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RANGO Y ESTILO DE ASÍ HABLÓ

ZARATUSTRA EN LOS ESCRITOS DE


FRIEDRICH NIETZSCHE
Dr. José Ramón Molina Fuenzalida 1

1
Profesor de Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Licenciado y Doctor en Filosofía y Letras por la
Universidad Complutense de Madrid. Postgraduado en Desarrollo y Relaciones Internacionales y en Problemas del
Desarrollo Social por el Programa FLACSO-Cuba en la Universidad de La Habana. Profesor Titular del Departamento de
Filosofía y Educación de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago de Chile.
RESUMEN

El lugar principal que tiene Así habló Zaratustra en los escritos de Friedrich Nietzsche se funda,
por una parte, en el hecho de que dicho libro señala indubitablemente el punto de encuentro del
mencionado pensador alemán con su máximo grado de creatividad y profundidad filosóficas, y
por otra parte, en su singular calidad de obra literaria y filosóficamente completa, pues contiene
en un acabado y hermoso cuerpo de parábolas todas las ideas fundamentales de la filosofía de
Nietzsche, a saber, las ideas del superhombre, de la muerte de Dios, de la voluntad de poder y
del eterno retorno de lo mismo.

En lo tocante a su estilo, resulta pertinente decir que Así habló Zaratustra es la exposición de
una original y maciza doctrina filosófica revestida de un modo estilístico de escribir lleno de
imágenes, en las cuales las ideas y principios fundamentales adquieren una configuración de
caracteres míticos. En esta extraordinaria obra están presentes prácticamente todas las formas
de la poesía: la alegoría, la parábola, el enigma, el panegírico y la elegía, exteriorizando con
originalidad, fuerza y belleza figurativas las ideas filosóficas de Friedrich Nietzsche. El
pensamiento de Nietzsche nunca encontró, como en Así habló Zaratustra, el estilo preciso en la
conjunción de la poesía y la filosofía, de la música y la idea. El estilo dionisiaco, que muy
acertadamente se ha denominado “prosa poética”.

SUMMARY

The central role which has Thus Spoke Zaratustra in the writings of Friedrich Nietzsche is
grounded, on the one hand, in the fact that such book shows beyond any doubt the point in which
mentioned the german thinker find his upmost degree of creativity and philosophical insight,
and on the other hand, in its exquisite literary quality as far as it is both a piece of literature and
as a full-fledged philosophical work, because through a complete body of parables incorporates
his main philosophical ideas namely the idea of a superman, that of the dead of God, of the will
of power, and of the eternal returning of the same.

As far as its style is concerned, it is appropriate to say that Thus spoke Zaratustra is an exhibition
of a solid and original philosophical doctrine clothed with a way of writing full of images, where
the ideas and fundamental principles take the shape of mystical characters. In this extraordinary
book are present practically all form of poetry: allegory, parabole, enigms, panegyric and elegy,
all of them bringing into the fore and with force and stylistic beauty the philosophical ideas of
Friedrich Nietzsche. Nietzsche´s thought never reached, as it was reached in Thus Spoke
Zaratustra, the style precise in conjunction with poetry and philosophy, of music and idea. The
dionisic style, which has rightly been labelled “poetic prose”.
Dentro del conjunto de las obras filosóficas de Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra ocupa un
lugar principal. Dicho libro señala el punto de encuentro del mencionado pensador alemán con su
máximo grado de creatividad y profundidad filosóficas, hecho que él mismo se encargó de
establecer claramente a través de una decisiva página de Ecce homo, en la que afirmó sin
reservas que los discursos de su Zaratustra constituyen, a la vez, la expresión más elevada y la
penetración más honda lograda por el pensamiento escrito en el curso de su historia:

Entre mis escritos tiene mi Zaratustra un lugar aparte. Con él he


brindado a la humanidad el mayor don que ésta ha recibido hasta ahora.
Este libro, cuya voz se alza por encima de milenios, no es sólo el más
elevado que existe, el libro genuino del aire de las alturas -todo el
hecho “hombre” está a una enorme distancia por debajo de él-, también
es el libro más profundo, surgido de la riqueza más íntima de la verdad,
un pozo inagotable al que no baja ningún cubo sin subir lleno de oro y de
bondad. 2

A la luz de las palabras anteriormente citadas, resulta claro que el propio Nietzsche estimó con
absoluta convicción que su Así habló Zaratustra representa la más importante y trascendental
contribución filosófica que hizo a la humanidad y que, por lo mismo, con el rango de obra
capital, se sitúa en la cima de la escala jerárquica de su producción escrita. Reconoció desde su
gestación la grandeza de Así habló Zaratustra, llegando a considerar que se trataba de un
producto cumbre del pensamiento humano y de un libro filosóficamente insuperable, tanto que
no dudó en anunciar que alguna vez se crearían “cátedras especiales” para su interpretación.

