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ZEN, ACUPUNTURA

Y PSICOLOGÍA
Sergio López Ramos (Coordinación)
Prólogo de Eiko Fujiwara
Título:
Zen, Acupuntura y Psicología

© Sergio López Ramos (coordinación)

© del prólogo: Eiko Fujiwara

©M
 andala Ediciones, 2013
Treviño 9, Bajo Izquierda. 28003 Madrid
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o escanear algún fragmento de esta obra.
Para nuestro compañero y amigo que,

día a día, lucha por construirse

en este mundo material:

Luis Miguel Bascones.


ÍNDICE

Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Prólogo —Eiko Fujiwara . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

Introducción —Sergio López Ramos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

Capítulo 1: EL ZEN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
• El Zen en la mirada —Francisco Cinencio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
• Memorias de un hombre —Gabriela Torres Casillas . . . . . . . . . . . 54
• La historia de Mary —Gabriela Torres Casillas . . . . . . . . . . . . . . . 56
• La enseñanza y el Zen —Víctor Manuel Olvera García . . . . . . . . . 58
• Lo lúdico de la epistemología —Patricia Chávez García . . . . . . . . 64
• El Zen y las pasiones —Guillermo Montaño . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
• Y al final apenas comenzamos —Alfonso Sánchez González . . . . 77
• Compartiendo mi vivir —Alfonso Sánchez González . . . . . . . . . . 79
• Desde Barcelona, España (Carta para Adriana y Sergio)
—Luis Miguel Bascones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81

Capítulo 2: LA ACUPUNTURA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
• Atención con Acupuntura —Norma Delia Durán Amavizca . . . . 91
• La curación de un cuarador —Adriana Pérez Zárate . . . . . . . . . 117
• Acupuntura y Masaje en la Psicoterapia
—Fátima Contreras Romero y Lucila Velasco Arestegui . . . . . . . . 142
• Trabajo con Acupuntura —Rocío Baca Millán . . . . . . . . . . . . . . . 162
• Reflexión —Silvia Coronado Martínez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180
• Poquito, pero sustancioso —Andrés Sánchez Rodríguez . . . . . . 204
• El vivir como Experiencia y Aprendizaje
—Alejandra M. Pérez Zárate . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 206
• Atada al deseo de un cuerpo ajeno
—Griselda Navarro Hernández . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215
• Renacimiento —Martha Reyna Peña Calzada . . . . . . . . . . . . . . . 230
• Entre las sombras del cuerpo y del alma
—Patricia Flores Arellano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 252
Capítulo 3: LA PSICOLOGÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257
• Poema —Lucila Velasco Arestegui . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 259
• El cuerpo humano y la psicología: algo para pensar
—Sergio López Ramos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263
• Hoy —Verónica Gil Montes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 271
• La persona con retraso en el desarrollo y su familia
—Elizabeth Cruz Ochoa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 274
• Del hoyo al meollo —Ramón Guillermo Vera Martínez . . . . . . . . 292
• El espejo —Sonia Elena Rodríguez Rivera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 301
• Del sueño a la realidad —José García Pérez Rul . . . . . . . . . . . . . 304
• Fronteras —Héctor Gustavo Ríos García . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 312
• Cuarto vacío —Héctor Gustavo Ríos García . . . . . . . . . . . . . . . . . 320
• Una historia —Marlén López Ramírez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 327
• El adiós —Juana Tinoco Cuevas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 330
• El presente en retrospectiva —Maury Tania Gómez Flores . . . . 336
• Cómo construir una enfermedad:
carta para un amigo —Arcelia L. Solís Flores . . . . . . . . . . . . . . . . 347
• Sucesos personales; afinidades selectivas
—Carlos Mario Murrieta Hernández . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 364
• Experiencias en un grupo de educación especial
—Eugenia Granados Vega . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 378

Conclusiones —Sergio López Ramos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 401

Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 407

Bibliografía recomendada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 410


AGRADECIMIENTOS

D
ebo decir que estoy en deuda con la vida y mis maestros;
Antonio Moya, Emilio Pardo, Ana Rosa Carreón, Gabriel
González, José López Ramírez, Tomasa Ramos Montaño,
Trinidad Montaño, José Manuel Arenas, Mario Estrella, Javier
Estrada Salazar y Alberto Nyssen. Mi gran amiga: Ruth Merkel y
Alfredo Juan Noguez. Sin ellos, no soy lo que intento. Debo decir
también que jamás los patearé, les tengo en un altar en mi corazón,
les agradezco su dureza y nobleza cuando cometí algún error. Más de
una vez me dijeron que era un pendejo, hice una reverencia y agradecí.
Ellos me decían y me dicen que no debo de humillarme y nunca lo he
permitido: no pierdo esa capacidad de indignación; sobre todo cuando
sé de las injusticias sociales e individuales; de asombro cuando veo la
alegría de vivir en un niño con parálisis cerebral y cuando veo que las
mariposas Monarca viajan, sin más anhelo que vivir; y de enamorarme
de la vida; para renovarme continuamente e intentar alcanzar una
gracia que es la de dar y compartir con los otros.
Todo lo anterior y más compartí con mis compañeros del
diplomado: La psicología y la búsqueda de alternativas en la salud,
que tuvo una duración de 290 horas, en la sala de juntas “TIAS”
en el CEAPAC desde el año de 1995 a 1996. Donde hicimos una
construcción del saber que nos permitiera alcanzar una mejor
comprensión de nosotros y del otro. Fueron tantos los momentos
de saber y emotivos que viví con dichos compañeros que deseo los
puedan compartir con alguien. También, debo mencionar a los
colegas que contribuyeron con su saber al buen término de este
diplomado: a las psicólogas y maestras Carmen Martínez Ramírez,
Gabriela Revueltas Valle. La colaboración del hermano Francisco
Cinencio y el apoyo de Rocío Baca y Eugenia Granados.
A Eiko Fujiwara, primera historiadora del Zen en México, hago
una reverencia ante su amabilidad para hacer el prólogo del libro.

•9•
Zen, Acupuntura y Psicología

Gracias, Eiko. La colaboración desinteresada de Adriana y Alejandra


M. Pérez Zárate para hacer la corrección de estilo. Nuestro buen
amigo Alejandro López Morcillo que realizó la lectura final del texto,
para él nuestra gratitud. La labor de captura se la debemos a Fabiola
Daniel Navarro. A todos ellos deseo agradecer y espero no omitir
algún principio. Por ahora, soy lo que intento, pero soy otro.

S ergio L ópe z R a mos


Invierno de 1997

• 10 •
PRÓLOGO

E
s un honor poder hacer un prólogo del primer libro de Psicología
y Acupuntura realizado por psicólogos mexicanos, quienes a tra-
vés de la enseñanza del Zen decidieron incluir algunos “concep-
tos” de esta enseñanza. Sin duda que los conocimientos vertidos en
la presente obra son un fruto alimentado pacientemente por el maes-
tro Sergio López Ramos, como un artesano que no sabe de la prisa,
sólo hace para sentirse bien y mejor con los otros. Esa es parte de la
filosofía Zen, la que en los mexicanos constituye una excelente forma
para el desarrollo de su vida individual, integrando lo ancestral con lo
moderno.
La acupuntura, por ejemplo, es un recurso que es posible realizar
con disciplina y culto de respeto a la intimidad del otro. Es necesario
saber que la salud no sólo es sentirse bien, sino cuidarse para estar
bien; también es importante descansar para tener mayor energía y así
poder realizar la misión que a cada uno se nos ha dado.
Justo es decir, que esta obra es un gran esfuerzo de años, que
ahora se puede construir como una manera de ver en un futuro inme-
diato el Zen en México, al menos en sus vertientes de la generación
que busca las posibles formas de ver el presente y sus problemas de
orden existencial, de servicio en el campo de la salud y de la asesoría
psicológica. Lo que hace que este trabajo esté conformado por la inte-
gración de la psicología y la acupuntura, basándose en la enseñanza
del Zen como “vía de realización”.
Esto viene a mostrar que el pensamiento occidental actual puede
tener un punto de contacto con la sensibilidad y las formas de tra-
dición cultural de México, que tienen en su memoria la herencia de
enseñanzas ancestrales que vale la pena poner a la luz de lo que hay
en el presente de nuestros días. El esfuerzo de buscar los puntos de
unión es algo que no cualquiera desea realizar, hace falta cierta sensi-

• 11 •
Zen, Acupuntura y Psicología

bilidad y cierto amor a las cosas que se realizan. En el presente texto


he observado ese gran esfuerzo por encontrar los nexos entre un pasa-
do y un futuro más sano y redituable en la salud.
No sólo hay que pensar que es factible hacer la conciliación en
estos campos; también es posible verla en los terrenos de la produc-
ción y de la creación, es decir, la producción con otra forma y otro esti-
lo de convivencia podrá dar la pauta a explorar nuevos caminos en la
vida productiva del país.
El Zen en la vida cotidiana de muchos mexicanos se ha vinculado
con la calidad de vida, con la creación y la religión, dando algunos fru-
tos para poder ver en un futuro inmediato la propuesta de la práctica
del Zen. En una investigación que he realizado sobre el Zen en Méxi-
co, he encontrado que hay una gran variedad de personas de todos los
sectores sociales que lo ejercitan y viven con otro nivel de vida emo-
cional y social. Esto nos indica, sin lugar a duda, que el Zen se ha veni-
do convirtiendo en una fuente de crecimiento personal y social para
los mexicanos que lo practican.
Lo anterior se entiende cuando conocemos que el maestro Sergio
López Ramos cuenta, con una excelente formación psicológica y un
conocimiento amplio en lo que se refiere a acupuntura y Zen. Muchos
de sus alumnos son notables acupuntores, como lo muestran los tra-
bajos del presente libro, sus logros son loables. Sin duda hay que espe-
rar mucho más de estos jóvenes autores; habría que ver en el futuro
inmediato lo que sucederá, pero lo real es que ahora nos han sorpren-
dido con este excelso texto.
El psicólogo Sergio López Ramos puso atención a la acupuntura,
ya que él tiene un pensamiento influenciado por el amor a la natu-
raleza en el sentido oriental, como resultado de su propia forma de
vivir, lo que es una esencia del Zen. Por ahora, este libro se consti-
tuye en el parámetro de visión para mí, porque estamos ante formas
distintas de cómo se vive la práctica del Zen, pero sin perder parte de
su esencia que es alcanzar la propia identidad, llegando a trascender
al ego y así convertir la vida en comprensión y servicio a los demás,
de una manera natural y fluida. Por todo lo anterior, considero que el
maestro Sergio López Ramos es un representante del Zen en México
que elegí e incluí en mi tesis de maestría titulada: La práctica del Zen
y su desarrollo en México.

• 12 •
Prólogo

La exploración de nuevas circunstancias y condiciones de trabajo


es la guía para lograr la materialización de un mundo más humaniza-
do; integrar lo moderno con lo tradicional, más bien la enseñanza de
la verdad, y ser nuevamente propositivo en un tiempo y en un espa-
cio. Creo que éste es el gran mérito o mejor dicho, uno de los muchos
méritos del presente trabajo, que seguramente da la oportunidad de
proyectarse en el futuro y actuar. Al lector le quedará ese sabor de
boca que produce un platillo nuevo y este libro sí que lo es, ¡ojalá sea el
inicio de otros más!

E i ko F uj i wa r a

• 13 •
INTRODUCCIÓN

L
a Psicología en México tiene una existencia de importación, es la
ciencia que no se desarrolla en la sociedad mexicana y se instaló
en los lugares de la formalidad con los pacientes, quienes desean
ver en la línea del presente y han puesto sus ojos en la búsqueda de
alternativas para vivir, mientras algunos psicólogos se han enfras-
cado en las discusiones sobre los estímulos, los objetos de estudio y
los impulsos cognitivos de los individuos. Lo anterior ha dado como
resultado un sinfín de claridades, confusiones e interrogantes en los
profesionales de la psicología sobre lo que se debe de decir y hacer por
los otros.
Nosotros nos aproximamos a la psicología con la intención de dar
un servicio, con la ilusión de dar solución a los problemas de la exis-
tencia de los otros, con la fantasía de ver cómo se hacen los regocijos
de los niños cuando caminan o hablan. Con el fin de ver un mundo
mejor e intentar construir o proponer algo para no vernos tan desfa-
sados en una sociedad que desarrolla nuevas patologías, con nuevas
etiologías y sin alternativas concretas, sin ese anhelo de las posibles
mejoras en un mundo civilizado.
Las psicologías que conocemos no respondieron a las demandas
de una sociedad que se organiza con un deber ser de los políticos a la
cacería del poder, que no se traduce en beneficio para los conciudada-
nos. Somos el resultado formativo, de una propuesta académica, que
nunca consideró el lado humano de los usuarios y de nosotros, se nos
consideraba los inmunes, los que podían dar respuestas a las deman-
das de los otros, pero no a nuestra existencia inmediata. Se pensaba
que los psicólogos serían inmunes a los conflictos existenciales, que la
vacuna de haber estudiado en la universidad les daba el boleto al futu-
ro sin conflictos, sin penas y sólo glorias de ver cómo los otros solucio-
naban sus nudos en la vida.

• 15 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Pues no, las cosas fueron de otra manera, se hicieron de ese velo
que da la supremacía de la egolatría y se constituye en un lastre que
no deja ver el espacio donde uno ejercita y donde uno vive; sin duda
los errores que se cometieron son una enseñanza que no dejamos que
sólo pase, queremos recuperarla un poco en la enseñanza y el ejerci-
cio profesional de cada uno de nosotros. Porque la lectura del cuerpo
humano y su estudio en el consultorio no es igual a la especulación
que solemos hacer en el salón de clases, allí arreglamos el mundo, allí
podemos especular y ver cómo se acomodan las ideas sobre el deber
ser de la salud psicológica.
Nosotros partimos de una percepción diferente del ser humano;
diferente en el sentido de la visión occidental. La perspectiva holís-
tica, no en el sentido del discurso, intenta aproximarnos en su con-
creción, porque es bonito el discurso, es sencillo arreglar teóricamen-
te el problema de cualquier índole del ser humano, pero el verdadero
problema se inicia en presencia del individuo que tiene una demanda
concreta. Él puede saber o no qué teoría es la que se trabaja, pero lo
que le interesa es una solución concreta a sus problemas y entonces
es cuando hacemos uso de la articulación de su proceso, sea corporal
o sea psicológico, es decir, cada sujeto pondera lo que le interesa de
acuerdo a su historia personal, esto significa que no hay un estándar
o un solo método de trabajo. Cada individuo tiene sus mecanismos
de funcionamiento y a su vez, logra ver o no, que atrás de su vida hay
una herencia cultural que le dicta algunas pautas de comportamiento
y éste las procesa de acuerdo a la posibilidad de su articulación de lo
psicológico y lo corporal.
Conocer un poco, la historia de la psicología en México, nos per-
mitió hacernos otras preguntas sobre la disciplina y poner en el límite
de la interrogante lo que significaba atender a otros; aprender que lo
realizado se puede constituir en la infinita pugna por un mundo que
lo construyen y viven los hombres en una sociedad que agoniza y no
se nos ha indicado cuál es el camino y cuáles son los medios para vivir
mejor en este tiempo de lo insólito, seguramente los psicólogos que
recién empiezan han de dudar.
También nosotros dudamos de ese universo de lo psicológi-
co y dejamos que los usuarios se hicieran las preguntas que quisie-
ran. Decidimos que hacer algo no sólo significaba poner un consul-

• 16 •
Introducción

torio sino que también significa hacerlo bien, con lo poco o mucho
que hayamos aprendido, es cuando uno decide que en eso de hacer
y en eso de estar en crisis, hay un espacio; esa distancia, es la praxis
inmediata, la identificación de las necesidades donde uno se desplaza,
donde uno vive y sobre todo de la implantación de un sistema de vida
que no elegimos, sabiendo eso y otras cosas sobre la psicología, noso-
tros fuimos un poco más allá de la frontera, nos asomamos a nuestros
interiores y pusimos las preguntas: ¿Qué deseo hacer?; ¿Me siento a
gusto haciendo lo que hago?; ¿Eso es lo que esperaba de la carrera? No
había muchas respuestas, sólo muchas dudas y muchos sentimientos
de inferioridad o de grandeza dependiendo del ego que uno tenga, de
las frustraciones que se guardan en la memoria corporal, asimismo,
de los odios que se tiene por la vida de los otros y sobre todo por no
saber vivir la vida propia, sino vivir la vida de los otros, vivir por los
otros o permitir que los otros vivan su vida por medio de nosotros.
Son tantas y tantas las discusiones que tuvimos durante estos
últimos años, que quizá no sea el espacio para decir lo que quisiéra-
mos, pero lo cierto es que nos atrevimos a vencer el miedo y las críti-
cas ácidas de quienes nos veían con ojos de brujos, de falsos, de fan-
tasiosos, de magos, de ilusionistas, etc., quisimos ir en pos de nuestra
verdad sobre la psicología, sin tener el prejuicio de que eso que hace-
mos no es psicología, pero lo cierto es que sí daba y da respuestas a
demandas concretas de una población desprotegida por los servicios
del Estado y por los mismos profesionales que se saben elegidos de
un saber institucionalizado y eso no les permite ir más allá de las cla-
ses medias.
Nosotros nos atrevimos a romper el mito de que la psicología sólo
trabaja con problemas de psicología, nos atrevimos a pensar un poco
en lo que estaba suelto, en lo que nos dijeron en la universidad, que
no tenía nada de relación con la existencia corporal: lo psicosomático.
Difícil en verdad, pero no imposible, nos aproximamos con una acti-
tud de sencillez, de humildad, sin muchas pretensiones, sólo quería-
mos hacer cosas que hicieran sentir mejor a nuestros pacientes, que
les diera otro horizonte, que les abriera otras sensaciones en su vida y
por qué no: mejorar su calidad de vida emocional; tenemos derecho a
una vida más digna, a una forma de vivir sin tanto sufrimiento afecti-
vo. No se necesita sufrir para merecer.

• 17 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Conocer que la vida, de los otros y nuestra, está unida a los pro-
blemas de familia, hábitos alimenticios, odios, rencores y resenti-
mientos; así como la imposibilidad y dificultad de expresar los sen-
timientos: cuesta mucho trabajo, a veces, decirle a alguien que lo
queremos es un gran esfuerzo, que muchos no están dispuestos a
culminar.
Saber lo anterior nos abrió otras fronteras en la interpretación de
lo psicológico y lo corporal de nuestros pacientes, en los sentimientos
de comprensión por el otro. Asimismo, nos dio la pauta para aprender
a ver que los discursos psicológicos se elaboran cada vez más lejos de
ciertos sectores de la población; nos podemos quejar que es de élite,
que es para un grupo que se instala para ver el futuro de la domina-
ción. Nosotros nos preguntamos qué debemos hacer, qué deseamos
hacer, dónde queremos estar, con quién debemos competir.
Nuestras respuestas fueron muy simples y sencillas, sólo hare-
mos lo que nosotros debemos hacer por los otros que se encuentran
en la frontera del olvido y desde allí empezar a construir lo que desea-
mos se haga con otros grupos de trabajo, pero deseamos proponer sin
destruir a nadie, sólo construir, creemos que a eso venimos.
Sin duda que nos pueden criticar y decir que lo que hacemos no
es ciencia, que eso es volver a lo antiguo, a lo ancestral, a esos cultos
de la persona o a esos caminos de la magia; pues no, nuestro trabajo
se ha construido en la realidad y trastoca lo instituido, abre la persia-
na de la reflexión sobre los servicios, sobre la epistemología y sobre
la influencia de las formas de pensamiento racionalista que nos ha
dejado con las manos y las conciencias vacías en nuestro tiempo: los
días de hoy.
Justo es decir, que esta búsqueda no es exclusiva de nosotros, es
parte de un movimiento de grandes sectores de la población a nivel
del globo terráqueo. No es un alucine, es una práctica que se ejerci-
ta en cualquier lugar del mundo, donde se desea tener una existencia
mejor y con una perspectiva de futuro que dé aliento a los múltiples
conflictos de la modernidad y de la ciencia que sólo nos trajo diver-
sas demandas y pocas soluciones, estamos obligados a construir coti-
dianamente. Luchamos en los límites de la comprensión de los cole-
gas, seguramente no se han dado una oportunidad para ver lo que hay
más allá de la disciplina que se ejercita.

• 18 •
Introducción

Partimos de que los psicólogos pueden participar en cualquier


campo que se tenga estipulado, pero a nosotros nos interesa el campo
de la salud; los procesos de la salud incorporados en una interpreta-
ción integral donde no hagamos la división y fragmentación del cuer-
po humano, no, sólo deseamos demostrar que lo que se piensa y lo que
se come tiene una relación importante con lo que se vive, con lo que
se siente, con las formas de amar, con los mecanismos de enfermarse,
de tener una enfermedad degenerativa. Reconocer que lo psicológico
es un elemento definitorio y condicionado a la vez por el individuo y
por la sociedad.
Conceptualizamos el cuerpo humano como el espacio personal
íntimo que permite dar cuenta de lo que da como política el Estado
y nos permite ver cómo los individuos se apropian y construyen sus
propias patologías y además elaboramos una exhaustiva explicación
e hipótesis de cómo debe ser la forma de curar. Son discusiones que
todavía están frescas y algunos psicólogos dogmáticos tienen miedo
de enfrentar, no se han atrevido a preguntarse y a explorar más allá
del aula y la terapia ortodoxa. La seguridad emocional se constituye
en un obstáculo a vencer; han visto que el mundo se les viene encima
y no tiene defensas para poder decir un hasta aquí. Sin embargo, la
opción se encuentra allí: en el ejercicio de su elección.
Sin duda, para nosotros, la psicología que conocemos es un lastre
que no ha dado soluciones al grueso de la población y eso no preocu-
pa. Los índices de problemas psicológicos aumentan y surgen nuevos
objetos de estudio para la disciplina, lo que demanda una actitud de
científico más humanizado. Nos enfrentamos a nuevos retos profesio-
nales, derivados de una política neoliberal que desea no la salud de los
ciudadanos, sino su fuerza de trabajo a un costo irrisorio.
Pero también vivimos, muy de cerca, el desarrollo cultural, la
educación para la salud sin dolor, la pastilla que lo cure, las recetas
que digan cómo solucionar la vida, los abandonos corporales y los sui-
cidios inconscientes, la exacerbación de los problemas existenciales,
los niños deprimidos como fenómeno de nuestra megalópolis, la lista
queda abierta.
Intentamos ser cautelosos en nuestro andar, no dejamos que las
habladurías nos desalentaran, muchas veces les dijimos que tenían
razón y aceptábamos que éramos unos aprendices de brujos, unos

• 19 •
Zen, Acupuntura y Psicología

apasionados y demás adjetivos que no retuvimos. Tratamos de ejerci-


tar la tolerancia como una forma de vida que no permite guardar ren-
cores ni resentimientos, eso nos parece más sano.
Sin temor al error, los problemas epistemológicos están a la
orden del día, pero nosotros tratamos de darle algún punto de discu-
sión, no rehuimos a la imperiosa necesidad de construir una reflexión
sistemática y que cuestione las prácticas, las concepciones del hom-
bre y del servicio psicológico. Esa labor la hemos iniciado y pronto la
compartiremos.
Las psicologías que conoceos hoy día se suscriben a la confir-
mación de leyes, de principios, a la estandarización de las formas de
entender y conceptualizar lo psicológico. Una predicción autoconfir-
mable del hecho, que se convierte en el candado que no permite crecer
y desarrollar una propuesta.
Debemos de dar algunas ideas y razones sobre cómo fue que se
inició esta labor que nos ha llevado por un periodo de trabajo que no
conoce las fronteras entre la vida personal y la vida laboral y que encie-
rra un proyecto de vida que se articula con lo que uno cree y uno hace
para vivir. Y tomamos la práctica del Zen para aprender a vivir en una
sociedad que nos invadió con su razón y su cultura de la posesión de
cosas y personas. Hacer meditación no es una pose o un intento de
buscar la Iluminación, es solamente intentar aprender a vivir en el
tiempo y el espacio que nos tocó. Sólo intentamos dormir y comer bien.
Mención aparte merece el trabajo que se ha realizado con las per-
sonas. El abanico de participación es de todas las edades: ancianos,
adultos, mujeres, hombres, adolescentes y niños; con malestares de
tipo orgánico, psicológico y afectivo; de tipo crónico, degenerativo y
sintomático inmediato. La articulación del trabajo acupuntural, ali-
menticio, psicológico y en algunos casos masaje y herbolaria ha posi-
bilitado una recuperación sin efectos secundarios o yatrogenias, lo
que ha enriquecido su calidad de vida personal y familiar. Éste aspec-
to es muy relevante porque le permite al sujeto tener otro proceso
para sentir su cuerpo, tomar una elección diferente sobre sus formas
de vivir: ser responsable de su vida.
Los resultados obtenidos son alentadores y eso nos permite pro-
poner una lectura de lo psicológico en este umbral del siglo xxi. Y la
idea no es mesiánica. Está derivada de nuestra práctica y reflexión de

• 20 •
Introducción

una década que nos ha permitido identificar nuevas posibilidades de


abordaje de la problemática de la salud, de lo psicológico. En función
de lo anterior es que hemos podido sistematizar una forma de traba-
jo que nos ha permitido poder compartirla con otros colegas que han
buscado otras opciones en el campo de la salud. Nuestra propuesta se
sostiene en algo muy sencillo: cada individuo es único. Pero no nece-
sariamente se tiene que desarrollar una metodología para cada cual.
No. Se trata de una construcción conceptual que engloba a los suje-
tos y nos permite hacer las lecturas individuales: conceptualizando al
sujeto como un “documento” vivo, su lectura nos permite interpretar
como parte de su proceso corporal, la información que se guarda en el
cuerpo. Combinamos el conocimiento de la acupuntura, la relación de
los órganos con las emociones y los puntos donde el individuo las ins-
tala, es decir, su condición emocional puede manifestarse como una
migraña, una tos crónica, asma, hemorroides, una depresión crónica
que baja su sistema inmunológico y se manifiesta en gripes frecuen-
tes, ardores en garganta o amigdalitis, etcétera. La relación de lo orgá-
nico con una condición emocional y laboral y conjugado con la vida
sentimental, se manifestará en un cuadro que bien puede ser caótico
o bien identificado por el paciente.
El aporte de nosotros es trabajar con la integración de estos pro-
blemas y darles una mejor solución en un plano personal, finalmente
el sujeto tomará la elección en su vida. Y eso es invitarlo a que cons-
truya su vida con mejor calidad y dignidad.
Seguramente algunos procesos de interpretación corporal no
han encontrado un pleno dominio, lo que nos justifica ver opciones
de intervención que van más allá de la lógica racional. Es decir, exis-
ten casos donde no son suficientes los recursos de análisis clínicos de
laboratorio, cambios de dieta, homeopatía, terapia psicológica, maso-
terapia, acupuntura, etcétera. Sino abrir la posibilidad de encontrar
la vinculación de problemas de salud con el desarrollo espiritual del
individuo, que se puede identificar cuando la negación de ese aspec-
to por el individuo no le permite encontrarse en su vida cotidiana. Es
decir, hay una posible desvinculación de la vida material y las expec-
tativas. Pero lo espiritual no sólo como eso que anida en un lugar del
cuerpo, por el contrario, es la posibilidad de ver el proceso de cons-
trucción en la vida cotidiana, esa vinculación que se manifiesta en

• 21 •
Zen, Acupuntura y Psicología

sentirse bien haciendo lo que se hace con y para los otros. Éste es un
tema de mayor envergadura y lo estamos trabajando.
Valga decir que hay otros aspectos que cruzan al cuerpo huma-
no y no son justamente las historias de las leyendas y de los mitos.
Sin duda, podemos decir que el cuerpo humano está cruzado por el
parentesco y el poder, que dan oportunidad de estudiar el campo de lo
subjetivo, de la seducción. Aunque algunas teorías psicológicas consi-
deren que el cuerpo se puede analizar independiente de las relaciones
sociales, sabemos que la historia social está cruzando al cuerpo y no
sólo eso. Existen diferencias sustanciales con los animales: ellos pue-
den comunicarse pero no pueden decir: “El abuelo de mi abuelo”. No
han construido, hasta donde se conoce, la relación de parentesco en
ese nivel de la memoria genealógica. Lo mismo sucede con la idea de la
administración social de la sexualidad.
Sin duda, lo anterior toca la idea de lo perdurable, lo inmutable, la
posesión de personas y objetos y eso se constituye en el obstáculo de
crecimiento espiritual, amén de conocer que hay personas que guar-
dan una estrecha relación con sus somatizaciones y la no realización
de lo que han pensado o deseado en su vida cotidiana.
Creo que los trabajos que se integran en este volumen apuntan en
esa línea, dan una visión que no quiere complejizarlo todo, simplifi-
car sí, para después reflexionar, proponer, construir conceptualmente
o prácticamente. Debo decir, que son el fruto de dos años de traba-
jo en el Centro de Estudios y Atención Psicológica A. C. (CEAPAC) en
los cursos de introducción a la acupuntura, auriculopuntura y masaje
terapéutico, con una duración de 90 horas y el diplomado: La psicolo-
gía y la búsqueda de alternativas en la salud, con una duración de 290
horas. Originalmente este texto estaba pensado como el tomo tres de
Historia de la psicología en México. Creo que en estricto sentido es así, a
pesar de que ahora se presente con título diferente. En ese sentido la
estructura del libro se integra con tres apartados.
El primero, titulado ZEN. Se compone de textos que hablan de
la enseñanza y crecimiento con el Zen. El uso, si se puede decir, del
Zen para resolver las experiencias conflictivas de la vida diaria. El
crecimiento a partir de hacer un ejercicio cotidiano de la meditación.
Alcanzar el entendimiento o la iluminación en lo que uno hace para
intentar dormir y comer bien. Esta condición es el descubrimiento de

• 22 •
Introducción

una vocación para hacer un servicio por los otros. Es decir, se pasa a
una construcción personal que hace perder el horizonte de la repre-
sión en el pensamiento, se hace más constructivo y propositivo, con-
dición que ayuda a realizar una mejor lectura del cuerpo y por ende
a ser un poco más humilde. Los trabajos ilustran lo que digo, el lec-
tor podrá identificar acontecimientos afines, pero que le quede claro
que es otra percepción de la vida, todos ellos tienen en prometido dos
años de contacto con el Zen. A excepción de Francisco Cinencio, que
es uno de los pioneros en México desde hace 24 años.
En el apartado de ACUPUNTURA se reportan experiencias con
pacientes y sus resultados, donde se conjugan los aspectos de herbola-
ria, agujas, masaje y en algunos casos psicología. Desde luego que los
trabajos presentan algunos problemas de orden metodológico en su
presentación, pero tomamos el criterio de que la idea debe ser com-
prendida en su exposición y narrar la experiencia como una manera
de socializar un trabajo que es innovador en nuestro medio. No des-
conocemos las formas de trabajar la acupuntura de los chinos, japo-
neses y mexicanos. Pero en el medio de la psicología queremos sen-
sibilizar a otras perspectivas de intervención con nuestros pacientes
y estos trabajos cumplen con ese cometido. Creemos que abrimos la
discusión sobre el campo de la salud psicosomática en la práctica con
nuestros pacientes y las reflexiones que se derivan a futuro inmedia-
to en el campo de la epistemología, el servicio, el concepto de la for-
mación profesional de los trabajadores de la salud: los psicólogos. La
reflexión que se ha derivado se ha materializado en la elaboración de
una estrategia de diagnóstico y tratamiento de los pacientes. No está
de más decir que han sido excelentes los resultados. En lo futuro hare-
mos una propuesta más reflexiva en el campo de la academia.
El tercer apartado de PSICOLOGÍA es quizá una excusa y una
afirmación de que continuamos siendo psicólogos que hemos busca-
do soluciones más allá de lo instituido y explorado caminos para dar
solución a demandas concretas de los pacientes. Lo mismo se puede
iniciar con la interrogante psicológica que con una demanda concre-
ta sobre lo que desea el usuario, en su defecto trabajar constructiva-
mente con individuos con problemas de desarrollo y eso redunda en
consecuencias de orden familiar y social. La psicología que se puede
ver a lo largo de estos trabajos se articula con la personalidad o el esti-

• 23 •
Zen, Acupuntura y Psicología

lo de quien lo escribe, es decir, no se espere que sea una psicología


como modelo, es más bien una aplicación de una forma de ver al otro.
Todos ellos son profesionales de la psicología que quieren proponer
otro punto de vista sobre el servicio. En ellos se conjuga, también esa
mirada del Zen y de la acupuntura.
Finalmente, me atreví a plantear algunas conclusiones sobre lo
que se ha derivado en estos diez años en el CEAPAC y sobre todo la
importancia de la reflexión en el campo de la psicología y el saber
del cuerpo humano; desde luego, no se niega lo que se ha realizado en
otras disciplinas. Pero lo que a nosotros nos interesa es lo que se ha
trabajado con la población mexicana y cuáles son los aportes, resulta-
dos y el valor de su enseñanza. La trascendencia para su multiplica-
ción y la posibilidad de trabajar con sectores desprotegidos o no des-
protegidos. La elaboración de un sistema de diagnóstico para poder
enseñar a los futuros psicólogos en el campo de la salud es una de
nuestras metas. También insinuamos que quizá se necesita un nuevo
profesional que pueda laborar en la articulación de este saber y traba-
jar por mantener la salud en vez de luchar contra la enfermedad.
La mejor idea de estos trabajos se la formará el lector cuando
haya concluido la lectura de los textos. Ojalá le puedan dar algunas
sugerencias sobre los posibles caminos que existen en este oficio de
vivir. Si eso sucede hemos cumplido una parte de nuestra encomien-
da. La otra le toca a usted, estimado lector.

S ergio L ópe z R a mos


Ecatepec, Edo. de México,
Invierno de 1997.

• 24 •
CAPÍTULO I

EL ZEN
EL ZEN EN LA MIRADA
Francisco Cinencio

Gracias a Ello y a su viva voz


que se encuentra aquí.
Si no entendiste, entonces
no iba dirigido a ti.
Bob Dylan

G
racias sinceramente, por la invitación de Sergio López Ramos,
psicólogo, poeta, historiador, acupuntor y ante todo un her-
mano en el camino espiritual, por permitirme hablar ante
ustedes sobre mi experiencia en el Zen.
Cuando Sergio me pidió que le entregara un pequeño esquema
sobre los puntos a tratar, yo iba a responder dándole la fotografía de
un perro negro aplastado sobre el pavimento como hizo Henry Luft
—conocido pintor, alquimista y reconstructor de la zona de Pátzcuaro
Michoacán— cuando le pidieron su currículum para participar en la
terna como director del museo de artesanías. Después reflexioné un
poco y pensé hablarles sobre mi vida o tal vez sobre la fotografía, pero
sonó la alarma: ¡¡aguas, güey!! se trata de Zen y ellos están acostum-
brados a entender un discurso idea por idea; así que todo debe que-
dar lógicamente explicado. Además, yo también he tenido ese estilo
cognitivo y algo más durante mis 20 años como profesor de química y
cinco como químico analista en la Refinería Cobre de México. Principal-
mente en el estudio de la medicina tradicional china y cuando enfren-
to con la cámara fotográfica esa realidad que se desvanece y escurre
entre mis ojos.

• 27 •
Zen, Acupuntura y Psicología

LA BÚSQUEDA

Desde la Hacienda de Coapa, viene a mí la imagen en la alberca de


la preparatoria cinco, en 1963 con Arturo Freyre a mi lado, tenía-
mos dieciséis años, cuando yo me hacía preguntas acerca de mi pro-
pia existencia: “Supongo que existo porque pienso, pero a veces dudo
que lo que veo y está afuera de mí, exista. Supongo que tú existes
porque piensas al igual que yo”. Poco tiempo después el maestro de
física nos daría a leer a Renato Descartes: “Pienso, luego existo” era
una primera respuesta. Pero y qué… ¿si no pienso… no existo? Desde
esos años maravillosos me fascinaba la deducción matemática de las
fórmulas de la mecánica de Newton, escuchaba las palabras de Jesús
y el jazz. ¿Qué otra cosa podría yo hacer? El jazz era fabuloso, pero
sentía que debería haber algo más que simplemente creer. Me inte-
resaba la vida de Jesús, pero finalmente, ¿De qué me serviría cono-
cerla? ¿Para imitarlo, como Kempis? Lo que tenía que resolver era mi
propia vida. Dos cosas me quedaron claras y si no tienen el teléfono
de la Santa Inquisición, se los diré: primero, que Jesús era un hom-
bre y un maestro, no Dios. Y número dos, las siguientes palabras que
se le atribuyen a él, me impactaron: “Lo que yo he hecho, todos los
hombres harán; y lo que yo soy, todos los hombres serán”. Parecía ser
que se conciliaban en mí el problema existencial y eso que debería
encontrarse más allá de la religión. En esas andaba, cuando a los 18
años, al entrar a Ciencias Químicas, mi vecino Carlos Velarde, lanzó
al viento estas preguntas:

¿Cuántos caminos debe recorrer un hombre


antes de que sea llamado un hombre?
¿Cuántos mares debe atravesar la paloma blanca
antes de dormir en la arena?
¿Cuántas veces debe un hombre levantar la vista
antes de poder ver el cielo?

¿Qué decía la letra de esta canción? Parecía ser que Bob Dylan
también andaba en una búsqueda parecida a la mía. Después, las voces
angelicales de los Beatles romperían con los tonos, con las armonías y
crearían nuevos sonidos. Una misma tarde descubrí a Janis Joplin,

• 28 •
Capítulo I: El Zen

Led Zepelin y a Hendrix, ya no eran los crooners bonitos bien peinados


y educados los que cantaban, ahora eran nuevas voces, desgarradoras,
orgásmicas. ¿Se trataba de las voces de mi generación? ¿Cómo podían
hacer eso? ¡Eso era una música para volverse locos!
En el Condado de Ashbury en la parte alta, en High Ashbury, en
un parque, los jóvenes se soltaron la greña y se la adornaron con flo-
res, se pusieron flores en el pelo —como Buda casualmente—. ¿¡Quién
sabe qué surgió primero, si los greñudos o el rock!? Pero de aquel par-
que, la bellísima Grace Slick, con sus senos al aire, gritaba en Conejo
Blanco:

Cuando la lógica y la proporción


hayan caído suciamente muertas
y el caballo blanco esté hablando en reversa…

Esas letras verdaderamente decían algo para quienes andábamos


en la búsqueda y al unirse al sentimiento con que cantaban y tocaban,
nos rompió la conciencia. El que no tenía madre era Jimi Hendrix y
presta porque si no, no entiendo:

Yo vivía en un cuarto lleno de espejos


todo lo que podía ver era a mí mismo,
pero con mi espíritu destrocé los espejos
y ahora puedo ver al mundo claramente
sólo espero que mi amor se cumpla.

Por acá en San Juan también empezó a hacer aire y en español


escuchamos:

El mundo está cambiando


y cambiará más
el cielo se está nublando
y la lluvia vendrá…
primero vendrá el verano.

…Pues bien, en los sesentas se le dijo adiós al viejo mundo. Sus


esquemas se resquebrajaron para algunos. Y hasta el “fresa” de Paul

• 29 •
Zen, Acupuntura y Psicología

McCartney diría: “Si Dios existe, tengo que sentirlo”. En una elegante
casa de madera situada entre las coníferas de Oakland, veíamos cómo
se escondía el sol entre el mar y San Francisco que se consumía en su
propio fuego. En esa casa vivía un chavo que era físico teórico, estaba
cansado de los proyectos de la NASA y tenía todo el rock del mundo.
Este hippie había escrito en el hall de su casa:

Vayamos más allá


de todo límite
y rompamos ese concepto llamado Dios.

Y ahora mucho tiempo después, me levanto frente a ustedes con


este libro en la mano: La enseñanza de Buda y leo el siguiente texto:
“Hay dos clases de pasiones mundanas que envuelven y cubren la
naturaleza de Buda. Una de ellas es la pasión de la razón que impide el
correcto juicio, la segunda es la pasión emocional, mutable ante cual-
quier experiencia. Todas las imperfecciones humanas son causadas
por los errores de la razón y por las decepciones del sentimiento. Si
buscamos su origen vemos que uno es la ignorancia y el otro el deseo.
La ignorancia es la no sabiduría, el no saber correctamente la razón
de ser de las cosas. El deseo es un sentimiento muy fuerte que tiene
como fundamento el apego a la vida”.
¿De qué estoy hablando? Quiero ver en sus ojos la respuesta y no
la encuentro. No, no estoy cambiando la Biblia por la enseñanza de
Buda, les estoy mostrando el gusto que me da leer lo que encontré al
azar la semana pasada y veo que hay una gran enseñanza que he des-
cubierto en mí a pesar de mi formación académica: no puedo conocer
mi propia naturaleza humana mientras más conceptos elabore sobre
la estructura del ser humano y mientras las pasiones me impidan ver
con claridad. El ser humano no se encuentra confinado en un estrecho
estanco de la academia, ni tampoco está en este libro, ni en ningún
libro sagrado. ¿Entonces dónde estoy? ¿Quién soy yo?
Si unimos las ideas que flotan hasta ahora podemos ver que: 1)
Precozmente quería conocerme a mí mismo; 2) Dudaba del razona-
miento como método de conocimiento en esa búsqueda; 3) El Dios de
la religión de mis padres no encajaba en mi vida; 4) Fui sensible a los
cambios de los sesentas; 5) El rock irrumpió en mi vida al igual que el

• 30 •
Capítulo I: El Zen

cine; 6) La psicodelia ofrecía una satisfacción garantizada y al romper


los límites de la razón, abría nuevos rumbos. De pronto a la edad de
23 años, mi corazón de topó con el Zen. Encontré a un maestro y prac-
tiqué Zen como principiante, mi vida dio un giro de 180 grados, según
dicen algunos, mis viejos amigos de entonces por supuesto, a los que
mandé a la chingada según dijeron ellos.
Con mis nuevos amigos platicaba sobre los cuentos tradicionales
de los viejos maestros y sus discípulos, algunos no los entendía, otros
un poco después. Uno quedó golpeando mi mente: “Si en la conciencia,
haces una imagen especial de ti mismo, entonces tu mente está enfer-
ma”. Andábamos “on the road” como decían los brothers de los bos-
ques del norte, con los que llegamos a formar parte del movimiento de
contracultura en U.S.A., aunque yo no me di cuenta de eso. Ellos via-
jaban hasta los monasterios tibetanos en el norte de la India, a Nepal,
Kashmir; nos veíamos en San Francisco, California o aquí en Méxi-
co, pero para encontrarme con mi maestro espiritual, como le decían,
sólo tenía que ir hasta la calle de Sagredo y Barranca del Muerto, cerca
de San Ángel. En esos tiempos, ¿qué freak-zen (pacheco-zen) no se
sentía maestro al contar estos cuentos?

1. Nan-in, un maestro japonés de la era Meiji (1868-1912) recibió


cierto día la visita de un erudito, profesor en la Universidad, que
venía a informarse acerca del Zen. Nan-in sirvió el té. Colmó
hasta el borde la taza de su huésped, y entonces en vez de dete-
nerse, siguió vertiendo té sobre ella con toda naturalidad. El eru-
dito contemplaba absorto la escena hasta que al fin no pudo con-
tenerse más:
—Está llena hasta los topes. No siga, por favor.
—Como esta taza —dijo entonces Nan-in— estás tú, lleno de tus
propias opiniones y especulaciones. ¿Cómo podría enseñarte lo
que es el Zen a menos que vacíes primero tu taza?

2. —¿Cuál es mi yo? —preguntó un monje a Tai Suei.


—Es mi yo —respondió el maestro.
—¿Cómo puede ser que mi yo, sea tu yo? —dijo el monje.
—Es tu yo.

• 31 •
Zen, Acupuntura y Psicología

3. Otro monje preguntó al maestro:


—¿Cuál es mi yo?
—¿Qué ibas a hacer tú con un yo?

4. Tao Hsin encontró a su sucesor cuando éste sólo era un niño y


el patriarca preguntó: —¿Cuál es tu Hsin? Este vocablo tiene un
doble significado: nombre y naturaleza. Y el niño respondió:
—Tengo una naturaleza que no es ordinaria.
—¿Qué es entonces? —preguntó el maestro.
—Es la “naturaleza de Buda”
—¿Pero no tienes nombre?
—No maestro, su propia naturaleza es el vacío.

5. El propio Tao Hsin preguntó al patriarca Seng Tsan:


—Te ruego que me muestres el camino de la Iluminación.
—¿Quién te encadena? —dijo Seng Tsan.
—Nadie.
—Entonces ¿por qué buscas la liberación?
Así Tao Hsin entró en el camino de la Iluminación final, que
alcanzó varios años después de estudio con su maestro.

6. Tchao Tchú, maestro de la dinastía Tang, vivió hasta la avanzada


edad de 119 años. Sus sermones eran breves y directos, hacia el
propio hecho, sus respuestas eran célebres por su matiz natural,
delicado y difícil de entender, un día explicaba:
—El Buda es lo que constituye los deseos humanos y los deseos
humanos no son otra cosa que el estado de Buda.
Entonces un monje interrumpió:
—¿Qué hacer para liberarse de los deseos?
—¿Qué utilidad tiene liberarse de ellos? —respondió Tchao Tchú
y siguió con su explicación.

Nos gustaba cotorrear con los cuentos de esos monjes locos zen,
con sus pelos parados, su tierna sonrisa llena de gozo y su escoba de
barrendero en la mano; otra cosa era enfrentarse a la realidad. Mis
amigos y yo sabíamos que “Hablar de comida no quita el hambre” y
que la enseñanza estaba por otra parte. Existe una amplia literatura

• 32 •
Capítulo I: El Zen

sobre el Zen, pero no puede aprenderse a partir de los libros. Preten-


der aprender zen de la lectura de los textos es tanto como sentirse un
gran fotógrafo después de revisar algunos libros de fotografía, apren-
derse de memoria las imágenes y recitar las técnicas fotográficas más
comunes, pero sin nunca haber tenido una cámara en las manos. Ade-
más, en la enseñanza del Zen tampoco se hace uso del razonamien-
to y el dialogo carece de sentido. ¿Cómo se aprende el Zen entonces?
Respirando, sencillamente respirando. El Zen es un camino hacia el
uno mismo, hacia nuestra verdadera naturaleza, como lo es el kara-
te-do que significa el camino de la mano vacía. El zen-do es el cami-
no del hombre sentado, de quien respira sentado y quien ha escogido
esta vía de realización se sienta con la columna vertebral recta y fija su
vista en un punto. Sentado simplemente, respira, sin esperar nada; a
esta práctica se le conoce como Shikan-taza. Algunas personas pien-
san que meditar es pensar detenidamente sobre algún concepto, pero
en Zen no nos referimos a esto. También poner la mente en blanco es
una pretensión totalmente absurda. Mientras el practicante está sen-
tado, surge un pensamiento y luego otro, formando una larga cadena,
la tradición sólo exige la observación en cada uno de ellos. Observar
como la rueda del pensamiento gira, sin detenerse; sin que el observa-
dor se detenga en ninguno de los pensamientos.
Por supuesto que durante la práctica de Shikan-taza, el practican-
te pasa por diferentes etapas, pero no es importante describir con pre-
cisión lo que sucede en cada una de ellas. Un punto es claro: no todos
los que se sientan hacen meditación. En un principio logramos concen-
trarnos un poco, después, quién sabe cuando, empezamos a meditar.
Si comparamos esta etapa con la enseñanza de la fotografía, el fotó-
grafo en ciernes, empieza a percibir las diferentes calidades de la luz y
la manera en que dan volumen y profundidad a una fotografía o como
evocan una emoción o sugieren algo. Quien sabe ver, puede notar en
el estudiante el cambio que ha ocurrido en su producción de imágenes
y hasta entonces podremos hablar de fotografía. No se puede enseñar
a ver a una persona. Cada quien debe sentir lo que está viendo y ser
capaz de plasmarlo en una buena imagen y entonces habrá nacido un
fotógrafo. Al recién nacido no le dieron instrucciones para mamar y
al momento preciso se prendió del pezón realizando un esfuerzo muy
grande para succionar, así que ustedes no pidan biberón.

• 33 •
Zen, Acupuntura y Psicología

KÔAN

Ahora para que no se queden abajo, voy a levantarles el ánimo, pidién-


doles un poco de participación. Por favor, ¿son tan amables de respon-
der las siguientes preguntas?
1. ¿Si yo fuera usted, quién estaría leyendo esta frase?
2. Hay una escalera de 100 metros de altura, en posición vertical
sobre la tierra; subo por ella poco a poco hasta llegar a la cima. A
mi alrededor hay sólo vacío. ¿Cómo puedo continuar mi ascenso?
Si salto, me mato.
3. ¿Dónde estoy yo antes de que nacieran mis padres?
4. ¿Y qué podemos observar en el siguiente poema, encontrado en
México, en la lengua chontal?
El hombre nace solo,
el hombre crece solo,
el hombre muere solo…,
pobrecito del hombre que está tan solo.

Este tipo de preguntas, señalamientos, comentarios o diálogos


que se dan entre el maestro zen y sus discípulos, se conoce en japonés
como koan, el vocablo viene de la palabra china Kun-ar, que signifi-
ca “cuento” o “acontecimiento”. Estos cuentos con enigmas, plantean
algo profundo, contienen una observación que quiere decir “algo”. Se
han entendido como problemas que el maestro propone a sus discípu-
los para evaluar el nivel alcanzado por ellos, pero más bien debemos
considerarlos como guías en la enseñanza del Zen para que el alumno
avance en su propio proceso. En el trabajo psicoterapéutico podemos
comparar a los koans con las preguntas que hacen posible el insight,
pues tienen la finalidad de que el sujeto, al tener esa experiencia, gra-
dualmente supere las imágenes que lo limitan y no se quede atrapado
en una etapa, creyendo que ha llegado.
Los seres humanos nos aferramos a algo todo el tiempo, parecie-
ra ser que la mente no puede funcionar sin ese carácter posesivo o
adhesivo; además, no sólo estamos aferrados a un solo objeto, sino a
varios y cuando perdemos uno, inmediatamente recurrimos a otro: a
nuestros padres, a nuestro título profesional, a mi máscara de frustra-

• 34 •
Capítulo I: El Zen

ción, a la idea de mí mismo, a la religión y a esa idea de libertad… El


gran rocker, Lou Reed, canta:

He sido puesto en libertad


y he sido atado a recuerdos del ayer.
He sido cegado, pero ahora veo y me pregunto:
¿Qué es lo que me ha pasado?
He sido puesto en libertad y he sido atado.
He visto mi cabeza sonriendo rodar por la tierra.
He sido liberado, para encontrar otra ilusión.

“Por supuesto que el Zen no se opone al razonamiento intelec-


tual, solamente trata de limitar” la focalización excesiva que ha hecho
de aquella facultad humana; y armonizarla con las emociones y la
voluntad en cada acción de la vida cotidiana. La enseñanza misma del
Zen evita la conceptualización para impedir que la mente humana se
aferre a una nueva imagen.
El siguiente cuento puede ayudarnos para comprender la función
del koan en la enseñanza del Zen: “Una vez, un discípulo había caído
a un precipicio y se encontraba colgado de una rama de un pequeño
arbusto. Mientras caía se rompió los brazos y manos y únicamente
podía sostenerse con sus mandíbulas que mordían fuertemente la
única rama de la orilla del abismo. En eso aparece su maestro Zen
firmemente sostenido en el borde del precipicio. El alumno implora
ayuda gesticulando desesperadamente. Entonces el maestro le pre-
gunta: ¿Qué es el Zen?”.
El trabajo del maestro consiste en acorralar al discípulo en un
laberinto intelectual, empujándolo hacia lo desconocido, hasta que
el alumno vencido evita la dependencia de la conceptualización y da
el salto hacia el abismo desconocido de la Iluminación. Los maestros
zen de la antigüedad decían: “Valerosamente avanza hasta el borde
del abismo; arrójate al abismo con decisión y valor. Vivirás después de
muerto: Créeme, ésta es la verdad”.
Cuando los maestros Zen conducen al discípulo a ese callejón sin
salida, el estudiante se encuentra sin nada en que depositar sus temo-
res, no existe esta tablita de salvación que da sentido a su vida, no
existe ese concepto llamado Dios, no hay nada de que aferrarse y nada

• 35 •
Zen, Acupuntura y Psicología

de que huir. Por ello, un dicharacho zen dice: “El camino del Dharma
se recorre sin esperanza y sin temor”. Más adelante el maestro con-
ducirá al alumno hasta escuchar en su propia voz, en un grito único
aquella visión que tuvo en el momento de nacer, es un sello que quedó
impreso en todo ser humano al irrumpir en este mundo. Para enton-
ces el koan se transforma en un diálogo tan íntimo entre ellos que
hablan de aquellas cosas que ambos conocen. Su diálogo: “Es un secre-
to acerca de otro secreto” como diría Diane Arbus al dar su opinión
sobre la fotografía.

EL ORIGEN DEL ZEN

Hace aproximadamente 2520 años, el príncipe Shakyamuni poseía


todo: fortuna, tierras, una esposa y una hija, educadores a su servi-
cio, todo dentro de su castillo. Pertenecía a la casta más elevada de la
India, tenía riqueza y fama. Y para no hacer el cuento largo, abando-
nó todo. A los 29 años de edad, salió de su palacio donde tantos años
había vivido, iba montado en su caballo blanco y se transformó en un
hombre sin hogar en ninguna parte del mundo. Visitó a varios ermi-
taños y ascetas para aprender sus disciplinas, pero al convencerse que
eso no era lo que buscaba comenzó su propia práctica. Fue una vida
ascética intensísima, tanto que él mismo la calificó de máxima aus-
teridad. Finalmente, se sentó y tomó la decisión de no levantarse aún
a riesgo de su propia vida, se sentó con la columna recta, respirando
lentamente del primero al ocho de diciembre. Al amanecer del últi-
mo día y levantar la mirada y ver a Venus, la estrella de la mañana,
su cuerpo se llenó de luz tocando el fondo de su propina humanidad.
Tenía treinta y cinco años de edad cuando alcanzó la Iluminación.
Algunos años después, se anunció que el príncipe Shakyamuni,
en el Monte de los Buitres, transmitiría la esencia de su enseñanza.
Rápidamente se congregaron sus discípulos y cuentan que el prínci-
pe se levantó y simplemente alzó una flor con sus manos y la mostró
permaneciendo en silencio. Todos quedaron callados sin entender el
sentido de tal actitud. Mahaskasyapa se levantó, se inclinó saludan-
do al maestro y sonrió. El príncipe dijo: “Poseo el más preciado teso-
ro espiritual y trascendente y en este momento te lo transmito”. Así

• 36 •
Capítulo I: El Zen

fue como Mahaskasyapa se convirtió en el sucesor del príncipe de


Shakyamuni. Aunque se considera a Shakyamuni como el iniciador,
ya habían existido otros seis maestros: Bibashi, Shiki, Bishafu, Kuro-
son, Kunagonmuri y Kasho. Así el príncipe Shakyamuni fue el sépti-
mo Buda que registra la historia y el que más se conoce. Mahaskas-
yapa continuó con la enseñanza de Shakyamuni y tuvo como sucesor
a Ananda, quien fue el noveno maestro en la India y así la cadena de
Budas ha continuado hasta nuestros días.
Quienes decidieron seguir la búsqueda de Shakyamuni vivieron
en pequeñas comunidades o como ermitaños, a ese camino se le cono-
ció como Budduhah y se refiere al despertar de sí mismo, la búsqueda
para encontrarse frente a un espejo y en ese espejo no hay nada, pero
se encuentra el todo porque el espejo todo lo refleja.
A los monjes que practicaban Dhyana, palabra que significa en
sánscrito meditación, se les respetaba, ofreciéndoles comida y de esta
forma pudieron dedicarse totalmente a la concentración en el desa-
rrollo de sí mismos. Los monasterios vivían de las limosnas, la gente
de afuera no tenía tiempo para concentrarse y pensaban que si los
monjes hacían su propio trabajo, aquellos saldrían beneficiados en su
desarrollo, de aquí el apoyo que los emperadores dieron a Budduhah.
El trabajo de los monjes en esta época se dedicó a la vida aislada en
los monasterios. El Prajnaparamita, que es un pequeño texto de 260
vocablos y el eje central del Budismo, fue escrito en su versión original
por el año 360 después de Buda y 200 años después de Cristo.

LA CARA DEL ZEN MIRA HACIA EL ESTE

Un poco más de mil años de la muerte de Buda, aproximadamente


en el año 520 después de Cristo, el vigésimo octavo heredero en línea
directa de Shakyamuni, Bodhidharma, viaja a China y de esta forma
se inicia una línea de Budduhah, que más adelante llegaría a Japón y
en nuestro siglo hasta América. “La cara del Zen mira al este” fue la
expresión que se usó para referirse a esta dirección en la transmisión
del Zen. Cuando el monje hindú llegó a China, los budistas se entrega-
ban a discusiones altamente metafísicas, su vida era letárgica y esta-
ban demasiado ocupados en el estudio de las enseñanzas de Buda,

• 37 •
Zen, Acupuntura y Psicología

habían olvidado completamente la experiencia viva de la búsqueda de


Shakyamuni. La primera historia, referida al primer patriarca, que ha
llegado hasta nosotros es ésta:

Llegado a China, va a ver el emperador Liang, quien era un budista


devoto, y le expone sus buenas obras:
—Desde el principio de mi reinado he construido muchos tem-
plos, he copiado muchos libros sagrados, he ayudado a muchos mon-
jes… ¿Cuál piensas que sea mi mérito?
—Ninguno —respondió simplemente el Bodhidharma.
—¿Por qué? —preguntó el emperador perplejo.
—Todo eso son acciones inferiores sin ninguna existencia real.
Una acción meritoria está llena de sabiduría, y su naturaleza está más
allá de la inteligencia.
—Dime entonces, ¿cuál es la esencia del Zen?
—No tiene esencia.
—¿Cuál es pues, el principio de la doctrina sagrada?
—No hay nada sagrado, todo está vacío.
Desconcertado ante tales respuestas, el emperador duda con
quien está hablando y pregunta:
—¿Quién eres tú?
—No sé —contestó Bodhidharma y se fue.
Daruma —como se conoce a Bodhidharma en Japón— se retiró
a las montañas y no regresó. Un día recibió la visita en su cabaña, de
un hombre, había caído mucha nieve. Huiko era un erudito de la cul-
tura china y en Budismo. Pidió a Bodhidharma que le instruyera sin
ningún resultado. Otro día, cuando estaba de pie en la nieve, Daruma
le preguntó:
—¿Qué quieres que haga por ti?
—He acudido a ti para recibir tus enseñanzas, te ruego que
extiendas tu mano salvadora sobre este pobre mortal —dijo Huiko.
—Sólo se puede comprender la doctrina tras seguir un largo y
duro método, soportando lo que es más difícil de soportar y practi-
cando lo que es más difícil de practicar. Los hombres inferiores que
están llenos de vanidad no son siquiera aptos para dirigir una mirada
sobre la verdad del Zen. Todo el trabajo que se toman no contará para
nada.

• 38 •
Capítulo I: El Zen

Bodhidharma se metió a su cabaña y Huiko permaneció siete


días y siete noches de pie en el mismo sitio. Por fin se cortó una mano
y se la ofreció a Daruma, diciéndole:
—Ayúdame, te ofrezco mi corazón.
—La verdad no debe buscarse con ayuda de nadie.
—¡Te lo ruego, maestro! ¡Pacifica mi espíritu!
—Tráelo aquí y lo pacificaré.
—Lo he buscado durante mucho tiempo, pero aún no lo he encon-
trado.
—¡Eso es! Acabo de pacificar tu espíritu.

Este diálogo es considerado como el primer koan y fue la base del


Zen en China. De esta forma Huiko alcanzó el satori. El Budduhah
en China se fusionó con el Taoísmo y además, el trabajo sentado se
modificó agregándole el trabajo físico y los monasterios se volvieron
autosuficientes. El dicho zen: “El monje que no trabaja no come” fue
la línea china. La práctica se transformó en la búsqueda a través de la
vida cotidiana y entonces se conocía como Chan.
La pregunta “¿Qué significa la venida de Bodhidharma desde
el oeste?” se transformó en un koan usado para que actúe como un
anzuelo al que la mente puede aferrarse, dejando de este modo de
lado los pensamientos errantes y el razonamiento intelectual. “¿Qué
significa la vida de Bodhidharma desde el oeste?” equivale a pregun-
tar: “¿Qué es el zen? y tendrá una repercusión en México como vere-
mos más adelante.
Entre los sucesores de la escuela de Shakyamuni encontramos
una gran variedad de seres humanos que han percibido su verdade-
ra naturaleza en condiciones muy diversas y algunas inesperadas. No
se puede precisar cómo ni cuándo puede ocurrir esa experiencia. A
Bodhidharma se le considera el primer patriarca del Chan, en China
y aunque no transmitió ninguna enseñanza por escrito, se le atribu-
ye la siguiente: “Si deseáis encontrar al Buda, mirad en vuestra pro-
pia naturaleza, pues ella es el Buda mismo. Si no veis en vuestra pro-
pia naturaleza. ¿De qué sirve pensar en Buda, cantar sutras, observar
ayunos o seguir preceptos?”… Cuando llegó el momento de su partida,
reunió a sus discípulos y les preguntó: “¿Cuál es vuestra comprensión
del Dharma?”… Después de que todos respondieron entregó a Huiko

• 39 •
Zen, Acupuntura y Psicología

su ropa y un cuenco vacío como símbolos de transmisión del patriar-


cado, regresó a India, descalzo y con uno de sus zapatos en la mano
sin que se volviera a saber de él. Aproximadamente sucedió en el año
1040 después de Buda y en 561 después de Cristo. Huiko era todo un
erudito y como sucesor y segundo patriarca vivió entre las clases bajas
de la sociedad. Se enfrentó a la hostilidad de los sacerdotes oficiales
del Budismo. Murió ejecutado a los 107 años de edad. Hui Neng, el
sexto patriarca, era un pobre leñador del sur de China, no sabía leer;
pero en su juventud, un día escuchó el Sutra del Diamante que canta-
ban algunos monjes y entendió su significado. Cuando logró entrar a
un monasterio nunca participó de la enseñanza como los monjes, el
maestro lo tuvo en la cocina limpiando el arroz y fue él quien adere-
zó al Zen con su sabor chino. Murió en el año 713 después de Cristo.
Tao Hsin encontró a su sucesor Hung Jen cuando sólo era un niño de
cinco años y le preguntó: “¿Cuál es tu naturaleza?”. El niño respondió
y alcanzó la Iluminación.
Dos acontecimientos importantes en la historia del Budismo
ocurrieron en el año 747 d.C.: Padmasambhava llevó la enseñanza del
Buda al Tíbet y se construyó en Japón el Buda gigantesco de Nara, la
estatua más grande de bronce hasta la actualidad y que se encuentra
dentro del edificio de madera de mayor tamaño en el mundo.
Lin-Chi fue uno de los maestros más fuertes de la historia del
Zen, aunque murió en el siglo ix su influencia se extendió por 300
años pasando de generación en generación… Durante su época los tár-
taros y los turcos invadían constantemente a China desde el oeste y el
Zen se caracterizó por su brusquedad y vigor… Si él consideraba que
sus estudiantes necesitaban algunos golpes, se los surtía sin ningún
remordimiento… Fue famoso por su trato áspero y rudo que usaba
con la finalidad de abrir la mente más allá de toda consideración inte-
lectual… Cuando algún estudiante le hacía una pregunta sobre algún
asunto filosófico o metafísico, respondía con un golpe, diciéndole:
“¡Dime! ¿cuál pudiera ser la respuesta?…”.
…Lin-Chi fue todo un quebrantador de huesos y de los conven-
cionalismos religiosos, detestaba la forma en que los académicos
daban tantas vueltas ¡cuando la verdad era tan clara!… Decía: “Pues
bien amigos: No hay Buda, ningún camino espiritual que seguir, tam-
poco existe la realización: ¿Detrás de qué corre su mente calenturien-

• 40 •
Capítulo I: El Zen

ta? ¡Están poniéndose una cabeza encima de su propia cabeza, ciegos


idiotas! (¿Por qué quieren quitarse su cabeza?). Su cabeza se encuen-
tra en el lugar donde debería estar. ¡Basta ya! El problema está en que
ustedes no creen en ustedes mismos. Y porque no creen en ustedes
mismos, están aquí recibiendo golpes y además, por todas las situa-
ciones que ustedes creen. Se han convertido en esclavos de la llamada
objetividad, no son libres. No son sus propios maestros. Deténganse
y den un giro tal que ni siquiera hagan caso de mis propias palabras”.
1760 años después de Buda, en el año de 1191 d.C., la enseñan-
za de Lin-Chi fue llevada a Japón por Eisai y dio origen al Zen Rinzai
conservando la rudeza que le caracterizaba. Para entonces el budismo
ya existía en este país, sus líneas principales eran la Tendai y la Shin-
gon que tenían influencia de las escuelas que se desarrollaron en Tíbet.
En el siglo xii el Zen Rinzai se hizo popular en Japón pero no toda la
gente se sentía a gusto con él. Dogen procedía de una familia noble,
había perdido a temprana edad a su padre y a su madre. A los trece
años se cumplió su más grande deseo: convertirse en un monje budis-
ta. Un año después, le asaltó una duda muy grande relacionada con la
enseñanza: “Según las escrituras todo ser humano nace con la natura-
leza de Buda. Entonces, ¿Por qué es tan difícil su realización?”. Después
de buscar por mucho tiempo, se encontró con un maestro Rinzai: Eisai.
“Sólo es el pensamiento engañoso en términos de la mente dual
el que ve diferencias entre la naturaleza del Buda y la naturaleza
humana”. Le dijo el maestro a Dogen en relación a su duda. “Cuando
la iluminación ocurre no hay conciencia de esa fractura entre el uno
mismo y la naturaleza de Buda”. Los últimos meses de vida de Eisai,
Dogen permaneció como su discípulo. Después de su muerte continuó
por ocho años con Myozen, el sucesor de Eisai, pero algo faltaba, y a la
edad de 24 años se fue a China a profundizar sobre el Zen, lejos de la
escuela Rinzai.
Al llegar le preguntaron: ¿Qué clase de logro has obtenido en el
extranjero? y contestó: “He regresado con las manos vacías y mi logro
consiste únicamente en saber que los ojos están horizontales y la
nariz en vertical”. Regresó sin nada que mostrar, sin libros sagrados o
escrituras y sin un pelo de Budismo y se retiró a Kyoto donde inició la
escuela de Zen Soto. Siete años después en 1235 d.C.; la ceremonia del
té llegaría al archipiélago de Japón cuando Dai-o-Kokusshi contribuía

• 41 •
Zen, Acupuntura y Psicología

en la fundación de la escuela Rinzai. Para la época de Bankei (1622-


1693) se consideraba que si el Zen no se estudiaba en chino no había
enseñanza auténtica, pero él se dedicó a enseñarlo en la lengua nati-
va, se alejó de la clase alta, dirigiéndose a los pescadores y jornaleros
del campo. Su enseñanza estaba desprovista de cualquier método, sus
explicaciones eran muy vivas y originales. Era un monje que podemos
considerar muy revolucionario.
Quinientos años después de la llegada del Zen a Japón, un renom-
brado pintor, poeta y escultor, Hakuin, le daría a la escuela Rinzai su
estructura definitiva y su sabor japonés. Escribió zazen-wasan donde
mostró la forma en que vivía después del despertar. Hakuin vivió en
el siglo xvii y fue contemporáneo del gran poeta Matsuo Basho, que
estudió zen con el maestro Buccho. La poesía de Basho lleva dentro el
Zen, que puede calificarse de “nada especial” sería él quien le daría la
forma definitiva al haiku en palabras simples y cargado de frescura:

Este camino Entre las matas,


nadie ya lo recorre, olvidada de todo,
salvo el crepúsculo. la alondra canta.

Un relámpago Bajo las abiertas campánulas,


y el grito de la garza, comemos nuestra comida,
hondo en el oscuro. nosotros que sólo somos hombres.

También por esta época, aproximadamente 2250 años después


de Buda, se construyó el Potala, el gran monasterio en Tíbet.
Con cada maestro, vivían muchos estudiantes en los monaste-
rios, antes de su muerte dejaron de uno a tres sucesores que continua-
ron estrictamente con la escuela heredada por su maestro o pasaron a
formar otra rama del Budismo. Actualmente existen tres escuelas de
Zen en Japón: Obaku, Rinzai y Soto.
Shunryu Suzuki fue hijo de un maestro Zen Soto, desde niño
empezó su preparación bajo la guía de Gyokujun, discípulo del padre de
Suzuki. A los treinta años recibió el sello que le permitía dar enseñan-
za y estuvo a cargo de varios templos y monasterios. El Zen Soto no es
violento y durante la Segunda Guerra Mundial, Shunryu se convirtió
en líder de un movimiento pacifista en Japón, lo cual no fue muy fácil.

• 42 •
Capítulo I: El Zen

En 1958 fue invitado a San Francisco, Estados Unidos, para que


se hiciera cargo de un grupo pequeño de Zen-Soto, que más tarde llegó
a ser de 60 estudiantes de base, además, de los que asistían a diario.
Así se estableció el Zen Center de San Francisco y un poco después el
Zen Mountain Center conocido como Tassajara Springs y fue conside-
rado como el primer monasterio fuera de Asia. Shunryu Suzuki murió
en 1971 y el sucesor fue Richard Baker.
El ambiente californiano que se fraguó después de la Segun-
da Guerra Mundial, propició el desarrollo del Zen, donde Aldous
Huxley, Isherwood, Henry Miller y Ezra Pound y en primerísimo
lugar la llamada Beat Generation fueron los pioneros, aunque algu-
nos de sus miembros adoptaron actitudes “zen” que a veces llegaron
a ser vulgares y ridículas. Hubo varios grupos de intelectuales que
simpatizaron, escribieron y dieron conferencias sobre Zen entre ellos
los hipsters, Kerouac y Ginsberg, quienes influirían en Bob Dylan, el
cual desde 1964 cargaría su poesía rockanrollera con Zen. Un ante-
cedente importante fue la entrega a lo natural y espontáneo según el
modelo de Whitman en Hojas de hierba. Alan Watts en el poblado de
Sauzalito y D.T. Suzuki serían los divulgadores del Zen en sus escri-
tos. De aquí a los hippies de los sesenta en San Francisco, Berkeley y
Oakland sólo había medio paso, por el camino del medio. Lo que les
atraía del Zen era su inmediatez, lo ilógico y el regreso a ese estado
“original” y por supuesto el rechazo hacia el “American way of life”
y de esta forma el Zen pasó a formar parte de los movimientos de
contracultura en Estados Unidos. Las revistas underground publica-
ron sobre Zen, tantra, hinduismo, chamanismo. Por supuesto que la
gran mayoría se llamaron a sí mismos seguidores del Zen o budistas
y muy pocos buscaron estudios serios en el Zen Center o los monas-
terios de Japón. Algunos “niños de las flores” volaron hacia Nepal, el
Norte de la India, Buthan, Sikim, Japón y México.
Richard Crowly estudiaba en la Universidad de las Améri-
cas en la ciudad de México, cuando tomó en 1957 el famoso semi-
nario Budismo zen y psicoanálisis donde participaron D.T. Suzuki y
Erich Fromm entre otros. De ahí surgió su interés por el Zen y voló a
Japón en 1964. Aterrizó en el puerto industrial de Kobe y quién sabe
cómo entró al monasterio de Shofuku-ji fundado hace poco más de
300 años. En su desarrollo participaron algunos alumnos de Bankei

• 43 •
Zen, Acupuntura y Psicología

y pertenece a una de las siete ramas del Zen Rinzai. Hizo amistad
con el jefe del monasterio Ello Takata y le habló de la “generación de
las flores” en San Francisco y de Walt Whitman. “Usted es un hippie
sin serlo maestro, tiene que conocerlos y analizar por qué surgieron
y después es necesario que conozca México”. Y naturalmente, sin
proponérselo, sin preocupaciones y sin dinero, el monje Zen Rinzai,
pasó por Estados Unidos y llegó a México, por Matamoros. Cuando
ambos se dirigían hacía Ciudad Victoria. “…por una carretera vieja
y angosta… habíamos viajado muchas horas, cuando miré enfrente
del coche, y en lo alto muy por encima del horizonte, había un arcoí-
ris, grandísimo, bellísimo ¡Doble! nunca había visto algo así. ¿Cuánto
tiempo pasó? No sé. Al mirar hacia atrás del carro veo nuevamente
el arcoíris, ¡Jíjole! ¿Qué pasa? Entonces yo sentí haber pasado el gran
puente del arcoíris, como pasar el gran puente de los sueños… Ahí
comenzó mi vida, en diciembre de 1967”. Relataría el maestro Ello
Takata, en una sesión frente a los practicantes de la ciudad de México
en 1972.

EL ENCUENTRO CON EL ZEN

En un pequeño poblado, sin luz, sin calles, ni tiendas, llamado Santa


María Asunción Matamoros, en la sierra Mixe de Oaxaca, Ello Takata
dormía sobre un petate a mi lado, en el suelo de la escuela. Al amane-
cer del primero de noviembre de 1969, se despertó y salió. Entre las
densas capas de neblina, apenas aparecían las puntas de los cerros, se
veía como una alfombra de nubes bajo nuestros pies. El vapor de agua
nos envolvía. Lloviznaba. Tomé la foto “Esa distancia” de un indígena
parado junto a la empalizada (al final de las muchas mesetas en que
se dividía el cerro) viendo hacia allá, hacia la neblina, hacia la nada,
hacia la incomprensión. El abandono. Entonces “nos encontramos”
Ello Takata y yo.
—¿Anata wa yuare japanese no?
—No, I am mexischoyin des.
—You look like Japanese.
Supongo que mi apariencia podría engañar hasta a un japonés:
chaqueta militar de Vietnam, botas militares, pantalones vaqueros,

• 44 •
Capítulo I: El Zen

gotas de neblina entre los ojos rasgados, el pelo largo y muy negro, la
barba hirsuta, los lentes, la cámara Nikon…
No sé cómo nos entendimos, si Takata hablaba casi nada de espa-
ñol, sólo una mezcla de Spanenglishnijongo y yo casi nada de inglés y
cero de japonés. Sin embargo, nos comunicamos usando señas, gestos.
Una traducción del diálogo sería la siguiente:
—¿Qué opina del procedimiento del Dr. Roquet? —preguntó el
monje zen.
—Está bien. Nosotros somos como una ostra, cerrados como una
concha, pero en nuestro interior se encuentra nuestro verdadero ser.
Y no queremos abrirnos al mundo. Entonces el Dr. Roquet utiliza las
drogas y el psicoanálisis que son como un cuchillo para abrir la con-
cha. Es un método muy duro, duele, pero es necesario.
—¿Y si permitiéramos que la concha se abriera sola?
—¿Ah?
—Usted es fotógrafo —me indicó que barriera todo el horizonte
viendo por el visor de mi cámara, mientras él doblaba en varias partes
una servilleta, hizo un orificio en el centro y la desdobló—: Ahora mire.
Mi ojo recorrió nuevamente el horizonte cubierto por una espesa
capa de nubes. Volvió a doblar la servilleta pero ahora hizo un orificio
mucho más grande. A través de él, mi ojo descubrió un nuevo paisaje,
en un formato más grande. De pronto, soltó la servilleta y me dijo:
—¡Mire!
Las copas de los árboles brillaban entre verdes y dorados, había
salido el sol, las nubes habían pasado a segundo plano y la selva vibra-
ba a mi alrededor. La servilleta se perdió entre las nubes.
—¿Eh?
Takata avanzó algunos pasos y le grité:
—¡¡Maestro!!
—Me tengo que ir. Es necesario preparar soya para el desayu-
no. Si me quiere ver póngase en contacto con Alejandro Jodorowsky
—bajó corriendo ágilmente por el resbaloso fango—. Bye, bye —se
escuchó entre su sonrisa.

¿Pueden decirme ahora lo que es el Zen? Ojalá que no.


Cuando encontré al maestro yo no sabía absolutamente nada de Zen
—esto quiere decir que no había leído sobre el tema— y por esa razón no

• 45 •
Zen, Acupuntura y Psicología

tenía un interés particular por el Zen; no andaba buscándolo, aunque me


había embarcado en una búsqueda sin rumbo por varios años.
El encuentro con el maestro Takata fue lo que me llevó al Zen. Al
siguiente año, en 1970, a los 20 días de haber llegado al zen-do, de la
calle de Sagredo, casi con Barranca del Muerto en San Ángel, el Inge-
niero Químico Raúl Tovar me dijo: “Habrá una sesión de 3 días, es la
única manera de ver de qué se trata, ven”. Para empezar, meditamos
12 horas seguidas con algunos pequeños descansos. Para los otros dos
días, el cansancio y el dolor fueron terribles, pero en la práctica del
Zen encontré una respuesta directa para algunas preguntas que yo
me hacía sin la meditación de una persona, aunque no podría expli-
car tales respuestas. Muchos años después de estudiar en Zen A.C.,
el maestro Takata casi nunca nos explicó nada y cuando lo hizo, para
algunos sus palabras parecían ilógicas o muy fuertes, pero quien podía
ver con el corazón, sentía una respuesta de amor; los otros seguían
buscando una respuesta que estuviera de acuerdo a sus conceptos, que
satisficiera su ego, y como no la encontraban abandonaban el zen-do.
Aunque me parece extraño, no relacioné al Zen con algo esotérico o
místico. Precisamente el keisaku —la vara con la que pega el maestro
durante las sesiones— tiene escrito: “Aprende por ti mismo, yo nada
puedo enseñarte”. Entonces, el Zen definitivamente me atrapó, por-
que es una práctica donde te enseñan con nada, también porque siem-
pre te están enseñando y nada es lo que te enseñan. El Zen es muy
puro porque es muy simple. Es la poesía que sostiene la vida.
He tratado de relatarles cómo se ha ido hilvanando esta espiral
del Zen, donde en cada vuelta inevitablemente se han traslapado las
experiencias y los años. Ahora el Zen, esa fuente inagotable de vida,
ofrece su rostro contemporáneo a las nuevas generaciones y lo con-
templaremos desde una nueva perspectiva: “Podemos decir que todo
ser humano tiene dos cerebros, el hemisferio izquierdo que controla
el lado derecho del cuerpo y las funciones intelectuales, lógicas, ana-
líticas y lineales; y el hemisferio derecho que controla el lado izquier-
do del cuerpo y en él reside lo intuitivo, prelógico y el pensamiento
no lineal. Aunque ambos aspectos de los hemisferios se tienen natu-
ralmente, no funcionan armónicamente y se da el predominio de un
hemisferio”. Entonces nos encontramos con personas que no mani-
fiestan una habilidad verbal, pero son más contemplativas, como los

• 46 •
Capítulo I: El Zen

indígenas mexicanos; reaccionan más emotivamente y dejan de lado


las consideraciones intelectuales. Nuestra sociedad contemporánea
y en particular la occidental, presenta una preponderancia en las
funciones del hemisferio izquierdo, mientras que las culturas orien-
tales están más orientadas hacia los aspectos del hemisferio dere-
cho. Además de lo anterior, se ha debilitado la comunicación entre
ambos hemisferios y tenemos que en el hombre moderno la función
del hemisferio izquierdo es dominante y tiende a suprimir los mensa-
jes emocionales y corporales que vienen del hemisferio derecho y no
logran llegar al izquierdo. Cuando el Zen nos parece inentendible, es el
hemisferio izquierdo el que reclama su carácter dominante y muestra
su incapacidad para entender tales asuntos. El desequilibrio cerebral
provoca un modo de vida absurdo y trastornos de la personalidad que
a su vez producen las enfermedades modernas. El papel del hemis-
ferio izquierdo es asegurar la vida del ego intelectual en la sociedad,
mientras que a través del hemisferio derecho el cuerpo debería sentir
las leyes naturales y conectar al hombre con el orden cósmico. El hom-
bre moderno tiende, pues, a debilitar su ser natural en provecho de
su ser social. A través de la práctica del zazen, principalmente en las
sesiones intensivas de tres o siete días, se va teniendo una integración
funcional de los hemisferios cerebrales que va persistiendo poco a
poco hasta llevarnos a una vida sana. También, al detectar en un elec-
troencefalograma las ondas que el cerebro genera cuando el hombre
se encuentra simplemente sentado, concentrando su ritmo respirato-
rio en el hara o tándem como se le llama a esa zona que se encuentra
entre el ombligo y el pubis. Según se observa en el siguiente esquema:

BETA 14-30 Hz.


En estado normal de alerta, despierto, consciente.

ALFA 9-13 Hz.


En estado lúcido, relajado en calma sin pensar.

THÉTA 4-8 Hz.


Relajación profunda, meditación.

DELTA 1-3 Hz.


Sueño profundo.

• 47 •
Zen, Acupuntura y Psicología

El individuo normal, en estado de vigilia produce ondas beta y al


relajarse con los ojos cerrados las ondas alfa, sólo surgen ondas theta
en el momento de adormecerse. Cuando se encuentra en una fase
intermedia ente el sueño y la vigilia, las visualizaciones creativas ocu-
rren en los artistas y científicos. En el zazen, con los ojos abiertos, los
monjes experimentados son capaces de producir ondas theta después
de unos segundos de iniciar el zazen, mientras que los principiantes
no superan la fase de ondas alfa… Se puede describir el zazen como
un estado de calma de la agitación cerebral a la vez que se mantiene
la actividad del cerebro a un nivel tal, que nos permite observar nues-
tra neurosis en cámara lenta, en un estado de conciencia que el indi-
viduo sólo observa sin emitir juicio alguno y entonces se dice que las
vivencias que se observan como un mudo testigo son borradas y así
nuestras acciones pasadas dejan de tener una influencia negativa en
nuestra vida actual y futura. En términos budistas, el karma es borra-
do cuando se produce la integración de esas vivencias que se quedaron
fijas y originaron nuestro ego. De esta forma el practicante va logrando
en cada momento de su vida cotidiana un acto más puro, pues queda
libre de los fantasmas del pasado y sin la angustia del futuro. Hasta
ese momento la mente dual se desmorona y entonces toda acción se
encuentra libre de los juicios morales. Las palabras bien y mal desapa-
recen de la mente del hombre que ha logrado la liberación y decimos
que el cerebro, al terminar con el predominio del hemisferio, recuperó
su función natural. El estado theta, durante el zazen, puede ser perci-
bido por los maestros, quienes corroboran sus observaciones cuando
los estudiantes dan respuesta a los koans planteados. También el maes-
tro zen puede notar desde dónde realiza el estudiante sus acciones en
la vida cotidiana, como limpiar el arroz, barrer, tomar una fotogra-
fía o una taza de té. Cuando el predominio del hemisferio termina, se
manifiesta en todo nuestro ser el contenido de los sutras y sólo hasta
entonces las acciones que realizamos dejan de tener su carga neuró-
tica. “¿Por qué quiere irse a ayudar a los indígenas a la sierra?” —pre-
guntaba el maestro Takata a los jóvenes mexicanos en los setentas y
agregaba—, “no lo haga, hasta que conozca el significado preciso de la
palabra ayudar. ¿Por qué quiere ayudar? Yo no lo estoy ayudando, mi
trabajo con ellos tampoco ha sido un trabajo social. Ellos me han ofre-
cido su comida y su amistad y yo he respondido en un acto de agra-

• 48 •
Capítulo I: El Zen

decimiento, eso es todo. Es mucho más simple de lo que se supone”.


Mucha gente pensó que el maestro Takata enseñaba Budismo, pero lo
único que ha hecho es poner en acción su máquina de generar hombres
productivos con un espíritu auténtico de servicio, libres de todo apego.
De esta forma fue como se inició la enseñanza del cultivo del frijol de
soya, la nutrición y la acupuntura. Y en el fondo de estas actividades y
de cualquier otra, se encontraba la enseñanza Zen, que no es más que
producir hombres con arraigo a su tierra y a su cultura.
Es así como desde 1974 se inicia la preparación de trabajadores
de la salud en acupuntura; a la primera generación del Instituto Mexi-
cano de Acupuntura Ryodoraku, pertenecen los discípulos directos
del maestro Ello Takata: Alberto Nyssen, Oscar Heras, Javier Estra-
da, Guy de Saint Cyr, Francisco Cinencio y Gabriel González entre
otros. Éste último, fue de 1982 a 1986 maestro de acupuntura de Ser-
gio López Ramos, que a su vez está preparando a las terceras, cuartas,
etc., generaciones de acupunturistas en el CEAPAC.
“Antes de practicar la acupuntura, es necesario investigar prime-
ro en qué estado se encuentra la condición de uno mismo, sentándose
y concentrándose en uno mismo y en su propia energía. Quien hace
meditación Zen funciona distinto en la energía de su corazón. Des-
pués de averiguar su propia condición en cuanto a la energía, si uno
está enfermo deberá curarse inmediatamente, no sólo en el equili-
brio de los meridianos sino a nivel de la Energía Interna de Curación.
Deberá darse una condición de concentración total de forma que la
energía deberá ser limpia como para dar un golpe de karate.
“Si uno está enfermo la energía curativa es negativa y entonces
afectará al paciente. No habrá curación. Si a pesar de que estamos
enfermos, los pacientes se han curado, solamente han sido casuali-
dades, que se han resuelto a través de la energía del propio paciente,
no de nosotros. La práctica de curación no nada más es la aplicación
de una técnica, es una transmisión de energía cósmica en un acto de
compasión (amor infinito). El curandero debe ser un buen canal que
favorezca ese proceso. Actualmente se requiere de más preparación
porque se están dando manifestaciones de energía más perversa”,
explica el maestro Takata.
Según se ha visto hasta ahora, se han encontrado los maestros y
los discípulos, luego se practica la meditación y se manejan los koans.

• 49 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Pero al llegar a México, el maestro Ello Takata se encontró con un


ambiente muy diferente al de Oriente: El Zen no pertenece a la cul-
tura mexicana y ésta a su vez no reforzaba su aprendizaje. Quienes
se acercaron por primera vez al maestro eran psicólogos del grupo de
Erich Fromm con prejuicios muy fincados en cuanto a la enseñanza
del Zen, privilegiaban como métodos la exposición y la discusión de
los temas. Lo primero que deciden los psicólogos es comprobar con
una serie de análisis si el monje japonés tiene capacidad para enten-
der y hablar el español, mientras que él a su vez determina que “sen-
tarse” es lo primero y que no necesita para nada las palabras. Después
de algún tiempo se da cuenta que los miembros del primer grupo de
meditación se encuentran muy aferrados a sus prejuicios en la ense-
ñanza del Zen. Posteriormente, cuando se establece el zen-do de la
calle de Sagredo, se van incorporando algunas estrategias más de los
monasterios del Japón como: la preparación de comida, el canto de los
sutras, los periodos intensivos de meditación: el Oseshin y el Rohat-
su y la entrevista personal con el maestro. Pero el yo tan devaluado
del mexicano hace que elimine el uso del koan. “Pues si un mexicano
pasa un koan, gana un ego, si pasa dos koans, gana dos egos” —afirma
el maestro— “y así en la práctica del Zen vamos avanzando como los
cangrejos”. El carácter y personalidad del mexicano resulta ser muy
vil para el maestro quien no articula su vida en términos de engaño y
traición. Por un lado todo obstáculo con el que se topa en esta tierra,
es tomado como un reto y por otro lado se descubre con que detrás
de esa máscara del mexicano se encentra la gran riqueza cultural de
México, que está a flor de piel en los mexicanos. Por ejemplo, una pre-
gunta fundamental en la enseñanza del Zen es: ¿Quién eres? La pri-
mera vez que el maestro Ello Takata respondió un teléfono en la Ciu-
dad de México escuchó: ¿Quién eres? Y su respuesta automática fue:
¿Quién eres tú? (como un monje zen que induce al discípulo a ver su
propia naturaleza). La persona al otro lado del teléfono, molesta res-
pondió: ¿Quién eres? Y el maestro con mayor energía: ¿Quién eres tú?
Desconcertada y agotada finalmente la persona dice: ¿Quién eres tú?
Y el maestro responde: Soy Ello. Sí, todos somos ello, tú y ellos; todos
tenemos a Ello. Después de este acontecimiento, para el maestro,
había dos posibles respuestas: 1) México conoce sobre Zen y 2) México
tiene desarrollado a tal grado su ego que está a punto de trascenderlo.

• 50 •
Capítulo I: El Zen

Después de pasar casi 30 años de su vida en México ha podido


elaborar una estrategia para la enseñanza del Zen, que para muchos
ha resultado no ser precisamente la tradicional. Por muchos años ha
pedido solo a sus compañeros que se sienten y se olviden de la medi-
tación: “Si alguien viene buscando la Iluminación ¡Que se largue! ¡No
quiero seguidores ni pienso en un sucesor!”, ha dicho en repetidas
ocasiones. En su práctica Zen tampoco se cantan las sutras tradicio-
nales, sólo aquellos que su experiencia en México le ha señalado. No
da Koans, no da explicaciones; ni consejos. “Dentro de mi estilo no es
necesario dar ni regalar”, comenta.
Como se puede apreciar, Ello Takata es un clásico contemporá-
neo, un auténtico maestro Zen Rinsai: “Aprende por ti mismo, yo nada
puedo enseñarte”. Es la caligrafía que escribió en su keisaku al llegar a
México y desde entonces rige en su trabajo en este país. Su práctica se
basa en Shikan-taza y en cantar sutras. El koan aparentemente ha sido
eliminado, pero desde el momento de sentarse el ¿quién eres? ha sido la
duda que siempre ha dejado en sus amigos y compañeros del “sentón”. El
sentarse es sólo una parte de la enseñanza del Zen, ese pequeño espacio
que se abre al observar, poco a poco se va haciendo cada vez más amplio
y el practicante empieza a producir, dando una respuesta inmediata
y creativa en: su forma de sanar, de aproximarse a la gente o de verse
reflejado en las fotografías que toma, ve desde otra perspectiva… cada
acción que realiza en su vida cotidiana… y entonces puede adelantarse
a los acontecimientos y enfrentar los golpes de la vida como “Mantequi-
lla” Nápoles, aquel boxeador que se los resbalaba suavemente.
Al caminar por donde se levantan las polvaderas, el maestro
Takata se encontró con esa manera de ser de los campesinos, tan espe-
cial que no puede olvidar. Y más adelante en los libros de texto gratui-
tos de la Secretaría de Educación Pública se topó con que el concepto
de cero era manejado por los mayas. “¡Cero, mu, ku, es un conjunto de
naturalezas que resulta ser un conjunto vacío y es el eje alrededor del
cual gira el Budismo! ¡Para nosotros los orientales ese vacío se encuen-
tra rebozante de amor infinito y aquí está!”. Entonces al hablar en
Oriente de la cadena de maestros desde Shakyamuni hasta el último
Roshi de Shofoku-ji, ¿de qué autenticidad estamos hablando? Aquello
que buscamos en Oriente, ¡a un nivel muy profundo se encuentra aquí
en México! Muy molesto, en la Universidad Autónoma de Guadalaja-

• 51 •
Zen, Acupuntura y Psicología

ra, por ciertas actitudes de los mexicanos había dicho en 1969: “Méxi-
co no necesita del Zen (there’s a lot). El Zen necesita de México”. Otro
señalamiento: un día en un patio de la Secretaría de Educación Públi-
ca vio cuatro bajorrelieves: “Platón el representante de la cultura occi-
dental (y del hemisferio izquierdo), Buda representante de la cultura
oriental (y del hemisferio derecho), y Quetzalcóatl, representante de
la cultura mexicana, punto de cruce entre ambas culturas (y equilibrio
de hemisferios); y una carabela ¿en la que se importó la actual cultu-
ra mexicana? No, en el bajorrelieve, el navío no llega, está zarpando.
¡Ah, es una carabela, en la que se exportará al mundo la nueva cultura
mexicana! Sin embargo, mucha gente se pregunta: ¿Por qué vino Ello
Takata desde Japón hasta México? “No sé” —responde—, “¿por qué
la gente quiere que se le explique todo? ¡Quieren tener la respuesta
y estar tranquilos!”. Y en la cara les grita: “¿Por qué usted nació? ¿Por
qué escogió nacer en México? ¿Qué significa la venida de Bodhidhar-
ma desde el oeste? ¿Por qué vino Ello Takata desde Japón hasta Méxi-
co? No sé. ¡Para mí mismo es un koan y también para ustedes!”.
Y ahora como si hubiera sido un sueño. ¿Qué puedo decirles des-
pués de encontrarme con el Zen hace casi 28 años? ¡It’s only Rock and
Roll, but I like it! Pues nada, que sigo siendo un principiante y que
el maestro Ello Takata ha cambiado mucho, tengo ante mí un nuevo
maestro ¡y la luz ambarina del atardecer al caer sobre las calles empe-
dradas de San Ángel, sigue siendo la misma! (Aunque se ve un poco
más brillante y cálida).
Well I’m beginning to see the light, canta Lou Reed en el walkman…
(Bien, estoy empezando a ver la luz, algunos trabajan duro, esforzán-
dose inútilmente, un poco de vino por la mañana y desayuno por la
noche. Estoy empezando a ver la luz. Aquí vamos otra vez hacién-
donos los tontos otra vez, esforzándonos sin sentido otra vez, ¡está
bien!)… Well I’m beginning to see the light.
La imagen de Bob Dylan en 1962 cuando todavía explicaba el sig-
nificado de sus canciones, queda clara sobre Blowin’ in the wind:

Yo digo que está en el viento, como un trozo de papel


que cae al suelo… pero el problema es que nadie agarra
la respuesta cuando cae y poca gente la ve y poca gente
lo sabe… y el viento la levanta de nuevo…

• 52 •
Capítulo I: El Zen

BIBLIOGRAFÍA FUSILADA

AGUIRRE WALLS, Claudia y VILLORO, Juan. La poesía en el Rock.


Vol. 1. México: Edit. UNAM Fondo Nacional para Actividades
Sociales. Material de lectura, Nº. 16.
ANTOLÍN RATO, Mariano y EMBID, Alfredo. Introducción al budismo
zen: enseñanza y textos. Barcelona, España: Seix Barral, 1972.
BANCROFT, Anne. Zen. Direct pointing tu reality. Londres: Thames
and Hudson, 1979.
MATSUO, Basho. Senda de Oku. Barcelona, España: Seix Barral, 1970.
BUKKYO Dendo Kyokai. La enseñanza de Buda. Tokyo, Japón, 1981.
CONZE, Edward. El Budismo, su esencia y su desarrollo.
México: Fondo de Cultura Económica, Colección Breviarios, 1978.
DE LEÓN, Carlos. Tiempos de despertar. México: Edamex, 1993.
DESHUMARU, T. y IKEMI, Y. Zen y autocontrol. Artentina: Ed. Kairós,
1990.
Lou Reed. The Velvet Underground. Madrid: Ed. Fundamentos, Colección
Espiral, 1988.
PONTONES, Jaime. El blues de la nostalgia subterránea. México: Ed.
Posada, 1988.
REPS, Paul. Zen Flesh, Zen Bones. Reino Unido: Penguin Books, 1957.
SUZUKI, D. T. y FROMM, Erich. Budismo zen y psicoanálisis.
México: Fondo de Cultura Económica, 1964.
TAKATA, Ejo. Zen en México. Edición privada, comunicación personal,
1970.
VARGAS, Rafale. La poesía en el Rock. Vol. 2. México: Edit. UNAM,
Fondo Nacional para Actividades Sociales. Material de lectura,
Nº. 48.

• 53 •
MEMORIAS DE UN HOMBRE
Gabriela Torres Casillas

Para Pedro Torres García

E
n un lugar cualquiera, la naturaleza, las estrellas, los animales y
la escasa vegetación vieron crecer a un hombre con la capacidad
de asombro por las cosas (por la vida), que hoy día pocos hom-
bres poseen.
Desde temprana edad aprendió a hacer a un lado sus anhelos
para cumplir los deseos de los otros, como él decía: si acaso había algo
que quisiera reprocharle a su padre sería el que lo hubiera sacado de
la escuela para llevarlo a trabajar en el rancho, pero esa idea se desva-
necía cuando recordaba que gracias a eso conoció a una mujer que lo
abrigaría y cuidaría como su hijo; además, el trabajo no era algo que le
disgustara…
El hombre con pico y pala en las manos dejaba parte de su vida en
cada paso, en cada lugar y en cada tarea realizada durante el día.
Un día este hombre conoció a la mujer con quien compartiría
su vida, se casó con ella y tuvo once hijos. Los demás lo criticaron y
le dijeron cosas como: “Eres un irresponsable, qué les vas a dar a tus
hijos, no tienes casa, un trabajo seguro ni educación” todo lo que se
supone es importante tener para ofrecer una vida digna a la fami-
lia. El hombre sin nada de esto sólo pudo hacer una cosa: quererlos. Y
como este hombre quería a sus hijos, su esposa y a otros, entonces se
quiso a sí mismo.
Este hombre dejó su vida en las minas y la sociedad civil no se
lo reconoció; pero eso a él no le importaba, él creyó que hacía lo que

• 54 •
Capítulo I: El Zen

tenía que hacer. Algunos hombres vieron su amor por la vida, por el
trabajo, por los otros y se acercaron a él para poder aprender un poco,
ellos decían que seguían los rastros que dejaba el hombre por el paso
del tiempo.
El hombre también volteó hacia atrás y le fue muy difícil reco-
nocer que ya no tenía la misma fuerza física para hacer las tareas que
por tantos años había llevado a cabo. No se daba cuenta que a cambio
su fuerza interna crecía y a partir de entonces lo que había enseñado
con el ejemplo físico, lo tendría que enseñar a través de la palabra o
con su actitud por la vida.
Sus hijos ahora creen que este hombre no disfrutó de su familia
cuando tuvo la oportunidad de hacerlo y lo llenaron o hicieron sentir
culpas; el hombre creyó esto y no pudo ver que sus hijos cometían los
mismos o peores errores de los que lo acusaban.
Y fue entonces que el hombre empezó a enfermar, no se quejaba
de sus pulmones deteriorados o de su columna desviada, sólo se que-
jaba de un dolor en el cuello y en el pecho. Bastó una sesión de acu-
puntura para que el dolor del cuello desapareciera y el dolor del pecho
disminuyera. (Debo decir que me sentí muy bien, me dio confianza
en mi trabajo, en mis habilidades y lo que he aprendido). Supongo
que fue demasiada vanidad, pues en una segunda sesión me reportó
que se había debilitado mucho, que había palidecido y que sólo quería
estar dormido; entonces me sentí mal, seguramente había diagnosti-
cado erróneamente, pero no tuve tiempo de lamentarme, el trabajo
con otros es un compromiso de mucha responsabilidad que se asume
o mejor uno se dedica a otra cosa. Volví a poner agujas y di un suave
masaje en espalda, el hombre volvió a quedar satisfecho y me avisó
que se iría de viaje con su hijo; fue la última vez que lo vi.
Actualmente, el hombre se encuentra debatiendo entre el vivir
aquí, ahora y con los suyos (que no son suyos), o atravesar la barrera
hacia donde sólo hay lugar para el espíritu. Mientras tanto permanece
tendido en una cama rodeado de tubos, mangueras y pastillas, ade-
más del fastidio de sus familiares por tener que cuidarlo…

• 55 •
LA HISTORIA DE MARY
Gabriela Torres Casillas

L
a lluvia cesaba y el olor a tierra mojada se sentía por toda la habi-
tación. Mary G saboreaba por primera vez los olores de verano,
corría por toda la habitación tratando de atraparlos y conservar-
los en su memoria. Estaba decidida a conocer esa parte del mundo
que siempre había ignorado y a no perder la oportunidad que se le
presentaba.
Poco recordaba de aquella charla informal que sostuvo con un
médico especializado, donde su problema lo vio minimizado y sin
esperanza de cura alguna. Ya no importaba tampoco la indiferencia
de aquellos que la veían y reconocían su problema como una “seña
particular” de ella.
Sería Mary G, quien se haría responsable de su cuerpo y dejaría
de culpar a otros por no hacer nada por ella.
Lo importante es que había encontrado un lugar donde aún
habían personas preocupadas por la calidad de vida de la gente.
Al principio, Mary G no imaginaba como un mundo de agujas
podría ayudarla a conocer los olores del mundo que desde pequeña
había ignorado. Cuando empezó el tratamiento la incertidumbre la
invadía, pero allí estaba, cumpliendo al pie de la letra todas las indica-
ciones que se le daban.
Ahí tendida, el escalofrío recorría su cuerpo hasta que poco
a poco se sumergía en un profundo sueño. Cuando despertaba algo
había pasado: Mary G era la misma pero no se sentía la misma.
Pasó algún tiempo antes de que ella se diera cuenta de lo que le
estaba pasando. Para Mary G las visitas con el curador iban más allá
de su problema, llegaban a lo más profundo de su ser.

• 56 •
Capítulo I: El Zen

Cuando Mary G por fin disfrutó del suave aroma de la natura-


leza, algo más empezó a disfrutar: Mary G saboreaba de la VIDA.
¿Cómo pasó?, o la pregunta correcta sería: ¿Qué pasó?…
Mary G sólo pudo contestar que entre las visitas con el acupuntor
y los remedios dados su vida había cambiado. Mary G cambió la forma
de relacionarse con los otros, ella veía la vida de otra forma, los pro-
blemas ya no eran problemas, eran oportunidades para crecer y desa-
rrollarse si se sabe escuchar a quienes pueden ver más allá de las for-
mas establecidas y de lo que los ojos permiten ver.
Para Mary G lo más importante fue haberse encontrado con per-
sonas preocupadas por la salud de los otros. Y aún más, fue el haber
conocido a alguien que le enseñara caminos que no vemos, pero que
están ahí.
Al ver todo esto, Mary G supo que tenía que hacer algo con su
vida, sentía la necesidad de transmitir a otros lo que para ella había
resultado satisfactorio.
Y entonces pasó…, Mary G decidió emprender el camino de los
curadores…
Hoy Mary G sigue en el camino, algunas veces ha resbalado y
otras ha quedado sentada, pero sigue insistiendo ya que cuando su
caminar es constante, su espíritu se alimenta de experiencias y la
impulsa a seguir en pie…

• 57 •
LA ENSEÑANZA Y EL ZEN
Víctor Manuel Olvera García

Siento que estoy tratando de esquivar lo esencial.


Lo esencial sería, por ejemplo, entre otras cosas,
mi incapacidad de decidirme.

D
e las últimas palabras que escuché en un aula de la escuela
donde estudié la carrera de psicología —que por cierto no se
referían a la psicología— fueron: “El cuerpo ha sido estudiado
hasta nuestros días con base en un paradigma que tiene como cimien-
tos una visión fragmentada de la realidad, aún no se ha comprendi-
do que el cuerpo representa una unidad en sí misma y en relación
con todo lo que existe”, intuitivamente sentí que tal frase derrumba-
ba casi todos los conocimientos adquiridos a lo largo de la carrera. A
pesar de que aún no comprendía claramente lo que significaba “ver el
cuerpo como una unidad” sentí que esas palabras representaban una
visión del sentido de la vida totalmente distinto al que había escucha-
do o leído hasta el momento.
El maestro que había comentado aquellas palabras trabajaba acu-
puntura, y además se encontraba en un grupo zen. Él no sabía nada
sobre lo que este tipo de prácticas representaba para mí, un nuevo
conocimiento, sentía la necesidad de adentrarme en el asunto. Tal vez
también hubo otros motivos por los que me interesaron dichas prác-
ticas, entre ellos el no encontrar en la psicología una funcionalidad
práctica para resolver problemas, además de que para ese tiempo era
casi imposible conseguir un empleo de psicólogo, así la acupuntura
significaba otra alternativa de la cual no sabía nada.

• 58 •
Capítulo I: El Zen

Pregunté al maestro si había la posibilidad de integrarme al


grupo zen donde él practicaba, y me dijo que “yo todavía no estaba
preparado”, este comentario acrecentó más mi interés ya que no podía
aceptar que alguien como aquel maestro cuestionara mis capacida-
des. Después supe que se iba a impartir un curso de acupuntura, sin
embargo, se saturó el grupo y no pude ingresar. Esto me hizo pensar
en llegarle al asunto de otra manera; me puse a buscar información en
algunos libros. El primer libro que leí fue sobre el Zen escrito por un
tal Suzuki, el cual me impresionó por una frase que contenía: “El Zen
no puede ser otra cosa que natural y creador, además desecha todo lo
conceptual-racional y se ocupa tan sólo de las realidades vitales de la
vida”, “El Zen no se puede entender por medio de los conceptos y por
lo tanto no se encuentra en los libros, el Zen es experiencia”; esto era
demasiado, no podía entenderlo ya que en mi lógica no había cabi-
da para aprender algo sino de manera racional. Después me enteré de
otro libro: La danza de los maestros de Wu Li, el cual me parecía una
explicación más “científica” que hacía referencia al Zen, aquí se pro-
ponía la libertad de pensamiento, creer en algo que está más allá del
pensamiento y que el aferrarse a nuestras propias ideas era limitarse
en el conocimiento de la realidad. El saber que todo lo que existe tiene
vida (incluso las rocas) y que sólo nos diferenciamos por un principio
temporal significaba para mí un principio para empezar a olvidar el
asunto de la soledad.
Con estas lecturas no me encontraba satisfecho, no obstante, me
abrían una nueva posibilidad de conocimiento. Así me enteré que una
persona que yo conocía sí había podido integrarse al curso de acupun-
tura, por lo que la busqué y le pedí que me enseñara lo que hacían
en esas clases, me enseño algunas cosas sobre la aplicación de agujas,
incluso me facilitó algunos libros que revisaban dentro del curso; sin
embargo, esta persona se veía desilusionada por el asunto de la acu-
puntura, me comentaba que en realidad eso no era lo que ella bus-
caba, que le parecía un asunto muy místico y que era mejor no per-
der el tiempo. Esto me hizo dudar sobre la acupuntura pero no podía
descartar las sensaciones que sentía cuando me ponía una aguja en
el punto E36 y la giraba, era doloroso, pero en ocasiones sentía un
pequeño hormigueo o a veces se me adormecía la pierna, estas sen-
saciones eran una prueba suficiente para darme cuenta de que la acu-

• 59 •
Zen, Acupuntura y Psicología

puntura movía o actuaba sobre algo en el cuerpo. Entonces intente


practicarlo por iniciativa propia en mí.
Después me enteré que el maestro iba a impartir un diplomado
en el que trabajaría sobre acupuntura y entre otros temas se practica-
ría Zen. Lo busqué para saber si podía integrarme, y me comentó que
sí, pero que era necesario prepararse antes, ya que las personas que
iban a integrar el grupo en su mayoría ya practicaban acupuntura y
por lo tanto se hablaría de temas más avanzados.
Tenía alrededor de dos o tres meses para prepararme más sobre
la acupuntura, nunca había puesto agujas a otra persona que no fuera
yo, y sin embargo, tenía que hacerlo. Convencí a algunos parientes
para aplicarles agujas, siempre les preguntaba qué sentían y lo com-
paraba con mi experiencia, casi siempre aplicaba las agujas con cierto
temor de lastimarlos o de provocarles algún problema; sin embargo,
me di cuenta de que a veces el aplicar una aguja me daba cierta seguri-
dad, o bien, algunas me causaban un ligero malestar, esos sentimien-
tos no eran superficiales ni se pueden confundir con una simple emo-
ción, era algo adentro. Fue así que poner atención a lo que sentía se
volvió como una norma para aplicarla o no. Nunca supe si esto estaba
bien, sin embargo, me daba seguridad el hacerlo de esta manera.
A la par de mis prácticas con las agujitas, me seguí cuestionando
sobre lo que era el Zen, hasta que dio inicio el diplomado; y fue precisa-
mente en la primera clase en la que el maestro nos enseñó una forma
de hacer Zen: sentarse con la columna recta, fijar la mirada un punto
más o menos a un metro de distancia, respirar muy suave y contar las
respiraciones del uno al diez y de regreso, no moverse en lo absoluto
hasta que se indique. El estar sentado durante media hora sin mover-
se, viendo un solo punto, con las manos dispuestas en una posición y
contando las respiraciones, era en realidad muy sencillo. No estaba de
acuerdo con una práctica tan fácil. Realmente no era justo haber man-
tenido una duda durante tanto tiempo y andarle buscando solución a
algo que resultaba tan simple.
No obstante esa práctica cambió de dimensión cuando el maestro
comentaba: “En el Zen el individuo tiene que saber vivir en la reali-
dad, aquí y ahora, el Zen tiene una meta, está encaminado a la bús-
queda del vacío, para hacer realmente Zen hay que articularlo en la
cotidianeidad de la vida”. Desde ese día integré al Zen dentro de mis

• 60 •
Capítulo I: El Zen

actividades, diario me daba un “sentón” de media hora, con lo cual yo


creía era suficiente para considerarme un practicante del Zen.
Después de cierto tiempo de práctica de lo que yo creía era el Zen,
otras palabras acabaron con dicho trabajo: “El Zen en realidad no es el
sentarse a contar respiraciones, sentarse de este modo es hacerse pen-
dejo, el Zen se practica diario en todas las actividades que se realizan,
es una actitud, es humildad que permite ver un poquito más allá”.
Si el Zen representaba una actitud de humildad, en realidad yo
no la tenía, ya que mi búsqueda del conocimiento de la acupuntura y
el Zen tenía como base el egoísmo aquel que había sido cuestionado
por el maestro cuando me decía que: “aún no estaba preparado”; esto
me hizo reflexionar más sobre mis actos, y sentir que la humildad no
se encuentra en el asunto conceptual, y tampoco en la forma material,
la humildad termina siendo un sentimiento que puede ser el móvil de
muchos actos, la humildad es sentir a todas las cosas que nos rodean
como iguales a uno mismo, como una manifestación más de lo natu-
ral, sin embargo, no podía “sentir” eso, así que bajo mi lógica un tanto
cristiana de humildad, intenté actitudes sencillas como la humildad,
el sonreírle a todos, y otras cosas que sinceramente me parecieron
ridículas. Me puse a pensar sobre qué actitudes de la vida me habían
parecido humildes, sólo me vino a la cabeza la idea del trabajo; aquel
trabajo que realizaba mi padre en la carpintería, el pico y la pala que
hacía mucho tiempo había olvidado por un libro y una carrera pro-
fesional: tal vez ahí estaba una solución, sin hacer Zen representaba
crearse una actitud de humildad y adaptarla a nuestra vida cotidiana,
entonces sólo se trataba de trabajar aquello que ya había olvidado para
entender un poco más sobre el Zen; aquí lo difícil, en un principio, fue
el encontrarme con comentarios como: “Si tienes una carrera profesio-
nal, por qué sigues trabajando carpintería”, “De nada te valió tantos
años de estudio si a fin de cuentas terminaste en lo mismo”, “¿Enton-
ces para qué sirve lo que estudiaste?”. Antes que desanimarme, esto
me hizo darme cuenta que cualquier trabajo significa un camino, pero
eso depende de nuestras intenciones y de nuestra elección.
Pero aún no estaba a gusto, sentía que el trabajo del diplomado y
la carpintería se encontraban desarticulados, así supuse que la mejor
manera de unirlos era dedicar el trabajo de uno para el desenvolvi-
miento del otro.

