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Isaac ⚔ Espinosa
Capítulo 1
LA HERIDA
Capítulo 1
Había llegado el día tan esperado para los hermanos Aod y Caleb, un par
de jóvenes de ojos y cabello café. El menor de los dos cumplía la mayoría
de edad y ahora podían saldar una promesa que se hicieron desde niños:
Ir juntos a la clínica del gobierno y ponerse la inyección potenciadora que
les cambiaría la vida para siempre. Ellos la necesitaban para ser tan
fuertes como las otras dos razas que habitaban en su mundo o, por lo
menos, hacerles la competencia en esa cualidad y no quedarse con la
débil naturaleza humana, necesitaban esto porque esos jóvenes tenían
una misión que se habían propuesto cumplir. Desde muy temprana edad,
los dos hermanos se hicieron el juramento de que algún día encontrarían
a sus padres y que no descansarían hasta lograrlo. No sabían dónde
buscar ni a lo que se iban enfrentar, pero estaban seguros de que
necesitarían cambiar sus debilidades humanas. Por esta razón el
inyectarse era el primer paso para conseguir el objetivo de reunirse con
ellos.
Los hombres que irrumpieron en la clínica llevaban con sigo unas grandes
y brillantes espadas, muy hermosas y extrañas a la vez. Aod quedó
impactado al ver aquellas armas y sus ojos no podían apartar la mirada de
ellas. Eran espadas de doble filo y por lo que alcanzó a apreciar, la espada
era de una sola pieza. La empuñadura era la continuación de la hoja
pasando por la guarnición y por cierto, el grosor de la hoja de metal era
muy amplio.
Mientras pensaba en esto sintió una mano que le agarró el brazo con una
fuerza sobrehumana y que lo jalaba; era la enfermera que tenía piel y
cara de insecto, que notablemente estaba desesperada por aplicar aquella
inyección en la mano derecha del joven. El metal de la aguja atravesó la
piel, pero justo en ese momento, la espada de uno de esos hombres
misteriosos, le entró primero, directamente en el pecho, atravesándolo.
Los dos hermanos, Aod y Caleb, siempre habían sido muy buenos en las
artes de combate, siempre las practicaron juntos, pero a pesar de eso, no
eran competencia frente alguien de alguna otra raza, si a caso, esos
entrenamientos servían para escapar o salvar el pellejo, pero no más, por
eso buscaban potencializarse, sabían que era necesario para
reencontrarse con sus padres, de los que fueron arrebatados cuando eran
niños.
Por esta razón eran tan exitosas las inyecciones potenciadoras para los
humanos. Las sustancias que contenían, podían modificar los cuerpos de
los humanos, dándoles más fuerza, agudizando los sentidos,
incrementando los músculos y dotándolos de súper velocidad y muchas
otras ventajas que los ayudaban a competir contra las otras dos razas. La
raza angelical (a la que pertenecían los demonios) era la más poderosa de
las tres razas, no se involucraba en ningún puesto del gobierno. Eran altos
y orgullosos. Casi nunca se les veía porque no les gustaba la convivencia.
Los de alto rango llegaban a tener poderes metafísicos y la capacidad de
transitar entre dimensiones. Por su parte, la raza bestial tenía rasgos
humanoides combinados con cuerpos de bestias, entre ellos había
minotauros, centauros, sátiros, troles, hadas, duendes, quimeras y seres
de este tipo. La mayoría de ellos eran más fuertes y poderosos que los
humanos, pero no tanto como los ángeles.
El misterioso guerrero sacó la espada del pecho de Aod y giró para asestar
un sablazo sobre la enfermera, quebrándole así la cabeza y salpicando
todo de jalea verde. Inmediatamente intentó dar una estocada a Caleb
con la finalidad de atravesarlo también, pero no fue efectivo gracias a la
reacción evasiva del muchacho, así que solamente lo hirió.
Capítulo 2
Aod estaba tendido en la cama, por un instante pensó que todo había sido
un mal sueño, pero al mirar hacia su pecho y ver la gran herida se esfumó
esa idea. No entendía cómo era posible que siguiera con vida después de
que una espada le atravesara. La marca ahí estaba, cruzando su pecho de
arriba abajo, estaba sanando. Ya no estaba abierta sino que estaba
cicatrizando. No sabía cuánto tiempo había estado inconsciente,
seguramente mucho porque le dolían las articulaciones de tanto que no
las movía. Comprobó en un reloj-calendario digital que, además de que
era de noche, que había estado dormido siete días.
Se incorporó hasta quedar sentado sobre la cama, se sentía mucho más
ligero, como si le hubieran quitado un gran peso de encima. A pesar de lo
grande que era la herida, no le dolía ni le incomodaba. La podía presionar
con sus dedos y no le causaba ninguna molestia.
Pero tenía una extraña sensación. Todo le parecía diferente. Ahora veía
con un gran contraste el mundo a su alrededor. Los colores eran más
vivos, pero también muchos objetos ahora eran mucho más obscuros de
lo que recordaba.
Preguntó a las persona del edificio si alguien había visto a Caleb, pero le
decían que no. Decidió ir personalmente a los lugares en busca de su
hermano o de algunas respuestas, pero sólo surgieron más dudas. Aod
podía notar que todos en la calle, sin importar la raza, se le quedaban
viendo con notable enojo, parecía que se contenían para no atacarlo.
El jefe de Aod era un hombre con cara de pocos amigos, portaba una
mueca que le hacía tener un ojo entre cerrado. Era un hombre ancho y
pequeño con una voz muy gutural. Sobra mencionar el pésimo genio con
el que vivía y hacía vivir a sus empleados, además de que era un cacique,
abusivo y tramposo que siempre veía la manera de beneficiarse de sus
trabajadores sin pagarles lo que era justo.
Aod se echó a correr sin entender el enojo tan exagerado del que fuera su
jefe. Era cierto que Labán era malhumorado, pero salir con un arma a
dispararle ya era demasiado. Algo muy similar pasó en todos los lugares a
los que iba. El sistema no lo reconocía. Tampoco podía comprar nada, ni
acceder a ningún servicio del gobierno y donde quiera que lo intentaba lo
corrían violentamente. La confusión crecía en Aod, pero no era lo único
que aumentaba. La hostilidad de los demás hacia él era cada vez mayor,
llegó a pensar que la molestia de los demás se debía al brillo que irradiaba
su piel. Sin embargo, no lo veía muy probable porque de día era casi
imperceptible. Durante esos días de incertidumbre en los que buscaba en
las calles algún indicio de su hermano, pudo percatarse de algo muy
importante. Todos los hombres o (por lo menos la mayoría) iban
acompañados de algún tipo de demonio, mismos que ejercían una fuerte
influencia sobre ellos, les daban órdenes de lo que debían hacer o decir y
siempre los humanos obedecían, como títeres.
Aod se preguntó si esto había sido así antes, porque no recordaba una
sujeción tan marcada de los humanos a los demonios. De hecho, los
demonios se caracterizaban por ser muy huraños, debido a su gran
orgullo, evitaban relacionarse con las demás razas y en especial con los
humanos. En realidad se les veía poco. Creían que los hombres eran
despreciables. El mundo que Aod recordaba antes del incidente de la
clínica, era un mundo en donde los humanos eran independientes y
convivían con las demás razas, donde él no era odiado por los bestiales ni
desdeñado por muchos humanos, como ahora estaba experimentando y
tampoco existía esa extraña conducta entre humanos y demonios.
La bestia era muy fuerte y tan grande que abarcaba lo ancho del callejón.
Aod no tenía ninguna posibilidad, pero nuevamente sucedió algo
inesperado. Antes de que la bestia le propinara la estocada, un gran
guerrero apareció para interponerse.
Era muy alto, y tenía una armadura blanca impresionante, con adornos
dorados, que lo hacían parecer de la realeza. No pisaba el suelo, sino que
estaba suspendido por encima de él. Llevaba con sigo una gran espada de
fuego y de la espalda le nacían unas poderosas alas intimidantes, tenía
grandes aros plateados que giraban a gran velocidad y lo envolvían. El
monstruo se echó a correr para empalar a Aod, pero se estampó contra
uno de esos aros giratorios que envolvían al ángel. La bestia voló
rechazado por los aíres como si hubiera recibido una gran descarga
eléctrica. De hecho, salieron rayos cuando el rino-troll chocó contra los
metales giratorios.
Enseguida sucedió algo inexplicable para Aod. Dos de esos aros de plata
que envolvían al ángel giraron muy rápido, uno de ellos de arriba a abajo
y otro de abajo hacia arriba, parecido a unos párpados cerrándose y en un
instante, ya era de noche. El ángel ya no estaba y Aod se encontraba solo,
parado en medio del callejón.
Le sorprendió ese tono de voz, tenía días que no escuchaba que alguien
fuera amable con él. Igual de inesperado le pareció que lo llamara valiente
cuando se encontraba aterrado. Cuando giró su rostro se desconcertó al
ver a Jokmá, una viejecita que mendigaba por esa calle desde antes de
que Aod llegara al vecindario, todos la tenían por despreciada y loca.
Alrededor de ella giraban muchas leyendas, pero nadie daba importancia
para comprobarlas.
Por su edad ya caminaba encorvada, pero se movía con firmeza, tenía una
sonrisa contagiosa y sincera. Su pelo blanco entrelazado con trenzas, su
rostro lleno de arrugas y unos ojos pequeños pero centelleantes. Vestía
con tantos abrigos viejos que daba la impresión de que pesaban más que
ella misma y caminaba con su bastón en mano.
Cuando Aod volteó a verla hubo algo que notó y que le perturbó
profundamente. Su rostro irradiaba ese mismo resplandor que notó en sí
mismo al mirarse al espejo.
-¿Por qué pregunta señora? - Respondió Aod ásperamente intentando
disimular su sorpresa. Sabía que algo especial se escondía detrás de la
pregunta de la anciana.
-Pues te veo más limpio y supuse que por fin te diste un buen baño.- Dijo
la anciana con una sonrisa pícara- Dime ¿pudiste escuchar al agua?
Aod miró al rededor y no vio nada sospechoso ni a nadie que les espiara,
pero dio las gracias y se apresuró a entrar al gigantesco edificio tal y
como lo dijo la anciana.
-Cuando entierres la última espada de esta era, estarás con uno y estarás
con el otro.
Aod volteó a ver la espada, pero los herreros ya tenían muchas más
espadas inspiradas en la del Rey de los Reyes.
Capítulo 3
JOKMA
Capítulo 3
Tenía razón nuestro joven amigo. Una espada como las que había en La
Historia de Todas las Cosas le había atravesado el pecho. Eso trajo algo de
coherencia en su vida. Dejó de pensar que fueran mentira los supuestos
mitos de hombres misteriosos que tienen espadas asombrosas, ahora
pensaba que eran completamente reales y que de alguna manera, su vida
estaba girando en torno a esto. Comprendía que la desaparición de su
hermano y el encuentro con sus padres estaban directamente
relacionados con esa historia y con enterrar en algún lugar una espada.
Mientras pensaba en estas cosas, otro pensamiento igual de importante le
llegó a la mente.
Llevó sus manos a su cabeza y se esforzó por recordar dónde había tenido
antes un encuentro con una de esas espadas.
¡Claro! ¡No puede ser! - gritó mientras abría la puerta de la regadera, sin
esperar a que ésta terminara de vaciarse, provocando, así, una gran
cantidad de agua inundara su cuarto.
-¡Deténgase!
Este gran robot tenía las facultades no sólo para moverse con sus patas
arácnidas, sino de alinearlas y compactarse hasta tomar la forma de una
gran rueda. Estando así, giraba sobre su propio eje para avanzar grandes
distancias a gran velocidad. Usaba un sistema avanzado de nivelación y
equilibrio para nunca caerse. Ideal para persecuciones. Mientras andaba
en esa forma, las metralletas quedaban descubiertas de ambos lados para
poder disparar en cualquier momento.
Había como siete de ellos iluminando al joven con sus potentes luces que
le dejaban deslumbrado. Nuevamente se escuchó la voz robótica:
Aod avanzaba a gatas para cubrirse de los disparos, lo hacía entre los
desechos que habían quedado de cuando la casa funcionaba como
basurero. Todo se desmoronaba a su alrededor.
Corrió hacia el metal que emitía el brillo, era una espada como la que
llevaba él Rey de los Reyes y como la que usaron los hombres que
irrumpieron en la clínica, definitivamente era la espada que recordaba.
Estaba en un tahalí magnético que colgaba de la columna. El tahalí era
una correa de cuero, con una placa metálica. La espada se mantenía
pegada a esa placa con magnetismo. Cuando alguna mano tomaba la
espada, se rompía el efecto del magnetismo que mantenía unidos ambos
metales, permitiendo así que el espadachín pudiera desprender el arma y
usarla.
A Aod no le quedaba otra opción más que avanzar hasta encontrar una
alcantarilla que saliera a la calle. Para no variar, su GPS no funcionaba
bien desde el incidente en la clínica, así que tomó una breve pausa para
orientarse y corrió en dirección a su departamento.
Aod llegó al pequeño cuarto en donde estaban las escaleras que daban al
exterior, subió a toda prisa, pero antes de que pudiera salir a la calle, el
monstruo le pescó la pierna con una de sus patas y lo azotó contra el piso.
El joven se puso de pie enseguida, empuñó la espada y la apuntó contra el
gran gusano, éste hizo una pausa, retrocedió un poco y se quedó al
acecho, como estudiando a su presa. Estuvieron frente a frente durante
algunos segundos que parecieron horas. El zumbido de la nube de
insectos que rodeaba a la bestia aturdía hasta la desesperación.
Una lluvia de balas pasaba zumbando junto a sus oídos, misma que
despedazaba los troncos de los árboles alrededor. Aod llegó a un pequeño
puente peatonal que se elevaba por encima de un riachuelo y saltó para
ocultarse debajo. Aunque sabía que era muy improbable, esperaba que
sus perseguidores pasaran de largo, porque él ya no podía seguir
corriendo, estaba exhausto.
-¡Ah! Me gusta venir aquí todos los días antes de que amanezca para
escuchar la voz del agua - respondió ella con la sonrisa que la
caracterizaba - En este lugar oculto, nadie te molesta y se puede poner
atención. ¡Oh mira, qué bella espada llevas contigo! Supongo que pudiste
escuchar la Historia de Todas las Cosas
Jokmá tomó del brazo a Aod, que estaba muy sorprendido. Caminaron
lentamente frente a los robots pero éstos seguían desconcertados.
Milagrosamente pasaron frente a ellos y no les hicieron nada. Ya afuera
del parque, sin robopatrullas persiguiéndolos, andaban a paso veloz.
Jokmá puso su mano sobre una herida en el brazo del joven que le había
hecho el roce de una bala, ella comenzó a decir unas palabras extrañas.
Aod sin entender que hacía preguntó:
-Fue gracias al abrigo que me puso cuando estábamos bajo el puente que
no nos vieron los robopatrullas ¿Verdad?
-No los sé, supongo que sí - respondió la anciana mientras tenía su mano
sobre la herida de Aod - Eso fue lo que me dijo el Rey de los Reyes que
hiciera cuando tú llegaras.
-Me da mucho gusto ver que ya tienes tu espada, supongo que también
pudiste escuchar La Historia de Todas las Cosas - dijo ella.
-Pero esa historia ¿es algo real o sucedió alguna vez, o no es más que una
alucinación?
-¡Oh! Joven amigo, sucedió, y tan sucedió que sólo a través de ella te
puedes explicar lo que sucede y lo que existe.
-¿Atravesados?
-Sí, así se nos llama, o dime ¿qué te pasó en el pecho? A Aod le vino de
inmediato a la mente la tarde en la clínica del gobierno, cuando el
espadachín le encajó la espada.
-Sí, es cuando el Rey de los Reyes nos recoge de este mundo y nos lleva a
donde está Él, en las tierras lejanas, más allá del mar de cristal. Lo mismo
que le pasa a los niños cuando sus cuerpecitos por alguna razón no
pueden seguir viviendo. Ese mismo fenómeno les pasa a los atravesados
aun siendo adultos. Los niños y los atravesados cruzan el portal de la vida
para llegar a donde está el Rey.
-¿Y por qué sólo nosotros podemos oírla?- siguió preguntando él.
Aod recordó lo que vio en La Historia de Todas las Cosas. Que en esas
espadas estaba el espíritu del Rey de los Reyes y que una de ellas le había
atravesado el pecho. Concluyó que técnicamente tenía razón la anciana.
La mujer achicó sus ojos y lo vio como escudriñando la mirada del joven,
como si detrás de su pupila se encontrara el sentido de las palabras que
acababa de soltar. Después de torcer la boca para hacer una mueca, le
dijo:
-Eso significa que el tiempo es corto y que el final está cerca. Mira joven -
le miró con ternura - hay muchas cosas que aún tienes que escuchar del
agua, son tantas que La Historia de Todas las Cosas nunca termina. No
significa que no tenga un final, sino que tiene tanto detalle, como estrellas
hay en el cielo. En esta vida no podríamos conocerla toda y aunque sí hay
una base que todo atravesado debe saber, a cada uno de nosotros
nuestro Rey nos revela aspectos particulares, detalles específicos de esa
gran historia.
-¿A usted que le ha revelado que a mí no? - preguntó Aod con curiosidad.
-Tu sólo has escuchado una vez la historia, yo en cambio llevo muchas
décadas escuchándola casi a diario, créeme que hay muchas cosas que yo
sé de esa historia que tú no. Pero no conviene que te cuente lo que yo he
oido de la Voz en el agua, porque tu oído se podría hacer torpe para
escucharla por ti mismo, y todo atravesado tiene la obligación de saber
escuchar. De hecho hay atravesados que han desarrollado la habilidad de
poder escuchar el agua en la humedad del ambiente.
-Está bien - Aod se resignó a no preguntarle más sobre el tema, pero tuvo
curiosidad sobre una pequeña leyenda de su infancia que se contaba a los
niños sobre Jokmá - Entonces dígame una cosa y ya ¿Es cierta la leyenda
de que a veces vienen cuervos y le traen comida?
-Eso sólo paso unas cuantas veces, pero te puedo contar sobre una alforja
que una vez me regaló uno de los más grandes espadachines que ha
caminado, su nombre era Nabí. Esta alforja es poderosa, porque siempre
que metas la mano podrás sacar unos panecillos blancos, redondos que te
mantienen sano y te dan energías.
