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Queridos profesores, queridos padres y familiares, mis muy queridas alumnas y

alumnos que terminan este ciclo en nuestro colegio Ateneo.


Un año más este Colegio, entre melancólico y satisfecho, mediante este emotivo
acto, los despide con un lógico sentimiento agridulce, una mezcla de satisfacción
por el deber cumplido, por unos y por otros, y de tristeza por lo que supone de
despedida entrañable algunos años de convivencia como miembros de nuestra
comunidad educativa. Pero la vida nos exige, nos demanda, dejar etapas para
iniciar otros caminos que nos ayuden a crecer.

Terminas un ciclo, cierras un capítulo, te despides de personas y lugares que tal


vez ya no frecuentarás, pero que han formado parte de tu vida por algún tiempo.
Crecer duele.  Pero al mismo tiempo no puedes evitar entusiasmarte por la nueva
etapa que próximamente empiezas. Nuevos sueños, nuevas metas y retos, nuevas
personas y nuevos lugares. La aventura continúa. En la escalera todavía hay
peldaños por subir.

El ciclo de la vida continúa, y muchas veces cada final es un nuevo comienzo, una
libreta en blanco, una nueva oportunidad, ser como siempre has querido ser, hacer
lo que siempre has querido hacer, cambiar lo que siempre has querido cambiar.
Sin embargo, para mí, este discurso no es un discurso de clausura, sino de inicio.
No es de despedida sino de compromiso. Me gustaría que esta ceremonia se
pareciera al lanzamiento de un barco a mar abierto por primera vez. Llega un
momento en que es necesario abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma
de nuestro cuerpo y olvidar los caminos que nos llevan siempre a los mismos
lugares. Es el momento de la travesía.
Esa es la razón por la que lanzamos estos navíos al agua, para que comiencen
emocionantes recorridos. Atrás queda el duro trabajo en los astilleros que vendría
a resumir el trabajo y el esfuerzo de ustedes, el de los profesores y el de sus padres y
demás familiares: construir la obra viva de sus proyectos y de sus ilusiones. Pero
para que haya historia, el viaje tiene que empezar. Hemos trabajado durante estos
años en esos astilleros imaginarios para que llegara este momento. Y ha llegado la
hora de partir.
Antes del lanzamiento, permitidme que agradezca a quienes han sido parte
indispensable de este proyecto, porque sin ellos no habría habido final feliz.
En ese sentido, debo empezar, en primer lugar, por ustedes, padres y madres,
esposos y demás familiares que eligieron este colegio y que pusieron en nuestras
manos una de las cosas más importantes de vuestras vidas: la educación de estos
chicos. Imagino que son muchas las emociones y recuerdos que surgirán esta tarde
en sus mentes y corazones.
Quiero agradecer también de igual manera a mis colegas docentes. Ellos son la
clave de bóveda de su formación. Sin ellos este trabajo había sido difícil.
Queridas alumnas y alumnos, el mundo en el que están a punto de ingresar no
goza de buena reputación. No es un lugar agradable, como muy pronto
descubrirán. Pero es el único mundo disponible: no existe alternativa. El mundo de
ahí fuera es una jungla, y un desierto, y un terreno resbaladizo, un pantano… Y
todo ello no sólo literalmente, sino también, lo que es peor, metafóricamente. Sin
embargo, como dijo el poeta Robert Frost: la mejor forma de escapar es persistir.
Persistir, porque las cosas siempre pueden ser de otra manera.
El viaje estará lleno de obstáculos y errores que los harán tambalear, pero
también hay que aprender a navegar a través de ellos. Para eso, no olvidar que esa
felicidad, que veo ahora en ustedes, debe ser una disposición de la mente. La
calidad de su vida dependerá de la calidad de sus pensamientos. No la hagan
depender, bajo ningún concepto, de lo que pasa a su alrededor. Cuanto más
abiertos estén a sus propios sentimientos, muchísimo mejor será el mundo de ahí
afuera, porque entonces podrán entender el de los demás.
(…) Quiero creer que el esfuerzo y la constancia en el cumplimiento de esa misión
ha servido para mitigar los errores que hayamos cometido. Pretendimos que el
colegio fuera un espacio de libertad donde los más y los menos inteligentes, los más
y los menos extrovertidos, los más y los menos trabajadores tuvieran la
oportunidad de mostrarse siempre, respetuosamente, tal cual son: en su salsa. Y
ojalá esa dedicación haya servido también, para darles a conocer un proyecto
educativo común, un sentido de pertenencia, de historia compartida. Una parte
esencial de sus raíces, de sus vínculos, está aquí, en el colegio Ateneo Autónomo. Ese
trozo de sus vidas, la posibilidad de contemplar nuestro colegio desde la distancia
y, por lo mismo, paradójicamente sentirlo más próximo, irá siempre con nosotros e
irá presentándose, llegando de ese pasado que nadie sabe dónde queda.