• 61 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Algo muy importante que hasta el momento no he mencionado,


es que mis experiencias (especialmente en lo que se refiere al diplo-
mado en sus inicios) las viví en gran medida al lado de un amigo que
estimo mucho; y fue precisamente con él con quien me propuse unir
los recuerdos con el aquí-ahora, el pico y la pala oxidados con las agu-
jitas, mi experiencia de trabajo con mis expectativas de vida; así que
nos decidimos a arreglar un pequeño cuarto para ofrecer nuestro tra-
bajo de acupuntura, el cual requería en exceso del trabajo de albañile-
ría. Al principio, nos pusimos a rascar una parte de aquel terreno, ya
que de ahí sacaríamos la arena que nos serviría para nuestros fines;
fue en el gran pedazo de tepetate donde comprendí y sentí que en rea-
lidad todas las cosas están vivas, y fue cuando mi amigo y yo enta-
blamos una relación con ese lugar, una especie de amistad; después
de algunos días de “rascar”, mi cuate se enfermó, por lo que no pudo
ayudarme, y no hubo afirmación más clara ante las palabras del maes-
tro: “El trabajo cura, la falta de trabajo enferma”. No supe si fue esto u
otros motivos los que hicieron que mi cuate desistiera sobre el asunto,
lo que a mí me confundió un poco, ya que incluso pensé que yo sólo
no iba a poder terminar el dichoso consultorio; sin embargo, yo que-
ría entender lo que era el Zen, y éste representaba también autosu-
ficiencia, así que seguí con los trabajadores de la “macuarrada”. Esta
labor realmente fue muy dolorosa, sin embargo, era un aprendizaje en
el que uno vivía en carne propia el dolor para poder llegar a entender
el dolor del otro.
Esto duró alrededor de cuatro meses, ya estaba el espacio, pero
aún faltaban las cosas necesarias para atender a un paciente: por lo
menos una cama y más agujas, así que sabiendo que es mejor dormir
en el piso y gracias a un poco de experiencia en la carpintería, acondi-
cioné mi cama para dar consulta.
Después le comenté a mi cuate que el espacio ya estaba listo, pero
él ya no quiso seguir en esto, incluso se retiró del diplomado; entonces
comencé a trabajar solo, lo único que hacía falta eran pacientes, por lo
que fui algunas tiendas cerca del lugar para hacerme propaganda, y
así fue como llegó el primer paciente. Además, durante el tiempo que
trabajé la albañilería en ese espacio, fueron comunes algunas conver-
saciones como: ¿Ya estás arreglando tu casa? No, pienso dar atención
con acupuntura y si alguna vez lo requiere aquí estamos a sus órdenes,

• 62 •
Capítulo I: El Zen

¿a poco tú sabes de esto? A la fecha aquellas personas son mis pacien-


tes y de vez en cuando preguntan sobre cómo realizar algún trabajo
de albañilería o carpintería.
Ahora me doy cuenta que antes de saber sobre la práctica del Zen,
ya lo conocía, aunque no podía verlo y después cuando pude ver qué
es, en realidad lo empecé a desconocer.
Y si me preguntaran “¿Qué es el Zen?”, incluso “¿Qué es la acu-
puntura?”, seguiría respondiendo “No lo sé”.

• 63 •
LO LÚDICO DE LA EPISTEMOLOGÍA
Patricia Chávez García

Al final de un día no sabemos qué era mejor,


si quedarnos en casa o no haber nacido en este tiempo.
Logro reírme de mis pensamientos, pienso en los que
no han querido aprender a pensar, me doy disculpas,
me pido perdón y me doy un coco por aprender a vivir
a mis ochenta y siete años.
Sergio López Ramos:
“De cómo no supimos vivir”

C
uando empecé a estudiar Psicología, tenía la cabeza llena de
sueños, fantasías, ilusiones y muy poca realidad. En la univer-
sidad me enseñaron técnicas, métodos y teorías que justifican
socialmente mi trabajo actual. Fui una alumna como muchas, mis
calificaciones no siempre eran excelentes, pero procuré aprender de
mis maestros más allá de lo que recibía en el aula. Gracias a las ense-
ñanzas de uno de ellos es que supe que los sueños son para soñarse,
las fantasías para fantasear y las ilusiones para alucinarse un rato. La
vida es otra cosa, es trabajo, aprendizaje, escucha y crecimiento con-
tinuo que sólo se alcanza viviendo. Esa primera sacudida me provocó
una confusión de ideas: se contraponía lo que había aprendido insti-
tucional y socialmente con lo que estaba viviendo en esos momentos.
Dudé de todo lo que pensaba, lo que sentía y de mis “convicciones”;
yo sabía que había algo más de lo que conocía y había hecho hasta el
momento, pero la gente que estaba a mi alrededor no lo veía así, es
como si estuviera caminado en sentido contrario, pero con la segu-
ridad de ir en la dirección correcta. Finalmente, entendí que era mi
decisión, que lo que tenía y sabía no era todo, que había algo más allá
que no alcanzaba a ver aún, pero tenía que esforzarme por alcanzar-

• 64 •
Capítulo I: El Zen

lo. Estaba tan entusiasmada y eufórica que quería que todos sintieran
lo mismo que yo; traté de que la gente que quería compartiera y par-
ticipara de esto conmigo… Me dolió cuando además de rechazarme
me criticaron por mis “ideas raras”; ¿por qué no podía ser como todas
las chavas de mi edad? Lo más irónico es que era precisamente como
todas y no quería serlo. Al verme “desubicada” me ofrecieron opcio-
nes; podía por ejemplo, estudiar “en serio” en una universidad parti-
cular, donde pudiera ver y desarrollar todo el potencial que tenía ocul-
to en alguna parte. Mi vida estaba ya planeada: el prestigio, calidad y
“buen nombre” me lo daría un grupo de “niños bien” y de sacerdotes
millonarios haciendo gala de sus votos de pobreza. Después el mundo
sería mío, trabajando en un lugar donde no pensara, pero sí produ-
jera dinero, el objetivo era hacerse rico; poner un lujoso consultorio
en cualquier zona residencial, donde lo más exclusivo de la sociedad
vomitara sus problemas y pagara por ser escuchada, de 10 a 2 y de 4 a
7. El control, reconocimiento y poderío siempre son seductores, pero
no siempre convincentes. Sabía que esto era pasajero, que no me deja-
ría satisfacciones, por lo que decidí dejar a un lado todas las opiniones
de amigos bien intencionados y familiares que sólo querían lo mejor
para mí, porque lo que yo quería era otra cosa, nada que ver con sus
deseos. Recuperé aquella búsqueda pero aún sin dirección.
Cuando concluí la enseñanza académica, la universidad me ofre-
ció la oportunidad de hacer el servicio social en un hospital donde la
situación no era controlada por ella, soltándonos la mano un poco más
que de costumbre. Ahí los pacientes y sus problemas eran reales, no
había ninguna “preparación del caso”, ni oportunidad de repetir la
exposición del Modelo Secuencial Integrativo. Aprendí que los pacien-
tes no pueden ajustarse a ningún modelo ni teoría, que son mucho
más complejos que una cadena de conductas. No son solamente lo que
hacen o lo que dicen, esto es más bien el resultado de una serie de fac-
tores que se descubren analizando su historia personal. Con ellos me
sentía feliz, a gusto con lo que hacía, me gustaba trabajar con la gente;
pero la “cura” no duraba mucho tiempo. Es como si sólo tuviera aspi-
rinas para dolores de cabeza, todos sufrían de lo mismo, pero cada
situación era diferente. Mi aspirina duraba más en algunos casos, pero
invariablemente terminaba su efecto. Había algo que no estaba hacien-
do bien, algún error debía cometer; eso me provocaba una preocupa-

• 65 •
Zen, Acupuntura y Psicología

ción constante, quería solucionar de forma inmediata todas las situa-


ciones. Esto es parte de una soberbia que aún es parte de mí, y con la
cual estoy aprendiendo a vivir. Estaba en un laberinto en el que había
entrado por mi gusto y del que no encontraba como salir. Supe enton-
ces cuál era la dirección que debía seguir aquella búsqueda: necesitaba
una conexión entre lo que aprendía en las aulas, lo que enfrentaba con
cada paciente y mi crecimiento personal; debía ir más allá de una tera-
pia de 50 minutos una o dos veces por semana. Muchas veces tuve el
deseo de transformarme de alguna manera, “meterme” en sus cabeci-
tas y lograr el cambio que hacía falta. No era que la técnica no funcio-
nara, ¡claro que funciona!, pero no era suficiente. Un paciente es único,
no sólo es mente o conducta, es un cuerpo con necesidades, dolores,
carencias, excesos, debilidades, hábitos y enfermedades que son indi-
viduales y que determinan el estado en que se encuentra; pero desgra-
ciadamente este es un campo que desconoce el psicólogo y al cual ins-
titucionalmente no se le permite influencia alguna. Nada tenía que ver
todo esto con la voluntad del paciente de superarse, pues sabía situa-
ciones que yo no contemplaba y no podía ni sabía cómo controlar. Por
ejemplo, no podía enseñarle a un niño con parálisis cerebral espástica
a leer o a manejar una computadora si él ni si quiera podía sostenerse
en su silla por la debilidad de sus miembros. Tampoco podía exigirle a
una señora con toda una cultura y serie de creencias sobre seres espi-
rituales y posesiones, que todo lo que sentía estaba sólo en su cabe-
za. Aunque quisiera y me esforzara mucho no daba resultado duradero
el trabajar sobre la ira incontrolable de una persona si no entraba en
su vida y lo entendía realmente, dejando de verlo desde mi postura,
desde la gran omnipotencia de que podía solucionarlo con mi técni-
ca. Ahí aprendí también que el control, reconocimiento y poderío no
servía en el trabajo cotidiano. ¿Qué hacía con ellos una mujer frecuen-
temente golpeada? ¿De qué le servía a un niño con un profundo aban-
dono de sus padres? ¿Para qué los quería una joven madre adicta a las
drogas con varios intentos de suicidio? ¿En qué ayudaba a un hombre
ya anciano que trataba de sobreponerse a la muerte de la compañe-
ra de su vida? Esa no era la herramienta que necesitaba para trabajar,
debía ver a los pacientes desde otra perspectiva más real y cotidiana.
Otro elemento importante en este crecimiento fue la convivencia con
otros profesionales (médicos, enfermeras, trabajadores sociales) en

• 66 •
Capítulo I: El Zen

una situación en la que se supone todos trabajan por la salud y bienes-


tar del paciente. Gracias a algunos de ellos supe cuál era el resultado
de trabajar para sí mismo, preocupado por controlar a los que según el
organigrama se encuentran debajo, trabajando no para quien lo nece-
sita, sino para quien puede reconocerlo y aplaudirlo; la mayoría no tra-
baja porque puede, sino para obtener poder. Aprendí que el aferrarse
a un grupo de ideas sólo porque son las que todo mundo maneja trae
consigo la inflexibilidad y cerrazón que impide más adelante cualquier
tipo de acercamiento a un conocimiento diferente.
Como muchas personas caí en la tonta y soberbia idea de sentir-
me sola e incomprendida, pensando que era la única con este tipo de
confusiones. Afortunadamente para mí, aquel maestro del que apren-
dí de los sueños, fantasías e ilusiones me hizo ver que estaba per-
diendo el tiempo si lo que realmente quería era aprender; me ense-
ñó que no había formula o recetario, los conocimientos no estaban en
una caja fuerte y custodiados, ni eran accesibles sólo a unos cuantos.
El conocimiento siempre está ahí para todos, lo único que debemos
hacer es extender la mano y aprehenderlo, hacerlo nuestro. Recono-
cí lo poco que sabía de la gente con la que trabajaba y de mí misma,
necesitaba un proceso no sólo de construcción profesional sino perso-
nal. Cuando supe que obviamente no era la única con estas necesida-
des y conocí gente que tenía las mismas inquietudes que yo, busqué la
forma de seguir en ese aprendizaje, totalmente diferente a lo que me
había dado la universidad, y aunque no era institucionalizado ni reco-
nocido oficialmente, era lo que yo necesitaba.
Al empezar ese aprendizaje dentro del diplomado, una vez más la
gente cercana a mí pensó que estaba perdiendo el tiempo, que había
mejores opciones y que podía invertir el dinero de forma más produc-
tiva. Entonces ya ni siquiera intenté explicarles ni convencer a nadie
de nada, no tenía por qué ni para qué hacerlo. Todos tenemos un cre-
cimiento que no es igual en todos, es un proceso individual. Cada uno
tiene un nivel de desarrollo distinto, algunos tenemos la inquietud de
hacer y aprender algo más en el área de la salud, y a otros tal vez no
les importe. Hay cosas que ahora, a casi dos años después de que inicié
este proceso, apenas estoy entendiendo, otras que estoy aprendiendo
y muchas otras que me falta conocer y trabajar sobre ellas. Así cada
uno tiene su ritmo, y el hecho de que no lo entienda o no vaya con mi

• 67 •
Zen, Acupuntura y Psicología

forma de ver las cosas no significa que tenga que convencerlo de pen-
sar como yo. Por eso simplemente no explique ni convencí, solamente
hice lo que quería y tenía que hacer. Igual entendía que había muchas
cosas que el grupo ya manejaba y yo apenas conocía; acepté y asumí
mis lagunas, disponiéndome a aprender no sólo de los expositores
sino también de mis compañeros, de quienes aprendí mucho más de
mí misma. Aunque el nivel de crecimiento era diferente en todos, el
grupo tenía un objetivo en común y una actitud: el compartir.
El primer paso para este cambio fue el empezar a abrirse a nue-
vas formas de conocimiento diferentes a las que estamos acostumbra-
dos, más allá de lo convencional. Entender que un paciente es más que
la suma de partes, no solo huesos, tejidos o músculos, crecimiento,
estado educativo o traumático, alimentación, nivel patológico o fun-
cional. Lo primero es pensar en qué es lo que queremos hacer con ese
cuerpo, pensamos en él como un libro porque es en realidad un docu-
mento, un documento vivo. Su lectura debe ir más allá de lo que se
ve, pues cada uno tiene un tiempo distinto al nuestro; se debe hacer
una observación más profunda que nos permita llegar a un plano más
hondo. La unidad del cuerpo no es como nos enseña la medicina tra-
dicional, una fragmentación del cuerpo donde hay una especialidad
para cada parte, pensando en el todo como una complicada máquina
a la que a veces le falla algo. La división provoca la pérdida de la causa
real de la enfermedad promoviendo que cada especialista busque su
propia causa a nivel orgánico, olvidando otras posibilidades; como
son la vida laboral, familiar, afectiva y emocional, donde la construc-
ción del cuerpo empieza en la mente, de ahí que la gran mayoría de las
enfermedades tengan un origen psicosomático. ¿Por dónde empezar
entonces a abordar ese todo que es el cuerpo? ¿Qué es aquello en lo
que podemos trabajar? Entendí a través de mi propio cuerpo que en
él se encuentran corrientes de energía presentes desde el nacimien-
to, que si no se nutren y ejercitan se debilitan o deterioran. Un cuerpo
con energía se compone de una vida emocional, sexual, con proyectos,
alimentación y un descanso adecuados.
Comprendí que lo que quería era convertirme en un curador,
entendido no como psicólogo, médico o curandero, sino con otra carac-
terística más integral. La construcción de un curador implica una
empatía, una serie de contactos visuales y físicos esenciales para afian-

• 68 •
Capítulo I: El Zen

zarse en el crecimiento. Éste es el principio para llagar más tarde a un


tipo distinto de lenguaje: energético, espiritual, lleno de ideas y con-
ceptos del proceso vida-muerte. Lo principal creo yo, es que el curador
en potencia se sienta a gusto consigo mismo, sin caer en el juego de la
relación de poder, pero sí ejercitar ese poder. Es necesario romper con
discursos y concepciones tradicionalmente aprendidas, de lo contra-
rio sólo se replantean situaciones con la aplicación de técnicas usadas
en otros tiempos. Las técnicas (como la acupuntura, masaje, tinturas,
microdosis, herbolaria, radiestesia, astrología, bioenergética, flores de
Bach, alimentación, medicamentos, meditación, psicología) son parte
de ese conocimiento que es accesible para todos, pero en un momento
específico hay que trabajar para que ese momento llegue. No podemos
seguir con los que nos han enseñado, hasta ahora, con una mentali-
dad conformista; la condición humana no debe ser de adaptación sino
de subversión, luchar por un cambio, ayudar a quien lo necesite en el
lugar en donde estemos, al mismo tiempo que aprendemos y hacemos
nuestro el conocimiento que nos da el otro.
Sin embargo, este aprendizaje no es tan sencillo como parece; no
se aprende en un salón y con un horario estricto, no hay maestro que
te exija hacer tareas o estudiar; la vida misma es la que te lo premia o
te lo reprocha. Creo que para aprender tenemos dos opciones, aunque
la mayoría sólo conocemos una, en la que no nos preocupamos —ni
ocupamos, que es lo peor— por nada, sólo por estar. Encerrados en
nosotros mismos estamos sordos, ciegos e irresponsables, culpando a
papás, maestros, compañeros de escuela o trabajo, amigos, familia, a
los hombres, a las mujeres, a Dios y al que se deje de todo lo que nos
ocurre. Esta actitud “borrega” y haragana nos lleva a no reconocer en
dónde estamos y a dónde queremos llegar. Tenemos la cabeza llena de
profundas evaluaciones psicológicas de los test de la revista ERES y de
los sesudos consejos de Carlos Cuauhtémoc; observando y tomando
notas de las nuevas tendencias de la moda y cuidando que ese nuevo
barro que nos salió quede completamente disimulado. Escuchando
canciones poéticas y profundas cantadas por un tipo (o tipa) que nos
hace creer que sufre, goza, siente y vive como nosotros… Seguro que
sí, vive en la misma estupidez. Perdón, me había prometido no utilizar
este tipo de palabras, aunque no son ofensivas creo yo, sino descrip-
tivas: la estupidez es una torpeza, falta de inteligencia, una necedad.

• 69 •
Zen, Acupuntura y Psicología

¡En fin! El caso es que toda esta historia de consumo y conformismo


nos bloquea, muchas veces impide que reconozcamos o simplemente
recordemos qué es lo que queremos hacer. Por eso no sabemos o real-
mente no queremos escuchar, observar y analizar lo que vivimos y lo
que hayan vivido otros. Podemos aprender con (y no de) la experien-
cia de esos maestros que siempre se cruzan por nuestras vidas. Esta
es la forma fácil (aunque en realidad es la más difícil) de aprender,
poco a poco, con la disposición, apertura y dejando de lado prejuicios y
euforia, ansiedad, desesperación y soberbia. Todos en algún momen-
to hemos recibido el buen consejo de alguien “bien intencionado” que
nos indica el camino que debemos seguir para tener éxito, ser feli-
ces, hacernos ricos, o conquistar aquella persona que provoca nues-
tros suspiros… Estos consejos en especial no sirve de mucho, pero hay
otros que son sin ninguna intención, sin querernos invitar ni sugerir
nada, y lo que es mejor, ni siquiera son consejos. Vienen casi siem-
pre de los maestros y de ciertas circunstancias que vivimos cotidia-
namente, y que sólo nos invitan a reflexionar sobre lo que hacemos y
cómo podríamos hacerlo mejor o cómo ciertas formas de vida limitan
nuestro crecimiento. A ellos no les beneficia el que les hagamos caso o
no, simplemente cumplen con hacernos ver lo que a través de su expe-
riencia, y la perspectiva que esto les da, pueden prever. Aquí es jus-
tamente donde está lo difícil de lo fácil, en escuchar esa experiencia,
hacerla nuestra y llevarla a la vida cotidiana.
¡Ah! (léase con un suspiro), pero la maravillosa libertad de elec-
ción nos permite mandar todo esto al demonio y seguir oyendo
berrear a los cantantes de moda haciendo como que no entendimos
lo que quisieron decir o de plano creemos que no tienen razón… Lo
increíble es que la vida tiene memoria, así como nos cobra nuestros
errores, también nos enseña lo que debemos aprender. ¿No quisimos,
pudimos o supimos escuchar tiempo atrás? Bueno, pues ahora la vida
es la que te pone frente a frente con tus defectos, errores, carencias o
excesos y te obliga a hacerte cargo de ellos. Para ser más claros debo
hablar un poco de cómo conocí mi propia soberbia. Has de disculpar
hipotético lector que hable sólo de mí, pero soy la persona más cerca a
mí y la que mejor conozco.
Hace cada vez más tiempo que mi maestro —aquel que tiene apa-
riciones estratégicas— me dijo entre otras cosas, que estaba bien todo

• 70 •
Capítulo I: El Zen

lo que estaba aprendiendo y que tenía mucho por qué y con qué tra-
bajar, pero que debía poner más atención en ciertas circunstancias de
mi vida personal para poder llegar a más gente, mejorar mi trabajo y
abrirme a nuevas formas de conocimiento. Me habló de la soberbia y
cómo limita el desarrollo; obviamente me defendí y en seguida pensé:
“¿Soberbia yo?, pero si soy buena onda, no me creo la gran cosa, me
gusta compartir, platicar con toda la gente y aprender de todos”. Me
habló también de apertura, de abrirme para poder entender mejor a
los otros y aprovechar al máximo mis capacidades. Realmente no le
entendí, dije que sí, no sé por qué, pero no sabía qué era exactamen-
te lo que debía hacer. El tiempo (amigo inflexible y eterno) pasó y yo
seguí igual, hasta me olvidé un poco de aquello de la soberbia. Pero
tenía que aprender, y si no pude, supe o quise “por las buenas” la vida
se encargó que de cualquier forma lo entendiera. Cuando no quieres
escuchar ni aprender, despacito junto a los otros, la vida te enseña de
una manera que no la vas a olvidar: con dolor. A base de golpecitos y
descalabradas entendí mi propia soberbia, fueron situaciones cotidia-
nas con amigos, familia, con los mismos pacientes en el trabajo coti-
diano. No entendía que la soberbia no es sólo andar por el mundo con
la nariz respingada y la nalga parada viendo a los demás por encima
del hombro, es también hacer como que nos sentimos menos para que
los demás nos levanten y palmeen la espalda; es el querer la perfección
absoluta en un trabajo en el que lo más importante es el otro que está
frente a mí y no el reconocimiento a mi “excelencia”; es el sentirme
especial y creer que merezco más que los demás; es el pensar que por
saber un par de cosas podía decidir, planear y armar las vidas ajenas…
Cuando me enfrenté a todo esto sentí miedo, tanto que aún ahora
me cuesta trabajo escribirlo. Es el miedo a lo que no conocemos, a lo
diferente, a lo que no estamos acostumbrados a pensar. El pensar no es
tan fácil como parece, implica un compromiso no solo con la gente con
que se trabaja, sino con nosotros mismos. Enfrentamiento con nues-
tros miedos, inseguridades, temores, pasiones, conflictos sin resolver,
emociones no expresadas. No podemos ni debemos ubicarnos en la
omnipotencia, en creernos Dios, haciendo de lado lo que pasa dentro
de nosotros dedicándonos a resolver vidas ajenas; cada uno vivimos
situaciones reales que nos afectan y que debemos manejar. Hay que
hacer a un lado la soberbia y recordar que no estamos solos ni somos

• 71 •
Zen, Acupuntura y Psicología

únicos, la mayoría de las veces nuestros problemas son muy comunes


pero con una solución individual. La solución creo yo, está en traba-
jar haciendo uso de nuestras emociones, voluntad y razón; y confor-
me vamos creciendo las emociones deben transformarse en amor, la
voluntad en gracia y la razón en sabiduría.
Pero con puras ganas, no basta; también entendí que es necesa-
rio alcanzar una disciplina, tener una meta, un punto al cual se desea
llegar, para lo cual debemos encontrar un camino. Hay muchos, pero
cada quien descubre o mejor dicho construye el suyo a su tiempo,
debemos primero eliminar la impaciencia y la ansiedad, tener calma
en la cabeza para poder crecer y desarrollarnos. Debemos dar a cono-
cer como primer paso, el trabajo que se hace en otros lugares, aceptar
que el conocimiento simplemente se encuentra ahí, y que no hacen
falta años de preparación y estudio para poder vivir; se vive preci-
samente viviendo. Cada uno tenemos un espacio y un tiempo para
aprender, no quiero convencer a nadie de nada, ni sugerir, ni aconse-
jar; sólo creo importante que nos detengamos un momento a analizar
en dónde estamos, a dónde queremos llegar y si el camino que segui-
mos es el adecuado. Tampoco se trata de crear una angustia mental,
ni de la pregunta de los 64 mil: “¿Quién soy, de dónde vengo y a dónde
voy?” No, aunque siempre va a ver dudas, preguntas que quisiéramos
fueran respondidas ya, estoy convencida que primero tenemos que
vivir, construir y hacer cosas para poder plantear dudas concretas,
dejando de preguntar sin dirección.
Cada uno tiene un ritmo de crecimiento diferente, y un tiempo
para cada cosa, hasta para la pereza y la masturbación mental, pero
debemos establecer prioridades y hacer lo que en realidad queremos
hacer (que no es lo mismo que hacer lo que se nos da la gana, ¿eh?) pre-
parándonos para trabajar y construir trabajando y construyendo pre-
cisamente, con un interés y ocupación (no preocupación) por nosotros
mismos y por los otros, entendiéndonos como seres orgánicos, psico-
lógicos y emocionales. No es mi intención dar sermones ni consejitos,
sino el dar a conocer que hay otras opciones, siempre hay más de lo
que conocemos, sólo tenemos que extender la mano y elegir, escribir
hoy una nueva historia, eliminando tabúes y descubriendo lo diverti-
do del conocimiento. Creo que esto es sólo el principio de un cambio
del que todos somos responsables y del que debemos participar.

• 72 •
EL ZEN Y LAS PASIONES
Guillermo Montaño

La cura significa siempre: ¡Vamos! ¡Salte!


William S. Burroughs:
“Almuerzo desnudo”

E
ste trabajo tratará acerca de las pasiones humanas como un las-
tre que impide crecer a la gente y que hace que viva su vida sin
ganas, sin afán de lucha, o dicho en palabras del doctor Alex-
ander Lowen “con miedo a la vida”. A menudo todos nos engañamos
pretendiendo que todo está bien, que llevamos una vida productiva,
que estamos en armonía con la vida, etc.; pero de pronto nos damos
cuenta que en la mayoría de los casos no es así. Me refiero a la pasión
como sinónimo de adicción a cualquier cosa: al sexo, a las drogas, al
alcohol, a la comida, al fútbol, a un grupo de amigos, al dinero, al tra-
bajo, a dormir, a la T.V., etc., son innumerables. ¿Quién no ha vivido
una pasión? Es curioso que la sociedad occidental condene de manera
tan especial el empleo de las drogas, y no diga nada —y por lo tanto,
aprueba— acerca de otros vicios tan palpables e igualmente dañinos
como la comida en exceso o el sexo a todas horas o a la televisión. No
se dan cuenta o se hacen tontos, que tanto vicio es una cosa como
la otra y que ambos provocan daño orgánico y psicológico. Por ejem-
plo, una persona que engorde con desmesura está propensa a morir en
cualquier momento de un paro cardíaco o cualquier otra enfermedad
provocada por el exceso de grasa. Las cosas nos gustan y nos apasio-
namos tanto por ellas que el mundo se cierra y se reduce a una pasión
solamente y pasamos a ser esclavos de un modo de vida con atadu-

• 73 •
Zen, Acupuntura y Psicología

ras invisibles pero que están ahí definitivamente. Y esa es una de las
expresiones de decadencia del mundo en que vivimos. La solución,
por supuesto, siempre está ahí a la mano, ya que no nacimos con la
pasión, nos la creamos, y por lo tanto, la podemos dejar para crecer
como personas. Para ilustrar lo dicho expondré algo que me sucedió a
mí y que me tuvo entrampado algunos años sin poder hacer nada pro-
ductivo.
Terminé la carrera de licenciado en psicología hace más o menos
dos años y llevo todo ese tiempo sin titularme y sin casi poder hacer
algo más en cuanto a mi desarrollo profesional. Vivía sin tomar un
gusto real por la vida y viviendo sólo por inercia. Y la razón de esto
es que estaba atrapado en una pasión amorosa. La realidad es que
quería a dos mujeres a la vez y me metí en algo así como una trampa
que yo solo había construido con base a la seducción del placer y de
la cual no podía salir con facilidad. Creo que estuve a punto de vol-
verme loco y no vacilo en decir que la estúpida idea del suicidio cruzó
por mi mente. Pero ¿por qué irme así como un cobarde? Sabía que si
me suicidaba no iba poder quedarme a ver un poco más de la vida. Es
tan corta la vida y precipitarla de esta manera me parecía absurdo. Ni
siquiera podía dormir bien y me despertaba en las madrugadas preo-
cupado y confuso, con la respiración acelerada como si hubiera esta-
do corriendo durante el sueño. Muchas veces en esos momentos me
venía a la mente la frase de Arthur Rimbaud en boca de una mujer que
ama con locura a su esposo, aunque éste es cruel y le maltrata como
esclava. Dice la pobre mujer: “La verdadera vida está ausente”. Y ese
era mi caso, la vida real estaba ausente. No me diferenciaba mucho de
un “zombie” y era esclavo de esta pasión. Cuando pensaba, en algún
momento de lucidez, darle solución al asunto terminado con alguna
de las dos, entonces entraba esa enfermedad que tanto corroe al hom-
bre y que conocemos como pensamiento y se mezclaba con otra enfer-
medad muy común en occidente y que conocemos como posesión, que
tiene de santo patrono algo llamado ego. ¿Por qué nos queremos apo-
derar de la gente o de las cosas como si siempre hubieran sido nues-
tras? ¿Por qué no las disfrutamos mientras las tenemos y las dejamos
cuando se tiene que ir? La sociedad no me ayudaba mucho, al contra-
rio: bombardeo sexual por todos lados, adulterio en donde sea, los clá-
sicos chismes que todos conocemos en nuestras casas, en los trabajos,

• 74 •
Capítulo I: El Zen

en las escuelas acerca de miles y miles de casos de engaños, traiciones


y farsas con la pareja.
En mi familia, mi bisabuelo, mi abuelo y mi padre fueron adúlte-
ros. Este último también alcohólico y fumador empedernido que ter-
minó sus días en un cuarto de hospital conectado a un tanque de oxí-
geno. Entre amigos da prestigio andar de “cabrón” como se le dice al
hombre que tiene más de una mujer. Pedro Infante y Jorge Negrete en
las películas siempre enamorando a más de una mujer a la vez.
La posesión es algo normal en nuestra sociedad y va desde el
dinero, las bienes raíces, las cosas, hasta el amor. Las canciones popu-
lares están llenas de esto. Casi todas las de amor dicen: “Tú eres mía
y yo soy tu dueño”. Esta frase que al principio parece inofensiva y nor-
mal puede en realidad ser muy peligrosa y provocar incluso la fatali-
dad que se puede expresar en un crimen pasional. Como yo no quería
formar parte de un encabezado de la nota roja, y me encontraba en
el último tramo de la línea de la desesperación, decidí buscar ayuda.
Acudí a consultar a una persona de toda mi confianza y que además
estaba enterada del asunto. Cuando le expuse el motivo de mi visi-
ta me dijo que simplificáramos las cosas, y que él sabía que yo que-
ría a las dos chicas, pero que me tenía que hacer a la idea de que no
podía estar con ambas. Insistió mucho en que esto era más que nada
un asunto pasional y que me conduje más con el deseo que con el cora-
zón y que llegó a gustarme tanto esto que no lo quería dejar por el
temor a perder alguna de las dos. Me dijo también que situaciones tan
ambiguas como éstas son peligrosas porque se puede perder el cami-
no durante años y estar atrapado en algo sin fin y sobre todo muy des-
gastante para todos. Dijo que le debía dar una solución de tal mane-
ra que les hiciera el menor daño posible y me sugirió tomar distancia
entre las dos para poder tomar una determinación, ya que estando
con ellas era casi imposible que pudiera pensar claro, y en consecuen-
cia, tomar una decisión. También me dijo que de este asunto los tres
teníamos que aprender, es decir, que debíamos tomar esto como una
enseñanza que la vida nos estaba dando y que la debíamos identificar
y aprovechar. Y lo que hice fue tomar distancia de ambas para poder
estar tranquilo y pensar claro. El tiempo que comencé a vivir después
de esto fue muy difícil para mí, ya que me sentía desamparado y me
entró un sentimiento de abandono y veía la vida gris y estaba lleno de

• 75 •
Zen, Acupuntura y Psicología

ansiedad, de modo que acudí a ver a esta persona de nuevo. Esta vez
me dijo que yo cometía un error si buscaba la respuesta afanosamente
porque así nunca iba a llegar y que la respuesta también la podía dar
una de ellas, y me sugirió que debía trabajar en mis asuntos como en
mi tesis para seguir adelante y no estar ansioso. Finalmente, algunos
meses después decidí estar con una de las dos y despedirme de la otra,
tras lo cual me empecé a sentir realmente bien y sin presiones.
Ahora que ya expuso a grandes rasgos el caso, voy a hablar acerca
de la solución del dilema y cómo llegué a ella. Debo decir, ante todo,
que no fue algo razonado. En verdad ni yo sé cómo fue, sólo sé que
llegó a mí de repente y entonces supe lo que tenía que hacer y lo hice.
Fue el camino que a mí me gustó tomar y no lo pensé mucho. Sé que lo
que yo quería era empezar a vivir realmente, porque durante el tiem-
po que estuve atrapado en esto, creo que no lo estaba haciendo. Sim-
plemente me pregunté qué era lo que quería hacer con mi vida, y supe
que no la quería vivir muriendo frustrado y con amargura. También
supe que la solución está en uno y no afuera y que se pueden hacer
realmente las cosas si uno quiere, sólo hay que atreverse y hacerlo.
¿Hay que esperar a que suceda alguna desgracia para quitarnos algún
vicio de encima? Yo creo que no, que se puede hacer a tiempo. A tiem-
po para gozar la vida y empezar a vivir y ser uno mismo el regidor de
nuestra propia vida y no estar a merced de las pasiones, ya que a noso-
tros nos tocó esta vida y este cuerpo y somo los únicos encargados
de sacarlo adelante y ver por nosotros mismos, para realmente poder
vivir bien. Antes de ver por los demás primero hay que ver por uno
mismo, sólo así podremos ver por los otros y ayudarlos en algo. Ahora
veo las cosas más claras y sé lo que tengo que hacer y quiero hacerlo
bien. Espero que esto le pueda servir a alguien que esté viviendo algo
similar y recordarle que depender de algo no es vivir realmente. Tal
vez yo tampoco sepa lo que es vivir realmente, pero sí sé que me sien-
to mucho mejor que antes.

• 76 •
Y AL FINAL APENAS COMENZAMOS
Alfonso Sánchez González

R
epaso, reconstruyo, suspiro, anhelo, pienso, creo, revivo… algo
me ha sucedido, aunque aún no alcanzo a percibir qué es aque-
llo. Luego de haber buscado poner orden en las experiencias
adquiridas durante casi un año y medio de trabajo, de ir y venir sobre
mi persona, puedo llegar a una conclusión: mi vida ha dado un giro
bastante pronunciado, ya no volveré a ser el mismo. No me cambió
la cara ni el apellido, ni siquiera creo haber cambiado en algo, como
dijo alguien en cierta ocasión: “Soy otro, pero soy el mismo”. Más bien
tengo a la mitad de mi cuerpo un agujero abierto. Se cuelan por él
nuevas sensaciones, alegrías y tristezas.
Hasta mi oído llegan ahora voces desconocidas que se aproxi-
man y guían mis pasos por nuevas sendas, de mi interior comienza
a manar luz, risa, llanto y en tropel los recuerdos surcan mi mente.
Por mis ojos desfilan imágenes refulgentes: vistosos atardeceres, cie-
los límpidos, hojas secas, tierra húmeda… tanto tiempo mirándolas
sin haberlas podido retener.
Me contemplo pisando mi sombra, viajando en el tiempo y
bebiendo las lágrimas del pasado, reflejando mi ser en el espejo de
obsidiana al que nada podemos esconder. A partir de siempre es nece-
sario ensanchar el orificio por donde miramos y entendemos la vida,
aceptar que las cosas no son permanentes como nos hicieron creer
para sujetarnos de la mente y el espíritu.
Con movimientos lentos atrapo lo invisible, lo llevo hasta un
punto y lo guardo para mí, una línea une al cielo y el existir. La forma
de aproximarnos es ya conocida y es el fluir; hace un tiempo lancé mis
ideas por adelante, comienzan ya a regresar convertidas en logros y
hechos, ahora empiezo a entender.

• 77 •
Zen, Acupuntura y Psicología

El camino ya no tiene regreso y no me arrepiento de haberlo ele-


gido, espero pronto poder precipitarme al vacío, soltar las amarras
y levar anclas hacia un puerto desconocido. El miedo es el enemigo
a vencer en el largo y sinuoso camino de encontrarme a mí mismo,
tarea por demás complicada; mira que andar en pos de algo sin saber
de qué se trata.
Los recursos que se me proporcionaron son elementales: cuidar
del cuerpo (mío y de los demás), alimentarse bien, practicar la discipli-
na del hombre sentado y buscar dar y darme a los demás para lograr
el objetivo. Lejos de fanatismos, sectas o grupos de elegidos, quienes
participamos en el diplomado compartimos un solo propósito que es
no desandar el camino.
No pido honores ni premios académicos, mi más sincero deseo es
poder hacer mejor las cosas cada día, sin otra meta que la propia satis-
facción personal y la mejoría de los pacientes. Pues quienes hemos
vivido la posibilidad de mejorar la calidad de vida y atención de la
gente comprendemos que eso no tiene precio y por lo tanto tampoco
pago alguno.
No hay metas, trofeos o triunfos, tampoco aplausos, ni bonos adi-
cionales, o promesas de un pedazo de cielo. Sólo existe una verdadera
convicción y un compromiso para con uno mismo, sin más que eso.
Durmiendo, soñando, trabajando, dando la posibilidad a los
demás de crecer y creciendo con ellos parece ser hasta ahora la mejor
manera de vivir cada día con mayor intensidad, disfrutando de todo.
Compartir las experiencias propias y ajenas en un espacio pen-
sado para ello es sin más el mejor de los logros del diplomado, contar
con las diversas técnicas y recursos de un panorama bastante enri-
quecedor y proporciona elementos para una formación más completa
del profesional de la salud que habrá de ocupar los espacios que estos
tiempos requieren cada vez con mayor urgencia.
Para poder valorar al otro en su justa dimensión como ser huma-
no, hemos tenido que comenzar por valorarnos a nosotros mismos,
vaya pues mi mejor deseo por ser cada día mejores.

• 78 •
COMPARTIENDO MI VIVIR
Alfonso Sánchez González

Para Elizabeth

Aquí de nuevo tú y yo,


como desde el principio,
viajando por el infinito
fuego, tierra, agua y viento.

Del fuego nace la vida,


el fuego habremos de cultivar,
que no se extinga la brasa,
compárteme el aliento para vivir.

Me encuentro junto a ti
sosteniendo el universo,
ahora no somos nada
apenas un sueño sin tiempo.

Sueño fértil donde planto mis anhelos,


tierra ignota, virgen luminosa.
Con cantos te pido
el sustento para el hombre nuevo.

Navegante sin rumbo


en las aguas del tiempo,
préstame tu brújula
para encontrar mi sendero.

• 79 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Bajo una lluvia pertinaz


oculto mi rostro
sumergido en esas aguas
distingo mi cuerpo.

Nuestros cuerpos, nuestras almas


rondando más allá del sol,
viajando por el cosmos
renuevan su existir.

Un soplo y mis murallas caen,


tu fuerza viento del norte
precipitan mi ser al vacío,
volvemos a formar el punto de equilibrio.

Eres para mí el punto de partida,


viento, agua, tierra y fuego.
La puerta de entrada al rumbo del vacío,
ahora me encuentro al principio del camino.

• 80 •
DESDE BARCELONA, ESPAÑA
(Carta para Adriana y Sergio)
Luis Miguel Bascones

Queridos Adriana y Sergio:

E
spero que os encontréis muy bien y vuestra actividad discu-
rriendo por buen camino. Disculpad que no me haya comuni-
cado antes con vosotros. Es que me surgió un imprevisto en la
vida. Recordáis que el veranos pasado fui a Guatemala con mi novia
para acompañarla en los trabajos de su tesis. Pues bien, tomamos un
camión “guajolotero” que volcó, iba sin frenos, en un puerto de monta-
ña cuando viajábamos hacia un pueblo llamado Rabinal, en el depar-
tamento de Salamá. Cristina resultó contusionada, a mí me tocó el
accidente más grave entre los pasajeros: me fracturé las vértebras cer-
vicales tercera y cuarta. Tras un traslado, en el que me mantuve cons-
ciente, al hospital local de Salamá, un helicóptero que llamó la emba-
jada nos llevó a un hospital de una fundación española en la capital.
Esa misma noche me operaron, primero para descomprimir la médu-
la; luego otra operación con un implante de mi cresta ilíaca para la
fijación ósea de las vértebras dañadas. Permanecí en la UCI del hos-
pital dos meses y medio, hasta que estuve en condiciones de ser repa-
triado, con la ayuda del Ministerio de Asuntos Exteriores. El proceso
en esta Unidad de Cuidados Intensivos fue muy duro, y en más de una
ocasión estuve con un pie al otro lado. En resumen, dependía de un
ventilador de respiración asistida a través de una traqueotomía, “me
inflaron” de todo tipo de medicamentos, sueros, etc.
Al llegar a España ingresé, el 12 de octubre, en el Hospital Nacio-
nal de Parapléjicos, en Toledo. Ya al poco de llegar pude salir al respira-
dor, aunque todavía había que aspirarme flemas a través de la tráquea.
Un mes después se pudo cerrar la traqueotomía, porque ya respiraba en

• 81 •
Zen, Acupuntura y Psicología

condiciones buenas y podía expulsar por mí mismos las mucosidades,


medio toser, casi estornudar. Al tiempo recuperé también la voz. Por
cierto, cuando empecé a hablar ya no paraba. Los médicos se sorpren-
dían de que cuando me quitaban el tapón de la tráquea pudiera seguir
hablando, cosa inaudita, puesto que el aire debería entonces entrar y
salir por el filtro que sustituye al tapón, sin llegar a las cuerdas vocales.
Pues bien, aprendí a tapar el tapón con flemas estratégicas, con perdón
de la guarrería, que me permitía mantener la voz y medio respirar por
la nariz. Lo malo es que como en ese tiempo tenía muchas preocupa-
ciones, acabé comiendo la moral a mis dos compañeros de habitación.
El resultado de la fractura fue la sección completa de la médu-
la en la parte motora y parcial en la sensitiva. Conservo parte de la
sensibilidad corporal, aunque con frecuencia es dolorosa, si bien los
dolores se han suavizado con el paso del tiempo, según he ido salien-
do de la fase aguda. Mi movimiento al principio casi nulo, se limitaba
hasta hoy a los hombros y un poquito al bíceps izquierdo. No sólo la
función respiratoria se vio alterada, sino también otras como el con-
trol de esfínteres. Al principio llevaba una sonda permanente en la
vejiga. Ahora, aunque incontinente, ya orino solo, y de momento me
hacen un sondaje cada 12 horas para extraer residuos, lo que quede.
En cuanto a la defecación, aquí nos acostumbran a hacerlo en días
alternos, mediante un supositorio.
Al mes de estar aquí encamado comencé con las movilizaciones
articulares y un poco de ejercicio en el gimnasio. Una vez en silla de
ruedas, comencé con la terapia ocupacional, de manos y en mi caso,
por la altura de mi lesión, de habilidades con la boca, como pasar pági-
nas con un punzón o escribir. Con el tiempo me adaptaron una silla
de motor eléctrico, que conduzco con la mano izquierda.
En todo este proceso el apoyo de Cristina me ha resultado funda-
mental; como podéis imaginar, también ha sido muy duro para ella.
Hasta ahora os he hablado sobre los aspectos físicos. Lo haré ahora de
los emocionales. Al principio no era yo muy consciente de lo que sig-
nificaba una lesión medular, y esperaba ir recuperando movimiento y
funciones fisiológicas.
Al llegar a Toledo me explicaron el alcance de la lesión y entonces
me cayeron los jarros de agua fría, me entró la angustia fuerte y mil
preguntas desesperadas. En todo este tiempo, la psicóloga del centro

• 82 •
Capítulo I: El Zen

me ha ayudado mucho. Asimilar las pérdidas ha sido un proceso dolo-


roso, a estas alturas voy aceptando lo limitada que ha quedado mi vida
en muchos aspectos. Procuro aprovechar, desplegar y disfrutar lo que
sí puedo hacer. Afortunadamente, la pasión intelectual la puedo seguir
llevando adelante como antes. Valores que antes tenía los mantengo.
Como es lógico he tenido momentos y días depresivos. Cristi-
na ha estado siempre a mi lado, y nuestras familias. Ahora ella y yo
nos vemos poco entre semana, porque ella trabaja y, por otra parte
yo tengo una buena agenda de actividad mañana y tarde. Los fines de
semana salgo del hospital; convivo con Cristina en un departamento
que alquilamos en Toledo, cerca del hospital.
No sé por qué nos ha ocurrido esto. Con el dolor me han aborda-
do dudas sobre el sentido de la vida. El Zen, en los últimos meses me
ha ayudado a superar en cierto modo las circunstancias y a alcanzar,
no siempre, una cierta paz, si es posible hablar así, interior.
Tenemos siesta obligada para que no se recalienten las “podero-
sas”, a veces tengo la impresión de que me paso la vida entrando y
saliendo de la cama.
En las tardes, desde hace un tiempo pinto con pinturas de agua.
Esto sobre todo, me relaja mucho y estimula. Después, voy a clase de
informática. Como me aburrí de aprender programas me dedico a escri-
bir cuentos muy cortos, algunos versos, trabalenguas, que procuro inter-
calar con dibujos en el más clásico estilo de pintura y escritura zen china
y japonesa: pocos trazos, pocas palabras. Dice mi psicóloga que eso es lo
que estoy haciendo ahora como trabajo también con mi vida: rescatar y
expresar lo poco, lo fundamental. Recuerdo también las máximas para-
dójicas del viejo Lao Tsé, la actividad desde la inmovilidad, etc. Recuer-
do al ciego Homero, que tan bien veía, al Beethoven que sordo compuso
su música, al manco Cervantes, que no lo fue para escribir el Quijote, a
Stephen Hawking… a veces son paja que no me sirve de mucho.
Estamos en gestiones también cerca de la donación de un equipo
informático, el acceso a una vivienda, un teléfono de “manos libres” y
una pequeña camioneta adaptada. Cristina está aprendiendo a con-
ducir. Estamos también pidiendo becas, etc. Y muy importante, solici-
tando ayuda domiciliaria y acompañamiento de cara a mi alta. Por el
momento, algunos artilugios básicos, como una grúa hidráulica, nos
han facilitado la vida.

• 83 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Ya me voy preparando a concluir en buena hora la tesis a partir


de los trabajos de México. Voy haciendo lecturas que me devuelven
a esa inquietud, y por otra parte los amigos ya me han hecho llegar
los materiales que allí dejé. He inscrito, para ponerme en forma, una
ponencia acerca de la participación de los excluidos en Solidaridad en
un congreso previsto para septiembre en Zaragoza.
En el hospital van a probar ahora a fortalecer mi frágil bíceps con
electroestimulación y también a echarme a la piscina en agua calien-
te. Me van haciendo pruebas para preparar mi alta hospitalaria, que
está próxima, calculo que para fines de este mes.
Hasta aquí ha llegado mi tratamiento alopático, que entre otras
cosas me ha salvado esta vida terrena y perecedera que conocemos.
Médicos y terapeutas me dan a entender con claridad que está en
chino una mayor recuperación en lo físico, que ya bastante petróleo
hemos sacado. Por eso me pregunto por el posible aporte de la acu-
puntura, y también por esto me dirijo a vosotros, en quienes confío.
No creo que haya muchos antecedentes o tradición. Hasta hace unos
quince años no existían tetrapléjicos porque pasaban a mejor vida o a
mejor muerte, o alguna mezcla desconocida de ambas con la rapidez
de una amapola cortada.
De momento me ha surgido la oportunidad con dos acupuntores
amigos de nuestra familia que ha juzgar por lo que me cuentan no son
simples “pone agujas”. Aún no he hablado con ellos. Soy prudente, no
espero grandes cambios, pero creo que esta terapia me puede ayudar
en algunos aspectos.
Se me olvidaba, también estoy asistiendo en el hospital a rehabi-
litación sexual. He instalado en mi computadora un programa de blo-
queo de teclas y así puedo teclear el Word perfect de pe a pa.
Después de una agradable Semana Santa en la casa de los padres
de Cristina, esta tarde regreso a mi internado.
Me gustaría mucho recibir vuestras noticias. Un cariñoso abrazo
postal de vuestro amigo.
El Escorial, 6 de abril de 1996.

P.D. Mi amiga ha hablado ya con su acupuntor. Está ahora a la espera


de que contacte con él. Comentó a mi amiga que si aprendí acupuntu-
ra recordaré que sí me puede ayudar.

• 84 •
Capítulo I: El Zen

Carta de Adriana para Luis Miguel


Adriana Pérez Zárate

Ciudad de México, 29 de abril de 1996

Querido Luis Miguel:

H
emos recibido tu carta hace dos días. Mi dolor y consternación
al leerla ha sido muy grande. Sin embargo, me llena de alegría
tu actitud de lucha y tu gran fortaleza para seguir adelante. He
hablado con Sergio por teléfono y le llevaré tu carta pasado mañana.
Por lo pronto dice que haremos todo lo posible para ayudarte. Recuer-
da que el “posible” de Sergio es muy grande, más grande de lo que nos
imaginamos. Sería bueno entablar comunicación con el acupunturista
que va a atenderte, espero que sea pronto.
Mientras tanto, nos gustaría que en tu próxima misiva nos envíes
más detalladamente algunos datos sobre tu estado físico para que
nuestros estudios sean más certeros y podamos ayudarte. Me parece
importante que sepamos hasta dónde ha llegado la lesión y en lo posi-
ble saber cómo están trabajando tus órganos y hormonas, asimismo,
nos gustaría tener claro hasta dónde llegan tus posibilidades de movi-
miento y sensibilidad.
Una cosa que te recomiendo ampliamente es buscar a un terapeu-
ta que trabaje con flores de Bach, su actuación como debes saber es a
nivel del alma y de procesos inconscientes, cosa que creo será decisiva
para tu pronta recuperación.
Te cuento que mi vida desde agosto del año pasado ha cambiado
bastante. Me separé de Marcos y busqué otra casita para vivir yo sola.
Este proceso de separación ha sido fuerte. Varias veces estuve a punto
de caer en crisis depresivas. Pero gracias a algunas técnicas y mucha
voluntad he podido salir adelante sin medicamentos.
Me enfrenté a una crisis, a la que llamo crisis Zen, que cues-
tionó muchas cosas de mi vida. Estuve a punto de dejar la escuela.

• 85 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Estoy cursando actualmente tercer año de escultura. Gracias al cielo,


mis dudas y mis miedos se fueron disipando y hasta hace cosa de dos
meses he vuelto a tener la misma energía de antes.
Entre otras cosas, Marcos y yo hemos vuelto, actualmente tengo
dos meses de embarazo. Cabe señalar que mi salud ha vuelto a la nor-
malidad ya que padecí una tos que me duró de septiembre a febrero.
Ya sabes, el pulmón se relaciona con la tristeza y parece que eso fue lo
que me pegó duro.
Trato de meditar diariamente, por lo menos media hora. Y procu-
ro hacer oración cotidianamente. Es increíble la fuerza que he adqui-
rido a través de la oración, con ella no sólo he podido superar obstácu-
los, sino que he podido ayudar a otros, cosa que me llena de dicha, su
poder es simplemente maravilloso. Por fin, habiendo sido educada en
el ateísmo total, he encontrado un camino que da sentido a mi vida.
Después de todo este tiempo he empezado a comprender muchas
cosas, entre otras, que estamos en este mundo para aprender y que en
este recorrido que vamos haciendo día a día, la espiritualidad es el eje
que marca el camino.
Me da mucho gusto que sigas practicando el Zen porque puedes
proseguir tu desarrollo y compartirlo con todos nosotros. Sergio nos
ha hablado mucho del miedo, de que para que podamos salir adelante
es preciso desterrar el miedo de nuestras vidas. Sólo así habrá la sufi-
ciente paz para ver las cosas con mayor claridad. Estoy segura Luis
Miguel, de que este acontecimiento en tu vida no será un obstáculo en
el despliegue de tus capacidades. Eres una persona dotada de un alma
muy blanca, muy inocente, muy amorosa. Cultívala tanto como cul-
tivas tu intelecto, no ceses en tu esfuerzo por darte a los demás. Ese
es, en mi opinión, el sentido amoroso más grande que hay en la vida.
Te envío el palíndroma que regalé a Sergio y que resume mis palabras
anteriores:

ALLÍ, MESES ABSORTO. HAZ. HONRAD ZEN,


ES DARNOS A OTROS, BASE SEMILLA.

Alguna vez me prestaste un libro sobre Zen, y me dijiste que en


tu vida los libros más pequeños habían sido los más importantes, aquí
te envió uno, esperando que éste lo disfrutes tanto como yo. Hasta

• 86 •
Capítulo I: El Zen

aquí mi carta, esperando tu pronta recuperación, ten por seguro que


estás incluido en las oraciones de más de uno. Que el Señor te dé fuer-
za y fortaleza, amor, paz y múltiples bendiciones. Tu amiga que te
quiere y extraña.
ADRIANA

Luis Miguel ha conseguido a sólo unos meses de haber salido del hos-
pital, una beca para dedicarse a la investigación, a la lectura y a escri-
bir. Está preparando su tesis doctoral y tiene una cátedra como profe-
sor en la Universidad Complutense en Madrid. En lo físico ha logrado
sentarse y seguimos confiando en que con la medicina alternativa
puede recuperar mayor movimiento.

• 87 •
CAPÍTULO II

LA ACUPUNTURA
ATENCIÓN CON ACUPUNTURA
Norma Delia Durán Amavizca

DE CÓMO LLEGUÉ A LA ACUPUNTURA

M
uchos que me conocen, incluso yo misma nunca creí que ter-
minaría en el área de atención a la salud. Aunque mi prepa-
ración siempre se ha inclinado por el campo de las humani-
dades, la salud, según como se presenta en la división que acostumbra
a hacerse en los estudios profesionales, pertenece exclusivamente al
campo de la medicina. Pedagoga de profesión, pero humana al fin,
como somos todos, llegó el momento en que acudí a un hospital, muy
a pesar mío, por causa de un accidente deportivo. Una caída de las
barras asimétricas a los 27 años y, después, un enfriamiento a los cua-
tro meses al limpiar las ventanas de mi casa en un día nublado, con
una blusa sin mangas, provocó que mi condición de poca movilidad
en brazos, principalmente, me llevara al ISSSTE, por ser empleada
de gobierno. Al poco tiempo desistí. El medicamento (Naxén) que me
recomendaron después de decirme que mi mal no se debía a la caída
sino que era una artritis reumatoide, percibí que sólo me adormecía
las articulaciones, por tanto el medicamento una vez pasado su efec-
to permitía que el dolor se presentara nuevamente. Me dediqué a la
búsqueda de algún tratamiento, que a mi juicio y en contrapartida con
el practicado en el ISSSTE, viese mi problema de “raíz”. En mi mente
resonó una posibilidad en la acupuntura. Acudí primero con un médi-
co que la practicaba pero que tenía muchos pacientes, al grado de que
si perdía la cita, la siguiente la daban 4 o 5 meses después. En el inter
de la pérdida de ritmo de consulta un amigo me recomendó a otros
acupunturistas, Francisco Cinencio y Sergio López Ramos.

• 91 •
Zen, Acupuntura y Psicología

El tratamiento resultó más económico, bien por eso. Quien me


atendió, Sergio López Ramos, me dio un masaje en la espalda que
me relajó. La percepción que tuve fue de una atención completa. Sin
hablar de mis insomnios, me los quitó; sin decirle de mis problemas
emocionales, que eran muy fuertes, los lloré durante las sesiones de
acupuntura. Al momento de tener las agujas, por mi cabeza pasaban
todas y cada una de mis frustraciones, de mis dolores por abandonos,
del padecimiento de mi soledad, de la muerte de mi madre. Al térmi-
no de cada sesión y durante la semana siguiente, mi mente se pre-
sentaba con mayor claridad para atreverme a resolver circunstancias
personales que antes no sabía cómo enfrentar y por las que indiscuti-
blemente estaba como estaba.
La caída, los dolores reumáticos presentados por una infección
de garganta mal tratado, resultaron ser sólo un pretexto para presen-
tarme ante alguien que atendiera mi padecimiento de salud que pare-
cía reducirse a sólo un problema mecánico, pero que detrás de él se
acumulaban una serie de problemas no resueltos que, además, por mi
desprecio hacia los psicólogos no procedí a resolver. Siempre pensé que
el trabajar ayuda a superar la condición humana en que se vive, pero
ahora sé que se necesita un poco de ayuda y alguien que te escuche.
Aunque te escuche un psicólogo, he presenciado tantos y tantos casos
en los cuales el psicoanalista ha permitido que el paciente exacerbe su
ego al grado de que: “Yo estoy bien y los demás no importan”, que difí-
cilmente el psicoanálisis podía representar una opción para mí.
Al cabo de un año y medio de tratamiento ininterrumpido, tenía
claro los males emocionales profundos que me aquejaban, aunque me
surgieron otros. Algunos había procedido a resolverlos, pero también
más o menos en ese tiempo pensé que eran pocas oportunidades las
que tenía la gente de acceder a tratamientos como éste. Por entonces
trabajaba en la Secretaría de Educación Pública en la dependencia de
Educación Especial. Cuando acudía a las escuelas y veía en los niños
las razones (hijos de madres prostitutas, huérfanos, desnutridos) por
las que estaban clasificados como niños de lento aprendizaje, pensa-
ba que si les ponía agujas mejorarían su rendimiento al igual que yo
mejoré el mío en el trabajo.
La inquietud se fue acrecentando hasta que les pedía a Francis-
co Cinencio y a Sergio López que me enseñaran. Poco a poco me fui

• 92 •
Capítulo II: La Acupuntura

incorporando a las problemáticas de salud y a la atención. Cuando por


fin puse mi consultorio, pasé a otra etapa de resolución de muchos de
los problemas emocionales con los que no había logrado saldar cuen-
tas, aunque los tenía identificados.
El contacto con los cuerpos humanos, con sus problemas y sus
incapacidades para resolverlos, ponían en cuestión indiscutiblemen-
te los míos propios. Muchas veces, debo confesar, rehuía atender a
alguien en quien me veía proyectada o proponerle alguna actitud de
la cual seguramente obtendría beneficios en su enfermedad, pero que
por mi propia incapacidad para resolver los míos me “mordía la len-
gua” y no los recomendaba. Poco a poco, el trato con ellos me hizo
darme cuenta que cuando ellos superaban los suyos, yo superaba los
míos o viceversa. Encontré el camino. Esa visión me hizo no desistir
en dar atención con acupuntura en los días que establecí. El resultado:
la cura de ellos ha sido mi propia cura.
A continuación, presento los casos que he atendido a lo largo de
tres años y medio de trabajo constante y los logros que se han obteni-
do de los tratamientos, los cuales se presentan por padecimientos.

PADECIMIENTOS

ANOXIA AL NACER
En el momento del nacimiento el estado de anoxia se debe a que el
parto se retarda, esto es lo que ha sucedido en los dos casos que ahora
se exponen. Llegaron dos niñas, una de 11 años, Isabel, y otra de 14,
Irania. Isabel aún sin manifestación de su ciclo menstrual e Irania con
periodos normales de menorrea. Ambas con problemas de aprendiza-
je, aunque Isabel en el ciclo de la primaria e Irania en la telesecunda-
ria. Esta última tiene convulsiones desde pequeña y por ello le admi-
nistran medicamentos.
Isabel llegó con mucho terror. Su madre en la apuración de recu-
perar su desarrollo hacia un comportamiento común a todos los niños,
le exigía un alto rendimiento escolar. Ella llegó con un aparato de audi-
ción, los padres argumentaron que le hablaban y no les ponía aten-
ción, por lo tanto no oía. En el diagnóstico por exploración de oreja:
riñón, vejiga y corazón fueron los puntos que más reportaron dolor;

• 93 •
Zen, Acupuntura y Psicología

al presionar R1, también la niña mostró una fuerte queja. Se ha traba-


jado con ella durante un año, ocho meses. En las primeras sesiones se
pinchó en oreja riñón, corazón, shenmen. En cuerpo, PC6, Du20, R7,
Ren17 y se dio masaje en espalda. La niña a la semana dejó el aparato
de audición bajo el pretexto de que le lastimaba con las tachuelas que
se dejaban en la oreja, pero es necesario advertir que de ahí en adelan-
te no lo ha necesitado más, dice escuchar muy bien. Posterior a este
tratamiento se midió con el neurómetro de la técnica Ryodoraku. En
la gráfica se pudo observar que pulmón, circulación sexualidad, cora-
zón, bazo y riñón salían bajos en energía. Con las agujas se equilibra-
ron más o menos en siete meses. Trabajamos con pulmón, básicamen-
te, pues al momento del nacimiento fue el órgano con más daño. De
manera alterna trabajamos puntos para estimular al bazo y desarro-
llar su nivel intelectual. En el transcurso de un año, la niña manifestó
diferentes cambios emocionales. Su primer logro fue decir a su madre:
“Mamá yo antes no entendía muchas cosas que ahora entiendo, ¿ver-
dad?”. Después de eso decidió dormir sola en su recamara pues decía:
“Ya estoy grande”. Tiempo después, narró un sueño, que en realidad
era un recuerdo de su infancia, recordó estar en la cuna y llorar de
hambre, el padre le gritó: “Cállate escuincla, si no te pego”. Al pasar
unos meses le pregunté si escuchaba bien sin el aparato, contestó: “Sí,
pero no soporto la voz de mi papá”. Sin embargo de ahí en adelante
mejoró la relación con sus padres. Isabel llegó al consultorio sin cono-
cer las tablas de multiplicar. Ahora las conoce todas hace divisiones de
una cifra. También recupera el significado de la lectura. Se ha ubicado
en el tiempo. Reconoce los valores de las calificaciones.
Tratamiento:
• Auriculoterapia: shenmen, pulmón.
• Canales: P9 y P1 (tonificación), ello ayudó a que riñón y bazo
se fortalecieran. PC6 para canalizar emociones, junto con Du20
y Ren17. Se retiraba ese tratamiento y se comenzaba en forma
alterna B5, B6, B16, Yintang (extra) y en oreja bazo. Al agregar
tiroides, la niña comenzó a desenvolverse verbalmente.
• Masajes: Al finalizar cada sesión se da un masaje en espalda. Ira-
nia es más introvertida, se mantuvo sin hablar conmigo apro-
ximadamente durante siete meses. La madre al principio era

• 94 •
Capítulo II: La Acupuntura

inconstante para llevarla, por ello el tratamiento para disminuir


el medicamento para las convulsiones se postergó, hasta apenas
cuatro meses que ha sido constante. Después de bajar el medica-
mento las encías de Irania, que antes eran muy inflamadas, baja-
ron en un 60%. Platica más y mejoró en su rendimiento escolar
aunque no significativamente. La escritura que ya era un logro a
nivel de secundaria aún se presentaba sin separación de palabra,
aunque ya alfabetizada. Irania llegó a principios del año esco-
lar 1995-1996 y sólo a finales del mismo obtuvo el mencionado
logro en lecto-escritura.
• Auriculoterapia: shenmen, corazón.
• Canales: C3, PC6, E40, Yintang (extra), Du20.
• Herbolaria: Un té de valeriana remojada durante cinco horas en
el día y tomado por la noche. Un cuarto de cucharada cafetera
en la comida diariamente, para sustituir el medicamento. Un día
durante el tratamiento Irania lloró, argumentó que su mamá la
manda sola a la tienda. Después de eso, la niña comenzó a comu-
nicarse más. El tratamiento de ella también es alternado en cada
sesión con el de desarrollo intelectual mencionado arriba.
Se atendió a dos pacientes con este padecimiento. Las sesiones
son aproximadamente de una hora o de treinta minutos.

ARTRITIS
En el tratamiento con acupuntura este padecimiento corresponde al
síndrome Bi, en el cual se presentan dolores articulares, entumeci-
miento e incluso pesadez. Los casos tratados oscilan entre los 41 y 69
años de edad. Pueden ser de origen frío o caliente. Cuando es por frío,
no hay inflamación en la zona adolorida como sucede en los casos de
calor. En ambos casos hay un bloqueo de energía y sangre. Se agudiza
con el clima frío y húmedo, por ello se recomienda al paciente que el
lugar en donde vive y duerme, sea de características contrarias, seco
y cálido. Cuando cuidan esas condiciones de salud mejora considera-
blemente. Se ha notado que esta enfermedad, con el tratamiento de
acupuntura puede mantenerse y mostrar mejoría, aunque no se erra-
dique, siempre y cuando el paciente muestre constancia al asistir a las

• 95 •
Zen, Acupuntura y Psicología

sesiones. En éstas es importante tonificar el riñón, ya que es el órga-


no tesoro que controla las articulaciones del cuerpo. El riñón corres-
ponde al elemento agua dentro de la teoría de los cinco elementos;
en condiciones de equilibrio apaga el fuego del corazón. Pero en los
artríticos el riñón está deficiente, no puede apagar el fuego del cora-
zón y este exceso seca el agua del riñón y puede presentarse un enve-
jecimiento prematuro en este tipo de pacientes. Los que han llegado
al tratamiento reportan que no pueden dormir muchas veces porque
el roce de las cobijas les molesta, también el contacto con el cuerpo de
sus parejas. Muestran miedo al caminar cuando el dolor es en los pies
y falta de voluntad para realizar tareas físicas si se presentan en bra-
zos y manos. Una vez tratadas con agujas y moxa, al cabo de la segun-
da o tercera sesión llegan con otro estado de ánimo y exponen tener
una quietud interna; por ejemplo, ya no les molesta el contacto con su
pareja, la relación entre ellos mejora o, en otros casos, sienten satis-
facción de poder valerse por sí mismos en las tareas físicas que les
hacían otros. Esto ayuda al paciente a elevar su autoestima dentro del
núcleo familiar.
En cuanto a la alimentación, los pacientes han eliminado la
carne roja de su dieta por su alto contenido de ácido úrico (pocos no
lo hacen), pero continúan comiendo alimentos refinados (azúcar blan-
ca, harinas blancas, entre otros), enlatados, embotellados (refrescos
gaseosos) y grasas; consumen poca agua. Se cambia la dieta al retirar
embutidos, refinados y enriquecer con vegetales verdes crudos, cereal
mixto (granos enteros: avena, mijo, trigo, centeno y arroz integral),
miel de abeja, jalea real y polen.
Tratamiento:
• Auriculoterapia: riñón, vejiga, shenmen, zonas articulares dolo-
ridas. Se deja tachuela o balín de semilla de mostaza en riñón
(bilateral) y en la zona articular dolorosa.
• Canales: Los colaterales a la zona de dolor, las agujas a 45° para
dispersar el frío o el calor. Si el problema corresponde a frío se
introduce la aguja profunda y se le aplica al mango de ésta el
puro de moxa con un tiempo de dos a cinco minutos en cada
una, esto ayuda a que el frío desaparezca de lo profundo del
músculo y el hueso. Si la zona de dolor es caliente, no se usa

• 96 •
Capítulo II: La Acupuntura

moxa y las agujas se ponen superficiales. Se puede sedar cora-


zón con el punto C7 y tonificar riñón con R7; B6 se pincha para
enviarle energía a riñón y fortalecerlo.
• Herbolaria: Se recomienda tomar diariamente jugo de apio
diluido con la mitad de agua.
En general nos referimos a 7 casos de artríticos. De ellos seis son
mujeres, y uno es varón. A la séptima sesión se pueden ver resultados
satisfactorios, pero, como ya dijimos, es una enfermedad progresiva,
los pacientes han permanecido de 28 sesiones a un año en el trata-
miento.

CÁLCULOS EN VESÍCULA BILIAR


Los cálculos biliares se deben al estancamiento de la bilis. Esto sucede
por el tipo de alimentación a que está habituado el paciente, rico en
grasas y picantes. Muchas veces se complementa porque a los platos,
después de ser lavados y enjuagados, les quedan residuos de detergen-
te. La paciente que ahora se reporta, de 47 años de edad, llegó al con-
sultorio con un ultrasonido que mostró tres cálculos acumulados en
vesícula que le causaba un dolor agudo en la zona del bajo vientre. En
el tratamiento alópata la programaron para cirugía al término de dos
meses. Tiempo suficiente para saber si podíamos tener buenos resul-
tados con el tratamiento de acupuntura. Se utilizó el neurómetro de
la técnica Ryodoraku: en la gráfica se presentó bajo en energía el pul-
món y con exceso de energía el hígado. Esto muestra que hígado con-
tradomina al pulmón, visto desde la teoría de los cinco elementos.
Tratamiento:
Se tonificó pulmón y se sedó hígado. Se pusieron también agujas
locales para disipar.
• Auriculoterapia: Tachuela en H y VB.
• Canales: C9 y C7 a 90º, ID3 e ID4 a 90º, E45.
• Herbolaria: Un té de alcachofa en ayunas con una cucharada
de aceite de oliva. A la séptima sesión la paciente reportó haber
obrado en un día, cuatro veces. Los dolores a la mitad de las
sesiones (la cuarta) disminuyeron. Para la octava, la gráfica Ryo-

• 97 •
Zen, Acupuntura y Psicología

doraku se mostraba equilibrada. Hasta la fecha después de cua-


tro años, la paciente no reporta dolores y la cirugía se canceló.

COLITIS
La colitis corresponde a la inflamación de colon. El dolor se produce en
el bajo vientre, entre el ombligo y el pubis. También se manifiesta con
dolor en la zona lumbar. Muchos de ellos reportan dolores de brazos
ya que el canal de intestino grueso se encuentra en ellos, el dolor se
debe al bloqueo de la energía del canal. Otros tienen dolores frecuen-
tes. Las personas que han llegado con este padecimiento son, por lo
regular, muy nerviosas. Y tienen aflicciones causadas por circunstan-
cias familiares. Una alimentación con exceso de picante, grasa y carne
roja, refresco, comida chatarra y embutidos. Se eliminan de la dieta
irritantes y elementos industrializados, se recomienda mayor inges-
tión de verduras, papaya con yogurt preparado en casa, miel de abeja.
El intestino grueso, que se divide en colon ascendente, transver-
sal y descendente, para los acupunturistas es una víscera u órgano
taller, que depende del pulmón, órgano tesoro. Ello significa que para
su tratamiento habrá de ser tonificado pulmón y así se podrá pasar
energía al intestino grueso. Será necesario también dispersar el calor
que provoca la inflamación. Cuando cede el dolor y la inflamación por
colitis, los pacientes toman la actitud de abandonar el pesar que los
aflige y lo miran con mayor serenidad.
Tratamiento:
• Auriculoterapia: pulmón, intestino grueso y shenmen. Se dejan
tachuelas o balines en pulmón e intestino grueso.
• Canales: E25 a 45° bilateral, para dispersar el calor que inflama
el colon; IG4 para tonificarlo, eliminar el dolor de cabeza y pro-
porcionar energía al cuerpo; E36 para calmar el nerviosismo y
la indigestión; V23, V24 y V25, puntos locales para dispersar el
dolor en la zona lumbar, aunque no haya dolor pueden dispersar
y desinflamar, se introduce la aguja a 45°.
• Herbolaria: un té de eztafiate antes de cada comida tonifica y
desinflama intestino grueso.

• 98 •
Capítulo II: La Acupuntura

En total se han atendido 7 casos de colitis: seis mujeres, y un


varón (0.58%). Estos pacientes han mejorado en un total de tres a
cinco sesiones. La edad está entre los 23 y los 50 años.

COLUMNA
Otro padecimiento común de las personas que han acudido al consul-
torio son las que tienen dolores en columna vertebral. Frecuentemen-
te se debe a malas posturas al dormir o por permanecer en sus traba-
jos en una sola postura, por caídas o por los desgastes propios de la
longevidad.
El diagnóstico permite localizar las vértebras que están afec-
tadas. Para ello se hace un recorrido por el canal de la vejiga que se
encuentra a lo largo de la columna con los dedos índice y medio, se
presiona con suavidad, aunque lo suficientemente profundo para que
el paciente pueda reportar las zonas de dolor. Dichas zonas corres-
ponden a la(s) vértebra(s) dañada(s). Posteriormente, se toca con sua-
vidad para encontrar el tipo de daño: puede ser desvío de vértebra o
desgaste de discos (no se encuentra la separación habitual entre vér-
tebras; al contacto, semeja a un trozo de bambú).
Una vez localizado el dolor, el cual puede ser comprobado
en oreja o al pasar con poca presión un punzón de punta roma, el
paciente reporta dolor en las vértebras correspondientes. Esta zona
también adquiere un color rojizo un tanto obscuro, lo que indica que
existe calor en la columna. El procedimiento por lo tanto será de dis-
persión de calor en los puntos colaterales a la columna, en el canal de
vejiga, contando dos distancias (cunes) bilaterales al canal Du o Vaso
Gobernador en donde se reportó dolor y se encontró desvío o des-
gaste. El dolor de columna se asocia a riñón, ya que genera la médula
ósea que origina los huesos y la sangre; por lo tanto es indispensable
tonificarlo.
Tratamiento:
• Auriculoterapia: riñón, vejiga, occipucio o shenmen, vértebras
localizadas en el pabellón de la oreja en la zona del antihélix. Se
dejan tachuelas en las vértebras afectadas y en riñón.

• 99 •
Zen, Acupuntura y Psicología

• Canales: El canal de vejiga, colateral a columna vertebral, en las


zonas localizadas con dolor correspondientes a las vértebras
dañadas.
• Ventosas: Se aplican ventosas cabalgantes en toda la espalda,
y se dejan fijas, por segundos, en las vértebras dañadas. Esto
ayuda a sacar el calor o frío, porque el calor también se combate
con calor; dan un masaje profundo y los músculos que sostienen
la columna se relajan, permite también que la vértebra desvia-
da se vaya acomodando y quede en su lugar. Esto hemos podido
comprobarlo con varios pacientes.
• Ejercicio: Se recomienda que el paciente se cuelgue de cabe-
za diariamente durante cinco minutos, de ser posible le vaya
aumentando hasta diez minutos. Permite que las vértebras se
separen al adquirir la postura contraria a la habitual.
• Masaje: Tres pacientes han sido tratadas en nueve o diez sesiones
con masaje con una duración de 45 minutos cada una. El masaje
ha sido de cuerpo completo y permite que por todo él circule la
energía libremente. Se comienza por la cabeza, se continúa por
el costado derecho hasta los pies, y de ahí, al costado izquierdo
hasta la cabeza nuevamente. Se pone de espalda al paciente, se
sigue el mismo procedimiento sin retirar las manos del cuerpo
y permitiendo su deslizamiento con aceite de cacahuete, sirve
para relajar los músculos. Al final se aplican ventosas solamente
en espalda. Los avances han sido muy significativos. Es necesa-
rio exponer que durante el lapso de las nueve sesiones el pacien-
te reporta tener llantos repentinos durante los siete días que
hay entre cada sesión, u opresiones en el pecho. Esto se debe a
que el problema de la columna no sólo se asocia con las caídas
o con las malas posturas, sino que también está de por medio
un problema emocional que ayuda a que el bloqueo de la ener-
gía en la zona de dolor permanezca incluso por años. Una vez
que el paciente libera llorando o gritando la emoción (que puede
ser miedo, angustia, estrés, entre otros), la columna se modifica
notoriamente y deja de padecer las molestias.
• Herbolaria: Un té de doradilla como agua de uso. Tomar dos
litros diarios hasta que la orina salga limpia, en ese momento
suspenderlo.

• 100 •
Capítulo II: La Acupuntura

De 9 pacientes tratados, 7 son mujeres, y 2 hombres. Las sesiones


con agujas han sido de una a quince según el grado de avance o el tiem-
po del padecimiento. Con masaje no pasan de diez; la edad oscila entre
los 22 y 65 años, sólo una niña de 11 debido a una caída en patines.

DEPRESIÓN
Es un estado que con frecuencia presentan la mayoría de los pacien-
tes, sin embargo, pocos son los que llegan y exponen que se encuen-
tran deprimidos. La depresión que viven puede ser por una situación
de abandono que han sufrido, con el divorcio o la separación tempo-
ral; o para muchas madres, cuando los hijos se van de la casa. En estas
condiciones no se tienen ánimos ni energía para desempeñar cual-
quier tarea, e incluso en muchos de ellos, para vivir. El corazón, que
es quien conserva los amores y atesora el shen (para la cultura médica
china es el espíritu de las experiencias psíquicas del hombre), se ve
con deficiencia de funcionamiento, lo invade el frío pues el pulmón
lo contradomina. El paciente puede pasar de la depresión a la tristeza
y viceversa. Puede vivir en la constante impaciencia. La función del
meridiano circulación sexualidad también está incluida en este cua-
dro depresivo, forma parte del elemento fuego junto con el corazón.
Por lo tanto es necesario tonificarlo en el tratamiento y de igual modo
el meridiano correspondiente a corazón. Una vez restablecido el equi-
librio energético en donde el corazón domina al pulmón en la ley de los
cinco elementos, el paciente muestra entusiasmo ante su circunstan-
cia. Muestra también creatividad y cierta sumisión y confianza ante lo
que le prepare su porvenir a pesar de su condición de abandono.
Tratamiento:
• Auriculoterapia: shenmen, corazón, intestino delgado, córtex y
riñón. Se deja tachuela o balín en corazón, bilateral.
• Canales: PC6 para ayudarle a tomar decisiones, la aguja se colo-
ca a 90°, C9 a 90° para tonificar corazón; Du20 para quitar calor
de cabeza, Ren17 para dispersar la emoción y permitir que sea
liberada, la aguja se coloca a 15° con el mango hacia la cara del
paciente.

• 101 •
Zen, Acupuntura y Psicología

• Herbolaria: Un té de damiana de California por las mañanas.


Los pacientes atendidos son un total de 7(4.05%), 6 mujeres
(3.4%) y 1 hombre, (0.58%). Las edades fluctúan entre los 14 y los 47
años de edad. La mejoría se nota en un promedio de seis sesiones.

DIABETES
Es una enfermedad que afecta el metabolismo debido a una disfun-
ción hormonal que reduce la producción orgánica normal de la hor-
mona insulina, misma que regula el nivel de glucosa en el organis-
mo. A largo plazo afecta el funcionamiento de los ojos, el riñón y los
nervios. Los pacientes muestran un alto grado de desesperación, en
muchos casos hipertensión y resequedad en la boca, aunado a una
abundante saburra blanca que se acumula en la comisura de los
labios, en casos de insulino-dependientes. Se manifiesta por una ele-
vada circulación de glucosa en la sangre. Por ello uno de los principa-
les síntomas es deficiencia de sangre, lo que los chinos llaman, sín-
drome xu. Aunque el páncreas es el que produce la insulina, y para la
medicina alópata es el lugar para tratar la diabetes, en la mirada de
los chinos está primero el bazo, órgano tesoro, a quien está acopla-
do el páncreas: controla la sangre. El bazo-páncreas se conforma por
los humores de la sangre y a través de ella distribuye los alimentos al
organismo humano. La energía de los alimentos sube del estómago
al pulmón y al corazón a través del bazo. Por ello hay resequedad en
la boca ya que la energía no permite que el pulmón funcione bien y
con la respiración incompleta no es posible que suba el agua del riñón
para distribuirla al organismo.
Los casos tratados se pueden clasificar dentro de los no insuli-
no-dependientes. Sólo se presentó un caso, que por sus caracterís-
ticas, y de no ser atendido a tiempo, hubiese sido clasificado como
insulino-dependiente. Presentaba extrema resequedad en la boca,
abundante saburra blanca, poliuria (orina frecuente durante el día
y la noche), y una notable y acelerada perdida de la vista. La lengua
se mostraba obesa, agrietada y de color púrpura. Llegó al consultorio
recién manifestado el alto nivel de glucosa en la sangre. A este pacien-
te se le dio una atención especial de tres sesiones a la semana, y en

• 102 •
Capítulo II: La Acupuntura

tres meses la glucosa se encontró regulada a las cantidades normales.


Después de ello, continuó asistiendo una vez por semana durante 12
meses; a la fecha no ha continuado el tratamiento, sin embargo los
niveles de glucosa continúan normales.
Para el tratamiento de los diabéticos es importante el cambio de
dieta. Se suprimen las harinas en todas sus presentaciones y el azú-
car, incluso las sacarinas. El único tipo de azúcar que puede ingerir es
la fructuosa encontrada en las frutas. Se les recomienda jalea real y
polen, cereales mixtos, abundantes vegetales verdes crudos, dos litros
diarios de agua. Durante el tratamiento a los pacientes que toman
medicamento se les retira poco a poco hasta que el tratamiento con
agujas los mantiene en el nivel adecuado de glucosa en la sangre. Para
los pacientes que presentan hipertensión, es necesario estabilizar la
presión arterial; para dicho tratamiento a continuación se reporta el
procedimiento.
Tratamiento:
• Auriculoterapia: Se deja tachuela o balín en bazo, bilateral.
• Canales: B6 y B7, Ren14, E19 bilateral, Du26, Ren24, V23, V22
y V47.
• Herbolaria: Un té de eztafiate en ayunas y un té de sangre de
grado antes de cada comida, para regular la ceteacidosis (pro-
ducción de acidez).
Los pacientes atendidos son 13. Doce de ellos han llegado con
diabetes, con un tiempo promedio de existencia de la enfermedad en
su cuerpo de un año en adelante, sólo uno, recién manifestada, alre-
dedor de tres semanas. De éstos 10 son mujeres, y 3 hombres.

HIPERTENSIÓN
La hipertensión es una elevación de la presión arterial. Algunos de
los pacientes que asisten al consultorio con este padecimiento tienen
sudores profusos, dolores de cabeza, cara roja, nerviosismo y pocos
han reportado tinnitus. Está asociado a corazón, por lo tanto, si se
observa la lengua del paciente se podrá ver la punta roja en general,
según el tiempo de padecerla. Muchos de los pacientes, sobre todo

• 103 •
Zen, Acupuntura y Psicología

los que tienen de dos a quince años de convivir con ella, toman medi-
camento para regularla. Es necesario que en paralelo al tratamien-
to de acupuntura, se retire poco a poco. Puede lograrse si se alterna
con herbolaria. Las respuestas al tratamiento en estos pacientes son
variadas, ha habido casos que en la primera sesión se regula la pre-
sión, por ejemplo de 160/180 al llegar y al finalizar la sesión la pre-
sión se vuelve a medir y alcanza 100/80. En otros casos hemos tenido
que pasar alrededor de un año para poder equilibrarla, en este caso
la paciente salía del consultorio con la presión regulada, pero para
la siguiente sesión regresaba con hipertensión nuevamente. Sólo al
cabo de diez u once meses mostró estabilidad, acudiendo al consulto-
rio cada semana.
A estos pacientes, al igual que a todos los que llegan a tratamien-
to se les modifica la dieta y se les enriquece con verduras y productos
de abeja.
Tratamiento:
• Auriculoterapia: shenmen, sistema nervioso central, punto de
hipertensión, occipucio y corazón. Al retirar las agujas se hace
sangría con aguja de tres filos en la parte posterior del pabellón
de oreja, en el punto de hipertensión; se sacan cinco gotas. Se
deja tachuela o balín en corazón (bilateral) y en punto de hiper-
tensión.
• Canales: IG4, E36 (ambos ayudan a eliminar el dolor de cabeza),
TC5 para cuando se presenta tinnitus, C7 para sedarlo y PC6
para calmar el nerviosismo.
• Herbolaria: El té de alpiste con hoja de zapote blanco puede ir
sustituyendo al medicamento.
Al finalizar la sesión se les tomó nuevamente la presión para ase-
gurarse de que bajó. Si no fue así, se informa al paciente que se le irá
bajando, en la mayoría de los casos así ha sucedido.
Los pacientes que han llegado exprofeso a tratarse de hiperten-
sión son un total de 8; de ellos seis son mujeres y dos hombres. Su
edad está entre los 35 y 65 años de edad.

• 104 •
Capítulo II: La Acupuntura

IMPOTENCIA
La impotencia sexual en los hombres se debe a una baja autoesti-
ma, según la opinión de un experto acupuntor mexicano. Otro fac-
tor interno que hay que considerar es el deficiente funcionamiento de
riñón y por consiguiente deficiencia hormonal.
Tratamiento:
• Canales: IG4, E36, R3, R5, Ren6, B13 y V23, todos a 90º.
• Herbolaria: Hierba Inmun combinada con hierba Viril tres cáp-
sulas; tres por la mañana y tres por la tarde. Se está tratando al
paciente de 53 años, en cinco sesiones ha recuperado la potencia
sexual en un 60%. Se atiende una vez por semana.

MAREO (OÍDO INTERNO)


Han llegado dos pacientes con este padecimiento. Muestran un claro
desequilibrio súbito al caminar, se van de lado al caminar. Primero se
presentó el tinnitus en uno de ellos, y en otro hay sordera. Hay pali-
dez facial y muestran una cara de desesperación y miedo.
Tratamiento:
• Auriculoterapia: riñón, oído interno, punto del hambre. Dejar
tachuela en riñón y oído interno.
• Canales: IG4, TC5, E36, R3, H2, Du14, punto extra Baxie, el que
corresponde a la comisura entre el dedo meñique y el anular.
• Herbolaria: Un té de cabellos de elote, dos litros diarios como
agua de uso.
En mareo de oído interno, se han atendido a 2 mujeres de 68 y
85 años. Una de ellas, la de 68 años a la octava sesión se equilibró su
andar, a la fecha se conserva. La de 85 años logró caminar sin miedo
sólo dentro de su casa; cuando sale a la calle padece nuevamente el
mareo.

• 105 •
Zen, Acupuntura y Psicología

MENSTRUALES (PROBLEMAS)
Aquí se clasifican las enfermedades menstruales como amenorrea
(ausencia de sangrado); dismenorrea (cólicos menstruales, dolores agu-
dos en abdomen o cintura antes o después de la menstruación); y hemo-
rragias (sangrados de más de ocho días y dos veces por mes). Por lo
regular las pacientes que llegan al consultorio con esta demanda espe-
cífica muestran nerviosismo. Las que tienen amenorrea puede deberse
a una disfunción hormonal o han vivido un suceso emocional fuerte,
como asaltos o pleitos de pareja, esta última circunstancia puede tam-
bién producir hemorragias. Las hemorragias están asociadas al hígado
cuando hay un exceso de yang, por ello es necesario sedarlo. El hígado
es el órgano que almacena la sangre. También se tiene que considerar
en estos casos la existencia de quistes en ovarios o en matriz. La disme-
norrea puede ser causada también por frío en abdomen, la padecen con
frecuencia las mujeres que se dedican a lavar ropa propia o ajena y no
tienen cuidado de permanecer con el vientre seco. Puede ser acompaña-
da de dolores de cabeza o náuseas. A muchas mujeres las tira en cama.
Tratamiento:
AMENORREA
• Auriculoterapia: shenmen, matriz, hormona, ovario, bazo. Se
deja tachuela en bazo y ovario.
• Canales: B6, B9 y B10, IG4 (moxar), E36 (moxar), E29 (moxar).
Se aplica el puro de moxa a la aguja y se deja de dos a cinco minu-
tos. Se deja tachuela o balines en bazo y ovario.
DISMENORREA
• Auriculoterapia: shenmen, ovario, matriz, endocrina, hígado.
Se deja tachuela o balín en hígado y ovario.
• Canales: IG4, E36, H3, Ren4, Ren3 y Ren2 (moxar), E29 (moxar)
y PC6.
HEMORRAGIAS
• Auriculoterapia: hígado, matriz, ovario, y shenmen. Se dejan
tachuelas o balines en hígado y matriz.
• Canales: H3 para detener la hemorragia. Son 5 las pacientes que
hemos atendido.

• 106 •
Capítulo II: La Acupuntura

MIOMAS OVÁRICOS
Con un estudio de ultrasonido se puede comprobar la existencia de
quistes en ovarios, sobre todo cuando hay una menstruación de más
de ocho días sin poder disminuirla con el tratamiento de hemorragia.
Lo hemos detectado en dos casos de los atendidos. Los otros dos, lle-
garon con la demanda.
Los quistes en ovarios se producen por ingerir grasas en exceso,
alimentos refinados o, en otras circunstancias, por una desnutrición
en la infancia y disfunción hormonal. Otro factor importante se debe
a la condición emocional de la paciente, que por lo regular en la mujer
la problemática emocional se acumula en el aparato reproductor, se
enquista y bloquea la energía del libre funcionamiento.
Tratamiento:
• Auriculoterapia: shenmen, matriz, ovario, hígado, hormona. Se
deja tachuela o balines en hígado y ovario.
• Canales: R3 y R5 a 90°; H3 a 45°; Ren4 y Ren5, E27 y E28, B13
y B12 (todos bilaterales, a 45°) Ren17 a 15°; Du20 a 90°; V28 y
V32 bilateral a 45°.
• Herbolaria: Un té de milenrama con ortiga blanca, dos veces al
día. El tratamiento se acompaña también con hierba Inmun, tres
cápsulas en la mañana y tres en la tarde.
De las 4 mujeres atendidas, tres de ellas a los tres meses de trata-
miento se les pidió realizarse nuevamente un estudio de ultrasonido
y el reporte del análisis fue negativo, los quistes desaparecieron. La
cuarta persona está todavía en tratamiento. La edad de las tres pri-
meras va de los 15 a los 25 años. La última tiene 57 años.

MIGRAÑAS
Las migrañas son dolores fuertes y constantes de cabeza. Quienes
llegan con dicha demanda padecen por lo regular de estreñimien-
to o alguna disfunción intestinal, básicamente del intestino grueso.
Por ello se trata éste y también pulmón que es el órgano tesoro al que
está acoplado el primero. La alimentación de estas personas también

• 107 •
Zen, Acupuntura y Psicología

es rica en alimentos chatarra, refinados e industrializados (embuti-


dos y enlatados), carnes rojas consumidas por lo menos cuatro veces
por semana y poca fibra que puede obtenerse de las verduras y cerea-
les. Por ello es importante cambiar la dieta. También son personas
muy aprehensivas, viven en una constante preocupación porque se les
ponga atención o tienen trabajos nocturnos.
Tratamiento:
• Auriculoterapia: occipucio, pulmón, intestino grueso, frente. Se
dejan tachuelas en occipucio, pulmón e intestino grueso.
• Canales: IG4, E36 a 45°; VB20 y VB15 a 15°.
• Herbolaria: Para los que padecen estreñimiento, un té de linaza.
Se remoja en agua durante toda la noche y se toma por la maña-
na. Si el estreñimiento es muy severo, se manda un té de hoja
Sen por las mañanas.
Las personas que llegan con migrañas por lo regular durante la
primera sesión y a la mitad de ella, manifiestan tener alivio o desapa-
rición del dolor. Sin embargo, se recomienda que el tratamiento con-
tinúe por varias sesiones más para insistir en la curación del proceso
digestivo. Se han atendido a cuatro personas con dicha demanda: tres
mujeres y un hombre.

PÉRDIDA DE PROTEÍNA POR ORINA


Los pacientes exponen que al orinar, se hace espuma. Una paciente
llegó con un examen de orina donde se pudo mostrar que había pre-
sencia de proteína. Los síntomas eran desguanzo, debilidad y pérdida
de peso. La paciente había pasado por el duelo de tres parientes en un
lapso de dos meses. Al término de éste, se le presentó el problema.
El tratamiento se administró dos veces por semana. La segunda
paciente, sin análisis, reportó los mismos síntomas, pero a ella, por la
disposición de tiempo, se le trató una vez por semana.
Tratamiento:
• Auriculoterapia: pulmón y bazo.
• Canales: Du26, B16, E36, V14, V15, V38 y V39.

• 108 •
Capítulo II: La Acupuntura

• Herbolaria: Té de doradilla, dos litros diarios como agua de uso.


Se han atendido a 2 pacientes mujeres con este padecimiento. A
la octava sesión se elimina la espuma de orina, el cansancio y se recu-
pera peso. La edad, 51 y 59 años.

PROBLEMAS DE APRENDIZAJE
El niño, que es llevado por sus padres con esta demanda, tiene un ren-
dimiento escolar bajo. Al interrogatorio, habla de carecer de la aten-
ción que le gustaría tener respecto a sus hermanos. En otro de estos
casos, se expuso que el niño nació prematuro y llevaba, desde el diag-
nostico de la alopatía, un año de retraso en su madurez intelectual.
Todos estos niños al realizar la revisión en oreja, presentaron fuerte
dolor en el punto de bazo y otros en corazón. Muchos de ellos son colé-
ricos y caprichosos, desnutridos, esto último es un síntoma de que es
un niño abandonado. Hígado está dominando en exceso a bazo. Esto
indica la presencia de un problema emocional que también se asocia
al bajo rendimiento escolar.
Tratamiento:
• Auriculoterapia: bazo.
• Canales: B5, B6, B16, Yintang (extra).
• Herbolaria: Un té de alcachofa en ayunas para limpiar hígado.
A éstos se les cambia la alimentación se les quita alimentos refi-
nados, chocolates, enlatados, se permite carne roja una vez por sema-
na, se enriquece con verduras crudas y jugos de frutas. Se recomienda
jalea real, miel de abeja, polen y de tres a cuatro sesiones de 30 minu-
tos, las madres exponen que muestran iniciativa para hacer las tareas
y mejoran sus calificaciones notablemente. Con esta demanda se ha
atendido a 4 niños con una edad entre los 7 y los 11 años.

PULMONARES (ENFERMEDADES)
Éste es un padecimiento frecuente en los habitantes de la ciudad de
México. Se agudiza en la época de lluvias y en la de invierno. La alta

• 109 •
Zen, Acupuntura y Psicología

contaminación a que estamos expuestos en esta ciudad es un factor


importante para predisponer a las personas a padecimientos pulmo-
nares. Muchos de los que llegan al consultorio muestran infecciones
crónicas en garganta y por lo tanto, debilidad pulmonar. Dos pacien-
tes llegaron y expusieron que por las noches arrojaban una flema con
sangre. Uno de ellos trajo una radiografía que mostraba derrame en
pleura e invariablemente a las tres de la mañana arrojaba un esputo
con sangre. Otro, esporádicamente por las tardes. Las casas habita-
ción también son un factor exógeno que influye para el desarrollo de
este padecimiento, las habitaciones frías y húmedas, o con techos de
asbesto. Por ello se recomienda una atención al lugar donde se produ-
ce la humedad (paredes con plantas) o de ser posible un cambio radi-
cal de habitación, seca y cálida. A estos pacientes es necesario moxar-
los. El padecimiento pulmonar también puede ser por calor, éste se
presenta, por lo general, en los meses de mayo cuando el calor está
en 30°C.
Tratamiento:
• Auriculoterapia: pulmón, intestino grueso, garganta, shenmen,
hígado.
• Canales: P9 (cuando es por calor), P1, PC6, Du20. En V11 y V12
colocar conos de moxa utilizando como base una rebanada de
ajo.
• Herbolaria: Para el caso de derrame en pleura un té de tecoma-
te, ruda, romero, ocote, ajo, y orégano dos veces al día, por la
mañana y por la tarde.
Para los casos menos severos, un té de ajo, orégano, limón y
miel de abeja, también dos veces al día, por la mañana y por la
tarde.
Para los niños con severos problemas de infección en gargan-
ta, este té también, pero además tintura de belladona, cuatro
gotas en medio vaso de agua cada seis horas.
Las edades de los 10 pacientes van desde los 47 años, hasta los
67. Una niña de cinco años. Son cinco mujeres y cinco hombres.

• 110 •
Capítulo II: La Acupuntura

PSORIASIS

Es una enfermedad en la piel que por lo regular se desarrolla en perso-


nas con un alto nerviosismo. Las lesiones se localizan, con frecuencia,
en los codos, las rodillas y los nudillos de los dedos de la mano. Son
placas en la piel que se asemejan a escamas pues, tienen la aparien-
cia de desprenderse. Adquieren un color rosado en lo profundo y rese-
co en la superficie. Al consultorio ha llegado una paciente con estas
características y un niño.
Tratamiento:
Tonificamos pulmón, ya que es el órgano tesoro cuya condición
energética se manifiesta en la piel.
• Auriculoterapia: pulmón, intestino grueso, suprarrenal, y zona
afectada (rodilla, codo, etc.)
• Canales: P9, PC6, IG4, Du20, canales colaterales a la zona daña-
da. Se dispersa con la punta de la aguja en dirección a la psoria-
sis, se pone la aguja a 45°.
• Láser: Se pasa el rayo láser con la técnica de lluvia por las zonas
dañadas considerando que el tiempo invertido en la aplicación
del rayo sea un total de 5 minutos.
Se han atendido a 2 personas, una mujer de 29 años y un niño de
6. En la mujer, en un total de 10 sesiones desapareció la psoriasis por
completo en todas las zonas que se manifestó. El niño, en ocho sesio-
nes había recuperado su condición normal en la piel en un 70%. La
madre dejó de llevarlo.

UNA ANOTACIÓN FINAL

La gente habla del dolor a través de sus cuerpos. Saber leerlos es indis-
pensable para quien dedica su atención a la salud. El diagnóstico que
propone la acupuntura y el desarrollo en la práctica cotidiana con
comunidades mexicanas, nos han permitido acceder a esa posibilidad.
El tono de voz, la opacidad o brillo en la mirada, el tipo de piel, la
movilidad de los cuerpos son los referentes a la vista, entre muchos

• 111 •
Zen, Acupuntura y Psicología

otros, que acompañan la personalidad del paciente para definir el tra-


tamiento para quienes nos dedicamos a poner agujas. La narración
de sus problemas emocionales, serán los otros: dificultades con los
hijos, con los esposos o esposas, las problemáticas de empleo y des-
empleo tan agudos en nuestra época, las muertes de parientes, los
resentimientos, odios y envidias, los amores y desamores, conducen
a la gente la mayoría de las veces a sumirse en depresiones o excesi-
vas alegrías que derivan en enfermedades. La demanda del paciente:
reporta dolor en alguna zona del cuerpo, algún padecimiento especí-
fico (diabetes, hipertensión, cálculos biliares, etc.), el diagnóstico que
se obtenga de la exploración de oreja, del cuerpo, de los pulsos y deci-
sión del tratamiento desde la teoría de los cinco elementos, son aspec-
tos que nos hablan de un sujeto integral. Con esa visión, hablamos de
bloqueo de la energía en alguno de los canales del cuerpo humano y
desbloquearlo puede proceder a la cura. Pero a nuestro juicio no basta
con desbloquear el canal, sino sobre todo curar el alma y el espíritu
del paciente que es el lugar del cuerpo en donde, indiscutiblemente, se
mueve la energía emocional. El cuadro por lo regular indica, según el
tiempo de padecer algún mal, el grado de daño orgánico por la apre-
hensión de la emoción en la conciencia del paciente.
En el trabajo con la acupuntura la enfermedad está ligada a lo
somático. Hablamos de enfermedad por familiaridad a un padeci-
miento, aunque, en realidad, lo que impera es un desequilibrio emo-
cional y energético. En los canales que conducen la energía de los
órganos y vísceras y funciones que conforman al cuerpo interna y
externamente, la energía como ya dijimos, se encuentra bloqueada. La
tarea del acupuntor o del masajista es promover la circulación libre
por dichos canales. En esta tarea participa el paciente en gran medi-
da al acudir a las sesiones acordadas y cumplir, por su parte, con el
complemento del tratamiento por medio de medicamentos de la her-
bolaria mexicana (té o tinturas). Para ello es necesario que los precios
de la consulta sean accesibles, se asegura así la permanencia y cons-
tancia del paciente. Nuestra condición actual en términos económi-
cos, ha hecho posible que la mayoría de la población presente dificul-
tades para solventar los gastos diarios en la supervivencia y no tenga
acceso a un tratamiento de salud que no sólo atienda un padecimiento
orgánico, sino que además sea resuelto el problema emocional que tan

• 112 •
Capítulo II: La Acupuntura

crudamente se vive en los últimos tiempos desde que los gobiernos se


han dado a la tarea de resolver intereses económicos de grandes con-
sorcios extranjeros y privados en nuestro país —un mal de nuestro
siglo— cuando sabemos que la vida en México no se reduce a las 35
familias que controlan la economía nacional. Las políticas económicas
son sobrevaloradas respecto a las políticas sociales que tocan indis-
cutiblemente a las familias y a los individuos. Es doloroso reconocer,
que en la actualidad, la familia tradicional se ha desmembrado y los
valores de respeto, responsabilidad, compromiso y amor entre padres
y hermanos han tomado un giro nunca esperado. Ahora presenciamos
los abandonos familiares por parte del padre, pocas veces los vemos
por parte de la madre. La competencia que el libre mercado deja como
impronta en el sentimiento general de la población, se trasladó al
interior de la vida familiar y la destruyó; por ser el mejor, por ganarse
a los padres y heredar la mayor parte de los escasos bienes en busca de
estabilidad. Esa misma competencia al introducirse en las institucio-
nes que albergan a los pocos empleados, han provocado la lucha por
seudopoderes que prometen conservar el trabajo, aunque ello signifi-
que humillación o destrucción en la autoestima del otro y, por ende,
un alto nivel de frustración. Es también común que como resultado
de frustraciones laborales o emocionales los individuos caigan en el
hábito del alcohol que les permitirá llorar lo que la sociedad, la familia
o la economía les reditúa. A falta de lugares de atención a la salud, la
cantina o la pulquería se convierten en el asidero propio y sin puertas
en donde siempre habrá un igual para escucharlos. No menos padeci-
mientos de salud y del espíritu tiene quien vive en las grandes urbes
sin ser drogadicto o alcohólico. Muchas de las veces padece de soledad,
porque su abstinencia lo relega de los grupos mayoritarios, o el que ha
decidido quedar al margen del consumo de alimentos industrializa-
dos que la propaganda comercial logró introducir con vehemencia en
la población con el pretexto de economizar tiempo ante los ritmos de
las metrópolis. Es también la soledad en los hijos desde los primeros
meses de nacidos cuando el escaso ingreso económico o el abandono
del padre a su compromiso familiar, han reclamado a la mujer su par-
ticipación en la economía familiar —en gran mayoría de los casos de
la manutención— su ingreso al mercado de trabajo es de empleadas
domésticas, secretarias y pocas ocasiones como profesionistas.

• 113 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Las conflictivas relaciones familiares que se viven actualmente


ante el panorama apenas descrito, los hábitos alimenticios que se han
generado, el tipo de atención a la salud que no menos que otras pro-
puestas sociales buscan “economía” de tiempo al administrar medi-
camento de efecto rápido para que el trabajador esté el menor lapso
posible separado de sus actividades laborales, el acelerado ritmo de
vida en las grandes metrópolis que aportan su coto de estrés cotidia-
no, la burocracia que se vive en las industrias, en las instituciones y
en los hospitales; han derivado a una visión del individuo segmentada
y con muchas enfermedades. Por una parte está la familia y los pro-
blemas de cualquier índole y por otro está el trabajo donde a pesar de
todo se tiene que cumplir. Asistimos a los tiempos de completa deshu-
manización. Por otro lado está el problema del hígado y del corazón, o
del riñón y el pulmón y por consecuencia también está el de lo psico-
lógico. Vivimos en la época de la degradación de la condición humana.
Finalmente, la gente se resigna a convivir con su mal ante la falta
de dinero, ante la decisión de no tomar medicamento porque “les
irrita el estómago” o por la serie de efectos secundarios que todos y
cada uno de los medicamentos provoca o, en su defecto, por la falta
de tiempo para acudir a tantos médicos, aunque ellos den servicio en
hospitales públicos.
Exponemos a la acupuntura como el lugar en donde se posibilita
el tratamiento integral del individuo logrando con ello otras venta-
jas. Como verbigracia, está el caso de una paciente que llegó al con-
sultorio con hipertensión de 200/180. A la primera sesión con agujas
en cuerpo y sangría en oreja, se logró bajar a 130/120. La siguiente
sesión llegó nuevamente con la presión alta, 180/160, se bajó con el
tratamiento a 120/100. A los cinco meses de estar acudiendo sema-
na a semana, logró estabilizarse por quince días, tiempo después del
cual regreso la hipertensión. El interrogatorio sobre su vida nos llevó
a saber que en la infancia, a la edad de seis años aproximadamente, el
padre abandonó a su madre por otra mujer dejándola con seis hijas.
Ella, una de las mayores, junto con otras, tuvo que trabajar al igual que
la madre para sostener a la familia. El padre continúa viviendo en el
mismo pueblo y ellas conocen a la segunda familia del padre. La mujer
de nuestro caso, fue albergando en su corazón un gran resentimiento
hacia el padre. Tanto que ahora a sus 37 años padece desde hace cua-

• 114 •
Capítulo II: La Acupuntura

tro una alta hipertensión. La mujer decidió interrumpir el tratamien-


to alópata a los ocho meses de haberse manifestado la hipertensión,
argumentó que se sentía peor. Se dejó pasar cierto tiempo de trata-
miento con acupuntura y cada semana llegaba con una nueva razón
por la que la presión había subido: que golpearon a un vecino en la
calle y lo mandaron al hospital, que su sobrina, madre soltera, dejó
con su madre a la hija que tiene, por irse con otro hombre, etc. Un
día, después de ver que su problema era recurrente, se le recomendó
buscar a su padre y decirle que lo quiere, porque es indiscutible que la
mujer quiere a su padre, aunque le guarde resentimiento. Se le expu-
so que en su corazón ella guardaba un resentimiento que no le permi-
tía mejorar su condición de salud. La mujer escuchó. Cuando tuvo la
oportunidad fue a su pueblo, buscó la manera de hablar con su padre.
Narra ella misma que cuando lo hizo, en un acto simbólico de perdón,
lloró, sintió que algo se le salía del cuerpo, fue el resentimiento.
Con el corazón en exceso, el fuego de este invade su propio yin
y las emociones que se generan en consecuencia son de impaciencia,
arrogancia (el padre había pedido ayuda económica en los últimos
meses y ella se negó a darle, argumentando que si él nunca les había
dado nada, ella no tenía por qué hacerlo), crueldad, violencia. Cuando
la paciente se acercó al padre con la ayuda económica y dijo: “Tenga
papá, poco pero de corazón”, logró cambiar el fuego de corazón y per-
mitió que el yin ganara terreno hacia el equilibrio. Permitió que entra-
ra a su corazón la sinceridad, el ánimo. Desde ese momento, la pacien-
te expuso que las dos semanas siguientes la presión no subió y que los
problemas de los demás no los hace suyos lo cual hemos podido cons-
tatar cada que llega al consultorio. La presión desde aquel día se ha
mantenido en 120/100; las relaciones con su marido se restablecieron
en términos de sexualidad y una infección vaginal que estábamos tra-
tando se erradicó.
Lo anterior da cuenta de que el ser humano tiene la posibilidad
de liberarse de resentimientos guardados por muchos años y cambiar
su forma de vida hacia un camino de armonía interna y externa que
le permita vivir en este mundo de conflictos con mayor facilidad de
movimiento, tanto psíquica como físicamente. Nos demuestra tam-
bién, que estamos en los albores de una nueva forma de tratamiento
de salud hacia el sujeto, incorporando una visión holística tan perse-

• 115 •
Zen, Acupuntura y Psicología

guida desde hace muchos años por médicos. Que en el campo de la


medicina esta condición les haya sido negada se debe, en gran medi-
da, a la arrogancia que los médicos han establecido hacia el otro; en
que muchos carecen de una filosofía propia para perder su egocentris-
mo. Se demuestra en nuestros logros, que la filosofía del TAO permite
acoplar la vida entre los hombres y su naturaleza.
Incluye, sin lugar a dudas, la relación médico paciente como un
principio humanitario en donde ambos se benefician de los resulta-
dos, lo cual permite el crecimiento de la humanidad hacia una mejor
condición de vida. Nuestra constancia en este camino, desde ahora en
adelante, será permanente; dejemos que el tiempo y la gente exponga
los beneficios que por ahora sólo son una muestra en estos trabajos.

