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Word Resumen 2do Parcial Racionalidad Completo
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Tipos de Racionalidad
Fundamentaciones
La racionalidad cognitiva y la normativa quedan comprometidas con el punto de vista objetivo porque
es un encuentro de lo verdadero. Para la racionalidad epistemica y la intencional se alude a la reflexió n,
que diferencia al hombre del animal.
Puede entenderse la crítica de Kant hacia la razó n como el intento de presentar la racionalidad
cognitiva como un caso especial comprobable de la racionalidad epistemica, y la racionalidad normativa
como un caso especial comprobable de la racionalidad intencional. La racionalidad de fundamentacion
corresponde a lo que Kant entiende por razó n en sentido restringido, es decir, diferenciá ndola de la
facultad de juzgar y del entendimiento.
Argumentación
También llevamos a cabo discurso acerca de pretensiones de validez que no pueden saldarse
completamente por medios discursivos (por ejemplo, en el ámbito evaluativo subjetivo o en el
á mbitoestético).
Existe una asimetría entre las fundamentaciones teó ricas y las fundamentaciones practicas:
- En las fundamentaciones teó ricas solo puede ser temtizdo el contenido de proposicional de estas y
las afirmaciones parciales contenidas en ellas en relació n con las pretensiones de validez “verdad”
o “plausibilidad”
- Para el discurso practico, esto significa que las fundamentaciones normativas e intencionales se
dice porque ha de realizarse p o porque alguien realiza, ha realizado o tiene la intenció n de
realizar p.
En el nivel discursivo se trata de clarificar si es correcto o si tiene sentido realizar p, es decir, el objeto
de discurso que se pone en cuestió n no es, el propio p ha realizarse, sino la realizació n de p, atendiendo a
la rectitud o al sentido, y esto es exactamente el nivel comunicativo de la ética, a diferencia de la moral.
En las fundamentaciones intencionales con la pretensió n de validez “sentido” nos referimos a una
comprensibilidad pragmá tica, en el sentido reproducible de la acció n. Sin tal atribució n/suposició n de
sentido no podríamos identificar como acció n un suceso. En este punto es importante distinguir con
precisió n entre las perspectivas subjetiva y objetiva de sentido.
Racionalidad discursiva
La tematizacion de las pretensiones de validez “verdadero”, “correcto”, “plausible” y “con sentido” que
pueden saldarse discursivamente con afirmaciones y acciones, define el campo de la racionalidad
discursiva. Esta se caracteriza esencialmente por la argumentació n, entendida como alternancia de crítica
y justificación. Kant hace de la racionalidad discursiva entendida en este sentido, como “critica”. La
racionalidad crítica es una racionalidad e enjuiciamiento según criterios.
En el caso de las fundamentaciones cognitivas en el nivel de lenguaje objeto, no puedo fundar que p es
siempre verdadero cuando q es verdadero, entonces, ¿como puedo establecer que el propio p es
verdadero? Solo mediante un criterio de verdad, criterio que refiero a un p en el enjuiciamiento critico.
Esta capacidad de aplicar un universal a un particular o de pensar un particular como contenido en un
universal fue caracterizada por Kant como lo especifico de la facultad de juzgar como facultad racional.
La crítica es en esencia el enjuiciamiento de pretensiones de la razó n a la luz de criterios universales.
Para ello Khan cuenta tanto con la facultad de juzgar como la facultad reflexionarte.
La conexió n de racionalidad discursiva y facultad de juzgar tiene importantes consecuencias. La ló gica
general de la facultad de juzgar no puede dar prescripciones, hay que definirla como la facultad de
discernir si algo se encuentra o no bajo una regla dada. Pero si la racionalidad discursiva es esencialmente
un asunto de la facultad de juzgar significa que el contexto de la critica y la justificació n nunca puede ser
acotado completamente por reglas, aun cuando debe seguir ciertas reglase elementales.
Esta apertura de principio propia de la racionalidad discursiva no resulta solo de la imposibilidad de
establecer reglas fijas de aplicació n de reglas, sino también de la inabarcabilidad a priori de las reglas
mismas, cuando entra en juego la facultad de juzgar reflexionante: las reglas de la argumentació n
aceptadas por nosotros no nos prescriben como hemos de aplicarlas al caso particular, ni nos prescriben
cuales otras reglas de argumentació n habremos de aceptar cuando ya no basten las que hemos aceptado
hasta ahora. Tambiénacá entran en juego la estimació n y la decisió n, y tal vez nos veamos obligados a
encontrar o inventar otras reglas mediante el modo reflexionante de la facultad de juzgar.
La racionalidad discursiva se ha revelado no solo como racionalidad abierta sino también como
completamente reflexiva. La razó n criticada y la razó n que critica son una y la misma; la razó n solo puede
extraer de si misma los criterios de la critica de la razó n, es decir que ha de obtenerlos en el elemento de la
facultad de juzgar reflexionante.
Reglas
Para Kant, el denominador comú n de los juicios y las acciones es la “facultad de los conceptos”, siendo
la facultad teó rica de los conceptos el entendimiento que produce juicios, y siendo la “facultad de desear
segú n conceptos” la voluntad. Esta facultad de los conceptos es mas aceptado como la “facultad de las
reglas”.
Lo que distingue el seguimiento de reglas del comportamiento meramente regular es la capacidad de
disponer de las reglas, es decir, que el seguimiento de reglas es reflexivo. Solo es capaz de seguir reglas el
ser vivo que puede distinguir los casos en los que sigue una regla de aquellos otros en los que la
contraviene, lo cual presupone una conciencia de esa regla. Pero si una regla es conciente, entonces
también es posible contravenirla, es decir, que por principio el comportamiento se desvíe de ella. La
falibilidad y la libertad se revelan como condiciones elementales de la racionalidad en general, si se
interpreta la racionalidad a partir del concepto de regla. La capacidad de disponer de reglas alude también
a la facultad de hallar e inventar reglas que a su vez pueden referirse a la formació n y paliació n de reglas
del comportamiento.
