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Retos de la agricultura y la alimentación en el siglo XXI desde una perspectiva

económica, social, ambiental, cultural, ecológica, tecnológica y política.

Yadira Flores
La agricultura juega un papel primordial en la alimentación de las naciones, por lo que
es la principal fuente a través de la cual se produce la materia prima para la elaboración de
productos destinados a la alimentación y en otros tiempos dicha producción abastecía la
demanda alimenticia de las naciones. Sin embargo, actualmente la población mundial va en
constante ascenso y por lo tanto los requerimientos de alimentos son mayores, es así como
de acuerdo a la FAO (2017), el planeta se enfrenta al reto de alimentar a una población
creciente en un escenario de limitación de recursos, mercados agroalimentarios
imperfectos, crisis de alimentos, y población rural vulnerable. Por lo cual se deben emplear
una serie de estrategias que generen cambios, especialmente, hacia la zona rural, esta
transformación inclusiva favorecería a la erradicación de la pobreza campesina y al mismo
tiempo ayudaría a poner fin a la necesidad y la malnutrición en las zonas urbanas.
En este mismo orden de ideas, se debe tratar el tema de la sustentabilidad, esto debido a
que sin tener claro este concepto no puede haber un desarrollo completo y se seguiría con el
tema de la inseguridad alimentaria. En este sentido Torres et al., (2004), aseveran que la
sustentabilidad constituye un paradigma complejo cuya formulación es escenario de
discusión entre diferentes ideales y valores acerca de la ecología, la economía, la sociedad y
la política. Lo anterior indica que se debe ubicar en un plano similar al ambiente y el
desarrollo socioeconómico ya que todos son componentes de una misma realidad.
Así mismo, al hablar de sustentabilidad, necesariamente se debe incluir, aparte de lo
ambiental, tecnología, inversión financiera, el conocimiento ancestral y las prácticas
ecológicas, también aspectos como los cambios éticos y filosóficos relacionados a la
necesidad y compromiso hacia la preservación de la diversidad de las especies, culturas,
sociedades y ambiente. Lo cual concuerda con Foladori (2001) y Leff, (2001), quienes
aseveran que la disputa sobre el desarrollo sustentable involucra la crisis de relaciones
sociales entre los seres humanos y su valoración no puede resultar de la simple
extrapolación de los procesos naturales y sociales generados por la racionalidad económica
e instrumental dominante, sino que es producto de la construcción social de una
racionalidad ambiental.
En cuanto a la crisis del hambre en algunos lugares del mundo son muy marcados, pero
al mismo tiempo existen unos elementos contrapuestos que hacen referencia a índices de
obesidad, así como los costos de producción de los alimentos, el cambio en la dieta de las
personas que supone mayor consumo de recursos agrícolas para su obtención, entre otros
que afectan directamente al acceso y variedad de alimentos. Entre los elementos que ha
afectado la producción de alimentos es fácil observar las fluctuaciones en los precios del
petróleo que afecta a la actividad agrícola, en la misma forma que el consumo de energías,
para después verse reflejado en el poco abasto para las necesidades alimentarias de los
pueblos. Ante lo antes expuesto, para tratar el tema de la agricultura y agroalimentación, se
hace imprescindible referirse a los aspectos políticos, económicos, sociales, culturales y
ambientales, los cuales deberán estar interconectados entre sí para poder enfrentar los retos
del siglo XXI.
El crecimiento demográfico, urbanización y los movimientos migratorios, son factores
determinantes en la agricultura y la alimentación, en este sentido la FAO (2017), asevera
que las dinámicas de población tenderán a realizar cambios radicales en el crecimiento
demográfico durante los próximos períodos. El mismo autor afirma que para el año 2050,
se presagia un aumento de la población mundial que puede llegar a los 9700 millones de
personas. Dicho incremento estará centralizado probablemente en África, sur de Asia y en
las urbes, lo que afectará arduamente las perspectivas de desarrollo. Así mismo, es
conocido que muchas colectividades locales tienen una gran dependencia de las actividades
agrícolas ya que crean empleo y la generación de entradas. Pese a lo anterior esta actividad
agropecuaria tiene limitaciones para ser desarrollada y expandida debido a las presiones
existentes en la actualidad sobre los recursos naturales, especialmente el suelo y el agua.
Es importante señalar que las poblaciones ejercen presiones sobre el ambiente y que se
debe crear conciencia para que dicha población tome en cuenta lo que significa el
desarrollo sustentable como uno de los principales retos de la agricultura del siglo XXI y de
esta forma poder enfrentar la soberanía agroalimentaria de cada nación, estado y localidad.
Actualmente existe un cambio en la demanda de alimentos y en el patrón de consumo,
prevaleciendo el uso de carne y productos lácteos así como otros alimentos de producción
intensiva, lo que trae graves consecuencias en el uso sostenible de los recursos naturales.
En cuanto a las tendencias en las inversiones agrícolas, de acuerdo a FAO (2017), tanto los
países de ingresos bajos, medianos y altos, hacen inversiones en torno a 190000 millones de
dólares. Pero, la agricultura en los países de entradas altas sigue siendo bastante más
intensiva en capital que en los países de ingresos bajos y medianos. Sin embargo, la
intensidad de capital en la producción agrícola está aumentando en todos los casos. En
cuanto a los precios de los productos el mismo autor afirma que
alcanzaron un pico en la década de 1970, y los repuntes en las décadas de 2000
y 2010 fueron superiores a los niveles de décadas anteriores. Por esta razón, la
volatilidad de los precios en los últimos veinte años se considera comparable a
la de los años setenta. El nivel de los precios de los alimentos en el futuro
dependerá de la respuesta que den los sistemas de producción a la creciente
demanda en un contexto de cambio climático y recursos limitados, así como de
cuánto el comercio agrícola consiga actuar como mecanismo de adaptación
ante este contexto cambiante.
Sin duda la cantidad de alimentos que se puedan producir en los próximos años será
determinante para el desarrollo de la humanidad. Pero otro aspecto igual de determinante
será minimizar el desperdicio de alimentos, que según estimaciones de especialistas, en la
actualidad ronda el 30 por ciento, una cifra que es para preocuparse mucho debido a se crea
un desbalance ya que unos tienen muchos y en otros lugares escasea, por lo tanto es un
tema de conciencia y cultura.
En cuanto a lo político, la perspectiva de seguridad alimentaria, a partir del marco
institucional/gubernamental apoya y traduce la voluntad política de preservar este derecho
a través de medidas y políticas económicas, agrarias sociales que dispone. Así mismo, el
enfoque de la soberanía permite que dichas políticas sean articuladas con la sociedad civil,
a partir de un diagnóstico, diseño y ejecución de propuestas. Estas medidas deben
comprender la diversidad de necesidades y modos de alimentación de la sociedad,
respetando sus modos de vida, así como atendiendo a sus deficiencias en el acceso a
alimentos ausentes. De igual modo, no solo se debe atender la sola disponibilidad de
alimento, sino el proceso para lograrlo: la visión de "demanda efectiva"; es decir brindar
oportunidades de empleo y los medios de subsistencia para acceder a estos. Por lo antes
expuesto, se puede afirmar que la acción de los entes gubernamentales asume un papel más
complicado, ya que no son simples proveedores de alimentos, sino esencialmente deben
de dotar de recursos y capacidades a la sociedad para que de manera autónoma puedan
