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éste
presentamos
una
nueva
tesis
sobre
el
instrumento
que
se
llamó
bordonúa
en
el
siglo
20
y
sobre
el
destino
de
otro
instrumento
campesino
olvidado
desde
el
siglo
19:
la
vihuela
jíbara,
escondido
a
plena
vista
por
casi
un
siglo.
Sabemos
por
las
Memorias
del
ensayista
y
dramaturgo
Alejandro
Tapia
y
Rivera
(1826-‐1882)
que,
ya
para
sus
años
de
infancia,
los
criollos
de
la
isla
llamaban
bordonúa
a
una
guitarra
nativa
de
seis
cuerdas
sencillas
y
voz
grave
que
tocaba
en
conjunto
con
otros
instrumentos
de
melodía.1
En
el
siglo
20
aparece
otra
guitarra
nativa,
también
llamada
bordonúa
pero
encordada
con
ocho,
nueve
o
diez
cuerdas
de
metal
arregladas
en
cinco
órdenes.
A
diferencia
de
la
bordonúa
del
siglo
19,
ésta
tocaba
la
melodía
en
los
conjuntos.
La
nueva
bordonúa
coincide
con
la
desaparición
de
una
guitarra
nativa
que
escritores
de
fines
del
siglo
19
y
principios
del
20
nombraban
como
vihuela
o
vigüela.
En
cuanto
a
organología
y
uso,
la
vihuela
era
más
afín
con
el
instrumento
melódico
del
siglo
20
conocido
como
bordonúa.
El
encuentro
con
dos
instrumentos
tan
diversos
con
el
mismo
nombre
y
el
descubrimiento
del
rastro
de
otro
que,
al
parecer,
pervivía
en
otra
identidad
despertó
nuestra
curiosidad
por
el
pasado
y
la
verdadera
identidad
de
las
bordonúas
como
también
la
de
la
olvidada
vihuela
puertorriqueña.
Las
“bordonúas”
reliquias
sobrevivientes
asociadas
a
lutieres
y
músicos
como
José
Velázquez,
Candelario
Vázquez,
Andrés
Font
y
otros,
encontrados
en
museos
y
colecciones
de
la
isla,
exhiben
elementos
propios
de
las
vihuelas
y
las
guitarras
del
siglo
16.
Hemos
optado
por
llamar
vihuela-bordonúas
o
vihuelas
llamadas
bordonúas
a
estos
instrumentos.
Repasamos
la
historia
y
el
desarrollo
de
aquellos
instrumentos
para
explicar
porqué.
El
nombre
vihuela
aparece
en
la
literatura
perteneciente
al
Mester
de
Clerecía
de
mitad
del
siglo
trece2
con
El
libro
de
Apolonio
y
en
la
poesía
épica
española
del
siglo
14
en
el
Poema
de
Alfonso
Onceno.
Ya
para
el
siglo
15
vihuela
o
viola
fue
la
denominación
genérica
de
la
Edad
Media
para
un
amplio
grupo
de
cordófonos
con
mango
que
todavía
no
eran
diferenciados
por
su
técnica
interpretativa
y
que
solían
mencionarse
por
la
forma
de
ejecución:
vihuela
de
arco
(tocada
con
arco),
la
vihuela
de
peñola
(tocada
con
plectro),
y
vihuela
de
mano
(pulsada
con
los
dedos
libres).3
Solamente
la
de
arco
y
la
de
mano
pasan
al
siglo
16.
La
ejecución
con
péñola
caería
en
desuso,
mientras
la
vihuela
o
viola
tocada
con
arco
seguirá
su
evolución
en
Italia
y
países
de
Europa
hasta
constituirse
en
la
<viola
da
gamba>
y
su
familia
de
violas
con
trastes
y
frotadas
que
se
hizo
favorita
en
el
barroco.
La
influencia
de
la
vihuela
en
la
cultura
musical
de
Iberia
quedó
fija
en
el
apelativo
violero
[español]
o
violeiro
[portugués]
con
el
que
se
designa
a
los
constructores
de
instrumentos
de
cuerda
hasta
el
día
de
hoy.
La
vihuela
de
mano
era
un
instrumento
grande
de
cuerdas
pulsadas,
con
brazo
largo
cruzado
de
trastes,
con
caja
de
fondo
plano
y
dos
lóbulos
y
cintura
que
aparece
en
el
reino
de
Aragón
a
mediados
del
Siglo
15.
Tenía
cuerdas
dobles
o
una
combinación
de
órdenes
dobles
y
sencillos.
Se
afinaban
en
forma
similar
a
la
guitarra
moderna
con
la
excepción
del
orden
tercero
que
se
afinaba
un
semitono
más
bajo.
Se
distinguía
por
las
múltiples
bocas
y
boquillas
en
la
tapa.4
La
vihuela
de
fines
del
siglo
15
español
fue
un
instrumento
multiuso
de
puente
plano
y
bajo
que
permitía
la
ejecución
de
punteo
como
en
el
laúd
o
con
el
cuello
levantado
y
un
puente
alto,
lo
que
lo
permitía
ser
ejecutado
con
un
arco
como
la
fídula
medieval.
Los
cortes
pronunciados
en
la
cintura
de
la
caja
de
las
primeras
vihuelas
renacentistas
se
prestaban
a
la
ejecución
con
arco
en
un
instrumento
más
ancho
que
las
fídulas.
Estos
cortes
se
convirtieron
en
una
característica
de
instrumentos
de
arco
como
las
violas
y
violines.5
A
inicios
del
Siglo
16
aparece
en
Valencia
una
variación
de
la
vihuela
de
mano
que
portaba
once
cuerdas
arregladas
en
seis
órdenes
y
que
se
desarrolla
como
instrumento
de
alto
rango.
En
esta
configuración
se
torna
en
el
preferido
de
la
aristocracia
gobernante
de
España
y
en
sus
dominios
en
Nápoles,
en
Portugal
y
en
Roma
durante
el
papado
de
los
Borgia,
quienes
eran
oriundos
de
Valencia.
De
ahí
su
apelativo
vihuela
cortesana.
Pero
el
instrumento
no
fue
dominante
en
el
resto
de
las
cortes
de
Europa.
El
instrumento
favorito
de
la
aristocracia
de
Inglaterra,
Francia,
Alemania
y
otros
centros
culturales
del
renacimiento
europeo
fue
el
laúd
de
cuerpo
abovedado,
forma
generalmente
rechazada
por
la
España
reconquistada,
posiblemente
por
su
asociación
morisca.
En
ese
siglo
aparece
también
otro
instrumento
con
caja
de
cintura
suave
y
fondo
plano:
la
guitarra
de
cuatro
cuerdas.6
La
vihuela
de
mano
ocupó
en
España
y
en
sus
zonas
de
influencia
cultural
el
espacio
del
laúd
renacentista
de
uso
en
el
resto
de
Europa
que
los
españoles
llamaron
vihuela
de
Flandes.
En
1487
Johannes
Tinctoris
(c.
1435-‐1511)
músico
flamenco
y
maestro
de
capilla
en
Nápoles
durante
el
reino
de
Aragón,
incluye
a
la
vihuela
como
instrumento
derivado
del
laúd
y
lo
reconoce
como
invento
español
que
éstos
y
los
italianos
llaman
viola
y
los
franceses
llaman
semi-‐laúd.
Tinctoris
repara
en
las
diferencias
físicas
entre
el
laúd
y
la
vihuela:
el
laúd
es
más
grande
y
con
forma
de
tortuga;
la
viola
es
plana
y
tiene,
generalmente,
curvas
en
cada
lado
de
la
caja.
En
cuanto
a
los
parecidos,
habría
que
señalar
que
antes
que
la
vihuela,
para
el
siglo
15
ya
el
laúd
había
adquirido
seis
cuerdas
dobles
que
se
afinaban
en
intervalos
de
cuartas
con
una
tercera
central.
Cabe
añadir
que
las
tablaturas
para
vihuelas
del
repertorio
publicado
a
partir
del
1536
fueron,
en
cuanto
a
estilo
y
consideraciones
técnicas,
virtualmente
indistinguible
de
las
tablaturas
para
música
de
laúd.
No
obstante,
a
diferencia
del
laúd,
la
vihuela
usaba
pares
de
cuerdas
al
unísono,
mientras
el
laúd
se
afinaba
con
los
tres
órdenes
bajo
en
octavas
superiores.7
Cabría
decir
que
la
vihuela
cortesana
era
un
laúd
renacentista
de
caja
plana
y
con
cintura
heredada
de
una
primera
ejecución
con
arco.
La
noción
generalizada
de
que
la
vihuela
fue
exclusivamente
un
instrumento
cortesano
ha
sido
modificada
a
causa
de
recientes
investigaciones
que
demuestran
su
amplia
difusión
en
las
clases
medias:
artesanas,
profesionales
y
mercantiles
de
la
España
renacentista.
La
evidencia
incluye
los
contratos
para
impresión
de
música
para
vihuela
recién
descubiertos
que
señalan
el
alto
volumen
y
gran
difusión
de
música
para
el
instrumento
y
la
participación
de
elementos
burgueses
en
su
cultivo
y
la
incorporación
del
espacio
doméstico
en
su
difusión.8
No
obstante,
no
cabe
duda
de
que
se
trataba
de
un
instrumento
de
alta
artesanía
y
de
alto
coste
que
no
estaba
al
alcance
de
la
población
común.
La
vihuela
de
seis
órdenes
se
ocupaba,
principalmente,
de
la
música
polifónica
culta,
ejecutada
mediante
el
punteo
como
la
guitarra
clásica
de
hoy
día.
En
escasas
instancias
se
tocaban
acordes
de
forma
rasgueada.
Sus
seis
órdenes
se
configuraban
en
cuerdas
pares,
aunque
persiste
la
duda
de
si
el
primer
orden
llevaba
cuerdas
dobles
o
sencillas
y
si
los
órdenes
cuarto,
quinto
y
sexto
orden
eran
pares
afinados
en
octavas
o
al
unísono.
Es
razonable
concluir
que
las
vihuelas
se
encordaban
de
formas
diversas
pero
siempre
en
los
mismos
intervalos.
Se
afinaban
en
dos
formas
populares,
en
La
y
en
Sol.
Noten
la
presencia
de
intervalos
de
cuartas
interrumpidas
por
un
tercero.9
Esto
lo
sabemos
de
los
libros
de
enseñanza
para
la
vihuela
que
sobreviven,
el
primero
publicado
en
Valencia
en
1536,
El
Maestro
de
Luis
de
Milán,
y
el
último
método,
El
Parnaso
de
Esteban
Daza,
que
se
publica
en
1576.
El
mismo
Rey
católico
Fernando
Segundo
de
Aragón
lleva
la
vihuela
española
a
Nápoles
en
el
1492,
año
del
Descubrimiento,
y
su
popularidad
se
expande
a
través
de
Italia
En
su
libro
de
música
para
la
vihuela
Silva
de
sirenas
de
1547,
Enríquez
de
Valderrábano
atestigua
la
diversidad
de
dimensiones
de
la
vihuela:
“Se
requiere
que
la
vihuela
mayor
sea
grande
y
la
menor
muy
pequeña
porque
así
conviene
al
temple."
Se
cree
que
el
repertorio
de
solos
para
la
vihuela
se
ejecutaba
con
vihuelas
pequeñas
y
es
posible
que
los
modelos
más
grandes
se
usaran
para
acompañar
la
voz.
El
discante
que
menciona
Bermudo
en
1555
es
una
de
esas
vihuelas
pequeñas
con
el
orden
primero
en
<do>
y
tiro
de
cuerdas
de
dieciocho
pulgadas.
10
Sólo
tres
vihuelas
sobreviven,
todas
reliquias
inoperantes:
la
“Guadalupe”,
la
“Chambure”
y
la
vihuela
de
Quito.
Son
de
diverso
tamaño,
construcción
y
apariencia,
pero
todos
comparten
la
encordadura
de
seis
órdenes.
La
primera
se
conoce
como
“la
Guadalupe”,
nombre
herrado
sobre
la
orilla
de
su
cabecera.
Esta
reliquia
de
fondo
plano
en
el
Museo
Jacquemart-‐Andrée
de
Paris
se
distingue
por
su
mayor
tamaño
y
por
sus
bocas
múltiples:
una
en
la
línea
de
centro
de
la
caja
armónica
y
cuatro
menores—dos
puestas
simétricamente
sobre
cada
lado
del
lóbulo
superior
y
dos
similarmente
sobre
el
lóbulo
inferior.
La
segunda
vihuela
reliquia
está
en
el
conservatorio
Cité
de
la
Musique
de
Paris
y
se
conoce
como
“la
Chambure”.
No
tuvo
reconocimiento
formal
como
vihuela
hasta
el
1998,
categorización
que
sigue
siendo
controvertida
pues
no
se
puede
afirmar
con
certeza
que
date
del
siglo
16.
La
Chambure
tiene
seis
órdenes
de
cuerdas
y
la
distingue
su
fondo
abovedado
y
acanelado.
La
tercera
sobreviviente
es
la
vihuela
de
Quito.
