Está en la página 1de 14

MOVIMIENTO UNIVERSITARIO ALFA Y OMEGA

CICLO: CIERRA LA PUERTA Y HABLA CON TU PADRE


(Mateo 6:6) Versión PDT.

ENERO 2016

VISIÓN DIOS
ESTRATEGIA COYAVIM

«Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y


buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré
desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.».
(2 Crónicas 7:14)

INTRODUCCIÓN

Dios Padre ha puesto a nuestra disposición un gran recurso de poder,


sabiduría y gracia, que no puede describirse con palabras: la oración.
Esta, es el factor decisivo en el conflicto espiritual. Lamentablemente,
acudimos a la oración sincera y de corazón, como a Dios le agrada, sólo
cuando tenemos alguna necesidad.

La oración es Teoterapia, a Cristo Jesús lo invitamos a nuestra vida con


una oración, y ésta fue el inicio de la sanidad integral que Dios sigue
efectuando hasta hoy en nosotros.

Tema 1: La oración creativa.

Tema 2: El secreto de la oración eficaz.

Tema 3: La oración y la Biblia.

Tema 4: Resultados de la oración.


La oración creativa

«Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os


abrirá.»
(Lucas 11:9)

Introducción

Crear, es producir algo de la nada; esto sólo Dios lo ha hecho. En


asociación con el Creador que está en nosotros, «creamos», cuando
hacemos posible todas las cosas que anhelamos en lo personal, familiar y
social.

1. La oración creativa y la acción

La oración es el acceso a la presencia de Dios mismo, a través de Cristo.


Dios, como Padre, desea mantener un diálogo con cada uno de sus hijos.
La oración también es una necesidad en el creyente, pues es la que nos
pone en comunión con Dios, y nos permite colaborar con Él.

Debemos orar creativamente, para evitar sequedad, aburrimiento,


destrucción, divagaciones y mecanización. Todas las veces que el Señor
Jesús tuvo un encuentro con un hombre, le desafiaba a la acción. La
oración creativa y de fe, siempre implica una acción decidida e inmediata.

Ejemplos:

*El ciego de nacimiento: donde no había vista, la oración creadora dio luz
al ciego, pero implicó la acción de lavarse, tal como Jesús le ordenó, al orar
por él. «Ve a lavarte» (Juan 9:1-7)
*El Milagro del vino: La oración creadora de Jesús hizo que el agua se
convirtiera en vino, por la acción de los que servían, «llenad...sacad, llevad»
(Juan 2:1-8)
*En los Evangelios encontramos muchos ejemplos que nos motivan para
cultivar una vida de oración «creadora», que nos conduzca a la acción,
para ver resultados maravillosos.

2. Los elementos de la oración creativa

2.1 Alimentar la fe con una visión clara

*Fe es la sustancia de las cosas que no se ven, y la certeza de lo que se


espera”. Por esta razón, debemos esperar resultados claros y precisos;
pues si tenemos una vaga idea de lo que deseamos, o no pedimos
conforme a la voluntad de Dios, no obtendremos resultados (Hebreos 11:1,
6).

*Sin fe es imposible agradar a Dios, y el no saber los planes de Dios, ni


estar seguros de lo que deseamos, nos lleva a una oración llena de dudas,
que no va a tener respuesta (Santiago 1:6-7).

*Por ejemplo, es incorrecto orar: «Señor, si es tu voluntad, resuélveme este


problema». Pero es correcto orar: «Señor, enséñame a entender el propósito
de este problema, y muéstrame tu voluntad, para pedirte como conviene, y
ver tu respuesta» (1 Juan 5:14-15).

*La oración creativa lleva a la acción y es para la gloria de Dios.

*Nuestro Dios es un gran Dios, y nuestras oraciones están limitadas


solamente por la medida de nuestra fe (Juan 17:20).

*Dios puede hacer lo imposible en respuesta a la oración (Lucas 1:37;


18:27).