BIBLIOGRAFÍA

CHIA, Mantak. Sistemas taoístas para transformar el stress en vitalidad.


Barcelona: Sirio, 1992, 121 pp.
CONGHUO, Tian (Comp.). 101 enfermedades tratadas con acupuntura
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sexta edición en español, 1986, 1752 pp.
LÓPEZ RAMOS, Sergio. Acupuntura y psicología: una búsqueda en la
intervención de las alteraciones psicológicas. México: UNAM/ENEP
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MADRID GUTIÉRREZ, Juan. La acupuntura. Madrid: EDISAN,
Colección Medicina Natural, 1960, 64 pp.
SUSSMANN, David J. Acupuntura. Buenos Aires: Kier, octava edición,
1987, 415 pp.
VAN NGHI, Nguyen. Acupuntura. Madrid: Ed. Cabal, 1980, 247 pp.

• 116 •
LA CURACIÓN DE UN CURADOR
Adriana Pérez Zárate

INTRODUCCIÓN

“E
sto del oficio de vivir, no es nada fácil”. Con esta frase ini-
ciábamos uno de los cursos para convertirnos en curadores.
Porque ser curador implica tomar las riendas de nuestra
vida y no que seamos víctimas del oleaje de los acontecimientos. Nadie
se esperaba que tuviera que cambiar tan radicalmente formas de pen-
sar, de sentir, de actuar. Más aún, que todo eso pudiera ser coherente.
¿Cuántos de nosotros no se han enfermado alguna vez a la tris-
te realidad de que nuestra vida es una total contradicción? Nuestra
forma de actuar no coincide con lo que sentimos o pensamos. Porque,
vayamos por partes: una cosa es lo que realmente somos, otra lo que
otos dicen que somos, una tercera el cómo nos percibimos y finalmen-
te lo que hacemos.
Es en la convivencia diaria en donde se expresa concretamente el
cómo somos, y ahí vienen incluidos nuestros deseos, nuestras expec-
tativas, nuestros motivos para vivir. Lamentablemente la mayoría se
ve rebasada por sus sueños, por sus ideales y no puede ejercerlos. Hay
una separación visible entre lo que uno quisiera ser y lo que uno real-
mente es.
¿A caso será que somos incapaces, que no somos lo suficientemen-
te inteligentes o audaces para llevar nuestra vida como nosotros qui-
siéramos? Antes de que yo pudiera cuestionarme esta pregunta, debo
decir que mi proceso para poder llegar a ser una persona más íntegra,
no empezó curando a otros, sino siendo curada.

• 117 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Mi vida había transcurrido accidentada, llenándose de sucesos


que me habían herido y dejado serias huellas y que no estaba dispues-
ta a repetir. Entonces construí una especie de muralla para que la vida
no me siguiera apaleando. Cuando llevaba una muralla equiparable a
la china, ya ni me acordaba de cómo era yo, de cómo quería ser. Defen-
derme del exterior era lo más importante y eso me perdió.
El camino que yo había elegido era el del desamor, el de entregar
nada a cambio de nada, el de no mostrar a nadie mis debilidades ni
mis sentimientos. Debía comenzar una lucha denodada por la exis-
tencia, compitiendo, tratando de que nadie me pisoteara, de hacer
valer de algún modo lo que yo pensaba.
Esta forma de actuar era como ya dije una defensa hacia el exte-
rior. Pensaba que el mundo me agredía, pero no tardé en darme cuen-
ta de que esa actitud me llenaba de un gran vacío, ese vacío se fue
acrecentando hasta que un día me encontré sin ganas de vivir, sin un
deseo claro de lograr algo en la vida.
Empecé a padecer una depresión profunda que se convirtió al
paso del tiempo en una enfermedad. Una enfermedad que no había
muchas esperanzas de curar, pero que se controlaba a medias con
medicamentos. Los tomé durante cinco años, hicieron algunos estra-
gos en mi organismo pero me mantenían a flote.
Mis crisis eran periódicas, era tan profunda la tristeza, que los
médicos no auguraban una vida normal, dependería de las medicinas
de por vida y en tales condiciones dudaban que pudiera terminar una
licenciatura. Tampoco era muy probable que pudiera tener familia,
temerosos de las famosas depresiones posparto.
Vivir con la idea de depender de un medicamento y saber que
podía recaer en cualquier momento era algo aterrador. Desgraciada-
mente hay estadísticas que hablan de que un porcentaje muy alto de
la población mundial padece este problema. Es algo para ponerse a
pensar. ¿Por qué los neurólogos dicen que es la enfermedad del fin de
siglo? Por experiencia propia, puedo afirmar que sufrirla es enfren-
tarse a un vacío terrible, a no encontrar sentido para vivir, a no amar
la vida ni defenderla, es querer morirse de la manera más rápida
posible.
Existe una constante que se repite en todos aquellos que alguna
vez han padecido una depresión, y esto es que no hemos encontrado el

• 118 •
Capítulo II: La Acupuntura

sentido de nuestra existencia. Me parece que ese es el punto. La mayo-


ría ha perdido el timón, y lo que es peor, la meta. No hay rumbo en
nuestras vidas.
Cuando había llegado al punto de la resignación, un amigo me
llevó con Sergio López Ramos, un acupuntor. En realidad había acudi-
do por otro problema, ni si quiera pensaba que mi enfermedad pudie-
ra tener solución. Cuando empecé mis sesiones de acupuntura, mis
temores empezaron a ceder. Me sentía mucho mejor y había una espe-
ranza de ser curada. El no estar pensando en la enfermedad, me dio la
oportunidad de ver otras cosas.
Porque claro, una persona que está sana tiene mayor claridad.
Cómo iba a pensar en mi proyecto de vida cuando la enfermedad era
una obsesión, cuando había llegado a ser casi un pretexto para no
hacer nada, para abandonarme y autoflagelarme.
Pronto me percaté de que la enfermedad debía convertirse en una
enseñanza, no en una carga. Tuve que dejar de sentir lástima por mí
y sacar provecho de la situación. En realidad el padecerla era paradóji-
camente el aliento que me había impulsado a buscar lo que realmente
anhelaba en mi vida: trabajar en algo que pudiera ayudar a otros y al
tiempo llenarme de satisfacción.
Así fue como empecé a ser más disciplinada. Asistía con regula-
ridad a mis sesiones de acupuntura, hacía ejercicio, aprendí a comer
mejor, y lo más importante, aprendí a decir no a situaciones que no
eran de mi agrado. Todo esto significó un paso hacia la autoestima,
hacia el quererse y apreciarse como un ser vivo que requiere de ciertos
cuidados.
Algunos meses después, de que me empecé a atender, le manifes-
té al doctor mi interés por la acupuntura. Fue así que bajo su noble
dirección, un grupo de personas y yo nos iniciamos en esta ciencia, así
como en el masaje terapéutico, la herbolaria, y la auriculoterapia. Ade-
más, nos introdujo en la práctica de la meditación Zen, la cual fue pie-
dra de toque para la transformación que estaba por ocurrir en mi vida.
Dentro de mi proceso de cambio, lo más duro fue el enfrenta-
miento conmigo misma. Me negaba a ver quién era yo realmente, por-
que esa imagen no coincidía con mis deseos. A los tres meses de prac-
ticar con cierto rigor la meditación Zen empecé a preguntarme cosas
que cimbraron mi existencia: ¿Vivo o pienso que vivo? ¿De acuerdo a

• 119 •
Zen, Acupuntura y Psicología

qué? ¿Cuáles son los valores que me rigen? Y analizando, pude darme
cuenta de que siempre nos inculcan la competencia, el egoísmo, la
vanidad, la soberbia, la sed incansable de poseer, sean bienes materia-
les, dinero, éxito, fama o un poquito de poder sobre los otros. El ejer-
cer como autoridad también nos da valía. Qué extraño, pisar a otros
es una consigna muy bien recibida. No nos gusta que nos pisen pero
nosotros lo hacemos si hay oportunidad.
Nos han vendido la idea de que tenemos que hacer de una deter-
minada manera. Ya nos enseñaron el modelito. El problema es que
bajo nuestro sistema ser es igual a tener. El que no tiene no existe.
Gran parte de nuestras angustias y zozobras son producidas por-
que aún no poseemos tal o cual cosa que la mayoría de las veces ni si
quiera nos hace falta, y lo que es peor, nos aleja de lo que verdadera-
mente somos y estamos buscando.
Esto fue lo primero que tuvimos que aprender en nuestra dura
enseñanza para ser curadores. Y digo dura porque desprenderse de
cosas que han regido nuestras vidas durante largo tiempo es difícil,
sin embargo, no es imposible y más aún, vale la pena intentar.
Cuando resolví que yo no quería participar en esa lógica destruc-
tiva impuesta desde el exterior, fue cuando pensé que por lo pronto
lo mejor que podía hacer era empezar por mi persona. Ya sabía lo que
no me gustaba de mí. El siguiente paso era tirar todo eso a la basura
y comenzar a reconstruirme desde los cimientos. Volver a hacer mi
edificio, pero sin muralla. Este proceso de deconstrucción y constric-
ción es algo doloroso. Descubrimos que tenemos 25, 30, 40 años o
más viviendo en una pesadilla. ¿Será posible salir de ella? Lo es, pero
primero está la voluntad de hacerlo. Debo decir, en honor a la verdad,
que me daba mucho miedo, pero ya no tenía nada que perder. Ya me
había maltratado lo suficiente.
La meditación Zen y la guía del maestro fue una ayuda invalua-
ble dentro de este proceso de cambio, lo sigue siendo, porque esto es
algo que no termina, pero que en el transcurso nos abre caminos y
dimensiones que no soñábamos recorrer. Una de ellas es la del servi-
cio. Y la acupuntura en este caso me daba esa posibilidad, la de ayudar
a alguien.
Poco a poco, mi mente empezó a tranquilizarse, las angustias
fueron desapareciendo, recobré mi pasado, escribí sobre él, reflexioné

• 120 •
Capítulo II: La Acupuntura

sobre lo que me había enseñado y luego como un buen libro, lo guardé


por ahí. Decidí no cargarlo más. Podía comenzar a escribir otro libro,
es decir, me daba la oportunidad de vivir otras cosas. Y la idea me
emocionaba. Eso significaba dejar atrás el pasado. Perdonar, amar, y
prepararme para ser amada.
Antes de continuar, me parece importante mencionar algo que
en otras circunstancias me hubiera detenido en este proceso y esto es
el pensar qué dirán los otros. Gran parte de nuestras acciones están
regidas por esta preocupación que nos impide actuar a voluntad.
Además, tenemos el rechazo y la soledad. Honestamente, eso dejó de
importarme cuando me di cuenta de que no podía seguir rigiendo mi
vida por lo que piensan los demás. Cada quien tiene su dosis de con-
fusión en la cabeza. Siempre habrá quienes no estén de acuerdo, ni
conformes con lo que uno hace. Por otra parte, la envidia es un sen-
timiento muy arraigado en los seres humanos, y quién está luchan-
do por cambiar siempre tendrá dos o tres detractores. Pero ante eso,
uno puede elegir entre seguir siendo manipulado o hacer lo que uno
desea hacer.
Una vez que decidí ser el capitán de mi propio barco, comencé a
buscar las condiciones que me facilitaran esta labor. Esto significaba
salir del núcleo familiar, buscar la independencia económica y poner-
me a trabajar en lo que yo deseaba.
Así que busque una casita, empecé a trabajar atendiendo pacien-
tes y me puse a estudiar algo que yo anhelaba desde que era niña y
que era dedicarme a las artes. Hice mi examen de admisión en “La
Esmeralda” y me inscribí a la carrera de Escultura. Como era de espe-
rar, no faltó quien me dijera que a mis 27 años ya no tenía derecho a
seguir estudiando. Pero yo proseguí y con todas las dificultades que
esta decisión entrañaba, salí avante.
De aquí en adelante me dediqué paralelamente al estudio y a la
curación, misma que ejercía en un dispensario de la parroquia de San
Bernardino de Siena, en Xochimilco. Lugar en el que estuve por espa-
cio de tres años, recibiendo el apoyo incondicional del párroco y del
personal que ahí labora.
Es obvio que el cambio que ya se había gestado en mí, empe-
zó a consolidarse cuando comencé a dar el servicio, porque fue ahí
donde se materializó mi deseo de ayudar al otro. El trabajo de estos

• 121 •
Zen, Acupuntura y Psicología

tres años ha sido sumamente enriquecedor y pienso que lo mejor que


podemos hacer es mostrar una pequeña parte de lo que ahí se hizo,
en aras de analizar la información y sacar algunas conclusiones acer-
ca del proceso salud-enfermedad y la importancia del curador en
dicho proceso.

MÉTODO DE TRABAJO

La siguiente información tiene como objetivo el mostrar algunos de


los casos tratados en un periodo que va de 1993 a 1996. Es una mues-
tra pequeña de casos representativos de diversos padecimientos. En
estos tres años ha ido variando la forma de aproximarse al paciente,
la profundidad con que se abordó su caso y el tratamiento. Estos cam-
bios han sido propiciados por múltiples factores. Uno de ellos es que
conforme hemos recibido mayor preparación, nuestras herramientas
se han ampliado, además de que se ha trasformado la manera de ver
las cosas. Otro es que inevitablemente uno también afronta cambios a
nivel personal que influyen decisivamente en la forma de interactuar
con el paciente. Surgen identificaciones y el proceso de curación se va
humanizando. Digo el proceso de curación y no de curar porque en ese
proceso me incluyo. Yo curo al paciente, pero el paciente también me
cura a mí.
Con el fin de sistematizar un poco la información, resolví traba-
jar con tablas en las que se hablará por separado de mujeres, hombres,
niñas y niños. Esta división se ha realizado así porque el grueso de la
población adulta atendida es de mujeres entre los 25 y los 50 años. Y
niños entre los 5 y los 16 años. No han llegado demasiado ancianos, ni
adolescentes. Por lo que aquellos que han sido atendidos se han inclui-
do en las tablas realizadas.
Sabiendo de antemano que para la mayoría de la población es más
fácil identificar los desequilibrios como enfermedades específicas, he
decidido mantener el nombre con el que se le conoce occidentalmente,
pero tratando de incluir mayores datos acerca de la persona tratada de
manera que no se piense a la enfermedad como solemos hacerlo.
A continuación explicaré un poco el contenido de cada rubro en
la tabla: N = nombre del paciente; E = edad; Demanda = padecimiento

• 122 •
Capítulo II: La Acupuntura

o problema con el que llega el paciente; Observaciones = datos rele-


vantes que influyen en un plano emotivo, laboral, alimenticio, heredi-
tario, espiritual, etc., para el desarrollo del padecimiento en cuestión;
Tratamiento = el método o técnica utilizada, explicitando puntos de
acupuntura, utilización de moxa, ventosas, masajes, alimentación
especial, herbolaria, o conversaciones con el enfermo o pariente más
cercano. Dentro del rubro alimentación cabe decir que casi sin excep-
ción se cambia la dieta del paciente, tratando de que evite el consumo
de carnes rojas, refinados, pastas, harinas blancas, alimentos proce-
sados, azúcar blanca, refresco, dulces, etcétera; y se les incluye más
fruta, verdura cruda, pollo, pescado, cereales enteros, miel, polen. En
algunos casos se hace hincapié en el tipo de dieta que se les aconsejó
durante el tratamiento; Resultados = casi siempre se hace mención de
las sesiones en las que hubo avances notables. A veces el tratamiento
no es terminado por el paciente, pero se registran los resultados hasta
el momento en que dejó de asistir. Ahí mismo se incluyen cambios que
se detectaron no sólo a nivel físico, sino en su carácter, en su estado
de ánimo, actividades, etc.
En algunos de los casos no ha sido registrada la condición emo-
cional del enfermo, debido a que en un principio constituía un serio
temor el involucrarse a nivel personal con el paciente. No sin mucho
esfuerzo y aceptación de temores propios, ha sido posible ir detectan-
do causas profundas de distintas patologías que en su mayoría tienen
que ver con factores de tipo emocional, psicológico o espiritual.
Después de la presentación de las tablas se hace un intento de
analizar la información tratando de correlacionar algunas variables
que nos pueden ser útiles para la comprensión de algunas causas de
distintas patologías, así como una manera de tratarlas más huma-
na y más natural, y lo que es más importante procurando una parti-
cipación más activa del paciente, en la que aprenda a respetarse a sí
mismo, a hacerse cargo de su alimentación, de la toma de sus reme-
dios, de una disciplina constante en la asistencia a las consultas y,
cuando es necesario, enfrentarlos a distintas situaciones que no han
logrado o no han querido ver y que obstaculizan su desarrollo.

• 123 •
Zen, Acupuntura y Psicología

TABLA DE MUJERES

N E Demanda Observaciones Tratamiento Resultados


Mg 40 Hipertensión Paciente con P: IG4, E36, C3, B6, Du20, En 3 meses curación
(8años), depresión, obsesiones, culpas, Yintang, punto alarma riñón. de hipertensión,
paranoia, crisis de temores exacerbados. Oreja: C, R, V. Té: valeriana, infección riñón, ausencia
llanto, insomnio. Hablando sus temores cascabelillo, cola de caballo, de depresiones, y
Tofranil y las obsesiones se cedrón, guarumbo. Pastillas: obsesiones muy pocas.
Zestoretic. acallaron. Wintomilón.
Rf 58 Hipertensión Historia añeja de rencor P: C3, IG4, PC6, Ren3, Ren6,En 1 sesión se normalizó
recién declarada. guardado. Se habló con E36. Masaje. Té: alpiste, presión. Se dieron 4 más
la paciente. diente de león. para consolidar efecto.
Mj 55 Hipertensión de Hija estéril que la Puntos hipertensión. En 8 sesiones su
200/100. preocupa mucho. Té: alpiste y hojas de zapote
presión era de 130/80.
blanco. Su preocupación bajó
cuando la hija empezó a
tratarse.
Oe 43 Tos crónica Antecedente hereditario Tos: P6, P7, IG4, B6, E36, En 3 meses no hay
(año y medio), de problema tiroideo, H2. Aplicación ventosas. dolor de cabeza ni tos
dolor de cabeza, desequilibrio fuerte Té: bugambilia, canela, ajo, y las estrías en cara
hiperfunción entre pulmón e hígado. miel, simonillo, muitle. Oreja: debidas a la tiroides casi
tiroidea, estrías en tiroides, frentes, sien, H, P. desaparecieron.
cara. Benzetezil.
Pb 30 Tos crónica (6 Trabaja en un lugar frío. IG4, P7, P9, H3, E36, B6. Curación en 10 sesiones.
meses), depresión Soltera, no hay novio, Masaje espalda, ventosas, Mejoramiento de carácter
e irritabilidad. ni hijos. moxa. Té: gordolobo, poleo, y estado de ánimo.
jerez de guaje.
Cg 43 Pleuritis Gripe mal curada, Primero dispersión P5, P7. En 3 sesiones dejó de
tuberculosa salpingoclasia hace Luego H2, H13, H14, E40, toser por la noche,
(6 años). años. R3, B6. Té: ocote, romero en 5 no escalofríos ni
cuatecomate, ajo, orégano, transpiración. En 15 la
eucalipto. Ventosas, moxa. expectoración cambió
Hierba inmune. de negra a blanca. La
tos se controlo casi
completamente.
Bj 45 Migraña (3 años). Problema emocional Tonificación de P, IG. En 10 sesiones curación
fuerte. Sedación de H, VB, PC6 y C3. sin recidiva en un año.
Bm 45 Migraña desde Problema de riñón Alarma riñón, R3, B6, C3, IG4, En 28 sesiones curación.
niña, hipertensión: desde hace mucho H2, VB44, Yintang. Cápsulas Menos intolerante a
160/100. tiempo. Muy de ajo, alpiste. irritable.
temperamental.
Rc 38 Migraña (5 años), Dolor a partir de IG4, E36, H2, H3, VB44. Té: En 8 sesiones el dolor no
dolor continuo a separación con esposo. gobernadora, aceite de oliva, ha vuelto. Sin síntomas
diario. raíz de simonillo. propios de la migraña.

• 124 •
Capítulo II: La Acupuntura

Pl 21 Migraña a diario Hace 3 años recibió Primero se decidió tonificar En 3 sesiones remisión
(3 años), duele un susto muy fuerte. pulmón y bazo, se sedó total de los dolores. En 7
pulmón hace 4 Comenzó a doler hígado, luego puntos para sesiones alta definitiva.
años. pulmón. migraña. Té: muitle.
Cl 16 Migraña (1 año). No estaba estudiando ni H2, H3, VB43, IG4, E36, B6. En 5 sesiones remisión de
Excesiva trabajando. Té: boldo. Pastillas de alcachofa. los dolores. Se le dio de alta
irritabilidad. Punto de realización y B para en 9. Ya no era irritable y se
inteligencia. puso a estudiar.
Sm 44 Infección en vejiga, Arrojaba epitelio por Puntos locales en vientre y En 5 sesiones dejó de
inflamación orina. B6. Té: cascabelillo como agua inflamarse y ya no arrojó
vientre (7 años). de tiempo. Metronidazol. epitelio.
Rm 45 Dolor físico y Tiene una hija paralítica Puntos para ciática, locales En 12 sesiones
escasa movilidad de nacimiento. Su en espalda, moxa en Du14 y sus molestias casi
de todo el sentimiento de culpa es TC10, alarma riñón. Masaje desaparecieron. Hace su
cuerpo (4 años). muy grande. Además completo, píldoras de éter, vida normal, quehaceres
Stafilococus aurus rencor añejo. No puede chocolate y romero, ¼ de domésticos y sale a la
en riñón. realizar tareas normales. vaso orina con jugo de naranja. calle (antes no lo hacía).
Gt 51 Litiasis vesicular, Dolor muy agudo, Alarma de VB, H, VB34, H3, Remisión de dolor en 2
diabetes, valoración en ISSSTE IG4. Oreja: H, VB, shenmen. sesiones. Arrojó ascárides
hipertensión. para cirugía, problema Rábano negro, limón, aceite por orina. En 12 control
fuerte con hijo de oliva, miel. Té: alcachofa. de hipertensión y mejoría
alcohólico. Después de en la diabetes.
aceptar el problema ya
no se preocupa tanto.
Ha 31 Ciática que prácti- Divorciada con 2 hijos, Punto para ciática. Té: tarai, E 8 sesiones estaba
camente la inmo- ella sola los mantiene. ¼ de vaso de orina con jugo totalmente restablecida.
viliza (3 años). Trabaja parada todo de naranja. Quedó de hacer exudado
Stafilococus aurus el día. faríngeo.
en garganta.
Cn 45 Ciática (10 años). Vende plantas. Mucha Masaje en espalda, hombros, En 2 sesiones el dolor
Duele cintura humedad. Carga cosas CC. Puntos: V60, VB38, bajó considerablemente.
desde hace 14 pesadas. Perdió un hijo alarma riñón, cóccix, VB30. Curación en 4 sesiones.
años. hace algunos años. Duelo Té: cuachalalate.
no resuelto, con masaje
en espalda lo lloró.
Lr 29 Ciática, casi no Fallecimiento reciente Masaje, agujas en espalda. En 1 sesión ya podía
puede caminar. de su madre. Nervios moverse.
Muy nerviosa. excesivos.
Rv 30 Sangrado Antecedente de 4 B6, B9, C7, Pc6, moxa en bazo En 3 sesiones el sangrado
abundante y abortos naturales, el y Du. Masaje en espalda. Té: se detuvo. Se liberó de
continuo (40 días), último de 5 meses, desde muitle. Alimentación rica sentimiento de culpa.
ronchas en cuerpo, entonces sangra. Anemia en hierro. Orina con jugo de Ahora se le prepara para
fiebre reumática. crónica, mucha tristeza naranja. un nuevo embarazo.
Imposibilidad y remordimientos. Se
de embarazo habló con ella para que
terminal. deje de culparse.

• 125 •
Zen, Acupuntura y Psicología

N E Demanda Observaciones Tratamiento Resultados


Ma 45 Hipertensión, Nerviosa, aprehensiva Dispersión hígado y vesícula En 4 sesiones dolor
dolor de cabeza 3 con sus hijos. Se irrita biliar, agua de ajo y aceite de remitido. Alta en 10
veces por semana con facilidad. oliva. Luego moxa en Ren6, sesiones.
(4 años). Ren12 y masajes.
Im 27 Hipertensión, Vida sexual casi nula. Tonificación de hígado y En 3 sesiones desapare-
palpitaciones, Sentimiento de culpa corazón. Té: flor de corazón, cieron palpitaciones, su
asfixia, dolor de al pensar que su deseo simonillo. Masaje de espalda. sexualidad se ha norma-
cabeza. constante era anormal. Dieta sin refinados. lizado, punto importante
Autocastigo. para su recuperación.
Ps 30 Taquicardia, Antecedentes de ataque Sedación de P, tonificación En 8 sesiones curación de
punzadas, tos al corazón. Problemas de C, dispersión de H. Té: la tos, dolores de cabeza
crónica (años), con esposo, muy irritable, cuatecomate, boldo. Masaje y taquicardia. Menos
dolores de cabeza. intolerante. Salpingoclasia en espalda. irritable, más tolerante.
hace algunos años.
Ch 64 Obstrucción de Cónyuge muy celoso, Bronquitis: moxa, ventosas, En 25 sesiones curación
coronarias (5 años), casi no sale de casa, agujas. Té: orégano, ajo, miel, de bronquitis, diarrea;
bronquitis (3 sobreprotección a los limón, luego cuatecomate. presión arterial: 130/90.
meses), diabetes hijos, muy preocupada Diarrea: chaparro amargo y Glucosa: 170. Bien de
(20 años), constantemente, todo eztafiate. Hipertensión: alpiste apetito, sueño. Ya no se
hipertensión (8 le afecta. y hojas de zapote blanco. deprime, menos irritable,
años), diarrea Diabetes: sangre de grado, no tan aprehensiva.
(3 meses), orina y cáscara de tomate Diálogo con la familia
insomnio. Tomaba verde. Insomnio: valeriana. para que la animen a salir
8 medicinas Masajes en espalda y más fuera de casa.
distintas. hombros. Dieta.
Ie 54 Obstrucción Fumaba tres cajetillas PC6, PC5, C3, IG4, IG11, Du20, En 4 sesiones desaparición
de coronarias, al día. Problemas alarma, ID y CC. Ren6, B6. de palpitaciones, dolor
hipertensión: con esposo. Muy Té: flor de corazón, alpiste, pecho y hombro. Caso
190/100 (3 años), aprehensiva y zapote blanco, cedrón, difícil, había que sedar
punzadas, dominante con sus damiana de California. y tonificar el corazón a
palpitaciones, hijos. Intolerante. Masajes. Dieta: cereales un tiempo. En 6 meses
dolor pecho y Excesivamente irritable. enteros, verdura, jalea real. curación. Presión: 130/90,
hombro. Tomaba 4 Nada de refinados ni carnes ya no toma medicinas
medicinas distintas. rojas. ni tés.
Pa 59 Artritis reumatoide Viuda desde muy joven Agujas locales y en TC, V, IG, C. En 24 sesiones los
en todo el cuerpo con varios hijos casados, Masaje corporal intercalado, dolores desaparecieron
(15 años), depresión se siente sola. moxa, ventosas. Ajo, perejil, totalmente; animosa,
profunda (8 años). limón, 20 gotas orina por dos mejoría en el carácter, más
Trofranil. meses, diente de león. paciente. Cita cada mes.
Db 55 Nervios muy Soltera, sin hijos, gran Du20 y laterales, PC6, C7, En 3 sesiones ya no
alterados, rencor hacia la madre Yintang. Punto neurosis en es tan nerviosa, no
movimiento por no permitirle oreja, shenmen, C. Masaje. hay movimientos
involuntario de casarse. Té: valeriana. involuntarios.
manos y labios,
insomnio.

• 126 •
Capítulo II: La Acupuntura

Fd 57 Nervios, dolor Hijo alcohólico, viuda a Masaje en espalda, cuello, En 10 sesiones bastante
tensional en punto de jubilarse. hombros. Té: valeriana. restablecida, sí acudió
hombros y cuello. Aconsejamos haga algún tipo al yoga.
de meditación.
Sv 30 Crisis nerviosa, Dormía 2 o 3 horas al Masaje en espalda, cuello, En 3 sesiones no hubo
depresión severa, día debido a su trabajo. hombros. Té: valeriana. más crisis. En 8 la dimos
ideas de suicidio y Internada en Hospital Aconsejamos haga algún tipo de alta, su ánimo era
de matar. Tomaba Psiquiátrico por 15 días. de meditación. estable, recuperó aliento
5 medicinas Sentimientos de culpa, para vivir. Ya no tomaba
distintas. ausencia de sentido en medicamentos.
su vida. Se habló con
ella sobre el asunto.
Ge 21 Nervios, insomnio. Fallecimiento reciente Masaje en espalda, hombros Después de masaje
del padre y un hermano. y CC, agujas para emociones. durmió mejor, menos
No desahogó su dolor Té: valeriana, damiana de nerviosa, se puso a
en el momento. California. escribir sobre su hermano
y su papá, un día lloró por
horas. Alta en 4 sesiones.
Cn 18 Nervios muy Muy rebelde y Masaje muy fuerte en En 1 sesión ya se
alterados. Terror consentida. espalda, CC y pies, lloró pudo acostar boca
a acostarse boca mucho. Después agujas arriba, durmió bien,
arriba. Miedo a en puntos emociones. desaparecieron
dormirse, tiembla Té: valeriana, doradilla y temblores.
todo el cuerpo. pingüica.
Jg 43 Miomas en Maltratos de esposo Anemia: E36, vértebras En 3 sesiones detención
ovarios y matriz, alcohólico. Separación torácicas 2, 3, 4, 5, moxa. Té: de flujo. Buen semblante,
hemorragias con varios hijos y muitle, alimentación rica en en 20 sesiones los
severas (4 meses), después de años vuelta vegetales, cereales enteros, ovarios y matriz limpios,
anemia aguda. a casar. jalea real, prohibición consecutivamente un
enlatados, harinas nuevo embarazo, agujas
embutidos. Miomas, H3, R3, para embarazo. Parto y
R6, locales en vientre. Té: bebé normales.
ortiga blanca y milenrama.

• 127 •
Zen, Acupuntura y Psicología

TABLA DE HOMBRES

N E Demanda Observaciones Tratamiento Resultados


Sm 55 Parálisis facial El origen de la parálisis Puntos locales en cara, En 1 sesión pudo hablar
lado izquierdo (3 es una impresión muy dispersión de H y VB, mejor, su ojo más
meses). fuerte. Paciente irritable, fortalecimiento de B. abierto. En 8 ya no se le
intolerante. Té: Gobernadora y aceite de notaba la parálisis.
oliva. Ejercicios con globos.
Lv 44 Gastritis (5 años). Muy nervioso. Laterales de E25 y Ren14 En 1 sesión eliminación
(disp.), Ren6, Ren12, Ren15, de molestias. En 5
E36, PC6. Té: sinvergüenza sesiones ya no volvieron
como agua de tiempo, los síntomas.
cuachalalate, árnica.
Aj41 Gastritis, Antes tomaba mucho Mismos puntos anteriores, En 5 sesiones eliminación
inflamación de alcohol, trabaja con trabajando más emociones. de molestias.
codos. solventes, malpasadas.
Sh 38 Gastritis y colitis Excesivamente nervioso, Mismos puntos anteriores En una sesión mejoró
(20 años), fatiga, siempre ansioso, más C7, H2, IG4, TC3. estado nervioso, sin
dolor cerebro, intolerante. Oreja: neurosis, corazón. inflamación y dolor de
halitosis. Té: valeriana, boldo. Nada cerebro, menos fatiga. En
de refinados, mucha fibra. 4 tranquilo, bajó ansiedad,
Aprendió a respirar profundo. mejoró relación con su
hija y en su trabajo.
Aa 28 Tos seca de 20 Trabaja de noche, P7, P6, IG4, E36, B6, moxa, Restablecimiento en 1
días, escalofríos. expuesto al frío. ventosas, aceite eucalipto. sesión.
Té: gordolobo y poleo.
Aa 40 Tos con flema Trabaja en una P5, dispersando calor y En 3 sesiones
(1 mes), asma, panadería, expuesto humedad, C3, IG4, rábano, desaparición casi total
hipertensión, a cambios bruscos de cebolla, miel, limón. Té: ajo, de la tos.
dolor de cabeza. temperatura. orégano.
Rt 69 Reumas en Trabaja en casa de V40, V67, VB38, E35, IG4, En 6 sesiones remisión
rodillas y pies (5 materiales, carga muy TC5, moxa. Té: diente de león, de dolores. Hace su vida
meses). pesado. gobernadora. normal.
Da 49 Hipertensión, Es irritable y nervioso, Puntos para hipertensión, té En 3 sesiones presión
insomnio, sin lesiones funcionales de alpiste. normal, en 8 dejó de
nervioso. por lo que el problema tomar pastillas para sólo
Metropolol, era más bien nervioso. controlarse con alpiste.
alfametildopa.
Gr 49 Diabetes (4 años). Irritable. Alarma VB, B, PC7, C3, Du20, En 4 sesiones su glucosa
Ren24. Té: gobernadora, estaba en 100. Alta.
aceite de oliva, dieta.
Aa 23 Insomnio (1 mes). Futbolista profesional, PC6, C7, E36, B6, IG4, H2. En 1 sesión remisión del
mucha presión y Oreja: Shenmen. insomnio.
encierros por semanas.

• 128 •
Capítulo II: La Acupuntura

Bm 20 Epilepsia Ausencia del padre. Du26, Ren15, R1, E40, R6, En 2 sesiones sin
alucinatoria (4 Fallecimiento de un tío V62, H2, Té: valeriana, insomnio, sin crisis ni
años), ataques muy querido, después simonillo, boldo, sangre pesadillas, ya descansa
violentos de 1 o 2 empezó con la epilepsia. de grado, muitle, dieta al dormir. La crisis a la 7ª
hrs. de duración, Presiones familiares y sin huevo, aguacate ni sesión duró 10 minutos,
golpea paredes y por falta de trabajo. Muy refinados. Moxa en E40 y no hubo alucinaciones.
objetos, padece irritable y aprehensivo. Ren 12 hasta hacer cicatriz. Recuperación rápida,
insomnio, nervios, Luego se agregaron, Du20 y sin fatiga, dolor ni
depresión, laterales, PC6, C7, IG4, E36, depresión. Se dieron 5
inapetencia. B6. Yintang. Oreja: shenmen, sesiones más y después
Rivotril, Halción, occipucio. Se habló con él 1 mes de tratamiento
Temperator. para que no fuera tan ansioso con el Dr. Sergio López.
e intolerante. Su irritabilidad Actualmente no toma
bajó considerablemente. Se ningún medicamento. A
volvió tranquilo y paciente. veces valeriana cuando
muy nervioso. Sin
recidiva en un año.
Pl 56 Ciática (3 meses). Mucha tensión y Alarma R, puntos cóccix, VB30, En 7 sesiones curación
nerviosismo. VB38, V60. Té: diente de león, del problema.
sangre de grado, simonillo y
dieta de vegetales por 15 días.
Ge 30 Hipertensión (3 Muy nervioso, B6, R3, C3, IG4, Du20. En 1 sesión se regularizó
años). infancia difícil, miedos Yintang. Té: alpiste y damina su presión. Alta en 3.
arraigados. de California.
Ff 65 Parálisis facial (5 Causa de la parálisis: Aplicación puntos en cara, En 8 sesiones ya puede
días), diabetes. coraje. IG4, E36, C3, H3, en lado hablar mejor, ya casi no
contrario a la afección. se nota parálisis.

TABLA DE NIÑAS

N E Demanda Observaciones Tratamiento Resultados


Ci 6 Asma bronquial (6 Sobreprotegida, hija PC6, C7, yintang, En 3 sesiones mucha
meses). primogénita; empezó así shenmen, P7, IG4, Té: mejoría. Suspensión por
cuando nació su hermanita. orégano, ajo, miel, limón. cambio de consultorio.
Gk 14 Mareos todos los Hay mucho miedo, E36, R7, R3, B6, PC6, C7, Pasó bien el año, hace
días (desde niña), desnutrición. También H3, IG4, IG11. Tachuela en su vida normal, mareos
mucho miedo, problema hormonal con tiroides, moxa en Du20. uno cada 15 días. Lleva 5
zumbido en oídos, tiroides. Antecedente de meses en tratamiento.
muy nerviosa. temperaturas muy altas
cuando bebé.
Gi 10 Dolor de cabeza, Muy irritable, debilidad Dispersión H. Tonificación En 2 sesiones ya no
náusea, vómito, de pulmón y bazo contra- B. dolía la cabeza, ni había
diarrea, garganta dominancia de H. diarrea.
cada 15 días.

• 129 •
Zen, Acupuntura y Psicología

N E Demanda Observaciones Tratamiento Resultados


Ue 9 Dolor de cabeza, Niña muy perceptiva, Tonificación de R y B, A la 3ª sesión escuchaba
insomnio, nervios, madre con migraña. dispersión H. Se hicieron mucho mejor, en la 4ª
lesión en oído derecho Hígado exacerbado, riñón y pruebas de audición oía a 20 m de distancia y
(sólo oye 10%), bazo débiles. diciendo palabras y ella de espaldas. Ya no había
muchos miedos. escuchando de espaldas. ningún síntoma.
Gc 11 Crisis convulsiva Antecedentes de madre Tonificación de B y R, En 6 sesiones muy
hace dos meses. epiléptica. IG4, IG5, Ren6, VB20, en bien, nunca presentó la
Tegretol 200 mg., 2 agujero cóccix, Du20 y convulsión, suspendieron
pastillas al día. laterales. Té: valeriana. medicamento.

TABLA DE NIÑOS
N E Demanda Observaciones Tratamiento Resultados
Ec 9 Anorexia, bajo Retraído, tímido. Puntos para anemia en En 4 sesiones ya comía
rendimiento escolar. vértebras dorsales 3ª, 4ª, bien. Promedio de 8 en
Anemia. 5ª, 6ª, E36, ombligo, B6. escuela. Menos tímido.
Moxa. Té: muitle. Cambio
dieta.
Ei 7 Anorexia, se cae Muy irritable, hay E36, R7, R3, B6, PC6, C7, En 8 sesiones
frecuentemente. hemorragias por nariz H3, IG4, IG11. Tachuela en desaparecieron
Anemia. frecuentemente. tiroides, moxa en Du20. hemorragias y ya no se cae.
Oc 2 Epilepsia y ausencias Antecedentes de Masaje en yintang, H3, En 4 sesiones sin flema en
desde nacimiento. toxoplasmosis Du20 y laterales VB34, garganta, lengua rosada
Convulsiones con durante embarazo, alarma B, E36, moxa y sin costra, mejor apetito
frecuencias de desnutrición, hepatitis espalda, R1, E40, Ren14. y sueño. Crisis 1 vez cada
10 al día y duran al nacimiento, asfixia y Balines en R3, V60, 15 días y duración de 3
hasta 3 minutos. convulsiones, hemorragia Yintang. Se enseñó a o 4 segundos. Mucho
Fenobarbital y intraventricular. Con la madre a dar masaje más atento, antes como
Tegretol. frecuente estreñimiento. para hacerlo reaccionar ausente. Al decirle a
Flema en garganta, durante una crisis. la madre que había
insomnio, anorexia. Valeriana remojada, posibilidad de retraso dejó
alcachofa y hoja sen. de traerlo.
Gr 10 Temblor Niño agraciado. La madre Al ser revisado en oreja En 3 sesiones el temblor
involuntario en refiere que en la colonia en efectivamente salieron había disminuido, sueño
brazo derecho todo donde viven fueron visitados puntos de testículo, y apetito normales. La
el día y de la pierna por 8 médicos que nunca hormona, córtex, señora dejó de venir
cuando duerme (2 supo de dónde salieron, suprarrenales, tiroides. Se porque vivía muy lejos.
años). parecían extranjeros. Al aplicaron agujas en oreja
revisarlo en oreja le dijeron y puntos como R3, R7,
que el problema era PC6, C7, Du20 y laterales.
hormonal. Dejaron datos
falsos de hospitales donde
trabajaban, nunca pudo
localizarlo.

• 130 •
Capítulo II: La Acupuntura

Cd 14 Epilepsia de Antecedentes de asfixia Masajes, agujas en H3,


En 8 sesiones de
difícil control. al nacer. No sabe leer ni H2, B6, E40, E36, PC6, C7,
tratamiento ya casi no le
Convulsiones desde escribir, lento aprendizaje, R3, Du20, Du23, yintang
dan convulsiones largas,
hace 10 años, 3 lo sacó de escuela especial occipucio, corazón. Té:
sólo siente sensación
veces al día con por tanta convulsión. valeriana. de que llegan, las de la
duración de 1 hora. noche muy raramente,
Por la noche crisis sueño normal, apetito
desde hace 3 años, controlado, habla sin
insomnio. Depakene inhibiciones, más atento,
y Fenidantoin. ayuda en diferentes
actividades, vida más
normal e integrada con
otros niños.
Mr 3 Diarreas y vómitos Abandono afectivo. Nunca Masaje, agujas. Té: En un mes dejó de
frecuentes, ve a la madre porque chaparro amargo, enfermarse, buen
estreñimiento, trabaja todo el día. Se eztafiate, polen, cereales. apetito.
problemas de queda con abuelita. Se habló con la madre
garganta. para que estuviera más
con él.
Bi 10 Dolor de corazón Hace 4 meses que murió su R3, R7, C7, PC6, E36. En 4 sesiones ya no dolía
(4 meses), tic en abuelo, fue un golpe muy Oreja: punto realización, corazón, el tic había
nariz y cabeza, muy fuerte. corazón y riñón. disminuido mucho.
nervioso.

ANÁLISIS DE LA INFORMACIÓN

El tratar de ayudar a un enfermo es una experiencia única. Es un poco


difícil si temamos en cuenta que a lo largo de nuestra educación esco-
lar se nos hace comprender a la realidad dividida en materias, cien-
cias y disciplinas que no parecen tener ninguna conexión. Es así que en
nuestra vida todo lo queremos ver por partes y para colmo autónomas.
Nunca vemos el conjunto completo. De esa manera también asumimos
el funcionamiento de nuestro cuerpo. No relacionamos nuestras emo-
ciones, nuestras vivencias, nuestras afecciones o padecimientos. Es
preciso hacer hincapié en que ningún cuerpo es igual a otro y que lo
que puede funcionar para uno puede no ser lo idóneo en otro.
Esta perspectiva tiene que ver con una visión más integral del
paciente. Primero que nada es esencial tomar en cuenta que como
seres vivos estamos regidos por leyes naturales y somos parte de ese
gran flujo de vida que es la naturaleza. Por desgracia, nos negamos

• 131 •
Zen, Acupuntura y Psicología

a cooperar con ella. Ninguno de nuestros órganos se niega a partici-


par para el buen funcionamiento del cuerpo. Los ríos no seleccionan a
quien darán de beber, ni la lluvia a dónde habrá de caer, ni los árboles
o plantas a quién deberán alimentar, ningún ser vivo deja de regirse
por estas leyes. El hombre es el único que no encuentra su lugar, su
camino dentro de la naturaleza.
Nuestra ceguera es producto de una supremacía racional que no
nos permite sentir, intuir, vivir nuestras acciones para servir, como
sirve todo lo demás. ¿No es tiempo ya de que el hombre encuentre
un camino más armónico? Los chinos nos han dejado una herencia
riquísima e inapreciable en su medicina tradicional, ya que su pers-
pectiva sobre el cuerpo es muy distinta. Para ellos cada uno de nues-
tros órganos están interrelacionados estrechamente en un nivel ener-
gético. Existe una energía sutil dentro de nuestro organismo que se
mueve por canales específicos y que funciona como un circuito cerra-
do ininterrumpido, cíclico. De esta manera cada órgano alimenta a
otro y éste a su vez nutre al que le sigue en la cadena. Esto se repite
sablemente hasta el final de nuestra existencia. La lógica del cuerpo
sigue la lógica de la vida. Cada órgano es como una madre que alimen-
ta a su hijo; este hijo tendrá que hacerse cargo de su descendencia en
un futuro.
Lo anterior denota una visión humanizada, más armónica y
natural. Y sobre todo una perspectiva de conjunto. Siendo congruen-
tes con esta lógica, atender a una persona significa considerar múlti-
ples factores que dan como resultado un desequilibrio en la salud del
paciente. Estos factores tienen que ver con su alimentación, condicio-
nes de trabajo, empleo del tiempo libre, sexualidad, relaciones fami-
liares, afectivas, realización en la vida, deseos, frustraciones, etc.
Es evidente que ver las cosas desde una óptica integral, en que
tomamos en cuenta los diferentes aspectos de la vida personal de un
paciente para acercarnos a esa unidad extraordinaria y distinta que
constituye cada ser humano, es algo tardado, difícil y que requiere de
una gran entrega.
También implica muchas cosas a nivel personal, porque pregun-
tar a un paciente sobre su vida es arriesgarnos a ver reflejada nuestra
propia historia, nuestros miedos. ¿Pero no es eso humano? ¿Acaso los
médicos, los curadores son personas perfectas, realizadas, sin proble-

• 132 •
Capítulo II: La Acupuntura

mas, una entidad superior a las demás? No lo creo, nuestro desarrollo


como personas también está en proceso y en ese proceso está involu-
crado el paciente.
Antes de entrar en el análisis específico de casos, me gusta-
ría hacer algunas reflexiones que tienen que ver con un sentir gene-
ral, con cosas que todos compartimos de una u otra manera y que no
podemos soslayar.
El trabajar con pacientes de distintos sexos y edades, nos da la
posibilidad de recuperar este sentir y de percatarnos de cuáles son los
factores que más se repiten en las historias personales y colectivas de
una comunidad.
Es por ello que me parece importante hablar sobre el anhelo de
vivir. Es muy frecuente encontrar entre los pacientes un problema con
las ganas de vivir. Las motivaciones se extinguen, las expectativas se
reducen, y la vida cotidiana se convierte en una rutina que nos aburre,
que nos convierte en autómatas.
Todos en distintas etapas de nuestras vidas pasamos por difi-
cultades y problemas que pueden fortalecernos, que pueden enrique-
cernos, pero también otras que nos suelen dejar desvalidos, sin fuer-
zas para afrontar nuevas experiencias. Es normal el sentirse así, por
algún tiempo, pero lo que no lo es, es perpetuar esta actitud de luto
ante la vida.
Sin duda, es más sencillo rendirnos ante la adversidad que luchar
contra ella. El derrotismo es algo que se cultiva y se transmite en la
cultura del mexicano como un cáncer. ¿Por qué esta idea de que somos
los eternamente vencidos? Es obvio que este modelo nos lo introdu-
jeron desde la Conquista, y que por generaciones ha sido reproducido
con todo rigor.
Esta noción es cultural, pero es algo que se puede modificar si
cambiamos de actitud. Si en lugar de sentir compasión por nosotros
mismos, analizamos la situación del pasado y sacamos conclusiones:
¿Cómo sucedió, por qué sucedió y para qué nos sirve esta experiencia?
Con esto es suficiente para sacar fruto de dicha vivencia, no repetirla
si no es nuestro deseo, y continuar viviendo sin cargar con cosas del
pasado, que por lo demás ya no tienen remedio.
No es ningún secreto para nadie que culturalmente se nos ense-
ña a cargar con el pasado, como si hacerlo fuera a resolver las cosas.

• 133 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Esta actitud es insana y no nos permite avanzar. En la medida en que


nos hemos dado cuenta de que cometimos una falta, basta con propo-
nerse el no repetirla y de esta manera mejorar como seres humanos.
La flagelación y la autohumillación no llevan a ninguna parte.
Otro factor muy frecuente es el no querer enfrentar que hemos
pospuesto la resolución de problemas o actividades que por pequeñas
o insignificantes que parezcan, no nos permiten vivir nuevas expe-
riencias. Llega un momento en que es tan grande el cúmulo de cosas
que hemos dejado sin resolver, que ya no sabemos ni por dónde empe-
zar. Esto es un reflejo de esa consigna ya tan asimilada entre los mexi-
canos de dejar las cosas para mañana.
Volviendo al anhelo de vivir, existen otros elementos además
del derrotismo que nos impiden realizarnos en este camino, y uno de
ellos, es el de las frustraciones. La frustración ante los deseos que no
se han cumplido es una traba enorme para poder sentirnos plenos. La
frustración crea rencor contra uno mismo y contra los demás y su acu-
mulación nos convierte en seres que como no hemos recibido lo que
deseamos, tampoco podemos ni queremos dar a los demás. Esta acti-
tud crea un círculo vicioso en el que prevalecen sentimientos negati-
vos de ira, crueldad y odio. Sentimientos que nos producen serios des-
equilibrios a nivel energético y orgánico.
Nadie está exento de frustraciones, pero en la medida en que
aceptamos que no todo lo que deseamos es lo mejor para nosotros, y
que este sentimiento de apego nos perjudica, es mucho más sencillo el
asimilarlo y prepararnos para luchar por aquello que todavía es posi-
ble hacer si verdaderamente lo queremos.
Una constante más que se hace evidente en el contacto con los
otros es la falta de amor. La falta de amor es aquello que más se repi-
te y que más enferma; el abandono, la falta de fe en nosotros mismos
y en los demás, está dado por esta carencia. Nos negamos a amar, a
respetar al otro, a dar sin condiciones. También, nos negamos a ser
amados porque pensamos que no lo merecemos. Sin esta disposición a
dar y a recibir el sentido en la vida se acaba. Se va disminuyendo hasta
hacernos intolerantes y crueles. El desamor nos produce sufrimien-
to porque una condición de la esencia de la vida es el amor. Es una
cualidad inseparable del ser humano, cualidad que queremos borrar
o sustituir por otras como el tener, el saber, el poder sobre los demás.

• 134 •
Capítulo II: La Acupuntura

Mientras no aceptamos que el amor es una llama inextinguible den-


tro de nosotros y no aprendamos a darla, el retenerla nos producirá
mucho pesar.
Por último, me gustaría mencionar algo sobre el rencor. El ren-
cor es algo que encontramos con cierta regularidad en los pacientes,
rencores guardados por meses e incluso años. Este sentimiento es un
reflejo de intolerancia y también de nuestra incapacidad de perdonar
las faltas de otros. Es un síntoma de que nos negamos a reconocer
nuestros propios errores, pensando que somos infalibles.
A continuación me gustaría hacer un análisis más detallado par-
tiendo de una división por sexos y edades y categorizando la enferme-
dad fundamentalmente en dos: enfermedades somáticas u orgánicas
y psicológicas.
Es importante decir algo sobre la procedencia de los pacientes, ya
que el 80% de ellos viven en Xochimilco o en sus alrededores. Xochi-
milco guarda aún costumbres características de los pueblos, en los
que se conserva la estructura social de las mayordomías. Los mayor-
domos son los encargados de la organización de las distintas festivi-
dades religiosas que se llevarán a cabo durante el curso del año. La
religiosidad por lo tanto es muy marcada, así como las costumbres en
cuanto a alimentación y la conservación de patrones que marcan los
deberes de cada sexo.
Empecemos pues, con las mujeres, un sector que acude con mayor
frecuencia a consulta. Los problemas de tipo somático se reducen a
aquellos que se han producido por condiciones de trabajo, condiciones
climatológicas adversas o falta de cuidados.
En cuanto a las condiciones de trabajo, muchas de ellas reportan
el verse obligadas a laborar mucho tiempo sentadas o paradas. Posi-
ciones que definitivamente influyen negativamente en la salud. Tal es
el caso de la inflamación del nervio ciático, problemas con los riñones
o varices.
Por otra parte, están los cambios bruscos de temperatura a los
que se exponen en las labores domésticas, el pasar de cocinar o plan-
char a lavar, o el permitir que se mojen sus extremidades y vientre al
lavar la ropa.
Esta falta de cuidado redunda en la presencia de problemas artrí-
ticos o reumatoides en manos y piernas, deformación de las articula-

• 135 •
Zen, Acupuntura y Psicología

ciones y presencia de frío y humedad dentro del cuerpo que obstacu-


liza el movimiento. Además, la presencia de humedad en el vientre
puede ser un factor de esterilidad en la mujer, de cólicos menstrua-
les, así como de flujos constantes. A veces cuando se mojan durante el
embarazo suelen presentarse problemas bronquiales, asmáticos o de
sinusitis en el futuro bebé.
Otro elemento que puede determinar problemas de carácter
somático y psicológico es la extracción de los órganos sexuales de la
mujer, ya sea de los ovarios, de la matriz e incluso la salpingoclasia.
Muchas mujeres reportan cambios bruscos en su temperatura corpo-
ral, dolores de cabeza y otros síntomas que tienen que ver con la alte-
ración hormonal. En mujeres jóvenes se llega a presentar una meno-
pausia precoz con todas las molestias que esto significa.
Por otra parte, está el factor del cuidado de la alimentación.
Muchas de las mujeres no acostumbran comer verdura ni cereales.
Esto significa una ausencia de vitaminas, hierro, proteína y aminoá-
cidos necesarios para un desarrollo armónico del cuerpo. La falta de
estos nutrientes pueden determinar la aparición de anemia, desnutri-
ción, así como una descalcificación temprana. La exclusión de la fibra
en la dieta es causante de distintos trastornos físicos, tales como:
estreñimiento, obesidad, arterioesclerosis y distintos tipos de proble-
mas cardiovasculares.
También, está el hábito de no consumir líquidos en abundancia.
Casi siempre son sustituidos por refresco, lo que trae como conse-
cuencia problemas genito-urinarios y renales. Cabe decir que según
estudios especializados cada vez es más numeroso el consumo de pro-
ductos enlatados, embutidos y productos “chatarra”, esto es un factor
de alto riesgo para la aparición de ciertos tipos de cáncer debido a los
conservadores y substancias químicas que contienen.
Fuera de estos problemas de tipo físico, los restantes tienen que
ver con un sustrato emocional o psicológico que influye decididamen-
te en la aparición de ciertas enfermedades. Es frecuente encontrar que
la mujer reprima muchas de sus inquietudes, de sus deseos y dolen-
cias, por lo que su energía física, mental y emocional sufre estanca-
mientos. Esto quiere decir que no es canalizada adecuadamente, que
no fluye, lo que redunda en un desequilibrio energético. Si esto no se
resuelve a tiempo, sobrevendrá la enfermedad.

• 136 •
Capítulo II: La Acupuntura

Gran parte de las mujeres acuden con una gran tristeza, con
depresiones que arrastran por años. El problema es que no desaho-
gan ese pesar a falta de interlocutores. El escuchar es un hábito que
se va desterrando de la familia, la falta de comunicación es una cons-
tante en nuestra sociedad moderna. Cada quien está tan concentrado
en su propia actividad, que nadie tiene tiempo de escuchar al otro. No
hay forma de ventilar los problemas, y por lo tanto éstos se acumulan
hasta que se vuelven irresolubles.
Por otro lado está el problema de la sexualidad. Gran parte de las
mujeres no mantienen una sexualidad activa. O si la llegan a tener no
las satisface. Esto puede tener muchos orígenes. Algunas son abando-
nadas por el marido. Otras enviudaron y decidieron no casarse nueva-
mente por temor de lo que dijeran los otros, por respeto a los hijos, o
para no buscarse más problemas.
En muchos casos soportan relaciones incestuosas, lo que lógica-
mente las aparta de sus maridos. Algunas más no tienen la suficiente
confianza para manifestar a sus esposos cuáles son sus deseos, otras
se enfrentan a la eyaculación precoz. Existen también las mujeres que
han sido sometidas a un tipo de operación en sus órganos sexuales,
lo que puede producir rechazo por parte del cónyuge porque subsiste
la creencia de que si la mujer ya no es fértil, “ya no sirve”. Sentimien-
to compartido por las mimas mujeres. La intervención en los órganos
sexuales de las mujeres además de las consecuencias mencionadas,
traen otras como la histeria, neurosis y descompensaciones serias en
el ánimo y en el carácter.
Otros factores que inciden notablemente en la aparición de dis-
tintas patologías son el maltrato por parte de esposos golpeadores y
el alcoholismo tan marcado (en Xochimilco hay una fiesta casi diaria-
mente, además de que existen expendios de pulque y de alcohol clan-
destinos).
No es raro encontrarnos con el abandono y la falta de afecto por
parte de los hijos que, habiendo dejado el núcleo familiar, se desentien-
den completamente de los padres. No los visitan ni les llaman perió-
dicamente para saber de ellos. Sólo en casos de enfermedad alguno de
los hijos estará presente. Este hecho sucede tan frecuentemente que
se ha convertido en un síndrome, el síndrome del abandono al que se
ven sometidos muchos padres una vez que han cumplido con sus hijos.

• 137 •
Zen, Acupuntura y Psicología

¿A qué se debe este factor? Es difícil decirlo pero me atrevo a afirmar


que tiene que ver con el problema del dar y del recibir. En la actualidad
todo el mundo quiere recibir, nadie quiere dar y mucho menos amor.
Ante muchas situaciones, la mujer va construyendo una especie
de caparazón que la dota de fortaleza para sortear toda clase de obstá-
culos y así sacar adelante a sus hijos. Su carácter se endurece y al tiem-
po se obstaculizan las expresiones de afecto y contacto físico. Se repri-
me el llanto, los abrazos, los besos, las caricias, etc. Lo mismo sucede
en los casos en que se ha perdido un hijo, el esposo o un familiar cerca-
no. Las mujeres no expresan su duelo por no preocupar a otros, repri-
men el llanto sin saber que el hacerlo trae consecuencias a futuro.
El reprimir dichas manifestaciones emotivas produce, como ya
hemos mencionados, un bloqueo de energía que vendrá a descompen-
sar el equilibrio armónico del cuerpo. Con respecto al sentimiento de
posesión, podemos decir que las mujeres suelen canalizarlo hacia los
hijos. A veces parece que quisieran vivir la vida de los mismos o asu-
men ese papel temiendo que les pasen cosas que ellas ya vivieron; en
otras ocasiones es una defensa contra el abandono. Todo esto las per-
judica en tanto asumen problemas que no pueden resolver y que son
propios de la vida adulta de sus hijos. Asimismo, la mujer puede asu-
mir la actitud de seguir siendo el centro de las decisiones en la familia
porque su único sentido en la vida ha sido criar y procrear.
Muchas mujeres fueron madres muy jóvenes y el no aceptar esa
condición tiene serias repercusiones. La mujer guarda tanto resenti-
miento que niega su condición de madre y lo materializa enferman-
do sus órganos sexuales. Lo mismo pasa con aquellas mujeres que
han sufrido algún tipo de abuso sexual o violación. Su sentimiento de
culpa al respecto es enorme. El repudio de la sociedad, en lugar de su
apoyo, produce este sentimiento, además de una baja autoestima.
Vayamos ahora con el análisis de hombres. Un alto porcentaje de
los hombres en Xochimilco se dedica al comercio, a la siembra, a la
venta de plantas, albañilería o tienen empleos en el sector servicios.
Raramente son profesionistas.
Sus enfermedades tienen que ver más con sus condiciones de tra-
bajo. Muchos de ellos se exponen a la humedad por tiempos muy pro-
longados, a cambios de temperatura bruscos, o cargan cosas pesadas.
Casi siempre son nerviosos e irritables, intolerantes.

• 138 •
Capítulo II: La Acupuntura

En el plano emocional también reprimen manifestaciones de


afecto o llanto, sobre todo en casos de duelo. La educación tradicional
así lo demanda: deben conservar su hombría y su honorabilidad. Con-
dición que no les permite mostrar signos de debilidad.
La intolerancia y la irritabilidad son una constante en el carác-
ter y esto se relaciona con la alimentación. Muchos comen en la calle
y consumen carne prescindiendo de frutas y verduras. Además de la
ingestión de bebida alcohólicas, lo cual tendrá una repercusión impor-
tante en el estado del hígado, órgano relacionado con el enojo.
Las presiones económicas son otro factor que incide en la alte-
ración nerviosa. Y más tomando en cuenta que una gran cantidad
de familias se componen de cinco o más miembros. Hay que consi-
derar también que las cuotas establecidas para participar en las fies-
tas del pueblo son altas y frecuentes. Por mencionar un dato, en una
sola posada navideña llegan a gastar hasta doscientos mil pesos. Y
aún cuando se logran juntar estas sumas a través de la cooperación
de mucha gente, no dejan de ser cargas económicas para las familias.
En cuanto a los niños, podemos establecer cuatro grandes grupos.
El primero está relacionado con el abandono al que se ven expuestos
por parte de los padres. Este abandono de manifiesta en su ausencia
por razones de trabajo o bien en la falta de atención, afecto, de con-
tacto físico o de tiempo para convivir y jugar con ellos. Muchos de
los padecimientos frecuentes en los niños como la falta de apetito, el
estreñimiento, problemas bronquiales o dermatológicos y el bajo ren-
dimiento escolar, tienen que ver con este abandono. Es la única herra-
mienta para llamar la atención de los padres.
El segundo grupo tiene que ver con la sobreprotección. En la que
la actitud de los padres es la de que el niño es incapaz de resolver nada
por sí mismo. Esto se relaciona con la posesión de la que hablábamos
anteriormente. La excesiva preocupación y aprehensión de las madres
sobre los hijos produce niños inseguros, con sentimientos de inferio-
ridad, comodinos, caprichosos, acostumbrados a que les hagan todo, o
bien niños que en un futuro serán hombres temerosos a vivir, porque
el exterior constituye un serio peligro.
El tercer grupo tiene que ver con la alimentación y los cuidados
en la higiene. Una alimentación deficiente tiene como consecuen-
cia bajas defensas en el organismo y por lo tanto los hace víctimas

• 139 •
Zen, Acupuntura y Psicología

de virus, bacterias y condiciones climatológicas adversas. Los malos


hábitos alimenticios son una constante en la sociedad mexicana. No
existe una educación al respecto. Es importante resaltar que en esta
comunidad han ido proliferando toda clase de alimentos “chatarra”,
enlatados, productos refinados, alimentos ricos en azúcares, conser-
vadores, grasas polinsaturadas y sustancias químicas. Muchos estu-
dios ya hablan de los serios problemas que producen: estrés, nervio-
sismo, estreñimiento crónico, colesterol y cáncer, entre otros.
En contrapartida, se dejan de lado los granos enteros, los germi-
nados, las verduras crudas, los cereales y los jugos de frutas y verdu-
ras. Por otra parte, están los cuidados que incluyen al hervir el agua,
desinfectar las verduras, asear a los niños, el lavado de la ropa, y la
debida higiene en la preparación de los alimentos. Todas estas medi-
das son esenciales para evitar gran parte de los problemas gastro-in-
testinales que aquejan tanto a la población infantil.
El cuarto grupo está relacionado con el uso irresponsable de
medicamentos alópatas. Es frecuente encontrar entre los pequeños
un consumo exacerbado de medicina. Los que más se repiten son los
antibióticos y antidiarréicos. Existen estudios serios en los que se afir-
ma que el uso indiscriminado de estos medicamentos produce muta-
ciones en el código genético de bacterias y virus que los vuelven cada
vez más fuertes y resistentes. En muchas ocasiones el medicamento
es innecesario, ya que el cuerpo puede defenderse sólo ante el embate
de varias enfermedades. Además, gran parte de los tratamientos son
interrumpidos y esto también produce que los microorganismos sólo
se debiliten y tengan tiempo para fortalecerse.

CONCLUSIONES

Atender a un paciente no es enfrentar a una enfermedad, ni estricta-


mente un caso a resolver, es más bien enfrentar una vida. Es empezar
a vislumbrar a través del contacto con los otros, una serie de proble-
máticas que se relacionan con el cómo se vive.
Muchas veces los pacientes presentan un dolor físico y eso es lo
que los impulsa a buscar ayuda; sin embargo, el dolor es sólo la punta
del iceberg, es el síntoma, la pequeña alarma del cuerpo que nos dice

• 140 •
Capítulo II: La Acupuntura

que algo no anda bien. En la mayoría de los casos va más allá de un


problema estrictamente orgánico, situando su origen en aspectos
emocionales, psicológicos y espirituales.
El entrar en contacto con personas de distintas edades y sexos es
sumamente enriquecedor, lo es desde varios puntos de vista, ya que
cuando hemos visto suficientes personas podemos llegar a algo que se
llama prevención. Esto significa que si sabemos cuáles son los factores
que pueden originar ciertos padecimientos, podemos llegar a evitarlos
en nuestros hijos. El futuro lo construyen ellos, no hay que olvidarlo.
El curador puede llegar a ser un transmisor de vivencias que
aportan los mismos pacientes. Uno es como un cruce de caminos, en
el que constantemente se renueva la información. Y este renovarse
no sólo es responsabilidad del curador, sino que gran parte lo aporta
aquel que viene a curarse con nosotros.
Ser un buen escucha es útil para todos. Las múltiples experien-
cias que aportan los otros nos ayudan a comprender mejor las diver-
sas experiencias que vive el paciente. Esto es un principio básico para
poder ayudarlo.
El éxito de un curador no está únicamente en que sea un exper-
to o un gran conocedor de tal o cual técnica, sino en la manera como
llega a interactuar con el enfermo. Si el curador puede llegar a com-
prenderlo, si puede sentir lo que el paciente demanda, si es un buen
escucha, si ama su labor y por extensión ama a sus pacientes en el sen-
tido más amplio y profundo de la palabra, sin duda esto tendrá una
proyección invaluable en la cura de la enfermedad.
Las anteriores reflexiones tienen que ver con este proceso perso-
nal de convertirse en curador y en promotor de la salud física, psicoló-
gica y espiritual.
Uno puede colaborar estrechamente con los otros para que ellos
también puedan llegar a elegir qué es lo que quieren hacer de sus vidas.
Alejar su dolor, equilibrar su sistema y dar la posibilidad, como alguna
vez no la dieron a nosotros, de que vislumbren su verdadera esencia. De
que cada uno encuentre su razón para vivir, que podamos cuestionarnos
sin temor sobre el por qué estamos aquí y hacia dónde vamos. Esto signi-
fica trabajar para elevar nuestra calidad humana, nuestra calidad de vida
y la de aquellos que nos rodean. Es convertirse en un generador de vida,
de una vida que pueda disfrutarse desde el gozo, el placer, el amor.

• 141 •
ACUPUNTURA Y MASAJE
EN LA PSICOTERAPIA
Fátima Contreras Romero y Lucila Velasco Arestegui

INTRODUCCIÓN

C
uando un ser humano se encuentra en un periodo de crisis, se
abre la posibilidad de un cambio, de dar un paso al crecimien-
to. Sin embargo, debido al tipo de cultura en que nos desarro-
llamos, la impaciencia al querer atenuar el sufrimiento nos limita el
poder ver que existe una enseñanza. Dicha enseñanza puede ir desde
entender cómo tratamos y vivimos nuestro cuerpo, hasta comprender
que la construcción de nuestra vida no es un proceso azaroso.
El sentimiento que se experimenta al vivir la enfermedad se
refleja de distintas maneras en cada ser humano, la concepción que
tenga cada persona del cuerpo y de la vida hace que se viva la enfer-
medad de una forma u otra, a través de la comunicación que se ha
establecido con el cuerpo.
Entender a un ser humano como parte de un todo y al mismo
tiempo un todo en sí, nos lleva a comprender que lo emocional y lo
orgánico son conceptos que nos han limitado a poder comprender la
esencia del ser humano y por tanto a dar una efectiva opción de cura.
La experiencia que hemos tenido en el trabajo con pacientes nos ha
permitido aproximarnos a ver a las personas como un todo. Lo ante-
rior fue propiciado gracias al trabajo con dos técnicas que más que eso
son parte de una filosofía de la vida.

• 142 •
Capítulo II: La Acupuntura

LA ACUPUNTURA Y EL MASAJE

Dicha filosofía parte de un principio fundamental, la existencia de


dos fuerzas que al mismo tiempo que son antagónicas son comple-
mentarias, yin y yang; todas las cosas y seres están regidos por estas
dos cualidades. Un elemento más que permite entender dicha concep-
ción de la vida es la existencia de la energía como creadora y susten-
tadora de todo lo existente, en japonés se llama ki, en chino chi; dicha
energía mueve todo lo existente, este concepto puede traducirse tam-
bién como movimiento invisible o fuerza invisible, vibraciones, elec-
tricidad y magnetismo incluidos1.
En tratamiento con acupuntura esta energía ki circula armóni-
camente en todo el cuerpo a través de sus canales llamados meri-
dianos. Cuando se estanca, esta energía produce un desequilibrio
que da paso a la enfermedad; este desequilibrio puede estar basado
en diversas causas ya sea un síntoma exógeno (medio ambiental o
infeccioso) o endógeno (desequilibrio interno frío o calor) y puede
alterarse por un rasgo de carácter dominante (ira, miedo, tristeza,
alegría).
Una vez producida la alteración del ki es necesario desbloquear-
la para permitir que fluya adecuadamente en los meridianos, para
lograrlo se realiza un diagnóstico que parte del principio de que a toda
alteración orgánica corresponde una alteración emocional, por ejem-
plo, un exceso de ira afecta al hígado, una melancolía permanente
habla de un desequilibrio en pulmón. Por ello los estados emocionales
se desarrollan bajo la participación conjunta de los órganos.
El masaje es una forma singular de establecer una comunicación
sin palabras. Es a través del contacto con el otro que podemos trans-
mitir un masaje, ya sea aprecio, respeto, fortaleza. La persona que lo
recibe participa de una experiencia física y mental difícil de descri-
bir, como si penetrara en un mundo interior invadido de variados y
contradictorios sentimientos que se viven y se manifiestan corporal-
mente en la consistencia, textura y forma de algunas partes del cuer-
po, como cara, cuello, espalda, pecho y pies. Cuando una emoción es
reprimida y no puede exteriorizarse surge un bloqueo de energía que
puede traer consigo tensión, contracturas; ya que es ahí donde queda
acumulada esa emoción y se enraíza.

• 143 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Una forma de aliviar esta tensión y externar la emoción que está


predominando y que muchas veces los pacientes no logran identificar,
sería el masaje en puntos específicos que les permitan abrirse y exter-
nar su sentir ya sea con la palabra, con un grito, e inclusive con el
mismo silencio, lo cual sería difícil de exteriorizar por otros medios,
ya que el masaje da la posibilidad de que brote.
Tanto la acupuntura como el masaje son técnicas que permiten
entrar en la comunicación que el paciente tiene con su propio cuer-
po y pueden propiciar que él sea consciente de ello y que conozca más
sobre sí mismo.
La salud del ser humano se preserva cuando éste logra consolidar
y fortalecer su aspecto emocional y su aspecto físico, esta fuerza esta-
rá dada por el equilibrio que logre a lo largo de la vida y por los distin-
tos momentos del proceso.
Partiendo de estos principios se podría hablar de una forma de
entender las emociones desde su raíz que sería el cuerpo y que presen-
ta enormes ventajas para el trabajo terapéutico, al permitir que vivan
el proceso y se apropien de lo vivido en la sesión.
El trabajo como terapeuta nos permite ir a distintos niveles de
intervención con el paciente; en un primer momento puede estar
enfocado a un nivel orgánico de una dolencia o afección física, en
otro momento el trabajo puede propiciar un cambio o crecimiento
personal, pero si entendemos al ser humano como parte de un todo
entendemos también que la intervención puede fomentar un avance
en lo espiritual y estamos hablando entonces de una intervención a
nivel especie y ya no veríamos al paciente como un ser desligado de
todo.
El terapeuta debe prepararse para lograr identificar las necesida-
des del paciente y poder incidir en ellas en la medida en que éste lo
requiera y lo permita. Se puede hablar de tres niveles; el primero es
lo que expresa verbalmente, su queja; el segundo lo que su cuerpo nos
dice; y por último visualizar el desarrollo que su vida ha tenido y la
dirección que está tomando. El primer nivel al que el terapeuta tiene
acceso e incidencia se enfoca en un problema particular, un hijo que
no comprende, un dolor en la espalda, etc. El siguiente nos habla de la
vida que ha seguido y que refleja su relación con los demás (familia,
pareja). Su relación con la naturaleza, qué come, cómo duerme, cómo

• 144 •
Capítulo II: La Acupuntura

respira. El último nos muestra un posible pronóstico de su vida a futu-


ro. Para poder entrar en estos aspectos, el terapeuta ofrece la escucha,
la tranquilidad, así como las alternativas para que el paciente haga su
parte; en ese sentido el terapeuta lo posibilita con su técnica sin per-
der el aspecto humano.
El presente escrito es la exposición del trabajo clínico con algu-
nos pacientes de diferentes edades y género, a los que se les atendió
con acupuntura, masaje, y psicoterapia.

PACIENTES 1 Y 2

Elisa y Alberto de 30 años de edad buscaban una terapia psicológi-


ca para mejorar su relación y estar seguros de si debían casarse o no,
querían una terapia en pareja para enfrentar y solucionar los conflic-
tos juntos; sin embargo, Elisa era quien expresaba todo, Alberto mos-
traba una actitud pasiva en las sesiones, al no decir lo que él pensaba y
asumiendo lo que ella manifestaba.
Dentro de la relación había constantes discusiones, humillacio-
nes, no existía respeto por el otro, y ella tenía mucho rencor argumen-
tando la infidelidad de su pareja. Tenía 9 años de vivir esa situación y
no querían separarse.
Para poder entender esta relación habría que remontarse a la his-
toria personal de cada uno de ellos. Elisa proviene de un hogar lleno
de carencias tanto afectivas como económicas, tenía un padre alco-
hólico que no asumía las responsabilidades de su familia y una acti-
tud agresiva hacia su esposa. Su madre aceptaba esta situación pasi-
vamente desligándose al igual que su esposo de las responsabilidades
económicas y morales, las cuales fueron asumidas por sus hijos. Elisa
trabajó desde los 8 años en labores domésticas, manifestaba resenti-
miento hacia sus padres, sobre todo a su madre por obligarla a callar
un abuso sexual que vivió por parte de un tío.
Alberto tenía tres hermanas, estaba rodeado de la sobreprotec-
ción materna y el abandono paterno. Las hermanas siempre influye-
ron en todas sus decisiones. Existía en él mucha confusión en cuanto
a su relación con el sexo femenino, tiene dos hijos de distintas muje-
res, no asumió la paternidad en ningún caso.

• 145 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Fueron 10 sesiones de tratamiento, en las primeras siete se traba-


jó con sus expectativas de vida como pareja, en forma individual sus
problemas personales. Conforme avanzaba la terapia, Elisa comenzó a
somatizar enfermedades que anteriormente se había tratado (gastri-
tis, problemas hepáticos y pulmonares), Alberto manifestaba mucho
nerviosismo, buscaba la aprobación en todas sus acciones, constante-
mente decía que no podía enfrentar sus problemas o hacer cambios.
En las siguientes se trabajó con masaje en espalda y cuello y acu-
puntura en los puntos de alarma. Después de estas sesiones, se les
pidió que realizaran una reflexión de su proceso como pareja en el
cual manifestaron muchos resentimientos y poca disposición de cam-
bio; ella argumentaba que no podía perdonarle sus infidelidades y que
tampoco lo dejaría para que fuera feliz con otras; él a su vez decía que
no lograba entenderla y que ya no quería seguir viviendo sus humilla-
ciones. Al finalizar la sesión ella tomó la decisión de separarse porque
estaba muy deteriorada su relación, y él estuvo de acuerdo.
Esa fue la última vez que acudieron, después de un mes llamó
Alberto para decir que habían operado a Elisa de peritonitis y que
había estado en peligro de muerte. Después de la recuperación
post-operatoria ella llamó mencionando: “Me gustaría continuar con
la terapia, pero por el momento me siento feliz con mi novio que reac-
cionó después de la operación”.

ANÁLISIS DE LOS CASOS:


Elisa siempre se manifestó como fuerte y dominante, caracte-
rística que se derivan de sus antecedentes familiares, no sabía reci-
bir afecto de su pareja, se aferraba a tener una relación conflictiva
sin permitirse mejorar y formar algo diferente. A lo largo de la tera-
pia manifestó resistencias a enfrentarse con su proceso, somatizan-
do enfermedades en su cuerpo, que se incrementaron al decidir sepa-
rarse de su pareja, ocasionándole una intervención quirúrgica. Fue el
medio a través del cual logró retener a su pareja. Su convivencia nece-
sitaba de una transformación radical que debía partir de la reestruc-
turación personal y del proyecto de pareja que quisieran plantear.
Alberto se escudaba en su debilidad para no enfrentar los proble-
mas y tomar decisiones. Ambos necesitaban enfrentar sus conflictos
familiares, y como pareja recuperar las enseñanzas que han tenido y

• 146 •
Capítulo II: La Acupuntura

que han derivado en su situación actual, ya que estaban muy centra-


dos en los conflictos del pasado. Consideramos que las últimas sesio-
nes con masaje y acupuntura les facilitaron expresar sus emociones
y llegar a tomar una decisión, que cambiaron posteriormente por la
operación de Elisa, aunque creemos que este hecho deja en claro el
grado de deterioro de la relación.

PACIENTES 3, 4 Y 5

Sandra es una niña de 9 años, cursa el quinto año de primaria, tiene


tres hermanos, dos hombres y una mujer, ella ocupa el tercer lugar. Su
mamá trabaja en el hogar y su padre es agricultor. Cuando Sandra fue
llevada a consulta, además de sus padres los acompañó una amiga de
la familia que es de su religión (testigo de Jehová), y pidió que no le
diéramos terapia psicológica y que sólo trabajáramos con acupuntura.
La madre reportó que Sandra tenía un fuerte dolor de estómago
que se presentaba con frecuencia y que no le permitía ir a la escue-
la; llevaron análisis de copro y general de orina, los cuales reporta-
ban estar dentro de los rangos normales. El dolor estaba localizado
al lado derecho del estómago a la altura del apéndice, no presentaba
inflamación.
Se trabajó con acupuntura; en la primera sesión Sandra estaba
muy nerviosa, por lo que en lugar de agujas se usaron balines y semi-
llas de mostaza, también se trabajó con masaje y terapia psicológica.
Al realizar el diagnóstico los puntos de alarma que dolieron fue-
ron: corazón, riñón y constricto de corazón.
Su semblante era pálido, expresaba miedo. Se le pusieron y deja-
ron balines y semillas de mostaza en los siguientes puntos: C3 y C7,
punto de alarma de constricto de corazón, DU20, punto de alarma de
estómago y R3, así como en los puntos de oreja: shenmen y corazón.
Durante la sesión se habló con ella, comentó que muchas cosas le
daban miedo en su casa y en la escuela. Al hablar del hogar surgió el
porqué de sus temores, ella decía que debido a que su papá es diabé-
tico es muy explosivo; que les grita y se enfurece con frecuencia, que
a veces les pega a ellos y a su mamá. En su escuela por su religión la
maestra la molestó mucho y hace que sus compañeros no la respeten.

• 147 •
Zen, Acupuntura y Psicología

En el transcurso de la primera sesión se logró un buen nivel de


empatía, así como confianza. Al hablar de su dolor dijo que: “Cuando
mi papá se enoja yo me siento mal y me duele el estómago”.
Sandra comprendió que no se podía vivir con miedo, que lo mejor
era expresar con palabras su sentir, que tal vez sus padres no lo com-
prendían, pero que podía hablar con ellos.
Su expresión era otra al salir del consultorio, iba sonriente y dijo
que ya casi no le dolía el estómago.
Se le pidió a la mamá de Sandra que nos aportara algunos datos
de la niña, aunque la intención era explorar sobre la dinámica fami-
liar y sobre todo lo que a la propia madre le estuviera afectando. No se
le habló de Sandra ya que pensamos que antes se tendría que trabajar
con los padres.
La señora tiene 31 años de edad y 15 de casada, tiene estudios de
enfermería, padece de hipotensión, colitis, gastritis, dolor de cabeza,
y dice tener frecuentemente mucho calor. Siempre está preocupada y
se define como nerviosa y a veces enojada. Su cara estaba muy tensa y
presentaba un tic en el ojo izquierdo, la mandíbula hacia adelante y la
voz como temblorosa, menciono que estaba muy preocupada por San-
dra, y eludió hablar de ella misma. Con la mamá de Sandra se trabajó
masaje en cara y cuello durante dos sesiones.
Al término de la sesión dijo sentirse relajada, pero se veía tensa
todavía. En la segunda sesión estaba muy tensa, se le dio masaje en
cara, cuello y constricto de corazón. Tampoco habló sobre ella. Lloró
mucho y las tensiones del cuello desaparecieron, así como la de la cara;
en constricto de corazón la contractura era mayor, sin embargo bajó la
intensidad de dolor.
El padre de la niña no quiso pasar y dijo que ya tenía que irse y
que vendría al día siguiente. Así lo hizo, su nombre es Roberto, tiene
40 años, tiene diabetes desde hace cinco años, ha bajado 25 kilos,
padece de insomnio, de la garganta, de las varices y no ha seguido la
diete que le mandaron.
Se habló sobre su estado físico y después se aplicó acupuntura en
los siguientes puntos: C7, B6, R3, y R7, DU23 y Ren17; al inicio se esti-
mularon los puntos durante 20 minutos.
En la segunda sesión se aplicaron algunos puntos para la dia-
betes: IG4, C3 y C7, DU20, DU24, DU26, Ren24, E32, E36, punto de

• 148 •
Capítulo II: La Acupuntura

alarma de corazón y un cun bilateral a éste, H2 y H7, R3 y B6. Se le


sugirió una dieta.
Cuando tenía las agujas sudaba mucho y después menciono
tener miedo y estar muy nervioso. Cuando se retiraron las agujas se
habló sobre la vida, la necesidad de cuidarla, de no dañar el cuerpo,
de lo que se aprende al ver que las cosas cambian y cómo en su esta-
do ya no había de qué lamentarse, sino hacer algo por su situación.
Dijo que ya no podía dormir pensando en que tal vez pronto mori-
ría y qué sería de sus hijos. Hubo un momento en que lloró. Se le
expuso la importancia de la afectividad en el proceso de formación
y maduración de la infancia, que les permite tener una seguridad
en sí mismos.
Al terminar la sesión su rostro expresaba tranquilidad y mencio-
nó que se había sentido bien con las agujas. A la siguiente sesión San-
dra ya no presentaba el dolor de estómago, sin embargo todavía con-
servaba el miedo a su maestra. Se le dio masaje en la cara y en punto
de alarma de constricto de corazón. Se quejaba mucho y lloró un poco.
Se siguió trabajando con semillas en el cuerpo y tachuelas en la oreja.
Después de esto ya no asistieron a la terapia.

ANÁLISIS DE LOS CASOS


La dinámica que se jugaba en la familia de Sandra influía de
manera particular en cada uno de sus integrantes. Las actitudes del
padre hacían que la relación familiar fuera muy tensa; por un lado el
hecho de que padeciera diabetes propiciaba cambios repentinos en
sus estados emocionales, aunque a nuestro modo de ver estas acti-
tudes también estaban tomando un toque de justificación a su com-
portamiento. Aunque en realidad no se logró identificar claramente
los motivos de sus actitudes, un rasgo importante fue que mostraba
mucha inseguridad por el futuro de él y el de su familia.
La comunicación entre los esposos estaba atravesando por un
alto grado de agresión. Identificamos que existía algo más profundo
en dicha relación que derivaba en otras problemáticas, sin embargo
debido a que ya no asistieron a la terapia esto no logró esclarecerse.
Dos hechos nos llevan a plantear esta conjetura: el primero, la necesi-
dad de buscar en la religión la solución de los problemas familiares; el
otro punto, el hermetismo de la madre y el miedo de Sandra.

• 149 •
Zen, Acupuntura y Psicología

La situación que estaba llevando Sandra la fue llevando a aten-


tar contra su propio cuerpo, es un claro ejemplo de somatización. En
la terapia Sandra logró captar muchas cosas, identificar sus temores,
comprender que había opciones que no la llevasen a lastimarse como
hablar con su padre y con la maestra.
Creemos que la acupuntura le permitió diferenciar la procedencia
de su dolor, ya que trabajamos principalmente con puntos que tienen
una inferencia a nivel emocional.
El padre de Sandra asumió el papel que estaba jugando en la diná-
mica familiar y le hizo reflexionar y valorar lo que tenía. Tanto su dis-
posición como la experiencia que vivió con la acupuntura facilitaron
el proceso terapéutico, ya que esto es difícil de lograr en una primera
sesión cuando se hace uso sólo de la palabra y cuando la gente que
llega está muy confundida.
En el caso de la madre de Sandra no existió una completa disposi-
ción, muy probablemente por la resistencia a que se llegara al fondo de
la problemática. Esto es sólo una hipótesis ya que después no se pre-
sentaron a la consulta.

PACIENTE 6 Y 7

Pedro de 13 años de edad se presentó por primera vez acompañado


de su madre, quien lo llevó a la fuerza. La causa principal por la que
decidieron acudir a terapia fue que en la secundaria donde estudiaba
habían condicionado su estancia a que recibiera terapia psicológica.
El argumento era su comportamiento agresivo: se agredía a sí mismo,
golpeaba a sus compañeros, insultaba y en una ocasión amenazó de
muerte a un maestro.
La queja de la madre era su bajo rendimiento escolar y le preocu-
paba su comportamiento agresivo, sus constantes mentiras. Ella nos
dijo que a su esposo le disgusta que quiere hacer las cosas de la forma
más sencilla sin que le cueste ningún esfuerzo, argumentando que “es
un inútil y flojo”.
La educación de Pedro es rígida, la madre toma una actitud sobre-
protectora y en ocasiones llega a ser muy autoritaria; tienen muchos
desacuerdos en la educación, mientras uno reprende el otro consiente.

• 150 •
Capítulo II: La Acupuntura

Durante el tratamiento, Pedro nunca hizo referencia a ningún


problema personal o familiar, su discurso estaba basado en lo que le
gustaba hacer como por ejemplo el futbol. Era difícil que él llevara una
conversación lógica, no terminaba las ideas, hacía grandes periodos
de silencio y casi nunca respondía a lo que se le preguntaba. Su mirada
estaba ausente.
Desde las primeras sesiones de trabajo, con acupuntura y masa-
je, los puntos que se aplicaron fueron para aspectos emocionales, se
manejaron DU20, los cuatro que rodean DU20, constricto de corazón,
C3, C7, R3, R6, B6, E41. Masaje de cara, cuello, espalda y constricto.
Durante las primeras sesiones de masaje no expresaba ningu-
na emoción, era pasivo ante el dolor, tal parecía que no sintiera nada,
como si estuviera disociado de su cuerpo; por esta razón se empleó
masaje con plumas para sensibilizarlo. Se dejaron algunos ejercicios
de enraizamiento (bioenergéticos) que consistían en caminar descal-
zo sobre diferentes texturas poniendo atención a las sensaciones que
percibía. Después de haber realizado estos ejercicios Pedro reportó
que se sentía como si sus pies estuvieran conociendo cosas.
En la décima sesión Pedro llegó con una mirada ausente y dialo-
gaba muy poco, parecía como si se estuviera dando un retroceso en los
avances logrados; lo que se hizo fue dar masaje en constricto para que
pudiera expresar y desbloquear sus emociones. Por primera vez en el
masaje manifestó dolor, se quejaba, tensaba sus brazos y apretaba sus
dientes, después de esto logró abrirse y su semblante cambió.
Pedro mencionó que ante algunos enfrentamientos con compa-
ñeros de la escuela se sentía más tranquilo e incluso se burlaba de
ellos al dejar al descubierto sus intenciones, ya que no le producían los
accesos de ira. Mostraba interés en la problemática económica de su
familia; para ayudar a su mamá compró una caja de dulces y se dedicó
a venderlos para poder invertir y obtener mejores ganancias.
Paralelamente se trabajó con la madre. La señora Estela relató
una problemática familiar basada aparentemente en su situación, que
la ponía muy tensa; se observó que la señora fomentaba la irrespon-
sabilidad de su esposo y asumía todas las obligaciones de la casa. Se
describía como una persona tranquila. Casi todo el tiempo lloraba, se
afligía por los problemas e insistía mucho sobre lo mismo como si no
escuchara lo que decíamos en la terapia.

• 151 •
Zen, Acupuntura y Psicología

De Pedro mencionaba que sus problemas se debían a la agresi-


vidad de su esposo ya que lo golpeaba constantemente y era estricto.
Con ella se trabajó básicamente acupuntura en los puntos para emo-
ciones, para desbloquear hígado y para desinflamar riñón: R3, R5 y
R7, punto de alarma de riñón, H13, constricto de corazón, B6, C7, H9,
DU23. En oreja: riñón y vejiga. Masaje en espalda.
Se manifestaron muchos cambios en la señora que transcurrie-
ron en diversos momentos: en la primera etapa hubo mucha resisten-
cia que se fue convirtiendo en una depresión al quedar descubiertos
los conflictos que la estaban afectando. Los cambios se vieron refleja-
dos cuando la señora tomó otras actitudes con respecto a las respon-
sabilidades y se liberó de los sentimientos de culpa, se dio la oportuni-
dad de acercarse a sí misma.
Por el curso que llevaba el tratamiento consideramos que era
necesario que asistiera el padre de Pedro; aunque no se ahondó mucho
en su vida personal se lograron rescatar aspectos importantes que
están influyendo en el proceso de Pedro, tales como su atención dis-
persa y la falta de una secuencia lógica en su discurso, además del
hecho de que la forma de acercamiento a su hijo carecía de respeto y
era agresivo. Identificamos que no lo concebía como otro ser humano
sino como un objeto de su propiedad.

ANÁLISIS DE LOS CASOS


Pedro es un adolescente que posee un ingenio y una creatividad
muy desarrolladas. Sin embargo, tal ingenio está siendo llevado por un
camino destructivo debido a que existe una disociación entre su ser y
su cuerpo, vive casi aislado y no hay contacto con la realidad. Su pen-
samiento elabora situaciones maestras pero éstas sólo se quedan en la
mente. La agresión tanto física como verbal del padre y el autoritaris-
mo de la madre influyen en la concepción que tiene de sí mismo y en
su comportamiento, esto se refleja en todo lo que represente autoridad.
La fantasía de Pedro era un escape ante la problemática familiar.
La acupuntura y el masaje le brindaron la posibilidad de reencon-
trarse con su cuerpo, de materializar y crear. Debido a lo avanzado
de la problemática perdió el año escolar, porque a pesar de que hubo
cambios en su conducta, en el área académica el avance fue a menor
escala. Actualmente se está trabajando sobre su proyecto de vida.

• 152 •
Capítulo II: La Acupuntura

PACIENTE 8

Ángela tiene 55 años de edad, es casada, tiene nueve hijos, no ha teni-


do ninguna operación, de joven padecía de las anginas, en un tiem-
po sufrió de hipertensión que se regularizó posteriormente. La expre-
sión de su cara es triste y desconsolada.
Llegó a consulta por un problema en las articulaciones, fue acom-
pañada de una hija porque casi no podía caminar y sus movimientos
eran muy lentos. Dijo que comenzó a sentirse mal desde hace ocho
meses; primero se le inflamaba las muñecas y tenía dolores muy fuer-
tes, después los codos, hombros, cintura, cadera, rodillas, así se gene-
ralizó gradualmente a todas las articulaciones. El día que se presentó
traía fuegos en la boca porque la noche anterior había tenido fiebre,
se sentía desesperada. En el seguro social le mandaron Naproxen, ade-
más recibió masaje con un particular lo que le hizo sentirse bien y
dejó de consumir carne.
Dice ser una persona alegre y disfruta de sus nietos, sin embargo
a partir de su enfermedad casi siempre está triste.
Con ella se trabajó acupuntura y moxibustión. En la prime-
ra sesión los puntos Ren17, C7, R3 y R7, B6, DU23 y H9, durante 20
minutos con estimulación los cuales iban enfocados a lo emocional.
Asimismo, los puntos ID3, V17 y V62 y B21 para entumecimiento y
dolor generalizado. E34 y E35, xiyan medio (extra), VB33 y VB34 y B9
para dolor en las articulaciones y V11 para deformación de las mis-
mas. Se dejó tachuela en hígado y shenmen. En esta sesión manifestó
muy poca mejoría.
Para la segunda sesión se pincharon los puntos: Ren17, C7, R3 y
R7, B6, H9, DU14 y DU23. Así como los correspondientes a dolor gene-
ralizado; se aplicó moxa en cigarro en los puntos para dolor general y
en VB30, V37, VB29 para cadera. IG15, SJ14, ID9, ID10 para hombro.
Además se dejó tachuela en el punto de hígado.
Se le sugirió que comiera poro, apio, sopa de ajo, muchos vegeta-
les verdes, polen, miel y amaranto. Algunas recomendaciones como:

• baños de sol.
• en caso de dolor pomada de veneno de abeja y vendar.
• evitar corrientes de aire y evitar contacto con agua.

• 153 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Transcurrieron cinco sesiones y ella sintió cambios; aunque su


paso sigue siendo lento, dice que se puede mover más y caminar sin
ayuda, tiene mucha esperanza en curarse.

ANÁLISIS DEL CASO


Ángela tenía muchos deseos de vivir, de superar sus limitacio-
nes físicas y estaba segura de cómo quería curarse, en este sentido
no deseaba tomar más analgésicos. A diferencia de otros pacientes el
daño orgánico había cobrado más fuerza que lo emocional, y cabía la
posibilidad de que el daño fuera irreversible.
En el tratamiento con acupuntura y moxibustión se vieron mejo-
rías, sin embargo era preciso que aceptara su condición actual y rees-
tructurara su vida a partir de esto, se le sugirió que se fuera a su pue-
blo ya que el clima le favorecía y tenía la oportunidad de tomar baños
termales.

PACIENTE 9

Marcela es una señora de 65 años, casada, tiene un hijo de 20, reporta


haber tenido buena salud, a pesar de esto padece hace 10 años dolores
articulares localizados en los codos, muñecas, rodillas y pantorrillas.
Últimamente se han intensificado siendo insoportables. En el seguro
social le han recetado calmantes y aplicaciones de Vicks Vaporub en
articulaciones. En cuanto a su estado emocional dijo estar muy bien.
“Tengo buena relación con mi esposo y con mi hijo, este último me
ayuda mucho y se preocupa por mí”, dijo ser muy tranquila y que le
gusta ayudar a la gente.
Ella es alta, un poco robusta, morena, resaltan las ojeras de sus
ojos que se ven inflamados y un poco amarillentos, la expresión de
su rostro es como si estuviera a punto de llorar, como si hiciera un
“puchero” y su voz es un poco “chillona” e infantil.
Con ella se ha trabajado acupuntura, moxibustión, ventosas y
masaje. Los puntos utilizados en la primera parte de la sesión fueron:
Ren17, C7, R3, R7, B6, DU23, H9, durante 20 minutos con estimulación.
En la segunda parte de la sesión: ID3, V17, V62, B21, estos
indicados para las afecciones de tipo bi dolor de las articulaciones

• 154 •
Capítulo II: La Acupuntura

(fiebre reumática, artritis reumática). Se dejó tachuela en hígado y


shenmen.
Para la segunda sesión se trabajó con ventosas en la espalda y
moxa en los puntos para las articulaciones. Las ventosas, además de
estar dirigidas a proporcionar calor ya que su caso es un exceso de frío
y viento, se aplicaron también con el propósito de mover lo emocional
donde identificamos un bloqueo. Así se trabajaron varias sesiones, se
mandó un cambio de alimentación que incluye cereales, miel de abeja,
polen, apio, ajo, no consumir azúcar ni harinas y si se comen legumi-
nosas que sean con epazote o aceite de oliva. Se recomendaron baños
de sol por las mañanas antes de las doce del día.
Su avance ha sido considerable, ella manifiesta sentirse mejor y
existe clara disposición, sigue todo al pie de la letra, vive muy al pen-
diente de su estado físico. Antes mencionaba que el día que pudiera salir
a la calle sin suéter y con una blusa más ligera como cundo era joven, ese
día estaría curada. Fue hasta la novena sesión que habló de su vida per-
sonal, manifestó que se casó sin amor, simplemente por no estar sola y
por su edad (en esa época se sentía muy sola por la muerte de su madre).
Comentó también que él ha cambiado un poco, pero que siempre ha
sido muy duro, sólo a partir de que nació su hijo le trajo felicidad.
En algunos momentos de la terapia podía hablar de sus senti-
mientos y de que no todo era felicidad en su vida como lo había expre-
sado la primera sesión, después de hablar se le dio masaje en cons-
tricto de corazón y su llanto era muy amargo y quejumbroso, incluso
gritó. Se le dejó un rato sola y al termino de la sesión dijo que se había
desahogado y que se sentía bien.

ANÁLISIS DEL CASO


La relación afectiva con su pareja es el elemento clave de su esta-
do físico. Al no sentir la presencia del esposo ella se ha centrado en
vivir su cuerpo como carente de amor, que al estar enfermo puede
conseguirlo. Independientemente de que la presencia del reumatismo
es real se presenta una situación donde la cura física no se dará ya que
equivaldría a perder la única posibilidad de lograr atención y afecto de
la pareja. Las opciones que se le han ofrecido están en relación a que
establezca otras formas de comunicación con la pareja, que les permi-
ta a ambos revalorar lo que han formado juntos.

• 155 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Mediante la acupuntura y el masaje se ha logrado que enfrente la


situación emocional, se abrió a la posibilidad de conseguir o u buscar
lo que desee o necesite por otras vías y no maltratando su cuerpo.

PACIENTE 10

Perla tiene 60 años de edad, vive con dos hermanas mayores que al
igual que ella son solteras. La demanda por la cual llega a consulta es
que padece insomnio, consume pastillas Lexotan para dormir y a pesar
de ello no puede dormir, esto desde hace tres años. Se siente muy ner-
viosa con miedo a salir a la calle; no le encuentra sentido a la vida.
Padece gastritis, presenta la boca ulcerada, ha tomado Ranitidina;
usa un aparato para escuchar y a veces tiene zumbidos en la cabeza.
Su expresión en la primera sesión reflejaba como si estuviera
ausente, la mirada perdida, su tono de voz muy bajo, casi no hablaba y
si lo hacía temblaba, su andar era inseguro y muy lento.
Todo surgió hace 4 años cuando dejó de trabajar, ella laboraba en
un club deportivo y pidió que la jubilaran; después una de sus herma-
nas se enfermó de los nervios y ella la cuidó, fue cuando enfermó.
Con ella se trabajó acupuntura, masaje, ventosas, tés y cambió
de alimentación, aunado a la asesoría psicológica. Se han trabajado 18
sesiones. Al principio de la terapia se trabajó con masaje y ventosas; el
masaje era en la cabeza, cara, pecho y espalda, ventosas en la espalda,
esto con el propósito de desbloquearla y se le mandó un té de valeriana
para relajarla. Se le sugirió que en su cena incluyera manzana o lechuga.
Después de algunas sesiones se le recomendó cambiar el Lexotan
por microdosis de eztafiate para quitar el insomnio, lo cual no aceptó.
Se trabajó con acupuntura los puntos C7, PC6, B6, VB23 y VB62, R3,
punto de alarma de constricto y DU20 durante 12 sesiones.
En cuanto al aspecto emocional ella manifestaba que era el
ambiente de su casa lo que constantemente la tenía alterada, ya que
su hermana mayor le “hace la vida imposible”.
Nos parece que la terapia psicológica enfocada a enfrentar su pro-
blemática no hubiera sido posible sin la ayuda de la acupuntura, ya
que verbalmente ella no ha expresado su verdadero sentir, sin embar-
go ha habido cambios muy considerables en las últimas sesiones.

• 156 •
Capítulo II: La Acupuntura

Actualmente asisten al INSEN, sale más de su casa, se ocupa de ella


misma, ha mejorado la relación con sus hermanas, e incluso hizo un
viaje que quería realizar desde hace mucho tiempo pero que su miedo
a salir se lo había impedido. Su semblante es más tranquilo y se le ve
con más seguridad en sí misma, concilia el sueño con más facilidad,
aunque no se decide a dejar la pastilla.
Durante las últimas seis sesiones se ha trabajado con el trata-
miento acupuntural para fortalecer el hígado, los puntos fueron: H2,
E35, V62, VB43 para desbloqueo. E35, E36, B3, B6, R7, R3, R6, R10,
V19, V62, V64, V66, H2, H3, H6, V37, DU20 para fortalecer hígado.

ANÁLISIS DEL CASO


A lo largo de su vida ella no resolvió lo que se le presentaba, fue
más fuerte el miedo a establecer una relación y se refleja en su situa-
ción actual. Al paso de los años se siente sola por no haber construido
algo, el vivir con sus hermanas le está enfrentando a esa realidad ya
que ellas también se sienten frustradas.
Consideramos que ella se da cuenta de que le queda una oportu-
nidad más de vivir su vida, de reconocer que el pasado ya no regresa
pero que aún puede hacer muchas cosas para ella. Esto no lo ha mani-
festado verbalmente, pero la terapia con acupuntura y masaje puede
plantearse como una forma que permite avanzar a través del cuerpo
sin necesidad de verbalizarlo. Actualmente ha realizado algunos via-
jes superando su miedo.

PACIENTE 11

Santiago de 49 años de edad, casado, tiene 3 hijos. La primera vez que


acudió mencionó que en general no tiene ningún padecimiento, sólo
tensión y estrés por el trabajo, sobre todo le duelen los hombros.
Con él se trabajó sólo dos sesiones con masaje. Mencionaba que
emocionalmente se sentía bien, que sólo le preocupaba el aspecto
espiritual que siempre había estado buscando y le parecía muy impor-
tante para su realización como persona.
Entendía lo espiritual como algo ligado a lo sobrenatural, algo
que la ciencia no aceptaba. Sin embargo, al hablar sobre su salud cues-

• 157 •
Zen, Acupuntura y Psicología

tionaba si el masaje o lo que trabajábamos era científico o no, que


resultó contradictorio con lo que decía.
Con el masaje disminuyó la tensión de la espalda; para aliviar la
molestia en su hombro era necesario trabajar algunas sesiones más,
sin embargo ya no se presentó.

ANÁLISIS DEL CASO


El vacío que sentía y esa búsqueda de la espiritualidad no la encon-
traría al tratar de racionalizarlo, debía buscarla en él. El tratar de expli-
carlo todo bloqueó la oportunidad de abrirse y conocer su proceso.

PACIENTE 12

Blanca es una mujer soltera de 44 años, trabaja como contadora en


una fábrica y es compañera de trabajo de Santiago. Actualmente vive
con su padre y una hermana que tiene dos hijos. Hace algunos meses
murió su madre y consideramos que aún no quiere enfrentar su duelo.
Llegó a consulta solicitando un masaje, expresando que realmen-
te no se sentía tensa y que sólo quería probar; se describe como sana
física y emocionalmente,
Se encontró que su alimentación era deficiente, que a veces pade-
cía de estreñimiento pero decía que no le hacía mucho caso. En el
masaje identificamos que había mucha tensión.
Se trabajó durante 4 sesiones acupuntura y masaje. Los puntos de
acupuntura fueron los puntos de alarma de corazón, estómago, cons-
tricto, DU20, C3, C7, PC3 y E41. El masaje en espalda, cara y pecho.
Después de los masajes y la acupuntura dijo sentirse igual que al
principio “ni bien ni mal”. Menciona que al ingeniero lo había traído
porque a él si lo veía muy mal, y manifestaba mucho interés en su tra-
tamiento, lo que nos hace suponer que entre ellos dos existía una rela-
ción más estrecha, y que la intención de ella era que a través de noso-
tras se propiciara un compromiso afectivo.

ANÁLISIS DEL CASO


Pretender no sentir nada con el masaje y con las agujas puede
simbolizar un bloqueo que no le permite sentir su cuerpo, ni trabajar

• 158 •
Capítulo II: La Acupuntura

por él. Este caso nos ayudó a entender que cada persona tiene un tiem-
po y que no tendría que enfrentarlo en un momento determinado,
sino darle su espacio para que ella decidiera hacerlo y de esta manera
no caer en su juego de querer corroborar con nuestra opinión que todo
marchaba bien en ella. Suponemos que al no encontrar en nosotras la
complicidad que buscaba tomó la decisión de no asistir más.

CONCLUSIONES

Las conceptualizaciones que sobre el sujeto han surgido a lo largo de


la historia se ha sustentado tanto en ideologías imperantes como en
modelos científicos, los fundamentos teóricos respecto a lo que es el
hombre se materializan en el surgimiento de técnicas y tecnologías,
dicha percepción invade la práctica profesional, la visión de la socie-
dad e incluso llega a tocar los confines de lo cotidiano.
De la conceptualización del sujeto se desprenden: el cómo se le
estudia, cómo se le aproxima, se le cura, se le educa; quiénes, con qué y
para qué. En este orden de ideas la salud y la enfermedad son aborda-
das también a partir de la conceptualización que del sujeto se tenga.
No cabe aquí la ya cansada y penosa discusión sobre los distin-
tos modelos que explican al hombre. Es preciso cuestionarse si estos
fundamentos teóricos responden a las situaciones actuales, valorar
los resultados obtenidos y si éstos han sido sustanciales a la condición
humana.
Los estragos de la sociedad que presenciamos son más que pre-
ocupantes; la expansión demográfica, el hambre, la extrema pobre-
za, la crisis de valores, la violencia a todos sus niveles (intrapersonal,
social, al planeta y a los que cohabitan en él) y la intolerancia.
La vida cotidiana se interconecta con la vida social; es decir, que
cada individuo es en sí mismo reflejo de una sociedad en decadencia.
Presenciamos el surgimiento de nuevas patologías en las urbes como
estrés, migraña, insomnio, depresión, suicidios, enfermedades dege-
nerativas, las cuales forman parte de nuestra vida diaria.
El surgimiento de estas patologías, así como la clara decaden-
cia de la condición humana, demandan otras formas de interven-
ción, que implican reacomodos en la concepción del sujeto en las que

• 159 •
Zen, Acupuntura y Psicología

se analicen el surgimiento de las nuevas relaciones entre la familia,


pareja, intimidad, trabajo, alimentación, salud, con el espacio, que
incidan en el mejoramiento de las condiciones de vida. El problema
sustancial no se encuentra en la técnica sino en la concepción que se
tiene del hombre. Y parte desde el hecho de consolidar en el terapeu-
ta una actitud ética.
La crisis que enfrenta el país compromete a los profesionales de
la salud a dar respuestas que cubran las expectativas y den alterna-
tivas. La búsqueda de opciones nos ha llevado a conocimientos no
institucionalizados como la acupuntura y el masaje en el curso de
la psicoterapia. Esta experiencia muestra resultados satisfactorios
que dan pauta a una actitud científica distinta y una apertura a otra
forma de saber.
Las alternativas empleadas dan cuenta de que existe otra posibi-
lidad de acercamiento al sujeto, recreando al conocimiento sin perder
de vista su cultura, individualidad y rasgos caracterológicos.
Es éste el primer intento de sistematización de la recuperación
del conocimiento basado en la experiencia. Las exposiciones en este
trabajo giraron en torno a aspectos cualitativos; el manejo de las téc-
nicas como opciones a los tratamientos en el ámbito de la salud es el
denominador principal.
El trabajo con los pacientes permite observar los cambios expe-
rimentados a lo largo de la terapia tanto en su concepción de la vida
(expectativas y proyectos) como en su proceso corporal al considerar
el mantenimiento y cuidado del cuerpo como algo inherente a su con-
dición humana. Durante el tratamiento los pacientes forman parte
activa, construyendo y elaborando cosas concretas que tendrán una
repercusión a futuro; esto indica que comienza a darse en ellos un
cambio a nivel estructura que puede trascender y formar parte de
resultados sólidos, no fomentando con ello una dependencia hacia el
terapeuta.
El tratamiento con acupuntura y masaje arrojó resultados impor-
tantes ya que ayudó a reducir ansiedades, desbloquear emociones, dar
claridad en las ideas y los cambios presentan efectos duraderos. Estas
técnicas muestran un vasto campo de acción que involucra una filo-
sofía distinta para formar un planteamiento teórico y científico que
aporte cambios reales a la demanda actual.

• 160 •
Capítulo II: La Acupuntura

Nuestro trabajo interactivo como terapeutas abrió la posibilidad


de situarse en otra realidad a través del enriquecimiento mutuo; se
amplía el campo de percepción y se promueve un compromiso en la
realización del proyecto.
La exposición de este trabajo pretende ir más allá de presentar
cómo es que se han manejado técnicas en el área de la salud; pretende
recuperar el conocimiento que se forja en cada situación terapéutica,
pero sobre todo encierra la necesidad de concebir e interactuar con los
seres humanos y el entorno de manera distinta.

• 161 •
TRABAJO CON ACUPUNTURA
Rocío Baca Millán

INTRODUCCIÓN

¿POR QUÉ ACERCARSE A LA ACUPUNTURA?

L
a respuesta implica en sí una justificación ya que la acupuntu-
ra en el momento actual es una alternativa para la salud en el
sentido más amplio de la palabra, la respuesta misma se expre-
sa también en los resultados que cada paciente pudiera obtener para
su desarrollo personal. En mi caso concreto fue a través de mi rela-
ción con la acupuntura como paciente —tomando en cuenta que en
la acupuntura la relación de quien aplica y el que recibe la atención
es una relación cercana y muy personal—, que se genera un cono-
cimiento del mismo más allá que el que se establece en la medicina
alópata. Esto provocó en mí, como paciente, sentir que en las sesio-
nes de acupuntura algo se movía dentro de mi interior para después
encontrar su acomodo y lugar.
El problema por el cual acudía a las sesiones lo había padecido
desde pequeña, la adolescencia y parte de mi juventud, esto había
generado en mí angustia, rencor, miedos y sufrimiento aunado a una
frustración constante, sentimientos que son en gran parte generado-
res de la misma enfermedad; de ahí que la acupuntura sea algo más
que un tratamiento de enfermedades orgánicas y va más bien a la
esencia de la enfermedad que en la mayoría de los casos tiene que ver
con nuestra parte emocional y/o afectiva.

