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Como una sinopsis de la trama podemos decir que la familia llora la desaparición de Angélica, que

aseguran que se ahogó en el río. Pero Martín, su esposo, sabe la verdad y no la revela para proteger su
reputación.

Con el tiempo, se enamora de otra mujer y cuando Angélica vuelve a su casa, se encuentra con la
muerte, que ha sido humanizada en una mujer, quien le dice que su tiempo pasó, que ya no hay nada
que hacer, por lo que Angélica decide convertirse en leyenda, hundiéndose en el río para ahora sí
desaparecer definitivamente. Una temática similar la podemos encontrar en Las intermitencias de la
muerte.

Información introductoria

Es una obra de teatro melodramática del dramaturgo español Alejandro Rodríguez Álvarez, más
conocido bajo el seudónimo Alejandro Casona, quien la escribió luego de su retorno a España una vez
finalizada la Guerra Civil Española, que aconteció entre 1936 y 1939.

El autor inspiró su obra en la personificación de la muerte en un ser con sentimientos de una mujer que
posee cualidades enternecedoras y aterradoras a la vez, pero que ella por sí misma no puede sentirlos.
Para esta obra, Casona escogió plasmarla en un ambiente rural porque es el idóneo para el misterio que
desea generar con su trama.

Se desarrolla en cuatro actos, mediante los cuales el autor, de manera magistral, involucra al público
espectador inmediatamente en la trama, haciéndole sentir profusamente las emociones en ella
representadas. Veamos un resumen de cada uno de estos actos.

Acto I

Nos introduce en el lugar en el que se va a desarrollar la trama. Se trata del salón principal de una casa
rural en una localidad en Asturias, una noche de invierno, en la que se observa a gran parte del grupo
familiar compuesto, en ese momento, por el abuelo, la madre, Telva, la persona mayor que funge de
criada y los tres nietos.

En ese instante están frente al calor de la chimenea, cenando y conversando. Se percibe la tristeza de la
madre, producto de la depresión que le acongoja desde hace cuatro años cuando sucedió la tragedia de
la desaparición de su hija mayor que se ahogó en el río.
Se trata de Angélica, a la que todos querían mucho y tenían en alta estima. Lo que más atormenta a la
madre y que no le da consuelo alguno es que el río se haya llevado el cuerpo de Angélica, sin poderlo
recuperar. Solo encontraron un pañuelo suyo.

La criada Telva cuenta que ella pasó por una tragedia peor, pues perdió a sus siete hijos por la explosión
de la mina donde trabajaban. En honor a ellos plantó siete árboles, en los que ve a sus hijos crecer.

Al respecto, la madre le remeda a Telva, que por lo menos ella tiene el consuelo de tenerlos en la tierra
donde crece la hierba, sin embargo, su hija está en el agua, sin saber en qué sitio. El abuelo, por su parte,
le expresa su inquietud a la madre por los niños, quienes desde la tragedia no han ido más al colegio y
apenas les permite salir a jugar.

Él le pide que recapacite y los deje vivir su niñez, pero la madre se niega, porque ella no quiere que
crucen el puente sobre el río por miedo a que les pase lo mismo que a Angélica.

En ese momento aparece en escena Martín, quien es el marido de Angélica, y manda a Quico, también
criado de la casa, a ensillar la yegua, pues desea ir a las praderas a buscar ganado.

La madre, un poco alterada y angustiada, le acota si el considera necesario que tenga que ir justo ese día
a la braña o pradera donde está el ganado. Aun cuando Martín admite que amó mucho a Angélica, la
madre todavía le pregunta por qué cuando la buscaban, él simplemente lo que hacía era cerrar con
fuerza los puños.

En ese instante, entra en escena la peregrina, una mujer de cabellera rubia, que siempre usa una
capucha y lleva un bastón en la mano, y que cuando se acerca a la casa hace ladrar a los perros. Toca la
puerta buscando refugio. Luego entra Martín y dice que la yegua no está en el corral y que por ello se
ensilló, en cambio, al cuatralbo, llamado así porque tiene blancos los cuatro pies, para ir a los pastos.

La madre expresa que se siente muy nerviosa, pero Martín de todos modos sale. En Reseñas de rojo y
negro encontramos expresiones similares de nerviosismo e incertidumbre.

Mientras tanto, el abuelo se había quedado mirando a la peregrina, pues le resultaba muy familiar su
rostro y le pide que le recuerde si ella había estado antes por esos lares, a lo que ella responde que
estuvo en un casamiento, en una nevada y en la explosión e incendio de una mina.

