Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El papel de la mujer
en la propaganda política
del Triunvirato (44-30 a. C.)
ISBN: 978-84-9714-039-3
El papel de la mujer
en la propaganda política
del Triunvirato (44-30 a. C.)
Prólogo.................................................................................................................... 11
Introducción........................................................................................................... 15
9
Octavia contra Cleopatra
Conclusiones........................................................................................................ 211
Abreviaturas......................................................................................................... 229
Bibliografía........................................................................................................... 231
Índice onomástico................................................................................................ 245
Índice de autores citados..................................................................................... 253
10
Prólogo
11
Octavia contra Cleopatra
12
Prólogo
13
Introducción
15
Octavia contra Cleopatra
16
Introducción
17
Octavia contra Cleopatra
hacia la mitad del año 32, cuando ya estaba inmerso en una dinámica sin
retorno que conducía a la guerra civil por el hilo más directo.
Pero la importancia de Octavia como mujer y como figura política de
primer orden no agota todos sus roles. Su papel como madre nutricia es fun-
damental. Y ese será su función principal tras su divorcio de Antonio y hasta
su muerte. Era del todo necesario criar buenos ciudadanos romanos para
el futuro, proporcionar un primer bagaje a los hijos supérstites de Antonio
que luego tanta importancia tendrán tras ser cuidados en la casa de Augusto,
como futuros reyes y reinas «clientes». Octavia se arrogó esta función para
sí misma. Sabemos que, tras Accio, cuidó de los hijos del triunviro, de todos
ellos sin excepción, como si fueran suyos propios. La casa del primer ciuda-
dano de Roma se convertiría así en una especie de jardín de infancia en el que
la buena matrona que era Octavia ejercería como madre y maestra.
En el tercer capítulo de nuestro estudio, el que hemos titulado «La
heredera de un pasado milenario», presentamos a Cleopatra VII, una
mujer culta y una gobernante capaz que se encuentra por primera vez
con Antonio en Tarso en 41. Analizaremos el invierno que pasan jun-
tos en Alejandría y a las primeras concesiones territoriales que Antonio
hace a Cleopatra. En ese momento, el proyecto de reforzamiento de po-
der egipcio en Oriente, si es que existe, se encuentra todavía en estado
embrionario. Antonio está lejos de ser un hombre hechizado por los
encantos de la reina egipcia. Era un militar y un aristócrata romano de
manual. Podía llegar a ser, a veces, brusco e impulsivo. Pero fue durante
años la mano derecha de Julio César y un hombre que acumuló un in-
menso poder en el convulso escenario de las luchas políticas de la última
República. Era, sobre todo, un hombre leal. Tuvo, sin embargo, la mala
suerte de tener su némesis en el escurridizo y taimado sobrino-nieto del
divino Julio. Antonio jugó sus bazas lo mejor que pudo y, aunque en
alguna ocasión puntual, lo hiciera con cierta precipitación, lo cierto es
que su margen de maniobra le permitió hacer poco más de lo que hizo.
Podemos incluso aventurar que Accio fue un mero episodio contingen-
te. En aquellas fechas las cosas rodaban bastante mal para el que fuera
magister equitum de Julio César.
18
Introducción
19
Octavia contra Cleopatra
fundamental que, en todos los ámbitos pero en especial en las clases pri-
vilegiadas, ejerció la mujer en Roma. Nuestro empeño en las páginas que
siguen es clarificar un poco más esta importancia, tomando como mo-
delo el estudio de dos mujeres muy especiales y de una gran relevancia
en el período.
Más de una quincena de años han transcurrido desde que llené por
primera vez un folio en blanco con ideas destinadas a esta investigación.
En todo este tiempo han acontecido en mi vida muchos hechos. Y ahora
que llega el momento de los agradecimientos éstos han de ser, por fuer-
za, muy variados.
El primero de ellos sigue siendo para los que fueron mis directores
de investigación en la Memoria de Licenciatura, a los que ya mencioné al
principio de esta Introducción. El Profesor Víctor Alonso Troncoso re-
visó todos los capítulos de este trabajo. Como he señalado, el fue además
quien me sugirió el tema del que posteriormente surgiría este libro. El
Profesor Adolfo Domínguez Monedero tuvo la generosidad de aceptar
ser uno de los dos directores de este trabajo cuando una serie de circuns-
tancias alejaron física y profesionalmente al Dr. Alonso Troncoso de la
Universidad Autónoma de Madrid. Este trabajo se gestó como Memoria
de Licenciatura trabajando dentro del equipo del Dr. Domínguez como
Becario de Formación del Profesorado Universitario.
Ahora que dicha investigación cobra vida en este libro deseo trans-
mitirles a los dos mi agradecimiento más sincero. Sin ellos, y sin su con-
fianza y apoyo desde el primer momento en que nos conocimos, este
proyecto no hubiera sido posible.
Otras personas me ayudaron asimismo durante esta aventura investi-
gadora. El Dr. Stephan Schröder, actualmente Jefe del Departamento de
Escultura Clásica del Museo del Prado, mantuvo conmigo provechosos
intercambios de puntos de vista sobre cuestiones que se tratan en las pá-
ginas que siguen. El Catedrático de Derecho Romano de la Universidad
Autónoma de Madrid, Profesor Antonio Fernández de Buján, revisó de
manera concienzuda el primer capítulo de esta investigación y me propor-
cionó una serie de atinadas correcciones que me han sido de gran utilidad.
20
Introducción
21
1. Octavia entra en liza.
43-40 a. C.
1
Sobre todo este problema, la monografía clásica sigue siendo la del maestro R. Syme, La
revolución romana, Taurus, Madrid, 1989, págs. 213s. (en adelante RR). Esta importante
obra acaba de ser reimpresa por Crítica en 2010 con prólogo de Javier Arce. Véase también
K. Scott, «The political propaganda of 44-30 B. C.», MAAR 11 (1933), págs. 17ss. (en ade-
lante PP). Y, en general, para el período M. Le Glay, Grandeur et déclin de la République,
Perrin, París, 1990. A menos que se indique lo contrario, todas las fechas mencionadas en
este trabajo son antes del nacimiento de Cristo.
2
Para todo el asunto relacionado con este hecho y la llamada lex de permutatione provin-
ciarum, cf. RR, págs. 157 y 214.
23
Octavia contra Cleopatra
24
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
4
A. H. M. Jones, Augusto, Eudeba, Buenos Aires, 1974, pág. 21.
5
Sobre la patria potestas, que es el concepto que engloba en Roma la autoridad del pater fami-
lias, vd. A. D’Ors, Derecho privado romano, 4. ª ed., Pamplona, 1981; E. Cantarella, La cala-
midad ambigua, Ediciones Clásicas, Madrid, 1991, págs. 195 y 197-200; J. Gaudemet, «Le sta-
tut de la femme dans l’Empire romain», Recueils de la Société Jean Bodin 11 (1959), pág. 191;
A. M. Rabello, Effetti personali della «patria potestas», I, Milán, 1979, págs. 220s. y P. Voci,
«Storia della patria potestas da Augusto a Diocleziano», Iura 31 (1980 [1984]), págs. 37-100.
6
El personaje está documentado en F. Münzer, Claudius, RE 6 (1899), Nr. 216, cols. 2734-
2736 y en el OCD, pág. 646. Para una referencia más reciente, Cf. Syme, The Augustan
Aristocracy, Oxford U. P., 1986, págs. 141s. Por cierto que C. B. R. Pelling (ed.), Plutarch,
Life of Antony, Cambridge U. P., 1988 (en adelante Antony), pág. 201 señala que Octavia
nació hacia el 70.
25
Octavia contra Cleopatra
usual entre las clases altas7, pero como hipótesis no debe descartarse, en
especial a estas alturas de la República donde el concepto de manus había
perdido gran parte de su antigua importancia8.
Desde nuestro punto de vista, el control que Octaviano ejerce sobre
su hermana en el pasaje apianeo puede tener diversas interpretaciones.
Quizá podría tratarse del reconocimiento de una auctoritas que, en cues-
tiones de carácter público y de alta política como las que manejamos,
pondría a Octavia bajo la tutela, de hecho, de su hermano. No convie-
ne olvidar que C. Marcelo estaba retirado de la política y que Octavia,
siendo la hermana del hijo adoptivo de César –uno de los personajes
políticos más importantes del momento–, estaba destinada a convertirse
en un referente de la política romana. Sin embargo, como mujer debía
estar sometida por derecho a la tutela de un varón y ¡qué mejor persona,
podría pensarse desde una interpretación que sólo atendiera a factores
históricos para ocupar esa función, que su propio hermano, un joven
que se encontraba ya en el núcleo duro de la política de la República, el
vencedor de la batalla de Módena!9
7
M. Montero, «La mujer en Roma», en E. Garrido (ed.), La mujer en el mundo antiguo,
Madrid, 1986, pág. 200 postula exactamente lo contrario, idea ésta que refuerza lo escrito
por nosotros una línea más arriba y una posible hipótesis de tutela del padre o, en su de-
fecto, del hermano varón de más edad de la mujer: «Para el patriciado, pues, era deseable
crear un matrimonio sine manu, en el que el padre quedaba como tutor y administraba los
bienes de la mujer». Véase también a Montero, ibídem, pág. 203 para un esbozo general de
la situación de la mujer a fines de la República.
8
Esta era con toda seguridad la tendencia. Observaciones más precisas en consonancia con
esta pérdida de importancia de la manus en Cantarella (n. 5), págs. 237s. y consideraciones
más generales en págs. 235-236. En el mismo sentido: M. J. G. Gray-Fow (n. 3), págs. 184s.
Sin embargo, vd. especialmente A. del Castillo, «El sistema legislativo como elemento
fundamental para el desarrollo femenino en el mundo romano», en E. Garrido ed., (n. 7),
pág. 192 y n. 26 para incidir en la idea de pérdida de importancia de la manus y donde se
comentan también otras cuestiones que favorecen una hipótesis de tutela de Octavia por
parte de Octaviano y no de su marido. Así, hablando de la introducción de la usurpatio
trinoctii el autor dice: «el procedimiento... abrirá paso a la gran generalización... en la so-
ciedad romana para la contratación de matrimonios no acompañados de la manus. Pero lo
que resulta importante es... esta generalización de los matrimonios en los que la mujer no
queda sometida a la manus del esposo...» [la cursiva es nuestra]. La n. 26 es, si cabe aún más
explícita hablando sobre la mujer: «Permitiéndole la permanencia en su propia familia y
bajo la potestad de su propio paterfamilias...» [la cursiva es nuestra].
9
Sobre el tema de un pariente o persona consignada en testamento como tutor de la femina
sea cual fuere su edad, cf. Cantarella (n. 5), pág. 209.
26
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
Suponiendo que esta hipótesis sea correcta, Octavio sólo podría ha-
ber asumido una función de tutela sobre su hermana a partir de unas
ciertas coyunturas cronológicas determinadas. El heredero de César po-
dría haber tomado dicha función, bien a raíz de la muerte del divino
Julio en los idus de marzo de 44, bien desde su admisión en el orden de
los senadores, lo que tuvo lugar en el debate que discurrió entre el 1 y el
4 de enero de 4310. O bien, por último, como consecuencia de la batalla
de Módena librada el 21 de abril de ese mismo año 43.
En todo caso, la asunción de una función que podría calificarse como
de una cierta tutela sobre Octavia por parte de su hermano Octaviano,
no dataría de más de un año de antigüedad en el momento en que trans-
curre BC 3,91-92, que podemos situar hacia julio del mencionado 43.
La conclusión natural de semejante teoría sería la siguiente: mucho
mejor que un marido alejado ya de los acontecimientos, en el duro mun-
do de la política de la postrera República, el poseedor de una influencia
que devengaría en autoridad real, que no teórica, sobre los actos de una
mujer tan importante como Octavia, no podía ser otro que su propio
hermano que además era hijo adoptivo por testamento de un dios, lo
cual le otorgaba poderes iguales a los de un hijo natural (Suet., Caes. 88).
Esta interpretación puede ser demasiado arriesgada. Resulta, eso sí,
sumamente atractiva, pero difícil de probar con la bibliografía y la trata-
dística que se ha ocupado del tema11. Aún siendo complicado de admitir,
10
Syme, RR, pág. 220.
11
Sobre el matrimonio en Roma y los problemas jurídicos existentes en torno a él: A.
D'Ors (n. 5); J. Gaudemet, «Le mariage en droit romain. Iustum matrimonium», RIDA
2 (1949), págs. 309s.; íd., «Originalité et destin du mariage romain», Studip. Koschaker,
L’Europa e il diritto romano, Milán, 1954, págs. 513s. ; R. Orestano, La struttura giuridica
del matrimonio dal diritto classico al diritto giustiniano, Milán, 1951; E. Volterra, La con-
ception du mariage d’après les juristes romains, La Garangola, Padua, 1940; voz «Matrimo-
nio», (dir. rom.), Novissimo Digesto Italiano, 10, Turín, 1964, págs. 30s. ; «La conventio in
manum e il matrimonio romano», RISG 95 (1968), págs. 205s. y «Ancora sulla struttura
del matrimonio classico», Festschr. U. von Lübtow, Berlín, 1980, págs. 147s. Finalmente
O. Robleda, El matrimonio en derecho romano, Roma, 1970 y M.ª Isabel Núñez Paz,
Consentimiento matrimonial y divorcio en Roma, ediciones de la Universidad de Salaman-
ca, Salamanca, 1988. Sobre las relaciones patrimoniales entre los cónyuges, cf., M. García
Garrido, Ius Uxorium. El régimen patrimonial de la mujer casada en derecho romano,
Roma-Madrid, 1958. Por último, y como fuente de primera mano: Gayo, Instituciones, ed.
27
Octavia contra Cleopatra
28
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
29
Octavia contra Cleopatra
85-105. Desde un punto de vista iconográfico, vd. P. Zanker, Augusto y el poder de las
imágenes, Alianza, Madrid, 1992, pág. 246 (en adelante API).
30
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
31
Octavia contra Cleopatra
sobre los aspectos jurídicos del sacerdocio, Cf. F. Guizzi, Aspetti giuridici del sacerdozio
romano. Il sacerdozio di Vesta, Nápoles, 1968.
16
Aquí prestaremos atención al tema de la posible emancipación de las vestales pero el tema
de la emancipación femenina en general, que es otro aspecto de importancia en nuestro
trabajo, ha sido tratado entre otros por: G. Fau, L’emancipation fémenine dans la Rome
antique, París, 1978, págs. 195s. y ya en nuestro país por A. del Castillo, La mujer romana
y sus intentos de emancipación durante el siglo i d. C., Granada, 1975; íd., La emancipación
de la mujer romana en el siglo i d. C., Granada, 1976; íd.,«Apuntes sobre la situación de
la mujer en la Roma imperial», Latomus 38 (1979), págs. 173s.; e íd. en E. Garrido (ed.),
(n. 8), págs. 183-193.
17
Vd. (n. 5).
18
Íd., (n. 5), pág. 262.
32
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
33
Octavia contra Cleopatra
34
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
Figura 1a
35
Octavia contra Cleopatra
Figura 1b
36
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
37
Octavia contra Cleopatra
38
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
República tardía se inicia con una medida feroz: las proscripciones masi-
vas contra senadores y caballeros. El pretendido texto de la proscripción
nos lo proporciona Apiano (BC 4,8-11). Las proscripciones supusieron
un «reinado del terror» 22 con una duración aproximada de un año y
medio y cuyos efectos se dejaron sentir de manera muy especial entre las
élites de la sociedad romana. Algún autor ha facilitado las escalofriantes
cifras de trescientos senadores (de aproximadamente novecientos que
constituían el senado renovado por César) y dos mil caballeros ejecuta-
dos en el período de los años 43-4223, años durante los cuales se confis-
caron a esas élites cuantiosos bienes, a causa principalmente de la arbi-
trariedad y las ansias de revancha política24. Se conculcaron muchas leyes
y otros tantos viejos principios que se regían por el arcano concepto de
los mores maiorum. Pero no todo habría de ser motivo para la amargura
y la tristeza en esa atmósfera de delación y conspiraciones. Hubo lugar
asimismo para las esposas fieles y los esclavos leales, como se enseña en
este fragmento. Además, los rocambolescos relatos protagonizados por
los proscritos, algunos con final feliz y otros no tanto, depararon un
material literario de primer orden para la historiografía del período25.
Poca duda puede haber en el hecho de que los triunviros se compor-
taron de forma contundente y cruel y que actuaron de completo acuerdo.
Aunque alguna tradición historiográfica, por ejemplo Veleyo (2,66,1),
pretenda que sólo fueron Lépido y Antonio los instigadores de la medi-
da y que Octaviano protestó contra ella aunque en vano, pues estaba en
minoría. En clara oposición a la idea de Veleyo se situaría Suetonio (Aug.
27,1) que argumenta que si bien es cierto que, durante algún tiempo,
22
Syme, RR, pág. 247.
23
Vd. G. Bravo, Poder político y desarrollo social en la Roma antigua, Taurus, Madrid,
1989, pág. 142. Syme, RR, pág. 248, n. 20 nos da las diferentes versiones sobre el total de
proscritos.
24
M. Winterbottom, «Virgil and the confiscations», G & R 23 (1976), págs. 55-59.
25
Apiano dedica treinta y nueve capítulos de su cuarto libro sobre las guerras civiles (Ap.,
BC 4,12-51) a la suerte particular de un buen puñado de proscritos, en la que probable-
mente sea la fuente más completa, de mayor vigor y belleza literarias sobre la especial co-
yuntura de este momento sórdido y sangriento que después todos, Octaviano el primero,
se apresuraron a olvidar.