Nietzsche, evidentemente, tenía clara conciencia del carácter único y de la categoría especial
del Zaratustra; sin embargo, enfatizaba su continuidad y coincidencia con sus otros libros. En
efecto, el lugar incuestionablemente principal que posee el Zaratustra entre los textos de
Friedrich Nietzsche, en modo alguno se funda en una discontinuidad o falta de coherencia
teórica con sus trabajos anteriores y posteriores, sino en el hecho singular de que esta obra
contiene en un acabado y hermoso cuerpo de parábolas todas las ideas filosóficas fundamentales
de este pensador alemán de la segunda mitad del siglo pasado, a saber, las ideas del
superhombre, de la muerte de Dios, de la voluntad de poder y del eterno retorno de lo mismo.
En tal sentido, es posible afirmar que se trata de la obra literaria y filosóficamente completa de
Friedrich Nietzsche.

Los trabajos previos de Nietzsche se orientan hacia la generación del Zaratustra, como se puede
apreciar manifiestamente en La gaya ciencia y, en menor medida, en Aurora. Así, por ejemplo,
el ideal del “espíritu libre” está presente, aunque de manera difusa, en las Consideraciones
intempestivas, particularmente en Schopenhauer como educador, con un perfil más nítido en
Humano, demasiado humano, y todavía más en Aurora y La gaya ciencia, las dos obras que
preceden de manera inmediata a Así habló Zaratustra, libro este último en el que se revela
plenamente.

En lo que se refiere a los trabajos posteriores al Zaratustra, verbi gratia, se puede señalar que
las notas póstumas que componen el “ensayo de una transmutación de todos los valores”
publicado bajo el título de La voluntad de poder, no muestran algo esencialmente nuevo. Así
habló Zaratustra es el paso preliminar e inevitable de la “transmutación de todos los valores”
formulada en La voluntad de poder, que además tiene su primera parte en El Anticristo, escrito
en el que se explican sin parábolas las “viejas y nuevas tablas” zaratustrianas.

2
Friedrich NIETZSCHE. Ecce homo, pp. 1066-1067.
En este punto de la presente reflexión acerca de la obra cardinal de Friedrich Nietzsche, surge
imperiosa una cuestión primordial: ¿Quién es Zaratustra, el protagonista del magno libro?
Históricamente, Zaratustra o Zoroastro, fue un profeta iranio que vivió probablemente en el
siglo VI antes de la era cristiana, reformador del mazdeísmo, la antigua religión de los medos
adoptada por Irán, lugar donde rigió hasta que la invasión árabe, la conquista musulmana, trajo
consigo su progresiva conversión al islam. Dos principios divinos, el bien y el mal,
caracterizaban la religión de Zaratustra, cuyas enseñanzas fueron transmitidas oralmente y están
recogidas en el Avesta, libro sagrado del mazdeísmo o zoroastrismo. Zaratustra proclamaba el
culto a Ahura Mazda, u Ormuz, el Señor Omnisciente, como único Dios y creador del cielo y de la
tierra. Ofrecía sus oraciones al Señor Sabio, creador y amo del mundo que defiende la justicia y
lucha contra el engaño, invocando su protección contra los enemigos, que son los mentirosos,
mientras que para los justos anunciaba una recompensa final en el cielo. El profeta predicaba
que en la mentira y en el engaño radica el mal y que, por lo mismo, había que someter a los
mentirosos a la Justicia y combatirlos incluso con las armas cuando las circunstancias lo
demandaran.

