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TEST DE MATRICES PROGRESIVAS
ESCALAS COLOREADASS,GENERAL YAVANZADA
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CARACTERIZACION i
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Por su objetivo: un test de capacidad indectual (habilidad mental gen~ral).
· . Es un instrumenlo destinado a "medir la capacidad inteleciual:.. para compa-
rar fórmas y razonar por analogía, con ind~pendcncia de Jos conocimientos .ftdqui-
ridos". Informa acerca de "la capacidad pr<.:sen te del examina.d o para la ar.tividad
inte1ectual en el sentido de su más alta claridad de pensamiento en condiciones de disjJo-
11er de tiempo ilimitado" (Raven).
Por su material: un test de lagunas geométricas abstractas. ..
Como material de prueba este test utiliza una serie de figuras abstractas (geo-
métricas) incornpletas. ··· , ., ,
Es un test no-verbal, tanto por la índole del material como por la.'respuesta que
demanda del examinado. ../"
Por la índole de sus problemas: un test de matrices. . ..
Cada figura geométrica implica un patrón de pensamiento (incompleto, trun-
co), una "matriz" (de la palabra latina maler=madre). C:tda figura representa la
madre o fuente de un sistema de pensamiento. La serie completa integra una escala
de matrices en orden de complejidad creciente construida de manera de revisar en
la forn~a más completa posible los sistemas de pensamiento del desarrollo intelec-
tual. :
Por la tr;.rea interna que debe realizar el examinado: un test perceptual, de observa-
ción , cornparació.1 y razonamiento analógico.
Por la tarea externa que debe realizar el examinado: un test de complemento.
El examinado suministra su respuesta a los problemas planteados, completan-
do las figuras lacun;wias con el trozo que corresponda.
P01· la forma de obtener· la respuesta: un test de selección múltiple.
Para que el st~eto brinde su solución, se le ofrece, para cada una de las figuras
lacunarias, varios (6 u 8) trozos entre los cuales se encuentra el (111;·.:o,adecuado, a
fin de que indique cuál de ellos es el que considera apropiado.
Por su administración: es un ·test autoadministrable, y por tanto puede adminis-
trarse, indistintamente, en forma individual o colectiva.
Por sus empleos: un test de clasiíicación y clínico.
Por sus fundamentos: un test factorial.
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FUNDAMENTOSTEOrucos
factores''" del psicólogo inglés Charles L Spearman, así corno con las leyes noege-
néticas formuladas por ese mismo investigador -la más alta figura de la psicología
inglesa· contemporánea-. Antes de brindar un ligero bosquejo de estas ba<>es teó-
ricas del Test de Raven, convendrá establecer algunas importantes significa -:.iones
previas: factor, análisis factorial, teorías factoriales y tests factoriales.
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FACTOR DE u. I7rrEuCENClA. -A útulo de hipótesis de trabajo en la .investigación ;::
mental, supónese que la inteligencia está integrada por un conjunto de habilidades
(Abilities) y éstas, a su vez, por factores. La postulación de estos factores no resu lta de
la observación y medición d irectas sino de un proceso de educción lógica .basado
en las correlaciones entre las habilidades. El supuesto lógico en cuestión que sirve
de fundamento al concepto de factor es que si dos habilidades están con-elacion ~
das entre sí en alguna medida, en esa misma medida ambas.han de estar en depen-
dencia con un factor -común; si dos habilidades están cor.relacionadas entre sí en
cierta medida, cada una de ellas ha de incluir dos faclOres: un factor común a ambas
(que determina la con-elación entre esas habilidades) y un factor específico de cada
una (que determina la diferenciación entre esas habilidades). Esos fact.orés de la
inteligencia no deben entenderse, pues, ni como en tidad es sustanciales, '.:lementos
reales, procesos, fenómenos o funciones psíquicas en el viejo sentido de aptitudes,
poderes o rasgos -pues se trata de un concepto completamente nuevo- ni tam -
poco como abstracciones matemáticas carentes de toda significación psicológica:
estos factores tienen una existencia formal dada por las correlaciones deducidas
entre las habilidades mediante un análisis estructural objetivo. Pero esa correlación
entre habilidades sólo prueba una relación recíproca y no necesariam e nte una rela-
ción causal -el factor no desempei1a, pues, papel alguno a los fines de una expli~
cación causal-. El méwdo empleado en esa determinación de los factores se llama
análisis de los factores, o más brevemente, análisis factorial.
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tesLo; )'así procura descubrir los factores subyacentes, con la intención última de re-
ducir aquellas múltiples actuaciones dadas a un mínimo de factores mentales signi-
ficativos. Los factores así descubiertos p.:>r eJ análisis han sido interpretados de dis-
tinta manera por los autores, dando lugar a diversas teorías de la inteligencia.
el mismo papel en todas las habilidades: en tanto en algunas de ellas es "g" el fac-
tor principal, en otras lo es "e". La inves~igación ulterior demostró la existencia de
otros factores, los llamados factores de grupo, que se encuentran en gran pa·rte de un.