acceder y decidir la alimentación que ellos deseen, según su cultura y territorio.
El desafío más importante que enfrentarán los líderes mundiales y toda la humanidad
será el de alimentar a 9.7 billones de personas en todo el mundo. Se requiere desde ya que
los gobiernos, organizaciones internacionales, sociedad civil y la industria alimentaria
jueguen un papel preponderante en el establecimiento de propuestas y desarrollo de
políticas que tengan como eje fundamental la seguridad alimentaria, es decir, garantizar en
todo momento el acceso a alimentos de alta calidad nutricional e inocuos. En este sentido,
la agricultura debe ser la columna vertebral de ese fundamental, los gobiernos deben
reconocer y darle la centralidad que merece la agricultura en este tema. Por su parte los
tecnólogos en alimentos y la industria alimentaria también son componentes de las
vértebras de dicho eje: la industria también es responsable de producir alimentos cada vez
de mayor calidad y seguros, preocuparse menos por la conveniencia y la practicidad para
un mercado selecto de altos ingresos.
En este mismo orden de ideas, se debe tener claro que la erradicación del hambre no
solo debería ser un objetivo a cumplir por los gobiernos, es decir que solamente los
responsables de cumplir este objetivo son los líderes de la política nacional y quienes
proponen, formulan, evalúan e implementan las políticas, sino que es un compromiso de
todos, donde cada uno debe ser partícipes de la construcción de la sociedad y poder
involucrarse activamente en procesos de desarrollo social; como seres sociales, se debe
tener la responsabilidad y el deber de mejorar el entorno y el de quienes los rodean y por lo
tanto se puede dar un aporte diario hacia un cambio estructural y sobre todo un cambio de
conciencia, que por consiguiente lleve a una mejora en la calidad de vida
Como ya se sabe la crisis mundial de hambre se debe a diversos factores desde la mala
administración y aprovechamiento de los recursos, la explotación de la tierra, el uso
inadecuado de los diversos terrenos, hasta la utilización de materias primas que han sido
destinadas para la generación de energías renovables pero que son de alimentación humana
e indispensables en la canasta familiar; lo anterior muestra que en la actualidad estos
hechos siguen ocurriendo en la ruralidad de los diferentes países y que a pesar de que
diferentes organizaciones han pretendido otorgar al cambio climático con acciones que
mitiguen los impactos negativos generados, como lo han hecho con la invención de
energías renovables, no han logrado hacer una cosa sin perjudicar otra, es decir, colocando
de ejemplo la generación de estas energías renovables, han conllevado a la explotación de
cultivos, empobrecimiento de nutrientes y minerales de los suelos convirtiéndolos en
terrenos inservibles lo que ha repercutido en el desabastecimiento de alimentos a la
población, siendo insuficientes para satisfacer la necesidad alimentaria.
Para tener soberanía alimentaria se debe tecnificar la agricultura, sin dejar de lado el
impacto ambiental que esta tecnología pueda ocasionar. Es así como el IFPRI, citado por
Mccalla (s/f), plantea que se deben hacer inversiones en investigación agrícola.
Actualmente, a nivel mundial, hay una gran disminución de la inversión pública en
investigación agrícola, la cual tiene graves consecuencias para la situación alimentaria, ya
que provoca un aumento de los precios reales y un crecimiento de la desnutrición. Por lo
antes expuesto se debe mantener la inversión en la investigación agrícola destinada al
desarrollo de tecnologías, así como también una adecuada política medioambiental con la
adopción de sistemas agrícolas que no degraden el medio ambiente, para mejorar la
eficacia en el aprovechamiento de los recursos.
En este mismo orden de ideas, es preciso decir que el incremento de la producción
agrícola a largo plazo debe basarse fundamentalmente en el aumento del rendimiento
biológico, más que en la ampliación de la superficie cultivable o en la intensificación
mediante el riego. Lo anterior es debido a que las tierras más fértiles están en cultivo y las
zonas verdaderamente aptas para el riego con un bajo costo ya se han utilizado. Como
consecuencia del crecimiento demográfico y de la expansión urbana, habrá cada vez más
competencia por la tierra y el agua por parte de los usos urbanos e industriales. De acuerdo
a Mccalla (s/f), duplicar la producción en sistemas agrícolas complejos sin dañar el medio
ambiente es un enorme reto, ya que el desafío es mundial y su naturaleza es tanto
tecnológica como política. Se necesitan tecnologías innovadoras para desarrollar nuevos
métodos de producción, altamente productivos y sostenibles desde el punto de vista
medioambiental. Lo anterior concuerda con la aseveración del Banco Mundial (1996), sólo
se puede afrontar el desafío político si las políticas internacionales y nacionales, los marcos
institucionales y los modelos de gasto público se encaminan hacia un desarrollo agrícola
eficaz y sostenible en función del costo.
La agricultura y producción de alimentos trae consigo problemas ambientales los cuales
se manifiestan diferentes maneras; el cambio climático, la rápida e indiscriminada
incorporación de nuevas tierras a la producción, los procesos de deforestación, la escasez
de agua y el aumento del nivel de los océanos, entre otros aspectos (Young et al, 2006;
Thompson et al, 2007, citados por Bisang y Campi, 2010)). Sin embargo las ciencias
aplicadas han permitido superar numerosas limitaciones atribuidas por los recursos
naturales, su preeminencia en la producción y en la productividad no es clara desde una
perspectiva sustentable de largo plazo. Por lo antes expuesto se debe trabajar con una
agricultura más amigable con el ambiente, donde el impacto sea menor, tal es el caso de la
agroecología. Así mismo, hay que tomar muy en cuenta el tema de la agricultura ancestral
la cual brinda diferentes alternativas de producción donde el impacto causado es mínimo.
Como se mencionó anteriormente, el ser humano constantemente ha intervenido sobre
su entorno natural y el paisaje desde sus orígenes. Por lo tanto, y de acuerdo a la Agenda21
(2018), la cultura, las técnicas agrícolas tradicionales y el carácter de cada pueblo han
permanecido grabados de este modo en el paisaje rural que se ha ido creando durante
siglos. Sin embargo, esta pisada depuesta en el ambiente ha sido profunda, lo que de una
forma u otra ha modificado, creando una sobreexplotación de los recursos que este ofrece.
Por lo antes expuesto es importante unir lo referente a la cultura tradicional con la técnica
moderna, en vías a lograr la sustentabilidad.
En este sentido, la Agenda21 (2018), asevera que la agricultura ecológica cumple un rol
fundamental debido a su adecuación a los escenarios ecológicos y por producir alimentos
de máxima calidad. Así mismo, con la implementación de esta agricultura se puede
rescatar la cultura agrícola y campesina, conservando su identidad y su valorización por
parte de los agricultores y del resto de la sociedad, al respetar y aprovechar los
conocimientos anteriores.
Resumiendo los grandes retos que la agricultura tiene que afrontar y cumplir en las
próximas décadas, hay una necesidad imperiosa de alimentos saludables, que sean
nutritivos y cuyo origen pueda ser observado. Así mismo, debe haber un fomentar la
diversidad alimentaria, la cual está reduciendo al transcurrir de los años. Además es
necesario producir alimentos en cantidad suficiente para satisfacer la demanda mundial,
donde todos deben converger tomando en cuenta todos los factores que de ella se
desprenden, especialmente a las comunidades que están involucradas ya que juegan un
importante rol en esta tarea.
Consideraciones finales