Mas, considerando los referidos antecedentes históricos sobre Zaratustra, otra pregunta emerge
insoslayable: ¿Cuál fue la razón por la que Nietzsche eligió precisamente la figura de este
legendario profeta iranio, astrólogo y mistagogo del fuego, para protagonizar su obra más
importante? ¿Qué significa el nombre de Zaratustra como personaje principal de aquélla? Jamás
alguien lo interrogó al respecto; no obstante, el propio Nietzsche se hizo esta pregunta y se
encargó de darle respuesta con claridad definitiva en Ecce homo:

Nunca se me ha preguntado, aunque se debería haber hecho, qué


significa precisamente en mi boca, en la boca del primer inmoralista, el
nombre Zaratustra; pues lo que constituye la enorme singularidad de
aquel persa en la historia es justo lo contrario de esto. Zaratustra fue el
primero en advertir que el engranaje que lo mueve todo es la lucha
entre el bien y el mal, - la transposición de la moral a lo metafísico,
como fuerza, causa, fin en sí, es obra suya. Mas esa pregunta encerraría
ya, en el fondo, la respuesta. Zaratustra fue el creador de ese error, el
más funesto de todos, la moral; por consiguiente, también tenía que ser
él quien primero lo reconociera. No se trata sólo de que él cuenta en
esto con una experiencia mayor y más extensa que ningún otro pensador
-la historia entera es de hecho la refutación experimental del principio
de la denominada “ordenación moral del mundo”-, sino de que, y esto es
lo más importante, Zaratustra es más veraz que cualquier otro
pensador. Su doctrina, y únicamente ella, considera la veracidad como la
máxima virtud -esto significa lo contrario de la cobardía del “idealista”,
que frente a la realidad huye; Zaratustra tiene en su cuerpo más
valentía que todos los pensadores juntos. Decir la verdad y disparar bien
las flechas es la virtud persa.- ¿Se me entiende?... La autosuperación de
la moral en veracidad, la autosuperación del moralista en su antítesis -
en mí -, esto es lo que significa en boca mía el nombre de Zaratustra. 3

La figura de Zaratustra como protagonista del citado libro de Friedrich Nietzsche representa de
manera simbólica “la autosuperación de la moral en veracidad”, especialmente de la moral que
erigida como moral en sí ha imperado absolutamente durante casi dos mil años de historia
occidental, sometiendo todas y cada una de las acciones humanas a sus nociones y valoraciones

3
Friedrich NIETZSCHE. Ecce homo, pp. 1153-1154.
de lo verdadero y de lo falso, de lo honesto y de lo impúdico, de lo legítimo y de lo ilegítimo, del
bien y del mal: la moral cristiana.

El cristianismo es para Nietzsche la más nociva y prolongada mentira que ha padecido el hombre
en el curso de toda su historia. El engaño bimilenario que lo ha mantenido sumido bajo el peso
de una escala de valores antitéticos de la vida y del sentido de la Tierra, porque la moral
cristiana es por esencia la moral de los valores de renuncia y decadencia, que elevados a la
categoría de preceptos divinos y mandatos imperativos han viciado a la humanidad hasta el
extremo de dejarla reducida a una “mísera chinería”.

Para el filósofo del superhombre, la moral cristiana no es la moral del amor, sino la moral del
odio y del resentimiento de los débiles, impotentes y falsarios contra los nobles, poderosos y
veraces. Se trata de la moral de la falta de fuerza y, sobre todo, de la moral de la falsedad. De
aquí la necesidad histórica de su superación en la veracidad, pues sólo en la veracidad se
cumplirá cabalmente la superación de la vieja escala de valores en que hasta ahora se ha creído,
incluidos los contranaturales conceptos de “bien”, “pecado”, “virtud”, “salvación” y “más
allá”, que durante veinte siglos han inducido al hombre a la negación, desprecio y maldición de
su mundo real.

La superación de la moral cristiana en nuevos y verdaderos valores, a través de los cuales el


hombre se reencuentre con sí mismo y con la Tierra, dejando atrás la enajenación alimentada
por las ficciones metafísicas y asumiendo plenamente su condición de ser libre y creador, es la
propuesta que contiene Así habló Zaratustra, tanto que, como libro, es posible afirmar que
representa la antítesis doctrinal e incluso literaria de los libros canónicos del Antiguo y Nuevo
Testamento, es decir, de la Biblia.

Ciertamente, para protagonizar su obra, Nietzsche tomó en realidad poco más que el nombre del
profeta iranio, ya que aparte de la ironía que encierra la invocación de la venerable figura del
antiguo sacerdote mazdeo por quien se llamó a sí mismo “el primer inmoralista”, resulta
evidente que el Zaratustra del filósofo alemán prácticamente nada tiene que ver con su original
histórico. El Zaratustra del libro es casi una pura imagen simbólica, detrás de la cual se
encuentra únicamente el Nietzsche del siglo XIX, de la misma forma que tras las Cartas persas
del siglo XVIII se hallaba solamente Montesquieu. El Zaratustra filósofo, que en la penúltima
década del siglo pasado hizo sobresaltarse a Europa al dar la noticia de la muerte de Dios, habla
exclusivamente por boca de Nietzsche para proponer una transmutación de todos los valores
imperantes en Occidente hasta su época y plantear una nueva concepción del hombre fundada
en una autosuperación que haga posible que éste otorgue sentido a la Tierra. Esto es lo que
significa, en lo esencial, la zaratustriana anunciación del advenimiento del superhombre, el
formidable y hermoso “animal de rapiña” del porvenir.

