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Capítulo 12

Obesidad y anorexia nerviosa


Gloriu R. Leon y David Dinklqe

Introducción ficados (Canning y Maycr, 1966). Por otro lado, niìios


y adolescentes eatadounidwwx y mexicanos rcsp<,n-
Históricamente la obesidad moderada en los ni- dieron ncgativamcntc antc las figuras dc otros niños
fios ha sido considerada como un símbolo de salud y con físico endomorfo (Lcrncr y Pool, 1912; Ixrner y
COIIIO la verificación de que la madre les trata con Schrocdcr, 197 1); los niRos ohcsos fueron conside-~
mnor y ejerce una buena crianza. En países menos rados menos atractivos que otros niños con minusvi~-
dcsarrollxlos, por t!jemplo en Ia India. la otxsidad lías físicus evidentes (Maddon, Rnck y Liederm;u~.
SC crmsidcra una drrnostrnción dc que IU faxiliü pw 1968). Así pues. la obesidad pu& ser considerad;i
scc suíicicntcs ñquczas pma procurarse alimentar. como una desviación dr Ix normas culturales co,,-
Existen pruchas widcntcs de que distintas culturas cernientes a In estructuri~ corporal adecuada. al igunl
dificrcn cntre sí tx cxmto a las normas relativas al que lns personas con cualquier otro tipo de imprdi-
peso corporal considerado ideal del atractivo fis&, mato físico se apana” de normas especificadas. Los
tanto en hombres como en mujeres (Goldblatt, Moo- efectos de esta desviación respecto de Ins normx
rey Stunhard, 1965). quedan demostrados por el hecho de que los nifios
Estas concepciones positivas de la obesidad quc- obesos tienen expectativas cvidcntes de ser rechaza-
dan equilibradas por otros datos indicadores de la dos por los otros y maniticstan características
existencia de prejuicios contra las personas obesas.
William Sheldon (1954) asoció el cuerpo obeso. rn-
domorfo, a características temperamentales taks corno
p-reza, autocomplacencia, gusto por la comodidad y
escasa fuerza de voluntad. Se ha observado la exis-
lrncia de una marcada tendencia a responder dc ma-
nera negativa ante los menores obesos; concretamen-
te el rendimiento de adolescentes obesos ha sido
considerado menos favorable que el rendimiento de
sus compañeros de peso normal e igualmente cuali-

GLORIA R. LEON l Deptiament “f Psychdngy, I,ni”rr-

sity of Minnesota. Minncnpotis, Minnesou 55455. DA-


VID DINKLAGE l Children’s Hospital, Department of
Behavioral Science, Boston. Massachusetts 02115.
Obesidad y anorexia nerviosa 289

copatológico en la categoría de <Factores picológi- Prevalcncia e incidencia


c”s que afectan a un trastorno físico». La razón de
cl10 es que no ha podido demostrarse en la obesidad La obesidad parece ser frecuente en los países
ta existencia de ningún fenómeno psicopatológico relativamente desarrollados en todas las edades yen
distintivo. (Sin embargo, los autores opinan que los ambos sexos. En Estados Unidos la prevalencia de
problema concernientes a la obesidad pudieran cla- obesidad se incrementó desde 196@1962 a 1971.1974
sificarse más precisamente como «Trastorno físico (National Center for Healtb Statistics, 1977). En otros
que afecta a factores psicológicos» puesto que las países desarrollados se han obtenido datos similaes
xtitudes y los comportamientos de los otros hacia basados en estudios epidemiológicos. La incidencia
cl pequeño »bao parecen ser muy significativos de obesidad durante un período de cinco años en un
en el desamIlo dc los problemas psicológicos aso- grupo de adolescentes de 9-13 años â 14-l 8 años fue
ciados ala “bcsidad.) Así pues, los estados de ánimo del 7,s o del 1.6 % por año (Huse. Branes, Colligan,
negativos y los problemas conductuales manifestn- Nelson y Palmnbo, 1982). En este estudio las tasas
dos por algunos niños y adolescentes obesos pueden de prevalencia experimentaron un incremento sus-
ser cl resultado de su obesidad m&s que la causa dc tancial cuando los escolares entraban en la adoles-
13 misma. cencia; la prevalencia gcncral fue del 9, I % en los
Seltzer y Mayer (196.5) publicaron normas dc grados 4, 5 y 6, y del 14,X % cn los grados 9. 10 y I 1.
obesidad para americanos hlanc«s, wmncs y henr- En Estados Unidos y Gran Bretaña se ha hallado
hras, de edades comprendidas entre 5 y 50 aiíos. que cn las áreas urbanas la obesidad se relaciona in-
Tales normas se hnsaron en IU medida del grosor versamentc a los factores sociocc«nómic«s. Hucnc-
del pliegue del tríceps. El grosor de cstc pliegue se mano (1969) halli, que esta relación irwcrsa está hicn
utiliza como medida indirecta del volumen de rcji- establecida durante el período adolesccnrc; cl ll ,h %
do graso o adiposo existente ha.jo la piel. DC este de las niña de clasc baja cran obesas cn compw-
x~lodo definió la “besi dad para una edad y sexo CL>“- ción con el S,4% de las niñas de clase alta. En el
ìrctos como el porcenmjr de grasa corpo~ml, ~ituan- caso de los chicos esos porcentajes fueron del 6,7 76,
do una desviación típica o más por encima dc IU en la clase baja y del 2;3 $6 cn la alta. Sin emhwgo,
Imedia de las normas de la población. Se considera Garn y Clark (1975) evaluamn un mayor rango de
que el área del tríceps representn con bastante apro- niveles de ingresos y dc grup”s raciales que los in-
ximación la composición adiposa de otras áreas cor- vestigadores prcccdcntes, hallando que I”s niños más
porales. aunque algunos investigadores utilizan un gruesos proccdian de familias con ingresos medios.
porcentaje de grasa corporal basado cn la media de Los niños más delgados procedían de Ia clase wcio-
las medidas practicadas en las áreas del tríceps, su- económica mis baja. aunque durante la adolescen-
hescapular y glútea. La utilización de una medida cia y alo largo dc la vida adulta las mujeres de nive-
dc tejido adiposo evita las imprecisiones inherentes les socioeconómicos más bajos eran más gruesas
3 la utilización de tablas de altura o peso y también que las de “tras niveles de ingresos.
previene los problemas normativos específicos de los
niños y adolescentes en desarrollo. Las tablas de
<recimiento infatil tan profusamente utilizadas pre- Evolución
sentan normas para cada edad en función de la altu-
ra o del pu«. Sin embargo. esas tablas no tienen en Investigaciones longitudinales sobre la estabili-
cuenta la interacción de peso y altura en una edad dad del peso corporal desde la infancia a Ia etapa
concreta. Por ejemplo, un nino. a una edad detenni- adulta sugieren que una proporción significativa de
nada, debe ser considerado de peso excesivo según menores obesns no «supera,> su obesidad (Cbarney.
la distribución de pesos, per” sólo porque SII altu- Goodman y McBride, 197.5; Stark. .4tkins, Wolff y
ra también es superior n la norma en esa edad con- Douglas. 1981). Chamey y cols. hallaron que el 14 %
creta. de niños con sobrepeso y el 6 % de los niiios normo-
Sería interesante contar con normas para “tras peso eran obesos al llegar a la vida adulta; Stark y
poblaciones raciales a fin de incrementar la repre- ~“1s. hallaron que el 41 % de los obesos y el 11 %, de
sentatividad de las tablas concernientes al grosor del los no obesos de 7 a5os de edad se situaban dentro
pliegue. En cualquier caso. tanto para propósitos in- de la obesidad en la etapa adulta. Por fin. Lloyd,
vestigadores como clínicos, la medida del grosor del Wolff y Whelen (1961) siguieron un grupo de 98 n-
pliegue es más precisa que cualquier “tro método de ííos con obesidad simple durante 9 atios. hallando
los disponibles actualmente. que sólo una cuarta parte de los mismos había alcnn-
290 Psicopatología infantil

zado un peso normal o cercano a la normalidad. Por vó que el 40 % de los hijos de dos padres ohesos eran
otro lado, estudios longitudinales de niìlos que ex- obesos, y que también lo eran el 10 % de los hijos de
perimentaron un rápido incrrmento de peso durante padres con peso nomml.
el primer nño de su vida han dado lugz a hallazgos El somatoripo parece ser otro factor genético que
conflictivos, sugiriendo que un incremento rbpido de puede predisponer a un individuo a la obesidad. Al-
peso durante dicho período no es necesariamente un gunos estudios de niíías (Seltzcr y Maya, 1964) y
precursor de obesidad posterior (LeBow, 1984). mujeres (Seltzer y Mayer, IYóY) “besas y de peso
Aunque ciertas personas con obesidad de inicio normal demostraron que la obesidad estaba asociada
juvenil pueden perder peso tan fficilmente como los a una estructura corporal endomorfo-meson~“~~.
individuos de obesidad de inicio adulto. de hecho In
obesidad de inicio juvenil ha demostrado ser un po-
hrc indicador pronóstico del mantenimiento a largo Factores constitucionnles
pla/o de la @dida de peso (Sjöstrom, 197X). (El tema
de la pem~anencia de la obesidad se analiza poste- Las influencias constitucionales se determinan por
riormente en el apartad” titulado «Factores constitu- hechos ambientales tempranos que provocan una
cionales».) modificaci0n permanente en la dotación física de un
organismo concreta Por ejemplo, un parto difícil
puede dar lugar auna lesión cerebral en el recién na-
Formulaciones teóricas y resultudos cido, causando deficiencias permanentes en algunas
de investigaciones áreas de su funcionamiento intelectual y motor.
En el caso de la obesidad, los factores constitu-
La obesidad infantil no es un fenómeno unitario: cionales se asocian a la formación de células adipo-
parece ser el resultad” de una compleja interacción sas. El número de estas células, establecido durante
de distintos factores psicológicos y biológicos. Para la int&xia, es primordialmente el resultad” de las
comprender la ctiologia de la obesidad en un niño prácticas alimentarias tempranas llevadas â cabo por
concreto, es importante conocer las variables especí- los cuidadores del niño y, posteriormente, por las
ficas o la combinación de variables que pxecen ser prácticas alimentarias desarrolladas por el propio
significativas en ese caso parlicular. Sin embargo, nino. Sin embargo, cl amhicntc intrractún con lo ge-
las formulaciones te6ricas accrca de la obesidad han nético puesto que existen difcrcncias individuales en
solido proceder de la suposiciiln de que todos los in- el número de células adiposas prcscntcs en eI nnci-
dividuos “besos cuentan con una etiología común. miento (Sjöstrom, 1980). La sobrcalimcntación du-
rante el período de Ixrancia (una inllucncia am
hientnl) puede incrementar pamancnlemente el nú-
Factores genéticos mero de células grasas tanto cn la rata obesa como
en una rata delgada dc la misma carnada (Johnson.
Los estudios dc gemelos idénticos indican una im Stem, Greenwood, Zuckcr y Hirsch. 1973).
tluencia significativa de factores genéticos en eles- Las invcstigacioncs sobre adiposidad celular han
taus ponderal. Una revisión de distintos estudios demostrado que, desde la infancia y a lo largo del
realizados con gemelos monozigotos (MZ) educa- período adolescente, el número de calorías consw
dos juntos y por separado indicó la existencia de co- midas afecta principalmente al número de células
rrelaciones en el peso que iban desde 0.79 a 0,92 adiposas que se desarrollan (Sjöstrom, 1978). A lo
para los gemelos MZ criados juntos y, excepto en un largo del primer año de vida, cl incremento en la gra-
estudio de escaso y atípico número de sujetos, tam- sa corporal se desatmlla primordialmente mediante
bién se hallaron conrlacioncs igualmente altas, de 0,87 un incremento en el peso o volumen de las células
â 039. para los gemelos MZ criados aparte (Foch y adiposas. El peso de atas c&las alcanza el propio
McCleam, 1980). Las correlaciones en cuanto al peso del adulto a los 12 meses de edad. y a partir de los 12
en gemelos dizigotos (DZ) eran menores, oscilando a IX meses el incremento en grasa corporal se. asocia
entre 0,44 y 0,63. Un estudio reciente de adultos al aumento en el número de células adiposas. Du-
adoptados en su infancia halló una relación signifi- rante la infancia y la adolescencia, el número de cé-
cativa entre el peso del adoptado y el índice de masa lulas grasas continúa aumentando, aunque transcu-
corporal obtenido en sus padres biol6gicos (Stunkard, rrida la adolescencia los incrementos de peso dan
Sorensen, Hanis, Teasdale. Chakralxxty, Schull y lugar primariamente a un aumento en el tamaño de
Schulsinger, 1986). Además, Mayer (1965b) obser- las células adiposas. Krotkiewski, Sjöstrom, Bjöm-
Obesidad y anorexia nerviosa 291