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...,. tra e interindividualmente: vari?.C.e tanto de una a otra habilidad tle un mismo in-
dividuo, como de uno a otro.Jn'dividuo. Por tanto, e es propio de cada habilidad par-
ticular y no depende ni se ~orrelaciona con "g" ni con los "e''. Cualitativameme los
"e" son las máquinas, disposi tivos o instrumentos (engines) a través de los cuales ac-
túa y opera Ja energ~a mental "g''. A cada habilidad corresponde una engi.ne.
Postulando ~stos factores, Spearman cree haber dado con la teoría ecléctica que
logra Ja conciliación armónica buscada entre Ja teoría (monárquica) de la inteligen -
cia general (factor "g"), la teoría (oligárquica) de las facultades (factor de grupo)
y Ja teoría (anárquica) de las aptitudes (factor "e"). En suma, Spearman considera
que la inteligencia está determinada por un alto número de factores especializados
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(uno para cada función). por un número limiLado de faclorcs de grupo (que inter-
... vienen en cierto número de funciones) y por u1 faclor general (común a todas las
funciones).*
* Seii:ilcmos <le p:iso cómo conciben la inteligencia l:is otr:is dos grandes teorías factoriales de
la psicología contemporflne:i, c11yas di\'ergencias han suscitado entre sus representantes ingleses
(Spe:irman y su esc\1ela) y noneamericanos (Th01·ndike , Thurstone y sus respectivas escuelas) una de
las más vivas polémicas ele la psicología contemporánea.
Te01ia m1tl1i111odnl de ÚI inie/J"gnicia '(Snmfiling. lheory). EDWARO LEE TllORNDl"f. en Estados Unidos y
GonrnEY H . TllOMPSOS en Ingl;nerra Ciguran entre los más se,•eros opositores de Speannan. Según esta
escuela sólo existe en la "inteligencia" un gr;in número de aptilucles especíCicas independientes; la uni-
dad de la inteligcnci:i es sólo :ip;irente. No hay nada que permita hablar de una inteligencia como fun-
ción unitaria; sólo hay una muhipliciclad de inteligencias heterogéneas. Esta teoría concibe, pues, la
intel igenci;:i como un co111p11tsi0 <le gr;m n\1mero de habilidades altamente pa'rlicularizadas, como una.
resultante ele un nün'!ero indelinido_ de capacidades especificas. La nniCicación s~ produce en la acción
resultante -única c;iusa de sn aparente uni<lacl- . Thorndike discierne un gran número de factores
de Ja imeligencia: intt:ligmr.in abstracta (aptitud para las ideas, lenguaje, matemáticas, ciencias y nego-
cios). i11telige11cin mecá;11·r.a (cosas )' conocimientos comerciales), inteligencia social (comprensión del
otro). mergín, persistmr.in, n11toco11trol, lrnbilidnd dt persuasión, hnbilidnd política, y, en fin, un sinn(1mero
de habilidades paniculares: para la medicina, p;ira la enseñan7.a, para la agricultura, el arte, el galan-
teo, etc. En la práctica esta teoría no ha ci:iclo lugar;¡ ;iplicaciones <le imponancia.
Análisis Fncto1ial ¡\-ftí/tip!t: o A11álisis M11ltifacto1inl Este es, en cambio, uno de los métodos facto-
riales que m:ís se emplean actualmente. Según est;i posición no existen "g" ni "e": sólo \'arios factores
de grupo. Lou1s LEON T11u1tSTO;>;E, psicólogo noneame~icano -y con t:I HL•LL \º KELL\'--, considera
t.."lmbién la inteligencia como un compuesto ele habiliclades primarias (factores comunes o de grupo),
, como la suma ele tod;is l;i~ h<tbilicbdes. Pe1·0 es<ts h<tbili<l:1des existen en número limit.."ldo y son sólo
rebti,'<lmentc: indepencliemcs entre sí. Hall;º1nclose los factores primarios correlaciom1dos, se implica
l;i existencia de un factor general, de un factor más general que los clem:ls. Así, en la practica, el último
des;irrollo cid método ele Tlmrslonc: h;i clerh·;1clo en la concepción --defendida por los discípulos ele
Thurstone y c:n la que p:1rticip:1 Cauell- ele un posible factor gcncr<tl de s.c gundo orden, de signili-
c;ición <tn:ílog;i :il "g" ele Spe;irm:in. '
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rías de Spca;·man )'la de Thurstone las de ma)'or proficuidad psicométric:i. Thurs-
tone mismo constru)'Ó entre o tras el Chicogo Tests of Primar)' Mental A bilities·(P.M.A.),
en colaboración con Th. C. Thurstone, de aplicación colectiva, que suministra un
"pcrlll factorial": informa sobre los factores V (verbal), W (fluidez verbal). M
(memoria), S (espacial), N (numérico). R (razonamiento)'. ... ..:.
