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SEMINARIO TALLER: GRUPO C: DERECHO


AMBIENTAL
EXCESIVA ONEROSIDAD DE LA PRESTACIÓN

1. Concepto de la excesiva onerosidad

La excesiva onerosidad de la prestación: que comprende no sólo la ruptura grave


del equilibrio económico de las prestaciones, sino también todo supuesto en el que
la prestación deviene excesivamente gravosa y entra dentro de un alea anormal
incompatible con la naturaleza del contrato que le dio origen y con la función que
cumple.

La excesiva onerosidad de la prestación representa, sin hesitación alguna, una de


las instituciones fundamentales de la ley civil de 1984. Regulada a partir del artículo
1440, tiene como propósito fundamental morigerar los efectos del cumplimiento de
una prestación que, por acontecimientos extraordinarios e imprevisibles acaecidos
con posterioridad a la celebración del contrato, y que no pudieron ser considerados
de ninguna forma por los contratantes al momento de su concreción, se torna
desmesurada, dificultando su cumplimiento tal cual se la pactó.

2. Naturaleza jurídica de la excesiva onerosidad sobreviniente

En razón a que algunos autores han asimilado la excesiva onerosidad


sobreviniente a la teoría de la imprevisión e inclusive como una derivación de la
fuerza mayor o caso fortuito, es necesario precisar las diferencias que existen entre
una y otra figura jurídica con el fin de delimitar su ámbito de aplicación.

Aunque la excesiva onerosidad sobreviniente y la teoría de la imprevisión surgen


cuando ocurre un aumento o disminución significativa en la economía del contrato
que altera la equivalencia de la prestación, teniendo lugar por el acaecimiento de
circunstancias imprevistas que ajenas al querer de las partes ocurren con
posterioridad a la celebración del contrato, las cuales no son de tal entidad que
impliquen una imposibilidad absoluta de cumplimiento del mismo, elemento
indispensable de la fuerza mayor, (Echeverry, 1937) que además constituye la
principal diferencia de este instituto jurídico de la teoría de la imprevisión y de la
excesiva onerosidad sobreviniente.

También es importante traer a colación lo concerniente al concepto de la figura


jurídica objeto de este estudio aun pese haberse manifestado en el primer acápite
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que se asimila en los elementos a la teoría de la imprevisión es preciso advertir que
tiene una connotación diferente tanto en el ámbito del derecho administrativo como
en el del derecho mercantil; razón por la cual con el jurista Hugo Palacios Mejía
(2009) se considera que en la práctica resulta inconveniente asemejarlas en los
efectos y ámbito de aplicación, puesto que se presta a confusiones con una
doctrina distinta, pero muy difundida en el derecho administrativo francés (P. 77).

3. ¿Qué acciones puede realizar la persona perjudicada?

En este caso, conforme lo dispone en el artículo 1440 del Código Civil peruano, la
parte perjudicada puede solicitar la revisión judicial del contrato para que el juez
reduzca su prestación o aumente la contraprestación de la otra parte, y con ello
logre reestablecer nuevamente el equilibrio contractual en dicho contrato. Empero,
si no fuera posible equilibrar las prestaciones por la naturaleza de la prestación, por
las circunstancias del caso o porque lo solicita el demandado, el juez ordenará la
resolución del contrato

A diferencia de la lesión, donde existe un desequilibrio originario de las


prestaciones que se presenta al momento de celebrar el contrato, en la excesiva
onerosidad de la prestación el desequilibro es posterior a la celebración del
contrato.

Según Eduardo Benavides, Determinar cuándo la prestación se hace


excesivamente onerosa es siempre cuestión de hecho que el juez debe calibrar
según las circunstancias del caso. No es suficiente la simple ruptura de la
equivalencia entre las prestaciones, objetiva o subjetiva, ni una agravación de la
onerosidad de la prestación o una dificultad mayor. Tampoco basta que la
desproporción cause un daño, una pérdida grave, un agravio patrimonial
considerable, ni siquiera que el cumplimiento pueda llevar al perjudicado a la ruina
económica.

Tratándose de un supuesto de desaparición de la base del negocio, la perturbación


tendrá que ser de tal magnitud que la relación de equivalencia, el equilibrio querido
por las partes, resulte totalmente destruida, de manera que el contrato confrontado
con su sentido originario ya no puede calificarse razonablemente de bilateral, ni
pueda hablarse de una contraprestación. Tal como lo decía la jurisprudencia de los

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tribunales suizos, alemanes y británicos, la prestación se convierte desde el punto
de vista económico en otra completamente distinta de lo que originariamente
pensaron y quisieron las partes, la relación pierde su sentido de negocio de
cambio, su significado integral, su fundamento, sus efectos son, pues, lo de “otro”
contrato.