*Después de esto, nos queda clamar victoria en el nombre de Cristo Jesús


(Romanos 8:31; Lucas 18:7).

2.2 Desear ardientemente el objetivo claro

Nuestra petición debe ser constante, luchando y creyendo, no «en


paciencia contra paciencia», sino «en esperanza contra esperanza», como
Abraham, estando seguros de que Dios responde nuestras oraciones.
Debemos, por tanto, mantener mirando o alimentando nuestros objetivos,
para ver resultados (Salmo 37:4; Romanos 4:17-21).

Vemos un ejemplo en la actitud de Jacob: «No te dejaré, si no me bendices»


(Génesis 32:22-28).

2.3 Experimentar la certeza de la respuesta de Dios

Es aquella seguridad interna, como resultado de que el Espíritu Santo, que


mora en nosotros, coloca paz en nuestra mente y en nuestro corazón
(Salmo 31:6-7; Filipenses 4:7).

A pesar de las dificultades o barreras, que aparentemente nos impiden


lograr el objetivo, tenemos la certeza que sólo viene de Dios y es
independiente de una falsa seguridad obsesiva que sólo trae ansiedad,
angustia, zozobra. La diferencia entre las dos, es la paz. No es arrebatarle
el «sí» a Dios, sino que, fruto de esta certeza, se acrecienta la confianza en
Él y la paciencia para esperarlo (Hebreos 10:35-36).

2.4 Dar muestras de fe

Una vez que tenemos la certeza, podemos expresar libremente la «realidad»


de lo que Dios nos ha dado. Como Abraham, «llamando las cosas que no
son, como si fueran» (Romanos 4:17).

En el principio, el Espíritu Santo de Dios se movía sobre la faz de las


aguas; ésta es la acción en la dimensión espiritual (Génesis 1:2). Cuando
permitimos que esta dimensión sea accionada por el Espíritu Santo, se
convertirá para nosotros en el camino de la fe.

El ejemplo de Jacob: Jacob visualizaba y se imaginaba las ovejas


manchadas y pintadas, y Dios hizo posible sus sueños (Génesis 30:31-43).

Aplicación Teoterápica

Permitamos que Dios impregne nuestra mente y nuestro corazón con esos
sueños y visiones de lo que Él quiere hacer. Cuando activamos nuestra
dimensión espiritual con la oración, podemos «crear» y obtener
manifestaciones poderosas, prodigios y señales en nuestra vida. De esta
manera, por medio de la oración, «creamos» vidas nuevas, familias
restauradas y una nación nueva, que vea la Gloria de Dios.
El secreto de la oración eficaz.

Introducción

A través de la oración, tenemos acceso a la presencia de Dios, para ver


maravillosas realizaciones de Su poder «en» y «a través» de nosotros. La
oración es «vida», y «vivifica» a todos aquéllos que entran en ese maravilloso
contacto celestial, llevándolos a ver grandes resultados. Los grandes
hombres y mujeres de Dios han entendido la importancia de estar con su
Padre Celestial, antes de aventurarse a estar frente a los hombres.

Para orar eficazmente, debemos tener en cuenta:

1 Limpieza de corazón

En nuestras oraciones, debemos incluir la confesión, que significa


«ponerse de acuerdo con Dios, reconociendo los pecados con los cuales le
hemos ofendido». Si necesitamos restaurar nuestra comunión con Dios,
debemos empezar con confesión. La confesión debe ser sincera y específica
(1 Juan 1:9).

2 Actitud de humildad

La humildad, ante todo, implica reconocer quiénes somos y cuánto lo


necesitamos. Cuando somos conscientes de nuestra realidad, le
buscaremos con sinceridad. En el humilde hay un auténtico deseo de
dejar lo que no agrada a Dios, y Él siempre oye al humilde (2 Crónicas
7:14).

3 Con todo el corazón

Le hallaremos, porque le buscamos de corazón, con hambre y sed de Él.