Permanece
encajonada
en
malas
condiciones
con
los
huesos
de
Santa
Mariana
de
Jesús
de
Paredes
en
la
Iglesia
de
la
Compañía
de
Jesús
en
Quito.
Las
vihuelas
se
tocaban,
por
lo
general,
de
forma
punteada,
como
las
guitarras
clásicas
de
hoy
y
en
la
música
escrita
para
la
vihuela
de
la
época
no
aparecen
símbolos
indicando
rasgueo.
No
obstante,
se
cree
que
la
vihuela
de
Quito
se
tocaba
de
común
de
forma
rasgueada,
a
juzgar
por
la
cantidad
de
huellas
de
rasgueo
en
su
tapa.
A
la
vihuela
del
renacimiento
se
le
ha
considerado
precursora
de
la
guitarra
moderna,
pero
ya
hemos
discutido
cómo
“vihuela”
designó
en
el
medioevo
una
copiosa
variedad
de
cordófonos
de
cuerda
frotada
y
luego
en
el
siglo
16
al
instrumento
punteado
favorito
de
las
cortes
bajo
la
influencia
española.
Pasado
el
siglo
15,
las
fuentes
no
ofrecen
una
definición
definitiva
para
vihuela
y
guitarra
como
categorías
separadas.
En
la
Europa
medieval
se
llamó
guitarra
a
una
amplia
variedad
de
pequeños
instrumentos
de
cuerdas
sencillas
que
se
tocaban
sin
arco.
Entre
otros
detalles
distintivos,
a
los
cordófonos
de
cuerpo
abovedado
se
les
nombraba
como
guitarra
morisca,
y
los
de
fondo
plano
guitarra
latina,
pero
la
diferenciación
de
este
nombre
derivado
del
griego
kithara,
del
latín
cithara
y
del
árabe
kitara
va
desapareciendo
a
favor
del
apelativo
singular
guitarra
(catalán-‐gallego),
guitara
(provenzal),
guiterne
(alemán),
gittern
(inglés)
y
chitarra
(italiano).
Esta
fue
la
guitarra
que
sustituyó
a
la
cítola
en
el
favor
de
los
juglares
medievales.
Llegó
como
guittern
a
Inglaterra
en
el
siglo
13.
Tinctoris
registró
la
guitarra
como
un
invento
de
los
catalanes
que,
aunque
más
pequeño
que
el
laúd,
compartía
con
éste
la
encordadura
y
método
de
afinación.11
Laurence
Wright
demuestra
que,
antes
del
siglo
16,
los
nombres
de
guitarra,
guiterne,
guittern,
etc.
se
referían
a
un
pequeño
laúd
tiple
ejecutado
con
plectro
que
advino
en
mandora.12
Como
vemos,
la
guitarra
de
caja
plana
y
cintura
suave
de
la
que
tenemos
noticia
en
el
Renacimiento
español
es
un
instrumento
más
relacionado
a
la
vihuela
que
a
la
guitarra
de
los
juglares
europeos.
La
guitarra
aparece
en
las
colecciones
de
compositores
y
teóricos
que
escriben
de
la
vihuela.
El
clérigo
Alonso
de
Mudarra,
en
sus
Tres
Libros
de
música
en
cifras
para
vihuela
(Sevilla
1546)
dedica
cuatro
piezas
especialmente
compuestas
para
la
guitarra
de
cuatro
órdenes
“que
corresponden
al
quinto,
cuarto,
tercero
y
segundo
de
la
vihuela
común.”
En
Orphénica
lyra
(Sevilla,
1554)
el
cortesano
Miguel
de
Fuenllana
incluye
música
para
“la
vihuela
de
cuatro
órdenes,
que
llaman
guitarra”.
En
1555
en
Declaración
de
instrumentos,
Juan
Bermudo
describió
la
transformación
de
una
vihuela
de
seis
órdenes
en
una
guitarra
de
cuatro
órdenes,
repitiendo
a
Mudarra:
“Digo,
que
si
la
vihuela
quereis
hacer
guitarra
a
los
nuevos
quitadle
la
prima
y
la
sexta,
y
las
cuatro
cuerdas
que
le
quedan
son
las
de
la
guitarra.”
Bermudo
distingue
entre
la
afinación
“a
los
viejos”
y
“a
los
nuevos”
de
la
guitarra
de
cuatro
órdenes,
siendo
la
vieja
afinación
en
intervalos
de
cinco,
cuatro
y
tres
(5-‐4-‐3).
En
la
nueva
afinación
los
cuatro
órdenes
de
la
guitarra
eran
igual
al
de
los
cuatro
ordenes
interiores
de
la
vihuela,
excepto
que
el
orden
inferior
se
afina
en
octava
superior
como
en
el
laúd
o
“vihuela
de
Flandes”.
Mudarra,
por
el
contrario,
había
sugerido
el
uso
de
un
bordón
en
el
orden
cuarto
para
una
octava
más
baja,
al
estilo
de
los
franceses.
Durante
la
temprana
colonización
española
de
América
se
identifican
tres
instrumentos
de
cuerda:
la
vihuela
española
de
seis
órdenes
y
las
guitarras
de
cuatro
y
cinco
órdenes
a
las
que
se
les
llamaba
también
vihuelas
y
sin
el
calificativo
que
en
la
península
les
diferenció
como
vihuela
del
pueblo.
La
confusión
entre
si
se
trataba
de
vihuelas
o
guitarras
se
aclara
al
tomar
en
cuenta
la
perspectiva
social
de
quien
las
registre
en
los
documentos
que
han
llegado
a
nuestros
días.
De
tal
suerte,
un
cronista
escribe
que
en
el
1615
en
el
Virreinato
del
Perú,
la
“vihuela”
se
oía
en
la
iglesia
mientras
que
la
“guitarra”
tocaba
al
acompañamiento
de
tambores
durante
“salvajes”
diversiones
seculares.13
Desde
el
punto
de
vista
del
plebeyo
los
términos
serían
intercambiables,
aunque
se
tratara
de
la
versión
plebeya
de
menos
cuerdas.
A
la
guitarra
renacentista
de
cuatro
órdenes
también
se
le
ha
relacionado
al
término
“vihuela”.
Si
la
vihuela
quereys
hazer
guitarra
a
los
nuevos:
quitadle
la
prima
y
sexta,
y
las
cuatro
cuerdas
que
le
quedan:
son
las
de
la
guitarra.
Y,
si
la
guitarra
quereys
hazer
vihuela
ponedle
una
sexta
y
una
prima…La
guitarra
común
tiene
quatro
ordenes
de
cuerdas:
las
quales
cuerdas
se
pueden
llamar
quarta,
tercera,
segu(n)da,
y
prima.
.
.
.
Desde
una
cuerda
a
otra
ay
un
diatessaron,14
que
es
una
quarta:
excepto
de
la
tercera
a
la
segunda
que
ay
una
tercera
mayor.15
En
1555
Juan
Bermudo
dejó
constancia
de
la
estrecha
relación
entre
la
vihuela
y
la
guitarra.
La
afinación
en
intervalos
de
cuartas
con
una
tercera
mayor
que
describe
Bermudo
coloca
a
la
guitarra
renacentista
de
cuatro
órdenes
en
el
linaje
de
la
vihuela
y,
como
luego
veremos,
con
la
guitarra
barroca
de
cinco
órdenes.16
En
esta
trayectoria
se
encontrarán
también,
siglos
después,
las
guitarras
jíbaras,
grandes
y
pequeñas:
bordonúa,
tiple
y
vihuela.
La
guitarra
de
cuatro
órdenes
tenía
siete
y,
a
veces,
ocho
cuerdas.
Como
muestra
el
diagrama
se
afinaba
y
encordaba
de
más
de
una
manera.
Se
ha
documentado
dos
afinaciones
y
encordaduras
para
esta
guitarra.
La
primera
es
la
de
Juan
Bermudo
en
1555,
y
la
segunda
es
la
que
Joan
Carlos
Amat
menciona
en
su
libro
de
instrucción
<La
Guitarra
Española>
en
1596.
Vemos
en
estas
dos
encordaduras
la
introducción
de
una
cuarta
orden
requintada
u
octavada.
Bermudo
también
muestra
una
encordadura
con
la
cuarta
orden
con
dos
bordones
en
unísono.
Alonso
Mudarra
afinaba
en
1546
la
cuarta
orden
en
unísono
a
la
octava—un
asomo
a
la
afinaciones
re-‐entrantes
que
aparecerían
posteriormente
en
el
siglo
17.
La
guitarra
de
cinco
órdenes
que
aparece
en
España
alrededor
de
1550
vino
a
conocerse
como
guitarra
española.17
Aunque
quedaban
ejemplares
en
las
postrimerías
del
siglo16
y
principios
del
17,
la
vihuela
de
seis
órdenes
y
la
guitarra
de
cuatro
quedaron
virtualmente
sustituidas
por
ésta.
Los
estudios
de
organología
la
han
designado
como
guitarra
barroca
para
distinguirla
de
la
guitarra
renacentista
o
guitarra
de
cuatro
órdenes
que
le
precedió.
En
algunos
ambientes
fuera
de
los
círculos
de
investigadores,
perdura
el
término
vihuela
para
las
guitarras
de
cinco
órdenes.
Las
iglesias
de
América
adquirían
guitarras
de
cinco
órdenes
que
llamaban
“vihuelas”
y
empleaban
a
“vihuelistas”
que
las
tocaban
durante
los
actos
litúrgicos.
Cabe
pensar
que
se
prefiriera
llamarlas
así,
pues
el
término
prestaba
mayor
dignidad
y
formalidad
a
los
asuntos
eclesiásticos
y
de
otra
índole
y
los
protegía
de
la
reputación
de
instrumento
de
baja
casta
de
las
guitarras.18
La
guitarra
barroca
era
un
instrumento
pequeño,
de
manufactura
liviana
y
cuerdas
de
tripa.
Los
trastes
eran
también
de
tripa
y
se
amarraban
alrededor
del
mástil.
El
instrumento
típico
tenía
cinco
órdenes,
cuatro
o
cinco
de
cuerdas
dobles.
Esto
es:
el
número
total
de
cuerdas
podía
ser
nueve
y
“hasta
diez.”19
Al
principio,
se
tocaba
de
común
por
rasgueo
en
vez
de
punteado
como
con
la
vihuela
o
el
laúd.
Esta
guitarra
ofrecía
a
la
gente
común
un
instrumento
de
gran
sencillez
en
la
ejecución
que
se
prestaba
con
facilidad
para
amenizar
las
fiestas
y
eventos
populares.
Un
escritor
de
la
época
se
lamentaba
de
que
el
instrumento
fuera
poco
más
que
un
cencerro,
tan
fácil
para
tocar
que
“cualquier
mozo
de
caballos
podía
rasguear
una
guitarra”.20
La
guitarra
acompañaba
las
baladas
y
los
bailes,
particularmente
las
canarias
y
las
chaconas21
primitivas
de
fines
del
siglo
16.
A
éstos
se
le
asociaba
frecuentemente
con
el
mundo
bandolero
y
tabernario
y
con
los
apetitos
sensuales,
de
tal
suerte,
que
la
guitarra
llegó
a
ser
señalada
por
las
autoridades
eclesiásticas
como
camino
seguro
al
infierno.
Pero
no
cuando
se
llamaba
vihuela.
Al
igual
que
la
guitarra
actual,
la
guitarra
barroca
de
cinco
órdenes
se
afinaba
en
Mi.
Aparece
en
su
primera
etapa
con
encordadura
llamada
“con
bajos”,
por
llevar
los
órdenes
cuarto
y
quinto
octavados
con
bordón
y
cuerda
fina,
aunque
a
veces
mostraba
dos
bordones
en
el
orden
quinto.
Sus
artesanos
le
daban
más
realce
a
las
cuerdas
bajas
construyendo
su
caja
armónica
con
mayor
profundidad,
detalle
que
veremos
establecido
también
en
las
grandes
guitarras
jíbaras.
El
sonido
más
bajo
se
ampliaba,
también,
con
una
mayor
profundidad
de
la
caja
armónica.
En
el
1554
Miguel
Fuenllana
incluye
una
ilustración
de
guitarra-‐vihuela
de
cinco
órdenes
en
su
Orphénica
Lyra
y
describe
su
encordadura
híbrida
de
guitarra
y
vihuela.
En
1596,
el
catalán
Joan
Carlos
Amat
publica
El
primer
libro
dedicado
a
esta
nueva
guitarra
española….22
La
afinación
“aguda”
de
la
segunda
etapa
de
la
guitarra
barroca
es
posterior
al
libro
de
Amat.
Son
los
órdenes
cuarto
y
quinto
los
que
cambian
para
incorporar
cuerdas
más
finas
y
la
afinación
re-‐entrante
o
discontinua
con
la
que
la
guitarra
se
torna
en
un
instrumento
agudo
carente
de
notas
bajas.
Se
trata
de
la
encordadura
y
afinación
con
la
que,
tocando
al
vacío
el
mayor
número
de
cuerdas
posibles,
se
lograba
el
efecto
de
campanelas.23
A
la
vez,
la
caja
del
instrumento
se
adelgaza
y
comienza
a
tocarse
de
punteado.