A continuación, el abuelo se retira y la peregrina, al ver a los niños, comienza a jugar con ellos. Luego de
jugar un rato y reírse mucho, se siente cansada, pide descansar y les ruega la despierten a las nueve,
porque alguien la está esperando en el paso del Rabión. Los niños diligentemente le dicen que la
llamarán. El abuelo sigue observando a la peregrina y se pregunta para sus adentro dónde la había visto
antes, con lo cual finaliza este acto.

Acto II

Se inicia el acto, con el abuelo y Telva conversando y recordando las veces en que la peregrina había
estado en el pueblo y encontraron las tres siguientes:

Cuando sucedió la nevadona, en la que se perdió un pastor.

Durante la boda de la Mayorazga, cuando el herrero se le escapó un tiro de la escopeta, causa por la cual
se desangró en el agua.

Cuando se produjo una humareda ácida y espesa y sonó la sirena pidiendo auxilio para los de la mina,
mientras las mujeres lloraban en las casas. Ese día fue cuando murieron los siete hijos de Telva.

Luego, de todo estas evidencias, el abuelo concluyó que la peregrina era la muerte y es en ese instante
que recordó dónde la había visto.

Fue aquella noche de intenso humo, en la que él mismo estuvo a punto de morir cuando explotó la mina
y fue allí que pudo verle la cara a la peregrina, cuando se le acercó demasiado porque ella creía que el
abuelo era uno de los que debía morir, pero se equivocó.

El abuelo se dirige entonces a despertar a la peregrina y ésta se da cuenta de que se hizo tarde y que se
había pasado las nueve. Él le dice, entonces, que ya sabe quién es ella y ésta le cuenta que venía a
buscar a Martín y que ella misma le había ensillado el potro.

Por ello, el abuelo le dice que es una traidora, además de que es muy cruel. La peregrina le dice que ella
sólo hace lo que le toca hacer, que a ella le gustan mucho los niños, pero que cuando les hace daño, lo
hace sin querer. Así le pasó con uno del pueblo de hermosos ojos azules, tanto le gustaron que se los
besó y lo dejó ciego.
Resulta contradictoria la conducta de la peregrina, parece ser una mujer dulce, buena y hermosa, pero
hace cosas malas. No es como las imágenes de la muerte que se suelen dar, en las que se ve a una vieja
horrible y mala. Ello hace pensar al abuelo, quien incluso siente pena por ella cuando ésta le cuenta su
desgracia de que nunca podrá querer a nadie, pues está condenada a matar siempre sin nunca poder
morir.

En ese momento del acto es cuando se presenta Martín trayendo en brazos a una mujer desmayada con
el vestido y el cabello mojados. La madre presurosa sale pensando que es Angélica, pero rápidamente se
da cuenta que es otra mujer joven, que se llama Adela. Cuenta Martín que Adela había intentado
suicidarse, pero él logro rescatarla.

La acuestan en la habitación de Angélica y que permanecerá un tiempo en la familia, para recuperarse y


tenga refugio. Pero poco a poco irá ocupando el lugar de Angélica. Le proporcionarán las ropas de ésta,
así como su trabajo, el amor de la familia y hasta el de Martín.

En ese instante la peregrina se despide, pero le dice al abuelo que regresará en siete lunas para llevarse a
una mujer joven. El abuelo cree que se trata de Adela, lo que le causa pena, pues es muy joven y bella
como para que muera tan pronto. Por ello él se ofrece a irse con la peregrina, pues como ya tiene 70
años.

A esto la peregrina le responde: «muchos menos abuelo, esos 70 son los que no tienes ya». Finalmente,
sale la peregrina, diciéndole al abuelo que cuando vuelva será para bien de todos, que bendecirán su
nombre.

Acto III

Desde el acto II a este acto ya han transcurrido las siete lunas, que menciona la peregrina, y se está
celebrando la noche de San Juan, que como sabemos, en la tradición asturiana, es una noche de
milagros, baile y desenfreno de la gente alrededor de las hogueras.

Se nos muestra en este acto a Adela formando parte de la familia y de manera no premeditada ella
comienza a desempeñarse como hija y hermana, como alguna vez lo fue Angélica. Por un lado, intenta
dar un poco de felicidad y tranquilidad a la madre, quien le permite usar la ropa de Angélica. Ella trata en
lo posible de actuar y parecerse a Angélica.