• 162 •
Capítulo II: La Acupuntura

En mi caso personal la acupuntura generó procesos que logra-


ron trastocar los límites de los sentimientos y los malestares fisiológi-
cos, aclarando la estrecha relación entre éstos; me aclaró la visión que
tenía yo de la enfermedad, no como un desajuste orgánico o mera-
mente fisiológico sino emocional, que generado por causas externas
de la relación humana llegan a buscar salida en nuestro cuerpo (ele-
mento fundamental de nuestra vida física), salida que se expresa en lo
que conocemos como enfermedad.
De lo anterior se desprende que la acupuntura no sólo se relacio-
na con nosotros como “cuerpo enfermo” sino como “sociedad enfer-
ma”, es decir, generadora por extensión de la misma enfermedad.
La acupuntura tiene su origen en un sociedad diferente a la de
nosotros, con conceptos distintos de los que prevalecen dentro de
nuestra sociedad, mas no por ello imposible de concebir en nuestra
vida.
De ahí que la acupuntura no se entienda como una simple técni-
ca para curar sino más aún una forma de vida que busca un equilibrio
entre lo interno y lo externo del ser (mente-cuerpo) y su relación con
el entorno social.
Es necesario hacer hincapié en que al practicar la acupuntura, ya
sea como curador o como paciente, se requiere hacer un compromiso
consigo mismo; este compromiso se entiende como una responsabi-
lidad que se asume no sólo en relación a acudir a las sesiones del tra-
tamiento, sino al aportar algunas cuestiones básicas en la vida coti-
diana tales como la alimentación, el trabajo, las relaciones humanas.
Quien se acerca a la acupuntura debe entenderla como una alternativa
de salud en el sentido más amplio, que permite generar procesos que
brindan al ser humano satisfacción y paz capaces de ofrecernos un
lugar en la vida como seres humanos dignos.

TRES EXPERIENCIAS (CASOS CLÍNICOS)

CASO 1
Paciente: Jonathan Jonás Hernández Maldonado. Edad: 9 años,
ocupa el cuarto lugar en su familia, tiene dos hermanas y un hermano
(él es el más pequeño).

• 163 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Escolaridad: Tercer año de primaria.


Demanda solicitada: Problemas de aprendizaje, reprueba cons-
tantemente, bronquitis crónica, diarreas, inquieto e inseguro.
Antecedentes: Nacido por parte natural, no respiró a tiempo y se
puso morado. Fue amantado durante dos meses. Desde pequeño pade-
ció de los bronquios y siempre fue atendido con penicilina.
Papel de la madre en la familia: Se encarga de organizar todas las
actividades y tareas, así como de resolver los problemas que se presen-
tan. Con Jonathan es sobreprotectora, establece con él una relación
bastante estrecha, como si se tratara de un bebé o un ser indefenso o
imposibilitado. Ella es la única que se preocupa por el futuro de su hijo
y aunque ella misma ha provocado este tipo de relación, sabe que a su
hijo no le aporta nada positivo. Lo ayuda y lo vigila en las actividades
de la escuela. Quien lo estima es la madre.
Papel del padre: Trabaja todo el día, siempre llega cansado, hasta
hace dos años era alcohólico, forma parte de un grupo de Alcohólicos
Anónimos. No quiere saber nada de los problemas de su mujer y sus
hijos, en ningún momento interviene para apoyar las decisiones de
la madre. Ha llegado a golpear a la madre en presencia de los hijos y
cuando esto sucede, Jonathan es el que defiende a la madre y la pro-
tege, lo mismo sucede cuando discuten. La relación que el padre tiene
con Jonathan es de indiferencia y falta de afecto. Todas las faltas que
Jonathan presenta pasan inadvertidas para el padre o bien las aprue-
ba, en ningún momento llama la atención.
La relación de Jonathan con sus hermanos es agresiva y ofensi-
va, todos los hermanos lo juzgan y lo reprenden de la misma forma
que lo hace la madre. Los tres hermanos de Jonathan son iguales a la
madre, adoptan las mismas actitudes de personas adultas (parecieran
niños-adultos).
Demanda real fisiológica: El problema más fuerte de Jonathan
en este sentido era la desnutrición y de aquí se generaba una serie
de padecimientos como la bronquitis, gripes constantes, parasitosis,
insomnio, manchas en la piel, infección intestinal, infección en riñón,
estreñimiento, etc.
Emocional: El miedo dominaba la vida de Jonathan, su insegu-
ridad ante cualquier situación, su incapacidad para dormir solo y en
especial su miedo a la oscuridad e insomnio, fantaseaba demasiado,

• 164 •
Capítulo II: La Acupuntura

remontaba ideas, personajes o elementos de la televisión y los hacía


parte de su vida. Platicaba estas fantasías como si en verdad las estu-
viera viviendo, era como crearse su propia historia fuera de la vida
familiar. Acostumbraba a orinarse en la cama por las noches como
una forma de acercamiento a la madre. La imagen que Jonathan tenía
de la madre era confusa, en ocasiones se le presentaba como una
mujer fuerte y en otros momentos débil, lo cual le creaba a él una con-
fusión interna. Sabe que la madre es fuerte porque es la que toma las
decisiones y responsabilidades de la casa, pero la siente débil cuando
el marido lo golpea, la humilla y ofende. Y es precisamente en estos
momentos en que Jonathan la siente tan débil que quisiera protegerla
y cuidarla del padre, creando una situación de rechazo hacia el padre.
La madre al sentirse abandonada se refugia afectivamente en el que
tiene más cerca, en este caso a Jonathan, depositando así una carga
en un niño que no se encuentra en posibilidades de entender lo que
sucede, creándole más confusión. La madre ha llegado a tolerarle que
sea incapaz de vestirse, desvestirse, quitarse los zapatos cuando venía
a consulta, que hable como un bebé y consentirle demasiado con tal
de no perder a su hijo, que es el único que la defiende y la cuida. Todo
lo que Jonathan hacía a la madre le parece gracioso, atrevido, extrava-
gante, de alguna forma le resultaba agradable.
Todo lo anterior ha generado en él problemas para tener un buen
aprovechamiento escolar.
La alimentación de Jonathan era bastante raquítica, por la maña-
na un vaso con leche, a medio día golosinas y frituras, en la comida un
taco de arroz o frijoles y por la noche una taza de café con un pan.
Él se conseguía pequeños trabajos o quehaceres para tener dinero y
poder comprarse dulces.
Al respecto la madre no hacía nada; con el poco dinero que tenía
destinado para la alimentación, no le rendía para darles de comer
otros alimentos. Esto aunado a la poca imaginación o la falta de infor-
mación sobre alimentos que fueran baratos, nutritivos y variados.
Condiciones de higiene: Este apartado lo incluyo porque para el
proceso de Jonathan ha sido muy importante, sobre todo por tratarse
de costumbres y/o hábitos que son difíciles de cambiar.
Jonathan siempre traía su ropa sucia y el cuerpo bastante descui-
dado; todo él estaba sucio, las manos, las uñas largas, tanto de manos

• 165 •
Zen, Acupuntura y Psicología

como de pies. Por lo regular los zapatos le quedaban grandes o peque-


ños (todos son regalados), tenían agujeros por donde se les metía la
tierra y el agua, causándole problemas tanto de amibiasis como de
gripe y tos.
Atención: Lo primero que considere importante tratar en Jona-
than fue el problema de parasitosis, con la finalidad de pasar después
a los otros padecimientos. Los síntomas que presentaba al respecto
eran comezón constante en recto, rechinido de dientes al dormir, dia-
rreas y estreñimientos constantes, falta de apetito, dolor intestinal,
somnolencia, etc.
Lo traté con acupuntura, estimulando los siguientes puntos: Ren2,
E25, E37, IG4, extra sifeng, V20, V21. Tomó té de chaparro amargo
durante diez días, descansó siete y nuevamente diez días; arrojó lombri-
ces, pero el problema de oxiuros persistía, para eso le mande que toma-
ra eztafiate durante siete días y baños de asiento de esta misma hierba.
Aunado a lo anterior, hablé con la madre y con él sobre la importancia
que tiene la higiene con respecto al problema de parasitosis. Le mencio-
né que era necesario hervir el agua que tomaban, lavar y hervir bien los
alimentos, lavar las manos antes de cada alimento, el aseo en uñas y el
no andar descalzo en la tierra, así como no consumir alimentos en la
calle, entre otros. Sobre este punto hubo respuesta momentánea, pero
nuevamente volvía a suceder lo mismo, y en especial con respecto al
descuido en su aseo personal; al crecer las uñas había que recordarle
otra vez que tenía que recortarlas y asearlas y así sucesivamente.
La madre entendió y puso en práctica lo que le dije sobre la higie-
ne, pero el problema persistía con Jonathan. De hecho la misma
madre cambió su aspecto y el cuidado e higiene en su cuerpo. En otro
momento le receté Cina 30cc., para combatir la parasitosis. Conside-
re entonces importante tratar la desnutrición que padecía Jonathan,
utilicé distintas técnicas: acupuntura, masaje, herbolaria, y sobre
todo mande una dieta rica en proteínas.
En acupuntura utilicé los siguientes puntos: E44, E36, B9, IG4,
E25, H13. Tomo té de eztafiate para abrir apetito, té de muitle para
fortalecerlo. En cuanto a la dieta, le mande granos integrales, miel,
polen, verduras y hortalizas, hígado de res, etc.
Comenté con la madre y con Jonathan sobre la importancia que
tiene la alimentación para el buen desarrollo de cada uno de nosotros.

• 166 •
Capítulo II: La Acupuntura

Jonathan decidió dejar de comer golosinas y comer solamente lo que


le diera su madre y ésta trato de cambiar la alimentación de Jona-
than. El problema que la madre mencionaba tener era de tipo econó-
mico para darle de comer mejor a Jonathan, ya que en ocasiones sólo
comen frijoles en todo el día.
El dinero que el marido le da no le alcanza, pero la señora tiene
interés en que su hijo avance y decide vender distintos productos para
tener un dinero extra y poder darle una buena alimentación. Es así
como Jonathan empieza a consumir otros alimentos. Se dan avances
muy importantes al respecto, pues Jonathan se fortalece y tiene más
defensas para hacer frente a las enfermedades y a los aspectos acadé-
micos en la escuela. De hecho su comportamiento cambió, es menos
agresivo y miedoso.
Por lo que se refiere a su problema de bronquios, mejoró bastante,
no se ha vuelto a enfermar como antes, fue notorio que la alimenta-
ción ayudó. Además del cambio en alimentación, le mandé el té de ajo
con orégano, limón y miel y gordolobo. Di masaje en espalda.
En acupuntura trabajé los siguientes puntos: PI, P5, P6, P7, V7,
V13, IG4, B6.
Moxibustión: V13, V43.
Auriculoterapia: Pulmón.
Vaporizaciones de cebolla y eucalipto.
Las gárgaras con mercadela fueron constantes.
Le mandé lienzos de manteca caliente con poleo en pecho y espal-
da por las noches.
Sus gripes las trate con preparados de guayaba, bugambilia,
limón, tejocote y miel, reforzando con muitle en té y poleo y el consu-
mo de verduras crudas.
En acupuntura aplique los siguientes puntos: V12, R7, IG4, P5,
P7, V2, VB20, E3, VB14.
Para bajar la fiebre en caso de gripas o bronquitis se utilizaron
medios físicos: baños de agua templada o compresas y cataplasmas de
manteca en pies.
Padecía también una constante infección en riñón que le trata-
ba la madre en el Seguro mandándole antibióticos bastante agresivos
para su edad; le suspendí todos los medicamentos y lo trate con: dieta
de verduras y hortalizas crudas.

• 167 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Un día a la semana consumía solamente piña con papaya. Retiré


carnes rojas, grasas, azúcar y harinas blancas.
Acupuntura: Apliqué agujas en los siguientes puntos: Ren1, Ren3,
B6, V39, Ren41, Du20, R2, R27, H3, R3.
Auriculoterapia: Cápsulas suprarrenales.
Herbolaria: Tomó té de cabellos de elote con sanguinaria, dora-
dilla.
En cuanto al problema emocional, traté primero el miedo, la inca-
pacidad de dormir solo, etc. Hablaba con él al respecto, con la finali-
dad de mostrarle que no podía pasarle nada.
En acupuntura apliqué los siguientes puntos para el miedo y la
ansiedad: VB34, B6, V44, PC6, R3. Para insomnio: Ren14, R13, PC6,
C7, V15, V20, B1, B3, V23.
Auriculotarapia: Shenmen, pulmón, corazón.
Di masaje en espalda y pie. Tomó té de flor de azahar y hojas de
naranjo, tintura de eztafiate.
Alternadamente trabajé el problema que tenía de enuresis.
Acupuntura: V28, V23, H1, B6, Ren3, Du20. Moxibustión: V28,
V23, H1, B6.
Auriculoterapia: Vejiga y riñón.
Al respecto hubo una respuesta positiva, el temor y la ansiedad
bajaron bastante, adquiriendo una seguridad en sí mismo, y poco a
poco haciéndose responsable de sus actos y actividades.
Con respecto a su problema en el rendimiento académico traba-
jé algunos puntos de acupuntura para que pudiera concentrarse en el
aula y al estudiar: V23, Ren4, VB39, V20, Du20, R3, V23, B6, Du23,
Du24, B6 y extra sishencong. Para reforzar la memoria o capacidad de
retención con los puntos: Ren12, C7, E36, V20, B6, V25. Además de
tomar té de jengibre.
Resultados: En general los resultados fueron positivos, lo cual se
reflejo considerablemente, tanto en sus problemas de bronquios, gri-
pas, desnutrición, etc., como en sus miedos y ansiedad, sobre todo se
obtuvieron buenos resultados en su aprovechamiento académico.
La parte que más trabajo requirió fue la relacionada con los hábi-
tos de alimentación, de higiene, aseo, de cuidados y de sus relacio-
nes con los demás. Para que él pudiera sentirse mejor fue necesario
ser constantes al respecto. La respuesta fue satisfactoria aunque no

• 168 •
Capítulo II: La Acupuntura

podemos hablar de que se haya dado en un 100%, pero sí nos permitió


avanzar y sentar las bases para otros procesos en él mismo.
Con respecto a la desnutrición, al desparasitarlo empezó a tener
apetito y su organismo aprovechaba lo que comía, sumándole el cam-
bio cualitativo que tuvo en la dieta. En este punto nos encontramos con
el problema económico y otra vez aparecen como limitantes los hábitos
alimenticios. Con la colaboración y el apoyo de la madre se pudo avan-
zar al respecto, subió de peso, su color de pie cambió, desaparecieron
las manchas en la piel, sus ojos se veían distintos, su forma de cami-
nar, etc., y como consecuencia su organismo se hizo más resistente.
Sus bronquios se fortalecieron con el cambio de alimentación y
el tratamiento que se asigno funcionó sin mayor problema. Lo mismo
sucedió con las gripes, lo único que alarmaba a la madre era cuando
aparecía fiebre, pensaba que su cuerpo no resistiría.
En algunas ocasiones, cuando la gripa era abundante, le receté
Alluim cepa 30cc., obteniendo buenos resultados. Su riñón respondió
muy bien al tratamiento.
Las respuestas en el área emocional fueron bastante satisfacto-
rias, sobre todo con el miedo que era el sentimiento más fuerte que
se le presentaba como limitante para poder “vivir” tranquilo. Ahora
es seguro e independiente, su forma de relacionarse con los demás es
más abierta. Su rendimiento académico es bastante satisfactorio.

CASO 2
Paciente: Andrea Rojas Guzmán. Edad: 6 ½ meses. Es la segunda hija.
Demanda solicitada: Gastritis. No sostiene la cabeza, cuello, no
se sienta. Parálisis en miembros inferiores (cadera).
Antecedentes: Nació de parto natural, se estaba pasando el parto,
la madre hacía cinco días que presentaba sangrado.
Estuvo internada dos días a los cinco meses por presentar fiebres
altas y gripe. La madre durante el embarazo estuvo muy mal alimentada.
Diagnóstico: La niña padece desnutrición a consecuencia del
abandono que se nota tanto a nivel fisiológico como emocional. Com-
parada con su hermana de 6 años pareciera que hubo un notable cam-
bio en cuanto al trato de la madre con ellas.
Lo que originó este abandono por parte de la madre tiene que ver
con el proceso personal por el que está pasando, las condiciones en

• 169 •
Zen, Acupuntura y Psicología

las que la tuvo son distintas a las que se presentaron cuando nació su
primera hija. Ahora ella (la madre) tiene problemas con el marido, no
trabaja, no ayuda ni apoya en nada en la casa, no se compromete con
ella, la golpea, la maltrata y amenaza con abandonarlas. Como una
forma de retenerlo la madre decide embarazarse pensando que este
hecho haría recapacitar a su marido y tomar la responsabilidad de la
familia. Sucedió todo lo contrario, él nunca estuvo de acuerdo con el
embarazo y por tanto al nacer la pequeña hubo un rechazo por parte
de él. La madre desde el embarazo nunca se cuidó, se alimentaba mal,
en ocasiones sólo hacía una comida al día, constantemente hacia cora-
jes y emocionalmente se sentía bastante deprimida, a ella lo único que
le importaba era retener al marido a como diera lugar, razón por la
cual ella misma propuso que él no trabajara a cambio de quedarse y
ella se encargaría del gasto lavando ropa ajena y haciendo limpieza.
Bajo estas condiciones nació Andrea, la madre la colocaba en una caja,
le daba mamila en la mañana, al regresar al medio día y otra toma
por la noche, ya que eran las horas en que la madre estaba en casa,
mismas que aprovechaba para asearla y cambiarla. Nunca la cargaba,
hablaba o movía de su caja y nadie más lo hacía.
Andrea llegó a la clínica a los 6 ½ meses, no sostenía el cuello y no
se sentaba, cuando se supone que en un proceso de maduración nor-
mal, un niño debe sostener el cuello alrededor del tercer mes y sentar-
se a los seis meses.
Su ojo izquierdo padecía de estrabismo, tenía en su cabeza espa-
cios sin cabello, en general todos sus músculos eran flácidos y sin
equilibrio, su color de piel amarillo y presentaba en distintas partes
del cuerpo erupciones y/o infecciones en la piel, de tamaño era bas-
tante pequeña y delgada. Es sabido que la desnutrición provoca todos
estos padecimientos, además de una baja en glóbulos rojos, somnolen-
cia, constantes resfriados, etc.
Atención: la niña padecía una gastritis poco tolerante a los ali-
mentos, los devolvía o le ocasionaban diarrea, se entiende que su flora
intestinal estaba bastante destruida, razón por la cual se le dio un tra-
tamiento que consistía en levadura de cerveza en suspensión durante
20 días, con un periodo de descanso intermedio de diez días. La res-
puesta fue bastante satisfactoria pues su estómago empezó a aceptar
los alimentos. La alimentación fue variada, hasta entonces la madre

• 170 •
Capítulo II: La Acupuntura

le daba sólo tres mamilas al día. Se le mandaron cereales integrales


en papilla con verdura y frutas, miel, jugos naturales, leguminosas,
leches de soya y de vaca, leche de arroz integral, avena, almendras.
Se habló con la madre sobre la importancia de la alimentación para
que su hija se desarrollara normalmente y sobre las consecuencias que
podía tener su hija a futuro a no ser que ella como madre aceptara y
reconociera la responsabilidad que tiene para con su hija.
Más tarde se le dio huevo, frijol, haba, chícharo, brócoli, espina-
cas, alcachofas, zanahoria, semillas, cítricos, plátano, acelga, jitomate,
berros, etc.
La niña había sido atendida con anterioridad en el Institu-
to Mexicano del Seguro Social, donde los doctores le diagnosticaron
parálisis en cadera, una fuerte gastritis y retraso en su desarrollo.
Le mandaban distintos estudios diciéndole a la madre que la niña
nunca podría caminar y valerse por sí misma. Este fue uno de los tra-
bajos más delicados, pero la madre estaba dispuesta.
Para el problema de gastritis, se recetó levadura de suspensión,
así como la estimulación con balines y masaje en los siguientes puntos:
Acupuntura: E36, H13, E44, H3, H4, Ren6, B4, H14.
Auriculoterapia: Estómago, puerta de la energía vital, punto del
simpático.
Resultados: En la primera semana se vieron los resultados, era
verdaderamente sorprendente ver cómo un cuerpecito tan pequeño
podía presentar avances tan notorios; en menos de un mes subió dos
kilos, cambió su color de piel, y sobre todo, mejoró el problema de su
ojo.
Sólo basto empezar el tratamiento para percatarme de que ese
cuerpecito estaba cargado de una gran energía con grandes posibili-
dades para desarrollarse. A mí personalmente me impactó esta capa-
cidad, conociendo las circunstancias en que fue procreada, concebida
y sus primeros meses de vida.
Interesada en conocer de dónde venía esta fortaleza traté de ave-
riguar más sobre sus progenitores, en especial sobre su madre. Su
madre era fuerte y saludable, si bien era de escasos recursos pertene-
ció a una generación que creció en el campo, sin una extensa variedad
de alimentos, pero sí con calidad en cuanto a nutrientes. En general
su familia era sana y fuerte, era notorio que el problema había surgi-

• 171 •
Zen, Acupuntura y Psicología

do por la inseguridad de la madre, por un problema de tipo emocional


que vino a afectar directamente en el desarrollo de Andrea.
Para el tratamiento de su ojos izquierdo a parte de la alimenta-
ción, se hizo uso de la acupuntura, colocando balines en los siguientes
puntos: V1, VB14, V2, SJ23.
Auriculoterapia: Hígado, riñón, ojo 1, ojo 2. Se le recomendó
en esta etapa consumir legumbres, vegetales verdes, hígado de res,
huevo, para fortalecer su ojo.
Las erupciones en la piel también fueron desapareciendo, apo-
yando con baños de avena y aumentando los cuidados e higiene. Sobre
el problema del cuello se le dio terapia física tres veces a la semana con
ejercicios, masaje, cepillado. Se fortaleció el cuello primero, alrededor
del segundo mes de tratamiento la niña intentaba levantarlo y en el
cuarto mes sostenerlo, ya para el quinto mes le sostenía por completo.
Se estimuló con balines en los siguientes puntos: Du14, Du15,
Du16, Du17, VB20, ID3, V10, VB21, VB2, SJ16, SJ15, ID15, ID16,
ID17, IG18, en distintos momentos y combinaciones.
Se trabajaron cadera y miembros inferiores también con ejer-
cicios, masaje y cepillado. Los puntos donde se aplicaron los balines
fueron los siguientes: V13, VB26, VB25, Du2, Du4, Du5, VB34, V54,
V28, V25, V52, V23.
Auriculoterapia: Cadera y cóccix. Para piernas: V39, VB30, V33,
V34, E35, E44.
La respuesta al tratamiento de cadera y miembros inferiores
fue más lenta que la del cuello; ya fortalecida la cadera, la niña podía
girarla y levantarla a voluntad, así como mantenerse sentada, pero no
lograba aún ponerse de pie y por tanto caminar.
La madre practicaba las terapias a la niña en su casa dos veces
al día todos los días; era notorio cuando la madre se desesperaba y
no le hacía los ejercicios, se sentía con el solo hecho de tocar sus pier-
nas o cadera. Constantemente había que recordar a la madre sobre
lo importante de hacer los ejercicios todos los días. Después de seis
meses de trabajo diario, Andrea logró mantenerse en pie, y a los dos
meses más caminó sola. Es muy satisfactorio ver cómo Andrea se vale
cada vez más por sí misma.
Se le recomendó a la madre sacarla de la caja donde la tenía y
pasarla a algún lugar donde pudiera estar cerca de ella, que le hablara,

• 172 •
Capítulo II: La Acupuntura

le cantara y le llamara por su nombre constantemente. Que se le esti-


mulara con sonidos, música, con objetos de distinta textura para que
los tocara, que la moviera y que tuviera con ella contacto visual. Sobre
todo que la cargara, que la tuviera en sus brazos, que la besara, que la
niña se sintiera querida, protegida y segura, así como prestarle aten-
ción a todas sus necesidades.
Para la madre era difícil por la relación conflictiva que tenía con
el marido, ella misma se percataba de que no tenía apoyo ni económi-
co ni moral, seguridad y afecto.
Alrededor del cuarto mes de tratamiento la madre cambió la actitud
que tenía con el marido y sus hijas, mencionaba que si ella no se hacía
cargo de su hija nadie lo haría, sabía que Andrea dependía solo de ella.
En Andrea es bastante claro cómo la falta de afecto y una mala
nutrición disminuyen y retardan el proceso de maduración en los
niños, además de que la maduración motora y la actividad cerebral no
se desarrollan normalmente.

CASO 3
Paciente: Gilberto Guzmán. Edad: 24 años.
Escolaridad: Primaria.
Demanda solicitada: Problema de parálisis en el lado izquierdo.
Estado Civil: Casado.
Número de hijos: 2
Antecedentes: Nació de parto natural, es el segundo de un total
de tres hermanos. Hijo de padres campesinos, inmigrados en la ciu-
dad de México y establecidos en las orillas de la ciudad. El padre se
dedica al cultivo de la tierra y a la crianza de animales y la madre al
hogar. Gilberto crece en el seno de una familia bastante conflicti-
va, agresiva y violenta, los padres acostumbraban discutir y golpear-
se todos los días. El padre alcohólico no llegaba a la casa varias veces
a la semana. Compartía su vida con otras mujeres muy cercanas de
donde vivía con sus hijos, y tenía hijos con varias de estas mujeres. La
madre, también fuerte de carácter, siempre se defendía, tanto con gol-
pes como con palabras —de hecho tiene varias marcas y cicatrices de
las peleas con su marido y sus vecinos—, nunca abandonó su casa y ni
a sus hijos; siempre esperando al marido aunque no llegara, o llegara
a golpearla a veces sin razón por el sólo hecho de llegar alcoholizado.

• 173 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Viven en el cerro y el padre enseña a los hijos los trabajos del campo y
crianza de animales.
Gilberto desde muy joven empieza a tomar alcohol y a compor-
tarse exactamente igual que el padre, es agresivo, altanero y prepo-
tente, comparte su vida al igual que el padre con distintas mujeres, el
trato con su madre demuestra falta de respeto y superioridad.
Más tarde su padre los abandona para vivir con otra mujer mucho
más joven que él, muy cerca de la casa de su esposa, madre de Gilber-
to; para él todo es normal y lo acepta, un tiempo vive con la madre y
otros días con el padre.
Gilberto a la edad de 18 años tenía una hermana de 9 años,
quien lo acompañaba para aprender todo lo relacionado con anima-
les; un día por irse a seguir a una mujer le encargó varios caballos a
su hermano, uno de ellos le dio una patada en la cabeza y murió en
ese momento. Gilberto se siente culpable y toma aun durante meses.
Después de esto Gilberto no piensa dedicarse más al campo, de hecho
mató al caballo que golpeo a su hermano. Decide buscar trabajo en
otros lugares sin encontrar, sólo de velador en una fábrica, trabajo que
al poco tiempo deja y decide no trabajar más. Su padre lo ayuda con un
poco de dinero y vende de vez en cuando un caballo que logra quitarle
al padre para sobrevivir.
Se casa a la edad de 20 años y construye un cuarto en el terreno
donde vive su padre, tiene dos hijos y se reproduce la misma historia,
su relación con su mujer es agresiva e impositiva, existen días en que
tampoco llega a la casa.
La madre se queda sola, pues su única hija se casa y Gilberto al
casarse rompe toda relación con la madre, ya que ésta también deci-
de vivir con otro hombre, razón por la cual es juzgada y amenazada
tanto por el marido como por el hijo.
Un día que se encuentra tomando con sus amigos y su padre en
casa de éste, tiene una discusión con ellos y va a su casa donde intenta
suicidarse. Se da un tiro en la cabeza, es llevado inmediatamente a la
Cruz Roja e intervenido, la bala le atravesó la cabeza dejándolo com-
pletamente paralizado de su lado izquierdo.
Se culpó a la mujer de los sucedido y él buscó la ayuda de su madre
y su nuevo marido (ahora su padrastro) abandonando a la mujer y a
los hijos. La madre lo cuida y atiende desde entonces.

• 174 •
Capítulo II: La Acupuntura

Diagnóstico: A los 8 meses del accidente Gilberto se presenta a


consulta acompañado de su madre y padrastro. Es la madre la que
contesta todas las preguntas aunque yo me dirija a él, insisto en que
sea él quien conteste y tartamudea al hablar, cambia y confunde las
palabras sin lograr explicarse con claridad.
Se me informa que tuvo un accidente y que había quedada para-
lizada su parte izquierda. Él se comportaba duro, necio, desconfiado,
estaba realmente espantado, de pronto parecía un niño atemorizado,
su pupila no se dilataba, era muy grande y fija, sus miembros duros y
rígidos, alto y bastante pasado de peso.
La madre insiste en no dejarlo hablar, como si le atemorizara lo
que él pudiera decir o hacer, yo percibo que se me está dando infor-
mación errónea y me doy cuenta de que no tuvo un accidente sino un
intento de suicidio, era como si lo notara en todo el cuerpo, como si
quisiera gritarlo, como si su cuerpo ya no quisiera seguir guardando
sus “secretos”.
Es claro que además de su problema de parálisis era más fuerte
su desequilibrio emocional, acompañado de su dependencia de alco-
hol y tabaco.
La primera sesión lo traté con acupuntura, las agujas no entra-
ban con facilidad. En la segunda sesión le di un masaje y le enseñé a
hacerlo, al acercarme empezó a llorar y la madre se descontroló sin
saber qué hacer; le pregunto a Gilberto qué le pasaba y le dijo que que-
ría hablar a solas conmigo, la madre se negaba y atemorizada salió; él
temblando y sin dejar de llorar me contó todo lo ocurrido, se sentía
culpable y frustrado, lloraba también por haber perdido a su herma-
no por su culpa, del intento de suicidio y por haber abandonado a su
mujer y sus hijos.
En el fondo, le pesaba que su padre no lo apoyara, y que fuera pre-
cisamente su madre y padrastro quienes lo estaban tratando de ayudar.
Tratamiento: En este caso, como en los otros, todo era importan-
te y prioritario; inicié con un tratamiento para tranquilizarlo emo-
cionalmente, su desconfianza era generalizada a tal grado que no le
permitía dormir tanto de día como de noche, tenía la idea fija de que
alguien lo atacaría por sorpresa sin poder responder debido a su con-
dición de salud. Para esto trabaje los siguientes puntos:
Acupuntura: VB34, B6, PC6, V44, Du20.

• 175 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Auriculoterapia: Corazón y shenmen.


Masaje en espalda y pies.
Toma té de eztafiate y pasiflora.
El resultado fue positivo, respondió bien al tratamiento, tanto el
temor como la desconfianza bajaron considerablemente permitiéndo-
le recobrar la confianza en sí mismo y en los demás.
Estimule otros puntos para combatir el insomnio: V15, Ren14,
C7, C9, M1, PC8.
Auriculoterapia: shenmen, riñón, corazón.
Con respecto a la depresión trate con acupuntura: H2, H3, H14,
VB34, E25, E36, B6, Du20, V15, V20, Ren12, PC6, Ren17, C7.
La respuesta fue satisfactoria, misma que le permitió aceptar su
condición y responsabilizarse de lo sucedido y el tratamiento a seguir.
Para el tartamudeo y el problema de rigidez en la lengua aplique
los siguientes puntos: Du15, Ren23, C5, Ren12, ID12, ID5, ID19, SJ3,
V23, SJ5, SJ1. Se le dio masaje en cara y cuello.
En general el estado de ánimo de paciente cambió, dejó de evadir-
se para afrontar su problema físico; cada vez se expresaba con mayor
claridad, la tensión fue bajando paulatinamente, su sentido del humor
fue expresado, pensaba y planeaba para el futuro inmediato, estaba
interesado en recuperar a su mujer y a sus hijas.
Su sobrepeso e intoxicación causaba serias limitaciones en el
tratamiento, por lo que tuvo que seguir una dieta basada en granos,
vegetales, hortalizas, leguminosas y frutas, dejando de lado las pastas
y harinas blancas, carnes rojas, embutidos e irritantes.
Para el problema del alcoholismo se le recetó tintura de lobelia,
con resultados positivos, considerando también el tratamiento ya
mencionado para la parte emocional.
Bajó de peso considerablemente y seguía al pie de la letra todas
las indicaciones sobre la alimentación.
Para el problema de parálisis utilicé los siguientes puntos: Du16,
Du20, V7, IG4, IGII, IG15, SJ5, VB30, VB34, E36, E41, C3, V64, V65,
R9, E40.
Moxibustión: R9, V64, C3, E36, E41, IGII, IG15, IG4, VB34,
VB30, E40.
Masaje: Se dio terapia de masaje y cepillado todos los días en
tronco, cadera, extremidades.

• 176 •
Capítulo II: La Acupuntura

Ejercicios: Se realizaron ejercicios tanto para fortalecer el cuer-


po en general como para fortalecer de manera específica mano, brazo,
pie, pierna, cadera.
El estado de ánimo, el cambio de alimentación, así como la consi-
derable baja de peso y sobre todo la estimulación a través de la acupun-
tura, masaje, moxibustión y ejercicios le permitieron recobrar poco a
poco primero la sensibilidad de su lado izquierdo y más tarde la movi-
lidad de mano, brazo, pie, pierna; en estos dos últimos no fue posible
recobrar la posición correcta en un 100% pues tendía a girarse hacia
afuera. La cadera se fortaleció con el tratamiento, ya podía levantarla
y girarla estando acostado; de pie lograba sostenerse a ratos y camina-
ba en andadera.
Por razones ajenas a él tuvo que dejar el tratamiento. Para asistir
a la clínica lo llevaba su madre y su padrastro, quienes viven en una
zona muy alta y sin pavimentar; para bajarlo a consulta la madre era
la responsable de conseguir un coche y el padrastro lo carga al consul-
torio. En tiempo de lluvias todo se complicaba y nadie se arriesgaba a
conducir en tales circunstancias, razón por la cual la madre desistió
de seguir apoyando a su hijo.

CONCLUSIONES

Para el presente trabajo he tomado tres casos que en el fondo se ase-


mejan, pues parten de un problema emocional: el abandono. Las razo-
nes para ejemplificar estos tres casos son en primer lugar, el presentar
aquellos que por su similitud me ayudan a desarrollar para este acer-
camiento a la acupuntura un cuadro genérico que los abarque “con sus
particularidades”; en segundo lugar, el definir de manera clara una de
las principales razones de la acupuntura como opción médica: los pro-
blemas psicosomáticos generados por la sociedad en relación al sujeto;
y tercero, denotar tanto el proceso como los resultados de la acción de
la acupuntura en las personas con quienes viven, y a su vez estas per-
sonas carecen de los elementos necesarios para apreciar y dar apoyo a
los familiares, problema generado por las carencias sociales de la zona
donde viven: la falta de una infraestructura social, el desempleo, la
pobreza cultural carente de expectativas y alternativas ante la vida,

• 177 •
Zen, Acupuntura y Psicología

de donde pareciera no se puede generar más que miseria humana,


tanto como individuos como en las relaciones con sus padres, con sus
parejas, con los hijos, y todo lo que les rodea.
Es necesario agregar que el asentamiento humano de la zona en
que se desarrollan estos casos es conformada por personas que lle-
gan de comunidades, ranchos y pueblos del interior de la República
y por aquellos que por falta de recursos económicos han sido relega-
dos a estas zonas suburbanas; de esta manera el desarraigo del lugar
de origen, de la tradición y la cultura original trae consigo uno de los
motivos más contundentes para el desajuste emocional de las perso-
nas; dicho motivo es el desapego de la cultura tradicional de la medi-
cina, de la cual sólo encontramos remedios caseros como intento de
supervivencia para hacer frente a la enfermedad, ante la dificultad de
acudir a la medicina oficial cuyo aparato hace inaccesible el bienestar
físico y emocional de las personas, primero por la dificultad económi-
ca que presenta, segundo por la estrechez de la relación humana del
curador para con el paciente y tercer por la pobreza del mismo aparato
para dar atención y resultado de salud a largo plazo.
Este modelo medico hasta ahora no ha logrado vislumbrar y dar
respuesta a las necesidades reales de la población, debido a su visión
medicalista y organicista de la enfermedad.
Existen otras alternativas medicas, como la medicina tradicional
que ha sido capaz de dar respuesta social a la enfermedad, a pesar de
no estar en las estadísticas institucionales. Es aquí donde la acupun-
tura se presenta como una alternativa de salud semejante a la medi-
cina tradicional de México, por su acceso económico, por su amplitud
humana y los resultados tanto a corto como a largo plazo. En los casos
ejemplificados es de notar que con anterioridad los pacientes habían
acudido a otras instancias médico-oficiales, antes de acercarse a la
acupuntura.
El proceso de la acupuntura en los casos citados se inicia con una
aproximación a las personas como seres humanos inmersos en una
sociedad, para ello es necesario explorar e indagar sobre la vida de los
pacientes: sus hábitos, costumbres, creencias, relaciones interperso-
nales, su trabajo, su alimentación, descanso, etc., en sí todo aquello
que está relacionado con su vida tanto emocional como física. Este
acercamiento nos permita hacer una lectura del cuerpo más certera;

• 178 •
Capítulo II: La Acupuntura

además de indagar a través de preguntas con el paciente, hacemos un


trabajo de observación que nos permite conocer mejor al sujeto, por
ejemplo el manejo que hace con su cuerpo, si es fluido o “choca” con
él mismo, cómo camina, cómo se sienta, cómo se comunica con los
demás, la mirada, el tono de voz, el semblante, la lógica en los diálo-
gos, la congruencia de lo que expresa con lo que está viviendo en un
determinado momento, etc.
Existen distintas formas de acercarnos al cuerpo de los otros, de
conocerlos, de entender el proceso de salud-enfermedad por el que
atraviesa determinado individuo.
Los casos expuestos son personas que presentan distintas eda-
des y sexos, que tienen como peculiaridad el vivir en la misma zona,
comparten los mismos espacios, hábitos, costumbres y creencias, en sí
todo lo que conforma su cultura. Si bien existen algunas diferencias,
en el fondo su vida se ha construido con características similares.
Es importante señalar que desde la acupuntura el proceso de
salud de cada uno de ellos tiene que ver no sólo con los avances o
logros a nivel fisiológico, sino con todo aquello que está relacionado
en elevar su calidad de vida como seres humanos; por ejemplo, una
adecuada alimentación, una relación de trabajo satisfactoria, las rela-
ciones afectivas con todos aquellos que le rodean, una convivencia
grata, etc. Esto trabajado en conjunto nos permite como terapeutas
la posibilidad de mostrarles y demostrarnos que existen otras formas
de vida más dignas y humanizadas. En sí en los tres casos descritos se
dio una posibilidad, mejoraron su vida a distintos niveles y en distin-
tas áreas y como consecuencia las personas cercanas a ellos vivieron y
experimentaron de cerca tales cambios.
Si bien la acupuntura como práctica de curación involucra una
forma de ver la vida, también la persona que recibe el tratamiento
está en posibilidades de transformar su visión. En los casos especí-
ficos que se presentaron sabemos de antemano que no se puede cam-
biar las condiciones sociales que prevalecen, pero sí se puede cambiar
la forma de afrontar y entender la vida y la problemática en que se
vive. A partir de este resultado podemos ver a la acupuntura como
una forma de vida en el sentido más amplio de la palabra.

• 179 •
REFLEXIÓN
Silvia Coronado Martínez

PRESENTACIÓN

C
ursé la carrera de Psicología en la Escuela Nacional de Estu-
dios Profesionales Plantel Iztacala durante el periodo de 1991
a 1994. En sí la carrera no llenó las aspiraciones que yo tenía
sobre la psicología; el trabajo con ratas que es a lo que uno primero
se enfrenta no es nada recomendable; las clases, los maestros forman
una faceta que lleva de la distracción al aburrimiento. Datos estadísti-
cos cuantificables danzan ahora en mi cabeza y he llegado a la conclu-
sión de que perdí cuatro años de mi vida tratando de estudiar una sola
parte del hombre, “la conducta”. Es una pérdida porque ahora entien-
do que ante una situación específica todos reaccionamos de diferente
manera, así es que ¿a qué hombre estudié? ¡No lo sé!
Las asignaturas que cursaba ya en el primer año de la carrera y
la partida definitiva de mis padres a provincia, con la sucesiva carga
laboral que me fue otorgada quién sabe por qué, (al hacerme cargo de
comida, gastos y vestido de una familia en la que a excepción de una
hermana todos los demás eran mayores que yo) no me era compren-
sible y me hizo ser apática en el sentido de ir, sentarme y escuchar sin
poner en tela de juicio lo que escuchaba en cada clase.
Pero la llegada del tercer semestre vino a dar un giro a mi vida.
Llegó un maestro, uno de esos profesores a los que inmediatamen-
te puedes verle algo distinto. Se presentó y nos preguntó que cuántos
libros habíamos leído en el último año de nuestra vida, que le diéramos
títulos y levantaran la mano quienes habían leído por lo menos uno. Es
de imaginarse que siendo México un país subdesarrollado no tenga una

• 180 •
Capítulo II: La Acupuntura

cultura hacia la lectura, así es que uno que otro levantó su mano. Nos
explicó que ese era el principal problema que existía en México, que
éramos muy apáticos para leer, que no considerábamos todas las rique-
zas que guardaba un libro para nuestro propio desarrollo personal.
Yo no leía textos, a menos de que fueran materiales de la escuela,
debido a que casi no tenía tiempo; pero cuando él nos dijo que el país
estaba lleno de analfabetas comencé por comprar un libro y a intere-
sarme por escuchar los acontecimientos que en esos momentos estaba
viviendo en el país, por leer revistas y periódicos. Pero aún así, yo sen-
tía que todavía no llenaba las expectativas que él tenía sobre nosotros.
Ese año transcurrió y pude afirmar que fue el mejor año que
cursé de la carrera, porque me ofreció otra visión de lo que realmente
es “estudiar” y de lo importante que es la historia para la comprensión
de cualquier acontecimiento.
Los modelos revisados durante todo el proceso de enseñanza no
me aportaban nada nuevo, y la escasa práctica con pacientes me había
angustiado todavía más, porque temía hablarles o en ocasiones esta-
ba tan enfrascada en llenar sus expedientes que no atendía realmente
a las necesidades de la persona. En cuanto a elegir el tipo de terapia
que iba a aplicar fue lo mismo, no tenía muchas alternativas que diga-
mos y los pacientes se iban porque no era lo que ellos esperaban o por-
que terminaba el semestre y teníamos que dejarlos —ni si quiera en
proceso de recuperación—, pero teníamos que entregar expedientes y
listo, todo terminaba.
La verdad, el miedo a salir y enfrentar un futuro próximo me hizo
desear reprobar alguna materia y así postergar mi salida de la escuela.
Sin embargo, la realidad estaba ahí, presente, latente, tenía que
resolver ese problema. Decidí esperar y a los dos meses de haber sali-
do de la escuela volví a cruzarme con aquel maestro del que hablé
anteriormente. Me informaron que daría un curso para un proyecto
de tesis y me inscribí.
Nuevamente dio un giro mi vida, los temas que se trataban eran
de lo más interesante, todos expresaban sus ideas, sus opiniones y yo
me alimentaba de ello. Ese curso dio sus primeros frutos siete meses
después, cuando entregué mi proyecto de tesis y fue aprobado. ¡No se
imaginan lo feliz que estaba, pues mis planes marchaban tal y como
yo quería!

• 181 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Además, durante este curso se mencionaba la atención a los


pacientes de una manera más integral y no se consideraba solamen-
te la “conducta” para la atención psicológica, lo cual desarrolló en mí
nuevas inquietudes por estudiar o cursar materias o propuestas que
me ayudaran a brindar un mejor servicio.
De esta manera ingresé a un “curso de masaje” que se brindaba
en el Centro donde fui a tomar clases. Así es que un poco después de
haberlo terminado y de estar en marcha la recopilación de la infor-
mación para la tesis, el profesor me aconsejó que abriera un consul-
torio y que comenzara a dar consultas y a la par siguiera trabajando
en la tesis.
La idea en un principio me sobresaltó, pero ya tenía más confian-
za en mí misma y sentía que con el aprendizaje sobre masaje tenía
más elementos con los cuales atender a los futuros pacientes.
El departamento en el que vivía con mi esposo, (ya que me había
casado un mes después de haber terminado la licenciatura) tenía dos
habitaciones y nosotros solamente ocupábamos una. Así es que el fin
de semana siguiente limpié los vidrios y acomodé lo mejor posible las
cajas de libros que teníamos en ese cuarto, pues todavía no teníamos
un librero en donde acomodarlos.
Lo primero que hicimos fue comprar un escritorio y un flore-
ro para adornar el consultorio, mi idea era irlo arreglando conforme
tuviera ingresos por parte de los pacientes, pensaba tener volantes,
revistas educativas, cuadros con ideas que expresaran enseñanzas
sobre el cuidado de los niños.
Posteriormente recopilé en folders una copia de formato que uti-
lizaría para abrir el expediente de cada paciente y nos dedicamos a
realizar el formato de los volantes que repartiríamos en la Unidad
donde vivíamos, para promover el servicio.
La siguiente semana nos dispusimos a repartir los volantes en la
Unidad y en las afueras de las escuelas cercanas a ella, pero que perte-
necían a colonias diferentes; realicé un cartel, mismo que pegué en la
ventana del departamento, inaugurando de esta manera los servicios
que iba a propiciar.
Estaba muy ilusionada pensando que al otro día llegarían las pri-
meras personas a quienes tendría que atender, incluso durante los
preparativos de la apertura del consultorio no había realizado ningún

• 182 •
Capítulo II: La Acupuntura

avance en la tesis, debido a la excitación que me provocaba el momen-


to que estaba viviendo.
Transcurrió una semana en la que no acudió nadie, yo me daba
vueltas frente a la ventana, salía, me asomaba, caminaba y no podía
concentrarme en lo que hacía. Para la quinta semana un toque en mi
puerta hizo que me sobresaltara, ¡tenía miedo!, ¡no quería abrir!, pero
un segundo toque me hizo reaccionar y acudí al llamado.
La persona que encontré en la puerta era un señor joven, quien
me preguntó por la psicóloga; después de presentarme y pedirle que
pasara al consultorio, procedí a recabar los datos y a preguntarle por
el motivo de su visita. Su nombre era Ernesto J., de 35 años de edad,
casado y con estudios de licenciatura en relaciones comerciales.
Me comentó que todavía no vivía en su departamento, pero que
ese día llegó a regar el pasto de su jardín y se encontró el volante en la
entrada, lo recogió y se dijo: “Voy a ir a consulta”, porque en el volante
se mencionaba la atención a problemas de ansiedad y aquí estaba. El
problema que refirió fue “ansiedad” ante las situaciones diarias de su
trabajo. Él trabajaba en una gasolinería, era quien realizaba todas las
cotizaciones, además supervisaba el trabajo de los despachadores de
gasolina, por lo cual todo el día se sentía tenso, ya que constantemente
les llamaba la atención. Mencionó que por las tardes daba clases en una
escuela preparatoria de dos a diez de la noche, lo cual estaba deterio-
rando su relación matrimonial. Explicó que la ansiedad que su traba-
jo le producía se la atribuía a que nunca le daban las fechas de entrega
de las cotizaciones, sino que en cualquier momento le eran requeridas
y esa situación le desesperaba, ya que se comportaba agresivo con los
trabajadores y con los clientes, motivo por el cual no había establecido
amistad con nadie de su trabajo. De igual manera mencionó que sufría
de fuertes dolores de cabeza y de problemas en el estómago, ya que se
estreñía, se soltaba y en los últimos días presentaba vómito.
Al preguntarle sobre su alimentación mencionó que siempre
comía en la calle, sin un horario específico, y que incluso para calmar
el dolor de cabeza ingería aspirinas con coca-cola, lo cual le resultaba
muy efectivo.
Finalmente mencionó que el día anterior había renunciado al tra-
bajo por la tensión que le ocasionaba, pero que ese día le habían habla-
do por teléfono para que se volviera a reintegrar, y no sabía qué hacer.

• 183 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Después de recabar los datos anteriores me dispuse a mencionar-


le que la decisión sobre si regresaba o no al trabajo era de él, que tenía
que poner en una balanza los motivos por los cuales regresaría o no y
de esta forma resolver. Sin embargo, le planteé la posibilidad de que
si reingresaba a su trabajo era necesario especificar con su jefe la hora
y día de entrega de las cotizaciones y además tenía que tratar de lle-
var una relación que no fuera tan conflictiva con los trabajadores; se
le explicó que tenía que plantearles lo que él esperaba de ellos y cómo
—si realizaban de manera correcta su trabajo—, no habría ninguna
necesidad de llamarles la atención.
Respecto al problema con su estómago, le expliqué las posibles
causas por las cuales uno se enferma de dicho órgano (mala alimen-
tación, comer a cualquier hora, tomar refresco, irritantes, tensiones,
ansiedad), que como el estómago siempre está trabajando uno debe de
darle un descanso haciendo un ayuno, comiendo muchas frutas y ver-
duras crudas y realizándose un enema por lo menos una vez al año,
para que salgan las impurezas que se encuentran en los intestinos y
que eran la posible causa de sus dolores de cabeza. Le pedí un momen-
to y saqué un cobertor, el cual coloqué en el suelo pidiéndole disculpas
por no tener un lugar más cómodo para darle un masaje; le solicité que
se desabrochara el pantalón y se acomodara boca arriba, procedien-
do inmediatamente a revisar su estómago dándole masaje, presenta-
ba dolor al lado derecho y se sentía duro en la parte de en medio, por
lo cual intuí que había desechos adheridos en las paredes del intesti-
no y que posiblemente presentaba una gastritis por tomar demasiado
refresco y por no comer a una hora determinada y una colitis produci-
da por la ansiedad que le representaba el cargo que ocupaba en su tra-
bajo. En ese momento también le di un masaje en la cabeza pues men-
cionó que le dolía mucho.
Posteriormente le deje descansar un rato, se durmió y cuando des-
pertó le di las indicaciones que debía tomar para mejorar su salud. Le
mencioné que tenía que hacerse por lo menos tres enemas intestinales,
explicándole que en un litro de agua limpia tenía que poner un poco
de manzanilla y cuando estuviera tibia tenía que ponerla en un irri-
gador; en una hoja le hice el dibujo del irrigador y la manera en que
tenía que insertarlo en el ano; que esos días tenía que estar a base de
yogurt, cereales, frutas y verduras crudas y que estos alimentos tenía

• 184 •
Capítulo II: La Acupuntura

que incluirlos dentro de su alimentación diaria; que tenía que estable-


cer un horario para tomar sus alimentos para ya no presentar moles-
tias en el estómago y tenía que abstenerse de tomar refrescos, irritan-
tes como especias, el mole, el picante, porque debido a la gastritis que
presentaba esto le inflamaba el estómago y era lo que producía dolor;
respecto al dolor de cabeza le mencione que estando limpios los intesti-
nos tenía que disminuir y junto con la terapia psicológica se intentaría
establecer formas de relacionarse con las personas, tomar decisiones
y aprender a enfrentar los problemas que estaba presentando a diario.
Le mencioné que el tipo de trabajo que yo realizaba incluía la con-
sulta psicológica y el masaje, porque cuando le mencioné la dieta y lo
que anteriormente señalé me miraba extraño y me hacía toda una
serie de preguntas sobre el cuerpo; no comprendía que su ansiedad le
produjera diarrea o vómito, lo desligaba; para él una cosa no se encon-
traba relacionada con la otra, incluso señaló que yo sólo atendía los
problemas de la cabeza y no del cuerpo, entonces le explique que era
una forma diferente de trabajar con los pacientes la que estábamos
realizando otros psicólogos y yo al considerar a la persona como “un
todo” y no como una “parte” aislada, para tener una mejor compren-
sión de los problemas que los aquejan; le mencioné que mínimo para
un tratamiento debían establecerse 10 sesiones de una hora a la sema-
na para obtener resultados en cuanto a sus problemas y que tenía que
seguir todas las indicaciones que le había marcado.
Estaba muy interesado y mencionó que deseaba seguir asistiendo
a consulta; cuando salió se veía diferente, con ánimos, contento, lle-
gué a pensar que sí regresaría, pero no fue así.
El tiempo seguía su curso, yo asistía anteriormente al curso de
tesis los jueves y al de masaje los domingos, el de tesis había finali-
zado en febrero de 1995 y en abril había comenzado un diplomado
sobre “medicinas alternativas” y continuaba con el masaje, así es que
los domingos y los jueves los tenía que dedicar a esos dos cursos; pues-
to que el de los domingos era de 10 a 14 horas y yo de mi casa salía a
las 8 y regresaba a las 4 o 5 de la tarde a preparar la comida, la ver-
dad regresaba agotadísima porque tenía que tomar varios camiones.
Los jueves era lo mismo aunque de cuatro a ocho de la noche, pero no
podía realizar ninguna actividad porque tenía que salir a las dos de la
tarde de mi casa; habiendo dejado preparada la comida y hecho el que-

• 185 •
Zen, Acupuntura y Psicología

hacer de mi casa, estos días sabía que yo no podía ni siquiera intentar


empezar el primer capítulo de mi tesis y además, según mi calenda-
rio de trabajo, los martes, miércoles y sábados tenía que disponer de
las tres a las siete de la noche por si llegaba algún paciente; esto me
angustiaba sobremanera porque durante la mañana tenía que apre-
surarme para hacer el quehacer del departamento, si me era posible
lavar un poco de ropa, tener limpio el baño y lista la comida porque
llegaba mi esposo a comer; el tener que realizar estas actividades y
que no se recompensara (porque no tenía ningún paciente) me depri-
mía y sentía que el esfuerzo que estaba haciendo era en vano, que no
valía la pena. El maestro me decía que en el tiempo que tenía que dar
consulta no esperara a los pacientes, que me pusiera a leer sobre mi
tesis, que recopilara información, pero quizás en ese momento él no
sabía lo frustrante que era el poner todo de mi parte y no encontrar
nada que me motivara a seguir, constantemente me preguntaba: ¿Qué
es lo que pasa? Yo sentía que lo había atendido bien, no sé, le daba
vueltas y vueltas y no encontraba una respuesta y la tesis seguía ahí
parada, y no podía concentrarme, sacaba los libros pero no podía leer
o si leía ¡no entendía nada! y me desesperaba y era porque mi cabeza
estaba en otro lado ¡no me permitía pensar! Recordaba al maestro y
me decía a mí misma ¿no que nosotros éramos lo que la gente nece-
sitaba en estos momentos?, ¡que mucha gente acudiría con nosotros!
¿dónde estaba esa gente? ¡Aquí no, porque no venían!
Más de una vez mi esposo me encontró llorando de desespe-
ración, con solo verme veía que nadie había ido a consulta. El tiem-
po seguía transcurriendo, las obligaciones de la casa comenzaron
a pesarme demasiado, era una loza tan pesada la que llevaba a mis
espaldas que ya no la soportaba, no tenía con quién hablar, con quién
llorar, sentía que mi esposo se casaba de llegar y encontrarme en la
cama tirada toda triste y desfallecida. Me hizo prometerle que los
lunes que él descansaba iríamos a la escuela a consultar bibliografía
para poder llevarme los libros que necesitara; así lo hicimos un tiem-
po pero no funcionó, me llevaba los libros y no los leía y la situación
para mí seguía siendo la misma.
Continuaba asistiendo a los cursos y me dolía escuchar que mis
compañeros ya tenían pacientes, decían que ya habían curado a uno
de esto, a otro de aquello y yo nada, le hacían preguntas al maestro

• 186 •
Capítulo II: La Acupuntura

sobre cómo atender a un paciente con determinadas características,


pedían asesoramiento, preguntaban, hablaban…
Comencé a presentar insomnio, no podía dormir, comencé a bajar
de peso, a tener ojeras, a leer mucho pero no sobre temas de mi tesis, a
pasarme todo el día viendo cómo llovía, lo cual me deprimía más.
Pensaba que si no tenía pacientes era porque en diciembre del
año anterior se había devaluado la moneda mexicana, que muchos
ideales de los mexicanos se habían roto con dicha devaluación, que las
cosas habían aumentado tanto que la gente aunque quisiera no podía
pagar una consulta, ya que prefería comer. Esto me hizo reflexionar y
comentarle a mi esposo: “A lo mejor la gente no viene porque tiene una
idea generalizada de que un psicólogo cobra cara la consulta, que es
para locos o sólo para la gente rica”; después de pensarlo un poco deci-
dí ponerle el precio de la consulta al cartel de la ventana, para ver si
así la gente se decidía y venía. Fue en vano, más me desesperé porque
veía que habían muchos niños y dentro de los servicios que ofrecía se
encontraba el de “regularización”, y ni por eso venían a preguntarme.
Veía por la ventana y decía: “Yo creo que la gente de aquí está muy tan
bien que no me necesita”, quizás en un principio pensaba que no iban
porque cuando recién nos cambiamos a esa Unidad todo era nuevo,
apenas había sido construida unos meses atrás y muchos departa-
mentos todavía estaban desocupados; pero ni aún esta circunstancia
me hacía cambiar de parecer, trataba de encontrarle un porqué a esta
situación.
Incluso comencé a recordar que al inaugurar el consultorio, había
invitado a una compañera para que trabajara conmigo en días diferen-
tes, pero había rechazado la propuesta con varias negativas; constan-
temente la incité para que viniera y trabajáramos juntas y nunca acep-
tó, ahora que veía lo que pasaba pensaba que era mejor que una sola
llorara y no que fuéramos las dos.
Afortunadamente las cosas cambiaron y una tarde la vecina del
departamento de abajo subió a platicar conmigo y me dijo que que-
ría traer a su hijo conmigo a consulta, ya que el niño presentaba pro-
blemas de hiperactividad y le habían recomendado que acudiera a un
psicólogo para que trabajara su conducta durante el tiempo en que no
acudía a la escuela. Ella había solicitado que le recomendaran a uno y
había estado acudiendo con él, pero como las consultas eran muy cos-

• 187 •
Zen, Acupuntura y Psicología

tosas no terminaron la terapia y ahora que había visto el letrero deci-


dió preguntar para ver si podría traerlo a consulta conmigo.
A la siguiente semana se presentó con si hijo, un niño de 5 años
de edad; lo que pude observar durante esa sesión, fue que realmente
el niño no se quedaba quieto un momento, además, de que no emitía
palabras sino gritos y señalaba las cosas. En menos de cinco minutos
había sacado todo lo que había encontrado a la mano, jabón, aceite,
vasos, frascos, botes, etc., y los había acomodado en hilera; se dedicó
a jugar él solo sin importarle los regaños de su mamá. Acomodaba los
objetos, los tiraba y volvía a comenzar su tarea y así seguía continua-
mente sin cansarse. La señora me comentó que él podía estar reali-
zando esa actividad durante horas y no se cansaba hasta que le daba
sueño o se enojaba y no paraba de brincar y correr de un lado a otro
de la casa.
Al preguntar sobre los antecedentes de su nacimiento me señaló
que ella y su esposo se casaron con el consentimiento de sus padres,
que el niño era deseado, que por el trabajo del hogar dejaba al bebé
sobre la cama y le ponía el biberón hasta que se lo terminaba y se
dormía, que no se controlo con ningún método antes de procrearlo
y que no se dieron cuenta que presentaba problemas hasta hace un
año, cuando sabiendo que se iban a cambiar de casa decidieron ins-
cribirlo en un kínder cercano a donde vivían ahora, y que a la sema-
na de haber ingresado la directora del plantel le informó que no era
posible que su hijo siguiera inscrito en esa escuela porque presentaba
problemas de conducta que no eran normales en otros niños, que lo
que le recomendaba era que llevara al niño a una escuela de educación
especial para que lo valoraran y determinaran de esta manera si podía
acudir a una escuela para niños normales. Así acudió a las oficinas
de la escuela de educación especial ubicada en vía Gustavo Baz y de
ahí la canalizaron a una “Escuela de Educación Especial” ubicada en
Los Reyes, Iztacala, a la cual sigue asistiendo en la actualidad; pero el
niño seguía presentando problemas y la maestras le habían recomen-
dado que si el niño no mejoraba su conducta, tenía que ser canalizado
a otra institución; que debería buscarle ayuda psicológica durante las
vacaciones ya que en septiembre que ingresara al nuevo ciclo escolar
sería valorizado durante el primer mes para revisar sus avances y si el
niño no los presentaba sería dado de baja en dicha institución.

• 188 •
Capítulo II: La Acupuntura

Al seguir indagando sobre los datos familiares comentó que dos


de los hermanos de su esposo también presentaron problemas al
aprender a hablar. Yo había observado en la familia que el señor fuma-
ba todo el tiempo cuando se encontraba en la casa, casi cada ocho días
organizaba fiestas donde se la pasaba toda la noche bebiendo. Por lo
que intuí que quizás este hecho podía haber influido en el niño.
De la misma manera que con el paciente anterior, le informé
a la señora la manera en que trabajaba y que si aceptaba tendría que
poner todo su empeño junto conmigo para poder observar cambios en
el niño, lo cual fue aceptado quedando establecidas dos sesiones por
semana porque el niño y las condiciones impuestas por la escuela así lo
requerían. De esta forma trabajaría con el niño los miércoles y sábados.
Cuando la señora se fue, sentí un gran alivio ya que ese niño era
como un “torbellino”, todo lo había arrasado a su paso y me dije: “En
menudo lío me he metido, yo que nunca antes había trabajado con un
niño así. ¿Ahora qué voy hacer?”.
Lo que estaba cursando los domingos en el Centro al que acudía era
acupuntura y el diplomado en medicinas alternativas, en donde todavía
no veíamos nada de educación especial. Por lo cual en cuanto tuve opor-
tunidad hablé con el maestro y me dijo que aunque no supiera toda-
vía Auriculopuntura le pusiera al niño los siguientes puntos en la oreja
para que se calmara y pudiera trabajar con él; los puntos fueron: shen-
men, occipucio, corazón, nervio simpático, estómago, hígado, subcórtex
y Ren23 para que le ayudara a desarrollar el lenguaje, colocándole en
todos balines y en corazón una tachuela y trabajando unos puntos unas
semanas y otros en la siguiente, pero siempre pinchando corazón. Este
trabajo fue posterior porque primero tuve que ganarme la confianza del
niño para que se dejara tocar y también para darle masaje. Ya que hube
logrado lo anterior, colocaba una silla a un lado de la mesa de masaje
para que él se subiera solo, lo desvestía y le daba masaje en todo su cuer-
po con aceite de aguacate, lo cual lo tranquilizaba mucho, en un princi-
pio fue la única manera en que podía verlo quieto por lo menos durante
15 o 20 minutos; al final del masaje era cuando le colocaba los balines.
En un principio estuve trabajando una hora con el niño, pero el
tiempo me era insuficiente y le aconsejé a su mamá que lo mejor sería
que trabajara una hora y media para que pudiera llevar la terapia com-
pleta, ella estuvo de acuerdo pero me señaló que no podía pagar más

• 189 •
Zen, Acupuntura y Psicología

porque gastaba mucho en pasajes y en los materiales que le pedían al


niño en la escuela; no queriendo perder el trabajo que estaba desarro-
llando con el niño y habiendo observado avances en el mismo, estuve
de acuerdo en cobrar la misma cantidad en la consulta. Pero se pre-
sentó otro inconveniente, en un principio le colocaba balines de oro
y, como me resultaban un poco caros, decidí cambiarlos por balines
vegetales, pero la señora me informó que ahora que le había puesto
esos otros balines el niño había vuelto a comportarse como al prin-
cipio, por lo cual opté por continuar con balines de oro, ya que me
comentó el profesor que conducían más rápidamente la energía a los
canales. No voy a negar que también en un principio me costó traba-
jo que se dejara colocar los balines y sobre todo las tachuelas, porque
casi inmediatamente se los despegaba, pero con el tiempo el niño se
los llegó a dejar entre 15 o 20 días sin tocárselos.
Poco después me fue requerida una valoración psicológica por el
neurólogo que lo atendía, la cual se presenta atención:

Nombre: Carlos Eduardo C. V.


Fecha de nacimiento: 10 de Abril de 1990
Edad actual: 5 años con 5 meses
Fecha de tratamiento psicológico: 10 de Junio de 1995
Horario: actualmente el niño asiste a terapia psicológica por un
lapso de una hora y media, dos veces por semana.

REPORTE PSICOLÓGICO
El 10 de junio del presente año, se presentó a consulta la señora
Gabriela V. con su hijo cuyo nombre es Carlos Eduardo C. V. requirien-
do atención psicológica para el niño.
El diagnóstico médico que me proporcionaron fue: hiperactividad,
problema de lenguaje e inmadurez cerebral. Señalando además que
tomaba un medicamento para controlar su hiperactividad (Tegretol)
desde octubre de 1994, tomando el medicamento antes de dormirse.
Otra información que me fue proporcionada es que asiste a una
escuela de educación especial de lunes a viernes por un lapso de una hora.
El día que se presentó a consulta se intentó aplicar el IHB (Inventa-
rio de Habilidades Básicas) que es el que generalmente se utiliza con los
niños que presentan ese tipo de problemas para determinar cuáles serían

• 190 •
Capítulo II: La Acupuntura

las habilidades que habría de desarrollar el niño. La aplicación de la prue-


ba no pudo ser posible debido a que el niño no seguía ninguna instrucción
y solamente se limitaba a jugar con los juguetes que eran de su agrado.
Las siguientes sesiones se intentó que el niño se quedara solo en
el consultorio sin que estuviera presenta su mamá, ya que si no la veía
comenzaba a llorar y quería salirse del consultorio.
Debido a que no se pudo aplicar el Inventario se determinaron
los objetivos de acuerdo a las habilidades que el niño presentaba en
una sesión de juego, encontrándose que en el área de comunicación el
niño sólo lo hacía con gritos y señas (no expresaba palabras). En el área
motora fina se observó que no podía sostener los lápices u objetos muy
pequeños ya que sus manos le temblaban y él se desesperaba y dejaba
de realizar esa actividad. En el ara motora gruesa se pudo encontrar que
el niño saltaba, caminaba alternando pies y manos, subía escaleras sin
la ayuda de otras personas, podía manipular una pelota y sostener sus
cuadernos. En el área de cuidado personal se encontró que el niño podía
ir al baño por sí mismo y atenderse él solo, se lavaba las manos pero le
gustaba manipular el agua, no sabía abrocharse las agujetas de los zapa-
tos ni subir el cierre del pantalón. En el área de socialización no se pudo
observar nada debido a que el trabajo con el niño es personalizado.
Por otra parte, se observo de manera general que al niño le era
imposible mantener la atención en una actividad más allá de cinco a
diez minutos y que por esta misma situación se salía constantemente
del consultorio, hacía berrinches cuando la actividad que se le reque-
ría no era de su agrado, además se dedicaba a observar y levantarse
por los juguetes que le llamaban la atención.
Los resultados actuales en cada una de las áreas son las siguientes:
Área de comunicación. Se observa que el niño ya pronuncia pala-
bras tales como: papá, mamá, Carlos, casa, coche, pez, fresa, flor,
barco, pantalón, uva, camión, sol, plátano, maíz, pato, rana, manza-
na, jabón, manos, agua, oso, pelota, botón, paleta, disco, tienda, árbol,
avión, pluma, carne, niño, niña, señora, señor y zapatos. Además, ya
identifica y pronuncia los colores rojo, amarillo, azul, rosa, verde, café,
naranja y morado y los números del 1 al 20. De igual manera ya pre-
gunta “qué es” cuando no sabe cómo se llama un objeto.
Área motora fina. Actualmente el niño ya sostiene los lápices, ilu-
mina aunque se sale del contorno de las figuras, inserta sopa en tubos

• 191 •
Zen, Acupuntura y Psicología

de plástico sin mucha dificultad y sin desesperarse, pega figuras de


manera correcta y en el lugar se le indica.
Área de cuidado personal. El niño ya puede vestirse, únicamente
necesita que le abrochen los zapatos y le suban el cierre del pantalón,
porque aún le cuesta trabajo hacerlo. Puede ir al baño él solo y ya no
requiere tanta supervisión como al principio.
Área motora gruesa. No se ha trabajado debido a que no presenta
problemas en esta área.
Socialización. No se trabaja en las sesiones ya que lo puede desa-
rrollar en la escuela y porque en la sesión el trabajo es individual.
Finalmente, se han observado progresos de manera general en el
comportamiento del niño, ya no hace berrinches en las sesiones de
terapia, se sienta y realiza las actividades que se le demandan (en un
tiempo aproximado de 30 minutos), sale del consultorio solamente
cuando necesita ir al baño.
Así, los resultados obtenidos hasta el momento son un avance de
cómo se encuentra actualmente el niño.

RECOMENDACIONES PARA LOS PADRES


Buscar una actividad diaria al niño para que ahí desahogue toda
su energía (natación, salir a correr y hacer ejercicio, que diario lo
saquen a jugar al parque o andar en bicicleta), que le pongan músi-
ca clásica durante el día (ya que con ésta se trabaja en las sesiones y
lo tranquiliza), que en la escuela se le brinde la atención que requiere
(no estar cerca de ventanas, puertas porque lo distraen y cambiarle
constantemente las actividades), ignorar sus berrinches (cuando son
injustificados), exigir la pronunciación de palabras, acontecimientos u
objetos que haya en su casa o en la calle.
Los avances hasta ese momento para mí habían sido enromes,
incluso el neurólogo me mandó decir que el trabajo que se estaba rea-
lizando con el niño era muy bueno, que si se continuaba así quizás el
niño en poco tiempo podría dejar de tomar los medicamentos. Para
ese momento al niño se le había bajado la dosis de Tegretol, de una
cucharada que tomaba antes a media, sin que el médico lo supiera.
Además, se había hecho ya un cambio de alimentación, se le retiraron
los alimentos refinados y enlatados, se propuso que ingiriera más ali-
mentos integrales como arroz, trigo, avena y vegetales verdes y sobre

• 192 •
Capítulo II: La Acupuntura

todo se le retiraron los alimentos que contuvieran azúcar refinada,


para bajar su hiperactividad.

Por otra parte, a la semana de haber comenzado a atender a Car-


los, acudió conmigo una señora de nombre Patricia N., no le tomé sus
datos por el estado en que llegó, la demanda era que siempre se moles-
taba con su esposo por cualquier situación; le tomaba el tiempo que
tardaba en regresar del trabajo a su casa, el señor tenía que darle el
coche a ella e irse a pie a su trabajo, comían lo que ella quería, salían en
el momento en que ella lo deseara, ahora tenían un bebé de 8 meses y
ella lo que no quería era ponerse “histérica” y gritarle al bebé. Dijo que
no tenía amigas en el edificio donde vivía porque siempre le causa-
ban problemas, incluso señaló que la semana anterior se le había subi-
do la presión porque una de sus vecinas había dicho que “ella se creía
mucho y que era muy presumida” motivo por el cual discutieron y ter-
minaron golpeándose; en esa ocasión mandó llamar a su vecina que es
doctora para que la atendiera y no acudió, razón por la cual, como su
tío es comandante de policía en el mismo municipio donde vivimos,
iban a levantarle una demanda e iban a venir a “darle un susto”; ade-
más mencionó que últimamente presentaba un dolor muy fuerte en
la cabeza y en la espalda. Procedí a revisar su espalda antes de darle
el masaje y encontré una vértebra lumbar sumida, le pregunté si se
había caído anteriormente o la habían golpeado, mencionándome que
hacía tres meses se había resbalado en el baño, golpeándose la espalda
con la separación que había en el excusado y la regadera y que desde
esa caída presentaba molestias para levantar las cosas, para trapear.
Le di masaje en la espalda y en la cabeza y después de que descansó un
rato le mencioné la forma de trabajo y el número de sesiones a las que
asistiría, quedando ambas de acuerdo en que acudiría los miércoles.
Al próximo miércoles acudió pero llevaba a una de sus herma-
nas, nos presentó y me dijo que su hermana venía a consulta y que
ella regresaría después. El nombre de su hermana era Beatriz N. de
23 años de edad, casada desde hacía un año, sin hijos, con estudios
de secretariado; la señora era muy joven, su actitud un tanto como
niña regañada, yo le decía tome asiento y hacía todo lo que yo le pedía,
incluso su voz era un poco apagada e infantil, a diferencia de su her-
mana que tenía una voz fuerte y autoritaria, ambas vestían y se pei-

• 193 •
Zen, Acupuntura y Psicología

naban de acuerdo a la moda, pero otra cosa que pude observar que
las diferenciaba fue que la señora Patricia era delgada, alta y tenía su
cuerpo bien formado y Beatriz era baja y un poco pasada de peso.
Beatriz mencionó que su hermana le había dicho que la semana
pasada había acudido a consulta con una psicóloga y que había sido
bien atendida, por lo que le propuso que acudiera para que no fuera
“tan apagada” y le ayudara con el problema que tenía; sus padres en
un principio se habían opuesto a que acudiera porque ellos decían que
un psicólogo era para locos y ella no estaba loca, pero aún así su her-
mana la había traído. Al preguntarle sobre su demanda mencionó que
como no tenían para pagar una casa, desde que se casó ella y su espo-
so vivían con los papás de ella, quienes tenían una tienda, y por agra-
decimiento tenía que ayudarles, por lo cual no cocinaba, sino que lo
hacía su mamá. Esto le había ocasionado problemas con su esposo,
pues a su papá no le importaba que estuviera casada, tenía que aten-
der la tienda cuando él se lo ordenaba y esto le molestaba a su pareja.
Al preguntarle sobre su relación con su esposo mencionó que él
era muy buena persona, que siempre trataba de darle todo lo que ella
quería, la mimaba como a una niña y ella se sentía muy mal porque la
que siempre estaba muy enojada era ella.
Al indagar sobre sus enojos, me dijo que se sentía muy frustrada
porque aunque había estudiado secretariado no trabajaba porque tenía
que atender la tienda y sus hermanos le decían que ella nunca sería
nadie porque era muy “tonta”. Le pregunté sobre la relación que lleva-
ba con sus hermanos y comenzó a llorar y me dijo que a la que quería
mucho era a Patricia porque ella la había ayudado con su problema y
porque juntas habían sufrido igual (ambas habían sido violadas). Me
relató que tiene 7 hermanos en total, son tres mujeres y 4 hombres,
ella es la más pequeña; que a los 8 años de edad dos de sus herma-
nos intentaron abusar de ella, pero como pensaban que podían dejar-
la embarazada no había penetración, que constantemente la acosaban
cuando no estaban sus padres, la obligaban a manipularles el pene y
a metérselo en la boca hasta que eyaculaban, esto sucedía frecuente-
mente y la habían amenazado con pegarle si le decía algo a sus papás. A
los 11 años de edad fue violada por su padre en varias ocasiones, hasta
que un día la madre lo descubrió y la culpó a ella golpeándola sin parar.
Siendo su familia tradicionalista y católica, ante este suceso creció en

• 194 •
Capítulo II: La Acupuntura

un medio hostil, pues por ser la más chica de los hermanos todos la
maltrataban y siempre le decían que ella nunca llegaría a ser nadie, que
no podría ni estudiar porque le costaba trabajo hablar (cuando tenía 9
años tartamudeaba); me dijo llorando que los odiaba por haberle hecho
“eso”, que le guardaba rencor a su mamá porque cuando descubrió a su
papá la culpo a ella y hasta la actualidad la trataba mal y en cuanto se
presentaba la ocasión tanto su padre como su madre la maltrataban,
además mencionó que ella siempre había hecho lo que ellos le habían
dicho, que había estudiado para secretaria aún cuando eso no era lo
que ella quería estudiar y esto había aflorado ahora que se había ente-
rado de la convocatoria para hacer el examen de enfermería en la Cruz
Roja, lloraba y me decía: ¡No sé qué hacer! Me siento muy mal, yo no
quiero ser una tonta, quiero estudiar, pero mi papá me dijo que tenía
que ser secretaria y eso fue lo que estudié, pero ahora cuando veo a las
enfermeras que pasan, (porque está cerca de ahí, la Cruz Roja) me tapo
la cara y lloro de tristeza porque yo quiero estudiar enfermería. En esa
sesión le dibujé una casa y le puse un muñequito afuera y el dije que
esa era su casa y el muñequito era ella, que la decisión de entrar o salir
era de ella, que el mundo exterior le ofrecía toda una serie de posibili-
dades para pode seguir adelante, que tenía que demostrarse así misma
que no era una tonta, que todavía tenía la edad para estudiar lo que
ella quería, que habían mujeres que habían pasado por el mismo trance
que ella o hasta por cosas peores y habían salido adelante sin necesi-
tar a su familia, que ella tenía un esposo que la quería y juntos podían
superar cualquier problema que se les presentara.
En esta sesión acordamos que iría a la Cruz Roja a pedir informa-
ción sobre las inscripciones, que intentaría hablarlo con sus padres y
principalmente con su esposo de quien mencionó que tenía todo su
apoyo para seguir estudiando.
La segunda sesión venía muy contenta e incluso me hablaba de tú,
y se expresaba con alegría, se movía constantemente, lo primero que
me dijo fue que ya había ido a pedir información a la Cruz Roja y por su
edad todavía tenía oportunidad de presentar el examen, el cual sería el
mes siguiente, que sus papás se habían molestado y le habían dicho que
ella ya estaba casada, que no necesitaba estudiar; pero a ella eso no le
había importado, su esposo sí estaba muy contento y le había dicho que
le ayudaría en todo lo que él pudiera, incluso una amiga de ella le había

• 195 •
Zen, Acupuntura y Psicología

regalado su uniforme para cuando acudiera a la escuela. Ese día presen-


taba dolor de cabeza y le di un masaje en todo el cuerpo para relajarla.
Se veía muy tranquila al final, cuando se fue pensé que ya no regresaría.
En esos momentos no tuve tiempo para asimilar lo que decía, ya
que por las mañanas me dedicaba a dar un curso de regularización
a un grupo de diez niños en la casa de una de mis hermanas, puesto
que a mi casa no había acudido nadie a pedir servicio. Por las maña-
nas me iba a casa de mi hermana después de haber hecho el quehacer
y regresaba al término de éstas para dar la consulta; el tiempo si antes
me era insuficiente, ahora lo era más, terminaba agotadísima porque
el curso lo daba todos los días de lunes a viernes y los niños termi-
naban con toda mi energía. Las vacaciones de verano las afronte así.
Además, ya estaba en el último curso que era el de oreja en el CEAPAC
y ya pedía vacaciones para poder descansar. Ahora tenía trabajo y me
quejaba por tener tanto.
A finales de agosto una vecina de la Unidad acudió a consulta, fue
todo un caso que aún ahora que lo escribo pienso en ella. Su nombre
era Alicia R de 22 años de edad, con estudios de secundaria, casada a
los 17 años, con una hija de nombre Giovana A. a quien después trajo
también a consulta. El caso era muy parecido al anterior, a los seis
años había abusado de ella un primo con quien la dejaba su mamá
para que la cuidara, ella ya tenía noción de que eso representaba algo
sucio, por lo que antes de que llegara su mamá se bañó y quemó su
ropa interior para poder quitarse lo que había hecho su primo; cuando
su madre regresó ella le dijo que su primo le había hecho unas cosas
que a ella no le habían gustado, que la habían lastimado y le había sali-
do sangre, su mamá al escucharla la golpeó y le dijo que no tenía por
qué decir mentiras y no le hizo caso. De ahí en adelante ella le guar-
dó mucho rencor a su madre porque no le creyó y aunque lo sospe-
chó nunca hizo nada para ayudarla. De esta manera creció con temor
hacia los hombres, porque como su mamá era viuda (su padre había
muerto cuando tenía dos años de edad), la señora constantemente lle-
vaba a hombres a dormir a su casa, los cuales siempre aprovechaban
la ocasión para tocarla, y como dormía en un cuarto con su madre,
observaba y escuchaba lo que hacían y pensaba que los hombres sólo
querían a la mujer para una cosa, pero que la culpable de lo que suce-
día era su madre pues permitía que le hicieran lo que ellos quisieran.

• 196 •
Capítulo II: La Acupuntura

Sin embargo, logró superarlo y se casó, su esposo lo sabía todo


y siempre la había ayudado a superar lo que había sucedido. A pesar
de ello la convivencia entre los dos era muy conflictiva, se golpeaban
constantemente, se gritaban por cualquier motivo y varias ocasiones
ella había intentando suicidarse. La primera ocasión había sido cuan-
do recién se había casado, él se fue a Estados Unidos a trabajar para
que pudieran comprar una casa y la dejó con sus suegros; menciona-
ba que la mamá de su esposo hacía que ella realizara todo el quehacer
de la casa a pesar de saber que ya estaba embarazada, ella aguanta-
ba los maltratos puesto que su suegro era muy tranquilo y nunca la
defendía, ella se sentía muy sola, abandonada y siempre estaba llo-
rando, hasta que un día se desesperó y se cortó las venas en un ataque
de nervios que le dio (cuando esto sucedió ella tenía nueve meses de
embarazo), los suegros se dieron cuenta y pudieron llevarla a un hos-
pital, logrando así salvarse ella y su bebé.
Después de que sucedió esto su abuela paterna se la llevó a vivir a
su casa mientras regresaba su esposo de los Estados Unidos; él regresó
y sólo malgastó el dinero que había ganado y no compraron ninguna
casa. Casi cuatro años vivieron en un cuarto que rentaban, siempre le
debían dinero al dueño de la casa y a las tiendas, aunque ella ya estaba
acostumbrada pues con su mamá había pasado una pobreza extrema;
sin embargo, a pesar de ser pobres su esposo siempre traía buena ropa
porque su trabajo así lo exigía y ella siempre traía ropa que le regalaba
tanto su abuela como su mamá.
Con la finalidad de comprar el departamento en donde ahora
vivía, ella había entrado a trabajar en el mismo lugar que su esposo,
y así habían podido reunir el dinero para comprarlo; pero inmedia-
tamente que lo adquirieron él le había pedido que dejara de trabajar.
Desde ahí hasta la fecha seguían pasando por un estado económico
crítico, debían mensualidad, luz, agua, lo cual hacía que ella se des-
esperara y deseaba buscar trabajo, pero su marido no se lo permitía
a pesar de saber las condiciones en las que vivían; estas razones eran
por las que constantemente discutían, además esta situación la deses-
peraba tanto que lo que hacía era desquitarse con su hija, le gritaba, la
golpeaba y no le gustaba que ningún hombre, aunque fuera niño de su
edad, la tocara o se le acercara porque tenía miedo de que le pasara lo
mismo que a ella.

• 197 •
Zen, Acupuntura y Psicología

También señaló que en varias ocasiones había intentado ahorcar a


su esposo cuando se encontraba dormido, por lo cual él ya le tenía miedo,
había también pensado en la posibilidad de separarse, pero al pensar que
tenía que dejar el departamento había desistido. Sentía que se encontra-
ba en un callejón sin salida, sin ninguna posibilidad de hacer nada.
El trabajo que realicé con la señora fue darle masaje en las nueve
sesiones a las que acudió. Se le dio también una sesión de bioenergéti-
ca porque en esa ocasión se fue la luz y fue lo único que consideré con-
veniente realizar, con lo cual lloró demasiado y habló de todo lo que le
había sucedido a raíz del abuso, porque su primera demanda habían
sido los conflictos con su esposo y sobre el abuso no me había men-
cionado nada; además logré conseguirle un trabajo en el que estuvo
durante dos semanas, hasta que su esposo se enteró y discutieron, por
lo cual optó por dejarlo. Durante ese tiempo le manifesté varias alter-
nativas, una de ellos fue los beneficios que le traería una separación,
pero si quería hacerlo tendría que prepararse, la otra fue que habla-
ra con su esposo sobre los beneficios que les traería tanto económica
como emocionalmente el que ella tuviera la posibilidad de trabajar y
finalmente le expliqué que podía seguir en donde estaba y como esta-
ba pero que pensara a futuro qué sucedería con ellos y su hija. Incluso
en una de las sesiones me había mencionado que sabía inyectar, por
lo que le propuse que pusiera un letrero en su casa y que cobrara, aun-
que fuera una mínima cantidad, que todo lo que uno pensaba realizar
tenía que ser “aquí y ahora”, no dejarlo para después.
Durante el tratamiento ella mencionaba que cada que terminaba
una sesión se sentía que se le había quitado un gran peso de encima,
que se sentía capaz de realizar muchas cosas, que bajaba las escaleras
del edificio y se sentía tan ligera que quería volar.
Teniendo los antecedentes anteriores, un día llevó a su hija Giovan-
na de cuatro años de edad para que le diera atención, la niña era muy
inquieta y ella todo el tiempo que estuvo ahí le grito, le pegó por tomar
algún objeto y la niña lloró terriblemente fuerte, le decía a su mamá que
no la quería, que era muy mala con ella y que se quedaría conmigo.
Los antecedentes de la niña eran que a los siete meses de gesta-
ción su mamá había intentado suicidarse, el maltrato constante por
parte de su papá y su mamá, pero a la vez un arrepentimiento segui-
do de golpes, lo cual la había hecho muy receptiva en todas las situa-

• 198 •
Capítulo II: La Acupuntura

ciones que implicaban maltrato y esto le había enseñado a aprender


a manejar a sus padres en lo que ella quería. Los padres si discutían
y se golpeaban lo hacían delante de ella, esto a los dos años le provo-
có una dermatitis, por lo cual tenía que darle baños de avena, bañarla
con jabón especial y con un crema Mustela. La niña no era sociable con
los demás niños, siempre los golpeaba cuando jugaban o los hacía eno-
jar (esto sucedía con Carlos, pues ellos eran vecinos). Todo lo que aga-
rraba lo destruía, lo rompía y siempre estaba buscando la manera de
hacer algo para llamar la atención, hacía todo lo contrario de lo que su
mamá le pedía, además, presentaba problemas para dormirse debido
a que su papá trabajaba siempre en la tarde y regresaba por lo regular
a la uno o dos de la madrugada.
La verdad en este caso yo no sabía qué hacer, por lo que acudí con
el profesor y me recomendó, que le diera té de valeriana con hojas de
alcachofa en ayunas y que se trabajaran los siguientes puntos: R3 y
R5, B7, E36, H2. En oreja hígado, bazo, riñón, contratrago, occipucio
en donde se le pusieron tachuelas. Además, le daba masaje en todo su
cuerpo y sobre todo en la espalda. Con esta niña estuve trabajando
durante 5 sesiones, además de trabajar actividades académicas por-
que así me lo requirió su mamá.
En la segunda sesión le pedí a Giovanna que dibujara a su familia
incluyéndose ella: su mamá fue la más pequeña, después dibujó a su
papá un poco más grande que a su mamá y ella fue la más grande, lo
que analicé como un símbolo de poder sobre los demás.
Al final de las sesiones la niña no se quería ir, no le hacía caso a su
mamá, por lo cual ella terminaba jalándola del brazo y casi la arras-
traba a las escaleras. En varias ocasiones me tiró las botellas que con-
tenían aceite, rompió los colores y los crayones que utilizábamos para
trabajar, siempre rayaba la mesa en donde trabajábamos, rompió una
cinta que había colocado en la ventana para poder medirlos, quería
que yo hiciera las actividades que ella debía realizar, y en una ocasión
fui a la cocina a traer sopa para que la pegara en una figura, cuando
regresé ya había rayado con uno de los colores la pared del consulto-
rio. Por esos motivos aun cuando Carlos no fuera un niño “normal”,
prefería trabajar con él que con Giovanna.
Sobre este caso hablé seriamente con su mamá, ya que su papá
nunca quiso acudir, sobre cómo la relación que ellos sostenían como

• 199 •
Zen, Acupuntura y Psicología

pareja estaba afectando a su hija y el tipo de hija que estaba crean-


do, ya que ninguno de sus familiares la aguantaba y no la querían, la
rechazaban y si llegaban a realizar alguna reunión no los invitaban
porque la niña siempre hacía algo en las casas ajenas. Le indiqué a su
mamá que lo mejor para la niña era que ellos trataran de mejorar su
situación, que se le castigara o se le llamara la atención cuando así lo
requiriera la conducta de la niña, que no discutieran delante de ella,
que juntos planearan las cosas que iban a estar permitidas realizar
y las cosas que no. Lo más importante fue plantearle cómo sería su
hija en un futuro no muy lejano, ya que con su llanto había aprendi-
do a manejar a sus padres y así quería hacerlo con los que se encon-
traban a su alrededor. Le comenté que lo que yo podía hacer era muy
poco comparado con lo que ellos deberían realizar, puesto que conmi-
go sólo estaba una vez a la semana por el lapso de una hora y con ellos
compartía su vida diaria. Que lo más importante de su educación se
estaba creando ahora y era el momento indicado para hacer algo, que
esa conducta de destrucción en la niña era el indicador de que algo no
estaba bien, y quienes lo podrían remediar serían ellos como padres,
que yo podía darles pasos o procedimientos a seguir, pero eran ellos
quienes podrían llegar a un resultado final con ella.
Los resultados con los pacientes no pude verlos concluidos, ya
que con la devaluación de la moneda las mensualidades que pagába-
mos en el departamento aumentaron tanto que nos vimos en la nece-
sidad de dejarlo. Así mi esposo y yo lo platicamos en el mes de sep-
tiembre y para principios de noviembre ya estábamos en casa de uno
de mis hermanos.
Los pacientes que tenía me habían solicitado que continuara
atendiéndolos, me habían dicho que irían a consulta en donde actual-
mente vivo. Sin embargo yo decidí dejarlos porque no me habían
pagado las consultas a pesar de saber que ya me iba a vivir a otro lado,
no se habían comprometido con las terapias puesto que todo el peso
del trabajo querían dejarlo sobre mí, y aunque cuando nos cambiamos
había destinado un lugar para acomodar la mesa, el escritorio y conti-
nuar con el consultorio, el lugar a donde nos cambiamos resultó muy
pequeño y esos muebles tuve que regalarlos.
Posteriormente terminé el curso de auriculoterapia, pero ingresé
a otro de tai chi chuan al que acudí todos los domingos; he atendido

• 200 •
Capítulo II: La Acupuntura

a familiares con acupuntura con buenos resultados, al mes de haber-


me cambiado me propusieron dar clases de regularización a un grupo
de cinco niños, con ellos he trabajado desde diciembre del año pasado
hasta ahora, además, durante el tiempo que he vivido en esta casa he
dado dos pláticas sobre alimentación a un grupo de amas de casa que
así me lo habían pedido.
Al diplomado en medicinas alternativas todavía sigo asistiendo,
pero finaliza en agosto; hasta el momento no tengo pacientes, aun
cuando el maestro nos dice que tenemos que atender a la gente, que
debemos estar prestando nuestro servicio tres veces por semana, que
de nada nos sirve estar aprendiendo si no aplicamos nada de lo que ya
sabemos, que manejamos la energía y luego la dejamos estancada. Esto
me hizo caer en un estado de angustia, de desesperación porque no
atendía a nadie, pues el trabajo con los niños y el atender la casa no me
dejaba tiempo ni para mí; volvió a sucederme lo que me pasó cuando
abrí el consultorio, lo cual me estancó. Tengo que establecer horarios
para cada una de mis actividades y realizarlas conforme vaya pudien-
do lograrlas, ya no puedo atender pacientes tres veces por semana,
el ritmo de trabajo que hasta ahora he llevado no me lo permite, me
agota bastante. Sin embargo, puedo continuar resolviendo mis pen-
dientes como la tesis, que me detiene y no me permite continuar. Las
experiencias con los pacientes que he tenido han ayudado a que yo
tenga que tomar el trabajo de manera profesional, no como un juego;
es necesario llevar datos de cada una de las sesiones, de los puntos que
se pinchan por sesión, de los datos que nos aporta cada paciente para
poder compartir el trabajo con personas interesadas en esta área.
Las satisfacciones con los pacientes son muchas pues uno nota
cambios inmediatamente si es que la terapia está funcionado; pero las
frustraciones son mayores pues aún cuando uno les plantea solucio-
nes ellos no las consideran la mayoría de las veces, lo cual no debe juz-
garse mal, porque nos lleva a una mejor comprensión de ellos como
personas; no podemos de un momento a otro cambiarles su esquema
de vida puesto que ya llevan recorrido un buen camino, en cambio sí
podemos brindarles alternativas que les ayuden a vivir mejor den-
tro de su ambiente. También uno debe considerar que la compasión
no nos sirve de nada porque la gente se aprovecha, no lo agradece,
ni debemos esperar que lo hagan. En particular me sucedió que no

• 201 •
Zen, Acupuntura y Psicología

cobraba la consulta por sesión, sino conforme me la podían pagar, lo


que fue un gran error de mi parte puesto que es una manera de que se
comprometan y comprendan que es un trabajo serio el que uno está
realizando; de dónde iba yo a tener dinero para comprar materiales
para trabajar con ellos, pues de las consultas; sin embargo, no me las
pagaron e incluso se quedaron con materiales didácticos y libros que
les presté. Esto me ayudó a definir parámetros para un trabajo poste-
rior, uno debe cobrar una cuota aunque sea mínima de acuerdo a los
recursos de los pacientes y debe ser pagada cada sesión que acuda a
consulta para establecer de esta manera un compromiso entre ambos;
además, no debemos cargar con los problemas de ellos, puesto que
uno plante soluciones o alternativas y son ellos quienes tienen que
realizarlas y lograrlas.
Ahora las cosas para mí han mejorado ya que emocionalmente me
siento más segura, tengo ganas de trabajar, aunque me he dado cuenta
que el trabajo con pacientes no es nada fácil, requiere de mucho tiempo
y dedicación. En el transcurso del año he caído constantemente, pero
siempre ha estado mi esposo y mi maestro a mi lado para ayudarme a
levantar y eso es un gran aliciente para seguir adelante. Uno no puede
vivir aislado sin necesitar de alguien, siempre vamos a necesitar de
una persona que nos apoye y nos ayude a vivir en los momentos difíci-
les, porque el hecho de ser psicólogos no quiere decir que no tenemos
problemas, finalmente somos seres humanos, también tenemos que
vivir, tenemos problemas que enfrentar diariamente, y esto no debe
ser un obstáculo que nos impida brindar un servicio psicológico, ya que
de alguna manera existe una conexión con el paciente que hace que
uno se enganche y reviva episodios de un pasado quizás no muy lejano
que también nos llega a reflejar nuestras fallas como seres humanos y
nos ayuda a salir adelante, a resolver nuestros problemas personales.
Por otra parte, el trabajo que realizo durante este período vaca-
cional me ha brindado la oportunidad de explorar nuevos caminos,
como lo es impartir clases de español y matemáticas a niños de prees-
colar, primaria y secundaria en un curso de regularización.
Los dos primeros días abrí el curso únicamente para niños de pri-
maria, sin embargo las mamás requirieron los servicios para preesco-
lar y secundaria, por lo cual tuve que abrir dos horarios más. De esta
manera me vi involucrada en actividades que quizás no me imaginé

• 202 •
Capítulo II: La Acupuntura

volver a vivir cómo lo es pasar de la niñez a la adolescencia. Comencé


trabajando con 15 niños distribuidos de acuerdo a su grado escolar,
y estoy finalizando con 12 niños, porque los otros tres no se quieren
levantar temprano. He tratado de brindarles todo lo mejor que puedo,
de que entiendan los temas, de que expresen todo lo que ellos quieran
expresar, les doy la oportunidad de que vuelvan a revisar sus ejerci-
cios y todos tienen 10 en sus tareas, porque les permito que la vuelvan
a resolver y a encontrar en donde tenían un error, quiero que de esta
manera entiendan que siempre tenemos una segunda oportunidad
que no les puede ser negada por nadie. Agoto los temas hasta que veo
que realmente los han entendido y siempre he tratado de hablarles
del futuro, de su futuro, de lo que piensan hacer, les digo que “cuando
quieren hacer algo, lo hagan lo mejor posible”, “que ellos son el futuro
de nuestro país”, “que son quienes van a realizar cambios en un futu-
ro no muy lejano”. A veces pienso que de nada sirve lo que les digo,
que están muy chicos para entender lo que quiero que comprendan;
sin embargo, un día que estaba muy cansada y no me hacían caso en
el grupo de primaria, les dije que todos los actos que realizábamos
requerían de que cada uno pusiera una pequeña parte para formar un
conjunto y así poder salir adelante, que yo estaba brindándoles toda
mi persona y no recibía nada a cambio de parte de ellos, puesto que no
me hacían caso; se quedaron callados y se pusieron a trabajar.
Cada uno de ellos tiene posibilidades en diferentes aspectos, es
algo que uno puede observar, lo cual he comentado con sus padres
para que de alguna manera los ayuden a potenciarlas, ya que son todo
un mundo de energía.
El trabajo con ellos ha sido quizás algo pesado porque implica
toda una preparación de material, de la lectura y la comprensión de un
determinado tema, pero nos brinda la oportunidad de conocer todo el
potencial que llevamos dentro y no hemos aprendido a compartir.
Espero que de alguna manera la semilla que uno deposita en cada
niño germine y algún día la vea crecer.
Hasta ahora es el camino que llevo recorrido, pero espero más, no
sé que voy hacer mañana, pero quiero estar realizando algo siempre,
explorando, conociendo.

• 203 •
POQUITO, PERO SUSTANCIOSO
Andrés Sánchez Rodríguez

—¡AY, DUELE!
La presión de mis pulgares a dos distancias bajo las tetillas pro-
vocó un fuerte dolor en Daniel.
Una distancia más abajo despertó la protesta de mi amigo:
—¡Ay, cabrón! ¡No tan fuerte! ¡Espérate, espérate!
—¿Te has sentido enojado o molesto últimamente? —pregunté
sabiendo que es un corajudo de primera.
—No, lo normal —respondió.
—¡Ah! —solté condescendiente.
Le habían dolido la mayoría de los puntos de alarma, sobre todo
constricto, hígado, vesícula y bazo, luego corazón y triple calentador.
—¿Hace cuánto que no lloras?
—No pues, ya tiene rato.
—¡Ajá!
Sin dicirle agua va, presioné constricto. Apretó los dientes, se
puso rojo. Metía y sacaba aire como fuelle, se quejaba quedito (no
podía gritar porque afuera estaba su esposa y su hija). Presioné más
fuerte e hizo el intento de quitarme la mano.
—¡Duele, duele…! —rompió en llanto.
Le puse las agujas y le dejé llorar.
Lloró porque no se sentía bien en el trabajo; por haber sido injus-
to con su hija; por su abuelo muerto, lloró.
—¿Cómo te sientes? —pregunté mientras le quitaba las agujas.
—Mejoró —me contestó—. Desde la mañana me sentí molesto,
me disgusté con Marcela. En realidad fue una pendejada… Solamente le
dije a la niña que quitara sus cosas de la mesa para que desayunáramos.

• 204 •
Capítulo II: La Acupuntura

»“Ay papá, es que tengo que terminar esto.”


»“Nada más hazte para allá un poquito”.
»“¡Ay, no!”, y casi llora.
»Entonces Marcela ya molesta me dijo que me esperara, que no
molestara a la niña para que terminara su tarea. No contesté nada y
subí a arreglarme. Cuando bajé ya era tarde, así que aprisa tomamos
el jugo solamente y nos fuimos. Ya no desayunamos. Eso fue lo que
me dolió. Yo me levanto todos los días a hacer el desayuno, y de ver-
dad lo disfruto. Pienso que para que Marcela y la niña tengan un buen
día y puedan trabajar y estudiar tienen que tomar un buen desayuno,
poquito a veces, pero sustancioso. Yo lo preparo con todo mi amor. En
cada rebanada de jitomate que corto, en cada una pongo todo de mí,
para que cuando lo coman les haga bien en su pancita, en sus intesti-
nos, en todas sus células, y así en el desayuno yo les transmito todo
mi amor, y ellas lo sienten. Entonces imagínate; hago el desayuno, se
nos hace tarde y no desayunamos.

• 205 •
EL VIVIR COMO EXPERIENCIA
Y APRENDIZAJE
Alejandra M. Pérez Zárate

In memoriam Irma Cecilia Sillero Ordaz


Por eso tuvo que volver a empezar,
fue como volver a nacer en lo que uno hace.
Sergio López Ramos
Allí donde existía el dolor más profundo,
es donde tendremos mayor aprendizaje
y allí también encontrarás mucho que
compartir con los demás.
Shakti Gawain
El éxito estriba en la altura que se alcanza
al rebotar, tras haber caído al fondo.
S. Patton

U
n día me vi en una encrucijada ante la sensación de no encon-
trar mi propio camino, no me lograba ver a futuro, había perdi-
do la perspectiva de mí misma y de lo que quería hacer en esta
vida. Me sentía ajena a este mundo, no podía reconocerme como parte
de él, era como sentirme de paso en un lugar inhóspito, en el que nada
parece importar. Con el tiempo creció en mi interior ese vacío profun-
do que nace del sinsentido de vivir, y mis ojos se llenaron de tristeza.
Es tan difícil caminar y crecer cuando no se encuentra dentro de las
posibilidades de vivir que te ofrece la sociedad, una para ti; cuando
no sabes de la existencia de esos senderos de conocimiento, tan dis-
tintos y maravillosos a los que has visto e imaginado. Pero en verdad,
todo llega cuando debe. Y así sucedió. Mi hermana al verme en tal
estado, me propuso tomar unos cursos de acupuntura, auriculopun-
tura y masaje terapéutico que se impartían los domingos en el Centro

• 206 •
Capítulo II: La Acupuntura

de Estudios y Atención Psicológica, A.C. (CEAPAC); acepté con gran


entusiasmo al sentir que se abría ante mí un nuevo camino por reco-
rrer. Desde las primeras clases experimenté la gracia de ir recobrando
el anhelo de vivir, cada conocimiento que nos transmitía el maestro
en dichas clases era una invitación a la vida, a lo hermoso que es vivir
sin miedo, sin apego, sin sufrimiento; así nació el deseo de curar mi
cuerpo, inquietud que manifesté a mi maestro, quien aceptó curarme
cada domingo, una hora antes de iniciar los cursos. Era maravilloso
saber que la acupuntura trataba también enfermedades de índole psi-
cosomática.
Hacía años que se había desarrollado en mi cuerpo una enfer-
medad que la medicina alópata no había curado, pues nunca consi-
dero que detrás de dicha enfermedad había una historia personal no
resuelta. Empecé a sentir la respuesta de mi cuerpo y de mi mente
a la curación y en esto tuvieron un efecto invaluable las palabras de
mi maestro, sus consejos, su forma tan humana de hacerme ver las
cosas, que en mi confusión no alcanzaba a vislumbrar. Así sucedió
que de forma simultánea aprendía acupuntura y me curaba con ella;
debo reconocer la gran importancia que tuvo en esta etapa de cambio
la enseñanza del Zen en las clases de acupuntura y masaje. Observé
que la práctica de este tipo de meditación durante y fuera de los cur-
sos junto con las sesiones curativas a las que asistía regularmente, me
ayudaban a enfrentar y a resolver con más claridad y certeza cosas
de mi vida que había dejado pendientes y que no estaba dispuesta a
seguir cargando, no había miedo a enfrentar el pasado, las agujas y el
Zen le habían desterrado.
Lo que estaba experimentando fue un constante aprendizaje
para mí; pero precisamente de donde aprendí más fue del dolor y de
las cosas desagradables que se habían hacinado en mi interior durante
años. Mi maestro dijo: “Hay que recuperar lo vivido” y así lo hice. Tuve
que mirar hacia adentro de mi misma, me vi en distintas etapas de mi
vida lastimada por la violencia verbal, la falta de reconocimiento, la
subestimación, el sarcasmo y el desamor. Pude observar más allá de
esto mi cuerpo expuesto a sufrimientos innecesarios por mi baja auto-
estima en un proceso de autodestrucción. Era doloroso recordar, pero
decidí dejar fluir las cosas para aprender de ellas y luego dejarlas ir
fuera de mí. Cuando lo hice me sentí mucho mejor, desde ese momen-

• 207 •
Zen, Acupuntura y Psicología

to supe que debía perdonar (sobre todo a mí misma por no haberme


dado la oportunidad de responder a mis ideales de cómo debería ser) y
liberarme de cualquier resentimiento que pudiera albergar en mi inte-
rior, de otro modo mi proceso de desarrollo se estancaría. El despertar
un sentimiento de autoestima era de suma importancia para mí, ya
que esto me permitiría conocer y cultivar mis habilidades, aprendería
de este modo a aceptarme y quererme como soy.
Después de este enfrentamiento con mi pasado, experimenté una
sensación de ira a favor de la corriente de la vida, me sentía libre y en
paz. Así que decidí terminar algo que había venido posponiendo inú-
tilmente, la carrera de Letras.
Por medio de la acupuntura también pude conocer ese sentimien-
to llamado misericordia que nos ayuda a entender a otros para ayu-
darles a crecer. Y al empezar a atender pacientes pude experimentar el
amor por ellos, era una sensación de bienestar y plenitud tan especial,
que nada tenía que ver con el amor que yo había brindado en el pasa-
do, con la peculiaridad de ser obsesivo y autodestructivo por estar
vinculado a una actitud de construir y vivir para otros, olvidándome
de mi persona.
Aunque mi labor como curadora había sido discontinua, entre
otras cosas por carecer de un espacio, me hice a la tarea de curar a
domicilio, así fue como conocí a Cecilia una joven de 23 años, cuya
muerte cimbró mi interior y me llenó de miedo.
Una noche, una amiga me telefoneó para comentarme sobre el
estado de gravedad de Cecilia. Llevaba meses en cama sin experimen-
tar mejoría en su salud, a pesar de que su familia había agotado al
parecer todas las posibilidades de curación.
Mi amiga después de darme algunos detalles generales sobre la
apariencia y síntomas de la enferma, me invitó a acompañarla a hacer
una consulta a domicilio para que yo pudiera evaluar el caso y con
base en ello hacer un diagnóstico de la enfermedad en cuestión. Acep-
té y al día siguiente nos vimos en el lugar y hora acordados. La casa
se encontraba en las inmediaciones del lago de Chalco, su aspecto era
humilde y transmitía una gran calidez en su interior. Al llegar nos
recibió la madre de Cecilia, quien nos indicó el camino hacia la habita-
ción donde se hallaba ella, al verla postrada en su cama no pude evitar
sentir un gran estremecimiento en mi interior, su apariencia transmi-

• 208 •
Capítulo II: La Acupuntura

tía la sensación de estar más en el terreno de la muerte que de la vida.


