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Guerra del gas

Gonzalo Sánchez de Lozada, empresario minero que ganó las elecciones presidenciales de 2002,
indicó su preferencia por la opción del puerto de Mejillones. Pero Sánchez de Lozada también
evitó adoptar una declaración oficial de construir el gasoducto.

Durante el año 2003, se reavivó un período de crisis social y política, derivado en protestas
exigiendo la estatalización de los hidrocarburos. Las protestas fueron dirigidas por los
representantes del campesinado y minería de las diferentes regiones del país, destacándose los
dirigentes indígenas Evo Morales, (dirigente sindical cocalero del trópico de Cochabamba) y Felipe
Quispe (dirigente campesino del norte paceño).

Los planes

La Pacific LNG, la British Petroleum y Repsol YPF habían pronosticado una inversión de tres mil
millones de dólares en territorio chileno, el precio de venta del gas era menor al dólar por millar
de BTU y las ganancias aproximadas eran de mil millones de dólares de los cuales el estado
Boliviano solo recibía del 18% es decir 180 millones de dólares por año. (En comparación el estado
de Bolivia recibe cuatro mil millones de dólares por año).

Los planes, pasaban por exportar el gas por Chile, y vender a bajo costo gas a California y a México,
ante una absoluta soberbia Gonzalo Sánchez de Lozada ratifica su decisión públicamente cuando
en cadena nacional dice “el Estado soy yo” y no pretendía ceder ante los reclamos de la oposición
política (liderada por el movimiento al socialismo).

Los peruanos también ofrecían a Ilo, y buscaban una mejor integración pero la historia de Bolivia
muestra como se han despilfarrado los otros recursos naturales. Ante eso, la población también
expresó que en esta última reserva natural de gran valor, no se iba perder la oportunidad de salir
de la pobreza, especialmente reclamando por los bajos precios de exportación.

Plan República

Archivo:Laguerradelgas.jpg

Poster de una foto de octubre de 2003.


"El Plan República", el cual fue elaborado por los departamentos de Inteligencia de las tres Fuerzas
Armadas con meses de anticipación ante posibles movilizaciones sociales o de insurgencia armada,
que no era necesariamente de conocimiento de la población civil, por su calificación de "Secreto
de estado", resultaron en la salida de los militares a las calles el día 16 de septiembre de 2003[cita
requerida].

El 11 de septiembre de 2003, se da "alerta roja" poniendo en ejecución el "Plan República". Las


tropas tomaron posiciones estratégicas ante los hechos que ocurrían en Warisata, Sorata y
posteriormente en El Alto y en la ciudad de La Paz.

El General Arnez, testimonia que los regimientos: Calama, Boquerón, Vidaurre, Ranger, Aroma,
Independencia, se alojaron en el Regimiento Ingavi y en otras dependencias militares desde el 8 al
10 de octubre, en ejecución -se entiende-, "del Plan República".

Enfatiza que recibió órdenes de custodiar Senkata el 9 de octubre, a las 11 y que el 10 de octubre
recibió órdenes de escoltar las cisternas desde Senkata, enviando varios vehículos blindados.
Expresa que en fecha 11 de octubre arribó a El Alto y a la ciudad de La Paz el primer convoy
transportando gas licuado (GLP) para consumo de la población, más un carro cisterna para
eventualidades.4

Conflicto y muerte...Un mes antes.

Un mes antes que se emita el Decreto 27209/03 el 20 de septiembre del 2003 los militares
efectuaron represión en contra del pueblo de Warisata debido a los conflictos, bloqueos y
enfrentamientos causados por los campesinos y comunarios del lugar, que dejó seis muertos, de
los que cinco eran campesinos y un soldado. Ante ese resultado, los campesinos desafiaron al
Gobierno con fusiles Mauser y carabinas en mano siendo esto el principio de la insurrección en
contra del gobierno de Gonzalo Sanchez de Lozada .