La anciana fue a la cocina y trajo esa alforja. Metió la mano y como dijo,
sacó un panecillo y se lo dio al chico.
-Tengo que quitarte un pequeño arroz aquí adentro - dijo ella mientras
cortaba en la parte interna del bíceps - Se lo ponen a todos los que nacen
en la ciudad, este granito sirve para que sepan dónde estás.
-Listo, ya puedes quitarte el abrigo. - Dijo ella. Aod así lo hizo, después, la
mujer le sujetó con fuerza la cara y le hizo otra herida en la ceja.- Este
corte es para evitar que sepan quién eres - dijo la anciana como para sí,
mientras hacía su labor con mucha precisión.
Jokmá sabía que bastaba una cicatriz en la ceja para anular esa tecnología
y aunque el chico se quejó como cualquiera, ya le había tomado confianza
a la ancianita, y accedió de buena gana.
Aod se despertó del sueño como si éste fuera una burbuja que alguien
hubiera pinchado. En realidad el sonido que le despertó fue una bala que
entró en la casa y que pulverizó la fuente. Inmediatamente vino una lluvia
de balas. Eran los robopatrullas que de alguna forma se habían enterado
que ahí estaba escondido su prófugo. Al igual que sucedió con la casa de
sus padres, en cuestión de segundos, la balacera estaba convirtiendo la
vivienda de Jokmá en morones. El joven buscó a la anciana en medio del
tiroteo. La vio agazapada en un refugio improvisado, el ataque la había
tomado por sorpresa y fue herida gravemente. Aod se le acercó pecho
tierra y la intentó levantar para que salieran de ahí, pero la anciana no
quiso.
-¡Por supuesto que no! Y menos cuando esto que está pasando es por mi
culpa.
Después de decir esto, la anciana le dio la alforja de los panes y una bolsa
con muchos denarios.
-¡No! – dijo Jokmá - Para que el bolso te dé Kestos no debe tener nada
adentro.
LA ESPADA
Capítulo 4
Aod se convirtió en un peregrino que, sin saber hasta dónde tendría que
llegar, avanzaba sin más instrucción que la de ir hacia el Oriente. Llegaba
a un poblado, se hospedaba un par de semanas a lo mucho y retomaba su
camino.
En contraste, veía con amor a los humanos, aun cuando ellos también se
comportaban hostiles. Este sentimiento de empatía por los de su raza era
nuevo, inexplicable y cada día crecía más.
Una tarde se puso una túnica larga y debajo escondió la espada para
pasar desapercibido. Se cubrió la cara con la capucha y se fue al mercado
del pueblo decidido a atravesar a alguien.
El guarda era un demonio como de dos metros y medio, su cara era como
el cráneo de un gran pájaro pero sin ojos en las cuencas. Su atuendo era
una gran tela de piel de gallina que le quedaba huanga. Llevaba dos
grandes cimitarras colgando a cada lado de su cintura. Portaba por encima
de su vestimenta unas protecciones, que sin llegar a ser una armadura
completa, le cubrían hombros, brazos y piernas.
Aod era mucho más rápido que su adversario, pero el extraño no daba
tregua y se empeñaba en cobrárselas matándolo. Después de tantos
intentos, el hombre logró hacerle una cortada en el rostro, así entendió
Aod que aquella persona no iba a desistir hasta liquidarlo, entonces
empuñó con fuerza su espada para combatir en serio.
¿Qué tipo de espada es esta, que puede rebanar en dos a una tonelada de
aluminio (como lo hizo con el robot) pero que no le causa ni un moretón a
una persona? - se preguntaba - ¿Cómo voy a atravesar a alguien con una
espada así? - seguía pensando.
Así pasaron los días y Aod siguió su marcha, recorría kilómetros, pasaba
por pueblos, se hospedaba en ellos por algunos días y luego seguía. Se
alimentaba del "Kesto" que le daba su alforja y el panorama no cambió
durante algún tiempo.
-Hola, soy Aod - respondió, con gusto y con una gran sonrisa - No sé qué
haces aquí, pero te atravesé el pecho con mi espada - lo dijo con una gran
emoción.
El tipo volteó aterrado hacia abajo para corroborar lo que acaba de oír, y
en efecto, una gran herida le cruzaba el tórax. Se espantó tanto que
empujó a Aod y se echó a correr.
Aod que había caído al suelo, se paró tan rápido como pudo y comenzó a
perseguirlo. Mientras corría pensaba en lo imprudente de su explicación y
se lamentaba. Nunca pudo darle alcance, cuando lo vio alejarse le gritó
con todas sus fuerzas para asegurarse de que al menos lo escuchara.
Aquel suceso puso muy feliz a Aod y recobró las ganas de intentar
atravesar a alguien más, después de ver que su espada sí funcionaba,
pero pronto redescubriría que no era tarea fácil, sino todo lo contrario y
que, además, era muy peligroso. Todos los hombres andaban siempre
armados con sus espadas y cada vez que el joven intentaba atravesar a
alguien terminaba enrolándose en un combate. Obviamente nadie se
dejaba traspasar el pecho y todos veían una grave ofensa en las
intenciones del muchacho. Además de la desconfianza y la actitud hostil
de los humanos, que no ayudaban en nada, el mayor obstáculo en la
misión de Aod era la opresión de los demonios sobre los hombres y su
influencia, eran ellos quienes alertaban a los humanos para que no se
dejaran sorprender.
La raza angelical, que desciende de Apolión, era poderosa, el Gran Rey les
había dado la fuente de la fuerza. La raza humana, descendente de
Gómer, más bien era débil, pero a ellos se les había concedido la fuente
de la vida.
Apolión creía que el Rey de los reyes exageraba con su aprecio hacia a los
hombres, y que no valoraba la gran fuerza y el poder que tenían los
ángeles.
Apolión les propuso a todos los humanos una solución, que él mismo les
daría de la Fuente de la fuerza. El pueblo entero exigió a Gómer tomar la
oferta, y el rey de los hombres, aun cuando sabia muy bien que eso era
traicionar al Rey de los reyes, accedió a vaciar un poco del agua de la
fuente de la fuerza en la fuente de la vida. Los hombres pensaron que así
serían provistos de fuerza y poder, pero lo que sucedió fue que la fuente
de la vida se contaminó y todo el reino del hijo-rey bebió del agua
envenenada.
SAFER
Capítulo 5
Saliendo del pueblo comenzó a dejar atrás las casas que estaban a la
orilla, y habiéndose alejado como trescientos metros de la última vivienda,
escuchó una voz jadeante que venía tras de él.
Era aquel hombre que hacía unos días estaba siendo humillado delante de
su familia y que había sido atravesado por Aod. Tenía el pelo rubio,
cortado al frente por encima de las cejas y debajo de ellas dos ojos claros.
Tenía estatura media y espaldas anchas lo mismo que sus brazos. Poseía
manos muy gastadas por usarlas en su oficio. Su voz y sus modales eran
sencillos pero amables.
Cuando Aod escuchó que Safér había logrado oír al agua y hablar con el
Rey Kurios, sintió en su corazón una gran alegría.
Aod accedió con mucho gusto, además no se podía negar, obviamente era
una instrucción directa de su propio Rey. Los dos hombres fueron juntos a
casa de Safér donde su esposa, una mujer algo robusta, de sonrisa tímida
y semblante preocupado, les esperaba con una deliciosa comida. También
estaba su pequeño hijo y otro joven alto, como de la edad de Aod, que
evidentemente había heredado los fuertes brazos de los herreros y en
general, el genotipo de su padre. Era Martín, el hijo mayor.
-Aod ¿sí es tan pesada? - preguntó Safér sin quitar su cara de asombro.
Para nada, me extraña lo que están diciendo, de hecho yo diría que no
hay otra espada tan ligera como esa.
Para sorpresa de todos, el niño pudo levantarla con la misma facilidad que
su padre. Fue entonces que a Safér y a Aod les llegó el mismo
pensamiento. La esposa y Martín tenían que ser atravesados también, sin
embargo, no hablaron de eso hasta más tarde.
Esa noche trabajaron en la réplica de la espada, mientras gustosamente
compartían lo que sabían de La Historia de Todas las Cosas. Aod platicó de
Jokmá (aunque no reparó en describirla físicamente), de la misión de
enterrar la última espada y de la necesidad de caminar hacia el Oriente,
también hablaron sobre el suceso de la espada en la sala.
- Sí, pero supongo que lo pudo hacer porque es un niño - concluyó Aod-
Al parecer los niños y los atravesados tiene algunas cosas en común.
-¿En serio?
- Sí, ¿has visto como se ilumina un niño cuando muere? Pues le pasa lo
mismo a los atravesados - explicó Aod y le puso como ejemplo a Jokmá.
Sáfer recordaba su vida deplorable, pero poco del demonio que les
esclavizaba. Las cosas se aclaraban a medida que Martín le platicaba y
mientras lo hacía caía en cuenta de cuál era su antigua su condición.
Al final de la velada, Safér había hecho seis espadas. Era asombroso que
hubiera hecho tantas en tan poco tiempo, parecía que trabajaba con la
fuerza y la destreza de alguien más grande.
Aod tuvo curiosidad de aquel anuncio y quiso ir, Safér lo acompañó a ver
de qué se trataba.
- Sin embargo, compañeros hay una noticia muy importante que deben
saber. El Semejante ha descubierto una conspiración secreta de otra
dimensión. Planean destruir nuestro mundo. ¡Sí compañeros!, así como lo
oyen. Un gran ejército quiere abrir un portal hacia nuestra dimensión y
tomarnos por sorpresa, quieren acabar con nosotros, matarnos y
esclavizarnos. ¡Ah! ¿No me creen? miren esto:
-¿Lo ven? -continuó el mago- Estos videos son prueba suficiente para
saber que lo que dice nuestro amado gobernador es cierto, pero no se
preocupen compañeros, El Semejante está con nosotros y nunca permitirá
que algo malo nos pase. Él está preparando un gran ejército para hacerles
frente y protegernos de sus perversas intenciones. Pero compañeros,
hagámosle un favor y también a nosotros. Debemos potencializarnos lo
antes posible porque para esta guerra que se ha de desatar, es muy
importante que ustedes estén capacitados con súper poderes. Así que
pasen a apartar su lugar en los cubículos de registro que están ahí -
Barsebas los mostraba con la mano.
Pero una cosa más compañeros, y no es para que se asusten, pero tengo
que advertirles que estos sujetos misteriosos como los que se pueden ver
en los videos andan entre nosotros. ¡Sí! compañeros, tenemos reportes de
que algunos están en este pueblo. Son espías, hombres muy peligrosos.
Por eso, el magnánimo Semejante, con la intención de mantenernos
protegidos, nos ha traído estas dos robopatrullas - Barsebas presentó dos
máquinas iguales a las que persiguieron a Aod cuando fue por su espada -
. Si alguno de ustedes ve a un hombre extraño que no sea de este pueblo,
o alguna espada rara, aléjense y no dude en venir a dar aviso a las
robopatrullas y ellas se encargaran del invasor.
Aod entendió que tenía que marcharse cuanto antes de aquel poblado.
Ahora lo estaban buscando también ahí. Sin duda, cualquiera que le viera
daría aviso a los robo- patrullas.
-Amigo, - respondió Safér con una pequeña sonrisa- creo que ahora yo
estoy en más problemas que tú, tengo seis de esas espadas en mi casa y
una es mía. Mira, yo no sé si seamos espías de la conspiración esa que
dicen, sólo sé que mi Rey me dijo que necesitaba hacer esas espadas.
No creo en lo que dicen estos tipos. Cuando hablé con el Rey de los reyes,
todo mi ser sabía que Él era el verdadero. Así que si he de buscar
respuestas las buscaré en el agua-. Safér señaló con su mirada hacia la
fila de pre registro-. Mira cómo los demonios llevan a los humanos para
que se pongan ese chip. El gobierno nunca hizo nada por liberarme del
demonio que estaba sobre mi familia, y ahora los demonios mismos
simpatizan con lo que dice Barsabas. No sé, Aod. Esto no me gusta nada.
¿Cómo voy a deshacerme de esas espadas, cuando es a través de ellas
que los hombres pueden ser verdaderamente libres? Por eso no puedo
creer que el tal "Semejante" esté preocupado por protegernos.
-No es tan sencillo, necesito platicarlo con mi mujer. Por otro lado, si
tengo esas espadas, creo que es mi deber entregarlas, primero voy a ir
con el que me platicaste que atravesaste antes que a mí, creo que lo
conozco.
Aod regresó a casa de Safér por su espada y su alforja que ahí había
dejado, pero al llegar notaron que algo no estaba bien, la cerradura de la
puerta principal estaba abierta. Entraron cautelosos a la vivienda y la
esposa de Safér estaba sentada en la sala con una cara muy angustiada.
Tras cerrarse la puerta, un gran troll salió detrás y con unas manos
enormes tomó por la cabeza a Aod y por debajo de los brazos a Safér. Les
examinó de cerca el rostro y después de reconocer la cicatriz en la ceja de
Aod, aventó al otro hombre.
-Te encontré - dijo el troll con una voz gutural- Ahora me darán la
recompensa -terminó vociferando unas risas que más parecían ronquidos.
LA ARMADURA
Capítulo 6
A pesar de lo complicado que era, Aod pudo atravesar a dos más y les dio
la misma recomendación, escuchar el agua. Estaba persuadido de que ahí
el Rey de los reyes les mostraría donde encontrar una espada con su
Espíritu.
Aod pensó que podría ser un atravesado. Lo miró y pudo ver que aquel
extraño tenía una gran espada muy parecida a la suya, pero aun así tenía
un mal presentimiento y decidió acercarse para averiguar. A medida que
avanzaba notó que todos en el lugar se comenzaban a salir, esto le causó
más intriga, mientras parecía que todo a su alrededor se iba
obscureciendo.
-Matarte.
-¿Cómo?
-Te lo explicaré.
El verdadero Aod pudo notar que algo andaba mal. Más que una pelea,
parecía una coreografía perfectamente sincronizada, pues los dos hacían
los mismos movimientos, pero la disputa comenzó a cambiar. Aod
empezaba a ser más lento, y conforme avanzaba el duelo, sus golpes eran
más débiles, su oponente en cambio no se cansaba, ni su fuerza ni su
velocidad disminuían.
El impostor pisó el rostro del atravesado, tomó con sus dos manos el puño
de su espada y la alzó con sus brazos apuntando hacia el pecho de Aod.
Enseguida la dejó caer con toda su fuerza, tenía la intención de clavarla
en el corazón de Aod y acabar con su vida, pero una voz interrumpió justo
a tiempo:
-¡Detente!
A pesar de tener la cara contra el suelo por el pie del impostor, y del
profundo dolor que sentía, Aod abrió un ojo para mirar de quién era esa
voz que le parecía tan familiar. Por un instante creyó que sería un amigo
que venía en su auxilio, pues realmente lo necesitaba. Sin embargo no fue
así. Un demonio apareció simplemente como sí atravesara una puerta
invisible, Aod lo reconoció inmediatamente, el asombro casi le hizo olvidar
su agonía. Era Arjé, su amigo de toda la vida o eso era lo que creyó todo
ese tiempo, pero en seguida entendió, que en realidad era su guarda, el
que lo había gobernado antes de ser atravesado, y quien lo llevó aquella
mañana a ponerse la inyección para potencializarse.
-Hola viejo amigo, ¿te sorprende verme? Te presento a Sárx -Arjé lo decía
con una sonrisa irónica mientras señalaba al imitador-. Yo lo hice. Es un
robot de carne y hueso y digamos que me inspiré en ti. ¿Te gustó?
Arjé estiró su brazo, abrió su mano y una gran bola de fuego se formó
sobre su palma, con todo su odio lanzó la llamarada recién creada contra
Aod. Mientras la bola incandescente surcaba el aire a toda velocidad, Aod,
por puro instinto, cerró sus ojos y levantó su brazo para cubrirse la cara.
Algo que resultaba inútil.
Pensó que ahora sí era su fin. Su mente recordó al Rey de los reyes y las
historias que había escuchado en el agua. Pensó en el regreso victorioso
del gran Rey y una extraña calma y esperanza cubrió su corazón.
Aod se dio cuenta que no sólo tenía un escudo, sino que también estaba
recubierto de una armadura blanca semi mate. Muy sofisticada y
tecnológica, ergonómica y sumamente ligera. Parecía tener un mecanismo
interno (pero en realidad no lo tenía), pues fortalecía y aceleraba cada
movimiento de su cuerpo. Aquella armadura le recubría la parte superior
del torso, los brazos y los ante brazos, las piernas, los pies, las rodillas y
los codos con un material rígido compuesto de varias piezas individuales
unidas entre sí. La parte del abdomen y de la espalda baja estaban
revestidas con una tela especial que era flexible para permitir la
movilidad, pero que se volvía rígida al recibir un fuerte impacto. Esa tela
envolvía el cuerpo de Aod y servía de unión entre la parte superior e
inferior de la armadura.
Con las nuevas fuerzas que le dio la armadura, Aod pudo correr para
agarrar su espada e intentar escapar.
Sárx empezó la cacería. Aod tomó unos segundos de ventaja, pero cuando
huyes a pie y eres perseguido por un robot que no se cansa, no tienes
mucha esperanza.
Aquella casa en la que entró el atravesado, era de las casas que estaban a
las afueras de un pequeño poblado. Aod no miró más que esa vivienda, y
la miró gracias al resplandor de la burbuja luminosa que la envolvía.
ISHIA
Capítulo 7
Era una joven muy bella, con cabello y ojos obscuros, muy hermosos,
tenía rasgos finos, tez morena clara y una dulce voz. Ella se dedicaba a
comerciar telas finas de color púrpura.
-¡Claro! Aod apenas caía en cuenta, ella no era como todas las demás
personas, no era huraña con él, sino que estaba siendo muy amable.
-¿Tú eres una atravesada también? -Sí -respondió con una sonrisa-,
mucho gusto, mi nombre es Ishia.
-Si, el Espíritu del Rey es quien determina el peso que adquiere una
Majaira, pero dime, ¿de qué huías? - preguntó Ishia.
-¡Espera! ¿No te hizo daño? ¿No entró? - Fue lo primero que Aod tuvo en
mente cuando recordó de lo que huía.
