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SUPERVISIÓN EDUCATIVA EN EL SIGLO XXI

La supervisión educativa es el eje fundamental para una educación de


calidad y ésta a su vez, es de vital importancia en el desarrollo de
aprendizajes verdaderos ya que la enseñanza promueve la construcción
a partir de la realidad para mejorar el mundo en el que se habita. En
palabras de Freire: “Transformar a los educandos en sujetos reales de la
construcción y de la reconstrucción del saber” (Freire, 2004, p. 13) El
acceso a la educación es una necesidad social, pues es un factor
primordial que permite el desarrollo pleno de una sociedad. Los objetivos
y la necesidad de la supervisión educativa están encaminados al
mejoramiento de la calidad; es aquí donde la supervisión juega un papel
importante puesto que es el puente estratégico entre lo administrativo y
la comunidad educativa.

Información, asesoramiento, mediación, control y evaluación, son


excelentes bases para visualizar los grandes alcances que la acción de
la supervisión educativa conlleva; justamente en manos de los
supervisores educativos y sus reflexiones sobre lo administrativo y sobre
el quehacer pedagógico es en donde se encuentran las respuestas a las
transformaciones que la educación necesita. Una de las labores más
complejas a las que se enfrenta la acción de supervisar es el uso de la
herramienta de evaluación (cuantitativa – cualitativa) fundamental en la
mejora de la calidad, pues mediante sus análisis se plantean nuevos
retos y estrategias. La supervisión educativa que necesita las escuela del
siglo XXI es aquella que está comprometida con la orientación y
acompañamiento de los procesos de desarrollo educativo, una
supervisión educativa que promueve el desarrollo de las personas y los
colectivos escolares o de la región, o del país, o del mundo, lo que
contribuye a que sean más dinámicas las prácticas pedagógicas y los
resultados académicos.

Es necesario cambiar el rol de la supervisión como un personaje


antagónico (conducción de las instituciones ligado al concepto de
jerarquía) dentro de los procesos educativos, en este mundo de
acelerados cambios sociales, culturales, productivos y tecnológicos y al
igual que muchas otras disciplinas o cargos, la supervisión debe volcar
todo su esfuerzo por asesorar y acompañar para trabajar en un horizonte
de mejoramiento continuo. Es necesario desmontar el paradigma de
control que ha ejercicio la supervisión vista desde los modelos
productivos, justamente son estas concepciones las que han llevado a
que el oficio de supervisor sea juzgado y desvalorizado. En la mayoría de
países, los supervisores educativos se destacan por ser personas con
características específicas como: sentido de liderazgo pedagógico y
liderazgo directivo – dependiendo el caso – para que sean asegurados la
calidad de los aprendizajes de todos los estudiantes, la satisfacción de
los requerimientos y estándares del currículo oficial y de la sociedad en
su conjunto. En este sentido se puede observar que las acciones de
supervisión y acompañamiento se encuentran dentro de las funciones
más representativas de los supervisores educativos o líderes
pedagógicos, puesto que el concepto de supervisión ha pasado de una
rigurosidad a la acción de asesorar y acompañar a quien se supervisa,
pues se deben abordar a los actores del contexto educativo desde sus
dimensiones personales, profesionales y emocionales.

En los escenarios constitutivos de la sociedad actual, la labor del


supervisor educativo es mucho más que una labor administrativa de
dirección, tan sólo ésta es una parte de los saberes que caracterizan al
supervisor y a esto, se debe sumar la investigación en los contextos en
los que se encuentra la institución educativa, el currículo y el modelo
pedagógico que practican. Al respecto los autores señalan que: Es este
fin último, el aprendizaje del alumnado garantizando la equidad (Bolívar,
2005) o lo que otros llaman “salario cultural mínimo” (Perrenoud, 2002) el
que da sentido a la tarea asesora y educativa en general y donde la
Inspección de Educación tiene un papel relevante tanto en el control
como en el asesoramiento, desde la autonomía de cada centro pero
garantizando los mismos derechos al alumnado sea el tipo de centro al
que acuda.

El supervisor Educativo para la educación actual deberá ser un líder


creativo , con capacidad crítica y experiencia y al mismo tiempo con alto
conocimiento en tareas administrativas como: planeación, control y
asesoramiento. También, deberá procurar porque su saber se mantenga
actualizado de forma continua como con cursos de capacitación,
conocimientos de los sistemas de evaluación cuantitativa y cualitativa,
etc lo que le permitirá reflexionar sobre su quehacer pedagógico-
administrativo y a la vez realizar investigaciones que propendan por una
calidad educativa. Son grandes los retos y las metas en la vocación de
los supervisores, más aún cuando la educación de nuestro tiempo exige
un compromiso continuo, sin embargo se ha profundizado bastante en la
formación permanente y continua de los profesores y muy poco en la
formación permanente de los supervisores quienes a su vez se han
desempeñando como docentes, es así como se hace necesario una
reflexión y si es el caso un replanteamiento ¿Para qué?. En ocasiones la
formación de los supervisores cae en el tecnicismo con el cual se
reproducen modelos tradicionalistas burocráticos, que no dan espacio
para la reflexión sobre la práctica: Todo inspector e inspectora debería
conocer los diversos modelos de supervisión (de producción, clínico, de
desarrollo, etc.), relacionados o inspirados en las tradiciones
burocráticas, interpretativas y críticas de la educación y de la supervisión
(Martín, 1988).

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