Nuevamente, en estos casos de ruptura del equilibro contractual, de la alteración


de las circunstancias contractuales, surge la interrogante de si se debe respetar el
pacta sunt servanda o se debe optar por revisar el contrato. Para Manuel de la
Puente, (...) es justo que mediante la revisión o resolución de la relación jurídica
obligacional creada por el contrato se alcance la recuperación del equilibrio original
entre los intereses de las partes, desde que la ausencia de ese equilibrio frustra el
propósito buscado al contratar. Es, además, contrario a la buena fe que, al amparo
del principio de la obligatoriedad del contrato, se pretenda ejecutar éste de manera
que no guarda una relación razonable con lo previsto por las partes al celebrarlo

Constituye una figura legal que colisiona a no dudar con el principio de la


obligatoriedad del contrato; sin embargo, razones de justicia y buena fe son
generalmente opuestas para aceptarla como un mecanismo útil para evitar el
perjuicio económico del obligado a cumplir

Dijo el legislador de entonces, que “si por principio el contrato nace para ser
cumplido en virtud de su fuerza vinculatoria, hay situaciones en que, por excepción
y a mérito de razones de equidad, puede y debe ser revisado para evitar la ruina
económica o el enriquecimiento desproporcionado y para que se conserve lo que
en doctrina se conoce como el equilibrio contractual”, añadiendo que “la fórmula es
bastante flexible, pues permite la reducción de la prestación, el aumento de la
contraprestación y, si ello no fuere posible, conveniente o lo solicitara el
demandado, la resolución del contrato

El contrato está sometido durante el curso de su existencia a una gama de eventos


que pueden ocasionar no pocas consecuencias. Piénsese en la pérdida de su
ineficacia originada por un desequilibrio originario entre prestaciones, causado por
el aprovechamiento injustificado de uno de los contratantes de la necesidad
apremiante del otro; en el incumplimiento de la prestación ofrecida por uno de los

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celebrantes; o cuando aquel acontece por razones de caso fortuito o fuerza mayor.
Y frente a ello el Derecho reacciona oponiendo los medios legales tendientes a
enfrentarlos.

4. Cobertura contractual

Si la onerosidad excesiva de la prestación acontece con posterioridad a la


celebración del contrato, es lógico pensar que la figura solo podrá invocarse en
aquellos contratos cuyas prestaciones deban cumplirse en el tiempo. Nos
encontramos entonces frente a un desequilibrio prestacional “sobreviniente”,
diferente al producido por la lesión [art. 1447 y ss. del Código Civil], cuya causa
generadora, el aprovechamiento por una de las partes de la necesidad apremiante
de la otra, aparece en la génesis del negocio.

El Código Civil nacional ha delimitado correctamente la cobertura contractual de la


excesiva onerosidad de la prestación. La ha previsto para los contratos
conmutativos cuya ejecución sea continuada, periódica o diferida. La ejecución de
un contrato es continuada cuando se produce durante un periodo previamente
fijado por las partes. Lo periódico, según el significado dado por la Real Academia
Española, implica una acción que se repite con frecuencia a intervalos
determinados; por ende, un contrato será de ejecución periódica cuando las
prestaciones precisamente se cumplan en fechas establecidas o intermitentes, es
decir, con intervalos iguales o desiguales. El contrato es de ejecución diferida
cuando el momento de inicio de aquella se difiere en el tiempo. La excesiva
onerosidad aplica también en aquellos contratos en los que, si bien la ejecución es
inmediata, la prestación a cargo de una de las partes ha sido diferida por causa no
imputable a ella; en los aleatorios, en los que, no obstante sus efectos quedan
sometidos al azar, cuando la prestación se torna fuertemente gravosa por causas
extrañas al riesgo propio del contrato; y en aquellos en los cuales una sola de las
partes ha asumido obligaciones.

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Según el Código civil, el evento sobreviniente, extraordinario e imprevisible, debe
convertir a la prestación de una parte en excesivamente onerosa. El legislador
patrio toma distancia, en el presente caso, de lo que previó para el contrato
atacado por lesión, en el cual estableció dos fórmulas matemáticas para determinar
el desequilibrio entre las prestaciones: la primera, consistente en una
desproporción mayor a las dos quintas partes [art. 1447], y la segunda, una
desigualdad igual o superior a las dos terceras partes [art. 1448], que acciona la
denominada presunción de aprovechamiento.

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CONCLUSIONES

 La excesiva onerosidad de la prestación comprende no sólo la ruptura grave


del equilibrio económico de las prestaciones, sino también todo supuesto en
el que la prestación deviene excesivamente gravosa y entra dentro de un
alea anormal incompatible con la naturaleza del contrato que le dio origen y
con la función que cumple.
 Conforme lo dispone en el artículo 1440 del Código Civil peruano, la parte
perjudicada puede solicitar la revisión judicial del contrato para que el juez
reduzca su prestación o aumente la contraprestación de la otra parte, y con
ello logre reestablecer nuevamente el equilibrio contractual en dicho
contrato. Empero, si no fuera posible equilibrar las prestaciones por la
naturaleza de la prestación, por las circunstancias del caso o porque lo
solicita el demandado, el juez ordenará la resolución del contrato.
 El Código Civil nacional ha delimitado correctamente la cobertura contractual
de la excesiva onerosidad de la prestación. La ha previsto para los contratos
conmutativos cuya ejecución sea continuada, periódica o diferida. La
ejecución de un contrato es continuada cuando se produce durante un
periodo previamente fijado por las partes. Lo periódico, según el significado
dado por la Real Academia Española, implica una acción que se repite con
frecuencia a intervalos determinados; por ende, un contrato será de
ejecución periódica cuando las prestaciones precisamente se cumplan en
fechas establecidas o intermitentes, es decir, con intervalos iguales o
desiguales. El contrato es de ejecución diferida cuando el momento de inicio
de aquella se difiere en el tiempo.

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BIBLIOGRAFIA

Carranza, C. (2013). Los Contratos. Consecuencias Jurídicas de su


incumplimiento.

Lima. Peru: Gaceta Jurídica S.A.

Soto, C. (2012). El pacta sunt servanda y la revisión del contrato. México: unam

Osterling, F. (2007). Las Obligaciones.Lima.Peru: Grijley

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