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Trabajo práctico Nº5

Messina Franco Ariel

La ley de Educación Común 1420 fue la piedra basal del sistema educativo
nacional. Se aprobó el 8 de julio de 1884.

La discusión acerca de la ley de la educación fue uno de los debates más


intensos, y de largo alcance, en la historia Argentina. Distintos puntos de vista en
torno a la enseñanza religiosa, a la escuela mixta y al control del Estado sobre la
educación dividieron a la generación del ochenta. Las divergencias
fundamentales se centraron en la identificación común de la necesidad de una
ley de educación, la gratuidad y obligatoriedad de la escuela.

En 1883, el Congreso comenzó a discutir un proyecto mediante una iniciativa


apoyada por los católicos desde la Comisión de Justicia, Culto e Instrucción,
presentada a las Cámaras por Mariano Demaría. Después de un largo debate el
proyecto fue rechazado. Inmediatamente la mayoría liberal del Congreso,
muchos de ellos a favor de la modernidad o el iluminismo, presentó otro
alternativo, que fue aprobado con algunas modificaciones.

Uno de los temas más debatidos de la propuesta inicial consistió en la inclusión


de contenidos religiosos en los programas escolares. Existían opiniones
contrapuestas acerca del papel de la Iglesia en la sociedad y el Estado. Los
liberales impulsaron un programa secularizador, por el cual la Iglesia católica
perdió parte de sus potestades en cuanto al registro civil, la educación y el
matrimonio. En ese marco, la religión en las escuelas fue el nudo del debate.
Finalmente, la ley hizo que instrucción religiosa quede en calidad de optativa, con
autorización de los padres, y dictada fuera del horario escolar.

Otro punto de discusión radicó en la capacidad del Congreso para legislar la


instrucción pública en toda la república, según preveía el proyecto presentado
por la Comisión. Se acordó que el estado nacional limitaría su influencia a las
escuelas de la Capital, colonias y territorios nacionales y en las escuelas
normales, dejando a los gobiernos provinciales la facultad de dictar sus propias
leyes de educación. Sin embargo, el gobierno nacional a través de las
subvenciones a las escuelas en las provincias tenía autoridad para
inspeccionarlas.

Entre otras cosas, la ley aprobada estableció la instrucción primaria obligatoria,


gratuita y gradual. La obligatoriedad suponía la existencia de la escuela pública al
alcance de todos los niños, medio para el acceso a un conjunto mínimo de
conocimientos, también estipulados por ley. Los padres estaban obligados a dar
educación a sus hijos. Por último, la formación de maestros, el financiamiento de
las escuelas públicas y el control de la educación –privada o pública- quedó en
manos del Estado. No obstante, la sociedad tenía a través de los llamados
distritos escolares en los que participaban padres de familia (elegidos por el
Consejo Nacional de Educación), la facultad de inspeccionar la calidad, higiene y
cumplimiento de las leyes en las escuelas.

La Generación del ‘80

Se conoce como generación del ‘80 a la élite que gobernó la república Argentina,
manteniéndose en el poder mediante el fraude electoral.​ ​Empezó cuando en 1880,
se lanzó la candidatura a la presidencia del general Julio Argentino Roca, que había
dirigido la Conquista del Desierto un año antes, y que fue el artífice de la generación
y del modelo de país que ésta representó.

Los miembros de esta generación ( entre los que estaban Nicolás Avellaneda,
Bartolomé Mitre, Adolfo Alsina y ​Julio Argentino Roca entre otros)​ defendían
posturas positivistas con el lema de Orden y progreso.Creían ciegamente en el
progreso, identificando tal concepto con el crecimiento económico y modernización;
el orden era considerado una condición necesaria de tal progreso, ya que fijaba las
condiciones de tranquilidad en las cuales debía encontrarse el pueblo para permitir
la proyección del progreso.Las dos presidencias de Julio Argentino Roca se
fundaron en el lema "Paz y administración", que sintetiza el pensamiento liberal y
conservador de esta época.

A lo largo de casi toda su existencia, los hombres de la Generación del 80 creyeron


en un destino de progreso indefinido para su país y para la humanidad. Se esperaba
ver un crecimiento del país en todos los aspectos, tanto económicos, como sociales,
culturales y materiales.​ En cierto sentido, no creyeron necesario hacer mucho más
que crear las condiciones para ese crecimiento, ya que daban por sentado que el
progreso respondía más bien a la naturaleza de las cosas.​ El único período que
cuestionó esa esperanza fue la crisis económica de 1890, pero el optimismo general
retornó al poco tiempo.

Las ideas positivistas de esta generación adaptaron los principios evolucionistas de


Charles Darwin a las sociedades modernas.​ ​Así, gauc​hos​ e indios eran bárbaros,
personas incultas incapaces de apreciar las ventajas de una vida social fundada
sobre los principios liberales que garantizaban el camino hacia el progreso.
Sostenían por ello la necesidad de eliminar la barbarie mediante el orden y afianzar
la civilización, trayendo población europea para entrar en las vías del progreso. No
encontraban contradicciones morales en la eliminación cultural y hasta física de la
población nativa, ya que el destino de las razas y culturas europeas —consideradas
más "aptas" para vivir en el mundo moderno— era prevalecer sobre ellas, y tarde o
temprano desplazarán a las "menos aptas".
También enfrentaron las posiciones tradicionales de la Iglesia católica y se trató de
definir la separación entre la Iglesia y el Estado con la sanción de las leyes de
Matrimonio Civil, Registro Civil y Educación Común.Nunca se intentó separar
completamente la Iglesia del Estado, pero sí minimizar la influencia institucional de
la misma.
Estas últimas medidas llevaron a un enfrentamiento constante con la Iglesia, que
intentó ser defendida por una fracción ideológicamente marginal de la Generación
del 80: los líderes católicos, como Estrada, Emilio Lamarca o Pedro Goyena.
En 1912 ante las huelgas constantes, las críticas en la prensa y el Congreso, la
Generación del 80 ya encabezada Nacional se vio en la necesidad de dar
respuestas a la nueva realidad y amplió la participación política a partir de la sanción
de la Ley Sáenz Peña de sufragio secreto, universal y obligatorio. En 1916, en las
primeras elecciones en que se aplicó, el régimen conservador perdió las elecciones
presidenciales en manos del radical Hipólito Yrigoyen, quien asumió su primera
presidencia con el respaldo mayoritario de los sectores medios del pueblo argentino.

Fuentes
http://www.bnm.me.gov.ar/proyectos/medar/historia_investigacion/1880_1910/
politicas_educativas/ley_1420.php

https://www.apdh-argentina.org.ar/sites/default/files/u7/Ley_1420.pdf

https://es.wikipedia.org/wiki/Generaci%C3%B3n_del_80

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