torp y cols. (1977) hallaron que el aumento de peso to de comida. Este hecho puede hacer que los niños
en los adultos puede ti lugar a un incremento en la aprendan a satisfacer a sus madres y a otros cuida-
cantidad de células adiposas. Sin embargo, la modi- dores ingiriendo el alimento que se les ofrece, a pe-
ficación básica consistía en un incremento en el YO- sar de no estar hambrientos. Con el paso del tiempo,
lumen de dichas células. esta interacción social, ya iniciada a través de una
Así pues. las investigaciones coinciden en de- nutrición excesiva en la infancia, da lugar B una mo-
mostrar que, una vez constituida una célula adiposa, dificación constitucional permanente: el desarrollo
dicha célula se convierte en una parte permanente de un número relativamente alto de células adipo-
del tejido corporal, es decir que se produce una modi- sas, yen consecuencia de un niño obeso. (Las distin-
ficación constitucional permanente en el individuo. tas interacciones sociales implicadas en el consumo
Al disminuir el peso, se produce un encogimiento o de alimentos por parte del niño, y especialmente la
reducción del volumen de las células adiposas pues- obtención de atención a través de rehusar alimentar-
to que los lípidos son drenados fuera de la célula; sin se, se analizarán de nuevo en relación con cl desa-
embargo, la célula corno tal no desaparece. Cuando rrollo de la anorexia nerviosa.)
se recupera peso, Ia? células adiposas se expanden
nuevamente gracias a que se rellenan de lípidos.

La teoría psicoanalítica tradicional ha conceptuali-


zadn la obesidad como una fijación en la fase oral del
desarrollo, o como una regresii,n a la misma (p. ej.,
Jones, 1953). Se ha postulado que IU falta de progreso
en el desarrollo psicosexual hasta alcanzar un nivel
Es evidente que el ambiente familiar inrcractúa más maduro est8 causada por conflictos centrados en
u,n 111s hcrores biológicos p,u-a dnr lunar il UI, niño unas necesidades dc, dependencia insatisfscbas (Alc-
obeso. Los padres no sólo suministran los genes que xander y Flagg, 1965). Lacnpresión manifiestade es-
predisponen ala obesidad, sino también inlluycn rn«- tos conflictos orales cs la incorporación de alimento.
dclando actitudes y comportamientos relaiivos a la El concepto de obesidad como equivalente deprc-
alimentación. Si el padre o la madre es obeso, no sivo o como síntoma de un estado subyacente de de-
sólo es probable que dicha persona se esté sobreali- presión también ha sido usual en las formulaciones
mentando, sino tambiÉn que su ingesta sea una res- psicodinámicas. Basándose en una revisión de 33 his-
puesta a estímulos emocionales y ambientales no torias de adultos extremadamente obesos, que habían
relacionados con las señales de hambre (Leon y pasado por una serie de entrevistas orientadas psico-
Chamberlain, 1973a. b). En consecuencia, el niño analíticamente, Rotman y Becker (1970) concluyeron
que crece en este tipo de ambiente familiar puede que utilizaban la sobrcingesta como un mec‘anismo de
aprender, mediante observación, a comer en exceso defensa contra afectos inconscientes de indefensión
o a utilizar el alimento como un medio para afrontas y desesperanza, nacidos en la pérdida de objeto.
su activación emocional. Además, el padre que in- Bach (1958. 1973) en sus formulaciones teóri-
giere grandes cantidades de alimento puede esperas cas y procedimientos terapéuticos referidos a perso-
de su hijo que coma una cantidad de comida supe- nas obesas, pasó de “11 enfoque psicoanalítico clási-
rior a la que espera de su hijo un padre que coma co a otro más psicodinámico. Este último tiene en
menos que el primero. Así pues, la aprobación so- cuenta las relaciones interpersonales, especialmente
cial que un niño recibe por la cantidad de alimento las interacciones tempranas entre madre e hijo. Alir-
consumido variará en función de los criterios esta- mó que los pequeños obesos tienen “11 número sig-
blccidos por los padres referentes a la cantidad de nificativamcntc superior de problemas emocionales
alimento que el niño debiera ingerir durante las co- que los niños dc peso normal. Utilizó el término
midas y entre ellas. El niño que consume toda la obesidad de desarrollo para referirse a un estado
comida que se le suministra puede recibir una gran asociado con alteraciones emocionales y dc pcrsona-
cantidad de reforzamiento social por parte de sus liddd graves, que. en su opinión, se parecían al desa-
padres y de otras personas. Mientras el no hacerlo así rrollo prcesquizofrénico. La etiología de este tras-
puede dar lugar a la supresiún de reforzamiento po- torno se consideró debida a una alteraciún funda-
sitivo 0 incluso a castigo. mental dc la relación madre-niño producida por los
En nuestra cultura occidental existe una notable problemas emocionales severos experimentados por
tendencia a expresar cariño mediante el ofrccimien- la madre. La madre manifestaría este trastorno res-
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pondiendo a todas las necesidades físicas y emocio- social contra los individuos “besos pwxe intluir cn la
nales del niño ofrcci&dole alimento. Así pues, el niño evaluación negativa que de sus propios cuerpos ha-
nonca aprendería a distinguir cntrc las scñalcs de lar cen los menores obesos. especialmente los adoles-
distintas necesidades corporales y, cn última instan- centes (p. ej., Canning y Mayer, 1966; Wooley, Woo-
cia, a desarrollx el sentimiento dc no poseer o con- ley y Dyrenforth. 1980). Stunkard y Rurt (1967) ha-
t~olar su propio currpo. Rruch detinii, Ia obesidad llaron que los trastornos de la imagen corporal (es
rerrcliw como un tipo de obesidad menos importante, decir, la actitud de que el propio cuerpo es ~IZ” y de-
producido por factores amhicntalcs estrcsantcs. Sin tcztable) no se rnanifestnba en preadolescentcs ohc-
embargo. Rmch alcnó acerca del peligro de provo- sos, per” sí podían observarse en pcrïonas cuyu oha-
car una depresii>n gmvc si SC eliminaban los sínto- dad había empezûdo durante el período 8dolcscentc.
mas de la ohcsidad sin tratar la causa subyacente. Se ha observado que lo adolcsccntcs obesas. tu,”
Hammw, Campbell, Campbell, Moores. Sareen. vwones como hembras, ticncn un concepto de su
Gareis y Lucas (lY72) realizaron una investigación cuerpo menos positivo y m;is distorsionad” que los
con adolescentes obesos, demostrando que se carac- adolescentes no “besos con quienes se les compara
teriznban por una baja autoestima, estar deprimidos (Hammilr y cols., 1972). El grupo de adolescentes
y tener una pohrc autoimagen. Mendelson y White “besos expresó una mayor insatisf;lcciGn wncer-
(1985) hallaron una tendencia cn cl autoconcepto re- niente rî sus características físicas, mostrándose in-
lacionada con el papel sexual y la etapa dc dcsarro- tensamente a disgusto con sus cuerpos. Schonfeld
Il”. Adolescentes y niños con sobrcpeso y de peso (1964) también ha observado la existencia de tras-
normal mostraban una autoestima similar; sin em- tornos de la imagen corporal en adolescentes ohcsos
bago. Ins ni¡% adolescentes con sobrcpcso, per” no en tratamiento. Por el contrario, I.eon, Bemis. Mc-
los vasones. manifestaba una autoestima inferior a land y Nussbnum (1978) hallaron que los nifios obc-
la de los adolesccntcr de peso normal. En todas las sos (8-l 3 afios de edad) se mostrabw tan precisos
edades el peso rclativ” fuc el mejor predictor de la como los ninos de peso normal de su misma edad al
valoración corporal. estimar el tnmafio de distintas purtcs dc su cucrpr~.
Las formulaciones de Bruch y otros autores, así La comparación entre grandes obesos adultos dc
como los hallazgos cmpíricos conccrnicntes a las re- inicio juvenil y de inicio adulto sugiere un mayor
laciones entle obesidad y una baja autrwalomcii,n. grado dl: ülteracZw durante la dirminocii,n de peso
han hecho que muchos profesionales concluyan que C” aquellos q u e ill;ciilr”ll so ohrsidad dllrantr Ia
todos los adolros y niños obesos est6n rnwcio~~almcn- adolcsccnci;l (Grinher, lY73). Sin cmhqo, II” puc-
te alterados y pueden estar manifestando esta altera- de concluirse que Cxista un mayor grado de altera
ción a través de su obesidad. Sin embargo. como se cioncs psicolÍ,gica, en todas las personas obesas de
ha señalado previamente (Izon y Roth. 1977): 11” comicn~c juvenil. No obstante, cs posible que. si un
debemos olvidar que las personas obesas descritas adolcsccnte obeso desarrolla uo autoconcepto pohrc
en la mayoría de estos trabajos c invcsti~acioncs clí- y una imagen corporal deficiente, estas i~utoevi~lua-
nicas constituyen una mucstm sesgada; cs decir. sc cioocs puedan hacerse relativamente permanentes:
trata de individuos (o dc sus padres) que han idcnti- por tanto, una ulterior pérdida de pes« pudiera no
fiado el estado obeso como un problema que preci- afectar tales sentimientos. Una persona cuya oheïi-
sa tratamiento. Estas personas pueden diferir en un dad se iniciara en la vida adulta puede haber desa-
determinado número de variables psicológicas dc rrollado una imagen corporal ITI& positiva durante
otras personas obesas que no buscan tratamiento. En cl período formativo adolescente, de modo que no
consecuencia, no parece estar justificado co+uir resulte tan alrctada por un aumento de peso durante
que ciertos concomitantes emocionales de la ohcsi- la etapa adulta de su vida.
dad, por e.jemplo la depresión y una pobre autoima-
gen, están presentes en todos los individuos obcsos.
Además, los factores cmocionalcs, cuando están pre- Influencias de la actividadfísica
sentes, más bien parecen ser el resultad” del eslado
oheso que la causa del mismo. Algunos estudios de menores oksos y de peso
normal han demostrado que aquéllos parlicipan en
menos actividades físicas y gastan menos energía en
las actividades físicas que llevan a cabo. Una pelicu-
La imagen corporal puede definirse como la per- la de una muestra de niñas adolescentes obesas y de
cepción y evaluación del propio cuerpo. El prejuicio peso norn~al. practicantes de natación, balonvolea y
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tenis. demostró una menor intensidad de movimien- corporal ideal tambikn pueden desempeñar un papel
to por parte de las obesas, y por consiguiente un re- importzmte en ese fenómeno.
lativo menor consumo de calorías (Bullen, Rerd y Asimismo, las historias de aprendizaje so-%4 ex-
Maya. 1964). El hecho de que no todas las perso- perimentadas por algunos niños pueden resultar ins-
nas obesas consumen cantidades excesivas de calo- trumentales en el desarrollo de un hábito sobrea-
rías se demostró al hallar que las adolescentes obesas prendido de ingestión alimentaria excesiva. En tales
de este estudio consumían una cantidad de alimento casos, el patrón de consumo alimentario. aprendido
relativamente menor que la de sus compañeras de mediante procesos de reforzamiento e imitaci«n, pue-
peso nomx~l. En los adultos tambitn se ha demos- de generalizarse a 10 largo del ticmpo. Eventualme!\-
trado la inactividad física de las personas obesas así te, diversos estímulos ambientales y emocionales no
como su menor ingesta calórica (Maya, 196%). Esle relacionados con las seiínles de hambre se convierten
hallazgo sugiere que, en algunas personas. la inacti- en señales de comer (1x0” y Chamberlain. 1971~1).
vidad física. más que una ingesta cakírica excesiva, La obesidad desarrollada bajo tales circunstancias
puede ser el determinante más importante de su obe- puede conceptualizarsc como una falta de autocon-
sidad. trol o de autorregulación del cousumo de nlimemos.
Sin embwgo. debemos hacer notar que los ha- Estos hábitos concretos no son necesariamente psi-
llazgos relativos â obesidad y actividad física en los copatológicos. Sin embargo, en un suhgmpc de la
niños no son tan claros corno estos primeros cstu- población obesa es posible que el consumo excesivo
dios sugieren. Midiendo su actividad física mediante dc alimentos esté asociado con trastornos picopato-
un pedómetro. niños obesos no diferían signilicativa- lúgicor graves.
mente de otros no obesos (Wilkinson, Parkin, J’earl-
son, Strong y Sykes, lY77); además, no sc detscta-
ron difcrcncias de grupo cn lo que concicme a taa Trnttrmiento
cardíaca durante un largo período ds tiempo al com-
parar adolescentes obesas y no obesas (Rradfield,
Paulos y Grossman. lY71). Sin embargo. las tasas
cardiacas equivalentes halladas en el estudio de La psicoterapia individual no parece ser un mé-
Bradfield y cols. probablemente indican un nivel in- todo eficaz para tratar la obesidad de nifios o dc
ferior de actividad física cn el grupo obeso, puesto adultos (v&se Ia revisii,n de Leon. 1976). Resulta
que las personas obesas necesitan raliar una canti- difícil evaluar la eficacia de estos procedimientos
dad de esfucno relativamente mayor y por consi- porque la literatura pertinente consiste primordial-
guiente un también mayor gasto calórico para prac- mente en descripciones de casos. Estas descripcio-
ticar las mismas actividades que las personas mas nes tienden a subrayar los faclores psicodinámicos
delgada\. concretos que el clínico creyó importantes en la
etiologíadel trastorno. Con frecuencia brillan por su
Conclusiones ausencia datos específicos sobre pérdida de peso,
mantenimiento de la pérdida de peso y moditicacio-
Los hallazgos sobre las relaciones cntïe actividad nes en el funcionamiento interpersonal. Asimismo,
física y obesidad subrayan que puede no estar jusli- muy rurx veces se han reali¿do evalu;~ci<rnes de
ficado suponer que la obesidad sea siempre el resul- seguimiento.
tado de psicopatología subyacente. Parecen existir
varios lipos de obcsiilad, difiriendo entre sí en fun-
ción de la importancia de ciertas variables. Siguien-
do uo modelo de diátesis-estrés. algunos nifios pue- I3 uso exclusivo de una nomutivn di&& como
den tener una mayor predisposición biológica hacia procedimiento terapl:utico sólo hn conseguido éxi-
la obesidad que otros. En algunos casos, los factorcs tos marginales en cuanto ala ohtención dc pél-didas
familiares, culturales y socioeconómicos pueden asu- duraderas de peso. Hammar, Campbell y Woolley
mir un grado de importancia relativamente superior. c.197 1) llevaron acabo un seguimiento dc 1 a 8 años
Entre las adolescentes de grupos socioeconómicos de un grupo de adolescentes obesos tratados me-
bajos, los pesos promedio suelen ser superiores a los diantc dieta o algún tipo de aconsejamienl». Halla-
hallados en otros grupos. Dada la uxrelnción exis- ron que el 70% de quienes respondieron al trata-
tente entre estatus racial y étnico y clase social, las miento sc mantenían todavía obesos. Sin embargo,
diferencias en las normas raciales y étnicas de peso el gran número de personas que no respondió en cl
294 Psicopatología infantil