39
Octavia contra Cleopatra
40
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
29
Véase sobre el protagonista de nuestro texto: H. Gundel, Vinius, RE 17 (1961), Nr. 2,
col. 123.
30
Para la cuestión del orden ecuestre y su ingreso en el mismo, véase: G. Alföldy, Nueva
historia social de Roma, ediciones de la Universidad de Sevilla, Sevilla, 2012, págs. 177ss.
41
Octavia contra Cleopatra
42
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
33
Para esta noción de afecto fraternal en la tradición posterior, cf. J. P. Hallet, Fathers and
Daughters in Roman Society. Women and the Elite Family, Princeton U. P., 1984.
34
Sobre el personaje, vd. Gaheis,Claudius, RE 6 (1899), Nr. 230, cols. 2764-2770. Syme en
RR, pág. 687 da Caius como praenomen del joven. El resto de la bibliografía, incluida la
RE y el OCD, proporciona el praenomen Marcus. Una interesante puesta al día del perso-
naje en H. Brandt, «Marcellus ‘sucessioni praeparatus’? Augustus, Marcellus und die Jahre
29 -23 v. Chr.», Chiron 25 (1995), págs. 1-17.
35
Según la RE s. v. Octavia, col. 1864 y el OCD, pág. 646; Syme, RR, pág. 430 da implí-
citamente también 25 como fecha de la boda. Pelling, Antony, pág. 326, propone el año 24
como fecha del casamiento.
43
Octavia contra Cleopatra
La muerte del muchacho fue celebrada con gran belleza por Virgilio (Aen.
6,860-886). La hermana del princeps le puso el nombre de su hijo a una
biblioteca, y su tío Augusto a un teatro, construcciones ambas fundadas
a su memoria (D. C. 49,43,8). En el texto Plutarco señala erróneamente
que Augusto hizo al muchacho «su hijo», cuando lo cierto es que César
Augusto nunca llegó a adoptar al joven Marcelo. El error del escritor de
Queronea es hasta cierto punto comprensible, ya que en la época en que
él escribía la adopción era el medio normal de señalar la sucesión, como lo
demuestra el caso de Cayo y Lucio César, nietos del Princeps.
El hijo de Octavia estaba entre la nómina de candidatos para ser el
famoso niño de la Égloga Cuarta de Virgilio. Augusto depositó en Mar-
celo sus esperanzas de tener una línea de sucesión que no fuera solamen-
te dinástica, sino de su propia familia y de su propia sangre. Qué mejor
candidato entonces que el hijo de su querida hermana Octavia, ya que él
no había tenido la fortuna de engendrar un heredero varón.
El año de la muerte de Marcelo se descubrió la conjuración de Mure-
na. En ese momento el joven era el aparente heredero designado, parecía
que destinado a suceder pronto a un princeps con la salud muy mermada
tras la vuelta a la Urbs de la campaña cántabra a mediados del 24. Lo cierto
es que a fines de ese año 24 o principios del 23 un tal M. Primo, procón-
sul de Macedonia, destapó la conspiración. Primo fue condenado por alta
traición después de que el propio Augusto compareciera como testigo en
el juicio. El cónsul de ese año A. Terencio Varrón Murena, uno de los más
ardientes defensores de Primo, se vio arrastrado también por la vorágine
condenatoria. Fue culpado de conspiración y asimismo ajusticiado36.
En lo que se refiere a Marcelo, y durante el proceso a los presun-
tos conspiradores, el procónsul Primo alegó intentando eximirse de sus
36
Sobre el tema puede consultarse recientemente a L. J. Daly, «Augustus and the murder
of Varro Murena (cos. 23 B. C.). His implications and its implications», Klio 66 (1984),
págs. 157-169; O. D. Watkins, «Horace, Odes 2. 10 and Licinius Murena», Historia 34
(1985), págs. 125-127; J. S. Arkenberg, «Licinii Murenae, Terentii Varrones and Varrones
Murenae. I. A prosopographical study of three Roman families», Historia 42 (1993), págs.
326-351 e íd., «Licinii Murenae, Terentii Varrones and Varrones Murenae. II. The enigma
of Varro Murena», Historia 42 (1993), págs. 471-491.
44
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
37
Para la cronología de las dos batallas de Filipos seguimos a Gowing (n. 20), pág. 285, n. 7;
a Ehrenberg-Jones, pág. 54 –apud Gowing– y a E. Gabba, Appiani bellorum civilium liber
quintus, Florencia, 1970, pág. 3. Por su parte R. Syme, RR, pág. 264, n. 11, y más tarde
el mismo Jones (n. 4), pág. 3 sitúan la primera batalla el 23 de octubre y la segunda unos
veinte días después, hacia el 14 de noviembre de 42. Para otro punto de vista sobre Filipos
también es interesante Scott, PP, págs. 22s.
45
Octavia contra Cleopatra
38
Sobre este pasaje puede consultarse nuestro artículo «Apiano BC 4,32: Octavia como
exemplum del papel de la mujer en la propaganda política del Segundo Triunvirato (44-30
a. C.)», Fortunatae 15 (2004), págs. 103-112.
39
F. Millar, (n. 21), págs. 59 s.
46
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
40
E. Ciccotti, Donne e politica negli ultimi anni della Repubblica romana, Milán, 1985,
reimpreso con una nota de lectura de Eva Cantarella, pág. 20. Al estudio pionero del ita-
liano siguieron otros ya en el siglo veinte como el de J. P. V. D. Balsdon, Roman women:
their history and habits, Barnes and Noble, Nueva York, 1962, reimp. 1983; Cl. Hermann,
Le rôle judiciaire et politique des femmes sous la République romaine, Latomus, Bruselas,
1964 o más recientemente R. A. Bauman, Women and Politics in Ancient Rome, Routledge,
Londres, 1992.
41
Syme, RR, pág. 254.
47
Octavia contra Cleopatra
Figura 2
42
Para las Guerras Civiles de Apiano siguen siendo fundamentales los estudios de E. Gab-
ba, Appiano e la storia delle guerre civili, Florencia, 1956; íd., Appiani bellorum civilium
liber primus, Florencia, 1967 e íd., (n. 37), Florencia, 1970. Más recientemente ha aparecido
el volumen de D. Magnino, Appiani bellorum civilium liber tertius, Florencia, 1984.
43
Véase, por ejemplo, la edición de H. White, ad. loc., en la Loeb Classical Library, reimp.
1961, pág. 194, donde también puede leerse la cifra de 1400 mujeres.
48
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
44
Sobre Julia, véase F. Münzer, Iulius (Iulia), RE 19 (1918), Nr. 543, cols. 892-893 y Pe-
lling, Antony, págs. 117 y 168. Los textos de Plutarco citados dan una idea del talante de
la dama y son los siguientes: «Su esposa [la de Crético, padre de A.] era Julia, de la casa de
los Césares, quien podía compararse con las mejores y más sabias mujeres de su tiempo»,
(Plut., Ant. 2,1) y el otro texto se sitúa en el período de las proscripciones, en concreto en
el año 42 y probablemente tras Filipos: «Lucio César [(cos. 64), vd. supra] al verse buscado
49
Octavia contra Cleopatra
las descontentas con la medida triunviral, así como Julia y Octavia, pu-
dieran disfrutar de una situación legal tan relativamente envidiable, si
las comparamos con la situación de las mujeres en otras sociedades del
mundo antiguo45.
En el supuesto de que el de Octavia con Marcelo fuera un matrimonio
cum manu, distintos motivos como una dote recuperada, una herencia
paterna o la herencia a la muerte del marido hacen que, en estos momen-
tos de la República tardía las fortunas de las mujeres romanas de los gru-
pos sociales elevados, fueran tan importantes como las de los hombres
y en algunos casos incluso más. La legislación matrimonial augustea, en
este momento todavía no promulgada, eximía de la lex Voconia a las mu-
jeres que disponían del ius liberorum, por lo que estaban perfectamente
facultadas para recibir herencias. Aunque antes de la promulgación por
Augusto de sus leyes matrimoniales, la ley que prohibía a las mujeres
heredar era burlada de forma constante usando el subterfugio legal de
usar, por parte de la posible persona de la que se recibiría la herencia, la
práctica de los fideicommissa46.
Por tanto, en el período de la historia romana que estamos estudian-
do, el del ocaso de la República y el advenimiento del Principado, la con-
dición de la mujer se encuentra en plena transformación. Las matronas
romanas son independientes en materia económica y la gran mayoría de
los obstáculos jurídicos tradicionales están abolidos. La institución del
matrimonio ha acabado por convertirse en un simple compromiso entre
dos personas, entre las cuales el divorcio es perfectamente posible en
cualquier momento, tanto si lo desea el hombre como si lo pide la mujer.
50
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
51
Octavia contra Cleopatra
52
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
52
Aunque en la investigación reciente se han producido ciertos intentos de rehabilitar la
figura de Lépido, así L. Hayne, «Lepidus’ Role after the Ides of March», A Class 14 (1971),
págs. 109-117; íd., «The Defeat of Lepidus in 36 B. C.», A Class 17 (1974), págs. 59-65; R.
D. Weigel, «Lepidus reconsidered», A Class 17 (1974) págs. 67-73; íd., «Augustus’ Rela-
tions with the Aemilii Lepidi. Persecution and Patronage», RhM 128 (1985), págs. 180-191
(en adelante Patronage); E. Badian, «M. Lepidus and the second triunvirate», Arctos 25
(1991), págs. 5-16; A. Gowing (n. 20) y R. D. Weigel, Lepidus, the tarnished triumvir,
Routledge, 1992; el papel de este individuo en la historia del Triunvirato sigue considerán-
dose, casi unánimemente, bastante irrelevante.
53
Octavia contra Cleopatra
54
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
55
Sobre Vell 2,78, 1, véase nuestro artículo: «Una matrona romana y un escritor conciso:
Octavia y Veleyo Patérculo (Vell. 2,78,1)», Fortunatae 17 (2006), págs. 33-40.
56
Sobre la guerra de Perusa y el personaje ha escrito un artículo relativamente reciente
J.-M. Roddaz, «Lucius Antonius», Historia 37 (1988), págs. 317-346.
57
Cf. Scott, PP, págs. 23s. y Syme, RR, págs. 268s. para la coyuntura del Bellum Perusinum
y las circunstancias que lo rodearon. Un buen análisis más reciente de la guerra de Perusa
55
Octavia contra Cleopatra
56
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
57
Octavia contra Cleopatra
60
Una visión canónica de Brindisi y de lo que significó en Syme, RR, págs. 279s.
61
Para una revisión del papel histórico de Fulvia, en términos más positivos que los que
la historiografía tradicional hasta ahora le había asignado, puede verse: D. Delia,(1991):
«Fulvia reconsidered», en S. Pomeroy (ed.), Women’s history and Ancient History, North
Carolina U. P., págs. 197-217 y K. Welch, «Antony, Fulvia and the Ghost of Clodius in 47
B. C.», G & R 42 (1995), págs. 182-201. Véase asimismo, C. L. Babcock, «The early career
of Fulvia», AJP 86 (1965), págs. 1-32 y la interesante monografía de R. A. Fischer, Fulvia
und Octavia. Die beide Ehefrauen des Marcus Antonius in den politischen Kämpfen der
Umbruchzeit zwischen Republik und Prinzipat, Logos, Berlín, 1999. En general, sobre las
esposas de los triunviros puede consultarse a K. Christ, «Die Frauen der Triumvirn», en A.
Gara y D. Foraboschi (eds.), Il triunvirato constituente alla fine della repubblica romana.
Scritti in onore di Mario Attilio Levi, Como, 1993, págs. 135-153.
62
Cf. Syme, RR, pág. 280.
58
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
Figura 3
59
Octavia contra Cleopatra
60
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
63
Para las representaciones de Octavia en las monedas, todas ellas provenientes de estilos
diversos, vd. H. A. Grueber, Coins of the Roman Republic in the British Museum, II, re-
imp. Londres, 1970 (en adelante, Grueber), 508 y 510-516 (figs. 1a y 1b) y RRC, n.º 527/1
y 533/3.ª ambas con Antonio en el anverso (fig. 2).
64
Cf. Pelling, Antony, pág. 35.
65
Cf. A. Degrassi, Inscriptiones Latinae liberae rei publicae, Florencia, 1963-65, 562a.
66
Cf. RRC, n.º 528/1b - 529/3 (fig. 3).
67
Cf. RRC, n.º 529/4a. La representación en E. Bernareggi, «La monetazione in argento di
Marco Antonio», Numismatica e Antiquità classiche (1973), pág. 86.
61
Octavia contra Cleopatra
68
W. W. Tarn, «Alexander Helios and the Golden Age», JRS 22 (1932), págs. 135ss. A
conclusiones muy parecidas llega H. J. Mette, «Vergil, Bucol. 4. Ein Beispiel “generischer”
Interpretation», Rh M 116 (1973), págs. 71-78.
69
Sobre el personaje, véase Groebe, Antonia, RE 2 (1894), Nr. 113, col. 2640. En relación
con este nacimiento creemos que puede ser interesante abordar una cuestión por la que los
historiadores se han preguntado pocas veces y es qué hubiera sucedido si en lugar de darle
sólo hijas, Octavia hubiera tenido con Antonio un heredero varón. Dejamos la pregunta
en el aire con el propósito de fomentar el debate corriendo el riesgo de que se nos acuse
de preguntar por historia-ficción. Pero creemos que sería provechoso meditar sobre la
cuestión al menos unos momentos pues, a buen seguro, todo lo que ocurrió en los años
venideros pudo haber sido de forma muy diferente a como en realidad sucedió.
70
Sobre el personaje, véase: E. Groag, Domitius, RE 9 (1903), Nr. 28, cols. 1343-1346.
62
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
71
Sobre esta gran dama romana, vd. C. Alfaro «Antonia Minor: símbolo matronal de las
Clarissimae romanas», Asparkia 2 (1993), págs. 47-54 y N. Kokkinos, Antonia Augusta.
Portrait of a great Roman lady, Routledge, Londres, 1992.
63
Octavia contra Cleopatra
72
Sobre Apiano y la tradición historiográfica que le es afín, véase (n. 58).
73
Cf. F. Senatore, «Sesto Pompeo tra Antonio e Ottaviano nella tradizione storiografica
antica», Athenaeum 69 (1991), págs. 120ss.
64
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
74
Cf. págs. 49ss.
65
Octavia contra Cleopatra
75
Syme, RR, pág. 245: «Los pactos políticos entre nobiles nunca estaban completos sin una
alianza matrimonial».
76
Vd. Weigel, Patronage..., págs. 180-191.
66
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
67
Octavia contra Cleopatra
77
Cf. Pelling, Antony, pág. 203.
68
1. Octavia entra en liza. 43-40 a. C.
Se trataba de una práctica frecuente en este tipo de encuentros políticos al más alto nivel.
78
Véase en Miseno un año más tarde : Vell. 2,77; Plut., Ant. 32; Ap., BC 5,73 y D. C. 48,38,1.
69
Octavia contra Cleopatra
79
Para el tema de las identificaciones con los dioses de ambos triunviros, véase: P. M.
Martin, «Héraklès en Italie d’apres Deny d’Halicarnase: (A. R. 1,34,44)», Athenaeum 50
(1972), págs. 252-275; D. Mannsperger, «Apollon gegen Dionysos. Numismatiche Bei-
träge zu Octavians Rolle als Vindex Libertatis», Gymnasium 80 (1973), págs. 381-404; I.
Becher, «Augustus und Dionysos –ein Feindverhältnis?», Zeitschrift für ägyptische Spra-
che und Altertumskunde 103 (1976), págs. 88-101; J. Griffin, «Propertius and Antony»,
JRS 67 (1977), págs. 17-26; A. Gosling, «Augustan Apollo. The conflation of literary tradi-
tion and Augustan propaganda», Pegasus 28 (1985), págs. 223-245; íd., «Octavian, Brutus
and Apollo. A note», AJPh 107 (1986), págs. 586-589; Zanker, API, págs. 66-89 y G. Ma-
rasco, «Marco Antonio “nuovo Dioniso” e il De sua ebrietate», Latomus 51 (1992), págs.
538-548. Sobre el mito dionisíaco y su culto más específicamente puede consultarse la clá-
sica monografía de W. Otto, Dyonisos: Mythos und Kultur, Klostermann, Frankfort, 1933
(traducción española: Dioniso: Mito y Culto, Siruela, Madrid, 1997). K. Kerényi, Dyonisos:
archetypal images of indestructible life, Princeton U. P., 1996 (traducción española: Dioni-
sos. Raíz de la vida indestructible, Herder, Barcelona, 1998) y M. Detienne, Dionysos. Mis
a Mort, Gallimard, París, 1977. También A. Bruhl, Liber Pater. Origine et Expansion du
culte dionysiaque a Rome e dans le monde romain, París, 1953.
70
2. Octavia: clave de bóveda del
sistema triunviral.
39-32 a. C.
1. El tratado de Miseno
Tras el tratado de Miseno de verano del 39 (Ap. BC 5,71-73; D. C.