“Cada persona diseña su propia vida,


Libertad de poder llevar a cabo tu destino, es la libertad de tomar decisiones.

les quiero dejare esta reflexión: chicos el tiempo es muy corto como para vivir
siempre bien peinados, a veces es bueno salir con el pelo suelto y libre, arriésguense
a lograr todo aquello que se propongan, tomen la decisión y pónganla en acción, si
tu no decides por ti mismo otro decidirá por ti, así que láncense en la aventura que
tienen por delante, devórense el mundo y nunca se detengan a pesar de que alguien
les diga que será imposible, que no podrán, ignórenlos por un momento y
continúen su camino, no pierdan la fe en ustedes mismos jamás, no sean
conformistas, sean ambiciosos.

Siento ser tan dramático, pero es la verdad. Su tiempo es limitado, así que no lo
gasten viviendo la vida de otro. No se dejen atrapar por el dogma que es vivir
según los resultados del pensamiento de otros, no dejen que el ruido de las
opiniones de los demás ahogue su propia voz interior. Y lo más importante, tengan
el coraje de seguir su corazón y a su intuición. De algún modo ellos ya saben lo que
realmente ustedes quieren ser, todo lo demás es secundario.

Por ultimo les dejare esta frase: “Al final no importa si las cosas no salen como
queremos. Porque vale más tener cicatriz por valiente que piel intacta por
cobarde”. – Bruce Lee

Un aplauso para ustedes chicos y gócense este momento que quedara en la


eternidad de sus corazones. Feliz día
Buenas decisiones: buenas consecuencias, malas decisiones: malas consecuencias.

Nadie quiere tener malas consecuencias en su vida, lo normal es anhelar una vida con ÉXITO y
con SIGNIFICADO.
El ÉXITO se logra únicamente con esfuerzo y con valentía. Dios mismo dio ésta recomendación a
hombres con grandes misiones que cumplir: “Esfuérzate y sé valiente”(Josué 1:7ª). Y ésta
recomendación viene acompañada con una invaluable promesa: “porque YO estaré
contigo dondequiera que vayas”. Permíteme asegurarte que con eso es suficiente.
El SIGNIFICADO de tu vida, solamente lo encuentras en Dios. Tu conoces el significado de tu
vida cuando puedes contestar a la pregunta :¿quién soy y para qué estoy aquí? Eres una persona
creada por Dios, eres una persona amada por Dios, creada para tener una vida victoriosa.