Los pobladores de la ciudad de El Alto, con personas de los pueblos andinos que llegaron a la
ciudad del Alto a reclamar por gas, son los protagonistas principales del conflicto de octubre de
2003. Este empieza más o menos en los primeros días de octubre, especialmente cuando El Alto
declara un paro cívico. El día 13 de octubre, el gobierno decide llevar un convoy con gasolina y
víveres para algunas familias de la ciudad de La Paz. En la zona de la portada, militares con armas
de guerra y grandes ametralladoras empiezan a disparar contra un población, armada de palos y
piedras; los helicópteros empiezan a disparar contra los techos de las casas y crecen las constantes
denuncias mediáticas de los asesores estadounidenses en Bolivia.

En el conflicto muere un niño de cinco años que había salido al balcón de su casa y recibió un
balazo, con un tiro certero de los militares parapetados en el puente de la ceja de El Alto, y con
línea directa a la casa del niño. Mueren alrededor de 65 personas y los dirigentes de las
organizaciones y comunidades claman la renuncia de Sánchez de Lozada, ante eso se suman otras
organizaciones como la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, el Defensor del Pueblo, los
residentes bolivianos en el exterior, etc., que buscaban la pacificación del país. Las marchas en
contra de Sánchez de Lozada se extienden en todo el territorio nacional y la ciudad de La Paz,
también se manifiesta desde todas sus latitudes. Ante tremendo clima hostil y ante un presidente
que había optado por matar a la población hacen crecer las presiones de renuncia, más al ver
compatriotas inocentes muertos. El 17 de octubre Gonzalo Sánchez de Lozada decide huir del país
dejando su renuncia en el congreso. Las imágenes de televisión mostraban como asumía el
presidente Carlos Mesa mientras Sánchez de Lozada abandonaba el país.

Dentro de lo sucedido, la característica principal fue el enfrentamiento entre las fuerzas armadas y
los denominados "movimientos sociales" en un estado de anarquía. En El Alto, la Federación de
Juntas Vecinales, FEJUVE encabezaba la resistencia, y la paz se logra después de la renuncia de
Sánchez de Lozada.

Cabe destacar que en el afán por mantener la paz y estabilidad, el presidente Carlos Mesa emite el
Decreto Supremo N° 27237 que otorga amnistía a todos los actores de octubre de 2003 (liberando
así a los causantes de la crisis, entre ellos Evo Morales, de enfrentar juicio). El Decreto es luego
enmendado para especificar que la amnistía no se aplica a los ex miembros del Gobierno, sino sólo
a los movimientos.

Carlos Mesa

En junio de 2005 el presidente Mesa propuso constituir una Asamblea Constituyente y convocar
un Referéndum consultivo para dirimir el asunto del gas natural: una opción era permitir una
mayor recaudación de impuesto y regalías por parte del Estado a las empresas transnacionales
asentadas en el país. A esta posibilidad se oponían enérgicamente los empresarios y la derecha,
por considerarla demasiado gravosa. La otra opción era por la estatalización completa, como
exigían los sindicatos dirigidos por Evo Morales y Felipe Quispe.
En 2005 se desencadenó otra crisis paralela, las exigencias de autonomía del departamento de
Santa Cruz, la región económicamente más rica de Bolivia. Unilateralmente, dirigentes
empresariales y autonomista del departamento exigían otro referéndum para dirimir el asunto
autonómico.

Debido a esta disyuntiva Mesa propuso su dimisión por primera vez en marzo de 2005, sin mayor
resultado que una serie de baños de masas para Mesa y la consecuente atenuación de los
conflictos sociales de forma momentánea. Las protestas a favor de la estatalización por un lado y
por otro las presiones de las transnacionales, empresarios y algunos países con interés en Bolivia
(España, Estados Unidos, Brasil, particularmente) se acrecentaron.

