré más sobre Aldo Manuzio porque darán cuenta en seguida, por su exquisito tacto
ya veo perilarse una pregunta en su mente, y delicadas atenciones, que el editor simplemen-
pregunta que se podría formular así: bien, todo te sabía quién era su interlocutor.
eso es fascinante y pertenece a las glorias del  Kafka, por lo demás, no era ciertamente el
renacimiento italiano, pero ¿qué tiene que ver único joven escritor publicado por Kurt Wolff.
con nosotros y con los editores de hoy, anega- Ese mismo año 1917, más bien turbulento para
dos por la marea creciente de CD-ROM, sitios la edición, Kurt Wolff recogió en un almanaque,
de Internet, e-book y DVD —por no hablar de que llevaba por título Vom Jüngsten Tag, textos
los diversos incestuosos connubios entre todos de algunos jóvenes autores. He aquí el almana-
estos mecanismos—? Si tuvieran la paciencia que y he aquí algunos de los autores: Franz Blei,
de seguirme todavía unos instantes, trataré de Albert Ehrenstein, George Heym, Franz Kafka,
dar una respuesta a esta pregunta usando otro Else Laske-Schüler, Carl Sternheim, George

3
Trakl, Robert Walser. Son los nombres de los que ha sido presentado el mismo texto. Imagi-
jóvenes escritores que en ese año se encontraron nen una editorial de esta manera y se encontra-
reunidos bajo el techo del mismo joven editor. Y rán inmersos en un paisaje muy singular, algo
esos mismos nombres, ninguno excluido, vuel- que podrían considerar una obra literaria en sí,
ven a entrar en la lista de los autores esenciales perteneciente a un género especíico. Un géne-
que un joven hoy debe leer si quiere saber algo ro que se jacta de sus clásicos modernos: por
de la literatura en lengua alemana de los prime- ejemplo, los vastos dominios de Gallimard, que
ros años del siglo XX. de las tenebrosas lorestas y de los pantanos de
Llegados a este punto, mi tesis debería la “Série Noire” se extienden a los altiplanos de
mostrarse bastante clara. Aldo Manuzio y Kurt la “Pléiade”, pero incluyendo varias graciosas
Wolff no hicieron nada sustancialmente distin- ciudades de provincia o asen-tamientos turísti-
to, a distancia de cuatrocientos años el uno del cos que a veces se parecen a los pueblos Potëm-
otro. De hecho, practicaban el mismo arte de la kin de cartón, levantados en este caso no por la
edición —si bien este arte puede pasar inad- visita de Catalina, sino por una temporada de
vertido a los ojos de los demás, editores inclui- premios literarios. Y bien sabemos que, cuando
dos—. Y este arte puede ser juzgado en ambos llega a expandirse de esta manera, una editorial
casos con los mismos criterios, el primero y el puede adquirir un cierto carácter imperial. Así,
último de los cuales es la forma: la capacidad el nombre Gallimard resuena hasta los limbos
de dar forma a una pluralidad de libros como más remotos adonde se extiende la lengua
si fueran los capítulos de un único libro. Y todo francesa. O, en otra vertiente, podríamos encon-
ello teniendo cuidado —un cuidado apasionado trarnos en las vastas haciendas de Insel Verlag,
y obsesivo— de la apariencia de cada volumen, que dan la impresión de haber pertenecido por
de la manera en que se presenta. Y, inalmente, mucho tiempo a un iluminado señor feudal que
también —y no es ciertamente el punto de me- al inal ha dejado sus propiedades a los más
nor importancia— de cómo ese libro puede ser devotos y probados intendentes... No quiero
vendido al más alto número de lectores. insistir más, pero ya ven que de este modo se
Hace aproximadamente cuarenta años Clau- podrían concebir mapas muy detallados.
de Lévi-Strauss propuso considerar una de las Considerando a las editoriales desde esta
actividades fundamentales del género humano perspectiva, se mostrará quizá más claro uno
—cabe aclarar, la elaboración de mitos— como de los puntos más misteriosos de nuestro oicio:
una forma particular de bricolaje. Después de ¿por qué un editor rechaza cierto libro? Por-
todo, los mitos están constituidos de elemen- que se da cuenta de que publicarlo sería como
tos ya preparados, muchos de ellos derivados introducir un personaje equivocado en una
de otros mitos. Llegados a este punto sugiero novela, una igura que arriesgaría desequilibrar
sumisamente considerar también el arte de la al conjunto o desvirtuarlo. Un segundo punto
edición como una forma de bricolaje. Traten de concierne al dinero y a las copias: siguiendo
imaginar una editorial como un único texto for- esta línea, se estará obligado a tomar en consi-
mado no sólo de la suma de todos los libros que deración la idea de que la capacidad de hacer
ha publicado, sino también de todos sus otros leer (o, por lo menos, comprar) ciertos libros
elementos constitutivos, como las portadas, las es un elemento esencial de la calidad de una
solapas, la publicidad, la cantidad de copias im- editorial. El mercado —o la relación con ese
presas o vendidas, o las diversas ediciones en las desconocido, oscuro ser llamado “el público”—