Así,
la
guitarra
se
separa
más
de
los
laúdes
y
desarrolla
técnicas
y
lenguaje
propio.
Esta
es
la
versión
de
la
guitarra
barroca
que
acogen
los
grandes
compositores
del
día
como
Gaspar
Sanz
(1640-‐1710)
y
que
habita
en
las
cortes
reales
de
Europa
junto
al
cortesano
laúd
y
a
la
vihuela.
Sanz
es
en
gran
parte
responsable
por
la
gran
popularidad
de
la
guitarra
en
su
segunda
etapa,
resultado
de
la
amplia
divulgación
de
su
método.24
En
la
práctica,
la
adición
de
un
quinto
orden
a
la
guitarra
de
cuatro,
es
exactamente
lo
mismo
que
la
supresión
del
primer
orden
de
la
vihuela
de
seis.
Musicalmente,
sin
embargo,
hay
una
diferencia
importante.
La
nota
central
del
sistema
hexacordal
guidoniano,25
que
en
la
vihuela
y
el
laúd
se
localizaba-‐
siguiendo
la
ortodoxia
medioeval-‐
en
la
región
central
del
instrumento,
se
desplaza
de
manera
definitiva
hacia
el
registro
agudo,
abandonando
la
tradición
instrumental
para
acomodarse
a
las
nuevas
modalidades
interpretativas.
El
desplazamiento
del
único
intervalo
de
tercera
para
situarlo
entre
las
cuerdas
segunda
y
tercera,
implica
una
concepción
organológica
totalmente
distinta:
la
guitarra
deja
de
ser
subsidiaria
del
laúd
y
de
la
vihuela
para
convertirse
en
instrumento
autónomo.
Este
nuevo
instrumento
es
bautizado
en
los
círculos
musicales
europeos
como
“guitarra
española”.26
El método de Sanz se ocupa de la encordadura de la guitarra de cinco órdenes:
En
el
encordar
ay
variedad,
porque
en
Roma
aquellos
Maestros
solo
encuerdan
la
guitarra
con
cuerdas
delgadas,
sin
poner
ningún
bordón,
ni
en
quarta,
ni
en
quinta.
En
España
es
al
contrario,
pues
algunos
usan
de
dos
bordones
en
la
quarta
y
otros
dos
en
la
quinta,
y
a
lo
menos,
como
de
ordinario,
uno
en
cada
orden.
Estos
dos
modos
de
encordar
son
buenos,
pero
para
diversos
efectos,
porque
el
que
quiere
tañer
guitarra
para
hazer
música
ruidosa,
ò
acompañarse
el
baxo
con
algun
tono,
ò
sonada,
es
mejor
con
bordones
la
guitarra,
que
sin
ellos;
pero
si
alguno
quiera
puntear
con
primor,
y
dulçura,
y
usar
de
las
campanelas,
que
es
el
modo
moderno
con
que
aora
se
compone,
no
salen
bien
los
bordones,
sino
solo
cuerdas
delgadas,
assi
en
las
quartas,
como
en
las
quintas,
como
tengo
grande
experiencia…
Queda
claro
el
uso
de
dos
encordaduras,
en
Roma
las
cuerdas
bajas
más
finas
al
unísono
y
en
rango
más
alto
que
en
España,
donde
los
bajos
de
la
guitarra
eran
más
gruesas
(“bordones”)
y
se
afinaban,
a
veces
en
unísono
y
a
veces
octavadas.
Sanz
aprueba
ambas
configuraciones.
Asocia
el
uso
de
bordones
a
la
“música
ruidosa”
que,
presumiblemente,
se
tocaba
de
rasgueado
y
la
afinación
<re-‐entrante>
a
“el
modo
moderno”.
Esta
se
explica
por
la
ejecución
de
campanelas,
trinos
y
otras
ornamentaciones
difíciles
de
lograr
con
bordones.27
El
afamado
poeta-‐guitarrista
Vicente
Martínez
de
Espinel
favorecía
la
guitarra
con
bordones,
más
al
gusto
popular.
Los
compositores
señalaban
la
localización
de
la
cuerda
delgada
octavada
en
los
órdenes
bajos,
así
que
ésta
variaba
de
un
repertorio
a
otro.
La
música
de
Corbetta,28
por
ejemplo,
requería
que
los
dedos
puntearan
la
cuerda
delgada
de
un
orden,
mientras
el
pulgar
punteaba
el
bordón
de
ese
orden.
Esto
hacía
preferible
que
la
cuerda
delgada
se
situara
debajo
del
bordón.
Por
el
contrario,
en
la
“encordadura
francesa”
la
configuración
del
orden
cuarto
octavado
requería
que
la
cuerda
delgada
se
situara
sobre
el
bordón
para
permitir
la
ejecución
de
la
campanela
con
el
dedo
pulgar.29
Esta
configuración
fue
preferida
para
la
ejecución
con
rasgueo
porque
se
escucha
mejor
cuando
el
pulgar
conecta
con
la
cuerda
delgada
antes
de
tocar
la
gruesa.
En
última
instancia,
podía
ser
decisión
del
compositor
o
del
tocador
si
el
orden
cuarto
se
tocaba
con
el
pulgar
o
con
otro
dedo.
A
la
larga,
las
dificultades
de
afinación
y
de
digitación
de
trinos
y
legados
que
presentaban
las
cuerdas
octavadas
llevaron
a
prescindir
de
esta
encordadura
y
a
sustituir
uno
o
ambos
bordones
por
cuerdas
delgadas.
En
el
siglo
18,
se
produce
el
ocaso
de
la
guitarra
de
cinco
órdenes.
En
contraste
con
el
siglo
anterior,
se
publica
poca
música
para
el
instrumento
y
en
la
segunda
mitad
los
tratados
versan
sobre
las
guitarras
de
seis
órdenes
dobles.
En
la
década
de
1770
aparece
en
el
resto
de
Europa
la
configuración
moderna
de
seis
órdenes
sencillas
que
co-‐existe
con
la
de
órdenes
dobles.
La
guitarra
moderna
se
establece
como
la
norma
después
del
1790,
aunque
la
de
órdenes
dobles
sobrevive
hasta
1830.30
Por
nuestra
parte,
postulamos
que
la
guitarra
barroca
pervivía
en
el
instrumento
que
los
costumbristas
puertorriqueños
del
siglo
19
describieron
como
la
vihuela
de
los
jíbaros,
instrumento
de
“hasta
diez
cuerdas”
que
descendía
de
las
antiguas
vihuelas
y
guitarras
españolas
del
renacimiento.
Existe
evidencia
de
la
entrada
desde
España
a
Puerto
Rico
y
el
Caribe
de
vihuelas
y
guitarras,
durante
el
Siglo
16.
Por
fortuna,
el
comercio
mercantil
de
la
época,
dominado
por
el
monopolio
de
la
Casa
de
Contratación
del
régimen
español,
quedó
registrado
en
la
meticulosa
documentación
de
abastos
y
mercancías
que
hacían
la
travesía
entre
España
y
el
Caribe
y
que
tenía
el
propósito
de
asegurar
los
impuestos
de
la
Corona.
Encontramos
documentos
de
aduana
que
muestran
que
veinte
años
después
del
Descubrimiento
de
la
isla
en
1493
y
ya
iniciada
la
empresa
colonizadora
de
Juan
Ponce
de
León
entraban
a
Puerto
Rico
vihuelas
de
seis
órdenes
y
guitarras
de
cuatro
órdenes.
Fueron
éstos
los
primeros
instrumentos
en
llegar
al
Nuevo
Mundo
de
que
tengamos
noticia.31
Desde
el
1550,
llegarán,
también,
guitarras
españolas
de
cinco
órdenes.
El
rastro
del
comercio
de
instrumentos
de
cuerdas
desde
España
se
pierde
a
partir
de
entonces.
Desde
los
documentos
de
aduana
del
Siglo
16
hasta
los
comienzos
del
Siglo
19,
el
récord
histórico
sólo
ofrece
páginas
en
blanco.
El
profesor
Emanuel
Dufrasne
se
expresa
sobre
el
tema:
…no
siempre
los
documentos
mencionan
instrumentos
que
se
utilizaban
en
tal
región
o
en
tal
época.
Eso
precisamente
es
lo
que
ocurre
con
estos
siglos
dieciséis,
diecisiete,
y
dieciocho
en
Puerto
Rico—y
en
más
gran
parte
del
diecinueve.
La
documentación
previa
al
siglo
veinte
es
tan
escasa
y
lo
más
que
uno
puede
suponer
es
que
hubo
obviamente,
innegablemente,
irrefutablemente,
instrumentos
y
que
hubo
gran
actividad
musical.
Lo
que
uno
no
puede
precisar
son
los
detalles;
pero
sí
tiene
uno
que
pensar
que
hubo
gran
ebullición
de
actividad
musical:
que
la
gente
hacia
esos
instrumentos;
que
buscaban
los
materiales
mas
apropiados;
en
algunos
casos
imitaban
algunos
instrumentos
europeos
o
imitaban
descripciones
que
los
mayores
daban
de
instrumentos
europeos--o
africanos
o
de
otra
parte--y
con
esos
se
van
creando
nuevas
formas
de
instrumentos
y
gran
variedad
de
instrumentos
aquí
en
Puerto
Rico.32
Luego
del
Siglo
16,
el
próximo
rastro
de
un
instrumento
llamado
vihuela
en
Puerto
Rico
es
el
registro
en
una
memoria
de
infancia
cerca
de
1835
que
nos
llega
de
la
pluma
de
Alejandro
Tapia.
Al
describir
la
costumbre
de
las
trullas
que
observó
en
el
San
Juan
de
su
niñez,
Tapia,
identifica
los
instrumentos
asociados
a
las
clases
populares.
Vale
notar
que
Tapia
distingue
entre
vihuela
y
guitarra:
En
la
ciudad
formábanse
trullas,
de
las
diferentes
clases
sociales
que
iban
durante
las
primeras
horas
de
la
noche
de
casa
en
casa,
cantando
al
son
de
orquesta
o
de
instrumentos
rústicos
o
campesinos
del
país,
tiples,
vihuelas,
bordonúas,
cuatro,
guitarra,
güiros
y
maraca,
coplas
llamadas
de
aguinaldos.33
Además
de
dar
cuenta
de
vihuelas
en
el
ambiente
de
San
Juan
de
inicios
de
Siglo
19,
la
cita
revela
que
ésta
vihuela
era
tenida
como
instrumento
“rústico
o
campesino
del
país”.
No
cabe
duda
que
la
vihuela
que
Tapia
registra
en
su
ciudad
natal
no
había
sido
importada
ni
era
de
talla
sofisticada.
Se
trataba
de
un
instrumento
tallado
y
tocado,
presumiblemente
por
músicos
campesinos
de
paso
por
la
ciudad
o
por
elementos
de
las
clases
artesanales
asentados
en
los
vecindarios
pobres.
Es
de
pensar
que
a
la
fecha
existía
un
instrumento
propio
de
la
isla
llamado
vihuela,
una
versión
criolla
de
las
antiguas
vihuelas
españolas.
Catorce
años
más
tarde,
esta
vez
en
ambiente
campesino,
encontramos
otra
mención
de
la
vihuela
o
vigüela,
en
el
antiguo
vulgo
de
España
y
como
el
campesino
puertorriqueño
la
llamaba.
Se
trata
de
un
poema
jíbaro
de
Manuel
Alonso
de
1849
que
describe
un
bullicioso
baile
de
garabato:
Requintaba
la
bigüela,
Ey
guiro
daba
a
jalay,
Y
los
tiples
y
maracas
No
les
daban
muy
atrás.34
En
1875,
el
periodista
Ramón
Marín
escribe
“Las
fiestas
populares
de
Ponce”
en
el
que
describe
un
concurso
de
trovadores
en
Ponce.
En
el
fondo
del
edificio…se
había
improvisado
un
palco
para
el
jurado,
cuyos
jueces
lo
ocuparon,
invitando
a
que
subieran
a
él
a
los
opositores
del
concurso,
empezando
por
los
trovadores,
que
acompañados
de
una
vihuela,
dieron
principio
a
aquel
pugilato
de
garganta….
Llegó
su
turno
a
los
tocadores
del
tradicional
cuatro,
subieron
a
la
tribuna,
y
acompañados
también
de
la
obligada
vihuela
y
del
güiro
por
acólito,
que
por
cierto
manejaba
con
gracia
y
precisión
un
niño
de
6
a
7
años,
ejecutaron
alternativamente
varias
piezas
bailables
de
dificultad
en
aquel
dicho
instrumento,
con
gran
divertimiento
de
los
espectadores.35
(Énfasis
suplido)
No
sabemos
si
Marín
usa
el
término
vihuela
para
designar
un
instrumento
autóctono
de
cuatro
o
de
cinco
órdenes
o
para
nombrar
una
guitarra
española
de
seis
cuerdas
sencillas
importada
de
la
península
o
si
se
trataba
de
una
guitarra
española
de
cuatro,
cinco
órdenes,
o,
siquiera,
de
una
vihuela
de
seis
órdenes
de
épocas
más
remotas.