seguimiento (70,5 %) impide establecer conclusio- dicta junto con información sobre nutrición, ejerci-
nes sobre la eficacia relativa de los distintos tipos de cio físico y ciertos procedimientos conductuales ta-
tratamientos utilizados. les como contratos, autorregistros y reforzamiento
En el tratamiento de la ohcsidad adolescente se ha social y soporte por modilicaciones en los patrones
practicado el ayuno prolongado en régimen de hos- de ingesta. Aunque cl porcenlaje de cambios de so-
pitalización (Nathan y Pisula, 1970). Al igual que en brepeso en los niños dc los tres grupos fue equivn-
el caso de pacientes adultos, varios adolescentes ex- lente, al finalizar cl tratamiento y en el seguimien-
perimentaron efectos psicolí>gicos negativos duran- to, los padres del grupo destinado ä padres-niño
te la hospitalización. Además, el procedimiento de fueron quienes más peso perdieron. A los 5 nulos dc
ayuno resultó bastante ineficaz: los resultados obte- seguimiento, los nirios del grupo dirigido B padres-
nidos en un seguimiento realizado entre 8 y 24 me- niño ostentaban unâs reducciones de peso signiti-
ses después indicaron que todos los adolescentes, cx- cativamente superiores a las de los otros (Epstein,
cepro dos, recupcrwon peso tras abandonar el hospi- Wing, Koeske y Valoski. 1987). Sin embargo, no se
tal. Es más, IU mayoría había recuperado el peso mantuvieron las pérdidas de peso alcanzadas por los
inicial o incluso lo había superado. padres; en todos los grupos los padres habían retor-
Muy recientemente los programas dietéticos se nado al porcentaje de sobre-peso existenre en el nivel
han incorporado a owos programas más amplios ba- basal.
sados en procedimientos de modificación de con- Para lograr ptrdidas de peso en los niños tam-
ducta de carácter multidimensional, y llevados â bién parece útil enseñara los padres ciertas técnicas
cabo en la escuela o en casa. Los hallazgos de este o habilidades específicas (Epstein, Wing, Woodall,
género de tratamientos se exponen~en el apartado si- Penncr, Kress y Koeske, 1985b; Israel, Stolmaker y
guiente. Andrian, 1985). En ambos estudios, el mûntenimien-
n, de la perdida de peso fue mejor en los niños pro-
ccdentes de grupos cuyos padres habían sido adics-
trados específicamente.
Las técnicas dc modilicación de conducta para
la reducción del peso que inicialmente fueron utili-
zudas en poblaciones de adultos han sido adaptadas
para programas aplicables a niños y adoleíccrites Epstein y cols. tumhi¿n han estudiad» la eficacia
obesos (Aragona. Cassady y DI-abman, 1975: Kings- de los programas de estilo dc vida y de ejercicio XI«-
Icy y Shapiro, 1Y77; Weiss, 1977). Losproccdimicn- hico para promover la pérdida dc peso en niños obe-
tos conductuales aplicados a niños incluyen rcliirza- sos (Epstein, Woodall. Gorcczny, Wing y Kobertson,
miento por pérdida de peso o por modificación de 1984: Epstein, Wing, Kocskc y Valoski, lY85a). En
los hábitos de ingestión alimentaria; coste de res- este último estudio, los nirios participantes tanto en
puesta aplicable a los padres o aI niño por no satisfa- el programa de cstilo dc vida (que integraba el qjer-
cer alguno de los requisitos del programa, por ejem- cicio físico cn las actividades diarias) como en el
plo, desarrollar el diario alimentario; e instrucciones programa dc cjcrcicio xróbico manifestaron cnm-
concernientes a procedimientos de control estimular bios de peso similares durante el primer año del tra-
(esto es, cómo modificar los estímulos ambientales tamiento Sin embargo. sólo los niños del grupo que
asociados ala ingestión de alimentos). modificó su estilo de vida mediante el ejercicio físi-
co mantuvieron su Cambio de peso durante el año si-
guiente de observxii>n. Es difícil verificar la eficacia
del componente ejercicio físico dentro del programa
Los programas de modificación de conducta, total, puesto que en ambos estudios se incluía, ade-
des,arrollados en el ámbito familiar y dirigidos a la más, dieta, modificación de conducta e implicación
pérdida de peso tanto del niño obeso corno de los de los padres.
padres, han obtenido resultados prometedores. Eps-
tein, Wing, Koeske, Andrasik y Ossip (1981) com-
pararon la pérdida de peso lograda en distintos gru-
pos: en unos los objetivos eran compartidos por pa-
dres y niño, en otros exclusivamente por el niño y A través de la escuela pueden dessrrollarse inte-
en unos terceros los objetivos no eran específicos. resantes programas para intervenir en la obesidad de
El tratamiento consistía en el seguimiento de una niños y adolescentes. Bastantes de estos programas
Obesidad y anorexia nerviosa 295