Cuando no le buscamos de corazón, nos cansamos y no hay respuesta. De
pronto, nos va a tomar tiempo buscarlo, pero debemos hacerlo con todo
nuestro corazón (Jeremías 29:12-13).

4 Actitud de obediencia

Guardar sus mandamientos. Hacer las cosas que a Él le agradan (1 Juan


3:22).

5 Dependencia del Espíritu Santo


Pedir al Espíritu Santo que interceda por nosotros, que nos muestre cómo
se debe orar y cómo pedir conforme a la voluntad de Dios. Él colocará
palabras sabias en nuestra boca (Romanos 8:26-27, 1 Juan 5:14-15).

6 Confesar los pecados que Dios traiga a nuestra mente

Recordemos la promesa que Dios nos hace en 1 Juan 1:9 de limpiarnos y


perdonarnos. Después de esto, no debemos dejar que el recuerdo de los
pecados confesados nos robe la paz nuevamente (Isaías 43:18).

7 Con insistencia e importunidad

La fe y la certeza en la respuesta nos llevarán a insistir e insistir, porque


sabemos que Él acude al llamado de sus hijos, y no puede faltar a lo que
ha prometido (Marcos 7:24-30).

8 Evaluar nuestra relación con Dios

Debemos estar seguros de que nuestra relación con Dios es de Padre a


hijo, por haber recibido a Cristo en nuestro corazón y creer en Él. Si el
Espíritu Santo nos muestra que existe pecado en nuestra vida, es
necesario confesarlo (Salmo 32:5).

Debemos creer que Dios escucha y responde, cuando sus hijos oran
(Proverbios 15:8; 1 Pedro 3:12).

9 Orar para la gloria de Dios

*Todas las oraciones, así como todos los actos de nuestra vida, deben
glorificar a Dios (Salmo 145:1-2; Lucas 11:2).

*La vida de oración verdadera y efectiva debe estar firmemente basada en


el deseo de glorificar a Dios. La oración, que no busca glorificarle, es vana
(Salmo 8:1-4; Mateo 5:16; Juan 17:4).

*Oremos para que otras personas reciban a Cristo en sus vidas y tengan
crecimiento espiritual; hagamos todas nuestras peticiones de modo que
demuestren fe en Él, sabiendo que las respuestas son para su gloria (Juan
14:12-14; 17:20-21).

10 Orar con autoridad

Oremos, entendiendo la autoridad que tenemos en el nombre de Jesucristo


y en el poder de su sangre que nos cubre. Recordemos que estamos
juntamente crucificados, sepultados, resucitados, ascendidos y sentados
con Cristo a la diestra de Dios Padre (Juan 1:12-13; Gálatas 2:20).
11 Orar con reverencia

Cuando oramos lo hacemos al Dios Todopoderoso, creador del cielo y la


tierra, nuestro Rey y Padre misericordioso. Es esencial, entonces, que en
nuestras oraciones se refleje esta actitud. Una audiencia con el Rey es
siempre un privilegio; por eso acerquémonos a Él con reverencia y respeto
(Hebreos 1:3; 5:7).

12 Orar de acuerdo con la voluntad de Dios y su Palabra

La oración realizada de acuerdo con la voluntad de Dios es escuchada y


respondida. Cuando la oración está subordinada a la voluntad de Dios,
entonces todas las circunstancias de la vida estarán de acuerdo con la
promesa de la Escritura (Romanos 8:28, 37-39).

13 Orar ardientemente y con expectativa

La oración debe ir acompañada de un intenso deseo de realización. Quien


ora, debe tener en su corazón la certeza de la respuesta a su petición,
pues, la ferviente oración del justo puede mucho (Hebreos 11:1; Santiago
5:16).

Reconozcamos que Dios responde de tres maneras: sí, no y espera. En


ocasiones, la oración no es respondida como se espera, porque Dios tiene
un plan mejor (Salmo 37:5, Números 11: 23).