Es muy obvio el problema alimenticio que se está viviendo estas últimas décadas, a
causa de los diferentes factores económicos, políticos y sociales, que intervienen en el
mismo. Es tiempo de poner un alto a esta crisis, y optar por nuevas estrategias, donde todas
las personas sean beneficiadas, sin distinción de clases sociales, económicas o políticas. Se
cuenta con los recursos naturales para llevar a cabo proyectos, que aporten al desarrollo de
la producción, y que el hambre mundial, disminuya.
Es necesario tener una visión común regional e internacional, así como también poner en
coherencia las políticas externas e internas para que los países más desarrollados
contribuyan a disminuir el hambre mundial.
Se debe promocionar que las familias del sector rural tengan una mayor disponibilidad
de terrenos, así como también recursos hídricos e insumos, donde el producto de este
trabajo sea para el autoconsumo, logrando la radicación, ocupación del territorio, donde no
se pierda la cultura del quehacer campesino, manteniendo las prácticas ancestrales, lo que
contribuiría a la soberanía alimentaria.
Las políticas de Estado deben ser activas y de inclusión social, dirigidas, especialmente,
hacia poblaciones de riesgo, donde los programas de educación susciten cambios en la vida
habitual, teniendo en cuenta el desarrollo sustentable de cada región.
Existen una serie de limitaciones en recursos naturales y las presiones ambientales, así
como el cambio climático y la mayor volatilidad de precios, son el primordial reto que
afronta el sector agrícola, por lo tanto se debería ampliar la productividad agrícola en forma
amigable con el ambiente.
Referencias Bibliográficas
Agenda21. (2018). Desarrollo sostenible. Recuperado de:
http://www.absostenible.es/index.php?id=89