Aparecen Adela y el abuelo conversando y éste le pregunta si siente algo. Ella le responde que no, que
tiene más de lo que pudo soñar. No obstante, él le hace prometer que si escucha una voz extraña, le
apriete la mano fuertemente y que no se aparte de su lado.

En ese instante, entra en la escena la peregrina y luego los tres niños. La peregrina le dice a Adela que
desea hablar con ella a medianoche cerca del río donde prenden las hogueras, que la esperará allí. Entra
el abuelo y le dice que él no la ha llamado. En cuanto a Angélica, la muerte no la recuerda, dice que no la
ha visto nunca.

Entonces, la peregrina le pide al abuelo que lo deje a solas con Martín, pero, a la vez, llama a Adela y se
esconde. Los deja hablar y en esa conversación, Martín le revela a Adela dos secretos: En primer lugar
que Angélica no ha muerto, sino que se había escapado con su amante. Él para proteger su reputación,
dijo que se había ahogado en el río. Le dice que siempre fue fiel mientras estuvieron juntos como novios.

No obstante, algo que lo dejó muy dubitativo fue cuando ello estaba haciendo el encargo de la cama de
la boda, para lo cual se tomó varias semanas. Luego, al momento de dar el «si» de consentimiento en el
matrimonio, la voz y las manos le temblaban.

Durante tres días Angélica tuvo fiebre, lloraba por las noches hasta que el tercer día no soportó más,
salió corriendo hacia el río, lo cruzó. Del otro lado la esperaba un hombre con dos caballos.

Martín los buscó por todos lados durante toda la noche, pero al no hallarlos, cuando volvió, decidió
callar la verdad y dijo que se ahogó. No lo había revelado a su familia, pues no quería arruinar el
recuerdo que de ella tenían la madre y todo el pueblo.

En segundo lugar, Martín le confiesa a Adela su amor, que está perdidamente enamorado de ella y que
ya en el pueblo se supo antes que el mismo. Adela le dice que también lo ama y se besan.

Luego, Martín decide no seguir protegiendo a Adela de las habladurías de calle, más aún sabiendo que
Angélica vive. Por eso le dice que no puede cortejar libremente como quisiera, por lo que Adela se echa
a llorar.

Aparecen los niños y la peregrina, entonces, les cuenta una historia. En ésta les dice que habían
encontrado a una bella joven, a lo cual uno de los niños le pregunta que cuándo fue eso y ella le
responde que todavía no había pasado, que pronto sucedería.
La peregrina se dirige al abuelo y le dice que, después de haber escuchado lo que hablaron Martín y
Adela, ahora ya sabía cuál había sido el motivo por el cual había venido a la casa.

Acto IV

Se inicia este acto con la noche de fiesta de San Juan, en la que por tradición en algunas zonas de
España se encienden hogueras y la gente baila y gira alrededor de ellas, para luego saltarla por encima. A
esta festividad también se le considera la fiesta del agua, pues esa noche se le atribuyen poderes
milagrosos, en virtud de que se trata de la fiesta de San Juan Bautista, quien fue el que bautizó a
Jesucristo.

Comienza la escena cuando los mozos y las jóvenes «sanjuaneras» se presentan en la casa a buscar leña
para las hogueras y llevarse para la fiesta a las mozas de la casa. Las jóvenes dan cuentan de todas las
supersticiones que se han creado alrededor de esa noche. Se habla, por ejemplo, de lanzar al agua
alfileres a la hora del alba para así tener un año feliz por cada alfiler.

También se llevan a Telva a la fiesta. En ese momento aparece la madre y le dice a Adela que quiere
hablar con ella, pues se ha dado cuenta de que Martín la quiere y que si ella siente lo mismo por él, ella
no se opone en absoluto, que acepta que ocupe el lugar de su hija Angélica.

Llena de emoción, Adela le dice a Martín que por lo menos pasen la noche de San Juan juntos, antes de
su partida al día siguiente a Castilla.

Le pide divertirse los dos esa noche y que todos vean que se quieren. Deciden, pues, irse juntos al baile.
El abuelo también va. Queda entonces la casa sola con la peregrina, momento en el cual aparece en
escena Angélica, muy triste.

Al no encontrar a nadie le cuenta a la peregrina lo infeliz que ha sido estos cuatro años, le revela que el
hombre con el que se fue la abandonó y que lo único que desea es volver a su casa y estar con su familia
y tratar de recuperar a Martín.