Mesa, ante las continuas manifestaciones, anunció su renuncia por segunda vez en un lapso de 90
días. Según él la intransigencia de los sectores opositores impedía enfrentar la crisis. Sugirió que la
única forma de resolver el conflicto sería la convocatoria de elecciones anticipadas. Sin embargo
debido a la falta de poder político y a la falta de apoyo del parlamento los líderes políticos
populistas aprovecharon la debilidad del gobierno para exigir su renuncia de manera inmediata
mediante multitudinarias manifestaciones de mineros y campesinos indígenas, que una vez más
paralizaron por completo la ciudad de La Paz.

Ante la negativa de los congresistas de reunirse para evaluar la renuncia Mesa, el congreso se
traslada a Sucre el 9 de junio de 2005, donde también se dirigen los manifestantes, mayormente
del sector minero, ante la sospecha del posible nombramiento de Hormando Vaca Diez
(presidente del Senado) o Mario Cossío (presidente de la Cámara Baja) como presidente de la
república. Ahí se aceptó la renuncia de Carlos Mesa. No contentos con esto continuaron los
manifestantes -sin un líder claro como si sucedió con las manifestaciones contra Sánchez de
Lozada- exigiendo la renuncia de los Presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados, ambos
sucesores del Presidente saliente según la constitución. La convulsión se hizo generalizada y tras
una serie de luctuosos acontecimientos que se saldaron con la muerte de un manifestante minero,
el Congreso pudo reunirse tras la declinación pública de la sucesión tanto por parte de Cossio
como de Vaca Diez. Se nombró al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Rodríguez
Veltzé, como sucesor constitucional. Una vez concretada la renuncia de Carlos Mesa, las protestas
disminuyeron hasta desaparecer cuando el nuevo presidente convocó a elecciones anticipadas
para el 4 de diciembre de 2005 poniendo en evidencia los intereses políticos de desestabilización
en contra del gobierno de Carlos Mesa.

Estatalización de la industria gasífera


Las elecciones fueron postergadas por la Corte Electoral, luego de un reclamo judicial por el
reclamo de bancas por parte del departamento de Santa Cruz. Finalmente, la fecha para las
elecciones generales bolivianas se fijó para el 18 de diciembre de 2005.

En el año 2005, Evo Morales gana las elecciones nacionales con un histórico 54%, (por primera vez
un candidato en Bolivia obtiene la mayoría de los votos). Esto significaba que no eran necesarias
las alianzas post-electorales. Dentro de las principales promesas del actual presidente estaban la
estatalización de los hidrocarburos y la Asamblea Constituyente. El primero de mayo del año 2006
después de negociaciones con las Empresas Transnacionales (quienes nunca había ratificado sus
contratos con el parlamento nacional) se firman nuevos contratos. A partir de la estatalización se
incrementan los ingresos por la explotación del gas; primeramente por la Ley aprobada después
del referéndum del gas que establecía que un 50% debía pagarse en regalías para el Estado y un
18% por ciento en impuestos. El Estado pasa a ganar del 51% aprobado en el Referendo de 2004
en el gobierno de Carlos Mesa al 82% del negocio del gas. Cabe mencionar que el gobierno cobró
el 82% a los megacampos entre mayo y octubre de 2006, es decir solo durante seis meses. A fines
de octubre se firmaron los “nuevos” contratos” que mantuvieron el tiempo original de concesión
de los campos, las mismas parcelas, etc. A partir de entonces el porcentaje básico es de 50% de los
impuestos aprobados por el pueblo en el Referendo de 2004, sin embargo de acuerdo a cada
campo y en función de cálculos específicos, podemos decir que los megacampos dejaban algo más
del 60%, pero ni en sueños el 82%.