48,36,1-2; Plut. Ant. 32; Vell. 2,77,1), por el que ampliaba el Triunvirato
incluyendo a Sexto Pompeyo a la vez que se le neutralizaba temporal-
mente, Antonio marchó a las provincias orientales con su nueva y fla-
mante esposa, aunque sabemos que aparentemente todavía se hallaba en
Roma el dos de octubre, es decir, en otoño1. Plutarco (Ant. 33, 1-3), nos
expone las teóricas razones por las que Antonio marchó con tan inusi-
tada rapidez al Este. Según el de Queronea, estaba molesto en secreto
con Octavio porque éste lo superaba en todas las cosas que realizaban.
Incluso las predicciones de los astrólogos le eran menos favorables que
las de Octaviano.
Sin duda, Antonio tenía razones mucho mejores para abandonar Ita-
lia con la rapidez con la que lo hizo. Dichos motivos eran esencialmen-
te de tipo político. Se hacía necesaria una profunda reorganización del
Oriente antes de proceder a la campaña parta2.
Las fronteras del norte de Macedonia, por las que pululaban las
siempre amenazantes tribus albanas3, requerían atención. Tras Filipos,
Antonio dejó a L. Marcio Censorino encargado de Macedonia (Plut.,
1
El dato lo proporciona J. Reynolds, Aphrodisias and Rome, Londres, 1982, doc. 8 l. 26,
comentario ad loc.
2
Syme, RR, págs. 286s., ofrece una serie de buenos datos para entender cuáles fueron las
decisiones reorganizativas tomadas por Antonio.
3
El etnónimo más adecuado parece ser éste, usado ya por Estrabón, un contemporáneo
casi estricto de los hechos que estamos discutiendo, en su Geografía (11,4,3-8). Incluso
podríamos hablar de pueblos ilirios (ibíd., 7,5,10) pero pensamos que éste es un término
un tanto más general.
71
Octavia contra Cleopatra
72
2. Octavia: clave de bóveda del sistema triunviral. 39-32 a. C.
73
Octavia contra Cleopatra
7
Cf. Pelling, Antony, págs. 208ss.
8
Cf. Pelling, Antony pág. 45.
9
Véase para todo este tema a Zanker, API, págs. 71s. y mucho más en detalle los trabajos
74
2. Octavia: clave de bóveda del sistema triunviral. 39-32 a. C.
75
Octavia contra Cleopatra
Pero el gimnasio era mucho más que un lugar para hacer ejercicios
deportivos: era la principal institución cultural de la ciudad, el lugar
donde los filósofos impartían sus lecciones, el ámbito donde el pueblo
era adoctrinado mediante ceremonias y despliegues de claro carácter
propagandístico y político, como lo demuestra la ceremonia de Antonio
en el gimnasio de Alejandría (Plut., Ant. 54,3s.). El lugar, en definitiva,
donde los gobernantes arengaban a la masa, aunque su poder sobre la
ciudad se hubiera concretado hacía cuestión de horas. Plutarco (Ant. 80)
nos describe una situación así, con motivo del discurso de Octaviano
ante los alejandrinos en el gimnasio de la ciudad.
El hecho de que Antonio presidiera, aunque fuera sólo de modo ho-
norífico, sobre esa institución de tan hondo significado para el mundo
griego puede ser explicada como una acción de propaganda pensada, por
el triunviro y su entorno, con el propósito de mover sensibilidades entre
sus súbditos y conseguir que su acción política en el otrora espacio vital
helenístico se desarrollara de forma más sencilla y eficaz para los inte-
reses de Roma. Ya que pese a la propaganda augustea posterior, Marco
Antonio era y seguiría siendo un romano, actuando en lo que considera-
ba era el interés de su patria.
Las «varas», de gimnasiarco, representadas a veces en algunos vasos
pintados, que llevaba Antonio en lugar de sus insignias de general, eran
atributos de este oficial y un recuerdo de la época en que este cargo ha-
bía sido un genuino oficial deportivo. Con ellas se pegaba a los jóvenes
remolones a la hora de ejercitarse.
76
2. Octavia: clave de bóveda del sistema triunviral. 39-32 a. C.
77
Octavia contra Cleopatra
14
Sobre la noción de amor en Roma, vd. P. Grimal, L’amour a Rome, Les Belles Lettres,
París, 1988.
15
Vd. Syme, RR, pág. 346, para unas consideraciones interesantes al respecto.
78
2. Octavia: clave de bóveda del sistema triunviral. 39-32 a. C.
79
Octavia contra Cleopatra
17
F. Senatore, (cap. 1, n. 73), págs. 132 s.
18
Sobre el personaje, cf. A. Stein, Sarmentus, RE 3,2 (1921), col. 25 y S. Treggiari, Roman
Freedmen during the Late Republic, Oxford, 1969, págs. 271-272.
80
2. Octavia: clave de bóveda del sistema triunviral. 39-32 a. C.
19
La nómina la proporciona Syme, RR, pág. 289.
20
Sobre este elegante personaje: F. Münzer, Fonteius, RE 12 (1909), Nr. 20, col. 2847.
21
Cf. N. Rudd, The Satires of Horace, Cambridge, 1966, págs. 280-281.
22
Pelling, Antony, pág. 214.
23
Véase al respecto la opinión de Syme, RR, pág. 289, n. 53. Por su parte E. Gabba (cap.
1, n. 42), 1956, pág. 203, n. 3, matiza bastante la opinión de Syme a favor de la propia ini-
ciativa de Octavia.
81
Octavia contra Cleopatra
82
2. Octavia: clave de bóveda del sistema triunviral. 39-32 a. C.
24
Sobre ambos particulares puede consultarse: P. A. Brunt, Italian Manpower, Oxford,
1971, pág. 502 y L. Casson, Ships and seamanship in the Ancient World, Princeton, 1971,
pág. 85.
25
Casson, (n. 24), pág. 132.
83
Octavia contra Cleopatra
fue renovado por otros cinco años, ya que formalmente había expirado
a finales de 38, dejando a los triunviros en una posición constitucional
peligrosamente difusa. A Sexto Pompeyo se le despojó de su sacerdocio
y de su consulado y se planearon algunos matrimonios dinásticos (D.
C. 48,54,4), de uno de los cuales, el fallido, hablaremos dentro de poco.
El otro compromiso, del que ya hemos hablado, sí se llevó a cabo. Fue
el que se efectuó entre Antonia la mayor y L. Domicio Ahenobarbo, el
abuelo del emperador Nerón26.
Tras el tratado, como apunta Plutarco, Antonio puso a su esposa y
los niños al cuidado del hermano de ésta. En concreto, el verbo que usa
el historiador de Queronea es parakataqh/kh. En realidad, este térmi-
no remite a la figura jurídica implícita de un depósito. Pero el depositum
del derecho romano comprende cosas y no personas. Por tanto, es lógico
pensar que en esta ocasión se trata de una entrega para su tutela a Octa-
vio, o sea, habría que pensar aquí en la tutela mulieris27.
Dión (48,54,5) dice que, desde Corcira, la actual Corfú, el triunviro
envió a Octavia de vuelta a Italia a fines de verano de 37, con el argu-
mento de que era peligroso para ella compartir los rigores de la campaña
parta. Es un buen argumento. En estas fechas, Octavia se hallaba en avan-
zado estado de gestación de Antonia la menor. Los hijos de Antonio «te-
nidos con Fulvia», (Ant. 35,4), que Plutarco menciona, son M. Antonio
Antilo y Julo Antonio. Al primero de ellos se le prometió, con ocasión
de los acuerdos matrimoniales de Tarento de los que habla Dión (48,54,4
y Suet., Aug. 63), con Julia, la hija primogénita de Octaviano, en un ma-
trimonio nunca realizado. Por su parte, a Julo Antonio (cos. 10) se le rela-
cionó muchos años después, en el año 2, con la misma mujer, de manera
poco afortunada (D. C. 55,10,15; Tác., Ann. 1,10 y 4,44; Vell. 2,100,4)28.
Octavia continuó cuidando, durante muchos años, de sus hijos y de
los hijos que su marido había concebido con Fulvia (Plut., Ant. 54,2;
26
Vd. n. 5.
27
Vd. M. J. García Garrido, Derecho privado romano, Madrid, 1988, n.º de parágrafo 212
y 215.
28
R. Syme, «The Crisis of 2 B. C.», Bayerische Akademie der Wissenschaften. Philoso-
phisch-Historische Klasse Sitz. Jahrgang 7 (1974), págs. 3-34.
84
2. Octavia: clave de bóveda del sistema triunviral. 39-32 a. C.
29
Sobre este aspecto de la personalidad de Octavia, puede verse: G. Clark, «Roman Wom-
en», en I. McAuslan, P. Walcot (eds.), Women in Antiquity, Oxford U. P., 1996, pág. 48.
30
Sobre el tema del matrimonio, cf. (cap. 1, n. 11).
85
Octavia contra Cleopatra
31
Cf. E. Gabba (cap. 1, n. 37), com. ad loc.
86
2. Octavia: clave de bóveda del sistema triunviral. 39-32 a. C.
32
Cf. (n. 24).
87
Octavia contra Cleopatra
33
Cf. (n. 23). Para una opinion similar a la de Gabba, cf. D. E. E. Kleiner, «Politics and
Gender in the pictorial propaganda of Antony and Octavian», Echos du Monde Classique
36, (1992), págs. 357 y 363 y R. A. Fischer (cap. 1, n. 61), págs. 93s. Por contra, sigue a
Syme, M. W. Singer, «Octavia’s Mediation at Tarentum», Classical Journal 43 (1947), págs.
172-177 y ambos a su vez a M. A. Levi, Ottaviano Capoparte II, Florencia, 1933, pág. 71.
34
Syme, RR, pág. 336, n. 27.
35
El adjetivo blanco se emplea aquí en el sentido shakesperiano para indicar un alma
inocente y pura. En concreto, en Macbeth 2,ii,63-64, cuando Lady Macbeht declara: My
hands are of your colour; but I shame to wear a heart so white («Mis manos son de tu color;
pero me avergüenzo de llevar un corazón tan blanco» ). De ahí, por supuesto, el título del
libro de Javier Marías.
88
2. Octavia: clave de bóveda del sistema triunviral. 39-32 a. C.
89
Octavia contra Cleopatra
36
Sobre el personaje, vd. Ap., BC 4 86,99,100,108,115,117 y 5 2,15,26,50,53,55-56,61,62-
63,65,73,137. D. C. 48,7,5; 16,2; 29,2; 49,41,4; 50,2,2s. ; 50,13,6. Asimismo, consúltese F.
Münzer, Domitius, RE 9 (1903), Nr. 23, cols. 1328-1331.
90
2. Octavia: clave de bóveda del sistema triunviral. 39-32 a. C.
37
Cf. ( n. 5).
38
Sobre Dión Casio, su figura y su obra el estudio clásico es el de Sir Fergus Millar: A
Study of Cassius Dio, Oxford U. P, 1964.
91
Octavia contra Cleopatra
descripción de las astucias de la reina egipcia es, casi con toda seguridad,
fruto de la parcialidad plutarquea. Tampoco está nada claro que Antonio
quisiera llegar en este momento a una ruptura definitiva con Octavio.
Antonio, por otra parte, se encontraba inmerso en la campaña contra
los partos y difícilmente Octavia podía acompañarle en tan dura tarea.
Esa puede ser la razón por la que Antonio le pidió que se volviera a Roma
(Ant. 53,1). Es cierto que un año antes el triunviro ya había advertido, de
manera singular, acerca de su relación con Cleopatra (Ant 36,3) con mo-
tivo de la reorganización territorial del Este en 36. Pero esto no debe ser
interpretado como una ruptura decisiva, ya que en ese caso Octavia no
habría querido reunirse con él en Atenas un año después de este hecho.
Plutarco, sin embargo, no va del todo desencaminado. No estamos
seguro de por qué Antonio actuó con tal falta de tacto, pero lo cierto es
que Octaviano no desaprovechó la magnífica oportunidad que le ofre-
cía el rudo comportamiento que Antonio había tenido con su hermana
en 35. A fines de ese año, la propaganda favorable a Octavio ya estaba
sacando partido del hecho. Es probable que éste fuera, en efecto, un año
decisivo. Pero lo fue desde el punto de vista de las decisiones de Octavio,
no de las de Antonio.
En su vita Antonii (53), Plutarco despeja todas las dudas. La sugeren-
cia de ir al Este para encontrarse con su marido partió de la misma Oc-
tavia. Lo importante es, además, que el historiador deja traslucir que las
motivaciones de ésta para hacer el viaje son absolutamente honestas, a
diferencia de las de su hermano. La tradición es aquí claramente desfavo-
rable a Octaviano. Plutarco pudo haberla tomado de una tradición oral
o bien de fuentes menos lisonjeras hacia el futuro Augusto, como Polión
o Q. Delio39. El hecho es que nuestro autor la acepta y reintroduce al
heredero de César en su narración retratándole de forma clara como un
hombre astuto y calculador40.
39
Sobre Polión cf. (cap. 1, n. 58). Acerca del historiador y diplomático Delio, vd. G.
Wissowa, Dellius, RE 8 (1901), cols. 2447-2448. También Syme, RR, págs. 276, 336 y 606
y Pelling, Antony, pág. 185.
40
Véase Scott, PP, pág. 36.
92
2. Octavia: clave de bóveda del sistema triunviral. 39-32 a. C.
93
Octavia contra Cleopatra
94
2. Octavia: clave de bóveda del sistema triunviral. 39-32 a. C.
95
Octavia contra Cleopatra
48
Sobre este asunto, cf. Marasco (n. 4).
96
2. Octavia: clave de bóveda del sistema triunviral. 39-32 a. C.
49
Cf. Grueber (cap. 1, n. 63), págs. 508 y 510-516: capítulo 1, figs. 1a-1b.
50
Vd. Grueber, II, 510.,III La misma pieza está reproducida en Alonso Troncoso y García
Vivas ( n. 42), pág. 27, fig. 5.
51
Vd. P. Grimal, Diccionario de mitología griega y romana, Paidós, Barcelona, 1982, págs.
30s.
97
Octavia contra Cleopatra
52
Sobre el tema puede consultarse a B. Scardigli, «La sacrosanctitas tribunicia di Ottavia e
Livia», AFLSien 3 (1982), págs. 61-64.
53
Sobre esta matrona, vd. L. Ollendorff, Livius (Livia), RE 25 (1926), Nr. 37, cols. 900-
927. Sobre su iconografía, M. B. Flory, «Livia and the History of Public Honorific Statues
for Women in Rome», Transactions of the American Philological Association 123 (1993),
págs. 287-308 y E. Bartmann, Portraits of Livia. Imaging the Imperial Woman in Augus-
tan Rome, Cambridge U. P., 1999. En general, sobre la iconografía de las mujeres de la do-
mus Augustana: R. Winkes, Livia, Octavia, Julia. Poträts und Darstellungen. Providence
y Louvain-La Neuve, 1995.
98
2. Octavia: clave de bóveda del sistema triunviral. 39-32 a. C.
54
Scott, PP, págs. 30s.
55
Los versos en cuestión son los siguientes: Cum primum istorum conduxit mensa chor-
agum,/ Sexque deos uidit Mallia sexque deas,/ Impia dum Phoebi Caesar mendacia ludit,/
Dum noua diuorum cenat adulteria:/ Omnia se a terris tunc numina declinarunt, /Fugit et
auratos Iuppiter ipse thronos. («Tan pronto como la mesa de esos desaprensivos contrató
a un director escénico / y Malia vio a seis dioses y a seis diosas, / mientras César repre-
sentaba su impía imitación de Febo,/ mientras se banqueteaba con nuevos adulterios de
los dioses,/ todas las divinidades se alejaron de la tierra / y el mismo Júpiter abandonó su
dorado trono.» ) Suet., Aug. 70. (trad. de Rosa M.ª Agudo Cubas). Scott (n. 54), postula a
Casio de Parma como posible autor de los ácidos versos
99
Octavia contra Cleopatra
100
2. Octavia: clave de bóveda del sistema triunviral. 39-32 a. C.
execrable por parte de ese marido a quien ella, a pesar de todo, sigue
amando de esa forma? A esto alude la frase de Plutarco y ésta era pro-
bablemente la pregunta que la mayoría de la gente en Roma se hacía. El
círculo se estrechaba cada vez más en torno a Antonio. Un hombre que
perdía apoyos por momentos debido a su falta de tacto político.
Es difícil dilucidar la cuestión de si Octavia actuaba de forma tan ge-
nerosa con su esposo y con los partidarios de Antonio, a pesar de los dis-
gustos que este le infligía, bien por razones políticas estando influencia-
da por su hermano o bien por propio deseo personal y por un auténtico
sentimiento de amor no correspondido hacia su marido. Pensamos que,
sin desestimar por completo el primer motivo, hay suficientes razones
para pensar que a Octavia pudieron moverle intereses de orden personal
y sentimental.
Respaldada por su condición de mujer sui iuris, Octavia permaneció
en la casa de Antonio como si fuera la suya propia. Aunque lo que el
triunviro había hecho con ella en Atenas meses antes podía considerar-
se, si no de iure sí de facto, un repudio en toda regla. Octavia siguió
cuidando de todos los hijos del triunviro, los que este había tenido con
Fulvia y los de ella misma, de una manera kalw=j kai\ megaloprepw=j
(Ant. 54,2). O sea, como si fueran los suyos propios. Huir de la imagen
y condición de madrastra era una altísima cualidad para la sensibilidad
grecorromana. Quizá para habilitarse un espacio desde donde defender
su propia condición de libertad y autonomía como sui iuris y para refor-
zar el papel carismático y mediador que el prestigio inherente a su con-
dición de mujer virtuosa le había otorgado, Octavia se dedica de lleno,
desde ahora y hasta el final de sus días, a la tarea de convertirse en una
madre ejemplar, «madre nutrice»57 para sus hijas, modelo de todas las
matronas romanas58.