-No -dijo ella-, haya sido lo que haya sido, lo detuvo el campo de fuerza
que puse afuera de la casa. Pero, ¿de qué huías? -insistió
-Creo haber oído de esos robots -dijo Ishia-. Son hechos de la persona
que eras antes de ser atravesado ¿no es cierto?-Algo así me dijo su
creador.
-Mira, voy hacia el oriente, no sé bien hasta dónde; pero estoy tratando
de cumplir una especie de misión que le llaman algo así como: "La última
gente”.
-Ahora entiendo, la historia del agua decía algo así, de atravesar a todos
los humanos antes de que Él regresara - dijo Aod.
- Mira, conozco un lugar donde hay puros atravesados como nosotros que
precisamente, desde hace tiempo, también quieren cumplir con esa
misión. Realmente esa tarea es de todos los atravesados pero ahí, en ese
lugar, es donde está la mayor concentración de personas que buscan de
manera muy seria cumplir esa tarea. Sólo que hasta la fecha no saben
dónde está la aldea donde nunca ha llegado una espada del Rey. En ese
lugar perdido es donde está el último de los gentiles.
-¿Cómo, nadie sabe dónde está ese último gentil que tengo que
atravesar?
-No, solo se sabe qué hay una aldea perdida en la que nunca ha llegado
una Majaira. Según los más entendidos en el tema, es en esa aldea donde
se ha de cumplir esa misión y que, a juzgar por lo que dices, te toca a ti
completar.
Aod no pudo pasar por alto la preocupación tan grande que Ishia reflejaba
en su rostro cuando le contaba sobre su madre.
Aod no pensó lo que dijo, porque de haber considerado lo difícil que sería
pelear contra un ser como el que describía la chica, nunca se hubiera
ofrecido a tal rescate, pero a Ishia se le iluminó el rostro de alegría al
escuchar la oferta del joven y se lanzó a abrazarlo por la emoción, pero
inmediatamente se alejó de él muy apenada. Y después de otro silencio
bochornoso, él preguntó:
Ishía había vivido en aquella ciudad de niña con sus padres. Amistades de
su infancia habían sido quienes le avisaron del estado de su madre y de su
paradero, le informaron que ahora moraba en un panteón que
precisamente se encontraba a las afueras de la ciudad.
Ella había lanzado ese grito de sorpresa al reconocer que la mujer que
acababa de llegar, era su mamá.
Estando en medio del círculo formado por los bestiales, por los hombres
con demonios encima y el gigante; ella comenzó a transformarse, se
volvió como de tres metros de altura, su piel se tornó como de anguila
color negro-azulado, le salieron cuatro brazos y un hocico
desproporcionalmente grande, lleno de enormes colmillos, unos cuernos
bastante pronunciados como de carnero y cuatro ojos redondos. Al
parecer no tocaba el suelo sino que flotaba.
Comenzó a hablar con una voz espectral, parecería que eran tres voces
distintas hablando al mismo tiempo.
-¿De qué está hablando? -le susurró Aod a Ishia. El atravesado estaba
muy interesado porque tenía que ver con el cumplimiento de su misión.
-No estoy muy segura -contestó-. Escuché de unos hombres de piedra que
las Majairas no pueden dañar, pero ¿quién sabe?
-Ya no tarda en llegar Kabed -dijo Legón mientras buscaba algo con sus
ojos-, él es un general de alto rango entre los hombres de piedra, le pedí
que se reuniera con nosotros esta noche, aprovechando que estaba de
paso por la ciudad. Se dirige a Amot, a una reunión muy importante, nada
más ni nada menos, que con el rey de los ángeles, con el gran Apolión,
para que nuestra victoria sea inminente. Les quiero presentar al príncipe
de entre los hombres piedra. Si se puede hacer nada para el efecto de
someter al enemigo hacerlo amigo y compañero y que se fue por el orden
normativo como se me ocurre mejor forma para que termine el
campeonato de espera que no te preocupes por eso me hace falta de
entregar y el de la noche del pasado y que no te preocupes por….
LEGON
Capítulo 8
Los hombres que tenían encima demonios con cuernos de venado huyeron
en cuanto se desató la gresca.
Legón pensó que sería divertido ver cómo destrozaban a Aod, pero no
sucedió, el incubus lo había subestimado.
A la voz, el atravesado fue capturado por unas grandes manos con seis
dedos cada una. Era el gigante que lo había atrapado por la espalda, la
fuerza que tenía era igual de grande que él. Agarró a Aod y lo inmovilizó,
haciendo inútiles los esfuerzos de zafarse del joven. El gigante puso al
inmóvil muchacho delante de Legón.
Uno de los cuatro brazos del demonio se transformó en una gran cuchilla
de filo brillante y plateado. Lanzó la navaja a la cabeza del joven que nada
podía hacer, pero el golpe fue rechazado a centímetros del cuello, chocó
contra un campo de fuerza invisible que Ishia había formado para cubrir a
Aod en el momento justo. Entonces Legón comprendió.
-¡Hay una atravesada por aquí! -gritó el demonio al entender lo que
pasaba-¡Búsquenla! -ordenó a los minotauros.
Aod así lo intentó y lo consiguió, le dio un golpe tan fuerte a Legón que
logró separarlo de la madre de Ishia por unos micro segundos. De
inmediato el demonio regreso a la señora y la transformó de nuevo en
monstruo, pero ahora se hizo notablemente más grande y si su voz al
principio parecía la de tres personas, ahora parecía que hablaban diez
personas al mismo tiempo.
-Ishia, esto no está funcionando -le gritó Aod a su compañera-, cada vez
que logro separarlos, Legón se vuelve más grande y fuerte, pareciera que
cada vez son más demonios los que se le meten a tu mamá.
-Tengo una idea -dijo ella-, vamos intentarlo una última vez.
Aunque ahora el Incubus era demasiado grande, fuerte y veloz, Aod, sin
notarlo ni saberlo estaba dotado de una velocidad que le permitía
competir contra un monstruo de esa naturaleza. Así que una vez más lo
consiguió, le dio un golpe lo suficientemente fuerte como para separar a
los siete demonios que ahora habitaban dentro de la mujer y en los micro
segundos que estuvieron separados, Ishia puso un campo de fuerza
alrededor de su madre y cuando los demonios quisieron regresar a ella, se
estamparon como contra un muro.
Sin pensarlo dos veces, Aod atravesó con su espada el portal que envolvía
a la anciana y también le atravesó el pecho a la señora. Los demonios
gimieron de rabia, ya no les pertenecía más la madre de Ishia.
De manera incomprensible para Ishia, Kabed pudo abrir con sus golpes el
campo de fuerza y entrar. Los dos demonios que quedaban peleando con
Aod, huyeron en cuanto la protección se abrió.
Cuando estaban a pocos metros para salir del panteón y parecía que
habían dejado atrás el peligro, una cuadrilla de cinco motopatrullas les
esperaban. El Gobernador las había mandado.
En cuanto vieron a los atravesados abrieron fuego contra ellos sin piedad.
Aod protegió con su escudo a las mujeres de la balacera que se avecinó y
avanzaron hasta resguardarse en una pequeña capilla abandonada.
Aod sabía pilotear esos vehículos. Todo lo que tenía que ver con la policía
y la tecnología militar le gustaba y cuando era más joven tuvo la
oportunidad de pilotear una de esas en una exhibición en su ciudad.
Ishía despertó y al ver que su mamá la mimaba, pudo fundirse con ella en
un profundo e intenso abrazo que durará para siempre en sus corazones.
Era Aod, que después de deshacerse de las demás naves regresó por Ishia
y su mamá montado en la motopatrulla.
-Hija -le dijo con mirada ilusionada y con una gran sonrisa-, he visto al
Rey de los reyes y me dijo que tengo que ir con Él. Mi alma está muy
dañada por albergar dentro de mí a ese ser, ahora necesito ser
restaurada. Me dijo que te espere con él, y yo tengo paz con sólo
pensarlo.
-Está bien mami, ve con él -dijo Ishia con una sonrisa solemne y sincera.
Aod pudo ver a la distancia el destello de luz que causó la partida, dejó de
disparar contra Kebal se dio vuelta y fue por su amiga.
Ella estiró su brazo y al vuelo Aod la agarró para subirla a la nave y huir
de ese lugar.
Una madrugada fresca fue el escenario de un regreso largo y silencioso.
Habían cambiado la motopatrulla por el viejo autofloat de Ishia, pues el
vehículo de la policía podía ser fácilmente rastreado. Mientras viajaban,
tranquilos y sin peligro, Aod rompió el silencio.
No te preocupes, la rescataste -le contestó ella-, sino hubiera sido por ti,
ahora no estaría con el Rey Kurios y probablemente nunca hubiera llegado
con Él. Ella ya estaba muy mal, faltaba poco para que muriera, pero
lograste atravesarla antes de que eso pasara y ahora yo sé que pronto la
volveré a ver. Aod, realmente te lo agradezco.
-Ishia, no entiendo nada -se sinceró Aod-. Un día estoy normal y al otro
día aparece de la nada, un hombre que me atraviesa con su espada. Yo
debería haber muerto, eso pasa cuando te atraviesan con una espada,
pero no. Después, estoy en casa de una amiga y en un instante estoy a
kilómetros de distancia, en un bosque. Además, ¿cuándo un humano
hubiera podido pelear de tú a tú con algo de otra raza? Somos más
débiles y mira mi brazo ¿lo ves?
Fue tanto el llanto de la joven que Aod pudo escuchar la voz del agua:
El Rey de los reyes, fue sólo a la batalla, con sólo una espada, peleó
contra todos los hijos de Apolión a fin de vencerlos y liberar a los hijos de
Gómer. El único hombre sin veneno, Kurios, contra todos los hijos de
Apolión. La oportunidad para acabar con el gran Rey estaba al alcance del
demonio mayor.
El Rey de los reyes recibió un golpe por cada hijo de Gomer que existió,
existe o existirá.
El Rey Kurios con su espada atravesó a cada uno de los hijos de Apolión,
en una dura batalla y no los mató, porque de haberlos matado hubieran
muerto también los hombres a causa de la ligadura que tenían en su
corazón.
KABED
Capítulo 9
-Hola Martín, ¿qué haces aquí? -Aod lo saludó con gusto -te presentó a
Ishia.
-Oye ¿y qué es ese mazo que traes? -Aod le preguntó a Martín por su
herramienta tan voluminosa.
-Bueno Aod, ya vine a cumplir con lo que me dijo nuestro Rey, así que ya
me regreso a mi casa, ¿algo que me quieras decir antes de irme? -
preguntó Martín con cierto nerviosismo.
Aod no tenía nada que agregar pero Ishia sí, y solo le recordó sobre las
armaduras de los atravesados. A Martín le emocionó la idea de portar una,
porque nunca había visto algo parecido. Después de eso se fue.
Kabed aventó a Aod con un golpe hasta la pared. El golpe del hombre
piedra fue tan poderoso que Aod quedo adolorido y aturdido.
Ishia hizo un campo de fuerza sobre el joven para quitarle los escombros
de encima y Kabed le arrojó una roca a ella pero se estampó en la burbuja
que la envolvía y no le causó ningún daño. Kabed sin darle importancia a
la chica, pateó la protección energética que recubría a Aod. La patada le
llegó a la cabeza cuando intentaba ponerse en pie, pero el casco que traía
puesto el atravesado le salvó la vida.
Los campos de fuerza eran inútiles contra ese ser, al igual que las
Majairas. Kabed comenzó a pisotear al atravesado y lo estaba enterrando
en el suelo con cada pisotón, mientras decía con un acento extraño:
-Están locos si creen que voy a dejarlos escapar con información para que
destruyan a mi pueblo. Mi tarea es defenderlos, precisamente, de ustedes.
Era Martín que había regresado. Cuando Kabed reconoció que él también
era un atravesado, aventó a la joven a un lado y ella pudo librar el golpe
de la caída gracias a un campo protector que desplegó a su alrededor en
el momento justo. Con dos zancadas Kabed se le acercó al del martillo,
volvió sus nudillos en picos y le lanzó un puñetazo directo en el pecho,
Martín fue recubierto con su armadura justo a tiempo, pero el impacto fue
tan fuerte que el atravesado salió volando de la casa y se estampó contra
un árbol del jardín.
Aunque el puñetazo de Kabed fue muy duro, Martín estaba emocionado
por su nueva armadura, no era idéntica a la de Aod, pero evidentemente
era de la misma naturaleza.
Martín quedó asombrado, pero pronto recordó a su amigo y fue junto con
Ishia a ver cómo estaba. Aod se encontraba de pie pero muy adolorido y
después de recuperarse un poco, los tres se dirigieron al jardín para a ver
que había sido del que tanto les había lastimado.
-Pero ¿vieron? -dijo Ishia emocionada- Abajo de todas esas piedras había
un humano que atravesó el portal de la vida, eso significa que ahora está
con nuestro Rey. Los hombres rocas son humanos también -lo decía como
quien descubre un gran secreto.
-Pero por supuesto que lo será - a Aod le agradaba mucho la idea-, y ¿tu
padre, ya lo sabe?
Como Martín advirtió, la cabina de esa nave solo era para una persona.
Aod pensó que sería más difícil abrirla pero no tenía seguro así que se
montó en la nave que tanto deseaba y se las arregló para acomodarse en
el asiento del piloto, por que ese lugar estaba diseñado para alguien
mucho más grande qué él, ajustó los cinturones de seguridad y acomodó
el asiento para solucionar el problema. Al prenderla, con la sencillez de un
botón, ni un solo ronroneo dejó escapar aquella máquina. La pantalla del
tablero tenía los datos de Ishia, incluyendo su dirección y el atravesado
concluyó que de seguro esa fue la manera en que Kabed llegó hasta ahí.
La joven y el del martillo, por su parte, se subieron en el vehículo de ella.
-¡Sí!
TABITA
Capítulo 10
Aod comprendió entonces que el robot de carne y hueso había sido quien
dejó la cabina abierta e intervino aquella noche el sistema de la nave para
que se pudiera encender tan sencillamente, sin ningún tipo de
reconocimiento.
La herida que le causó Sárx le ardía por todo el cuerpo. Mientras se habría
paso en lo profundo del bosque, con un dolor igual de profundo se empezó
a molestar con Ishia y con Martín, comenzó a creer que sólo lo estaban
utilizando. Pensaba que si realmente lo estimaban se hubieran detenido a
buscarlo y se preguntó cuál era la razón de ir con todos los atravesados
para cumplir la misión de atravesar al último de los gentiles, esa misión
era para él.
-¿Estás perdido?
Era Sárx, ahora llevaba una armadura negra y un casco que le cubría el
rostro pero, su voz y sobretodo su espada eran inconfundibles. Aod había
caído en una trampa ilusoria orquestada por su doble, la herida que su
espada le había causado cuando viajaba en la nave, le inyectó una especie
de veneno o de hechizo, que surtió efecto cuando Aod sintió amargura por
sus amigos.
Sárx caminó por el gran salón hasta llegar a una palanca, la jaló y se
accionó un mecanismo que estiraba las cadenas que tenían cautivo a Aod.
El atravesado fue arrastrado hasta que su espalda quedó contra una gran
pared, con los brazos completamente estirados, no podía moverse, estaba
a merced de su captor.
Una vez más, la joven, aunque a la distancia, protegió a Aod, ella sólo
tenía que pensar en el atravesado, o en cualquier otra persona, para
formar la burbuja energética a su alrededor.
A Sárx no le quedó más remedio que irse de ahí muy frustrado, dejando a
Aod apresado.
Durante ese tiempo pudo recapacitar sobre su error, reconoció que era su
culpa estar en esa situación. Nada de eso hubiera pasado de haber viajado
con sus amigos, en lugar de querer volar en aquella nave.
Una mañana, uno de esos cuervos se paró sobre una enredadera que
estaba arriba de Aod, y la tiró. Toda cayó sobre el atravesado golpeándolo
y tapándolo por completo.
-Sí -se escuchó la voz del Troll- ¿Tú traer metal, ya?
-Sí, ahí está ¡Ay! mi amo - se lamentó el humano - Mira que temerle a lo
que pueda hacer esa mujer, mi señor dice que ella no ha escuchado la
canción lo suficiente. ¿Por qué tenía que llegar cuando estábamos a tan
sólo diez noches de la "gran noche del sueño"? ¡Qué fastidio tener que
cargar estas rocas!
Pasados algunos días Aod tuvo otra visita. Una mañana, cuando el sol ya
había salido hacía un par de horas, otro cuervo irrumpió en aquel viejo
recinto y como de costumbre traía un poco de comida, pero esta vez, en
lugar de llevar el alimento hasta la boca de Aod, lo dejó caer en el suelo,
después se paró en las enredaderas que cubrían al prisionero.
-¡Hey! Cuervo, no seas sonso -le decía Aod que moría de hambre.
Era una niña como de siete años con pelo castaño y ojos grandes color
café. Llegó corriendo al gran salón de aquel viejo recinto persiguiendo al
pájaro, cuando miró la comida en el suelo le lanzó una suerte de reproche,
como cuando una niña regaña a sus muñecas.
-¿Así que simplemente vienes a tirar aquí la comida que te doy? Oye,
pensé que se la dabas a tus hijitos, mamá te ha dicho que no debes
desperdiciar la comida.
La pequeña aprovechó una oportunidad que tuvo en su casa para seguir al
cuervo. Desde hacía algunos días, de mañana llegaba el ave a su ventana
para pedirle comida y llevársela volando. La niña siempre había tenido
curiosidad de lo que hacía con ella y esa mañana decidió seguir al pájaro y
saberlo.
-Pero me la ha dado a comer - dijo una voz que salió de las enredaderas.
-Es una muy larga historia, que después te cuento - respondió Aod entre
risas de vergüenza-. Necesito que me saques de aquí. Atrás de mí, en mi
espalda está una espada, por favor agárrala.
La niña cruzó sin ningún problema el campo de fuerza que Ishia había
montado.
¡Es una Majaira! Espera, ¿eres un atravesado? -dijo la niña con alegría al
reconocer el tipo de espada.
-Sí, por favor, ¿podrías cortar estas cadenas con la Majaira?