Su delgadez extrema —era evidente la casi ausencia de músculo en su
cuerpo— hacía pensar en una anemia crónica o en la etapa terminal
de cáncer o de VIH, sin embargo, preferí no afirmar tales probabilida-
des hasta no hacer un diagnóstico del padecimiento. Por un instante
un pensamiento de muerte llegó a mi mente; asustada no quise escu-
char, sino que comencé preguntándole a la madre sobre la enferme-
dad, su inicio y duración, al tiempo que revisaba los puntos de alar-
ma pidiendo a Cecilia me indicase cuáles dolían. Mientras lo hacía, su
madre me contó que su hija llevaba más de seis meses enferma. Todo
comenzó —según ella— con una fiebre que le surgió a su hija a raíz
de una empapada que se dio en una tormenta, cuando venía camino
a casa; pasaron los días y a pesar de que la fiebre persistía ella no se
atendía. “Después —comentó— le vino esa tos que no la dejaba dor-
mir, además no quería comer nada y le dolía el estómago tan fuerte,
que tuve que ponerle una venda bien apretada para que ejerciera pre-
sión en su estómago y de ese modo amainara un poco el dolor. Tam-
bién sudaba mucho por las noches y tenía frío en sus pies. Hubo un
momento en que se sentía tan débil que tenía que permanecer acos-
tada y de ahí no se volvió a levantar, su preocupación constante era
ponerse bien para regresar nuevamente a trabajar”.
Al terminar de revisar a Cecilia, me di cuenta que todos los pun-
tos de alarma dolían y que los que habían dolido con mayor intensi-
dad eran corazón, estómago, pulmón, hígado, bazo y riñón. Noté que
le era difícil hablar, algo parecía obstaculizar el paso de su voz, le pedí
que me mostrara su lengua, observé que ésta se encontraba rígida, lo
cual imposibilitaba su movimiento hacia afuera de la boca, era evi-
dente que los meridianos estaban obstruidos. Las ulceraciones y fisu-
ras irregulares que presentaba la lengua en su superficie, me hicieron
deducir que la obstrucción de los meridianos era por preponderancia
de calor en el interior.
Al ver el estado de la lengua de Cecilia recordé haber leído alguna
vez, que el corazón se refleja en la lengua y que sus funciones tienen
un vínculo estrecho con la forma, color y movimiento de ésta. Pude
observar también un tono negruzco en su piel. Y al llevar a cabo la
revisión de oreja noté que pulmón dolía mucho. Después de que ter-
miné de revisar a Cecilia, me avoqué a hacer un diagnóstico de acuer-

• 209 •
Zen, Acupuntura y Psicología

do con la teoría de los cinco elementos, tomando en cuenta también


los comentarios hechos por la madre. Todo lo anterior me permitió
hacer una deducción de la enfermedad de Cecilia, como neumonía en
una etapa avanzada, el frío había entrado por sus poros el día que se
mojó provocándole fiebre. Al no atenderse, la enfermedad se extendió
a pulmón, agotando el yin de éste y produciendo con ello insuficien-
cia de líquidos corporales, lesionando los vasos, por los que se presen-
tó fiebre vespertina y sudor nocturno, síntomas que presentó Cecilia
antes del tratamiento con acupuntura y después en las dos últimas
sesiones que la vi.
Su madre desesperada, la había llevado con varios especialistas
alópatas, sin ningún resultado positivo, los medicamentos recetados
por los distintos médicos habían intoxicado de tal modo su organis-
mo que no le permitían tener una respuesta hacía la curación, obs-
taculizaban el paso de energía por los meridianos del cuerpo. Así el
calor endógeno siguió avanzando hacia hígado impidiendo entre otras
cosas la nutrición de tendones y ligamentos, hecho que no le permitía
a Cecilia estar de pie, la disfunción de hígado debilitó en gran manera
al bazo que perjudicó el transporte y transformación de nutrientes en
su cuerpo y le produjo anorexia, dolor abdominal, extremidades frías
y debilitamiento de músculos. La ingestión de nuevos medicamentos
continuaron inhibiendo la capacidad de respuesta del cuerpo hacia la
curación, por lo que la enfermedad avanzó a riñón, causando deficien-
cia de yin en este órgano, acentuando el consumo de líquido corporal y
la pérdida de las esencias vitales, ello explicaba la coloración negruzca
de su piel. El calor siguió su curso hacia corazón causando hiperacti-
vidad por fuego, lo que provocó las ulceraciones que presentaba en su
lengua y la disfunción del yin en su hígado.
Precisamente inicié el tratamiento con Cecilia cuando el calor
endógeno había invadido su corazón. De acuerdo con el diagnóstico
y el cuadro clínico, pensé que lo más importante, según yo, era pro-
mover el movimiento de energía, despejando la obstrucción que exis-
tía en los meridianos, para ello decidí poner agujas en los puntos de
alarma de todos los órganos, y adicioné E36 e IG4 para fortalecer su
sistema inmunológico y ayudar a equilibrar su sistema gastrointesti-
nal, para que el dolor en abdomen y la anorexia cedieran. Le pedí que
tomara el té de muitle y que comiera polen, ambos para beneficiar a su

• 210 •
Capítulo II: La Acupuntura

sistema inmunológico y que por el momento no ingiriera nada de car-


nes, refinados, refrescos, ni grasas, reduciendo su alimentación a ver-
duras, frutas y cereales.
Así terminó la primera sesión de un tratamiento que duró poco
más de un mes con sesiones semanales (excepto las dos primeras
semanas, que se dieron dos sesiones curativas por semana). Antes de
salir de la casa de Cecilia, le pedí a su mamá que me llamara al día
siguiente, para saber sobre el estado de su hija. Así lo hizo, diciéndo-
me que Cecilia había mejorado: la falta de apetito, la fiebre y el dolor
de estómago habían cedido. En la siguiente sesión, decidí sedar cora-
zón para ayudar a pulmón, esto ayudaría también a la desaparición de
las úlceras bucales que le molestaban mucho cuando comía. Al retirar
agujas dejé tachuelas en pulmón y lengua. A lo prescrito en la sesión
anterior agregué la aplicación de infusión de árnica en las úlceras de
la lengua, para ayudar a la curación de éstas.
En la tercera sesión, al llegar a casa de Cecilia, no la encontré,
desconcertada pregunte por ella, su madre me dijo que la salud de ella
había mejorado asombrosamente, se había sentido tan bien que deci-
dió acompañar a una de sus hermanas a la tienda. Esperé su regreso y
mientras le ponía las agujas, le comenté que no era recomendable que
saliera por el momento y menos en días tan lluviosos. Después de la
sesión prescribí lo mismo de las dos sesiones anteriores en cuanto a
dieta y tés. Ese día de regreso a mi casa me sentí contenta por haber
resuelto satisfactoriamente, hasta ese momento, un caso de neumo-
nía tan avanzada. Creo que fue demasiado ego de mi parte, porque en
la siguiente sesión me percaté de que la fiebre y sudoración nocturnas,
que ya habían sido controladas, regresaron nuevamente; pregunté si
estaba siguiendo las indicaciones, sin saber cómo decirlo la madre de
Cecilia comentó que un día anterior la habían dejado sola mientras
dormía, y que cuando regresaron la encontraron cortando una grana-
da en el jardín. Acto seguido, pregunté por la dieta, me dijeron que sí
la estaba siguiendo, pero no quería comer el cereal, confesaron tam-
bién que ante el antojo inminente de Cecilia por una gordita de chi-
charrón se la habían traído. Tratando de disimular mi malestar por el
incumplimiento de las indicaciones procedí a tratar de bajar la fiebre
usando la aguja de tres filos para punzar la yema de los dedos de su
mano y sacar una gota de sangre. Por fin bajó, pero a la media hora

• 211 •
Zen, Acupuntura y Psicología

se presentó nuevamente, entonces procedí a bajarla con agujas hasta


que cedió nuevamente. Era evidente que se trataba de una recaída;
sentí una mezcla de tristeza y enojo, porque no estaban cooperando
ni Cecilia, ni su familia. Al retirar agujas les pedí que esta vez debían
seguir al pie de la letra las indicaciones, pues había recaído; si no lo
hacían no habría mejoría.
Camino a casa venía reflexionando, como todos los días, sobre
el estado de Cecilia (me percaté hasta ese día de que en todo momen-
to pensaba en cómo resolvería la siguiente sesión, qué prescribiría,
¿cooperaría Cecilia en su curación?) Empecé a sentirme angustiada la
mayor parte del tiempo, las posibilidades de curación ante una recaí-
da son pocas y se ven más reducidas si el paciente no pone de su parte;
finalmente decidí no angustiarme más.
En las siguientes dos sesiones, antes de la última, hubo poca mejo-
ría; Cecilia no deseaba seguir la dieta y quería estar dormida todo el
día sin comer. Aún así me comentó la señora que su hija no había deja-
do de esperar con vehemencia cada día la siguiente sesión de acupun-
tura y que su aspecto era apacible y tranquilo. Por esos días su madre
la oyó decir entre sueños, mientras dormía, que unos hombres se acer-
caban a ella, al tiempo que alzaba su mano tratando de alcanzar algo
que la madre no veía. Esta circunstancia se presentó otras veces2.
En la última sesión platiqué con ella después de curarla; la incité
a vivir, a cooperar en su curación, le hablé de lo hermoso de la vida,
la importancia de luchar y de no dejarse morir, de una muerte digna.
Ella me miró condescendiente, sus ojos me transmitían una sensación
de bienestar y de paz, no escuché el mensaje de su mirada y pensé que
la había convencido de quedarse entre los vivos, así que me fui tran-
quila a casa esa noche.
Debo decir que Cecilia formaba parte de una familia en la que hay
algunos curadores y videntes natos, que nunca han ejercido la cura-
ción debido a su escepticismo, varias veces los han llamado a desa-
rrollo en un templo espiritualista, pero ellos se niegan a ir. Como se
encontraban enfermos, también los empecé a tratar con acupuntura,
masaje y tés; mejoraron, pero llegó un momento en que la curación
empezó a darse de una manera más lenta hasta casi estancarse. Rosa
fue una de las pacientes que atendí, era hermana de Cecilia; en una de
las sesiones curativas me comentó que veía en sueños a su protector

• 212 •
Capítulo II: La Acupuntura

y que sentía cómo la golpeaba mientras dormía, cuando despertaba


tenía moretes en todo su cuerpo. Esa experiencia se repetía a menu-
do. Le aconsejé que debía cultivar, al igual que los demás curadores
de su familia, su habilidad para curar y que de no hacerlo continua-
rían enfermos; en su caso, además, su protector no cesaría de golpear-
la hasta que empezara a curar.
Dos días después de la última sesión me avisaron que Cecilia
había muerto, debo reconocer que al escuchar esto me quedé fría, mi
ego encontró terreno fértil para empezar a recriminarme y a culparme
de no haberla podido salvar, de no haberla podido convencer de que-
darse en la vida. Me empecé a llenar de culpas, de que no había hecho
un buen trabajo, de que no servía para la acupuntura, en fin, no faltó
materia para la autocompasión y el autocastigo, así que mi autoestima
bajó nuevamente, pero esta vez tan profundamente que me llené de
miedo, temía emprender cosas por temor a fracasar, por creer que no
era lo suficientemente buena en algo. El miedo creció de tal manera
en mi interior que me enfermó nuevamente y además detuvo mi cre-
cimiento. Sin notarlo dejé de escuchar a mi maestro. Tenía unas pesa-
dillas terribles, de las que me despertaba angustiada, preguntándome
si éstas no encerraban su dosis de realidad. Entre más resistía y lucha-
ba contra mi miedo éste se fortalecía más, hasta que comprendí que
debía aceptarlo y dejarlo ser para que no me dominara. Actualmente
me estoy curando con acupuntura y bioenergética pero sé que lo más
importante para mi curación es aprender a convivir con mi miedo, no
dejarlo crecer; vivo en estos momentos un proceso de asimilación de
lo aprendido y de lo vivido, continúo aprendiendo de mi enfermedad y
ayudo en mi curación curando a otros y retomando un pendiente que
también ha detenido mi crecimiento: la tesis profesional.
He morado nuevamente hacia mi interior y, con humildad y
honestidad, realizo una valoración de mi vida, un reconocimiento de
mis errores, para así iniciar en el aquí y en el ahora mi reconstrucción,
disciplinándome y abriéndome a la grandeza de lo que se me ha brin-
dado y no me di la oportunidad de recibir, pensando que había que
sufrir para merecer.
También he recordado la última sesión con Cecilia, y puedo ahora
entender su mensaje, el mensaje de esa mirada última, ella había ter-
minado su misión en esta vida y mi labor únicamente fue ayudarle a

• 213 •
Zen, Acupuntura y Psicología

morir dignamente. En estos momentos doy gracias a la vida y a ese


Ser Supremo por todo lo aprendido y lo vivido y por haberme puesto
en el camino de ese noble espíritu, que es mi maestro. A este último,
mi gratitud infinita y mi afecto por su paciencia y generosidad, y por
compartir su inagotable sabiduría, al enseñarme la maravilla de esa
medicina milenaria que es la acupuntura y de ese difícil oficio que es
el vivir.

• 214 •
ATADA AL DESEO
DE UN CUERPO AJENO
Griselda Navarro Hernández

L
lovía en la Ciudad de México, miraba cómo resbalaban las gotas
en la lámina metálica, era finales de septiembre, estaba entran-
do el otoño (por eso caían las hojas) pero al parecer también se
desprendían más cosas. Dicen que en esta estación es bueno limpiar la
casa y, por qué no, también el cuerpo y el alma.
Me realicé un estudio de papanicolau porque sangraba entre un
periodo menstrual y otro, tenía flujo sanguinolento y me ardía la
vagina cuando tenía relaciones sexuales. Me dieron los resultados a
principios de octubre, en la muestra de laboratorio no había proble-
mas, pero se podían ver unas verrugas en las paredes vaginales: “Vas
a tener que venir a curaciones cada ocho días para ver si se puede erra-
dicar el síndrome”, estuve de acuerdo. Saliendo del lugar me sentí mal
moralmente, había podido verlas y no era algo muy agradable, tenía
incertidumbre de si podían desaparecer, cómo afectaría mi vida, ade-
más de que era penoso tener una enfermedad de contacto sexual, me
sentía sucia. Hablé con Sergio esa misma semana en el salón; después
de clase le expuse el caso como si fuera ajeno, dijo que lo único que
procedía era cauterizar, nuevamente pregunté si podía apoyar el tra-
tamiento con acupuntura, asintió, bajé más la voz porque había com-
pañeros cerca y con muchísima vergüenza le dije que era yo, conve-
nimos en empezar el tratamiento el sábado. Me apenaba decírselo,
era la prueba de que no estaba llevando a la praxis los conocimientos
adquiridos en los cursos, para mí era muy importante la imagen que
tenía ante él. Fui a mi primera cita de acupuntura, explique amplia-
mente lo que me pasaba, me dijo: “¿Se acuerda que le dije que comie-
ra bien porque sino hasta un cáncer podía desarrollar?, pero no escu-

• 215 •
Zen, Acupuntura y Psicología

chó”, en ese momento recordé que no le tomé la menor importancia a


sus palabras, simplemente lo veía muy lejano.
Cuando asistía a las cauterizaciones siempre se me hacía tarde,
estaba ansiosa todo el camino; como me paraba tarde ni siquiera me
desayunaba, sólo me bañaba. Me ponían ácido con un algodón en las
paredes de la vagina, ardía muchísimo, me preguntaba por qué estaba
ahí, qué había hecho yo para merecer eso. Procedía a vestirme. Gua-
dalupe me dio las indicaciones necesarias: “De hoy en adelante va
a tener relaciones sólo con condón”. Siempre fue una situación difí-
cil, sentía el peso del mundo encima de mis hombros, por ese tiempo
atendía pacientes y no me quedaba ánimo, me deprimía después de la
curación que era los miércoles, ya para el sábado estaba de otro humor
intentando ser positiva, decir a las personas que evitaran pensamien-
tos, acciones negativas, que cuidaran su alimentación y su cuerpo.
Lupita dijo que posiblemente es el virus de Papiloma humano y si no
se trata puede degenerar en cáncer. Fueron ocho sesiones de cauteri-
zación, de acupuntura una sesión semanal durante casi 5 meses; la
ginecóloga me había recomendado un medicamento alópata, pero yo
inquirí sobre la posibilidad de un remedio natural (me había enterado
que trabajaba con homeopatía) y me dijo que la Thunja occidentalis la
estaban utilizando para tratar el padecimiento con excelentes resulta-
dos; asistía a una clase de tai chi semanalmente, dejé de tomar alcohol
definitivamente así como de fumar, no consumía carnes rojas, ni de
cerdo, ni manteca o cualquier derivado, nada enlatado o con conser-
vadores. Sólo tenía 24 años, me parecía que era muy joven para pade-
cerlo. Guadalupe me dijo: “Mira, México ocupa el primer lugar a nivel
mundial en muertes por cáncer cérvico-uterino en mujeres mayores
de 25 años. Tres o cuatro de cada 100 mujeres tienen cáncer en el cue-
llo del útero”. “El subdesarrollo y la pobreza promueven una educa-
ción limitada y patrones culturales de riesgo. Este padecimiento se
ha considerado como una enfermedad de transmisión sexual ya que
aumenta su incidencia en las mujeres que inician tempranamente sus
relaciones sexuales sin utilizar métodos de protección (específicamen-
te el uso de condón masculino o femenino); infecciones como sífilis,
gonorrea, herpes, virus de Papiloma humano no tratadas a tiempo y
en forma adecuada favorecen el desarrollo de células anormales en el
cérvix. Otros factores de riesgo son las lesiones frecuentes en el cue-

• 216 •
Capítulo II: La Acupuntura

llo del útero provocadas por los partos múltiples, el uso prolongado
de hormonales, el tabaquismo y una ingesta nutricional baja especial-
mente en vitamina A y ácido fólico”3.
Cuando me dijeron que estaba limpia de mi vagina me sentí feliz,
es como si me hubieran dado otra oportunidad, agradecí el regalo, me
di cuenta de que lo que yo haga tiene un impacto y que tengo la capa-
cidad de elegir cómo vivir.
Entonces volteé lentamente y me sumergí en mi inconsciente.
Empecé a caminar, sorprendida miraba atentamente pasajes de mi
vida que se sucedían unos a otros, sin orden, sin tiempo, me detu-
ve cuando la vi: una niña delgada, tímida, de ojos tristes, apegada a
sus padres… que sufría por el maltrato que ejercía su padre sobre su
madre, entonces para cubrirse ideó la manera de evitar padecer en un
futuro, estudiaría una carrera universitaria, trabajaría y sería auto-
suficiente, los machos serían los enemigos a derribar, al primero que
tenía que tirar era a su padre. Cargó con ese sentimiento hasta que en
la adolescencia corroboró su idea cuando asistía al CCH y maestras
feministas hablaban sobre la denigración que sufría la mujer en esta
sociedad patriarcal y falocentrista. Poco a poco esta idea se fue olvi-
dando (así parecía).
Decidí que estudiaría la carrera de psicología, tenía una breve
teoría, el amor podía solucionarlo todo, las personas que se encuen-
tran en un psiquiátrico es porque no las han querido, ni aceptado,
intuía que los medicamentos no resolvían los estados metales psico-
lógicos, había visto muy de cerca a una persona que estaba clasifica-
da como maniaco-depresiva, podía sentir que ella estaba así por la
manera como la jodían todos los que integraban su familia. Mi madri-
na era soltera, dedicada a los quehaceres de la casa y a cuidar hijos
ajenos, frustrada, pasada de peso, tenía que tomar medicamentos de
por vida: para la diabetes Glibenclamida, para la locura, Rivotril, Trila-
fón, Akinetón, Haldol, Stelazine, Litheum *300, Sinogan, para la osteopo-
rosis, para el envejecimiento prematuro que padecía, para no sé qué
más; entonces pensaba que lo único que ella necesitaba para superarse
era amor, que la quisieran (en el fondo era lo que yo necesitaba pero la
veía como una necesidad de los demás).
Quería ayudar a las personas, quererlas, exponer mi teoría sobre
el amor; no imaginaba que para sustentarla necesitaba hechos com-

• 217 •
Zen, Acupuntura y Psicología

probables, medibles y observables, más que subjetividades persona-


les. Empecé la carrera con muchas ilusiones, durante los primeros
semestres me dedicaba a estudiar de tiempo completo, me sentía bien
importante: “Ya estaba estudiando la universidad”, veía lo que nos
enseñaban como algo digno de maravillarse, sobre todo la materia de
psicología experimental, así pasé mis primeros 4 semestres, sólo un
miedo me acosaba de vez en cuando: ¿Me volvería loca yo?
Como toda la teoría no tocaba mis fibras humanas (discusiones
sobre etapas de privación de ratas, entrenamiento sobre diferenciación
de colores en pichones, discurso clásico de Pavlov sobre la salivación de
un perro, conductismo puro; yo seguía estudiando pensando que en
los próximos semestres encontraría algo más relacionado con la parte
afectivo-emocional del individuo. El conductismo tiene una visión del
ser humano parcial, lo ve como un ejecutador de conductas, el cual se
puede modificar de acuerdo con las exigencias de una sociedad, me
suena a amaestrar animales para un circo, el circo social. Empecé a
sentir cierto sabor desagradable de todo lo que aprendimos, como que
algo se estaba comenzando a echar a perder, pero aprendiz de catado-
ra no lograba hallar el ingrediente podrido. Me parece que lo mismo
pasa con otras teorías psicológicas que ven la psique en algún recoveco
del cerebro, o del pensamiento, y consideran somatización cuando hay
un síntoma en el cuerpo. No hay divisiones, si está desequilibrado se
manifiesta en el ser mismo, y por supuesto en su espíritu.
Por mi madrina me interesé en el ámbito psiquiátrico, por lo que
acudí a indagar a un hospital sobre el papel del psicólogo, así como la
atención que se otorgaba a los pacientes. Me atendió un residente y
me explicó mientras me mostraba las instalaciones.
Cuando el paciente ingresa a esta institución el primer paso es la
entrevista con el psiquiatra, él valora el estado patológico de acuer-
do a la escala del DSM-III-R. Con los resultados obtenidos decide si el
paciente ingresa o se remite a consulta externa. Si es internado, el psi-
quiatra decidirá la dosis de fármacos y estará en observación durante
15 días, período durante el cual no se permiten visitas porque es una
etapa de adaptación al medicamento donde aumenta su inestabilidad
emocional y luego los parientes dicen que está muy drogado.
Después me enteré de cómo funcionaban algunos medicamentos,
por ejemplo la perfenacina pertenece al grupo denominado fenotia-

• 218 •
Capítulo II: La Acupuntura

zinas, utilizado comúnmente como antipsicótico, la ingesta normal


de un paciente puede ser de 4 mg al día pero al hospitalizarlo pue-
den prescribirle hasta 64 mg lo que aumenta notablemente los efectos
secundarios de este medicamento como son: movimientos tembloro-
sos anormales, parkinsonismo, somnolencia, visión borrosa y dolor
de cabeza4.
¿El papel del psicólogo? Pues, después de este periodo reali-
za una evaluación psicométrica, los test comúnmente utilizados son
de inteligencia Wisc y Wais, matrices progresivas de Raven o Beta R;
de personalidad figura humana de Machover, Bender, Sasz de frases
incompletas y Roschar (es ilógico evaluar cuando tienen zampado
tanto medicamento, seguramente dibujan gatos psicodélicos, lo cual
refuerza la idea de su anormalidad.) Posteriormente tenemos entre-
vistas con los parientes para determinar la dinámica familiar y el des-
empeño laboral y social del paciente. También damos orientación a
familiares, son un ciclo de ocho conferencias semanales, en las cua-
les se tratan temas referentes sobre cómo tratar “al enfermo mental”,
sexualidad y reproducción, terapia familiar sistémica, efectos secun-
darios de los medicamentos, entre otros… Sí, también proporciona-
mos asesoría terapéutica, trabajamos terapia cognitivo conductual
con los pacientes que ya han tenido una mejoría, y el logro terapéutico
principal es que acepte su condición de enfermo mental; estas sesio-
nes son con modalidad grupal, dos veces a la semana con una dura-
ción de hora y media. ¿Ustedes quieren estudiar psicología?… ¡Ah!…
pues aquí nosotros dependemos de lo que diga el psiquiatra, él dice
qué tipo de programas debemos realizar… bueno, sí tiene más autori-
dad, puesto que ha estudiado más que nosotros.
Pero después conocería realmente cómo era por dentro ese lugar,
es distinto a oír una descripción o leer un libro, sentirlo es lo que hace
la diferencia.
Cuando conocí a Sergio acababa de terminar el ciclo escolar, él
expuso un curso intersemestral llamado Introducción a la historia
del cuerpo humano en la ENEP-Iztacala. Nos dejaba lecturas de Frit-
jof Capra, Stanislav Grof, entre otros; planteaba un nuevo paradigma
para ver y hacer psicología, también de la acupuntura, sus bases, sus
aplicaciones; me interesó pero solo como un breviario cultural. Al ter-
minar la clase vi que algunos alumnos preguntaban a Sergio, me acer-

• 219 •
Zen, Acupuntura y Psicología

que a escuchar, comentaba que estaba dando un curso de acupuntura


los domingos a las diez de la mañana, cada sesión costaba 40 pesos.
“Levante la mano a quien le interese” —yo lo hice sin pensar—. “Son
diez —dijo— si van más no los voy a recibir” y se fue rápidamente, yo
no comenté nada, me alejé sin saber por qué había alzado la mano. En
ese tiempo no estaba segura de la eficacia de esa terapéutica, porque
era como Santo Tomás: “Hasta no ver no creer”. Acababa de terminar
la carrera, quedé debiendo la materia de psicología clínica III, no tra-
bajaba, nunca había ejercido, mis padres me mantuvieron durante mis
estudios, yo me sentía perdida, cómo era posible que ya hubiese ter-
minado si no sabía nada de la psique de un individuo real, no enten-
día, no había vivenciado la teoría, estaba frustrada, asustada, dónde
iba a encontrar trabajo si estaba desconcertada, no tenía seguridad ni
idea de lo que hacía un psicólogo en la clínica, en educación especial;
es que aparte de la deficiencia del programa curricular yo me pasé la
segunda mitad de la carrera preocupada en asuntos pasionales, no me
importaba si aprendía, estaba enajenada en mi relación de pareja.
Eso sucedió un viernes, para el domingo yo estaba en la iglesia de
Fátima, vi a una mujer que estaba buscando una dirección, le pregun-
té que si iba al CEAPAC, asintió, la seguí, así fue como llegue al primer
curso de acupuntura. Mi papá me daba 50 pesos semanales, de ahí iba
pagando el curso y me sobraba para visitar a mi novio después de la
sesión. A parte de estudiar el Manual de acupuntura y moxibustión iba a
terapia bioenergética con Oliva López, la razón principal era que que-
ría ser más independiente, la relación de pareja que tanto me había
satisfecho llegó a un momento crítico, él no estaba seguro de si me
quería, lloré casi toda la noche, fue de las pocas ocasiones en que no
pude conciliar el sueño, siempre he dormido mucho. Al otro día cuan-
do me levanté sentí un vacío enorme en el estómago, me asusté, casi
no tenía fuerzas, duré casi un mes deprimida, asistía a la escuela pero
no me interesaba nada, lo soñaba constantemente, entendía que no
estaba bien, así que solicité la ayuda psicológica. El resto del tiempo
lo pasaba viendo televisión, haciendo los quehaceres domésticos, pero
sobre todo rememorando lo que había vivido con él, dos sentimien-
tos me inundaban constantemente: 1) La nostalgia-tristeza porque la
relación afectiva ya no era satisfactoria; y 2) el odio-reproche porque
él me había dejado de querer, entonces imaginaba que tarde o tempra-

• 220 •
Capítulo II: La Acupuntura

no se daría cuenta de mi validez y regresaría a buscarme. Ninguno de


los dos trabajaba y nos veíamos cada ocho días, lo cual me hacía muy
infeliz, porque me acostumbré a verlo diario. Todo estaba en ruinas
y yo no sabía hacia dónde dirigirme, era como un barco de vela en
la tormenta, que se dejaba llevar y podía ser destruido con cualquier
movimiento brusco del mar.
Como tenía gastos, además del curso empecé a trabajar con una
amiga, ella era mi compañera en la ENEP, ya me había invitado pero
no había querido, pensaba dentro de mí: “Cómo voy a hacer encuestas
en la calle después de que terminé una carrera en psicología, no, por
lo menos de maestra, o algo relacionado, no sé cómo ella está ahí, no
es para un universitario”. Le hablé para saludarla como en otras oca-
siones, pero además para pedirle trabajo. Ella empezó como encuesta-
dora, pero al saber los patrones que estudiaba la carrera de psicología
la ocuparon para selección de personal, quedé en ir al día siguiente.
No pude asistir porque murió mi madrina de un coma diabético des-
pués de convalecer casi quince días. La última vez la encontré tira-
da en el suelo, desnuda, su fondo le atrapaba la cara y las manos, se
movía como un escarabajo volteado boca arriba, intentando inútil-
mente incorporarse. Traté de levantarla, estaba muy hinchada de su
rostro, sus manos y piernas en contraste estaban muy delgadas, pesa-
ba mucho, llamé a mis hermanas y la levantamos, vestimos y acosta-
mos, le llevamos de desayunar, casi no podía masticar, tragaba, había
perdido la facultad de mover los músculos voluntarios. El psiquiatra
decía que era una enfermedad cíclica e incurable, sólo controlable.
Estuvo internada a los 18, 28 y a los 38 años, a partir de ahí las recaí-
das eran frecuentes. La primera vez que la visité fue cuando ella tenía
38 años, cuando entré al lugar inevitablemente comencé a llorar, fui
caminando a encontrar a mi madrina en el patio, ella me vio y me
abrazó, me dijo que me tranquilizara, entonces yo sentí tanta sere-
nidad y comprensión que me callé casi automáticamente. ¿Cómo era
posible ver a una persona tan cuerda y comprensiva en un lugar así?
¿Y por qué era ella la que me daba alientos, cuando se supone que yo
debía hacerlo? Después de eso su cara cambió, empezó a pelear con sus
familiares. Entonces comprendí que independientemente de su des-
equilibrio había una condición que nos unía: sentir. No era un mons-
truo, eran nuestras connotaciones que nos hacían formar un concepto

• 221 •
Zen, Acupuntura y Psicología

de enfermo mental que lo único que justificaba era la reclusión. Cuan-


do estaba hospitalizada la iba a ver casi todas las semanas, sentía que
tenía que hacerlo; cuando estuve aprendiendo masaje daba algunos
toques en sus brazos y cabeza, casi no hablaba con ella, sólo la veía,
tocaba, ella me tomaba de las manos, me presentaba con sus compa-
ñeras: “Es mi ahijada y está estudiando para ayudarnos, va a ser psi-
cóloga”, entonces se me acercaban varias mujeres y me preguntaban si
yo iba a ayudarlas, les contestaba: “Sí, cuando termine la carrera, por-
que aún estoy estudiando”. No he regresado desde entonces.
Al principio me daba miedo cuando se acercaban, pero me fui
acostumbrando e intentaba mostrar seguridad aunque me temblara el
cuerpo, y luego pensaba: “Bueno ¿qué voy a hacer con los pacientes si la
locura me da tanto miedo? Corroboraba que no iba a ser capaz. Desde
niña me acompañó el miedo a los enfermos mentales, porque pensaba
que me podían dañar físicamente, pero el temor real era que yo estu-
viera en esa condición, la prueba es que cuando fui adolescente real-
mente me preocupaba la salud mental, en mi casa alguna vez hicieron
el comentario de que yo seguiría los pasos de mi madrina porque me
parecía demasiado a ella, yo entendía eso como la determinación de
que perdería la razón, mis hermanos más pequeños lo decían abierta-
mente, esa sinceridad de los niños que tanto odié. Mi madrina murió
en un hospital de emergencias; cuando la fuimos a enterrar lloré, no
de tristeza, su estado había sido muy doloroso. Durante la convalecen-
cia llegó a tener convulsiones, vomitaba un liquido amarillo, perdía la
conciencia y cuando llegaba al hospital le ponía agujas, sondas tanto
para alimentarla como para que eliminar, mucho ajetreo y sufrimien-
to para un cuerpo. A veces me pregunto si no fueron los medicamen-
tos los que dañaron la función renal silenciosamente. Por eso estaba
hinchada y ya no podía orinar, el Trilafón (perfenacina), Haldol (halo-
peridol) y Rivotril (clonazepam) pueden causar esos efectos. Además
los medicamentos que ingería en su mayoría eran psicotrópicos, que
son poderosos agentes que producen cambios en el estado de ánimo.
Todos implican un riesgo de efectos secundarios y en muchos casos
dan origen a una dependencia psicológica o fisiológica; no curan la
enfermedad, sólo alivian los síntomas que regresan con más fuerza en
cuanto se deja de tomarlos: Si con los medicamentos que se utilizan
para otras funciones hay que tener cuidado de una adecuada prescrip-

• 222 •
Capítulo II: La Acupuntura

ción, con los psicotrópicos los cuidados se deben extremar. Por ejem-
plo, al ingerir Litheum (litio) se debe realizar pruebas para corrobo-
rar que los niveles sanguíneos no son tóxicos. Por otro lado, el Rivotril
(clonazepam) pertenece al grupo de benzodiacepinas, un estudio rele-
va que su uso a largo plazo puede causar daño psicológico y al cerebro,
algunas veces inclusive el uso temporal puede causar cambios perma-
nentes en el cerebro. En Inglaterra el comité de seguridad de medici-
nas recomienda que éstas sólo deben ser usadas a corto plazo (dos a
cuatro semanas en trastornos severos o incapacitantes). Mi madrina
estuvo tomándolos durante casi treinta años.
Pero la comprensión de los usos inadecuados de los medicamen-
tos se pueden explicar por las políticas económicas y de mercado de
muchas compañías farmacéuticas que sólo les importa vender, por-
que dependen fuertemente del ingreso de sus productos; la salud se
ha vuelto el negocio más remunerativo5.
Otro factor es la alimentación, que debe estar constituida por
productos naturales y frescos, lo cual es una condición esencial para
el equilibrio nervioso6. Mi madrina tenía una anemia crónica antes de
que le diagnosticaran una enfermedad mental. Su alimentación con-
sistía en café con leche y pan dulce por las mañanas y noches, por las
tardes sopa de pasta, guisado de carne con verduras, agua azucarada
o refresco. Era un círculo vicioso subalimentación-desequilibrio-pa-
decimiento crónico degenerativo. Todo está relacionado, hay casos
de esquizofrenia que han sido curados con la normalización de la ali-
mentación, y el aporte abundante de vitaminas, algunos minerales
como el zinc y el magnesio, indispensables para el equilibrio nervioso
(los cuales se pueden encontrar en los cereales integrales). La preven-
ción se encuentra en la alimentación correcta según los requerimien-
tos de cada individuo para evitar desequilibrios, así como la destruc-
ción lenta del cuerpo por la excesiva medicación.
La enfermedad mental debe verse propiamente como un fenóme-
no social; la intervención terapéutica no ha logrado soluciona el pade-
cimiento del individuo, responde más bien a políticas económico-ideo-
lógicas. Entre éstas se pueden mencionar los intereses económicos de
las compañías farmacéuticas, patrones de alimentación, concepto de
salud-enfermedad, relaciones interpersonales y fundamentalmente
familiares.

• 223 •
Zen, Acupuntura y Psicología

En el aire se podía mirar un acontecimiento, la primavera nos


había invadido (no sólo a mí, sino a las plantas, animales y las rocas),
ésta es una estación yang, masculina, caliente, está muy relaciona-
da con el hígado, la vesícula biliar y la emoción correspondiente es la
ira. Y he escuchado que en esta estación hay más embarazos, y como
he dicho, a mí, la primavera me había invadido pero no supe dejarme
llevar.
Sabía que tenía que hacer algo, sólo estaba esperando estar segu-
ra, platicaba, convivía, pero no estaba ahí. Fui sola porque mi novio
estaba trabajando, ese día me levante demasiado tarde, no iba a ir por-
que me estaba arrepintiendo. Había quedado de verme con una amiga
en un Metro cercano al lugar, cuando pasé ya no estaba, conforme me
iba acercando crecía mi miedo y angustia. Cuando baje del camión a
unas cuadras estaba llorando, no podía contenerme, tenía miedo de
morirme o de que me quedara una lesión permanente si algo funcio-
naba mal, en ese momento surgía la duda de si estaba actuando correc-
tamente. En la esquina me controlé, me limpié las lágrimas porque
pensé: “Si te ve llorando te va a regresar para que lo pienses mejor”,
entonces por primera vez comprendí qué era estar sola, siempre he
vivido a la sombra del cuidado de mis padres, en compañía de amigos
o de mi pareja, creía que la vida era eso, estar siempre con alguien que
te estimara, cuidara e hiciera lo difícil por ti; reproché porque nadie
estaba ahí, pero casi al momento entendí que yo había tenidos relacio-
nes sola, no llevé a mis padres, ni amigos, ni siquiera con quien hice
el amor estaba. Entré al hospital, vi a mi amiga sentada, sonreí (des-
pués de todo no estaba sola), era un alivio, la saludé y empecé a bro-
mear, me dijo que el médico había preguntado por mí, que tocara en
su cubículo para que me atendiera. Así lo hice, salió, bromeó conmigo,
me pasó a la sala, me acosté en la plancha, me acomodé con las pier-
nas dobladas y abiertas, respire profundamente para relajar mis mús-
culos, introdujo el espejo vaginal, limpio el flujo que había porque era
bastante, me puso tres pastillas en el útero, aparte me proporciono
otras tres para que las ingiriera por vía bucal en la mañana, tarde y
noche; me despedí, ya había pagado por adelantado.
Durante el camino estuve muy tranquila, ya había pasado todo,
mi amiga me acompañó hasta mi casa, cuando llegué sentía que estaba
en otro tiempo y espacio, como si mis movimientos fueran en cáma-

• 224 •
Capítulo II: La Acupuntura

ra lenta. Veía cómo la gente iba a prisa en sus lugares de trabajo, sen-
tía somnolencia, parecía que me había tomado un Diazepam, lo chisto-
so era que mi amiga no parecía darse cuenta, seguía platicando igual.
Desayunamos quesadillas de queso con salsa, mi mamá estaba viendo
en la televisión la noticia del asesinato de un priísta famoso; mi com-
pañera comento: “Está bien para deshacernos de los corruptos”. Yo dije:
“Sí, que los maten a todos”. Mi mamá consternada nos dijo que éramos
crueles, contestamos que esas personas no hacían ningún bien, así que
mejor muertas (lo que menos podía sentir en ese momento era compa-
sión). Después del desayuno empezaron los dolores, me fui a recostar,
mi amiga se fue, le agradecí tanto su compañía. Los dolores se iban
acrecentando cada vez, sentía que me estaba desgarrando, ya no me
levanté, sólo para ir al baño; lloraba mucho, mi familia me preguntaba
el porqué. Dije: “Me duele mi estómago demasiado”, casi toda la tarde
lloré hasta que pude conciliar el sueño, al día siguiente ya no me dolía
nada, me quedé en mi casa descansando, el doctor dijo que podía hacer
mi vida normal; lo emocional fue como los dolores, sólo un día y luego
ya no lo recordé, ni me deprimí (conscientemente), después de todo
estaba satisfecha: “Aquí no ha pasado nada”.
Para mí éste fue un suceso que marcó mi vida, siento que a partir
de ahí se cortó. Según yo, lo había hecho porque no quería mermar mi
desarrollo profesional con un hijo, mi asunto con el odio a los hombres
no estaba concluido, ni la idea del sometimiento y sufrimiento feme-
nino. Por esos días pensaba que los hijos eran uno de los problemas
principales de la mujer, odiaba la condición de embarazada, porque
dando tiempo y espacio a un ser la mujer perdía mucho de éstos (nece-
sarios para su desarrollo personal o profesional); primero en tenerlo,
luego en alimentarlo y cuidarlo; si es hombre peor. Esas ideas tenía,
pero después de hacerlo mi odio a recriminación creció, no podía ver
a una mujer embarazada porque me molestaba, a un bebé menos, no
me le acercaba, no los quería, entonces empecé a odiar a los niños.
Decía recalcitrantemente jamás me voy a embarazar, pero tampoco
voy a cuidar hijos ajenos, me voy a dedicar a otra cosa. Por supuesto,
mi idea de ayudar a las personas y quererlas había desaparecido, esta-
ba enojada.
Ahora sé que el aborto sigue siendo un riesgo innecesario para la
mujer, las condiciones en que se realizan estas operaciones son deplo-

• 225 •
Zen, Acupuntura y Psicología

rables en cuanto al control sanitario, además de que no hay responsa-


bilidad de los resultados, y el precio siempre es alto considerando que
es ilegal; es un negocio redondo para los médicos y una condición de
desequilibrio para la mujer.
En el trabajo había varios compañeros con los que platicaba y
además fui conociendo a los encuestadores, empecé a hacer mucha
amistad, aún cuando no estaba trabajando iba a comer con ellos, me
sentía bien porque salía de mi casa, para nada se tocaba el tema de la
psicología, salvo para discutir si era mejor el psicoanálisis o la Gestalt,
pero no se comentaba si éramos capaces en esa disciplina o por qué
estábamos ahí. Iba a la oficina de vez en cuando porque después de la
capacitación no tuvimos trabajo hasta finales de mes, para ese tiem-
po yo me llevaba muy bien con los compañeros, empecé a fumar dia-
rio uno o dos cigarros, a tomar cada fin de semana. Estudiaba todavía
el curso de acupuntura, pero lo que Sergio recomendaba no lo hacía
porque yo no estaba enferma, el equilibrio se encontraba en el libro,
no era necesario que yo lo ejerciera, era algo que por sabido se reali-
zaba. Recuerdo la vez que me hicieron mi diagnóstico en una de las
sesiones, pusieron en olor de la lengua “agrio, ácido, medio desagra-
dable”, yo le contesté a la chava: “Es que vengo de una fiesta” y esa vez
me pasé de la reunión al curso, estuve bebiendo hasta muy noche y
en la mañana posiblemente me desayuné un tamal y un atole. Cuan-
do los grupos salieron de los cubículos el maestro pidió voluntarios
para exponer los puntos de alarma que habían dolido más, yo como
cuando iba a la ENEP, levanté la mano con impaciencia de exhibicio-
nista. Tocó mi turno, dije que me habían dolido todos pero más el
correspondiente al intestino delgado, grueso y vejiga, la contestación
me sacudió: “Mejor cámbiese de cuerpo —siguió— usted tiene des-
valorizaciones constantes, tiene una anemia de mucho tiempo, ciclos
menstruales largos e irregulares y hay más cosas pero son íntimas y
no sería adecuado comentarlas”. Me dejó estupefacta, yo intentaba
participar para lucirme, formar una imagen agradable a los demás y él
me había descubierto, sus comentarios no eran precisamente del tipo
que yo necesitaba. A partir de ahí me cisqué, andaba con cuidado de
que no me viera porque podía empezar, parecía que me había “agarra-
do de encargo” y no quería que dijera más verdades enfrente de todo
el salón, porque realmente me sentía muy mal, apenada. Hasta llegué

• 226 •
Capítulo II: La Acupuntura

a llorar en una ocasión después de una clase en la que Sergio me había


“cargado calor”, mi novio me preguntó la razón. Dije: “Es muy difícil
el curso”, pero no le aclaré que era la tensión emocional, no los conte-
nidos lo que más se me dificultaba; acabe de llorar y seguí en el curso.
Como asistía a fiestas que organizaban los compañeros del trabajo,
el día domingo era algo arduo, desvelada y mal desayunada porque
no me daba tiempo, llegaba tarde para variar, me acomodaba atrás.
Como a las doce del día se me cerraban los ojos, la lucha era entre la
actitud natural del cansancio de mi cuerpo y el mandato de estar des-
pierta, me costaba mucho trabajo; era chistoso porque cuando sucedía
dejaba de escuchar, así estaba algunos segundos, los abría y escuchaba
otra vez, cuando podía tener los ojos abiertos dirigía mi mirada a Ser-
gio como para corroborar que todavía estaba dando clases.
Ante la insistencia de Sergio de que practicáramos la disciplina
empecé con mi familia y con algunos de los compañeros del trabajo,
ponía agujas a mi mamá y a mi hermana menor, los demás no se habían
dejado. En el trabajo le ponía a tres compañeros, a mi amiga también.
No era algo serio, uno de ellos había accedido porque quería estudiar
acupuntura, era un compañero de mi generación, pero los demás para
ver qué sentía, total que parecía una fiesta, empezando porque yo no le
daba serenidad al asunto. Al principio de daba miedo porque pensaba
que podía pincharlos mal y tocar algún órgano o arteria, no sabía a qué
profundidad estaban los mismos, sólo lo hacía en los puntos de alar-
ma, así que me los aprendí bien, jamás tuve un accidente.
Fue entonces cuando empecé a atender a la mamá de una de mis
amigas, tenía enfrente a una mujer delgada, marchita, acostada en la
sala de su casa, viendo el televisor. Su hija me dijo que tenía diabetes,
estaba perdiendo la vista, acababa de estar hospitalizada por la grave-
dad que mostraba. Recuerdo que en la primera sesión me contó sobre
sus problemas familiares, estaba dudando, no le daba confianza; ya
después en las siguientes sesiones me platicaba más abiertamente, se
quejaba sobre todo de sus hijos, me decía que las agujas la hacían sen-
tir muy bien; sentía que era un “juego muy cabrón”, ella había llega-
do hasta ahí por coraje, no comía porque decía que no le daba ham-
bre, parece ser que tenía un tumor en el estómago, se había dejado,
como una carga para sus hijos que la habían defraudado. Yo le platiqué
sobre los cuidados que debía tener: “Debe comer usted”, “no se preocu-

• 227 •
Zen, Acupuntura y Psicología

pe”, “no se enoje”, “cuando usted esté mejor de salud ya verá qué puede
hacer, así no va a solucionar nada”. Me escuchaba atentamente, decía
que lo intentaría, pero en cuanto me callaba, ella empezaba: “Es que
mi hijo no trabaja y se pelea con su esposa”, estaba enojada, ella no iba
a ceder, empeñada en hacerse daño para ver si sus hijos cambiaban, se
sintieran culpables; no sabía que hay caminos que ya andados mucho
trecho es imposible recapacitar, no sabía que hacerse daño no ayuda-
ba, sólo se estaba destruyendo, o quizás sí lo sabía.
Había sido muy suave, muy cuidados, hasta cariñosa para aten-
der a mis pacientes, destilaba amor, pero no escuchaba, no nos enten-
dimos; yo diciéndoles que cambiaran hábitos, ellos pidiendo que los
escuchara, yo hablando mi monólogo preferido: “Cuídese, coma bien,
descanse, no se preocupe”, mientras mi vida personal era un desastre.
Ahora puede entender que la razón principal que buscaba era el
cariño, creo que muchas de las acciones que tomé eran por esa nece-
sidad imperante; del pasado es imposible arrepentirse, pero si hubie-
ra estado clara de mis sentimientos y motivaciones no hubiera busca-
do tanto tiempo afuera lo que tenía dentro de mí, ni tampoco hubiese
dañado tanto mi cuerpo. Cuando veo a otra mujer puedo entender lo
que le pasa, puedo acceder a ese espejo y saber que es mucho tiempo
perdido el no conocerse y por ende desvalorizarse, el estar deseando
constantemente un cuerpo, una vida, una suerte ajena; porque yo tuve
un deseo a lo largo de toda mi vida: ser agradable, deseada, querida.
El reconciliarme conmigo, con mi femineidad en principio, trajo
como magia la resolución del conflicto con los demás y el entendi-
miento de que dentro de mí, como en todas las cosas, coexisten dos
esencias que se crean mutuamente y se contraponen, lo que me per-
mitió que tuviese más tolerancia. Porque entendí que no era necesario
estarse peleando, sino lograr una comunión con el otro.
La vida es experiencia, y se puede sentir con el corazón, no con
el intelecto, y aprender. Puedo decir que el amor, en un sentido más
amplio que el pasional, no lo es todo, ni cura todo, pero una buena
dosis de él en el trabajo como curadora es esencial y muy provechoso.
Ese amor se puede traducir como respeto y confianza en que el otro
puede redescubrir su naturaleza, su verdad y que sólo es necesario
encaminarlo un poco. Confianza en que cada ser si se pregunta tiene
la respuesta, si lograr mirar hacia dentro puede ver el infinito.

• 228 •
Capítulo II: La Acupuntura

El trabajo con pacientes me ha permitido entender que las perso-


nas tienen una existencia común, en sus miedos, en sus ilusiones, que
así como la industrialización crea objetos idénticos, la sociedad actual
en el mundo crea individuos amorfos, en serie, sin identidad; somos
el producto de una lista hueca de medios masivos de comunicación,
subalimentación, despersonalización, sueños comunitarios, incons-
ciencia del ser. Mi trabajo consiste en inducir a las personas a sen-
tir sus conflictos, animarlas a comprenderse y a afrontar su existen-
cia sin miedo, ni autoconmiseración (bueno, que por lo menos no sea
tan paralizante); mi intención es ser empática, proporcionar una base
para que después la persona decida sobre su desarrollo y camino en la
medida de lo posible. Creo que estoy dando lo que se me proporcionó
en todo momento al acudir a los cursos en el CEAPAC: una alternativa
para vivir.

• 229 •
RENACIMIENTO
Martha Reyna Peña Calzada

Nadie sabe lo que tiene,


hasta que siente perderlo.

D
esde que el hombre existe en el universo ha buscado ser supe-
rior a los demás seres vivos, en un inicio probablemente busca-
ba la superioridad espiritual y de inteligencia, pero con el paso
del tiempo lo fue desvirtuando hasta el grado de buscar subyugar a
los otros y a su propia especie, dejando de lado la importancia que
tiene estar en armonía con la Naturaleza, con su cuerpo, sus sentidos
y respetando su propia condición humana.
La explotación irracional de todo lo natural que hay no sólo en
el planeta, sino en la galaxia a la que pertenecemos, y el deterioro de
energía que nosotros producimos a diario sin un fin determinado, ha
provocado que en las sociedades numerosas el cuidado del cuerpo y la
salud de éste haya pasado a último término, dando mayor importan-
cia a los valores monetarios y materiales: “sólo es importante aquello
que genera riquezas o aquel que las posee es respetado y anhelado por
todos los integrantes de dicha sociedad moderna”, de ahí que hasta la
salud del cuerpo se haya convertido en el mejor artículo de la merca-
dotecnia.
He de reconocer que hasta hace dos años me vi inmersa en el
deseo de obtener riquezas, dando mucho valor a lo material, así como,
de querer poseer todo lo que había a mi alrededor (objetos, familiares
y a la persona que fuese a ser mi pareja), pero jamás pasó por mi cabe-
za que la salud y el cuidado de mi cuerpo estuviera por encima de lo
que más anhelaba, y sobre todo que yo misma estaba terminando con

• 230 •
Capítulo II: La Acupuntura

dicha salud debido a mi deseo de dominar. Esta posición que ahora


me parece absurda, la mala alimentación que tuve desde que nací,
las condiciones de mi nacimiento, el descuido de mi cuerpo por darle
prioridad al placer mundano (ingerir bebidas embriagantes, fumar,
desvelarme, el deseo de formar parte de la alta sociedad, etc.), el uso
irracional de los medicamentos alópatas y sobre todo el no tener bien
claro cuál era mi labor o quién era yo en esta sociedad o en este plane-
ta; todo esto me fue generando un tumor en una cuerda bucal, claro
que antes de que esto se manifestara hubo otras enfermedades a las
que no quise dar importancia (estreñimiento, problemas constantes
de gripe, inflamación de riñón, problemas en la piel, cambios cons-
tantes de estado de ánimo, depresiones y constantes reproches a las
personas que me rodeaban, etc.) Fue hasta el día que me detectaron
el tumor cuanto me pregunté: ¿Qué sentido tendría ahora para mí la
vida? ¿Qué significaba esa enfermedad? ¿Por qué se me había presen-
tado? Entré en una gran confusión y desesperación por sanar, de ahí
que busqué opiniones de varios médicos especialistas en los proble-
mas de garganta; todos indicaban que debía operarme para extraer el
tumor e identificar si era canseroso o no, de lo contrario podía crecer
y ser más perjudicial; pero dentro de mí algo me decía que tendría que
buscar otras alternativas, yo estaba convencida de que ese tumor se
quitaría por sí mismo con ayuda de métodos naturales que no fueran
contraproducentes a la salud de mi organismo y tenía la esperanza de
que mi cuerpo reaccionara y lo eliminara.
Una compañera de la ENEP me recomendó que tratara con acu-
puntura y me dio la dirección del CEAPAC; con esta técnica y otras
que me fueron aplicadas (herbolaria, cambio de dita alimenticia más
natural, hierba Inmun, jalea real, polen y otros que más adelante expli-
caré) llevé este tratamiento un poco más de medio año, encontrando
resultados satisfactorios. Para empezar, mi estado de ánimo se estabi-
lizó, así como mi salud. Aunque el tumor no desaparecía por completo,
yo sentía que iba disminuyendo y de acuerdo a los exámenes médicos
me encontraba en buen estado de salud (sin debilidad, sin presencia
de otras enfermedades, el único problema era que mi voz en ocasiones
se escuchaba ronca y en otras clara). Llegó el momento en que tenía
que hacerme otra laringoscopia y se pudo detectar que el tumor se
estaba desprendiendo de la cuerda y no había crecido, pero que era

• 231 •
Zen, Acupuntura y Psicología

necesario extraerlo quirúrgicamente para analizarlo e identificar si


no había dañado la otra cuerda. No tuve problema alguno en la opera-
ción, mi recuperación se dio en una semana, los análisis indicaron que
el tumor no era maligno. En ese momento me di cuenta de la impor-
tancia que tiene mi cuerpo y mi salud dándole el valor que se merece.
Es importante para mí explicar que hubo otro aspecto que interfirió
en el cambio de mi persona física, psicológica, emocional y espiritual y
eso fue asistir al diplomado que impartió Sergio López Ramos duran-
te un año y medio donde encontré respuestas a las preguntas que me
hice al enterarme de que tenía un tumor. Pude darme cuenta de que
yo misma me lo había producido por mi carácter agresivo, posesivo
y egoísta, sentía que solo yo era valiosa en esta sociedad, que sólo yo
podía lograr lo que otras personas cercanas a mí no lograrían jamás:
“tener clase”, que yo podía denigrar la condición de otras personas al
humillarlas, despreciarlas, el desear que no existieran, el aferrarme a
una convivencia familiar de conflicto y violencia que en ocasiones yo
propiciaba, el pedir a mis familiares que me dedicaran toda su aten-
ción y comprensión sin dar nada a cambio y exigiendo que se com-
portaran e hicieran lo que yo les pedía. No lograba respetar y recono-
cer que todos tenemos derecho a la vida, a la comida, a la salud, a los
espacios, a la educación, al amor, a tomar decisiones propias en las
que cada ser humano pueda cubrir sus necesidades y formar su modo
de vida siempre y cuando no altere la de los otros; el darme cuenta de
esto me permitió aprender que debía respetarme y respetar a los otros
para poder vivir realmente, de lo contrario me seguiría provocando
enfermedades que a futuro serían consecuencias más graves como un
cáncer que me causara la muerte.
Estar en el curso también me permitió aprender el valor que tiene
cada persona desde que se engendra hasta que muere, el armonizarse
con la condición de uno mismo, su medio ambiente, sociedad y hasta
con el universo; también aprender que hay muchos medios natura-
les para llevar una mejor calidad de vida, así como identificar por qué
surgen las enfermedades modernas, el reconocer cuál es el sentido y
la labor que tengo en esta vida para conmigo misma y con los otros
(los pacientes que acuden a mí con la confianza de que yo puedo ayu-
darles a sanar o a tener una mejor condición de vida, tal como yo la
obtuve al tratarme con acupuntura y algunas otras alternativas natu-

• 232 •
Capítulo II: La Acupuntura

rales, así como a entender que en la vida no podemos estar pasando


por encima de los demás sin reconocer que formamos parte de ellos).
El comprender mi naturaleza humana y la de los demás me permitió
percatarme de cuál era mi labor profesional como psicóloga y de qué
manera debía comprometerme al atender pacientes y aplicar las téc-
nicas que aprendí en este curso (ya que algunas de ellas me ayuda-
ron a restablecer mi salud mental y física): la importancia de los ele-
mentos naturales y de una dieta nutritiva, el uso de la herbolaria, de
las flores, tinturas, acupuntura, masajes, terapias psicológicas como
bioenergética, terapia de juego, terapia a niños con necesidades espe-
ciales (deficiencia mental y discapacitados físicamente), trabajo peda-
gógico con ellos o simplemente ser la persona que está dispuesta a oír
y dar un consejo a algún familiar o paciente que lo necesite; encon-
trar sentido y apoyo en otras actividades como las cartas astrales, el
uso del péndulo, el uso racional de los medicamentos alópatas y por
último aprender a curar y a curarme por medio del tai chi y la medi-
tación Zen, sobre todo el calmar la ansiedad, el desorden mental y la
forma de vida que hasta la fecha había llevado y que estoy tratando
de extinguir para lograr desempeñarme profesionalmente como psi-
cóloga con el compromiso de servir a los otros sin pasar por encima de
ellos y mostrándoles que pueden mejorar su calidad de vida tal como
yo aprendí a hacerlo. Aún cuando estoy consciente de que no he logra-
do superar por completo algunos conflictos personales, estoy inten-
tando comprenderlos y superarlos para que a futuro logre encontrar la
paz espiritual que tanto deseo.
Es por lo antes mencionado que tomé la determinación de aten-
der pacientes, expongo a continuación sus casos. También hago men-
ción de las técnicas que utilicé para los tratamientos y los resultados
obtenidos.

MÉTODO

En general se utilizaron diversas técnicas como acupuntura, masaje,


terapia de juego, herbolaria, cambios de alimentación, terapia psicoló-
gica. La elección de una o más técnicas dependió de la edad, demanda
y necesidades del paciente.

• 233 •
Zen, Acupuntura y Psicología

APARATOS E INSTRUMENTOS

Se utilizó el método de detección de puntos e identificación del esta-


do de equilibrio de los meridianos del cuerpo así como un detector
de puntos electrónico para oreja, se usaron agujas de tres pulgadas
de largo por 0.20 mm de diámetro y su aplicador correspondiente,
balines ionizados o semillas de mostaza, agujas circulares (conocidas
como tachuelas) con un diámetro de 2.8 mm y 1.6 mm de largo, para
cuidarlas se usó microporo. El masaje se dio con un vibrador al pacien-
te con problemas de parálisis facial y a los otros pacientes se les dio
masaje holístico. Se hizo uso de la herbolaria como apoyo, tanto de lo
aprendido en el diplomado de medicina integral con sede en el CEA-
PAC como del libro Hierbas Mexicanas de Editores mexicanos Unidos.
Por último, se realizaron cambios de alimentación y se dieron com-
puestos alimenticios para fortalecer órganos vitales (tónico cerebral y
licuado para controlar diabetes).

PROCEDIMIENTO GENERAL

Por lo regular en la primera sesión a todos los pacientes se les dio


masaje en el cuerpo (espalda, columna, cuello y pecho, dependiendo
de la problemática que presentaran). Se identificaron los puntos de
alarma de cada órgano del cuerpo, seleccionado los puntos donde se
presentaba dolor aplicando agujas por 20 o 30 minutos para equili-
brar los meridianos en exceso o deficiencia y de acuerdo a su condi-
ción realizar el diagnostico y tratamiento a seguir. También durante
esta primera sesión se realizaron algunos cambios en la dieta alimen-
ticia (a manera de remedio). A partir de la segunda sesión se aplicaban
agujas de 30 a 40 minutos para contrarrestar la enfermedad y se les
dejaban agujas circulares o balines ionizados en oreja.

• 234 •
Capítulo II: La Acupuntura

PACIENTE 1
Edad: 5 años 9 meses; sexo: masculino; motivo de consulta: pro-
blemas para hablar (tartamudea) y es nervioso. De acuerdo al diag-
nóstico alópata el menor no tiene ningún problema fisiológico que
provoque su tartamudeo.
Las condiciones de salud que presentó el menor al iniciarse el
tratamiento fueron las siguientes: su peso y talla no correspondían
a su edad cronológica (debería tener aproximadamente 18.4 kg/110
cm, y tenía 17.5 kg/106 cm) lo cual indicaba que estaba un poco ané-
mico, su alimentación era muy deficiente, casi no consumía verduras
ni frutas y tendía a comer mucho dulce, a veces le dolía el estómago
y la cabeza. El menor tenía pesadillas de dos a tres veces por sema-
na, tenía miedo a la oscuridad, a los perros y a su padre (reprendía al
menor con golpes).
En el tratamiento del menor se utilizaron técnicas psicológicas
como terapia de juego para el niño y terapia para padres, así como
acupuntura (niño y padres), orientación para una mejor alimentación
familiar, herbolaria y masaje al niño, lo anterior se desarrolló de la
siguiente manera:
1. Se realizó terapia de juego durante 10 sesiones para bajar la
angustia del menor y que pudiera expresar cuáles eran sus prin-
cipales miedos y cómo surgieron, cómo era la relación con sus
padres y mencionara sus principales expectativas dentro de su
núcleo familiar y en su persona para poder reforzar su autoesti-
ma y fortalecer su relación familiar.
Durante las 10 sesiones se realizó acupuntura seleccionan-
do los siguientes puntos para el tratamiento de la tartamudez,
nerviosismo y equilibrar los meridianos afectados por la anemia:
sobre el canal de ren dos cun debajo de la barbilla, E36, E41, E2 y
E3, constricto de corazón, riñón 1 y punto de alarma, H2, punto
de alarma de bazo y riñón.
2. Durante las 5 primeras sesiones se dio masaje al niño en cuello,
estómago, cabeza, hombros y espalda.
3. Se le dio a tomar té de valeriana por las noches alternando 15
días sí y 15 suspender. También se le dio el tónico cerebral para
contrarrestar la anemia.

• 235 •
Zen, Acupuntura y Psicología

4. Las últimas 5 sesiones se dio terapia psicológica a los padres (para


concientizarlos respecto al trato que le daban a su hijo y la impor-
tancia que tiene el convivir y valorar las actividades que el niño le
agrade realizar, sobre todo elevar la autoestima y la seguridad de
su hijo).
También a ellos se les aplicó acupuntura en los siguientes pun-
tos para sensibilizarlos: constricto de corazón, punto de alarma
de corazón, riñón, estómago, hígado, bazo y en oreja corazón,
bazo, riñón, shenmen. Por último, durante las 10 sesiones se
enfatizó constantemente que debía cambiar su estilo de alimen-
tación, consumir más verduras, frutas, cereales, evitar que sus
hijos comieran dulces o algún otro alimento “chatarra”. Las sesio-
nes duraron de una hora a hora y media una vez por semana.
RESULTADOS
Para la quinta sesión el menor ya podía hablar bien (no tartamu-
deaba), era más seguro en sus actos, ya no le tenía miedo a los perros,
pero sí a estar solo o en un lugar oscuro. Empezó a cambiar de sem-
blante, aumentó 5 kg, se le quitaron los dolores de cabeza y estómago
ya que aceptaba comer algunas verduras, frutas y cereales, evitando
comer golosinas. La relación con el padre mejoró un poco, ya convivía
con el menor a manera de juego evitando ser muy estricto en su edu-
cación, así como golpearlo. El menor logró expresar a ambos padres
sus necesidades o gustos sin temor a que lo reprendieran y dejó de
tener pesadillas.
Por último, los padres reportaron que sería muy difícil el cambiar
por completo su alimentación familiar ya que no les agradan algunos
alimentos vegetales; además, observé que el padre continuaba siendo
estricto en algunos aspectos de la educación del menor. Considero que
con el tratamiento de acupuntura y las terapias se logró sensibilizar
a los padres y hacerlos conscientes de que el tartamudeo del niño se
debía a lo estrictos y poco afectivos que eran con él.

PACIENTE 2
Edad: 6 años 3 meses; sexo: femenino; motivo de consulta: pro-
blemas de aprendizaje. De acuerdo con el diagnostico alópata la menor
no presenta ningún problema fisiológico.

• 236 •
Capítulo II: La Acupuntura

Las condiciones de salud que presentó la menor al iniciar el tra-


tamiento son las siguientes: tenía sobre peso 22 kg/113 cm (debería
tener 19.8 kg aproximadamente), tenía dolor de estómago por las tar-
des y retenía gases, le brotaban manchas blancas en los brazos, su ali-
mentación era deficiente, comía muchos dulces, carnes rojas y embu-
tidos, no le gustaban las verduras ni los jugos, en ocasiones consumía
frutas y cereales. Solía ser muy distraída, tenía problemas para captar
indicaciones o memorizar algunas actividades, dormía mucho, ronca-
ba, en ocasiones tenía pesadillas, era muy perezosa al trabajar y sólo
quería estar comiendo.
Para su tratamiento se utilizaron las siguientes técnicas: acu-
puntura, herbolaria, masaje, equilibrar dieta alimenticia y terapia de
juego. Se fueron aplicando de la siguiente manera:
1. Las primeras 2 sesiones se colocaron balines en los siguientes
puntos: punto de alarma de estómago, hígado, bazo, riñón, cora-
zón y constricto de corazón; se dejaron en oreja: bazo, estómago,
corazón e hígado. Ya en la tercera sesión se empezó a poner bali-
nes en: B5, B7, punto de alarma de bazo, tiroides, yintang (extra),
hígado y estómago, y en oreja estómago, hígado, corazón, bazo,
punto de cerebro y dingchuan.
2. Durante todas las sesiones se pidió a la madre que no permitiera
a su hija ingerir dulces, evitara comer carnes rojas y embutidos y
diera de tomar a la niña té de alcachofa en ayunas y té de vale-
riana en las noches, así como incluir en su dieta vegetales ver-
des, jugos de fruta en el desayuno y comer dos veces al día dos
cucharadas de amaranto. Ya para la quinta sesión se le indicó a la
madre que le diera a tomar el licuado de tónico cerebral.
3. Todas las sesiones se dio masaje en columna y estómago y se puso
a la niña a hacer de 10 a 20 ejercicios de respiración.
4. A partir de la quinta sesión se empezó con la terapia de juego hasta
que se concluyó con el tratamiento. Las sesiones eran de una hora
a hora y media una vez por semana, con duración de 20 sesiones.
RESULTADOS
Para la sexta sesión la menor ya empezaba a estabilizar su peso
(disminuyó 3 kg), aminoró su ingestión de comida “chatarra”, empeza-
ba a comer algunas verduras y frutas, no tenía dolor de cabeza ni estó-

• 237 •
Zen, Acupuntura y Psicología

mago, estaban disminuyendo las manchas en la piel, dormía sus ocho


horas sin pesadillas, empezaba a aprender a respirar y a retener lo que
aprendía en la escuela, era más tranquila y su nivel de comprensión
aumentó, los resultados pudieron ser más satisfactorios pero los padres
no prestaron mucha atención para encontrar la manera de solucionar
los problemas de pareja que tenían y que desestabilizaban a la menor.

PACIENTE 3
Edad: 6 años; sexo: masculino; motivo de consulta: reportan los
padres que el menor es muy agresivo (se golpea a sí mismo y golpea a
otras personas), es hiperactivo con rasgos autistas y se masturba todo
el día. El diagnóstico y tratamiento alópata es el siguiente: lesión cere-
bral que afectó la zona del habla, rasgos autistas, presenta conducta
autodestructiva y es hiperactivo. Considerado paciente incontrola-
ble, agresivo y sin posibilidades de habla ni de escolarización. El tra-
tamiento médico considerado era variable; hace un año tomó media
cucharada cafetera de Encepabol 3 veces al día durante 3 meses, le qui-
taron ese medicamento y le dieron Atemperator 6 gotas antes de cada
comida y Melleril una vez cada noche media cucharada cafetera. A par-
tir de la ingestión de estos medicamentos el niño presentó más ausen-
tismos y agresiones, estos medicamentos los tomó por ocho meses.
Después el médico volvió a recetar Encepabol, por la mañana
media cucharada cafetera, y el niño continuó presentando las conduc-
tas antes mencionadas, incluyendo problemas de dolor de estómago,
estreñimiento, manchas blancas en la piel e insomnio.
TRATAMIENTO
Desde la primera sesión se dio masaje en espalda, columna y cue-
llo; se aplicaron balines en punto de alarma de riñón, hígado y cora-
zón: E36, DU20, C3 y C7, PC6, V59, y en oreja: corazón, hígado, riñón
y shenmen se dejaba para toda la semana. Todos los puntos son bilate-
rales. Se cambió su dieta alimenticia, se prohibió comer grasa, dulces,
embutidos y carnes rojas, se le pidió a la madre incluyera en su comida
muchas verduras, cereales y frutas (ya que casi no las consumía), y le
diera a tomar tónico cerebral todos los días en el desayuno, té de alca-
chofa en ayunas y té de valeriana en las noches.

• 238 •
Capítulo II: La Acupuntura

Se dieron 16 sesiones de una hora por semana. Al iniciar el trata-


miento no se suspendió la ingestión de medicamento, se fue disminu-
yendo gradualmente de acuerdo a los resultados, se esperó tres meses
para disminuirlo. Durante todo el tratamiento el niño no asistió a la
escuela, pero a los padres se les dio terapia.
RESULTADOS
Para la sexta sesión se le redujo la dosis del medicamento, se le
daba sólo ¼ de cucharada cafetera cada tres días; se espera que en
otras 10 sesiones se elimine el medicamento. Se extinguió el dolor
de estómago, el estreñimiento y las manchas blancas en la piel. Su
comportamiento cambió, el insomnio desapareció, la hiperactividad
disminuyó al igual que su conducta agresiva y su necesidad de mas-
turbarse (cambió porque se habló con los padres de que esta conduc-
ta había surgido por imitación y que ahora debían mantener al niño
ocupado en actividades manuales y propiciar la convivencia de su
hijo con otros niños). Empieza a balbucear e intenta comunicarse con
las personas que lo rodean, da indicios de comprender lo que se le
indicaba y de tratar de seguir instrucciones. Ahora viene a consulta
cada 15 días.

PACIENTE 4 Y 5
Dos adolescentes, uno de 13 años de sexo masculino y el otro de
15 años de sexo femenino, ambos con el mismo motivo de consulta:
los padres solicitaron terapia psicológica respectivamente reportando
comportamiento agresivo para con ellos y depresiones.
Condiciones de salud que presentaron las pacientes al iniciar la
terapia: aparentemente ambos adolescentes no manifestaban queja
alguna de su estado de salud, pero de acuerdo al diagnóstico de acu-
puntura presentaban dolor en punto de alarma de pulmón, riñón,
corazón, constricto de corazón, hígado, bazo e intestino grueso, tam-
bién se sentían cansados y con falta de apetito; el joven no estaba muy
bajo de peso pero la muchacha presentaba una pequeña anemia. En
lo psicológico se portaban muy agresivos con sus padres, se rehusa-
ban a ir a la escuela, a estudiar o hacer alguna actividad de trabajo en
casa o de diversión con la familia; su estado de ánimo variaba cons-

• 239 •
Zen, Acupuntura y Psicología

tantemente (tristeza, enojo, burla, alegría, pesimismo y frustración);


el joven se portaba rebelde y desafiante con sus padres manifestándo-
lo saliéndose a la calle casi todo el día y no obedeciéndolos; la mucha-
cha presentaba baja autoestima y optaba por no salir de su casa y no
convivir con gente de su edad ni con adultos. Antes de iniciar el trata-
miento fue necesario conocer su historia familiar para determinar el
motivo de su comportamiento y depresión: los padres del joven esta-
ban divorciándose; él permanece con su padre y su hermana con su
madre; sólo ve a ésta dos veces a la semana; el padre es alcohólico y
autoritario y la madre tiene carácter sumiso y dependiente. El motivo
de la separación es que el padre bebe y le falta al respeto a la señora.
En el caso de la muchacha el padre falleció cuando ella tenía 6 años;
su madre la abandonó durante un año dejándola bajo el cuidado de
sus abuelos maternos; al igual que sus hermanos fue maltratada ver-
bal y físicamente por el abuelo y los tíos; además, se enteró de que su
madre tuvo otra hija fuera del matrimonio durante el tiempo que los
abandonó, aspecto que provocó rencor.
El tratamiento duró 10 sesiones una vez a la semana de una hora
a hora y media, se utilizaron las siguientes técnicas:
Durante todas las sesiones se trabajó con terapia psicológica
para que ellos expresaran sus expectativas a futuro y lo que pensa-
ban de sus padres, hermanos y personas con las que estuvieran en
contacto (a manera de desahogo, expresar sus sentimientos afecti-
vos y de rencor); se trabajó con su autoestima a partir del reconoci-
miento y aceptación de su corporeidad, intelectualidad y expresión
de sus sentimientos. Alternadamente se aplicaron agujas de 30 a 40
minutos para relajarlos y equilibrar su energía en: puntos de alar-
ma de pulmón, riñón, corazón, constricto de corazón, hígado, bazo
e intestino grueso, así como, DU26, C7, B6, R3 y R7, H9 y yintan-
mig; en oreja se dejaban tachuelas en bazo, corazón, riñón y shen-
men. También se sugirió incluir en su dieta más alimentos naturales
como verduras, frutas y cereales, si era posible crudos, y evitar comer
harinas refinadas, carnes rojas y grasas. Las seis primeras sesiones
se indicó que tomaran té de diente de león o lo comieran crudo en
la ensalada y tomaran el tónico cerebral en ayunas. Por último, se
les dio masaje corporal en cuello, hombros, columna, constricto de
corazón y pies.

• 240 •
Capítulo II: La Acupuntura

RESULTADOS
Ambos adolescentes durante la sexta y séptima sesiones empe-
zaron a cambiar su actitud agresiva, disminuyó su depresión, se nota-
ban más relajados y seguros de sí mismos, trataban de convivir afecti-
vamente con sus familias y sobre todo de expresar sus sentimientos a
sus padres; al parecer ya tenían claros algunos sentimientos de rencor
y habían aprendido algunas maneras de hacer su vida más llevadera
y sobre todo de cumplir sus expectativas. No se logró por completo
que cambiaran su dieta alimenticia, y se continúa en la terapia pero
sólo cada 15 o 20 días para continuar motivando y dando estrategias
para llevar su vida y manejar sus sentimientos, así como sus conoci-
mientos e inquietudes sexuales. Las madres de ambos adolescentes se
encuentran en terapia personal para apoyar a sus hijos.

PACIENTE 6
Edad: 36 años; sexo: femenino; estado civil: separada con 2 hijos
adolescentes; ocupación: secretaria; motivo de consulta: terapia psi-
cológica por problemas emocionales (afrontar la situación de divorcio
con su esposo, manejo de la educación de sus hijos y de una relación
extramatrimonial).
Las condiciones de salud que presentó la paciente al iniciar el tra-
tamiento fueron: en lo que respecta a lo fisiológico tenía manchas en
la cara y brazos, problemas de estreñimiento, dolor de espalda y gas-
tritis. En lo psicológico, baja autoestima, deprimida y estresada.
El tratamiento continúa, hasta ahora se llevan 11 sesiones de una
hora a hora y media una vez por semana. Durante las tres primeras
sesiones se utilizaron las siguientes técnicas: masaje en pies, espal-
da y columna para quitar la tensión y ansiedad, después se le pidió
expresara sus angustias o problemas; se procedió a aplicar agujas en
puntos de alarma que más dolieron: pulmón, riñón, bazo, estómago,
corazón, intestino grueso y delgado; de la tercera sesión en adelan-
te se aplicaron agujas específicamente para los problemas fisiológicos
detectados, para equilibrar su energía, bajar la angustia y quitar la
depresión y estos fueron: puntos de alarma de corazón, bazo y estó-
mago, DU26, P7, constricto de corazón, C7, B7, E36, H2; en oreja se
dejaron tachuelas en bazo, corazón, riñón, shenmen y estómago. Se le

• 241 •
Zen, Acupuntura y Psicología

indicó que tomara té de eztafiate en ayunas alternando 15 días sí y 15


suspenderlo para quitar la gastritis, y una dieta de vegetales verdes,
frutas, cereales, miel y polen. Y se continúa con la terapia psicológica
retomando ejercicios de bioenergética.
RESULTADOS
Durante estas se sesiones se han obtenido los siguientes resul-
tados: las manchas de la cara y brazos están desapareciendo poco a
poco, ya no tiene gastritis, estreñimiento, ni dolor de espalda. Está
aprendiendo a afrontar sus problemas emocionales y a darles solu-
ción, así como encontrar estrategias para educar y expresar apoyo
a sus hijos; ya no está deprimida, ni estresada y empieza a elevar su
autoestima. Aún continúa su terapia psicológica bajo la técnica de
bioenergética, se siguen aplicando agujas en los puntos antes mencio-
nados y se tomarán en cuenta otros puntos dependiendo de la sinto-
matología que presente. Se dará masaje cada 15 días, se continuará
exhortando para que incluya en su dieta alimentos naturales y sobre-
todo que coma a sus horas.

PACIENTE 7
Edad: 39 años; Sexo: femenino; estado civil: viuda con 4 hijos,
tres adolescentes y una niña de 6 años; ocupación: comerciante; moti-
vo de consulta: solicitó terapia psicológica para ella y su hija (caso de
adolescente antes mencionada), manifestó que su interés personal
consistía en aprender a educar y expresar sus sentimientos a sus hijos,
así como afrontar y dar solución a problemas económicos, familiares
y emocionales (duelo del esposo, sentimientos de culpa por tener una
relación extramatrimonial y una hija de esta relación).
Condiciones de salud que la paciente presenta en la primera
sesión: reportó que se estreñía, tenía dolor en la vesícula y no dormía
bien. Psicológicamente se encontraba deprimida, estresada y con baja
autoestima.
El tratamiento continúa hasta ahora, sólo se llevan seis sesiones
de una hora a hora y media, una vez por semana. Se han utilizado
las siguientes técnicas: terapia psicológica, bioenergética con ejerci-
cios de regresión y arraigamiento sólo en cuatro sesiones. Aplicación

• 242 •
Capítulo II: La Acupuntura

de agujas en puntos de alarma que más dolieron: constricto de cora-


zón, corazón, bazo, estómago, vesícula biliar, hígado, intestino grueso
y delgado, durante las dos primeras sesiones. A partir de éstas se apli-
caron agujas para contrarrestar su estreñimiento, su dolor de vesícu-
la, relajarla y equilibrar su energía (DU20, B7, E35 y E36, H2, VB43
y VB63, constricto de corazón, punto de alarma de bazo, estómago,
riñón, vesícula biliar, shenmen e hígado). También se ha dado masa-
je en pie y constricto de corazón sólo en dos sesiones. Se han dado
sugerencias en el cambio de su alimentación para que no coma grasas,
productos de refinados, embutidos, carnes rojas y picantes, debiendo
tomar jugos de frutas, vegetales verdes, cereales, tomar té de eztafiate
en ayunas para el estreñimiento 15 días sí y 15 descansar y té de ajen-
jo para el hígado y vesícula biliar dos veces al día por 15 días.
RESULTADOS
Durante estas sesiones se han obtenido los siguientes resulta-
dos: la paciente reporta que ya no sufre de estreñimiento, se siente
más relajada y ya puede dormir de 7 a 8 horas, el dolor de vesícula
ha disminuido; aunque todavía no se cura por completo se espera que
durante otras tres sesiones se eliminen las molestias, siempre y cuan-
do cumpla con lo establecido en la dieta; empieza también a afrontar
sus problemas familiares, a aprender a educar y a expresar sus senti-
mientos a sus hijos, a ser más segura de sí misma, a resolver el duelo
de su esposo, pero aún falta que resuelva algunas culpas como su rela-
ción extramatrimonial, el nacimiento de su hija fuera del matrimo-
nio, sacar rencores y elevar más su autoestima.

PACIENTE 8
Edad: 43 años; sexo: femenino; estado civil: divorciada con tres
hijos jóvenes; ocupación: maestra, motivo de consulta: presenta sín-
tomas de menopausia prematura (sudoración, desesperación, agota-
miento y cambios constantes de estado de ánimo), síntomas de infar-
to (pierde la fuerza del brazo izquierdo y siente calambres en el pecho),
además de ser hipertensa y haber sufrido tres desmayos en dos meses
antes de asistir a consulta. Los antecedentes médicos reportan que la
paciente tiene un soplo en el corazón y ha presentado tres microinfar-

• 243 •
Zen, Acupuntura y Psicología

tos; fue operada de la vejiga hace tres años y de la vesícula, hígado y


páncreas hace 15 años; le detectaron hace cinco años cáncer en el ova-
rio derecho el cual fue extirpado; hace un año y medio se le paralizó el
riñón, sufrió de tifoidea y cólera.
Condiciones de salud que presenta la paciente al iniciar el tra-
tamiento: sobrepeso, dieta alimenticia no balanceada, presión alta
150/80, taquicardia, dolor de estómago, cuadro gastrointestinal,
riñón inflamado con problemas para orinar, dolor de cabeza y sudora-
ciones constantes. En lo referente a lo psicológico presenta inestabili-
dad en su estado de ánimo, estrés y desesperación.
El tratamiento duró 12 sesiones de una hora a hora y media,
una vez por semana. Se utilizaron las siguientes técnicas: en la pri-
mera sesión se dio masaje en punto de constricto de corazón, pies y
espalda; en la segunda se aplicaron agujas en puntos de alarma que
más dolieron (pulmón, hígado, vesícula biliar, bazo, riñón, intesti-
no grueso, vejiga, triple calentador, constricto de corazón y punto de
alarma de corazón, estos dos últimos aplicados a 45 grados); ya para
la tercera sesión se procedió a aplicar agujas para controlar los sín-
tomas de menopausia prematura y problemas de corazón (C7, cons-
tricto de corazón, punto de alarma de corazón a 45 grados; B5 y B6,
R3 y R5, H2, H7, IG4, E36, triple calentador y 4 cun abajo del ombli-
go y cuatro bilaterales y en oreja hormona, hígado, surco hipotensor,
riñón y shenmen). Además, se le recomendó dejara de comer azúca-
res, alimentos refinados, grasas y carnes rojas, y que incluyera en su
dieta más vegetales verdes crudos antes de la comida, que en ayunas
tomara una cucharada de polen y una capsula de jalea real durante un
mes. Por último, se indicó que tomara dos veces al día té de milenra-
ma combinado con ortiga blanca. En todas las sesiones se dio terapia
psicológica a nivel de plática para que ella tratara de expresar todos
los problemas que le aquejaban, buscara de que manera solucionarlos,
identificara sus expectativas de vida y fuera desarrollándolas.
RESULTADOS
Al concluir el tratamiento la paciente reportaba que ya no sentía
bochornos, ni dolor en el pecho, no sudaba, no se fatigaba al caminar o
al subir escaleras, su estado de ánimo ya era estable, la presión estaba
normal 110/80 de acuerdo a su peso y a su edad, no presentaba taquicar-

• 244 •
Capítulo II: La Acupuntura

dia, se quitó el dolor de cabeza, se desinflamó el riñón y estómago (des-


apareció la gastritis). Subió su autoestima, aprendió a sobrellevar sus
problemas emocionales personales con sus hijos y en el trabajo. Se conti-
nuará con el tratamiento antes mencionado para controlar su problema
cardíaco, de riñón, estómago y menopausia prematura cada 20 días.

PACIENTE 9
Edad: 51 años; sexo: femenino; estado civil: casada, tiene tres
hijos; ocupación: se dedica al hogar; motivo de consulta: desea con-
trolar su diabetes (desde hace 5 años la padece, no recuerda el nombre
del medicamento que toma para regular su nivel de glucosa), su pre-
sión arterial y su problema de circulación. Historia clínica: es hiper-
tensa con probabilidad de presentar infarto, toma dos medicamen-
tos para controlar su presión (Lotresorcio 100 y Grotón), tiene que usar
imanes para estabilizar su ritmo cardíaco, presentó parálisis facial, es
muy nerviosa lo cual altera su presión.
Condiciones de salud que presentó en la primera sesión: presión
alta 140/90, ritmo cardíaco acelerado, dolor en el pecho (tenía en su
pecho los parches), nivel de glucosa de 160, cuadro gástrico, demasia-
do estresada y tensa (ya que un hijo de ella presenta una enfermedad
degenerativa).
TRATAMIENTO
Se realizaron 14 sesiones de una hora a hora y media, una vez por
semana; en la primera se dio masaje en pecho, pies y espalada para
relajarla, se dejaron tachuelas en oreja en los puntos de surco hipo-
tensor, riñón, corazón y shenmen, se le indicó, que tomara todos los
días en ayunas un licuado de sábila (1 trozo), el jugo de un limón,
medio nopal, y una rebanada de piña sin el corazón para regular su
glucosa, que tomara té de manita roja combinado con palo de Brasil
para la circulación; quitamos de su dieta alimentos refinados, grasas
y carnes rojas sustituyendo por un mayor consumo de vegetales ver-
des, polen y amaranto; en la segunda sesión se dio masaje en pecho,
espalda, hombros y se aplicaron agujas en puntos de alarma que más
dolieron (constricto de corazón y corazón a 45 grados, los demás a 90
grados como riñón, bazo, hígado, triple calentador, vejiga, estómago e

• 245 •
Zen, Acupuntura y Psicología

intestino grueso; de la tercera sesión en adelante se aplicaron agujas


en B6 y B7, puntos de alarma de corazón a 45 grados y 1 cun bilateral;
en oreja bazo, corazón, riñón, punto hipotensor y shenmen, en algu-
nas ocasiones se colocaron agujas en otros puntos dependiendo de los
síntomas que presentara la paciente). Por último, también se utilizó la
terapia psicológica a manera de plática para que ella expresara los pro-
blemas que le aquejaba y buscaba la manera de solucionarlos.
RESULTADOS
La situación final de la paciente fue: bajó su nivel de glucosa a 145,
su presión a 120/180, la taquicardia disminuyó, el dolor de estómago
producido por la gastritis desapareció, al igual que el dolor en el pecho,
disminuyó la inflamación en sus piernas y pies, se estabilizó su estado
de anémico, empezó a sobrellevar la situación de su hijo. Se continua-
rá con el tratamiento cada 20 días para seguir armonizando y estabi-
lizando su nivel de glucosa, presión arterial y control de circulación.

PACIENTE 10
Edad: 49 años; sexo: femenino; estado civil: viuda, tiene 8 hijos;
ocupación; secretaria; motivo de consulta: tic en párpado y boca y
problemas de hipertensión. Historia clínica: presentó parálisis facial
hace 3 años, ahora el reporte médico indica que es posible que vuelva
a presentar otra, es hipotensa y presenta problemas de circulación y
se le inflaman los pies.
Condiciones físicas y psicológicas que presenta la paciente al ini-
ciar el tratamiento: tic en párpado y en boca, presión baja (es hipoten-
sa 100/60), dolor de estómago (por gastritis), dolor de cabeza, estado
de ánimo inestable, nerviosa y estresada.
TRATAMIENTO
El tratamiento duró 10 sesiones de una hora a hora y media, una
vez por semana; en la primera sesión se dio masaje en corazón, cons-
tricto de corazón, cuello y cara; se aplicaron agujas por 30 minutos
en puntos de alarma que más dolieron (pulmón, constricto de cora-
zón, corazón, estómago, hígado, intestino grueso y triple calentador
y en oreja: corazón, riñón, estómago, shenmen y punto de hiperten-
sión); se dio indicación para cambio alimenticio (no consumir carnes

• 246 •
Capítulo II: La Acupuntura

rojas, grasas, lácteos, alimentos refinados e irritantes; consumir vege-


tales verdes crudos, cereales, frutas frescas y secas, miel, polen y ama-
ranto); se pidió tomara todos los días en ayunas té de eztafiate, té de
zarzaparrilla como agua de uso y tónico cerebral. En las sesiones res-
tantes se aplicaron agujas en los puntos de alarma estómago y vejiga,
DU20, 1cun debajo de E36, H3, E4, yuyao extra; y en oreja: corazón,
bazo, estómago, shenmen y punto de hipertensión, en algunas ocasio-
nes se combinaron puntos como: E6 y E7, sanjiao, shaoyan 17, VB14 y
VB20, IG4 e ID18 dependiendo de los resultados. Se continuará con-
trolando su alimentación. También se utilizó terapia psicológica para
que la paciente expresara los problemas que le generaban tensión y
aplicara algunas alternativas de solución.
RESULTADOS
Al concluir el tratamiento la paciente reportó que ya no le dolía
la cabeza ni el estómago (se controló la gastritis); se estabilizó la pre-
sión arterial; y el estado de ánimo; desapareció el tic de boca y ojo, así
como el estrés y el nerviosismo.

PACIENTE 11
Edad: 76 años; sexo: femenino; estado civil: viuda; tiene 7 hijos;
motivo de consulta: controlar su diabetes, presión (hipertensa), dolor
de estómago (por gastritis), parálisis facial (sólo presenta dolor de
cabeza, dificultad al contraer y levantar la ceja, ojo semi-cerrado y
lagrimeo). Diagnóstico médico: desde hace 10 años la paciente toma
Alfametildopa para controlar su hipertensión y Di-euglucón M. para
controlar su diabetes y reporta que hace dos años tuvo parálisis facial
con problemas de desviación del filtrum, ojo cerrado y cefalea.
Condiciones de salud de la paciente al iniciar el tratamiento:
inflamación del estómago, nivel de glucosa alto 180 y presión alta
150/80, parálisis facial con problemas para abrir el ojo, lagrimeo y
cefalea; estaba muy nerviosa, decaída y estresada.
TRATAMIENTO
Sólo se llevan tres sesiones de una hora a hora y media una vez
por semana; en la primera se dio masaje de constricto de corazón,
corazón y pies; se aplicaron agujas en puntos de alarma que más dolie-

• 247 •
Zen, Acupuntura y Psicología

ron (corazón, constricto de corazón, hígado, bazo, estómago, intes-


tino grueso, vejiga, corazón y shenmen; se dieron indicaciones para
cambiar dieta, no comer grasas, lácteos, productos refinados (harinas
ni azúcares); que sí consumiera vegetales verdes, nopal, tuna, ama-
ranto y polen, se indicó tomara un licuado en ayunas preparado con
un trozo de sábila, una rebanada de piña, el jugo de un limón y medio
nopal para controlar la diabetes. Y para controlar la presión y mejorar
la circulación tomar té de manita roja y palo de Brasil. A partir de la
segunda sesión se aplicaron agujas en puntos específicos para el tra-
tamiento de sus padecimientos: punto de alarma de estómago, VB1
y VB20, V1, V2, sanjiao shaoyang 23 y 27 y yuyau extra. En oreja se
puso en corazón, bazo, riñón, estómago, punto de hipertensión y ojo;
se continuó dando masaje en pecho, espalda y pies, asó como la dieta.
RESULTADOS
Para la tercera sesión los resultados han sido lentos pero satis-
factorios, ya no presenta dolor de estómago (se controlo gastritis), la
presión es de 130/80, los niveles de glucosa disminuyeron a 170, al
igual que el dolor de cabeza, abre un poco más su ojo y logra contraer
la ceja, empieza a dejar de lagrimear. Por último, ha bajado su tensión
nerviosa y su estrés.

PACIENTE 12
Edad; 46 años; sexo: masculino; motivo de consulta: cirrosis
hepática severa. Diagnóstico y tratamiento alópata: etapa terminal.
Toma los siguientes medicamentos: Aldaton, Calioliti, Daxis y Metux.
Sus condiciones de salud son muy deprimentes: hígado deshecho al
igual que riñón, testículos caídos, infección en vías urinarias, gastri-
tis, inflamación del cuerpo y caída de piel (soriasis).
RESULTADOS
No se pudo llevar a cabo la curación ya que su cuerpo y órganos
vitales estaban en completa destrucción, sólo se estaban poniendo
tachuelas en oreja, riñón, corazón y bazo para ayudarlo a morir bien.
Al igual que prohibirle por completo que comiera carne, grasas, pro-
ductos refinados (harinas y azúcares), condimentos, alcohol y cigarro,
y que comiera vegetales verdes, cereales y polen.

• 248 •
Capítulo II: La Acupuntura

ANÁLISIS Y CONCLUSIONES

Algunos resultados de pacientes no son definitivos, sólo hay avances


de cómo se encuentran actualmente, de ahí que no concluyen plena-
mente, pero con lo que se obtuvo pude darme cuenta de que en muchos
pacientes, como en mí, es errónea su manera de pensar o actuar. Per-
sonas que forman parte de esta cultura occidental y en especial de la
sociedad mexicana citadina a la que pertenezco, han abandonado su
cuerpo y la salud física, mental, emocional y espiritual que todo ser
humano debe tener y desarrollar, por dar prioridad a la obtención de
riquezas, por buscar el reconocimiento social para elevar el ego y así
fantasear que son superiores a partir de un conocimiento falso de lo
que es el vivir satisfactoriamente. La tecnología ha traído enfermeda-
des, contaminantes, malos hábitos alimenticios, pereza mental y cor-
poral, deterioro de los sentimientos, emociones, energía, desunión,
deseos de poder, explotación de la mano de obra y pobreza. No estoy
en contra de la ciencia ni de la tecnología, estoy en contra de aque-
llos que la utilizan para controlar a las grandes masas propiciando el
deterioro de la condición humana; como ejemplo tenemos el área de la
salud, que para muchos “profesionales” en la rama es un gran negocio,
olvidando por completo su compromiso y responsabilidad de curar al
otro y enseñarlo a vivir con calidad no con cantidad. Esta perspectiva
de ver la vida surgió a partir de haber presentado una enfermedad que
me imposibilitó durante dos años el poder hablar (tumor en la cuer-
da vocal izquierda) y que me generaba tensión por el hecho de saber
que posiblemente podía degenerar en cáncer y tendría que llevar, de
acuerdo a la opinión de los médicos alópatas, un tratamiento que sólo
iba a servir para prepararme a la operación. Ésta tenía un costo muy
elevado al igual que el tratamiento, además de deteriorar mi organis-
mo, ya que el medicamento también afectó a otros órganos provocán-
dome afecciones en el riñón y estómago. No es que esté en contra de la
medicina alópata o que yo establezca que no sirve para curar, simple-
mente pude comprobar que en la actualidad este tipo de medicina es
muy costosa y los médicos en su afán de obtener riquezas distribuyen
medicamentos irracionalmente provocando consecuencias severas en
el organismo hasta el grado de alterar el sistema nervioso y propiciar
enfermedades mentales. Esta situación me llevó a buscar otras alter-

• 249 •
Zen, Acupuntura y Psicología

nativas, sobre todo en la medicina natural permitiendo revalorar mi


salud física, mental y estar consciente de que para poder tener cali-
dad en esta vida debía aprender a curarme por otros métodos natu-
rales que le permitieran a mi organismo generar la cura desde la raíz
de la enfermedad, ya que este tipo de tratamiento permite realizar
una cura desde el interior del cuerpo (emociones) hasta armonizar
cada uno de los órganos de éste, porque nos permite contactarnos con
nuestro medio natural. Por ello también me fue posible hacer cambios
en mi forma de vida y actitud, ahora estoy consciente de que no debo
aferrarme a seguir llevando una vida conflictiva para con mi persona
o para con los otros, ya que este es uno de los principales motivos por
los cuales deterioré mi salud. También comprendí que de continuar
así jamás podría entender la problemática psicológica que aquejara a
cada paciente que acudiera a mí, ni estaría cumpliendo con el objetivo
que yo me había fijado como psicóloga “preservar las salud mental de
los individuos para mantener en buenas condiciones la salud física de
éstos”
A partir de ésta experiencia fue como logré entender que debía
establecer una empatía con el paciente, ya que yo no estaba exclui-
da de los problemas y enfermedades que quejan a nuestra sociedad y
sobre todo que yo había pasado por muchos conflictos existenciales
como muchas de las personas que acuden a terapia psicológica.
El tener esta postura me ha permitido que el paciente encuentre
la cura dándole como alternativa métodos naturales que le ayuden a
mejorar su calidad de vida, estén a su alcance económico, sean feli-
ces de conseguir y sobretodo no sean contraproducentes para la salud,
además de ayudarle a encontrar solución a sus necesidades afectivas, a
sus problemas emocionales, familiares o de convivencia con los otros.
En mi posición como curadora he podido observar en la mayo-
ría de mis pacientes que desde pequeños se les educó para seguir el
mismo patrón; en el caso de los niños que atendí pude observar que
las principales causas de sus enfermedades o problemas de aprendiza-
je se debían a la deficiente alimentación que las madres llevaron desde
su procreación hasta la actualidad, a la frustración que los padres
depositan día a día en sus hijos (al no haber deseado que nacieran),
al exigirles que cumplan con las expectativas que ellos no cumplie-
ron y hacerlos que pierdan todo contacto con su medio natural; con

• 250 •
Capítulo II: La Acupuntura

los adolescentes se da el caso de adaptarse a las normas y obligacio-


nes que los adultos les exigen sin tomar en cuenta que ellos tienen
una decisión propia y valores ya establecidos por sus vivencias desde
niños al aprender de sus padres cómo debe ser la convivencia en pare-
ja y en su sociedad (que no es satisfactoria que digamos); en los adul-
tos se pueden observar las consecuencias de una vida con frustracio-
nes e insatisfacciones como personas y maltrato del cuerpo, así como
de lo difícil que es desprenderse de todo lo material; en la vejez uno se
puede dar cuenta que los cuerpos están ya deteriorados, que se busca
la cura sólo como medio de sobrevivencia, pero sin expectativas por-
que es en esta etapa donde analizan su pasado y sólo les queda el arre-
pentimiento; por último, en el caso del paciente que mencioné ante-
riormente (en etapa terminal), pude observar que era mucho su deseo
por vivir pero él descuidó y maltrató su cuerpo y espíritu y esto lo
llevó a una agonía lenta y dolorosa. Éste y los otros casos me dieron la
oportunidad de hacer conciencia y revalorar la salud personal y tam-
bién me hizo pensar y sentir que debo aprender a planear mi futu-
ro y determinar qué tipo de personas quiero procrear, qué expectati-
vas y alternativas de vida debo enseñar, partiendo del conocimiento
de mi persona y de la calidad de vida que debo tener, así como del
compromiso y responsabilidad que tengo como curador al brindar al
otro la oportunidad no sólo de que sane sino de que aprenda a curarse
por medios naturales, a dar calidad y satisfacción a su vida personal,
familiar y social sin conflictuar su existencia ni generarse enfermeda-
des más severas. El lograr esto propiciaría también un cambio social,
la conservación de la humanidad y de los demás seres vivos.
También estoy consciente de que debo prepararme más para cum-
plir mis expectativas y no me refiero sólo a lo académico sino princi-
palmente a mi desarrollo espiritual que espero encontrar por medio
de la meditación Zen. También, espero que al atender pacientes pueda
reflejar que a partir del cuidado de mi salud y equilibrio de mis emo-
ciones logré mejorar mi vida pudiendo ser un ejemplo para que eleven
la suya.

• 251 •
ENTRE LAS SOMBRAS
DEL CUERPO Y DEL ALMA
Patricia Flores Arellano

N
o sé qué pasa, el ruido ensordecedor hace palpitar mi cabe-
za, el cuarto da vueltas, mis pensamientos giran en espiral,
un agudo dolor clavado en el vientre, hay un gran peso en mi
espalda, un fuego quema mi vientre y sube hasta mi garganta que-
riendo salir en un grito de dolor. He preguntado y me han dicho que
ciertamente estoy enfermando, pero, ¿de dónde viene esta enferme-
dad?, ¿va a permanecer o se retirará?, traté de dormir e incluso supri-
mir a este enemigo a cualquier precio, pero me di cuenta que seguía
con esta existencia fragmentada, y me cansé de escuchar mil voces, de
luchar contra mi cuerpo, y un día escuché que: ‘El cuerpo es un “docu-
mento” vivo’, la solución a este malestar no estaba en otro lugar sino
en mí, pero cómo es que se llega a ser un documento, si un documen-
to es una recopilación de información, datos, fechas, acontecimien-
tos que dan como resultado una historia, y si yo soy dicho documento
vivo: ¿Cómo saber mi historia? Sabía que tenía que hacer una reco-
pilación de mi vida, pero me resultaba sumamente difícil porque en
mi historia había cosas que no quería ver y fue entonces cuando pedí
ayuda y encontré otras alternativas de curar el cuerpo como la acu-
puntura, masajes, cambio alimenticio, con la finalidad de poder hacer
un proyecto de vida. Descubrí que ya no veía a mi cuerpo como algo
extraño que al sufrir una descompostura podía sustituirse con injer-
tos, operaciones, medicamentos, etcétera; por el contrario, me podía
convertir en un cuerpo mutilado tanto externa como interiormente,
reduciendo emociones, pensamientos y sentimientos sólo a acciden-

• 252 •
Capítulo II: La Acupuntura

tes que tienen remedio con un analgésico. Ahora al sentirme más libre
de tensiones puedo abrir mis sentidos a nuevos caminos y en uno de
ellos me encontré una casa, en ella había un cuarto con siete espejos,
el lugar era obscuro y frío, el cuarto era redondo, no había más que
espejos distribuidos en círculo y cada uno estaba sostenido por una
base de madera vieja y húmeda. Reflejaban cosas distintas, las imáge-
nes salían de ellos, pero ninguno recibía imagen alguna, me acerqué al
primero y descubrí en él a una señora de aproximadamente 47 años,
decía llamarse Consuelo, era un cuerpo fuerte, tan fuerte que parecía
cargar en la espalda una coraza, pero era tan pesada que su posición
erguida dejó de ser vertical desde hace mucho, pregunté qué guarda-
ba con tanto recelo en esa coraza, lloró y el llanto empezó a aclarar el
espejo, en seguida escuché otra voz:
—Me llamo Clara, tengo 50 años —dijo con voz fuerte para que
alguien escuchara—. Me siento muy mal, a esta edad uno se siente
inútil, ya nada es igual, ahora vivo con mi marido el cual ha intenta-
do dejarme ya cinco veces, yo sé que no puedo vivir sin él, pero voy a
ser sincera, no lo soporto, pero ahora con estos bochornos, dolores de
cabeza, insomnio, presión alta, necesito de alguien que esté conmigo,
y creo que ya me resigné a vivir con él, creo que lo odio y me arrepien-
to de haberme casado, pero lo prefiero a estar sola.
En este momento Consuelo dejó de llorar y dijo:
—No siento apoyo de nadie, creo ser una carga para mis hijos, no
sé para qué me casé, preferiría estar sola, pero mi mayor miedo es lle-
gar a la vejez causando lástimas.
Y alguien contestó:
—La lástima no asegura que te ayudarán.
Volví mi mirada al espejo de donde provenía esa voz. Era una
señora muy obesa de aproximadamente 120 kilos, con mirada tris-
te, ojos rojizos, piel amarilla, voz entrecortada, me pareció alguien
asfixiándose dentro de ese cuerpo, sus piernas dejaban ver esas venas
queriéndose salir de la piel a punto de reventar de tanto peso, en ese
momento recordé que el cuerpo es un documento vivo y que la histo-
ria de éste podría ser de un abandono total, de por lo menos 30 años,
y pregunté qué era lo que ella quería ahora, y ella respondió:
—¿Ahora? Dejar de causar lástima, pero creo que yo misma me
tengo lástima por creer que criar hijos y darles todo era lo mejor, y

• 253 •
Zen, Acupuntura y Psicología

el pensar que cuando crecieran iban a ser como yo quería y mi vida


se volvieron ellos, y viví en cada uno de ellos sus errores, sus éxitos,
y ahora que ya son capaces de tomar decisiones, yo trataba de seguir
viviendo en ellos, pero un día uno de ellos me dijo: “Es mi vida, tú no
te metas”, y otro: “Yo sé cómo manejar mi vida”, y en ese momento me
di cuenta que yo no tenía nada y fue cuando volví mis ojos a mi vida
y descubrí que di todo y me quedé sólo con varices, presión alta, crisis
asmáticas (hasta cinco por día) acompañadas de desvanecimientos y
pérdidas de la conciencia, que por cierto hartaba a mis hijos cada vez
que me sucedía, sé que daba lástima, pero he vivido con ella muchos
años y no ha servido de nada, creo que no es suficiente y creo que
tengo que hacer algo para no terminar de destruirme y quiero dejar de
sentir mi cuerpo como un lastre.
En ese momento una voz contestó:
—Yo creo que la pérdida de alguien puede hacer que no sólo el
cuerpo sino la vida se vuelve un lastre, yo soy viuda, mi marido acaba
de fallecer de leucemia y siete meses después un judicial mató a mi
hijo de diecisiete años con una bala en la mandíbula. Ahora yo a mis
43 años creo que la vida se acabó, mis demás hijos casados están bien
y yo vivo sola, no duermo, velo noches enteras, tengo fuertes dolo-
res de cabeza, mareos y vómitos, me han dicho que es migraña, no
me interesa porque a veces oigo a mi viejito que me dice: “Martha, no
estás sola, yo esto contigo”. Yo no sé si estoy loca, pero sí creo que me
acompaña y está conmigo al igual que mi hijo Carlos y por eso prefiero
estar en la casa que salir a algún lado.
—Eso es lo que te hace daño —se escuchó una voz—. Debes
hacerte a la idea de que mi hijo ya no está con nosotras, y es cierto,
yo siento lo mismo e incluso tengo los mismos achaques que tú y me
parece curioso que después de compartir el amor de mi hijo ahora ten-
gamos que compartir esta soledad y una enfermedad, yo he aprendi-
do a vivir sola y sé que es muy duro pero a veces es necesario para que
uno valore lo que tiene.
—Es cierto —habló el último espejo que faltaba.
Su voz era de una anciana y al verlo corroboré que era la más
grande de todas, tenía 85 años, extremadamente delgada, reposaba
en una cama en la cual se dejaban ver sus pies hinchados con algunas
zonas con tonos negros y morados, la señora continuó:

• 254 •
Capítulo II: La Acupuntura

—Me llamo Juana, recuerdo que trabajé mucho para ahorrar


dinero cuando llegara a la etapa de mi vejez y ahora estoy en ella y
de nada me sirve el dinero. No puedo caminar, tengo ácido úrico en
las piernas, presión alta, y hace poco me dijeron que tenía un proble-
ma de osteoporosis severo. Ahora me doy cuenta de que no disfruté lo
que podía en su momento, por el contrario, exploté mi cuerpo utili-
zándolo como herramienta de trabajo y dejé de sentirlo, me olvidé de
él, creyendo que así podía seguir viviendo y al no atenderme me doy
cuenta que negué mi historia personal con problemas no resueltos y
mi vida no es lo que yo esperaba, y ahora me es muy difícil aceptar
y darme cuenta de que nunca pude alcanzar el bienestar y el senti-
do de mi vida porque lo buscaba en mi familia, me fui apropiando de
cada una de sus vidas, generando como consecuencia el olvidar que
yo tenía una vida propia y que era en la que debía de esperar cam-
bios, y sé que al no hacerlo simplemente no pasaba nada, era como un
despertar cotidiano: “Un día despierto y soy consciente de que esta
angustia, dolor y enfermedad siguen aquí conmigo martirizándome
y no se quieren ir, y a veces prefiero pensar que todo sigue siendo un
sueño, cierro los ojos y decido dormir y al volver a despertar sigue ahí.
¿Qué pasa? Me levanto y siento un cuerpo cansado, nada distinto al
de hace siete años, todo igual, me acerco al espejo y busco algún indi-
cio de enfermedad, pero no, no veo nada más que ese cuerpo frente a
mí, igual que siempre, sí, un poco cansado, un poco ojeroso, un poco
pálido, nada raro, pero al mirarlo a los ojos creo que ya me cansé de él
o, ¿será que él ya se cansó de mí?
Lo único que pude pensar en ese momento fue el que pocas veces
queremos mirarnos en ese espejo. ¿Por qué? Será que tenemos miedo
de encontrarnos con un yo desconocido, ajeno y casi siempre negado,
sin embargo, siempre hay posibilidades de verse y hacer cambios o de
cerrar los ojos y seguir durmiendo, ya que ese espejo no es otra cosa
que la vida y al verla nos lleva a cuestionarnos: ¿Cómo estoy viviendo?
¿Me gusta lo que hago? ¿Qué quiero cambiar? ¿Cómo hacerlo? Quitar
esos fantasmas (miedos), finalmente, nos lleva a generar expectativas
más reales de vida.
En ese momento y sin darme cuenta los espejos empezaron a
reflejarse unos a otros y observé que al hablar de su vida, escucharse
y escuchar a otros, al expresar sus miedos y frustraciones los espe-

• 255 •
Zen, Acupuntura y Psicología

jos se iban aclarando, las imágenes se hacían más nítidas y creo que
al hablar de su vida pudieron darse cuenta de su historia que era una
sola, el abandono corporal, por lo que se permitieron conocer nuevas
alternativas en la búsqueda de esa “cura” recurriendo todas a la acu-
puntura, masaje y generando cambios en su alimentación, por lo que
están en una reestructuración de su vida. Finalmente, el haber com-
partido un poco de su historia personal pudo permitir un crecimiento
en cada una de ellas y descubrí que en mí sucedió algo similar, ya que
encontré un espejo y supe que era el mío, no había nada, pero sé que lo
que pueda haber ahí más adelante, sólo será lo que yo quiera.

• 256 •
CAPÍTULO III

LA PSICOLOGÍA
POEMA
Lucila Velasco Arestegui

Es tan triste ver que una pastilla sea tu compañera cada noche, quien
te hace dormir, quien te acaricia, a quien esperas todas las noches,
quien entra por tu boca y se convierte en un beso para poder dormir.

Es tan triste ver que el dolor que recorre tu pecho y sube hasta la nuca
pretenda ser su mano, su mano tibia que no supo tocar tu pecho, besar
tu nuca y se convierte entonces en dolor.

II

Es tan triste ver que el frío que guarda tu cuerpo no llegó de los vien-
tos, de las salidas irresponsables de los baños de vapor: “Antes cuando
era más joven no tenía que usar estas mangas largas”. No, yo sé que
ese frío no se quedó por eso, si tan sólo él hubiera calentado tu cuerpo,
si una caricia hubiera sacado esos fríos, pero él no supo, o no pudo. El
frío está en tus muñecas, en tus codos, tu cadera, tus rodillas, invade
todo, y yo lo saco con un cigarro de moxa, pero el otro frío, el otro se
queda, ése yo no lo podré sacar.

• 259 •
Zen, Acupuntura y Psicología

III

Quisiera tener en mi boca tu nombre


qué necesidad de verse en el reflejo de otros ojos
de sentir a través de otro cuerpo
siendo uno solo y retornar a uno mismo
mujeres mal amadas
hombres mal amados
qué estupidez estar tan solos estando tan cerca.

IV

Los astros nos enseñan movimiento


hay otra armonía, busquemos dentro, busquemos fuera.
Qué triste ver que tu corazón se envenenó,
que pretendes comprar lo que simplemente se da.

Qué triste ver que dejaste entrar el miedo, que pretendes


enjaular tu corazón, que creíste que te traicionaron, que
pareces de hielo.

Que triste ver que eres a través de él.

Qué triste ver que el terror paralizó tu corazón, tu decisión,


tu voluntad. Una pistola en tu cabeza que se ha quedado
apuntando.

Qué triste ver tu miedo, tu miedo de ver y de sentir al que


crees que pudiste matar, porque en verdad no ha muerto y
exige revelarse.

• 260 •
Capítulo III: La Psicología

VI

Asististe al funeral y después al entierro, creíste estar seguro de haber


puesto sobre la caja la loza más pesada, cubriste el montoncito de
tierra con mil flores, invitaste amigos y a tu familia, fuiste cómplice en
el asesinato y tú mismo lo enterraste. Tal vez todos creyeron la farsa,
todos menos tú, sabes que vive y te exige salir. ¿Es que creíste que se
podía uno morir en partes? ¿Creíste que podías vivir sin corazón? Y
yo me pregunto: ¿Quién ganará esa lucha? La vida siempre gana. Tus
ojos lo anuncian.

VII

“Amigo, es que tú eres todo corazón”. Qué triste ver cómo ella va
buscando por la vida con el ansia siempre de encontrar. Busca en una
cara, en el peligro, en la luna, bajo el mar en otro país, levantando una
piedra, en el bolsillo del pantalón. Con una mano abierta te dio todo
y más de lo que tú buscabas, qué pena pero tú no lo viste, porque en
ese momento creíste que lo que buscabas era algo que sentías entre el
pie y tu zapato. ¡Ay amiga! todavía no te das cuenta que sólo era una
piedra. Él tiene la mano abierta pero creo que no serás tú quien tome
lo que te quiso dar.

VIII

Qué triste ver cómo castigas lo único que tienes, lo único que te
llevarás: ¿Quién te dijo que gozar estaba prohibido? Qué triste es
en verdad que no defiendas lo tuyo, que desprecies así la vida, que
desprecies así la muerte. Ella se irá y tu vergüenza con ella.

• 261 •
Zen, Acupuntura y Psicología

IX

Sólo segundos en estas vidas


que no quedarán fijos
con una llavecita abres la puerta de las mil puertas
cada uno de ellos la llave colgada en el pecho
Sólo hay que señalárselas
y tal vez ellos quieran abrirla
sólo es un segundo
sólo un segundo, de un mes, de un año, de una vida.