En
cuanto
a
la
evidencia
visible
hasta
esta
fecha,
cualquiera
de
estos
instrumentos
podía
haberse
tildado
vihuela
por
costumbre
o
descuido.
Es
poco
probable
que
Marín
no
supiera
la
diferencia
entre
la
guitarra
española
y
la
vihuela
criolla.
Con
mayor
probabilidad
la
vihuela
se
tratara
de
guitarras
de
siglos
anteriores
alojadas
al
interior
de
la
población
campesina
y
signadas
bajo
el
anacronismo
“bigüela”.
Es
Francisco
del
Valle
Atiles,
en
1887,
quien
más
nos
acerca
al
significado
de
la
vihuela
de
Puerto
Rico
del
Siglo
19.
La
bordonúa,
escribe,
“lleva
seis
cuerdas
y
la
vihuela
hasta
diez,
pues
en
esto
entra
por
mucho
el
capricho
del
constructor”.36
Lo
primero
que
el
texto
sugiere
es
que
las
vihuelas
eran
de
construcción
local
y
diseños
autóctonos.
Se
puede
descartar
que
se
tratara
de
guitarras
españolas
contemporáneas
importadas
o
copiadas
por
artesanos
locales
porque
durante
esa
época
éstas
llevaban
seis
cuerdas
sencillas
y
sus
antecedentes,
las
guitarras
españolas
de
“hasta
diez
cuerdas”,
ya
eran
obsoletas
en
España
desde
mediados
del
Siglo
18.
Atiles
menciona
que
podían
llevar
hasta
diez
cuerdas
y
según
la
costumbre
antigua
podían
llevar
diez
cuerdas
arregladas
en
cinco
órdenes
dobles;
o
nueve
cuerdas-‐
como
la
guitarra
barroca-‐
en
cinco
órdenes,
el
primero
sencillo
y
el
resto
dobles;
o
podían
tener
ocho
cuerdas
en
cinco
órdenes
con
tres
órdenes
pares
y
dos
sencillos,
como
en
instrumentos
de
su
clase
construidos
todavía
en
Puerto
Rico
para
el
Siglo
20.
Hoy
nadie
habla
de
una
vihuela
jíbara,
a
pesar
de
que
fue
identificada
en
la
literatura
del
siglo
19.
No
se
habla
tampoco
de
una
bordonúa
de
seis
cuerdas
sencillas,
identificada
repetidamente
también
durante
el
siglo
19.
Lo
que
las
telarañas
del
tiempo
nos
muestran
apenas
un
pequeño
manojo
de
antiguallas
instrumentales
en
museos
y
colecciones
privadas
que,
generalmente,
se
presumen
son
bordonúas.
Todas
tienen
forma
de
guitarra
alargada
de
cuerpo
profundo,
portan
múltiples
órdenes
sencillos
o
dobles
y
el
arreglo
y
afinación
de
sus
cuerdas
es
un
enigma.
La
historia
de
la
segunda
mitad
del
siglo
20
atravesó
por
un
proyecto
de
corta
duración
gestado
por
un
apresurado
intento
de
“nation
building”,
por
medio
del
cual
el
gobierno
insular
promovió
la
resurrección
y
fomento
de,
entre
otros
aparejos
de
la
“puertorriqueñidad”,
unos
cuasi
extintos
instrumentos
llamados
bordonúas.
El
esfuerzo
de
construcción
de
una
identidad
nacional
produjo
la
lista
oficial
de
los
cordófonos
autóctonos
puertorriqueños:
un
pequeño
tiple
para
el
acompañamiento,
un
cuatro
de
cinco
órdenes
dobles
y
tamaño
mediano
para
tocar
melodía
y
un
instrumento
melódico
de
cinco
órdenes
y
caja
grande
llamado
bordonúa.
Ausente
de
esa
lista,
desvanecidas
por
un
fallo
de
rigor
intelectual
y
excluidas
del
inventario
del
folclore
isleño,
quedaron
la
bordonúa
grave
de
seis
cuerdas
y
la
vihuela
jíbara
de
“hasta
diez
cuerdas”.
Creemos
haberlas
reencontrado
sin
proponérnoslo,
durante
una
búsqueda
de
casi
diez
años
que
ha
generado
un
cuerpo
de
evidencia
circunstancial
que
señala
hacia
la
propuesta
de
que
la
bordonúa
original-‐
la
de
voz
grave
y
seis
cuerdas-‐
cayó
en
desuso
durante
los
primeros
años
del
siglo
veinte
y
nunca
regresó.
De
otra
parte,
al
extrapolar
la
evidencia
disponible,
concluimos
que
esa
guitarra
grande
que
vemos
en
museos
y
colecciones
privadas
puertorriqueñas
y
que
fuera
“rescatada”
por
instituciones
públicas
durante
la
segunda
mitad
del
Siglo
20
y
certificada
con
el
nombre
bordonúa
no
es
la
misma
que
la
bordonúa
del
siglo
antepasado
sino
que
es
más
apropiadamente
descendiente
de
las
rústicas
vihuelas
puertorriqueñas
de
los
textos
del
siglo
19—con
ascendencia
en
la
antigua
vihuela
y
en
la
guitarra
barroca
del
siglo
16.
Se
trata
de
un
caso
de
identidad
equivocada
en
la
que
pervive,
ocultando
su
linaje,
la
antigua
vihuela
jíbara.
Para
propósitos
de
la
discusión,
optamos
por
renombrar
la
bordonúa
oficial
del
siglo
veinte
como
“vihuela-‐bordonúa”.
Quizás,
si
nuestra
tesis
eventualmente
se
juzga
convincente
y
se
acepta
por
la
comunidad
musical,
llegará
el
día
cuando
el
instrumento
se
llame
otra
vez
sencillamente
vihuela,
vihuela
puertorriqueña
o
vihuela
jíbara.
Por
lo
general,
los
personajes
claves
en
la
escuela
moderna
de
la
vihuela-‐bordonúa
y
sus
descendientes
que
entrevistamos
usaban
el
apelativo
bordonúa
para
sus
instrumentos.
No
pretendemos
afirmar
que
se
equivocaran
al
hacerlo
o
que
desconocieran
el
nombre
correcto
de
su
instrumento.
Lo
que
afirmaremos
es
que
el
rubro
bordonúa
recayó
sobre
la
vihuela
jíbara
en
varias
regiones
del
país
y
entró
al
vocabulario
popular
moderno
de
forma
análoga
a
como
el
apelativo
cuatro,
que
originalmente
designó
a
un
instrumento
de
cuatro
órdenes,
vino
a
recaer
en
un
instrumento
distinto
de
cinco.
Con
esa
distinción
en
mente,
aclaramos
que
cuando
uno
de
nuestros
entrevistados
mencionó
el
nombre
bordonúa
se
refería
al
instrumento
de
la
“tradición
vihuela”
y
no
al
de
la
“tradición
bordonúa”.
Los
instrumentos
del
principio
del
siglo
veinte
que
hoy
llamamos
bordonúas
tenían
una
caja
sonora
con
cintura
de
avispa
y
un
lóbulo
superior
bastante
más
angosto
que
el
inferior.
La
profundidad
de
la
caja
medía
de
cinco
a
siete
pulgadas.
Se
encordaban
lo
mismo
con
órdenes
sencillos
o
dobles.
Contrario
a
los
usos
en
récord
de
sus
tocayos
del
siglo
19,
éstas
se
usaban
para
tocar
melodía.
Ese
dato
y
las
complejas
nuevas
encordaduras
observadas
hacen
dudar
que
se
trate
de
las
bordonúas
descritas
en
la
literatura
de
entre
siglos
19
y
20.
El
patrón
de
afinación
4-‐3-‐4-‐4
(54321)
de
las
vihuela-‐bordonúas
coincide
con
los
primeros
cinco
órdenes
de
la
vihuela
cortesana.
Tal
afinación
pone
en
duda
la
competencia
de
esa
“bordonúa”
como
instrumento
de
melodía,
como
son
el
cuatro,
la
mandolina,
el
violín
y
la
viola,
entre
otros.
Las
bordonúas
oficiales
tampoco
coinciden
con
las
bordonúas
que
describen
los
autores
de
entre
siglos
en
cuanto
a
otros
atributos,
pues,
si
bien
se
trata
de
guitarras
de
relativas
grandes
dimensiones,
no
llevan
seis
cuerdas-‐
como
anotara
del
Valle
Atiles
en
el
1887-‐
ni
tienen
la
voz
grave
que
observara
Ramón
Marín
en
el
1875
ni
hacen
el
acompañamiento,
como
apuntara
María
Cadilla
de
Martínez
en
el
1933.37
Según
estos
autores
las
bordonúas
del
siglo
19
y
las
del
siglo
20
son
instrumentos
distintos
que
comparten,
quizá,
poco
más
que
su
nombre.
Entre
los
músicos
de
esas
llamadas
bordonúas
que
ofrecen
testimonio
de
su
uso
como
instrumento
melódico,
incluimos
a
los
tocadores
Candelario
Vázquez
(“don
Candó”)
(1899-‐
1993),
Andrés
Font
(1885-‐¿?)
y
José
Velázquez
(Yabucoa
1889-‐1958),
quienes
relatan
que,
con
frecuencia,
el
cuatro
tocaba
en
segundo
a
dúo.
En
entrevista
de
Edgardo
Delgado
de
1982,
don
Candó
asegura
que
su
tío
Candó
Morales
era
experto
ejecutante
del
instrumento
en
la
década
del
1910,
que
durante
sus
tiempos
muchos
conoció
tocadores
tan
buenos
como
él
y
que
nunca
vio
a
un
“músico
de
bordonúa
tocando
en
segunda,
“siempre
tocaba
de
prima”.
El
anciano
dio
fe,
también,
del
uso
de
la
bordonúa
como
instrumento
de
polifonía.38
Candelario
Vázquez,
hijo
(1934-‐
¿?)
confirma
a
su
padre
en
cuanto
al
uso
de
la
bordonúa
como
instrumento
cantante,
lo
mismo
que
el
cuatro
y
asegura
que,
en
un
conjunto,
se
hacía
acompañar
de
cuatro
y
guitarra.
Cuando
se
le
pidió
que
confirmara
relatos
que
afirmaban
que
la
bordonúa
tenía
una
voz
grave—adecuado,
quizás
para
tocar
los
bajos
en
un
conjunto,
respondió:
...
la
bordonúa
nunca
se
usó
como
bajo
y
eso
no
es
cierto;
la
bordonúa
se
utilizó
siempre
para
llevar
la
música
cantante,
con
lo
mismo
que
se
hace
con
el
cuatro.
Hasta
la
fecha
yo,
por
ejemplo,
tengo
58
años.
No
he
oído
a
nadie
que
utilice
un
cuatro
como
bajo,
nunca.
El
cuatro
se
utiliza
para
llevar
la
voz
cantante
en
la
melodía,
y
lo
mismo
pasaba
con
la
bordonúa.
...
no
lo
que
se
esta
diciendo
ahora,
que
la
bordonúa
se
utilizaba
como
bajo.
¡Eso
no
es
cierto!
39
Las
bordonúas
que
describe
del
Valle
Atiles
en
1887
se
encordaban
con
seis
órdenes
sencillos,
presumiblemente
de
calibres
relativamente
gruesos—dado
que
el
instrumento
también
se
describía
como
uno
con
voz
“grave”,
y
su
propio
nombre
implicaba
que
tenía
bordones,
o
cuerdas
gruesas.
Pero
para
el
siglo
20
nos
topamos
con
otros
instrumentos
llamado
bordonúa
con
encordaduras
distintas.
En
estas
encordaduras
predominan
las
cuerdas
finas:
la
mayoría
son
primeras,
segundas
y
terceras
de
guitarra.
Es
inevitable
notar
que
estas
bordonúas
mostraban,
por
lo
general,
las
mismas
cuerdas
y
tallas
de
los
tiples
de
Puerto
Rico
y
de
los
timples
canarios,
instrumentos
de
tamaño
bastante
menor,
por
lo
que
cabe
la
pregunta
de
cómo
se
les
podía
asignar
voces
distintas
en
conjuntos.
Es
evidente
que
estas
bordonúas
del
siglo
veinte
no
podían
tener
la
“voz
grave”
que
en
1875
Marín
anotó
en
las
bordonúas
de
sus
tiempos
y
que
Cadilla
registró
en
su
estudio
del
folclor
puertorriqueño
en
la
década
de
1930.
Observamos
que
en
estas
encordaduras,
excepto
en
la
de
Ponce,
el
orden
segundo
es
una
cuerda
sencilla.
Los
hijos
de
don
Candó
y
de
José
Velázquez,
comentan
que
su
padre
movía
la
mano
de
una
forma
particular
para
hacer
la
cuerda
llorar.
Pasaron
algunos
años
antes
de
que
pudiéramos
entender
esta
cuerda
sencilla
era
la
que
los
padres
hacían
“llorar”
y
que
no
cualquier
cuerda
se
podía
hacer
“llorar”
porque
los
demás
órdenes
de
cuerda
quedaban
muy
tensos
para
lograr
el
efecto.