Así lo hizo la niña, la ligera espada cortaba sin ningún problema el metal
de los grilletes. Finalmente Aod fue liberado de aquella prisión, se sentía
tan bien ser libre de nuevo, que le agradeció mucho a la niña por liberarle
y después de eso le preguntó:
-¿Cómo sabes que esta espada es una Majaira?
-Pues porque he crecido con ellas, de donde vengo todos tiene la suya.
-¿En serio? -Aod estaba muy sorprendido y feliz- Yo voy hacia allá,
podemos ir juntos. ¿Te parece?
-Sí -contestó la niña con alegría-, pero ya vámonos, tengo que regresar a
mi casa antes de que mis papás se den cuenta que vine sola al bosque.
Capítulo 11
LA CIUDAD BLANCA
Capítulo 11
-Es uno de los veloces. Hay unos pocos, antes habían más. A ellos se les
pregunta cuando no sabemos algo, y a ellos se les pide el consejo para
todo. Y lo que dicen casi siempre funciona. Poimén es uno de esos veloces
y es mi amigo.
Subieron hacia la cumbre del monte, cruzando por la ciudad. Era Muy
hermosa, las casas eran blancas y brillantes como perlas. Había poca
gente, pero todos los que caminaban ahí eran libres, no tenían guardias.
Se respiraba tranquilidad pues no vivían en guerra. Algo que no se veía en
el resto del mundo. Pero a Aod le molestaba una melodía que sonaba por
el aire.
-Un gran torrente de agua brotó de la roca.- interrumpió una voz grave,
Era Poimén que había llegado.— Desde entonces a aquel atravesado se le
conoció como el Veloz del Agua y el torrente de esta roca transformó la
tierra árida de esta región hasta convertirla en lo que ahora es.
-Y tú debes ser Aod, - dijo Poimén amablemente y con una sonrisa.- que
bueno que estás aquí. Tus amigos y yo te hemos estado buscando, fuimos
hasta el gran bosque, pero al no encontrarte, llegamos a creer que
decidiste no venir. Aún así tu amiga Ishia no dejó ni un instante de
recubrirte con su campo de fuerza, porque siempre tuvo el presentimiento
de que estabas en problemas.
-Y si, así fue.
La niña se marchó con su familia y Poimén llevó a Aod con sus amigos. Se
estaban quedando en una gran casa que en tiempos memorables se había
construido para los veloces de la ciudad. La utilizaban para muchos
asuntos y entre esos asuntos estaba hospedar a los recién llegados.
Lo primero que hizo Aod cuando se reunió con sus amigos fue disculparse
por su comportamiento en la nave y por sus malos deseos hacia ellos,
también le agradeció a Ishia su cuidado en los días que estuvo en lo
profundo del bosque. Él les relató todo lo que le había pasado, de Sarx, de
las cadenas, del intercambio, de Tabita, etc. A Poimén le causó mucha
curiosidad el intercambio de metales por piedras que Aod relató, pero no
pudo obtener todos los detalles que hubiese querido, porque el atravesado
no pudo ver con claridad.
-Mira Aod,- dijo Poimén.- últimamente las cosas han estado, lo que yo
diría mal. Los libres de aquí, han dejado de preocuparse por esa misión y
se han enfocado mucho en otros quehaceres.
-No, no todos. La gran mayoría sí, prácticamente todos, pero supongo que
debe haber algunos pocos que solamente son libres, sin demonio que les
hostigue. Nada que no sea humano suele venir por aquí, supongo que
tantas Majairas les agobian. Yo no puedo saber quién no es atravesado.
La gente aquí empezó a ofenderse cuando intentabas atravesar a alguien
del cual sospecharas. Así que entrando aquí, en esta ciudad, ya no debes
atravesar a nadie, una ridiculez, si me preguntas. Ahora, una manera de
reconocer a un atravesado era por su espada, pues una Majaira es
demasiada pesada para alguien que no ha sido traspasado, pero ya casi
nadie carga la suya por aquí. Así que es imposible de saber. La guerra ha
bajado tanto, que las personas ya dejan sus armas en sus casas. Antes,
más que una ciudad de atravesados, esta era una ciudad de guerreros,
pero esos tiempos ya quedaron atrás. Ya no hay demonios ni ningún otro
ser que venga a guerrear. Y los espadachines ya no han ido más lejos a
conquistar comarcas para el Rey Kurios. Las aldeas cercanas fueron
libertadas hace tiempo y todos sus habitantes fueron atravesados, pero al
correr los años, a los libres de estas tierras les han nacido hijos y aunque
es una obligación de los padres atravesar a sus hijos al cumplir los doce
años, no hay manera de comprobarlo.
-¿Entonces, puede haber hombres libres, sin que nadie los atraviese? -
preguntó Martín.
-No lo creo, todo hombre que no ha sido atravesado por una Majaira, le
pertenece a Apolión. La explicación que yo encuentro es que los gobiernan
a distancia o tal vez sus guardas son tan pequeños que se esconden bien.
O tal vez ya están más cerca de lo que creemos. En los poblados aledaños
ya han consentido en que algunos demonios, "inofensivos", y les llaman
así porque aparentemente no son guardas de nadie, radiquen entre ellos,
con el pretexto de que son buenos para el comercio porque tienen
productos que solo ellos pueden conseguir. Además, muchos libres se han
marchado con sus mujeres a otros poblados a continuar con sus negocios
y han dejado su llamado a ser espadachines. Estás son algunas razones
por las que la misión de atravesar al último gentil se ha estancado. Ya no
hay a quién le interese embarcarse en una exhaustiva búsqueda de algo
que muy probablemente no encontrarán, la última de las aldeas. A mi no
me importaría ir en su búsqueda y no encontrarla, pues aunque no la
hallemos, me basta con saber que cumplimos con la voluntad de nuestro
Rey, sólo que en mi caso, él mismo es el que me ha dicho que me quede.
-¡Un momento! - dijo Aod- Pero yo sé, bueno, nosotros sabemos donde
está escondida la última aldea.
Poimén peló los ojos sorprendido de lo que estaba escuchando. Había muy
poca información sobre la ubicación de esa aldea, y ahora el veloz tenía
enfrente a un joven que decía saber dónde estaba. Tal vez sí era posible
que llevara acabo lo que estaba diciendo, después de todo.
Al llegar a la Casa sobre la roca se reunieron con los otros tres veloces:
Merízo, Mezak, Salak, todos portaban su Majaira también.
Merízo era alto, fornido, con pelo obscuro bien arreglado, ojos claros y
bondadosos, una voz suave y varonil, y a pesar de su porte, era muy
simpático y amable.
Salak era el mas joven de los cuatro veloces, aunque no tanto como Aod y
sus amigos. Cumplía con la medida de sus compañeros, la amabilidad.
Tenia el pelo castaño desaliñado, él era delgado pero para nada débil,
mediano de estatura y de ojos vivaces.
Al día siguiente los veloces convocaron al pueblo a una reunión para hacer
el anuncio y la invitación a la nueva expedición. Pero muy pocos
atendieron el llamado. Casi nadie fue al Salón de la Roca y los que fueron,
no les interesó dejar su comodidad para ir a una nueva aventura en
búsqueda de la última aldea, por más que Aod insistía con saber donde
estaba y por más que Poimén les recordaba que esa era la voluntad del
gran Rey.
-No será bueno que todos los veloces nos vayamos, - respondió el veloz
de barba - al menos yo me quedo, pero sin duda ustedes vayan y yo
estaré organizando a las mujeres para protegerlos con campos de fuerza.
Todos guardaron silencio para que Poimén pudiera poner atención. Ahí
estaba, también la escuchó. Poimén quedó sorprendido.
Poimén tuvo que aceptar que él mismo había confundido muchas veces la
voz del agua con esa canción. Pensaba estar escuchando la Historia de
Todas las Cosas cuando en realidad estaba escuchando esa horrible lírica.
Martín llegó unos segundos después porque también escuchó el grito y fue
a ver que sucedía. Ishia les explicó lo sucedido a sus amigos en medio de
sollozos y lágrimas, estaba muy espantada. Después de buscar al intruso
en los alrededores y no encontrarlo, los dos jóvenes acordaron quedarse a
hacer guarda aquella noche.
No mucho después llegó el segundo veloz y era nada más ni nada menos
que Merizo. Saludó a todos con demasiada naturalidad. Incluso intentó
saludar afectuosamente a Ishia. Ella lo alejó y reclamó lo sucedido. Merizo
estaba completamente consternado, aseguraba que no entendía nada y
parecía ser sincero y esta respuesta terminó de confundir la situación.
Llegaron los otros dos veloces. Poimén les platicó lo que pasó. Merizo
estaba en la mejor disposición de aclarar las cosas. Ahí estaban todos
intentando descifrar qué estaba pasando, pero Ishia no se fiaba por
completo.
Así Mezak y Poimén fueron a buscarlo, dejando a Salak, Aod, Ishia, Martín
y a Merizo para que esperaran en la casa de huéspedes, de cualquier
manera ya era preferible salir al día siguiente porque se les había hecho
tarde, la mañana se les fue platicando del incidente de la noche. A Poiman
no le agradaba mucho la idea de dejar a los jóvenes sin que aún se
resolviera ese problema, pero dándole un voto de confianza a su
compañero y confiando en que Salak sabría controlar cualquier situación,
decidió ir a investigar algo que a su parecer era de suma importancia, de
donde venía esa canción.
-No finjas más, te ordenamos en el nombre del Rey que detengas esa
canción.- dijo Mezak con determinación.
-Veloz, - dijo el viejo con tono hipócrita - ¿de qué te sirve apuntar tu
espada contra un humano como yo? ¿olvidas que nada puede hacerme?
-De acuerdo -apresuró el mago- ¿Me ves cantando ahora? no, así que la
canción no proviene de mí.
-Mira, soy un viejo hombre que vine en busca de paz, y vine a aquí a la
ciudad de paz. Yo solo canté una de mis canciones favoritas, no es mi
culpa que mi canción se haya pegado a sus acciones, pero no me lo tiene
que decir dos veces.
Aod también contó a los que llegaron lo que había pasado en la cocina con
Merizo.
-Merizo, o quien quiera que sea - dijo Aod - fue a quien vi mientras estaba
encadenado en el bosque. Escuché que le dieron unas piedras y él dio a
cambió muchísimo metal, no alcancé a ver más, pero dijo que su amo le
temía a una mujer por que ella no había escuchando la canción durante el
tiempo suficiente. Dijo que esa mujer había llegado diez días antes de la
noches del gran sueño.
-Esa mujer de la que hablaba debe ser Ishia - dijo Poimén a pesar del
impacto que le causaron los nuevos acontecimientos- ella es la única que
tiene poco tiempo en la ciudad, precisamente diez días.
-Es evidente que todos están dormidos bajo un hechizo y supongo que a
nosotros no nos hizo efecto porque logramos identificar la melodía, pero
¿por qué ese mago querría que todos durmieran al grado de no poder
despertar?
El reporte del ave decía que pasando el valle, en las faldas de las
montañas de enfrente, grandes hordas de demonios se agrupaban en
cuadrillas, formando un gran ejército dispuesto a atacar la ciudad.
A pesar de la excelente vista del veloz, él no podía ver a los enemigos con
claridad. Ellos no necesitan antorchas para ver en la noche, en sí mismos
son obscuros, así que se perdían en las espesas tinieblas del bosque.
La principal arma de los demonios era una gran cimitarra doble con la
empuñadura en medio, casi del tamaño de una lanza. Por arriba tenía una
hoja metálica común y corriente, pero por el otro extremo, tenía una hoja
del mismo metal que la espada de Sarx, capaz de entrar y salir del cuerpo
de una persona sin matarlo, así como de paralizar a alguien por el dolor
que inyectaba.
Los veloces descubrieron con agrado que los aldeanos de los alrededores
no estaban bajo el hechizo de la canción, porque ésta no se quedaba entre
ellos, sino que la melodía viajaba hacia la ciudad y ahí se asentaba, así
que aquella gente pudo despertarse fácilmente.
No eran muchos los que vivían en las afueras, a lo más unos doscientos
en total, eran familias que se dedicaban al campo, que vivían cerca de sus
huerto y algunos más que eran comerciantes, pero esas vidas humanas
eran muy importantes para los veloces. Los demonios silenciosos que
vivían entre aquellos aldeanos no estaban, porque se habían unido al
ejército invasor, así que no hubo mayor problema para que los veloces
advirtieran y reclutaran a las familias de los poblados aledaños.
¡Trolls! - Exclamó Poimén.- esas piedras deben ser las piedras que Merizo
recibió del los trolls, la noche del intercambio, es por causa de esas rocas
que Ishia no puede sostener el campo de fuerza.
-¡Claro! - dijo Martín- Merizo dijo que esas piedras estaban relacionadas
con detener a Ishia.
Poimén decidió que con su velocidad iría a destruir las piedras él mismo,
pero en cuanto dio el primer paso para marcharse, un círculo de humo
negro se dibujó sobre el aire y de él cayó el mago interponiéndose en su
camino.
Los reptilianos tenían apariencia de humanos. Eran los de más alto rango
de entre todos los de la raza bestial. Los demonios les daban cargos,
información y misiones que a nadie más le confiarían. Ellos se constituían
como los servidores por excelencia de la raza demoniaca.
En efecto, Poimén tenía ocupado al mago de manera que los dos amigos
podían ir a cumplir con la tarea, pero en cuanto iban abandonando el
salón, un grito los detuvo.
Aod volteó. Era Ishia que había sido capturada por Merizo, el cual portaba
su armadura renovada. El filo del cuchillo del impostor presionaba el cuello
de la muchacha. Merizo había entrado al salón sin ser advertido porque el
alboroto que provocó el mago distrajo a todos.
-¡Claro!- reprochó Aod,- debí suponer que ese brujo era tu señor.
Martín, salió a toda prisa del edificio, afuera se montó a una moto-jet que
estaba estacionada en el estacionamiento.
El impostor lanzó contra Aod un "grito dirigido", lo que significa que todo
el sonido de su grito lo concentró, potencializó y dirigió contra el
atravesado, similar a una bazuca sónica. Al muchacho se le reventaban los
tímpanos de los oídos. Éste nuevo poder en el impostor fue resultado de
aplicarse la sustancia, pero eso no era todo.
Martín destrozó otra piedra más con su martillo, pero para cuando aún le
faltaba una, las tropas invasoras ya habían entrado en la ciudad y
alcanzado las primeras casas. Los demonios se metían a las viviendas por
las ventanas y rompiendo las puertas, sacaban de sus casas a las
personas que estaban completamente dormidas por el hechizo del brujo y
las tiraban en la calle, entonces las grandes arañas demoniacas las
envolvían con sus telarañas viscosas y los metían en su vientre por una
segunda boca que ahí tenían.
Cuando el reptiliano vio que el chico del martillo lo había logrado y que
ahora Ishia había desplegado una protección a la ciudad, se enfocó en
derribar a la chica, que se concentraba en mantener un campo de fuerza
tan grande como nunca antes había hecho.
Aod y Poimén intentaron protegerla, pero cada uno de sus oponentes les
superaban en destreza y fuerza. El muchacho lanzó un espadazo contra
Mérizo, pero éste le atrapó el brazo y se lo torció con su gran fuerza hasta
que el atravesado tiró la espada por el dolor, luego con la otra mano, que
ahora tenía seis dedos, gracias al potencializador, el impostor tomó el
cuello de Aod y lo comenzó a asfixiar. Los dos cayeron al suelo en el
forcejeo y el joven intentaba soltarse del portencializado, pero era inútil,
lo tenía a su merced.
Entonces Aod sintió un duro golpe en su pecho y vio cómo las pupilas de
Merizo se redujeron. La Majaira de Poimén había atravesado a Merizo por
la espalda hasta salir del otro lado, deteniéndose en el pecho del
atravesado, pero obviamente sin hacerle daño al joven.
Esa fue la primera vez que Aod vio a una Majaira matar a un humano. El
chico quedó sumamente impactado por eso. Esas armas nunca fueron
creadas para tal cosa.
Martín se lanzó solo contra los demonios que estaban secuestrando a los
que dormían en sus casas, pero poco pudo hacer por su causa, pues era
ampliamente superado en número por el enemigo, pronto fue acorralado
contra una pared y desde arriba le cayó una especie de red babosa, era
una de las arañas gigantes que le había lanzado su telaraña. Lo jaló, lo
envolvió con sus patas y se lo tragó.
Dentro del vientre de ese monstruo, Martín pudo notar que estaba junto a
otros atravesados, todos dormidos y también envueltos cada uno en la red
viscosa; notó que más que ser el estómago de un animal, era una especie
de almacén viviente. Había unas pequeñas ventilas en las paredes
abdominales por donde entraba un suspiro de aire, costaba mucho trabajo
respirarlo porque, encima, el calor era sofocante.
Martín estaba a punto del desmayo, pero algo le dio un fuerte golpe en el
hombro. Era una Majaira que entró en el animal y lo cortó para abrirlo.
Todos los que estaban adentro cayeron al suelo, pero no por eso
despertaron. Solo Martín se movía cual gusano por estar despierto y
completamente envuelto en la telaraña. Otra vez, una Majaira lo liberó de
la red que le envolvía. Era Salak, quien había regresado y entrado sin
problemas al campo de fuerza tal y como Martín lo había hecho en su
momento. Venía acompañado con un puñado de atravesados de las aldeas
circunvecinas, que se lanzaron a defender la ciudad contra los demonios
que intentaban escapar. Sin embargo, los invasores prevalecían contra la
pequeña defensa de atravesados. Cada vez eran más los demonios que
llegaban, pues poco a poco lograban colarse en la ciudad, ya que la pared
protectora se debilitaba.
-No podré resistir mucho más tiempo - gritó Ishia con desesperación - es
un campo demasiado grande para mí sola. Pronto lo romperán,
necesitamos que la gente despierte y que nos ayude.
-Pero, ¿cómo conseguimos que el agua suene tan fuerte y cómo hacemos
que todos la escuchen?- respondió el veloz.
-Me gustaría que estuviera aquí ese antiguo veloz que una vez golpeó con
su espada la roca, - dijo Tabita lanzando una mirada a la piedra del centro
del salón.- y que volvieran a salir torrentes de agua viva.