Spearman halló que si bien la energía menea! no puede medirse d irec1.,1mente,
tal mensuración 1-es.u lta factible a u-avés de las múquinas (factores "e") que los trans-
forman en trabajo, pues todo test depende de un factor específico y, en mayor o
menor grado (grado de saturación), del factor"¡(. Cuanto más dependa un test de
"g", mayor saturación de "g" tendrá, mejor mcdir:1 el valor de "gn en el individuo;
cuanto menos saturación de "g" acuse, mejor medirá el factor "e". Por consiguiente, ··· ---
"g" interviene siempre en todos los procesos <le educción de relaciones reales
- espacio, tiempo, identidad, causa, etc. - o ideales -evidencia, s imilitud, etc.- ,
tal como se implican en las pruebas tradicionales de percepción sensorial,. memo1-ia,
imaginación y especialmente en las llamadas de "inteligencia general". Pero Spear-
man comprobó que Jos tests "ómnibus", compuestos de diversos tipos de pruebas
que examinan las dislintas funciones, miden especialmente el factor "e" y sólo por L I (~ , O
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ciones (Line, Stephenson, Brown) ,_se arribó a la conclusión· de que los tests homo-
géneos más saturados de "g" son los razonamientos matemático o gramatical (de
sinonimia, de oposición), los de percepción de relaciones complejas con material
visual y, en especial, los de material no verbal, perceptivos, basado·s en problem:l?. -·: ¡r~:~~~·;~
de educción d e relaciones. Spearman, en colaboración con Stephenson, construyó . t'41.,;,
un test destinado a medir el valor de "g" en el individuo mediante la tarea de des- • ·! r,_:t;·¿ ¿
cubrir en un primer grupo de figuras un carácter común que no posea ninguna
figura de un segundo grupo, y en i!1dicar en las figuras de un tercer grupo cuáles
poseen e.sos caracteres.
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lipo. El lest de Raven busca, en cfeclo , medir el factor general. Suministra informa-
ción direcla de la magnilud incliviclu:1l ele cicnas funciones cognoscitivas (observa-
ción y razonamiento) y una cierta evaluación de casi todas ellas: la medida de la
capacidad intclecLual general -denominador común de la totalidad de las opc1·a-
ciones de la inteligencia-. Ello ha dacio lugar a la e1-rónea identificación del Lest
·de la Matrices con una prueba de inteligencia general. Dado que "g" es casi todo
en algunas habilidades y algo en cada una de la totalidad de ellas; establecer la mag-
nilud de "g" en un individuo dado, Lal como se hace en el Raven, significa esL:1blccer
su habilidad general, su ca¡:;aciclad gene_ral: casi todo con respecto a algunas habi-
lidades y algo de casi todas ellas.
Pero debe advertirse que el factor "g" "sólo mide un fac_tor común a todas las
operaciones, y no la operación encera '! tSpcarrnan); o sea, que la determinación de
"g" _no implica una mensur~dó¡1 comple,ta de ninguna operación intelectual ·partí~
cu\ar, pu.es si se quiere logr.ar una· cabal determinación de una operación intelectual
dada, en cad;"l. C;"l.SO faltará por medir el""valor del factor "e". En suma: para un cono-
cimienlo completo de las habilidades de un individuo debe complementarse la ave-
_riguación de "g" (lvfatrices Progresivas) con la·averiguación de "e" mediante los lesr..s
factoriales correspondientes.
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el cual, dado un ítem y una relación, propendemos a establecer un ítem correlativo
del primero, Spearman lo designa educción de correlatos. Todo aClo de conocimiento .
se rige y constilUye por ambas formas de educción, la e.le relaciones y la de correla-
tos. Spearman anuncia estas operaciones cognoscitivas básicas en forma de tr es leyes
del proceso de constitución y formación del conocimiento, a las que denomina leyes -· . ... -
.
noegenéLicas ("noesis": autoevidencia; "génesis": creación), con las cuales el Test de
Raven se halla direc tameme vinculado: Primera ley noegenética, de educción de
relaciones: A nle dos o más ítems toda persona tiende a establecer relaciones entre ellos.
Segunda ley noegenéti<;a, de educción de correlatos: Ante un ílem y una relación, toda
persona tiende a concebir el ítem correlativo. Tercera ley noegenética, de au to con ciencia
o introspección: Toda persona tiende a conocerse de un modo inmediato a s1misma y a los
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ítems de su pro/1ia experiencia. Estas tres leyes psicológicas cualitativas indi can el ·sen- ~
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Lido_ge_l}étic:o del conocimiento~ l J2~_9_Ce~9: Ja educción de correbtos supone e)
saber ·de las· ·reladones _y. d~ los fui :lamentos (y éste el d e la autoconciencia); la
.
educció n d e relaciones supone el sa1 ~r de los fundamentos y éstos a su vez la auto-
concienci::t. Los problemas de- educció11 de relaciones y correlaciones de Raven están .
seriados en orden d e dificultad progresiva: las primeras series plantean variados pro-
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blemas de educción de relaciones (si bien la tarea de percepción estructurada es en t !i_'.-B'
las dos primeras lo fundamental), y las últimas, problemas de educción de correla- ·~
tos.
VALIDEZ
Entre los análisis que se han efectuado para establecer la composición factorial
del test de Raven, es especialmente importante el que realizó Vernºo n, sobre los
resultados obtenidos en el ejército. británico. Halló que su saturación en factor "g"
es de 0,79, y su saturación en factor específico espacial, de 0,15 - sa turación en fac-
.¡
tor "e" relativamente alta, que se debe particularmente a los 30 primeros proble-
mas-. En cambio, no se ha podido determinar la naturaleza de los factores que
componen el pequeño residuo de 0,6. En general los expertos coinciden en la opi-
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APLICACIONES
JAIME BERNSTEIN -- . .