El seguimiento de reglas es una condició n elemental de la comprensibilidad del comportamiento. Son
imposibles las reglas puramente privadas, por eso quien sigue reglas ya ha ingresado en el campo de lo
comprensible, al hacerlo ejemplifica algo que ya siempre comparte potencialmente con otros. Pero este
compartir con otros no solo atañ e a la posibilidad de ser comprendido por otros sino también de
comprender a otros. Es la facultad de interpretar el comportamiento ajeo a la luz de una regla que
tambiénpodría ser propia. Comprender significa la capacidad y actividad de asumir reglas
hipotéticamente frente a algo que hay que comprender.
La racionalidad de reglas constituye el ámbito centra y bá sico de la racionalidad en general, pues
proporciona aquello a lo que remiten las fundamentaciones y las argumentaciones. Seguir una regla
implica la posibilidad de entrar en el juego de principio de desacertar a causa de la infracció n de una regla.
La diferencia “acierto-desacierto” recorre todo el á mbito de la racionalidad de reglas. Esta diferencia abre
el campo de aquello a lo que se refiere secundariamente la racionalidad discursiva: el ámbito de las
pretensiones de validez en el sentido de diversas diferencias de validez. Todo esto quiere decir que la
pretensió n de todo acto de habla, es decir, lo que en el se supone como dado, es su acierto y dado que este
acierto se determina por reglas, siempre esta vinculada a el la pretensió n de validez de la corrección. El
par “correcto-incorrecto” corresponde aquí al par “acertado-desacertado”.
La pretensió n de tener éxito se refiere al efecto perlocucionario (hacer que alguien crea que algo es de
determinada manera) al que apunta el acto del habla, y como en todas las otras acciones orientadas al
éxitos, hablamos de acierto cuando se produce el efecto que se pretendía. Los actos del habla coinciden
con todas las acciones orientadas al éxito. Es evidente que tales acciones pueden resultar desacertadas por
razones que no han de justificar el hablante o agente. Ciertas condiciones de partidas desconocidas
pueden impedir el éxito de la acció n en la misma medida que ciertos nexos causales desconocidos que se
entrometan en el curso de la misma. La falta de éxito, no califica sin mas la incorrecta o irracional a una
acció n orienta al éxito, sino que lo hace solamente si se relaciona con el saber causal disponible en cada
caso.
No solo los actos de habla que intervienen en fundamentaciones y argumentaciones son candidatos a
juicios de correcció n sino todas las acciones, por cuanto se emprenden guiadas por reglas.
El ámbito de racionalidad de reglas es má s amplio que el de la verdad: quien dice algo falso o miente
no es irracional ya solo por eso, pues solo los seres racionales pueden en general decir algo verdadero o
falso.
Intencionalidad
Capitulo 2 – Racionalidad
Racionalidad teórica: racionalidad de la cognició n, tales como las creencias, en virtud de la cual somos
seres teorizadores buscando una representació n real del nuestro mundo
Racionalidad práctica: racionalidad de los elementos, tales como las acciones, en virtud de cual somos
seres prá cticos que intentan hacer cosas, particularmente para satisfacer nuestras necesidades y deseos.
La creencia es central para la racionalidad teó rica, nuestro sistema de creencias nos representa el
mundo. Estas creencias cuando son ciertas y justificadas constituyen conocimiento. El logro del
conocimiento es ampliamente visualizado como un caso de éxito en el ejercicio de la razó n teó rica. La
razó n teó rica representa una capacidad cuyo ejercicio exitoso está correspondientemente limitado.
Aunque una creencia no constituya conocimiento, lo mismo puede ser racional.
Las fuentes producen justificació n, la que esta estrechamente vinculada a la racionalidad. Estas
fuentes son también centrales para la razonabilidad (sensatez). Nuestras creencias razonables son
racionales pero una creencia que es racional puede ser simplemente aprobada para uno y puede no poder
ser justificada o razonable.
A modo de ejemplo para explicar esta fuente denotaremos que si una proposició n supone una
segunda y si la segunda supone una tercera, esta tercera proposició n si fuese falsa, la primera también lo
sería.
La creencia perceptiva muchas veces puede depender de la memoria, pero ni el concepto de
percepció n ni el de creencia perceptiva racional (o conocimiento perceptivo) es histó rico. La memoria, en
cambio, es histó rica, uno no puede recordar algo a menos que uno lo haya retenido en la memoria durante
un cierto periodo de tiempo.
La creencia perceptiva también muchas veces requiere conciencia, pero eso no es porque la
conciencia es una condició n previa o un requisito causal para la percepció n, sino porque la percepció n es
una clase de conciencia: conciencia de un objeto externo. De esta manera uno puede justificar que en una
experiencia sensorial, que los objetos externos sean directamente percibidos, así y en ese sentido somos
directamente conscientes de ellos.
Uno puede tratar la conciencia como un tipo de percepció n también, una percepció n externa
donde el objeto percibido está fuera de la mente e interna donde el objeto esta adentro. Lo que no se
considerar es a la conciencia de objetos abstractos como un tipo de percepció n ya que los objetos
abstractos no está n “en” la mente, al menos en la forma en que está n los pensamientos y las sensaciones.
La percepció n es una noció n parcialmente causal. Si usted ve, oye, toca, degusta o huele algo,
después le afecta de cierta manera. Y si usted puede decir que percibe su propio latido de corazó n o aú n su
propia ansiedad, esto es debido a que le causa a usted alguna impresió n experimental aná loga a una
estimulació n que usted puede haber tenido con los cinco sentidos.
