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7 de enero de 2022
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trabajo, como el coche y el tractor desplazaron a los caballos. Pero que no cunda el pánico,
advierte Susskind, porque puede que el panorama no sea tan malo. «De hecho, es una
oportunidad excepcional», asegura.
Daniel Susskind. Yo soy optimista. En el siglo XXI, el progreso tecnológico nos hará más
prósperos colectivamente que nunca. En el siglo I, la tarta dividida en trozos iguales para
todo el mundo apenas daba para unos centenares de los actuales dólares; todo el mundo vivía
cerca de la línea de pobreza. Durante mil años fue más o menos igual. Y solo en los últimos
siglos el progreso económico se ha disparado; el PIB nominal per cápita de los habitantes del
planeta ya es de 11.000 dólares. Y en unos 35 años se duplicará. Es una historia de éxito.
XL. Para ser una historia de éxito, quedarse en el paro no parece un final feliz…
D.S. Es que ahora tenemos un reto: cómo repartimos la tarta cuando la manera tradicional
de hacerlo, que era pagar a la gente por su trabajo, es menos efectiva que antes.
D.S. Esa es la cuestión fundamental de nuestra época. Necesitamos que los gobiernos
asuman un papel más decidido. Yo hablo de un Gran Estado.
D.S. Ya. Pero no se trata de que dirija la economía y asuma el papel de promotor de obras
públicas, sino de que impulse la redistribución de la riqueza. Los gobiernos no deberían
centrarse en la producción, sino en la distribución. Y dejar que sea el mercado libre el que
cree la riqueza, porque es más eficiente.
D.S. Lo que estamos viendo es que la parte de la tarta que va a los trabajadores es cada vez
más pequeña y la que va al capital, sobre todo a ciertos empresarios, es cada vez más grande.
El problema es que el trabajo humano está cada vez menos valorado, razón de más para
redistribuir la prosperidad.
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XL. Muchos países han recurrido a paquetes de ayuda que se parecen mucho
al helicóptero del dinero y otras medidas similares, muy controvertidas antes
de la pandemia, aunque ya había economistas prestigiosos, como Martin Wolf,
en el Financial Times, que las defendían. Pero incluso sus defensores las
contemplaban en un horizonte mucho más lejano.
D.S. Exacto. Llama mucho la atención que el debate económico que ha dominado la arena
política durante la última década en Europa, que era el de la austeridad, es hoy irrelevante.
Es como si ese argumento perteneciera a un universo económico paralelo donde ya no
habitamos. Los economistas más influyentes están a favor de un mayor gasto público.
XL. Es sorprendente…
D.S. ¡Es lo más extraordinario que ha sucedido durante la pandemia! En los últimos meses
nos hemos encontrado con un mundo con menos trabajo, no porque los robots nos lo hayan
quitado, sino porque el virus ha arrasado la demanda. Esto convierte a la pandemia en un
gran ensayo. Y lo que se está probando es la redistribución de la riqueza. Hemos visto que los
Estados han dado un paso adelante y han tomado decisiones que mucha gente consideraba
inimaginables.
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Daniel Susskind.«La austeridad ha desaparecido del debate económico. ¡Es lo más
extraordinario que ha sucedido con la pandemia! Los economistas más influyentes están a
favor de un mayor gasto público».
XL. ¿Usted propone que estas medidas perduren más allá de la emergencia
actual?
D.S. Lo que yo propongo es la necesidad de poner en marcha una renta mínima, quizá no
tanto una renta básica universal como una renta básica condicionada, para aquellos que no
dispongan de otras rentas o que estén por debajo de un umbral. Y habría que anudar esta
renta a la realización de tareas beneficiosas para la comunidad…
XL. ¿Cómo vivir una vida satisfactoria en un mundo donde nos paguen por no
trabajar?
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XL. ¿Qué profesiones seguirán siendo necesarias?
D.S. Es erróneo pensar en qué empleos sobrevivirán y cuáles no. Ninguna profesión es una
actividad monolítica: abogados, médicos, profesores, arquitectos… En cualquier trabajo, la
gente realiza gran variedad de tareas. Muy pocos trabajos se verán desplazados enteramente
por la tecnología. Pero la tecnología irá desplazando a la gente de tareas concretas dentro de
una profesión.
D.S. Mire, un estudio reciente de la consultora McKinsey sobre 820 profesiones concluye
que solo el cinco por ciento pueden ser totalmente automatizadas.
D.S. No cante victoria, porque el 60 por ciento de las ocupaciones están compuestas de
tareas que sí pueden ser automatizadas. En otras palabras, la mayoría de los trabajos tienen
un componente significativo que ya lo pueden hacer las máquinas. Así que la cuestión no va a
ser cuáles serán los empleos que no serán automatizados, sino qué tareas dentro de áreas de
trabajo podrán seguir desempeñando los humanos. Y la buena noticia es que hay muchas
áreas que no son fácilmente automatizables, como las creativas, las de cuidado personal… La
pandemia solo es la primera fase de una transformación que afectará radicalmente al mundo
laboral en el siglo XXI.
D.S. No es tan fácil cambiar de profesión de un día para otro. Los puestos mejor retribuidos
requieren un grado de formación y actualización de conocimientos muy elevado. No va a ser
fácil para el sistema educativo ayudarnos a salir de este callejón. La educación es cara y
requiere años de esfuerzo.
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