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PROLOGO A ESTA EDICION
Desde el ai'io 1950 a Ja fecha, la Editorial Paidós ha public_a<lo cinco e,d iciones
del Test de Mat1·iccs Progresivas de Raven (Escala General), dos ele la Escala Especial
Coloreada y una de la forma Tablern de esa escala especial. En tod9s los casos el
tvfanual que las acompañaba incluía una excelente sección introducto1·ia escrita por
./ el P-rofesor Jaime Bernstein, en la que realizaba con precisión una presentación de
la prueba, tanto desde el punlO de vista teórico como desde el histórico.
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Durante más de cincuenta años las distintas formas del Test de. Matrices Pro-
gresivas (Escalas General, Esp'ecial y Avanzada) fueron objeto de revisiones y moai-
ficaciones y dieron lugar a numerosos trabajos de estandarización, tanlO en el con-
texto original escocés en el que fueron construidas como en otros países (Alemania,
Nueva Zelanda, Australia, Estac.\os Unidos de América, Irlanda, Inglaterra, Francia,
Espaila, Brasil, Argentina). En nuestro medio no se conoció la versión local d~ la
Escala Avanzada, que se disei'ló inicialmenle en 1941 pero que entró en et circuito
comercial ya en el ai'lo 194 7, ni bs pruebas de vocabulario, que no se han incluido ,
en esta edición.
Durante el mes de mayo de 1992, John Raven, hijo del creador de las técnicas
que nos ocupan )'continuador de la obra iniciada por su padre, visitó la Argentina
y, en las numerosas conversaciones que mantuvimos con él; pudimos ponernos en
contacto con las últimas ediciones del original inglés sobre el Tese de Raven, publi-
cadas por Oxfo1·d Psychologists Press. Fruto de esos encuentros es este /lfonual que
publica la Editorial Paidós, en e l que se condensan desarrollos.teóricos sobre las tres .
formas de la prueba. Nuestro compromiso con el D r. Raven supone la elaboración
de baremos locales actualizados, tarea que iremos realizando con b colaboración de
profesionales interesados en el uso de Ja prueba en distinws ámbitos <lel quehacer·
profesional: educativo, laboral, forense. A medida que concemos con esos datos, se
irán incluyendo en las Carpetas de Evaluación que se publiquen.
Este Manual incorpora aportes de interés relacionados con un tema de por sí
polémico y cautivante: u\ J\ll::DICJON DE u\ INTELIGENCIA, en niiios, adul[Os, adolescen-
tes. Las Matrices Progresivas, junto con las pruebas de Vocabulario, pretenden eva-
luar de forma simple y objetiva los dos componentes del denominado por Spear-
man (1923, 1927) FACTOR "g", en tendido como una habilidad eduCliva y
reproductiva. J. Raven construyó las matrices e incorporó las pruebas de Vocabulario
para poder investigar las raíces genéticas)' ambi entales de esas habilidades.
Es de esperar que quien lea estas páginas, enriquezca y actualice su informa-
ción sobre los usos )' limitaciones de bs Matrices Progresivas en sus tres f01-mas:
Coloreada, General y Avanzada.
J. Raven (hijo) -i·1-1siste, a nuestro criterio con acierto, en afirmar que la dcno-
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A quienes sólo utilicen las M:urices, sin las Escalas de Vocabulario, les bas-
tarán Ja Sección 1 Introductoria, y las Secc iones 2, 3 y 4 de este Manual.
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TERl\fJNOLOGIA
más se desarrollaron dos escalas ·nuevas con fines específicos. La escala inicial de las
Matrices Progresivas Escala General (1938) fue seguida por la de las Matrices Pro- ~ ""'"
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gresivas Coloreadas (1947), que ampliaron el ámbito de aplicación a los ni1)os l
Todas las escalas han sido revisadas Yarias veces; se recurrió al análisis de los
ítems para reordenados y para reducir su númcro<Cle 48 a 36 en la Escala Avanzada.
Estos y otros modos más personales d e designar estos tests nos han llevado a
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proponer una convención inequívoca para el uso futuro. t
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Cuando no sea necesario establecer una diferenciación, toda la familia del test
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debería denominarse Test de Matrices Progresivas de Raven (o MPR). . tt
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La Escala C~lo1·eada debería denomin<lrse de Matrices Progresivas Coloreadas t
.~ .. (o MPC) .
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~ .' La Escala General debería denominarse de f\fatrices Progresivas Escala General
(o MPG) .
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La forma b~í.sica del test consiste c.:-n SS ¡nl:ibras en presc.:n tación abierta. Se la
conoce como versión "Definiciones" o "Abierta" del test de Vocabulario Mili Hill
(VMH).
La Forma Breve del VlvfH se desarrolló tornando una de cáda cinco palabras
de la forma Definiciones del test. Se les pide a los sL0etos que usen cada palabra en
una oración, además de definirla. El test intenta focilit:tr el estudio de la disfunción
verbal, y debería designarse VMH (Forma Breve).