Cuando escuchó eso Poimén, algo hizo sentido en su mente. Con lentitud,
serenidad y misterio se dirigió hacia la piedra mirándola fijamente. Se
arrodilló frente a ella. Recargó su frente en la roca y en voz baja le habló,
entonces de la roca salió un torrente de agua viva con muchísima
potencia, como si una bomba de agua hubiera explotado. Poimén salió
aventado por la presión del agua que se estampó en su pecho. Pero no
solo él sino también todos los que estaban ahí, por suerte Aod alcanzó a
sujetar a Tabita. Ishia también fue derribada por el torrente.
El agua expulsada de la roca comenzó a correr como ríos por las calles, el
sonido que producía esa gran cantidad de agua moviéndose a tal
velocidad era ensordecedor. Parecían millares de voces gritando al
unísono: ¡despierta, tú que duermes y lucha!
Los que abrían los ojos, al grito de guerra, intentaban tomar de inmediato
sus Majairas, pero ¡oh sorpresa! no estaban. No había espadas en las
casas, en ninguna. Era como si hubieran desaparecido todas.
Una vez que las demás mujeres se unieron al trabajo de Ishia, ésta se
desmayó por el inmenso esfuerzo que había hecho. Un par de chicas la
recostaron en un sillón que había por ahí.
-Esos troles, tienen una obsesión con el metal de las Majairas, no quieren
entender que es el Espíritu del Rey lo que las hace tan especiales. -
refunfuñó Salak.
-Si tan solo fuéramos como aquellos antiguos veloces, - dijo alguien.- que
aún cuando eran separados de sus Majairas, podían aparecerlas en su
mano en los momentos de necesidad con tan solo desearlo.
-No hay tiempo para llorar - apuró Poimén.- Necesitamos fabricar más
espadas. Con ayuda de nuestro Rey tendremos muchas en poco tiempo.
¡Pronto! Toquen las trompetas para que los hombres vengan por sus
espadas y para que ayuden a forjarlas.
De la misma forma que pasó con Safér en su taller, que tan solo en unas
cuantas horas forjó seis Majairas, así un poder sobre natural ayudó a que
en muy poco tiempo se consiguieran muchas réplicas.
-Poimén, ¿qué hiciste para que la roca lanzara el agua?- Aod preguntó.
Pero cuando todo parecía que estaba bien controlado, a unos kilómetros
de distancia, en el sureste de la ciudad, los demonios lograron hacer una
entrada en el campo protector por medio de rocas de troll. Cuando más
mujeres fortalecieron el campo energético que Ishia había montado, los
enemigos ya no pudieron atravesarlo simplemente golpeándolo y
empujándose, entonces buscaron otra solución.
Los demonios trajeron pedazos de las piedras que martín había roto e
hicieron con ellos una pequeña puerta en el gran domo azul. A base de
mucha fuerza pudieron insertarla en el muro energético, y formaron así
una entrada a la ciudad. La abertura que hicieron era pequeña, así que
solo entraban pocos demonios a la vez, pero muy pronto un gran numero
de soldados enemigos se habían adentrado.
Martín sabía que su martillo nuevamente podría romper esas piedras que
servían de entrada a los demonios. Creía, y correctamente, que su
herramienta era especialista en rocas. Sin pensarlo dos veces decidió ir a
ese portal no importando cuantos demonios estuvieran defendiéndolo.
Actuó imprudentemente porque era imposible que él sólo llegara hasta las
rocas, muchos demonios se interponían. Inmediatamente lo capturaron y
los demonios comenzaron a intentar desmembrarlo, pero cuando ya
estaban a punto de arrancarle las piernas, él, Aod, Salak y Masak, de
pronto, aparecieron fuera de la ciudad, a dos kilometros de distancia. Se
encontraron solos en medio del valle.
POSTAL
Capítulo 13
Decidieron viajar a pie y evitar los autoflats o cualquier otra nave porque
buscaban hacerlo desapercibidos, andar tanta distancia en un vehículo,
levantaría sospechas del gobierno, ya que serían detectados fácilmente
por los satélites. Conseguían hospedaje de diversas maneras porque los
viajeros no llevaban dinero; no les avisaron cuándo comenzaba su viaje y
no les dió tiempo de preparar nada, solo contaban con sus pies y sus
espadas como provisión, pero confiaban en el cuidado de su Rey. Se las
ingeniaban para obtener comida, ropa y habitaciones donde pasar las
noches. Algunas veces, gracias a las a amistades y reputación de los
veloces encontraban gente conocida o agradecida, directa o
indirectamente, que les ayudaba a conseguir alimento y hospedaje. Otras
veces los veloces liberaban a ciertos aldeanos de sus guardas y en
agradecimiento les ofrecían sus casas y comida, y algunas otras veces
simplemente encontraban buenos refugios donde dormir.
-En la casa de la roca escuché que un hombre mencionó algo de que los
veloces pueden hacer aparecer Majairas. ¿De qué estaba hablando?
-En realidad, desde que el Rey de los reyes se marchó hasta estos días, -
empezó a explicar el veloz -los atravesados han peleado una guerra que
no aún no termina. Pero en el principio esa guerra era muy grande, franca
y completa. No se permitía ni portar Majairas, ni hacerlas. En esos
primeros días la mayoría de los atravesados eran veloces y por la
necesidad, dejaban sus espadas escondidas, pero de alguna manera que
no sabría explicar, ellos podían traer sus armas a su mano en los
momentos de guerra, aunque éstas estuvieran en otro lugar. Eso ya no es
común. Ni siquiera entre los veloces de la ciudad blanca, pues desde hace
tiempo no hay la necesidad de separarse de las espadas. Esa práctica es
más bien lejana y propia de la historia que se ha perdido con el tiempo.
-La voz del agua anuncia que de inmediato, el gran Rey va a llevarse a
todas sus atravesadas y a todos los hombres que empuñen una de sus
espadas, y así librarlos del tiempo de castigo que traerá sobre el gobierno
del Semejante y sobre todos los que sirven a Apolión, después de eso
regresará junto con nosotros para establecer su reino y entonces
reinaremos con él.
Los viajeros continuaron su camino a pie durante unos cuantos días más.
El terreno y clima fueron cambiando. Pasaron del fresco bosque a los
campos soleados hasta llegar al árido calor del desierto, en donde se
encontraba la ciudad de la Luna.
Entraron a una larga, larga calzada que conducía hasta las enormes
puertas del muro que rodeaba la ciudad. Ese camino se iba alzando, y en
ambos lados, el terreno era seco, rocoso y ríspido.
-Tenía que sacarlos del camino a como diera lugar y de manera muy
rápida. De hecho no estoy seguro que no los hayan visto ¿Cómo se les
ocurre tratar de entrar con estas espadas por la puerta principal? En esta
ciudad conocen muy bien estas espadas y las detestan. Lo bueno es que
no estaban tan lejos de esta zona a la que los traje. En esta zona estamos
seguros porque aquí se pierde la señal de los radares. Me da mucho gusto
ver a unos atravesados por estos lares. Me llamo Postal.
Los hombres roca tenían el poder de manipular las piedras y la tierra así.
Fue éste sorpresivo enemigo el que provocó que la tierra golpeara a Aod
inesperadamente.
El soldado de roca volvió a hacer otro movimiento con su brazo y con su
mano de abajo hacia arriba, como si levantara algún objeto invisible en el
aire, con ese ademán, unos picos rocosos se elevaron de la superficie
intentando golpear a los veloces. Ellos lograron esquivarlos gracias a su
velocidad característica.
Fue a su nave y regresó con unas pinzas especiales, que servían para
cargar las Majairas, porque esas espadas eran tan pesadas para las
personas como él, que sin esa herramienta no hubiera podido ni moverlas.
Las Majairas de los atravesados se quedaron tiradas junto a sus dueños,
dentro de las prisiones. Los barrotes de roca sólida abrieron espacio para
que el gendarme metiera las pinzas y recogiera las armas del suelo,
después, las barras volvieron a acomodarse. El captor subió el botín a su
vehículo y se dispuso a llevar a los prisioneros a su ciudad para que ahí
fueran juzgados.
El atravesado estaba muy adolorido y aturdido por los golpes, de tal modo
que tuvo que reunir todas sus fuerzas para tratar de levantarse. El ser de
piedras fue tras el muchacho para terminar de molerlo con sus puños,
pero mientras el atravesado se levantaba, vio su martillo enfrente de él.
No se puso a reparar cómo era que había llegado ahí, solo lo tomó y
cuando el hombre roca estaba detrás suyo, Martín le sorprendió con un
martillazo de lleno en la mandíbula. Al monstruo se le desmoronó medio
rostro y enseguida cayó noqueado. El gendarme nunca pensó que Martín
recuperaría su mazo y por eso nunca esperó su ataque. Ahora intentaba
ponerse de pie pero no lo conseguía, el tremendo golpe lo había
desconcertado. Martín se paró a su lado y con todas sus fuerzas le dejó
caer el martillo en el pecho. Todas las piedras que le recubrían el cuerpo
se cayeron al instante, dejando a un hombre de carne y hueso, tirado en
el suelo e inconsciente.
- Es sorprendente tu mazo.
Era Postal que estaba muy emocionado y que había salido detrás de unas
rocas.- Le quitó de un solo golpe su recubierta.
El refugio era una caverna amplia que estaba en aquel desierto.Ahí Postal
solía escuchar la Historia de todas las Cosas, cuando llevaba un poco de
agua en la cantimplora. Un excelente sitio para descansar, un lugar muy
fresco. El veloz frecuentaba ese refugio cuando salía al desierto a cazar o
a cualquier otra cosa. Era precisamente de ese lugar que regresaba a la
ciudad cuando vio a los atravesados andar por la calzada.
Justo esa mañana había estado ahí y había dejado su Majaira guardada en
un pequeño hueco en la pared, a veces lo hacia. Él usaba su espada
principalmente como una herramienta muy útil. Postal la tomó y se las
enseñó a sus compañeros, para demostrarles que también era
atravesado, lo hizo más por sentido de camaradería que porque hubiera
dudas en sus amigos.
Vistieron con sus prendas al que había sido de roca , con una capa le
hicieron un pantalón holgado y después lo recostaron. Luego encendieron
una fogata y platicaron a la luz del fuego.
El sonido era tan potente que los atravesados podían escucharlo a pesar
de estar a kilómetros de distancia. Aquella melodía duró unos cuantos
minutos más, y finalmente se detuvo. Produjo una sensación de pesadez
en el corazón de los atravesados.
-Los infieles son los hijos del cantor, Hallel. - le susurró Postal al oído de
Aod como para ponerlo en contexto y explicarle, pero Aod se quedó en las
mismas porque nunca había oído hablar de tales hijos y ni de tal cantor.
-En el muro que está en el patio del palacio principal - continuó el soldado
con su acento característico, - hay una puerta muy extraña. Sin duda es
un portal y tal vez es el que están buscando. Antes, conectaba a distintos
lugares al rededor del mundo, lugares tan variados como impredecibles,
nuestra gente pudo conquistar varios pueblos gracias a ella, pero de unos
años para acá, pareciera que se descompuso, pues ahora, cada vez que se
abre conduce a una selva tupida, una selva que no sabemos dónde esté
en realidad, pero que siempre es la misma. Ahora, para poder abrir esa
puerta y confirmar que en efecto, es la entrada que buscan, se necesita
una llave especial. Sin esa llave nadie ni nada puede abrir o cerrar la
puerta.
-Shuba.
-¿Qué leyenda? -volvió a preguntar Martín - y ¿quiénes son los hijos del
cantor y quiénes son los infieles?
-Los hijos del cantor es el pueblo que aún resiste en la ciudad contigua. -
comenzó a explicar Postal.- Ellos se llaman de esa manera a sí mismos,
pero los hombres rocas les llaman infieles.
Verán, cuenta una leyenda que hace mucho mucho tiempo, en esta
región, el Rey de Reyes hizo un palacio, y en el palacio, una puerta muy
especial, que es de la que está hablando Shuba. El otro lado de la puerta
conducía al lugar que el Rey deseara. Podía ir a cualquier lado que
quisiera con solo abrirla y atravesarla. De la misma manera, él invitaba a
cualquier persona, en cualquier lado del mundo, a que entrara a su
palacio y a que cenara con él. Esa puerta solo el Rey podía abrirla y solo Él
podía cerrarla. Ahora, cuenta esa misma leyenda que hace mucho tiempo
había un dulce cantor llamado Hallel, quién es el padre de "los hijos del
Cantor", los hallelitas. Hallel llegó al palacio y le cantaba hermosas
canciones con todo su corazón al gran Rey, y éste, enamorado del canto
de ese joven, decidió hacerle un regalo muy especial. Le regaló una llave
que podía abrir y cerrar esa puerta. Y aunque la puerta seguía conectando
con el lugar que el Rey decidiera, el dulce cantor podía entrar y salir a
placer. Esa llave se le conoce como "LA LLAVE DEL DULCE CANTOR”. Llegó
el tiempo en que el Rey Kurios se tuvo que ir a las tierras lejanas y dejó a
Hallel a cargo de todo. Más adelante, pasado muchos años, llegó el
hermano de ese cantante, Moha, el padre de todos los hombres-roca, el
"Príncipe Conquistador", el mismo que menciona Shuba. Él hizo la guerra
al cantor y prevaleció, conquistó y destruyó todo el palacio, excepto un
muro, el muro que contenía la puerta del Rey. La leyenda menciona que
en la guerra se perdió la llave que abría esa puerta, pero ahora me vengo
enterando que esa llave es la que los hombre roca veneran.
-Así fue - confirmó Shuba. - Pero les repito, esa llave está perdida e
inlocalizada en estos momentos, junto con su guardián, Kabed.
-El martillo de Martín quebró a Kabed - dijo Aod - así como a ti, después
desapareció en un portal de vida, dejando esta llave tirada en el suelo y
yo, no sé porque, la recogí y me las guardé.
-Shuba no podía creer que Kabed hubiera sido derrotado ni que la llave la
tuvieran aquellos forasteros. Si Shuba hubiera seguido en el estado de
roca, no hubiera dudado ni un segundo en pasar por encima de quien
fuera con tal de recuperar esa llave y de vengar a Kabed, aunque eso
significara perder su propia vida, pero ahora, sin la coraza de piedra que
le revestía estaba confundido, sin la pasión ni la fuerza de pelear por esa
reliquia. Permaneció atónito por unos segundos, habrá dicho un par de
cosas más tratando de indagar qué era aquello del portal de vida, pero sin
realmente poner interés, y después de eso decidió acostarse de nuevo.
Les dió la espalda a los muchachos, recostó sobre la almohada
improvisada su cabeza llena de dudas y de intrigas e intentó conciliar otra
vez el sueño, lo cual le fue imposible.
Aod, al ver que, en efecto, sus sospechas fueron ciertas y que esa llave
era clave para cumplir su misión, decidió ponerle más cuidado. Sacó un
cordón de su pantalón y se la amarró al cuello.
-¿Los hijos del cantor son atravesados? - preguntó Aod, que de alguna
manera relacionó las promesas del gran Rey hechas a ese pueblo con las
promesas hacia los atravesados.
-Sin embargo, los hombres roca sí tienen un guarda en común, como les
decía, Jadiz, el gran demonio. Los hombres rocas no tienen guardas
particulares sino que tienen un guarda que gobierna a todos, uno gigante
que sobrevuela con una trompeta. Él es el responsable de la maldición de
este pueblo, de esa enfermedad que los hace estar recubiertos de piedras.
Aod tenía toda la razón. Esa puerta se abre en el mismo lugar porque es
el camino a la última aldea y pareciera que solo espera a que unos
atravesados pasen por ahí. Sus amigos tenían el mismo presentimiento.
-Y ¿qué se supone que debo hacer con ella?- siguió preguntando Aod con
incredulidad.
-Pero, ¿cómo?
SHUBA
Capítulo 14
Shuba no comía, pero veía con alegría como los demás sí lo hacían.
Cualquiera pensaría que los estaba tratando de envenenar, pero eso era
poco probable porque él mismo dio un par de probadas a los frutos.
Además, ningún atravesado se preocupa por algún peligro en su comida,
pues las oraciones que los atravesados hacen a su Rey por los alimentos
los limpian de cualquier veneno o de cualquier podredumbre que pudieran
tener.
Nadie pasó por alto que a Shuba le había parecido una tormenta lo que en
realidad había sido una pequeña llovizna nocturna, pero los atravesados
no dieron importancia a ese detalle por el gusto que causó en todos
escuchar de su encuentro con el Rey. Pronto se acercaron a abrazarlo y a
felicitarlo.
-Ademas- Continuo Suhba.- Jamás les dejarían pasar con sus espadas por
ahí.
¿Qué es la temporada de Jabal? - preguntó Aod.
Dos moto-patrullas del Gobierno lunar, que eran más grandes que las del
gobierno del Semejante, con dos hombres roca cada una, sobrevolaron a
unos cuantos metros de la guarida en la que los atravesados se
escondían. Eran tan silenciosas, que por esa razón los atravesados no
advirtieron cuando llegó Shuba a atacarlos por sorpresa la tarde anterior.
-En efecto- dijo Shuba- son ellos, los están buscando, y no van a
descansar hasta encontrarlos.
-Tengo un plan.
Una vez que las moto patrulla se alejaron lo suficiente, Shuba, con su
poder, abrió un boquete más grande en la pared que cubría la cueva para
que entrara más luz y todos pudieran ver mejor. Después, con otro
ademán de manos, recubrió de rocas a sus compañeros. En un instante,
los atravesados parecían hombres rocas genuinos. Ellos, sorprendidos, se
miraban sus brazos y se movían verificando la comodidad de su disfraz.
Una vez que hubo comprobado lo que quiso, Shuba hizo que todas la
rocas se les cayeran de encima y comenzó a hablar.
-Aún así se las confiscarían porque nadie puede llevar trabajo en estos
días de Jabal, y llevar una roca tan grande como la que sería una Majaira
recubierta, se consideraría trabajo y se las quitarían; además, levantaría
muchas sospechas que un hombre roca lleve cargando otra roca. Nadie
aquí hace eso, pero se me ha ocurrido algo. Me puedo recubrir de piedras
a mí mismo y recuperar mi antiguo aspecto, entonces, tomo sus espadas
y las llevo ante el gobierno de mi pueblo.
-¿Yo?
-Si.
-¿Y por esas rendijas de los talleres pasa mi martillo?- preguntó Martín.