Memoria
Conciencia
El término razó n puede designar cosas muy diferentes. Una es la reflexió n, otra el razonamiento,
otra la comprensió n y otra la intuició n. A modo de ejemplo, reflexionamos sobre un tema, razonamos
desde una hipó tesis para ver lo que implica, comprendemos un concepto o proposició n (a veces solo
después de la reflexió n), e intuimos ciertas verdades.
Podemos razonar desde las “premisas” a la “conclusió n”. Este caso no es del tipo que normalmente
sería conocida por el razonamiento. En un caso como este, debería ser normalmente creído racionalmente
por la intuició n o, en el caso en el la aprehensió n directa de la verdad no viene fácilmente a una persona,
por la reflexió n que produce indirectamente la comprensió n.
Razonamiento
El conocimiento de, o la justificació n para creer una proposició n que proviene del razonamiento,
implica un ejercicio de la razó n con respecto a la proposició n.
En la gran mayoría de los casos en los cuales la razó n produce conocimiento, aparentemente
también produce justificació n.
El tipo má s comú n de creencias justificadas que no constituyen conocimiento no son verdaderas.
La reflexió n cuidadosa puede hacer que una proposició n parezca altamente aprobada o justificada
(plausible) incluso cuando la reflexió n posterior demuestra que es falsa.
Falibilidad y Rechazo
Incluso la razó n no debe ser considerada una fuente que no puede fallar o equivocarse (infalible)
de racionalidad: inferir una conclusió n que obviamente no se cumple. En muchos de tales casos uno puede
formar una creencia falsa. También se puede formar una creencia que incluso no sea racional. Si llamamos
bá sica a una fuente es afirmar una medida de autonomía espistémica, pero no es dar una amplia garantía
epistémico.
Simples verdades ló gicas pueden ser creídas racionalmente sobre la base de testimonios pero aquí
la base inmediata de la creencia, o sea el testimonio, es empírica. Por eso es que el conocimiento a través
del testimonio es secundario.
La razó n y la conciencia no son solo bá sicas sino que también son las ú nicas fuentes ú nicas. Lo que
es accesible a la experiencia conciente y al pensamiento es epistémicamente fundamental en la manera de
gran alcance que está implicada por la combinació n de ser bá sica y ú nica.
Testimonio
Coherencia
Una fuente importante de racionalidad teó rica y quizá s la fuente bá sica de ella es la coherencia
entre las propias creencias.
Nada puede servir como fuente para cualquier cosa sin la existencia indefinida de muchas condiciones
posibilitadoras. Algunas de estas son conceptuales, por ejemplo, cuando uno es incapaz de creer una
proposició n incluso cuando la evidencia de ella está al frente de uno. Otras condiciones son psicoló gicas. Si
mis receptores sensoriales está n funcionando incorrectamente, o no respondo a sus indicaciones
formando creencias de la manera normal, entonces puedo fracasar en estar justificando en ciertas
creencias perceptivas. De esta manera, las variables contextuales son cruciales para determinar si una
creencia es racional en cada caso dado.
Especificar una fuente proporciona tanto una explicació n genética de donde viene una cosa como, a
través de suministrar una base, una explicació n contemporá nea de por qué esto es así. Las condiciones
posibilitadoras no proporcionan ni una cosa ni la otra. Son imprescindibles pero su rol se debe entender
en términos de la teoría de anulació n (revocabilidad) má s que de la teoría de fuentes o de bases positivas.
Las creencias justificadas se conectan, en uno u otro sentido intuitivo, con otras creencias que uno
tiene, típicamente, otras creencias justificadas. Donde quiera que haya una justificació n para creer algo, al
menos tiende a haber justificació n para creer una cantidad de proposiciones relacionadas y de hecho para
creer un conjunto coherente de ellas. Una simple experiencia perceptiva proporciona informació n
suficiente para justificar muchas creencias.
La racionalidad y la justificació n está n en ú ltima instancia basadas en las mismas fuentes bá sicas.
Coherentismo conceptual
La teoría del coherentismo conceptual dictamina que lo que uno no puede entender, tampoco
puede creer, los conceptos vienen y trabajan en familias, no funcionan automatizados. Tener un concepto
(de algo perceptible) debe estar dispuesto a formar creencias bajo estímulos sensoriales apropiados,
digamos creer en un espécimen de la cosa que se presenta cuando uno puede verla y preguntar si hay tal
cosa cerca. Así, debe esperarse de nuevo que de una sola experiencia perceptiva, muchas proposiciones
conectadas estará n justificadas para el que percibe.
La teoría de la coherencia de funció n conceptual pertenece má s a la semá ntica y a la filosofía de la
mente que a la epistemología, pero tiene profundas implicaciones epistemoló gicas. Que los conceptos se
adquieran en relaciones mutuas puede implicar que no se presenten la racionalidad y la justificació n de
forma atomizada, en una creencia aislada cada vez (o deseo o intenció n).
Algunas cosas no podemos conocerlas o incluso creerlas racionalmente excepto por inferencia de
lo que creemos a trabes de las fuentes bá sicas
Fundacionalismo
El rol de base que juega la experiencia en la determinació n de la racionalidad teó rica es central
para las teorías fundacionalistas de esa noció n. Si hay alguna creencia racional cualquiera, hay algunas que
no son inferenciales y que cualquier otra creencia racional deriva bastante justificació n del apoyo que
recibe de una o mas creencias fundacionales de modo que si pierden cualquier apoyo que tengan de otras
fuentes, seguirían siendo racionales.
Un enfoque fundacionalista moderado proporciona un informe mas aprobado o justificado
(plausible) de la racionalidad teó rica.