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Sección Introductoria
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(Sección 1)
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INDICE
·.
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Jnu oducción ...............................·........................................................ : ................... I 3
'
Base\ teóricas del Tesl de J\fatrices Progresivas y de Vocabt1lario de Ravcn .... .. J 6
Aclar. :dones conceptuales ..................................................................................... I 7
La capacidad eductiva, la capacidad reproductiva, la heredabilidad )' el
ambiente .............................................................•............................................. 117
.. ,,. Cu~stiones étnicas y socioeconómicas ..................................................... ............. I 26
~. ' •.
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La maduración de.la capacidad <:ductiva· ················:···························:··············· ··1 29
La "declinación" de la capacidad edt1ctiva en la adultez .................................... I 31
Capacidad reproductiva, edad y fecha de nacimiento ........................................ I 32
Consecuencias para la sociedad }' los psicólogos ................................................. I 33
~comunicación _d e los resultados: requerimientos de Ja información
contextual ...........: ............................................................................................. I 38
Aplicaciones de las MPR y el VMH ....................................................................... I 42
Antecedentes de las Matrices Progresivas de Raven ......................~ ..................... I 50
Antecedentes de bs csc;-clas de vocabulario .............................................. :.......... I 61
Referenci;i.s bibli.og1·áficas ...................................................................................... I 66
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INTRODUCCION
En primer lugar se pasa revisca a las bases teóricas de los teses de Matrices
Progresivas y de:Yocabulario de Raven. Estos tests fueron disei'lados para usarlos
en "la investigación de los orígenes genéticos y ambientales· de la deficiencia
mental. Intentan medir dos componentc.s de g identificados por Spearman, a
saber: la.capacidad educliva y la capacidad reproductiva. La capacidad edúctiva
supone una aptitud para d;ir sen tid_o a lo confuso, para forjar constructos en
; . gra~ medida no ~erb.ales qu<:'. facilitan el manejo qe la complejidad. La aptitud
reproductiva entrai'la la familiaridad con el acervo de información explícita, en
gran medida verbal, de una 'cultura.
En las secciones que siguen, se exploran con alguna e)\tensión las relacio-
nes entre la capacidad educ.:iva y reproductiva, "g", la inteligencia general y la
capacidad general, por d?s razones: primero, porque en la práctica las MPR han
sido mal aplicadas y JÍ-iaí interpret;idas como una medida de ·la "capacidad n,
siendo que, en reaiÍdad, las pe1·sonas que tienen puntajes similares de capaci-
dad eductiva. o reproductiva varí;in ampliamente en sus otras aptitudes. En
segundo lugar, porque lo que miden los tests -y la naturaleza .de la capacidad
eductiva en· particular- ha sido muy mal comprendido en la inves tigación. La
excesiva generalización de los puntajes h;i conducido a muchas prácticas injus-
tificables de selección educacional, social)' laboral. Et hecho de que no se com-
prendiera que la capacidad educliva envuelve una variedad de procesos r~icoló-
_gicos distintos, fundamentalmente perccptuales y co·nceptuales, que se apoyan
uno sobre otro y entrai'lan procesos afectivos y conativos, ll<;vó a extraer de la
investigación algunas conclusiones desoricntado1·as . Específicamente, la capaci-
dad eductiva no debe concebirse como ·"capacidad cognitiva general" ni como
capacidad para la "resolución de problemas".
Después, el texto pasa a examinar los aspectos del ambiente que influyen
en las capacidades ~·ductiva)' 1·eprocluctiva. Se comprueba que son mejor cono-
cidas las variables que influyen sobre la primera. A lo largo del tiempo se ha
producido un incremento espectacular de los puntajes correspondientes a la
capacidad edt.ictiva (pero no en los correspondientes a la capacidad reproducti-
va). La aliment~ción y la higiene, por un lado, y las prácticas democráticas de
crianza en el hogar )' en la escuela, por el otro, tienen una influencia positiva
- antes insospechada- sobre la capacidad eduCliva. En este siglo, quienes han
nacido hace menos tiempo tienen grandes ventajas. Al examinar estos datos
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rcsull;i claro que lo que ;i1Hes se vcí" como declin"ción con la ed;id de los pun-
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lajes eductivos se puede interpret"r m:ís cc1-rcctamente como incremcnlo de
esos puntajes _en los más jóvenes.
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Como los datos resei1ados ilustran la necesi~ad de ubicar los ptintajes de las
MPR y el VMH en el contexto de (i) una información más amplia sobre las capa-
cidades de-las personas evaluadas, y (ii) una discusión de los posibles méritos y
deméritos de las políticas educacionales, sociales y laborales alternativas, el texto
explora a continuación, algo detalladamente, el rol social de los tests y los psicó-
logos. Se sostiene que los tests psicológicos licnen que ser mucho más accesibles
a los padres, maestros y gerentes, para que éstos puedan pensar con mayor efica-
cia sobre los talentos de sus hijos, alumnos y subordinados, y sobre la manera de
cultivar y canalizar las capacidades, :-iptitu<les y motivaciones d~ -todos ellos. Esto
implica q~e el psicólogo tiene que (i) presionar en favor de mayores inversiones
en investigación y desarrollo, necesarias para que esto se pueda hacer con mejo-
res resultados,·,. (ii) estar mucho mejor preparado para encarar lo que implica
su trabajo en cuanto a las políticas educacionales y sociales.