Un papel que, debido a la inexistencia de hijos en su matrimonio,
Livia no podía desempeñar. Es difícil encontrar un modelo propagandí-
stico mejor para la política familiar, matrimonial y natalista de Augusto
57
Alonso Troncoso y García Vivas, (n. 42), pág. 28.
58
G. Clark, (n. 29).
101
Octavia contra Cleopatra
59
Vd. a este respecto, aunque esté dedicado al mundo griego, el trabajo de V. Alonso
Troncoso, «Crianza y derecho de alimentos: de Homero a Solón», Anejos de Gerión. Ho-
menaje al Dr. Michel Ponsich (1991), págs. 29-51.
102
2. Octavia: clave de bóveda del sistema triunviral. 39-32 a. C.
60
Para un encuadre político rápido y, a la vez, claro de este asunto véase J. M. Roldán, La
República Romana, Madrid, Cátedra, 1981.
61
Cf. A. del Castillo (cap. 1, n. 8), págs. 186s.
103
Octavia contra Cleopatra
Sin duda los tiempos estaban cambiando. He aquí a una mujer a la que,
caso excepcional, los resortes legales concedidos por su hermano le per-
miten actuar de forma personal y sincera y no motivada, como hubiera
sido la norma, por los intereses políticos de los varones de su familia.
Estamos ante una Octavia autónoma, hasta donde lo permite la lega-
lidad y que es la responsable última incluso en política, de sus propias
decisiones, lo cual es tanto más importante por cuanto en Roma, al igual
que sucedía en Grecia, la política es un mundo exclusivamente mascu-
lino. Con Octavia se verifica la importancia del papel de la soror en la
familia romana, pero en su caso esa importancia se observa en su más
absoluta radicalidad y desde el inusual punto de vista político de una
forma nueva y revolucionaria que nunca antes se había visto.
Octavia, mujer de gran inteligencia y cultura62, ejerce un importante
papel como apoyo y consejera, influenciando en muchas de las decisio-
nes tomadas por su hermano.
En esta ocasión, Octavia toma una decisión distinta a la que él le or-
dena y él nada puede hacer al respecto porque su hermana es sui iuris, es
decir, está libre de cualquier tutela masculina. A Octaviano sólo le queda
acatar la decisión y voluntad de su hermana. Octavio puede insistir o
tratar de convencer a su hermana para que acepte su propuesta. Pero el
caso es que ella es jurídicamente independiente y él no puede negarle
nada a Octavia. La hermana de Octaviano no es únicamente el polo de
influencia hacia el que su hermano puede volverse en busca de apoyo o
consejo. Ahora Octavia es poseedora de un espacio político propio, una
gran señora que puede utilizar sus grandes conexiones e influencias en
este ámbito tomar sus propias decisiones con independencia teórica y
práctica de lo que sus familiares varones le aconsejen.
El espacio arquitectónico constituido por los pórticos y la bibliote-
ca de Octavia fue la edificación más conocida que el futuro emperador
62
Son conocidas sus relaciones con escritores e intelectuales contemporáneos como Virgi-
lio, Vitruvio y el filósofo Atenodoro. Para esta cuestión: E. A. Hemelrijk, Matrona Docta.
Educated Women in the Roman Elite from Cornelia to Julia Domna, Routledge, Londres,
págs. 104ss.
104
2. Octavia: clave de bóveda del sistema triunviral. 39-32 a. C.
63
Sobre todas estas construcciones : Zanker, API, págs. 175s. ; L. Richardson, «The evo-
lution of the Porticus Octaviae», AJA 80 (1976), págs. 57-64; H. Lauter, «Porticus Metel-
li-Porticus Octaviae. Die Baulichen Reste», BCAR 87 (1980-81), págs. 37-46 e íd., «Ein
frühaugusteiches Emblem in den Porticus Octaviae», ibíd., págs. 47-55. Los siguientes
artículos son esenciales: A. Viscogliosi, «Porticus Metelli», en E. M. Steinby (ed.), Le-
xicon Topographicum Urbis Romae, IV, Roma, 1999, págs. 130-132 e íd., «Porticus Oc-
taviae», ibídem., págs. 141-145. Sobre la biblioteca de Octavia, B. Severy (cap. 1, n. 54),
91-92 escribe: «for a woman to sponsor a public building and name it after herself was an
even more unprecedented act than for her brother to erect it in her honor», (apud Alonso
105
Octavia contra Cleopatra
6. El divorcio de Antonio
El divorcio entre Antonio y su esposa Octavia aconteció, sin duda,
hacia mayo o junio de 32 (Euseb., Chron 2,140). Antonio se encontraba
probablemente en Atenas en ese momento. Al igual que sucedió en Ant.
53, la reina aparece ahora como mezquinamente celosa, mientras que la
respuesta que el filoaugusteo Plutarco pone en boca de la hermana de
Troncoso y García Vivas, (cap. 1, n. 53, pág. 33). En general, sobre las bibliotecas en Roma,
cf. V. Alonso Tronco, «Las primeras bibliotecas en Roma», Revista General de Informa-
ción y Documentación 13 (2003), 37-49.
64
Cf. sobre el término de «ciudadano» : M. I. Finley (ed.), El legado de Grecia. Una nueva
valoración, Crítica, Barcelona, 1989, 2.ª ed., págs. 21s. Es fundamental aquí remitirnos al li-
bro de Ch. Habicht, Athen. Die Geschichte der Stadt in hellenisticher Zeit, München,1995,
págs. 359 s.
106
2. Octavia: clave de bóveda del sistema triunviral. 39-32 a. C.
65
Vd. V. Fadinger, Die Begründung des Prinzipats, Berlín, 1969, págs. 230-231; M. Grant,
Cleopatra, St. Albans, 1974, pág. 192; E. G. Huzar, Mark Antony: a Biography, Minneap-
olis, 1978, pág. 207. También sobre el tema del matrimonio de Antonio: T. Rice Holmes,
The Arquitect of the Roman Empire I, págs. 227s. y M. A. Levi, Ottaviano Capoparte
II, Florencia, 1933, págs. 139s. en donde ambos autores están en contra de la tesis de un
matrimonio de Antonio con Cleopatra con ocasión de la estancia invernal de 37-36 en
Antioquía (Plut., Ant. 34 y 36).
66
Antony, pág. 259.
107
Octavia contra Cleopatra
67
O. C. Crawford, «Laudatio Funebris», CJ 37 (1941), 20: «Augustus’ eulogy of Octavia
is the only instance on record of a brother praising her sister».
68
Asunto que ya hemos analizado en las págs. 101 y 102.
108
3. La heredera de un pasado
milenario: Cleopatra VII.
43-35 a. C.
1. La actividad de Cornelio Dolabela en el Este
El antoniano P. Cornelio Dolabela había marchado a Oriente para
hacerse cargo de su provincia de Siria hacia octubre de 44, sin esperar
a que su consulado finalizase. Al igual que haría Marco Antonio más o
menos por estas mismas fechas. En su caso marchando a la provincia de
la Galia Cisalpina.
Por su parte, C. Casio Longino al fugarse de Roma después de asesi-
nar a César, decidió refugiarse en Siria, una provincia donde poseía una
extensa clientela. Se dio tanta prisa en marchar hacia esa provincia que
incluso consiguió tomarle la delantera al mismísimo Dolabela, que se
encontraba ya en marcha. En Siria, Casio se encontró con los generales
L. Estayo Murco y Q. Marcio Crispo, que estaban al mando de seis
legiones y se encontraban en los alrededores de la ciudad de Apamea.
Ambos se unieron a Casio al instante (Ap., BC 4,59).
A principios de marzo de 43 llegó a la Urbs la noticia de que Dolabe-
la, en su camino hacia Siria, había sido obstaculizado por el procónsul de
Asia C. Trebonio (cos. suff. 45; MRR,II, pág. 305). Cornelio Dolabela,
furioso por este hecho, le había mandado apresar y ejecutar tras un juicio
sumarísimo, con la probable acusación de alta traición pues Trebonio y
su cuestor habían favorecido en su provincia los intereses de los cesari-
cidas (Cic., Phil. 11; Ap. BC 4,60).
Apiano (BC 4,61)1 narra lo sucedido poco después del asesinato de
1
P. J. Bicknell, «Caesar, Antony, Cleopatra and Cyprus», Latomus 36 (1977), pág. 326
data este pasaje en la segunda mitad de 43 pero, como hemos visto, es preferible colocarlo
en la primera mitad del año.
109
Octavia contra Cleopatra
2
Serapión era consejero de Ptolomeo XII Auletes y de Cleopatra. Estaba en Roma con la
reina a la muerte de César. Sobre él, vd. F. Münzer, Sarapion, RE 2,2 (1920), Nr. 3, col. 2394.
3
Cf. E. Will, Histoire politique du monde helenistique (323-30 av. J.-C.), vol. II, 2.ª ed.,
Nancy,1982, págs. 538-539. En la pág. 538 el especialista francés data la hambruna en el
año 42 y nuestro texto lo hemos datado en otoño de 43. Creemos que es bastante probable
el hecho de que los primeros coletazos de la hambruna ya se hubieran empezado a notar
en esta última fecha y que ello serviría quizá como una buena justificación a Cleopatra para
no acudir en ayuda de Casio.
4
La antigua relación con Julio César.
5
Cf. (n. 1), págs. 331s.
110
3. La heredera de un pasado milenario: Cleopatra VII. 43-35 a. C.
111
Octavia contra Cleopatra
112
3. La heredera de un pasado milenario: Cleopatra VII. 43-35 a. C.
10
Sobre aquellos confusos momentos, cf. J. Ramsey, «At what hour did the murderers of
Julius Caesar gather on the Ides of March 44 B. C.?», en S. Heilen et al. (eds.), In Pursuit
of Wissenschaft: Festschrift für William M. Calder III zum 75. Geburtstag, Olms, 2008,
págs. 351-363.
113
Octavia contra Cleopatra
11
E. Cary (ed.), Dio. Roman History, vol. V, Loeb Classical Library , reimp. 1989, pág.
179 asigna este pasaje al año 42 pero creemos que la fecha de 43 es la correcta para el mis-
mo. La cronología de Cary queda corregida por la fecha a la que nosotros nos inclinamos
en la magistral obra de T. R. S. Broughton, The Magistrates of the Roman Republic, II,
Nueva York, 1951-60, pág. 344.
12
Sobre Cornelio Dolabela, vd: F. Münzer, Cornelius, RE 7 (1900), Nr. 141, cols. 1300-
1308.
13
Cf. (n. 1), aunque sea posible, por lógica cronológica, afinar más. Véase también (n. 11)
para optar por la fecha de 43 según el mismo razonamiento.
114
3. La heredera de un pasado milenario: Cleopatra VII. 43-35 a. C.
2. Cesarión
Después de dar por concluida la campaña del Bellum Alexandrinum,
César partió de Egipto hacia abril de 47 o un poco más tarde, dejando en
el trono a Cleopatra VII. Los historiadores no se ponen de acuerdo acer-
ca de si César abandonó Alejandría antes o después del nacimiento del
hijo que le dio Cleopatra, pero lo más seguro es que hubiera ya dejado
Egipto cuando tuvo lugar el alumbramiento de Cesarión.
El Dictador nunca fue un hombre dado a sentimentalismos en su
vida privada y la necesidad de su presencia física cerca de las legiones
pudo muy bien apresurar su marcha de Egipto sin esperar al nacimiento
del niño15. Resulta complicado averiguar la verdad sobre este particular,
ya que la historiografía antigua, escribiendo bajo pleno sistema impe-
rial, silenció en su gran mayoría el hecho, hoy incontestable para los
especialistas, de la paternidad de César sobre el hijo de Cleopatra. Un
claro indicio de esta realidad es el hecho de que Cesarión fue mandado
ejecutar por Octavio a su debido momento (Plut., Ant. 81,2; Suet., Aug.
17; D. C. 51,15,5).
Existen, escasas dudas, si es que hay alguna, sobre el hecho de que el
varón que la reina Cleopatra dio a luz hacia fines de junio o primeros de
julio de 47, era hijo de Julio César16. El hecho de que los habitantes de
14
Véase A. E. Samuel, «The joint regency of Cleopatra and Caesarion», Etudes de Papy-
rologie 9 (1971), págs. 73-79.
15
Vd. E. Bradford, Cleopatra, Salvat, Barcelona, 1995, págs. 60s.
16
Se ha llegado a afinar mucho más y se ha propuesto, a mi entender de forma correcta,
como fecha de nacimiento de Cesarión la del 23 de junio de 47 en base a una inscripción en
demótico procedente del Louvre: cf. E. Will, (n. 3), pág. 536 nota. En contra de esta fecha,
creemos que sin razones de suficiente peso, véase a E. Grzybek, «Pharao Caesar in einer
demotischen Grabinschrifte aus Memphis», MH 35 (1978), págs. 149s.
115
Octavia contra Cleopatra
116
3. La heredera de un pasado milenario: Cleopatra VII. 43-35 a. C.
históricos con un caso que aconteció casi medio siglo después y que tuvo como protago-
nista a Agripa Póstumo. Sobre este asunto, véase: Tác., Ann. 1,6 y a E. Hohl, «Primum
facinus novi principatus», Hermes 70 (1935), págs. 350s. y J. D. Lewis, «Primum faci-
nus novi principatus?», Auckland Classical Essays presented to E. M. Blaiklock, Auckland
U. P., 1970, págs. 165s.
19
También da la mima fecha Bradford (n. 15), págs. 98s.
117
Octavia contra Cleopatra
años, reconocido por Roma como monarca un año más tarde (D. C. ibíd.).
El resto de su historia ya ha sido analizado en las páginas anteriores.
Antonio albergaba sospechas válidas en cuanto a la actuación de
Cleopatra en Oriente durante el bienio 43-42. De ahí que mandara «bus-
car a Cleopatra», para que ésta le rindiera cuentas. Pero la reina tenía
una buena defensa. Había hecho lo posible para evitar ayudar a Bruto y
a Casio, y Antonio no tenía necesariamente que sentirse atraído por ella
para creerla, como Plutarco deja caer entre líneas (Ant. 25,1-2). Cabe re-
cordar aquí que este capítulo se sitúa exactamente después del dedicado
por Plutarco a explicarnos la simpleza y espontaneidad de la personali-
dad de Antonio.
El historiador de Queronea hace en este momento una referencia poco
explícita a la «guerra parta». El autor no nos había hablado hasta ahora
de un plan de invasión del reino parto, sobre el que volverá más tarde en
Ant. 28,1. Era natural que el máximo representante de Roma en la zona
quisiera asegurarse la lealtad de los reinos amigos del imperio. Por ello,
después de dejar Éfeso, Antonio expresó su deseo de reunirse en Cilicia
con la reina de Egipto. Antonio estaba realizando un viaje de inspección
por las provincias orientales designando nuevos monarcas en algunos rei-
nos clientes y nuevos tiranos en varias ciudades. Estos nombramientos los
hizo con un alto sentido político20. El encuentro entre ambos gobernan-
tes tuvo lugar en Tarso, la capital de Cilicia21 (Plut. Ant. 26,1-3).
3. El encuentro en Tarso
El hombre encargado de llevar a la reina egipcia ante Antonio fue el
diplomático e historiador Q. Delio22. Delio fue autor de una historia que
Plutarco conoció y, sin duda, utilizó23. La historia de Delio es probable-
mente la fuente que Plutarco usó para narrarnos, de forma tan exhaustiva,
20
Cf. G. W. Bowersock, Augustus and the Greek World, Oxford, 1965, págs. 42-61.
21
Véase Syme, RR, págs. 276 s. y Bradford, (n. 15).
22
Cf. (cap. 2, n. 39).
23
Pelling, Antony, pág. 28.
118
3. La heredera de un pasado milenario: Cleopatra VII. 43-35 a. C.
24
Compárese, por ejemplo, con Virgilio Aen. 8,688: ... Bactra vehit, sequiturque (nefas)
Aegyptia coniunx. En general sobre Virgilio puede consultarse a V. Pöschl, «Vergil und
Augustus», ANRW II,31. 2 (1981), págs. 307-327; H. Strasburger, «Vergil und Augustus»,
Gymnasium 90 (1983), págs. 41-76.
25
Cf. Ant. 25,2: ... e)lqei=n ei)j Kiliki/an eu)= e)ntu/nasan e(\ au)th/n.
26
Sobre este tema pueden ser de utilidad un artículo de R. W. Nethercut, «The imagery of
the Aeneid», The Classical Journal 67 (1971-72), págs. 123-143 y otro de M. Pani, «Troia
resurgens. Mito troiano e ideologia del principato», Annali della Facoltà de Letere e Filo-
sofia [Bari] 18 (1975), págs. 65-85.
119
Octavia contra Cleopatra
120
3. La heredera de un pasado milenario: Cleopatra VII. 43-35 a. C.
29
Zanker, API, págs. 68s.
30
Sobre Cleopatra y sus posibles paralelismos con una antecesora en el trono egipcio sobre
la que se ha escrito también abundante bibliografía, cf. J. Samson, Nefertiti and Cleopatra:
Queen-Monarchs of Ancient Egypt, David Brown, Nueva York, 1990.