SER

Hoy de pronto el sol volvió a ser él,


primero no era
después la curiosidad, el descubrimiento.
Hoy que desperté me di cuenta
que hoy es, no dejo de sorprenderme,
pero hoy es, hoy soy.

• 262 •
EL CUERPO HUMANO
Y LA PSICOLOGÍA:
algo para pensar
Sergio López Ramos

A todo se acostumbra el cuerpo humano


menos a no comer.

E
l cuerpo humano es una de las fuentes de acumulación de rique-
za más extraordinarias que hemos podido conocer en este pla-
neta. Una riqueza que va desde la mercadotecnia barata y sofis-
ticada, hasta ser un instrumento de placer y de trabajo espiritual. Es
asimismo, uno de los “documentos” vivos más importantes de la Tie-
rra. También lo es, después de muerto. Su importancia es la misma
para poder comprender el presente y el pasado. Se ha constituido en
el objeto de disputas sobre su conocimiento, dominio y control. La
importancia de lo corporal para los grupos religiosos, los científicos,
los artistas, los comerciales y los servidores públicos y los políticos,
es de significados diferentes, zonas específicas. Podemos imaginar-
nos los dibujos de las reses en las carnicerías, donde se indican tipos
de corte y calidad de la carne. Así me imagino el cuerpo humano hoy
en día, dividido por profesionales que se disputan órganos y eso hace
perder perspectiva sobre el sujeto social; la fragmentación corporal
contemporánea, entraña una epistemología de la atomización y la
superespecialización. Ésta se acompaña de una representación social;
de lo que debe ser, existe una lógica de la correspondencia entre la sin-
tomatología y lo que se debe hacer al cuerpo.

• 263 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Lo anterior podría parecer el más sencillo de los razonamientos y


la más obvia de las razones para hablar del cuerpo humano, de la dis-
puta sobre las paternidades, de las rapiñas que se desatan por querer
inventar o construir el nombre del investigador sobre algún músculo
o vaso venoso perdido entre los recovecos del cerebro, de la necesidad
de dejar la huella en alguna mercancía útil para algún oficio del cuer-
po; incluso, la imposición de adorar el cuerpo marca la fuente de toda
riqueza justificada y no habrá cosa u objeto que no se elabore pen-
sando en la mercadotecnia del cuerpo: se le cuelgan todos los tiliches
posibles, se le ponen todos los menjurjes que tolera, se le da la dosis
de efectos visuales, se le explota como fuente de placer, de dolor, de
pasión y se le excusa diciendo que tiene algo de jaqueca, que se debe
de ir a descansar en algo cómodo diseñado para su espalda y habrá de
tomar algo sabroso para relajarse o un sedante y podrán ser los geni-
tales y el trasero los motivos de las muertes más escalofriantes.
La ingratitud con el cuerpo se construye en el asesinato silen-
cioso, en el paraíso perdido, en el surgimiento de profesionales que
se disputan el cuerpo en cachitos de lotería para jugar a la rifa de la
riqueza, el mejor negocio es el de vender servicio, atención a los cuer-
pos ajenos, sin producir ninguna relación favorable para la vida, sin
darle la oportunidad de desarrollarse y de crecimiento espiritual. Para
el caso que me ocupa no necesito recurrir a esta vieja triquiñuela de lo
observable y la correspondencia. Quiero por el contrario ocuparme de
esa perspectiva del cuerpo humano desde la vieja y milenaria época
de las dinastías Ming en China, cuando el Tao te King se convierte en
un sistema de vida en la Tierra, que no busca la razón, sino todo lo
contrario, busca el vacío, la nada. En otras palabras la esencia de las
cosas, acabar con el ego o convivir mejor, según se le vea. Aprender a
respetar la naturaleza, a los hombres y sobre todo aprender a escuchar
la voz del cuerpo, tener ese dialogo que posibilite la larga vida, así que
no es necesario pensar que se necesitan los objetos y condiciones más
sofisticadas para vivir.
Desde luego que las formas de manifestación de lo anterior se
deben a las culturas en que vivimos, en la imposición de una ley del
miedo sobre lo que sabemos y desconocemos de nosotros mismos.
Puede parecer un pleonasmo que hablemos del cuerpo, pero también
puede parecer una alternativa para ver sobre nosotros mismos y sobre

• 264 •
Capítulo III: La Psicología

lo que se nos dijo, sobre el cuerpo humano a lo largo de nuestras cortas


vidas, nada debe de ser más extraño para nosotros que lo que conoce-
mos de oídas y vistas de los demás, basta recordar que cuando éramos
pequeños deseábamos ver el cuerpo de los adultos, todo porque era el
umbral de nuestro espejo o el umbral de lo incierto y se cubría de ese
placer que produce un “taco de ojo”. No hay frontera de lo explorable
cuando conocemos que los seres humanos tienen lugares ocultos y se
los cubren con algo de tela, pero allí está nuestra imaginación pene-
trando sin consentimiento, tal parece que no tenemos remedio, siem-
pre encontramos alguna salida.
El cuerpo es el inicio y fin de nuestras penurias en el planeta Tie-
rra —que según José Emilio Pacheco— debería de llamarse Mar. El
cuerpo humano tiene muchas posibilidades de aproximarnos a él y se
puede decir que no es un ente aislado, forma parte del origen de las
miles de cosas de la Tierra, que a su vez forma parte del Cosmos que
posee la energía que nos llega al planeta y esta energía que se relacio-
na con el sol, con la luna, tiene formas de manifestarse en los seres
vivos e inmateriales. En el Su Wen se afirma que: “La concepción de
los chinos sobre el universo, se aproxima más a la teoría ondulatoria
que a la corpuscular que domina hoy en occidente y que actualmen-
te, como reconoce la nueva física, presenta sorprendentes similitu-
des con la concepción de los modernos físicos cuánticos”. (Consúltese
bibliografía recomendada). Lo que nos hace afirmar que la concepción
del mundo para los chinos en cuanto a su interpretación no está basa-
da en la idea de Dios ni tampoco supeditada a la visión antropocen-
trista, es decir, que el hombre es una parte del universo y está supedi-
tado a estos movimientos del Cosmos. En esto radica la importancia
de comprender el concepto del cuerpo humano para los chinos. Sig-
nifica que el ser humano es un microcosmos que tiene relación con el
mundo exterior y con los movimientos de rotación y traslación de la
Tierra, esto significa que el cuerpo no es tan autónomo como cree el
pensamiento occidental.
Porque nadie podrá escapar de sus recuerdos porque los lleva
adentro de su cuerpo, porque no tiene ningún sentido “irse lejos” para
olvidar. La circunstancia apremia cuando los recursos del diseño para
el cuerpo de esa larga lucha contra lo que se inventa para castigar al
otro, para hacerle sentir lo que se espera sea a los ojos de los enemigos

• 265 •
Zen, Acupuntura y Psicología

o con la ilusión de que los hacemos felices si les hablamos al oído y les
declaramos palabras amorosas: el cuerpo da para todo. Incluso para
implantar los trastornos psicológicos, para ser el almacén de nues-
tras penas y angustias, de nuestras frustraciones, de nuestros deseos
reprimidos, de la fiebre del deseo, de la angustia ante la vida, de ser
el refugio ante lo corporal, de formas de dormir, etc., esto significa
que hablar de la acupuntura es hablar de un sistema de vida y no de
una técnica para quitar dolores, eso es lo que han vulgarizado algunos
“poneagujas”; en realidad la concepción del cuerpo en la acupuntura
es de una forma que no permite la división entre lo que se dice que
debe ser y lo que es.
Los que hacemos acupuntura tratamos de encontrar las formas
de leer el “documento” vivo que se nos presenta, es decir, tratar de
trabajar el aspecto justamente holístico, que hoy día se supone está
de moda, y hacer en realidad un tratamiento lo más integral posible
y no decir es integral porque lo vio o lo revisó un número inespecífi-
co de profesionales intentando armar el rompecabezas que ellos mis-
mos hicieron y no saben ahora cómo funciona. Creo que justamente,
la perspectiva es otra: ver al ser humano con su condición humana y
emocional en su cuerpo, es decir, se materializa y tiene la perspecti-
va de ser trabajado con el aspecto psicosomático del cuerpo. La acu-
puntura aborda estos problemas, no es la panacea, pero sí contribu-
ye a que el individuo sea más íntegro con su persona y con los que
le rodean. Consideramos que el sujeto puede cambiar su salud y sus
formas de vivir. Desde luego también la acupuntura sirve para esos
pacientes que sólo padecen de algún dolor y sólo desean ser tratados
por esa demanda por lo cual no hay que cambiar, también les funcio-
na; la nobleza de la acupuntura está en que no produce las yatrogenias
de la alopatía, sus reacciones podrán ser adversas en algunos casos
por desnutrición o si el paciente ha ingerido alcohol.
Puedo continuar hablando como si fuera el cuento del cuerpo
humano, de las infinitas historias que se viven cotidianamente, de
los viajes astrales, de los sueños, de los espíritus que tocan los geni-
tales y luego se van, pero creo que es necesario poner un freno a esas
ideas. Me justifico, diciendo que el cuerpo es uno de los templos donde
habita el espíritu, pero también es una máquina muy complicada de
hacer caca, es una de las palabras que ningún amante de la pulcritud

• 266 •
Capítulo III: La Psicología

se atreve a publicar, sin embargo, está ahí, en el intestino grueso, en el


camino recto de este mundo.
Y todo lo anterior me lleva a las siguientes consideraciones: 1)
Antes que otra cosa está el cuerpo humano y después todo lo demás;
2) La división que se ha realizado de él entraña la perdida de la uni-
dad, de la perspectiva integral; 3) Las teorías y estrategias de explica-
ción que se han construido lo desarticulan; 4) Lo físico y lo psicológico
han jugado una carrera que no parece tener una meta común, no hay
fronteras o límites claros, así que los diagnósticos apuntan a la desca-
lificación; 5) Lo anterior ha permitido la construcción de parcelas en
el cuerpo, a los psicólogos les ha tocado, en ese reparto, lo más difuso:
el oficio del pensamiento, el ejercicio de la inteligencia; 6) Tal pare-
ce que la inteligencia se ha movido, ha sido el alien que se empieza a
posesionar de las funciones y mecanismos de la vida personal y orgá-
nica; 7) Otros dirán que es la pérdida de la inteligencia la que ha inva-
dido el cuerpo y nos azota con las angustias, con el insomnio, con la
amenaza de parar el corazón, con la invencible idea de matarle el cere-
bro o desalojar a la razón; 8) Y el cuerpo podrá presentarse en diversas
formas, aún así, es un grito de esperanza para ver lo que se tiene por
dentro, los sentimientos y las acciones de los individuos; 9) Lo cierto
es que no existe fórmula para hacerle sentir tal o cual emoción y tam-
poco hay límites para aproximarse a él, las fronteras están en nuestro
pensamiento irracional, el matrimonio con una visión del mundo que
no nos deja avanzar sobre nosotros mismos; 10) El lenguaje del cuer-
po no lo escuchamos, estamos sordos, esa virtud nos la mató lo que
dicen es la cultura de la salud de nuestro tiempo; 11) Quizá el único
de los “documentos” que vale la pena preservar para las futuras gene-
raciones es el cuerpo humano, memoria y síntesis de un modo de vida
en cualquier época y geografía específica.
Las ideas que acabo de exponer son sólo la iniciación para poder
entablar algún diálogo sobre la psicología y el cuerpo, aunque lo
correcto es el cuerpo y la psicología.
¿Qué hace la psicología por los seres humanos? Dicen que traba-
ja, no qué hace con la conciencia, con la conducta, con el inconsciente,
con la subjetividad, con la infancia, con lo mental, con los retrasados
mentales, con los famosos niños de la calle, con la locura, etc., y me da
la impresión de que se construye un hilo entre lo deseable y entre lo

• 267 •
Zen, Acupuntura y Psicología

que se hace, se toman los conceptos, se hacen las mejores hipótesis y


deducciones, algo así como las colecciones privadas de un sentimien-
to sobre el otro; justo es reconocer que el esfuerzo intelectual a veces
raya en la obsesión por enfrentar la etiología, lo que hace perder la lec-
tura del “documento” vivo en su unidad existencial; la prioridad de un
elemento niega lo demás y en este sentido la focalización se constitu-
ye en el peor de los enemigos del tratamiento psicológico.
La recuperación se puede hacer tan lenta o imposible porque los
mismos trabajadores de la salud se han ocupado de hacerla más com-
plicada, en eso estriba cierta cientificidad, en construir los metalen-
guajes que se hacen tan selectivos que sólo algunos iluminados con la
gracia del concepto pueden ser los portadores de la autoridad.
En esa lógica podemos encontrar el sostén de los consorcios del
servicio que prolongan la telaraña de la idea de lo irremediable en el
cuerpo, de lo absurdo de verle o escucharle por algunos años, y encu-
brir o hacer menos transparente el problema para el usuario o el
paciente, esto es, ¡lo psicológico! ¡lotería!
¿A dónde quiero llegar con todo lo anterior? La verdad es que
nunca he partido, siempre estoy ocupándome de las voces silenciosas
de mi cuerpo.
Ahora no estamos para filosofar, todo lo contrario, estamos para
proponer un punto de vista sobre el trabajar en el cuerpo y mi primer
idea en el asunto es que debemos de aprender a leer ese “documento”
vivo, descifrar sus mecanismos y funciones, la unidad y sus múltiples
relaciones que llegan a la condición emocional; se puede decir que lo
hace la medicina, o alguna de sus áreas de campo, pero eso no basta,
es una segmentación que no da unidad en la conjunción de la inteli-
gencia, de las emociones, lo que impide la profundidad de un trabajo
en el cuerpo. Me explico mejor, el proceso orgánico puede estar gober-
nado por un elemento psicológico y si me focalizo en la búsqueda de
la causa encuentro el límite en lo orgánico y hasta esa frontera culmi-
no, así que el proceso de recuperación podrá variar, y no habrá mayor
certeza sobre las posibilidades de encontrar otro aspecto en el cuer-
po. Entonces es posible hacer otro tipo de intervención o de lectura
del “documento”, poner en duda el valor de un enfoque, a veces es un
acto de sacrilegio, pero es la opinión para entender otros procesos de
construcción del sujeto; es decir, si acepto que lo psicológico es parte

• 268 •
Capítulo III: La Psicología

de un todo en el ser humano y que hace recorridos por el cuerpo, se


estaciona o lo estacionamos, lo llevamos de paseo o lo ponemos a que
vigile, habría que agregarle no sólo esa idea, sino saber la geografía y
las formas de construcción del tiempo y el espacio en el individuo, lo
considerado como lo abstracto se materializa, cobra sentido en alguna
parte del organismo; nuestro reto es saber leer. Los tiempos que nos
han tocado vivir ahora son de mayor racionalización en el sujeto, éste
se pone a darle vueltas y vueltas al asunto X, así que tendrá que salir
por alguna vía o de lo contrario se quedará en el cuerpo y eso produ-
cirá dolor, es un mensaje muy evidente, pero no se sabe escuchar, así
que las opciones de construcción para leer parten de otra concepción
de cómo funciona la idea de la vida y la vida misma. Si ampliamos un
poco, podemos decir que las historias de las culturas en el mundo se
han focalizado en relación con el cuerpo, unas más, otras menos, pero
han buscado una explicación donde los niveles de comprensión de las
acciones dan cuenta de su construcción social e individual: se elabo-
ra una normalidad del cuerpo en el sentido del vestido, del alimento,
de la sexualidad, de la enfermedad, del acercamiento con la Tierra o
con el Cosmos, la parcialidad o totalidad de una geografía y el cuerpo,
lo cual nos pone en los límites de la pregunta: ¿Cómo podemos expli-
car el cuerpo de los seres humanos sin ser unilaterales, sin excluir,
sin ocasionar el sentimiento de que algo nos hace falta comprender?
Abriendo horizontes, desde la perspectiva holística o integral para el
estudio de lo humano, tendríamos que ir un poco a la idea de saber
dónde estamos parados, en qué geografía específica vivimos y la rela-
ción con los climas, con las estaciones del año para poder intentar
articular conceptualmente lo que sucede desde antes que naciéramos,
en otros cuerpos, substancialmente procesos diversos. Los caminos
que se construyen pueden terminar en una clasificación patológica,
en una falta de estrógenos; lo que quiero señalar es que los caminos
de ese cuerpo son múltiples y diversos, no hay estándares, no existen
seres iguales, únicos sí.
Los retos para nosotros son triples o cuádruples, tenemos que
vencer la cultura del miedo: lo cual involucra el sentir y el ver con otros
ojos, que finalmente son los mismos. Dejar de vivir con sólo una idea
en la cabeza, puede ser el sexo, el éxito, el dinero, hombres o muje-
res, etc. Aprender a encontrarnos en cualquier espacio; la importancia

• 269 •
Zen, Acupuntura y Psicología

de perder el protagonismo ante los otros, pero no ante uno mismo;


vencer la egolatría le daría otra salud a nuestra lengua y el cuerpo se
enfermaría menos: larga vida a las lenguas sin saburra —es la capa
color varios, que se forma en la lengua y puede ser gruesa, delgada,
pegajosa, resbaladiza, etc., y es un dato del “documento” que indica
que en las vísceras y órganos algo domina; sea calor o frío—, recupe-
rar cosas y objetos perdidos en la historia de las vidas colectivas de
nuestras familias, nada peor para la salud, que la negación de nues-
tros procesos de crecimiento en casa.
Finalmente eso es lo que tenemos en nuestro medio, sólo diferen-
tes cristales para aprender a vivir con nosotros mismos. Y quizá, lo
más afortunado que nos ha sucedido es darnos cuenta que podemos
elegir o tener la oportunidad de intentarlo y nunca quedarnos con el
intento perdido.
Vayan las anteriores reflexiones como una prueba de que es posi-
ble intentarlo y proceder a la construcción de algunas opciones de tra-
bajo con el cuerpo, sea nuestro o de los otros. ¿Cuáles son las otras
posibilidades que se han negado a nuestras generaciones?, ¿cómo
poder iniciar una aproximación sin el miedo a quedarnos con la sen-
sación de vacío? Esto es un intento por dejar sentir y pensar con el
mono darwiniano y la aproximación la iniciamos con algunos concep-
tos, incluso con algunas dudas y más aún con la seguridad de saber
que este mundo corporal y la psicología tienen múltiples formas de
vivirse y ejercitarse en la teoría y en la práctica profesional. Para
muchos colegas esto no es nada nuevo, no pretendemos que sea, es
simplemente un intento de búsqueda de caminos en el cuerpo ajeno y
el propio.
La presente reflexión es una punta de madeja a desenredar, un
camino para iniciar la búsqueda de una perspectiva más humanizada
y opciones en un tiempo y en un espacio específicos. Y puede ser este
México, que nos tiene sólo a nosotros, en este tiempo y en este espa-
cio: muchos ciudadanos esperan respuestas de los universitarios. Por
ahora dejemos las cosas de ese tamaño.

• 270 •
HOY
Verónica Gil Montes

H
oy me gustaría compartir con alguien lo que he aprendido, no
sólo en el transcurso de este autoconocimiento en que dejo
entrever mis temores, mis dudas, mis esperanzas y mis anhe-
los, los cuales empiezan a tomar su cauce; hoy quiero que todos aque-
llos que lean esto, puedan entender lo que a mí me ha costado un largo
tiempo concretar, sentir y apropiar, este día ha sido especial, observé,
sentí y aprendí que nada nos pertenece. Me gustaría, pues, compartir
una historia con ustedes, de una niña que aprendió y compartió para
poder ser libre, una niña que en todos está y que muchos la silencia-
mos sin darnos cuenta que sólo nos silenciamos a nosotros mismos.
Era pues una niña que vivía en una gran y hermosa esfera de
cristal, en esa esfera la niña estaba protegida contra todo lo feo y
malo del mundo, sin embargo, a ella se le permitía de vez en cuando
tener contacto con ese mundo exterior, para que conociera de todo.
Sus padres le daban todo aquello que la niña quería ya que era juicio-
sa y responsable, pero un buen día esta niña decidió salir de la esfera
y vivir sin ella, entonces empezó a acercarse al mundo real, conoció
lo que pasaba a su alrededor. En ocasiones se asuntó de lo que vivía y
en otras gozó mucho con lo que aprendía de los demás, es importan-
te mencionar que esta niña había nacido con un don especial, todo lo
que quería la vida se lo daba, siempre recibió cosas bonitas a pesar de
que a su alrededor no estuvieran las cosas muy bien, la niña nunca
se había preguntado por qué recibía tantas cosas bonitas y así vivió
un rato. Durante ese tiempo la niña experimentó muchas alegrías
y muchos dolores, porque así iba conociendo el mundo, de repente
empezó a darse cuenta de que estaba creciendo, tenía muchos pla-

• 271 •
Zen, Acupuntura y Psicología

nes y muchos proyectos, era muy impetuosa y le gustaba trabajar; un


día empezó a buscar su camino, a su paso encontró muchos cami-
nos, unos iban hacia la comodidad, la responsabilidad, la fantasía,
la amistad, el amor; otros hacia la violencia, la vagancia, el odio, la
pobreza, en fin encontró tantos que no sabía a dónde ir; caminó por
todos un rato; cortaba las flores que veía y le parecían más bonitas y
luego regresaba porque no estaba segura de seguir por ese camino,
cada vez venía más cargada de flores. Un día que estaba muy cansada
de tanto caminar y cargar, encontró un lugar donde había un estan-
que, se detuvo allí y por primera vez se vio reflejada, era un estanque
muy tranquilo y muy transparente, a la niña le gustó tanto ese lugar
que cada vez que regresaba de algún sendero iba ahí a descansar y a
descargar todo su cargamento; pero un día que estaba descansando
en el estanque viendo su imagen reflejada, salió una voz de éste y le
dijo: “Durante mucho tiempo te has dedicado a conocer y a tomar flo-
res de los senderos que has recorrido, así que has visto muchos paisa-
jes; algunos bonitos, otros feos, y has traído muchas flores. ¿Y ahora
para qué te van a servir?”, le preguntó el estanque. Ella no supo qué
decir y el estanque le volvió a decir: “Estás muy cansada porque no
quieres compartir tus flores con nadie, y ese cargamento no te per-
mite caminar, cada vez es más y más pesado. ¿Por qué no permites
que nadie te ayude? Tú no las necesitas todas”. La niña no entendía
muy bien lo que el estanque le quería decir, se puso muy triste por-
que le había dicho que repartiera sus flores, ella las quería para sí y
no le hizo caso, se quedó con todas, así que las tenía que cuidar; poco
a poco se fueron muriendo algunas flores, la niña sufría porque no
las podía cuidar, pero en lugar de preocuparse porque no se le murie-
ran todas, iba y buscaba más para reemplazar las muertas, cada vez
su cargamento era más pesado, hasta que un día ya no pudo avanzar
más y se quedó detenida en el camino, no podía dar un paso más, y
no quería dejar su cargamento, así que en ese punto del camino se
quedó detenida y así pasaron algunos días y algunas noches, pero
de repente se dio cuenta de que el camino en donde ella estaba era
transitado por muchas personas, las cuales de vez en cuando se dete-
nían a verla, pero a ella no le importaba, lo que quería era quedar-
se con sus flores y llegar al lugar donde estaba el estanque en donde
había encontrado tanta paz. Un buen día pasó por ahí un anciano, el

• 272 •
Capítulo III: La Psicología

cual le preguntó por qué siempre estaba ahí, ella le contó de lo valio-
so de su cargamento y hacia dónde quería ir, el anciano al igual que el
estanque le sugirió repartir las flores entre las personas que pasaban
y así ella podría seguir avanzando, pero la niña estaba cegada por su
avaricia, cuándo y dónde es algo que se aprende en el transcurrir del
tiempo y que varía según nuestras necesidades, cada uno de nosotros
obtendrá de la vida lo que se ha permitido dar y recibir.

• 273 •
LA PERSONA CON RETRASO
EN EL DESARROLLO Y SU FAMILIA
Elizabeth Cruz Ochoa

L
as actitudes que se han tenido hacia las personas que padecen
algún tipo de deficiencia han variado a lo largo de la historia,
tiene estrecha relación con la ideología, la política que impera en
ese momento, el conocimiento o desconocimiento que se tiene acerca
de la problemática.
Las primeras investigaciones en México acerca del retardo hicie-
ron notar que en las escuelas había niños que rebasaban más de tres
años de lo estipulado para grado escolar, dichas investigaciones se
realizaron entre 1920 y 1930, por ese tiempo se llegó a considerar que
más de la mitad de la población era retrasada. De estas investigacio-
nes surge un servicio psicológico que se encarga de hacer las investi-
gaciones relacionadas al retardo escolar7.
El hecho de que de estas primeras investigaciones surgiera la
necesidad de promover profesionistas que se dedicaran de lleno a
atender los problemas de retardo en México, nos daría la idea de que
si éstas se iniciaron aproximadamente entre 1920 y 1930, para fechas
recientes la investigación y el tratamiento debiera ir muy adelanta-
do. ¿Qué ha pasado entonces? ¿Por qué se sigue tratando a las per-
sonas con los mismos instrumentos de evaluación de hace casi cien
años? ¿Por qué no ha existido un avance en el tratamiento? ¿Y por qué
se sigue concibiendo a las personas de la misma manera? Se les sigue
relegando, nada más que ahora de una forma más sofisticada; los pro-
fesionistas encargados de investigar y de tratar a los individuos con
retardo no han encontrado aún el meollo del asunto y siguen dando
pasos en falso mientras la población aumenta día con día; se calcula
que actualmente hay más de diez millones de personas que padecen

• 274 •
Capítulo III: La Psicología

algún tipo de discapacidad, lo cual nos obliga como profesionistas a


crear nuevas formas de investigación, a ir más allá de lo establecido, a
meternos en la lógica que viven estas familias para saber más de ellas,
para que no nos supere la problemática y no la estemos tratando con
cien años de atraso.
Del mismo modo, a principios de este siglo los profesionistas
encargados de atender a las personas atípicas reproducían progra-
mas realizados en el extranjero y que por lo menos en esa época eran
actualizados; ahora seguimos tratando a este tipo de personas con los
mismos instrumentos y lo que es peor, la población en lugar de decre-
mentar, debido al tratamiento y a los programas de intervención, ha
ido en aumento, lo cual quiere decir que estamos perdiendo el tiempo
desde hace muchos años y que debemos de empezar a crear alternati-
vas de solución basadas en investigaciones reales de la población para
dar el gran paso que permita poder iniciar un tratamiento efectivo
para las personas con retardo y sus familias.
El estudio de los individuos con retardo a través de la historia en
México ha sido muy lento y por ese motivo las soluciones que se han
dado al respecto no han aportado avances significativos en su trata-
miento; aún en la actualidad, no se puede hablar de programas a nivel
gubernamental que reúnan los elementos necesarios para resolver la
problemática que pasa tanto el individuo con retardo como su familia8.
Se puede notar que las alternativas de tratamiento con las que
pueden contar las personas que se encuentran inmersas de manera
directa o indirecta en un problema de retardo son muy escasas, debido
a que los encargados de proponer dichas alternativas aún no encuen-
tran la punta del hilo que va a desenredar toda la madeja; a través del
tiempo han intentado dar solución por diversas vías cayendo una y
otra vez en lo mismo. ¿A qué se debe este estancamiento? Principal-
mente a que no hemos buscado la solución en lo más elemental, o sea
en las personas afectadas, queremos crear programas de “innovación”
que revolucionen los estudios anteriores, pero sin una base. Lo más
importante es ver cómo viven estas familias y, aunque no es nada fácil,
buscar su lógica de vida y con base en eso aplicar un tratamiento.
Habría que iniciar con un principio básico, y en este aspecto
habla mi experiencia en el área: hay que saber investigar, si no, pode-
mos pasar de largo por el conocimiento sin ver que eso podría haber

• 275 •
Zen, Acupuntura y Psicología

resuelto muchos problemas en el futuro. Creo que por este motivo no


se ha hecho nada en muchos años, la gente ha tenido el conocimiento
al alcance de la mano, pero no lo ha visto y por eso no ha dejado nada
que posibilite el desarrollo de esta área.
Si dejáramos de estipular y masturbarnos mentalmente y rea-
lizáramos trabajo de investigación, nosotros mismos nos daríamos
cuenta de que hemos estado perdiendo el tiempo; a qué me refiero con
esto, simplemente a que al asomarnos a la vida de las personas que
padecen la problemática que queremos tratar, ellos mismos nos darán
las pautas a seguir, puesto que veríamos lo que ellos viven, lo que sien-
ten y eso por sí solo permite que podamos saber qué se necesita en
estos casos. No se está proponiendo un trabajo pesado o exhaustivo
que durará mucho tiempo, no, solamente basta con asomarse por una
pequeña ventanilla y ver todo un cúmulo de experiencias y situacio-
nes que nos llevarán por otros caminos.
Cuando se tiene la fortuna de ver estas familias de cerca, quitán-
donos la etiqueta de sabelotodo, son ellos los que nos enseñan no sola-
mente el tipo de tratamiento a seguir, sino que nos dan herramientas
para vivir de otra manera.
Al iniciar el trabajo con estas personas, lo primero que pensé fue
en mi crecimiento como profesionista, lejos estaba de imaginarme lo
que habría de suceder en el transcurso del mismo. Cuando se inicia-
ron las entrevistas con las madres de los niños de educación especial,
yo creía que ellas abrían de estar a mi disposición, que deberían de
responder de manera concreta lo que yo quería saber y, efectivamen-
te, me respondieron, pero no solamente lo que quería, sino que fueron
más allá, abriéndome las puertas a un nuevo estilo de vida.
Debo aclarar que cuando se iniciaron las entrevistas me encon-
traba en una etapa de crisis sobre lo que sería mi vida profesional en
el futuro y en mi familia, lloraba por lo que creía que era la peor catás-
trofe de mi vida, el no encontrar trabajo, el no saber cómo guiar a mi
familia y mil tonterías más. Cuando me enfrenté a las madres de los
niños que asisten a clases al Centro de Estudios y Atención Psicológica
A. C., se me abrieron otras posibilidades de vida, me di cuenta de que
lo que yo estaba pasando por ese tiempo eran, solamente pequeños
lapsos de mi vida sin importancia, comparados con los que estas per-
sonas viven diariamente.

• 276 •
Capítulo III: La Psicología

Estas personas tienen un concepto diferente de la vida, son una


enseñanza en la que deberíamos basarnos de alguna manera para ser
felices. Estas familias nos dan la pauta para saber que somos afortu-
nados de no tener algo que entorpezca nuestro desarrollo por el sim-
ple hecho de estar íntegros físicamente. Ellos aún con sus deficien-
cias encuentran un sentido a la vida y dejan de lado los sufrimientos.
Debemos de registrar eso en nuestra memoria y recordarlo siempre
que estamos varados por algo tan simple como haber reñido con nues-
tros padres o con nuestra pareja, dejar de inventar problemas que no
existen y solo nos estancan.
Socialmente se ha dejado de lado a este tipo de familias porque
representan un problema sólo para sus parientes más cercanos, que son
los que se hacen cargo de la atención de la persona con retardo. Cuando
la gente los ve en la calle, lo hace con indiferencia o con extrañamiento
por el desconocimiento que se tiene del problema; sería prudente sacar
a todos estos individuos de los rincones donde se tienen guardados,
empezando por hacer una conciencia social de la problemática, que la
gente los conozca y sepan cómo viven, puesto que al mismo tiempo que
se les haría justicia social, ellos serían una lección de vida para muchos
de los que no saben valorar las riquezas que se les han dado.
Cuando se detecta que un individuo presenta retardo se inicia
una nueva conformación en las familias que en algunas ocasiones se
encuentra en función de la persona deficiente, se tiene que propiciar
un ambiente en el que éste se va a desarrollar; sin embargo, aunque
no se tengan cambios en beneficio del individuo con retardo, la fami-
lia se ve afectada en sus actividades futuras. La asimilación que los
miembros de la familia tengan del problema va a estar determinada
por el entorno social en el que se desenvuelvan, así como por la forma
en que sea dada la noticia y por quién se da. En muchas ocasiones la
forma en cómo los profesionales de la salud comuniquen a los fami-
liares que el niño presenta una discapacidad, no solamente determi-
nará cómo la viva la familia, sino que también influirá de manera casi
determinante en el tratamiento a seguir.
En general, se cree que solamente un determinado tipo de indivi-
duo puede padecer una discapacidad o que se necesitan características
especiales para que se dé tal fenómeno; esa percepción puede ser una
de las causas por las cuales no se hace una conciencia social y se orilla

• 277 •
Zen, Acupuntura y Psicología

a la familia de una persona con retardo a esconder el hecho y a vivir


una doble vida. Influenciados como estamos por los medios de comu-
nicación, somos ajenos a la problemática de una manera inconscien-
te, “tenemos cosas más importantes en qué pensar”, es por esto que
cuando se tiene que vivir una situación similar, no sabemos a lo que
nos enfrentamos y el impacto es mayor.
El conversar con la población de las personas que presentan retar-
do nos permitió ver de cerca la problemática y saber mínimamente la
forma de vida que llevan, sus principales preocupaciones, sus ilusio-
nes, sus esperanzas. Trataremos de dejar que en mayor medida sean
los mismos afectados los que hablen sobre lo que sienten, pues lo que
les pueda decir es mínimo comparado con lo que ellos pueden enseñar
en un solo párrafo.

GEOGRAFÍA Y ENTORNO SOCIAL

Se platicó con personas de condición social media y baja, y no se cuenta


con el espacio suficiente para que el individuo que padece retardo tenga
con autonomía y se le permita ser de alguna manera independiente. La
persona que padece retardo, al igual que los otros, deben adaptarse a
un espacio en el cual tienen que satisfacer sus necesidades, no existen
en estas familias problemas emocionales por pelear la autonomía de
una recamara para cada hermano, puesto que en el mejor de los casos
se tiene una habitación independiente a la de los padres para todos
los hijos juntos: “Tenemos cocina y un cuarto nada más… rentamos
en una vecindad”9. “Nada más tenemos un cuarto para dormir y coci-
na y el baño fuera”10. “Tengo dos cuartos provisionales nada más… la
niña duerme con los dos (sus padres), y en medio de los dos”11. En estas
casas se juegan todo tipo de emociones en la familia por la cercanía en
la que se vive, aquí el hijo adolescente no se puede aislar si quiere estar
solo, puesto que no hay espacio suficiente. Es así que el individuo con
retardo se encuentra presente ante la vista de todos los miembros de la
familia, lo cual permite que se tome en cuenta en las decisiones, aun-
que no se le inmiscuya directamente. Las madres aprenden un modelo
de vida que implica mayor sacrificio de tiempo, tanto en las labores de
la casa como en la atención a su hijo con retardo.

• 278 •
Capítulo III: La Psicología

En estos casos se presenta otro problema, la mayoría de las fami-


lias, generalmente, no cuentan con casa propia, lo que dificulta aún
más su forma de vida, puesto que habrá más gente inmiscuida en la
problemática del hijo con retardo, los vecinos cuando se vive en una
vecindad y más frecuentemente los familiares de uno de los padres
del niño: “Apenas hace dos meses que estamos viviendo nosotros
solos, antes vivíamos con unos compadres”12. “Vivimos con mi herma-
na y sus dos hijos… son dos cuartos, la recámara, la cocina y la sala”13.
“La casa en la que vivimos no es propia, es de mi papá, pero vivimos
solos”14. Se puede notar que en estas familias la problemática princi-
pal no es la búsqueda de vida con mayor comodidad, sino más bien la
lucha por un espacio donde permanecer; estas personas no viven pre-
ocupadas por tener una casa más grande o con jardines, sino por tener
algo en dónde vivir.
En esta población las familias que son más allegadas a la que
padece el problema la auxilian en la medida de lo posible y en algu-
nas ocasiones ayuda solamente el hecho de que no se vea al niño con
morbo y que se le trate de una forma normal: “…los vecinos la ven
bien, donde vivía los vecinos jugaban con ella, nunca le han rechaza-
do”15. “Lo quieren, todo el mundo habla de él y con todo el mundo
convive o sea que si sale sí lo aceptan”16. “Bien, o sea que nunca lo han
rechazado, lo apoyan mucho”17.
A diferencia de las familias que tienen un trato diario con los indi-
viduos que padecen retardo, se encuentran las personas que son total-
mente ajenas a la problemática y que cuando se encuentran por casua-
lidad a estos individuos por las calles reaccionan de diferente forma:
“Se le quedan viendo, me preguntan que por qué está así, que si no me
avergüenzo de ella, la gente la ve mucho”18. “Pues sí lo ven como de
mal modo, se le quedan viendo, el niño no cambia todavía, está chico y
anda en silla de ruedas… yo sí siento feo, pero me tengo que acostum-
brar… yo le digo a él a veces, si sientes feo, tú no hagas caso… ellos no
saben qué problemas tienes o por qué estas así”19. Las personas que
están más alejadas de la problemática orillan a las que están inmersas
a ocultar más el hecho de tener entre sus miembros a uno que padece
retardo: “Es como todo, hay gente mala y gente buena, cuando vamos
en la calle se ríen de él, le dicen de cosas, yo creo que ya se acostumbró,
ya lo ve normal él”20. “Se le quedan viendo y a mí me da mucho coraje,

• 279 •
Zen, Acupuntura y Psicología

dicen qué vergüenza. No, no me da vergüenza, me da coraje la gente


que se le queda viendo, como si fuera un fenómeno, como si tuviera
cien cabezas o cien manos, no sé, se quedan viendo hasta que lo pier-
den de vista… una vez sí me volteé y le dije a una chava, estaba en una
ventana de su casa y cuando vi ya estaba en la otra ventana y le dije,
¿ya la viste bien?, vela bien. No sé, pero hay veces que sí me trauma
que se le queden viendo, la niña dice, por qué se me quedan viendo
mamá, le digo, porque vas sentada en una silla y no caminas, y dice,
qué me ven, le digo ahora que te vean diles hola y solamente así esa
persona ya se apena… solamente así dejaron de verla”21.
En esas familias como en todas las demás se vive en un entorno
al cual se pertenece, en el que se va a convivir diariamente y por lo
tanto se comparten costumbres entre los miembros de una comuni-
dad. Generalmente, las familias tienen costumbres y creencias simi-
lares, una de ellas es la religión; en la entrevista realizada se encon-
tró que un gran porcentaje de las personas entrevistadas pertenecen
a la religión católica, la importancia de este dato no es meramente
estadística, sino para resaltar la necesidad que tiene la gente de hacer
partícipe a su hijo con retardo en las creencias que se han vivido a lo
largo de muchos años. Los padres, y principalmente las madres (como
encargadas de la educación directa de los hijos), se esfuerza porque
la persona deficiente aprenda las bases de su religión dada la impor-
tancia que ésta tiene para ellos: “Sí, él va a misa, pero está ausente
en la misa, no escucha lo que el padre dice en la misa, siempre está
como ausente, pero vamos seguido y aunque sea lo llevamos a ver si
oye algo, se queda quieto en su lugar, no se mueve, pero como que
siempre está ausente en la misa”22. La necesidad que los padres tienen
en algunas ocasiones queda satisfecha con pequeños logros por parte
de sus hijos, pero siempre queda la esperanza de que posteriormen-
te aprenderá más: “Sí, sabe rezar, sabe persignarse… es muy educa-
do”23. “Bueno pues, se sabe persignar, en la noche pues uno le enseña
a rezar, como él a su manera lo repite, si sabe o por decir le digo, ya a
dormir hijo y dice que sí el ángel, y le digo, sí rezas el ángel, y ya él soli-
to a su manera lo repite”24. “Sí, va a misa, lo agarran para las ofrendas,
que él tiene que llevar la vela o así”25. Cuando no se cumple el objetivo
con los hijos y no se logra que aprendan lo que se quiere en la religión
de las madres, optan por dejarlo de lado y entienden que existen otras

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Capítulo III: La Psicología

prioridades en el niño: “Hasta ahora en diciembre estaba en el catecis-


mo, pero lo saqué porque sentí yo que era mucha la presión que estaba
llevando, en la escuela y todavía a parte en el catecismo y yo sentí que
no avanzaba”26.

EXPECTATIVAS Y SENTIMIENTOS DE LOS PADRES

En cuanto a las expectativas que tienen los padres antes del nacimien-
to del niño no solamente se discuten las que se refieren a aspectos físi-
cos o de personalidad del individuo con retardo, sino también las que
tienen antes de casarse las personas sobre sí mismas y sobre su futuro,
quizá éstas afecten de igual manera en la apropiación del problema.
Las señoras antes de casarse tienen expectativas que difícilmente
se cumplen, no porque las ambiciones sean muchas, sino por el tipo de
cultura en el que se vive: “Yo antes me imaginaba que me iba a casar,
ora sí como todas, vestida de blanco y en una iglesia, que iba a tener un
niño, que iba a planificar mi familia… Me casé con mi esposo que es
más grande que yo porque me metí con un muchacho, salí embaraza-
da y me dejó… yo me enfermé de tifoidea y una de mis hermanas fue y
me internó y ya no me volvieron a ver… yo conocí ahí a mi esposo… yo
lo acepté porque de todas maneras estaba sola y pues mejor me casa-
ba con él… y él reconoció a mi hijo como suyo”27. Las expectativas que
tienen las señoras antes de casarse no están en función de una nece-
sidad sino de una imposición social: “Yo pensaba que cuando me casa-
ra iba a gozar mi matrimonio, pero pues nunca tuve felicidad, orita
por ejemplo mi esposo ya no me maltrata como antes pero ahora esta
el problema de mi niña… no, a mi matrimonio no es lo que yo pensa-
ba”28. Al mismo tiempo entre los deseos no cumplidos se encuentran
los que se refieren directamente a sus hijos: “Siempre soñé que fuera
un niño, sí siempre soñé con que fuera un niño, porque desde la mayor
yo quería que fuera niño… y después me embaracé con toda la ilusión
del mundo de que yo pensé ahora sí viene el niño y no… yo siempre
los he querido igual… no porque sea una niña, no yo nunca he sentido
rechazo hacia nadie. Yo empecé a quererlos desde chiquitos, o sea yo
ya no quería tener bebés, pero aún así yo estoy muy contenta con mis
hijos, me he sentido contenta”29. “En mi familia no contamos con mi

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Zen, Acupuntura y Psicología

marido, nada más dos o tres horas que él está ahí… somos muy uni-
dos, hay problemas como en todos lados, es decir, se enojan y a los tres
días ya están hablándose”30. “Antes se me hacía muy difícil el proble-
ma de mi hija, pero ahorita ya me acoplé, ya lo veo normal. Antes de
que me casara yo me imaginaba que iba a tener hijos pero no me ima-
ginaba que tantos, pero mi esposo no me da mala vida”31.
Sería aventurado decir que existen en las madres frustraciones
por no tener el tipo de vida que desearon antes de casarse o los hijos
que imaginaron; más bien las madres terminan adaptándose a sus
circunstancias, pero es frecuente que se encuentren con que tienen
una negación de la condición familiar, las madres viven de sus sueños,
no de sus frustraciones, ellas quisieran tener una familia unida y feliz
y hablan de ella, tratan de aparentar que dentro de sus hogares existe
la armonía entre sus hijos y con su esposo; sin embargo, durante las
entrevistas se mostró que su entorno no era como lo intentaban mos-
trar, puesto que al ir avanzando en la entrevista salía la realidad de
estas personas.
Las madres intentan demostrar que ellas quieren a sus hijos y que
sus hijos son deseados, incluso antes del nacimiento, pero nos perca-
tamos que muchos de éstos no fueron planeados, fueron los errores
de un método anticonceptivo o las circunstancias las que guiaron los
embarazos: “Es que salí con mi domingo siete… mi esposo quería que
yo abortara, yo le dije que no, si no quieres responder tú entonces yo
voy a trabajar, pero yo no quise abortar a mi hijo”32. “No, porque nació
al año del anterior y usábamos óvulos”33. En algunos casos intervie-
nen además la presión social y la creencia de que se deben de tener
los hijos que Dios mande: “Yo no tenía deseos de tener un hijo, yo no
quería tener un hijo pero mi esposo y mi suegra me insistieron para
que lo tuviera”34. “Yo gracias a Dios que estoy bien casada y ya sabe
que en un matrimonio, pues dice uno, que vengan los hijos que Dios
quiera ¿no? Pero uno nunca se imagina que uno de sus hijos va a nacer
con un problema”35. Efectivamente las madres al tener un hijo aun sin
desearlo, al no tener los cuidados necesarios para que éste se desarro-
lle de una manera óptima, jamás se imaginan que su hijo pueda tener
un problema, como ya se mencionó anteriormente cuando se llega a
reparar en que existen estos problemas se ven demasiado alejados de
nuestra realidad y se cree que a nosotros no pueden pasarnos.

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Capítulo III: La Psicología

La mayoría de los problemas que se presentan en los niños de


educación especial que asisten al Centro, son causados por terce-
ras personas y en algunos casos por médicos durante el parto o por
parte de las madres antes del nacimiento o en las primeras etapas del
desarrollo del niño: “Realmente yo considero que fueron errores de
otras personas, porque no es un problema de mi esposa o mío, más
bien lo que pasó es que fueron errores de terceros por no hacer bien
las cosas, fue donde se alivió mi esposa, es que no se dieron cuenta a
tiempo de que ella era muy estrecha y querían que mi hijo naciera por
vía natural, pero cuando decidieron que tenían que hacer cesárea ya
había pasado mucho tiempo, ya que se le estaba pasando el parto”36.
“No sé… a menos que haya sido un golpe que me di, porque, yo trabajé
hasta el último día, porque me sentía bien”37.
Usualmente es la madre la que se da cuenta del problema (cuando
no es detectado en el nacimiento), por la cercanía que tienen diaria-
mente con él, ya que por generaciones ha sido la madre la encargada
de la educación de los hijos así como de su cuidado. La detección del
problema se da cuando la madre ve que su hijo no actúa de acuerdo a
su edad y más cuando lo compara con otro niño de su misma edad,
el cual ya está más desarrollado y tiene más habilidades que el suyo:
“Cuando tenía como dos años, era muy quieta, la comparaba con otro
niño de su misma edad y ella no se movía, ni los pies ni las manos, el
otro niño lloraba de hambre y Marcela no, no lloraba para nada, ni de
hambre y me di cuenta de que no era normal que estuviera así todo el
tiempo sin moverse porque ya tenía dos años”38. Cuando el problema
no es detectado en el nacimiento del niño o en la primera etapa de su
desarrollo, se da en los primeros años de escolaridad y aquí frecuen-
temente lo detecta el profesor encargado de darles clases: “Pues nos
dimos cuenta cuando entró a la escuela, ya tenía mucho tiempo en
primer año y no pasaba a segundo, pues ya vimos que tenía proble-
mas”39. “En la escuela nos dijeron que tenía problemas”40.
En el diagnóstico existe un factor importante a tomar en cuen-
ta, la ignorancia de los padres ante la problemática. Cuando se le da
la noticia a los padres, éstos no saben qué hacer, simplemente porque
no tienen conocimiento de que existan cierto tipo de padecimientos
y menos que éstos puedan ser muy comunes en la sociedad actual:
“Cuando nació los médicos me dijeron que era mongolito, yo no sabía

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Zen, Acupuntura y Psicología

qué era mongolito y me dijeron que no iba a poder aprender. Yo no


sabía qué significaba ser mongolito, nunca había escuchado eso”41. Las
reacciones de los padres se aminoran por la ignorancia o se agravan al
no entender la magnitud del problema de su hijo: “…Pues la maestra
fue la que me dijo… yo me puse a llore y llore verdad… yo me imaginé
que mi hijo estaba loco, por eso yo me puse a llore y llore en el salón
y me dice la maestra, cálmese… o sea yo no lo dije a ella lo que pensé,
le dije hay no puede ser… y me dice no llore si lo que le estoy diciendo
no es grave… llegó mi esposo y yo todavía estaba llorando… le digo es
que dice la maestra que el niño está enfermo y mi esposo me sacó de
la realidad… dice, a lo mejor necesita un poco de atención, pero jamás
va a estar loco”42.
Cuando las personas se enfrentan ante la problemática de que
alguno de sus hijos presenta alguna anomalía en su desarrollo se
generan sentimientos que les llevan a negar el hecho, es el caso que
se ejemplificó anteriormente; se puede ver que la señora al recibir la
noticia no se niega ante la realidad, pero se cierra en su creencia, no
es fácil que a ella se le pueda hacer entender qué es lo que realmente
pasa con su hijo en términos científicos, de ahí la importancia de no
intentar que los padres entiendan la problemática desde esta visión,
sino que más bien sepan cómo actuar en estos casos, no es necesa-
rio siquiera que ellos aprendan el término exacto de la enfermedad,
sino que sepan cuáles son los trastornos que se generan y qué pueden
hacer ellos al respecto.
Aquí cabría resaltar el rol de la madre en la problemática de su
hijo con retardo, es ella la que se encuentra más frecuentemente a su
lado. A las madres se les genera una manera de pensar distinta por el
papel que siempre han jugado socialmente y por los sentimientos que
ellas viven entorno a un hijo. La representación que tienen del proble-
ma es distinta en comparación con los demás miembros de la fami-
lia, crean nuevas formas de convivencia con el individuo que presenta
retardo.
Son ellas las que generalmente se apropian de la problemática del
niño con retardo, quizá el hablar con las madres nos lleva a ver cómo
vive la problemática cada uno de los demás miembros de la familia,
porque es ella la que determina en la mayoría de los casos los linea-
mientos a seguir a partir de que se detecta el problema. Son muy

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Capítulo III: La Psicología

pocos los casos en los que el padre se inmiscuye directamente en la


problemática, aunque cabe aclarar que cuando se logra un equilibrio
entre el padre y la madre la persona con retardo se verá beneficiada
grandemente, además de que no se entorpecerá el crecimiento de nin-
guno de los miembros de la familia.
Las madres, que son las que generalmente reciben la noticia, son
las primeras afectadas, principalmente en el aspecto emocional y en
general en toda su vida, después de que se genera un problema en uno
de sus hijos su vida cambia radicalmente: “Pues mucho dolor, sien-
to un nudo en el pecho y en todo mi cuerpo… No pude disfrutar de
mis hijos pequeños por el problema de Víctor”43. Las actitudes de las
madres y sus actividades giran entorno a la problemática de su hijo.
Cuando existe una separación entre los padres, la que generalmente
se queda con los hijos es la madre.
A las múltiples ocupaciones de las madres viene a sumarse una
más, el cuidado de un niño con deficiencia; las madres lo asumen de
una forma total, es decir, ellas no reniegan de que tengan una carga
más de trabajo, simplemente lo ven como una ocupación más, aunque
esto les genera otro tipo de convivencia con los demás miembros de la
familia: “Pues mire yo me la paso haciendo el aseo de la casa y cuidan-
do el niño todo el día, pues qué más hago, no tengo otra cosa qué hacer
y pues me la paso haciendo el aseo, que ya limpio esto, que ya hago el
otro y cuido a Juan en lo que tiene que hacer o lo visto o lo baño y
pues ya se me acaba el día y ya me voy a dormir”44. Las madres no se
quejan de la condición de vida, sin embargo se tienen que someter a
un cambio en sus actividades diarias. En general, se pudo notar en
el aspecto físico de ellas que tienen baja autoestima y que demandan
atención por parte de los demás miembros de la familia, lo cual no es
extraño si se toma en cuenta que en la cultura mexicana la madre es
aparentemente el símbolo de atención y “se da la vida por ella”, pero
en la realidad, únicamente es ella la encargada de los quehaceres de la
casa y de que todo marche bien sin que los miembros de la familia, en
muchas ocasiones, valoren o alaben su trabajo no remunerado.
Quizá una de las mayores preocupaciones en las madres es que
ellas mueran y sus hijos queden desamparados, puesto que saben que
ninguno de los miembros de la familia le prestarán la atención sufi-
ciente, ni se harán cargo de él. Este sentimiento es lo que más salta a

• 285 •
Zen, Acupuntura y Psicología

la vista y ésta es probablemente una de las razones por las que no se


detectan casos de fallecimientos y tal vez lo único que lo iguale es la
esperanza con la que viven eternamente; la ilusión de que su hijo va a
mejorar algún día: “El día que yo me muera con quién se va a quedar,
sus hermanos le digo que no le tienen paciencia y luego ella todo dice
que sí, es muy tonta, entonces a ella se le iba a quedar la casa, pero pus
se la van a quitar”45.
No se puede decir que las madres renieguen de sus hijos, sin
embargo en algunas de sus respuestas se puede notar que no están
de acuerdo con la vida que les tocó vivir: “…Algunas personas dicen,
cómo es posible que Dios te haya mandado un hijo así, otras personas
le dicen a uno, es una bendición… uno dice, bueno pues mejor a ti te
hubiera mandado esa bendición ¿no? Bueno, pues ya nos tocó a noso-
tros, pues ya ni modo… Yo no me siento culpable, ni pienso que mi
esposo tenga la culpa, simplemente nos tocó a nosotros46”. …Me han
dicho que no va a hablar, la verdad yo me molesto y me siento muy
mal de que me digan eso, quiero que me digan que sí va hablar, puedo
quedarme todo el tiempo ya con la esperanza de que él va hablar”47.
La opinión anterior es ilustrativa de los sentimientos que tienen las
madres ante el problema del retardo de su hijo, más aún ellas y algu-
nas veces la familia en general logran encontrar en la problemática un
motivo especial para vivir.
Ya se mencionó con anterioridad que las madres viven de espe-
ranzas, tratan de mostrar el tipo de vida que les gustaría vivir, la
mayoría de ellas menciona que entre sus hijos todo marcha bien, e
incluso es notable que las madres a su hijo con retardo lo consideran
muy listo e inteligente; aunque su hijo padezca retraso psicomotor
severo, ninguna de ellas manifestó que fuera tonto o deficiente: “…el
niño es muy entendido, lo que se le pregunta contesta, o sea, le digo
sabe contestar… al niño no se le nota, o sea que nada más porque está
muy chiquito, pero no se le nota”48. Las madres están conscientes en
gran medida del problema que padece su hijo y lo saben porque dia-
riamente conviven con él y lo comparan con otros niños; sin embargo,
ellas tratan de tener una esperanza de solución a su problema y con
esta esperanza viven hasta que la persona con retardo fallece, lo que
frecuentemente ocurre antes de que fallezca la madre. Con esa afir-
mación nos atrevemos a decir que la condición que asumen las madres

• 286 •
Capítulo III: La Psicología

les posibilita que generen una forma de resistencia ante los problemas
y las enfermedades, nos damos cuenta de que generalmente viven
enfermas, pero esto no las lleva a la muerte prematura, algunas falle-
cen hasta que lo hace el último de sus hijos o hasta que los dejan a
todos casados y con una vida estable, como ellas mismas mencionan.
La relación del padre con la persona que padece retardo es muy
variada, existen los que se unen a su esposa y juntos ayudan a su hijo;
y asimismo los que generalmente encuentran una forma de esquivar-
se del problema; ya sea emocional o físicamente, ellos asumen el rol
de sustento económico de la familia únicamente. Las madres están
conscientes de que no son ayudadas por los padres y de esto sí se que-
jan frecuentemente: “es que yo les llamo la atención porque práctica-
mente soy la que estoy con ellos todo el día, yo veo cómo son, yo los
conozco más que tú, porque tú nada más te vas y están durmiendo y
en las noches llegas y lo mismo, tú ya no sabes ni cómo se portaron,
o sea, que él luego no me pregunta ni cómo se portaron los chamacos,
él nomás llega, cena, nos cuenta de las cosas de su trabajo y ya”49. En
los casos entrevistados se encontró que existe un porcentaje de ausen-
tismo por parte de los padres en las familias, existen casos de aban-
dono, padrastro, madres solteras, e incluso a diferencia de las madres,
también fallecimientos por parte de los padres. Las condiciones que
se generan entre padre-hijo permiten que el padre pueda desvincu-
larse en un momento dado, además de que éstos no tienen la misma
resistencia que las madres, ni ante los problemas ni ante el dolor.

LOS HERMANOS DE LA PERSONA CON RETARDO

En los hermanos de una persona con retardo se juegan condiciones


que definen en muchas ocasiones el curso de la vida. Como parte de la
familia se ve afectada ante la problemática, se generan diversos sen-
timientos en ellos: “Mi mamá le da todo lo que Francisco le pide, a él
lo quiere más… mi mamá lo quiere más a él… yo creo que por eso tra-
baja más mi mamá, para darle lo que le pida a Francisco porque eso
siempre hace”50. Lo que se ve a simple vista es una rivalidad entre el
niño con retardo y sus hermanos, sin embargo se cree que tras ese
sentimiento se encuentran inmersos otros que determinan la visión

• 287 •
Zen, Acupuntura y Psicología

que éstos tendrán ante la vida; se ve afectada su elección de pareja, el


número de hijos que van a tener y la educación que les van a dar, etcé-
tera. Los hermanos al igual que la madre, se apropian de la problemá-
tica, puesto que la tienen que vivir más de cerca y en muchas ocasio-
nes son ellos los encargados de la persona con retardo.
Entre hermanos de la persona con retardo existen los que apo-
yan, y asimismo los que la rechazan, esto dependiendo de las actitu-
des que les han inculcado sus padres: “No quiere a su hermano, le pega
mucho, no quiere jugar con él, lo rechaza mucho. Como no tiene papá
se desespera mucho y Rubén como no tiene el apoyo de su hermano
también se desespera mucho”51. “La quieren mucho, si yo no estoy le
dan su medicina, procuramos no dejarla sola, el más grande quiere
ser médico para curarla, le dicen que le van a buscar quién la cuide, él
quiere guardar dinero para ayudarla”52.
Una de las limitantes que tienen los hermanos pequeños para
relacionarse con la persona que tiene retardo, es que en ocasiones si
deficiencia le impide jugar con ellos de la misma forma, sin embargo
algunos sobre pasan esta limitación y tratan de entablar tipos de jue-
gos que les permitan interactuar entre ellos: “No, nadie jugamos con
ella, es que yo soy muy seca para esas cosas, el que juega con ella nada
más es mi papá, los demás ya estamos grandes”53. ”Ellos juegan a la
pelota, a sacarlo a pasear en su carrito, luego le enseñan los colores,
cuando están con él le están enseñando”54. “De todo juegan con él, si
es brusco le gusta más, juegan mucho a pelearse y él no se deja, siem-
pre igual que ellos, también les pega o los tira o los jala”55.
Cabe hacer notar que las reacciones de los hermanos estarán en
función casi totalmente de las de los padres; del cómo asuman éstos el
problema dependerá cómo lo hagan los hijos, así como también influi-
rá en la formación futura que tendrá la familia.

CONCLUSIONES

En la cotidianeidad de la vida moderna hemos perdido motivos espe-


ciales para vivir, se generan problemáticas de la nada y se vive en
torno a ellas, habría que retomar de estas familias esa fuerza con
la que afrontan su problemática y ese motivo que tienen para estar

• 288 •
Capítulo III: La Psicología

todos los días en pie de lucha ante la vida. Eso nos permitiría reflexio-
nar sobre nuestro papel en este mundo y además valorar las aptitudes
y capacidades que tenemos para salir adelante.
Al confrontar a una familia de las llamadas “normales”, con una
de estas “atípicas”, se puede notar que en las primeras se gestan dife-
rentes formas de vida que en muchas ocasiones llevan a la degenera-
ción de los sujetos por problemáticas que se crean en la vida diaria;
sin embargo, en las segundas se puede ver que aprenden a vivir con
las problemáticas que les fueron impuestas y casi siempre se sobrepo-
nen a ellas o se crean formas de vida que les permitan convivir diaria-
mente entre ellos.
Cuando llega a presentarse un problema de retardo en la familia,
generalmente se da un ajuste en ésta, se cambian costumbres, se for-
man nuevos hábitos y se reduce el tiempo de uno de los integrantes
para que lo dedique a la atención de la persona con retardo.
Teóricamente la familia es la base y núcleo de la sociedad, se dan
aproximaciones teóricas al respecto, se gestan teorías con base en el
tipo de familias, tomando en cuenta el número de sus integrantes, la
condición socioeconómica, etc., pero frecuentemente se cae en el mero
discurso teórico. No se intenta acabar con las definiciones propuestas
a lo largo de mucho tiempo, sino únicamente mencionar que las fami-
lias de las que se habla aquí no entran en dicho modelo.
Ya se ha hablado de que las familias con personas con retardo
viven de diferente forma a las llamadas “normales”, y que por esta
razón debemos de retomarlas en nuestra vida diaria. Si este hecho por
sí sólo no dice nada, habría que tomar en cuenta lo siguiente: este tipo
de organización familiar ha desarrollado una lógica diferente de vida,
tienen forma de hacer mensajes, maneras de tratar al hijo con retardo,
de asimilar el problema y de convivir con él, lo cual quiere decir que
el esquema tradicional de familia no sirve para explicar y para definir
a estas familias. Conociendo la lógica interna de cada familia se pue-
den hacer formas de conocimientos que lleven finalmente a elevar la
condición humana de las personas que padecen retardo y sus familias.
Lo anterior se derivo de una discusión con el maestro Sergio
López Ramos, se llegó a la conclusión de que se hace necesaria una
reconceptualización de estas familias para poder en un futuro dar
una mejor atención a las personas con retardo; en la lógica de que no

• 289 •
Zen, Acupuntura y Psicología

se puede estudiar un objeto en función de otro o lo que es lo mismo,


no podemos definirlo con base en lo que no es o lo que no tiene. Si
queremos dar en un futuro una solución acertada a los problemas de
retardo, tomando en cuenta la condición humana de las personas que
estamos tratando, debemos de saber la lógica que están viviendo estas
personas y con base en eso hacer programas.
Quizá, cabría aquí una reflexión acerca del porqué de esta inves-
tigación. ¿Dónde nació esta idea? De la inquietud personal de saber
qué pasa con estas familias, con las que nos encontramos a lo largo
de la carrera y de las cuales algunos no sabíamos que existían; el efec-
to que tiene el enfrentarse a una madre que funda sus esperanzas
en quien sea con tal de que su hijo hable, camine o mínimo apren-
da a defenderse (como ellas mismas lo mencionan). No es fácil que se
borren de la mente de quienes lo hemos vivido de una u otra forma,
los rostros de las madres que llegan con su hijo de la mano y que tie-
nen que afrontar las miradas de quienes los rodean, además de que en
muchos de los casos es difícil andar con estos niños en las calles debi-
do a las deficiencias que padecen. Lo primero que nos preguntamos
es: ¿Qué está pasando por la cabeza de estas personas? ¿Qué sienten
al bañarlo, vestirlo y en algunas ocasiones también al darle de comer
en la boca? ¿Qué pasa con la familia en general? ¿Cómo conviven dia-
riamente este tipo de personas? ¿Cómo salvan los obstáculos entre
ellos? Al ver que las madres y la familia en general no tienen alterna-
tivas de solución a sus problemas y no son tomadas en cuenta al reali-
zar los programas de intervención, más que como apoyo, ¿dónde que-
dan sus sentimientos y las condiciones de vida que se gestan en estas
familias? Esto no es tomado en cuenta por los terapeutas o maestros
de los que padecen retardo. Por último, estas familias no son percibi-
das por la sociedad en general, ni por los investigadores, es decir, no
hay un concepto para su estudio.
Al trabajar con las personas con retardo no contamos con las
herramientas necesarias para darles una atención adecuada y a falta
de ello solamente les hacemos perder el tiempo y formarse falsas
esperanzas en torno al tratamiento, ¿qué se tiene que hacer al respec-
to? En primera instancia y de forma personal yo me di a la búsqueda
de nuevas alternativas, al notar que necesitaba otros elementos que
me aproximaran a la problemática, llegué a buscar nuevos caminos,

• 290 •
Capítulo III: La Psicología

ya no solamente en la psicología ortodoxa, sino también en algunas


terapias alternativas, así fue que llegué a conocer la acupuntura, la
herbolaria, el masaje terapéutico, por mencionar algunos; puedo decir
que la aplicación de estas formas de terapia proporcionan resultados
favorables a las personas que se someten a ellos, y no solamente a las
que padecen retardo, sino también a todas aquellas personas que no
encuentran soluciones en la medicina alópata ni en las largas y costo-
sas terapias psicológicas. Al tener la oportunidad de estar cerca de los
terapeutas que tratan a las personas con retardo y a sus familiares por
medio terapias alternativas, me aproximé a una forma de tratamiento
que no conocía, pero que de alguna forma era lo que estaba buscando
y lo que daba respuestas, así fue como llegué al final de la búsqueda.
No me resta más que agradecer a las personas que me ayudaron
a vivir mejor dándome un poco de las experiencias que viven cotidia-
namente, esas personas que sin saberlo me cambiaron la vida de una
forma radical, así como al maestro Sergio por enseñarme que se tiene
que saber ver, hay que ser sensibles para captar el conocimiento cuan-
do se tiene al alcance de la mano y porque con esta teoría se abren
posibilidades de vida no solamente para las personas con retardo y
sus familias, sino también por las que tienen un trato diario con ellos.
Si alguno de los lectores desea ampliar la lectura de las entrevis-
tas aplicadas, puede acudir al Centro de Estudios y Atención Psicoló-
gica A.C.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

CRUZ, Elizabeth y GONZÁLEZ, Verónica. Efectos psicológicos en


las familias de una persona con retardo. Un estudio en el Centro de
Estudios y Atención Psicológica A.C. (CEAPAC). Tesis de licenciatura.
México: UNAM, Campus Iztacala, 1996, 178 pp.

LÓPEZ RAMOS, Sergio. Historia de la Psicología en México, Tomo 1.


Centro de Estudios y Atención Psicológica A.C., 1995.

• 291 •
DEL HOYO AL MEOLLO
Ramón Guillermo Vera Martínez

—¿QUIÉN ERES? NO SOY NADIE, SOY YO… WILLY.


Ese era yo Willy, un inquieto adolescente que vivió una lucha de
máscara contra máscara a dos de tres caídas.
Su lucha por realizarse como profesionista inicia con su ingreso
a la universidad en la carrera de psicología. Inicia su aventura con la
fantasía de que sería alguien en esta controvertida vida. Que el cono-
cimiento que en esta institución adquiriera sería la puerta para la
autorrealización personal y de su familia. Cuestión que se fue desmo-
ronando al introducirse al conocimiento, pues al término de su meta
se daría cuenta de que fue una dolorosa fantasía.
Ingresó a la carrera de psicología criándose en una formación
teórica occidentalizada, cientificista y atomizada, es decir, la explica-
ción de la realidad es fragmentada, objetiva y mecanizada. Todas las
teorías basadas en esta lógica dividen o cortan con machete la bóveda
de los “sesos” de lo que es el cuerpo. Además, las cuestiones más inter-
nas del ser, como es el alma, el espíritu, la energía vital, la intuición,
etc., no tenían participación dentro de la psicología, pues esto era con-
siderado pecado mortal y sacrilegio para la sacrosanta ciencia.
Willy fue presa del conocimiento racional científico donde todo
es explicado por causa y efecto, la disminución o extinción, así como
el control de las conductas es característico de la psicología conduc-
tual. Por lo cual Willy tuvo que “chutarse” dos pares de semestres de
esta teoría. “Tú entrena a tu rata de laboratorio” —le dijeron—, “pues
la rata te dará conocimiento para explicar la conducta humana, acto
seguido, tendrás que extrapolarlo a la gente que te consulte”. Pero las

• 292 •
Capítulo III: La Psicología

cosas no se tornaron tan fructíferas, pues al terminar la práctica cien-


tífica con su “animalejo”, la rata fue la que finalmente controló y con-
dicionó a Willy de tal forma que el entrenador actuaba mecánicamen-
te a las respuestas de la rata.
Los reforzadores, las variables y los programas conductuales fue-
ron los móviles para hacer de nuestro personaje un magnífico cirque-
ro. Cuestión que no fue muy satisfactoria para explicar el proceso de
construcción del ser humano en relación con su entorno biopsicoso-
cial.
Willy mucho tuvo que agradecer a su maestra la rata por todas
sus enseñanzas en el control de conductas, más aún, este conocimien-
to podría darle elementos a nuestro personaje para poder controlar
y predecir la problemática de los “Terminators” (hombre máquina)
que anduvieran sueltos por ahí, que estén necesitados de un ajuste de
tuercas en su cerebro. Por desgracia este paradigma sigue vigente en
las ciencias de la salud de la actualidad, pues es la herencia que nos
dejaron Descartes y Newton desde el siglo vii, en donde el hombre
efectivamente es considerado como una máquina, la cual tiene que
ser dividida y reducida a su unidad más pequeña para ser estudiada.
Decía Descartes: “…considero al cuerpo como una máquina. Mi
mente compara a un hombre enfermo y un reloj mal construido con
mi idea del hombre sano y el reloj bien construido”. Este mal entendi-
do ha hecho que la informática perpetúe e incluso refuerce la imagen
cartesiana del ser humano como máquina.
Sin embargo, con esta perspectiva teórica, Willy tuvo que aten-
der a su paciente en la práctica de la clínica universitaria, la famosa
“cajota de Skinner”, pues aunque no estaba muy de acuerdo con esto,
era su calificación de asignatura la que estaba en juego y, pues tejones
porque no hay liebres.
Pero, ¿cuál fue el resultado de todo esto? Pues ni el propio Willy
pudo saberlo, pues su rata de dos patas, el paciente, huyó de la tera-
pia. Nunca se acató a las variables que se controlaron y por ende no
palanqueó el número de respuesta que se le pidieron. Los reforzadores
sociales no hicieron efecto en el mantenimiento de la conducta ade-
cuada. El registro anecdótico de acicalamientos y garrotazos adminis-
trados por el padre hacia el paciente, no dio muchos elementos para
poder hacer un buen diagnóstico y por tanto una buena intervención.

• 293 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Al seguir en el sueño de aprender psicología, Willy se enfrenta a


una nueva visión de explicación de la realidad, introduciéndose así, en
el mar del psicoanálisis. Esta nueva perspectiva teórica fue para Willy
una confusión total, pues las cosas ya no eran tan objetivas y medi-
bles, sino se tornaron más subjetivas.
Willy en su afán de ser un gran psicólogo, mantuvo un amplio
criterio, incursiona en la famosa teoría de un sujeto llamado Sig-
mund Freud (Simón Fernández, pá los cuates), en donde se analiza-
ron aspectos de la vida infantil del individuo y su repercusión en la
vida adulta. Desde esta postura teórica el ser humano es un ser con-
flictuado debido a la dinámica de aparato psíquico. El inconsciente,
el consciente, el lenguaje y la cultura, etc., fueron elementos que se
tocaron en los seminarios. Todo desde esta visión era muy racional y
lógico. Los cuatro semestres de análisis de textos psicoanalíticos die-
ron indicativos a Willy para comprender que no sabía absolutamente
nada. Pues para ser un buen psicoanalista tenía que “chutarse” cinco
años de especialidad después de terminar la carrera de psicología, lo
cual fue muy frustrante para Willy, no tanto por el tiempo, sino por-
que la especialidad es demasiado cara y el conocimiento es muy eli-
tista para un simple mortal.
Realmente con lo que aprendió en sus seminarios de psicoanáli-
sis, sólo le sirvieron para seducirse, masturbarse mentalmente y para
entablar algunas charlas de café con sus conocidos. Pero no le daba
elementos para aplicarlo a la gente en los años futuros, lo cual tam-
bién fue muy frustrante. Con lo que Willy conocía de psicoanálisis no
iba a ser muy fructífero decirles a sus pacientes, que su complejo de
Edipo está muy marcado en la relación amorosa que sostiene actual-
mente, ni tampoco resolvería algo al comunicar al depresivo que
su malestar se debe a la herida narcisista por la pérdida del objeto
amado y no tanto por la pérdida, sino por el desprecio de éste hacia
el paciente, ni tampoco resolvería nada al comunicarle al paciente
comedor compulsivo que se deje de “mamadas” y supere su fijación en
la etapa oral.
La gente ya está cansada de discursos y análisis vanos, lo que la
gente demanda son resultados y no palabras que le sirvan de mule-
tas mentales para seguir su vida. Además —pensaba Willy— los tra-
tamientos tan prolongados que son característicos del psicoanálisis,

• 294 •
Capítulo III: La Psicología

nada solucionan (a menos que el terapeuta tenga algunas deudas pen-


dientes con el fisco). El tratamiento y la duración de éste sólo tiene
sentido siempre y cuando el paciente progrese, ya que terapias tan
prolongadas son poco costeables para la gente de escasos recursos.
La corriente humanista por su parte, fue conocida por nuestro
personaje durante la práctica del servicio social en los últimos dos
semestres. Se introdujo en esta nueva visión de la realidad basada en
los postulados de Carls Rollers (alias Carlitos Rodríguez), el cual pos-
tulaba que el ser humano es bueno por naturaleza (Simón Fernández,
mejor conocidos como Sigmund Freud, se revolcaría en la tumba del
coraje al escuchar tal aberración de su discípulo).
La técnica de la “hipócrita” empatía, la congruencia, la actitud, la
libre expresión, los viajes imaginarios (mejor conocidos como alucines
imaginarios, yo preferiría un peyotazo), la técnica del reflejo —que no
es otra cosa que devolverle a la persona con sus mismas y otras pala-
bras lo que nos dijo para que se dé cuenta de su problemática y aflore
el sentimiento, llorando así a moco tendido—, en resumen, la misma
gato nomás que revolcada y que no te lleva a nada, etc., fueron los
conocimientos que Willy adquirió en esta corriente técnica.
Además, Willy tuvo que vivir lo que aprendió en un grupo llama-
do de crecimiento personal, que al finalizarlo no creció ni un centíme-
tro. Sin embargo, esta experiencia fue muy enriquecedora para nues-
tro personaje, pues desde esta perspectiva ya se tomaba en cuenta al
cuerpo, aunque de forma aislada pero era contemplado, lo cual dio
elementos para comprender que las emociones participan en el todo.
A través de la dinámica vivencial se podía llegar a la catarsis (aunque
esto no es una regla) solucionando algunos problemas emocionales,
pues la resignificación del discurso y a su vez el darse cuenta de sus
sentimientos, no solucionan las cuestiones psicosomáticas, las cuales
se considera que en un primer momento son emocionales y después
al ingresar en el cuerpo e instalarse en alguna parte, el problema se
torna orgánico. Entender e incidir en este ámbito es parte de concebir
al individuo en toda su integridad corporal, lo cual psicólogos como
Willy recién desempacados de la carrera de psicología, no tienen cono-
cimiento de ello; además, tampoco tienen herramientas para incidir
en ello, pues se considera que estos caminos tan obscuros, sólo son
comprendidos por los “mata sanos”, los médicos.

• 295 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Para estos momentos Willy no tenía los elementos para compren-


der ese asunto del proceso de salud-enfermedad, sino hasta mucho
después cuando ingresó a unos cursos llamados: El cuerpo humano y
la psicología: algo para pensar y el de Introducción a la bioenergética. Los
cuales resultaron una mentada de m… para su condición racional y
occidentalizada.
Al ingresar a dichos cursos se dio cuenta de que el machete que
cortaba cabezas en las visiones científicas occidentales no hizo su apa-
rición, pues desde esta perspectiva el todo tiene relación con el todo,
es decir, el microcosmos que es el ser humano está en relación con el
macrocosmos que es el universo.
Todo es considerado desde esta perspectiva: lo emocional, los sen-
timientos, la cultura, la geografía, lo político, lo económico, el cómo
dormimos, comemos y respiramos, etc. Esto es lo que se denomina
integral. Sin embrago, esto no es tan trascendente pues ya es sabido
por muchos, que no lo consideren es otra cuestión. Lo más impactan-
te fue el escuchar que la psicología es una especie de fraude, pues es
producto de la mercadotecnia de la salud y, pues en la repartición del
cuerpo por las diferentes disciplinas que lo estudian y lo tratan, a la
psicología solo le habían tocado las conductas o los procesos psíqui-
cos, es decir, en términos de fragmentación, la cabeza. Lo orgánico y
lo biológico se lo repartieron otros trabajadores de la salud.
Otro aspecto que sacudió la razón de nuestro personaje fue el
hecho de saber que los paradigmas que sustentan la psicología y otras
ciencias de la salud ya son caducos, pues ya no dan explicación, ni
buenos resultados a las demandas de salud de la actualidad. Que la
psicología se entrampa en su propia definición y se preocupa más por
explicar su validez, que por dar respuestas a las problemáticas. Que se
construyen paradigmas de salud y luego quieren meter o encuadrar al
sujeto a estos paradigmas, en vez de que fuese al revés, primero ver al
cuerpo y su relación con el tiempo y espacio actual en el que vive y con
base en ellos se construya una teoría de explicación y por ende de tra-
tamiento. Tal vez es por eso que los psicólogos egresados de las dife-
rentes instituciones no encuentran cabida en el mercado de trabajo,
pues no tienen elementos suficientes para cubrir perfiles y necesida-
des que afuera se les demanda, produciéndose la gran frustración y el
abandono del ejercicio de algunos profesionales.

• 296 •
Capítulo III: La Psicología

Al enterarse Willy de todo este mitote de la salud se pone “rejego”,


pues no alcanza a comprender del todo lo que ahí se dijo. La frustración
hace presa de él, se siente como perro sin dueño, como burro sin mecate.
Pobre Willy. Tanto trabajo que le había costado el terminar su carrera
de psicólogo —para que en unos minutos le tiraran el esquema— tanto
esfuerzo que le había costado “camaleonarse” de una teoría a otra, cons-
truir su dios teórico y santiguarse con él todos los días y decidir con cuál
teoría tenía que casarse, pues resultó que le tocó bailar con la más fea.
Pero como todo científico de “hueso colorado”, se aferró a sus
convicciones y pensó que todo lo que se había dicho en esos malditos
cursos eran puras exageraciones, tal vez eran unos renegados de la
psicología. Sin embargo, lo que ahí se dijo le movió el esquema y, deci-
de saber más sobre el asunto para ver si podía remediar algo respecto
a su gran confusión.
En los meses siguientes incursiona en algunos cursos de trata-
mientos alternativas en lo orgánico y lo psicológico en el Centro de
Estudios y Atención Psicológica A.C., en donde escuchó una sarta
de barbaridades respecto a lo que concierne a la salud. Acupuntura,
masaje y auriculopuntura fueron los cursos que se “chuto” en esta ins-
titución. Lo que ahí se dijo le pareció realmente desconcertante, pues
lo concerniente a lo psicológico y a lo corporal era explicado desde los
procesos energéticos del cuerpo; pues lo emocional se manifiesta en
energía, que al ser desequilibrada por una fuerte emoción repercute
en el organismo causando alguna afección. Pero a través de esta tera-
pia se restablece la salud tanto orgánica como emocionalmente, para
ello se debe de entender el proceso de cómo se enferma la gente en
relación con sus hábitos alimenticios y de vida.
Sin embargo, Willy no creía del todo lo que ahí se dijo, hasta que
llegó a la oportunidad de comprobarlo en su propia experiencia, fue
como dio crédito a este conocimiento.
Para esta época y desde mucho antes, Willy había padecido de las
vías respiratorias, pues con mucha frecuencia se enfermaba de esto.
Casi por lo general cada quince o veinte días caía en cama enfermo, y
para reponerse se administraba grandes cantidades de medicamentos
por vía oral e instrumental. Quizá, hasta el farmacéutico de su comu-
nidad se estaba enriqueciendo con el alto consumo que hacían Willy y
su familia para remediar sus males.

• 297 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Un día que Willy estaba muy enfermo por el resfriado, la tos y las
anginas, que más que eso parecían pelotas de tenis, lo visitó un amigo.
Al estar platicando, nuestro personaje le pide a su amigo que le ponga
agujas de acupuntura en la oreja en puntos que Willy le indicó y que
sabía que le podían ayudar a remediar su mal: Siguieron platicando,
sobre la escuela, las nenas, el trabajo, que si se sabía una nueva postu-
ra sexual, etc., de todo un poco. Pasaron algunos minutos y no había
respuesta en el organismo de Willy, después de un tiempo y de rotar
las agujas, el cambio se empezó a producir, algunos síntomas disminu-
yeron y al poco tiempo ya casi se restablecía, con lo cual los dos queda-
ron muy sorprendidos, pues se preguntaban que cómo era posible que
tanto medicamento no hacía efecto y unas simples agujas lo lograran.
Después de este acontecimiento, Willy se puso acupuntura un
par de veces más, cambió algunos hábitos alimenticios, de respiración
y de vida; la enfermedad no se hizo presente sino hasta después de
transcurrir año y medio, la cual ya no se presentó con tanta fuerza y
permaneció muy poco tiempo.
Desde entonces nuestro personaje se interesa más sobre el asun-
to y decide tomar un diplomado sobre este tipo de tratamientos alter-
nativos dentro del campo de la salud. Conoció lo referente a terapia
de juego, bioenergética, radiestesia, astrología, flores de Bach, terapia
de rehabilitación con discapacitados (en esta perspectiva alternativa),
meditación Zen (que ya la había practicado desde los otros cursos de
acupuntura y masaje), tai chi, homeopatía, lo cual resultó muy inte-
resante para nuestro personaje. También empezó a tener pacientes
con este tipo de conocimientos lo que le satisfizo debido a los rápi-
dos resultados. Sin embargo, aunque Willy no puso en práctica todo
lo aprendido por falta de presupuesto económico, lo que ha emplea-
do en la actualidad le da otra perspectiva en el trabajo con los cuer-
pos. Qué mejor opinión y juicio que el de los propios pacientes cuando
reportan que sus condiciones de salud han mejorado notablemente.
Qué mejor satisfacción puede recibir un curador, cuando un pacien-
te te dice que te va a recomendar con sus parientes o conocidos para
que también disfruten de los beneficios del sentirse bien. Qué mayor
satisfacción es el presenciar todo un proceso de salud-enfermedad
desde el inicio hasta su restablecimiento. Qué alivio se experimenta
en nuestro ser cuando en terapia bioenergética el paciente libera todo

• 298 •
Capítulo III: La Psicología

su coraje, resentimiento, tristeza y frustración acumulada en su cuer-


po durante varios años de traerla cargando. Es sorprendente cómo
llega la gente con una angustia en su rostro y al finalizar la sesión
terapéutica su semblante cambia, sus ojos brillan de otra manera y su
cuerpo te dice que le has quitado un peso de encima. Es muy gratifi-
cante cuando un anciano te da un beso en la mejilla en agradecimien-
to por haberlo escuchado y aminorado su dolor corporal y emocional.
Pero también qué angustiante es el ver que el paciente no progresa
como todos los demás, debido a la falta de experiencia y a la ignoran-
cia que todo psicólogo tiene sobre los procesos fisiológicos y farmacéu-
ticos concernientes al problema en cuestión. Qué desesperante es car-
gar con la problemática del paciente después de que se ha ido, y que la
duda queda en el aire respecto de que si hicimos o no lo correcto en la
sesión que acaba de terminar y, si con ello el paciente se sentirá mejor.
Todo esto y mucho más fue lo que presenció Willy en la práctica
con sus pacientes. Realmente fue muy impactante para él poder ver
que desde otra perspectiva del ser humano se pueden hacer muchas
cosas en un tiempo considerable, sin caer en el dogmatismo y en ver-
dades absolutas.
Sin embargo, todos estos logros y fracasos que presenció Willy no
se deben exclusivamente a la mera técnica, pues la técnica por sí sola
nada resuelve. Lo que verdaderamente se involucra en este asunto de
la salud es el propio proceso del terapeuta, así como la mística que
se va adquiriendo conforme se hace empatía con los diferentes trata-
mientos que se le dan a la gente.
Parte de esta mística es la que te da la meditación Zen, que no
es otra cosa que sentarse a respirar y “hacerse tonto” por un rato en
un banquito de madera, para vaciar la mente y convivir o destruir los
miedos, la racionalidad de la propia cultura en la que vivimos, lo cual
es producto del ego, pero no el ego freudiano, sino el ego que hace
que toda persona y en particular los científicos creamos que todo lo
sabemos. El ego que trunca nuestra energía vital, que bloquea nuestra
intuición, que nos lleva a la aprensión de lo material y hasta de nues-
tro propio cuerpo, ese ego nos enferma y que no permite que nuestra
condición espiritual se tranquilice. Sin embargo, a través de esta diná-
mica tenemos que vaciar nuestro cuerpo de tanta basura adquirida
por la cultura y la sociedad actual en la que vivimos.

• 299 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Esta práctica del Zen ha permitido a Willy comenzar a convivir


con ese ego, procurar no perderse en tantos discursos y cuestiones tan
racionales, no permanecer en “el decir”, optar por “el hacer”. Desgra-
ciadamente se dice mucho y se hace poco. La enseñanza del Zen es
precisamente darnos cuenta de que “haciendo”, no nos perderemos en
la ruta de nuestro objetivo, se acortarán los tiempos y los caminos.
Permite no ser tan aprensivo con lo material y principalmente con las
ideologías. Por eso el que hace Zen rechaza eso y prefiere aquello. Pro-
curando disfrutar y convivir con el todo. El Zen da a sus practicantes
un poco de claridad entre tanta confusión, producto de la masturba-
ción metal que sufrimos los occidentales. Sin embargo, todo esto no
debe de decirse sino más bien hacerse, porque en el decir se pierde el
objetivo de esta disciplina.
Willy se siente satisfecho con lo que está haciendo, esto puede
ser un indicativo de que está haciendo las cosas bien. Sin embargo,
no por ello deja de preocuparse por conocer más cosas que le permi-
tan ampliar su panorama de lo que hace. Sigue enfrentando el proceso
tanto personal como el de sus pacientes y con todo esto trata de tener
una poca visión para poder incidir en las problemáticas que se le pre-
senten en los años venideros. El camino está ahí y son pocos los que lo
caminan. No hay verdades absolutas y eso es muy claro. Cada persona
vive su propio proceso, y éste es una muestra de ello. Paso a paso se
llega lejos, darse cuenta de esto, “ese es el meollo del asunto”.

• 300 •
EL ESPEJO
Sonia Elena Rodríguez Rivera

D
eja que te cuente cómo me he mirado por tantos años en el
mismo espejo con la vista absorta en una sola dirección: hacia
uno mismo. Crecí sintiendo que todo giraba alrededor de mí,
pensando que en todo lugar y en todo momento debía ser reconocida
mi presencia y lo que hacía. Me detengo ahora para tratar de explicar-
te cómo me fui construyendo, de esta manera, el reflejo de este espejo
que me lleva a reconstruir lo que ha sido mi vida. Me veo crecer bajo la
sombra de dos mujeres que asumieron la responsabilidad de criarme,
una de ellas de cuya vida fui despojada por el diagnóstico de un médi-
co, convirtiéndose en alguien a quien debían cuidar y que no podía
hacer mucho. Su existencia era una sombra que se mueve silenciosa,
apenas perceptible su presencia, permaneciendo detrás de sus dien-
tes una objeción o una queja que si llegase a escapar no se escucharía.
Alguien que en una ocasión se enamoró y sólo quedó en su vientre el
recuerdo de aquél que no quiso comprometerse. La otra tan opuesta,
tan sonora era la voz que escuchaba la familia, quien formó un hogar
“como debe ser”. Una vida inmersa en las exigencias del trabajo y la
estética, agobiada por llevar entre sus manos la rienda de la existen-
cia de aquellos que la rodean. Preocupada por no poder aquello que los
años van desprendiendo, por alcanzar las comodidades que una vez
la sorprendieron a sus escasos catorce años, recién llegada a una vida
urbana. Esta situación permitió que creciera sin falta de cariño, cui-
dados, brindándoseme todo lo que podía desear. En el medio donde
me desarrollé tuve una infancia afortunada, tenía atenciones, ropa,
juguetes, viajes, que otros niños no tenían; se me facilitó entender las
cuestiones escolares lo cual ayudó para que se me considerara el orgu-

• 301 •
Zen, Acupuntura y Psicología

llo de la familia y ocupara un lugar destacado en la escuela, imagen


que me apropié, haciéndome exigente, impaciente e intolerante con lo
que quería y con quienes convivía. Sin embargo, a mis nueve años mi
realidad cambió; el conocer que mis padres sólo lo eran culturalmen-
te provocó una revolución en mi interior, sentí que me habían quita-
do algo que consideraba mío, tenía coraje y tristeza a la vez, no podía
creer que mi vida había cambiado. Empecé a experimentar hacia mi
madre biológica sentimiento que oscilaban entre la ira y el rechazo
porque no quería y no aceptaba que fuera mi madre esa persona que
hacían a un lado por no “saber”, porque no brillaba afuera, era tan
contraria a la otra a quien admiraban y escuchaban, y en esa nega-
ción crecí a semejanza de la última, queriendo reafirmar que era su
hija. Asimismo, me embargaba la culpa y el cariño porque también era
mi madre y sólo había recibido de ella cariño y cuidados. Por algunos
años tales emociones dejaron húmedo el lecho donde reposaba, como
única huella de lo que ocurría en mi interior.
Ante esta circunstancia preferí estar fuera porque desde ahí
parecía que nada había cambiado, no quise escuchar esta verdad por
mucho tiempo, tratando de negar que existía y sin embargo, sona-
ba silenciosa por todo el hogar. Crecí en medio de la confusión, entre
lo que era y lo que quería hacer, queriendo demostrar que a pesar de
lo que yo creí que me habían quitado, era mejor que mis hermanos
cuyos padres sí eran los verdaderos; mostrarles que era capaz para que
nunca me dijeran que no formaba parte de su familia. Mi mundo se
convirtió en un espacio de lucha, de competencia, en donde vivía pen-
diente de los demás, cuidando la imagen que había creado, teniendo
miedo de equivocarme, llenándome de envidia hacia aquellos que bri-
llaban más física o intelectualmente, de orgullo y vanidad cada vez
que conseguía algo, sin compartir lo que tenía, apropiadamente de las
cosas y de las personas, siempre con la misma necesidad de reconoci-
miento. ¿Que cómo es vivir así? Es ver cómo has construido un muro
entre los hermanos dificultándote el poder acercarte a ellos y decir-
les que los quieres, porque la relación se convirtió en una disputa por
los padres. Es ser egoísta y no ser capaz de darle tiempo y cariño a tu
madre, aunque la veas sola. Es permanecer en una relación que lasti-
ma sin dejar ir a la pareja en toda la extensión de la palabra, porque
sientes que alguien mejor te ha apartado de ella, viviendo en cons-

• 302 •
Capítulo III: La Psicología

tante competencia con un fantasma. Es buscar los lugares donde te


puedas lucir, cuidando una imagen que te hace permanecer en rígi-
da posición, haciéndote callar por temor a equivocarte o no decir lo
“correcto” hablando de más, inventando y acomodando sucesos, que
sólo te hacen gustar tu energía equivocadamente. Sin embargo, esta
forma de ser que he visto por tantos años y que ahora tú has mirado
en este espejo, sólo ha hecho habitar en mí a la frustración, desespe-
ración, angustia e ira, haciéndome vivir atada a los demás sin disfru-
tar plenamente de lo que hago. Descubriendo que detrás de toda esa
vanidad y envidia también se esconde el temor a sentirse rechazado,
que éstos han sido los escudos con los cuales me he protegido para que
no me hagan a un lado, como le ha pasado a mi madre, ahí donde te
introyectan la necesidad de ser “brillante” para que tengas valor per-
sonal. Y esta forma de vivir te enferma interior y exteriormente.
¿Que por qué te cuento esto? Porque quiero contarte que vivien-
do así he sentido la necesidad de cambiar, de no arrastrar esos senti-
mientos que sujetan mi interior, haciéndome sentir estancada. No, no
me preguntes cuándo ni cómo ha surgido, sólo he comprendido que
siempre está presente en cada uno de nosotros y te lleva a encontrar
espacios donde pueda mirar hacia otras direcciones. En esos lugares
he empezado aprender, a escuchar, a reconocer lo que otra persona
puede lograr sin sentirme celosa de su triunfo, de poder compartir
su alegría. Porque en el trabajo que he elegido, las personas que vie-
nen buscando un apoyo para su salud me ha enseñado a dar de mí,
dedicarles un espacio y un tiempo para escucharles y darles lo que he
conocido. Porque ellos sienten esa disposición y se no estás dispuestos
a dársela se alejan. Porque he encontrado en eso la posibilidad de sen-
tirme diferente y vivir mejor; buscando estar ante este espejo y mirar
ahí enfrente, esa silueta que se llama egolatría, sabiendo que es parte
de mí y que podemos convivir en el mismo cuerpo.
Te cuento esto porque es compartir contigo algo de lo que soy.

• 303 •
DEL SUEÑO A LA REALIDAD
José García Pérez Rul

Caminante no hay camino,


se hace camino al andar.
A. Machado

F
ue un sueño diferente a los demás que había tenido, de eso hacía
varios años y aún lo recordaba claramente.
Era de noche y sólo le alumbraban en aquella oscuridad los
faros del automóvil que lo iba siguiendo. Él, vestido de traje, corría des-
esperadamente cuesta arriba buscando la oportunidad de huir y, sin
embargo, vio fracasar su intento cuando se topó con aquella reja que
no pudo trepar; el agotamiento causado por la distancia recorrida sólo
le permitió recargar su espalda contra el obstáculo y dejar desvanecer
sus piernas hasta quedar sentado sobre la tierra. Fue entonces que sus
dos perseguidores se detuvieron frente a él y bajaron del carro con una
sonrisa burlona al tiempo que preparaban sus armas para disparar.
Uno de ellos, el de mayor aplomo, levantó la mano para indicarle
al otro que se detuviera y comenzó a hablar:
—¿Por qué no hiciste lo que se te mandó? Sabes que estando den-
tro de la organización no te puedes echar para atrás, si nunca antes te
había importado la moral. ¿Por qué ahora dejas la vida de otro a sabien-
das de que va de por medio la tuya? ¿O creías que te ibas a salvar? ¿Ves?,
ahora nosotros vamos a obedecer sin importar que te conozcamos.
Después de esto y sin darle tiempo a contestar, aunque sabía que
así sería y que sus argumentos no cambiarían en nada la situación,
dispararon.
Al sentir cómo penetraban las balas en su cuerpo, sólo tuvo un
instante para pensar antes de morir que si tuviera otra oportunidad

• 304 •
Capítulo III: La Psicología

de vivir o regresar la vida atrás ya no se dejaría manipular para hacer


el mal, pues ello y el haberse arrepentido demasiado tarde lo habían
llevado a acabar así, e intentaría que los últimos momentos de respiro
no estuvieran agitados por el miedo.
Sus ojos miraron por último el brillo de las estrellas a las cuales
siempre había anhelado llegar y quedó sin vida.
Un breve instante después del sueño, Pedro despertó, y al abrir
los ojos tuvo una sensación de tranquilidad y duda que le extrañó por
un momento, pues experimentó las imágenes de forma tan real que
no le hubiera sido raro un sobresalto como el que se tiene en las pesa-
dillas, además de que sintió que algo había pasado dentro de él y no
sabía cómo explicárselo, era como si el estar vivo ahora estuviera liga-
do o fuera la continuación de aquella ensoñación.
Conforme transcurrió el tiempo fueron pasando por su pen-
samiento diversas preguntas: ¿Tendría algún significado su sueño?
¿Debía darle importancia a éste? ¿Significaba ahora, el estar ahí acos-
tado en la cama, la nueva oportunidad de vivir? ¿Sería el recuerdo de
la petición que hizo algún día? Sin encontrar respuestas y después de
un momento en que su mente quedó en blanco se volvió a dormir.
Al día siguiente Pedro despertó con la idea de hacer realidad los
deseos de aquel sueño, independientemente sí en otra ocasión podía
encontrar o no contestación a las preguntas de la noche anterior. En
su vida surgió la importancia de vivir, ser feliz y estar en paz con él
mismo y con los demás, que aún cuando no tenía la certeza de cómo
podía lograrlo, sabía que había una forma de averiguarlo y ella se pre-
sentaba en el momento en que estaba vivo.
Por ese tiempo atravesaba los años de la adolescencia, y aunque
su cuerpo apenas comenzaba a adaptarse al crecimiento caracterís-
tico de su edad, en su rostro ya se marcaban algunos rasgos que se
observan mayormente en los adultos que se encuentran inconformes
con su vida o con lo que viven, como la frente ceñida. La mayor parte
de su vida hasta ese momento había transcurrido en los ambientes
de su hogar y la escuela, donde era buen estudiante, y sus amigos no
eran diferentes de los que constituían sus compañeros de clase, con
los cuales se reunía la mayor parte de las veces sólo para hacer tareas,
a pesar de que siempre tenía la expectativa de que un día fuera dife-
rente y se vieran para poder divertirse o platicar.

• 305 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Su familia la formaban sus dos hermanos, Julio y Andrés, quie-


nes eran mayores que él, y su madre quien acostumbraba dedicar gran
parte del día a los quehaceres del hogar. Ellos decían que el carácter de
Pedro era rebelde, pues comentaban que a todo contestaba que “no” y
su respuesta no variaba ante ningún argumento:
—Ni Dios padre lo hacía cambiar, aun en las veces en que le
pedíamos que hiciera algo por su bien, como en las ocasiones en que le
decíamos que comiera más verduras —decían.
Además, se caracterizaba por ser enojón y las menos de las veces
peleonero, tal vez porque creía que así tenía que reaccionar o porque
pensaba que era la única forma de lograr que los demás lo respetaran.
Como fuera, aquella ensoñación le hizo darse cuenta de que eno-
jándose o peleando no iba a poder lograr la paz que buscaba, pues
hasta el momento sólo había pasado malos ratos y se había convertido
en el pasatiempo de las personas que disfrutaban imaginando cómo
el hígado de los otros se empieza a mover con los corajes. Así que deci-
dió que esa energía gastada en vano podía utilizarla para hacer lo que
realmente quería y ser feliz, y que aquella rebeldía hasta ahora infruc-
tuosa podía ayudarlo a no desistir ante aquellas personas que intenta-
ran disuadirlo de su meta.
Fue entonces que Pedro puso su empeño en no hacer corajes al
estar comiendo, al acostarse, al despertar, al bañarse, al estudiar y en
todo lo que más pudiera; pensaba que si los problemas no podían solu-
cionarse con el diálogo y la expresión de las razones por las cuales se
molestaba, tampoco iban a mejorar si se enojaba; en su lugar quería
iniciar disfrutando con alegría los momentos que se repiten día a día,
y realizar las cosas que le llamaban la atención y que no había hecho
por pensar que existía un después donde iba a poder hacer lo que que-
ría sin tener que causar alboroto y convencer a los demás de qué era lo
que deseaba, como lo había hecho hasta ese momento.
Como por arte de magia, su comportamiento cambió de un día
a otro, dejó de enojarse por lo que ahora llamaba pequeñeces y ese
mismo día decidió salir de casa para ir a las canchas de basketbol por
las que solía pasar cuando regresaba de la escuela a su hogar y en las
cuales nunca antes se había detenido.
En ese lugar encontró a Roberto, un joven que a pesar de tener
su misma edad aparentaba ser mayor por su rostro frío y serio que

• 306 •
Capítulo III: La Psicología

le caracterizaba, ambos estudiaban en el mismo salón, sin embargo,


nunca habían intercambiado diálogo alguno. No obstante, aquel día
después de jugar comenzaron a platicar.
—Nunca antes te había visto por aquí —dijo Roberto.
—Vivo a unas cuantas cuadras y aunque generalmente paso por
aquí no acostumbro detenerme. ¿Tú vienes seguido?
—Sí, vengo aquí algunos días después de clase, me gusta jugar un
rato antes de irme a atender un puesto donde vendo periódicos, otras
veces me gusta ir al cine.
—¿Sabes?, hasta hoy he querido hacer también esas actividades,
sin embargo, nunca las he realizado, siempre me he quedado en los
puros pensamientos.
—Pues ya no lo pienses más, los pensamientos nunca se vuelven
realidad si no los llevas a cabo, si quieres mañana saliendo de clases
nos vamos al cine.
—Está bien, mañana nos vemos.
Después de despedirse, en el recuerdo de Pedro habían quedado
grabadas aquellas palabras: “Los pensamientos nunca se vuelven rea-
lidad si no los llevas a cabo”. Era cierto, siempre había existido en su
mente la idea de jugar basketbol o futbol americano, sin embargo, sus
manos no sabían nada de ello, pero ahora que había jugado todo su
cuerpo había vibrado en torno a eso.
Así deseaba que fueran las cosas, de ahí en adelante haría las
cosas en vez de solo estarlas pensando. Unos días fue al cine a ver una
película que le parecía interesante, otros a remar al lago de Chapulte-
pec, a jugar basketbol o futbol americano, en ocasiones a platicar con
sus amigos o a escuchar una visita guiada en el Museo de Antropolo-
gía o a realizar cualquier cosa que deseara y en el momento que surgía
el interés. Si había un futuro no lo sabía, o tal vez el “después” se pre-
sentaba ahora mismo y tenía que aprovecharlo.
Al paso de algunos meses la vida le pintaba mejor, o al menos
estaba más contento con su forma de ser y con lo que hacía. Todo mar-
chaba “viento en popa”.
Sin embargo, un día al llegar a casa notó que había un silencio
como los que surgen cuando algo sucede, por lo que se dirigió a la coci-
na para indagar con su madre lo que sucedía:
—¿Qué pasa?

• 307 •
Zen, Acupuntura y Psicología

—Tu padre se encuentra mal de salud.


—¿Qué le ocurre?
—Tiene un problema en la columna vertebral que lo está dejando
paralítico y es posible que lo operen pronto.
—¿Y tú cómo lo sabes?
—Llamaron tus tías para decírmelo.
Sin desear preguntar nada más, dio media vuelta y continuó su
camino como si nada hubiera pasado y el silencio volvió a invadir el
ambiente. Aunque su rostro permaneció inmutable, en su mente
gobernó la confusión. Estaba tan acostumbrado a no saber nada de
su padre, pues se había ido de la casa cuando él tenía cinco años y sólo
lo veía esporádicamente cada Navidad o Año Nuevo o en alguna visi-
ta inesperada, que al recibir la noticia no supo qué hacer, ni a dónde
ir a verlo y si quería hacerlo. Ignoraba la forma en que reaccionarían
su propia familia y las tías con las que vivía su padre, pues sabía que
entre ellos había existido algunos conflictos y ahora no deseaba averi-
guar si se encontraba o no en buenas relaciones; así que prefirió sola-
mente permanecer informado y a distancia de ambas partes con el
afán de continuar en paz.
No obstante, después de aquel momento y a pesar de su inten-
ción, su mente no podía permanecer tranquila, se le notaba distraído
en todas las actividades que realizaba y parecía como si todo lo hiciera
mecánicamente. Roberto que para ese entonces se había convertido
en mejor amigo, al darse cuenta de lo que pasaba le preguntó en tono
de broma para llamar su atención:
—¿Qué te pasa Pedro, andas enamorado o estás pensando en
cómo le introducen el migajón al pan sin abrirlo?
Luego de esbozar una breve sonrisa Pedro le contestó:
—No, ojalá fuera eso.
—Entonces ¿qué ocurre? —inquirió Roberto en tono de voz ya
serio.
—Estoy desconcertado, mi padre está enfermo, y a la vez que
tengo ganas de ir a verlo no quisiera saber ya nada más de él.
—¿Cómo es eso?
—Recuerdo que después de que mi padre se fue de casa yo pasé
muchos días llorando y algunos años en la añoranza de que un día
regresara, quería sentir que todo era un sueño del cual algún día iba

• 308 •
Capítulo III: La Psicología

a despertar. Sin embargo, conforme fue transcurriendo el tiempo me


di cuenta de que era un deseo que simplemente no podía ser y me
resigné a saber que estaba lejos y a sentir que no debía esperar con-
tar con él cuando lo necesitaba; fue entonces que más que a mi padre,
en las ocasiones en que lo veía, lo sentía como a un extraño y si acaso
yo pensaba en que podía esperar algo más que eso, pronto me sentía
decepcionado y entonces me daba coraje por haber caído nuevamen-
te en la ilusión de cuando era niño de pensar que las cosas podían ser
diferentes y que podía contar con su apoyo.
»Ahora me vuelvo a encontrar en ese conflicto, me resulta difícil
acudir a ver a mi padre y dejar de lado la esperanza de que ahora las
cosas pueden cambiar, por lo que preferiría no asistir, pero además sé
que, aunque a él no debiera de extrañarle mi ausencia, de no ir estaría
haciendo lo mismo que él hizo en muchas ocasiones conmigo y desde
niño me he propuesto ser diferente a él.
—¿Y qué has decidido?
—Nada aún.
—Pues no lo pienses mucho y mejor actúa de acuerdo a lo que te
haga sentir mejor.
—Es lo que quiero hacer.
Sin embargo, el tiempo pasó sin que decidiera nada y la operación
de su padre se llevó a cabo sin que él fuera a verlo.
Dos días después al llegar por la noche a su casa, encontró que su
hermano Julio estaba esperándolo para platicar con él.
—Quiero hablar contigo.
—¿Qué pasa?
—Fui a ver a mi padre y parece que se va recuperando de la opera-
ción. Me encargó que les dijera a mi mamá, a Ángel y a ti que está arre-
pentido de la forma en que se comportó con nosotros, y que a pesar de
que siente que ya es demasiado tarde para repararlo quiere pedirles
que lo perdonen y además encargarles que se cuiden cada uno de uste-
des y que ayuden a los demás miembros de la familia en lo posible.
—Está bien.
Después de escuchar aquello continuó su camino se fue a acostar.
Las preguntas comenzaron a brotar: ¿Por qué su padre se arrepentía
ahora de lo que había hecho, si siempre parecía que él disfrutaba de
la forma en como estaban viviendo? ¿Acaso nunca se había puesto a

• 309 •
Zen, Acupuntura y Psicología

pensar en que había dejado de lado a su familia y en esos momentos se


daba cuenta? ¿Qué era lo que estaba sucediendo? Como en otras oca-
siones no pudo encontrar respuesta y sólo pensó que le era difícil per-
donar y olvidar lo que había ocurrido antes de quedarse dormido. Sin
darse cuenta de que su corazón se estaba llenando de resentimiento.
Al día siguiente cuando despertó, no quiso abrir los ojos, sen-
tía raro el ambiente del cuarto y del amanecer, en ellos reinaba un
silencio que nunca antes había percibido; presentía algo y no lo quería
confirmar. De pronto el timbrar del teléfono se abrió paso entre tal
atmósfera y llegó el anuncio que temía… su padre había fallecido.
Ese día prefirió no acudir al velorio, pues consideraba que no
tenía caso ir a acompañar a su padre ya sin vida; sólo asistió al entie-
rro para despedirlo y no quiso derramar ninguna lágrima en señal de
que lo tomaba como otra de las tantas veces en que se iba sin saber
cuándo regresaba.
Sin embargo, a partir de aquel día su carácter cambió, se volvió
frío y calculador, perdió la chispa que le permitía encontrar interés en
cualquier cosa, ahora caminaba y a su paso no encontraba nada que
le agradara; dejó de convivir con sus amigos, de ir al cine, de practi-
car un deporte o hacer ejercicio, de estudiar, en fin de hacer todo. Su
forma de pensar se volvió negativa, pues a todo encontraba un “no”, y
ahora nada le molestaba más que le recordaran a su padre. Había algo
dentro de su ser que le estaba inquietando.
En algunos meses su aspecto físico también empezó a cambiar, su
piel se fue haciendo opaca, al igual que sus ojos, le parecieron ojeras y
en su frente se dibujaron arrugas, su columna se encorvó un poco y su
peso aumentó rápidamente.
Sabiendo que algo malo estaba pasando fue a ver al médico y des-
pués de diversos estudios éste le dijo:
—Al parecer tienes un soplo funcional.
—¿Qué es eso?
—Es un problema del corazón, debes de cuidarte y no hacer ejer-
cicio porque se puede agravar. Generalmente le da a la gente mayor,
pero ahora ya nada es exclusivo de una edad, y algo que es importante
es que algunas veces suele desaparecer y luego reaparecer.
Al salir de la clínica, con el rostro más entristecido que antes, se
encontró a Roberto, y al verlo recordó lo que éste le dijera una vez:

• 310 •
Capítulo III: La Psicología

“Los pensamientos nunca se vuelven realidad si no los llevas a cabo”,


y sin decir nada Pedro salió corriendo dejando en el rostro de Rober-
to, que se acercaba para saludarlo, un gesto de admiración; abordó el
autobús que pasaba por la avenida principal y se perdió de la vista de
su amigo. Al pasar por el panteón descendió del camión y se dirigió a
la tumba donde estaba enterrado su padre y ya estando ahí se agachó
y comenzó a decir:
—Vengo a pedirte que me perdones, y a decirte que te perdono, si
es que hay algo que perdonar.
Después de eso sin decir más comenzó a llorar como nunca antes
lo había hecho, de su pecho salieron todas las lágrimas que tenía
guardadas desde el día del entierro y que habían sido agrandadas por
el resentimiento de sentirse abandonado y el arrepentimiento de no
haberlo ido a visitar cuando estaba vivo. Luego de un tiempo y de que
su corazón sintió un poco de calma, se levantó y pidió porque su padre
encontrara el camino y se despidió.
A partir de ese momento en la piel de su rostro y en sus ojos vol-
vió a aparecer el brillo, desaparecieron las ojeras y con el tiempo algu-
nas arrugas de su rostro, al igual que el exceso de peso y el soplo de su
corazón. Regresaron de nuevo las ganas de vivir y hacer lo que desea-
ba y ya no le molestaba hablar sobre su padre. Había reencontrado la
paz que siempre había deseado.
Ahora años después, sentado sobre su cama al amanecer, con
una pequeña luz que entra por la ventana y corta la oscuridad para
alumbrar su rostro, que muestra rasgos de remembranza, llega a su
mente lo que ha sucedido desde aquel sueño que tuvo algún día; ha
sido necesario no sólo aprender de los buenos momentos que ha teni-
do sino también de los que no lo han sido y que ocurrieron por no
haberle hecho caso a su corazón desde un principio; sabe que puede
buscar ocultarse las cosas y que sin embargo, éstas brotarán tarde o
temprano.
Además, se ha dado cuanta que para hacer realidad aquellos sue-
ños no sólo hay que desearlos, sino que hay que llevarlos a cabo.