En lo que respecta a su estructura argumentativa, Así habló Zaratustra comprende el desarrollo


de cuatro ideas fundamentales de la filosofía de Nietzsche: las ideas del superhombre, de la
muerte de Dios, de la voluntad de poder y del eterno retorno de lo mismo, todas las cuales
surgieron asociadas a profundas conmociones existenciales del pensador germano.

El superhombre constituye el tema básico del prólogo con que se abre la obra, la muerte de Dios
es el problema fundamental de la primera parte, la voluntad de poder la materia central de la
segunda parte y el eterno retorno de lo mismo es el asunto medular de la tercera parte, que
representa la culminación de Así habló Zaratustra y con la cual Nietzsche originalmente
consideró concluido su libro. El texto que hoy día conocemos como la cuarta y última parte,
primitivamente destinado a ser la primera parte de un nuevo e inconcluso libro que llevaría por
título Mediodía y eternidad, es de menor vigor y señala la declinación de la obra; en este
apartado se pone de manifiesto la condición de los “hombres superiores”, que encarnan el
rezago de Dios, de los idealistas, a quienes se les ha venido abajo el mundo ideal y ahora sufren
el pavoroso vacío existencial del nihilismo.

Las ideas del superhombre, de la muerte de Dios, de la voluntad de poder y del eterno retorno
de lo mismo, no son tratadas aquí como cuestiones aisladas y desconectadas unas de otras, sino
como un conjunto de pensamientos articulados entre sí en la más granítica unidad de doctrina.
Asimismo, en el Zaratustra estos pensamientos aparecen desarrollados en un armonioso orden
secuencial. Sucesivamente, el tratamiento de la idea del superhombre conduce a paso largo
hacia el asunto de la muerte de Dios, que por su parte impele a plantear el tema de la voluntad
de poder, el cual de modo inequívoco lleva a desembocar en el pensamiento culminante del
eterno retorno de lo mismo.

Los discursos de Zaratustra se mantienen enlazados a través de una sencilla fábula, cuya trama
no presenta mayores obstáculos en su descifre y se puede esbozar fácilmente. Al cumplir treinta
años, la edad en que Jesús de Nazaret, la gran contraimagen de Nietzsche, inició su prédica, el
pensador Zaratustra se retira a la soledad de la montaña, medio apartado y elevado en el que
vive durante diez años junto a sus dos animales emblemáticos, el águila, símbolo del orgullo y la
serpiente, símbolo de la inteligencia. Después de haber permanecido un decenio en la montaña,
tiempo y lugar en los que adquirió su sabiduría, Zaratustra decide descender para enseñar su
doctrina a los hombres. Sin embargo, no ofrece la totalidad de su doctrina a los hombres, menos
aún a todos los hombres, sin discriminación alguna, ya que, haciendo patente un criterio
abiertamente selectivo, tiene una palabra para todos, otra sólo para algunos y una
exclusivamente para sí mismo. La idea del superhombre la predica a todos, al pueblo entero
reunido en la plaza pública; las ideas de la muerte de Dios y de la voluntad de poder, las revela
a unos pocos individuos escogidos y, finalmente, la idea del eterno retorno de lo mismo la vierte
únicamente en sí mismo, indicando con ello que nadie a excepción de él está preparado aún
para conocer y asumir la que en su convicción es la concepción fundamental de su filosofía.