121
Octavia contra Cleopatra
31
L. Casson (cap. 2, n. 24), págs. 341s.
122
3. La heredera de un pasado milenario: Cleopatra VII. 43-35 a. C.
P. M. Fraser, Ptolemaic Alexandria. Vol. I, Oxford U. P., 1972, págs. 197 y 238-240.
32
33
Este es el «lujo ostensible», del que hablaba Th. Veblen en su famoso ensayo titulado
Teoría de la clase ociosa, FCE, México, 1974.
123
Octavia contra Cleopatra
124
3. La heredera de un pasado milenario: Cleopatra VII. 43-35 a. C.
38
Puede consultarse a M. Yourcenar, El tiempo, gran escultor, ed. Círculo de Lectores,
Barcelona, 1990 y también al maestro de helenistas M. I. Finley, El nacimiento de la polí-
tica, Crítica, Barcelona, 1986.
39
Cf. I. Becher, Das Bild der Kleopatra in der griechischen und lateinischen Literatur, Ber-
lin, 1966, pág. 72. La bibliografía sobre Cleopatra VII es ingente. Citamos a continuación
diversas referencias, algunas muy recientes, que pueden consultarse con garantías sufici-
entes: E. Ludwig, Cleopatra: the story of a queen, Allen and Unwin, Londres, 1937; L.
Hughes-Hallett, Cleopatra: Histories, Dreams and Distortions, Harper Collins, Londres,
1991; J. Whitehorne, Cleopatra, Routledge, Londres, 2001 reimp. ; W. Schuller, Cleopatra.
Una reina en tres culturas, Siruela, Madrid, 2008; J. Fletcher, Cleopatra the Great. The
Woman Behind the Legend, Hodder, Londres, 2008, J. Tyldesley, Cleopatra, Ariel, Barce-
lona, 2008; A. Goldsworthy, Antonio y Cleopatra, La Esfera de los Libros, Madrid, 2011
y S. Schiff, Cleopatra, Destino, Barcelona, 2011.
40
Véase, por ejemplo, dos muestras en G. M. Staffieri, «La discendenza di Marco Antonio
nei regni clienti medio orientali e nord africani», NAC 3 (1974), pág. 87, n.º 2 y pág. 95
n.º 9 (fig. 4).
125
Octavia contra Cleopatra
Figura 4
que para los idiomas extranjeros tenía la reina egipcia. Pero Plutarco
incluyó esta particularidad, entre otras cosas porque la mención de la
dulzura41 en los “tonos de su voz” incitaba a crear una atmósfera sensual
y de molicie alrededor de la reina tolemaica, lo cual era, en último tér-
mino, lo que el escritor de Queronea pretendía. Es seguro que la última
de los monarcas egipcios tenía gustos de carácter intelectual. Filóstrato
nos habla acerca de su filologi/a (V. S. 1,5) y es probable que la reina
promoviera, de alguna forma, un círculo de intelectuales en su corte42.
Estaríamos, por tanto, ante una «bachillera», como en el caso de la fa-
mosa Aspasia de Mileto43.
Lo cierto es que, después de los dos pasajes anteriores de Plutar-
co (Ant. 26,1-3 y 27,1-4) y de Apiano (BC 5,8-9), donde se dice que
41
J. de Romilly ha escrito un bello libro sobre el tema: La douceur dans le penseé grecque,
Les Belles Lettres, Paris, 1979.
42
Cf. P. M. Fraser (n. 32), págs. 312, 361-363, 806-807 y M. Grant (cap. 2, n. 65), pág. 181.
43
Cf. J. Solana Dueso, Aspasia de Mileto. Testimonios y Discursos, Anthropos, Barcelona,
1994.
126
3. La heredera de un pasado milenario: Cleopatra VII. 43-35 a. C.
44
Syme, RR, pág. 276.
127
Octavia contra Cleopatra
128
3. La heredera de un pasado milenario: Cleopatra VII. 43-35 a. C.
129
Octavia contra Cleopatra
49
Así, y para otra coyuntura cronológica, en concreto la de Tác., Ann. 1,6,1. Cf. n. 18.
130
3. La heredera de un pasado milenario: Cleopatra VII. 43-35 a. C.
131
Octavia contra Cleopatra
50
OGIS, n.º195.
132
3. La heredera de un pasado milenario: Cleopatra VII. 43-35 a. C.
133
Octavia contra Cleopatra
134
3. La heredera de un pasado milenario: Cleopatra VII. 43-35 a. C.
51
Lo cual, sobre todo para Ant. 29, nos suscita serias dudas.
135
Octavia contra Cleopatra
52
Sobre esta prenda, véase: E. Schuppe, Faikas
/ ion, RE 38 (1938), cols. 1561-1562 y
G. Giangrande, «Textkritische Beiträge zu lateinischen Dichtern», Hermes 95 (1967),
pág. 111.
136
3. La heredera de un pasado milenario: Cleopatra VII. 43-35 a. C.
Zanker, API, págs. 20-21. Puede verse también mi reseña al libro de Paul Zanker: «Imago
53
137
Octavia contra Cleopatra
138
3. La heredera de un pasado milenario: Cleopatra VII. 43-35 a. C.
139
Octavia contra Cleopatra
omite los acuerdos de tipo político que Dión (48,36,3s.) y Apiano, por
ejemplo, proporcionan por extenso (5,72-73)57. Tras la consecución del
pacto, se determinó por sorteo (Ant. 32,3) el orden de invitaciones para
los banquetes que ahora debían festejar el tratado. Le tocó el primero a
Pompeyo. Antonio preguntó dónde lo celebraría y la respuesta que ob-
tuvo de Sexto es el comienzo del pasaje que estamos analizando.
El buque insignia de Pompeyo en el que iba a tener lugar el banquete
era un polirreme. En cuanto a la aguda respuesta que da Pompeyo a la
pregunta de Antonio, Plutarco simplifica el chiste para destinarlo a una
audiencia griega. La respuesta que dio Sexto fue en realidad que el ban-
quete se celebraría en sus Carinae (Vell. 2,77,1 y D. C. 48,38,2). Estamos
ante un juego de palabras agudo y mordaz. Carinae significa quilla o
nave, pero también era el nombre del lujoso distrito romano donde es-
taba la casa de su padre, Pompeyo el Grande, que ahora era la residencia
de Marco Antonio.
Pelling58 es de la opinión de que esta respuesta no debe usarse como
prueba de ninguna gran desavenencia entre Sexto y Antonio, pues, según
este autor, en el verano de 40 Pompeyo prefería una alianza con Antonio
antes que con Octaviano. En la misma línea, pero realizando un análisis
más profundo, Senatore59 cree que esta anécdota, si realmente ocurrió
fue, o bien magnificada por la tendencia filoaugustea o bien fue construi-
da para culpar a Antonio y atribuirle así la responsabilidad de la ruptura
del tratado de Miseno por parte de Sexto.
Sea como fuere, el tema aparece en los filoagusteos Veleyo, Plutarco
y Dión. No es de extrañar que la tradición proantoniana representada
por Apiano ignore el asunto de la respuesta de Pompeyo a Antonio.
Las razones para ello pueden ser dos: o Apiano y la tradición que él
representa rehúsan recordar de forma deliberada este episodio, o quizá
la tradición seguida por Apiano es anterior al establecimiento de esta
anécdota de claro carácter propagandístico y hostil a Antonio.
57
Sobre Miseno, véase F. Senatore (cap. 1, n. 73).
58
Antony, pág. 205.
59
Cf. (cap. 1, n. 73), pág. 131.
140
3. La heredera de un pasado milenario: Cleopatra VII. 43-35 a. C.
60
Sobre el personaje, cf. S. Treggiari (cap. 2, n. 18), Oxford U. P., 1969, págs. 188s. y 265s.
141
Octavia contra Cleopatra
142
3. La heredera de un pasado milenario: Cleopatra VII. 43-35 a. C.
Sobre todo este asunto puede consultarse a G. W. Bowersock, Augustus and the Greek
61
143
Octavia contra Cleopatra
144
3. La heredera de un pasado milenario: Cleopatra VII. 43-35 a. C.
62
E. Norden, Die Geburt des Kindes. Geschichte einer Religiösen Idee, Teubner, Leipzig/
Berlin, 1924, págs. 142-144.
63
Como por ejemplo W. W. Tarn, Cambridge Ancient History X, 1934, reimp. 1996, pág. 66.
64
RR, pág. 332.
65
Antony, pág. 219.
66
Cf. P. W. Pestman, Marriage and Matrimonial Property in Ancient Egypt, Brill, Leiden,
1961, págs. 6-52. En general, sobre la situación de la mujer en el Egipto helenístico, vd. S.
Pomeroy, Women in Hellenistic Egypt: from Alexander to Cleopatra, Schocken, New York,
1984.
145
Octavia contra Cleopatra
146
3. La heredera de un pasado milenario: Cleopatra VII. 43-35 a. C.
147
Octavia contra Cleopatra
«Alexander Helios and the Golden Age», JRS 22 (1932), pág. 141 e íd., (n. 63), págs. 82s.
Tarn sigue aquí con sus obsesiones alejandrinas ecuménicas y universalistas, difícilmente
imputables a un romano como Antonio.
71
Cf. (cap. 2, n. 24).
148
3. La heredera de un pasado milenario: Cleopatra VII. 43-35 a. C.
149
Octavia contra Cleopatra
72
Vd. H. Bengtson, «Zum Partherfeldzug des Antonius», Sitzungsberichte der Deutschen
Akademie der Wissenschaften zu Berlin (1974), 1, 48p.
73
Que no debemos confundir con el rey de Media, que tenía el mismo nombre.
150
3. La heredera de un pasado milenario: Cleopatra VII. 43-35 a. C.
74
El «pirata», en el caso de Sexto, el «orientalizado», en el caso de Antonio, la «egipcia»,
en el de Cleopatra. El caso era desprestigiar al enemigo asociándolo a la alteridad cultural
frente al canon romano, encarnado por el apolíneo Octavio.
151
Octavia contra Cleopatra
152
4. La ruptura definitiva.
35-32 a. C.
1. El triunfo alejandrino
153
Octavia contra Cleopatra
1
J. Griffin (cap. 2, n. 13), págs. 87-105 e íd. (cap. 1, n. 79), págs. 17-26 y Zanker, API, págs. 84s.
154
4. La ruptura definitiva. 35-32 a. C.
155
Octavia contra Cleopatra
4
Sobre Cibeles y otros cultos relacionados, vd. E. N. Larsen (ed.), Cybele, Attis and Re-
lated Cults: Essays in Memory of M. J. Vermaseren. Religion in the Graeco-Roman World,
Brill, Leiden, 1996.
156
4. La ruptura definitiva. 35-32 a. C.
5
Zanker, API, pág. 81.
6
Cf. Syme, RR, pág. 337.
7
RRC, n.º 543.
157
Octavia contra Cleopatra
8
Como pretende por ejemplo Pelling, Antony, pág. 241. De hecho, este mismo autor pare-
ce contradecirse unas líneas más abajo cuando, al referirse al tema, escribe: «But it would
certainly show similarities with a Roman triumph...», (ibíd.). Y luego, más adelante, se
refiere a la ceremonia de Ant. 50,4 con el término «triumph», (p. 249). De todas formas, el
relato de lo sucedido (cf. n. 2), no deja lugar a dudas.
9
H. Versnel, Triumphus, Leiden, 1970, págs. 20-38, 235-254 y 288-299.
158
4. La ruptura definitiva. 35-32 a. C.
Antonio seguía como un perro fiel y que parecía tenerle sorbido el seso.
La relación de los hechos acerca del triunfo sobre Artavasdes, tal y
como lo cuentan Plutarco y Dión, es bastante similar. Excepto quizá
por el hecho de que el bitinio es más prolijo y menciona algunos detalles
que sólo conocemos por él. Dión es el único que nos transmite noticias
acerca del proyecto de matrimonio entre Alejandro Helios y la hija úni-
ca del rey de Media. También nos proporciona el detalle de que, en la
ceremonia del triunfo, Antonio recorrió el trayecto triunfal “conducien-
do un carro”. Casi con seguridad, podemos decir que se trata del mismo
carro báquico del que nos habla Veleyo en 2,82,4. Debemos aceptar la
información dada por este autor cuando refiere que Antonio iba vestido
como un nuevo Dioniso durante las ceremonias que tuvieron lugar en
este año 34 y que ahora comentamos.
En lo que se refiere al monarca armenio apresado, tanto Veleyo (2,82)
como Dión (50,1,4), anotan el hecho de que Antonio hizo desfilar en
triunfo a Artavasdes con grilletes hechos de metal precioso. Esta noticia
sugiere el hecho de que los romanos reconocían el status y la dignidad de
la institución real, a pesar de su hostilidad ante dicha institución10. Este
pasaje de Dión refiere la negativa de Artavasdes y los otros cautivos a
dar obediencia a Cleopatra. Además el monarca armenio se dirigió a ella
por su nombre y no con el esperado tratamiento de reina. Esto hubiera
supuesto, en otras circunstancias, su inmediata ejecución. Pero sabemos,
sin embargo, que Artavasdes murió prisionero hacia el año 30.
El itinerario más probable del cortejo triunfal se iniciaría en el pala-
cio real de Loquías y avanzaría por la avenida Canópica, pasando por la
colina artificial de Pan. Así llegaría hasta la calle de Serapis en cuyo ex-
tremo se hallaba el Serapeo, majestuoso templo dedicado al dios princi-
pal de la ciudad y en el que Marco Antonio realizaría un sacrificio hecho
en su honor11. Esta acción fue uno de los hechos políticos más torpes
de la vida de Antonio. Ya había roto una inveterada tradición romana,
que era la de que los triunfos sólo se celebraban en la Urbs, ahora estaba
10
Sobre el tema, véase D. C. Braund, «To chain the king», Pegasus 29 (1986), págs. 1-5.
11
Cf. (n. 2), págs. 140s.
159
Octavia contra Cleopatra
160
4. La ruptura definitiva. 35-32 a. C.
Esta ceremonia pública tuvo lugar hacia finales de 34, más concre-
tamente hacia el otoño. Marco Antonio probablemente esperaba crear
una ceremonia que fuera el resultado de mezclar el ceremonial oriental
con el romano. Las conquistas en Oriente se habían hecho en nombre de
Roma, pero la celebración iba a formularse de acuerdo con las costum-
bres orientales.
En cualquier caso, las llamadas «donaciones», que se produjeron
en ese momento en Alejandría no supusieron diferencia alguna con la
administración existente hasta entonces. La mayoría de los territorios:
Egipto, Chipre, Celesiria, Cilicia y partes de Fenicia, pertenecían ya a
Cleopatra. Las esperanzas que sobre Media podía tener Alejandro He-
lios pasaban por su futuro como hijo político de Artavasdes. El reino de
Partia, que también se le concedió a Helios, representaba una esperanza
para el futuro. Puede parecer que Siria, que recibe Filadelfo, represen-
taba una concesión. De hecho, la reina egipcia la deseaba ardientemente
(Jos., A. J. 15,88), pero siguió teniendo un procónsul romano que fue
L. Calpurnio Bíbulo. A los reyezuelos locales no se les apartó de sus
reinos. Cirene y Armenia continuaron siendo ocupadas por las legiones
de Roma. La Armenia inferior se le adjudicó al año siguiente a Polemón,
rey del Ponto. Por último, entre los territorios concedidos no aparecía
por ninguna parte el reino judío, que Cleopatra deseaba para sí de for-
ma casi obsesiva. En conclusión estos “regalos” en forma de territorios
fueron poco más que gestos que deben ser puestos en el contexto de una
ceremonia tan importante como la que reseña el pasaje analizado.
El mismo Antonio mantuvo una cierta distancia. Podía sentarse en
un qro/noj de oro (Ant. 54,3), pero él no era rey de Egipto. Quienes
reinarían serían Cleopatra y sus hijos, tanto en el reino Lágida como en
los otros territorios. De todas formas, el significado y la verdad histórica
que se ocultan tras esta ceremonia alejandrina es incierta. Quizá a los
niños se les tenía reservado en un futuro lejano un papel similar al de los
reyes aliados de Roma, como lo fue su madre. Pero esto es sólo una hi-
pótesis. Por cierto que el término misorrw/maion (ibíd.) es una palabra
rarísima y que quizá fuera invención de Plutarco, aunque su antónimo
161
Octavia contra Cleopatra
162
4. La ruptura definitiva. 35-32 a. C.
14
Cf. (cap. 3, n. 5).
15
CIL 3,7232.
163
Octavia contra Cleopatra
164
4. La ruptura definitiva. 35-32 a. C.
la época de Cleopatra III, a fines del siglo segundo, las reinas habían
adquirido una identificación completa con esa divinidad tan importante
del panteón egipcio.
El título de nea Isis parece originarse con la misma Cleopatra VII16.
Probablemente, pensamos nosotros, en correspondencia con el título de
neos Dionisos que adquirirá para sí Marco Antonio (Ant. 33,4-34,1 y en
especial 60,3). En ningún documento oficial de la época Cleopatra es
llamada nea Isis. Sin embargo, tenemos buenos argumentos para tomar
como verdadera la información que proporciona Plutarco. Cleopatra se
denomina a sí misma en las monedas como qea\ newte/ra y su padre,
Ptolomeo XII Auletes, tenía entre su titulatura el de neos Dionisos, como
ya hemos mencionado que luego lo tendría Antonio17.