de intervención son de carácter multidimcnsional programas destinados a modificar los hábitos alimen-
implicando modificación de conducta, educación en tmios. Estas modificaciones pueden beneficiar la sa-
nutrición y organización del ejercicio físico (Botvin. lud de todos y, dentro de la familia, pueden redefinir
Cantlon. Carter y Williams, 1979; Brownell y Kaye. la cuestión alimentaria como un problema de todo el
1982; Foster, Wadden y Brownell. 1985; Lansky y grupo más que de un miembro individual
Vance. 1983). Los estudios de Brownell y Kaye, Fos-
ter y cols., y Lansky y Vance también incluían algún
género de implicación de los padres. Aunque en es- Caso ilustrutivo
tos grupos de niños obesos se obtenían pérdidas de
peso acorto plazo, los resultados de mantenimien- leny tenía 14 años de edad, medía I .71 metros y peïa~
to alargo plazo han resultado inconsistentes. Puesto ha 99 kilos en el momenu en que fue remilido a cva,ua-
que la implicación activa de los padres ha resultado ción psicoli>gica. Jerry ua hijo único y vivid con sus pa-
eficaz en los programas de carácter clínico, se& im- dres en una comunidad de clase media. La talla dc su IX&-
portante cvaluar sistemáticamente: si la inclusión de dre era aproximadamente de 1.53 metros, al tiempu que
un componente de este tipo -la pérdida de peso de los pesaba Y I kilos. Indici) qoc hahia sido obesa desde su in-
fancia. El padre de Jcrry tenía un peso normal y nunca ha-
padres- en los programas escolares mejor-a el mante- bía sido prohlernátic<l en este terrcn”. Los padres de Jerry
nimicnto a largo plazo de la pérdida de peso obteni- cnrroborawn que ésvz siempre hahia twidu un rgnm ape-
da. Adem;ls es importante comprobar si los progl-am “to», i,xIuso siendo niño. hal%ndo cumido sicmprc gr:,n~
mas dc car,ictcr escolar dan lugar a la ridiculización des cantidades de alimenros. Su historial pcdi8lricu i,~ii-
de los niiios obesos por parte de sus compañeros, y caha que Jerry siempre habia estado por encima de lar
especialmente en la Gpoca adolescente. normas dc peso propi:,s dc su edad, desde su primera in~
fancia.

La inclusión tanto de la familia como de In cs-


cuela, aunque en cste cas<> con menor relevancia,
parece sumamemc importante para tratar la obesi-
dad infantil. Hay que tener en cuenta que nifios y
adolescentes ven discurrir una gran parre de su tiem-
po en estos dos ámbitos. A través de los alimentos
servidos en casa y disponibles en la escuela, pueden
sobrevenir importantes influencias externas en los Ambos padres de Jerry trabajahan. Puesro que carccia
gustos alimentarios. Las informaciones sobre nutri- de amigos y no participaba en actividades eura~scolarcs.
ción y sobre prácticas alimentarias saludables, su- Jerry se iba a su casa cada día al salir de la escuela. Miraba
ministradas a través de las clases escolares, padcn la televisi(in en solilario y cumía dulces, patatas fritas y
constituir un procedimiento realmente importante alimentos parecidos hasta que uno de sus padres llegaba a
de prevenir y modificar prácticas alimentarias pcju- casa. En ese momento acostumbraba a estallar algún con-
fliclo a causa de sus comidas. Tanto lenly como su padre
diciales. ~xplicaro” algunas ocasiones en que ambos se habian cw
La alta probabilidad de que el niño obeso proce- rarrado en peleas físicas porque Jcrry había comido also
da de una familia con otros miembros también ohe- y su padre había irwntado situar el alimento fuel-n dc su
sos hace que pueda sentirse justificndamcnte como dGUlCe.
una espccic de cabeza de turco, al constituirse en el Lus altercados familiares tamhien eran frccuemrs cll
único miembro de la familia del que se espera modi- las interacciones mutwds dc los padres. Los padres de Jeny
fique su comportamiento ingestivo. Paralclamsntc, se habían separado en varias ocasiwcs a causa dc sus ds-
todos los escolares pueden benehciarse de unas sacuerdos intermitentïs. Sin embargo siempre SC rrcnnci~
elecciones alimentarias nutricionalmente más sanas. liaban puesto que les era más fácil vivir juntos por mzoncs
ec”nómicas.
El procedimiento más eficaz para mantener cambios
Jerry hab& sido remitido para evaluación psicokigica
dz peso parece basarse en la modificación de los pa-
por cl tm”r de la escuela puesto que había golpeödo a unn
trones de consumo de alimentos compartidos por de sus profesores en una discusióil suscitada por su cun-
toda la familia y por el grupo de compaReros. Los portamiento perturbadur en clasc. Jerry esu”* de acucrdu
cambios de estilo de vida general que implican un en su aconscjadn individualmente. y fue incorporado a un
incremento en la actividad física tambiEn parecen programa de modificación de conducta para la reducción
ejercer un efecto potenciador de la eficacia de los del peso. Sus padres fueron visitados Periódicamente cn
296 Psicopatología infantil

relación a 1”s problemas alimentarios y conductualcs de to que los anor&icos sufren de crisis de hambre
lerry. El tratamiento consiguió muy pocos avances, en (Garfinkcl, lY74). a menudo de extrema intensidad.
parte a causa de la intrumisiún del comportamiento ali- (Sólo cuando Ia ingeslión alimentaria es inferior a
mentari« en Ias luchas por el poder existentes entre Jerry y 200 calorías por did, las sensaciones de hambre sue-
SUE padres, así como la desencadenada cntic su padre y s” len cesar.) La cxxtcrística central de la anorexia
madre. Transcurridas cuatr” semírnas desde el principio nerviosa es la persecución incansable de la delga-
de, trütt,mirn,u, .lerry inició unas cIrises de karate, con la
da. esto es, el fen6meno consistente en una restric-
apmhaci0n entusiasta de su padre y la upiniún contrxia a
ello del tcrapcuu. Jerry ahandonó el tratamiento tan pron- ción alimentaria cuntinua hasta el punto de la a”to-

Un ario después, lrrry inició II”ZYOS contxtos con CI


~rrapruta. Dijo que deseaba tramr el problema dc su peso
en solitai”, sin la inlromisibn de sus padres. Así se hizo. Criterios tliqnósticos y caracterírticns
alunrando suficiente txito en una pérdida praduel de clínicns
peso durante el año siguiente. Sus interacciones sociales
también cxpcrimentaron una mejora moderada. Rechazar el alimento es una conducta asociada ti
diferentes trastornos psicopatológicos. que incluyen
esquizofrenia, depresión, histeria e hipocondría. Los
Anorexia nerviosa criterios DSM-111-R (APA, 1987) para la anorexia
nerviosa son los siguientes:

negativa il mantener el peso corporal por encima del


Alrededor de 18X0 el mÉdico inglbs sir William peso mínimo normal correspondiente a Ia edad y la al-
Gull. bajo el término morexio IIP~VOSU englobó In tura... miedo intenso de convertirse en obeso, aun cs-
tan*0 rn un peso inferior a IU normal... tras10”710 en el
autoinanición, Ia emaciüci6n corporal y otras carac- modo cn que se experimenta el peso, el volu”x” ” la
teristicas físicas y conductualcs, observadas primor- furmadel propiocuerpo... en las hembras, “uscncia dc
dialmente en muchachas adolescentes. Sin embargo, por los rnE”OS tres ciclus rncnstr”illes coIIEw”tiV<IS
este trastorno fue descrito uívidamcntr por Richard que, în otras ~ir~~ns,a,~ias. dzhieran tenerse co” nor-
~orton, en 1694, como xptisis ncn~~xa», dcsctibien- malidxl Cp. 67).
do un C;ISO de una muchacha dï 18 afir,s dc edad:
Todos los sistemas clasificatorios de este trastor-
Ella roliaestudiar por 13. Noche y proxgoí;, en,re- no ConsidcrUn que su característica central cs la ne-
gada u ,<>s Libra, rrponi6ndnir tanto ds Uía como de gativa a mantcncr cl peso corporal por rncima dr 1111
Noche a IOS insultos del Aire, que cn c~ü Epuca era peso normal mínimo (Garfmkel y Kaplan, 1986).
frío,,. No rcwcrdo haber visto uada igual en toda mi La iinorcxia nerviosa es un trastorno alimentario
F’r~ctiw, versada toda ella en la Vida, y cnfrcntadä
que ocurre primordialmente en muchachas adoles-
ahora al mayor grado dr Coniumici6n (como un Es-
qurletu lan sólo vestido con la piel); sin embargo no ECIIICS blancas pertenecientes a niveles sncioeconi,-
Irabia Fiebre, sino, por cl contrario, friuldzild en todo el micos medios o superiores. Existen muy pocos casos
cuerpo... SJlu su Apetito bahía disminuido, siendo in- de este trastorno en personas de color. Las descrip-
cómoda su Digestión. (Citado en Bliss y Branch. 1960, ciones clínicas de las características conductuales de
pp. 10-11.) estas muchachas antes de iniciar su pérdida de peso
grave incluyen fenómenos obsesivo-compulsivos, re-
Las características fundamentales de este grave traimiento o timidez en las interacciones sociales con
trastorno alimentario han permanecido inmodifica- compañeras »adultos, escrupulosidad y alta motiva-
das desde la época en que Monon realiní su descrip- ción hacia logros especialmente académicos (Be-
ción. Aunque los patrones sociales y familiares han mis, 197X). Ciertas preocupaciones sexuales también
cambiado mucho desde entonces, los aspectos físicos parecen importantes en la psicopatología de este tia+
y conductuales de la anorexia nerviosa continúan torno (Leon, Lucas, Colligan y Ferdinsnde. 1985).
manifestando una evidente similitud. En los tests psicológicos, las anoréxicas cuyo pzso
Literalmente, el término anoraiu rrrruiosa sig- ha sido reestablecido de nuevo dcntru dc los límites
nifica una p&rdida nerviosa del apetito. habiendo% normales muestran una elevada sensibilidad a las in-
creído que los anoréxicos no experimentan sensa- teracciones sociales, junto con timidez y una baja
ciones de hambre. Sin embargo, la clínica y la inves- autoestima (Pillay y Crisp. 1977).
tigaciún indican que dicho término es err6neo. pues- Los estudios que evalúan diferencias individua-
Obesidad y anorexia nerviosa 297