• 311 •
FRONTERAS
Héctor Gustavo Ríos García

Sólo existe el sufrimiento, no hay quien sufra.


Hechos hay, pero nadie que los haga.
Y hay nirvana, pero nadie que la busque;
El camino existe, pero nadie lo recorre.
Buda

N
uestra vida es una confrontación constante con el mundo,
con el ambiente que nos rodea, y nuestra mente es el campo
donde se correlacionan todos los factores de esta confronta-
ción. Estos factores pueden dividirse en dos grandes grupos: los fac-
tores internos y los factores externos. En los factores internos, nos
proyectamos hacia el exterior, trataremos de utilizar el ambiente para
satisfacer nuestras necesidades, nos apoyamos en lo externo viviendo
en una simbiosis con ello. Mientras que por el contrario, en los facto-
res externos el ambiente está penetrando en nosotros, nos obliga a ser
de un modo y no de otro, nos impone normas que nosotros hemos de
aprender a obedecer y a adaptarnos a ellas, porque de lo contrario nos
enfrentaremos a muchos conflictos a lo largo de nuestra existencia.
La mayor parte de mis pacientes viven en su existencia como un
contraste entre ilusiones y desilusiones, entre situaciones que son
placenteras y otras de conflicto y dolor. Esto me lleva a pensar que si
encontrara un grupo numeroso de personas en relación a la idea que
tienen de su vida, probablemente encontraría a un mayor número de
ellas que afirmarían que la balanza se inclina de lado negativo.
Esto es realmente decepcionante si consideramos que la vida
debiera ser algo completamente positivo o agradable, que la vida
debiera ser una forma de crecimiento constante.

• 312 •
Capítulo III: La Psicología

Es claro que todos buscamos la FELICIDAD, el bienestar: ¿Por


qué la buscamos? La respuesta inmediata sería: “Porque no la tene-
mos”, pero examinándolo más a fondo veremos que la cosa no es tan
simple, ya que la verdadera respuesta añade otro matiz. Efectivamen-
te, buscamos la felicidad porque no la tenemos, pero al mismo tiempo
de algún modo sí la tenemos.
Profundizando un poco más en el terreno de los problemas per-
sonales de mis pacientes, para lograr entender qué es lo que ocurre,
no fue suficiente con mirar las circunstancias que les rodean y protes-
tar por aquello que les parece negativo, desagradable o contrario a su
deseo, y no simplemente decirles: “Serían más felices si sus circuns-
tancias externas cambiasen, o si las personas que les rodean fuesen
de otro modo, o simplemente culpar a la situación económica por sus
problemas”. Estoy de acuerdo que lo exterior está compuesto de cosas
muy necesarias; pero lo exterior solamente lo podemos conseguir a
través de lo interior.
Observé que los conflictos, angustias, sufrimientos son genera-
dos por las demarcaciones que equivocadamente mis pacientes y la
mayoría de las personas establecen en sus vidas, logrando con esto
fragmentar, fracturar sus experiencias en partes separadas por lími-
tes o fronteras.
Por consiguiente, construyen una división artificial en todo lo
que perciben sus sentidos (vista, olfato, gusto, tacto), vida-muer-
te, mente-cuerpo, dentro-fuera, razón-instinto, provocando en sus
vidas un enfrentamiento doloroso entre “distintos aspectos” que
sólo son parte de un todo y que en ningún momento son antagó-
nicos entre sí. El resultado de este enfrentamiento recibe muchos
nombres, pero no es más que la INFELICIDAD.
A partir de esta fragmentación, reflexiono por qué la vida se
presenta como una cadena de opuestos y por qué todas las deci-
siones se toman entre opuestos y en ello se basan todos nuestros
deseos.
Si todos nosotros, me incluyo, observáramos más la naturaleza,
encontraríamos que ella no sabe nada de ese mundo de opuestos en
que vive el ser humano. Es tan simple, en la naturaleza no hay moscas
falsas ni moscas verdaderas, océanos justos e injustos, es más no hay
especies feas ni bonitas, todo es armonía entre sí.

• 313 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Del mismo modo, en la naturaleza existe la vida y la muerte, pero


no hay el inmenso terror que los humanos sienten al experimentar
o simplemente imaginar su muerte. Si todo fuera tan sencillo como
cuando un elefante viejo presiente su muerte y no lo invade el miedo,
sino que tranquilamente busca un lugar apartado en la selva para
morir ahí. ¡Qué diferente es la manera en que el hombre se enfren-
ta con la muerte! Esto es un sencillo ejemplo de cómo el ser huma-
no fragmenta su realidad y después no sabe cómo integrarla. De la
misma manera existe el dolor y el placer en el mundo de la naturaleza
sin que sean motivo de preocupación.
Dicho de otra manera, lo que crea un par de opuestos es la demar-
cación como tal, es decir, trazar fronteras es fabricar opuestos. Vivir
en un mundo de opuestos, tendrá como consecuencia vivir en un
mundo de conflictos.
Me permito transcribir un fragmento del libro Siddhartha de
Herman Hesse, como un ejemplo de los que creen que en el mundo no
hay fronteras ni opuestos:

Cuando el sublime Gotama hablaba en su enseñanza, veía-


se obligado a dividirlo en samsara y en nirvana, en errores y en
verdades, en sufrimiento y en liberación. Imposible de distinta
manera; representa el único camino a seguir por el maestro que
enseña. Pero el mundo en sí mismo, lo que existe en nosotros y
afuera, jamás es unilateral. Nunca un ser humano o una acción
es plenamente samsara o nirvana, así como tampoco un hombre
es cabalmente un santo o un pecador. Harto fácilmente nos equi-
vocamos, pues por naturaleza tendemos a creer que el tiempo es
una cosa real. El instante que parece medir entre el mundo y la
eternidad, entre el sufrimiento y la felicidad, en el bien y el mal,
no es más que una ilusión” (pp. 161-162).

Las fronteras que trazamos nosotros mismos en nuestra concien-


cia y en el mundo donde vivimos, son puras ilusiones, fingen separar
lo que de hecho no es separable. En este sentido, el mundo real contie-
ne líneas, pero no fronteras. Una línea se convierte en frontera cuan-
do nos olvidamos de que el interior existe con el exterior; cuando ima-
ginamos que no hace más que separar, pero sin unir al mismo tiempo.

• 314 •
Capítulo III: La Psicología

Nuestra piel se convierte en una frontera permanente que descu-


bre una visión de la dualidad, de lo evidente y lo oculto; interior y exte-
rior, pero la piel no se separa por sí sola, la conciencia es la que deter-
minará qué es lo que está adentro o afuera, lo que es bueno o malo.
Como dije anteriormente, la formación de opuestos se debe a la
construcción de fronteras que sólo existe en nuestra conciencia por-
que la división se da en la conciencia y no en la realidad; pero cuan-
do asumimos la existencia de dichas fronteras, el siguiente paso será
derribarlas, suena sencillo, pero no todos tienen la forma o la forta-
leza para lograr quitar un grano de piedra de esta pared que no exis-
te. Sin embargo, al aceptar la existencia de dichas demarcaciones, en
ese momento las estamos desmoronando porque su fuerza radica en
el propio temor de cada persona para derribarlas.
Considero necesario ejemplificar esto con el caso de una paciente
que llamaré G. Ella acudió a mí hace aproximadamente un año, no por
algún problema aparente, más bien le interesó buscar en su interior
emociones ocultas que han determinado en la actualidad su persona-
lidad. Para esto transcribiré textualmente un escrito que ella misma
escribió en una sesión conmigo:

“…trato de explicar qué sucedió con el pasado, con aquel pasado


que no me permitía avanzar por tratar de entender este presente.
Qué quiero decir con esto, el sacar remordimientos, enojos, des-
acuerdos, maneras de entender esa situación en la que me envol-
ví por un año y es tratar de entender que no existe una familia
como la que yo quería, un fantasma de mamá como la que nunca
existió dentro de la realidad, pero construida con imaginación;
unas hermanas que eduqué creyendo que la educación era la
autoridad; un padre que me dio muchas desilusiones, sufrimien-
to y también desestabilidad emocional”.

Ésa es solo una parte de su vida plasmada en papel, en la actuali-


dad ella reinició la terapia quizás para reafirmar que todavía hay ceni-
zas en su pasado con peligro de encenderse.
Como ella, hay muchas personas que han construido una reali-
dad sustentada en fantasías, ilusiones, sueños; sin embargo, ahora
comienza a despertar a su propia realidad sin deformaciones.

• 315 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Otras personas pretenden escapar de su realidad por instantes;


algunos usan el alcohol, las drogas, la televisión, el sexo y otros el
lenguaje. Pero por qué hay que escapar de la realidad y no enfrentar-
la y por último vivir con ella. Surge la necesidad de las personas de
ser escuchadas y “apapachadas” a través de su oído, pero finalmente
huyen de su lenguaje corporal y verbal, con esto vuelven a ocultar o
disimular su realidad cubriéndola con velos. Al acudir con un psicó-
logo van precisamente a descubrir sus más íntimos secretos envuel-
tos con frustraciones, rencores, depresiones que posteriormente
volverán a ocultarse en su interior y surge la etapa de justificación
porque no son capaces de observarse, de escucharse y mucho menos
de sentirse.
Regreso a mi pregunta inicial, por qué no somos felices, por
qué buscamos la felicidad si la tenemos; sencillamente porque no la
vemos, nuestra percepción ha disminuido en una sociedad tan con-
sumista como la nuestra, donde todos nos comemos entre sí para
sobrevivir.
La felicidad, como cualquier emoción o sentimiento, es simbó-
lica; sabemos que existe como una condición corporal, esto quiere
decir que nuestros sentimientos están condicionados socialmente, en
donde sólo existe lo tangible y lo absoluto.
Se ha comprobado que la vida emocional es determinante para la
salud corporal y mental, o por lo menos para mis pacientes hombres
y mujeres lo es, porque la mayoría de ellos, ya sea en su niñez, juven-
tud o adultez, han vivido una especie de abandono emocional y acep-
tan que su desempeño creativo depende de su bienestar emocional, en
donde se entrelazan varios factores, por ejemplo: la pareja, la familia,
las relaciones sociales, aceptación de uno mismo entre otros.
Al no tener una retroalimentación emocional de parte del
ambiente, surgen en las personas un estado corporal muy común; la
SOLEDAD, que no sólo es una condición mental sino un hecho real y
parte fundamental de nuestra vida.
En la actualidad hay un gran aumento de personas que se sien-
ten solas, esto se vuelve un indicador de la gravedad de nuestra reali-
dad. En un mundo como el nuestro el ser humano se encuentra más
solo que nunca. La soledad es un espejo donde se refleja un mundo en
decadencia en el que se han olvidado todos los valores humanos.

• 316 •
Capítulo III: La Psicología

La soledad no respeta raza, sexo ni clase social, tanto hombres


como mujeres se sienten solos. Aparentemente son dos líneas para-
lelas, sin embargo, se encuentran diferencias entre ellos: en primer
lugar, la mujer pierde su femineidad, se vuelve enojona, amarga-
da, se siente incompleta; el hombre, por su parte, se vuelca hacia el
exterior, rejuvenece. Los dos padecen soledad pero para el hombres
es sólo un problema de asistencia doméstica, un problema de alcoba
vacía; para la mujer, la soledad es un problema terrible y un golpe a
su personalidad.
El estar solo en la vida es como si viviéramos eternamente plan-
tados. Sin embargo, nosotros mismos tenemos a alguien que en la
más horrenda soledad siempre nos hace sentir acompañados, ese ele-
mento tan insignificante para algunos y para otros la fuente de inspi-
ración, la olvidada y siempre recordada: IMAGINACIÓN. El solo hecho
de imaginarnos a nosotros mismos significa estar con alguien y si ese
alguien lo queremos transformar en algo real sólo tenemos que bus-
car el AMOR. Sin embargo, hay personas que están empeñadas en
buscarse en otras personas, creen encontrarse al ver a alguien pare-
cido a ellos, por eso cuando lo pierden les cuesta mucho trabajo vol-
verse a encontrar. La mayoría de las personas con quien he trabajado,
expresan un terrible terror a estar y sentirse solos, por eso utilizan
el chantaje sentimental, el sexo, los hijos, con la finalidad de retener
a las personas. Cuando escucho esto, hago hincapié en que no deben
buscarse en otras personas, sino que lo más importante es buscarse y
encontrarse en uno mismo; parece tan difícil esta tarea que pocos lo
intentan y muchos se niegan a hacerlo. Es tan sencillo como voltear
los ojos hacia nosotros mismos y ver qué hay en nuestro interior; abrir
los poros de nuestra piel para sentir lo que se ve, eso es todo, el resto
es vivirlo. Por lo tanto, por qué con todos estos elementos las perso-
nas se sienten solas, ¿acaso será verdad lo que escribió Octavio Paz,
acerca de que estamos condenados a vivir solos? Yo prefiero ver mi
soledad como lo hace Mario Benedetti: “Tengo una soledad tan concu-
rrida que puedo organizar una manifestación con ella”.
Nuevamente ejemplificaré esto con otro paciente que llamaré A.;
es una mujer que acudió a mí porque escuchaba voces y veía imágenes
extrañas que le provocaban una gran inestabilidad emocional con su
pareja y con sus hijos.

• 317 •
Zen, Acupuntura y Psicología

En las siguientes sesiones, al ir indagando más sobre su vida per-


sonal, encontré muchos factores que la llevaron a construir voces e
imágenes para llenar un gran vacío en su vida.
La principal causa de sus problemas, considero que fue una terri-
ble y depresiva soledad, que fue debilitando su fortaleza emocional,
creando un gran espacio en su interior que comenzó a llenarlo con
miedo, con angustias, inseguridad en sí misma, entre otras cosas.
Paralelamente a esto, también existe una historia corporal, en
donde hace tres años aproximadamente le hicieron una operación
para ligarle las trompas de Falopio y como sabemos para esta opera-
ción con el tiempo ocasiona profundos trastornos hormonales que
afectan la estabilidad emocional y mental de las mujeres; ella estaba
comenzando a vivir las consecuencias de esta operación, sin embargo,
esto es poco comparado con el gran abandono y desamor de su espo-
so para con ella; esto le había provocado una gran inseguridad como
mujer, había perdido el interés en su persona y esto afectaba la rela-
ción con sus hijos, se estaba alejando de ellos, mientras que se hundía
en un terrible miedo a estar sola, todavía no comprendía lo importan-
te que era vivir para disfrutar de sí misma y de sus hijos.
Hasta el día de hoy llevamos trabajando juntos quince sesio-
nes aproximadamente, en donde he utilizado la acupuntura, masa-
je, herbolaria y psicoterapia; poco a poco y con mucho esfuerzo ella
está viendo y viviendo los resultados obtenidos. Tanto ella como yo
sabemos que aún nos falta mucho camino por recorrer, pero ella ha
comenzado a “sentirse” corporalmente, a acompañar su soledad no
con fantasías sino con realidades, está estableciendo las bases emo-
cionales para realizarse como mujer. Antes no podía estar sola, ahora
puede estar con sus hijos, antes su esposo la pisoteaba, ahora se ha
levantado; antes soñaba, ahora construye; antes lloraba, ahora vuelve
a sonreír; antes no caminaba, ahora corre; antes no era nada, ahora es
una mujer.
Como dije antes, aún falta mucho por hacer, ella se esfuerza
mucho por salir adelante y eso hay que reconocerlo, nunca perdió la fe
y la esperanza para volver a vivir plenamente.
Los dos casos que presenté son un claro ejemplo de cómo las
personas van transformando su realidad encubriéndola con espejis-
mos, pero gradualmente descubren fuera lo que todos llevamos den-

• 318 •
Capítulo III: La Psicología

tro, nuestra esencia vital; cuando ocurre esto algunos lo llaman sim-
plemente un despertar, en ese momento se da la oportunidad para
ver claramente el suelo que estamos pisando. Caminos hay muchos,
pero sólo nuestros pies nos conducirán a nuestro destino, porque el
verdadero camino empieza por saber la dirección y tomar la desvia-
ción correcta.

Somos lo que pensamos.


Todo lo que somos surge
con nuestros pensamientos.
Con nuestros pensamientos
hacemos el mundo.
Buda

• 319 •
CUARTO VACÍO
Héctor Gustavo Ríos García

Sin saber lo cerca que está la verdad,


la gente la busca lejos;
¡Qué lamentable!
Somos quienes, en medio del agua,
lastimeramente se quejan de sed.
Hakuin

Q
uiero utilizar este espacio para describir una experiencia per-
sonal que tuve hace unas semanas. Todo comenzó en una
sesión del diplomado que cursé en CEAPAC, ahí nos visitó
Francisco Cinencio, él es un fotógrafo que practica el budismo Zen
hace muchos años, en esa ocasión hizo una extensa explicación sobre
las bases del Budismo Zen no es simplemente sentarse y respirar, el
Zen es una búsqueda sin buscar, es una forma de encontrar respues-
ta sin buscarla, es un camino que al final del mismo encontraré vacío.
Qué es VACÍO. La no Existencia, el Universo, nuestra Concien-
cia. De igual manera ¿en dónde está el vacío, en el exterior o en el
interior? Me interesa más hablar del vacío interior, por eso comenza-
ré por hablar de un personaje creado por Ítalo Calvino, que vivió hace
muchos siglos; era una persona muy diferente a nosotros. Su nombre
era Agiulfo, era un soldado con una hermosa armadura, a simple vista
era un soldado normal, pero lo que más lo distinguía era que no exis-
tía, tan sólo era una armadura vacía, era un “Caballero Inexistente”.
Comúnmente Agiulfo hacía ejercicios de exactitud; por ejemplo,
resolver problemas de aritmética para poder sentir que las cosas son
como una pared firme, ya que sólo así podía sentir y tener concien-
cia de sí mismo. Cuando se encontraba mal y sentía desvanecerse se

• 320 •
Capítulo III: La Psicología

ponía a contar piedritas, varas y las agrupaba en figuras geométri-


cas, quizás de esa forma se concebía a sí mismo como un conjunto de
estructuras unidas para formar un todo, es decir un cuerpo.
Agiulfo tenía dos amigos, uno se llamaba Gurdulú, era un ser
extraño porque era alguien que existe pero que no sabe que existe,
a diferencia de Agiulfo que siente que existe pero no existe. El otro
amigo era Rambaldo, éste era un valiente guerrero cuya visión era
vengar la muerte de su padre, al hacerlo sintió un vacío parecido al de
Agiulfo dentro de sí mismo.
Los tres marcharon al campo de batalla donde su labor era ente-
rrar a los muertos, cada uno por su lado tenía su propia visión de esa
labor.
Agiulfo pensaba que aquel muerto tenía lo que él nunca tendría,
una envoltura para su ser, aunque a veces se sentía privilegiado de no
tenerla, ya que aquel muerto solo era un saco lleno de tripas sin alma.
Por su parte, Gurdulú concebía a la muerte como algo inexistente,
ya que a partir de la muerte da inicio otra vida, es decir la muerte es
algo que se puede reciclar para formar nuevos seres vivos en la tierra.
En cambio Rambaldo está consciente que el camino final de todo
ser vivo es la muerte; lo importante en este caso es hacer un análisis
de todo lo hecho antes de la muerte con el fin de descubrir si se han
dejado huellas en la vida para ser recordado.
En cierta ocasión, en una reunión de caballeros, comenzaron a
contar sus hazañas; al ser el turno de Agiulfo, narró cómo salvó la
virginidad de una doncella, cuya noble acción le hizo ganar su títu-
lo de Caballero; sin embargo, Torrismundo negó lo dicho por Agiulfo.
Entonces, si Agiulfo no lograba demostrar su hazaña su título se haría
humo, sería tan inexistente como su persona.
Por lo tanto, salió en busca de la mujer, al encontrarla la dejó
en una cueva, mientras él iba en busca de los demás caballeros para
demostrarles su hazaña; pero otro caballero la encontró, enamorán-
dose instantáneamente hasta el punto de entregarse en cuerpo y
alma. Al arribar los caballeros y ver la escena de amor, Agiulfo huyó
desilusionado al bosque; la mujer explicó que su virginidad fue profa-
nada ese mismo día.
Rambaldo salió en busca de Agiulfo para aclararle que todo vol-
vía a la normalidad, ¡que seguía existiendo!, pero tan sólo encontró su

• 321 •
Zen, Acupuntura y Psicología

armadura en el suelo con un papel donde le dejaba su armadura a él.


Aquella armadura vacía ahora era ocupada por un ser expuesto a cual-
quier situación ambiental y por lo tanto dejó de ser algo inmortal.
La enseñanza principal de esta historia es que es fácil encontrar
en esta vida a seres que sólo están en la búsqueda de algo que pueda
llenar el vacío que llevan por dentro; unos optan por encontrar el
amor, otros el odio, cualquier cosa es buena para llenar este vacío en
el interior.
Pero también a través de esta historia nos podemos dar cuenta
de que vivimos en un mundo materialista, que no importa el sentir de
las personas sino la apariencia física, que es lo que determina la exis-
tencia de la persona en la Tierra.
De la misma manera, para muchas personas hablar o sentir el
vacío puede causar mucha angustia, porque pareciera que vacío signi-
fica la no existencia; sin embargo, he comprendido que necesito estar
vacío en mi interior para tener espacio, porque si no lo hay no podré
crecer ni desarrollarme; corporalmente necesito un espacio para que
mis músculos y huesos puedan crecer, así como todo el universo nece-
sita un espacio para extenderse. Pero no es tan fácil cerrar los ojos
para despertar y darnos cuenta de que no existimos, por desgracia
nuestra existencia dependerá del reconocimiento social, sin sentido.
Por eso el cuento tiene mucha actualidad, en él hay tres persona-
jes, con los cuales nos podemos identificar.
Agiulfo, personaje central de la historia, le importa existir en su
interior, porque de alguna manera ya existía en el exterior gracias a
su título de Caballero, por eso su desilusión al descubrir que lo único
que lo hacía existir se desvaneció como su cuerpo, por lo tanto no era
nada; esto es algo que hay que tomar mucho en cuenta, porque ¿cuán-
tos de nosotros existimos verdaderamente, no sólo en el exterior,
sino quizá en los más importante, en nuestro interior? Pero vamos
por partes, nuestro cuerpo exterior tiene una representación social,
todo comienza con nuestro nombre y sexo, esto ya nos identifica en
muchos lugares, principalmente en nuestra familia, después quere-
mos existir socialmente, por eso estudiamos para obtener al final un
título universitario, en este momento ya tenemos un reconocimiento
social, ya existimos para la sociedad. Lo terrible será cómo evitar que
nuestro cuerpo se convierta en una envoltura vacía, la respuesta de

• 322 •
Capítulo III: La Psicología

los místicos coincide en buscar hacia el interior de nosotros, pues ahí


reside nuestro ser verdadero, al final encontraremos que lo que bus-
camos no está en nuestro interior ni en el exterior, es una trampa; lo
que los místicos quieren que encontremos, es que el ser verdadero de
adentro es, en realidad, el mundo real de afuera y viceversa, en donde
interior y exterior son y han sido siempre uno mismo. Es decir, des-
truir la frontera que divide nuestro cuerpo, al hacerlo lograremos una
existencia real en el universo.
Por otro lado, para existir no se necesita tener o apropiarse de
cosas materiales, esto también es una trampa de nuestro ego, a veces
creemos que el acumular propiedades, riquezas y conocimientos son
otra forma de existir; de la misma manera, las personas se quieren
apropiar de un espacio y de un tiempo, esto es un engaño, una ilusión;
sólo somos dueños de la parte que tocan nuestros pies. En cuanto al
tiempo, nadie es dueño de algo que no existe, pasa sin darnos cuenta,
es tan sólo una invención de la humanidad. Por este constante deseo
siempre intentamos apropiarnos de un espacio y de un tiempo para
constituirnos como seres, dado que históricamente el hombre existe a
partir del lugar que ocupa sobre la tierra y del tiempo que duró en ese
espacio. Por esta razón, por este deseo insaciable de propiedad y acu-
mulación, las personas se olvidan de que pueden trascender más allá
de un cuerpo y de un espacio, es más pueden ir más allá del tiempo.
Después de haber hecho algunas reflexiones y escribirlas aquí, ha
llegado el momento de hablar en primera persona; no es algo casual el
hecho de que lo dejara al último, lo hice a propósito, quizá para eva-
dir este momento, pero ahora no tengo escapatoria. No sé por dónde
comenzar. Describiré mi actual situación corporal y mental. No hay
mucho qué decir, hasta hace algunas semanas me encontraba en
un laberinto construido por el conocimiento, estaba navegando sin
rumbo en el océano del saber, no sabía hacia dónde dirigirme, no soy
consciente en qué momento me perdí, tan sólo me descubrí extravia-
do, quise encontrar justificaciones como, “no es mi momento”, “esto
es pasajero”, “no pasa nada”; pretextos hay muchos, en ocasiones creí
encontrar la salida pero no era verdad, era simplemente una broma
más de mi ego. Lo primero que pensé fue hacer meditación pero tam-
poco funcionó, hasta que me di cuenta de que esto que me ocurría
era normal. Mi actual situación puede ser el resultado de sentarme a

• 323 •
Zen, Acupuntura y Psicología

respirar (meditación). Al principio yo veía las cosas muy claras, pero


poco a poco las cosas y mis pensamientos empezaban a cubrirse por
velos que deformaban mi realidad, comencé a refugiarme en mis ami-
gos, en la lectura, en el sexo, en la música y en la actualidad intento
refugiarme en mí; poco a poco esos velos han comenzado a desapare-
cer uno a uno. Todavía no alcanzo a ver las cosas muy claras ni tam-
poco mis pensamientos están totalmente en orden, pero nuevamente
empiezo a organizar mi vida.
Las respuestas a mis preguntas comienzan a ser respondidas,
unas por mis pacientes, otros por mis amigos, por Sergio López Ramos
y Francisco Cinencio. Creo que volviendo a meditar se pueden quitar
por completo los velos de mi realidad, pero tengo muy claro que la
meditación no va a enfrentar mi vida, soy yo quien tiene que hacerlo.
Al principio, cuando meditaba, escondía verdades que después cuan-
do lo dejé de hacer, emergieron de la profundidad de mi ser provo-
cando que me desubicara: pero gracias a esto pude ver mi confusión,
entendí que hay verdades que están ocultas por mentiras producidas
por mi ego. Creo que aún no es el momento para volver a sentarme a
meditar, siento que todavía hay verdades ocultas y debo aprovechar
este momento de confusión para que salgan a la luz, de esta manera
podré dar paz a mi vida.
Mencioné que mis pacientes han dado respuestas a mis pregun-
tas, esto se debe a que mis pacientes son mis mejores maestros, me
hicieron comprender que el tener un “saber único” es artificial, que
ningún saber puede funcionar para todos, porque una persona es
única, por lo tanto necesitan de un tratamiento personal. Así como
ellos son mis maestros, yo soy su alumno, aunque a veces soy un igno-
rante ante sus enseñanzas, otras veces he resultado ser el mejor de mi
clase. Ya entendí que un cuerpo humano no es como las matemáticas
donde 2 + 2 = 4; el cuerpo humano es un conocimiento muy complejo
que necesita, a su vez, de un aprendizaje igualmente complejo. Por eso
como alumno de esos cuerpos, necesito estudiar todos los días para
aprobar.
Cuando estoy frente a mis pacientes puedo comprender más a la
ranita que observó por primera vez el océano. Mi cerebro también ha
“explotado”, porque ha sido mucho el conocimiento para él y es enton-
ces cuando el miedo hace su aparición triunfal y me separa de ellos;

• 324 •
Capítulo III: La Psicología

afortunadamente he logrado convivir con él, pero no ha sido fácil, me


he dado cuenta que la clave está en no hacerle frente directamente,
entendí que su fuerza radica en mi propio miedo a enfrentarlo y no
vencerlo.
La mayoría de mis pacientes me han buscado como psicólogo;
para ellos el conocimiento más allá del saber instituido no les permite
percibir y entender que hay otras posibilidades de salud; su lógica no
les permite explicar ni aceptar esas nuevas posibilidades, por la sim-
ple razón de que tienen miedo. Quizá aún no han cambiado su ali-
mentación o su estilo de vida, pero lo que sí he logrado es cambiar su
conciencia y su percepción de sí mismos, esto facilitará poder destruir
esas vendas que cierran sus ojos; por eso creo que ellos muy pron-
to comenzarán a ser más responsables de su vida y no se negarán la
oportunidad de experimentar su propio cuerpo.
En fin, no ha sido sencillo para mí aceptar mi condición humana
actual, soy mortal, dejé de ser el inmortal de la psicología de Iztaca-
la; por eso vivo dentro de la salud para morir en la inmortalidad del
conocimiento holístico.
Pero cuál es la clave para lograr todo esto: es algo tan sencillo
que no alcanzamos a verlo con nuestros ojos, por eso les pido que cie-
rren sus ojos y comiencen a escuchar su entorno y al mismo tiempo
sean conscientes de sus sensaciones, aún no se han dado cuenta…
¡ESTÁN VIVOS! Eso es todo lo que se necesita. No hay recetas de coci-
na para solucionar los problemas ni tampoco vídeos que nos motiven
para vivir. Nadie necesita de muletas en su cerebro para descubrir
que viven, si piensas que es difícil así será, pero si piensas que es fácil
entonces vivirás.
En nuestro cuerpo se refugian todos nuestros temores, angus-
tias, desilusiones, represiones que hacen que nuestro equilibrio emo-
cional y corporal se rompa generando una enfermedad. No debemos
perder el tiempo en lamentaciones y maldiciones, debemos fluir con
nuestros problemas así como con nuestra felicidad, ahí esta el secre-
to: fluir con nuestras experiencias, con nuestra vida, con el TAO,
inténtalo. Cuando te des cuenta de que es posible, te darás las gracias
por vivir.
Vida no significa respirar, comer y dormir; vivir rebasa todo
esto. En algunos libros encontré que la forma más posible para vivir

• 325 •
Zen, Acupuntura y Psicología

es creando, porque la creación significa evolución, evolución significa


transformación, transformación significa vivir en este momento, yo
estoy viviendo en estas líneas porque estoy transmitiendo una parte
de mí para que otros, ustedes lectores, puedan reflejarse en mi espejo
y puedan descubrir en su interior lo que buscan afuera.
Pero todo esto incluye un ingrediente principal y es el AMOR, el
amor permitirá que las cosas tengan sentido, es él quien le va a dar
sabor a nuestra existencia, es él quien le dará color y esplendor a nues-
tro cuerpo y a todo lo que nos rodea. El Dalai-Lama comentó algu-
na vez: “Mi única religión es el amor”. Si alguna vez se consigue esto,
entonces la paz exterior e interior estará muy cerca de nosotros, por
lo tanto no tendremos que esperar a morir para vivir en el paraíso.

• 326 •
UNA HISTORIA
Marlén López Ramírez

S
e le terminaban los días sentada en su banco de madera mirando
hacia el norte, conjugando sus sueños de grandeza. Al asomarse
la luna, sus ojos simulaban lámparas de petróleo combatiendo
contra el viento, pues la luz que alumbraba sus entrañas reclamaba
una salida, lejos de la contemplación pura. La aurora apoderándose
de las ventanas de su alma la levantó del banco de madera, ayudada
por unas gotas de agua, con esencia de flor y sabor a licor y tras haber
metido la aguja en la profundidad del cuerpo empezó a vibrar, se le
permitió sonrojarse con la mirada de un bebé; jugar y llorar con los
motivos por los que un niño lo hace; saber de la explosión que viene
cuando la hormona despierta y se ignora el futuro; acompañar a su
edad una aguda insatisfacción de no encontrar a quién amar y cono-
cer la penumbra de la realidad; también habló con doña soledad que
suele convivir con los de cuarentaitantos; quizá logró vislumbrar la
configuración del receso de la vida, conquistando la simplicidad del
amor sublime.
Se percató de que los sueños de grandeza se transformaron, y no
brillaban como el oro, existían en ella como la fuerza que alimenta
una voluntad que le permite vivir como no lo había soñado.
Hoy que llegó, la vi diferente, sus ojos reflejaban tristeza, sin
embargo, tenía un extraño brillo, sin que se lo indicara se recostó,
colocando su cabeza sobre la almohada, le pregunté: ¿Cómo estás?”.
Ella respondió: “Creo que mejor”. Mientras le ponía las agujas comen-
zó a hablar, recuerdo que sus primeras palabras fueron:

• 327 •
Zen, Acupuntura y Psicología

“No entiendo por qué tenemos que buscar siempre a un culpable


de todo lo que nos sucede, mi madre y mi padre jamás vivieron bien
juntos y aun así se empeñan en seguir, ella lo culpa a él de su amar-
gura por su infidelidad y él a ella por su carácter explosivo y agresi-
vo, y yo confundida desgasté lo que va de mi vida tratando de unir-
los; cuando ellos platicaban estaba atenta y si escuchaba que alguno
de los dos se molestaba, trataba de decir o explicar las cosas de otra
forma para que no se sintieran ofendidos, en la mayoría de las oca-
siones terminaba por discutir o pelear; mis esfuerzos nunca fueron
suficientes, terminaba llorando y gritando como ellos, sentía una
impotencia terrible acompañada de un coraje desbordante, salía de
su casa procurando estar lejos de ellos, sin dejar de experimentar una
sensación amarga en la boca y en el estómago un vacío; después de
un largo tiempo, la tempestad había pasado, sin embargo, el ambien-
te era tenso, en la mirada de mi madre encontraba odio y coraje, en
la de mi padre se observaba desaprobación, apatía y angustia, en mi
hermana la mayor se notaba un miedo enrome, pues una sola mira-
da de mi madre le hacía temblar, tímida y frágil se colocaba al lado
de mamá como si fuera una prolongación de ella”. Interrumpiendo
cuestioné: “¿Y en tú mirada qué había?”. Ella exclamó: “¡¿En la mía?!
Existía rabia e inconformidad por ser incapaz de cambiar las cosas y
al mismo tiempo miedo por ser castigada por mi rebeldía. Este cua-
dro se repitió durante toda mi niñez, cuando pasé por la adolescencia
ya tenía acumulado tanto dolor y resentimiento contra la vida, que
pensaba en la muerte como solución; se presentaron oportunidades
de festejo, distracción o motivos para estar bien, y yo apenas son-
reía, pasaba el tiempo soñando con no volver a casa, pero me faltó
valor, hasta que un día por causa de la escuela la dejé. El vivir sola me
encantaba, yo decidía qué comer, cómo vestirme, cómo comportarme
y sobretodo no estaba en mis oídos el ruido donde se maldecía a la
vida, me percaté de que existían personas que viven de otra forma,
que se sienten orgullosas de lo que realizan y poseen proyectos para
vivir. Visitaba a mis padres con poca frecuencia y volvían a discu-
tir; cansada de intentar reunirlos, ya no decía nada, en silencio me di
cuenta que ellos tenían más de veinte años viviendo de esa manera y
que hasta se habían acostumbrado; pero también observé que duran-
te ese tiempo el cuerpo de mi madre engordó y envejeció mucho,

• 328 •
Capítulo III: La Psicología

recordaba los hechos que le hacían daño como si hubieran sido ayer.
En mi hermana esa obediencia, sumisión y lealtad hacia mi madre se
transformó en resentimiento y frustración, contenidos por el miedo
que aún conserva; a veces pienso que esa es la causa de su enferme-
dad. Me contó que un día caminando con dirección a la casa de pron-
to se perdió, no sabía a dónde iba, ni en dónde estaba, su laguna no
duró mucho tiempo pero se repitió, después dijo que el dolor de sus
huesos no le permitía caminar y además, a sus veinticinco años, no
había podido establecer una relación de pareja, desconfiada e insegu-
ra de lo que hace aun cuando en su trabajo es responsable y brillante.
Todas estas experiencias y más aún la vida de mi madre llena de
amargura, rencores y circunstancias difíciles me impulsan a buscar
otra forma de vida en la que no almacene tantos sentimientos nocivos
que limitan mis capacidades y experiencias, que detiene mi desarrollo
como persona. Realmente es difícil convivir con estas circunstancias
porque todo lo que realizo está impregnado de ello. Ahora que puedo
ver este panorama, que puedo hablarlo sin llorar y que reconozco que
afectó mi vida en muchos aspectos, puedo decir que las cosas que nos
pasan son sólo experiencias y que depende de uno mismo cómo las
tome, las enfrente y las incorpore a la vida.
Usted me pregunta el porqué del cambio, no lo sé, no puedo expli-
carlo con la cabeza, lo único que puedo decir es que algo ocurrió den-
tro de mí cuando entendí mi pasado, que me permite abrazar a mis
padres y darles las gracias por la vida, por la experiencia y por el amor
que me dieron, pues tengo la certeza de que este sentimiento que exis-
te en mí, es grande y por ello lo puedo compartir, me siento aliviada
y tranquila, por eso hoy me despido de usted, creo que puedo seguir
caminando por mi propia fuerza”.
Una vez retiradas las agujas extendió la mano y con un apretón
mencionó: “Si algún día lo necesito, lo buscaré. Gracias”.

• 329 •
EL ADIÓS
Juana Tinoco Cuevas

E
staba cansada de esperar, pensaba que nunca llegaría al lugar
de la cita. Esperaba que de un momento a otro apareciera ante
ella, con esa sonrisa que lo caracterizaba. Sin embargo, la gente
seguía su camino, corriendo como un río interminable en busca de un
lugar donde reposar al fin de tanto movimiento.
Ese día no era la excepción, aguardaba el encuentro con aquel ser
que iluminaba su vida con la intensidad de un fósforo que irradia su
luz en medio de un desierto oscuro que vorazmente lo absorbe, cuan-
do intenta penetrar en él.
Absorta veía sin pensar cómo la gente se multiplicaba entrando y
saliendo de ese lugar, semejaban una máquina de imprenta que repro-
duce miles de copias, todas iguales, sin identidad, sin que apareciera
la de Roberto, la única que tenía significado para ella.
Finalmente, apareció frente a ella aquella figura tan ansiosamen-
te esperada. Su rostro se transformó adquiriendo un matiz de inquie-
tud y de esperanza. Era la esperanza que asomaba cada semana con la
ilusión de convertirse en realidad. Sin esperar un instante más, corrió
en busca de esa sensación que le producía el contacto con aquel cuer-
po, el único contacto que le había otorgado otra imagen de sí misma.
A veces, se preguntaba si lo amaba realmente o sólo se había con-
vertido en una de tantas costumbres que tenía en su vida. Dedicaba
tanto tiempo a estos pensamientos que no se percataba cómo su vida
se diluía, como si poseyera una cualidad efervescente el tiempo y la
ansiedad de perderlo.

• 330 •
Capítulo III: La Psicología

Roberto era la razón de su presencia periódica en ese lugar, donde


se habían conocido hacía siete años. Al principio le resultaba fácil y
hasta llegó a representar la ilusión de una existencia más agradable; el
tiempo se detenía sin hacer mella en sus deseos y fantasías, después
corría cada vez más rápido rompiendo sus sueños como viajas corti-
nas a la intemperie.
Aurora comprendía que el tiempo no perdonaba, que la espera no
podía prolongarse por más tiempo, que no podía vivir del recuerdo de
algo que no fue. Estaba perdiendo paulatinamente el color de su ros-
tro, veía opacarse el brillo de sus ojos cada mañana frente al espejo
que se resquebrajaba como sus células muertas. Su semblante perdía
lozanía, su piel se agrietaba, apareciendo una nueva arruga que sim-
bolizaba la huella de una espera eterna, de una amargura que iba ali-
mentándose y creciendo a cada instante dentro de su cuerpo.
Salieron del sitio de encuentro, un centro comercial invadido de
mensajes que habían dejado de tomar en cuanta sólo hasta hace poco.
Caminaron por las calles húmedas. Era un día lluvioso y la noche
había caído advirtiendo la culminación de una unión que siempre se
escenificaba en el mismo lugar.
Nunca había sido una entrega completa, siempre era aprisa, como
si quisieran perpetuar y aniquilar al mismo tiempo ese instante, que-
riendo consagrar ese espacio a un amor irrealizable. Ambos jugaban
voluntariamente un juego en el que nadie ganaba, habían acordado
disfrutar de él únicamente participando. Sin embargo, Aurora siem-
pre abrigaba la esperanza de ganarle la partida a la vida, por lo menos
una vez. Aguardaba en la búsqueda del afecto que se disfrazaba en
el placer que deja siempre un vacío; deseaba sentirse viva a través de
otro cuerpo, porque el suyo había sido negado al acatar unas normas
que señalaban lo correcto y lo censurable ¿para quién? Nunca se atre-
vió a transgredirlas, no como el fin último sino como un medio para
trascender su condición, para descubrir lo que realmente deseaba.
Volvió a su casa con el ánimo de perderse en el anonimato. Espe-
raba otra semana oscilando del trabajo a su casa. Se identificaría una
y otra vez con el personaje de la telenovela que veía todas las tardes,
pensando que algo mágico cambiaría el curso de su vida, para volverla
valiosa y plena de sentido, ese sentido que tal vez hasta el final pudo
encontrar.

• 331 •
Zen, Acupuntura y Psicología

La semana siguiente Roberto preguntó a Aurora si había consul-


tado a otro médico, ella respondió de forma automática que sí, que
como tantos otros le habían diagnosticado lo mismo. Aurora cambió
el tema preguntándole por sus hijos, creándose un silencio tenso e
incómodo entre los dos.
Al día siguiente Aurora despertó muy temprano, había dormido
poco y no quería permanecer más tiempo en su casa. Había decidi-
do consultar otra alternativa al sentir que su cuerpo se apagaba len-
tamente, sabía que no quedaba mucho tiempo. Una compañera de
trabajo que la veía agotarse cada día le recomendó un tratamiento
integral. Su proceso de autodestrucción se había acelerado al ir acep-
tando tardíamente sucesos que ahora era irrevocables.
Desde el primer momento analizó a la persona que la atendió.
También era mujer y era muy joven, esto la hacía desconfiar, en reali-
dad ya no tenía confianza en nada, sólo asistía impulsada por la iner-
cia de prolongar sus días sin tocar la realidad.
A pesar de su desconfianza, Aurora pensó que esa persona tenía
algo en común con ella. Al principio no sabía exactamente qué era.
Después se dio cuenta de que era el miedo, un miedo atroz a enfren-
tar su realidad. Aurora nunca lo dijo, pero podía sentirlo. Ambas lo
sentían sin mencionarlo, transmitiéndolo sólo por medio de actitudes
inseguras, de disculpa mutua.
Aurora acudía semanalmente a una cita en la que resolvía su
pasado y a otra en la que trataba de construir su futuro.
La persona que atendía a Aurora sentía cómo su miedo era per-
cibido claramente y la satisfacción que otros casos le habían traído se
tornaba en duda y temor hacia el futuro de esa persona que estaba
ante ella, pidiendo ayuda a gritos sin decirlo; Aurora no era la única
que producía ese sentimiento, pero representaba todo lo que no quería
enfrentar; su personalidad y su condición misma simbolizaban la soli-
citud de una responsabilidad que siempre se había pretendido evadir.
No obstante comprendía perfectamente esa cualidad humana,
también se había bloqueado algunas veces como Aurora, también
había pasado por etapas de autodestrucción y autocompasión, tam-
bién había agredido su cuerpo con las múltiples formas que existen
para hacerlo, esas que son admitidas y fomentadas por la sociedad de
consumo.

• 332 •
Capítulo III: La Psicología

Inicialmente, Aurora no era consciente del proceso, no le daba


importancia a las señales que su cuerpo le enviaba pidiendo auxilio.
Más tarde, sospechó cuando su organismo no funcionaba correc-
tamente; había llegado a la metástasis y no había nada qué hacer.
No se lo había dicho a Roberto —aunque no era necesario— y eso
la ahogaba aun más en su pena. Estaba acostumbrada a no hablar,
a no quejarse, a resignarse a su destino al que percibía inmodifica-
blemente.
El encuentro con una persona que deseaba ayudarla, aun en su
estado, le recordaba su vida dedicada a otros seres, su madre, un hom-
bre, y la pena de aceptar que nadie le dedicaba su vida a ella. Roberto,
ahora su único aliento no había dejado madurar la relación, él decía
comprenderla sin demostrarlo; a veces no disimulaba su compromiso
hacia Aurora, pero trataba de enmascararlo con un cariño que esta-
ba lejos de hacerla feliz. Aurora pensaba que nadie podía compren-
derla porque nadie había vivido lo que ella. La persona que la aten-
día se preguntó si efectivamente le faltaba toda esa experiencia que le
narraban y se cuestionó si era necesario vivir un proceso tan destruc-
tivo para poder afirmar que se ha vivido, que se ha madurado, salien-
do victorioso o derrotado ante los embates de la vida. Se respondió
que no, no de esa manera, que tal vez el sufrimiento se había conver-
tido en una forma de reivindicación para Aurora como para muchas
otras mujeres.
Transcurrieron siete sesiones durante las cuales Aurora des-
cubría en esa persona un deseo aprehensivo, cierta inexperiencia,
pero también preocupación, dedicación y sobre todo empatía. Esto
se conjugaba produciendo un contraste cuya forma era una espe-
ranza menos dolorosa hacia un final que vislumbraba cada vez más
cerca.
Las citas de Aurora habían dado lugar a un nuevo sentimien-
to, mismo que le hacía preguntarse qué quedaría de ella después de
su partida. No quería dejar una sombra gris, ahora no. Aún no sabía
cómo iba a trascender, pensaba que sólo un éxito material o de carác-
ter universal permitía a la gente perpetuarse en este mundo. No sabía
que ella misma podía trasmutar su propia vida, que era tan impor-
tante como todas y cada una de las que existen en el planeta, y que
como representante de la especie humana, al glorificar su existencia,

• 333 •
Zen, Acupuntura y Psicología

permitiría la glorificación de los demás. La relación que se había esta-


blecido entre ambas implicaba un enfrentamiento consigo misma, es
decir, con sus sentimientos de culpa y vergüenza, con sus emociones
rechazadas, con su temor, su odio y su desconfianza. Aurora vivió una
sensación corporal diferente, dura y sutil al mismo tiempo, la cual le
permitía acercarse cada vez más a la autoaceptación.
En la última cita que tuvo con esa persona se atrevió a pregun-
tarle por qué le gustaba trabajar de esa forma con la gente y qué
esperaba de eso. Ella no supo qué responder; estaba acostumbrada
a esas preguntas pero hechas con un carácter profesional. En ese
instante se confrontaba con alguien especial que le hacía la misma
pregunta, pero con otra intención, esperando recibir con la respues-
ta otra significación a las preguntas que ella misma se había hecho
ya. Sabía que no empelaba una técnica específica y que no lo hacía
en forma metódica puesto que trataba de respetar la individualidad
inherente a cada ser. Únicamente le dijo que esperaba que como ella,
otras personas, no importa de qué edad, ni con qué historia de vida,
decidieran cambiar, que valoraran la importancia de saber vivir y de
saber decir adiós, de saber dar pero también saber recibir, de dig-
nificarse con sus actos y de identificar su propio tiempo y espacio
en la existencia del otro. Después le devolvió la misma pregunta a
Aurora, ella tampoco supo qué responder, sólo sonrió ampliamente,
con una satisfacción que nunca antes había sentido. Ella sabía lo que
tenía que hacer ahora pero no podía expresarlo con palabras, sabía
que podía hacerlo y lo haría y que eso era mucho más importante
que penarlo y quedarse con la intención de lograrlo. Ese día salió del
consultorio por última vez, era un día soleado y por primera vez con-
templó con agrado el mundo que le tocó vivir, sabía que en ella esta-
ba la fuerza que lo había modificado. También sabía que si se aferra-
ba a ese mundo perdería su hermosura automáticamente; entonces
dejó que las cosas ocurrieran naturalmente, decidió que era lo mejor
y jamás se arrepintió. Aurora supo decir adiós a todo lo que ya no
tenía lugar en su vida.
La persona que atendió a Aurora supo su final y aprendió que sus
miedos no eran injustificados, que la vida de la otra persona era tan
valiosa como la propia y que la responsabilidad que se tiene sobre ella
puede causar otras consecuencias. Sin embargo, nadie se los dijo, ella

• 334 •
Capítulo III: La Psicología

vivió con Aurora la posibilidad de transformar ese miedo en una lec-


ción de autoconfianza y respeto. Sabía que llegarían otros seres con
motivaciones diferentes, en la búsqueda de algo que llene sus espacios
vacíos, y sabía que el miedo aparecería nuevamente, pero esta vez no
lo vería como un enemigo sino como un compañero que sólo la dejaría
avanzar cuando aprendiera a enfrentarse a sí misma.

• 335 •
EL PRESENTE EN RETROSPECTIVA
Maury Tania Gómez Saucedo

Se necesita tanto valor


para intentar y fallar,
como para intentar y triunfar.

E
n muchas ocasiones las palabras no acuden en auxilio cuando se
quiere describir un sentimiento o una experiencia de vida, por-
que toda palabra no es la acertada para explicar lo que se quiere
decir; en ellas se quiere depositar el sabor de un momento, las imáge-
nes vivas de algún recuerdo, los errores cometidos, los triunfos logra-
dos, las ideas que se albergan en la mente, etc., en sí todo aquello que
forma parte fundamental de la vida, de mi vida.
Asumiendo la responsabilidad que me aqueja tal limitante, me
doy a la tarea de exponer el presente relato de hechos y sucesos como
un propósito de transmitir una experiencia más, como muchas que se
escuchan a diario y que tiene la singularidad de coincidir con nume-
rosas vidas que se encuentran en nuestra sociedad. Es preciso hacer la
aclaración de que no se pretende dar a conocer una autobiografía, sino
expresar diferentes sucesos que me condujeron a formular la pregun-
ta: ¿Qué quiero hacer con mi vida? Y que a través de esta interrogante,
comenzaron a suscitar cambios radicales por el simple hecho de bus-
car una respuesta.
Al comienzo de la vida uno se va educando con los gustos, creen-
cias e ilusiones de los padres, en uno se depositan las esperanzas de
lograr todo aquello que nuestros padres desearon para ellos mismos,

• 336 •
Capítulo III: La Psicología

como una oportunidad más de ver alcanzadas sus metas. Cuando yo


era niña frecuentemente mi mente se remontaba al futuro, planean-
do todo lo que iba a alcanzar, las ventajas que implicaba el ser adulto,
diciéndome: “Cuando yo sea grande, voy hacer todo lo que hace mi
papá, voy a parecerme a él y ganaré mucho dinero para comprar todo
lo que yo quiera”.
Considero que existen muchas situaciones donde se inhiben los
aspectos individuales de cada persona, donde no se permite encon-
trar los gustos y obligaciones de cada quien, pareciera que se desea
injertar los valores y la visión del cómo se percibe la vida, lo que sen-
timos, del cómo se actúa, etc., de manera igual para todos. Aun así, se
forma en uno el compromiso de cumplir con las expectativas que se
dieron a entender inconscientemente y en algunas ocasiones explí-
citamente, porque eso es lo que se espera y cualquier negligencia de
nuestra parte es indicativo de que nos estamos conduciendo por un
mal camino. En muchas ocasiones tal compromiso de alcanzar las
expectativas que se formaron para uno, y no de uno, marca. Es decir,
se tiene la presión de no poder fallar, porque el derrumbamiento
de las ilusiones que se formaron alrededor de uno por parte de los
padres y familiares, es inevitable.
Creo que la naturaleza del hombre siempre tiende a tomar algún
modelo que lo impulse a superarse para alcanzar ciertos objetivos,
sin embargo, considero que a veces se pierde el verdadero sentido de
lo que se quiere, la parte individual de cada quien, y uno se llega a
perder en la imitación por alcanzar un modelo, perdiendo de vista el
propio sentir.
En ocasiones yo en particular me llegué a perder entre las expec-
tativas de mis padres y lo que yo creía que estaba bien o, por lo menos,
sentía que era correcto. Uno de los primeros recuerdos en que me
enfrenté con tal dilema fue el siguiente:
En un festejo de cumpleaños, a los cuatro años de edad, todo iba
bien, los invitados, los globos, la comida, etc., yo era el centro de atrac-
ción con la euforia de una fiesta como cualquiera, las personas lle-
gaban a felicitar, al parecer todo lo que uno hace en su cumpleaños
está permitido y disculpado, o al menos eso es lo que creía o entendía,
pareciera que en los cumpleaños somos bonitos, agradables y cual-
quier cosa que se hace es digno de festejo. En fin, en esa ocasión llegó

• 337 •
Zen, Acupuntura y Psicología

un niño a la fiesta, más o menos de mi edad y con la euforia de feli-


citar a la festejada me dio un beso en la boca, los invitados aproba-
ron con risas y aplausos, (los bufones se habían hecho notar ya en la
noche), pensé: “¡Eso es bueno y los hace felices! Bueno, hay que seguir
el juego”, el niño siguió besándome en varias ocasiones, al término de
la fiesta yo me encontraba feliz, pero a la salida del último invitado mi
padre se acercó a mí y me dio una paliza —sin mencionar ni una sola
palabra—, que todavía me acuerdo bastante bien; yo atónita, no sabía
que falla había cometido, con el alboroto de mi madre y mis hermanos
que se encontraban abogando, mi padre paró de golpearme y se fue a
su recámara sin decirme ni una sola palabra, yo no atinaba a encon-
trar el porqué: “¿Cuál fue el motivo? ¡No entiendo!” Pero si todo pare-
cía que iba bien, pero algo pasó que mi padre se molestó, después de la
tormenta mi madre se acercó y me explico lo que había enojado a mi
padre a tal magnitud. En esos momentos la innovación de la vergüen-
za no se hizo esperar, por toda una semana mi padre no me dirigió
la palabra tan sólo para referirse peyorativamente, evitaba al máximo
cualquier convivencia conmigo, hasta que llegó el fin de semana y al
no poder huir al encuentro, me presenté con toda la pena del mundo
a pedir perdón por mi falta cometida, él solamente acertó a decir que
sí sin voltear a verme. Durante mucho tiempo estuve viviendo con
este tormentoso recuerdo que me marcaba ante mi familia, como una
persona que cometió un evento penoso para la sociedad: “¡A mi edad!
¡Qué atrocidad!” Hasta mucho tiempo después comencé a analizar tal
suceso y me di cuenta de que yo era una niña, que hacía lo que pensaba
era correcto y que nunca fui reprimida por haber actuado de tal forma.
Me pregunto: ¿Cómo puede uno saber los prejuicios de los padres?
¿Cómo pretenden que coincida con su forma de ver las cosas si no es
avisado con anterioridad?
Comprendí tiempo después que, como este ejemplo, existen
muchas situaciones en donde los padres no se detienen a averiguar
o explicar, sino que actúan según sus creencias de cómo se debe edu-
car y reprender a un hijo. En ocasiones el miedo a ser reprendidos nos
mina la iniciativa para actuar más libremente. En mi caso este recuer-
do en muchas ocasiones provocó confusión al desconfiar en lo que
hacía y en lo que debería de hacer, ya que no siempre corresponde con
lo que esperan los mayores.

• 338 •
Capítulo III: La Psicología

Creo que cuando se es niño se posee una vitalidad extraordina-


ria, una energía considerable. Esas potencialidades pueden ser gran-
des defectos cuando la energía se dispersa completamente. Pero si
empieza temprano con una educación encaminada a explotar y descu-
brir el dominio de tal vitalidad, y sobre todo representando el propio
proceso del niño, es posible canalizar su dinamismo en su provecho.
Es como la metáfora de la tierra fértil: si no se cuida o se cultiva, la
vegetación crecerá de cualquier manera. El terreno es bueno, pero las
hierbas que allí crecen no poseen mayor utilidad. Con base a lo ante-
rior creo que se debe guiar a un niño, de manera que vaya descubrien-
do su propia manera de ser, su propia potencialidad.
En muchas ocasiones me he preguntado ¿cuál es la autoridad
que nos avala para imponer lo que creemos que es la neta del planeta,
o que creemos que es correcto? Ignorando casi siempre los defectos
que estamos cargando y corregir tal postura. ¿Cómo puede ser que en
determinado momento se tenga la capacidad de indignación o moles-
tia por lo que alguien realiza o deja de realizar, cuando no se detiene
uno a analizar las propias limitaciones y errores, y sobre todo, recono-
cer que a partir de los errores, junto con los aciertos, se puede corregir
e ir cambiando, para llevar una vida mejor?
En ocasiones he analizado la forma en la cual me comporto como
hija, hermana o amiga. He caído en la cuenta de que no deja nada el
culpar a los demás sobre lo que me pasa. Es preciso responsabilizarme
de mis propios actos. En la actualidad he dado otro valor a la relación
que llevo con mis hermanos, a pesar de que ellos y yo nos formamos
en un ambiente agresivo y que aprendimos a convivir de tal forma,
que carecimos de muestras de afecto, cordialidad, el ser más sensibles,
etc. A temprana edad comencé a agredirles físicamente con golpes y
comentarios peyorativos, era muy frecuente que me llegara a pegar
porque había golpeado a mis hermanos.
En la actualidad pienso que lo que me orillaba a comportarme de
tal manera con ellos era que recibían más atención por parte de mis
padres, y eso me llenaba de celos.
El nacimiento de una de mis hermanas llegó a replantear la con-
vivencia de la familia. Carmelita es la más pequeña de las cuatro y
la piedra angular que trajo el equilibrio a la familia. Mi madre era
muy irritable, por casi nada nos pegaba y nos regañaba, con frecuen-

• 339 •
Zen, Acupuntura y Psicología

cia mi padre ingería alcohol y se iba de parranda. Como reflejo de


esta situación mis hermanos y yo nos agredíamos. Parecía que en
casa no había un orden; conforme fue pasando el tiempo mi herma-
na menor nos fue uniendo, ya que tiene la virtud de saber brindar
amor; se mostraba tierna cuando cada uno lo necesitaba, compartía
con nosotros nuestros enojos, alegrías y jugos; parecía que en ella
encontrábamos la manera de satisfacer la necesidad de cariño que
no nos demostrábamos.
En ocasiones llegaba de la escuela con una flor en la mano dicien-
do: “Esta flor es para ti, te quiero mucho”. Más de una vez ha desper-
tado en nosotros un sentimiento que media entre alegría, emoción o
tristeza por las muchas formas que nos demuestra su cariño. En el
presente es la única persona que puede calmar la furia desenfrenada
de mi padre y sin temor a equivocarme creo que es la única persona
que respeta y quiere realmente.
Nos habíamos vuelto fríos e indiferentes, envueltos en una mara-
ña viciosa de hacernos daño. Hoy la veo en su cuerpo joven y reconoz-
co que ha sido una gran maestra, me enseñó el valor de la bondad,
la paciencia y la ternura, pero ante todo dio un nuevo significado al
amor, me siento afortunada de que la vida me brinde la oportunidad
de conocer y convivir con mi hermana. Ella tiene síndrome de Down,
muchos piensan que este tipo de niños están limitados de toda cua-
lidad y virtud, y muy pocas veces se espera algo de ellos. Reconozco
que mi hermana me ha enseñado mucho más de lo que yo le he podi-
do ofrecer, posee la cualidad de la inocencia y la bondad, premio que
muchos quisiéramos tener.
En varias situaciones he llegado a escuchar a muchas personas
que reniegan porque tuvieron un hijo con alguna limitación; más de
una vez he dicho, nos negamos la oportunidad de aprender de la vida
de diferente manera. Tenemos el sol en nuestra cara, pero no lo vemos
por su resplandor, tal vez ese sea el motivo del por qué nos negamos a
la enseñanza que se nos brinda día con día.
En una ocasión alguien dijo: “Un error no es un error hasta que
uno se da cuenta de ello y no hace algo por remediarlo”. En sí es ver
todo lo que nos ha dejado la vida y qué importancia tiene.
Cotidianamente escuchamos historias donde se muestran los
diferentes caminos del aprendizaje. El tratamiento de la primera

• 340 •
Capítulo III: La Psicología

paciente que traté vino a descubrir para mí las diversas maneras en


cómo se conduce cada persona en su aprendizaje.
Ana llegó a tratamiento terapéutico por una demanda de depre-
sión. En el transcurso de la sesión describió un suceso que ocurrió
cuando era niña y actualmente se daba cuenta de cómo había sido
determinante en su vida, más de lo que creía.
El suceso ocurrió cuando Ana era muy niña y la marcó significa-
tivamente: “Fue una noche en que se celebraba una reunión en casa,
se congregaron varios amigos de mi padre y familiares, yo me encon-
traba jugando en la calle con mis primos, aproximadamente eran
las doce de la noche, por algún motivo entré a la casa no sé a qué, y
tiempo después volví a salir a buscar a mis primos, pero ellos ya no se
encontraban en la calle. Sin darme cuenta detrás de mí también salió
un amigo de mi padre que se encontraba borracho y comenzó a pla-
ticar conmigo, no me era grato estar platicando, pero recordaba los
consejos de mi padre y que en varias ocasiones al desobedecerlos me
había ganado varios regaños y uno que otro jalón reprendiéndome, su
consejo siempre era: ‘Trata bien a las personas, sé sociable, dale besito
en la mejilla, saluda niña, saluda, eres una pendeja’. Parecía que desea-
ba implantarme el mismo respeto y cariño que él sentía por sus ami-
gos. No se encontraba nadie en la calle cuando se empezó a acercar y
me empezó a tocar, en ese momento me asusté y no sabía qué hacer,
sabía que eso no estaba bien, pero si le decía algo tal vez me golpearía,
por mi mente pasaron muchos pensamientos, ese hombre me hacía
daño; en esos instantes un auto se acercaba, aquel hombre me soltó y
yo corrí, y esperé en la calle hasta que aquel hombre había desapareci-
do. Momentos después de la impresión me dio medio y rabia, mi cuer-
po experimentaba una sensación de asco, no lo podía aguantar, que-
ría que alguien me defendiera, que le hiciera daño; en toda mi locura,
decidí ir con mi padre y contarle lo que aquel hombre me había hecho
para que lo corriera de la casa y lo golpeara y le hiciera daño como él
me había hecho.
Me armé de fuerzas, entré a la casa y busqué a mi padre, en ese
instante se encontraba platicando con aquel hombre, ambos estaban
borrachos y divirtiéndose; en ese momento acercándome con todo el
temor del mundo le dije con una voz suave, y tocándole su brazo para
que me hiciera caso: ‘Papá, papá, quiero hablarte, papá hazme caso’,

• 341 •
Zen, Acupuntura y Psicología

en esos instantes mi padre volteo con cara de fastidio y con sus ojos
que saben muy bien expresar el enojo, me dijo: ‘Qué quieres niña,
vete, no ves que estoy ocupado’, me empujó hacia atrás y regresó a
platicar con aquel hombre. Mi cabeza estallaba, quise gritar de dolor
y llorar, sentía que mis sentidos se enloquecían, en breves segundos
parecía que iba a perder la razón, me decía a mi misma: ‘A quién, a
quién se lo digo, quién me puede ayudar’. Tal vez la única persona era
mi madre, pero sabiendo el miedo que le tenía a mi padre solamente
iba a decir: ‘Sí, pero no se lo digas a nadie’. Empecé a sentir asco de mi
cuerpo, un ardor en el estómago y unas ganas tremendas de vomitar,
tuve que calmarme y no llorar. Esa noche, como muchas más, dentro
de mis sueños se encontraba aquel hombre, pero en esta ocasión era
yo la que le hacía daño, soñaba que tapizaba su cuerpo con toda clase
de armas punzocortantes y que lloraba, suplicaba, gemía de dolor y
me pedía perdón.
Al siguiente día me sentía demasiado sucia, cuando me bañaba no
me quería tocar, me daba asco mi cuerpo y a partir de ese momento me
empecé a alejar de él hasta el grado de no darme cuenta de cualquier
dolor que me aquejaba hasta tiempo después de haber comenzado.
En aquel entonces pensaba que olvidándome de todo lo ocurri-
do podía desaparecer la rabia que me invadía; sin embargo, tenía la
necesidad de desahogarme, de contarle a alguien. ¿Pero cómo? Me era
doloroso hablar de ello; formulé una historia que se podía platicar sin
hacerme daño y lo sorprendente de todo es que yo misma me creí tal
historia hasta el grado de olvidar cada uno de los detalles que había
ocurrido. Tal vez me hubiera pasado toda la vida creyendo mi historia
reformulada, hasta que llegaron los detonadores que me volvieron a
enfrentar”.
Yo creía que cuando se olvidaban las cosas que llegaban a suceder
perdían su impacto y trascendencia, pero ahora sé que no es así.
En muchas ocasiones uno va a la deriva preguntándose y lamen-
tándose de todo lo que pasa y culpamos a los demás por la desgracia
propia. Creo que la obscuridad de nuestros problemas no es otra cosa
que la incapacidad de ver la realidad y corresponde a cada quien el
permitir que las consecuencias lleguen más lejos de lo que debieran.
En muchas ocasiones el cuerpo tiende a reaccionar ante nues-
tros sentimientos, y su reacción es más fuerte cuando no los deja-

• 342 •
Capítulo III: La Psicología

mos expresarse, colocándolos en determinadas áreas del cuerpo; en


la actualidad sé que hay diversas y diferentes manifestaciones. En el
caso de Ana se mostraba en forma de vomito.
El tratar a Ana fue significativo por el hecho de percibir hasta
dónde puede repercutir un evento pasado en la actualidad cuando no
se ha afrontado y concluido, como también el ver cómo las situaciones
dolorosas se disfrazan para hacerlas más livianas.
Con el proceder de uno y de la forma en la cual fuimos educados
podemos identificar ciertas carencias, frustraciones, rencores, odios,
etc. En muchas ocasiones no asimilamos todos los sucesos que nos
ocurren y los dejamos arrinconados en la memoria sin saber que se
manifiestan en la vida cotidiana.
En mi caso, la historia de Ana me dio pauta para reflexionar y
plantearme la interrogante: ¿Qué problemas me pueden afectar, para
culminarlos? Me daría cuenta de ello poco tiempo después.
El evento detonador del cambio fue en la universidad en un
taller de bioenergética, que implicaba diferentes ejercicios de expre-
sión corporal donde identifiqué que había depositado en mi cuerpo
ciertas frustraciones que no eran fáciles de afrontar, y que después de
muchos años se manifestaban.
En la última sesión del taller que llevamos hubo un ejercicio
que despertaba sentimientos de frustración lejanos. En el momen-
to de encontrarme realizando el ejercicio, comenzó a invadirme un
coraje como hace mucho no sentía, deseaba golpear a la compañera
que se encontraba realizando el ejercicio conmigo. Al término de la
sesión me encontraba muy ansiosa, se dio un chispazo en mi cabe-
za y por arte de magia apareció en mi mente un evento ya pasado.
Ahora se volvían a manifestar sentimientos de rabia, rencor y a la
vez miedo; sin embargo, podía recordar las cosas tal y como suce-
dieron. Comencé a llorar, fue una experiencia muy impactante, ya
que había negado la realidad con una idea falsa y de un momento a
otro me enfrenté a ella. En aquella época se unieron varios proble-
mas económicos, familiares y personales y no pudiendo soportar la
responsabilidad que implicaba cada uno de ellos, caí en una depre-
sión que nunca había experimentado. No podía salir de ella, en esos
momentos comprendía a las personas que por algún motivo se les
escapaba el gusto por vivir.

• 343 •
Zen, Acupuntura y Psicología

No podía dormir y en las mañanas despertaba muy cansada, no


comía, en la escuela estaba ausente, no comprendía nada de lo que los
profesores exponían, sentía miedo de permanecer sola. En ese tiempo
comencé a atender pacientes en la escuela, no me encontraba bien aní-
micamente para ofrecer un buen servicio. En varias ocasiones había
escuchado decir a la profesora que el cambio de los pacientes comen-
zaba con uno mismo, no lo entendía en aquel momento. Pero después
comprendí el significado real del mensaje.
Haciendo caso de esas palabras y queriendo sentirme mejor,
enfrenté el proceso de aprender a ser terapeuta, me di a la tarea de
experimentarme como paciente.
El ser paciente en lugar de terapeuta te abre otra visión acerca
del trabajo que se realiza en el área clínica, el ver ejercer a un profe-
sional y también el sentir cómo se va dando el cambio en uno. Son
palpables los sentimientos de ira que brotan con alguna queja; se
dejan salir las lágrimas guardadas durante mucho tiempo; se descu-
bre que se ha convivido con un cuerpo ajeno, debido a que lo hemos
negado, etc. Yo casi siempre me encontraba con la quijada apretada
y con los hombros tensos, mi percepción era la de un caballero de la
Edad Media con su armazón; la única realidad era la que se percibía
por medio de los ojos y cualquier parte del cuerpo solamente tenía la
función de proteger. En la terapia identifiqué que a partir de eventos
de ira pasados empecé a castigar mi cuerpo, no me gustaba tocarlo,
ni verlo. Ese fue el inicio de mi caparazón que me protegía del dolor
o daño que me quisieran hacer. Así como tienes un arma de defensa
para cualquier problema, también pierdes la oportunidad de sentir
los mensajes del cuerpo.
Durante la terapia ya no era frecuente que manifestara ira ante
cualquier situación; tomaba conciencia de mi cuerpo, podía focalizar
de manera diferente a las personas que en el pasado me habían hecho
daño, en pocas palabras había comenzado a descubrir historias pasa-
das de mi vida. A la par me di cuenta que uno como paciente pasa
por diferentes reacciones, ya sea de ira, tristeza, alegría, ansiedad o
miedo, que se marcan con fuerza al principio, y que esto es el resulta-
do de que se está moviendo algo en el interior, y que en forma paula-
tina los resultados se empiezan a dar, pero no son los suficientemente
perceptibles hasta que las demás personas te lo hacen saber.

• 344 •
Capítulo III: La Psicología

Con esta experiencia me sensibilicé en el trabajo con los pacien-


tes, porque como paciente percibes el mensaje y la energía que emana
del otro que está frente a ti, de ahí la importancia de hacer énfasis en
lo que se brinda a los demás.
Una situación con un paciente me hizo revalorar tal afirmación:
Dando masaje a una señora, dejé escapar un pensamiento sobre un
problema que tenía, mis manos se encontraban tocando su frente, en
ese instante la señora abrió los ojos y me dijo: “Tiene usted un proble-
ma”. Yo contesté: “¿Qué es lo que le hace pensar eso?” Ella respondió:
“No lo sé, lo sentí nada más, eso se me figuró”.
Por tal motivo no sólo le tome importancia a la responsabilidad
en la atención de personas, sino en la forma en que me conducía en la
vida cotidiana.
En la actualidad me sigo cuestionando ¿cómo puede ser posible
que uno propicie y anime a los pacientes para que tomen decisiones
que los lleven a afrontar sus miedos, frustraciones, o que empiecen
un cambio para una vida mejor, cuando uno como trabajador de la
salud no es capaz de aceptar y responsabilizarse de su propio cambio y
hacerlo parte de su estilo de vida?
Uno de los miedos que debí afrontar fue el de empezar a atender
pacientes, ya que caía constantemente en el error de justificarme para
no emprender dicha tarea. El motivo de ese miedo era que debía asumir
un cambio de alimentación, de diversiones y de costumbres, el compro-
meterme con responsabilidad y seriedad a ofrecer el servicio a alguien.
Creo que el cambio del paciente empieza en uno mismo como tra-
bajador de la salud, porque el asumir la propia responsabilidad de lle-
gar al óptimo crecimiento en la vida y en lo que se hace, funge como
modelo incrementado la reciprocidad entre uno y el paciente.
En la actualidad sé que todo, absolutamente todo lo que pasa
en la vida tiene un motivo y un porqué. En cada acontecimiento se
encuentra un mensaje que es primordial ver y revalorar.
Con referencia a la pregunta ¿qué quiero hacer con mi vida?,
sé que no existe una respuesta absoluta y determinante. Es preciso
encontrar el sentido de la palabra vida. La respuesta se encuentra en
el trabajo cotidiano, en la relación con los familiares, con los amigos,
con el entorno que nos rodea. El indicativo se encuentra sintiendo, es
decir siendo sensibles para captar el goce en todo lo que se hace.

• 345 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Creo que todos los aspectos de la vida son significativos, de modo


que el sufrimiento también debe serlo, así como no se puede erradicar
la alegría o la muerte, no se puede desligar el sufrimiento de la vida,
porque forma parte de ella.
En la actualidad ningún poder sobre la tierra podrá arrancar de
mi memoria lo que he vivido, y no tan sólo mi propia experiencia sino
cualquier cosa que hubiera hecho, cualquier pensamiento que hubiera
tenido, cualquier sufrimiento que hubiera experimentado, cualquier
cosa que hubiera escuchado, todo sin excepción volvería a vivirlo, ya
que forma parte de las muchas oportunidades existentes para darle
un sentido a la vida.

• 346 •
CÓMO CONSTRUIR
UNA ENFERMEDAD:
CARTA ABIERTA PARA UN AMIGO
Arcelia L. Solís Flores

A TODOS AQUELLOS QUE DESEAN SER


TRABAJADORES DE LA SALUD Y
QUIERAN CONOCER UNA PARTE DEL
COMPORTAMIENTO HUMANO
PRESENTE.

Mis estimado y querido lector:

H
ola, antes que nada y como en toda carta te mando un afec-
tuoso saludo a ti y a tu familia, esperando te encuentres en
óptimas condiciones y en buen estado de salud física, mental
y espiritual; si no fuese éste el caso y contestaras bien de salud físi-
ca, pero no bien emocionalmente y mucho menos espiritualmente, te
diré que justamente ese es el motivo para escribirte.
Hablar de salud se reduce generalmente a mencionar el aspecto
físico de nuestro cuerpo y la respuesta se da en función de si conside-
ramos si estamos enfermos o no. Así, preguntar por la salud implica
necesariamente abordar la enfermedad, dado que es un proceso que
se articula como único y contradictorio. En nuestro país dicho pro-
ceso ha cobrado un auge importante en las últimas décadas, ya que,
por un lado han surgido nuevas patologías producto del contexto his-
tórico-social, las cuales se extienden y aumentan cada vez más en la
sociedad; y por otro, el incremento de las tazas de mortalidad, donde
las principales causas de muerte son: desnutrición, cáncer en distin-

• 347 •
Zen, Acupuntura y Psicología

tas partes del cuerpo y diferentes órganos, enfermedades infecciosas


(intestinales y respiratorias), diabetes, sida, etc. Así, podemos leer,
entre otros factores más, que miles de niños mueren de hambre y des-
nutrición, que 40,000 mujeres mueren de cáncer cérvico-uterino y en
mama, que la pobreza extrema se extiende de manera vertiginosa,
que la taza de suicidio crece significativamente, etc.
Esta situación, amigo lector, me pareció preocupante, y más aún
cuando me percaté de que esto sólo incluía enfermedades considera-
das orgánicas. Pero ¿dónde quedaban entonces todas aquellas consi-
deradas emocionales? ¿Eran independientes o unas eran productos de
las otras? Y si los datos eran alarmantes para las primeras ¿qué suce-
dería con las segundas?
De esta manera, al tratar de explicar esta realidad, me encontré
con que el proceso de salud-enfermedad se vincula directamente con
nuestro estilo de vivir, es decir, la forma en cómo dirigimos nuestra
vida, cómo manejamos nuestras emociones, qué comemos, dónde tra-
bajamos, cómo nos relacionamos con familiares y amigos, etc.; esto
conlleva o bien a la salud o bien a la enfermedad, sean éstas física, psí-
quica o espiritual, lo que finalmente nos pudiese indicar cómo podría
ser nuestra muerte.
Trataré de ser más explícita. Vivimos en una sociedad de consu-
mo, donde se fabrican patrones de comportamiento que al difundirse
nos crean una serie de necesidades que responden a un estilo cómodo
y fácil para vivir, sin sufrimiento, en donde se nos muestra qué es lo
bello, qué ropa usar, qué comer, a qué tipo de casa aspirar, a tener un
coche, a encontrar una pareja ideal, a amar, a llorar, a estar triste, a
qué es la felicidad, inclusive a no sufrir si nos enfermamos y a tener
miedo a la muerte entre otros.
De esta forma cada uno de nosotros, en el diario vivir, vamos
apropiándonos de dichos patrones, interiorizándolos hasta hacer-
los formar parte de nuestro yo, construimos expectativas de vida en
función del modelo planteado, anhelado y deseando objetos y perso-
nas que responden al ideal marcado. Pero cuando nos enfrentamos
a nuestra realidad encontramos que muchos de nosotros gastamos el
gran potencial productivo, creador e intelectual que poseemos en la
búsqueda de placer, sexo, pareja, estatus social, o una mejor condición
económica, ¿para qué o para quién? Otros tantos, al no encontrar lo

• 348 •
Capítulo III: La Psicología

deseado se evaden de la realidad encadenándose a diferentes adiccio-


nes: comida, alcohol, droga, tabaco, trabajo, sexo, etcétera; y muchos
otros más se construyen una enfermedad conjugando el tipo de ali-
mentación que llevan y la explosión de sus emociones (gastritis, coli-
tis, asma, cáncer, diabetes, etc.) como una respuesta a su necesidad de
afecto, atención, presencia, importancia y valor como ser humano.
Así, todos estos factores físicos y emocionales van a entretejerse
para dar como resultado un proceso de salud o de enfermedad, donde
gran parte de las enfermedades orgánicas tienen su origen en lo emo-
cional y hasta en lo espiritual, conformando una gran complejidad.
Este último aspecto, el construir una enfermedad, es el que yo,
querido lector, deseo narrar y compartir contigo, ya que formé parte
de dicho proceso.
Generalmente, creemos que gozamos de una buena salud sólo por
el hecho de que la enfermedad no nos ha tirado en la cama o porque
las molestias ya se adaptaron a nuestra vida. Por tanto, si nos duele
la cabeza, si andamos estreñidos, si hay molestias digestivas o gripes,
esto es normal, ya que con cualquier calmante evitamos el llamado
de nuestro cuerpo que manifiesta que algo no anda bien. Asimismo,
al consumo de una gran cantidad de alimentos industrializados que
atentan contra nuestro sistema digestivo y por tanto inmunológico.
Aunado a lo anterior, también hemos aprendido a requerir de una
familia ideal, sea ésta, los padres, los hijos, o la pareja, y si no la tene-
mos todo esto va repercutiendo y atacando nuestro sistema emocio-
nal al sentir el velo de la soledad rozando e invadiendo cada una de
las partes de nuestro ser y de nuestra intimidad, produciendo un gran
vacío hasta que nos damos cuenta que deseamos y necesitamos una
paz interna: una paz espiritual. De ahí que a veces entendemos que
las luchas y conflictos internos de nuestra cabeza, esa constante bús-
queda de identidad y lucha existencial, derivan en encontrar la espiri-
tualidad, aunque no siempre nos damos cuenta que hacia ese aspecto
apunta nuestra búsqueda, nuestra soledad o nuestros conflictos. Más
de una vez perdemos perspectiva de ver, sentir o escuchar el latido y
el llamado de nuestro cuerpo, de nuestro espíritu; estos elementos,
amigo lector, fueron los que descubrí a través de enfrentar el cómo me
había construido una enfermedad y me llevaron al despertar de mi
espíritu y a mejorar mi condición de salud física, emocional y espiri-

• 349 •
Zen, Acupuntura y Psicología

tual. Asimismo, esto me motivó para iniciarme como una trabajadora


de la salud, al identificar la importancia que tiene rescatar y revalorar
la condición humana en el otro, en pro de una salud integral.
En la actualidad, soy una mujer de 35 años de edad, psicóloga,
inicié mi trabajo como académico hace ocho años y como trabajadora
de la salud hace nueve meses, dando terapia psicológica, acupuntura
y masaje en mi consultorio, divorciada, con una hija de nueve años.
Vivo con mi familia, la cual es absorbente y en ocasiones impositiva
(padres, hermanas) regulada por valores tales como “la familia es lo
más importante, por tanto el tener hijos y cónyuges es fundamental”,
y algo más que pareciera ser intrascendente, en ocasiones padezco de
“crisis asmáticas”.
Esta enfermedad física es la que me ha enseñado en los últimos
tres años a descubrir mi espíritu, a conocer, sentir y escuchar mi cuer-
po, a recuperar mi salud física, a empezar a resolver mi vida emocio-
nal, a trabajar con la gente atendiendo pacientes en consulta psicoló-
gica y de acupuntura, a tener una mejor relación afectiva-emocional
con mi hija y con mis padres, y por primera vez en mucho tiempo a
sentirme bien y plena realizando lo que quiero hacer.
¿Por qué el asma me permitió llegar a esto?
Padezco asma desde hace 12 años, ésta apareció cuando tenía 23
años. A partir de ahí tuve que hacerme responsable de tomar deci-
siones para mi vida. La explicación lógica para los médicos fue que se
originó por una alergia al polvo, ya que trabajaba en un lugar donde
constantemente estaba expuesta a él, lo que me llevó a dejar ese tra-
bajo y buscar otro. Sin embargo, las crisis no cesaron, sino que empe-
zaron a presentarse casi siempre entre febrero y marzo, lo cual seguía
guardando una lógica puesto que en estos meses hacía mucho aire con
polvo. No obstante, las crisis se fueron haciendo más frecuentes en
diferentes meses y entonces no encontré una justificación.
Inicié tratamiento con acupuntura, la cual siempre me controló la
crisis sin tener que recurrir al medicamento alópata. Esta época para
mí fue un periodo en el que no lograba tener una pareja, donde decidí
enfrentar a mis padres a cambio de hacer lo que yo quería, lo que yo
deseaba, pero siempre supeditada finalmente a la familia, ya que era
bastante dependiente de ella. Felizmente, cuando establecí una rela-
ción de pareja tuve la última crisis asmática, entre febrero y marzo de

• 350 •
Capítulo III: La Psicología

1986, no volviendo a presentarse ésta en su totalidad, sino sólo peque-


ños indicios que fueron controlados. El vivir en pareja y la materni-
dad alejaron las crisis, después sobrevino el divorcio y el tener que
ser padre y madre no me permitió dejar que el cuerpo se enfermara.
Hasta la ruptura total y definitiva con mi compañero se presentó una
desestabilización emocional en mí, que terminó nuevamente en des-
encadenar las crisis asmáticas (1991). Conforme iba pasando el tiem-
po el asma empezaba a presentarse más compleja, lo cual fue patente
en la crisis que me dio en 1994, que fue definitiva, porque ésta no era
como siempre. Los síntomas fueron diferentes, no podía comer por-
que tenía una inflamación tremenda en el estómago, me sentía agota-
da, aun cuando no aparecía la congestión del pulmón sentía una obs-
trucción en el pecho que no me permitía respirar bien, tenía angustia,
inquietud, dolor de cabeza e insomnio, duré dos noches sin poder dor-
mir debido a la molesta inflamación de mi abdomen.
Estuve yendo a diario con el homeópata, casi semana y media,
pero lejos de sentirme bien cada vez me sentía peor. En ese momen-
to, dado mi estado de salud, decidí ir a consultar a alguien que conocí
hace doce años. En ese tiempo él me curó con agujas y me enfrentó a
mi realidad, por lo que preferí darle la espalda y hacerme la ofendi-
da por lo que me dijo. Sin embargo, sabía que sólo él podía ayudar-
me. Cuando traté a este ser humano conocí y aprendí que la vida tiene
sentido y era aquella chispa de luz en la que yo identificaba su trato
humano para conmigo; a lo largo del tiempo en que no lo consulté
fue transformándose en una inmensa luz, que ahora me cegaba y me
hacía sentir tan pequeña, que dudaba en acudir a él. Sin embargo, me
sentía tan mal que decidí enfrentarlo.
A lo largo del tratamiento fue comprensivo pero inflexible, huma-
no pero exigente, como cuando a uno le dan una bofetada fuerte, pero
sin enojo. Cuando abordó el origen emocional de mi enfermedad, me
decía que por qué castigaba mi cuerpo de esa manera, por qué conti-
nuar flagelándome y causando compasión y lástima en la gente, por
qué me devaluaba, pero peor aún, por qué si había decidido martiri-
zarme tenía que arrastrar a terceras personas —mi madre, mi hija y
mis hermanos—, que si mi decisión era seguir así, entonces no mani-
pulara ni chantajeara a mi familia ni a mi hija con mi enfermedad y
mucho menos las culpara por ello. Me hizo un pequeño recuento de mi

• 351 •
Zen, Acupuntura y Psicología

enfermedad, no en vano me conocía de tiempo atrás, donde siempre


que se presentó la crisis fue para evadir la realidad y posponer hasta
lo último mi responsabilidad. Increíble, amigo lector, pero por prime-
ra vez vi de forma tan clara el origen emocional de mi enfermedad así
como lo que ésta había ocasionado a mi alrededor. Ante mis ojos cayó
el velo de la verdad al concientizar la imagen que yo había construido
para con los demás: “Pobrecita, no ven que no tiene dinero, pues no
tiene marido”, “hay que educar a su hija porque no tiene papá”, “pobre,
está sola”. Hacer sentir eso en los demás para conmigo, despertó el
quererme librar de esa imagen y empezar a luchar por lo que yo que-
ría y siempre había aspirado; y eso era básicamente, estar bien en mis
emociones para poder formar a mi hija, la cual tendía a estar deprimi-
da y a preocuparse porque su mamá estuviera bien, esto como produc-
to de mi enfermedad y mi inestabilidad emocional. Para mí el estar
enferma era permanecer cerca de un mes sin poder hacer nada, por-
que los pulmones estaban muy congestionados; no me podía bañar,
ni tenía ánimo para arreglarme; me deprimía bastante y quería estar
sola; no me gustaba que me vieran así, por lo que corría a todos; sólo
permitía que entrara mi mamá y a veces mi hija; les decía cosas ofen-
sivas, manipulaba a mi madre y la chantajeaba porque veía que se pre-
ocupaba por mí. Mi hija representaba en esos momentos el fracaso y
el estar sola por no haber funcionado en una relación de pareja; por lo
tanto, era una de las personas en las que descargaba mis frustraciones
y mi amargura por no tener lo que quería. En una de esas ocasiones
corrí a mi hija y le dije que no la quería volver a ver, que no sabía por
qué había venido al mundo. No saben cómo me he arrepentido, cómo
me ha dolido eso porque a la fecha a mi hija no se le olvida, aunque he
tratado por todos los medios de corregirlo y tratar de hacerle sentir lo
contrario, ya que mi hija representa una luz que me ha hecho crecer y
me ha enseñado a amarla permitiéndome entrar en su mundo.
Después de toda esta reflexión sobre lo que pasaba conmigo y mi
enfermedad, decidí enfrentarla, empezar a hacer cosas, pero no sabía
cómo, estaba desubicada y confundida ¿hacia dónde y cómo dirigir-
me en la búsqueda de la paz espiritual que desde hacia tiempo andaba
buscando? La experiencia en la búsqueda de ésta sólo me había con-
fundido y estancado, ya que había peregrinado en grupos diversos
donde se daban alternativas al tratar de enfrentar la enfermedad y

• 352 •
Capítulo III: La Psicología

recuperar la salud, pero siempre el manejo humano con intereses muy


particulares corrompen la práctica llevándola a caer en el utilitaris-
mo, aspecto del cual ya no deseaba saber.
Un día, en consulta en el CEAPAC, descubrí por primera vez que
se impartían cursos de acupuntura y masaje, a los cuales decidí asis-
tir porque sentía la necesidad de conocer cómo funcionaba, pues por
mucho tiempo lo había aplicado a mi cuerpo, mas no sabía cómo fun-
cionaba. Desde ese momento sucedió algo en mí, era como dos perso-
nas: una decidida a buscar alternativas y otra llena de miedos, aterro-
rizada de tener que enfrentar a un ser humano que representaba para
ella un proyecto de trabajo, la luz, el crecimiento, pero que había deja-
do escapar por irresponsable, floja y miedosa y que ahora tenía que
enfrentarse a la frustración que esto le originaba.
Pese a todo esto, inicié los cursos sintiéndome tan pequeña
e insignificante con respecto a la gente que acudía a los cursos y al
mismo CEAPAC. Poco a poco, pasando el tiempo, tomé los diferentes
cursos impartidos para abordar la salud; entonces comprendí cómo
un proceso emocional en el sujeto, mezclado al tipo de alimentos que
se comen, conforman una simbiosis que el cuerpo al no darle salida va
a somatizar en una enfermedad física. Así, lentamente pero constan-
te, fui recobrando la confianza en mí misma, sabía que debía iniciar
cambios en mi vida, en mi alimentación, en mis emociones, porque
sólo estando bien, mi hija iba a estar bien, así como mi familia y todo
lo que yo pretendía hacer.
Saber que podemos aspirar a tener un proyecto de vida propio,
que podemos caminar bajo nuestra propia responsabilidad, pensar en
todo aquello que queremos realizar hasta cierto punto es fácil, lo real-
mente difícil es hacerlo, concretarlo para no quedarnos en el: “hubiera
hecho…, qué feliz si hubiera…, etc.”. Lo cual con el tiempo se convier-
te en frustración y amargura por no habernos permitido hacer lo que
queríamos.
Esto para mí fue elocuente, cuando a través de los cursos del
CEAPAC pude sentir en todo mi cuerpo, desde la cabeza hasta los pies,
el dolor, la tristeza y la melancolía. Cuando uno siente estas emocio-
nes en su cuerpo, inicia el proceso de reconocer primero para uno y
después para los demás que lo emocional no anda nada bien. Es empe-
zar a concebir tu cuerpo de otra manera, ya que ahora lo sientes. Esto

• 353 •
Zen, Acupuntura y Psicología

hizo que yo iniciara una disciplina estricta en mi cuerpo, cambié


totalmente mi alimentación, hice meditación, empecé a cambiar acti-
tudes hacia mi hija y mi familia.
Y ¿qué crees que pasó mi querido lector? Pues que aproximada-
mente al mes de haber iniciado estos cambios inició una nueva cri-
sis asmática. Esto para mí no tenía explicación. ¿Por qué justamente
ahora que había cambiado cosas en mi vida me enfermaba nuevamen-
te y justo a un año de la crisis anterior en los mismos meses?
Nuevamente recurrí a consulta al CEAPAC, la diferencia fue que
sólo estuve en cama dos semanas sin salir. En esta ocasión sucedieron
cosas muy significativas:

1) Comprendí que cuando me enfrentaba a mis problemas o a algu-


na responsabilidad, mi cuerpo había aprendido a somatizar; era
una práctica que había realizado desde hacía tiempo, lo cual me
llevó a tratar de encontrar una solución a lo que aquejaba a mi
cuerpo; esto lo aprendí a través de la acupuntura, pues yo misma
me ponía agujas y esto hacía que yo leyera más y encontrara las
explicaciones dentro de la teoría de los 5 elementos según iba
respondiendo mi cuerpo.
2) Aprendí en la práctica que el manejo de mis emociones era vital,
ya que si me dejaba llevar por éstas, tenía recaídas. Es decir, ya
casi para salir de mi crisis asmática hice un fuerte coraje, lo que
ocasionó una congestión en el pulmón. Además, pude ver que
la enfermedad no sólo era física, pues no estuve todo el tiem-
po en cama, salí a realizar mis actividades y el pulmón seguía
congestionado, por lo cual tenía que hacer todo muy despacio,
desde caminar hasta hablar. Sentía una opresión para respirar
en el pecho, pero finalmente cuando pude literalmente vomitar
el coraje, la tristeza, la impotencia de no poder hacer las cosas,
me sentí liberada de una lucha que había emprendido contra todo
aquello que me estancó.

Lo anterior me hizo comprender que cuando la gente se enfer-


ma, lo que está en juego no es sólo el aspecto físico, que en acupun-
tura lo leemos como el desequilibrio de la energía, sino que esto,
aunado a las emociones, son otra energía capaz de bloquear el flui-

• 354 •
Capítulo III: La Psicología

do energético de los órganos, y me atrevería a decir que también la


energía propia del lugar donde nos desarrollamos influye en este
proceso.
Paralelo a este proceso de mi vida, me encontraba aprendiendo
toda una serie de medicinas alternativas para enfrentar lo emocional
y lo físico, donde al irlas viviendo, iba enfrentándome a todo aquello
que ya había decidido hacer: limpiar y transformar mi cuerpo y mi
mente, no dejar que siguieran siendo los basureros físico y psíquico en
los que los había convertido.
En conjunto a este objetivo, me di cuenta de que debía empezar a
trabajar con pacientes, meta final de los cursos y diplomado tomados,
tenía la preparación desde hacía tiempo. Además, mi enfermedad me
había permitido aprender aún más. Muy entusiasta empecé a buscar
un espacio para instalar mi consultorio. No tuve que buscar mucho,
porque hasta eso las cosas se me facilitaron, tenía ya el espacio, debía
arreglarlo, eso me llevaría por mucho unos dos meses, pero sucedió
entonces que como iniciar algo implica responsabilidades y, gene-
ralmente, yo las había evadido al posponer lo que tenía que hacer,
me justificaba con cosas como: no tengo tiempo, tengo mucho traba-
jo, mi hija me necesita y tengo que dedicarle tiempo, compromisos
con la familia, etc. En todo esto, lo único que reinaba era el miedo,
el miedo a vivir, a construir, a dar, a enfrentar, a responsabilizarme,
¿gran maraña no? Por tanto, los dos meses se convirtieron en seis
meses. Ya listo el consultorio y no habiendo otro remedio que empe-
zar a dar consulta, todavía me inventé otras justificaciones para no
iniciar. Como éste estaba listo en noviembre de 1995, me decía: “No,
ya casi está encima diciembre y con éste la Navidad, las posadas, el
Año Nuevo. La gente está de fiesta y de vacaciones; no, mejor como
toda buena promesa de Año Nuevo la inicio hasta enero”. Este miedo
a iniciar, el evadir y además el vivir la lectura de mi cuerpo por medio
de la bioenergética se conjugó como una pequeña bomba de tiempo
que no tardaría mucho en estallar.
Sin yo quererlo dos personas se acercaron a mí para preguntar
si daba terapia psicológica, como ya tenía el consultorio dije que sí,
pensando en que no irían. La sorpresa vino cuando se concretaron las
citas y para febrero de este año inicié con una adolescente de 16 años
y una niña de 9 con problemas de dislexia. Anteriormente, de 1986 a

• 355 •
Zen, Acupuntura y Psicología

1991, había trabajado en un centro de atención psicológica, sin embar-


go, mi trabajo había sido irresponsable, así como mi vida. No hubo el
profesionalismo y la solides con la que ahora iniciaba, me sentía com-
prometida a no cometer los mismos errores, todo iba bien de no ser
porque mi cuerpo ya había aprendido a enfermarse ante una serie de
circunstancias que lentamente yo había construido meses atrás. Sabía
que diciembre era un mes donde yo debía prevenir justamente algu-
na afección para mis pulmones, que la alimentación debía fortalecer
eso. Sin embargo, me la creí porque según yo había empezado a resol-
ver mi vida, ya que para octubre de 1995 quiso darme una crisis, pero
con meditación pude controlarla yo sola y esto hizo que me la creye-
ra aún más. Pensaba que jamás me volvería a dar asma, inclusive lle-
gué a pensar que la había erradicado; sin embargo, pese a que me sen-
tía bien, dejé de meditar. Comencé a sentir un dolor en medio de los
senos, y me decía voy a ir a un masaje, pero se pospuso porque fue
más cómodo dejarme llevar por la comercialización y la enajenación
del mes de diciembre. ¿O no es así, amigo lector?
Todos estos ingredientes bien mezclados y combinados fueron el
detonador para que las crisis asmáticas volvieran a presentarse y para
marzo de este año volví a enfermarme nuevamente.
Dirás amigo lector ¿qué has aprendido entonces? Déjame decir-
te que el oficio de vivir es lo más complejo y doloroso que hayamos
enfrentado, ya que en esta ocasión podría decirte que la enfermedad
fue igual, pero diferente. Igual porque hay una congestión en los pul-
mones que no me permite respirar normal, pero diferente porque en
esta ocasión identifiqué más rápidamente cómo todo se originó en mi
cabeza, desequilibrando el bazo y somatizando mis pulmones. Esta
vez sólo duré una semana recluida totalmente en mi recámara. Fue
maravilloso —aunque muy doloroso y desesperante en el momen-
to— el estar más sensible y sentir cómo mi cuerpo iba respondiendo
a las agujas, experimentar cómo la acumulación de calor en mi abdo-
men fue expandiéndose por mi cuerpo para ser liberado, empezando
a regular el equilibrio frío-calor. Identifiqué cómo me flagelaba y cas-
tigaba mentalmente por haberme enfermado justo ahora que tenía
pacientes y como producto de esto mis emociones bloquearon el flujo
energético de mi cuerpo haciéndose más larga la recuperación. El que-
rer apagar mi raciocinio y que el cuerpo hiciera lo suyo, el entender

• 356 •
Capítulo III: La Psicología

que a la cabeza y al cuerpo yo los mantenía aislados y fragmentados,


me llevó a reconciliarlos, a hablar con mi cuerpo y poder mover mi
energía y desbloquear los canales a través de desearlo y hacerlo men-
talmente. Todo esto me permitió levantarme más rápido que las veces
anteriores.
Amigo lector, desde que empezó todo este proceso pude sentir tan
intensamente mi espíritu por primera vez, en un conjunto mi cabe-
za y mi cuerpo me equilibraron nuevamente. Supe que cuando uno
puede liberar su espíritu, quitarle esa opresión a la que lo tiene some-
tido, éste fluye libremente por tu cabeza, mente y cuerpo, lo que per-
mite que tu visión del mundo cambie, que te reconcilies con la natura-
leza, que la hagas tuya, que tu sensibilidad y alegría por lo que sientes
las perciba la gente, que tu cara aunque es la misma es otra y eso sólo
se siente, aunque algunos también alcanzan a verlo.
Este nuevo aspecto en mi vida me llevó a la comprensión de que
el miedo no se va, sino que uno tiene que aprender a convivir con él,
a llevarlo junto a uno. Desde ese entonces amigo lector, camino lle-
vando conmigo por un lado el miedo, pero por el otro mi espíritu, mi
voluntad y mi libertad de elegir aquello con lo que me siento bien.
Lo anterior se plasmó en mi consultorio porque finalmente
entendí que lo que debía hacer era atender pacientes, ahora que había
vivido en mi cuerpo el proceso de la salud y de la enfermedad. Supe
que cuando uno da, recibe y esto representaba crecer junto con el
paciente, ya que ambos compartimos la energía de este planeta.
Al atender pacientes se concretó todo aquello que me alimentó y
formó en los últimos tres años. En esta parte de mi proceso he senti-
do y vivido el dolor, la tristeza y la alegría del paciente, dado que gran
parte de las demandas de éste, son problemáticas por las que he atra-
vesado en mi vida personal.
Esto me ha llevado a entender que aunque somos entes individua-
les, compartimos problemáticas con los demás, que no somos exclusi-
vos de padecer algo. Así como que nuestra realidad es tan compleja
que en muchas ocasiones terminan por rebasarnos, pero que también
nos permite entender el comportamiento humano para poder sugerir
alternativas que sean compatibles a su realidad, así como el valorarse
como persona que aspira a un libertad propia de la condición humana,
que nos deje vivir dignamente y sin ataduras.

• 357 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Por lo anterior, amigo lector, ahora quisiera compartir la expe-


riencia del trabajo con cinco de mis pacientes, que han tenido una
incidencia en mi vida, dado que me han enfrentado a resolver parte de
los problemas que aún me desestabilizan.
La primera es una niña de nueve años de edad, cursa el tercer
grado de primaria. Fue la primera paciente que llegó a mi consulto-
rio debido a un problema de dislexia. El avance con ella fue notable
a las dos semanas de estar trabajando materiales para su dislexia e
implementar también el tratamiento con balines, para estimular inte-
ligencia y ayudar a la solución de algunos problemas emocionales de
relación con sus padres. Después de cinco meses de trabajo la niña
pudo ser dada de alta. Esto empezó a proporcionarme la seguridad
que necesitaba, así como el reconocimiento social ante la comunidad,
ya que la mamá de la niña ha recomendado a otro paciente.
Otro de los casos es un niño de nueve años de edad reportado y
canalizado por su profesor por problemas de conducta. Hijo de padres
divorciados, vive actualmente con el esposo e hija del nuevo matri-
monio de su mamá. El niño ve a su papá una o dos veces al mes en
ocasiones, estas salidas se condicionaron a su comportamiento en la
escuela.
El padre convive poco con él, debido a su absorbente trabajo y
a que también tiene ya otra familia, esposa e hijas. Para el niño es
importante ver a su papá, pero no quiere irse a vivir con él, ya que
dice que jamás dejaría a su madre. El papá no aporta dinero para la
manutención de su hijo, lo que ocasiona constantes discusiones entre
los papás del niño y que éste absorba esta situación. El paciente es un
niño inquieto, pero muy callado. Se trabajó terapia de juego y movi-
miento, dibujo y se le colocaron balines para ayudar a su tristeza. Este
caso me sorprendió bastante porque la maestra a las dos semanas de
asistir el niño a terapia me felicitó por los cambios obtenidos en la
conducta del niño. Se trabajó con la madre, pero era patente que a ella
le interesaba resolver más su vida de pareja y dejó de traer al niño
debido a que no podía seguir pagando.
Hablar con el niño acerca de su padre y lo que éste representaba,
me removió mi forma de pensar con respecto a mi hija, ya que ella
hacía cinco años que no veía a su padre y aunque nunca me solicitó
buscarlo, lo veía en las caras de otras personas, lo que me hizo leerlo

• 358 •
Capítulo III: La Psicología

como necesidad de tener a su papá con ella. Ayudar a un niño a tener


una buena relación con su padre y a sacar sus resentimientos y renco-
res hacia él, hará que se estabilicen y no formen parte de la inestabili-
dad del futuro adolescente, sobre todo si cuenta con el apoyo y guía de
sus padres o de uno de ellos.
Esta situación me llevó a enfrentar uno de los grandes problemas
de mi vida. Uno se construye las culpas y la mía era haber tomado la
decisión de divorciarme cuando mi hija apenas tenía un año, ella no
participo de la decisión. Esto ocasionó en mí el negarme la posibilidad
de tener un compañero y sobre todo hijos. Aparentemente me dediqué
a ella, pero internamente ella representaba ver frustradas muchas
cosas. Mi expectativa de tener una hija la dañaba porque empecé a
exigirle ser la mejor, la bonita, lo que yo no había podido ser. Esto no
es justo ¿y sabes por qué amigo lector? Porque estaba coartando su
libertad, su derecho a ser niña, a ser libre de elegir e independiente.
Cuando vislumbré todo esto, decidí reconciliarme con mi hija, pero
le faltaba algo. Siempre se sintió diferente y jamás pudo entender por
qué su papá no la buscaba y la lectura de esto fue que no la quería, lo
que la llevaba a estar triste y deprimida. Esto me llevó a resolver algo
que yo tenía pendiente con ella: busqué a su papá, le hablé de nuestra
hija y aceptó buscarla. Ahora ella decidiría verlo o rechazarlo. Ahora a
dos meses que mi hija convive con su papá no me arrepiento y en todo
lo relacionado a ello tengo presente que todo se dio sólo por el bienes-
tar y estabilidad emocional de mi hija.
El siguiente caso es el de una adolescente del sexo femenino de
13 años de edad, que llegó debido a que en el centro de salud la habían
canalizado al psicólogo porque presentaba náuseas y vómito de una
sustancia amarillenta con saliva, dándose periódicamente de dos
años a la fecha. A través de la terapia psicológica fue evidenciándo-
se que el origen de sus náuseas fue el vivir los problemas que como
pareja tenían sus padres. Al saber que iban a divorciarse y que ella
no podía evitarlo, somatizó sus conflictos en el estómago. Posterior-
mente, además de los problemas con sus papás, fue el despertar a la
adolescencia, donde el tener su primer novio y “estar a punto de tener
relaciones sexuales”, como ella lo dice, hizo que tomara la decisión de
dejarlo; esto le produjo un periodo de depresión y que las náuseas fue-
ran constantes al estar en oposición entre lo que el cuerpo siente y lo

• 359 •
Zen, Acupuntura y Psicología

que la cabeza dice. En la actualidad tiene aproximadamente dos meses


en tratamiento, junto con la terapia se le ha hecho acupuntura para el
manejo emocional y de las náuseas. Las náuseas han ido disminuyen-
do, ella está a gusto con la terapia y se ha sentido mejor.
El trabajar con esta adolescente me permitió identificar cómo se
da la somatización y haberla experimentado en mi cuerpo me daba
el indicador para trabajar la terapia. Le explique cómo sus emociones
son las que ocasionan las náuseas y por qué es importante responsabi-
lizarse uno de su vida y de la toma de decisiones asumiendo el produc-
to de éstas. El ver cómo vivió su confusión respecto a su sexualidad,
me reflejó un espacio de mi vida, en donde ahora sé que es importante
orientar al adolescente no en la relación sexual en sí misma, sino en
el proceso de lo que su cuerpo empieza a sentir, el descubrir el placer
vía un abrazo, un beso, el roce con el cuerpo del otro, y cómo la cabeza
iniciará una lucha contra su cuerpo, ante lo que éste siente. Esta serie
de conflictos manifestados en emociones son las que viajan y se alma-
cenan en el cuerpo produciendo un malestar independiente de lo que
lo generó.
El cuarto caso es el de la mujer de 32 años, casada, con dos hijas,
aunque hace un año el esposo no vive con ella, se sigue haciendo cargo
de la economía y visita la casa sólo los fines de semana. La paciente
expresa que él vive solo y que su superación personal, así como su tra-
bajo le invierten casi todo el tiempo. Su demanda principal es el sen-
tirse sola, a pesar de que tiene esposo siente que no cuenta con él, que
no la ama porque no se lo demuestra. También presenta una autoesti-
ma muy baja, le preocupa su aspecto físico, ya que ha subido de peso
y por tanto, no le gusta arreglarse, cosa que a su marido le desagrada.
Él quiere verla delgada y arreglada, lo que ha provocado que ella se
someta a diferentes tratamientos para adelgazar, no logrando lo que
su marido desea. Esto ha provocado que se autocompadezca, que cas-
tigue su cuerpo no aceptándolo y que lo maltrate mentalmente auto-
devaluándose cada vez más. Aunado a lo anterior, tiene problemas
digestivos, de estreñimiento, dolor y opresión en el pecho, dolores de
espalda y de cabeza, antecedentes de hormigueo en cara y manos, lo
que muy probablemente puede desencadenar una parálisis facial.
Se ha hecho tratamiento de masaje y acupuntura, además de la
terapia psicológica. A la fecha tiene tres meses de iniciado el trata-

• 360 •
Capítulo III: La Psicología

miento, manifiesta irse sintiendo mejor tanto física como emocional-


mente, aunque esto último es inestable, ya que a veces llega muy bien
y otras muy deprimida, todo esto producto de los cambios que ha ini-
ciado en su vida.
Este caso en particular no sabría explicar qué me produce, diría
yo que es una mezcla de todo. Aunque en diferentes circunstancias
esta paciente es una mujer que se ha enfermado porque no la aman,
porque aunque tiene pareja, no la tiene, su llanto de soledad, triste-
za y melancolía recorren todo mi ser sintiéndome impotente al verla.
Porque aunque uno sugiere cosas, el hecho de sentirse amada es bási-
co y no puede lograrlo. He sentido que las alternativas que le he dado
a esta paciente la han ayudado, pero de repente la falta de sentirse
amada la desestabiliza. Finalmente vuelve a encontrar su camino y
ahí sigue clarificando su proyecto de vida y tratando de construirla.
El vivir este caso y sentir el dolor del otro me ha permitido brindarle
opciones de salud física, emocional y espiritual, las cuales van, tam-
bién, cristalizándose en mí misma.
Finalmente, la quinta y última paciente es una mujer de 46 años,
casada y con tres hijas, con problemas en su relación de pareja por
cuestiones económicas y sexuales. Se ha negado a experimentar pla-
cer, el marido la cela y no le permite ser una parte activa en la relación
sexual, lo que la ha llevado sólo a colocarse y no sentir nada, pero no
puede negarse porque entonces viene la desconfianza. Padece sinusi-
tis, estreñimiento, hemorroides, dolores de cabeza, cintura, cadera y
espalda. Con esta paciente se han trabajado agujas y masaje; se ha ido
sintiendo mejor. Se hicieron cambios drásticos en su alimentación, lo
que ha ayudado a la desintoxicación de su cuerpo y a una mejoría en
sus malestares orgánicos.
Esta paciente vive la problemática de la mujer que se ha olvi-
dado de ser mujer, para ser madre, como alguna vez yo lo olvidé; de
cumplir con su marido a costa de sentirse usada como un objeto, de
asumir una sumisión y sacrificio que la llevan a un gran abandono
corporal y olvidarse que es un ser humano que vive y vibra como los
demás. Necesita que las escuchen, alguien con quien hablar, pero en
casa nadie percibe esto. El venir a la terapia psicológica ha empezado
a fortalecerla y a no sentirse ya tan oprimida; asimismo, le ha permi-
tido tomar decisiones para empezar a equilibrar su vida emocional,

• 361 •
Zen, Acupuntura y Psicología

manifestando que ahora se siente tranquila y más estable. Dado que


la paciente ha experimentado avances en su salud física y emocional,
me ha recomendado con varios pacientes.
La confianza depositada en mí me compromete cada vez más a
prepararme para poder proporcionar lo que la individualidad de cada
uno de los pacientes requiere. Asimismo, empiezo a combatir el miedo,
aunque esto no significa que lo sienta menos; no, al contrario, me ate-
rroriza, pero a la vez me ha hecho dar el salto y trabajar.
Al trabajar y hacer las cosas he encontrado que las respuestas y
todo lo que uno requiere va llegando, que el proceso de dar tiene una
recompensa muy grande, el poder decir “me siento bien con lo que
hago”. Esto mismo me ha llevado a descubrir que la energía de mi
consultorio empieza a germinar y que es necesario mantenerla y cul-
tivarla.
A la fecha puedo decir que ahora sí tengo claro qué deseo en mi
proyecto de vida, hacia dónde va y a quién deseo involucrar en éste.
Los dos grandes problemas que me tendían estancada empiezan a flo-
recer y estoy en la lucha por superarlos, así:
a) Finalmente acepto mi cuerpo, mi condición física, pero dicha
situación no está en dejarlo como está. Una de mis metas más
inmediatas en mi vida personal es llevar estrictamente una disci-
plina en mi alimentación y limpiar en serio mi cuerpo, y que esto
además de salud, me de la seguridad que requiero.
b) Abrir la posibilidad de compartir mi vida con un compañero, de
amar y sentirme amada en toda la extensión de la palabra. Ahora
entiendo que el amor se construye en el diario vivir.
c) A todo esto, lo que deseo es sólo: vivir. Construir y disfrutar lo
inmenso que es la vida, desde lo más concreto como el comer,
el dormir, mi sexualidad, el leer, el trabajar, en tener una hija y
dejarla volar con sus propias alas, etc., hasta lo más abstracto
como mi energía, mis emociones, mi espiritualidad, la naturale-
za, la condición humana, la mía y la de los demás.
Como habrá podido observar a lo largo de mi narración, queri-
do lector, fueron muchos años invertidos en obstaculizar y estancar
mi desarrollo, construyendo y combatiendo después una enferme-
dad; fue mucha energía invertida en procesos emocionales que sólo

• 362 •
Capítulo III: La Psicología

me abstrajeron de la realidad, hundiéndome en un mundo confuso y


doloroso, donde se da rienda suelta al “tener que sufrir para merecer”.
Esto no es así, hago un llamado a la reflexión donde tú amigo lector
si deseas ser un trabajador de la salud o simplemente entender parte
del comportamiento humano y el tuyo mismo, saber que no somos
sujetos exclusivos de una problemática física-emocional, sino que en
nuestra sociedad todos compartimos psicopatologías y que el conocer-
las, ubicarlas y resolverlas nos permitirá concebirnos de otra manera,
sentir nuestro cuerpo y espíritu, entender al otro, ese individuo que
llora y ríe como nosotros. Sin embargo, cómo ofrecer una alternativa
si desconocemos nuestro propio proceso, así como dónde se gesta, qué
la origina, cómo se desarrolla y qué consecuencias le está trayendo.
Tomar la decisión de solucionar mi vida, de vivirla para mí, de
liberarme de gran parte de sentimientos de culpa, frustración, rencor,
amargura, etc., me ha permitido saber que no he perdido mi capaci-
dad de asombro e indignación y me hace entonces trabajar y pensar
que podemos proporcionar una alternativa para construir un modo y
estilo de vida más digno. Me hace replantear que si podemos empezar
a luchar por una opción de salud integral, tendríamos la posibilidad
de que en las futuras generaciones se dé cuenta del hombre como ser
humano y no como un objeto, concepción características de nuestra
época; asimismo, que el revalorar la condición humana nos permita
rescatar al hombre y al planeta de la destrucción a la que están siendo
sometidos.
Así pues, mi muy querido amigo lector, te agradezco el haber
aceptado compartir conmigo este pequeño espacio de mi vida donde
decidí ser una trabajadora de la salud y dedicarme al servicio de luchar
por el crecimiento y evolución de nuestro planeta y del ser humano
que es la vida misma. Espero que mi relato te pueda servir y que una
chispa de él pueda abrir camino en este mundo para todos aquellos
que sentimos amar a nuestro planeta, así como rescatar la condición
humana de todos y cada uno de nosotros.
Sin más por el momento me despido de ti.