Dión Casio (49, 41,1-4), al igual que Plutarco, concede una gran
importancia al episodio de las donaciones alejandrinas del año 34. El
historiador bitinio es más fiel al detalle y probablemente también más
fiable que Plutarco en cuanto a temas específicos como la exacta titulatu-
ra otorgada, por ejemplo. Pero el relato que ambos autores hacen de los
hechos es parcial y, en algunos asuntos, exagerado. La verdad histórica
sobre lo que realmente aconteció ese año 34 es imposible de determinar.
Como se infiere por Dión más adelante, la tendencia literaria filoaugus-
tea se apresuró a lanzarse sobre el asunto y el tono que ella proyectó ha
coloreado toda la tradición posterior sobre el tema.
En efecto, a principios del año 32 Antonio buscó la ratificación en
Roma de sus acciones de 34 pero los cónsules proantonianos de aquel
año, C. Sosio y Cn. Domicio Ahenobarbo, rehusaron dar a conocer sus
despachos a la opinión pública ya que creían, probablemente con lógica,
que iban a influir negativamente en la reputación de Antonio (D. C.
49,41,4). Octaviano, por supuesto, era partidario de darlos a conocer
pero los cónsules tuvieron éxito en su intento, cosa que resulta increíble
si la política de donaciones había sido tan pública y, sobre todo, tan
espectacular como Plutarco y Dión quieren hacernos creer. Lo malo para
16
P. M. Fraser (cap. 3, n. 32), págs. 244s.
17
Vd. M. Grant (cap. 2, n. 65), págs. 168 s.
165
Octavia contra Cleopatra
166
4. La ruptura definitiva. 35-32 a. C.
2. La guerra de propaganda
18
Cf. K. Scott, «Octavian’s Propaganda and Antony’s De Sua Ebrietate», CP 24 (1929),
págs. 133s.
19
Stähelin, Kleopatra, col. 766 sitúa la cronología de este texto en febrero de 32 pero cree-
mos que su datación es errónea.
20
Véase Scott, PP, pags. 39-40.
21
Cf. J. Moles, «Plutarch, Vit. Ant. 31. 3 y Suetonius, Aug. 69. 2», Hermes 120 (1992),
pág. 245. Scott, PP, pág. 40, n. 4 sitúa erróneamente la carta en el año 32 añadiendo «and
relations were strained, to say the least».
22
Quid te mutauit? quod reginam ineo? uxor mea est? nunc coepi, an abhinc annos nou-
em? tu deinde solam Drusillam inis? Ita ualeas uti tu, hanc epistolam cum leges, non inieris
Tertullam aut Terentillam aut Rufillam aut Saluiam Titiseniam aut omnes, an refert, ubi
et in qua arrigas?
167
Octavia contra Cleopatra
con Tértula, o con Terentila23, o con Rufila, o con Salvia Titisenia o con
todas ellas. ¿Importa acaso dónde y con quién te pones en erección?»
(Suet., Aug. 69,2)24. Habría que decir que recientemente J. Moles25 ha
defendido la hipótesis de que esta carta es la fuente que usa, directa o
indirectamente Plutarco en Ant. 31,2.
Dión en este pasaje utiliza, casi seguramente, la misma fuente que
Plutarco en su Vida de Antonio (55). Ambos autores ofrecen similares
quejas por parte de Antonio. En cambio, difieren en las acusaciones que
emite Octavio: en Dión, aquél hace hincapié en el desdoro que para el
pueblo romano supuso la traicionera captura del rey de Armenia. Pero,
al mismo tiempo, el joven César le pedía a su colega la mitad del botín de
la campaña armenia, que él creía que le correspondía por derecho, lo cual
estaba en clara contradicción con la primera acusación.
Octaviano acusaba asimismo a Antonio de que gobernaba Egipto y
otros territorios sin corresponderle por sorteo y en el hecho de que ha-
bía eliminado a Sexto Pompeyo. La primera de las acusaciones es falsa
ya que Antonio estaba legitimado al gobierno de la parte oriental del Im-
perio según lo estipulado en Brindisi. En cuanto a la segunda, sabemos
23
Se cree que se trata de Terencia, la esposa de Cilnio Mecenas.
24
El sentido de la problemática frase de Cleopatra como uxor de Marco Antonio quedó
solucionada cuando K. Kraft, «Zu Sueton, Divus Augustus 69. 2», Hermes (1967), págs.
496-499 [=Gesammelte Aufsätze (1973), pág. 47] propuso la opción que nosotros hemos
escogido y es que la frase debía ser interrogativa –uxor mea est?– como las que anteceden y
siguen. Esta propuesta ha sido aceptada por la práctica totalidad de los investigadores, in-
cluyendo un romanista tan conocido por sus estudios sobre la institución del matrimonio
romano como E. Volterra en Festschrift W. Flume (1979), pág. 205. Otro intento de expli-
cación, con menor éxito que el anterior, es el de A. Guarino en Labeo (1975), pág. 393, que
rechaza la hipótesis de Kraft, diciendo que uxor no querría decir en esta misiva la mujer
legítima, sino simplemente la mujer con la que se convive. Por último, A. D’Ors en su ar-
tículo «Cleopatra ¿“uxor” de Marco Antonio?», Anuario de Historia del Derecho Español
49 (1979), págs. 639-642; es de la opinión en la pág. 641 de que esta carta de Marco Antonio
a Octaviano «sería una pura invención picante de Suetonio para adornar su biografía, a
propósito de las malas costumbres del joven Octaviano». Desde nuestro punto de vista, el
contexto de acusaciones mutuas y la batalla propagandística en la que la carta se encuentra
inmersa, resta posibilidades de verosimilitud a la propuesta del maestro español. Creemos
que la misiva existió y que éstos fueron sus términos exactos en una época histórica donde
los conceptos de decencia y moral públicas eran muy diferentes a los que manejamos en la
actualidad. Véase como colofón del asunto a J. Moles (n. 21).
25
Cf. (n. 21), págs. 245-247.
168
4. La ruptura definitiva. 35-32 a. C.
169
Octavia contra Cleopatra
170
4. La ruptura definitiva. 35-32 a. C.
Ambos cónsules, entre los que estaba Cn. Domicio Ahenobarbo (el Do-
micio de Plutarco en Ant. 56), huyeron hacia Éfeso con Antonio junto
con otros trescientos senadores. Domicio se encontraría con Antonio
proveniente de Roma probablemente a fines de febrero o marzo de 32.
Probablemente Domicio habría llegado a la opinión de que lo mejor
para el bando antoniano era que Cleopatra volviera a Egipto, entre otras
cosas, porque acababa de llegar de la Urbs dónde se había enfrentado
cara a cara con Octavio y sabía del daño irreparable que la propagan-
da contraria a Antonio estaba causando en la Península. Él, junto con
otros políticos experimentados como Munacio Planco intuían que, si la
reina volvía a sus territorios, Octaviano difícilmente podría explicar el
conflicto que se estaba gestando en términos de una lucha contra la rei-
na bárbara y extranjera, sino precisamente como lo que en realidad era:
una lucha contra su colega de gobierno por el poder único en el mundo
romano. Aunque el taimado joven no quería ni pronunciarlo, ya que así
le sería mucho más difícil concitar voluntades.
Canidio Craso, a punto de ser nombrado máximo responsable de las
fuerzas de infantería, incidiría en la importancia de la ayuda militar de
Cleopatra. No hay ninguna razón aparente para pensar, como lo hace
Plutarco, que había sido sobornado (56,2). La reina deseaba ferviente-
mente estar presente y no necesariamente, como de nuevo afirma el beo-
cio porque tuviera miedo de la todavía esposa del triunviro Antonio.
Octaviano convenció a muchos italianos de que el conflicto que es-
taba gestándose a la vuelta de la esquina era una cruzada contra Oriente.
Pero, de hecho, muchos orientales vieron en él una ocasión para ajustar
cuentas contra el todopoderoso gigante romano. Un oráculo sibilino
compuesto alrededor de estas fechas por un oriental anónimo ansiaba
con júbilo una humillación romana y un triunfo de Cleopatra que, a la
postre, era también el triunfo de Asia (Sib. Or. 3,350-380)28. Los que
creyeran ésto, lucharían por un general romano sino por la reina egipcia
y, si se ganaba, la victoria sería de Cleopatra y no de Antonio. Por tanto,
28
Tarn, (cap. 3, n. 70), págs. 135-143.
171
Octavia contra Cleopatra
172
4. La ruptura definitiva. 35-32 a. C.
29
E. E. Rice, The Grand Procession of Ptolemy Philadelphus, Oxford, 1983, págs. 52-58.
173
Octavia contra Cleopatra
174
4. La ruptura definitiva. 35-32 a. C.
lado nada simpático (Plut., Ant. 58,2-4), ya que se trata del exponente
más claro de individuo que, durante el período que estamos analizando
en esta monografía, está más dispuesto a cambiar de facción según co-
rran los vientos políticos.
Veleyo relata a continuación una historia según la que, durante una
mascarada celebrada en Alejandría, Planco había aparecido disfrazado
como el dios marino Glauco, bailando sobre las cuatro extremidades
con el cuerpo teñido de azul y con una cola de pez31. La anécdota es
muy creíble ya que en el ámbito privado eran frecuentes este tipo de
celebraciones dedicadas a Dioniso y en ellas, como demuestra el famoso
friso de la Villa de los Misterios, los disfraces estimulaban la fantasía de
los participantes en la fiesta.
Munacio Planco había estado encargado del sello y la corresponden-
cia de Antonio desde el año 35 (Ap., BC 5,144) y había estado presente,
de modo espectacular, en los intercambios de acusaciones entre ambos
triunviros. Plutarco comete un error (Ant. 58,2-4) cuando alude a que
tanto Planco como Ticio habían sido ya cónsules, ya que éste último
sólo lo fue en el año 31. Si Plutarco hubiera querido dejar realmente
mal parado a Antonio, el historiador hubiera redactado su texto en una
forma similar a como lo hizo Dión (50,3, 4-5). El Octavio de Plutarco
no se encuentra especialmente ultrajado por el polémico contenido del
testamento de Antonio, sino que maneja el asunto con calma y con cui-
dado. Tampoco la plebe romana reacciona con especial horror. Vemos
incluso cómo una parte de los senadores desaprueba el comportamiento
de Octaviano (58,4).
El testimonio del historiador de Queronea señala que Octavio pidió
el testamento a las vírgenes vestales (Ap. BC 3,92), pero éstas no quisie-
ron dárselo. Se limitaron a mandarle recado de que, si él realmente que-
ría hacerse con el documento, fuera y lo cogiera. A nosotros se nos hace
muy cuesta arriba creer en semejante ejercicio retórico. Lo que proba-
blemente sucedió es que Octaviano simplemente arrebató el documento
31
Sobre la misma véase Scott, PP, pág. 32 y Zanker, API, pág. 72.
175
Octavia contra Cleopatra
176
4. La ruptura definitiva. 35-32 a. C.
4. El testamento de Antonio
Los dos desertores llevaban consigo un secreto impagable: el lugar
donde se encontraba a buen recaudo el testamento de Antonio. A Octa-
viano le caía una oportunidad llovida del cielo. En 50,3,4-5, Dión Casio
coincide con Plutarco (Ant. 58,2-4) e implícitamente nos hace suponer
que Octaviano supo por los dos individuos que hicieron defección del
bando de Antonio todos los planes presentes y futuros de éste y las cláu-
sulas que contenía el testamento. Pero, a diferencia de Plutarco, Dión no
dice que el precioso documento estaba guardado en poder de las vesta-
les. En este caso, pensamos que Dión es menos fiable que Plutarco y que
el testamento estaba en poder de estas mujeres consagradas a Vesta. El
hecho de depositar testamentos y otros documentos de gran valor en el
templo redondo de dichas vírgenes era una práctica común en Roma y
da toda la credibilidad a la fuente plutarquea.
Una de las disposiciones del documento que más debió entristecer,
y a la vez indignar, a los habitantes de la Urbs es la que se refería a que,
cuando Antonio muriese, fuese enterrado al lado de Cleopatra en Ale-
jandría. Roma era desde tiempo inmemorial el lugar de enterramiento
de los grandes personajes de la República. Antonio, al declarar que, en
el momento supremo, prefería la capital egipcia como lugar de su in-
humación, hacía una gran ofensa a la sensibilidad romana ya que venía
a asimilarse con los Tolomeos sepultados en la ciudad oriental, rival
de Roma.
177
Octavia contra Cleopatra
32
Así, M. Rostovtzeff, Social and Economic History of the Roman Empire, Oxford, 1926,
págs. 29 y 494, n. 24 (aunque tácitamente abandone la hipótesis en las sucesivas ediciones),
en contra Scott, PP, págs. 41s. Luego Syme, RR, pág. 357 y más recientemente J. Crook,
«A legal point about Mark Antony’s will», JRS 47 (1957), págs. 36-38 e íd.,«A negative
point about Mark Antony’s will», L’Antiquité Classique 58 (1989), págs. 220-223., han
cuestionado la validez total o parcial del documento. En contra, y defendiendo la opinión
en que nosotros ahondamos, se han pronunciado J. R. Johnson, «The authenticity and
validity of Antony’s will», L’Antiquité Classique 47 (1978), págs. 494-503 y F. A. Sirianni
en ibíd. 53 (1984), págs. 236-241, discrepando de Johnson en algún punto.
33
J. Griffin (cap. 1, n. 79), págs. 22-24.
178
4. La ruptura definitiva. 35-32 a. C.
179
Octavia contra Cleopatra
34
«Iurauit in mea verba tota Italia sponte sua et me belli quod uici ad Actium ducem
depoposcit». Sobre el juramento, véase Syme, RR, págs. 359s. y A. Millán Méndez, «Sacra-
mentum militiae. Características del juramento prestado a Octavio en el año 32», Hispania
Antiqua 6 (1976), págs. 27-42.
180
4. La ruptura definitiva. 35-32 a. C.
35
Tal es la tesis del interesante artículo de T. Wiedemann, «The Fetiales. A reconsidera-
tion», CQ 36 (1986), págs. 478-490, donde se demuestra que el rito fecial de lanzamiento de
la lanza fue ideado probablemente por Octaviano para ser representado en este momento.
181
Octavia contra Cleopatra
182
4. La ruptura definitiva. 35-32 a. C.
36
Cf. J. N. Adams, The Latin Sexual Vocabulary, Londres, 1982, pág. 23.
37
Aunque el pasaje sea poco común en Plutarco, las referencias sexuales no constituyen,
ni mucho menos, algo raro en la literatura latina. En poesía se dan casos palmarios, como
Horacio por ejemplo.
183
5. Los dioses abandonan a
Cleopatra.
31-30 a. C.
1. Los sucesos de Accio
Desde el momento en que Octaviano arriba a Grecia, dispuesto a
enfrentarse con su compañero de Triunvirato en una confrontación que
determinaría el nombre del dueño único del mundo romano, la deser-
ción empezó a hacer mella en las filas del bando antoniano. Algunos
reyes clientes de Antonio se pasaron al enemigo, caso de Amintas con
su caballería gálata.
Algunos romanos se comportaron de forma parecida. Ese fue el caso
de M. Junio Silano (cos. 25) y de Q. Delio, personajes que efectuaron
ahora uno de sus proverbiales cambios de bandos. A estos les siguió uno
de los generales de estado mayor más próximos a Antonio, Cn. Domicio
Ahenobarbo (cos. 32; MRR,II, pág. 417), que se fugó literalmente con
lo puesto, en secreto y en una pequeña barca. El siempre caballeroso
Antonio le mandaría poco después sus propias pertenencias (Plut., Ant.
63,2-3, Vell. 2,84,2 y Suet., Nero 3,2).
Dión Casio explica el por qué de su deserción fundamentándola en
que tenía algún motivo de queja contra Cleopatra. En realidad, Aheno-
barbo aborrecía a la monarca egipcia y fue desde el principio contrario
a la guerra. El motivo de queja que tendría contra Cleopatra ayudaría a
explicar el tono de Plutarco cuando en Ant. 63,2 apostrofa sobre Domi-
cio que para\ th\nV| Kleopat / raj gnw/mhn. De hecho, siempre había sido
notorio que la reina no gozaba de las mayores simpatías en la considera-
ción del cónsul. En las deliberaciones que tuvieron lugar el año anterior,
Ahenobarbo había reclamado que la reina debía volver a Alejandría.
185
Octavia contra Cleopatra
186
5. Los dioses abandonan a Cleopatra. 31-30 a. C.
187
Octavia contra Cleopatra
piensa que la batalla debería verse como un intento, por parte de Antonio,
de romper el bloqueo al que estaba sometido con tantos barcos y tropas
como fuera posible. El curso de los acontecimientos de la batalla se presta
a debates de todo tipo. Lo cierto es que, al parecer, hubo poca lucha y asi-
mismo pocas bajas. Es posible que una parte de la flota de Antonio rehu-
yera el combate o se negara a combatir. El mismo triunviro logró abrirse
paso con cuarenta barcos y seguir a Cleopatra en su huida a Egipto. Este
es el momento concreto que analiza Veleyo (2,85,3) en un pasaje, teñido de
un tono filoaugusteo que sobrecoge. Estamos ante un momento cumbre.