Banco Mundial. (1996). Food Security for the World. Declaración preparada con motivo de
la Cumbre Mundial sobre Alimentos. Washington, D.C.

Bisang, R., Campi, M. (2010). Hambre, alta tecnología y desigualdad social: Un desafío a
inicios del siglo XXI. Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad –
CTS. Recuperado de: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=92414781014

FAO (2017). El futuro de la alimentación y la agricultura. Tendencias desafíos.


Recuperado de: http://www.fao.org/3/a-i6881s.pdf

Foladori , G. (2001) , Controversias sobre sustentabilidad. La coevolución sociedad-


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Bachilleres

Leff, E. (2001). Tiempo de sustentabilidad, en H. Muñoz y R. Rodríguez (eds.), La


sociedad mexicana frente al tercer milenio, México, UNA M/ Porúa, pp. 129 -139.

Mccalla, A. (s/f) .Perspectivas de la seguridad alimentaria en el siglo XXI. Recuperado de:


https://www.mapa.gob.es/ministerio/pags/Biblioteca/Revistas/pdf_reea
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Torres, P., Rodríguez, L., Sánchez, O. (2004). Evaluación de la sustentabilidad del
desarrollo regional. El marco de la agricultura. Recuperado de:
http://www.scielo.org.mx/pdf/regsoc/v16n29/v16n29a4.pdf

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