4
es la primera ordalía del editor, en la acepción de los Escritores, que permitiera a los libros, y
medieval del término: una prueba de fuego que sobre todo a ciertos libros, circular aún. Pronto
puede también convertir en humo considerables la Librería de los Escritores se convirtió, en las
cantidades de billetes. Por lo tanto, se podría palabras de Osorgin, en “la única librería en
deinir a la edición como un género li-terario Moscú y en toda Rusia en la que cualquier hijo
híbrido, multimediático. E híbrido sin duda lo de vecino podía adquirir un libro ‘sin autoriza-
es. En cuanto a que se mezcla con otros media, ción’ ”.
se trata de un hecho ya obvio. No obstante, la Lo que Osorgin y sus amigos hubieran
edición, como juego, sigue siendo fundamental- querido crear era una pequeña editorial. Pero
mente ese mismo viejo juego que Aldo Manuzio las circunstancias lo hacían imposible. Entonces
practicaba. Y un nuevo autor que se nos viene usaron la librería como una suerte de doble de
encima con un libro abstruso es para nosotros una editorial. Ya no un lugar donde se produ-
parecido al aún elusivo autor de la novela inti- cían libros nuevos, sino donde se trataba de dar
tulada Hypne-rotomachia Poliphili. Hasta que hospitalidad y circulación a los libros numerosí-
este juego dure, estoy seguro de que siempre simos —a veces preciosos, a veces comunes, con
habrá alguien dispuesto a jugarlo con pasión. frecuencia dispares, pero, como sea, destinados
Pero si un día las reglas tuvieran que cambiar a estar desperdigados— que el naufragio de
radicalmente, como a veces estamos inducidos a la historia hacía arribar al mostrador de su
temer, estoy igualmente seguro de que sabremos negocio. Lo importante era mantener con vida
convertirnos a alguna otra actividad —y po- ciertos gestos: continuar tratando a esos objetos
dremos también reencontrarnos en torno a una rectangulares de papel, hojearlos, ordenarlos,
mesa de roulette, o de écarté o de black jack. hablar de ellos, leerlos en los intervalos entre
Quisiera cerrar con una última pregunta y una tarea y otra, en in, pasarlos a otros. Lo
una última paradoja. ¿Hasta qué extremos se importante era constituir y mantener un orden,
puede llevar el arte de la edición? ¿Es posible una forma: reducido a su deinición mínima e
aún concebirla en circunstancias en que lleguen irrenunciable, ése es justamente el arte de la edi-
a faltar ciertas condiciones esenciales suyas, ción. Y así fue practicado en Moscú entre 1918
como el dinero y el mercado? La respuesta — y 1922, en la Librería de los Escritores. Que
sorprendentemente— es airmativa. Al menos alcanzó el acmé de su noble historia cuando los
si observamos un ejemplo que nos ha llegado fundadores de la librería decidieron, visto que
de Rusia. En plena Revolución de Octubre, en la edición tipográica era impracticable, iniciar
esos días que fueron, en las palabras de Alek- la publicación de una serie de obras en un único
sandr Blok, “una mezcla de angustia, horror, ejemplar escrito a mano. El catálogo completo
penitencia, esperanza”, cuando las imprentas ya de estos libros literalmente únicos se quedó
habían sido cerradas por tiempo indeterminado en la casa de Osorgin en Moscú y al inal se
y la inlación hacía subir los precios de hora en perdió. Pero, en su fantasmagoría, queda como
hora, un grupo de escritores —entre los cuales el modelo y la estrella polar para quienquiera
estaban un poeta como Chodasevic y un pensa- que trate de ser editor en tiempos difíciles. Y los
dor como Berdajaev, además del novelista Mi- tiempos siempre son difíciles.
chail Osorgin, que fue luego el cronista de esos
eventos— pensó bien en lanzarse a la empresa
http://elmalpensante.com/index.php?doc=display_contenido&i-
aparentemente insensata de abrir una Librería d=702&pag=3&size=n

También podría gustarte