Si la racionalidad teó rica requiere una cierta clase de sensibilidad a la experiencia y si las creencias
que son respuestas directas (sin inferencias) a ellas son bá sicas en la estructura cognitiva de uno entonces
nuestro sistema de creencia debe esperarse que tenga ciertas característicaspsicoló gicas. Algunas de
nuestras creencias deben ser sin inferencias y otras basadas en ellas.
Cambio de creencia
Una creencia que es sin inferencia en un momento puede ser mas adelante inferencial, cuando uno
ha adquirido una premisa para ella. En caso contrario, una creencia basada de manera inferencial en
premisas se puede conservar en la memoria mucho má s tiempo después de que las premisas se olvidaron
y por lo tanto ser sin inferencias. La retenció n de la creencia puede ser racional.
Nuestras creencias racionales, sean bá sicas o no, pueden ser una base adecuada para la extensió n
tanto inductiva como deductiva.
La extensió n de nuestro sistema racional de creencia puede también ocurrir como resultado de
testimonios. Una variedad inmensamente amplia e indefinida de creencias racionales puede presentase
del testimonio. No cualquier testimonio es creíble, pero quizá s puede ser que digamos que normalmente
podemos racionalmente creer lo que las personas atestiguan a menos que tengamos razones para dudar.
La racionalidad teó rica es sobretodo una clase de sensibilidad a los fundamentos. En los casos
bá sicos, es sensibilidad a las experiencias, particularmente a las bases experienciales; en los otros caso es
sobretodo sensibilidad a las creencias formadas sobre la base de la experiencia (este caso es típicamente
uno de sensibilidad inferencias (deductiva)).
De hecho parece que la sensibilidad a la experiencia central para la racionalidad no exige incluso
tener creencias, sino las disposiciones a formarlas. El cerebro puede ser manipulado de una manera tal
que por un breve periodo de tiempo quede sin creer, solamente con las capacidades y las disposiciones de
formar creencia.
El alcance de la racionalidad teó rica para una persona será muy diferente del alcance para otra.
Cada uno de nosotros tiene diferentes experiencias y la gente difiere ampliamente en los poderes
inferenciales (deductivos). Habría considerables coincidencias en las proposiciones que las personas
racionales ordinarias creen racionalmente, particularmente si comparten el mismo ambiente y son
educadas de manera similar.
Condiciones finales para la racionalidad y la justificació n
Tanto como la implicació n ló gica preserva siempre la verdad, la inferencia valida ló gicamente
preserva siempre la racionalidad. Si creo racionalmente lo primero e infiero validamente lo ú ltimo de él
entonces creo racionalmente el ú ltimo, esto es lo que se denomina principio de cierre. A modo de
ejemplo, si uno cree racionalmente en p, y p implica evidentemente a q, entonces uno seria racional al
creer en q basado en p.
Si usted quiere satisfacer sus deseos, debe intentar tener creencias racionales que lo guíen, puesto
que estas es má s probable que sean ciertas que las irracionales. La racionalidad prá ctica es un estatus que
puede ser atribuido justificadamente a las acciones sobre la base de la razó nteó rica.
No hay dudas que la acció n y el deseo deber ser guiados por la razó nteó rica, aproximadamente en
el sentido de que debemos ser guiados en la bú squeda de nuestros objetivos por creencias racionales de
medios-fines. Si mantenemos ciertas clases de creencias negativas sobre una acció n, tal como que el
realizarla será doloroso o nos causara fracasar en conseguir cosas importantes que buscamos
reflexivamente, entonces la supuesta racionalidad prá ctica de la acció n la rechazaría.
Podemos distinguir entre una razó n de creer p y una razó n que nos hace creer en p. Es cierto que
lo que nos hace creer en p puede producir una razó n para creer en el (como el creer que uno sobrevivirá a
una enfermedad realmente hace esto probable) pero una vez que la distinció n bá sica entre los dos tipos
de razones se observa, parece dudoso que las razones practicas del tipo en cuestió n (razones de la acció n)
puedan usarse como razones teó ricas (razones para creer)
Una persona teó ricamente racional no necesita cumplir un elevado está ndar de racionalidad,
exhibiendo una mente crítica o buena deliberació n. Cuanto mas limitada es la experiencia de la persona,
son menores las formas de creencia racional que debemos esperar que tenga la persona, manteniendo
iguales otras cosas. Pero en una persona racional debe todavía haber una coherencia total no solo dentro
del sistema de creencias, sino también entre ellas y la experiencia de la persona. Cuando este patró n se
combina con los activos intelectuales tales como la perceptividad, buen juicio y una capacidad significativa
de buen razonamiento, podemos hablar de una persona teó ricamente razonable.
Racionalidad Global
No podemos tener éxito como seres prá cticos en ausencia de la racionalidad teó rica, sino que para
el éxito prá ctico necesitamos má s.
Entonces, para entender en un sentido global, la racionalidad teó rica requiere el tipo de buena
fundamentacion de creencias que es posible solamente con una dada experiencia sensorial y reflexiva
como base. Cuando la racionalidad teó rica esta bien desarrollada, la persona tambiéntendrá una medida
de imaginació n, de la clase que nos permite enmarcar hipó tesis, elaborar ideas e incluso construir teorías.
Pero la imaginació n, incluso si normalmente anuncia un cierto grado de racionalidad teó rica, puede
también producir creencias o hipó tesis irracionales. La racionalidad teó rica exige algú n grado de conexió n
entre nuestras creencias y las fuentes bá sicas, y requiere alguna imaginació n entre los elementos que la
desarrollan.
Capitulo 3 – Racionalidad
El razonamiento práctico en este sentido mas o menos técnico lleva (o modifica) a intenciones,
planes, decisiones. El razonamiento teó rico en el sentido técnico correspondiente lleva a (o modifica)
creencias y expectativas.
Cualquier instancia dada de razonamiento puede combinar razonamiento teó rico y prá ctico.