Creamos en la respuesta como si ya la tuviéramos; alabemos a Dios de


antemano, por ella. Aprendamos de los apóstoles y discípulos, quienes
esperaban con gran expectación ser dotados con poder de lo alto (Hechos
1:4,8).

14 Orar persistentemente

Los discípulos pidieron a Jesús que les enseñara a orar. Entre las
enseñanzas, también refirió una parábola sobre la necesidad de orar
siempre y no desmayar (Lucas 18:1-18).

Orar persistentemente, con la autoridad de la Palabra, no es vencer la


oposición de Dios, sino asirnos de su buena voluntad para atraer su
omnipotente poder sobre toda necesidad. El Señor Jesucristo clamó al
Padre, y fue oído (Hebreos 5:7; Colosenses 4:2; 1 Tesalonicenses 5:6).

15 Orar específicamente, para obtener respuestas específicas


Dios se manifiesta más real en nuestras vidas, cuando recibimos
respuestas específicas (Santiago 1:5; Marcos 10:51). El Padre sabe de qué
cosas tenemos necesidad, pero le agrada que se las hagamos conocer
humilde y sinceramente, con la certeza de que es Él quien va a obrar. No
tratemos de ayudarle a contestar por nosotros mismos.

*Abraham pidió un hijo, y luego trató de ayudar a Dios (Génesis 15:2;


16:1-2)

Aplicación Teoterápica

Nuestras oraciones deben estar caracterizadas por el deseo de glorificar a


Dios siempre, donde cada oración se convierta en la oportunidad para
estar más cerca de su corazón y deleitarnos en Él.
La oración y la Biblia

«Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo


lo que queréis, y os será hecho.»
(Juan 15:7)

Introducción

El haber recibido a Cristo como Señor y Salvador, es la decisión más


importante de nuestra vida, pues es nuestro nacimiento en la familia de
Dios. Ser hijo del Altísimo implica el saber comunicarnos con nuestro
Padre y conocer su lenguaje. Por ello, la conexión vital entre la Palabra de
Dios y la oración es una de las más simples y de las primeras lecciones de
la vida cristiana, que hacen parte indispensable de las bases de nuestro
desarrollo; pero siendo algo tan importante y definitivo, la mayoría de las
veces se descuida; de allí que nuestras vidas carezcan de todo el poder y la
acción creadora que deseamos.

1. La importancia de leer la Biblia

El Espíritu Santo derrama de su unción y bendición sobre nosotros,


cuando leemos las Escrituras, cuando nos dirigimos a testificar de Cristo,
cuando predicamos y enseñamos la Palabra de Dios; pero, para que todo
esto sea una realidad, necesitamos orar. La comunión con Él es necesaria;
después de orar, debemos ir a la Biblia, y siempre Dios nos dará algo
nuevo y fresco en su Palabra. Del mismo modo que el Espíritu Santo hizo
concebir a María, puede así mismo fecundarnos con la Palabra de vida. «…
la letra mata, mas el espíritu vivifica» (2 Corintios 3:6).

Antes de la oración, es la misma Palabra de Dios la que nos prepara para


recibirla, revelándonos su voluntad; además nos fortalece, dándole a
nuestra fe una garantía de la respuesta; y después de la oración, es la
Palabra de Dios la que nos trae respuesta, pues, en ella, el Espíritu Santo
nos hace escuchar la voz del Padre.

La oración no es un monólogo, sino un diálogo. La voz de Dios nos


garantiza que Él escuchará la nuestra. Que Dios nos escuche depende de
cuánto lo escuchamos a Él. Su Palabra nos llevará a tener una visión más
amplia de Él, y esto hará que nuestra oración tenga más poder.

Es clave tener en cuenta la conexión: Palabra de Dios-Oración. Jesús hace


énfasis en esto, cuando afirma: «Si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho» (Juan
15:7). La profunda importancia de esta verdad, se impone más de una vez.
Jesús había dicho en Juan 15:4a: «permaneced en mí, y yo en vosotros».
Pero en Juan 15:7, en lugar de decir «vosotros en mí y yo en vosotros»,
dice: «Si permanecéis (vosotros) en mí, y mis palabras permanecen en
vosotros». La expresión «permaneciendo», es el equivalente a Él mismo
permaneciendo.