-Aod, tendrás que decidir - dijo Mezak - tú eres el que tiene el llamado del
Rey a enterrar la última espada.
-Me temo que no. Puedo ver lo arriesgado que es entregar nuestras
espadas al gobierno de los hombres roca, pero no veo otra solución.
Mientras Martín hacia esa pregunta, Shuba tuvo que volver a cerrar con
prisa la pared de rocas porque las patrullas volvieron a pasar y ahora
mucho más cerca.
-Los están buscando, y mi pueblo es muy tenaz, ya saben que están aquí
y no descansarán hasta encontrarlos y seguro lo conseguirán antes de que
termine la temporada.
Esa era la idea, que Shuba se fuera con ellos, que se llevara a los
soldados de roca y que les dejara libre el camino.
Después de casi media hora de andar en el desierto, los atravesados
regresaron a la gran calzada que llevaba a la entrada de la ciudad. Ahora,
el camino estaba mas transitado por hombres-roca que iban a participar
de la temporada de Jabal y que llegaban de los alrededores. Los
atravesados pasaban completamente desapercibidos entre la gran
peregrinación gracias a sus excelentes disfraces, que por cierto, ni
pesaban, ni eran calurosos, sino al contrario, les hacían estar frescos. Por
su parte, Postal, que no llevaba el atuendo porque no lo necesitaba ya que
tenía permiso vigente, apresuró el paso para adelantarse y cumplir con su
parte del plan.
Los atravesados ahora tenían poco tiempo, pues debían de llegar pronto a
la entrada Este del palacio, antes de que Jadiz hiciera sonar la melodía
que obligaba a todos a adoptar la posición de montaña y quedarse
inmóviles durante siete días. Shuba solo tardaría lo que durara el
interrogatorio y el tiempo necesario para llevar las espadas a guardar en
las cámaras subterráneas.
Aod pudo notar que la gran mayoría de los hombres rocas eran más
pequeños si se les comparaba con el Shuba de piedra y mucho más si se
les comparaba con Kabed, el cuál fue el hombre roca más grande que
pudo ver. Los guardas, soldados y gente del gobierno eran notablemente
más grandes que lo común. Su corteza desarrollaba más piedras que los
demás hombres roca y eso les calificaba para ser soldados y obtener
puestos gubernamentales. La razón por la que su corteza exterior
producía más rocas y los hacía tener mayor tamaño, era porque sus
creencias estaban mucho más arraigadas en ellos que en el común de la
gente; y esa devoción, tenía ese efecto en su capa exterior.
-Encontré las espadas tiradas, los infieles que visualizamos desde la torre,
de seguro eran extranjeros de los que portan espadas. Ellos las debieron
dejar ahí y después huir.
-Señor, no quise ser víctima de una emboscada. Aunque pensé que los
infieles habían huido, también existía la posibilidad de que estuvieran a mi
asecho, Supuse que sería arriesgado regresar de noche, cuando había
perdido el rastro de mis enemigos y cuando mi piel de piedra estaba
húmeda. Pensé que sería un blanco fácil, y si alguno de ellos llevaba otra
de esas espadas, Señor, usted sabe lo que me hubiera podido pasar al
tener humedecida la zona de mi pecho. Por eso decidí regresar cuando mi
corteza se secara con el sol matutino.
-De acuerdo, puedes irte, tú tienes libres estos días para que puedas
participar de los días de Jabal, así que ve.
-Una cosa más- le dijo- ¿Me harías el favor de llevar las espadas a las
cámaras subterráneas?, y después estás libre.
-Claro, Señor.
Esa petición era ideal para facilitarle la misión a Shuba. Las Majairas
estaban sobre una gran mesa metálica, Shuba las agarró con sus brazos y
se las llevó.
Shuba abrió la puerta del taller y como suponía, no había nadie adentro.
Fue al fondo del gran salón, donde estaban los respiraderos que
conectaban al pasillo para asomarse, pero aún no había llegado Postal.
Entonces, lo que temía, escuchó al gran demonio comenzar a sonar su
trompeta.
Capítulo 15
LA CIUDAD DE LA LUNA
Capítulo 15
Cuando todos los hombres rocas se inclinaron con una coordinación casi
perfecta, los atravesados que aún estaban parados, pudieron ver que la
puerta a la que tenían que llegar todavía estaba lejos.
Era un demonio humeante, parecía una gran nube oscura con ojos
luminosos, su movimiento era semejante al vuelo sincronizado de una
gran parvada compuesta de pájaros pequeños. Los atravesados se
arrodillaron también, ahora estaban en aprietos, porque tenían prisa para
llegar al palacio y ya no podían moverse sin ser descubiertos.
Al norte de la ciudad, Postal entró por la gran puerta que estaba entre los
almacenes y llegó al pasillo subterráneo, tal y como Shuba le había dicho.
El pasillo no tenía ni una sola luz artificial y estaba completamente oscuro.
La armadura revistió al atravesado para que pudiera ver con el visor de su
casco en medio de las densas tinieblas. El veloz echó a correr con su
velocidad a través del largo pasillo. Al llegar a la primera bifurcación, giró
a su derecha y finalmente pudo ver un poco de luz. Al fondo del pasillo, un
tenue resplandor anaranjado mostraba que la zona de calderas ya estaba
cerca.
-Sabía que algo raro había contigo, - continuó el comandante - desde que
mencionaste esa tormenta. Nuestro servicio meteorológico militar, nos
informó tan solo de una pequeña llovizna en una zona muy reducida y tú
dijiste que había sido una tormenta tan grande que incluso temías por tu
integridad. Además, nadie puede cargar esas espadas de ese tipo como lo
hiciste tú, con tal facilidad y sin las pinzas especiales. Por eso te he
seguido hasta aquí para confirmar mis sospechas y no me he equivocado.
Aod vio de reojo cómo se acercaba algo grande a sus espaldas, alguien
que se iba abriendo paso entre las pequeñas montañas formadas por los
hombres piedra. Tuvo esperanza que fuera una circunstancia ajena a él,
pero no fue así. Martín, que estaba a unos pocos metros enfrente de su
amigo, también estaba viendo al gendarme acercarse. Cuando llegó hasta
el atravesado, el guardia descubrió el engaño de Aod. Enfurecido, con un
ademán de su mano retiró las piedras que aún cubrían al intruso e
inmediatamente, con la otra mano le tomó de la ropa y lo alzó. Esa acción
provocó que se rompiera el cordón que sujetaba la llave al cuello del
atravesado, pues la pequeña reliquia de oro se había quedado atorado
entre las rocas. Ni Aod ni el hombre de piedra se percataron de eso, pero
Martín sí, así que se puso de pie y se abalanzó sobre la llave a fin de
recuperarla. Mezak, que estaba cerca, lo pudo ver.
No fue un gran problema para Postal recorrer el palacio sin ser visto, pues
en verdad el recinto estaba desolado debido las festividades, además, el
poco personal de seguridad que quedaba de guarda se había trasladado a
atender los fuegos en las cámaras subterráneas de combustible, pero
cuando Postal estaba ya a unos pocos metros de llegar a la puerta, al dar
vuelta en un pasillo, se estampó con un solitario guardia que estaba
haciendo un recorrido de rutina. El veloz había perdido cuidado y
precaución en su carrera pues se había confiado de no haber visto a nadie
durante todo su trayecto. El guarda no lo dudó ni un minuto y lo tomó con
una mano por las costillas, lo alzó hasta encararlo, y le dijo con su acento
extraño y hostil:
-Bien saben que aunque se les permitió alojarse estos días en el palacio,
aun así tienen una área restringida y no pueden andar por donde quieran,
así que regresa con los tuyos antes de que estos diálogos diplomáticos
entre los "hijos del cantor" y "los hijos del príncipe" terminen de manera
nada diplomática.
Por esta razón una comitiva del pueblo del Cantor estaba hospedada en el
gran palacio en esos días, motivo por el cual también el gendarme
confundió al atravesado con un hijo de Hallel y lo dejó libre.
Cuando llegaron hasta donde estaban los otros atravesados, ya tenían una
pila de hombres roca encima.
Finalmente los golpes de los hombres piedra lograron hacer que Aod
trastabillara y bajara la guardia. Esto fue aprovechado para golpearlo y
sacarlo de combate. Otro golpe de piedra impactó en la nuca de Martín y
lo tiró. Alcanzar a Salak y a Mezak ya no fue problema para las hordas
enemigas. Postal, de igual forma fue capturado. Así los hombres de piedra
rompieron la formación defensiva de los espadachines.
Algo maravilloso sucedió en aquel día: la mayoría de los hombres roca que
fueron atravesados, escucharon la Historia de Todas las Cosas en el agua
que caía de la lluvia.
El gran demonio Jadiz, que veía como los infieles estaban atravesando a
cuantos se les ponían en frente, decidió tocar con toda su fuerza la
trompeta para dar una nueva instrucción y ordenar a los hombres-roca
que adoptaran la posición de montaña, a fin de que protegieran su pecho,
sin importar que los intrusos escaparan.
Al ver eso, inmediatamente Postal, con su velocidad, dio un salto tan alto
que llegó hasta donde estaba volando Jadiz, que ciertamente volaba bajo,
y con un golpe de su Majaira logró que soltara su trompeta. Postal estaba
muy interesado en que los hombres rocas fueran atravesados y no iba a
permitir que se escapara esta gran oportunidad, por eso se enroló en una
batalla con el gran demonio, el cual representaba un oponente mucho más
poderoso. El atravesado cayó sobre la trompeta y la tomó, después huyó
con su velocidad porque Jadiz lo comenzó a perseguir. Postal se movió con
tal velocidad como nunca antes lo había hecho. Sorprendentemente, el
demonio no le podía dar alcance. El veloz simplemente andaba entre los
hombres rocas haciendo cambios bruscos de dirección para evitar ser
capturado por el hijo de Apolión, o por algún improvisado que rompiera la
postura de montaña e intentara agarrarlo.
Postal sabía que no estaba yendo a ningún lado, así que sólo esperaba el
tiempo necesario para que sus amigos alcanzaran la puerta del palacio.
Postal mismo fue el que cerró la puerta sin dar más explicaciones y quedó
por fuera. Los atravesados no tuvieron más opción que entender y aceptar
la decisión de su amigo y como pudieron, atrancaron la puerta con unos
muebles que ahí había, puesto que la chapa había sido estropeada.
EL PALACIO DE LA ROCA
Capítulo 16
Esos reptilianos eran agentes del gobierno del Semejante y venían con la
comitiva que organizaba los diálogos diplomáticos entre los dos pueblos.
Sabían claramente de las intenciones de aquellos atravesados y habían
recibido la instrucción de detenerlos.
-Martín ve, adelántate y abre esa puerta con la llave que tienes.- Gritó
Mezak.
El veloz había visto cuando Martín recogió la llave que Aod había perdido,
por eso le dió esa instrucción.
Martín estaba desconcertado y sin saber qué hacer. Resulta que mientras
corría por aquella plaza, golpeando con su martillo a hombres piedra bajo
el aguacero que caía en sus hombros, pudo escuchar al agua; el Rey de
Reyes le decía una sola palabra: "Quédate". Una fuerte convicción de que
debía permanecer en aquella tierra se anidó en su corazón y aún no había
podido decírselo a sus amigos. Que Mezak lo mandara a atravesar esa
puerta era contrario a la nueva instrucción que había recibido de Kurios,
pero la situación no se prestaba para desacatar la orden del veloz. Martín
estaba absorto en esta indecisión por lo que Mezak le tuvo que gritar.
-¡Corre!
El arma que llevaban los reptilianos era una espada doble, demasiado
triangular. Con ella le propinó un golpe en la cabeza a Salak y provocó
que el casco del atravesado se partiera. Mezak aprovechó que su enemigo
le diera la espalda y le enterró su Majaira, logrando así matarlo.
El otro agente soltó a Aod y apareció encima del veloz cuando éste
retiraba su espada del cuerpo de su víctima. Mezak no alcanzó a sacar su
arma por evadir el sorpresivo ataque, situación que le hizo estar en
desventaja ante su nuevo oponente, entonces Salak fue al rescate, a
combatir contra el reptiliano. En el fugaz duelo, el agente del gobierno le
dio un codazo en el rostro y como ya no tenía el casco en óptimas
condiciones, Salak cayó noqueado.
...
Martín volteó ante la pregunta que escuchó y vio cómo se acercaban dos
hombres.
Aod tenía muy claro que él había sido el elegido para llevar acabo la
misión, él y nadie más. No podía soportar ver que el del martillo se
adelantara. Se llenó de celos pensando que Martín le usurparía su llamado
y fue tras él, dejando a sus dos amigos a merced del reptiliano, no
importándole nada más que alcanzar al hijo de Safér.
Aod corrió con todas sus fuerzas para llegar antes que su temor se
cumpliera y finalmente arribó al patio, pero se detuvo un breve momento
para ubicar a Martín y al portal, en ese instante, un inmenso dolor, que ya
conocía muy bien, le invadió todo el cuerpo.
Los veloces quedaron del lado correcto para continuar su camino así que
tomaron sus espadas y sin perder tiempo comenzaron a correr a toda
velocidad hacia el patio.
Martín examinó a los hombres que le habían hecho la pregunta. Uno era
un anciano con un báculo y larga barba, y el otro un joven con una
especie de traje militar tecnológico. Tenían una expresión severa en sus
rostros.
-¿Esa llave le pertenece a mi pueblo. Por qué la tienes tú? No importa que
seas un hombre libre, no eres de nuestro pueblo.-dijo el anciano con
firmeza.
Aquellos hombres eran delegados del pueblo de los hijos del cantor, que
estaban participando en el concilio para la paz de los dos pueblos y que
por coincidencia paseaban por aquel muro platicando de antiguas glorias.
Cuando aquel anciano dijo que esa llave pertenecía a su pueblo, Martín
entendió que ellos eran, sin duda, hijos del Cantor.
-Caballero, tu Rey, que también es el nuestro, deseó que esa llave fuera
nuestra y ya hace tiempo que esto no es así. Quiero apelar a la lealtad
que tienes hacia tu Rey y a tu deseo de cumplir con su voluntad. Te pido
que nos devuelvas esa llave que por derecho le pertenece a mi pueblo.
-Está bien.- dijo Martín a los hijos del cantor- se la daré, pero deben
prometer que cualquier atravesado podrá usar esta puerta de aquí en a
delante, y pongo a nuestro Rey de testigo.
-De acuerdo, lo prometemos- dijo Gamaliel.
-Y una cosa más. Yo no puedo irme por esa puerta, no ahora, yo tengo
este martillo y aquí puede quebrar muchas rocas, al parecer, como nunca
antes se había visto, así que no puedo simplemente irme de aquí, voy a
regresar a la ciudad y ayudar a mi amigo Postal. Pero vienen tras de mí
otros atravesados, solo les pido que esperen a que pasen y después de
eso, hagan lo que quieran con la puerta y con la llave.
Martín aventó con todas sus fuerzas el cuerno que Postal le había
arrebatado al demonio humeante, lo arrojó a la selva que estaba
atravesando el portal.
Después de eso dejó la llave "puesta en la puerta" y se fue; cruzó el patio
para entrar de nuevo en el palacio, pero ahora por otro pasillo que no era
por el que había llegado.
El reptiliano no quería aparecer del otro lado del muro para ir tras los
atravesados. A los de esa especie no les gusta aparecer en un lugar que
no pueden ver, porque no saben lo que les espera, así que el reptiliano
dudo por unos instantes. Temía que al momento de aparecer del otro lado
del muro, le aguardaran las espadas de sus enemigos.
Mezak y Salak corrieron con su velocidad hacia el patio y cuando por fin
llegaron, como sus amigos lo hicieron en su momento, se detuvieron un
segundo para buscar la puerta en lo largo del muro. Aod estaba a unos
cuantos pasos de ellos, pero Sarx lo tenía arrinconado y escondido. En
cuanto el atravesado vio a sus compañeros, intentó gritarles, pero en el
momento en que iba a lanzar el grito, Sárx giró y presionó la espada que
aún estaba dentro de su cuerpo. Esto provocó que se ahogara el grito del
joven, y que sus amigos no lo escucharan.
Después de que los hijos del cantor vieron a los veloces cruzar por la
puerta, giraron la llave y la retiraron, entonces el portal se cerró. Los
tabiques se volvieron al lugar que hace unos instantes ocupaban en el
muro.
-Los atravesados.
Era tan grande la rabieta del reptiliano que sacaba espuma por la boca. En
ese momento Martín irrumpió de nuevo en el patio, algo o alguien lo
aventó de regreso. Enseguida salieron tres hombres roca del mismo
pasillo por donde había huido el del martillo. El joven rubio se puso de pie
inmediatamente y montó una posición de defensa ante los soldados de
piedra, sujetando con ambas manos su mazo, pero no se dio cuenta de
que el reptiliano ya había llegado al patio. El hijo de Safér estaba
concentrado en las tres amenazas que tenían en frente y no en lo que
sucedía a sus espaldas, en donde estaba Gamaliel y el agente del
semejante. El reptil, sin pensarlo apareció en la retaguardia del
atravesado y lo amago por detrás dejándolo a merced de los guardias.
El reptiliano echaba candela por los ojos y espuma por el hocico. Parecía
que no estaba escuchando a Gamaliel y que en cualquier momento se
dejaría llevar por su instinto asesino, cuando otra voz muy profunda y
muy acústica se escuchó.
Martín huía por el corredor sin sospechar que antes de que pudiera salir lo
emboscarían. Así, al llegar a un vestíbulo, un gran hombre de piedra le
cortó el paso. Martín se puso en guardia y se disponía a usar una vez más
su martillo, pero el hombre roca le habló.
-¡Pronto!, sígueme.
Martín forjó un martillo como el suyo, para Shuba, y los días que les
quedaron, antes de los acontecimientos finales, los dedicaron a romper
hombres roca, principalmente a los que habían escuchado el agua durante
la tormenta.
Aod escuchó una voz entre ensueños. La voz le resultaba muy familiar.
No pude venir antes pues tengo asuntos más importantes que tú. No
creíste que me iba quedar llorando por tu partida, ¿verdad? Tengo a otros
más que son mucho más útiles y que siguen mejor mis instrucciones.
-Hasta ahora tal vez no te habrás podido dar cuenta - dijo el demonio. -
pero Sárx no puede matarte, él solo puede torturarte, dejarte sin fuerzas.