Una razó n puramente teó rica para creer algo a veces se denomina una razó n epistémico para
creerla, al contrario de una razó n prá ctica no espistémica.
Preliminares
Podemos decir que el razonamiento teó rico es un proceso por el cual en primero instancia usted
cambia sus creencias y expectativas y que el razonamiento prá ctico es un proceso por el cual en primera
instancia usted cambia sus elecciones, planes e intenciones. Tenemos que decir algo como “en primera
instancia” debido a que el cambiar lo que usted planea hacer puede afectar a lo que usted cree que
ocurrirá y el cambio de sus creencias puede llevarle a cambiar sus planes.
Hay similitudes obvias entre el razonamiento teó rico y el prá ctico. En ambos casos usted comienza
con creencias e intenciones precias y razona de una manera que logra cambios en esas creencias e
intenciones típicamente sustrayendo algunas y agregando otras.
Pero hay también importantes diferencias entre el razonamiento teó rico y el prá ctico. Una muy
importante diferencia tiene que ver con el pensar en quimeras que es perfectamente apropiado en el
razonamiento prá ctico de una manera que no es apropiado en el razonamiento teó rico.
Otra diferencia importante entre el razonamiento teó rico y el prá ctico tiene que ver con la
razonabilidad de elecciones arbitrarias.
El punto acerca de pensar en quimeras indica una forma en la cual una consideració n prá ctica
derivando de sus objetivos y deseos no es apropiadamente relevante para su razonamiento teó rico.
El razonamiento utiliza recursos como tiempo y concentració n. Usted tiene recursos limitados y el
razonamiento acerca de un tema lo mantiene sin considerar otro. Usted tiene razones prá cticas para
considerar só lo ciertas preguntas má s que otras.
Dados recursos limitados, las consideraciones prácticas son relevantes en cuá nto en forma de
recursos se dedicará a una investigació n dada y cuá ndo terminar una investigació n.
Alcanzar una conclusió n es, entre otras cosas, concluir una investigació n. Las razones prá cticas son
relevantes para alcanzar una conclusió n, por lo menos hasta el punto en que sean relevantes de si para el
dedicar recursos a esa investigació n. Pero las razones prá cticas pueden apropiadamente ser relevantes
sobre si terminar la investigació n, por ejemplo considerando que no es probable que la posterior
investigació n valga el esfuerzo.
Simplicidad
Nuestra inclinació n es aceptar la má s simple de dos hipó tesis que consideren igualmente bien los
datos.
Razonamos como si creyéramos que la hipó tesis má s simple es má s probable que sea correcta en
el caso ¿pero, por qué debemos creer esto? Realmente no “creemos” exactamente esto. Nuestra
preferencia por la simplicidad “se incorpora” en nuestro sistema de razonamiento. Es un aspecto bá sico de
nuestra probabilidad epistémica. Nuestra prá ctica inferencial trata las hipó tesis má s simples como má s
probables epistémicamente que las correspondientes a hipó tesis má s complejas que informen igualmente
bien los datos.
Sesgos inductivos
Una vez que nos demos cuenta de que de esta manera estamos influenciados por la simplicidad,
podemos preguntar si debemos continuar permitiendo que nos influencie.
Un sistema de razonamiento necesita sesgos inductivos si es para alcanzar totalmente cualquier
conclusió n inductiva. Un sistema sin sesgos inductivos no puede aprender de la experiencia.
Considerar primer la hipó tesis en cada uno de estos conjuntos que tenga el menor cuadrado de
error en los datos. Para cada una de tales hipó tesis, compensaríamos la cantidad de error para esa
hipó tesis contra la complejidad de la má s inmediata de las clases de hipó tesis a la cual pertenece.
Podríamos ordenar estos conjuntos de funciones de modo que los conjuntos posteriores puedan
acomodar má s puntos de referencias sin má s error del que tienen los primeros conjuntos.
Usando esta medida de simplicidad cuando compensemos simplicidad contra error puede
eventualmente prometer conducirnos a aceptar una hipó tesis con error promedio relativamente bajo.
Este tipo de sesgos inductivos promete ayudarnos a encontrar la respuesta a las preguntas que
estamos interesados en contestar o que promete ayudarnos a seleccionar una hipó tesis con una tasa de
error tan baja como sea posible mientras tenemos otras ventajas prá cticas.
É stas son las razones prá cticas, pero no razones teó ricas para consentir en un sesgo inductivo que
favorezca la simplicidad. Pero ellas no reducen el razonamiento teó rico al razonamiento prá ctico ni
incorporan el pensamiento quimérico al razonamiento teó rico
Conservadurismo
Nuestro razonamiento es conservador en el sentido en que comenzamos con nuestras visiones actuales e
intentamos mejorarlas librá ndonos de inconsistencia y aumentando su coherencia de maneras que nos
ayudan a responder las preguntas en las cuales estamos interesados.
Hay sesgos adicionales en el razonamiento má s allá del sesgoinductivo simple. Este sesgo adicional
favorece las creencias que ya tenemos sobre las proposiciones que no aceptamos todavía.
Interpretaciones no prácticas
Conclusión
Aunque el pensamiento quimérico no sea relevante en el razonamiento teó rico de la forma que es
relevante en el razonamiento prá ctico, a ciertos aspectos del razonamiento teó rico se les podría dar una
defensa prá ctica. Esa defensa no significa que el pensamiento quimérico está permitido internamente en
el razonamiento teó rico. La defensa podría dar también una interpretació n no prá ctica en términos de qué
conclusiones deber ser alcanzadas.
Capítulo 19 – Racionalidad
Racionalidad y ciencia
Podemos distinguir entre los objetivos epistémicos y prá cticos de la ciencia. Los posibles objetivos
epistémicos incluyen la verdad, la explicació n y la adecuació n empírica. Los posibles objetivos prá cticos
incluyen el creciente bienestar humano a través de avances tecnoló gicos.