En lo que atañe a su forma estilística, las cuatro breves partes en que se distribuye Así habló
Zaratustra están pensadas y escritas de un modo por completo diferente al estilo que
tradicionalmente presentan los libros filosóficos. En esta extraordinaria obra, Friedrich
Nietzsche no emplea el lenguaje conceptual y abstracto que es propio de la filosofía
especulativa, ni fuerza sus pensamientos para someterlos a las formas y reglas de la lógica
clásica, sino que, apartándose de todas las convenciones, usos y moldes dados, se expresa a
través de un hermoso jardín de imágenes rico en parábolas, sermones y símbolos en los que bulle
una nueva visión del hombre y del mundo. Así habló Zaratustra es la presentación de una
original y maciza doctrina filosófica revestida de un modo estilístico de escribir lleno de
imágenes, en las cuales las ideas y principios fundamentales adquieren una configuración de
caracteres míticos, aún a riesgo de su compactibilidad en la expresión. Nietzsche,
evidentemente, no coarta imágenes; por el contrario, surte imágenes y con ellas alumbra
sucesos, narra poéticamente acontecimientos, escenifica ideas. En otras palabras, hace retornar
el pensamiento al ámbito de la escena. Por boca de Nietzsche, Zaratustra comunica su filosofía
en un bello lenguaje metafórico que le permite alcanzar el más alto grado de originalidad en la
expresión y plena libertad con relación a la lógica tradicional, llámese ésta juicio, silogismo o
pensamiento especulativo. Al respecto y con razón, Ramón Barce, afirma que:

Nietzsche se entrega desesperadamente a la metáfora, a toda metáfora,


precisamente para ganar el más alto nivel connotativo y esquivar hasta
donde sea posible la mera denotación de la lógica tradicional. 4

4
Ramón BARCE. Cuestiones musicales a cien años de distancia. P.116.
Así habló Zaratustra es la exposición poética de una nueva filosofía. En sus páginas están
presentes prácticamente todas las formas de la poesía: la alegoría, la parábola, el enigma, el
panegírico y la elegía, exteriorizando con originalidad, fuerza y belleza figurativas las ideas
filosóficas fundamentales de Friedrich Nietzsche. El estilo poemático usado por el filósofo del
superhombre ruge con tal fuerza y continuidad, que el libro entero está muy cerca de rebasar los
límites de la prosa y, como sostiene Andrés Sánchez Pascual, a un solo paso del terreno propio
del verso:

Todo el Zaratustra se halla a punto de convertirse en verso. Incluso a


algunos de los capítulos en “prosa” los llama Nietzsche “canciones”. 5

El pensamiento de Nietzsche nunca encontró, como en Así habló Zaratustra, el estilo preciso en
la conjunción de la poesía y la filosofía, de la música y la idea. El estilo que muy acertadamente
se ha denominado “prosa poética”, el cual guarda consecuencia con un estilo dionisíaco de
existencia que dice siempre sí a la vida y a la potencia de la voluntad, porque a diferencia de la
mayor parte de los escritores de ayer y de hoy, en Nietzsche el estilo de escribir no es una
cuestión puramente literaria, es una cuestión de carácter vital. Su modo estilístico corresponde,
en el sentido más profundo, a su modo de ser, su estilo de escribir es su estilo de existir.

Los cantos de Zaratustra nos revelan en toda su magnitud la grandeza de Nietzsche como
escritor creador de lenguaje y de estilo poético, condición de la cual el filósofo tuvo clara
conciencia, llegando a afirmar con enorme autoestima y sin modestia alguna, que los más
eximios y descollantes genios de la literatura universal apenas alcanzan la categoría de
principiantes al lado de la dionisíaca fuerza creadora de Zaratustra:

Esta obra ocupa un lugar totalmente aparte. Dejemos a un lado a los


poetas: quizás no se haya creado nunca nada con tal sobreabundancia de
fuerzas. Mi concepto de lo “dionisíaco” se convirtió aquí en acción
suprema; medido por ella, todo el resto del quehacer humano resulta
pobre y limitado. Lo menos que se puede decir es que un Goethe, un
Shakespeare no hubieran podido respirar un solo instante en esta
atmósfera de pasión y en esta altura gigantesca; que Dante, al lado de
Zaratustra, es meramente un creyente y no alguien que por vez primera
crea la verdad, un espíritu que gobierna el mundo, un destino - ; que los
poetas del Veda son sacerdotes indignos hasta de desatar las sandalias
de Zaratustra, todo esto es lo mínimo que se puede decir y ni siquiera da
una idea de la distancia, de la soledad azul en la que esta obra vive. 6

Con respecto al estilo de Friedrich Nietzsche, finalmente, es oportuno e imprescindible


manifestar que su lenguaje metafórico, ubicado entre la poesía y la filosofía, y el hecho de que
la imagen, asistemática y ditirámbica, aunque no lo parezca, es siempre más difícil de
aprehender en toda su significación que el concepto, han abierto paso repetidamente a la
alteración y adulteración de su pensamiento filosófico, hasta el punto que, casi desde el mismo
instante aciago en que Nietzsche se hundió en la demencia y se apagó definitivamente la luz de
su genial intelecto, es decir desde 1889, la discusión acerca de la presentación fidedigna o infiel
de sus ideas ha sido uno de los fenómenos culturales más impactantes y sonados de nuestra
época.