Finalmente el día 1 de mayo de 2006, firmó un decreto que indicaba que todas las reservas del gas
debían ser estatalizadas. El aviso fue realizado para coincidir con el día del trabajo, el 1 de mayo.
Ordenando a los militares y a los ingenieros de YPFB que, durante la firma, ocuparan y aseguraran
las instalaciones gasíferas. Morales dio a las compañías extranjeras un plazo de seis meses como
“período de transición” para renegociar los contratos, o sino serían expulsadas del país. Sin
embargo, el presidente Morales indicó que la estatalización no tomaría la forma de expropiaciones
o de incautaciones. El vicepresidente Álvaro García Linera dijo en la plaza principal de La Paz, que
las ganancias por el gas del gobierno llegarían hasta los $780 millones el año siguiente, creciendo
casi seis veces si se las compara con el año 2002, esto debido principalmente al enorme
incremento del precio de los hidrocarburos . Entre las 53 instalaciones afectadas por la medida
están Petrobras del Brasil, uno de los inversionistas más grandes de Bolivia, que controla el 14% de
las reservas del gas en el país. El Ministro de energía de Brasil, Rondeau de Silas, reaccionó,
considerando el movimiento como “antipático” y contrariamente al entendimiento histórico entre
su país y Bolivia. Petrobras, Repsol YPF, PLC Británico del grupo del productor BG de gas y
petroleo, Repsol y la francesa Total son las principales compañías del gas presentes en el país.
Según Reuters, “el eco de las acciones de Bolivia, donde el presidente venezolano Hugo Chávez,
aliado de Evo Morales, el quinto exportador más grande de petroleo del mundo con las
migraciones forzadas y las alzas del impuesto retroactivo, hizo que los comandantes aceptaran
gran parte de las condiciones del contrato.” YPFB pagaría a las compañías extranjeras sus servicios,
ofreciendo cerca del 50% del valor de la producción, aunque el decreto indicó que las compañías
en los campos de gas más grandes del país conseguirían apenas el 18%.5

La negociación y aprobación de los contratos por el poder legislativo (las cuales se realizaban por
primera vez; es decir que anteriormente ninguna empresa capitalizada en Bolivia cumplía con
todas las formalidades de la ley), tropieza con una oposición que no estaba dispuesta a discutir la
aprobación de los contratos que mediante la presión popular se logra constitucionalizar en
contratos petroleros.

Se estuvo negociando durante un período de 6 meses; dicha negociación había sido difícil,
especialmente con la compañía brasileñá Petrobras. Petrobras rechazaba ls aumentos o la
reducción a un abastecedor de servicios. Como resultado Andres Soliz Rada, el ministro de energía
boliviano, atascado en las negociaciones, terminó dimitiendo en octubre y fue substituido por
Carlos Villegas. “nos obligan vivir con el Brasil en una unión sin divorcio, porque ambos nos
necesitamos”, dijo Evo Morales en la ceremonia de firma del contrato, lo cual subraya la
dependencia mutua de Brasil y de Bolivia en la producción del gas boliviano.6

La estatalización no termina con las empresas productoras, hoy en día también se estatalizó
Transredes, la transportadora del gas que se encargaba de mantener y construir los gaseoductos.
La estatalización de los hidrocarburos bolivianos coadyuva a la soberana decisión en la integración
energética de la región sudamericana. Hasta el momento, los pactos realizados entre Argentina,
Bolivia, Brasil, y Venezuela, demostraban un proceso de integración energética sudamericana.

Las negociaciones entre el gobierno boliviano y las compañías extranjeras se intensificaron


durante la semana previa al plazo que finalizaba el 28 de octubre de 2006. Un día antes se alcanzó
un acuerdo con dos de las compañías (incluida Total) y el sábado antes del plazo con el resto de las
diez compañías restantes (Petrobras y Repsol YPF, entre ellas) el funcionamiento en Bolivia
también había surgido de un acuerdo. Los detalles completos de los nuevos contratos no se habían
dado a conocer, pero el objetivo del gobierno de levantar los réditos de los dos campos principales
del 60% al 82% parecía haber sido alcanzado. La parte del rédito para el gobierno en los campos
de menor importancia se fijaba en 60%

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