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Desde mediados de siglo XX los Estados del mundo han tendido a alinearse en bloques
geo-económicos en función de los procesos políticos que se vivían en distintas regiones del
mismo. Estos grados de integración, estudiados por Bela Balassa, difieren según el nivel de
supranacionalidad otorgada, pudiendo pasar de una Zona de Libre Comercio, hasta una
Integración Económica con moneda común. Frente a la próxima entrada en vigor del
Regional Comprehensive Economic Partnership, una Zona de Libre Comercio que funcionará
desde el 2022, el presente ensayo analizará cuales son las implicancias del mismo sobre la
globalización y la región latinoamericana.
En primer lugar, el RCEP supondrá un importante empuje político para las potencias
emergentes del continente asiático frente al retroceso de la globalización por las condiciones
actuales del orden internacional. El actual periodo de transición del Sistema Internacional,
sumado al retorno de la intervención del Estado con políticas económicas proteccionistas
durante la pandemia, supuso una regresión del periodo de globalización al que expertos han
llamado “post-globalización”. Este regreso, impulsado por el revisionismo de los tratados de
Libre Comercio de Estados Unidos durante la gestión Trump, fue contrario a los intereses
políticos y económicos de las potencias emergentes de Asia, particularmente afectando a
China con los aranceles más altos levantados desde la Segunda Guerra Mundial. Desde
entonces, China, India y Rusia criticaron las medidas proteccionistas de los Estados Unidos y
abogaron por el respeto del multilateralismo y el libre comercio. Por ello, para China el
RCEP no solamente significa su primera Zona de Libre Comercio, sino una plataforma desde
la cual podrá promocionar su estrategia comercial y política en el actual Sistema
Internacional.
Con relación a la globalización económica, es importante analizar el peso que tiene
este acuerdo, pues consituye la zona de integración comercial más grande del mundo. Este
acuerdo supondrá un comercio con arancel mínimo o nulo para la totalidad de los países del
ASEAN mas cinco economías importantes del continente, entre ellas Japón y China,
sumando un total del 30% del PBI mundial, lo que integrará a las economías de esta región y
consolidará mayores lazos de interdependencia. A diferencia de la región latinoamericana,
donde las Zonas de Libre Comercio con aspiraciones al Mercado Común como la CAN y el
MERCOSUR buscan una integración en coordinación con la ALADI, el comercio
intraregional de Asia y las cadenas de valor y suministros son muchísimo más vigorosas y
con mayor valor agregado, por lo que el impacto del RCEP tiene gran potencial. Por ejemplo,
frente al impase que actualmente tiene China con la “provincia rebelde” de Taiwan y su
dependencia a los semiconductores que tiene con esta, la RPCh podría valerse de este
instrumento para importar estos importantes componentes de Corea del Sur, otro importante
fabricante de los mismos, y así consolidar su auge económico y autonomía tecnológica sin un
enfrentamiento con su rival geopolítico y socio de Taiwan, Estados Unidos.
Por otro lado, la región latinoamericana podría verse beneficiada por la consolidación
de este bloque regional mientras que sus países miembros se adhieran a una autonomía
comercial no influenciada por los bloques políticos hegemónicos. La consolidación de nuevas
industrias alentadas a la exportación intrarregional asiática propiciada por el RCEP supondrá
una mayor demanda de productos tradicionales mineros de los que la región es proveedora.
Pero además, permitirá que los países, de manera bilateral o como bloques, negocien con el
RCEP Tratados de Libre Comercio que propicien mayores exportaciones. Por ejemplo, un
acuerdo entre el Perú y el RCEP como bloque permitiría que el país acceda al mercado de
Estados con los que aún no consolida sólidas relaciones comerciales de manera bilateral,
como es el caso de Indonesia, país con el que el proyecto de un TLC se detuvo en la década
pasada. Otro importante beneficio es la potencial diversificación de exportaciones a la que se
podría tener acceso. Cabe resaltar que durante la pandemia, uno de los únicos sectores que
tuvo resultados positivos de crecimiento fue el de las exportaciones agropecuarias no
tradicionales, particularmente el mercado de arándanos a la región del ASEAN. Poder
homologar estas relaciones comerciales con el RCEP como bloque contribuiría a reducir la
dependencia a las exportaciones tradicionales del 70% que actualmente tiene el país e
incentivar las no tradicionales agropecuarias con mayor valor agregado. No obstante, quien
redacta considera que no se deberían sacrificar relaciones comerciales con otros países, como
los Estados Unidos, a los que actualmente ya se exportan productos no tradicionales y con
valor agregado, por priorizar este lazo. Será por ello importante, hilar estratégicamente los
lazos comerciales con este bloque, no solamente para el Perú, sino también para otros países
exportadores de recursos naturales como Chile (cobre) y Brasil (hierro).
En conclusión, el RCEP constituye un nuevo empuje político y económico a la
apuesta asiática por la globalización que propiciará una integración comercial más profunda y
consolidada a nivel regional. Esta Zona de Libre Comercio supondrá también un desafío
comercial frente a la previa hegemonía de la Unión Europea y podría tener implicancias sobre
la actual tendencia a la polarización política Occidente-Oriente. La consolidación de nuevas
cadenas de suministro y distribución darán un nuevo impulso a las industrias asiáticas, que al
haberse especializado durante el SXX, tienen una mayor demanda por las materias primas
que tradicionalmente exporta América Latina. Frente a este potencial, es de vital importancia
que las instituciones de cada país prospecten acuerdos y estrategias comerciales para el
aprovechamiento de esta futura demanda. Particularmente, quien redacta considera que para
el Perú será de gran relevancia la gestión de Cancillería, en específico de la Dirección
General de Estudios y Estrategias de Política Exterior y la Dirección General de Asuntos
Económicos, en cooperación con el MINCETUR, para aprovechar adecuadamente esta
situación promisoria. Ello contribuirá a la consecución del primer y el tercer Objetivo
Estratégico del PESEM 2015-2021 del MRE, sobre la consolidación del Perú como una
potencia regional emergente y el impulso de la competitividad y la imagen nacional a través
de la promoción económica. Será tarea de los diplomáticos nacionales lograr un acercamiento
estratégico al RCEP sin que ello signifique sacrificar los lazos económicos y políticos que se
tiene con otros bloques regionales y potencias económicas como la Unión Europea o Estados
Unidos.