les entre anoréxicos han identificado consistentemen- tambikn pueden servir como una disuacci6n de las
te dos subtipos con distintos patrones de consumo intensas crisis de hambre que suelen experimentar
alimentario. Las anorexias restrictivas y las bulími- estas adolescentes o jóvenes.
cas también experimentan diferencias conductuales Un síntoma característico de las muchachas ano-
en áreas ajenas a la ingesta alimentaria, difiriendo réxicas es la amenorrea primaria o secundaia, sien-
también en historia familiar de psicopatología (Cas- do este hecho uno de los criterios diagnósticos del
per, Eckett, Hahn¡, Goldberg y Davis. 1980: Stro- trastorno en las hembras. Es interesante que el cese
ber, 1981). El patrón dietético de las anoréxicas res- de la menstruación puede ocurrir antes de que se
trictivas se caracteriza por una limitación grave y produzca una pérdida significativa de peso (Danows-
persistente de la cantidad de alimento ingerido. Por ki, Livstone, Gonzales. Jung y Khurana, 1972; Hal-
otro lado. el patrón dietético de las anoréxicns bulí- mi, Goldberg, Ecketi, Caspa y Davis, 1977; Halmi,
micas se entremezcla con episodios ocasionales de 1974). Por el contrario, la reaparición del ciclo mens-
ingesta descontrolada seguida de vómitos o de otros trual puede aplazarse durante meses o incluso años
procedimientos para controlar el peso. Las anoréxi- después de que la paciente haya alcanzado el peso
cas bulimicas suelen obtener un peso premórbid” mínimo correspondiente a su altura. peso necesario
superior al de las restrictivas, tendiendo más fre- para la restauración del ciclo menstrual. F.1 estrés
~ucntcmcnte a tcncr antcccdcntcs dc abuso dc ti>xi- psicológico parece desrmpcñar un papel significa-
cos “otros problemas relacionados con el control de tlv” en estaamenorrea, aunque una revisión de la ti-
impulsos. Asimismo, los padres de las anoréxicas teratura (Remis, 1978) sugiere que ni un fcmímcno
bulírnicas tienden. con mayor frecuencia que los pa- gcncralizado de estrés, ni la inanición pucdcn pos-
dres de las restrictivas, atener historias de Iratomos tularse como el agente primario en la etiología del
afectivos o de drogodepcndcncia, así c,,roc dc con- trastorno menstrual observado en la anorexia ner-
lliclos conyugales (Strohcr. IYXI; Strohcr, Salkin, viosa.
Bum,ughs y Morrcll, 19X2). La observaciún de que hastantcs individuos ano-
Crisp, Kalucy, Ixcy y Harding (1977) descri- réxicos sufren síoromas dcprcsivos durante su hos-
hicron la anorexia nerviosa como una evitación pitalización o en los estudios dc scguimienro ha co11.
f6hica centrada cn el umbral dc peso propio de la ducido û especula acerca dc que los trastornos del
pubertad. TambiEn dcscrihicron la anorexia nervio- comportamiento alimentario quitis sïan una varian-
sa como un trastorno de la silueta, con una ansiedad tc de algún trastorno afectivo (Pope y Hudson, 1982).
extrema manifestada por el adolescente en la medi- Sin embargo. conviene diferenciar entre un estado
da en que aumenta su peso por encima de este um- de humor disfórico en una hospitalizacii>n y un tms-
bral ponderal puberal. Prescindiendo del subtipo, la torno afectivo significativo. El humor disfbric” o la
fobia respecto al incremento de peso y a la ingcsta depresión es una consecuencia íisiol<ígicu de la ina-
alimentaria parece su una característica constante nición (Schiele y Brozek, 1948). y también puede
en las personas que sufren este trastorno. Así pues, ser el resultado de los estreses familiar y personal
la característica central de esta alteración alimenttia asociados a la drcisi6n de ingresar en un hospital.
parece consistir en un intenso deseo de delgadez mis Paralelamente a las mejoras nutritivas y psicolbgi-
que en una disminución o anulación del hambre. cas que se producen durante un tratamiento puede,,
En la anorexia nerviosa también es frecuente ob- ocumir también modificaciones en el estad” de áni-
servarona gran hiperactividad sumamente rirunliza- mo (Le”” y cols., 1985).
da. En individuos csc~pulosos y “bsesivo-compul- De acuerdo con este enfoque. Halmi, Eckerr,
sivos, puede observarse un fucrte impulso para la LaDu y Cohen (1986) señalaron que los antidepresi-
prácticadel ejercicio físico cn forma de rituales dia- vos foeron menos eficaces pan suprimir In depresión
rios complejos. Estas actividades físicas diarias se van que un f<úmaco destinado a incrementar el peso. En
haciendo sumamente estructuradas y rigurosas, dan- general, hallaron que las anoréxicas que mostraban
do lugar, al” largo dc laï 24 horas. aun significativo un incremento de peso durante los 28 días de trata-
gasto de calorías. Las anoréxicas pueden desarrollar miento experimentaban también la disminución ma-
algunas de estas actividades durante la noche, sin- yor en sintomatología depresiva. Sin embargo, es
tiéndose impulsadas a dedicarse a ellas a pesar de importante proseguir el estudio de las interrelacio-
sentirse dEbiles y exhaustas a causa de su escasa ali- nes entre trastornos del componamiento alimentario
mentación. Esta intensa actividad física junto con y trastornos afectivos puesto que una minoría sus-
una ingesta calúrica restringida da lugar a una ma- tancial de anoréxicas muestra un trastorno afectivo
yor reducción del peso corporal. Estas actividades clínicamente diagnosticablc en las evaluaciones de
298 Psicopatología infantil

seguimiento â largo plazo (Leon y Phelan, 1985; To- ky y Garner (1980) también observaron una evolu-
ner, Garfinkel y Garner, 1986). ción peor en anoréxicas con una histoti dc bulimia
y vómitos previos ala hospitalización. Estos últimos
hallazgos confirman informes anteriores de Crisp,
Prevalencia e incidencia Harding y McGuinness (1974). Selvini-Palazzoli
( 197 1) y Theander (1970) acerca del significado pa-
Aunque la anorexia nerviosa ocurre primordial- tógeno de bulimia y vómitos en relación con la ev«-
mente en mujeres, las estimaciones de su prevalen& lución ulterior. Leon. Lucas, Ferdinande, Manpcls-
en varones han variado entre el 5 y el 15 % del total dorf y Colligan (1987) hallaron que los pacientes
de anoréxicos (Bemis. 1978). La época adolescente anoréxicos con mayor intensidad de preocupaciones
constituye el período de mayor riesgo para este tras- sexuales en el momento de la hospitalizxión eran
torno. Existen dos mamemos de riesgo para el inicio quienes, cn un seguimiento a corto plazo, mostraban
de la anorexia â los 14 y los IX años de edad, con un un peor patrún alimentario y un más anómalo esta-
rango que suele oscilar entre los 12 y los 25 aios tus psicológico.
(Ilalmi, Caspa, Eckert, Goldherg y Davis, 1979). Gariinkel y Guncr (1982) revisaron 13 estudios
En nuestra cultura. la incidencia de anorexia ner- de larga duración referentes a resultados terapéuticos;
viosa parece estar aumentando en una proporción en ellos evaluaron distintas variables nutricionales
muy superiora la que pudiera esperarse de un mejor y psicológicas. El índice de recuperaciYn (juzgado
conocimiento de los síntomas del trastorno. Aunque mediante criterios múltiples) alcanzaba un prome-
cicrlas estimaciones de la prevalencia de anorexia dio aproximado del 40% en los distintos estudios,
nerviosa sugerían que se trata de un trastorno suma- mientras otro 30 % podía clasificarse corno de mejo-
mente raro, investigaciones más recientes contradi- ras. En los 16 estudios revisados por Hsu (1980). el
cen dicha impresión. Nylander (197 l), basándose en estatus ponderal había mejorado en el 75 %J de los
su investigación realizada en Suecia, concluía que la pacientes. En el seguimiento, una de las áreas de
anorexia nerviosa está presente de forma definida y adaptación más positivas fuc el luncionamiento ocu-
grave en 1 de cada 150 muchachas uk~lescentes. Jo- pacional (Schwwtz y Thompson, 19X1).
nes. Fox, Babagiany Hutron (1980) hallaron que la Al evaluar los resultados tcrap~uticos, es impor-
incidencia de anorexia nerviosa por 100.000 habi- tante sopesar cuidadosamente una scric dc fàctores
tantcs pasó de 0;35 durante 1960-1969 a 0,64 duran- intrapersonales e interpersonales, así como la nor-
tc 1Y70-1976. En Suiza la tasa ascendió desde 038 malización del peso. En los estudios de scguimicn-
durante lY56-1958 hasta 1,12 casos por lOO.OOO ha- to, bastantes anoréxicas exhiben una alteración sig-
bitantes cn 1973-1975 (Willi y Grossman, 1983). nificativa en sus relaciones sociales, depresión y an-
Criip, Palmer y Xalucy (1976) informûron de que el sicchd (Garfinkel y G<uner, 1982). Asimismo, Hsu
trastorno era m;ls frecuente en las clases sociales I (1980) en un estudio de seguimiento hall6 que las
y II, esto es, en los estratos socioeconómicos más preocupaciones por el alimento y la comida, la buli-
clcvados. mia, los vómitos y el abuso de Iaxantcs eran cvidcn-
tes en unn cantidad sustancial de pacicnrcs.
Después de ser tratados, la evoluciím de los ano-
Curso evolutivo réxicos varones suele ser menos favorable que la
observada en las hembras. En los varones, la anore-
Los índices de fallecimientos por anorexia nervio- xia nerviosa no tiene la misma preponderancia en
sa van desde aproximadamente el 3 % (Dally, 1967) las clases sociales media y alta que se observa en las
al 21 % (Halmi, Brodland y Rigas, 1975a). Crisp y hembras (Crisp y Toms. 1972). Ctisp y cols. ( 1977)
cols. (1977) han apuntado que los anoréxicos de cla- formularon la hipótesis de que los excesos de ingcs-
scs socioeconómicas inferiores tienen un pronóstico tión alimentaria y los vómitos prnbablcmcnte son
peor y una psicopatología más relevante, con fre- una característica más frecuente en anoréxicoï varo-
cuencia de carácter sexual, que los anoréxicos de nes que en hembras, añadiendo que el trastorno se
clases socioeconómicas superiores. Halmi y cols. desarrolla en los varones en un contexto de obesidad
(1975a) hallaron que un inicio temprano se asociaba masiva previa, problemas de identidad sexual e his-
a un buen pronóstico. Gartinkel, Moldofsky y Gar- toria psicopatológica generalmente m&s relevante.
ner (1977) señalruon que una evolución favorable Crisp y Burns (1983) hallaron una importante reduc-
estaba relacionada con una buena adaptación pre- ción del impulso sexual a lo largo del trastorno, de
mórbida escolar y ocupacional. Garfinkel, Moldofs- modo que los varones anoréxicos tienden a reaccio-
Obesidad y anorexia nerviosa 299

