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-Esto nos lleva al último punto que debes saber -sobre la vida de

un guerrero. Un guerrero elige los elementos que forman su mundo.


El otro día que viste al aliado y tuve que lavarte dos veces, ¿sabes
qué cosa te pasaba?
-No.
-Habías perdido tus resguardos.
-¿Qué resguardos? ¿De qué habla usted?
-Dijo que un guerrero elige los elementos que forman su mundo.
Elige con deliberación, pues cada elemento que escoge es un
escudo que lo protege de los ataques de las fuerzas que él lucha
por usar. Un guerrero utiliza sus resguardos para protegerse de su
aliado, por ejemplo.
"Un hombre común y corriente, igualmente rodeado por esas
fuerzas inexplicables, se olvida de ellas porque tiene otras clases de
resguardos especiales para protegerse.
Hizo una pausa y me miró con una pregunta en los ojos. Yo no
había entendido a qué se refería.
-¿Qué son esos resguardos? -pregunté.
-Lo que la gente hace -repuso.
-¿Qué hace?
-Bueno, mira a tu alrededor cerraste tu abertura y quedaste
protegido. Pero a esta altura en tu vida ya no puedes usar esos
resguardos en forma tan efectiva como un hombre corriente. Sabes
demasiado de esas fuerzas y ahora estás por fin al borde de sentir y
actuar como guerrero. Tus antiguos resguardos ya no son seguros.
-¿Qué es lo que debería hacer?
-Actuar como guerrero y elegir los elementos de tu mundo. Ya no
puedes rodearte de cosas a la loca. Te digo esto de la manera más
seria. Ahora, por primera vez, no estás seguro en tu antigua forma
de vivir.
-¿A qué se refiere usted con lo de elegir los elementos de mi
mundo?
-Un guerrero encuentra esas fuerzas inexplicables e inflexibles
porque las anda buscando adrede; así que siempre está preparado
para el encuentro. Tú, en cambio, nunca estás preparado. Es más,
si esas fuerzas vienen a ti van a tomarte por sorpresa; el susto
ensanchará tu abertura y por ahí se escapará sin remedio tu vida.
Entonces, la primera cosa que debes hacer es estar preparado.
Piensa que el aliado va a saltar en cualquier momento frente a tus
ojos y debes estar listo. Encontrarse con un aliado no es fiesta de
domingo ni paseo al campo, y un guerrero toma la responsabilidad
de proteger su vida. Luego, si cualquiera de esas fuerzas te topa y
ensancha tu abertura, debes luchar deliberadamente por cerrarla tú
solo. Para ese propósito deberás haber elegido cierto número de
cosas que te den paz y placer, cosas que puedas usar
deliberadamente para apartar los pensamientos de tu susto y
cerrarte y amacizarte.
-¿Qué clase de cosas?
-Hace años te dije que, en su vida cotidiana, el guerrero escoge
seguir el camino con corazón. La consistente preferencia por el
camino con corazón es lo que diferencia al guerrero del hombre
común. El guerrero sabe que un camino tiene corazón cuando es
uno con él, cuando experimenta gran paz y placer al atravesar su
largo. Las cosas que un guerrero elige para hacer sus resguardos
son los elementos de un camino con corazón.
-Pero usted dice que yo no soy guerrero, de modo que ¿cómo
puedo escoger un camino con corazón?
-Este es el empalme de caminos. Digamos que hasta hoy no
tenías verdadera necesidad de vivir como guerrero. Ahora es
distinto, ahora debes rodearte con los elementos de un camino con
corazón y debes rehusar el resto, o de otro modo perecerás en el
próximo encuentro. Puedo añadir que ya no necesitas pedir el
encuentro. Ahora, un aliado puede venir a ti mientras duermes;
mientras hablas con tus amigos; mientras escribes.
-Durante años he tratado realmente de vivir de acuerdo con sus
enseñanzas -dije-. Por lo visto no he sabido hacerlo. ¿Cómo puedo
mejorar ahora?
-Piensas y hablas demasiado. Debes dejar de hablar contigo
mismo.
-¿Qué quiere usted decir?