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Después de este plan Leo general, <.:! Manual pasa a una discusión más espe-
cífica de fas diversas formas de las MPR y el VJvfH, del modo en que fueron
desarrolladas, de la importancia del "campo de pensamiento" en Ja determina-
ción de la respuesta "correcta", del papel <le la presentación cíclica, y de la for-
ma de análisis de. ítems empleados Y· sus con.secuencias para el carácter "unidi-
mensional" de los tests. Se exhorta a los usu:u-ios a elegir con cuidado las
formas de matrices más adecuadas para sus propósitos. ~;
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, Spearman (1923, 1927) fue el primero en obser\'ar que las pruebas de apti-
tudes en materias escolares como aritmética, lectura y deletreo tendían a pre- l
sentar una correlación de 0,7 a 0,8. Infirió que esas correlaciones podían expli-
carse por al~ún facr?r c~:m(111 subyacente o "general" -"g"- de _la capacidad
mental, y sostuvo que diferentes pruebas requerían diversos grados de esa capa-
cid~d.
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Los tests de Mat1·ices 1:'rogresivas\ de Voc<1bul::trio de Raven fueron desarro- t• ~
llados para evaluár, del 11lOOÓ más si1~1ple e ineqUÍ\'OCO posible, los dos compo-
nentes de "g" identificados por·Spearrnan co:no capacidad educliva y C_!lpacidad
reproductiva.:. ·· --
.......
•
La actividad mental eductiva supone dar sentido a la confusión, desarrollar
nuevas comprensiones, ir más allá d~, lo dado para percibir lo que no es inme-
L o:-
diatamente obvio; dar forma a constructos (en gran medida no verbales) que
• • •t
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6 (.
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ACLARACIONES CONCEPTUALES
,;a
La superpos1c1on y c..1 deslizamiento entre las expresiones "g", capacidad
_;a eductiva, capacidad reproc·~1ctiva, capacidad general, inteligencia general, inte-
....
a
ligencia, y capacidad para ;,'': resolución de problemas han provocado una con-
fusión intei-minable, La ce ' nprensi ón errónea de las relaciones que existen .
entre esos conceptos básicos ha conducido a una innecesaria mala aplicación y
mala interpretación de los teits. En las páginas siguientes tratamos de dilucidar
~ i
esas relaciones, discutiendo las conclusiones que legítimamente pueden y no
t pueden extraerse de estas.escalas.
~- . -
.;;a
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l E
Capacidad general
Lo primero que hay que observar es que las altas coITelaciones señaladas
;;a
__. 1
t-p
por Spearman entre lo que antes se había supuesto que eran capacidades dife-
rentes, se vuelven típicari1ente más pequci'ias cuando uno sale del ámbito esco-
lar. No estamos en condiciones de citar cifras específicas, porque no hay buenos
f·
l instrumentos de medida de cualidades tales como la iniciativa, el liderazgo, la
t capacidad para la comunicación eficaz y para hacer que los otros se sientan
~
l cómodos (sin duda su evaluación requiere un nuevo modelo psicométrico),
pero los estudios de incidente crítico, observacionales y de otro tipo, realizados
·¡
~
en hogares, escuelas y lugares de trabajo, indican que las correlaciones son del
~ orden de 0,2 . (Muchos de los estudios de incidente crítico aparecen reseñados
~
1 en Raven, 1984, pero véase también Taylor, 1976; Guilford, 1977·; Raven, 1977, y
¡
1
*Aunque el an;."disis de: generalización de: la \ alidc:z, que c oi-rige <!Sas cifras de la inconfiabi-
0
lidad del criterio, las cle\·a a 0 ,5, no c:s totalmente claro que cs;1 corrección deba aplicarse, e
incluso una corrcbción de 0,5 sólo expl ica el 2!'> por ciento de la \"ari:mcia.
7
l
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f-·
=- ~
que, si bien "g" es un constructo muy Úlil para explicar un dominio de _las capa-
cidades humanas importante aunque limitado, la concepción popular de la
"capaéidad general" -y con ella el concepto de "edad mental" implícito en el
Cl y en las prácticas educacio1nles y de selección de personal que aplican estas
ideas- no tienen el poder explicativo que les atribuyen muchos psicólogos,
gerentes , educadores y teóricos de la educación, ni merecen la atención que
ellos les dedican.
La ·capaii.dad educliva
I 8
l
~. r .;
Para analizar tenemos que ser capaces de percibir más que la Cestalt gene-
ra1. Debemos contar con hipótesis (tal vez no verbalizadas) sobre qué es lo que
en el todo ' merece que se le preste atención. El análisis no significa "cortar en
fragmentos azarosos" , sino investigar las relaciones potenciales sugeridas poi ~a
comprensión que se tiene del todo. También exige la representación simbóli.·a
de líneas, círculos, cu~drados y tri;'111gulo s. Co1-i10 veremos más adelante_. 'esto ri \
significa que se cuente con palabras para designarlos. La capacidad para perci-
bir todas esas cosas se basa en la experiencia y el aprendizaje cultural. Pero la ·
mayor parte de los miembros de las sociedades con una t1·adición de alfabetis-
mo tienen una amplia experiencia de prestar atención a líneas, óvalos, etcét~ra,
desarrollada con el material escrito. Por lo tanto, la diversidad de su .desempe-
-=-=~-~.:;.;~- ño se ha de atribuir. a otros factores.