Nos
encontramos
con
otras
afinaciones
de
la
bordonúa:
la2-‐,
re3-‐,
fa#3-‐,
si3-‐,
mi3
-‐
(4-‐
3-‐4-‐4)
(López
Cruz),
si2-‐
mi3-‐,
la3-‐
re4-‐3-‐
sol4
-‐
(4-‐4-‐4-‐4)
y
do3-‐
fa#3-‐,
la3-‐,
re4,
sol4
-‐
(4-‐
3-‐4-‐4)
(
Julio
Negrón),
todas
en
orden
54321.
El
artesano
Segundo
Merced
(1904-‐
?)
mencionó
el
uso
de
la
guitarra
para
afinar
la
bordonúa
y
Antonio
Rodríguez
Navarro
de
Corozal
lo
confirma,
aunque
hace
la
salvedad
que
el
guitarrista
antes
bajaba
la
afinación
de
su
instrumento
de
Mi
a
Re
para
ponerlo
con
el
Re
de
la
bordonúa.
Esta
afinación
era
usada
cuando
se
tocaban
con
el
chelo.
Cabe
llamar
la
atención
a
la
equivalencia
de
la
afinación
de
la
bordonúa
melódica
de
don
Cando,
Font
y
Velázquez
con
la
de
varios
instrumentos
españoles
de
cuerdas:
la
vihuela
del
siglo
16
(sol2-‐do3-‐fa3-‐la3-‐re4-‐sol4
[654321])
y
el
timple
canario
(sol3-‐do4-‐mi4-‐la4-‐
re5,
4-‐3-‐4-‐4
[54321]).
Es
de
notar,
también,
la
coincidencia
del
patrón
<4-‐3-‐4-‐4
>
en
otras
bordonúas
(López
Cruz,
Negrón,
etc.)
que
se
encuentra
en
la
vieja
Europa
en
el
discante
de
seis
órdenes
dobles,
la
vihuela
cortesana,
el
laúd
del
siglo
15
y
el
timple
de
Canarias.
El
hecho
de
que
la
bordonúa
haya
preservado
esta
afinación
es
una
poderosa
evidencia
de
su
entronque
común
con
aquellos
instrumentos.
Conservar
este
patrón
fue
el
motivo
para
que
López
Cruz
adoptara
la
afinación
con
la
prima
en
<Mi>
de
la
guitarra
y
los
intervalos
de
4-‐
3-‐4-‐4
a
la
hora
de
rescatar
la
bordonúa.
Como
dijimos,
las
bordonúas
de
don
Cando
y
de
José
Velázquez
llevaban
cuerdas
finas
incapaces
de
producir
el
sonido
grave
que
los
documentos
del
siglo
diecinueve
le
asignan
al
instrumento
y
constituye
un
reto
precisar
cómo
se
lograba
esta
voz
grave
de
la
bordonúa
decimonónica.
Pudo
ser
a
causa
de
su
mayor
dimensión
como
la
describe
Alonso
en
El
gíbaro.
El
autor
puede
referirse
al
ancho
o
a
la
profundidad
de
la
caja
o
a
una
combinación
de
ambos,
o
a
que
sus
cuerdas
fueran
más
gruesas
que
la
de
otros
instrumentos
típicos
y,
tal
vez,
del
mismo
grosor
que
la
guitarra
de
hoy.
Es
posible
que
el
instrumento
se
ejecutara
con
preferencia
por
las
cuerdas
gruesas
o
bordones.
La
palabra
“bordonua”
viene
de
“bordonear”
que
significa
“pulsar
las
cuerdas
baja
o
bordones”.
Bordonear
viene
de
“bordón”.
Así
puede
ser
que
el
apelativo
“bordonúa”
se
asignara
no
porque
la
bordonua
tuviera
bordones,
sino
por
la
manera
en
que
se
ejecutaban
los
bordones.
Sea
como
fuera,
de
lo
que
hoy
se
trata
es
de
decidir
si
es
posible
y
deseable
devolverle
a
la
bordonúa
el
sonido
grave
que
le
caracterizó
en
el
conjunto
de
la
vieja
orquesta
jíbara.
La
Tabla
1
muestra
las
encordaduras
y
afinaciones
registradas
par
alas
vihuelas/bordonúas
del
siglo
20.
Tabla
1
Afinación
de
la
vihuela/bordonúa
del
siglo
20
en
Puerto
Rico
*
Órdenes
5
4
3
2
1
Font-‐
10
cuerdas**
a’
a
d”’
d’
f#’
f#’
b’
b’
e”
e”
Font-‐
9
cuerdas
a
d”
d’
f#’
b’
b’
e”
e”
f#’
Font-‐
8
cuerdas
a
d”
d’
f#”
b’
e”
e”
f#’
Vázquez
a
d”
d’
f#”
b’
e”
e”
f#”
Velásquez
a
d”
d’
f#”
b’
e”
e”
f#’
Ponce
-‐
vihuela
a
d”
d
f#’
f#’
b’
b’
e”
*
Esta
es
la
notación
en
el
pentagrama,
aunque
suenan
una
octava
más
baja.
Todas
en
intervalos
4-‐3-‐4-‐4.
**
La
de
Font
tenía
diez
clavijas
de
madera
y
una
cuerda
grave
adicional.
La
cejilla
tiene
ocho
muescas
y
el
puente
está
preparado
para
ocho
cuerdas.
La
vihuela/bordonúa
de
Font
tuvo
tres
diferentes
encordaduras
y,
posiblemente,
transitó
de
diez
cuerdas
a
nueve
y
finalmente
a
ocho.
Recordemos
que
Atiles
dijo
que
la
vihuela
podia
tener
“hasta”
diez
cuerdas.
Tabla
2
Encordadura
de
la
vihuela/bordonúa*
Órdenes
5
4
3
2
1
Font
3/5
2/4
3/3
2/2
1/1
Font
5
2/4
3/3
2/2
1/1
Font
3
2/4
1/3
2
1/1
Cundi
5
2/4
3/3
2/2
1/1
Vázquez
3
1/4
1/1**
2
1/1
Velásquez
3
2/4
3/3
2
1/1
Ponce
***
5
2/4
3/3
2/2
1
*
Se
usan
cuerdas
tiples
y
graves
como
en
la
guitarra
barroca.
**
El
tercer
orden
es
octavado
o
en
“terceritas”.
***
Museo
de
la
Música,
Ponce
Tabla
3
Comparación
de
las
dimensiones
de
la
guitarra
la
la
vihuela
de
Font
1835
1847
1851
Font
Lóbulo
superior
8
½
8
7
¾
5
Cintura
7
¼
6
¼
5
¾
4
Lóbulo
inferior
12
11
10
8
½
Longitud
de
la
17
½
17
¼
15
½
22
½
caja
Profundidad
de
3
½
3
¾
4
5
½
la
caja
Longitud
de
la
24
22
½
22
½
24
⅜
cuerda
Las
bocas
múltiples,
como
las
de
la
Guadalupe,
son
un
detalle
sobresaliente
de
las
vihuelas
de
tiempos
remotos.
Aunque
sobreviven
vihuelas
con
una
sola
boca
en
su
caja,
en
los
antiguos
grabados
religiosos
de
vihuelas
de
peñola
y
de
mano
las
bocas
múltiples
son
frecuentes.
Las
guitarras-‐laúd
de
los
siglos
14
y
15
de
cuerpo
aperado
y
fondo
abombado
tenían
bocas
múltiples,
rasgo
que
fue
incorporado
a
las
vihuelas
del
siglo
16.
Pero
las
guitarras
de
cuatro
o
cinco
órdenes,
las
que
también
fueran
llamadas
vihuelas—
especialmente
en
el
contexto
del
Nuevo
Mundo—tenían
sólo
una
boca.
No
las
hubo
de
bocas
múltiples,
lo
que
hace
evidente
que
la
“vihuela”
de
la
que
hablan
los
autores
de
Puerto
Rico
del
siglo
19
y
principios
del
siglo
20
es
una
versión
rústica
de
aquellas
guitarras
del
siglo
16.
El
detalle
de
bocas
múltiples
de
algunas
“bordonúas”
del
Siglo
20
puede
explicarse
como
una
transferencia
de
la
estética
de
las
vihuelas
cortesanas
de
parte
de
los
artesanos
de
la
isla.
En
cuanto
a
afinación,
la
evidencia
dice
que
la
vihuela-‐bordonúa
mantenía
los
intervalos
de
los
primeros
cinco
órdenes
de
la
guitarras
del
Siglo
16.
La
caja
de
resonancia
era
honda
como
en
la
guitarra
barroca
luego
de
1550
y
se
encordaba
con
bordones
(primera
encordadura
de
Font)
y
sin
bordones
con
cuerdas
finas
como
la
popular
guitarra
barroca
luego
de
1660.
Estos
rasgos
se
encuentran
en
las
vihuelas-‐bordonúas
de
Vázquez,
Velazquez
y
Font.
La
guitarra
barroca
de
Belchior
Díaz
construida
en
1581
tenía
fondo
de
boveda
con
siete
vigas
muy
onduladas.
Las
cuerdas
medían
21.68
pulgadas.
Las
encordaduras
re-‐entrantes
sin
bajos
tuvieron
gran
popularidad
en
Nápoles
a
partir
del
1596,
luego
de
que
Juan
Carlos
Amat
las
incluyera
en
Guitarra
española
y
vandola
adecuándola
a
la
técnica
del
punteado
usada
en
la
música
polifónica.
En
la
version
de
Amat
la
caja
sonora
no
tiene
la
profundidad
de
las
primeras
guitarras.
.
La
vihuela
puertorriqueña
del
siglo
19
convertida
en
bordonúa
del
siglo
20
es
un
instrumento
extravagante.
Tiene
un
diapasón
que
se
eleva
media
pulgada
en
el
centro
de
la
boca
como
ocurre
con
los
instrumentos
de
la
familia
de
los
violines.
La
profundidad
media
de
la
caja
es
de
5.5
pulgadas,
aunque
en
la
de
Velazquez
es
de
6.50
pulgadas
y
en
la
de
Font
mide
6.75.
La
mayor
profundidad
sería
para
aportar
un
sonido
bajo
de
mayor
hondura,
opinan
los
lutieres
Miguel
Acevedo
y
William
Cumpiano.
Esto
podría
hacer
sentido
en
lo
que
respecta
a
la
primera
encordadura
con
bordones
de
Andrés
Font,
pero
no
es
la
profundidad
de
caja
adecuada
para
la
encordadura
re-‐entrante
sin
bajos
de
las
vihuelas-‐
“bordonúas”
de
Vázquez
y
Velázquez
y
la
de
ocho
cuerdas
de
Font.
La
caja
de
sonoridad
profunda
le
prestaría
al
instrumento
la
apariencia
del
prestigiado
chelo,
no
obstante,
como
sabría
cualquier
músico
o
guitarrero,
la
combinación
de
cuerdas
finas
y
caja
profunda
no
se
prestan
a
un
sonido
de
mayor
calidad.
¿Por
qué
quería
un
artesano
invertir
tiempo
adicional
en
la
construcción
de
una
caja
profunda
para
un
instrumento
de
cuerdas
agudas?
Una
posible
explicación
es
que
esta
construcción
siguiera
la
tradición
establecida
en
los
siglos
16
y
17
para
las
guitarras
barrocas
de
cajas
hondas
como
la
de
Belchior
Díaz
que
se
tocaban
de
rasgado
para
acompañar
cantantes
y
tocar
bailes
en
ambientes
tabernarios
y
festejos
populares
e
imitara,
a
la
vez,
la
encordadura
re-‐entrante
de
Gaspar
Sanz
usada
en
la
ejecución
de
campanelas
y
ornamentos
propios
de
música
culta
y
ambientes
exclusivos
e
íntimos.
Don
Cando
relata
que
escuchó
agrupaciones
con
chelo
en
la
plaza
de
Caguas
en
los
1920
y
que
él
mismo
tocó
la
bordonúa
en
agrupaciones
que
incluían
chelo,
guitarra
y
güiro.
Los
conjuntos
de
Germán
Vázquez
de
Caguas
y
Juan
Padilla
de
Naguabo
también
incluían
chelo.
Segundo
(Don
Cundi)
Merced
(Aguas
Buenas
1904-‐?)
dice
que
usaba
la
misma
afinación
para
la
bordonúa
y
el
chelo.40
Alexis
Morales
Cales
escribe
que
la
bordonúa
“tiene
rasgos
de
chelo”.41
Se
trata
de
conjuntos
inusuales
probablemente
influenciados
por
las
bandas
de
música
municipales
que
proliferaron
en
los
pueblos
de
la
isla
durante
el
siglo
19.
Estas
agrupaciones
eran
amparadas
por
el
gobierno
provincial.
Estuvieron
dirigidas
por
maestros
de
gran
talento
y
fueron
escuelas
de
varias
generaciones
de
músicos
cultos.
Municipios
como
Ponce,
Mayagüez
y
Humacao
tuvieron
una
vida
cultural
favorecida
por
el
auge
azucarero
del
siglo
19.