La posició n filosó fica del realismo científico mantiene que la ciencia se dirige a teorías verdadera y
en alguna medida lo logra, produciendo algunas teorías que al menos son aproximadamente ciertas. La
posició n del anti realismo es que la verdad no es una preocupació n de la ciencia, las teorías científicas
deber hacer predicciones fenó menos observables pero no se deben interpretar como verdaderas o falsas.
Las realizaciones má s impresionantes de la ciencia son teorías que explican una gran variedad de
fenó menos. La ciencia apunta a la explicació n así como a la verdad.
Un objetivo de la empresa científica es la mejora del bienestar humano a través de aplicaciones
tecnoló gicas.
Existen versiones má s críticas sobre los objetivos prá cticos de la ciencia. Se ha demandado que la
ciencia en gran parte funciona para ayudar a mantener la hegemonía de fuerzas políticas y econó micas
dominantes proporcionando ideologías y tecnologías que previenen la sublevació n de la gente oprimida
Confirmació n y falsificació n
Agentes de confirmación: Los científicos comienzan con las hipó tesis que utilizan para hacer
predicciones sobre fenó menos observables. Si los experimentos u otras observaciones muestran que las
predicciones son ciertas, entonces se dice que las hipó tesis son confirmadas. Una hipó tesis que ha recibido
sustancial confirmació n empírica puede ser aceptada como cierta, o por lo menos como adecuada
empíricamente.
Agentes de falsificación: Los científicos usan hipó tesis para hacer predicciones, pero su objetivo
primario debe ser encontrar evidencia que contradice los resultados previstos, llevando al rechazo de
hipó tesis má s que a su aceptació n. Las hipó tesis que han sobrevivido a severos intentos de falsificarlas se
dice que está n corroboradas.
Particularmente, es excesivamente raro que los científicos precisen refutar sus propias hipó tesis y
dada la dificultad de realizar experimentos complejos, es afortunado que intenten las confirmaciones má s
que las refutaciones.
Pero los científicos no son tampoco solo agentes de confirmació n, puesto que las hipó tesis
frecuentemente consiguen apoyo no solo de nuevas predicciones, sino también de explicar datos ya
obtenidos. La tarea entonces no es solo determinar que hipó tesis son confirmadas, sino también que
hipó tesis se confirman mejor que sus competidoras.
Probabilidades
De dos hipó tesis incompatibles, los agentes probabilísticos prefieren aquella con la probabilidad
posterior mas alta.
Surgen problemas técnicos con la aplicació n de la teoría de las probabilidades de razonamiento
científico, a continuació n se presentaran los tres má s importantes:
1) La probabilidad tiene su interpretació n mas clara como frecuencias de eventos observables en las
poblaciones. Tales probabilidades son grados de creencia, pero existen evidencia substancial de
que el pensamiento de las personas no se ajusta a la teoría de las probabilidades.
2) Hay problemas de có mputo en el cálculo de probabilidades. En general, el problema de calcular
probabilidades es intratable computacionalmente en el sentido de que el nú mero requerido de
probabilidades condicionales aumenta exponencialmente con el nú mero de proposiciones.
3) Pueden ignorar los factores cualitativos que afectan la teoría de la elecció n. Los argumentos de los
científicos sugieren que cuiden no solo cuanta evidencia hay para una teoría, sino también sobre la
variedad de la evidencia, la simplicidad de la teoría que la explica y las analogías entre las
explicaciones propuestas y otras establecidas.
Coherencia explicativa
Si los científicos no son agentes de confirmació n, falsificació n y probabilísticos ¿Qué son? Son
agentes de explicació n. Lo que los científicos hacen en inferencia teó rica es generar explicaciones de
fenó menos observados y una teoría sería preferida a sus competidoras si proporciona una mejor
explicació n de la evidencia. Las teorías se aceptan sobre la base de una inferencia hacia la mejor
explicació n.
La dificultad principal con la concepció n de los científicos como agentes de explicació n es la
imprecisió n de conceptos tales como la explicació n, inferencia a la mejor explicació n y coherencia
explicativa.
El autor prefiere ver a los científicos como agentes de explicació n má s que como agentes de
confirmació n, falsificació n o probabilísticos porque esta visió n se ajusta mejor con la prá ctica histó rica de
los científicos como se evidencia en sus escritos, así como con las teorías psicoló gicas que son escépticas
sobre la aplicabilidad del razonamiento deductivo y probabilístico en el pensamiento humano.
Vamos a considerar dos modelos científicos como tomadores de decisiones prá cticas: los
científicos como agentes de utilidad y los científicos como agentes emocionales.
El punto de vista del agente de utilidad es el familiar en la economía, con un agente realizando una
acció n debido a un cálculo de que la acció n tiene mayor utilidad esperada que las acciones alternativas,
donde la utilidad esperada es una funció n de las utilidades y las probabilidades de diferentes resultados.
Este punto de vista está de acuerdo con la visió n espistémica de los científicos como agentes
probabilísticos y tiene muchas de las mismas dificultades.
Una visió n mas realista de la toma de decisiones de los científicos y de la gente en general es que
seleccionamos las acciones que reciben la evaluació n emocional má s positiva basada en su coherencia con
nuestros objetivos. En este punto de vista, la toma de decisió n se basa en la intuició n má s que en el cálculo
numérico. La importancia de los objetivos es afectada por có mo se adaptan a otros objetivos así como con
las diversas acciones que tenemos disponibles. Podemos tener poco conocimiento consistente de este
proceso de balanceo, pero los resultados del proceso vienen a la conciencia vía las emociones. Los
psicó logos utilizan el término “valencia” para referirse a evaluaciones emocionales positivas o negativas.