5
Andrés SÁNCHEZ PASCUAL. Las poesías de Federico Nietzsche, p.229.
6
Friedrich NIETZSCHE. Ecce homo, pp. 1134 y 1135.
Por último, cabe y viene a propósito, decir que Nietzsche tenía a su Zaratustra en una
consideración tan especial que cuidó incluso de escoger los destinatarios de esta obra, señalando
expresamente a quienes estaba consagrada, en el decisivo subtítulo que el mismo le puso: “Un
libro para todos y para ninguno”. El célebre filósofo alemán contemporáneo, Martin Heidegger,
en su conferencia dictada en Bremen, el día 8 de mayo de 1953, bajo el título interrogativo
“¿Quién es el Zaratustra de Nietzsche?”, sintetizó magistralmente el significado y alcance de
este singular subtítulo que Nietzsche otorgó a Así habló Zaratustra:

Nietzsche dio a este libro un subtítulo indicador de su destino. Dice: “Un


libro para todos y para ninguno”. “Para todos”, esto no significa
ciertamente: para cada uno en tanto un cualquiera. “Para todos” quiere
decir: para cada hombre en cuanto hombre, para cada uno en el caso y
en la medida en que se torne problemático en su ser. ...“Y para
ninguno”, esto dice: para ninguno de los múltiples curiosos de todas las
procedencias que tan sólo se embriagan con trozos aislados y aforismos
especiales de este libro y se mueven indecisos y vacilantes en su
lenguaje que a medias canta y a medias grita, tan pronto comedido
como tormentoso, con frecuencia elevado y a veces llano, en lugar de
emprender el camino del pensar que busca aquí su expresión. 7

Así habló Zaratustra, efectivamente, por un lado, es un libro “para todos”, pero en ningún caso
para cualquier individuo sea el que fuere, porque su mensaje está dirigido, inequívoca y
selectivamente, a todo hombre que, consciente del conmovedor estado de decadencia que
presenta la humanidad en nuestra época, tiene la predisposición de ánimo y la fuerza necesaria
para asumir en forma activa el inexorable hecho histórico del nihilismo como vía indefectible y
positiva para alcanzar la superación de su actual condición humana. Y, por otro lado, es un libro
“para ninguno”, o sea para ningún hombre que carezca de la libertad y solvencia de espíritu
indispensables para hacer una correcta lectura de sus textos, comprender cabalmente el
contenido doctrinario de sus discursos y soportar el tremendo peso filosófico y moral de su
mensaje.

7
Martin HEIDEGGER. ¿Quién es el Zaratustra de Nietzsche? pp. 1 y 2.
BIBLIOGRAFÍA

BARCE, Ramón. Cuestiones musicales a cien años de distancia, en En favor de Nietzsche. Madrid,
Taurus, 1972.

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Temis, segunda edición, 1977.

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HALEVY, Daniel. La vie de Frédéric Nietzsche. París, Calmann-Lévy, 1909.

HEIDEGGER, Martin. ¿Quién es el Zaratustra de Nietzsche?, en tirada aparte de la revista


Cuadernos Hispanoamericanos, Nº150. Madrid, Imprenta del Boletín Oficial del Estado, junio de
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MOLINA FUENZALIDA, José Ramón. Dios y el superhombre en la concepción de Zaratustra. Un


estudio sobre Nietzsche (Tesis Doctoral - UNESCO: 720402). Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad Complutense de Madrid, 1976.

MOLINA FUENZALIDA, José Ramón. Nietzsche: Así habló Zaratustra, en Ciclos de conferencias.
Facultad de Estudios Generales, Universidad de Santiago de Chile, 1983.

NIETZSCHE, Elizabeth. Origen de Así habló Zaratustra, en Así habló Zaratustra. Madrid, Ibéricas,
cuarta edición, 1970.

NIETZSCHE, Friedrich. Also sprach Zarathustra, in Werke in Drei Bänden, zweiter Band. München,
herausgegeben von Karl Schlechta, Carl Hanser Verlag, 1966.

NIETZSCHE, Friedrich. Ecce homo, in Werke in Drei Bänden, zweiter Band. München,
herausgegeben von Karl Schlechta, Carl Hanser Verlag, 1966.

SÁNCHEZ PASCUAL, Andrés. Las poesías de Federico Nietzsche, en En favor de Nietzsche. Madrid,
Taurus, 1972.

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