El
poblado
de
Humacao
fue
fundado
por
canarios
en
el
1722
y
designado
municipio
en
1881.
Gozó
de
reconocimiento
como
“ciudad
musical”
y
tuvo
escuela
de
música
desde
el
1860.
En
el
teatro
del
pueblo
eran
frecuentes
las
presentaciones
de
compañías
de
teatro,
opera
y
zarzuela
en
gira
internacional
y
en
su
plaza
pública
las
retretas
de
orquestas
y
bandas
y
los
concursos
de
trovadores
eran
un
recurso
de
recreación
habitual
para
todas
las
clases.
En
1857
la
soprano
Adelina
Patti
y
el
pianista
Louis
Moreu
Gottschalk
iniciaron
desde
Humacao
su
gira
de
conciertos
por
la
isla.
Caruso
y
Gardel
se
presentaron
en
el
nuevo
Teatro
Victoria,
construido
en
la
década
del
1910.
A
finales
de
siglo,
la
joven
pianista
de
Humacao
Ana
Otero
se
presentaba
en
conciertos
en
París
y
New
York
a
finales
del
siglo
19.
Ana
era
hija
del
músico
y
periodista
Ignacio
Otero
(Cadiz
1820-‐?)
llegado
a
la
isla
en
1836
y
de
la
maestra
de
piano
Carmen
Hernández.42
Humacao
fue
cuna
de
músicos
compositores
y
maestros
de
bandas
y
orquestas
como
los
hermanos
Juan
y
Francisco
Duclerc
y
Juan
Peña
Reyes
(1879-‐1948).43
Peña
Reyes,
fundador
del
linaje
de
músicos
Peña,
tocaba
casi
todos
los
instrumentos
de
orquesta,
en
especial
el
violín
y
bombardino.44
Un
autor
señala
la
decadencia
de
la
actividad
musical
de
la
isla
para
el
1915,
haciendo
excepción
de
unos
pocos
municipios,
entre
éstos
Humacao.45
Tomando
en
cuenta
el
gran
peso
de
la
música
en
la
vida
cultural
y
social
de
municipios
como
Humacao,
se
entiende
que
un
humilde
artesano
de
instrumentos
nativos
creyera
que
un
diapasón
elevado
y
una
caja
sonora
profunda,
así
como
un
manojo
de
trastes
de
cobre,
añadían
valor
y
prestigio
a
su
instrumento,
aunque
significaran
más
labor
y
no
añadieran
capacidad
musical,
más
bien
dificultad
a
la
ejecución.
Esta
transformación
formal
prestaría
a
la
rústica
vihuela
la
apariencia
de
un
instrumento
de
prestigio
como
podemos
apreciar
en
la
vihuela-‐bordonúa
de
Velázquez.
Grabaciones
del
sonido
de
una
vihuela,
aunque
identificado
como
bordonúa,
en
uso
grupos
musicales
puertorriqueños
durante
las
décadas
1920
y
1930
todavía
existe.
Los
detalles
de
esta
grabación
se
encuentran
en
la
obra
maestra
de
Richard
“Dick”
Spottswood
de
nueve
volúmenes
catalogando
todas
las
grabaciones
audiofónicas
comerciales
hechos
por
grupos
minoritarios
que
se
produjeron
en
los
Estados
Unidos
hasta
1942.
En
ella
se
encuentra
las
grabaciones
hechas
por
el
Trío
de
Germán
Hernández
en
San
Juan
para
la
casa
Victor
en
enero
1917.
De
los
seis
temas
listados
en
esa
grabación,
cuatro
eran
originales
de
Hernández.
Debajo
de
la
lista
de
grabaciones
se
especifican
los
instrumentos:
“bordona
(sic),
g.
(guitarra),
güiro”.
Nuestro
entrevistado
Efraín
Ronda
conoció
a
Hernández,
y
nos
explicó:
Yo
no
sé
si
usted
oyó
nombrar
al
rey
de
este
instrumento.
Se
llamaba
Germán
Hernández.
Pues,
te
voy
a
decir.
Cuando
yo
toqué
con
Germán
yo
lo
acompañé
en
la
guitarra.
Él
era
el
rey
del
mariandá,
ese
seis
que
se
llamaba
mariandá.
En
su
producción
de
disco
compacto
Early
Music
of
the
Caribbean,
1916-‐1920,
el
notado
coleccionista
y
folklorista
Juan
Mora
Bosch
incluyó
el
danzón
Nosotros
nombrado
entre
la
lista
de
Spottswood,
proveniente
de
esa
grabación
de
la
casa
disquera
Victor
de
1917.
Aunque
el
güiro
no
se
oye
bien,
los
dos
instrumentos
listados
por
Spottswood
se
oyen
claramente.
Una
pulsada
con
los
dedos
tocando
acordes
de
acompañamiento
y
pasatonos,
y
otro
tocado
con
plectro
tocando
la
melodía.
Asumimos
que
el
instrumento
tocando
acompañamiento
es
una
guitarra
porque
suena
como
una
guitarra
con
cuerdas
de
tripa
rasgueando
los
acordes
y
punteando
los
pasatonos
con
los
dedos
de
la
mano.
Pero
no
hay
duda
que
el
instrumento
tocando
la
melodía
suena
como
un
instrumento
de
diapasón
largo—o
sea,
con
una
sonoridad
gruesa—tocada
con
un
plectro.
Las
cuerdas
suenan
como
cuerdas
de
metal
dobles
al
unísono.
Aunque
Germán
describe
su
instrumento
como
bordonúa,
y
Ronda
lo
reconoce
como
un
bordonuísta
experto,
mantenemos
que
para
ese
tiempo
y
región
la
vihuela
había
pasado
ya
a
considerarse
como
bordonúa,
ya
que
los
dos
se
parecían
tanto
por
diferenciarse
poco
más
que
por
su
encordadura.
Aunque
la
vieja
bordonúa
se
mantuvo
vigente
en
menciones
hasta
las
décadas
del
1920
(Modesto
Ramos)
y
del
1930
(María
Cadilla),
en
otras
regiones
no
sobrevivió
la
modernidad
y
ya
había
desaparecido
por
completo,
eclipsado
en
su
rol
de
instrumento
acompañante
por
la
guitarra
española,
evidentemente
reencordada
como
vihuela—y
re-‐nombrada
bordonúa.
La
confusión
vihuela-‐bordonúa
¿Por
qué
la
confusión
de
la
bordonúa
y
la
vihuela?
Postulamos
que
se
trata
del
mismo
instrumento
al
que
se
le
llama
vihuela
en
el
siglo
19
y
que
en
el
siglo
20
algunos
autores
y
músicos
le
llaman
tiple
grande
y,
otros,
bordonúa.
La
silueta
de
los
tiples
“forma
de
ocho”
del
siglo
19
y
del
20
ofrece
una
pista
para
aclarar
la
confusión.
Alonso
asocia
a
la
bordonúa
con
el
tiple,
presumiblemente,
a
base
de
su
forma
guitarra.
La
bordonúa,
dice
“es
una
guitarra
de
grandes
dimensiones”,
lo
que
nos
hace
deducir
que
el
tiple
que
vió
Alonso
tenía
forma
ocho
o
sea,
de
guitarra.
Contamos
con
evidencia
fotográfica
de
un
tiple
como
éste
construido
en
Coamo
cerca
de
1880.
De
manera
que,
en
los
inicios
del
siglo
20,
damos
cuenta
de
instrumentos
de
apariencia
similar
a
los
que
se
les
llamó
vihuela
o
bordonúa
porque
eran
como
una
guitarra
grande
con
forma
de
vihuela
o
tiple
grande
porque
tenía
la
forma
de
ocho
o
aguitarrada
como
las
vihuelas-‐bordonúas
de
Velázquez,
Vázquez
y
Font.
El
tiple
descrito
por
Alonso
en
1849
es
también
de
“forma
de
ocho”
como
el
de
Celestino
Santiago
y
como
la
bordonúa
de
seis
cuerdas
de
su
tiempo:
“
La
bordonúa
es
una
guitarra
de
grande
dimensiones
y
el
tiple
es
del
todo
igual
sino
en
su
tamaño
que
es
mucho
menor."
46
El
antiguo
tiple
de
Celestino
Santiago
tenía
forma
de
ocho
como
la
vihuela-‐bordonúa
del
siglo
20.
La
vihuela
y
la
bordonúa
tenían,
entonces,
forma
similar
también.
No
obstante,
la
similitud
organológica
entre
las
vihuelas
descritas
en
el
siglo
19
y
las
bordonúas
del
siglo
20
son
tales
que
proponemos
que
estas
últimas
no
son
descendientes
de
las
bordonúas
del
siglo
19
sino
de
las
vihuelas
jíbaras.
Planteamos
que
luego
de
que
la
bordonúa
fuera
reemplazada
en
los
conjuntos
por
la
guitarra,
a
finales
del
siglo
19,
las
vihuelas
fueron
rebautizadas
como
“bordonúas”
y
su
nombre
original
cayó
en
desuso.
Las
similaridades
de
las
vihuelas
jíbaras
descritas
en
el
siglo
XIX
y
las
bordonúas
del
siglo
XX
son
tan
impresionantes
que
el
Proyecto
del
Cuatro
Puertorriqueño
recientemente
propuso
que
estas
últimas
no
son
descendientes
de
las
bordonúas
del
siglo
XIX,
sino
de
las
vihuelas
jíbaras.
El
Proyecto
del
Cuatro
postula
que
cuando
a
finales
del
siglo
XIX
cayó
en
desuso
la
bordonúa—siendo
reemplazada
en
conjuntos
por
la
guitarra-‐-‐las
vihuelas
pasan
a
ser
conocidas
como
bordonúas
y
dejan
de
ser
mencionadas
por
su
nombre.
El
hecho
que
ambos
instrumentos,
bordonúa
y
vihuela
compartían
la
forma
aguitarrada
y
que
ambos
eran
“guitarras
de
grandes
dimensiones”
facilitó
esta
equivocación.
El
fenómeno
no
es
único.
En
la
historia
de
los
instrumentos
musicales
de
Puerto
Rico,
como
también
en
la
de
los
instrumentos
europeos,
hay
precedentes
de
este
fenómeno:
lo
mismo
un
instrumento
adopta
el
nombre
de
otro
parecido,
que
el
nombre
de
uno
más
antiguo
o
caído
de
moda
cae
sobre
su
sucesor.
Esto
ocurre
no
solo
debido
a
las
semejanzas
físicas
entre
ellos,
sino
también
a
la
similitud
de
su
participación
musical.
También
hay
explicaciones
culturales
para
dichos
cambios:
se
puede
conjeturar
que
el
nombre
vihuela
traía
a
la
memoria
el
resentido
y
depuesto
régimen
español
y
el
vocablo
bordonúa,
con
su
significado
más
criollo,
quedó
disponible,
luego
de
caer
en
desuso
el
viejo
instrumento
de
seis
cuerdas.
Los
rastros
de
la
rústica
vihuela
persistieron
hasta
el
siglo
20,
como
deja
constancia
María
Cadilla
en
los
1933,
describiéndola
con
forma
de
tiple,
pero
más
grande
y
de
hasta
diez
cuerdas.
El
cuatrista
mayor
Roque
Navarro
(1913-‐2002),
describió
la
vihuela
como
un
instrumento
de
doble
tamaño
de
su
tiple
y
"redondita...
como
la
bordonúa".
Mientras
otro
cuatrista
mayor,
Efraín
Ronda
(1899-‐1995)
recordaba
que
la
vihuela
tenía
forma
de
guitarra,
pero
con
diez
cuerdas,
y
que
su
forma
rústica
le
hacía
desagradable
a
la
vista.
Tito
Ramos
(n.
Yabucoa,
1922),
artesano
e
intérprete
de
bordonúas
nos
declaró
contundentemente
que
“todo
el
mundo
lo
llamaba
vihuela.
Ese
era
su
nombre.
Para
sonar
mejor,
le
pusieron
[el
nombre
de]
bordonúa”.47
Cabe
notar
que,
de
forma
similar,
en
Puerto
Rico
el
nombre
cuatro
fue
dado
originalmente
a
un
antiguo
instrumento
de
cuatro
cuerdas
de
tripa,
y
que
dicho
apelativo
eventualmente
se
utilizó
para
designar
a
un
novedoso
instrumento
de
diez
cuerdas
de
metal
que
surgió
en
época
más
recientes.
Históricamente,
estos
cambios
en
los
nombres
de
los
instrumentos
han
provocado
mucha
confusión.
El
bordonuista
Candelario
(don
Candó)
Vázquez
(Las
Piedras,
1899-‐1993)
aprendió
de
su
tío
Candó
Morales,
un
gran
bordonuista
que
destacó
en
los
1910.
Don
Candó
comentaba
que
en
su
temprana
juventud
abundaban
los
músicos
de
bordonúa
y
que
los
que
conoció
eran
de
Humacao
y
del
área
del
este
central
y
sureste
de
la
isla.
La
bordonúa,
afirmó,
era
el
instrumento
en
boga
en
las
primeras
décadas
del
siglo
20,
tocaba
la
voz
cantante,
nunca
la
vio
haciendo
acompañamiento.