nar ante estímulos sexuales con indiferencia. Los in- en su mktodo terapéutico dc la anorexia newiosa. pasó
vestigadores suponían que la disminución de la libi- desde una perspectiva psicoanalítica clásica hasta un
do era un aspecto importante de la psicopatología enfoque psicodinámico más amplio. Bmch ( I97Oa. h)
del trastorno puesto que facilitaba que el ola adoles- postuló que la anorexia primaria es el resultado dc
cente se alejaran de los conflictos relacionados con un trastorno muy temprano y profundo en las inte-
la maduración. racciones madre-niño. A consecuencia de este grave
tra..tomo, el desarrollo del yo del pequeño es defi-
ciente. y esta deficiencia se manifiesta a través de un
Formulaciones teóricas trastorno de la identidad corporal que incluye la au-
sencia del sentimiento de pertenencia del propio
Teoríaspsiroanrrlíli~~cus cucrpo. Al igual que cn la obesidad, se considera
que el niño crece siendo incapaz de discriminar en-
Los teóricos del psicoanálisis han considerado la tre las señales dc distintos apremios o necesidades
restricción alimentaria severa propia de este trastor- corporales porque la madre suministra alimento al
no como un hecho simbólico de conflictos sexuales nióo cualesquiera que sean las necesidadrs y apre-
significativos. Estas suposiciones se basan en que In mios específicos del mismo. ti1 resultado dc todo
restricción alimentaria y la autoinanición propias de ello es una image~l corporal distorsionada. así como
la anorexia nerviosa suclcn iniciarse durante el perio- el sentimiento dz que no se controla el propio cucr-
do puhcral. Walkr, Kaufman y Deutsch (I940/1964) po. Bruch (1973) defendió que la anorexia nerviosa
conccptwmn la anorexia nerviosa c<>nll> un tmsror- tiene lugar cuando el individuo se siente desbordado
no causado por cl hcchu dc que Ia ingestión nlimen- por las exigencias de la realidad que sacaban el li-(l-
taria se asociaba simb6licamente a fantasías de em- gil sentido de si n~isn~o.
barazo, añadiendo que el rechazo de los alimentos Bmch (197X) también hizo referencia B la histo-
pudiera ser una negación simbólica de la fantaskl iw ria de ser un nifio ohedienle y modélico, cüractcrísti-
fantil concerniente a una fecundación oral realizada cas típicas de las anoréxicas que tuvo cn !T:I~XII~CI~-
por el padre. Con frecuencia las muchachas anoldxi- ta. Muchas de estas adolescentes indicaban que su
cas comentan su preocupación por la distensión de renuncia a comer les otorgaha una sensacion dc sw
sus estómagos. Este hecho fue considerado como perioridad y distinción junto con el sentimiento dc
una manifestxi(>n del temor al embarazo psicodiná- ser más valiosas. así como la sensación de ser wnc-
micamente relacionado con conflictos psicosexuales jores personas» gracias a la autodisciplina exigidü
relativos al padre. Sin cmhargo, la amenorrea aso- en la pérdida de peso. Según Bruch. la anoréxica
ciada al trastorno fue considerada como un símbolo vive en un continuo temor de no ser querida ni tcni-
de estar embarazada (Kaufman y Heiman. 1964) y da en cuenta dentro de la estructura familiar. En TC-
también como una negación de la sexualidad feme- lación con el tema de la sexualidad, Bruch dcfcndió
nina (Lorand; 1943/1964). Por otro lado, Selvini- que la preocupación por los cambios corporales du-
Palazzoli (1971) conceptualizó el conflicto psicodi- rante la pubertad se relaciona con la ansiedad provo-
námico básico de la anorexia nerviosa como algo cada por las expectativas de actuar más independien-
propio de la pubertad, época en la que se desarrollan temente. En consecuencia, los acontecimientos vita-
los pechos y otras características sexuales secunda- les que pueden obligar al adolescente a actuar con
rias, lo que da lugar a que el cuerpo se experimenrc mayor independencia, o aquellos que le hacen sentir
como el objeto materno. que debe ser incorporado que cjcrcc escaso control sobre su vida. pueden pre-
en el yo. En consecuencia, la restricción alimentaria cipitar cl síndrome dc autoinanición. Asi pues. el
funcionaría como una agresión activa contra el obje- significado de la puhcrtzdd rcsidc cn sus implicacio-
to malo incorporado (esto es. la madre), y como un nes paracl comportamiento independiente y los sen-
medio de controlarlo. timientos del control sohrc la propia vida, y no sobre
su relación con temores inconscicntcs de fecunda-
ción o fantasías de incorporación.
Bluch (1986) afirmó que la búsqueda de identi-
Hilde Bruch ha escrito extensamente sobre la dad por parte de las pacientes anoréxicas actuales se
anorexia nerviosa. basando so obra primordialmente hace confusa por la persecución del adelgazamien-
en su experiencia clínica con tratamientos intensi- to. Sin embargo, en nuestra cultura actual puede dc-
vos de personas con trastornos graves del comporti- sarrollarse un tipo «yo también» de anoréxica a cau-
miento alimentario. En sus formulaciones teóricas y sa de que el adclgazamicnto extremo ya no cs un lo-
300 Psicopatología infantil

gro único. Bruch creía que este tipo de anoréxica por chacha anoréxica. Particulamente observaron la gra-
imitación era menos psicopatológico y más tratable ve ansiedad de las madres y la significativa depre-
que la anoréxica verdadera, quien continúa conside- si6n de los padres que aparecían en tales circunswn-
rando sn delgadez co”10 un objetivo único. Bruch cias. Además, estos cambios en el estatus psicológi-
señaló que en el tratamiento del paciente anor&ico co de los padres, paralelos n In mejoría del hijo o
un paso importante consiste en ayudarle a dcsarro- hija, se asociaban a unas relaciones conyugales pro-
llar la sensación de competencia en ciertas áreas del longadas y significativamenre alteradas. Kalucy y
funcionamiento general en las que se siente inope- cols., en su evaluación de 56 familias de anoréxicos,
EL”k. scñ~laron que el 40 ‘% de los padres indicaba” signi-
ficativos grados de infelicidad cn lo que concicrnc a
sus relaciones sexua 1es.
E s t o s scntimicntos negati-
vos se ~xprcsaban de tal modo que sugerían insalis-
Minuchin y sus colegas (p. ej.. Minuchin. Ros- facción en relación co” el funcionarnienlo de la fa-
nlan y Baku, 1978) han influido sustancialmente al milia considerada como un todo. Dentro de la fnmi-
subrayar el papel de las interacciones familiares en lia. el o la adolescente eran vistos como intentando
la promoción y mantenimiento de síntomas psicoso- afrontlu la psicopalología familiar mcdiantc la modi-
máticos, incluyendo la anorexia nerviosa, en los ni- ficación de su silueta Los investigadores opinaban
ños de cierta? familias. Han delimitado cuatro carac- que el paciente en recuperación, en cuanto a adoles-
terísticas específicas de la estructura de las «familias cente. desafía la estabilidad familiar de un modo
psicosomáticas»: sobreimplicaci6n (falta de autonn- distinto de cuando el anoréxico es infantil en su apa-
mía en los miembros individuales de la familia); s»- riencia física y en sn comportamiento.
breprotección; rigidez (particularmente en adaptarse Humphrey (1986) halló que anoréxicas y bulí-
a la adolescencia); y ausencia de resolución de con- micas de peso normal creían que sus p&drcs man más
flictos (particularmente entre los padres). Se supone críticos. rcchazanteï y ncgligcntcs hacia ellas que
que las interacciones entre los miembros de la fami- los controles nomules. Sin cmhago, al estudiar los
lia constituyen un modo de evitar conflictos, con el procesos familiares que sobrcvicnen durante la ano-
resultado de qued‘u sin resolver distintos problemas rcxia nerviosa, ES importante rccordx los consejos
familiares. De acuerdo con este anilisis, el faclor de Yager (1982) exigiendo câ”tela en relación con
b5sico que mantiene el síntonaa del niño es su impli- los estereotipos sobre las familias de unoréxicns. La
caciiln en el conflicto entre los padres. El hijo cst8 familias que sufren un tratnmirnto intensivo pueden
atrqxado cntrc ambos padre o se sitúa cn coalición diferenciarse en distintos factores de las familias no
con uno dc cllos contra cl otr<>. Además, los padres implicadas en un procedimiento terapéutico. Ade-
pueden ncgx su propio conllicto dcfinicndn al niño ““ís, parece evidente que existen diferencias signiii-
rnfxmo colno el cativns entre distintas familias.

in-
trusivo. Paralelamente, puede producirse un czunbio La literatura conductual se ha centrado en el de-
en los papeles nico-padres durante el desarrollo de sarrollo de tratamientos de modificación de conduc-
la enfermedad de aquél; por ejemplo, el niño puede ta eficaces, habiendo prescindido de formulaciones
comunicarse co” el padre a través de la madre. En concernientes a las experiencias de aprendizaje social
este sistema de dinámica familiar, la evilación del que pueden cimentar la etiología de la anorexia ner-
conflicto parece ser un importante factor en la diná- viosa. El rechazo de los alimentos ha sido considera-
mica interpersonal de las familias anoréxicas. do como una manifestación de comportamiento de evi-
tación, habiéndose subrayado la importancia de ana-
Invesliguciones sobre familias. Crisp y cols. lizar los patrones de reforzamiento ambiental para así
(1974) y Kalucy, Crisp y Harding (1977) han de- comprender el desarrollo de los trastornos alimenta-
mostrado claramente la existencia de psicopatología rios en un individuo concreto (Blinda, Freema” y
en las familias de pacientes anoréxicos. Crisp y cols. Stunkml, IY70; Leitcnberg, Agra y Thomson, 1968).
evaluaron extensivamente a los padres de las pacien- Leon (1979) propuso que. en la anorexia nervio-
tcs durante el período de restablecimiento de su peso, sa, se.desarrolla una potente asociación aprendida
hallando que iba” haciéndose signiticativamefite más entre pensamientos e im8genes extremadamente ne-
ansiosos y deprimidos a medida que mejoraba la mu- gativos relativos al aumento de peso y al acto de
Dbcsidad y anorexia nerviosa 301