Pero está bien, porque yo no lo hice para que te matara sino para que te
entregara a mí. Para que yo tuviera el gusto de acabar contigo y
mandarte al otro mundo.
Cuando los dos Aods llegaron con el Reptiliano, éste estaba terminando
una llamada:
- ¡Hey!, rectificó, son solo dos atravesados los que tienen que encontrar,
¡Solo dos!.-dijo y después colgó.
La instrucción del demonio era muy clara para Sárx: Entregarle a Aod,
pero si por algún motivo no pudiera hacerlo, como era el caso, tenía un
protocolo que seguir, debía llevar a su gemelo a la gran ciudad de Amot,
en donde radicaba Arjé y someterlo al Proyecto Joás. El programa
obviamente era auspiciado y desarrollado por el gobierno del Semejante.
Pretendía lograr que los atravesados regresaran a ser como eran antes de
que la espada del rey les cruzara el pecho. Participar en ese programa
también era el destino de aquéllos que fueron capturados por las arañas
gigantes en la ciudad blanca.
Capítulo 17
AYIA
Capítulo 17
El el sacerdote Agor hacía creer a los aldeanos, que morir en sacrificio era
todo un honor, la familia debía recibirlo con gusto, pero Ayia se
encontraba aterrada.
La chica estaba ahí, inherte sobre la fría piedra, su desesperación era muy
grande y en medio de la angustia, llegó un hombre, un Rey que regresaba
victorioso de una batalla, su vestimenta estaba toda teñida en sangre,
tenía también una herida que no sanará, llevaba en su mano derecha una
gran espada. Era una espada espectacular, la niña nunca antes había visto
algo igual.
Ayia se asustó, nunca antes había salido de su aldea ni visto a nadie que
no fuera de su pueblo. Las armaduras de aquellos hombres simplemente
se esfumaron en un instante y la chica pudo ver algo que le devolvió el
aliento, esos hombres traían unas espadas iguales a la que el misterioso
Rey usó para cortar sus amarras y atravesarla. Ayia corrió hacia ellos y
con plena confianza se echó en el cuello de Salak para besarlo y
agradecerles.
-¿No viste hacia dónde fueron los dos hombres que atravesaron la puerta
antes que nosotros?
-No señor, nadie más entró, yo vi cuándo esa ventana se abrió y cuando
se cerró y solo ustedes dos salieron de ahí.
Inició la cacería y se echó a correr cuanto antes. Agor también era muy
veloz, pero porque se había convertido en una bestia, en una mezcla de
jaguar con lobo, pero del doble de tamaño, tan grande como un caballo.
Su transmutación era gracias a la magia de Foré, quien le había confiado
esos poderes para que desempeñara sus labores. Como bestia, era muy
fácil para Agor seguir el rastro de su presa, además de que avanzaba tan
rápido como las bestias mágicas pueden avanzar.
AGOR vs DAAT
Capítulo 18
En la tarde del día siguiente, cuando los veloces y Ayia pasaban por las
faldas de un cerro, Agor se trepó a la copa de un árbol muy alto y
haciendo acopio de toda su magia lanzó su conjuro a aquel monte por
donde caminaban sus presas.
El titán trató de aplastar a los atravesados con sus pies. Un solo pisotón
suyo en el suelo provocaba que la tierra retumbara, tanto que los
atravesados salieron expulsados algunos metros en diferentes direcciones
después del primer pisotón.
El gigante fue tras Salak y dejó caer su pie sobre él. El veloz solo pudo
poner su escudo sobre sí para recibir el tremendo impacto. El atravesado
quedó incrustado en el suelo, pero el escudo y su armadura preservaron
su vida. Después, el monstruo dio unos pasos para acercarse a Mezak y le
lanzó un puñetazo, el espadachín lo pudo esquivar gracias a su velocidad,
pero el segundo golpe que le lanzó el cerro viviente obtuvo el
contraataque de la Majaira del veloz, y a pesar de la gran diferencia de
masas, la espada no solo frenó en seco el puño del gigante, sino que
además lo dañó bastante, provocando una explosión de polvo, rocas y
humo en el brazo de aquel cerro.
A Agor no le gustó nada que el cerro viviente aventara tan lejos a Salak,
pues ahora andaría por ahí, en la selva, y eso representaba un riesgo muy
grande para el sacerdote. Rápidamente tomó forma de cuervo y voló
hasta la copa de un gran árbol y desde ahí lanzó a la selva un conjuro con
graznidos horribles, para que ésta se encargara del asunto.
Lo que sucedió fue que una gran nave había lanzado un poderoso misil
contra el monstruo y lo derribó. La lava se derramó al momento en que el
titán cayó en tierra y pronto se endureció.
En vez de mano, tenía un cañón. Con ese cañón apuntó a Mezak y disparó
unas hondas sónicas o algo similar, producto de una tecnología
sumamente avanzada y provocó que la armadura del atravesado se
"trasparentara" ó "diluyera" y una vez que el peto de la armadura quedara
debilitado, del mismo cañón, y al mismo tiempo que lanzaba las hondas,
lanzó un disparo láser que, por la "transparencia" de la armadura, hirió el
hombro de Mezak.
Daat creía que ellos eran los dos atravesados a los que habían mandado a
capturar y no imaginaba que hubiera otro perdido en la selva, así que dio
por terminada su tarea.
-No te diré nada hasta que no me digas quién eres tú y qué es lo que
quieres.
EL REY
Capítulo 19
Un miedo aún mayor que el del principio y una culpa gigante embargaron
al joven, provocando que huyera desesperadamente. Corrió durante toda
la noche y durante todo el siguiente día . Aod no podía con el recuerdo de
la mirada que le lanzó el Rey de Reyes cuando le desenterraba la espada.
Sus ojos le expresaron un amor y compasión como nunca antes había
experimentado, a pesar de que le había traicionado. Esto le atormentaba
aún más. Al fin, en la madrugada del tercer día llegó a una ciudad.
-Ten paz amigo, todo está bien. Pensé que te ayudaría escuchar la
Historia de Todas las Cosas, por eso puse el lebrillo con un poco de agua
junto a ti, pero ahora veo que no.
Aod estaba tan exaltado por las visiones, que más que haberle causado
sorpresa la interrupción de aquel hombre extraño, le dio tranquilidad,
pues gracias a su presencia entendió que ya había salido de aquel
ensueño.
El extraño era un hombre que estaba muy mal nutrido, y muy sucio, el
pelo lo tenía desaliñado y poseía una nariz tan alargada como la mayoría
de sus facciones y su altura, largura que seguramente era acentuada por
su delgadez. Tenía unos ojos negros, que a pesar de la oscuridad que
reinaba en aquel lugar, centellaban cual luceros en la noche. Era un
hombre enérgico y a todas luces de espíritu indómito. Vestía un overol de
color olivo oscuro.
Aod no contestó.
-Sí, todos los atravesados que están aquí se los llevan a una sala para
ponerles la inyección y reinsertarlos, el Proyecto Joás.
-Oye dime una cosa. ¿Cuánto llevas de atravesado? - Muchos años amigo.
- Respondió Dolos.
Aod deseaba quitarse el peso de su culpa, quería creer que todo aquello
que lo condenaba no era más que una ilusión, un sueño, aún cuando eso
significara rechazar el amor más cálido que alguna vez hubiera sentido, el
amor del Rey expresada en la última mirada que le lanzó.
-¡Oh! Joven amigo- respondió Dolos.- eso no puede estar más lejos de la
verdad. Dime, ¿acaso me estás diciendo que el Rey de los reyes no es
verdad? ¿Que lo que has visto de él es solo un sueño? ¿Que su amor es
mentira? ¿Cómo te explicas que una espada te atravesara y no murieras?
¿Cómo te explicas que ya no andas con un demonio como los demás
hombres? No amigo, te voy a decir algo y grábatelo muy bien. No hay
nada más real que esa historia. Nada. Es más, esta realidad está sujeta a
la Historia de Todas las Cosas, de modo que lo que es atado allá es atado
en este mundo y lo que es desatado en esa historia es desatado aquí.
Aod sabía que lo que le decía Dolos era cierto y en el fondo de su corazón,
a pesar de su dolor, anhelaba que así fuera. Aod comenzó a llorar
desconsoladamente.
-Amigo aquí está prohibida el agua. Nos mantienen vivos porque muy de
vez en cuando vienen los guardias con un gotero a darnos unas gotas en
la boca. Saben todo lo que el agua puede contarnos y prefieren que
muramos de sed antes de dejarnos un poco de agua.
-Al principio, cuando llegue aquí, yo pensaba igual que tú, pero Abba, el
que estaba aquí antes de mí, me mostró que la tortura de la inyección que
nos ponen a los que llegamos, solo es soportable y más aún, digna de
agradecer, si es que puedes regresar a ver al Rey. Cuando regresas
después de sufrir por causa de Él y te mira, y puedes identificarte con Él,
en el dolor, entonces tu alma se hace tan grande como el cielo, y
pareciera que la corona del Kurios crece como sol. Después de verlo, todo
sufrimiento vale la pena. Es raro lo que te voy a decir, pero de algún
modo, es un regalo que no cambiarías.
-Mira amigo, lo más seguro es que hoy vengan por mí, de nuevo, si no
regreso dentro de seis horas, significará que me fui a donde mi Rey, estoy
seguro que mi cuerpo no resistirá más, o que el veneno de la inyección
surtirá efecto. En cualquiera de los dos casos ya no necesitaré el agua y si
tu quieres podrás tomarte el sorbo de aquel trasto. Me parece absurdo
que alguien prefiera beber esa agua sabiendo que pronto le volverá a dar
sed, en vez de preferir que esa agua sacie su alma para que nunca más
tenga sed. Pero ya será tú decisión.
Aod siguió pensativo y aceptó el trato. Sabía que lo que decía Dolos era lo
correcto y aunque Aod no quería hablar, apreciaba el esfuerzo de su
compañero por consolarlo.
-Yo soy de esta ciudad y una robo patrulla me capturó.- Dijo Dolos un
poco avergonzado por no tener alguna razón más emocionante -¿y tú?
-Sí, pero ¿quién está detrás de todo esto? - Preguntó Aod al tiempo que
señalaba a su alrededor con un ademán.
-¿Y cómo que van a venir por ti de nuevo? ¿Cuántas sesiones dura la
tortura?
Varía, a veces una, a veces muchas, yo llevo poco menos de un año aquí,
el que estaba antes que yo duró varios años.Pues antes de que llegara el
nuevo encargado que ha revolucionado el método, las torturas duraban
muchas sesiones, ahora, lo máximo son diez. Pero desde siempre la
duración de esta condena depende de nuestra resistencia. Cuando un
atravesado no resiste el veneno que recorre por sus venas hacia el
corazón, comienza a iluminarse y antes de que traspase el portal de la
vida, los verdugos detienen la tortura, succionando de un golpe el veneno
del cuerpo. Porque es muy fácil sacarlo, lo difícil es introducirlo y llevarlo
hasta el corazón. Pero siempre sucede que en alguna sesión, el
atravesado se ilumina inevitablemente.
En este punto Aod estaba muy atento. Dolos siguió haciendo el esfuerzo
de platicar. Aunque se gastaba la poca saliva que le quedaba, sentía que
era muy importante contar esas cosas.
-Mi viejo amigo no vió completada la petición que le hizo a su Rey pero se
marchó con la certeza de que su Señor se la había concedido. Fue
increíble conocerlo, él me enseñó mucho. La convicción con la que vivía y
con la que partió me han inspirado profundamente. Gracias a Abba
aprendí a consolarme hablando con mi Rey.
Pasó bastante tiempo, Aod no sabía cuánto, pero seguro ya habían pasado
las seis horas. Sintió una mezcla de sentimientos, pues por un lado era
feliz porque su amigo se había marchado con el Rey, libre del dolor y la
tortura, pero por otro lado le daba tristeza ya no tenerlo, pues aunque
convivieron poco tiempo, Aod apreció mucho su compañía, sus palabras y
sus intenciones.
La lengua de Aod se había vuelto lija. Parecía que tuviera pegamento que
no le permitía despegarla de su paladar. El trago de agua que su amigo le
había heredado le resultaba irresistible. Aod tuvo una lucha despiadada
consigo mismo, pero no pudiendo resistir más, tomó el lebrillo en sus
manos y se dispuso a beber. Era poca agua así que planeó dosificarla.
Llevó el traste hasta sus labios, pero antes de dar el sorbo, algo lo detuvo.
Escuchó el mecanismo de la puerta de su celda accionarse. Aod bajó el
lebrillo y escondió de nuevo el agua. Esperaba ver a Dolos entrar por esa
puerta para que le contara más sobre aquel hombre que llamaba Abba, o
sobre la Historia de Todas las Cosas o sobre cualquier otra cosa, pero no
era él.
La fórmula recorría con velocidad inusual por las venas de Aod hacia su
meta. Ya estaba muy cerca y todo parecía indicar que él sería el primer
caso de éxito en el proyecto Joás, pero antes de que la sustancia llegara,
se detuvo. En el pecho del atravesado sobresalía la parte superior de una
pequeña burbuja brillante y azulada. Esa pequeña esfera estaba
envolviendo el corazón del atravesado y el liquido no podía traspasarla.
Sin duda, alguien estaba haciendo un campo de fuerza que protegía el
órgano vital del joven y a juzgar por el tamaño de la burbuja y del color,
pareciera que ese alguien estaba muy lejos.
Aod llegó a una ciudad. Algunos del pueblo estaban mirando al horizonte,
parados sobre el muro, hasta que un hombre con grandes rastas en el
cabello, apareció gritando:
Ahí viene.
Una vez que les dio el encargo, el gran y único Rey se dio media vuelta y
miró a Aod, éste estaba lleno de emoción y de alegría, pero también de
vergüenza.
-Sí morí.
Aod, con toda presteza, así lo hizo, comenzó a seguirlo. Pasaron una
puerta en un muro y entraron a un pasillo muy obscuro. El joven se
apresuraba para acortar la distancia entre él y su Rey. Kurios brillaba con
luz propia en ese oscuro pasillo. Caminaron varios minutos hasta que la
persona que Aod seguía se volteó. Sorprendido, el muchacho vio que ya
no era el Rey de los reyes a quien seguía, sin embargo no le dio la
impresión de que fuera algún impostor. El nuevo hombre luminiscente que
tenía enfrente simplemente le dijo:
-¿Qué?
Aod intentó distinguir qué parte de lo que acababa de vivir la vivió dentro
del agua y qué parte la vivió en su mundo, pero no pudo descifrarlo con
exactitud. Pensar en eso le recordó algo que lo maravilló.
APOLION
Capítulo 20
Al atravesado tomó unos segundos para decidir lo que ahora debía hacer,
pero no había muchas opciones, estaba en un pasillo y solo podía ir a la
izquierda o a la derecha. Al final de ese corredor estaba una puerta que le
resultaba familiar. Era la puerta del elevador por donde lo habían llevado a
la sala de inyecciones "revertidoras". Entonces entendió que no estaba
muy lejos de la zona de los calabozos y de las celdas donde lo habían
tenido preso. Lo comprobó cuando volteó al otro extremo del pasillo; ahí
estaba la puerta que conducía a las mazmorras. Por su puesto que Aod no
correría hacia la cárcel, así que la decisión fue fácil.
El atravesado puso atención y pudo distinguir lo que había del otro lado
del umbral. Era la ciudad blanca que resplandecía en lo alto del monte en
el que estaba asentada. Entonces Aod comprendió que ese hangar era el
lugar de donde salieron los demonios que atacaron a la ciudad de Paz en
la noche del gran sueño. Era el portal que Baalzvuv había abierto.
-Por ahí puedo salir de este lugar. - Se dijo Aod. -Yasí empezar de nuevo
con la misión que me encomendó el Rey.
De pronto, una alarma muy ruidosa comenzó a sonar con gran fuerza y
una torreta inundó de luz roja intermitente el lugar. Habían descubierto
que Aod estaba prófugo. Rápidamente miró a las pantallas que había en el
centro de mando. En los monitores se veían a los guardias armados con
grandes cañones que corrían por el pasillo en el que hacía unos segundos
se encontraba el atravesado, justo el que conducía a aquel lugar.
Aod atrancó la puerta del elevador para que no se cerrara y así evitar que
subieran los guardas. El muchacho estuvo apunto de aventarse por la
ventana para caer en el hangar y cruzar el portal, pero pronto comprendió
que no duraría ni un segundo en aquel lugar repleto de demonios
armados. Decidió entonces accionar el mecanismo que transportaba el
cubículo por la banda mecánica, no le quedaba otra opción. Se subió en
una de esas celdas movedizas para alejarse del centro de vigilancia y
ganar tiempo mientras pensaba qué hacer, pero el transporte avanzaba
muy lento. Los segundos parecían semanas, la luz roja y la chicharra no
paraban de provocar tensión. Entonces, para su mala suerte, en el otro
extremo de la banda mecánica, hacia donde se dirigía Aod, se abrieron las
compuertas de otro cuarto de vigilancia que se encontraba en ese lado y
aparecieron tres guardas más, llevaban también grandes metralletas y
comenzaron a disparar contra el joven.
Una gran bala fue directo contra el pecho del joven, pero antes de que el
gran misil impactara en el blanco, la armadura recubrió al atravesado,
protegiéndolo de una muerte segura. Sin embargo, por el impacto, salió
impulsado hacia atrás, pero mientras lo hacía, pudo adoptar una posición
de defensa para protegerse con su escudo, que también apareció, como
era costumbre, en los momentos de peligro, porque después de la primera
bala le siguieron miles.
Las balas cada vez se impactaban con más fuerza en el escudo del
atravesado pues a cada instante se acercaba más a los cañones que le
disparaban. Era cuestión de segundos para su inminente captura y fue
entonces cuando Aod vio su oportunidad de escapar.
A unos pocos metros de llegar a donde estaban sus captores, vio pasar a
su izquierda la conexión al cuarto de inyecciones. Sin pensarlo dos veces
se aventó contra la puerta metálica para abrirla y entrar.
En esos salones habían dos entradas, una por la que accedió nuestro
atravesado, que era por donde introducían a todos los presos y la otra
entrada, estaba en el otro extremo, por donde entraban los espectadores
que se daban cita para ver la tortura, y por donde finalmente salió Aod, a
toda prisa, después de cruzar el cuarto.