Le
podía
hacer
segunda
el
chelo,
la
guitarra
o
el
cuatro
antiguo
de
cuatro
cuerdas.
Don
Candó
alaba
a
un
tal
Dominguito,
un
mecánico
de
central
azucarera
de
Humacao,
que
poseía
destreza
en
la
preparación
y
colocación
de
trastes
de
bronce.
También
era
un
artesano
del
instrumento.
Es
de
notar
que
en
los
1930
el
académico
hispanista
Antonio
S.
Pedreira
quiso
contrastar
al
jíbaro
“auténtico”
con
el
jíbaro
de
los
cambios
modernos
diciendo
que
el
auténtico
prefiere
el
tiple
y
la
bordonúa.
La
exclusión
del
cuatro
moderno
de
cinco
órdenes
como
instrumento
del
jíbaro
“verdadero”
puede
apuntar
a
que
éste
se
identificaba
con
la
música
insurgente
de
una
modernización
signada
por
el
cambio
de
poder
colonial
que
liquidaba
la
cultura
del
tradicional
señorío.
Pedreira,
entonces,
marca
los
instrumentos
del
jíbaro
de
la
cultura
tradicional
como
los
candidatos
a
preservación
en
un
proyecto
identitario.48
Lo
cierto
es
que
por
vihuela
se
entendía
un
cordófono
de
cinco
órdenes
afín
pero
de
mayor
cuerpo
que
el
tiple
y
que
le
hacía
acompañamiento.
Como
la
bordonúa
grave
de
seis
órdenes,
parece
que
la
vihuela
se
circunscribía
a
los
pueblos
de
centro
y
áreas
rurales
porque
la
guitarra
es
preferida
en
“las
villas
y
ciudades”.49
Los
testimonios
tienden
a
confirmar
que
esa
bordonúa
de
voz
cantante
y
difícil
ejecución
que
prosperó
en
el
este
de
la
isla
no
logra
sobrevivir
al
empuje
del
cuatro
moderno
de
cinco
cuerdas
dobles
encordado
en
intervalos
de
cuatro
más
fácil
de
tocar,
más
afín
con
la
música
del
momento.
La
bordonúa
que
observan
otros
folkloristas
del
siglo
19
y
20,
desde
Tapia
(c.
1835)
a
Cadilla
(1933)
parece
ser
otro
instrumento:
guitarra
grande
de
seis
órdenes
pulsados
y
cuerpo
hondo
de
suficiente
sonoridad
como
para
que
un
golpe
de
mano
en
la
caja
sustituya
la
nota
grave
de
un
compás.
Los
testimonios
de
los
ancianos
músicos
Candelario
(don
Cando)
Vázquez,
José
Velázquez
y
Candelario
Vázquez,
hijo,
apuntan
a
que
la
bordonúa
de
Humacao
y
del
área
centro-‐este
y
sudeste-‐
la
que
tocaba
Cando
Morales
en
los
1910-‐
era:
un
instrumento
primo
de
melodía
y
el
instrumento
en
boga
por
la
región,
mientras
que
el
cuatro
de
cuatro
cuerdas
era
instrumento
de
voz
segunda,
aunque,
como
reconocen,
la
vihuela-‐bordonúa
era
un
instrumento
difícil
de
tocar.
Parece
que
la
vihuela-‐bordonúa
había
desaparecido
para
los
1940
con
el
auge
del
cuatro
moderno
porque,
como
comentaba
el
hijo
de
José
Velázquez,
Julio
“Yuyo”
Velázquez,
el
cuatro
moderno
de
cinco
órdenes
en
intervalos
de
cuatro
era
más
fácil
de
tocar.
Es
un
maestro
de
Humacao
quien
pauta
el
declive
de
la
bordonúa
en
los
1940
y
coincide
en
que
el
cuatro
tomó
la
delantera,
porque
la
vihuela-‐
bordonúa,
aunque
podía
encargarse
de
la
melodía,
era
un
instrumento
muy
grande
e
incómodo.
La
penetración
del
cuatro
moderno
de
Ladí,
a
través
de
la
radio
y
la
discografía
desplazó
a
la
bordonúa
de
sus
dominios
en
el
este
de
la
isla.
Lo
mismo
había
ocurrido
con
la
bordonúa
grave
de
seis
órdenes,
la
guitarra
grande
de
Alonso
y
del
Valle
Atiles
que
no
sobrevivió
ante
el
embate
de
la
guitarra
moderna,
excepto
por
un
esfuerzo
especial
de
nuevos
folkloristas
de
la
segunda
mitad
del
siglo
20.
López
Cruz
conoció
a
José
Velázquez
de
Yabucoa
entre
el
1949-‐1950.
A
López
debe
haberle
sorprendido
este
instrumento
de
diapasón
elevado,
trastes
anchos
y
altos
y
caja
profunda.
Debe
haberle
intrigado
el
sonido
de
vibrato
(“llorar”
/
“gemido”)
que
producía.
Lopéz
Cruz
lleva
el
instrumento
a
España
en
1965.
López
Cruz
conoció
a
don
Cando
en
Juncos
para
esa
fecha.
Antes,
en
1953,
había
comentado
sobre
los
instrumentos
típicos
reconociendo
el
linaje
del
laúd
en
el
cuatro
y
de
la
vihuela
y
el
laúd
en
el
tiple
y
la
bordonúa.50
Al
discutir
el
seis
trovado
en
otro
escrito
López
Cruz
anota
que
se
toca
con
cuatro,
guitarra
y
güiro,
pero
reconoce
que
en
tiempo
pasado
la
bordonúa,
el
tiple
y
el
requinto
también
formaban
parte
de
la
orquesta
típica.
El
seis
chorreao,
observa,
se
toca
con
cuatro,
guitarra
y
güiro
y
anota
el
linaje
de
la
vihuela
en
la
guitarra.
López
Cruz
presenció
este
instrumento
cantable
del
este
llamado
bordonúa
que
tocaba
melodía.
Siendo
un
académico,
se
presume
que
estuvo
al
tanto
también
de
las
fuentes
literarias
que
mencionan
a
la
bordonúa
como
otro
instrumento,
uno
de
caja
grande
y
seis
cuerdas
de
sonido
grave
como
la
describe
del
Valle
Atiles
en
1887.
En
el
1917,
el
primer
vocabulario
de
voces
puertorriqueñas
recoge
esta
descripción;
la
edición
de
1933
añade
la
alusión
a
los
bordones
o
cuerdas
graves
del
instrumento.51
Ese
mismo
año
la
folclorista
Cadilla
presenta
una
tesis
en
Madrid
en
la
que
se
detiene
sobre
la
bordonúa
reconociéndole
su
nativa
manufactura
y
popularidad
en
la
isla
a
la
par
con
el
cuatro,
la
“vigüela”
y
tiple.
Cadilla
afirma
su
nombre
relativo
al
bordón,
cuerda
que
produce
los
sonidos
graves
propios
del
acompañamiento.52
Dice
que
tiene
seis
cuerdas
y
se
toca
con
plectro.
De
otra
parte,
Cadilla
describe
la
vihuela
como
un
tiple
de
tamaño
mayor
de
hasta
diez
cuerdas.
Cuatro
décadas
más
tarde,
otro
autor
repite
a
Cadilla:
“La
vihuela
en
Puerto
Rico
se
construía
rústicamente
como
un
tiple
grande
de
hasta
diez
cuerdas
y
se
consideraba
un
instrumento
tradicional.”53
Al
recibir
la
bordonúa
de
Velázquez
para
el
Instituto
de
Cultura
Puertorriqueña,
López
Cruz
afirma
que
esta
bordonúa
es
derivada
de
la
antigua
vihuela
traída
a
Puerto
Rico
en
tiempos
de
la
colonización.
En
España
la
vihuela
se
vuelve
guitarra
y
en
Puerto
Rico
se
convierte
en
bordonúa,
dice.
Esto
es
correcto,
si
en
realidad
se
trataba
de
un
vihuela
puertorriqueña.
Es
claro
que
cuando
habla
de
este
instrumento
de
trastes
anchos,
diapasón
elevado
y
cinco
órdenes
no
se
refiere
a
la
bordonúa
que
describe
Cadilla
en
el
1933
ni
los
autores
del
siglo
19
o
al
instrumento
al
que
se
le
dedicó
una
contradanza
a
mitad
de
ese
siglo.54
El
hecho
de
que
este
instrumento
llamado
“bordonúa”
por
López
Cruz
desciende
de
la
vihuela
introducida
a
la
isla
en
el
siglo
16,
puede
haberle
convencido
de
que
fue
el
primer
instrumento
nativo,
como
afirmó
en
una
ocasión:
La
bordonúa
es
el
primer
instrumento
de
cuerdas
creado
por
el
criollo
puertorriqueño.
Al
igual
que
la
guitarra,
se
deriva
de
la
vihuela
[…]
En
España
la
vihuela
evoluciona
hacia
el
instrumento
la
guitarra;
mientras
que
en
nuestra
tierra,
Puerto
Rico,
surge
la
bordonúa.
El
nombre
de
bordonúa
se
deriva
de
la
palabra
bordón
que
significa
cuerda
gruesa
o
del
verbo
bordonear
de
la
misma
raíz
que
significa
pulsar
las
cuerdas
gruesas
o
bajas
de
un
instrumento.
Era
instrumento
para
acompañamiento
debido
a
la
sonoridad
de
sus
bajos.55
Igual
que
Cadilla,
López
Cruz
afirma
que
la
bordonúa
recibe
influencias
de
la
vihuela
y
también
del
laúd.56
Esto
último
no
es
especialmente
significativo
considerando
que
“laúd”
es
un
genérico
que
incluye
todo
instrumento
de
cuerdas
con
cuerpo
de
madera
y
brazo
e
incluye
a
la
familia
amplia
de
las
guitarras,
mandurrias
y
todo
género
de
laúdes
posteriores.57
Parece
que
para
hacer
finalmente
las
paces
con
el
misterio
de
la
bordonúa-‐vihuela
de
López
Cruz
habrá
que
reexaminar
la
historia
de
los
primeros
años
del
ICP
y
su
proyecto
identitario,
esto
es,
el
empeño
por
crear
unos
símbolos
culturales
estandarizados
que
se
prestaran
a
la
formulación
de
una
identidad
exclusiva
de
Puerto
Rico
manejable
por
la
elite
cultural
a
cargo
del
proyecto.
Ello
podría
explicar
que
se
cambiara
el
genérico
nombre
de
vihuela-‐
instrumento
de
avanzada
elaboración
artesanal
en
mano
de
músicos
diestros-‐
al
de
bordonúa,
nombre
que
se
prestaba
mejor
a
la
idea
de
la
singularidad
“nacional”
de
Puerto
Rico.
Parecería
lógico
hacerlo
de
esa
forma
en
esa
época,
dada
el
primitivo
estado
de
los
estudios
de
la
cultura
musical
del
país.
El
promotor
de
artesanos
Walter
Murray
Chiesa
reconoce
la
aportación
de
Ricardo
Alegría
al
frente
del
ICP,
a
quien
una
vez
elogió
con
“el
artesano
de
nuestra
cultura”,
y
la
importante
labor
de
agencias
de
gobierno
en
la
promoción
y
reconocimiento
de
los
artesanos,
pero,
a
la
vez,
rechaza
la
estandarización
de
la
actividad
artesanal
y
el
empeño
por
convertir
a
los
académicos
en
los
árbitros
de
una
corrección
identitaria.
Murray
Chiesa
lamenta
que
la
casta
especialista
en
cultura
que
creció
al
amparo
del
ICP
haya
promovido
ese
estado
en
los
asuntos
de
la
artesanía
de
instrumentos.
[…]
no
debe
haber
cuatros
académicos.
No
debe
haber
medidas
en
el
diapasón
exactas,
como
se
hicieron
una
serie
de
medidas
y
cosas,
para
los
concursos.
Estos
señores,
que
ahora
ocupan
unas
posiciones
muy
altas
apelaron
a
los
académicos
en
músicas
para
reglamentar
para
medir
algo
que
[…]
la
reglas
del
concurso
original
dice:
el
cuatro
se
hará,
o
el
tiple
o
la
bordonúa
se
hará
a
la
usanza
de
la
región.58
…y
debemos
añadir,
a
la
voluntad
creativa
de
su
artesano
y
su
músico.
El
asunto
es
que
la
bordonúa
de
los
folkloristas
del
siglo
19
y
primeras
décadas
del
siglo
20
y
la
bordonúa
“rescatada”
por
el
Instituto
de
Cultura
Puertorriqueña
son
dos
instrumentos
diferentes.
La
evidencia
presentada
por
el
Proyecto
del
Cuatro
apunta
a
que
la
vihuela-‐bordonúa
de
hoy
desciende
de
la
vihuela
jíbara
del
siglo
19
y
no
de
su
tocaya
de
la
misma
época.
Se
puede
afirmar
que
el
instrumento
que
hoy
llamamos
bordonúa
no
es
otra
cosa
que
un
variante
de
la
antigua
vihuela
jíbara
y
ésta
perdura
entre
nosotros,
si
bien
llevando
una
existencia
clandestina.