. ~': ... 't.
Las Matrices miden la capacidad para educir relaciones. Esto se debe a que
las "variables" entre las que deben verse relaciones no son en sí mismas obvias.
Hay que discernir la re lació n para reconocer esas variables. En el fragor, el rui-
do, la confusión, hay que ver - o poder extrner- una totalidad de variables y
relaciones. Esto es Jo que Spearrnan quiere decir cuando afirma que la percep-
ción de una variable tiende a evocar instantáneamente el conocimiento de una
relación, y viceversa.
i rísticas de esos ítems (véa~e rn:ls adel< nte) se cruzarían con las otras. En cam-
bio, estos ítems forman escala.* Esto indica Ja importancia de la _percepción
precisa y de que se preste atención a los decalles; también refuta a quienes sos-
tienen que Jos ítems iniciales de "Ccstalt" comunican a los examinados una
"tendencia" ~rrónea. Sin una Cestalt, sin una percepcjón del todo, no se puede
ver nada, y· mucho menos "analizar". Ademús, las asociaciones simbólicas que
dan base~ la pe1·cepció11 son más importantes que los datos sensoriales brutos.
•Se c:nticndc: que lll\ LesL o una serie ·rorma c:scala" ("swle") cu::inclo los ítems se: suceden
por orden crecicnLc ele dificult;1cl. [T. ]
I 9
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La afirmación de -que las Matrices mielen Ja capacidad para tener mental- r ~
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mente presentes varias variables a la \•ez llevan a error. Lo ilustra el trabajo de
Jacobs Qacobs y Vandeventer 1968, 1972), cuyo análisis de los principios que ,;a
podrían estar detrás de los problemas es el mejor de los que existen. Lamenta- 3 f;.
l
blemente, una serie_ de ítems basados en esos principios - es decir, una sede en
la cual los ítems más difíciles tenían más factores que procesar a la.vez- no for-
man escala. Lo mismo surge del trabajo de I-Iornke (1984), quien encontró que ·.~
la dificultad de los ítems no p'"ldí;i predecirse a partir de las reglas de construc-
ción . .p: ··- ~
J
Una formulación más apr1 •)iada es que las l\fatrices miden la capacidad
~ -~
para desplegar consl1·uclos de algún 11ivel que lwgrm más fácil pensar sobre situaciones y ·- -
~
·~. '
aconlecimienlos complejos. Lo ilustrai1 los estudios de Piaget sobre la conservación ¡.:.
del volumen : ésta no requiere una "capacidad p;ra tener mentalmente presen-
tes a la vez el ancho, el alto}' Ja profundidad", sino el concepto de volumen. Ese
concepto único unifica Jas tres. dimensiones, pero también hace posible la des-
composición en esas tres dimensiones cuando resulta nece.;ario .
La capacidad reproductiva
Hemos visto qu~ las ~·latr i ces Progrcsi,as estaban destinadas a medir la
capacidad eductiva de un modo que, ;iunquc esencialmente dependiente de cons-
tructos y símbolos adquii-idos, prod11jcr;1 puntajes contaminados lo menos posi-
/'" ' ·
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I 10
--------------------------
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Aunque hasta aho1~ a hemos dado por supuesta la verdad de las conclusio-
nes de Spearman, se ha exacerbado la coritrovcrsia sobre cuál es el modelo de.
análisis factorial que mejor se adecua a la pauta observada de las correlaciones
entre los tests, y sobre .si existe un fac,.1::i1-. general en la capaciaad mental, opuesto
.- ~· - ·~
, _·,;._ . . .·.. a la acumulación de subrutinas .apropiadas para resolver ciertás clases de pro-
blemas. Perkins y Saloman ( 1989) han publicado una buena reseila, llegando a
una conclusión afirmativa respecto de esa existencia. Ademá~ ha habido nume-
:.· (
rosos estudios que intenraron relacionar "g" con la "velocidad" o la "energía"
mentales (véase una resei'la en Krenzler y Jensen, 1989) .
Muchas menos veces se intentó lo que pedía Spearman: examinar los ras-
gos distintivos de las capacidades educriva y reproductiva. Ya hemos menciona.-
do uno de los pocos estudios sobre ese tema -el de Broadbent y Astan
(1978) - . Estos autores sosrienen que la lógica ve1·bal puede manejar sólo dos
conjuntos de variables a la vez, y que es incapaz de abordar problemas comple-
jos que envuelvan muchas variables interactuantes e influencias recíprocas. A
continuación demuestran que la capacidad para responder a preguntas verbales
acerca de sistemas complejos no está re· acionada con la capacidad para manejar
esos sistemas. Si bien la instrucción · erbal tiene efecws, no necesariamente
mejora la capacidad para manejar el sistema. Estos resultados corren paralelos
con las conclusiones sobre el papel del lenguaje en Ja resolución de los proble-
ñ1as de las MPR, y sobre Jos efectos de las instrucciones basadas en el lenguaje.
