Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
MARC BASSETS
París - 27 ENE 2022 - 11:53Actualizado:27 ENE 2022 - 12:46 CET
64
La muerte a los 84 años de René Robert, el fotógrafo suizo que retrató a las grandes
estrellas del flamenco contemporáneo, podría ser una estadística, uno más de los
500 que cada año mueren en las calles de las ciudades de Francia. Lo que distingue
a Robert de la mayoría de estos muertos en la soledad y el desamparo es, primero,
que él no era un sin techo. La segunda diferencia es que era alguien con una
trayectoria profesional reconocida y que, gracias a ello, sus amigos han dado a
conocer las circunstancias en las que murió.
Y ahí quedó. En un trozo de acera entre una tienda de vinos y una óptica. Paralizado
y a la vista de los parisinos que volvían a sus casas a toda prisa de trabajar, los
paseantes que iban o venían de los restaurantes o los cafés de la zona, los turistas.
Pasaron las horas. Las calles se vaciaron. Robert seguía allí. Y es fácil imaginar que
para los transeúntes era uno más de tantas personas que en París, y en tantas
ciudades de los países del Occidente rico, viven en la calle y a veces uno no sabe si
duermen, o si agonizan.
A las seis de la madrugada del jueves 20 alguien lo vio y llamó a los bomberos.
Demasiado tarde. Habían pasado nueve horas desde la caída. Llegó la ambulancia.
Cuando René Robert, el retratista de Camarón de la Isla y Paco de Lucía, entre otros,
ingresó en el hospital Cochin, fue imposible reanimarlo. La causa de la muerte fue
una “hipotermia severa”, según los bomberos. Es decir, murió de frío.
Su amigo Michel Mompontet, periodista, lo describe así en vida: “Era discreto. Muy
atento a los demás, divertido, pero era un hombre de pocas palabras. Hablaba en voz
baja. No le gustaba mucho hablar, como a muchos fotógrafos. Siempre llevaba
sombrero. Durante años llevaba siempre el cigarrillo en la boca, luego lo dejó. Muy
elegante, en plan flamenco, con el pañuelito de lunares. Era esa elegancia tanto
moral como física. Al verlo te decías: ‘¿Quién es este señor? ¿Será alguien?”.
Mompontet, que está casado con una española, lo había conocido a finales de los
ochenta. Ambos eran asiduos de los conciertos de flamenco en París: Camarón, Lole
y Manuel, Enrique Morente, Paco de Lucía... ”Aquel señor bajito y discreto siempre
estaba con los artistas, era amigo de ellos y les sacaba fotos”, recuerda Mompontet.
“Como era muy amigo de Paco de Lucía, por ejemplo, para nosotros, que teníamos
veinte años, él era una manera de acercarnos a los artistas. Lo divertido es que él
apenas hablaba castellano, lo chapurreaba, pero los artistas lo entendían, era un
idioma curioso, mezcla de francés y español que no era ni francés ni español”.
René Robert, aquel hombre discreto y elegante, los conocía bien, a los cantantes,
guitarristas y bailaoras. Llevaba fotografiándolos desde los años sesenta, cuando
descubrió el flamenco en un antro de la rive gauche que habían
frecuentado Picasso y los españoles de París. El local se llamaba Le Catalan.
Pequeños y grandes, artistas de medio pelo y genios del cante jondo desfilaron ante
su cámara. Siempre en blanco y negro. “En el blanco y negro hay un lado trágico que
me parece más adaptado al flamenco que el color”, diría en una entrevista con la
publicación Musique Alhambra. En la misma entrevista, y a la pregunta sobre qué
buscaba en sus fotografías, respondía: “Espero los momentos fuertes, cuando la
expresión está en su apogeo (...) Es el lado extremo de los flamencos lo que me
impresiona”.
Por último, Mompontet cuenta que, después de unos días de búsqueda, encontraron
a la persona que sí se fijó en René Robert en el suelo y llamó a los bomberos. Eran
un sin techo del barrio y no ha querido que se dé a conocer su nombre.