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CUANDO NOS POSEAMOS.

Veremos él cielo en nuestras miradas,

Los colores vivos en nuestras almas,

Nuestra voz ardiente que implora

por sentirnos,

serán calidez nuestros brazos,

lluvia y mar correrán mezclados

entre nuestras piernas,

pasión en nuestras bocas,

tu lengua fuego,

tu cuerpo hoguera,

bailará candenciosamente

sobre tu pelvis,

posaremos sobre nuestros rostros

ofreciendo nuestros labios mudos

a nuestras bocas, tu miel a tus papilas,

tu dulce flor a tu daga,

Nos veremos contraernos sobre la cama

y ofrecernos nuestra carne al hambre de los dos,

Nos haremos sentir cazadores siendo presa,

arrancare tus pétalos

de forma violenta y verás

como le place sentir

ese ardor en tu piel,

te voy acunar en tu vientre,

Nos sentiremos completo

al brotar en ti,

podremos recorrer cada vereda

en su cuerpo,
Me asentare en tus montañas,

iremos recobrando

el aliento de apoco,

al llegar a la cúspide

y descansar después

de habernos amado,

creeremos que nos olvidaremos

cuando de nostro lado nos marchemos,

pero nosotros habremos habitado

y nuestras sombras siempre nos acompañará,

una vez que nos poseamos.

Si Eva vió lo mismo que yo entiendo porqué sucumbió al pecado.

Deseosa estoy por caer en la tentación de tu cuerpo y de tus besos.

Ahoga mis ganas contenidas guardadas entre mis piernas.

Deja que sea yo la que te posea, que sea yo la que muerda esa culpa erecta, no me importa la
penitencia que me impongan si al abrirme y mostrarte mi cielo de igual manera me ganaré el
infierno.

Cojamos suave y violento quiero sentirte en cada rincón de mi sexo.

Si ya hemos comido del pecado original hagamos que se estremezca el cielo con mis gritos y
jadeos. Deja que me culpen de estar cometiendo el pecado de la lujuria con tan bello ángel
terrenal.

Hazme ser jinete del apocalipsis en tu sexo, déjame cabalgarte de manera pecaminosa para que el
mismo ángel del averno nos tenga envidia, que vea como mi paraíso se abre y te come sin culpa.

Dejemos que nuestros sexos bailen al ritmo de la música lubrica hipnotizado mi decencia mientas
disfruto encima tuyo de tu yerro erecto entrando y saliendo de mi cuerpo, tus manos aprisionando
mis nalgas y tu boca mordiendo mis senos.

Placer culposo que me hace endiosar a Eva por heredarme la oportunidad de poder disfrutar del
llamado "fruto prohibido ".
YA PODEMOS SER CONDENADOS

Aquí estamos dominados por la humedad que no se controla en nuestros sexõs, siendo cómplices
de cualquier excusa que nos hace tropeza en las mutuas caricias. Siendo acorralados por la falta
del fuego que no logran encender esos que están a nuestro lado, porque a ella no le gustan ciertas
posturas, porque a él no ha logrado entender que, aunque seas toda una mujer respetable, en la
intimidad llevas una p ü t ã insaciable, que con veinte minutos no se apacigua el apetito de tu
carne.

Cuerpos prohibidos, que aunque ya nos sabemos de memoria, siempre encienden el deseo a su
punto más alto... Besos y lenguas que en lo clandestino como dos bestias se revuelcan, manos que
no dan abasto para abarcar todo la pasión que se nos desborda. Tu boca succionando a lo salvaje,
haciendo en mi f ā l ø el más ardiente de tus enjuagues, mientras la mía en medio de tus piernas
disfruta el más exquisito de los viajes, así en un sesenta y nueve, comiéndonos incansablemente
para que la vida erótica se nos renueve.

A gatas, algunas veces esposada, otras veces vendada o amarrada, tan dispuesto el uno y el otro a
llevar a cabo todas las fantasías que se pueden disfrutar en la cama. Siempre como tu fiel perro, tu
como mi p ů ț â con las nalgas elevadas, tan dispuesta para que te lama hasta el ç ü l ő, soltando
todas esas ganas frustradas, saciando la impaciencia de los demonios mutuos, construyendo con
todo ese fuego prohibido su infierno favorito.

No pueden haber mordidas, arañazos, chupetones para no levantar ni la más mínima sospecha.
Pero si hay jalones de cabello, fuertes nalgadas, mientras te doy duro y repites incansablemente
mi nombre, mientras aumenta la intensidad de mis embestidas. Corre también libre el lenguaje
sucio, se une de vez en cuando un dildo que lo entierras en tus labios cuando me dices que
también me quieres sentir por el ç ü l ö... Así de intenso, sin escrúpulos son nuestros encuentros
que escondemos del resto del mundo.

Te corres no se cuantas veces, ya ni los contamos, tampoco sé cuál es la parte de tu cuerpo que no
ha recibido el calor de mi semen, hasta ahora creo todo lo hemos explorado, ya podemos ser
felizmente condenados.

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