consumir alimentos. Con el paso del tiempo este pro- de evolución también ponen de manifiesto la presen-
ceso de aprendizaje se fortalece y generaliza hasta cia de problemas en la regulación alimentaria. Hsu
asociar pensamientos o imágenes de alimentos. co” (1980) observó que en las evaluaciones de segui-
sentimientos de repugnancia y disgusto. Entonces, miento del 14 al 50 % de las pacientes de los estudios
cstc afecto aversivo también se produce en asociación revisados padecían bulimia, y que del 10 al 28 % vo-
co” cl consumo real de alimento En consecuencia. mitaban después de las comidas. Sin embargo, la nor-
se establece una aversión condicionada a la inges- malización de los patrones alimentarios no discurre
tión de alimentos, al tiempo que se desarrolla un jui- necesaiamente de modo paralelo a la normalización
cio cognitivo referente a que el alimento conduce al del peso. En los seguimientos, muchos pacientes con-
aumento de peso. Según la teoría del doble proceso tinúan manifestando una inquietante preocupación
del aprendizaje por evitación (Mowrer, 1947). el re- por los alimentos y el hecho de comer.
forzador que mantiene esta secuencia conductual es El tema del autocontrol. particularmente en rela-
la reducción de ansiedad asociada a la afirmación ción co” la ingestión alimentaria. continúa siendo
del autocontrol y del control sobre la propia vida una importante preocupación de muchas anoréxicas,
mediante la restkción de alimentos. incluyendo aquellas cuyo peso se ha situado dentro
La imagen corporal distorsionada que se observa de lo nom~al o muy cerca de dicho nivel. El control
en las personas que padecen anorexia nerviosa pue- sobre La ingestión alimentaria puede consistir en una
de co”ceptualizarsc dentro de los fenómenos de au- restricción de comida que alterna co” episodios de
Locontrol. La adolesccntsdesnutridn que se contem- ;,rr;~ones y vómitos. Por otro lado. el ingerir a diario
pla al espejo y dice &stoy gorda» puede no estar unas cantidades de alimento relativanxntc normales
manifestando una distorsión perceptiva grave, sino sólo puede conseguirse a expensa de una constante
más bkn una evaluación relacionada co” que Ic gus- preocupación por los alimentos y el comer. las cog-
taría estar todavía m6s delgadu. En tal cusu la dclga- niciones sobre la ingestión alimentaia también pue-
del scrviria una vez “16s con10 una afirmación del deo consislir en una persistente prwcupación cen-
control sohrc sí misma y sobre <iu vida c” genernl. trada en que, si uno come demasiado o más de lo fi-
Lzon, Bemis y I.ucas (1940) hallaron una confirmû- jado rurinariamcnte, puede producirse un urracón
incontrolxlo que no seri posible evitar. Como ha
conw~rado Rusell (1979), el atracó” cs el peor te-
mor de la anoréxica. Para muchas persona que ha”
experimentado manifestaciones clínicarnentc signi-
ficativas de trastornos del comportamiento alimenta-
taban la sensaci<i” de controlar más sus vidas. En re- rio, el alcanzar un control flexible sobre la ingestión
lación co” la hipótesis del condicionamiento aversi- de alimentos parece ser un objetivo extremadamente
VO apuntada en el párrafo anterior, esas anoréxicas difícil de alcanzar.
indicaron que los alimentos que había” considerado
agradables en el pasado ya no lo era” en el momento
presente. Hullazgos fisiológicos y endocrinos

Autocontrol y consumo de alimento. Cuando se Además de la grave emaciacii,” corporal, las per-
evalúan las cogniciones y conductas de anoréxicas sonas que sufre” anorexia nerviosa presenta” anemia,
anta y después de haberse establecido el patrón de scqucdad de la piel, edemas, lanupo (crecimiento del
la autoinanición, queda perfecmmente aclarado el vello corporal), baja temperatura corporal. descenso
tema del autocontrol en relación con la ingestión de del mcaholismo basal, bradicardia y sensación de
alimentos. Muchas personas que llegan a ser anoré- dolor y frío en sus extremidades (Dally. 1969). Los
xicas había” tenido problemas en la regulación de hallazgos endocrinos en nn?jercs anoréxicas co”
su i”gesti6n alimentaria antes de desarrollar este amenorrea secundaria generalmente indican la pre-
trastorno por autoinanición. Crisp y cok. (1977) ha- sencia de anormalidades en el funcionamiento tiroi-
llaron una elevada proporci6” de obesidad premór- deo (Mitchell, 1986) y en las gonadotropinas. Las
bida, incluyendo obesidad masiva, en las anoréxicas anomalías gonadotropínicas dc las hormonas de la hi-
por ellos tratadas. Por otro lado, Halmi (1974) infor- pófisis anterior consisten en una reducción de la
mó acerca de que el 31% de los 94 casos de anore- secreción de hormona lutcinizante (LH) y de las
xia nerviosa por ella revisados tenían una historia de hormonas folículo-estimulantes (FSH). así como en
sohrcpcso antes de los 12 años dc cdad. Los estudios una elevación significativa de los niveles basales ma-
302 Psicopatología infantil

tutinos de la hormona del crecimiento (CH) (Brown, clo mens’mual puede no producirse durante varios aiíos
Gartinkel. Jeuniewic. Moldofsky y Stancer, 1977). despu& de la restauración del peso corporal normal
En los anor&icos, se observa un significativo des- (Falk y Halmi, 1982). En las anoréxicas se observar!
censo de tcstostcrona plasmática al alcanzar su má- fenómenos tales como una hiperactividad extrema,
xima pérdida de peso, incrementándose tales niveles una intensa agudeza mental y trastornos del sueño
durante el restablecimiento del mismo (Crisp, Hsu, (esto es, duermen unas 3 o 4 horas por noche). Estos
Che” y Whceler, 1982). Brown y cols. hallaron que hechos tampoco son una característica habitual en el
los nivclcs basa I esde CH se relacionaban con una síndrome de la autoinanición debido a hambre o a
baja ingcstión calúrica, pero no con el grado de pér- una restricción alimcntnria inducida experimental-
dida de peso ni con la duracián del tiempo transcurri- mente.
do desde el inicio de la amenorrea. Por consiguiente,
estos hallazgos sugieren que los niveles clcvados de
GH son secundarios a la inanición, y que la cleva- Eficacia ferapéuticn
ción de dicha hormona puede invcnirse o narmali-
zarse mediante la realimentación. En las anoréxicas. Se ha producido un creciente interés por los mi-
los patrones de LH y de FSH se parecen mucho más todos de modificación de conducta y. más reciente-
a los observados en muchachas prepuberales que en mente, cognitivwconductuales en el tratamiento de
pospuberales. Weiner (1983) propuso que la recupe- la anorexia nerviosa. Los investigadores que utilizan
ración de un patrtin de LH circadiano y maduro se técnicas conductuales han suministrado algunos de
debe al incremento de peso, la remisión de los sínto- los primeros estudios rigurosos sobre evolución pos-
mas y la reducción del estrés. terapéutica de cantidades importantes de pacientes
La sscrcción dc las hormonas hipofisarias antes anor&icos. Lenn (1979) y Van Buskirk (1977) han
mencionadas está controlada, a su vez, por hormonas revisado los estudios que utilizaban métodos tera-
hipotal&nicas. Se ha dicho que estas últimas mm- péuticos conductualcs >y Bcmis (1978) llevó a cabo
bién funcionan anormalmcntc, habiéndose especu- una revisión de la eficacia de distintos métodos tera-
lado sobre una posible disfunción hipotslámica pri- péuticos utilizados en la anorexia. Los estudios de
maria en la anorexia nerviosa (Mwklenhurg, Loriaux, evolución tras tratamientos conductuales en un prin-
Thompson, Andersen y Lipsett, 1974). De acuerdo cipio p~rccieron ser sumamente prometedores. UI
con esta tcoria dc la disfimción hipotnlíimica, se ha ohjctivo central de estos programas residía en Ia
hallado que cn Ia anorexia existen niveles elevados modificación de los patrones alimentarios del pii-
dc cortisol en liquido cefalorraquídeo (Cerner y Wil- ciente y en el reforzamiento de ingerir csntidadcs dc
kins, 1983) y una posible alteración en la regula- alimento cada vez mayores (p. ej., Uhanji y Thomp-
ciiln dopaminérgica (Halmi, Owen. Lasley y Stokes, son, 1974; Halmi. Powers y Cunningham, lY75h).
lYX3). Sin embargo, la eficacia relativa de estos proccdi-
Sin cmhargo, Bruch (1978) y otros autores han micntos concretos resulta confusa porque al programa
señalado que los distintos trastornos del funciona- conductual se sumaron otras intervenciones, concre-
miento endocrino y del ccrcbro superior pueden pro- lamemc medicación psicoactiva, en el primer extw
ducirse en casos de desnutrici»n causada por razo- dio, y terapéutica familiar durante el período de man-
nes distinta de la autoinanicií>n. Estudiando personas tenimicnto, en el segundo.
en estado de semiinaniciím se ha observado la pre- A pesar de las criticas de Bruch (1978) y de otros
sencia de pérdida de interÉs sexual, depresión, ten- autores referidas a los peligros de utilizar programas
sión, irritabilidad y cambios endocrinos (Schiele y estrictos de modificación de conducta en la anorexia,
Brozek. lY4X). Además. la desaparición de la mens- Garfinkel y cols. (1977) demostraron que los pacien-
truación también cs un hecho concomitante con la tes tratados con tales procedimientos no presentaban
desnutrición (Frisch, 1977). efectos negativos en los controles de seguimiento al
Sin embargo, existen ciertas diferencias entre los compararlos con pacientes tratados mediante técni-
efectos generales de la inanición y los efectos de la cas somáticas o de otro tipo. Sin embargo, la eficacia
anorexia nerviosa. En las anoréxicas, la amenorrea relativamente superior de los programas de modi-
suele ocurrir antes de una pérdida de peso significa- ficación de conducta orientados primordialmente
tiva; el 37 % de las pacientes de Halmi, Goldberg, a cambiar los patrones ingestivos queda puesta en
Eckert, Caspa y Davis (1977) experimentaron su cuestión por una serie de hallazgos recientes. Son
amenorrea antes de haber perdido una cantidad de numerosos los textos de psicología anormal en los
peso significativa. Además, la recuperación del ci- que aparecen imágenes del primer paciente tratado
Obesidad y anorexia nerviosa 303