Tal como hay una concordancia entre la visió n probabilísticas de agentes epistémicos y la visió n de
utilidad de agentes prá cticos, hay una concordancia entre la visió n explicativa de la coherencia de agentes
epistémicos y la visió n de coherencia emocional de agentes prá cticos. Las emociones desempeñ an un rol
significativo en la inferencia de las hipó tesis así como también en la inferencia de las acciones, porque las
entradas a y las salidas de ambos tipos de inferencias son emocionales así como también cognitivas.
Lo que emerge a la conciencia desde un juicio de coherencia explicativa es frecuentemente
emocional, bajo la forma de afició n o incluso de alegría con respecto a una hipó tesis, y aversió n o incluso
desprecio al rechazar hipó tesis competitivas. Las entradas emocionales a la evaluació n de hipó tesis
incluyen las diversas actitudes que los científicos sostienen hacia diferentes resultados experimentales e
incluso para diferentes experimentos. Otra clase de entradas emocionales son analó gicas: una
teoríaaná loga a una teoría visualizada positivamente tal como la evolució ntendrá mayor valencia positiva
que una que sea aná loga a una teoría despreciada tal como la de fusió n fría.
Una persona o un grupo es racional en la medida en que sus prá cticas le permitan lograr sus
legítimos objetivos.
Los desafíos psicoló gicos se pueden basar en cualquier fría cognició n, la que implica procesos tales
como solució n de problemas y razonamiento, o en la cognició n caliente, la que incluye factores
emocionales tales como motivació n. El desafío de la cognició n fría a la racionalidad científica sería que los
procesos cognitivos de las personas son tales que es difícil o imposible que ellas razonen de las maneras
que promueven los objetivos de la ciencia.
En la cognició n caliente, los científicos son seres emocionales y sus emociones los pueden llevar a
distorsiones en sus trabajos científicos si se adjuntan a valores que son hostiles a los objetivos legítimos
de la ciencia.
1) Los científicos avanzan a veces en sus propias carreras fabricando o distorsionando datos que
apoyen sus propias hipó tesis. En esos casos, tienen mayor motivació n para realzar sus propias
carreras que parar perseguir la verdad, la explicació n o el bienestar.
2) Los científicos a veces bloquean la publicació n de teorías que desafían la suya fabricando
problemas en los artículos presentados o en los subsidios propuestos que les han pedido revisar.
3) Sin ser fraudulentos o intencionalmente malos, los científicos a veces se engañ an sin intenció n
pensando que sus hipó tesis y datos son mejores que los de sus rivales.
4) Los científicos fomentan a veces sus carreras acompañ ando las visiones de los poderosos políticos.
La emocionalidad natural de los científicos no es en sí misma una causa de irracionalidad. Una pasió n
por el descubrimiento es un motivador mucho mas poderoso del trabajo intenso requerido para el éxito
científico que las recompensas extrínsecas tale como el dinero y la fama. Así la cognició n caliente puede
promover la racionalidad científica y no solo desviaciones de ella.
Los modelos basados en las teorías de ló gica formal y de probabilidades han tendido a estar tan
alejados de la prá ctica científica que alientan la inferencia de que los científicos son irracionales. En
cambio, los modelos psicoló gicamente realistas basados en la coherencia explicativa o emocional, junto
con los modelos socialmente realistas del consenso, pueden ayudar a iluminar la racionalidad a menudo
impresionante de la empresa de la ciencia.
Capitulo 20 – Racionalidad
Racionalidad Económica
Cuando está n abiertos varios cursos de acció n, la racionalidad recomienda el que mejor promueve
el interés propio, esto se dice maximizar el interés propio. Cuando la acció n que maximiza el interés
propio es incierta, la racionalidad recomienda como guía la probabilidad, esto se dice que es maximizar el
interés propio esperado.
“El primer principio de la economía es que cada agente actú a solamente por interés propio” Los
filó sofos denominan esta visió n como egoísmo psicoló gico. Cuando un agente maximiza la utilidad para sí
mismo, maximiza su satisfacció n. Toman la unidad como felicidad, satisfacció n y dicen que un agente
maximiza, y debe maximizar, la utilidad para si mismo.
El interés propio no genera una guerra de todos contra todos. Los agentes que persiguen el interés
propio frecuentemente son conducidos a cooperar porque la cooperació n es con frecuenta un medio
excelente de promover el interés propio. El interés propio lleva a los agente a actuar como si una mano
invisible dirigiera su comportamiento hacia el bien comú n. La economía de bienestar contemporá nea
demuestra que si cada uno comercia en el mercado para maximizar su satisfacció n y todos terminan con
un comercio mutuamente beneficioso, la asignació n resultante será eficiente en el sentido de que ninguna
asignació n alternativa produce ganancias para alguno sin pérdidas para el otro.
Maximizació n de utilidad
Racionalidad limitada
En vista de nuestro tiempo y capacidad cognitiva limitados para tomar decisiones, no debemos
mantenernos en el está ndar clá sico de la maximizació n de la utilidad. Reemplazar las reglas substantivas
de racionalidad, tales como la regla de maximizar la utilidad, con reglas procedimentales de racionalidad,
tales como la regla de satisfacer. Las reglas procedimentales prescriben métodos de toma de decisiones
má s que las decisiones a ser tomadas. Se centran sobre el proceso má s que en el resultado. Consideran
como deber ser tomadas las decisiones má s que en que decisiones deben ser tomadas. La racionalidad
procedimental apunta a buenas soluciones en vista de los límites humanos.
Críticas
Compromisos
Muchos toman la excepció n al a visió n de que la racionalidad requiere la maximizació n egoísta del
interés propio. Pueden conceder que en el comercio, los negocios y los mercados la racionalidad funciona
de una manera en gran medida egoísta.
