Está en la página 1de 3

“El mal sufrido debe inscribirse en la memoria colectiva,

Pero para dar una nueva oportunidad al porvenir”

Tzvetan Todorov

Silencio, llanto, dolor, nostalgia, incertidumbre, desasosiego, rabia, ira, impotencia,


muerte y olvido quizás estos fueron algunos de los muchos sentimientos que
tuvieron y siguen experimentando las víctimas del conflicto armado Colombiano
durante años y años en donde el sonido incesante de las ráfagas de fusiles de un
bando y otro se cruzaban mientras las comunidades trataban de seguir con su
vida cotidiana, con sus cantos, sus alegrías, sus vidas tan sencillas pero tan
complejas a la vez.

Ser víctima en un país como Colombia en donde el conflicto armado interno tuvo
una duración de más de 50 años es aprender a vivir casi que a la fuerza con esa
condición que no se pidió ni se exigió pero llego en medio de la guerra que no le
pertenecía a nadie pero de la cual todos fueron víctimas directas o indirectas del
miedo, el terror, las balas, las minas, el desplazamiento, la incertidumbre y un
sinfín de acontecimientos que se desglosan de este conflicto que se fue perdiendo
su objetivo original y termino atacando a quienes defendía en un principio; quizás
por la necesidad del dinero de las tierras de las pocas o muchas riquezas de
algunos pocos.

Con la firma de los acuerdos de paz y antes de esto en Colombia se comenzó a


generar procesos en donde se buscaba la reconciliación, el perdón, la no
repetición y evitar el olvido de quienes perdieron la vida en medio de un conflicto
absurdo que día a día sumaba víctimas inocentes, de familias humildes, de
militares, de los mismos subversivos, políticos, niños, ancianos, animales y tierras
que parecían ser devoradas por el conflicto que como una película de terror.

Se comenzó a suscitar la necesidad de reivindicar y visibilizar a las víctimas y a


sus familias, era necesario comenzar a realizar procesos de acompañamiento a
los dolientes de los millones de personas que murieron o desaparecieron a manos
del conflicto armado, era importante rescatar la memoria de los dolientes, de las
víctimas y darle vida a sus relatos a sus historias, a sus vivencias de manera
diferente teniendo en cuenta la generación de memoria que permita la no
repetición y la verdad de los hechos en los que perdieron a sus seres queridos; se
trata de armar un rompecabezas en donde cada una de las piezas es tan
necesaria e importante que no se puede dejar pasar por alto. “Porque ellos, los
ausentes, tienen nombre propio, y sueños, y oficios y talentos, y amores y
creencias, y también, si muchas veces militancias políticas y convicciones
sociales. Eran, no una cifra anónima, sino personas únicas y singulares que
ocupaban un lugar irrepetible en una red de amistades y afectos. “ (Wills Obregon,
S.F)

El arte se ha convertido en parte esencial para darle voz a las víctimas, para
generar memoria, procesos de duelo, de reconciliación y de sanación para
quienes han sufrido de manera más directa el flagelo del conflicto que ha hecho
que pierdan a familiares, a sus tierras, a sus sueños, sus ilusiones y los han
convertido en personas foráneas de lugares desconocidos que los envuelven en
medio de la danza de una supuesta tranquilidad.

La ley 1448 plantea una serie de medidas de satisfacción que le permiten a las
víctimas tener la verdad de los hechos, la no repetición, la dignificación de las
víctimas y el acompañamiento de estas personas cuando se encuentran los
cadáveres de sus víctimas; sin embargo esto se queda en muchas ocasiones
corto frente a las necesidades que tiene las personas frente a sus dolores, sus
conflictos y sus emociones por lo que es importante poder tener en cuenta el arte
en los procesos de reconciliación, de duelo y no repetición ya que es una manera
distinta de darle voz a quienes fueron invisibilizadas por años.

E4l arte juega un papel muy importante en los procesos de duelo y reconciliación
permitiendo la canalización de los sentimientos y las emociones que se generar
después de haber sufrido y estado en un proceso de conflicto como el que se vivio
por tantos años en Colombia, actos artísticos como el teatro y la danza le permiten
a las personas reflejar sus vivencias de manera distinta al simple relato que
pueden dar a quien les pregunte, es una manera de generar espacios colectivos
de sanación y de reconciliación en medio del procesos de pos conflicto en el que
está entrando el país.

Los trabajadores sociales tienen un reto muy grande frente a la incorporación del
arte como un proceso de sanación no solo para la salud física sino para la salud
mental, social y colectiva de las personas y las comunidades; no se trata tan solo
de seguir los pasos del papsivi que tiene la ley para la atención psicosocial de las
victimas sino poder interpretar las formar culturales como las personas
comprenden su dolor, sus emociones y sus vivencias a través de experiencias
artísticas colectivas e individuales; que permiten la generación de espacio de
duelo y reconciliación para la vida. Recordando siempre que “No hay paz sin
duelo, no hay duelo sin verdad, no hay verdad sin memoria.” (Toro, 2015)

También podría gustarte