con éxito mediante procedimientos de condiciona- Con la excepción de los programas de condicio-
miento operante (Bachrach, Envin y Motu, 1965). La namiento operante y algunos estudios farmacológi-
paciente pesaba 21 kilos al ser ingresada en el hospi- cos, son muy pocos los datos concernientes a resul-
tal y 39 kilos dos años despu& Sin embargo, el se- tados de modo que puedan evaluase y comparar la
guimiento realizado por Erwin (1977) 16 años des- eficacia relativa de distintos procedimientos terapéu-
pués puso de manifiesto una evolución a largo plazo ticos. Existe una gran necesidad de estudios contro-
bastante menos favorable. El peso de la señora A. en lados de resultados que evalúen sistemáticamente dis-
el seguimiento había descendido hasta 25 kilos, es tintos programas terapéuticos individuales o combi-
decir sólo 8 más que en el pretratamiento 16 años naciones de programas terapéuticos. Además, es
antes. No obstante se observó que habían mejorado importante estudiar cuidadosamente los efectos te-
sus actividades sociales, considerándose que el avan- rapéuticos tanto u corto como â largo plazo median-
ce más significativo consistía en su aptitud para cui- te la utilización de distintos criterios de resultados.
dar de sí misma y de su madre. El mantenimiento a largo plazo del cambio ponderal
Un estudio multicéntrico ha desautorizado la te- es crucial en el &ito definitivo de cualquier progra-
sis de la mayor eficacia de los tratamientos basados ma terapéutico. Sin embargo. también es importante
en modificación de conducta. Se trata de un estudio la «calidad de vida>>, de modo que si el aumento de
en el que 40 pacicntcs anor&icas completaron un peso se mantiene junto con aislamiento social, in-
regimen de 35 días en los que SC practicaba modifi- tensas preocupaciones por el alimento o el desarro-
cación dc conducta, siendo comparados con 40 pa- llo dc un patrím de bulimia y ví,mitos, parece justifi-
cienta que recibían terapia ambicnlal (miliu) (F,L- cado cuestionar si cse teórico programa terapéutico
kert, Goldherg, Hahn¡, Caspa y Davis, 1979). Al ha renido realmente éxito.
final del tratamiento no había diferencias signitica-
rivas entre ambos grupos en cuanto aI aumento de
peso. Al no aportar daos de seguimiento, no es po-
sible saialar si se produjo algún efecto terapéutico
diferencial a largo plazo.
Wendy tenía 16 años de edad cuando Sll\ ,mhs imis-
Otra línea en el tratamiento de la anorexia ner- tieron en que debía ser visitada por el pediatra dr la fam-
viosa consiste en la utilizaci6n dc terapia de familia lia â causa de una importante pérdida de peso. Wrndy me-
(Rosman. Minuchin, Baku y Licbman, 1977) y te- dia 1.60 metros y pesaba 35 kilos. Había estado practicaIdo
rapia en grupc junto con procedimientos cïpecíticos dicta restrictiva durante los 2 últimus aRus porque había
de modificación de conducta. En la psicoterapia in- decidido, cuando pesaba 49 kilos, que estaba demasiado
dividual existen una serie de ticas que parece im- gruesa. Wendy había empezado a mcnstmar a los 13 años
portante explorar, concretamente el control sobre el de edad, pero sus reglas habían desaparecido durante el
propio cuerpo y la propia vida, así como las preo- último año y medio. Afirmaba que no le preocupaba nada
cupaciones referentes al crecimiento y las relacio- ese hecho, pero en cambio si lo estaba por considerarse
nes heterosexuales. En un tratamiento resulta muy excesivamcntc gorda. Cuando fuc visitada, Wendy coi,su-
mia un promedio de unas XX) calorías por dia.
significativa la intensa capacidad de atmer atención Durante los úitimos 2 años en que se esforzaba por
de la autoinanición en una familia extremadamente restringir la alimentacibn, Wendy SC había conrcnido en
controladora y orientada hacia la obtención de lo- una persona progresivamente más estricta sobre cuánlo
gros (Bruch, 1978). Los procedimientos de terapia debía comer, y cada comida acababa en una batalla con
cognitiva de Beck (1976) para el tratamiento de la sus padres a CBUL~ de la ingesla alirnrnl~tia. Si podi;,. in-
depresión han sido modificados a fin de ser aplica- tentaba evitar las comidas co” sus padres y sus dos herma-
dos al tratamiento de los trastornos del comporta- nos mayore,. diciendo que no tenía aprlilu en csw mu-
miento alimentario. Gamer (1986) describió un mo- meotos y que ya comería más tarde estando sola. Si sus
delo de tratamiento cognitivo-conductual dirigido a padres insistían cn qoe comiera con cllor,jugaba con sus
modificar los patrones erróneos de pensamiento con- alimmos, los co+ en pequcfiãs porciones y amon!ona-
cernientes al peso corporal. el alimento, la ingesta y ba la comida en “IIR pane de su plato de modo que pare-
cicra que había comido más de lo que rcnlmcntc había he-
sus efectos. La terapia cognitiva se des,urolla en el cho. Llsualmrn~r, un consumo diario de alimentu c«nsi&
contexto de una relación terapéutica honesta que in- en un huevo. una pgilueiía porción de pan, “nâ zanahoria y
cluye entre sus objetivos la rehabilitación nutricio- algo dc agua o soda.
nal y la educación en trastornos del comportamiento Wendy siempre había sido una buena estudiante en la
alimentario. Según sea el peso del paciente anoréxi- escuela. Sin embargo, sus dos hermanos sicmprc habían
co, también puede requerirse su hospitalización. aparecido en el cuadro de honor y habían destacado por
304 Psicopatología infantil

sus excelentes trabajos académicos y sus actividades ex- lujo dc comer en exceso hasta llegara la obesidad. o
traescolares. Wendy se esforzaba mucho para conseguir de conseqiir atención mediante el rechazo de la co-
bwnas notas, pero su rendimiento escolar era considerado mida. En países como la India y Sri Lanka, donde el
sulicicnre por sus padres, que lo situaban e,n el comexto de alimento cs escaso y la obesidad ha sido corrsidera-
los l«gros superiores obtenidos por sus humanos mqo-
da tradicionalmente como una señal de riqueza. las
res. Wendy fue descrito por sus padres corno una niñ;, ube-
tasas de anorexia nerviosa son sumamente bajas. Tan-
diente que sicmprc satisfacía los deseos pxcrnos. Seiiala-
to la obesidad como la anorexia nerviosa son más
ron que hnbiiln sido muy <<eïmxturados> cn lil educación
de Wendy, establccirndo límites a sws actiGdades fuera frecuentes en los países más ricos del hemisferio oc-
de casa, il la hora en que clla drhí;l acostarse rada noche. y cidental.
a los niRos con los que jugaba. Wcndy fue descrita como
adaptada a esta *estruaura». Sin embargo, ~1,s padres sc
sentian sorprendidos e impotentes al alrontar su intratable
tozudez cn relaci6n co,, la comida, especialmrnte al te,,cr
en cuenta su obediente comporumicnto, desde la infan-
cia, en las restantes áreas de su vida.
se preocupaba
cada VCL mis de planear ~oánrn iba ü comer cada dia. y
cómo evitar aquellas situaciones cn las que pudiera ser
presionada para comer mis de lo previsto. Al tiempo que
iniciaba su dieta restrictiva, Wendy cmpwó un programa
de ejercicio físico, y sus @ticas diarias llevadas acabo
según una rutina estricfamcnte ordenada fueron haciéndo-
SC más prolongadas y más extenuantes uda día. Wendy
siempre nadaba un cierto número de piscinas cuatro veces LOS trastornos del comportamiento alimentariu
al dia. Durante el verano nadaba esux piscin3s al aire li- suelen ser sunmmente difíciles dc tratar. al tiempo
bre aun cuando rcli,mpagueîra o tronara. Con el paso del que revisten consecuencias devnstxloras täuto intra-
tiempo, aun sinti&dosc exhausta, afindió por Iâ ooche una personales como interpersonales. Todo ello pone de
scsiiln extrã de nataciún sin que lo sopicran sus padres,
relieve la necesidad de ejercer prcvcnción en Ia in-
siillandil por la ven,:,nâ de su hsbiwión. situxla en un se-
gundo ~‘iso. pare ir a nadar. Wendy sc srnlía cxtrrmadn- fancia y de iniciar precozmente la intervencii,n te-
mente h:imhricmn. cünsxla e irritable durante casi todo el rapéutica. La incidencia dc obesidad infantil puede
twrqm También e\uha preocupad:! por ,xn~ümi~nl«s co,,- reducirse mediante una correcta infornw3~n nutri-
cerl,iellles il los alimcIIIos y a su aï,‘S”O pcrwnal. su peco cional. cambios en el estilo dc vidn íamiliar que in-
continuó drscendicndo. resintiéndose 51, rendimiento cs- corpoxn la actividad física como wx~ cxpcrienri;~
colar. Dejó de relacionarse con las pocas nifias con quie- familiar gratificante, y el dcswrollo de altwtativas
!nês hablaba rn la escuela y se aisló complr~amente de los que permitan expresar afecto y «demucïtrenn que
demás. uno es un hucn padre mediante métodos distintos a
A pcsx de los csfuenos de sus püdru y su pediatra, sobrealimentar â los hijos pequeños. El apoyo de los
Wendy rehusó dctcnrr su dieta. Afirmaba que se sentía
compañeros también pu& ser eficaz cn algunos ca-
extremadamcntr satisfecha de sí misma. sabiendo que po-
sos. Cuando se trata la obesidad de un niño, Iü modi-
día controlar las exigencias de su cuerpo hasta el punto de
no comer estandu hambrienta, y que podía hacer ejercicio ficación dc los patrones ingestivos familiares puede
hasta la entenuaci6n aun cuando se sintiera exhausta. En ser una estrategia más eficaz que cambiar los patro-
un momento dado, Wendy fue hospiwliîada para ser [TB- nes alimentarios del niño en concreto al tiempo que
lada, a pesar de sus entrgicas protestas de que nada malo se ignora IU conducta ingcstiva de los otros miem-
le estaba sucediendo. En el momento de la hospitalización bros de la familia. La prevención infantil de la obe-
su peso era de 30 kilos y medio. sidad tiene una gran importancia puesto que muchos
de los problemas psicológicos asociados a ella pare-
cen ser la consecuencia del estado oheso más que la
Resumen causa del mismo. Por otro lado. en aquellas situacio-
nes donde la obesidad se asocia con problemas emo-
Distintos trastornos del comportamiento alimen- cionales significativos, también puede resultar bcne-
tuio, especialmente la restricción de alimentos, pa- ficioso explorar posibles alternativas para afrontar la
recen ser característicos de las sociedades opulen- activaci6n emocional, de modo que no se recurra a
tas. En los países donde escasean los alimentos, son la alimentación.
muchas las personas que no pueden permitirse el Bruch (1973) citó la preocupación americana por
Obesidad y anorexia nerviosa 305

la delgadez, considerándola como un factor etiológi- Botvin. G. 1.. Cantlon, A., Carter, B. J.. y Williams, C. L.
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centes y adultas, suministra un terreno abonado para
el desarrollo de tra?Sornos del comportawirnto nli-
mentario. Resulta de suma importancia para Ia edu-
cación cn salud pública que se subrayen los peligros
ds la delgadez extrema y dc la restriccií>n alimcnta-
ria indiscriminada del mismo modo que se han wb-
myado los problemas de salud asociados con la obe-
sidad severa.

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