Como lo de contar historias me gusta, voy a terminar con una vieja historia. Dice una
leyenda, con lo todo lo que las leyendas tienen de verdad y todo lo que las leyendas tienen de
mentira, que un pobre labrador vivía en una humilde casa en el campo. Una casa con un tejado
rojo y con un pequeño huerto y un hermoso limonero en el centro.  Cuenta la leyenda que una
noche se quedó dormido y tuvo un sueño. El sueño le ordenaba emprender un viaje muy largo
desde su aldea hacia el palacio del rey, porque escondido bajo los helechos que rodeaban un
pozo de mármol blanco, en uno de los patios, había un gran tesoro enterrado.
“¡Tres veces seguidas tuvo el mismo sueño! Es cierto que los sueños sólo son sueños, pero…
¡tres veces seguidas…!”. La mente de labrador daba vueltas. Su situación económica era difícil.
¿Sería posible que su pobreza se resolviera por un simple sueño? ¡Eso nada más que ocurre en
los cuentos!, se dijo. Pero, ¿y si fuera verdad?
El labrador vivía a muchos kilómetros del palacio. Pero su necesidad era apremiante, y
máximas la tentación y el deseo. Así que tomó sus cosas, y se dirigió a la ciudad donde estaba el
palacio en el que vivía el rey.
Allí llegó después de varios días. Y allí vio el patio que apareció en sus sueños, el pozo de
mármol blanco, los helechos; todo idéntico. “¡Voy a empezar a cavar!”, se dijo. Pero comprobó
que eso iba a ser prácticamente imposible. El palacio estaba custodiado, día y noche, por
centinelas que vigilaban celosamente para que nadie cruzara sin autorización al patio (“¡Esto
no aparecía en el sueño!”).
Desilusionado, por un lado, y desesperado por otro, daba vueltas y vueltas por las
inmediaciones del palacio, con la esperanza de que en algún momento algún centinela se
distrajera lo suficiente como para colarse y cavar en el lugar donde soñó el tesoro que lo haría
rico. Pero ya tenía la casi segura convicción de que no iba a poder hacerlo. Sentado frente a la
puerta del palacio, con la cara entre las manos y los codos en las rodillas, se veía a sí mismo
como un tonto por haber creído en un sueño. El rey, que se percató de su presencia, por
curiosidad, lo mandó llamar a través de uno de los centinelas.
“¿Qué te pasa, buen hombre?”, le preguntó gentilmente. El labrador no respondió. Estaba
paralizado del miedo…” A ver, cuéntame lo que tienes. Te he visto durante varios días
rondando por aquí, y parece que estás buscando algo”, insistió el rey. El labrador pensó que no
había nada mejor que decir la verdad, y le contó con humildad lo de sus sueños; lo de su
situación económica y lo de su largo viaje.
Al escuchar esto, el rey empezó a reírse a carcajadas. ¿Has gastado tus zapatos en un viaje
sólo por un sueño? ¿Qué persona sensata puede creer en esas cosas? ¿Acaso piensas que es
posible que haya un tesoro enterrado en este palacio y que yo no lo sepa?, se preguntó el rey. Y
añadió: “Yo también hace tres noches seguidas que estoy soñando lo mismo: con una voz que
me manda ir hacia una aldea, donde vive un labrador, en una casa con un tejado rojo, con un
pequeño huerto, con un limonero en el centro bajo el cual hay enterrado un gran tesoro. ¿Crees
tú que yo voy a ir hasta allí, sólo para comprobar si son reales mis sueños? “Imagínate viajar
hasta el otro extremo del país y entrar en todas las casas humildes de cientos de labradores por
un sueño”. Nuestro labrador escuchó atentamente al rey y no dijo nada. Se despidió y regresó lo
más rápido que pudo a su lejana tierra. Al llegar a su casa, corrió al huerto y empezó a excavar
bajo el limonero. Para su sorpresa, allí encontró enterrado el verdadero tesoro que puso fin a su
miseria.
Para encontrar ese verdadero tesoro no es necesario ir a buscarlo a lugares o países remotos.
Está enterrado muy cerca, en nuestra casa, o sea, dentro de nosotros mismos, en nuestras ideas
y valores, en nuestros pensamientos y sentimientos. En esta tarde memorable, yo soy el rey de la
leyenda que os cuenta su sueño, para que cuando os vayáis lejos, no olvidéis que en vuestra
casa, en vosotros mismos se encuentra el mayor de los tesoros. Un tesoro en el que el colegio
Argantonio puso algunas de vuestras más hermosas monedas.
Queridas alumnas y alumnos: Os merecéis lo mejor. Os deseo mucho más que simple suerte.
Hasta siempre.

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