En Veleyo, el hecho queda reflejado por medio del recurso a unas an-
títesis llenas de tensión: Antonius fugientis reginae quam pugnantis mili-
tis sui comes esse maluit, et imperator, qui in desertores saeuire debuerat,
desertor exercitus sui factus est. El estilo lacónico y a la vez poderoso de
Veleyo Patérculo está aquí muy presente.
Plutarco (Ant. 67,1) maneja el texto de forma admirable. La soledad
de Antonio se está preparando desde Ant. 63,5-6 hasta alcanzar el clímax
en 66,5. El paralelo más cercano a este texto es Pompeyo (72s.), y su re-
acción tras Farsalia (9 de agosto de 48). Pompeyo también se sienta en
silencio en un primer momento y, cuando aparecen los hombres de Julio
César, se pone unas humildes ropas y huye. Cuando por fin encuentra
un barco, se acomoda a bordo en silencio y navega con la esperanza de
reencontrarse con su esposa Cornelia. Una semejanza tan grande en-
tre los dos pasajes no nos sorprende. Ni siquiera es necesario pensar
que uno derive del otro o que ambos provengan de una fuente original.
Es muy poco probable que un retrato tan humano de Antonio esté to-
mado de alguna fuente y aquí, como en el caso de Pompeyo, Plutarco
reconstruye gran parte de la secuencia tomándola seguro de su propia
imaginación, encontrando detalles similares que se ajusten entre sí y que
evoquen la misma simpatía por Antonio que por Pompeyo.
of the 1st international Symposium on Nicopolis, Preveza, 1987, págs. 57-69; W. M. Murray
y M. Petsas, The spoils of Actium Archaeology 41,5 (1988), págs. 28-35 y finalmente R. A.
Gurval, Actium and Augustus. The politics and emotion of civil war, Ann Arbor, Michigan
U. P., 1995.
188
5. Los dioses abandonan a Cleopatra. 31-30 a. C.
2
Pelling, Antony, pág. 284.
189
Octavia contra Cleopatra
3
Es probable que la ceremonia en la que participaron ambos muchachos se celebrara
en abril de 30 pero, desde luego, los otros acontecimientos relatados en este pasaje debe
situarse cronológicamente a fines del año 31.
190
5. Los dioses abandonan a Cleopatra. 31-30 a. C.
4
Se trata de un poema escrito en el Alto Imperio, probablemente por C. Rabirio, de
unas sesenta líneas junto con otros fragmentos de menor extensión, que fue encontrado en
Herculano. Sobre el mismo véase la edición de I. Garuti, C. Rabirius. Bellum Actiacum e
Papyro Herculanensi 817, Bologna, 1958; también H. W. Benario, «The ‘Carmen de bello
Actiaco’ and Early Imperial Epic», ANRW II 30. 3, hrsg. W. Haase, Berlin-New York,
1983, págs. 1656-1662 y G. Zecchini, «Il Carmen de bello Actiaco. Storiografia e lotta
politica in età augustea», Historia Einzelschr. Heft 51, Stuttgart, 1987, págs. 26s.
5
Cf. Pelling, Antony, pág. 300.
6
Vd. I. Becher (cap. 3, n. 39), págs. 160-163.
191
Octavia contra Cleopatra
7
Para todo este tema de Cleopatra y sus experimentos de venenos en seres humanos hay
una aportación muy reciente de G. Marasco, «Cleopatra e gli esperimenti su cavie huma-
ne», Historia 44 (1995), págs. 317-325.
8
Syme, RR, pág. 375. Vd. En especial R. A. Gurval (n. 1).
192
5. Los dioses abandonan a Cleopatra. 31-30 a. C.
193
Octavia contra Cleopatra
194
5. Los dioses abandonan a Cleopatra. 31-30 a. C.
11
Véase R. Lattimore, Themes in Greek and Latin Epitaphs, Illinois, 1942, págs. 285-290.
12
«... uixi et quem dederat cursum Fortuna peregi,/ et nunc magna mei sub terras ibit ima-
go. / urbem praeclaram statui, mea moenia uidi ...», (Aen. 4,653-655).
195
Octavia contra Cleopatra
196
5. Los dioses abandonan a Cleopatra. 31-30 a. C.
14
Sobre él puede consultarse a A. Stein, Cornelius, RE 7 (1900), Nr. 164, cols. 1342-1346 y
Skutsch, cols. 1346-1350 y más recientemente R. D. Anderson et alii, «Elegiacs by Gallus
from Qasr Ibrîm», JRS 69 (1979), págs. 125-155, un importantísimo artículo, revelador
de un gran descubrimiento para la historia de la literatura latina y que ha desencadenado
un arduo debate que se encuentra, más de treinta años después, lejos de haber dicho su
última palabra.
197
Octavia contra Cleopatra
198
5. Los dioses abandonan a Cleopatra. 31-30 a. C.
15
Sobre la leyenda del fabuloso tesoro de los reyes lágidas de Egipto y su relación con la
última representante de la dinastía, tiene una pequeña nota T. R. S. Broughton, «Cleopatra
and the treasure of the Ptolemies», AJPh 106 (1985), págs. 115-116.
16
Esta es la única ocasión en toda la Vida de Antonio en la que Plutarco no otorga el con-
trol de la situación a Octavio. El heredero de César se muestra aquí totalmente confundido
y poco seguro acerca de qué pensar.
199
Octavia contra Cleopatra
200
5. Los dioses abandonan a Cleopatra. 31-30 a. C.
unos días, pero para este momento ya habría vuelto al palacio. Por otro
lado, la sencillez de vestimenta de la lágida contrasta con su especta-
cular despliegue final, teqnhkui=an e)n xrush=i katakeime/nhn kli/
nhi kekosmhme/nhn basilikw=j (Ant. 85,3). Dión Casio, por su parte,
(51,12,1) es más acerado. Hace reposar a Cleopatra en una costosa estan-
cia mientras está ataviada con las vestiduras de duelo llevadas de modo
negligente. El detalle de estar vestida sólo con la túnica supone un signo
visible de rendición o humildad. La descripción física de la reina en este
pasaje sugiere una profunda pena y la apatía de un perpetuo dolor. En la
escena hay un poderoso registro visual: la reina que desea reclinarse y el
comandante que se sienta.
El individuo llamado Seleuco es desconocido. Plutarco no explica
su presencia y nosotros ya habíamos asumido que Cleopatra y Octavio
estaban a solas, aunque en la narrativa plutarquea los sirvientes entran
y salen sutilmente del espacio donde acontece la acción. Por su parte,
Shakespeare hace entrar a Seleuco a petición de Cleopatra (5,ii,139).
En cuanto a la excusa ofrecida por la lágida, la mención a Livia es
corroborada en las tradiciones paralelas por Dión Casio (51,13,2). Lo
más probable es que la mención a la hermana de Octaviano fuese fruto
de una elaboración propia de Plutarco.
Dentro del lamento de Cleopatra junto a la tumba de su amado Anto-
nio (Plut. Ant. 84,2-4), la circunstancia de que la reina debería ser llevada
a Roma para ser exhibida en un previsible triunfo alejandrino adquie-
re una gran importancia. Plutarco convierte esto en una de las razones
que conducen a la Lágida a la solución del suicidio. Ésta será después la
versión oficial sobre los motivos de su muerte y, de manera probable,
el mismo Octavio la autorizaría como elemento de propaganda. Poco
después de los hechos, el poeta Horacio, «seguro y a sueldo en Roma»17,
edifica el momento culminante de esta cuestión en sus Odas (1,37)18.
En otro orden de cosas, la «tumba», de la que habla Plutarco en este
texto (84,2), era el lugar donde se le ofrecerían presentes al Antonio
17
Syme, RR, pág. 377.
18
Cf. (n. 13).
201
Octavia contra Cleopatra
19
Sobre el tema de los lamentos como un género propio en la literatura griega, véase M.
Alexiou, The Ritual Lament in Greek Tradition, Cambridge, 1974.
20
Cf. (n. 19), pág. 134.
202
5. Los dioses abandonan a Cleopatra. 31-30 a. C.
21
Ibídem, pág. 178.
22
Véase también el trabajo de J. Griffin, Latin Poets and Roman Life, Duckworth, Lon-
dres, 1985, págs. 45-46 y 142-162.
23
Cf. (n. 13).
203
Octavia contra Cleopatra
24
Así lo creen, por ejemplo entre otros, M. Grant (cap. 2, n. 65), págs. 224-227. También
Syme, RR, págs. 376-377, deja entrever de manera implícita una idea similar a la que hemos
expresado.
25
Un auténtico Götterdämmerung, que haciendo un ejercicio quizá peligroso pero muy
ilustrativo, podría compararse con lo que ocurrió durante la caída de Berlín en el fatídico
mes de abril de 1945 y los meses que siguieron al final de la segunda Guerra Mundial.
204
5. Los dioses abandonan a Cleopatra. 31-30 a. C.
26
Cf. (n. 7).
27
Vd. I. Becher (cap. 3, n. 39), págs. 151-173, para la confrontación de las diferentes versio-
nes sobre el fallecimiento de la reina egipcia.
205
Octavia contra Cleopatra
28
Antony, pág. 319.
206
5. Los dioses abandonan a Cleopatra. 31-30 a. C.
29
Cf. C. F. Russo, Aristofane, autore di teatro, Firenze, 1962, págs. 57-65.
30
Por cierto, sobre ese poema de Propercio que mencionamos véase W. R. Nethercut,
«Propertius 3,11», Transactions and Proceedings of the American Philological Association
102 (1971), págs. 411-443.
207
Octavia contra Cleopatra
31
Cf. Becher, (cap. 3, n. 39), pág. 169.
32
Como podemos comprobar aquí «casi todo», son imagines: imágenes de la reina egipcia
en el triunfo celebrado tras su muerte, imágenes de la forma de gobierno sui generis que
Octavio implementa cuando unos tres años después estos hechos, es decir cuando ve su
posición de poder unipersonal más inatacable, etc.
208
5. Los dioses abandonan a Cleopatra. 31-30 a. C.
33
Cf. (n. 13).
34
Aceptando el carácter filoagusteo de la obra de ambos, asunto que ha quedado bien
demostrado en este trabajo.
209
Conclusiones
211
Octavia contra Cleopatra
212
Conclusiones
213
Octavia contra Cleopatra
214
Conclusiones
mujeres, que evitaría que éstas se sintiesen como esclavas y las haría más
obedientes y menos propensas a entrometerse en los asuntos masculinos.
Volvamos ahora a Hortensia. Había pasado un siglo y medio de las
palabras de Valerio. Las mujeres se habían emancipado hasta el punto de
poder discutir en público cuestiones de índole típicamente masculina.
Una mujer culta y emancipada como Hortensia, compartía la idea de
Valerio de que las mujeres merecían un premio a cambio de su exclusión
de la vida pública: «¿Por qué hemos de pagar tributos nosotras que no
tenemos participación ..., en absoluto, en el gobierno de la cosa pública
(...)?», (Ap., BC 4,33).
Privilegio a cambio de exclusión, eso fue lo que Hortensia solicitó en
nombre de las mujeres más importantes de la Urbs. Su proposición fue
aceptada y se modificó la política fiscal. En la óptica romana, su razo-
namiento era perfectamente lógico. Las mujeres no solicitaban otra cosa
que el respeto del do tu des implícito en la relación entre los sexos. Evi-
dentemente, estos términos eran suficientemente remunerativos, cuando
menos para la mayoría de los hombres.
El episodio de Hortensia fue un suceso público que debió de alcan-
zar una repercusión espectacular aunque ahora las fuentes no permitan
percibir el asunto en toda su importancia. Ya que ninguno de los pró-
ceres de la Urbs ofreció a las mujeres su patrocinium ante los triunviros
para defender el punto de vista de aquéllas, es la misma Hortensia la que
se erigió en defensora de los intereses de sus compañeras. No es casual
que el asunto sea, en esencia, la demanda de un beneficium por parte
de las mujeres, siendo éste garantizado por un simple pronunciamiento
de los triunviros. Tampoco lo es que Valerio Máximo (8,3,3), la otra
fuente que describe la escena, lo haga usando para ello términos sacados
del vocabulario legal. Precisamente una de las características del sistema
monárquico que se estaba prefigurando en el triunvirato era la imposibi-
lidad de distinguir entre la emanación de decisiones y el hecho de emitir
fallos legales, por parte de quienes detentaban el poder.
Nuestra investigación tenía como punto de partida el 27 de noviem-
bre de 43 con la promulgación de la Lex Titia, que es la que implantaba
215
Octavia contra Cleopatra
216
Conclusiones
vio. Es cierto que fracasó pero si la suerte de Accio hubiera sido distinta,
los historiadores de la antigua Roma estaríamos hoy en día hablando de
un Imperio romano definido en términos bastante distintos a como lo
concibió Augusto.
En este primer encuentro Antonio no quedó ni mucho menos sub-
yugado por la reina. Ésta confirmó la lealtad a Roma del reino cliente de
los lágidas y tanto ella como Antonio pasaron juntos el invierno del 41 al
40 en Alejandría, invierno plagado de anécdotas, la gran mayoría de ellas
magnificada por la propaganda filoaugustea. Mientras sucedía todo esto,
en Italia tenía lugar el oscuro asunto de la guerra de Perusa. Precisamen-
te, después de que Octavio aplastara en Perusa a algunos miembros de la
facción de Marco Antonio, entre ellos a su hermano Lucio y a su esposa
Fulvia, empezaron unas negociaciones en serio para restaurar, de alguna
manera, el “espíritu” de Bolonia y, por ende, la esencia del peculiar sis-
tema de gobierno allí creado, que estaba en aquellos momentos pasando
por una etapa de crisis ciertamente grave.
El resultado de estas conversaciones se conoce, para la Historia, con
el nombre de tratado de Brindisi. Con este acuerdo, Octavia alcanzó un
especial protagonismo. Se le entregaba a Antonio como esposa, con lo
cual Octavio cortaba un tanto las alas del que sin duda sabía que termi-
naría siendo su único y principal rival. Su modo de hacerlo era ligándolo
a su familia y poniendo al lado de su compañero de triunvirato a una
mujer de las características de su hermana, para que intentara recondu-
cir a Antonio por el buen camino, del que empezaba a desviarse. Con
esta jugada maestra, Octavio hace de su hermana una de las más fuertes
garantías de estabilidad de la estructura política del Triunvirato. Así, un
sistema fundado sobre una base totalmente alegal, daba pasos hacia su
consolidación mediante su apuntalamiento en una figura de carácter tan
carismático como la de Octavia. Es otra versión, si se quiere, en la que
el honos, la gravitas y el mos maiorum se convierten otra vez en la base
ideológica del sistema político vigente, aunque estos conceptos hayan
pasado en esta ocasión por un tamiz muy peculiar si se mira con la óptica
romana: la figura de una mujer.
217
Octavia contra Cleopatra
218
Conclusiones
219
Octavia contra Cleopatra
220
Conclusiones
221
Octavia contra Cleopatra
222
Conclusiones
223
Octavia contra Cleopatra
224
Conclusiones
225
Octavia contra Cleopatra
226
Conclusiones
227
Octavia contra Cleopatra
228
Abreviaturas
229
Bibliografía
Apiano (1985): Historia Romana III. Guerras Civiles (Libros III-IV), A. San-
cho Royo, ed., Madrid, Gredos.
Cassius Dio (1989): Roman History V. Books XLVI-L, E. Cary ed., Harvard U.
P., reimp, Loeb Classical Library.
Gayo (1985): Instituciones, ed. bilingüe, Manuel Abellán et al. traductores, Ma-
drid, Civitas.
Plutarch (1988): Live of Antony, B. Perrin ed., Harvard U. P., reimp, Loeb
Classical Library.
Velleius Paterculus (1992): Compendium of Roman History and Res Gestae
Divi Augusti, F. W. Shipley ed., Harvard U. P., reimp, Loeb Classical Library.
Â
Adams, J. N. (1982): The Latin Sexual Vocabulary, Londres.
Alexiou, M. (1974): The Ritual Lament in Greek Tradition, Cambridge U. P.
Alfaro, C. (1993): «Antonia Minor: símbolo de las Clarissimae romanas», As-
parkia, 2, págs. 47-54.
Alföldy, G. (2012): Nueva historia social de Roma, Sevilla, Ediciones de la Uni-
versidad de Sevilla.
Alonso Troncoso, V. (1991): «Crianza y derecho de alimentos: de Homero
a Solón», Anejos de Gerión. Homenaje al Dr. Michel Ponsich, págs. 29-51.
— (2003): «Las primeras bibliotecas en Roma», Revista General de Información
y Documentación, 13, págs. 39-49.
Alonso Troncoso, V. y García Vivas, G. A. (2009): «Octavia contra Cleopa-
tra: imagine della donna e confronto culturale», en H. J. Gehrke y A. Mas-
trocinque (Hgrs.), Roma e l’Oriente nel i sec A. C. (acculturazione o scontro
culturale?). Atti del Convegno Humboldtiano Verona, 19-21 febbraio 2004,
págs. 11-34.
231
Octavia contra Cleopatra
232
Bibliografía
Bosworth, A. B. (1972): «Asinius Pollio and Augustus», Historia 21, págs. 441-
473.
Bowersock, G. W. (1965): Augustus and the Greek World, Oxford U. P.
— (1983): Roman Arabia, Harvard U. P.
— (2013): The Throne of Adulis. Red Sea Wars on the Eve of Islam, Oxford U.P.
Bradford, E. (1995): Cleopatra, Barcelona.