La peregrina le dice que ya no es posible, que todo ha cambiado, que otra mujer ocupa su lugar, por lo
que la convence de que no vuelva. Le explica que todos la creen muerta y que si se enteran de la verdad
va a revivir un dolor del pasado, que destrozará de nuevo a la familia.
Asimismo, le dice que Martín ya superó su partida y ahora tiene el cariño de otra mujer. También le
cuenta que desde la casa a la luz de la hoguera puede verlos bailando. Poco a poco, Angélica va entiendo
lo que ha pasado desde su ida y la peregrina la va convenciendo de que lo mejor para ella es que
realmente muera «con belleza» y dejarles a todos un recuerdo hermoso suyo y acompañándola se va
con ella hasta el río.

Al regresar todos del baile, se encuentran con el bastón de la peregrina, pero nadie la ha visto. Se
comienzan a escuchar gritos de la gente, diciendo que han encontrado a Angélica. La madre grita y llora
al mismo tiempo de dolor y de alegría, porque por fin al menos ha encontrado el cuerpo de su hija, ya no
estará perdida en el agua.

Se genera en el pueblo una especie de leyenda entorno a Angélica a la que comienzan a considerar una
santa, en vista de que debe ser más un milagro, porque después de cuatro años de muerta, siga siendo
tan hermosa. Se oyen las campanas de San Juan a lejos confundidas con el clamor del pueblo, que
cuenta acerca de la leyenda que hay en el fondo del río.

Aspectos estructurales

A continuación veamos en detalle las particularidades estructurales que nos muestra esta obra.

En cuanto al título

Está referido a Angélica, personaje alrededor del cual se teje la trama de la obra. Ella es la dama del Alba,
pues su cuerpo apareció al alba del día siguiente a las celebraciones de San Juan, evento importante de
la obra.

En cuanto a los personajes

La obra nos ofrece personajes principales con características bien definidas, que nos ilustran su
personalidad y son propias de la época en que se escribió e igualmente se presentan los personajes
secundarios, aun cuando apenas aparecen en escena.

Principales

Peregrina. Personifica la muerte, representada en una bella mujer, rubia, de sonrisa triste y ojos
sombríos, manos blancas y frías. Su pasar por la vida de las personas causa dolor, pero para ella es
igualmente doloroso, pues está condenada para siempre a matar sin poder morir y no puede evitarlo,
aunque lo quiera. En una parte del libro se menciona que la única vez que ha sonreído es cuando está
con los niños.

Se desprende de su actuar que es una muerte que envidia la vida, que no le gusta ser lo que es, que le
gustaría ser una chica normal que ríe, llora y, sobre todo, se enamora. Sufre la desgracia de estar
condenada.

La madre. Es la mamá de Angélica, Andrés, Dorina y Falín. Desde que desapareció su hija mayor Angélica,
su vida se volvió muy triste y, además, ha quedado muy temerosa de todo y desde la supuesta muerte
de su hija, se ha vuelto muy protectora de los hijos menores. Está todo el tiempo lamentándose de su
hija ausente.

El abuelo. Es un hombre de 70 años, es de carácter moderado, apacible y sabio. Vive en la casa de los
Narcés. Es muy bueno con sus nietos Andrés, Dorina y Falín y con Adela. No está de acuerdo con la
sobreprotección que tiene su hija con sus nietos y le gustaría que ellos pudieran tener una vida como
cualquier otro chico de su edad, en la que pueda a asistir a la escuela, correr y jugar. Fue motivo de
mucha preocupación cuando supo quién era en realidad la peregrina, aun cuando no demuestra que le
tenga miedo a la muerte.

Martín de Narcés. Es el esposo de Angélica, pero solo por tres días. Es joven, guapo y trabajador. Según
la peregrina, él Iba a ser su primera víctima, pero como los niños no la despertaron a la hora que tenía
que hacer su trabajo, dejó ir a Martín.

Se enamora de Adela, pero no quiere reconocerlo. Algunos dicen que es un cobarde, pues salió como
todo el mundo a buscar Angélica en el río, sino que se quedó llorando con los puños apretados. Es un
gran jinete y está en completo desacuerdo con la sobreprotección de la madre.