-Hablas demasiado contigo mismo. No eres único en eso. Cada
uno de nosotros lo hace. Sostenemos una conversación interna.
Piensa en eso. ¿Qué es lo que siempre haces cuando estás solo?
-Hablo conmigo mismo.
-¿De qué te hablas?
-No sé; de cualquier cosa, supongo.
-Te voy a decir de qué nos hablamos. Nos hablamos de nuestro
mundo. Es más, mantenemos nuestro mundo con nuestra
conversación interna.
-¿Cómo es eso?
-Cuando terminamos de hablar con nosotros mismos, el mundo es
siempre como debería ser. Lo renovamos, lo encendemos de vida,
lo sostenemos con nuestra conversación interna. No sólo eso, sino
que también escogemos nuestros caminos al hablarnos a nosotros
mismos. De allí que repetimos las mismas preferencias una y otra
vez hasta el día en que morimos, porque seguimos repitiendo la
misma conversación interna una y otra vez hasta el día en que
morimos.
"Un guerrero se da cuenta de esto y lucha por parar su habladuría.
Este es el último punto que debes saber si quieres vivir como
guerrero.
-¿Cómo puedo dejar de hablar conmigo mismo?
-Antes que nada debes usar tus oídos a fin de quitar a tus ojos
parte de la carga. Desde que nacimos hemos estado usando los
ojos para juzgar el mundo. Hablamos a los demás, y nos hablamos
a nosotros mismos, acerca de lo que vemos. Un guerrero se da
cuenta de esto y escucha el mundo; escucha los sonidos del
mundo.
Guardé mis notas. Don Juan rió y dijo que no buscaba llevarme a
forzar el proceso, que escuchar los sonidos del mundo debía
hacerse armoniosamente y con gran paciencia.
-Un guerrero se da cuenta de que el mundo cambiará tan pronto
como deje de hablarse a sí mismo -dijo-, y debe estar preparado
para esa sacudida monumental.
-¿Qué es lo que quiere usted decir, don Juan?
-El mundo es asi-y-así o así-y-asá sólo porque nos decimos a
nosotros mismos que esa es su forma. Si dejamos de decirnos que
el mundo es así-y-asá, el mundo deja de ser así-y-asá. En este
momento no creo que estés listo para un golpe tan enorme; por eso
debes empezar despacio a deshacer el mundo.
-¡Palabra que no le entiendo!
-Tu problema es que confundes el mundo con lo que la gente
hace. Pero tampoco en eso eres el único. Todos lo hacemos. Las
cosas que la gente hace son los resguardos contra las fuerzas que
nos rodean; lo que hacemos como gente nos da consuelo y nos
hace sentirnos seguros; lo que la gente hace es por cierto muy
importante, pero sólo como resguardo. Nunca aprendemos que las
cosas que hacemos como gente son sólo resguardos, y dejamos
que dominen y derriben nuestras vidas. De hecho, podría decir que
para la humanidad, lo que la gente hace es más grande y más
importante que el mundo mismo.
-¿A qué llama usted el mundo?
-El mundo es todo lo que está encajado aquí -dijo, y pateó el
suelo-. La vida, la muerte, la gente, los aliados y todo lo demás que
nos rodea. El mundo es incomprensible. Jamás lo entenderemos;
jamás desenredaremos sus secretos. Por eso, debemos tratarlo
como lo que es: ¡un absoluto misterio!
"Pero un hombre corriente no hace esto. El mundo nunca es un
misterio para él, y cuando llega a viejo está convencido de que no
tiene nada más por qué vivir. Un viejo no ha agotado el mundo. Sólo
ha agotado lo que la gente hace. Pero en su estúpida confusión
cree que el mundo ya no tiene misterios para él. ¡Qué precio tan
calamitoso pagamos por nuestros resguardos!
"Un guerrero se da cuenta de esta confusión y aprende a tratar a
las cosas debidamente. Las cosas que la gente hace no pueden,
bajo ninguna condición, ser más importantes que el mundo. De
modo que un guerrero trata el mundo como un interminable
misterio, y lo que la gente hace como un desatino sin fin."

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