Está en la página 1de 3

Las casas de Cerdeña, Marco Zanuso

1963–1964
Las casas de Cerdeña, Marco Zanuso

La isla de Cerdeña, prácticamente inexistente en estos años, sin cons-


trucción, sin arboleda, sin vida. Isla con playas de materialidad cambian-
te, contraria a la que acostumbramos a ver y sentir, playas con grandes
rocas de granito en armonía con partes arenosas.

Las casas buscan la vivencia con la naturaleza de una matera primitiva,


fuera de básicos, como la electricidad, fuera de lujos materialistas y
fuera del confort que había alcanzado la arquitectura ya en los años 60,
como en otros ejemplos de los mismos años como la Casa Varela de Alejandro
la Sota y el pabellón Upperland de los Smithson.

Zanuso busca construir una tienda de campaña, una cabaña de medios ajus-
tados. Busca llevar el diseño a cuestiones meramente cotidianas, cuestio-
nes salvajes y naturales.

Se podrían describir estas casas como una pareja de cabañas giradas una
respecto a la otra para dos familias diferentes, cabañas de muro de piedra,
cabañas de llegar, y entender lo que ocurre allí, de llegar y ver trans-
formada la naturaleza en hogar.
Cabañas de habitar interior simplificado y de habitar exterior enrique-
cido.
Serían cabañas sin arquitectura si Zanuso no las hubiese enriquecido con
el entorno.

Esta simplificación de habitar interior se lleva a los sistemas y mate-


rialidad con la que se construye, con cierto rechazo a las nuevas técni-
cas modernas de construcción, basando esta construcción en la vuelta a lo
vernáculo, pero añadiendo un tema de los años 70, la opción de enfatizar
las vistas, la opción de mirar.

Se protegen las cabañas da la brisa de la costa con un cercado en grani-


to, trozos de granito irregulares de tres tonalidades obtenidos del lugar
y protege del sol con un sistema en la cubierta de madera. La planta, de
tapia cuadrada dividida en 9 cuadrados idénticos que suman 15 m de lado,
ubicand las estancias en los vértices, tres domitorios y un salón con una
cocina, comunicadas únicamente por el exterior, espacios pequeños ilumi-
nados de día mediante una ventana pequeña en el gran muro de piedra, de
noche por la luz saliente del fuego de las lámparas de aceite. El cambio
del interior cerrado al interior abierto, se realizaba por las esquinas a
través de una pierta.
La parte central, el interior abierto, se forma con una cruz griega,
ocupado uno de esos espacios creados, con el baño y otro con una fuente
anexada a la tapia, colonizado su parte central por una mesa, enriquecido
todo este espacio con una ventana para mirar. Espacio adintelado. Espacio
de enmarcado del cielo, del agua y del paisaje.

El pavimento interior se eleva ligeramente de la cota exterior.

la continuidad perfecta entre interior y exterior se consigue mediante


la continuidad del sistema de colocación de los trozos de granito, camu-
flando así el paisaje. No existe diferencia en fachada de lo que es interior
cerrado e interior abierto.
Se deseaba que la vida ocurriese en su inmensa mayoría en el interior
abierto, y que las estancias solamente se utilizaran para dormir.

Siendo este espacio de interior abierto un espacio público, con opción


de mirar a la naturaleza mediante un marco de 3m de largo, con opción de
que esa naturaleza forme parte de la casa, donde solamente se tapa con una
pérgola de madera y cadmio.

Aunque las cabañas cuenten con pocas comodidades, no dejan de ser arqui-
tectura en la naturaleza. No se sabe de que año son a simple vista. Da la
sensación de que crecieron antes que aquel lugar en el que se asientan, de
que crecieron antes que la necesidad y el deseo que sus habitantes elegi-
rían para ellas.

También podría gustarte