Brandt, H. (1995): «Marcellus “sucessioni praeparatus”? Augustus, Marcellus
und die Jahre 29-23 v. Chr.», Chiron 25, págs. 1-17.
Braund, D. C. (1984): Rome and the Friendly King. The Character of Client
Kingship. Londres.
— (1986): «To chain the king», Pegasus 29, págs. 1-5.
Bravo, G. (1989): Poder político y desarrollo social en la Roma Antigua, Madrid.
Brenk, F. E. (1992):«Plutarch’s Life “Markos Antonios”: A Literary and Cultu-
ral Study», ANRW II, 33. 6, págs. 4347-4469.
Broughton, T. R. S. (1985): «Cleopatra and the Treasure of the Ptolemies»,
AJPh 106, págs. 115-116.
Bruhl, A. (1953): Liber Pater. Origine et Expansion du culte dionysiaque a
Rome dans le monde romain, París.
Brunt, P. A. (1966): «The Roman Mob», Past and Present 35, págs. 3-27.
— (1971): Italian Manpower, Oxford U. P.
Cantarella, E. (1991): La calamidad ambigua, Madrid.
Carcopino, J. (1937):«César et Cléopâtre», Annales de l’Ecole des Hautes Étu-
des du Gand 1, págs. 35-77.
Carlton, W. (1972-1973): «Ancient Warships 700-31 BC, IV: Conclusion»,
Journal of the Society of Ancient Numismatics 4, págs. 23-24.
Casson, L. (1971): Ships and seamanship in the Ancient World, Princeton U. P.
Castillo, A. (1974): del, «Problemas en torno a la fecha de la legislación matri-
monial de Augusto», Hispania Antiqua 4, págs. 179-189.
— (1974): «El papel económico de las mujeres en el Alto Imperio Romano»,
Revista Internacional de Sociología 32, 9-10, págs. 59-76.
— (1975): La mujer romana y sus intentos de emancipación durante el siglo i d. C.,
Granada.
— (1976): La emancipación de la mujer romana en el siglo i d. C., Granada.
233
Octavia contra Cleopatra
234
Bibliografía
235
Octavia contra Cleopatra
236
Bibliografía
237
Octavia contra Cleopatra
Kraft, K. (1967): «Zu Sueton, Divus Augustus 69. 2», Hermes, págs. 496-499.
Kromayer, J. (1899): «Kleine Forschungen zur Geschichte des zweiten Trium-
virats VII», Hermes 34, págs. 1-54.
Lane, E. N. (1996): (ed.), Cybele, Attis and Related Cults: Essays in memory of
M. J. Vermaseren. Religion in the Graeco-Roman World, Leiden.
Lattimore, R. (1942): Themes in Greek and Latin Epitaphs, Illinois U. P.
Lauter, H. (1980-81): «Porticus Metelli-Porticus Octaviae. Die baulichen
Reste», BCAR 87, págs. 37-46.
— (1980-81): «Ein frühaugusteiches Emblem in den Porticus Octaviae», BCAR
87, págs. 47-55.
Le Corsu, F. (1981): Plutarque et les femmes dans les Vies Parallèles, Les Belles
Letres, París.
Le Glay, M. (1990): Grandeur et déclin de la République, París.
Levi, M. A. (1933): Ottaviano Capoparte, II, Florencia.
Lewis, J. D. (1970): «Primum facinus novi principatus?», Auckland Classical
Essays presented to E. M. Blaiklock, Auckland, págs. 165-184.
Ludwig, E. (1937): Cleopatra: the story of a queen, Londres.
Lintott, A. (1999):Violence in Republican Rome, Oxford.
Magie, D. (1950): Roman Rule in Asia Minor, Princeton U. P.
Magnino, D. (1984): Appiani bellorum civilium liber tertius, Florencia.
Manning, J. G. (2009), The last pharaohs. Egypt under the Ptolemies, 305-
30 B. C., Princeton University Press.
Mannsperger, D. (1973): «Apollon gegen Dionysos. Numismatiche Beiträge zu
Octavians Rolle als Vindex Libertatis», Gymmnasium 80, págs. 381-404.
Marasco, G. (1987): Aspetti della politica di Marco Antonio in Oriente,
Florencia.
— (1992): «Marco Antonio «nuovo Dionisio», e il De sua ebrietate», Latomus
51, págs. 538-548.
— (1995): «Cleopatra e gli esperimenti su cavie humane», Historia 44, págs. 317-325.
Martin, P. M. (1972): «Héraklès en Italie d’après Deny d’Halicarnase: (A. R.
1,34,44)», Athenaeum 50, págs. 252-275.
Mette, H. J. (1973):«Vergil, Bucol. 4. Ein Beispiel “generischer”, Interpreta-
tion», RhM 116, págs. 71-78.
238
Bibliografía
239
Octavia contra Cleopatra
240
Bibliografía
241
Octavia contra Cleopatra
242
Bibliografía
243
Índice onomástico
(Elaborado por Ronda Vázquez Martí)
A
A. Alieno............................ Véase Alieno 58, 60, 61, 63, 64, 65, 72, 75, 77, 78, 79,
A. Gabinio.......................Véase Gabinio 80, 81, 83, 85, 86, 87, 88, 90, 109, 110,
A. Hircio............................ Véase Hircio 111, 113, 114, 117, 126, 127, 128, 129,
A. Terencio Varrón Murena.........Véase 130, 131, 132, 136, 138, 139, 140, 141,
Varrón Murena 142, 147, 214
Afrodita...................... 121, 122, 123, 124 Apolo..................................69, 74, 98, 99
Agripa......................................45, 82, 105 Areio....................................................198
Ahenobarbo (hijo), Cn. Domicio Ahe- Aristófanes............................................60
nobarbo...... 63, 90, 165, 171, 174, 185 Arquelao.............................................143
Ahenobarbo (padre), L. Domicio Ahe- Arsínoe............... 128, 129, 130, 131, 132
nobarbo.................... 62, 63, 72, 84, 91 Artavasdes.... 96, 150, 157, 159, 161, 166
Alejandro........ Véase Alejandro Magno Ártemis................................................129
Alejandro Helios........ 62, 145, 157, 159, Asinio Polión..................... Véase Polión
161, 163, 164, 198 Aspasia de Mileto...............................126
Alejandro Magno...... 123, 135, 164, 181 Atenea...................................................78
Alieno..........................................113, 128 Atia......................... 24, 25, 29, 34, 37, 58
Amintas.......................................143, 185 Augusto............................Véase Octavio
Amulio..................................................30
Ancaria..................................................58 B
Andrómaca.........................................194 Bíbulo..................................................161
Anfítrite................................................97 Bruto....... 45, 53, 90, 110, 111, 118, 129,
Antilo........... 84, 102, 190, 192, 198, 226 202, 216
Antonia la mayor....62, 63, 66, 72, 81, 84, 91
Antonia la menor.....................63, 81, 84 C
Antonio............... Véase Marco Antonio C. Asinio Polión............... Véase Polión
Apiano................... 12, 24, 25, 28, 29, 34, C. Calvisio Sabino...........Véase Calvisio
37, 38, 39, 40, 41, 42, 46, 47, 48, 49, 56, Sabino
245
Octavia contra Cleopatra
246
Índice onomástico
247
Octavia contra Cleopatra
Fonteyo Capitón..................................81 J
Fraates.................................................149 Julia (esposa de Pompeyo)................139
Franipates..............................................72 Julia (hija de Octavio).......43, 46, 50, 52,
Fufio Caleno.........................................57 84, 213
Fulvia..... 55, 57, 58, 61, 67, 84, 101, 102, Julia (madre de Antonio).... 49, 56, 64, 65
213, 217 Julio César.........................18, 23, 24, 26,
Fulvia (madre de Julia)........................49 27, 33, 34, 39, 40, 44, 45, 49, 50, 54,
57, 63, 64, 67, 68, 69, 78, 83, 90, 91, 92,
G 98, 99, 102, 109, 110, 111, 112, 113,
Gabinio...............................................128 114, 115, 116, 117, 120, 125, 127, 128,
Galeno.................................................191 129, 149, 154, 163, 166, 169, 172, 173,
Gelio Publícola...................................187 174, 180, 186, 188, 198, 199, 204, 216,
Germánico............................................63 219, 221
Glafira.................................127, 128, 167 Julo Antonio.................................84, 102
Glauco.................................................175 Junia.......................................................53
Junio Silano.........................................185
H Júpiter............................................33, 160
Héctor.................................................194
Heleno...................................................68 L
Hera...............................................97, 119 L. Calpurnio Bíbulo......... Véase Bíbulo
Hércules..................................69, 95, 122 L. César.................................................49
Herodes...............................144, 153, 200 L. Coceyo Nerva ............... Véase Nerva
Hircio....................................................24 L. Domicio Ahenobarbo ............... Véa-
Homero...............................................119 se Ahenobarbo (padre), L. Domicio
Horacio.... 80, 81, 82, 137, 201, 203, 207, Ahenobarbo
208, 225 L. Emilio Paulo...... Véase Emilio Paulo
Hortensia....................................214, 215 L. Escribonio Libón.......... Véase Libón
Hortensio Hortalo.............................214 L. Estayo Murco................................109
L. Julio César........................................40
I L. Marcio Censorino....... Véase Marcio
Iotape...........................................157, 163 Censorino
Iras...................... 191, 194, 202, 206, 207 L. Marcio Filipo.... Véase Marcio Filipo
Isis............... 124, 146, 164, 165, 172, 206 L. Munacio Planco............ Véase Planco
248
Índice onomástico
249
Octavia contra Cleopatra
Menodoro.................... 80, 138, 141, 142 99, 100, 101, 102, 104, 105, 106, 107,
Mesala Corvino..................................119 108, 112, 115, 116, 133, 137, 138, 139,
Milasa..................................................192 140, 141, 142, 143, 144, 148, 151, 154,
Mucia...................................................139 155, 156, 157, 158, 160, 163, 165, 166,
167, 168, 169, 170, 171, 172, 174, 175,
N 176, 177, 178, 179, 180, 181, 182, 185,
Neira....................................................191 186, 187, 189, 191, 192, 193, 195, 196,
Nereidas........................................97, 121 197, 198, 199, 200, 201, 203, 204, 205,
Nereo....................................................97 206, 208, 209, 212, 213, 214, 216, 217,
Nerón................. 63, 84, 90, 91, 133, 227 218, 219, 220, 221, 222, 223, 224, 225,
Nerva...............................................64, 82 226, 227
Nicolás de Damasco..........................136 Odiseo.........................................150, 198
Olimpo........................................194, 207
O Onfale....................................................95
Octavia............ 11, 12, 15, 16, 17, 18, 19, Opio....................................................116
23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 34, 37, 38, 42, Opio Estaciano...................................150
43, 44, 46, 49, 50, 51, 52, 53, 54, 55, 57, Osiris-Dioniso...................................186
58, 60, 61, 62, 65, 66, 67, 71, 72, 73, 74, Otón....................................................133
75, 77, 78, 79, 81, 82, 83, 84, 85, 86, 87, Ovidio...................................................93
88, 89, 90, 91, 92, 93, 94, 96, 97, 98, 99,
100, 101, 102, 103, 104, 105, 106, 107, P
108, 136, 141, 142, 144, 146, 148, 151, P. Canidio Craso..Véase Canidio Craso
152, 155, 160, 167, 173, 176, 199, 212, P. Clodio............... Véase Clodio Pulcro
213, 216, 217, 218, 219, 220, 221, 222, P. Clodio Pulcro.... Véase Clodio Pulcro
223, 224, 226 P. Cornelio Dolabela.... Véase Dolabela
Octavia maior.......................................58 P. Servilio Vatia Isáurico... Véase Servilio
Octaviano.........................Véase Octavio Vatia Isáurico
Octavio.................. 11, 15, 17, 18, 19, 23, P. Ventidio Baso....Véase Ventidio Baso
24, 25, 26, 27, 28, 29, 33, 34, 37, 39, 40, Parásito................................................132
41, 42, 43, 44, 45, 46, 47, 49, 50, 54, 55, Penélope........................................94, 150
56, 57, 58, 60, 62, 63, 64, 65, 66, 67, 68, Pinario Escarpo..................................193
69, 71, 73, 74, 76, 77, 79, 80, 81, 82, 83, Planco.......... 40, 171, 174, 175, 176, 177,
84, 85, 86, 87, 88, 89, 91, 92, 93, 98, 180, 224
250
Índice onomástico
251
Octavia contra Cleopatra
252
Índice de autores citados
(Elaborado por Ronda Vázquez Martí)
253
Octavia contra Cleopatra
254
Índice de autores citados
Kornemann, E. .................................... 56 N
Kraft, K. ............................................. 168 Nethercut, W. R. ............... 119, 187, 207
Kromayer, J. ...................................... 187 Norden, E. ......................................... 145
Núñez Paz, Mª. I. ................................ 27
L
La Rocca, E. ....................................... 138 O
Lattimore, R. ..................................... 195 Ollendorff, L. ...................................... 98
Lauter, H. .......................................... 105 Ooteghem, Van J. ............................... 24
Le Corsu, F. ......................................... 50 Orestano, R. ........................................ 27
Le Glay, M. ......................................... 23 Otto, W. ............................................... 70
Levi, M. A. ........................... 88, 107, 124
Lewis, J. D. ........................................ 117 P
Lintott, A. .......................................... 162 Pani, M. .............................................. 119
Ludwig, E. ......................................... 125 Paschalis, M. ...................................... 187
Pelling, C. B. R. ......... 25, 40, 43, 49, 61,
M 68, 74, 81, 92, 107, 118, 120, 124, 140,
Magie, D. ..................................... 72, 129 145, 158, 189, 191, 206
Magnino, D. ........................................ 48 Pestman, P. W. .................................. 145
Mannsperger, D. ........................... 70, 75 Petsas, M. ........................................... 188
Marasco, G. ............ 70, 72, 96, 143, 192 Pickard Cambridge, A. W. ............... 174
Martin, P. M. ....................................... 70 Poliakoff, M. B. ................................... 75
Mendelssohn, L. .................................. 48 Pomeroy, S. ....................................... 145
Mette, H. J. .......................................... 62 Pöschl, V. ........................................... 119
Millán Méndez, A. ............................ 180 Prowse, K. R. ...................................... 29
Millar, F. .................................. 38, 46, 91
Mínguez Álvaro, Mª. T. ..................... 29 R
Moles, J. ..................................... 167, 168 Rabello, A. M. ..................................... 25
Montero, M. ........................................ 26 Ramsey, J. .......................................... 113
Münzer, F. ..... 12, 17, 24, 25, 49, 81, 90, Reynolds, J. ......................................... 71
110, 114, 116 Rice, E. E. .......................................... 173
Murray, W. M. .................................. 188 Rice Holmes, T. ................................ 107
Richardson, L. ................................... 105
Robleda, O. ......................................... 27
255
Octavia contra Cleopatra
Roddaz, J. M. ....................................... 55 87, 88, 92, 111, 116, 118, 124, 127, 138,
Roldán, J. M. ..................................... 103 145, 157, 170, 178, 180, 192, 201, 204
Romilly, J. de......................................126
Rostovtzeff, M. ................................. 178 T
Rudd, N. .............................................. 81 Tarn, W. W. ........................ 62, 75, 145, 1
Russo, C. F. ....................................... 207 47, 148, 171
Thür, H. ............................................. 129
S Treggiari, S. .................................. 80, 141
Samson, J. ........................................... 121 Tyldesley, J. ....................................... 125
Samuel, A. E. ..................................... 115
Saquete, J. C. ....................................... 29 U
Sarikakis, Th. ..................................... 187 Ugarte Orue, I. .................................... 29
Scardigli, B. .......................................... 98
Schiff, S. ............................................. 125 V
Schilling, R. .......................................... 29 Veblen, Th. ........................................ 123
Schor, B. ............................................. 138 Versnel, H. ......................................... 158
Schuller, W. ....................................... 125 Viscogliosi, A. ................................... 105
Schuppe, E. ........................................ 136 Voci, P. ................................................. 25
Scott, K. ... 23, 40, 42, 45, 55, 73, 92, 95, Volterra, E. .......................... 27, 168, 242
99, 138, 167, 175, 178
Senatore, F. ................... 64, 80, 138, 140 W
Severy, B. ..................................... 54, 105 Wallmann, P. ....................................... 56
Singer, M. W. ....................................... 88 Watkins, O. D. .................................... 44
Sirianni, F. A. ..................................... 178 Weigel, R. D. ................................. 53, 66
Solana Dueso, J. ................................ 126 Welch, K. E. ........................................ 58
Sordi, M. .............................................. 56 White, H. ............................................. 48
Staffieri, G. M. ................................... 125 Whitehorne, J. ................................... 125
Stähelin, F...........................................167 Wiedemann, T. .................................. 181
Stein, A. ........................................ 80, 197 Will, E. ....................................... 110, 115
Stone, C. S. ........................................ 138 Winkes, R. ........................................... 98
Strasburger, H. .................................. 119 Winterbottom, M. ............................... 39
Syme, R. .... 11, 12, 17, 19, 23, 25, 27, 39, Witt, R. E. .......................................... 124
43, 45, 47, 55, 57, 58, 66, 71, 78, 81, 84,
256
Índice de autores citados
Y
Yourcenar, M. ................................... 125
Z
Zanker, P. . 30, 70, 74, 95, 105, 121, 137,
154, 157, 175
Zannini, P. ........................................... 28
Zecchini, G. ....................................... 191
257