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FEMINICIDIO

En México ser mujer es en sí mismo una agravante para ser discriminada, violentada e, incluso,
asesinada. Desde –el no tan lejano– 1993, en Ciudad Juárez, los homicidios de mujeres han aumentado a
cifras preocupantes; un problema que se expandió en toda la República. No obstante, las autoridades
hicieron pocas o nulas acciones para detener esta situación. El conjunto de negligencias hechas por las
autoridades mexicanas ha ocasionado que diariamente mueran siete mujeres, en principio, por mero
hecho de ser mujeres, es decir, se trata de siete feminicidios al día. Ante este fenómeno, surge la
necesidad de un cambio, el cual no fue social, sino legal.

La antropóloga Marcela Lagarde fue la primera persona en introducir el término feminicidio a México,
traducido del término feminicide que significa el asesinato de una mujer por ser mujer de la autora
Diana Russell. Mismo que logró tipificar como delito en el Código Penal Federal (CPF) y en la Ley
General de Acceso de las Mujeres a Una Vida Libre de Violencia durante su cargo como diputada por el
Partido de la Revolución Democrática (PRD). Conforme el paso del tiempo, los trabajos de Lagarde
fueron modificados dando como resultado lo que tenemos en el CPF vigente:

Artículo 325. Comete el delito de feminicidio quien prive de la vida a una mujer por razones de género.
Se considera que existen razones de género cuando concurra alguna de las siguientes circunstancias:

I. La víctima presente signos de violencia sexual de cualquier tipo;


II. A la víctima se le hayan infligido lesiones o mutilaciones infamantes o degradantes, previas o
posteriores a la privación de la vida o actos de necrofilia;
III. Existan antecedentes o datos de cualquier tipo de violencia en el ámbito familiar, laboral o
escolar, del sujeto activo en contra de la víctima;
IV. Haya existido entre el activo y la víctima una relación sentimental, afectiva o de confianza;
V. Existan datos que establezcan que hubo amenazas relacionadas con el hecho delictuoso, acoso o
lesiones del sujeto activo en contra de la víctima;
VI. La víctima haya sido incomunicada, cualquiera que sea el tiempo previo a la privación de la
vida;
VII. El cuerpo de la víctima sea expuesto o exhibido en un lugar público.

A quien cometa el delito de feminicidio se le impondrán de cuarenta a sesenta años de prisión y


de quinientos a mil días multa. Además de las sanciones descritas en el presente artículo, el
sujeto activo perderá todos los derechos con relación a la víctima, incluidos los de carácter
sucesorio.
En caso de que no se acredite el feminicidio, se aplicarán las reglas del homicidio.
Al servidor público que retarde o entorpezca maliciosamente o por negligencia la procuración o
administración de justicia se le impondrá pena de prisión de tres a ocho años y de quinientos a
mil quinientos días multa, además será destituido e inhabilitado de tres a diez años para
desempeñar otro empleo, cargo o comisión públicos.

Aunque la mayoría de las entidades federativas siguen la norma federal, lo cierto es que la tipificación
jurídica del feminicidio no es igual en todas las legislaciones: cada entidad reconoce este problema con
diversas características con las cuales puede ser identificado. Esto se debe a que, actualmente, cada
entidad tiene la libertad de regular sus delitos y tipificarlos como ellos consideren pertinente. En este
sentido, este texto tiene como objetivo  analizar los códigos penales vigentes de todas las entidades para
conocer similitudes y peculiaridades de dichas tipificaciones.

Así, los diversos códigos  penales definen el feminicidio como quien prive de la vida a una mujer por
razones de género. Dicha descripción del delito parte de una visión androcéntrica que no reconoce que la
muerte sucedió porque era mujer, puesto que género no es lo mismo a persona de sexo femenino.
Aunque esta omisión es imitada en todas las legislaciones, lo particular de este análisis es reconocer qué
circunstancias son indispensables en todo México para reconocer un feminicidio. Dichas circunstancias
se encuentran plasmadas en las legislaciones bajo el nombre de ‘razones de género’, las cuales pueden
ser divididas en dos categorías. La primera categoría refiere a actos de violencia en sus diversas
modalidades:

La víctima presente signos de violencia sexual de cualquier tipo (fracción I del CPF)

Esta primera oración plantea que los feminicidas reconocen que la forma de lastimar la integridad y la
dignidad de las mujeres y, con ello, demostrar su poderío y control sobre ellas es a través del acto
sexual. Es decir, la dimensión sexual de la mujer ha sido utilizada como un arma para subordinarla al
hombre donde la base del acto es el acceso sexual sin consentimiento. De ahí vienen estadísticas como la
que ofrece la ONU donde se estima que, en Latinoamérica, 1 de cada 3 mujeres mayores de 15 años, ha
sufrido violencia sexual. Es decir, la violencia sexual es una conducta que históricamente ha estado
normalizada e invisibilidad en la vida de una mujer que da como resultado vulnerarla e imposibilitarla a
vivir una vida libre violencia.

Existan datos que establezcan que hubo amenazas relacionadas con el hecho delictuoso, acoso o
lesiones del sujeto activo en contra de la víctima (fracción V del CPF)

Esta oración establece que el feminicidio no es una práctica aislada que sucede sin alertas previas, de
hecho, es el resultado de los continuos actos de violencia contra la mujer. El aspecto “oculto” de esta
oración es que el feminicida es alguien que la víctima conoce porque ya ha sido violentada por este
individuo antes de ser asesinada. Además de que el Estado ha sido negligente porque no detuvo estas
agresiones para que no dieran como resultado la muerte.

A la víctima se le hayan infligido lesiones o mutilaciones infamantes o degradantes, previas o


posteriores a la privación de la vida o actos de necrofilia (fracción II del CPF)
Además del tipo de violencia referida en las oraciones anteriores, una característica visual del
feminicidio son los actos de violencia físicos hechos por el feminicida como rasguños, moretones,
cortadas, apuñaladas o disparos que reciben las víctimas. Cabe señalar que la oración es ambigua porque
estos actos violentos están sujetos a tener un carácter infamante o degradante sin tener una definición o
punto de referencia para categorizarlas como tal.

Ahora bien, la segunda categoría refiere a otros tipos de actos previos y posteriores a la muerte de la
mujer:

La víctima haya sido incomunicada, cualquiera que sea el tiempo previo a la privación de la vida
(fracción VI del CPF)

Esta oración establece que durante la comisión de este delito la mujer está en un estado tan mínimo de
control sobre su propia vida que no tiene la posibilidad de pedir la intervención de un tercero. Además,
el carácter temporal de esta oración es ambiguo porque no define cuánto tiempo es “el tiempo previo a la
privación de la vida”. 

El cuerpo de la víctima sea expuesto o exhibido en un lugar público (fracción VII del CPF)

Esta oración describe una situación que pasaba y aun pasa en Chihuahua y otros lugares de la República
que aunque parezca circunstancial al delito, tiene un significado fuerte detrás de ello. Los roles de
género han determinado dónde los hombres y las mujeres se desenvuelven en su vida; las mujeres han
sido obligadas a permanecer en el hogar (esfera privada) y los hombres han ocupado las calles y el
mercado laboral (esfera pública). Esta situación ha hecho que ciertos hombres se sientan “invadidos”
cuando una mujer sale a las calles y decide trabajar, incluso sienten que todas las obligaciones y roles
que –falsamente– deberían cubrir no están siendo realizados porque la mujer tuvo que dejar su rol
impuesto para salir a la esfera pública. Es decir, estos hombres confunden la liberación femenina con
una “intromisión” a la esfera pública que deshace todos los roles de género. Ante este hecho, ciertos
hombres deciden someter a una espiral de violencia a mujeres –conocidas o desconocidas- que
eventualmente concluye con la muerta de éstas y, además, dejar su cuerpo en la calle para mandar un
mensaje psicológico al resto de las mujeres. Las mujeres no pertenecemos a la esfera pública y, aun así
decidimos entrar a ella, esto es lo que nos puede pasar (la muerte). Incluso las demás mujeres
escuchamos que cuando matan a otra fue “porque andaba en la calle e iba sola” o la culpan “porque no
estaba en su casa como ‘debería’”.

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