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LA TINTA DEL CALAMAR

Iñaki Ortega

Todo el mundo habla de El juego del calamar y reconozco –eso sí, en voz baja–
que no he visto ni un minuto de la serie. En casa, mayores y pequeños, dicen que
no han pasado del anuncio porque les ha dado pereza. Pero con 100 millones de
audiencia en un único mes, me temo que en mi familia estamos equivocados porque
es ya un fenómeno global.

Para que tengas tema de conversación te resumo el argumento. Cientos de


desarrapados sociales, bien por deudas, adicciones, pobreza o enfermedades
aceptan una extraña invitación a un juego de supervivencia, de nombre calamar. Si
ganan les hará millonarios, pero solo a uno, porque el resto morirá. Más allá de la
brutalidad de las imágenes –siempre ha habido películas o videojuegos de este
tipo– la inquietud ha surgido porque menores en todo el mundo han comenzado a
imitar a los personajes del tablero del calamar. En España colegios gallegos y
madrileños han dado la voz de alarma al ver a los alumnos más jóvenes en acción;
en París incluso las agresiones han sido ya físicas.

Inmediatamente la maquinaria mediática se ha puesto a funcionar. En ausencia de


alarma pandémica y con el volcán ya varias semanas en erupción, hemos abrazado
con ganas el asunto del calamar. Psicólogos que prohibirían a niños que la vean y
supuestos expertos que criminalizan a las plataformas americanas han desfilado
por los platós, pero ni rastro en las tertulias de los millones de fans de la serie.

Nada diferente a lo que pasó en los años 70 con La Naranja Mecánica de Kubrick o
en los 80 con Superman e imitadores trastornados. Por eso a mí a estas alturas lo
que me preocupa es otra cosa y es el cefalópodo patrio. No puedo perdonar que
uno de los platos estrella de nuestra cocina se haya visto salpicado por la polémica
de una serie de televisión asiática. Quiero comer calamar a la plancha sin pensar en
asesinatos, saborear un guiso de calamares con patatas y no ver una cabeza
ensangrentada, pedir en el aperitivo unos calamares a la romana sin plantearme si
he de poner control parental a la televisión.
Los españoles desde el País Vasco hemos hecho grandes aportaciones a la
gastronomía mundial, una de ellas es la salsa negra de los calamares en su tinta. Y
quizás ahí está la explicación de la polémica de estos días. El calamar, para
defenderse de los depredadores marinos, expulsa una sustancia de color negro que
les desconcierta y así consigue huir. Esa sustancia en una cazuela ligada con aceite
y tomate es la mítica salsa vasca. Mientras hablamos de la serie coreana no
dedicaremos tiempo al drama del desempleo juvenil o el desmantelamiento de la
educación de calidad, por no mencionar el aumento galopante del déficit y la
inflación que empobrecerá en breve al país. Eso sí es importante y esa tinta del
calamar que nos ciega es la que debería de preocuparnos.

1. Breve resumen del contenido del texto.

2. Razona cuál es el tema del texto.

3. Aporta argumentos sobre la polémica de que los menores vean series como
El juego del calamar u otras no indicadas según su rango de edad. Escribe
para ello un texto de entre 200 y 300 palabras en registro formal.

4. Analiza la estructura interna de las palabras supervivencia (línea 8), morirá


(línea 9) y ensangrentada (línea 26) descomponiéndolas en sus formantes
morfológicos básicos indicando expresamente el tipo de morfemas que se
advierten en ellas. A continuación, señala las categorías léxicas a las que
pertenece y la clase en la que se incluyen según su estructura.

5. Analiza la estructura interna de las palabras psicólogos (línea 17),


galopante (línea 35) y personajes (línea 12) descomponiéndolas en sus
formantes morfológicos básicos indicando expresamente el tipo de morfemas
que se advierten en ellas. A continuación, señala las categorías léxicas a las
que pertenece y la clase en la que se incluyen según su estructura.

6. Define el concepto de modalización y comenta con detalle tres aspectos


modalizadores presentes en el texto.

Educación literaria:

No te conoce el lomo de la piedra,


ni el raso negro donde te destrozas.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.
El otoño vendrá con caracolas,
uva de niebla y montes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque te has muerto para siempre.

Porque te has muerto para siempre,


como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.

No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.


Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.
La tristeza que tuvo tu valiente alegría.

Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,


un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.

7. Justifica por qué este poema es una elegía. ¿A qué parte corresponde esta
composición dentro de las obras del autor? Tomando este texto como
referencia explica la importancia de la muerte en la poesía de Lorca.

8. ¿Qué métrica se emplea en el poema que lo acerca a la lírica tradicional?


Identifica tres recursos literarios empleados en este poema.

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