Adentro del ascensor Aod apretó el único botón que había. Las puertas se
cerraron al tiempo que las balas se impactaban contra ellas. En menos de
veinte segundos esas puertas que eran de grueso aluminio quedaron
destrozadas, pero para entonces el elevador ya iba hacia arriba.
Aod sintió que tardaba mucho en subir, y la razón era la gran multitud de
pisos que recorría, pero las que no tardaron fueron nuevamente las
municiones impactándose contra el piso del ascensor. El joven sabía lo
que a continuación sucedería. El piso se haría añicos y él quedaría
expuesto nuevamente a las balas. Todo indicaba que los que no sabían
qué sucedería eran esos guardias, porque al parecer, no se cansaban de
destrozar lo que fuera con su artillería sin darse cuenta que por más que
quisieran, no podían con el escudo de un atravesado.
Finalmente, el elevador llegó al piso al que iba. Ahí estaban dos guardas
que esperaban al fugitivo. Vieron en las cámaras de circuito cerrado que el
atravesado había abordado el elevador, pero con la balacera, la señal se
había perdido y no supieron en qué terminó. Cuando las puertas del
ascensor se abrieron, se sorprendieron de no ver a nadie, los misiles ya
habían cesado y los gendarmes se asomaron hacia el fondo para buscar
alguna explicación. No vieron al que estaba sujetado del techo. Aod
aprovechó el descuido de los guardias y los usó como apoyo. Se impulsó
él mismo hacia adentro y a su vez tiró al vacío a los soldados.
Aod, nervioso, volteó para todos lados buscando cómo poder escapar y
miró una pequeña ventana en la pared. Las pisadas se detuvieron detrás
de la entrada y ésta comenzó a abrirse, el atravesado no lo pensó dos
veces y salió por la ventana, quedando colgado de ella, con su cuerpo
suspendido por fuera del edificio. En esa situación el atravesado esperó un
par de minutos deseando que se fueran los soldados para entrar de
nuevo, pero no se marcharon, sino que al contrario, la mano de un
guardia tomó la suya y lo empezó a jalar hacia adentro con el fin de
meterlo de nuevo al cuarto. Aod con mucho esfuerzo pudo zafarse, pero
cayó.
Era tan grande el edificio del que había salido Aod y tan alto de donde
había caído, que tuvo tiempo de contemplar el paisaje mientras
descendía. Lo que vio fue algo insólito y asombroso.
Aod recordó las palabras del ser luminoso que lo sacó de su celda. Se
preguntó así mismo por qué razón venía a su memoria esa frase en ese
momento, y entonces una idea le llegó. Tal vez aquel mensajero de luz se
refería a ese gran lago humeante cuando hablaba de la sopa.
Aod sacó el pequeño costal de su bolsillo y lo arrojó con todas sus fuerzas
lo más lejos que pudo, dentro del gran lago. Cuando la arena entró en las
nubes, éstas parecieron recibirla con desagrado. Truenos sonaron y rayos
se encendieron por todos los humos del remolino, desde el lugar por
donde entró el costalito hacia la periferia, y así como los rayos recorrieron
las nubes, un escalofrío recorrió la espalda de Aod.
-¡Hola Aod!
El joven se dio media vuelta. Donde antes había un salón iluminado por la
luz mortecina del opaco día, ahora había una densa oscuridad, y donde
antes no había nadie, ahora estaba Apolión.
Aod nunca había escuchado voz tan espectral. Al mismo tiempo que el
demonio dijo las palabras, chillidos muy agudos taladraron los oídos del
atravesado. Era el Rey de los demonios, no había duda. Lo tenía fijado en
su memoria desde el momento que lo vio en la Historia de Todas las
Cosas. Sus ojos grandes y redondos, sus cejas de fuego, sus colmillos, sus
enormes orificios nasales, su melena. Sin embargo, ahora pudo apreciar
mejor su cuerpo, a pesar de que la oscuridad reinaba. Era como una gran
serpiente emplumada con poderosos brazos y manos, que flotaba por el
aire.
-¿Cómo está el más grande de los traidores?- Dijo Apolión con ironía.
El atravesado pensó que no podía soportar mayor dolor que el que sintió
en aquella mesa de inyecciones, pero comprobó que estaba equivocado. El
muchacho estaba paralizado, no podía moverse, petrificado.
-Me alegro de que estés aquí, -continuó el ángel.- para que veas la puerta
del gran calabozo que finalmente confeccioné. En cuanto le quite la llave a
tus amigos, abriré ese portal y libertaré al gran ejército encerrado del
abismo, y con él, terminaré de conquistarlo todo, incluso, las tierras
lejanas. Dando inicio a la gloriosa y eterna era de Apoleón, que nunca
verá su fin.
-Pero Aod, quiero ser benévolo contigo.- La voz del Ángel se aclaró y dejó
de ser molesta. - Supe que tú eres un excelente candidato para el
proyecto Joás, que no hubo en ti nada que detuviera el recorrido de la
sustancia por tus venas. Voy a ser misericordioso contigo Aod, estoy a
nada de destruirte. Con tan solo desearlo, el dolor que sientes te
reventará el corazón, a menos que decidas unirte a mí. Si lo haces, en
este instante te regreso a la sala de inyecciones y por mi cuenta corre que
no te dolerá, porque cuando alguien decide hacerse el tratamiento por
cuenta propia, no duele. Una vez que te hayamos regresado, yo te
prometo que reinarás conmigo, en mi nuevo reino, en el que estoy a
punto de conquistar. No te faltará nada, lo tendrás todo, poder y riquezas,
y por si fuera poco, prometo reunirte con tu hermano, no necesitas al
Humillado.
-El Rey de los reyes te venció, - respondió Aod, con un gran esfuerzo
debido a la parálisis de la que era víctima.- yo lo ví en la Historia de Todas
las Cosas, tú ya perdiste.
El atravesado lo dijo con toda la certidumbre y convicción. Lo creía aún
cuando hubiera sucedido dentro de la voz del agua y estuviera viendo a la
serpiente delante de sí. Sabía que lo que había pasado en esa historia era
más real que incluso, el suelo, que justo en ese momento, no pisaba.
Lo que en realidad sucedió fue que el costalito de sal que Aod había
aventado a ese gran lago cambió la densidad del mismo, provocando la
alteración a la que se refería el siervo de Apolión.
El atravesado sabía que tenía que salir de ahí lo antes posible y a como
diera lugar, pero al parecer no habían más opciones que aventarse de
nuevo por la gran "resbaladilla" exterior. Caminó hasta detenerse en el filo
del piso del salón y volteó hacia abajo. La base del edificio y el suelo se
adentraban y perdían dentro de una densa neblina. El joven no veía el
final de aquella fortaleza ni lo que había más abajo. Por esta razón, a Aod
no le convencía del todo la idea de volver a deslizarse por esa pared, no le
gustaba ignorar el lugar a donde llegaría, pero al parecer, no le quedaba
más remedio. Aod, al borde dela cornisa, estiró sus brazos y su armadura
lo revistió, alistándolo para comenzar la aventura del descenso. El joven
volteó hacia el interior del salón para echar un último vistazo, entonces
vio algo inusual, el visor de su casco resaltaba una zona en el fondo del
cuarto. Aod, extrañado, fue a investigar.
Ayia, que escuchaba el dilema de los veloces, les comentó que las armas
que su pueblo usaba para cazar eran de piedra, y que si necesitaban una
en aquellos instantes, podrían probar haciéndola de ese material. Los
veloces conocían bien la Historia de Todas las Cosas y sabían que para
hacer una Majaira nueva, solo tenían que inspirarse en otra mientras la
formaban, pero no conocían ninguna restricción en cuanto a los
materiales, así que decidieron que probarían al día siguiente.
El arma metálica del veloz dejó de quitarle pedazos a la pieza de roca, aún
cuando siguiera golpeándola, indicando que la nueva Majaira estaba lista.
-Ahora solo resta saber si tiene el Espíritu del gran Rey - dijo Mezak.
Salak tomó la nueva arma y aunque fuera de piedra, tenía la ligereza que
caracteriza a una espada del Rey. El veloz la paseaba por el aire con total
facilidad. Para asegurarse de su calidad, la chocó contra la misma peña de
la que había salido y pasó la prueba, rebanó la roca como antes lo había
hecho la espada de Mezak. Después derribó un árbol con tan solo un golpe
en el tronco. El veloz siguió probando su nueva espada al chocarla contra
la de su amigo, y no sufrió ni un rasguño. Por último intentó cortar su
antebrazo con el filo, no le hizo ningún daño y lo mismo si se golpeaba.
-Ahí lo tienes, una Majaira tan resistente y ligera como cualquier otra -
dijo, contento, el veloz.
-¿Por qué no todas las espadas son de piedra?- pregunto Ayia al ver lo
bien que quedó la nueva Majaira.
-El único requisito para que las inyecciones sean plenamente efectivas, -
continuó el encapuchado.- es que deben ser aplicadas en la mano derecha
o en la frente. Cuando a los humanos se les introduzca la sustancia
333X2, el Humillado no los reconocerá y las Majairas los matarán, en vez
de sellarlos para él.
Aod, pese a que quería irse ya de ahí, insistía en que esa voz era la de su
hermano y no podía marcharse hasta verle el rostro a aquel hombre y
asegurarse, entonces se apoyó sobre la rejilla para conseguir mirar a
aquel cuya voz le resultaba tan familiar, pero la reja no soportó el peso y
el atravesado cayó al salón, a un lado del maestro de ceremonias que
presidía la reunión. Éste personaje era humano pero el demonio que traía
encima se fusionó con su cara y se volvió horrible, como un monstruo, y
con sus cuatro mandíbulas le gritó:
Aod no logró ver si aquel que hablaba del potenciador era o no quién
sospechaba. Entonces comenzó a buscarlo con la vista entre la multitud
que evacuaba el salón, hasta que lo vio. Sí era él, Caleb, su hermano. No
había ninguna duda, sus miradas se cruzaron y se reconocieron
mutuamente. El atravesado no cabía del asombro, pero al parecer, a su
hermano no le causó ninguna sorpresa porque simplemente siguió su
marcha impasible, hasta perderse de vista tras salir del salón.
Mezak comprendió que estaban peleando sólo contra guardas, pero que
los humanos estaban en otro lado. Y si estaban en otro lado no los
podrían atravesar y de nada serviría haber llegado hasta ahí. De hecho
toda la misión se ponía en riesgo pues esos demonios no eran nada
sencillos de vencer. Se movían muy rápido y a diferencia de los demonios
comunes, éstos no estallaban con la misma facilidad cuando la Majaira
metálica de Mezak los tocaba, pero la espada de piedra si los reventaba,
tenía el efecto devastador en esos demonios con tan solo rozarlos como
las Majairas comunes en los demonios comunes. Con un leve toque de la
piedra, explotaba la parte del monstruo con la que entraba en contacto.
-¿A dónde?
-Sí, a la cueva del demonio, es donde él vive -dijo gritando Ayia mientras
apuntaba con el dedo.- esa cueva que está en ese monte.
Mezak tomó a Ayia entre sus brazos y sin perder más tiempo, se
escaparon de la pelea que libraban contra aquellos demonios en la gran
cabaña, porque que solo les retrasaba, haciéndoles perder el tiempo. Se
dirigieron hacia la cueva que decía la joven, donde estaban las personas
que tenían que atravesar.
Los veloces habían adivinado la estrategia del gran demonio, que quería
mantener a los aldeanos alejados de las espadas, mientras los
atravesados morían en la batalla con los guardas.
Una vez el robot de carne y hueso vio que Aod le prestaba atención, le
dijo:
-Vaya, miren, una oveja se salió del redil y anda perdida. Lástima que el
lobo ya la encontró.
Pero al fin sucedió, Aod estaba siendo más veloz que su versión barata. El
atravesado fue lleno de la velocidad de los veloces y podía notarlo. No es
que antes no hubiera tenido esa velocidad, pero la tenía a ratos y de
manera inconsciente, como por ejemplo, cuando peleó con el incubus
Legon, pero ahora era diferente, él podía sentir esa fuerza y era
consciente de ella. Podía mirar con claridad que tenía una gran velocidad y
a la vez una mayor fuerza.
-Por eso - aseveró Mezak. - Si tu espada es capaz de hacer eso con estos
guardas, estoy seguro será mucho más efectiva con esos aldeanos.
-No importa, no tiene caso que muramos los dos aquí. Corre atrás de mi,
y cuando estemos cerca de la cueva les haré frente a esos monstruos y tú
sigues de largo a toda velocidad hacia dentro.
Así lo hicieron. Selak aprovechó que su amigo entretuvo a los rivales para
pasar entre ellos y entrar a la caverna. Después de eso, los papeles se
invirtieron, ahora Mezak era quien se interponía para evitar que los
demonios entraran.
La caverna no era muy amplia, pero Salak no vio a nadie, así que se
adentró para buscar. En el fondo, había un pequeño hueco en el suelo que
conectaba a una cavidad más amplia y más profunda. El atravesado
descendió con cuidado. En la cámara subterránea, entraba muy poca luz,
pero Salak podía ver en medio de la obscuridad gracias al visor de su
casco que mostraba la frecuencia infrarroja y la espiritual. Así pudo
apreciar cómo su espada estaba envuelta en las llamas tan características
de las Majairas, confirmándole aún más que esa espada de piedra,
efectivamente tenía el Espíritu de Rey. Dicha cualidad en aquellas armas
solo se podía advertir con el visor de la armadura.
Para fortuna del atravesado, después de ser aventado, cayó a muy poca
distancia de los aldeanos, así que sin pensarlo dos veces atravesó a un
hombre y a una mujer. Los dos cayeron inconscientes. Mezak no se había
equivocado, la espada de piedra demostraba otra gran cualidad, tenía la
capacidad de enterrarse en el pecho de esos aldeanos sin la necesidad de
que muriera primero su guarda.
Los aldeanos que ahí estaban, no sabían muy bien lo que sucedía porque
no se veía mucho. Ellos simplemente estaban inmóviles y muy tensos en
su lugar, mientras escuchaban los gemidos de los que estaban siendo
atravesaos a un lado y los golpes de una batalla a sus espaldas.
-¡Hugg!
Mezak sabía que si todo fracasaba, tal vez esa chica sería la única
esperanza para que otros atravesados encontraran de nuevo la aldea.
-Sí, cuando llegué yo, encontré que nuestro padre ya estaba aquí,
encarcelado por ser un despreciable atravesado. Fue muy irónico que nos
encontramos en esa situación, yo encargado de desarrollar la cura que
cerraría la herida de su corazón y él, él se entregó hace mucho tiempo
para que no nos capturaran a nosotros. Era un gran espadachín, un
rebelde muy peligroso para el sistema, pero un día llegaron a nuestra casa
y nos tomaron a ti, a mí y a nuestra madre como rehenes. Mi papá se
entregó para que no nos llevaran a nosotros.
-¿Pero qué has hecho? - gritó Aod que no pudo evitar que la rabia llenara
sus ojos de lágrimas- ¿cómo fuiste capaz de hacer eso con nuestros
padres?¿sabes acaso el dolor que se siente?
-Fue muy duro ver sufrir tanto a nuestro padre, no creas que no - Caleb lo
decía con un genuino pesar.- Pero Aod, no quería lastimarlos, solo quería
regresarlos. Hermano, con mi posición podemos tener todo lo que siempre
soñamos de chicos, podemos tener todos los turbo-jets que siempre
quisimos, cualquier aeronave, podemos tener todo el dinero que podamos
gastar, no más carencias y por si esto fuera poco emocionante, se avecina
una gran guerra para preservar este mundo, en esa guerra podremos ser
los héroes que siempre soñamos ser, con un buen potencializador
salvaremos este mundo y seremos las personas más importantes, ya me
lo han prometido. Aod, el Semejante solo quiere que seamos libres,
salvarnos de ese Rey que sólo nos quiere esclavizar para su propio placer.
-Eres un tipo listo - se rió Arjé con toda la ironía y el cinismo posible.
-No soy cualquier demonio. - dijó el ángel caído.- Para que vayas
enterándote del privilegio que perdiste. Yo soy de un alto rango. Decidí
hacerme cargo de ustedes dos de manera personal porque siempre
mostraron tener grandes cualidades para potencializarse. Eran muy
buenos prospectos para el reino del Semejante, y estuvimos a punto de
lograrlo, de no haber sido por los despreciables espadachines que
irrumpieron en la clínica esa tarde, justo antes de que te aplicaras la
inyección. Desde entonces, lejos de ser una herramienta, has venido a ser
una molestia, igual que tu padre, pero ahora acabaré contigo. He sido un
tonto al hacerle caso a tu hermano, permitiéndole intentar regresarte por
medio de su tecnología, pero eso se acabó, hoy será tu fin, y en esta
ocasión no vendrá ningún Arcángel a salvarte como en la última vez que
te tuve en mis manos. Esta cámara está sellada con nuestra tecnología y
es imposible, incluso para seres superiores como los querubines,
traspasarla. Así que, de aquí, solo puedes salir muerto.
Ayia corrió con todas sus fuerzas por la selva, pero su perseguidor le
estaba alcanzando. La joven corría serpenteando la maleza, pero eso no
era ventaja, ya que el último aldeano era incluso más hábil que ella en
ese terreno.
El cielo tronaba con extraña fuerza y toda la maleza parecía vibrar, incluso
las montañas y el suelo.
Era inevitable la captura de Ayia, hasta que la muchacha vio algo que le
dio esperanza. Justo cuando el aldeano la tenía al alcance de su mano,
Ayia vio un resplandor, a simple vista, parecía un metal enterrado en el
suelo. Era la Majaira de Salak, la espada que la tierra se había tragado por
el hechizo del brujo, y que el Rey de todos los reyes había ordenado que
emergiera justo ahí.
Ese sonido que había envuelto toda realidad, era el que marcaba el inicio
del fin, el momento en el que El Rey de los reyes tomaría a todos los
atravesados que estuvieran sobre la faz de la tierra y los traería delante
de sí, para librarlos del tiempo de tribulación que vendría sobre el mundo
entero a fin de hacer pagar todas las atrocidades cometidas por el
gobierno de Apolión a lo largo de las eras, tal y como Aod lo había
escuchado en la Historia de Todas las Cosas.