2. Oír la voz de Dios acrecienta nuestra fe

Orar, dando expresión a nuestros deseos, y apelar a determinadas


promesas, es asunto fácil, y puede ser aprendido por el hombre con
humana sabiduría. Pero el suplicar en el Espíritu, el decir palabras que
alcanzan y tocan a Dios, que afectan y ejercen influencia sobre los poderes
del mundo invisible, dependerán de cuánto oigamos la voz de Dios. En la
medida en que oímos su voz, aprendemos a hablar con la voz y el lenguaje
que Él oye.

Este escuchar la voz de Dios, es algo más que el estudio meditado de la


Palabra. Se debe leer la Palabra en la misma presencia del Padre y bajo la
dirección del Espíritu. Es la voz viva de Dios que penetra en el corazón,
que trae bendición y poder, y despierta la respuesta de una viva fe. Es del
oír esta voz, que depende el poder, tanto para obedecer como para creer.

En Juan 15:7, el Señor nos dice que sus Palabras deben permanecer en
nosotros (dentro de nosotros, apoyadas por nuestra voluntad y nuestra
vida, reproducidas en nuestra disposición y conducta). En la proporción en
que las Palabras de Cristo entren en nuestro corazón, y lleguen a ser
nuestra vida, y sobre ella ejerzan su influencia, así también nuestras
palabras llegarán al corazón de Él, generando una respuesta de Él para
nosotros (Proverbios 28:9).

En Romanos 10:17, Pablo escribe: «…la fe es por el oír, y el oír, por la


Palabra de Dios». Dios aumenta nuestra fe, cuando desarrollamos el
sentido del oído o sensibilidad espiritual. Dicha sensibilidad espiritual, es
el resultado del estudio de la Palabra de Dios durante la oración.

3. El Espíritu Santo es nuestro maestro de Biblia

Para poder comprender la Palabra de Dios, necesitamos la unción del


Espíritu Santo, y ésta sólo tiene lugar cuando oramos (1 Corintios 2:14).

La razón por la cual el mundo, a pesar de toda su sabiduría natural, no


puede entender la Palabra de Dios, es porque ésta pertenece a una
dimensión más elevada que la simple sabiduría y percepción humana:
Contiene una dimensión espiritual imposible de comprender, sin el
Espíritu Santo.

Aplicación Teoterápica

Las oraciones no contestadas, y nuestra impotencia frente a la oración, se


pueden deber a una vida débil y floja en cuanto al estudio y meditación de
las Escrituras. Si permanecemos en la Palabra de Dios, Él revela su
voluntad en nuestras vidas, llevándonos a ver maravillosas respuestas.

Leamos la Biblia sistemáticamente; escojamos una buena porción de ella


cada día, porque la Palabra de Dios es Cristo en caracteres impresos, y así
lo conoceremos por completo (Juan 5:39).
Resultados de la oración

«Como de meollo y de grosura será saciada mi alma, y con labios de júbilo te


alabará mi boca...Porque has sido mi socorro, y así en la sombra de tus alas
me regocijaré.»
(Salmo 63:5, 7)

Introducción

El orar a Dios, trae un extraordinario resultado en nuestras vidas, pues,


con ello estamos diciéndole que depositamos nuestra confianza en Él, y
que necesitamos de su amor, poder y misericordia.

Orar en el espíritu, con la fe en el Señor Jesucristo, en comunión mental y


emocional con nuestro Padre Celestial, produce resultados maravillosos,
manifestaciones asombrosas y deleites tan profundos, que fácilmente
entendemos lo que dice el salmista cuando afirma: «Como de meollo y de
grosura será saciada mi alma».