Piensan que la racionalidad egoísta se debe restringir al reino econó mico y no extenderse a
instituciones sociales y políticas tales como la familiar y la ley.
Se argumenta en contra de tomar la racionalidad como siendo la maximizació n del interés propio
incluso en el reino econó mico. Se observa que los seres humanos no está n solamente motivados por el
interés propio. Se observa que las personas a veces está n motivadas por su compromiso con otros (por
ejemplo la familia, la comunidad o clase) y mantienen que tales motivaciones son racionales. Se reclama
que tomando en cuenta el compromiso, ayuda a los economistas a tratar los fenó menos que caen
directamente en el terreno de la disciplina.
El está ndar de la racionalidad está abierto a la acusació n de ser demasiado débil. Un agente puede
consistentemente elegir frustrar sus objetivos. Tal comportamiento es irracional a pesar de ser
consistente.
Toma la utilidad como media de la fuerza de deseo.
Cuando los deseo no son cuantitativos y las opciones son incomparables, no se aplica y son
necesarios principios suplementarios.
La maximizació n de la utilidad ignora ciertos tipos de compromisos. Segú n una versió n de esta
crítica, ignora el compromiso con equipos de agentes. Segú n otra versió n, ignora el compromiso con los
planes.
Un plan implica un compromiso a una serie de actos, quizá s incluyendo el cultivo de un rasgo de
carácter o de una disposició n de comportamiento. Algunos pasos en un plano pueden no ser para
maximizar la utilidad sino que se pueden justificar por los beneficios de ejecutar el plan completo. La
maximizació n de la utilidad se puede aplicar a patrones de comportamiento a largo plazo má s que a cada
acto cuando se presenta la ocasió n de él.
Se considera los casos en los cuales una secuencia maximiza la utilidad aunque los actos dentro de
la secuencia no maximicen la utilidad. En tal caso su visió n es que la maximizació n de la utilidad de la
secuencia hace racionales los actos que no maximizan dentro de la secuencia. Un agente racional
decididamente lleva a cabo las secuencias de actos a pesar de los incentivos para desviarse.
La adopció n de un plan, da aun agente una razó n para seguir con el plan, una razó n
independientemente de la maximizació n de la utilidad. La razó n no depende de la utilidad
Agentes limitados
La satisfacció n se puede considerar como un procedimiento de optimizació n por el que los agentes
maximizan la utilidad pero figuran en los cálculos de la utilidad los costos cognitivos de tomar decisiones.
Dado un poder cognitivo limitado, los costos de deliberaciones prolongadas son altos, así que los atajos
optimizan todas las cosas consideradas. Los agentes está n limitados, no racionales y satisfacientes.
Debido a los costos de la decisió n, la optimizació n no es siempre racional. La optimizació n
minuciosa por lo tanto genera una regresió n infinita de decisiones y por lo tanto incurre en costos
prohibitivamente altos de decisió n. Esta objeció n só lo aparece, sin embargo, si la optimizació n se toma
como un procedimiento de la decisió n má s que como un está ndar de evaluació n.
Tomar el principio como un está ndar de evaluació n es una manera de reconocer que los agente
limitados cognitivamente no son capaces de tomar cada decisió n usando procedimientos de optimizació n.
La moderació n es una virtud, pero la optimizació n puede responder a este valor. Considere a un
agente que aprecie el valor de la moderació n. Su asignació n de utilidad estará afectada por su valor. Si él
debe decidir entre dos opciones y prefiere una que considere todas las cosas, incluyendo el valor de la
moderació n, entonces la racionalidad requiere su elecció n incluso si la otra opció n es satisfactoria. La
moderació n no da ninguna razó n para actuar contrariamente a la preferencia.
Los argumentos para salir de la maximizació n de la utilidad tienden a mantener que algunos actos
son preferibles a los actos que maximizan la utilidad.
Maximización prudente
Utilidad abarcativa
Una utilidad de una opció n responde a cualquier razó n para adoptar la opció n. Cualquier razó n
para adoptarla es una razó n para preferirla a otras opciones y asignarle así una utilidad má s alta que para
las otras.
Si una persona se compromete al bienestar de otros, entonces él le da a los actos que promueven
su bienestar un grado de utilidad má s alto. El compromiso con otros no es contrario a la maximizació n de
la utilidad. La utilidad abarcativa cubre el valor de honrar tales compromisos.
Si una cooperació n ahora de un agente con otros les anima a que cooperen con él má s adelante, él
tiene un incentivo para cooperar ahora. También las sociedades, una vez establecidas, pueden construir
instituciones para promover la cooperació n
La identificació n con un equipo puede hacer que la asignació n de la utilidad de un agente se
conforme con la del equipo. Entonces el comportamiento de maximizació n de utilidad del agente produce
el mismo resultado como nuevos principios de racionalidad con respecto a la acció n del equipo.
Las personas racionales que buscan una forma ó ptima de coordinació n pueden tener éxito
aprendiendo a asociarse con aquellos que buscan la misma forma de coordinació n. Atendiendo a la
construcció n de la asociació n, la gente puede solucionar ó ptimamente problemas de coordinació n sin
descansar sobre reglas nuevas de racionalidad.
Los agentes racionales cultivan disposiciones y rasgos de carácter que maximizan la utilidad de la
vida. En ambientes donde se recompensa la irracionalidad, puede cultivar disposiciones y rasgos de
carácter que generan comportamiento irracional.
La bú squeda constante de mejoras tiene costos cognitivos. Los agentes con capacidad cognitiva
limitada se benefician siguiendo resueltamente los planes en vez de calcular en cada momento el acto que
maximiza la utilidad. El reconocimiento de límites cognitivos lleva la maximizació n de la utilidad a
alinearse con los procedimientos racionales del planeamiento.