Estamos
ante
otro
de
los
casos
de
identidades
confundidas
que
ocurren
en
la
historia
de
los
instrumentos
de
cuerda.
¿Acaso
la
vihuela
no
fue
un
laúd
encarnado
en
viola?
¿No
ocurre
lo
mismo
con
el
cuatro
que,
como
hemos
afirmado,
el
llamado
cuatro
antiguo
de
cuatro
órdenes
poco
o
nada
tiene
que
ver
con
el
cuatro
moderno
de
cinco
cuerdas
dobles,
tanto
en
forma,
encordadura,
intervalos
y
afinación
y,
no
obstante,
nuestros
músicos
de
cuerda
optaron
por
transferir
el
nombre
de
un
instrumento
a
otro,
preservando
así
su
signo
de
instrumento
propio.
En
fin
de
cuentas,
es
importante
descubrir
estas
cosas
para
deshacer
estandarizaciones
y
recuperar
la
riqueza
de
la
historia
musical
de
la
isla,
expresada
en
la
multiplicidad
de
formas
instrumentales.
En
lugar
de
suprimir
unos
instrumentos
para
favorecer
a
otros,
vale
más
reconocer
en
cada
uno
una
forma
adecuada
a
la
expresión
musical
de
su
momento
y
aprestarnos
a
explorar
sus
posibilidades
futuras.
1
Tapia y Rivera, Alejandro, y Alejandro Tapia y Díaz. 1973. Mis memorias: o, Puerto Rico como lo encontré y
como lo dejo. Rio Piedras [P.R.]: Editorial Edil.
2
Mester de clerecía, un género de literatura castellana con temas religiosas, históricas o novelescas, cultivada en el
siglo 13 por miembros del clero español.
3
Porras Robles, Faustino: "Los instrumentos musicales en la poesía castellana medieval. Enumeración y descripción
organológica". Lemir 12. 2008-URL: http://parnaseo.uv.es/Lemir/Revista/Revista12/07_Porras_Faustino.pdf.
Accedido en: 2011-10-30.
4
Woodfield, Ian. 1984. The early history of the viol. Cambridge [Cambridgeshire]: Cambridge University Press.
5
Segerman, Ephraim . “The Development Of European Bowed Instruments up to the baroque: a closer look”.
http://www.nrinstruments.demon.co.uk. 2011-11-10. URL:http://www.nrinstruments.demon.co.uk/Bowed2.html.
Accedido en: 2011-11-10. (Archivado en WebCite® at http://www.webcitation.org/636Dk7Q2p)
6
Evans, Tom, 1977, Guitars: music, history, construction and players from the Renaissance to Rock, p.16, London;
Paddington Press
7
Turnbull, Harvey. 1991. The guitar: from the Renaissance to the present day. Westport, CT: Bold Strummer.
8
Griffiths, John. 1995. “Esteban Daza: a gentleman musician in Renaissance Spain”.
URL:http://www.vihuelagriffiths.com/JohnGriffiths/Publications_files/GRIFFITHS%201995%20esteban%20daza.p
df. Accedido en: 2011-10-29. (Archivado en WebCite® at http://www.webcitation.org/62o6poDia)
9
Esta configuración de cuartas con una tercera lo vemos también en los tiples puertorriqueños, como también en los
instrumenos nombrados bordonúas del Siglo 20 y presumiblemente las bordonúas graves del Siglo 19.
10
Bermudo, Juan. 1957. Declaración de instrumentos musicales. Kassel: Bärenreiter.
11
ibid
12
Wright, Laurence. 1977. "The Medieval Gittern and Citole: A Case of Mistaken Identity". The Galpin Society
Journal. 30: 8-42.
13
Guamán Poma de Ayala, Felipe, and Franklin Pease G. Y. 1980. Nueva crónica y buen gobierno. Caracas,
Venezuela: Biblioteca Ayacucho.
14
El intervalo de una cuarta perfecta se denominaba hasta los fines del siglo 19 por su término griego, diatessaron
15
Bermudo, Juan. 1957. op. cit..
16
Michael Fink. Stringing and Tuning the Renaissance Four-Course Guitar: Interpreting the Primary Sources. LGV
Publishing, Inc. 2011-10-18. URL:http://www.lgv-pub.com/Essays/Fink_-_Tuning_paper.pdf. Accedido en: 2011-
10-18. (Archivado en WebCite® at http://www.webcitation.org/62X4OL6NW)
17
Esta guitarra domina en España hasta fines del siglo 18 cuando es reemplazada por la guitarra de seis órdenes
dobles que da paso, en 1850, a la guitarra española moderna de seis cuerdas sencillas. Hay que anotar que la
encordadura de seis cuerdas sencillas no es invento español, sino que fueron los franceses, italianos, alemanes y
austriacos quienes primero encordaron sus guitarras a la manera moderna.
18
Robert McKillop, What is a vihuela?, op. cit.
19
Enfatizamos “hasta diez” porque este sería la misma descripción usada en el siglo 19 para describir la encordadura
de la vihuela puertorriqueña.
20
Sebastián de Covarrubias Orozco. Tesoro de la lengua castellana o española /fol. 209v. Biblioteca Virtual Miguel
de Cervantes www.cervantesvirtual.com. 2011-11-21. URL:http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/del-origen-
y-principio-de-la-lengua-castellana-o-romance-que-oy-se-vsa-en-espana-compuesto-por-el--0/html/. Accedido en:
2011-11-21. (Archivado en WebCite® at http://www.webcitation.org/63MI5QXsf)
21
Las canarias eran bailes rápidos en tiempo de 3/8 o 6/8 del Renacimiento y el Barroco. Denominado por sus
orígenes en las Islas Canarias, se distingue por sus brincos y zapatazos enérgicos y ritmo sincopado. La chacona es
una breve canción bailable caracterizada por movimientos sugestivos y textos burlones que fue incorporada a la
cultura española de fines del siglo 16 desde su génesis en Suramérica.
22
Amat, Juan Carlos. 1956. Guitarra española de cinco órdenes. El modo de templar y tocar rasgado esta guitarra
de cinco, llamada española por ser más recibida en esta tierra que en otras. [By J. C. Amat. A facsimile of the
Gerona edition of 1763.].
23
La palabra campanela quiere decir en Italiano “pequeña campana” e indica que la melodía debe tocarse sobre
distintas cuerdas. De esta manera el ejecutante puede crear la ilusión del repique de campanas al permitir que las
notas perduren uno sobre otras sobre distintas cuerdas tocando notas descendientes. De esta manera se obtiene un
bello sonido de legato lleno de armónicas altas.
24
Sanz, Gaspar. 1976. Instrucción de música sobre la guitarra española. Genève: Minkoff (impr. en Suisse). El
título completo original es: “Instrucción de música sobre la guitarra española, y método de sus primeros rudimentos,
hasta tañerla con destreza. Con dos laberintos ingeniosos, variedad de sones, y danzas de rasgueado, y punteado, al
estilo español, italiano, francés, y inglés. Con un breve tratado para acompañar con perfección, sobre la parte muy
esencial para la guitarra, arpa, y órgano, resumido en doce reglas, y ejemplos los más principales de contrapunto, y
composición.” (Zaragoza, 1674)
25
El primer sistema para enseñar música fue desarrollado en el siglo 11 por Guido d'Arezzo. El sistema asignaba un
nombre a cada nota: ut, re, mi, fa, sol y la (de ahí el “solfeo”) y colocaba las notas en líneas horizontales para anotar
los tonos, dando así origen al pentagrama.
26
Puerta Zuluaga, David. Los caminos del tiple. Virtual Biblioteca Luis Arango. 2011-11-17.
URL:http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/musica/tiple/2c.htm. Accedido en: 2011-11-17. (Archivado en
WebCite® at http://www.webcitation.org/63Gt6Kqoc)
27
Hall, Monica. 1978. "The 'Guitarra Española' of Joan Carles Amat". Early Music. 6 (3): 362-363.
28
Francesco Corbetta (c. 1615 - 1681), virtuoso de la guitarra, maestro y compositor italiano.
29
Tyler, James. 1980. The early guitar: a history and handbook. London: Music Dept., Oxford University Press.
30
Moreno, José Miguel. La evolución de la guitarra española. melómanodigital.com. 2011-11-21.
URL:http://www.orfeoed.com/guia/guia19.asp. Accedido en: 2011-11-21. (Archivado en WebCite
http://www.webcitation.org/63MGzdiDD)
31
Pinnell, R. T., & Zavadivker, R. (1993). The Rioplatense guitar. Westport, Conn: Bold Strummer
32
Entrevista en 1996 con Emanuel Dufrasne Rivera en la Universidad de Puerto Rico para el documental “Nuestro
Cuatro” del Proyecto del Cuatro Puertorriqueño. Transcripción William Cumpiano
33
Tapia y Rivera, Alejandro. 1973. Mis memorias: o, Puerto Rico como lo encontré y como lo dejo. Río Piedras
[P.R.]: Edil.
34
Del poema “El baile de garabato”, Escena VII de El Gíbaro de Manuel Alonso, 1849. Si por “requintar” Alonso
se refería a la técnica de afinar un instrumento a una quinta más aguda que lo usual, sugiere que el instrumento
tocaba la melodía o que producía una tonalidad aguda.
35
Ramón Marín. 1994. Las fiestas populares de Ponce. San Juan, PR. Editorial de la UPR (116-17)
36
Nos atreveríamos criticar la observación de del Valle Atiles de que la variación del número de cuerdas resultaba
del capricho del constructor. Más bien sería resultante del capricho de los músicos de su región quien los exigían de
una forma u otra, de acuerdo con la forma que habían aprendido o preferían tocarlo.
37
Cadilla de Martinez, Maria. 1933. La poesia popular en Puerto Rico: tesis doctoral. [Madrid]: Universidad de
Madrid.
38
Edgardo Delgado. “Entrevista a Velázquez, Candelario (don Cando) y José (Yuyo) Vázquez. 1982. Juncos.” En
“Las tradiciones músico-artesanales de los instrumentos de cuerda de Puerto Rico”. 1996. Northampton. PCP
39
J. Sotomayor. 199_) Entrevista a Candelario, hijo. “Las tradiciones músico-artesanales…”
40
Edgardo Delgado, “op. cit.”
41
Morales Cales, Alexis. 1999. Guitarra del pueblo. S.l: s.n.].
42
Ignacio Otero instaló la primera imprenta en Humacao y fundó el periódico satírico Juan Bobo. Fue fundador de
una escuela de música en el municipio y añadió una sala de conciertos al teatro de Humacao.
43
Peña estudió con la banda municipal de San Juan dirigida por el maestro Tizol, la que incluía un violonchelo.
44
"Juan Peña Reyes (1879-1948)\". Biblioteca UPR-Humacao - http://biblioteca.uprh.edu - facs. recorte de prensa.
2011-11-22. URL:http://biblioteca.uprh.edu/cultural/biografias/letra%20p/juan%20pe%C3%B1a%20reyes.pdf.
Accedido en: 2011-11-22. (Archivado en WebCite® at http://www.webcitation.org/63OamVWcQ)
45
Callejo Ferrer, Fernando. 1971. Música y músicos puertorriqueños. San Juan de Puerto Rico: Editorial Coquí.
46
Alonso, M. A. (1968). El jíbaro. Río Piedras: Editorial Cultural.
47
Tito Ramos. 2011. Entrevista con Sotomayor.
48
Pedreira S., Antonio y Concha Meléndez. 1969. Tres ensayos. La actualidad del jibaro. Curiosidades literarias de
Puerto Rico. De los nombres de Puerto Rico. Rio Piedras: Edil.
49
ibid
50
El texto en el artículo de la revista dice “bombardina”, lo que identificamos como error del tipógrafo, quien no
supo reconocer la palabra “bordonúa” que es un puertorriqueñismo y no está incluida en el diccionario de la
Academia Española.
51
Malaret, Augusto. 1955. Vocabulario de Puerto Rico. New York: Las Américas Pub. Co.
52
Cadilla. Op. cit.
53
Torres Vázquez, Heriberto. 1977. Revista del Instituto del Cuatro Puertorriqueño. Marzo 1977- Año 3. Num. 8.
San Juan
54
La contradanza “La bordonúa” fue incluida en un programa de retretas del 1857. Manuel, P. (2009). Creolizing
contradance in the Caribbean. Philadelphia: Temple University Press. P. 132
55
Revista del ICP
56
Francisco López Cruz."La música popular de Puerto Rico". Madrid : Seminario de Estudios Americanistas, 1953-
Biblioteca UCM- http://www.ucm.es/BUCM/. 2011-11-24.
URL:http://www.ucm.es/BUCM/revistas/ghi/05566533/articulos/REAA5353120057A.PDF. Accessed: 2011-11-24.
(Archived by WebCite® at http://www.webcitation.org/63QzORtPW)
57
Porras Robles, Faustino, “op. cit”, p.128 http://parnaseo.uv.es/Lemir/Revista/Revista12/07_Porras_Faustino.pdf.
58
Murray Chiesa,1992 entrevista por Juan Sotomayor, “op. cit”.