Adela. Es una mujer joven que fue rescatada del río por Martín, cuando intentaba suicidarse. Ha tenido
una existencia muy desdichada hasta que llegó a la casa. Poco a poco fue ocupando el lugar dejado por
Angélica cada vez más. Se va enamorando de Martín, aun cuando sabe que no pueden estar juntos
debido al secreto de Angélica.
Secundarios

Telva. Es una mujer de edad muy parlanchina. Es la criada de la casa, lleva a cabo todos los oficios
domésticos y también se encarga del cuidado de los niños. Es valiente, de carácter fuerte. Es viuda y
perdió a sus siete hijos en un accidente en la mina.

Andrés. Es el mayor de los tres hermanos. Tenía de mascota un gato y según él debía tener privilegios,
pues era el mayor. Dijo estar muy a gusto con la peregrina desde el primer momento que compartieron,
jugaron y rieron juntos.

Dorina. Es la hija menor, quien también quedó encantada con la peregrina. También dice agradarle estar
con Adela. Es muy colaboradora con las cosas del hogar.

Falín. Es el hermano más pequeño. Siempre actúa y acompaña a Dorina y Andrés.

Quico del Molino. Es otro criado de la casa, encargado principalmente de cuidar los establos y los
caballos y ensillarlos y alistarlos si lo requiere alguien de la casa. También ayuda en el molino y en
cualquier solicitud de Martin. Le encantan las mujeres, en especial Adela. A menudo se va a la taberna al
igual que su amo.

Angélica (La dama del alba). Es la hija mayor de la madre. Es una joven bella y muy parecida a Adela.

Fue novia de Martín por dos años, pero luego de casarse, solo duró tres días con él antes de su
desaparición. Es extrañada enormemente por su madre y hermanos. Sobre todo la madre nunca pudo
superar su partida hace cuatro años. Murió supuestamente ahogada en el río, pero la realidad fue que al
tercer día de estar casada con Martín, se fugó con un su amante.

No obstante, durante esos años lo que fueron humillaciones de parte del amante, por lo que decide
regresar a su casa y a su familia y tratar de recuperar a Martín. Pero al llegar solo logra hablar con la
peregrina, quien la hace darse cuenta que ya todo terminó para ella allí en ese hogar, que todos ya
rehicieron sus vidas sin ella. Por lo que la peregrina la acompaña al río, en el que muere, generando tras
de sí una leyenda.
Sanjuaneras 1, 2, 3. Son las muchachas encargadas de recolectar los fondos necesarios durante todo el
año para organizar y sufragar todos los gastos de la fiesta de San Juan.

Mozos 1, 2, 3. Realizan la misma función que las sanjuaneras.

a desaparición de Angélica creó una atmósfera triste, de pesadumbre y tensa entre los miembros de la
familia, en la que debido a se tuvieron que adoptar muchas precauciones y cuidados. Así, por ejemplo,
ya los niños no podían ir al río y cruzarlo por razones de seguridad, tampoco podían ir solos a la escuela
como lo hacían los otros niños.

Todo comenzó a cambiar un poco cuando una noche apareció en la casa una peregrina que puso
inquieto al abuelo, pues percibía algo extraño en ella que daba miedo. Durante el tiempo que
permaneció la peregrina en la casa, Martín conoció a una bella joven que hizo que regresara la felicidad
a ese hogar.

No obstante, el abuelo estaba angustiado, porque la peregrina misteriosa le había revelado que
regresaría pasadas siete lunas y eso lo mortificaba. Así fue como la noche de san Juan, en la que se
cumplía la séptima luna, fue justo cuando Martín se decidió finalmente a hablar y revelar lo que había
ocultado por tanto tiempo y que lo hacía sufrir. En ese momento reveló que Angélica no se había
ahogado en el río, como él había dicho y es por ello que su cadáver nunca pudo ser hallado.

Les confesó a todos que ella había escapado con otro hombre. Esa noche de san Juan el abuelo estaba
más intranquilo que de costumbre y alerta, esperando la llegada de la tragedia, que vendría con la
peregrina. Mientras tanto la gente bailaba alrededor de las hogueras en un ambiente festivo y bullicioso.
Todo era fiesta. Fue en ese entonces cuando Angélica decidió volver y descubrir todo, pero la muerte,
que resultó ser la peregrina, la convenció de no hacerlo y la arrastró hasta al río donde la dejó caer, para
su descanso eterno.

En cuanto al tema

El tema principal versa sobre la muerte y como actúa cuando está entre los seres humanos. Está
personificada en la figura de la peregrina, que es una mujer hermosa y misteriosa, que se va cobrando
vidas a su paso, sin saber por qué y sin poder evitarlo.

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