AFECTUOSAMENTE

• 363 •
SUCESOS PERSONALES;
AFINIDADES SELECTIVAS
Carlos Mario Murrieta Hernández

A
l final de cuentas no sabía a ciencia cierta a qué dedicarme,
seguía buscando y más me perdía. Entonces decidí que mi des-
tino era la reflexión, el pensar sobre cómo se comportaban los
demás, cuáles eran los factores que alteraban una mente enferma. Así
estuve cuatro años “quemándome las pestañas” cumpliendo la currí-
cula para ser licenciado en psicología. Cuando terminé la escuela dejé
de ser estudiante para ser desempleado.
Desde ese momento la crisis empezó a golpearme por no encon-
trar trabajo ni nada que hacer, le echaba la culpa a la crisis económica
de nosotros los mexicanos; eran muchas las ideas que pasaban por mi
cabeza, una de ellas era trabajar o hacer algo productivo. Mi familia
siempre me cargó la responsabilidad de formar la personalidad y edu-
cación de mis hermanos e indirectamente de mis primos y algunos
tíos, puesto que soy el primogénito y el único de la familia que ha ter-
minado una licenciatura. Como yo me la creí, mi preocupación estuvo
dirigida hacia mis hermanos y también hacia mis padres, ya que sigo
siendo su inversión a largo plazo.
Cuando decidí hacer algo productivo encontré trabajo, y también
me invitaron a unos cursos de masaje el domingo por la mañana. Al
principio tuve varios pretextos, el más absurdo fue cuando pensé en
la lejanía del Centro donde se impartían los cursos, en el día y en la
hora. En una de las primeras clases escuché el porqué de la lejanía, la
pregunta era simple. ¿Lejos de dónde?
Antes del inicio de los cursos me casé con la idea de que estaría
en un salón de clases como cualquier otro, con sillas, pizarrón y un

• 364 •
Capítulo III: La Psicología

maestro que recitaba las clases. En efecto, así era el salón, sólo que el
maestro nos enseñaba a mirar a las personas y a su contexto desde
otra perspectiva.
A la mitad del curso nos enseñaron cómo relajar a la gente, enton-
ces el maestro sugirió al grupo: “El buen curador empieza por su pro-
pia persona”. Estas palabras me hicieron cuestionarme lo que había
hecho con mi vida.
Las críticas estaban dirigidas a mi forma de vivir, de comer, y
de dormir. Me preguntaba si me estaban quitando todo lo que había
amalgamado, mi estatus, mi nombre, me estaban desnudando, ya que
me sentía descubierto. Y para colmo mis padres también empezaban
a criticar mi comportamiento de los últimos meses; claro, empezaban
a extrañar aquel hijo normal, más corriente que común, aquel que no
daba lata, siempre obediente, nada grosero, buen estudiante para lle-
gar a ser un buen empleado de fábrica. No hallarían a quien echarle la
culpa de su primogénito imponderable. A cada rato se preguntaban si
en verdad esa persona que se iba todos los domingos por las mañanas
a estudiar, era su hijo: “Algo le está pasando a este muchacho” siempre
terminaban diciendo.
En una clase escuché: “Esto sólo es el principio, una vez inicia-
do un proceso de crecimiento como éste, nada lo puede detener”, mas
me quedé mudo, perplejo con la tez pálida, los ojos más abiertos de
lo normal y con la pupila dilatada. Por un momento creí que era una
broma de aquel Creador distraído que me había puesto ahí; no sé si
era un bienaventurado o un condenado que habría de cambiar, de evo-
lucionar o de mutar, o de torcerse con los años. Y luego pensé: “La ago-
nía de ese ser humano tan normal como los demás se puede alargar
pero no parar”.
En seguida mis defectos, egos y yoes hacían su aparición; parecían
acarreados de un partido político, su existencia se veía amenazada, y
por todos los medios iban a ser capaces de mantenerse en el poder, es
decir, no me dejaban crecer. Revaloré muchas cosas de ese “crecimien-
to”, pensé en el desmadre en el que me había metido, no sé si me sentía
salvado o no, antes de que me dijeran que tenía un espíritu que alimen-
tar, que sólo trabajando me puedo realizar como persona, y que hay una
ley mecánica del universo, que dice: “Todo lo que hagas te será devuelto
y si viniste a este mundo físico fue para cumplir con tu trabajo”.

• 365 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Lo primero que paso por mi cabeza fue que se había manifestado


un ente en mi razón, se había creado una revolución interior; mientras
estaba desarrollando mi lado espiritual, también fortalecía y desarro-
llaba todos mis defectos como la pasión, la aprehensión a las cosas, la
flojera, lo iracundo; mientras más meditaba, la flojera se apresaba más
de mi persona. Parecía que no era dueño de mis actos, siempre salía
un defecto y se manifestaba en mí, simplemente era la reacción ante
la identificación de los estímulos precisos.
Para no seguir fortaleciendo al ego y los defectos, necesariamen-
te tenía que morir junto con ellos, meditar sobre cómo influyen en mi
persona, es decir, comprender cómo se hacen presentes, cómo salen
desde muy dentro de mi mente para transformarse en mis actos y
comportamientos, ya que de esa forma se alimentan, entre más los
reprimes más se fortalecen, entonces la única arma es comprenderlos,
tomar lo bueno, procesar y deshacer lo que no sirve.
Aún no entiendo muchos de los misterios que se dicen en clase.
Para no variar, me detuve a pensar y no fui al curso introductorio
de una semana para iniciar un diplomado. Me pregunté: ¿Hacia dónde
voy? ¿Hacia dónde me llevan? ¿Estoy siendo arrastrado por una casca-
da que nunca para? ¿Es mucha coincidencia entre curso y curso? Con
amigos, con desconocidos, en el Metro, en la radio y hasta en la tele-
visión hablan de las diferentes alternativas que desde hace décadas
eran trasmitidas de maestro a discípulo para curar el cuerpo huma-
no y que existen alternativas de vida donde podemos llegar a enfer-
marnos menos. Entonces no era coincidencia, era un hecho que ya me
estaba marcando, obviamente tenía que hacer algo. Pero la resistencia
era cabrona.
Como era mi costumbre llegué a la primera clase 20 minutos
tarde, para que no me cuestionaran el porqué estaba ahí nuevamente
queriendo tomar el siguiente curso. No hacía falta que llegara tarde,
de todas formas no me podía ocultar, ya que mi cuerpo se convertía
en un libro abierto, siempre me delataba con las preguntas que hacía,
si no hablaba, era locuaz, es decir, mi actitud lo decía todo. Aun así
trataba de cuidarme sentándome hasta el frente, para que el maestro
no tuviera perspectiva.
Como era obvio, eso no resultó ya que la información recibida me
quedaba hecha a la medida; si estaba panzón es porque mis intesti-

• 366 •
Capítulo III: La Psicología

nos están distendidos y por mi deficiente alimentación. Si me dolía


la cabeza es porque tenía caca guardada de varios días; ya me veía
modernizado, tenía los intestinos de la nueva era, todos caídos pare-
cían laberintos, algunos sin salida.
A estas alturas ya me sentía realizado, estaba cambiando, di un
giro de 360 grados, es decir, estaba igual, nada más un poco exagera-
do, no comía carnes, harinas blancas, grasas, productos industrializa-
dos y refinados, saborizantes y conservadores artificiales. Mi alimen-
tación la cuidaba al 100%; cuando me ofrecían una gordita, una torta
o un refresco, no lo aceptaba, decía que era en nombre de la salud.
“Esta fase de purificación es ideal”, pensaba. Podía economizar
mi energía vital, entonces me preguntaba: ¿Qué voy comer, qué voy
a pensar y a sentir, ahora que no soy yo? Así me sentía fuera del cír-
culo al cual había pertenecido. Ya no era el mismo para esta sociedad
que me había visto crecer, que había formado mi personalidad. Nue-
vamente había entrado en crisis, pero ahora con una notable diferen-
cia, había encontrado un camino sin buscarlo.
En mi caminata por los andenes de la vida, así de fácil, me metí
en ese ferrocarril que no tiene un destino en particular, pero sí unas
vías que ya están construidas por las cuales podía deambular, y dije:
“Es simple, ¿no? Nada más tengo que seguir las vías”.
Andando por esas vías ya estaba encarrilado en otros cursos más,
siguiendo la misma filosofía. Todavía seguía trasladándome hasta
Ecatepec, era la época donde la ciudad de México y las lluvias recla-
man sus antiguos cauces invadidos por los humanos, teníamos que
contratar a los trajineros para pasar un pequeño lago que se encuentra
en la entrada de este lugar que algunos le llaman “Caracoles”, y otros,
el lago de Texcoco, porque antes hasta ahí llegaba.
Las siguientes clases me explicaron que todo en el universo tiene
una función y los fenómenos que se producen tienen una repercusión
en todos los seres vivos del planeta, y que existe una energía que se
manifiesta en los cuerpos, que son como un “documento” vivo, que
apenas estaba conociendo. Y ahora tenía que leerlo.
Partiendo de esta propuesta los médicos tradicionales no habla-
ban de enfermedades, sino de desequilibrios energéticos; fue cuando
reafirmé que los cursos estaban dirigidos a regular la energía vital
de los pacientes. Siendo el curador, únicamente, un vehículo de esa

• 367 •
Zen, Acupuntura y Psicología

energía y por esta razón tenía que cuidar mi alimentación, mi respi-


ración, el no pensamiento, mis problemas emocionales y también mi
sexualidad.
Era la hora de trabajar en serio. Me enfrenté a todos los miedos
construidos por mis padres, por la misma sociedad, por mi ignoran-
cia. En un desenfreno desconocí a todo y a todos, lo importante en ese
momento era empezar. Algo que me quedó muy claro en una clase,
fueron estas palabras: “Para qué quieres almacenar tantos conoci-
mientos que no sirven para nada si los sigues guardando, ya es hora
que te pongas a trabajar. Con el hecho de querer hacer las cosas con
eso basta”. Eso me marcó.
La seducción me hizo una mala jugada, caí en un abismo.
Creí que ya estaba “purificado”, dejé de lado un masaje, el más
importante para ser un buen curador: El trabajo en mí mismo, sin
caer en las exageraciones o en los extremos.
Me empecé a flagelar y a cuestionarme: ¿De qué me sirvieron tan-
tos conocimientos y técnicas para curar, si no me curaba a mí mismo?
Tenía que sanear mi cuerpo y mi mente para que surgiera la posibili-
dad del crecimiento de mi espíritu y la expansión de la conciencia.
Los cuestionamientos que le hice a mi vida y a mi actitud fue algo
parecido al muro de Berlín en Alemania, que fue construido por el
deseo de los hombres, duró toda mi vida, y después de muchos con-
flictos fue derrumbando; y aún así, seguí aferrándome a conservar
unos ladrillos del muro, para la posteridad, para seguir perteneciendo
a esta sociedad. Las respuestas a ese cuestionamiento las estaba bus-
cando fuera de mí, es decir, estaba tratando de entender a los demás,
no escuchaba mi interior que estaba gritando y no lo dejaba salir; al
darme cuenta de que existía, dejé de cuestionarme y entonces empecé
a entender a los demás.
¿Y qué mejor manera de empezar, si no es con uno mismo? Me
puse a trabajar, a romper esas corazas que tienen enfrascado todo un
potencial que posibilita la expansión de la conciencia. Para hacer el
proceso más rápido, la bioenergética y la meditación fueron las téc-
nicas empleadas. Así, me di la oportunidad de sentir, de no pensar y
tener la mente totalmente en calma.
Esta terapia cumplió su cometido durante el diplomado. Empe-
cé a recordar cosas de mi niñez y otras que no sabía. Siempre pensé

• 368 •
Capítulo III: La Psicología

que había crecido con una familia “normal”, con padres, hermanos y
una familia grande y feliz. Sin embargo, comencé a notar que teníamos
peleas, que a veces mis padres me retiraban su amor, en ocasiones fal-
taba el dinero y tenía que salir a la calle con pantalón y camisa que deja-
ban ver mis tobillos y mis muñecas. Como no tenía choclos de catrín,
me fletaba mis zapatos de futbol. ¡Ah!, pero eso sí, bien boleados.
Esas memorias de mi infancia que había guardado tanto tiempo
estaban otra vez conmigo, los momentos alegres los alargaba, mien-
tras los desagradables los comprendía bajo una perspectiva donde no
hay bueno ni malo. No sólo llegaba otra vez a la infancia para hacer
consciente lo inconsciente sino, por el contrario, iba con todo cono-
cimiento de causa a resolver algún conflicto que no me dejaba crecer,
por ejemplo, el de mi madre que a veces es tan posesiva y mi padre tan
seductor y “dejado”. Eso lo reconocí, lo procesé, deseché lo que no me
servía y rescaté lo valioso de esa experiencia. De aquí surgió la impor-
tancia de mirar hacia el pasado.
En una ocasión, me llegó una escena durante un ejercicio de bioe-
nergética; me encontraba en mi escondite preferido, el que usaba
cuando niño, el lugar donde podía estar y soñar sin que nadie me
molestara, desde ese lugar veía el ir y venir de la gente, todos pasaban
con extrema rapidez como si se acabara el tiempo, parecían robots
programados, mis familiares dentro de la casa hacían sus quehaceres
que repetían día a día sin parar, el primer pensamiento que me llegó
fue el siguiente: “Algún día seré grande y todo va a seguir igual aquí
en mi casa, pero yo no seré igual”. Una meta que no se ha cumplido del
todo, pero que está en proceso. Cuando me dije que no sería igual, me
refería a las personas que vivían en mi casa, esos cuerpos autómatas
que los programaron desde su infancia para hacer determinada tarea
y que aún siguen la tradición; sólo tenía 6 años cuando sucedió, de eso
me acuerdo muy bien.
Otra de las técnicas me llevó a darme cuenta de que tengo un
cuerpo muy “marcado por la vida”. No podía disimular mi complexión,
era obvio que no podía ocultar esos círculos de mi cuello tan marca-
dos, como los surcos que deja la yunta en la tierra, de tal forma que
me llevaron a recordar que desde mi infancia no me es fácil decir un
“te quiero” a mis padres y a mis hermanos. Siempre anduvimos compi-
tiendo por el cariño que ni uno ni otro dejaba alcanzar, no compartía-

• 369 •
Zen, Acupuntura y Psicología

mos nada, no nos permitíamos decir todo lo que sentíamos. Tampoco


podía ocultar mi cuerpo de agente judicial del Estado de México, hom-
bros anchos, cuadrados, como si estuviera inflado de la cadera hacia
arriba con los miembros inferiores delgados y rígidos con una mirada
penetrante e imperiosa para controlar y dominar, esa era la necesidad
de darme mi autoimportancia.
El trabajo sobre mí mismo eral algo que no podía retrasar más
tiempo, lo que sí hice en ese momento fue mirarme, estaba parado
exactamente a un lado del lugar de cuando adquirí los conocimientos
sobre el cuerpo humano y sus repercusiones, el cambio se dio en mi
mente, en mis ideas y en la forma de ver la vida. En ese momento me
acordé de que sólo trabajando iba a seguir aprendiendo.
Empezar, pero ¿cómo o con qué?
Otra vez no escuché, dentro de la disciplina y el orden hay una
cosa que se llama meditación, desde la primera clase me dijeron:
“Debes tener estabilidad y tranquilidad, y eso se gana con la medita-
ción. Nada más vive, y eso se logra comiendo y durmiendo bien”.
A mí alrededor estaban sucediendo muchas cosas, la textura de mi
piel se tornó más suave, se notaba un tono rosado en mis pómulos, mis
ojos tenían un extraño brillo, mi cuerpo estaba cargado eléctricamente,
la gente se daba cuenta cuando se acercaba a mí y podía sentir un col-
chón de aire entre sus manos y mi cuerpo; miraba de una forma extra-
ña, como si quisiera penetrar en los pensamientos y sentimientos de
las otras personas. Comencé por meditar 10 minutos. Trataba a toda
costa de ignorar veces, miradas, imágenes y eventos, estaba preocupado
por esos estímulos, por lo cual no estaba meditando, hasta que por fin,
pensé en los estímulos y sólo así pude ignorarlos, pero no cumplí con la
condición de practicar diario, me percaté de que el trabajo ganado en
varias horas meditando, se pierde en unos segundos cuando no estás
en el aquí y ahora. Fue algo que no entendería hasta más adelante.
La meditación no es una apostura o una lucha psíquica, sino una
actitud de la conciencia de estar siempre alerta, de permanecer siem-
pre despierto, es el conectarse con la conciencia, sólo así podría enta-
blar una actitud más tolerante y comprensiva con mis semejantes. Por
lo cual comprendí que es mucho el beneficio que me puede brindar
estar arrodillado con las nalgas sobre un banquito, las manos con las
palmas hacia arriba, la izquierda sobre la derecha, tocándose la punta

• 370 •
Capítulo III: La Psicología

de los pulgares a la altura del ombligo y con la conciencia en la entrada


y salida de la respiración que llega hasta abajo del vientre, la mirada
en un punto fijo a metro y medio de distancia, dejando circular unos
pensamientos y otros comprendiéndolos. En efecto estuve varias
horas en esa posición.
El meditar es simplemente vivir en el aquí ahora o como lo diría
el maestro Francisco Cinencio: “Es vivir aquí (en este lugar), ahora (en
este momento), contigo (con las personas que te rodean), reconocien-
do la sabiduría de lo sencillo que es vivir”.
Sin embargo, como todo buen “ser pensante”, todo lo complica-
ba, armaba con una sola idea toda una maraña de conceptos entrete-
jidos entre sí, creo que la contienda, la lucha, la hice conmigo mismo;
el problema es que no sabía escuchar, la vida me enseña, pero no quie-
ro aprender, o hago caso omiso de esa enseñanza. A veces pienso que
estoy profundamente dormido, ejemplos hay muchos: fueron inconta-
bles las veces cuando iba en el transporte público y me pasaba varias
calles después de mi destino, o no recordaba dónde había dejado mis
llaves o mi reloj, aunque estaba en vigilia con los ojos abiertos casi
siempre; no estaba en el aquí y en el ahora.
Me había pasado mucho tiempo regocijándome en las proyeccio-
nes de mi mente, en imágenes y escenas de recuerdos pasados y futu-
ros que no dejaban crecer mi conciencia, por el contrario, la enfrascan
aún más.
La vida me había puesto ahí para que aprendiera, ya sea como
paciente o como un curador, era la oportunidad para no seguir guardan-
do el conocimiento, era el momento de empezar a crecer y así lo hice.
Fue espectacular el equilibrio que logré en el primer paciente, a
las cinco sesiones se había restablecido casi en un 80 por ciento. Brin-
caba de alegría y pensaba: “Es una gran satisfacción poder ayudar a
alguien”. No me equivoqué porque aún lo sigo pensando.
Al terminar la consulta algo me impulsa a mirar el horizonte
cada mañana y dar gracias por vivir un día más, antes de ir a consulta
pido permiso y al final del trabajo doy las gracias. Entonces con una
voz firme me digo a mí mismo: “De una cosa estoy seguro, mi trabajo
me ha brindado una gran satisfacción, así lo siento, la acupuntura es
muy noble, aunque haya fallado por milésimas la puesta de la aguja
del lugar exacto, aún así aquella persona se equilibró”.

• 371 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Las cosas empezaban a caer por su propio peso, los mensajes que
había tratado de analizar racionalmente empezaron a cobrar senti-
do, las palabras se estaban convirtiendo en realidad y todas caían en
cascada una tras otra. De igual forma los pacientes también llegaron
para atenderlos. Estaba adquiriendo experiencia, me di cuenta de que
tenía algunos errores en el diagnóstico, lo único que me hacía falta era
comparar y ver los resultados y atender más pacientes, pero eso no fue
obstáculo, seguí trabajando y el paciente mejoró a un 60 por ciento, es
decir, se estaba equilibrando.
Los siguientes pacientes fueron unos niños y dos mujeres emba-
razadas. Con una de estas señoras se dio algo que hasta la fecha no
he vuelto a experimentar con la viveza de aquella ocasión, tal vez fue
porque era la primera vez que me sucedía. La señora se sentía muy
mal, eso era todo. El diagnóstico lo hice con auriculoterapia, en ese
momento, estaba concentrado totalmente, sentía mi respiración cómo
llegaba hasta mi vientre en cada inhalación y se vaciaba con la exhala-
ción, veía claramente los puntos energéticos, todos saltaban a la vista,
reconocía fácilmente el desequilibrio del órgano, apoyado en la teoría
de la medicina tradicional china, hasta me atrevo a decir que ahora
sí veía esa ventana que al abrirla se lee el cuerpo humano en todo su
esplendor, y mayor era la emoción ya que su estado de embarazo le
daba otra manifestación energética, todo lo que veía era cierto, no
estaba imaginando, sólo estaba leyendo, de eso estoy seguro, ya que
pude ver la vida de esta paciente en forma de síntesis y reportárselo
sin ningún tipo de interrogatorio.
Todo me salió tan natural que no tuve que pensarlo, sólo decirlo
para acertar en el diagnóstico, y así fue. La enseñanza que estaba reci-
biendo ya la estaba utilizando y lo más importante, la estaba viviendo
con toda la emoción posible.
Con los niños también descubrí otra posibilidad de crecimiento,
un poco más complicada en comparación con los adultos; la diferen-
cia radicaba en que los adultos te comunican sus males y los puedes
“cachar” en la mentira, pero a veces los niños ni siquiera hablan. Lo
que hice fue ganarme su confianza, aunque era difícil porque en oca-
siones pasaban dormitando. Entonces me puse a jugar con los niños, a
compartir sus intereses, ese era buen principio para ganarme su con-
fianza, estaba tratando de mejorar su condición de vida. En casi todos

• 372 •
Capítulo III: La Psicología

los casos la problemática que escuchaba del niño era totalmente dife-
rente a la que reportaban sus padres, daba cuenta de cómo veía su
situación —esto es lo más significativo que he encontrado en la rela-
ción terapéutica—, éste era el momento para entrar en lo más recón-
dito de la mente del niño, una sola palabra con la que se identifique
puede hacer la diferencia entre la curación del niño, o no.
Con un paciente identifiqué la palabra clave y hubo un cambio
radical en su actitud, era una niña de nueve años, ella reportaba que
se sentía muy mal y no sabía el porqué; era una niña con problemas
de sobrepeso, todo lo idealizaba, decía que vivía en un castillo y tenía
muchos novios, estaba recursando por cuarta vez el primer año de
primaria. La pregunta que le hice fue: “¿Te sientes feliz en tu casa?”
Inmediatamente se conectó con su familia. El problema que ella sen-
tía era la falta de cariño de sus padres, el abandono de estos, ella sólo
quería que le demostraran afecto. Me dijo: “Así como antes, cuando
era más pequeña, todos me cuidaban y me querían, y me lo decían, así
quiero que sean”. Estas palabras dichas por la niña cambiaron su pers-
pectiva de ver la vida y sus padres supieron dónde se había originado
el problema, la decisión era de ellos.
Así como tuve varios éxitos en el tratamiento, también tenía que
existir casos más complicados, para equilibrar o para aprender.
Durante algunas semanas me sentí muy mal. Traté por todos los
medios de ayudar a un niño de siete años, el motivo de la consulta era
estreñimiento crónico, por el cual ya lo habían operado de una oclu-
sión intestinal, la última vez que lo atendí de ese problema se revolca-
ba de dolor, sus lágrimas no salían, aunque estaban a punto de aban-
donar sus ojos, como para sentirse valiente y no dejarse vencer por
el dolor. No hubo resultados favorables, lo operaron por segunda vez.
Mi preocupación creció y me desesperé aún más, y creí que mi trabajo
ya no servía (era obvio que me había culpado por esta segunda opera-
ción), fue cuando comencé a justificar mis actos para darle una solu-
ción al problema.
Exactamente cuando este pensamiento cruzó por mi mente, me
di cuenta que estaba en el salón de clases donde hacía ocho meses
había recibido una enseñanza, había confiado todos los conocimien-
tos a mi pobre y seductora memoria. Las indicaciones del maestro se
me habían olvidado, no estaba en el aquí y el ahora, no ponía aten-

• 373 •
Zen, Acupuntura y Psicología

ción a la clase. Me preocupaba por algo que había dejado hace muchas
horas, a muchos kilómetros de distancia, por lo cual no podía hacer
nada, lo que sí podía hacer era poner atención al maestro, ahí estaba
la clave del porqué de los resultados. No estaba escuchando lo sufi-
ciente, mi meditación era escasa y mala, la flojera en muchas ocasio-
nes me ganó la contienda.
Lo rescatable de esa frustrante experiencia, así como de la adver-
sidad, es la posibilidad de aprender sin hacerse víctima de las circuns-
tancias o justificarse. Lo único que tenía que hacer era asumir el com-
promiso de ser curador, médico, psicólogo, confidente, interlocutor,
“chaman” —el nombre es lo de menos—, es decir, sólo era el compro-
miso con el trabajo, de crecer junto con las personas que me rodean,
porque de ellos he aprendido mucho. El maestro nos dice que es como
jugar billar en tres o cuatro bandas, le pegas a la bola con cierta inten-
sidad y efecto para crear una circunstancia, pero hay algo inevitable,
la bola no se va a mover si no le pegas.
Hasta este momento no sé cuánto he cambiado, si es que he cam-
biado, eso no me preocupa, lo que sí me preocupa es cuando me gana
la flojera y la seducción de las pasiones vanas y pasajeras. Era algo que
me repetía con frecuencia.
Más o menos al principio del mes de diciembre el ego volvía a
apoderarse de mi “vida recta”; la fiesta, el alcohol, la seducción, me
persuadían con gran facilidad. Esas locas ideas mías que se colocaban
en mi cerebro como sí alguien les abriera camino, como si yo las llama-
ra con deleitosa malevolencia. ¿Cómo luchar contra frases que se me
deslizaban desde no sabía dónde y se convertían en conductas en mi
persona? Le volví a encontrar el gusto a la pasión y al estigma social.
Después de revolcarme en el limbo, de perder el tiempo diría yo,
me había desmerecido, me volví a intoxicar con alimento “chatarra”,
se fue la energía que había cuidado durante años. Con las desveladas
que me ponía no me la acababa, con dolor de cabeza y los ojos hincha-
dos. Hasta llegué a sentir que me explotaba la cabeza, y había renun-
ciado a todo, hasta el trabajo conmigo mismo.
Como había perdido conciencia de mí mismo, y ya que todos mis
actos y comportamientos en realidad son los “tacos de billar” con los
que se mueve mi persona en la vida, lo único que hice fue hacer un
tiro de fatales consecuencias.

• 374 •
Capítulo III: La Psicología

La energía que reciclaba con los pacientes, ahora ya no estaba, el


trabajo se volvió monótono, el miedo se hacía presente otra vez, de
sensación a sensación era una angustia terrible el enfrentarme a la
última realidad que había creado. Después de esto me lamentaba.
Nunca imaginé que las consecuencias de mis actos repercutieran de
una forma tan directa en mi trabajo con pacientes, ahora compren-
do que la “bata blanca”, no me da la investidura de curador, todo el
aprendizaje se había quedado en un conocimiento más, no estaba
conviviendo con la enseñanza. Puras apariencias y nada de esencia,
nada de calidad humana, había construido “castillos en el aire”, sin los
cimientos hechos con verdadero amor, y todo se derrumbó al primer
madrazo de las circunstancias.
El precio es alto, y tenía que pagarlo ahora, en este momen-
to. Hubo cambios en los pacientes para conmigo, se habían vuelto a
cerrar, la confianza se había perdido y cuestionaban los tratamien-
tos que les daba; en sus palabras: “¿Usted cree que funcione? ¿No será
mejor que mande esto otro? ¿Qué le parece si nos vemos otro día? Yo
le llamo. ¿Se acuerda del paciente que le recomendé?, ya fue al especia-
lista y se ha recuperado”.
Ahí fue cuando me di cuenta que había regresado al estado de
miseria donde estaba hacía varios años. Una vez nos dijo el maestro:
“Cuando hagan cosas, háganlas bien, porque si no, pagarán las conse-
cuencias y muy caras, así como te fueron entregadas ciertas circuns-
tancias que mejoraron tu calidad de vida y tu trabajo como curador,
de esa misma forma, o tal vez más rápido, te será quitado todo”. Ahora
sabía que la realidad existía.
Pensaba que esto no era tan grave. Pobre iluso, no había tomando
en cuenta que debía cambiar mi vida en forma radical.
Como todo en ese momento estaba saliendo mal, decidí hacer un
replanteamiento de mi vida, al fin y al cabo solo era para alargar la
pérdida del trabajo que había ganado durante casi un año, que nunca
iba a recuperar. Por fin comprendí que es inútil posponer los hechos,
ya que necesariamente los tenía que enfrentar.
Ahora no sólo tenía que iniciar de cero, sino que debía comenzar
de menos cero. Había partido de un nivel cuando inicié mi formación,
ahora con mis defectos pasionales y mundanos caí a varios niveles
más abajo, debía tocar fondo para volverme a impulsar.

• 375 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Como era de esperarse, varios de los pacientes no regresaron,


otros de plano dijeron que ya se sentían mejor y que después llama-
ban, nos tuvimos que enfrentar a esa realidad que habíamos creado.
Cuando estaba terminando de escribir estas líneas, me surgieron
varias ideas. Lo primero que me enseñaron fue un camino y tuve la
gran elección de estar aquí y tener algo que contar. Así toda mi vida se
movió en los últimos dos años con una extraordinaria rapidez, por fin
comprendí que mi vida se había quedado tirada no sé dónde. Fue como
una película absurda que ya viste y tienes que volver a ver a ver, y otra
vez te cansa, te agobia, te fastidia y la vuelves a ver. No me quedó más
remedio que tomar una determinación, volví al mismo cine y no vi la
misma película.
Por otro lado, me di cuenta de que soy muy conformista y que
estoy esperando a que me llegue todo lo que necesito; esperando no
voy a llegar a ninguna parte. También descubrí lo que me había estan-
cado, y es que en ocasiones me sentía desamparado, eso denotaba una
seguridad falsa que incondicionalmente estaba detrás de mí, me había
seducido la vida fácil y nada más seguía acumulando muchas culpas
que no me dejaron crecer; ahora me hago la pregunta: ¿Me sirven para
vivir?, mientras no sean necesarias las voy a dejar a un lado.
Tal parece que la culpa no la quiero cargar y me es fácil depositar-
la en otras personas o situaciones. Por eso mi chivo expiatorio fue la
sociedad y la cultura donde viví y crecí; entonces entendí que la cul-
tura sólo cumplió con el cometido de darme una personalidad para
defenderme de ella misma, es como un mal necesario. Mi comporta-
miento siempre ha sido responsabilidad mía, aunque a veces le ponga
nombres y le diga defectos.
Fue así como el maestro me hizo odiar mis temores y despre-
ciar mis devociones; ser solamente es ser mediocre, ser irreverente es
cuestionar la verdad para llegar a otra que no se alcanza por mayoría,
sino por los resultados obtenidos (es romper con la ortodoxia con su
debido respeto). Sabía que no podía creer ciegamente en todo, pero
atrás había una vida, un ser, una persona que no acabaría nunca de
nacer sino hasta que realmente muriera. Saberse de memoria lo que es
la angustia, hacerla consciente no me complace (ya no me autocompa-
dezco), sólo busco a mi personaje que debería de ser tan bueno como
todas las personas que me rodean; tampoco busco un reconocimiento

• 376 •
Capítulo III: La Psicología

para vivir, en eso sólo la historia podrá juzgarme. De igual forma me


gusta ser como aquel boxeador que se enfrenta a un rival que por esta-
dística lo debería de noquear al primer asalto, pero que se sigue “rom-
piendo la madre” hasta el último round.
Lo mejor que me pudo haber sucedido es que me enseñaron un
camino y también a enfrentarme a las responsabilidades de vivir, de
asumir la vida. Nos dieron las herramientas para continuar sin estar
esperanzado a un maestro o a una persona o situación que me pudiera
ayudar.
Por estas razones ya no podía seguir autoconsiderándome, era
claro, debía de dejar de ser indulgente para ya no seguir parado en el
mismo lugar. Por eso decidí atender a los pacientes lo mejor posible.
Antes y después de cada consulta me pongo a meditar y a estudiar los
casos; ahora ya tengo un lugar especial para meditar y otro espacio
para atenderlos; el consultorio era sólo un proyecto cuando inicié todo
esto, ahora es una realidad que me ha permitido realizarme y poder
ayudar a alguien más.

• 377 •
EXPERIENCIA EN UN GRUPO
DE EDUCACIÓN ESPECIAL
Eugenia Granados Vega

INTRODUCCIÓN

E
l objetivo de este trabajo es compartir una experiencia laboral con
niños de diferentes atipicidades; pretendemos aproximarnos a
una forma de trabajo integral, donde se incorpora lo sentimental,
lo orgánico y mental en un programa escolar de tres años. La población
de niños con problemas en un desarrollo se ha incrementado en los
últimos años, generado por condiciones de vida familiares, lo cual va
desde el descuido corporal de los padres especialmente de la madre, la
relación entre ellos, todas las problemáticas de abandono, agresiones,
rechazo a la maternidad o paternidad, la ingesta de muchos medica-
mentos y más aún por la incompetencia médica en algunas institucio-
nes de salud durante el embarazo y en el momento del parto. También
por falta de atención durante los primeros años de vida.
El propósito de abordar en forma integral este sector de la pobla-
ción social y culturalmente marginado, es el de intentar abrir la
perspectiva de trabajo e impulsar la humanización en busca de una
reconceptualización de los niños con retraso en el desarrollo que les
permita realmente formar parte de la sociedad.
El peregrinar de institución en institución, el saber de las con-
diciones de abandono, tanto médico como familiar de los niños y el
que no se han dado respuestas a las necesidades, es motivo para expe-
rimentar una forma de trabajo en la cual se emplearon diferentes
maneras de entender el cuerpo, recurriendo a la acupuntura, ejerci-
cios bioenergéticos, masaje, música y actividades corporales. Después
del primer año de convivir con los niños, surgió la necesidad de ir ade-
cuando más elementos al programa de acuerdo al grupo; al siguiente

• 378 •
Capítulo III: La Psicología

año se incorporaron otros conocimientos adquiridos y en el tercer año


se volvieron a retomar.
Se comenzó por convivir la problemática con los niños incorpo-
rándolos a juegos, cantos, actividades grupales, de contacto, etc.
Posteriormente, se les puso a unos agujas y a otros balines, se les dio
masaje (entre ellos también se lo daban); conjuntamente se implementa-
ron ejercicios bioenergéticos, masaje, música y actividades grupales.
El resultado de este trabajo fue que los que no hablaban lograron
emitir algunos sonidos e incluso producir algunas palabras; los que no
caminaban lo hicieron con muletas; los que no controlaban esfínteres o
salivación lo pudieron hacer. También manifestaron una madurez emo-
cional, sonreían más y aprendieron a compartir experiencias familiares.

ESQUEMA DE TRABAJO: PRIMER AÑO


La forma de trabajo durante el primer año fue de esta manera: primera-
mente se realizó una entrevista a los padres, luego una evaluación a los
niños. A partir de esto se elaboraron programas de acuerdo a las necesi-
dades de cada uno y finalmente se diseñaron actividades gruaples.
Las evaluaciones y los resultados se sintetizan en el siguiente
cuadro.

EVALUACIÓN INICIAL

Observación Nivel
Caso Edad Sexo Diagnóstico Descripción personal académica escolar
Robusta, cabello corto, ojos
grandes, piel morena.
Es agresiva, intranquila, algo Ilumina, realiza
Estimulación
1 10 F Lesión cerebral. hiperactiva, cooperativa trazos, pega, sigue
temprana.
durante las actividades. líneas.
(Sobreprotección paterna y
rechazo a la madre).
Delgada, cabello lacio al hombro,
Microcefalia. No tiene Estimulación
piel blanca, ojos negros, pequeños
- No tiene retención coordinación motriz temprana.
Es tranquila, sonriente, llora
2 5 F de esfínteres. fina, ni fuerza para (A la semana
cuando sus compañeros
- Problemas de realizar sus trazos, dejó de
la tocan. (Sobreprotección
lenguaje. pega papelitos. asistir).
familiar).

• 379 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Observación Nivel
Caso Edad Sexo Diagnóstico Descripción personal académica escolar
Delgado, moreno, ojos Sus trazos los realiza
Síndrome de Down.
levemente rasgados. Es sin respetar líneas.
- Problemas de
tranquilo, sonriente, su mirada Pega, rasga y une Estimulación
3 6 M lenguaje.
parece perdida, no tiene dibujos. temprana.
- No controla
contacto con sus compañeros. Le falta madurez
esfínteres.
Es poco sensible. motriz.
Delgado, piel morena clara, ojos
negros y grandes, su cuerpo es
Parálisis cerebral (con Tiene los
flácido. Es serio, se enoja muy
4 11 M espasmos leves). conocimientos de 1er grado.
fácilmente, en ocasiones es
No puede caminar. primaria.
obstinado y sonríe cuando lo
acarician o le hacen alguna broma.
Delgada, cabello largo lacio, piel
morena clara, amarillenta, se
Retraso mental encorva levemente, ojos negros Tiene los
5 12 F superficial, problemas grandes. Es seria, no platica y conocimientos de 1er grado.
de aprendizaje. apenas contesta, su mirada es primaria.
triste. La rechazan y se burlan
porque no pasa de 1er año.
Problemas de
No tiene
motricidad gruesa. Estimulación
6 7 F coordinación ni
- No tiene equilibrio temprana.
fuerza motriz.
para caminar.
Delgado, moreno, alto, ojos
rasgados. Tiene madurez
No le gusta trabajar, es muy y fuerza motriz,
7 16 M Síndrome de Down. 1er grado.
fantasioso y gruñón. reconoce las vocales,
(Recibe poca atención afectiva los colores y figuras.
por parte de sus padres).
Le falta maduración
Gordito, moreno claro, cabello motriz.
lacio, ojos grandes, negros. Pega, rasga papeles,
8 7 M Parálisis cerebral.
Es muy sonriente, tranquilo, le sus trazos los realiza
gusta jugar. Se desvaloriza. muy tenues. (Dejó
de asistir).
Delgado, alto, sus músculos son Sabe leer, escribir,
espásticos, es moreno claro, sumar y restar.
Parálisis cerebral. ojos grandes y alegres. (Pidió permiso
9 14 M 2º año
- No puede caminar. Es alegre, le gusta platicar con 2 meses por la
todos, se entristece fácilmente operación que le
cuando se le regaña. realizaron).
Delgado, moreno claro, cabello
lacio, ojos negros. Se asusta No tiene fuerza ni
Estimulación
10 7 M Meningitis. muy fácil, es sonriente y le coordinación motriz.
temprana.
gusta jugar. No acepta trabajar. Pega con dificultad.
Es muy sobreprotegido.

• 380 •
Capítulo III: La Psicología

Observación Nivel
Caso Edad Sexo Diagnóstico Descripción personal académica escolar
Delgado, es moreno, ojos
Síndrome de Down. rasgados, cabello lacio.
- Problemas de Es muy inquieto, se para, No tiene
Estimulación
11 6 M lenguaje. les jala los cuadernos a sus coordinación motriz.
temprana.
- No tiene control de compañeros, se los raya. Se le Raya muy tenue.
esfínteres. dificulta respirar.
Es muy sobreprotegido.
Delgada, morena, cabello lacio
al hombro, ojos rasgados.
Es muy inquieta, les avienta
Retraso mental Ilumina, no respeta
saliva a los demás, les pega, en Estimulación
12 9 F superficial. contornos, no tiene
su mirada refleja resentimientos. temprana.
Tiene labio leporino. coordinación motriz.
Rechazo familiar.
En su casa suele azotarse contra
la pared.
Robusto, alto, moreno, ojos
negros grandes.
Retraso mental. Es alegre, quiere aprender a
Tiene los elementos er
13 10 M Problemas de leer, se devalúa continuamente. 1 grado.
de preescolar.
aprendizaje. Es rechazado por su mamá, lo
comparan constantemente con
su hermano.
Delgada, morena, descuida
su arreglo, ojos negros chicos, No tiene
cabello largo, lacio y maltratado. coordinación ni Estimulación
14 10 F Retraso mental.
Seria, no habla con nadie, su voz fuerza motriz, hace temprana.
es grave y agresiva, su mirada trazos leves.
refleja abandono y resentimiento.
Delgado, moreno claro, ojos Ilumina, pega papel, le
Síndrome de Down.
grandes, cabello lacio. gusta rasgar y recorta. Estimulación
15 7 M - Problemas de
Es sonriente, le gusta bailar, Le falta estimulación temprana.
lenguaje.
inquieto, raya sus cuaderno. motriz.

RESULTADOS
Caso Descripción personal Observación académica
Ya no se salía del salón, trabaja más en su cuaderno y No hubo muchos avances en cuanto a conceptos.
se identificó con sus compañeros, especialmente con El color rojo se le dificulta. Le gusta realizar dibujos,
1
uno de 14 años. iluminar, pegar, no pone interés en realizar bien los
Continúa pegándoles a sus compañeros. trabajos.
2 A la semana dejó de asistir.
Convive más con sus compañeros, dice má. Pega mejor, trata de recortar, sus trazos los realiza
3 Es más sonriente. más fuertes.
Empieza a avisar cuando va a hacer del baño. Hace travesura, esconde los colores.

• 381 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Caso Descripción personal Observación académica


Ya se sabe vocales, las primeras consonantes.
Ya no se enoja cuando se le acercan, habla más con
Palabras sencillas las puede reconocer, con ayuda de
4 sus compañeros. Se identifica y busca mucho estar
letras de lija o papel terciopelo. La numeración del 1
con una niña de 12 años.
al 10, cuenta y reconoce.
Terminó primer año.
Habla más con sus amigos, sonríe y sus relaciones
- Logró leer y escribir.
5 familiares han cambiado, ya no se burlan de ella.
- La numeración del 1 al 100.
Tiene existencia en el espacio familiar.
- Sumar y restar.
6 Dejó de asistir para irse con sus papás a Aguascalientes.
- Respeta más a sus compañeros y es cooperativo
- Aprendió la mitad de consonantes, escribe palabras
con ellos.
con 2 sílabas.
7 Es más obediente y no rezonga como al inicio.
- Suma con un dígito, con el apoyo del ábaco.
Sigue fantaseando con tener novia.
Se distrae mucho.
Se identificó y le gusta una niña de 12 años.
Ilumina mejor, sus trazos son más fuertes, ya sabe los
Juega con todos sus compañeros, es más alegre y
8 colores primarios y reconoce el número 5.
expresa sus sentimientos.
Aún falta trabajar más la maduración motriz.
Tiene comprensión de lectura, identifica sinónimos,
9 Se relaciona más con todos. antónimos, plural, singular, distingue partes de
enunciados.
- Sus trazos los hace más fuertes.
Acepta trabajar, pega mejor, le cuesta trabajo
10
reconocer colores y otros conceptos.
Se equilibra más para caminar.
11 Dejó de asistir.
12 Dejó de asistir.
Habla más con sus compañeros, hace competencia - Ya reconoce las consonantes simples, realiza
con una niña de 12 años en ver quién aprende más, palabras y puede leer.
13 en ocasiones se devalúa, su familia lo está ayudando - Reconoce la numeración del 1 al 50, suma, resta,
para aprender; a su mamá aún le cuesta trabajo y resuelve problemas fáciles (necesita apoyo para
aceptarlo. Está entusiasmado con leer y escribir. resolverlos).
14
Identifica objetos en la revista, pero el aprendizaje de
Dice groserías, mamá, papá, no, voy; acepta trabajar
conceptos se le dificulta.
más y sólo se para cuando terminó sus actividades.
15 Ilumina respetando más los contornos, une objetos,
Ayuda a sus compañeros y los jala para jugar o los
recorta más derecho.
busca enseñándoles su trabajo.
Su avance es lento.

• 382 •
Capítulo III: La Psicología

RESULTADOS GENERALES: ENTREVISTA A LOS PADRES

En las relaciones familiares se crea y se vive una simbolización


de la atipicidad del niño, formando su comportamiento, ayudándolo o
bien descuidándolo.
En las historias de vida de los niños se entrecruzan y se dan
coincidencias en los tratos que reciben en la familia. Por lo que sufren
de abandono, desvalorizaciones, sobreprotección, ambivalencia en el
trato entre la madre y el padre, el descuido afectivo, no los besan,
sonríen, acaricia o platican con ellos, son niños desnutridos, maltra-
tados física o emocionalmente, son pocos los que son corregidos o
reciben afectos.
En ocasiones, el tener un hermano les ha ayudado para su desa-
rrollo, con excepción de los que han sido comparados continuamente
con ellos, y estos los rechazan, se burlan y se rehúsan a jugar.
Algunas madres durante el embarazo sintieron rechazo por sus
hijos y algunas trataron de abortar, otras han sido abandonadas por
sus esposos al enterarse del retraso de su hijo o bien se han desligado
del cuidado del niño.
Pocos son los padres que se comprometen y se preocupan por el
avance de sus hijos; durante los tres años que se trabajó fueron cuatro
(del sexo masculino).
Los niños son reflejo y continuidad de los deseos de los padres y
en ocasiones no son lo que quieren, sino lo que los dejan ser.
La mayoría de los niños viven en las colonias Hank González, El
Mirador, La Presa o en Héroes de la Independencia, zonas de bajos
recursos económicos, con calles sin pavimentar. Los padres trabajan
de maestros, secretarias, empleados, obreros, madres que se dedican
a vender en la calle o lavar ropa ajena; algunos dejan el cuidado de
sus hijos a familiares o a sus hijos mayores, otros se reparten activi-
dades. Pero, por lo general, son las madres las que se encargan de su
atención.
Hay que reconocer que es difícil vivir el proceso de aceptación de
tener un hijo con retraso, esto significa renunciar a la simbolización
que se creó desde el embarazo de cómo iba a ser el hijo o la hija.
Los padres tienen que reestructurar los símbolos y valorar las
capacidades reales de sus hijos. En las entrevistas se observó que las

• 383 •
Zen, Acupuntura y Psicología

madres y los padres viven el retraso de su hijo de diferente manera,


unos están en la fase de aceptación y otros en la de reestructuración.
Considerando lo anterior, se ha platicado con los padres, espe-
cialmente cuando se observa que el rendimiento del niño baja, sugi-
riéndoles cambio en el trato para con sus hijos. Muy pocos son los
que aceptan que ellos son la sombra de la conducta de sus hijos y
deciden cambiar.

ESQUEMA DE TRABAJO: SEGUNDO AÑO


Durante el segundo año de trabajo se realizaron evaluaciones a los
niños que se incorporaron al grupo, así como entrevistas a sus padres.
El tratamiento cambió en relación al primer año, se incorpora-
ron cambios en la alimentación, se hizo uso de acupuntura con bali-
nes y se implementaron actividades grupales, con el propósito de
integrarlos más.
La evaluación y los resultados se presentan en los siguientes cua-
dros, con la aclaración de que en el tratamiento, los puntos generales
fueron para todo el grupo, es decir en oreja: shenmen, occipucio, bazo,
corazón; esto con la intención de que su nivel de aprendizaje se facili-
te, y los puntos particulares fueron de acuerdo a la evaluación corpo-
ral de cada niño.

EVALUACIÓN INICIAL

Observación Nivel
Caso Edad Sexo Diagnóstico Descripción personal académica escolar
(Ver Caso 3) (Ver Caso 3
Estimulación
1 7 M Síndrome de Down. Peso: 15 kg. en la parte de
temprana.
Estatura: 1, 02 m, Resultados)
Parálisis cerebral (Ver Caso 4, parte de Resultados).
(Ver Caso 4, parte er
2 12 M (espasmos leves). Peso: 45 kg. 1 año.
de Resultados).
- No puede caminar. Estatura: 1, 40 m.
(Ver Caso 5, parte de Resultados).
Retraso mental (Ver Caso 5, parte
3 13 F Peso: 43 kg. 2º año.
superficial. de Resultados).
Estatura: 1, 41 m.
(Ver Caso 7, parte de Resultados).
(Ver Caso 7, parte
4 17 M Síndrome de Down. Peso: 63 kg. 1er año..
de Resultados).
Estatura: 1, 60 m.

• 384 •
Capítulo III: La Psicología

Observación Nivel
Caso Edad Sexo Diagnóstico Descripción personal académica escolar
Parálisis cerebral. (Ver Caso 9, parte de Resultados)
5 15 M - Camina con ayuda Peso: 58 kg. (Ver Caso 9) 2º año.
de andadera. Estatura: 1, 58 m.
(Ver Caso 10, parte de Resultados)
Estimulación
6 8 M Meningitis Peso: 16, 5 kg. (Ver Caso 10)
temprana.
Estatura: 1, 08 m.
Retraso mental
(Ver Caso 13, parte de Resultados)
superficial
7 11 M Peso: 57 kg. 1er año.
(problemas de
Estatura: 1, 46 m.
aprendizaje).
Síndrome de Down. (Ver Caso 15)
Estimulación
8 8 M Problemas de Peso: 22 kg. (Ver Caso 15)
temprana.
lenguaje. Estatura: 1, 17 m.
Delgada, alta, piel morena clara,
amarillenta, sus movimientos
son poco flexibles. Sus ojos
Retraso mental son negros, expresan soledad
Tiene madurez
9 22 F superficial a causa y tristeza, no lo habla a nadie, 1er año.
motriz.
de convulsiones. apenas los voltea a ver.
(En su casa recibe poca atención).
Peso: 45 kg.
Estatura: 1, 51 m.
Gordito, moreno claro, ojos
No tiene
negros grandes, sus movimientos
coordinación ni
al caminar son titubeantes, es
Leve retraso mental. fuerza motriz.
sonriente, repite las cosas que Estimulación
10 9 M - Estrabismo. Realiza trazos
escucha, se dirige muy poco a sus temprana.
- Infección auditiva. leves, no tiene
compañeros, le gusta trabajar.
coordinación ojo-
Peso: 32 kg.
mano.
Estatura: 1, 29 m.
Delgada, movimientos elásticos,
No tiene
sus ojos son negros, pequeños,
Retraso mental. coordinación ni
tristes, su piel amarillenta, sus Estimulación
11 7 F Problemas de fuerza motriz. Sus
labios tienen un color pálido. Se temprana.
lenguaje. trazos los realiza
aleja de sus compañeros, sonríe
muy tenues.
cuando ve a alguien hacerlo.
No tiene
coordinación ni
Retraso mental
Es muy risueña, sus ojos negros fuerza motriz.
superficial. Estimulación
12 6 F expresivos, tranquila, se acerca a Se le dificulta
Problemas de temprana.
los demás; movimientos flexibles. realizar trazos y
lenguaje.
otros movimientos
motrices.

• 385 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Observación Nivel
Caso Edad Sexo Diagnóstico Descripción personal académica escolar
Delgado, moreno, ojos negros,
expresando resentimiento por
Retraso mental su condición económica, es muy
Tiene los
superficial. alegre, le gusta convivir con los
13 11 F conocimientos de 1er año.
Problemas de demás, tiene interés en trabajar y
preescolar.
aprendizaje. movimientos flexibles.
Peso: 27 kg.
Estatura: 1, 32 m.
Delgado, moreno, descuido en
su higiene, ojos negros rasgados,
Ilumina, rasga
Síndrome de Down. es muy inquieto, les jala los
papel, pega, Estimulación
14 9 M Problemas de cuadernos a sus compañeros.
pronuncia 15 temprana.
lenguaje. (Abandono familiar).
palabras.
Peso: 18 kg.
Estatura: 1, 08 m.
Alto, gordito, ojos grandes negros,
muy sonriente, movimientos rígidos, Estimulación
Retraso mental. Ilumina, pega,
se relaciona bien con sus compañeros, temprana y
15 13 M Problemas de rasga bien pero no
los ayuda y juega con ellos. elementos
lenguaje. sabe conceptos.
Peso: 45 kg. de 1er año..
Estatura: 1, 05 m.

RESULTADOS
Caso Tratamiento Descripción personal Observación académica
Observaciones: Está desnutrido, tiene Se relaciona más con sus
parálisis y abandono afectivo. compañeros, les ayuda, sonríe Habla más; dice sílabas que no
Recomendaciones: Desparasitarlo con más, sus ojos expresan más se entienden, respeta más los
Melvendazol. Agregar verduras, granos contacto con el exterior, es muy contornos, hace bolitas o rayas
a su alimentación. imitativo, me empezó a pedir y dice que es un carro, perro o
1
Puntos generales: En oreja: occipucio, que le diera beso, le gusta que naranja. Sigue con más facilidad
corazón, shenmen y bazo. le ponga balines, su mamá y los punteados, me pide que le
Puntos particulares: Pto. de alarma de hermana le ponen más atención. dicte palabras y escribe rayas o
riñón, E36, Pto. de alarma en bazo e Su alimentación no ha bolitas.
hígado. cambiado.
Observaciones: Tiene buena alimentación,
le falta atención por parte de sus padres. Ya se sabe las consonantes, pero
Le gusta participar en las
Recomendaciones: que sus padres al combinarlas con las vocales se
actividades, juegos, cantos con
hablen más con él. confunde por su sonido. Ilumina
los demás.
2 Puntos generales: En oreja: occipucio, respetando más los contornos,
Resintió que su compañera de
corazón, shenmen y bazo. pega y rasga mejor.
12 años se haya incorporado a
Puntos particulares: En oreja: hígado, Suma y resta ayudándole a contar
la escuela oficial.
cadera, E36, H7, puntos extraordinarios con su mano.
25, y en la séptima vértebra.

• 386 •
Capítulo III: La Psicología

Caso Tratamiento Descripción personal Observación académica


Observaciones: Le falta comer Identifica los elementos de 2º
verduras, su madurez no está de grado, partes del enunciado,
acuerdo a su edad (tanto corporal Sus ojos se ven más alegres, sinónimos, antónimos, plural,
como emocionalmente). es más expresiva, convive más singular, masculino, femenino,
3 Recomendaciones: Comer verduras, con sus compañeros, cambió adjetivos. Se confunde con b y d.
cereales, emulsión de Scott y Calcigenol. su alimentación e ingirió el Suma y resta con mayor facilidad,
Puntos generales: occipucio, shenmen, jarabe, tiene mejor semblante. en ocasiones se confunde con el
bazo y corazón. procedimiento de los problemas.
Puntos individuales: hígado. Las tablas se le dificultan.
Obedece más y se muestra
Observaciones: Realiza poco ejercicio y
más cooperativo para barrer y
come mucha grasa y dulce, tiene acné.
ayudar a sus compañeros que Se sabe todas las consonantes
Recomendaciones: Hacer ejercicio y
no caminan. Defiende a las 2 simples, para escribir hay que
cambiar su alimentación.
4 mujeres del salón. deletrearle sílaba por sílaba.
Puntos generales: occipucio, corazón,
Fantasea mucho y dice que Suma y resta con 2 dígitos, pero
shenmen, bazo y corazón.
las maestras son sus novias y aún necesita de apoyo.
Puntos individuales: DU20 y los 4
también sus compañeras.
puntos laterales a éste.
Se sale más de su casa.
Se distrae mucho cuando Reconoce conceptos como partes
trabaja. de la oración, género, números,
Observaciones: Le falta hace ejercicio.
Camina apoyándose con la sinónimos, antónimos (en ocasiones
Recomendaciones: Hacer terapia física
andadera con mayor facilidad hay que ayudarle a recordarlos).
y té de hoja zen.
y sus movimientos ya no están Sabe restar y sumar bien
5 Puntos generales: Oreja, bazo, corazón,
tan rígidos. con ayuda del ábaco, en la
shenmen, occipucio.
Evacúa después de tomarse resolución de problemas hay que
Puntos particulares: Punto de alarma
el té. explicárselos. Se confunde en
de riñón, E36, H7.
Le gusta jugar con sus las tablas. Identifica conceptos
compañeros. ciencias naturales y sociales.
Observaciones: Tiene muchos miedos y Habla más con sus
le faltan verduras. compañeros, les ayuda, juega Durante esta año avanzó
Recomendaciones: Comer verduras y con ellos, y cuando falta está notablemente, sabe colores
cereales. continuamente preguntando. primarios, la numeración del 1
6
Puntos generales: occipucio, corazón, Le gusta cooperar cuando está al 15. Ilumina con más firmeza,
shenmen, bazo. jugando. Se enoja cuando le hace bolitas, une figuras, sigue
Puntos individuales: riñón (punto de quitan los balines en su casa. punteados.
alarma). Es muy sensible.
Escribir y leer con mayor facilidad,
Observaciones: Abandono afectivo y reconoce conceptos de género,
No hizo caso de las
descuido en su higiene. número, sinónimos y partes de la
recomendaciones.
Recomendaciones: Comer verduras y oración.
Está en constante competencia
cereales. Tomar Vermox. Suma y resta sin tener errores, ya
7 con los demás.
Puntos generales: occipucio, shenmen, se sabe las tablas del 2 y 3.
Sus relaciones familiares han
corazón y bazo. En C.N. y C.S. conoce los conceptos
cambiado levemente, su mamá
Puntos particulares: En oreja: de los diferentes estados del agua,
lo acepta más.
estómago, apetito. tipos de animales, eventos sociales
más relevantes.

• 387 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Caso Tratamiento Descripción personal Observación académica


Observaciones: Tiene infección en los
ojos y abandono afectivo.
Recomendaciones: Lavado de ojos con Respeta más los contornos,
manzanilla (una gota de siempreviva se está más tiempo tranquilo,
Es muy alegre, quiere estar
en té) y pomada en su dedo para la identifica el color rojo, pronuncia
8 jugando con los demás.
infección del hongo. más palabras.
Se deja más tiempo los balines.
Puntos generales: occipucio, corazón, Recorta mejor respetando el
bazo y shenmen. contorno de los dibujos.
Puntos individuales: En oreja: ojo,
hígado, riñón, VB.
Es más sonriente, platica más
con todos.
Observaciones: Abandono afectivo. Reconoce los colores, las figuras,
Cuando se le empezó a exigir
Recomendaciones: Hablar más con ella. las vocales se le dificultan,
en su casa que aprendiera más,
Puntos generales: en oreja: occipucio, las consonantes se le olvidan,
9 le incrementaron las crisis, por
corazón, shenmen y bazo. aún cuando por momentos las
lo que ya no se le exige como
Puntos particulares: en oreja: V2 identifican bien. Lo mismo pasa
al principio. Su mamá expresa
bilateral. con los números.
no saber qué hacer con ella
porque ha cambiado.
Observaciones: Infección en el oído. Juega con los demás, siempre Se sabe los colores y las figuras
Recomendaciones: Atender la quiere que alguien lo tome de geométricas. La numeración la
infección, poniendo algodón con ajo, la mano. reconoce del 1 al 6. Por el problema
tomar Ceporex miligramos. Les pide de comer y platica del estrabismo hay que hacer la
10
Puntos generales: occipucio, corazón, con todos. letra más grande, reconoce 25.
shenmen y bazo. El problema de su oído se ha Los trazos los realiza bien. Le está
Puntos individuales: séptima vértebra; agudizado por lo que dejó de costando trabajo escribir o rayar
en oreja: ojo y oído medio. asistir los últimos 2 meses. por la coordinación ojo-mano.
11 Falleció en el mes de noviembre.
12 Dejó de asistir.
Observaciones: Desnutrición. Le gusta platicar con los Confunde los colores. Las vocales
Recomendaciones: Tratar de comer demás, mientras trabaja es y la mitad de las consonantes ya
verduras. atento y obediente, está al las identifica, se confunde con el
13 Puntos generales: Oreja: occipucio, pendiente de sus compañeros sonido de las palabras, por lo que
corazón, shenmen y bazo. para ayudarles. le cuesta trabajo escribirlas. Ya se
Puntos individuales: En oreja: bazo, Su mamá está muy interesada sabe la numeración al 30, suma y
estómago, hígado y pulmón. en que aprenda. resta con un dígito.
Observaciones: Desnutrido. Se está un poco más tranquilo, Ilumina mejor, pega y rasga
14 Recomendaciones: Comer verduras. no se para tan seguido. Convive con mayor facilidad. Identifica
Puntos particulares: E36, 7ª vértebra. más con sus compañeros. conceptos especiales.
Recomendaciones: Realiza más ejercicio,
desparasitarlo con Melvendazol, tomar Trabaja con más interés, se
Se le está dificultando aprender
agua hervida durante 15 días. ha identificado mucho con
15 los colores, ya se sabe el rojo y las
Puntos generales: Bazo, occipucio, un niño de 7 años; juega, se
figuras geométricas.
corazón y shenmen. abraza y besa con él.
Puntos individuales: en oreja: ID, 16 hígado.

• 388 •
Capítulo III: La Psicología

ANÁLISIS DE RESULTADOS

El avance individual es resultado de varios factores familiares,


alimenticios y las relaciones intergrupales, así como el interés y las
capacidades personales.
En su mayoría son niños los que conforman el grupo, cuyas eda-
des van de 6 a 16 años. Hay seis niñas, las edades de ellas están entre
los 5 y 12 años. Las enfermedades que se presentan son: retraso men-
tal superficial, micorcefalia, parálisis cerebral y síndrome de Down.
Sus comportamientos varían desde los que son tranquilos, sonrientes
y trabajan bien, a los que se paran constantemente, lloran, agrede a
los demás, son serios, distantes, no platican con nadie, apenas contes-
tan cuando se les pregunta y no quieren jugar.
En algunos años el avance fue mínimo porque dejaron de asistir,
o lo hicieron irregularmente, o bien porque se incorporaron después,
como es en los casos 2, 6, 12 y 14. Los cambios se manifestaron en
sus conductas, más que en los conocimientos académicos, duran más
tiempo sentados, empiezan a convivir con los demás, cuidan su arre-
glo personal y aceptan trabajar.
En los casos 1 y 15 su avance es lento en cuando a la retención
de conceptos, ambos sólo han logrado identificar el color rojo. Hay un
cambio en su comportamiento, no se salen del salón, duran más tiem-
po sentados y se paran sólo cuando han terminado. Lo común en ellos
es el abandono familiar. En el primer caso no se logró disminuir la
agresividad, debido a que ésta aun persiste en casa.
Los niños, en los casos, 3, 10 y 11 ponen de su parte para apren-
der y esto en base a su capacidad; han mejorado su coordinación y
fuerza motriz. En cuanto a su comportamiento se acercan más a los
grandes que entre ellos mismos para jugar, sonríen más y uno ya avisa
para ir al baño. Los padres tienen cambios mínimos hacia sus hijos,
les exigen trabajar y ha disminuido levemente la sobreprotección.
El caso 7 presentó avance académico en lo que se refiere a la
identificación de consonantes, de vocales, de números, pero necesita
apoyo para leer y escribir. Se observaron cambios en su conducta, res-
peta más a los adultos y a sus compañeros.
El caso 8 dejó de asistir los últimos dos meses, debido a una ope-
ración que le realizaron. Su avance se manifestó en una mejor com-

• 389 •
Zen, Acupuntura y Psicología

prensión de las lecturas; distingue las partes del enunciado, los antó-
nimos, sinónimos, el número y género. Sus avances serían más si no
se distrajera tanto. Cuando tuvo confianza en sí mismo y su mamá le
exigió más, empezó a aprender los colores primarios, a realizar trazos
e identificar hasta el número 5.
En el caso 4 se observó un avance considerable. Se sabe las voca-
les y las consonantes, forma palabras sencillas, necesita que constan-
temente se estén trabajando porque se le olvidan, o hace como si se
le olvidaran. Si sus papás le ayudaran, aprendería con mayor facili-
dad. El identificarse con una de sus compañeras le ayudó a agilizar su
aprendizaje y a cambiar de estado de ánimo; no se molesta cuando se
le acercan y platica mucho con ella, dándole inclusive consejos.
En los casos 5 y 13 se han visto cambios notables, ya saben leer
y escribir. En el primer caso con todas las consonantes y en el segun-
do sólo con las simples. Ambos compiten constantemente y se ayudan
dictándose o corrigiéndose cuando escriben o leen mal. En lo que se
refiere a matemáticas, saben sumar, restar y realizar problemas expli-
cándoles su algoritmo. Las familias de ambos han cambiado; los acep-
tan y apoyan en su aprendizaje. Lo que ellos necesitaban era ser vistos
y valorados en sus casas; una vez que han sido aceptados, ha habido
avances en sus actividades.
Los factores importantes que han influido en el avance de todos
son la convivencia, el afecto, la amistad y el apoyo que se brindan
entre ellos.

ESQUEMA DE TRABAJO: TERCER AÑO

En el tercer año de trabajo se realizaron entrevistas y evaluaciones a


los niños que se integraron al grupo; así como una evaluación corpo-
ral a todos, considerando los mismos puntos de auriculopuntura del
año pasado: shenmen, bazo, corazón y occipucio.
El trabajo fue diferente para este año, diariamente había activi-
dades individuales y grupales con duración de dos horas y una hora
respectivamente. Se les integró en actividades de juego. Los viernes
trabajaban y participaban en equipo, cada uno según su nivel. Unos
recortaban, dibujaban, escribían; otros pegaban o identificaban.

• 390 •
Capítulo III: La Psicología

Otras actividades que se realizaron fueron: el festejo de cumplea-


ños, bailes, expresión corporal, dibujos e iluminación de los mismos,
construcción de muebles, juguetes, dedales; elaboración de adornos
para el salón (telarañas, arañas, el mar, el universo, etc.), y pegado de
letras, figuras, números.
En el gimnasio, los niños cantaron; imitaron sonidos de anima-
les; utilizaron los sentidos: oliendo, probando, tocando y distinguién-
dose entre sí. Escucharon música elegida por ellos mismos. En lo que
se refiere a expresión corporal: brincaron, gatearon, imitaron anima-
les, hicieron gestos, rodaron, participaron en competencias de carre-
ras en pareja: gateando y en cuclillas; jugaron con globos, palos, papel,
pelota, aros y fueron de paseo.
En este año se ha trabajado en parejas, implementándose el
masaje entre ellos: en cara, manos, espalda y pies (por lo general los
más grandes con los más chicos), la acupuntura, ejercicios de respira-
ción y bioenergética para vivir más su cuerpo.

EVALUACIÓN INICIAL

Observación Nivel
Caso Edad Sexo Diagnóstico Descripción personal académica escolar
Retraso mental
(Ver Caso 9, en la parte de
1 23 F superficial a causa 1er año.
Resultados del 2º año)
de convulsiones.
Retraso mental (Ver Caso 3, en la parte de
2 14 F 3er año.
superficial. Resultados del 2º año)
(Ver Caso 4, en la parte de
3 18 M Síndrome de Down. 1er año.
Resultados del 2º año)
Parálisis cerebral.
Camina con ayuda (Ver Caso 5, en la parte de
4 16 M 2º y 3º.
de andadera o Resultados del 2º año)
muletas.
(Ver Caso 6, en la parte de
5 9 M Meningitis. 1er año.
Resultados del 2º año)
Síndrome de Down.
(Ver Caso 8, en la parte de Estimulación
6 9 M Problemas de
Resultados del 2º año) temprana.
lenguaje.
Parálisis cerebral. (Ver Caso 2, en la parte de
7 13 M 1er año.
Camina con muletas. Resultados del 2º año)

• 391 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Observación Nivel
Caso Edad Sexo Diagnóstico Descripción personal académica escolar
Es activo, centrado, le gusta
trabajar, es sonriente. Tiene los
Se ha integrado bien al grupo, conocimientos de
Estimulación
le gusta jugar con los demás, preprimaria. Hay
8 8 M Parálisis cerebral. temprana y
especialmente basketbol. que trabajar más
1er año.
Es delgado, ojos grandes negros, su coordinación e
muy sonriente, sus movimientos fuerza motriz.
son desequilibrados.
Es nervioso, le gusta cooperar,
Retraso mental platica con todos.
Tiene los
superficial a partir de Es moreno claro, tiene acné en
9 17 M elementos de 1er año.
las convulsiones que la cara, sus ojos son negros, se
preescolar.
le daban. desvaloriza. Le sudan las manos.
Tiene abandono afectivo.
Trauma cerebral Es tranquilo, no le gusta trabajar, ni No tiene fuerza
ocasionado. realiza ejercicios. ni coordinación
Retraso en su Es blanco, ojos verdes, cabello motriz. (Tiene
Estimulación
desarrollo. rubio, fornido. Su mano izquierda conocimientos,
10 9 M temprana y
- No controla la trae siempre flexionada, pero a partir
1er año.
esfínteres. su rodilla y su talón los tiene de su accidente
- No habla. extendidos. (Sobreprotección quedaron en
- Salivación. familiar). estado latente).

RESULTADOS
Caso Tratamiento Descripción personal Observación académica
Puntos particulares: Es muy alegre, se le ven ganas de vivir.
hígado, riñón, Du20 Tararea canciones, juega realizando Le cuesta trabajo aprender a leer y escribir
y los 4 laterales, movimientos. Sus movimientos son (más por la presión en su familia). La
1 corazón 7, en medio más ágiles. Se muestra cooperativa y numeración se la sabe hasta el 19, en
de las cejas y al lado tiene más iniciativa para realizar las ocasiones se confunde con los números o los
de cada una, 7ª cosas. Se siente atraída por uno de sus escribe al revés.
vértebra. compañeros.
Su letra ha empeorado, comprende y narra
Convive más con todos y es mejor las lecturas; identifica más conceptos
Puntos particulares:
observadora. También con los adultos de español, partes del enunciado, de la carta,
riñón, hígado, R5,
2 se desenvuelve mejor, expresa sus del recado, etc.
B6, H2, H7 y 7ª
ideas y deseos. Se lleva mejor con dos Los problemas de suma y resta, división
vértebra.
de sus compañeros. y multiplicación hay que explicárselos. Se
confunde con las tablas.
Puntos particulares: Se sabe todas las consonantes simples, el
Páncreas, H7, dictado y la lectura se le dificultan.
3
B5, Du20 y los 4 Realiza las sumas y restas siempre con ayuda.
laterales. Su avance es lento, pero no ha disminuido.

• 392 •
Capítulo III: La Psicología

Caso Tratamiento Descripción personal Observación académica


Sabe escribir y leer mejor, puede expresar
más las ideas en forma escrita así como
hacer enunciados y describir cosas, cuando
Se distrae mucho, por lo que su
se trabaja con conceptos como sinónimos,
Puntos particulares: conocimiento es lento. Tiene muchas
antónimos, géneros, números, los reconoce
cadera, E36, B6, ganas de caminar, por lo que está
4 en el momento, pero luego se le olvidan,
punto de alarma de empezando a realizarlo con las
por lo que es necesario estar continuamente
riñón. muletas.
recordándoselos.
Su carácter no ha cambiado.
Reconoce la numeración al 1000. Realiza
sumas y restas sin ayuda del ábaco, pero
necesita que se le apoye para contar.
Recomendaciones: Dura más tiempo realizando su
Realiza sus trazos un poco más fuertes, aún
Agregar a la trabajo y convive mucho con sus
le falta más fuerza, reconoce conceptos
alimentación compañeros.
espaciales y de tamaño y forma. Las vocales
cereales, miel, Cela a uno de sus compañeros.
5 las confunde.
nueces. Puntos Es más activo, corre, brinca, expresa
Cuenta hasta el diez pero se confunde
particulares: Oreja: más sus emociones, sonríe mucho.
cuando ve el signo.
hígado, riñón, ojo, Pone más empeño para realizar las
Se le dificulta recortar.
R3. actividades.
En ocasiones se porta voluntarioso.
Le gusta trabajar y compartir con los
Puntos particulares: - No ha avanzado mucho, sólo identifica el
demás.
En oreja: riñón. color rojo.
6 Trata de platicar con sus compañeros,
Además, bazo 6, - Imita dibujos, ilumina, recorta y rasga
pero no se le entiende lo que dice.
hígado 7. mejor.
Es más obediente cuando un adulto
está presente.
Reconoce las consonantes, identifica palabras
con dos sílabas y forma con más facilidad las
palabras (hay que escribírselas grandes). Es
Puntos particulares: necesario constantemente ponerlo a trabajar
Es más reservado, está al pendiente
H7, E36, B6, Pto. de con ellas para que no se le olviden. Sus trazos
7 de lo que hacen los demás para
alarma de riñón, 7ª y círculos los hace más coordinados y con
aconsejarles o regañarlos.
vértebra. mayor firmeza.
Reconoce el número 90, realiza sumas
contando con la mano o bien escribiéndole la
primera cifra y simbolizando la segunda.
Se sabe las consonantes, s, m, l, p, t, y las
está empezando a unir con las vocales para
formar palabras.
Puntos particulares:
Es muy sonriente, saliva muy poco. Puede formar y escribir palabras fáciles con
8 cadera, 7ª vértebra,
Convive y juega con todos. dos sílabas.
E36, B6.
La numeración la reconoce hasta 20, suma y
resta con apoyo de figuras.
Su avance va rápido.

• 393 •
Zen, Acupuntura y Psicología

Caso Tratamiento Descripción personal Observación académica


Reconoce los conceptos de color, figuras,
Ya no se pone nervioso, excepto líneas y tamaño. Identifica vocales, la
Puntos particulares: cuando se enoja, intenta realizar más mitad de las consonantes. Hay que repetir
9 páncreas, Du20 y actividades. las palabras para que las pueda escribir y
los 4 laterales, Ren1. Ayuda siempre a sus compañeros y ayudarle a leer.
cuida a sus compañeros. Identifica los números del 1 al 100, suma y
resta con uno y dos dígitos.
Controla esfínteres, ya no saliva y
dice: ya, mamá, caca; su reproducción
Ya identifica vocales y las consonantes m y
fonética va incrementándose.
Puntos particulares: s. Sus trazos, líneas y círculos los realiza con
Es más sonriente, observador y trata
oreja: Hígado, 7ª más coordinación y fuerza.
10 de hacer más cosas.
vértebra, R3, E36, Se sabe hasta el número 20, hace sumas con
Sus movimientos son más flexibles,
E35, E16, E11. un dígito.
sus músculos de codo, cadera, rodilla
Sus avances son sorprendentes.
y tobillo no los tiene tan rígidos.
Lo siguen sobreprotegiendo.

ANÁLISIS DE RESULTADOS

El tercer año se integró con los primeros siete casos del año pasa-
do, por lo que no se les aplicó una evaluación sino que se continuó con
el trabajo del año pasado.
Los casos 8, 9, 10 se integraron posteriormente. Sólo hay 2 niñas
y 9 niños. El tratamiento cambió nuevamente debido a que entraron
nuevos elementos, por lo que se volvió a realizar la evaluación cor-
poral. Se notaron cambios con relación al años pasado, se trabajaron
otros puntos de acupuntura debido a que las demandas de los niños
ya no eran las mismas. Los puntos de auriculopuntura fueron los mis-
mos que el año pasado.
En cuanto a la alimentación no se observó respuesta por parte
de los padres, por lo que se implementó una vez por semana la pre-
paración de verduras, cereal y yogurt haciendo partícipes a los niños,
de esta manera estos se sintieron útiles y en cierta forma autosufi-
cientes.
En las actividades de integración de conocimientos grupales de
ayuda mutua, se vio una participación activa y de cooperación. En
otros eventos grupales se observó más interacción, los más grandes
respetan a los menores durante el juego.

• 394 •
Capítulo III: La Psicología

Hubo necesidad de hablar con los adolescentes sobre el respeto al


cuerpo del otro (es decir, no tocarle los senos a las niñas).
Los avances en los casos 1 y 6 se observaron más en lo que res-
pecta a la conducta. En caso 1 es más sociable y alegre; la atracción
que siente por uno de sus compañeros le ayuda a valorarse; en su casa
manifiesta todo aquello que le desagrada; los avances no se han dado
en lo académico porque se siente muy presionada. En el caso 6, como
ya se mencionó, su aprendizaje es lento, lo importante es que partici-
pa y se mantiene trabajando en su lugar.
Los casos 3, 4 y 7 no han adelantado académicamente, están en
una etapa de asimilación de lo que han aprendido.
En lo que se refiere a los últimos casos ambos ya caminan, les ha
ayudado el realizar la terapia conjuntamente, así como el interés per-
sonal y la animación del grupo. El caso 7 se muestra más equilibrado.
El caso 5 es más alegre y activo; tiene ganas de trabajar; realiza
mejor sus trazos; aun cuando su aprendizaje es lento, le ha favorecido
el apoyo en su casa.
Por último, los casos 2, 8, 9 y 10 van evolucionando con mayor
rapidez en comparación con los otros casos. El caso 2 no ha bajado su
ritmo de trabajo durante los tres años, las tablas son las que se le difi-
cultan.
Los casos 8 y 9 han participado en su aprendizaje, su lesión es
superficial. En el caso 8 hay mucho apoyo por parte de la madre y her-
mana; no tiene coordinación motriz que le facilite realizar los trazos
más firmes, pero se le entienden; sabe contar muy bine. Tiene mucho
interés en aprender y esto le ayuda a asimilar más rápido.
En lo que respecta al caso 9 su aprendizaje es más rápido debido
a su pronta integración al grupo y al crecimiento de su autoestima;
realiza operaciones aritmética, pero las letras se le dificultan. Está
en la etapa de la adolescencia, pero no ha madurado completamente,
es muy cariñoso con sus compañeras, las cuida y las reanima cuan-
do se sienten mal o cuando están tristes. En el caso 10, su desarrollo
has sido sorprendente, controló esfínteres; ya no presenta salivación;
está empezando a pronunciar palabras; baja más el pie para caminar
y trata de utilizar más su mano. Su mamá está contenta por los cam-
bios, pero siente miedo de que le pase algo, por eso lo vigila constan-
temente; esto ha ocasionado que no se desarrolle rápidamente. En lo

• 395 •
Zen, Acupuntura y Psicología

que se refiere a lo académico, desarrolló conocimientos que estaban


latentes en él, por ello no se le ha dificultado aprender colores, núme-
ros y vocales.
Al final del año experimenté la sensación de que los niños habían
cambiado. Los cambios eran de orden corporal y psicológico.

CONCLUSIONES

El niño con retraso es un sector olvidado socialmente, esto es bien


sabido, pero ¿qué se ha hecho hasta ahora? Pensamos que a ellos se les
debe de dar una posibilidad para vivir, sentir, enamorarse y desear ser
alguien o algo en este espacio. Hacen todo lo posible por ser vistos, se
enferman continuamente, se entristecen, pelean, gritan y lloran con
la esperanza de ser escuchados.
Hasta ahora la respuesta de muchos padres ha sido el abandono
de sus hijos o en el mejor de los casos los psiquiatras les recetan tran-
quilizantes; muchos optan por recluirlos en instituciones. Otra res-
puesta que se ha dado por parte del gobierno ha sido abrir escuelas,
donde los ponen a hacer bolitas, palitos y aplican sus métodos de cas-
tigo y recompensa para cambiar sus conductas; muchas veces les nie-
gan la oportunidad de aprender más cosas, aun cuando los incorporen
en escuelas gubernamentales.
Así, algunos padres terminan resignándose y piensan que no es
factible que su hijo aprenda. Los que se han preocupado por ellos bus-
can otras formas de trabajo, por lo que recurren a diferentes institu-
ciones, donde sus hijos sean atendidos. Así han llegado la mayoría de
niños con diversas lesiones: parálisis cerebral, síndrome de Down,
meningitis, lesiones superficiales o profundas a CEAPAC; cuando los
conocí me empecé a preocupar por sus limitaciones orgánicas y traté
de explorar más allá en ellos.
Esto me enfrento a cuestionar mis conocimientos, primero por-
que no sabía cómo enseñarles, lo cual me hacía dudar; busqué en el
recuerdo de mis experiencias académicas cómo aprendí a escribir y a
leer. Lo único que encontré fueron planas de letras y palabras. Enton-
ces, recorrí a los métodos de enseñanza global, hermenéutico y ono-
matopéyico, ecléctico, etc., de estos saqué ideas generales, pero no

• 396 •
Capítulo III: La Psicología

me satisfizo; entonces decidí explorar otra forma, no pensando en los


escritos sino centrándome en mi trabajo, en lo que sentía, haciendo
más vivenciales las actividades.
Comencé incorporando juegos, cantos, bailes, convivencias coo-
perativas y de contactos, esto implicaba una entrega hacia ellos; allí
aprendí a dar afecto, caricias, besos, halagos. Al poco tiempo sentí
cómo ellos respondían, buscándome para darme un beso o un abrazo,
empezaron a brotar mis problemas para dar y recibir afecto.
Dejé que salieran y me aboqué a darme como lo sentía. Ver a los
niños cada día, sentir y percibir sus avances: el cómo empezaban a
aprender las vocales, los colores y a iluminar; el cómo aceptaban tra-
bajar y permanecían sentados; el escuchar sus risas y luego sus con-
fidencias sobre cómo los trataban en su casa; lo que hacían fue para
mí un aliciente. Aprendí también a identificar cuándo estaban ale-
gres, tristes y melancólicos. Escuche las voces de sus cuerpos; cómo
cambiaban cuando tenían problemas; el color de su piel; su mirada;
sus formas de hablar; su alejamiento por la vida; su encierro en su
mundo; su deseo de que no existan problemas en su casa; su pelea al
interior de su cuerpo cuando se producían crisis convulsivas; su ena-
moramiento por las cosas y las personas.
Fue importante para mí escuchar que lloraban por no poder venir
a la escuela; que esperaban que pasaran vacaciones o el fin de semana
para vernos, saber que me soñaban o el ver cómo me buscaban cuando
llegaban.
Lo anterior ha significado el sentirme importante para alguien; el
saber que puedo ayudar en su vida aunque sea poquito. Fue entonces
que decidí también fortalecer y hacer vivir más al grupo, que se cono-
cieran, se apoyaran. Los resultados se vieron pronto: se preocupan por
los otros, se ayudan para comer, para caminar y me apoyan pasándo-
me o recortando el material y en ocasiones a adornar el salón; yo me
integré como miembro, más que enseñar estaba ahí cuando ellos me
necesitaban, formaban parte de mis decisiones y de mis sentimientos
de amor y en ocasiones de tristeza.
Esto me ha hecho sentir parte de ellos, aproximarme a una forma
de trabajo donde se ha dado cooperación, apoyo y retroalimentación
afectiva y de conocimientos mutuos, que han madurado en el trans-
curso de los tres años.

• 397 •
Zen, Acupuntura y Psicología

La incorporación de nuevos conocimientos (que iba yo apren-


diendo) en el trabajo de grupo se convirtió en una necesidad de darles
parte de mí. No sabía cómo lo iban a tomar o cómo les iba a funcionar,
pero se lo propuse. Ellos lo aceptaron y así lo trabajamos; el mayor
reto era planteárselos a los padres. Después de hacerlo comprendí que
siempre esperan un milagro para que sus hijos estén mejor; por eso
aceptaron siempre la forma de trabajo. Además depositaron en mí la
confianza pensando en la posibilidad de que con la música, los balines
(acupuntura) y la comida, sus hijos mejorarían.
La enseñanza en educación especial no sólo implica llenar de
conocimiento al otro, sino transmitirle una forma de vivir. Uno lo
hace sin pretenderlo, poniéndose sólo frente a ellos.
En el programa que trabajamos, a los niños los percibimos como
personas con posibilidades. La tolerancia y la paciencia para que vayan
asimilando y aprendiendo fue algo que conocí con algunos niños.
Dimos oportunidad a niños con parálisis cerebral o meningitis, que
no podían escribir por falta de coordinación motriz y que posterior-
mente, cuando la adquirieron, se les facilitó la escritura. Esto abrió
en mí una perspectiva de enseñar y poder esquematizar mentalmente
cómo se da este proceso.
Conforme se fueron integrando más miembros al grupo fue fácil
incorporarlos a nuestra forma de trabajo.
Después de un tiempo de trabajo uno necesita sentir que lo que
ha hecho ha servido de algo. Fue entonces cuando me enfrenté a una
parte de mi vida, tenía que evitar una relación posesiva con una per-
sona y vivir los cambios de la relación. Bajó mi ritmo de trabajo, lle-
garon ideas de depresión, de descuido corporal, fue cuando ellos me
demostraron lo cultivado durante dos años y medio.
Veía rostros que estaban desesperados por ayudarme; fueron
comprensivos, siguieron sonrientes y afectivos como siempre, no pre-
guntaron, pero se unieron. Esto fue como una carga energética que
me alimentó.
Un día sentí que había creado mucha dependencia, que debía
dejar que ellos siguieran solos, con los elementos que les había tratado
de enseñar. Esto fue una decisión que me metió en conflicto, porque
estaba inmersa una idea de posesión. Al comentárselos fueron días en
que decayeron, no comían, se rehusaban a ir a la escuela, se incremen-

• 398 •
Capítulo III: La Psicología

taron sus crisis convulsivas; con esto entendí que los niños viven el
momento como único. El después para ellos significa el mañana inme-
diato. Platique incorporándolos a otra dinámica de trabajo, que siento
que los tranquilizó y les dio confianza.
Tengo la esperanza de que el trabajo de tres años va a servirles
y que van a seguir avanzando más, por el compromiso afectivo que
creamos.
La otra parte más difícil fue hablar con los padres de familia; al
hacerlo me sorprendió mucho, fue muy satisfactorio saber que el cam-
bio se dio a nivel familiar. Todos se hablaban como si se conocieran y
se hubiesen visto. ¿Cómo eran los demás a través de sus hijos? Percibí
que algunos conocían y comprendían mejor a sus hijos y que estaba
decididos a respetar sus decisiones, porque veían una maduración en
ellos.
Al recibir la noticia, de que ya no iba a trabajar con ellos, se mos-
traron temerosos en el cambio, pero comprendieron que era lo mejor.
Sentí su admiración por el trabajo que habíamos logrado y eso reforzó
mi hipótesis: cuando el grupo se separe, existirá siempre algo que los
va a unir.
La interdependencia que formamos fue de un dar y recibir. Me
atrevo a decir que es fructífero, si se le da oportunidades al otro de
decidir sobre qué hacer y crear cosas y relaciones. La otra parte la tie-
nen que hacer los niños.
Mi separación de los niños forma parte de una enseñanza mutua
que es muy difícil. Después de decidir uno se arrepiente y quiere regre-
sar; pero hay que cumplir con un acto que algunos llaman compasión,
para poder entenderlo y vivirlo.

• 399 •
CONCLUSIONES
Sergio López Ramos

LA IMPORTANCIA DE LA BÚSQUEDA

H
ace treinta y un años conocí la importancia de lo que significa-
ba buscar en la vida personal y en el valor de lo que dicen las
personas; su articulación en el quehacer de la vida cotidiana.
Eran los días en que veía cómo se moría cualquier persona y todos
rezaban y le llevaban flores a su tumba. Recuerdo que hice dos cruces
de madera para familiares que murieron. La vida y la muerte eran y
son cosas que están en cualquier lado. Sin embargo, la representación
social de una cultura dominante y el fanatismo religioso han contri-
buido a llenar de humo el oficio de vivir; se han construido infinidad
de significaciones, subterfugios y recursos para hacer negocio con
cualquier dolor, con cualquier pensamiento, con cualquier necesidad,
sea física, psicológica o espiritual, en una especie de escape del futuro
inevitable: morir.
También descubrí que la muerte podía no ser dolorosa y tenía
algo de digno saber morir. Eso me lo enseñaron los espiritualistas
cuando tenía ocho años de edad: se podía dialogar con los muertos.
Lo comprendí cuando encontré a muchos moribundos en la vida coti-
diana; cuando supe que los ojos se podían leer; que el cuerpo era un
gran “documento” que se extendía ante mis ojos y lo podía compren-
der más allá de lo aparente. Decir lo anterior puede resultar hoy, un
lugar común.
Pero creo que no es así, tuve que hacer un recorrido: primero cono-
cí lo mágico de la vida, el encanto de perder el miedo a vivir; después
los maestros me enseñaron a pensar en el cuerpo: “la verdad está ahí”,

• 401 •
Zen, Acupuntura y Psicología

me decían. Creo que sigue estando. Después llegó esa fase del deseo
corporal, el sexo despertó y mis maestros me dijeron que me contro-
lara; aprendí a controlar los deseos y los impulsos. Fueron noches con
muchos sueños eróticos y con el calzón mojado. Pero salí con un res-
peto por el cuerpo y sobre todo aprendí a dialogar. Me dijo mi maestro
Moya: “Con esa herramienta se puede hacer todo”. Creo que no escu-
ché en aquellos lejanos catorce años. Apenas hoy, estoy entendiendo.
Bueno, es un decir.
Así la vida, se hace fácil. Pero un día a uno le piden que debe de
ir a la escuela y uno se echa a perder; se empieza a cultivar la ansie-
dad y la competencia con los congéneres del salón de clases. Uno se
hace asquerosamente racional y quiere ser mejor. Y es en ese momen-
to que uno se empieza a enfermar, a deprimir y a cultivar sentimien-
tos de inferioridad, a desvalorizarse, a creerse más que cualquier otro.
Todo porque un adulto dijo que éramos mejores que los demás. Vaya
daño para todos, esto es democracia, a todos les toca. La intuición y la
sensibilidad se ocultan o aprendemos a guardarlas como vergüenzas.
Sólo algunos afortunados las preservan en una lucha constante con-
tra un saber instituido. Muchos de ellos son los grandes maestros de
la vida hoy.
Mientras, en algún lugar del cuerpo, empezará la construcción
racional para poder resistir esa enorme presión: y entonces aparece la
amigdalitis, el asma, la tos crónica, la enuresis, la migraña, la cefalea,
la depresión infantil, el insomnio, las diarreas frecuentes y crónicas;
el miedo a vivir. Se construye un fantasma que habitará nuestros sue-
ños y nos acompañará hasta la tumba.
Cuando descubrí lo anterior, creí que no era muy real, porque
había cualquier tipo de tabletas, cápsulas y suspensiones para apagar
los brotes o gritos de auxilio. Así podía uno ver a personas somnolien-
tas, evasivas, inútiles en lo que hacían, gente que tenía el sufrimien-
to en el rostro y no era real. Nos lo decía la alopatía. Pero había otros
recursos en caso de que la medicina no funcionara: la cirugía.
Toda esa razón social, asumida individualmente, sólo impulsaba
a crear un sentimiento de aislamiento, a pensar que uno era anormal
o un loco. ¿De dónde saca uno que el cuerpo nos habla, que nos dice lo
que le pasa; pero nosotros nos hemos quedado sordos ante una edu-
cación que nos castra. La verdad está afuera y las soluciones también,

• 402 •
Conclusiones

según los maestros de la escuela, había que descubrir o inventar: se


necesitan Colones y Newtons.
Recuerdo que fueron largas discusiones con mi maestro Moya.
Hoy le agradezco el que no me haya hecho caso, me decía: “Ahorita
vengo, espérame ahí sentado en ese banco”. Después de cuatro o seis
horas regresaba y me decía: “Todavía estás ahí. Ya vete. Te veo maña-
na”. Sin duda fueron discusiones muy sesudas.
El misterio del cuerpo se comparte del diario, sólo que hemos
perdido la capacidad de asombro, y por esa pérdida no conocemos las
señales de lo que tenemos dentro. Tuvieron que pasar algunos acon-
tecimientos en cuerpo propio y sólo así fue posible pensar que otras
cosas se movían. Fue una ruptura de pleura la que dio la pauta para
poder pensar que las formas de vida no son únicas. Gracias a eso pude
construir otro sentimiento con relación al cuerpo, fue una especie
de reencuentro después de dieciséis años. Ahora sí teníamos de qué
hablar. La razón pasó a un plano convencional y Moya dijo: “A veces
hay que morir un poquito para aprender a vivir” y es cuando uno dice:
“Eso de ver que la muerte te esté persiguiendo no es una buena com-
pañía”. Pero él tenía mucho de verdad. El cuerpo que ha escupido san-
gre ya nunca será el mismo.
La memoria estaba despierta y fue entonces que la lectura de los
mensajes llegaba en los tiempos justos. Vaya pues, nadie nos podía
decir qué había en el cuerpo del otro, sin saber que el dolor no se quita
con aspirina. No, seguramente no se sabe qué es lo que padece el otro,
es cuando uno puede decir que no han vivido.
En fin, esos recuerdos son para el presente y el futuro inmediato.
Moya hace su presencia y con él, el reconocimiento a una vida. Pero
no todo inicia y acaba en un diálogo de seis horas, seguramente que
no. En la vida personal llegó ese engendro que es la universidad y en
ella había que ser, otra vez, muy competitivo y entonces veíamos a los
otros cómo se acababan las uñas, se les caía el pelo y empezaban a
somatizar. Todo lo vivido tenía una justificación ahora. Tenía unos
pensamientos escuálidos que buscaban entre las palabras de los pro-
fesores. Era una desdicha que se hacía dicha para ellos. Para nosotros,
los estudiantes, era sólo el principio de la legitimación.
Ser psicólogo era una posibilidad para poder aproximarnos al ser
humano, sólo que habíamos descubierto que no era como nos habían

• 403 •
Zen, Acupuntura y Psicología

dicho. A nosotros nos tocó sólo una parte para su “estudio”. La frag-
mentación estaba ante nuestros ojos: teníamos que aguantar el deseo
de hablar. Descubrir la farsa ideológica de una ciencia que nos perjuró
y nos dijo que era la verdad. Muchos cayeron como palomillas deslum-
bradas por la luz. Nosotros decidimos buscar otras rutas. Fue cuando
conocimos la acupuntura, la historia, la literatura y las medicinas tra-
dicionales o conocidas hoy como blandas. Nadie de la universidad nos
pudo dar razón de otros horizontes.
El Zen y la acupuntura tenían algo qué enseñarnos en ese cami-
no, donde uno piensa que nadie puede decir ya nada. Pensamos y acep-
tamos que el mundo no era tan complicado como nos lo habían dicho:
sólo deseábamos conocer lo que sucede con los seres humanos. Igual
pudimos haber recurrido a otras posibilidades como muchos colegas
lo hicieron. Pero nosotros nos aproximamos a este camino y empeza-
mos a caminar.
Después de haber trabajado con más de diez mil pacientes, deci-
dimos que podemos reflexionar sobre lo que se hace y lo que se puede
hacer con el cuerpo humano. Lo que lo cruza, lo que lo mantiene en
la cultura de nuestros días. Seguramente existen los que dicen que
el mundo está tan avanzado que lo que nosotros hacemos está en el
atraso y que si la ciencia ha hecho nuevos aportes por qué entonces
recurrimos a esa vieja idea de trabajar con el cuerpo. Permitir que él
mismo se cure y se corrija y nos dé la sorpresa de la vida. Volver a
intentar renacer en el mismo cuerpo.
La mercadotecnia tiene lo suyo y las grandes trasnacionales
“hacen su agosto” al menor intento de la demanda socialmente cons-
truida: ante la dualidad de salud-enfermedad, binomio que se consti-
tuye en un aspecto ideológico de nuestro tiempo. ¿Qué significa esto?
Quiere decir que no existen los procesos de salud y enfermedad en sí,
en el ser humano. Es el resultado de una política económica y cultural
con la población, es decir, no hay una enfermedad naturalmente cons-
truida. Es la construcción de una compleja interrelación que se mate-
rializa en un estilo de vida. Quizá, no es tan compleja como dije. Es
para hacerlo muy dramático. Veamos el porqué.
El cuerpo humano es el fruto de una indisoluble articulación con
el Cosmos y con la rotación y traslación de la Tierra y por tanto no
es un microcosmos aislado. Asimismo, existe la peculiaridad de una

• 404 •
Conclusiones

cultura y su representación simbólica en la vida cotidiana, es en esa


conjugación donde cobra sentido lo que hace y lo que construye el ser
humano en la sociedad de nuestros días. El desarrollo de las políticas
y de las ideologías junto con la religión dan un fruto muy sofistica-
do de morir en la vida cotidiana. Y esa realidad es motivo de discu-
siones y de reflexiones por los teóricos del sistema. ¿A quién sirven
estas justificaciones? Porque han de saber que tienen un uso y un fin
en su propuesta. Lo anterior es una profunda discusión que entraña
la reformulación del sistema de salud en nuestro tiempo. No es nueva
esta propuesta, tiene en su memoria una larga relación con la política
y la calidad de vida. Apelar a la buena conciencia de un sector política-
mente instalado en el poder, no sirve de mucho. Sobre todo en estos
tiempos donde los valores se han ido por el sanitario. Y no está de más
decir que la crisis que se enfrenta en nuestro tiempo, es el fruto de lo
que se dijo e hizo hace miles de años, sobre el concepto del cuerpo.
Vale también agregar que la sociedad industrial hizo su mejor mer-
cado de riqueza con el negocio de la salud. Propuesta agazapada en
esa idea de que la gente quiere comodidades y el menor esfuerzo. Pues
todo puede funcionar para los perezosos y poco responsables de su
vida. Son los que llegan a los consultorios diciendo que ellos pagan lo
que sea con tal de que los curen. Esa pérdida de las posibilidades del
cuerpo y su salud es algo que está al alcance de cualquier persona que
tenga un poco de sensibilidad sobre el cuidado de su cuerpo y no sólo
se deje llevar por las ideas y las apariencias de los otros. Labor nada
fácil ante el gran despliegue de la publicidad, que crea nuevas necesi-
dades y deja en el olvido eso que nosotros decimos debe ser la respon-
sabilidad del cuerpo. Nadie mejor que uno para curarse en el sentido
de la prevención.
A todo lo anterior tuvimos que agregarle la pérdida de credibili-
dad social en los psicólogos, puesto que la gran mayoría de los usua-
rios se han construido, a partir de lo que ven y lo que viven, una idea
de la psicología y su servicio. Así que formar a profesionales de la psi-
cología en el campo de la salud es enfrentar el pensamiento tecnocrá-
tico —a los aplicadores de pruebas y los psicólogos clínicos que sólo
trabajan con una parte de lo que se considera la salud: sea la verbaliza-
ción, o el control de estímulos—, pero con un trabajo que demuestra
la articulación de las partes y que rompe con la lógica causal y redes-

• 405 •
Zen, Acupuntura y Psicología

cubre la relación que existe entre los órganos y las emociones, vin-
culados con formas de creencias y formas de vida cotidiana, unidos
en una personalidad que pude desarticularse o desequilibrarse por
elementos externos o internos. Conceptualizar que el ser humano no
sólo es el resultado histórico-social de una cultura, sino también de la
forma de cómo ha desarrollado su energía vital en el cuerpo; lo ante-
rior nos da otra perspectiva de comprensión de lo que hace en y por
su vida personal. No cultivar la explicación determinista en el cuer-
po implica un principio y una concepción de la totalidad. Hay que
explorar en la vida de los seres humanos, descubrir y leer en el cuer-
po cómo un proceso emocional o corporal conlleva una interrelación
que se manifiesta en cierta sintomatología o si se quiere en trastornos
energéticos que desequilibran las emociones o los órganos vitales del
ser humano; en otras palabras, aprender a hacer un buen diagnóstico
para poder elaborar una estrategia de tratamiento y creo que aquí es
donde está “el secreto” del asunto, de lo contrario no existen los resul-
tados deseados. Creo que es muy común escuchar decir a los médicos
que lo que mandaron fue un “escopetazo” porque no saben qué es lo
que tiene el paciente. Para nosotros el diagnóstico se constituye en la
conjugación de los recursos emocionales y orgánicos como una unidad
que no se pueden explicar uno sin el otro, y es más, no se puede decir
que los sujetos tengan sólo un problema, la complejización depende
de su racionalización y su estilo de vida, así como su tipo de trabajo.
En esa idea, consideramos que cada sujeto es único y no existen rece-
tas estandarizadas o métodos hegemónicos, incluso en los casos de
patologías orgánicas crónicas el génesis del cáncer no es el mismo y
lo podemos encontrar en las formas en que el sujeto ha vivido o ha
llevado su sistema de alimentación, incluso en el manejo de los resen-
timientos y odios en el cuerpo; no es ningún secreto que la depresión
genera una baja en el sistema inmunológico.
Lo anterior es la aproximación que hemos realizado con los
pacientes mexicanos y consideramos que los psicólogos deben de
cultivar otras maneras de trabajar con los sujetos, construir en sus
espacios las soluciones que se demandan: la población está ahí, espe-
rando respuestas a los problemas que se han construido en este fin
de milenio.

• 406 •
NOTAS
1 KUSHI, M. (1984). La filosofía y medicina oriental. España: Chacra C,
Publicaciones, p. 13.
2 Algunos estudios afirman que la visión de estos hombres por parte del
enfermo es un preámbulo de su muerte y que estos hombres (vestidos de
blanco) son seres de luz, enviados por el Creador, que le ayudarán en su
tránsito de la vida a la muerte.
3 BALLESTÉ, G. M. “Hablemos un poco de cáncer cérvico-uterino” en Por un
embarazo y parto sin temor. México: SIPAM, s.f., 174 pp.
4 El libro de los medicamentos. México: Readers Digest, 1994, 515.
5 CHETLEY, A. Medicamentos problema, (2ª edición, 1995). Perú: Hai, Ais,
1993, 419 pp.
6 KOUSMINE, Dra. Salve su cuerpo. Perú: Javier Vergara, 1993, 511 pp.
7 SOLÍS QUIROGA, R. “Estudios sobre el retardo escolar…”, 1930, citado en
LÓPEZ RAMOS, S. Historia de la Psicología…, 1995.
8 CRUZ, E. y GONZÁLEZ, V. “Efectos psicológicos en las familias de una
persona…”, 1996.
9 “Deficiencia auditiva de la madre”, entrevista realizada por Cruz, E. y
González, V., 1995, p. 1.
10 CRUZ, E. y GONZÁLEZ, V. “Crisis nerviosa”, 1995, p. 1.
11 “La preocupación ante la sexualidad del niño con retardo”, entrevista
realizada por Cruz, E. y González, V., 1995, p. 1.
12 “Problemas de lenguaje en el padre”, entrevista realizada por Cruz, E. y
González, V., 1995, p. 1.
13 “Muerte del padre”, entrevista realizada por Cruz, E. y González, V., 1995,
p. 1.
14 “El papá que tiene no es su papá”, entrevista realizada por Cruz, E. y
González, V., 1995, p. 1.
15 Ídem, p. 1.
16 “El retrato de la madre al niño con retardo”, entrevista realizada por Cruz,
E. y González, V., 1995, p. 1.

• 407 •
Zen, Acupuntura y Psicología

17 “Ya tiene que trabajar”, entrevista realizada por Cruz, E. y González, V.,
1995, p. 1.
18 “Crisis nerviosa”, Op. cit., p. 1.
19 “Intento de suicidio”, entrevista realizada por Cruz, E. y González, V.,
1995, p. 1.
20 “Crisis de la familia durante la juventud del retardado”, entrevista
realizada por Cruz, E. y González, V., 1995, p. 1.
21 “Me quiere dominar”, entrevista realizada por Cruz, E. y González, V.,
1995, p. 1.
22 “La familia como apoyo para un mejor…”, entrevista realizada por Cruz, E.
y González, V., 1995, p. 1.
23 “Ignorancia sobre la causa del retardo”, entrevista realizada por Cruz, E. y
González, V., 1995, p. 1.
24 “Guti”, entrevista realizada por Cruz, E. y González, V., 1995, p. 1.
25 “Los padres en edad avanzada de la persona con retardo”, entrevista reali-
zada por Cruz, E. y González, V., 1995, p. 1.
26 “Siempre soñé con que fuera niño”, entrevista realizada por Cruz, E. y
González, V., 1995, p. 1.
27 “Desconocimiento del problema”, entrevista realizada por Cruz, E. y
González, V., 1995, p. 6.
28 “No sé lo que tiene”, entrevista realizada por Cruz, E. y González, V., 1995, p. 7.
29 “Siempre soñé con que fuera niño”, Op. cit., p. 2.
30 “El padre alcohólico”, entrevista realizada por Cruz, E. y González, V.,
1995, p. 5.
31 “La preocupación ante la sexualidad del niño con retardo”, Op. cit., p. 5.
32 “Me quiere dominar”, Op. cit., p. 2.
33 “El retardo después de la adolescencia”, entrevista realizada por Cruz, E. y
González, V., 1995, p. 1.
34 “La madre como única responsable”, entrevista realizada por Cruz, E. y
González, V., 1995, p. 1.
35 “¿Usted cómo ve?”, entrevista realizada por Cruz, E. y González, V., 1995, p. 2.
36 “El apoyo de la familia al niño con retardo”, entrevista realizada por Cruz,
E. y González, V., 1995, p. 5.

• 408 •
Notas

37 “Muerte del padre”, Op. cit., p. 2.


38 “Negación de la sexualidad en el retardo”, entrevista realizada por Cruz, E.
y González, V., 1995, p. 2.
39 “Los hermanos del niño con retardo”, entrevista realizada por Cruz, E. y
González, V., 1995, p. 2.
40 “Padres que trabajan”, entrevista realizada por Cruz, E. y González, V.,
1995, p. 3.
41 “Abandono familiar”, entrevista realizada por Cruz, E. y González, V.,
1995, p. 2.
42 “Problemas entre los padres”, entrevista realizada por Cruz, E. y González,
V., 1995, pp. 3 y 4.
43 “La madre como única responsable”, Op. cit., pp. 2 y 5.
44 “Atención excesiva al niño con retardo”, entrevista realizada por Cruz, E. y
González, V., 1995, p. 3.
45 “No sé lo que tiene”, Op. cit., p. 7.
46 “El trato de la madre al niño con retardo”, entrevista realizada por Cruz, E.
y González, V., 1995, p. 2.
47 “La crisis inicial ante el problema del retardo”, entrevista realizada por
Cruz, E. y González, V., 1995, p. 2.
48 “Negación de la condición familiar”, entrevista realizada por Cruz, E. y
González, V., 1995, p. 1.
49 “Falta de comunicación entre los padres”, entrevista realizada por Cruz, E.
y González, V., 1995, p. 7.
50 “Los hermanos del niño con retardo”, Op. cit., p. 3.
51 “Abandono familiar”, Op. cit., p. 4.
52 “Crisis nerviosa”, Op. cit., p. 5.
53 “Negación de la sexualidad en el retardo”, Op. cit., p. 6.
54 “La sobreprotección de la madre”, entrevista realizada por Cruz, E. y
González, V., 1995, p. 6.
55 “El apoyo de la familia al niño con retardo”, Op. cit., p. 10.

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