Hay personas cuyas vidas son fruto constante de la oración, así los
resultados externos no sean tan notables y espectaculares. Son frutos
paulatinos, pero seguros. Hay otros cristianos cuyas oraciones obtienen
del Señor respuestas notorias e impactantes. En ambos casos, es el amor,
el poder y la misericordia de Dios que se derraman sobrenaturalmente
sobre sus hijos.

Veamos esos resultados extraordinarios de la oración:

1. Produce fe

La certeza de lo que se espera, el convencimiento de lo que no vemos


(Hebreos 11:1). Precisamente, al orar con fe, tenemos la confianza de que
será una oración efectiva, y se cumple la Palabra del Señor cuando dice:
«Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más;…” (fe)» (Mateo
13:12).

2. Consagración

La consagración es un acto voluntario, inteligente por parte del creyente;


la oración conduce de modo natural a la consagración total. La
consagración reconoce plenamente, que somos posesión de Dios. La
oración satura completamente una vida consagrada; y una vida
consagrada significa no sólo orar, sino orar de un modo persistente,
regular y más efectivo. Dios escucha al hombre o a la mujer que se han
entregado por completo (1 Corintios 6:19-20).

3. Santidad personal y fortaleza espiritual

La oración basada en la Palabra de Dios es poder que trae santidad


personal y fortaleza espiritual. El plan de Dios consiste en recobrar al
hombre caído, cambiarlo y formar en él el carácter de Cristo. Éste es el
objetivo por el cual Cristo vino al mundo. Es decir, ser como Cristo; esta es
la meta de todo el esfuerzo cristiano. Este es el deseo ferviente y sincero de
toda alma verdaderamente regenerada por el Espíritu Santo, y sólo se
santifica cuando constantemente está en íntima comunión con Dios en
oración (Efesios 4:13).

4. Libertad

La oración rompe cadenas, derriba montañas y produce libertad en


nuestras vidas. La oración echa por tierra las barreras que nos impiden
comunicarnos con Dios. No hay diferencia de personas ante Dios, pues Él
no hace acepción de personas (Romanos 10:11-12).

5. Nos enseña a reverenciar y expresar adoración a Dios

La oración nos enseña cómo reverenciar y expresar adoración a Dios, como


lo hicieron los salmistas y hombres usados por Dios. Se necesitan
hombres y mujeres de corazón íntegro, para guardar los mandamientos de
Dios (Salmo 119:1-4, 7).

6. Sabiduría

También la oración produce en nosotros inteligencia, sabiduría. «Llegue mi


clamor delante de ti, oh Jehová; dame entendimiento conforme a tu
palabra» (Salmo 119:169).

7. Seguridad

Al estar delante de Dios y reconocer mi necesidad personal, encuentro


también seguridad. Cuando estamos en íntima comunión con Dios,
orando, tenemos la certeza que Él satisface nuestras necesidades. Para Él
nada es imposible, y para el que cree todo le es posible (Marcos 9:23).

8. Unidad
Otra de las cosas maravillosas que produce la oración, es la unidad en
medio de los hermanos, y también la unidad con Dios. Quien ora, suplica
a Dios Padre, y Él recibe la oración; la examina, para ver si está de
acuerdo con su voluntad; se inclina hacia nosotros; cambia personas,
circunstancias; actúa en cosas, en detalles y nos da respuestas perfectas,
conforme a la excelencia de su voluntad para con nosotros (Mateo 18:19).

Aplicación Teoterápica

Los resultados de la oración son infinitos. Produce paz, equilibrio, certeza,


etc. Hay situaciones en que oramos vehementemente por cosas específicas,
momentos en que creemos necesitar con urgencia una respuesta y ésta no
ha llegado. Sin embargo, en otros momentos no estamos pidiendo cosas
determinadas, detalles o circunstancias, y a pesar de ello, nos han llegado
deslumbrantes respuestas, todo esto, para darnos cuenta de que todo llega
en el momento preciso y en la circunstancia perfecta, a nuestra vida.

También podría gustarte