1 l]
esla dimensión a ~nenas que emprend:rn acli\·idades que valoran, d e modo que
p;,ra evaluar significativamente la c<1paciclad educ tiva de alto nivel se rá necesa-
ri"o dcsarrolla1· instrumentos que permitan idcntific:\rla en el curso de t<1re as
que a los sujetos les importan . En esa medida, Sternbe rg ( 1985, 1986) tie n e
razón en subrayar que existen diferentes "clases" de inteligencia. Pero .l amenta-,
. ,. . blemente el trabajo de Sternberg:
· ··.- .":
· ·7r La capacidad cductiva y "g''
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I 12
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E.1 Test de Malrices Progresivas nunca pretendió servir por sí mismo como
medida de "g", y mucho menos como medida de la "inteligencia general". No
obstante, los estudios de análisis factorial han demoslrado repetidamente que
las Matrices Progresi'vas proporcionan una de las mejores mediciones de "g" rea-
lizadas con ur: solo instrumento que están a nuestro alcance en este momento.
t
i
Las consecuencias prácticas de estos datos son muy importantes. En primer
lugar, demuestran que a las personas capaces de generar y poner a prueba com-
t prensiones nuevas les suele resultar difícil expr~sar esas comprensiones con
t
i
t
palabras . De modo que no.sólo ~e necesita lrabajo de equipo para progresar en
la comprensión; es improbable que los crilerios utilizados para la promoción
r académica favorezcan a los m;\s capaces de lograr ese progreso. En segundo
i
! lugar, nuestro sistema educativo en general hace poco por recompensar, promo-
ver o destacar a los rn;"is capaces de ro1jar nuevas compre nsiones y entender los
procesos sociales. Si, como suele ocurrir, las Matrices Progresivas se emplean
para seleccionar a los csludiantes "dotados'', éstos no necesariamente se destaca-
rán con programas que sigan los linearnienws académicos tradicionales. El cul-
tivo de las capacidades de esos estudiantes requerirá alguna forma de programa
para "talentos múltiples". Finalmente, los resultados implican que (como lo
observó Spearman), puesto que ni siquiera las distintas formas_ de la capacidad
I 13
.....___ __ .
cognitiva presen1an correlaciones altas, es posible que un estudio más cuidado-
so revele una amplia gama de tal e ntos indep~ndientes no reconocidos antes.
Spearman nunca pensó que "g" abarcara ~~das las capacidades necesarias
para la conducta inteligente,)' mucho menos qut': Jos términos "g" o inteligencia
fueran intercambiables con capacidad. Sin duda _.la "inteligencia general" supone ·
capacidad para dar sentido a situaciones nuevas·y para recordar la inforniación
pertinente, pero también exige cualidades tales como el di~cernimiento, y un
acervo de información especializada. En la prácti~-i~_el concepto de-"inteligen-
cia general", que abarca capacidades, disposiciones motiv;-,<,:ionalcs y conoci-
mientos muy diferentes, no parece especialmenle útil... Di(er•!ntes personas coo-
perarán de distintos modos en un..proceso dado, y es improbable Ja utilidad de
un índice general de su.s capacidades. Más bien debemos. indagar qué tipo de
actividad tiende a emprender la gente siguiendo sus tendencias espontáneas, y .
L-
·de qué factores de competencia -entre ello:; la capacidad eductiva- da mues-
·tra en el cur.50 de esas actividades.
..-/'
La capacidad eductiva y la "capacidad para la resolución de problemas"
Hemos visto que la capacidád educti~'.ª. envuelve mucho más que la "solu-
ción de problemas". ·La conducta eductiva 'eficaz requiere la identificación del
problema, . la reconceptualización de todo el campo (no sólo del · "problema") ·y
el monito1:eo de las soluciones tentati\'as para que sean congruentes con toda la
·I· : -~
14
para aprender algo rn:ts sobre su natur;dcza. Involucra util izar Jos sentimientos
suscitados en el curso ele la observación ele los efectos de esas acciones para .
modificar Ja propia comprensión y las estrategias que uno ha adoptado con la
intención de resolverlo. Es necesario ckspleg::ir hábitos bien establecidos de
atención, y subcapacidades o subrutin:1s de actividád "mental" para descartar
rápidamente las sendas trilladas en circunstancia~ paniculares. Hay que tener
acceso y poner en juego acervos peculiares de conocimiento especializado. Se
debe justipreciar Ja información ele otras personas, persuadir a otros para que
ayuden. Esta activid::id requiere un compromiso, una determinac.ión y una per-
sistencia extraordinarios.
Sin duda nadie est:t prep:i.r:i.do para cmprerH· '=r esas actividades exigentes y
de motivación inte_rna, y mucho menos para pra<'¡carlas y desarrollarlas, si no
valora la tarea que realiza. En vista del esfuerzo ':equerido, se enciende que
Spearman y otros hayan asemejado "g" a la "energía mental", y que Maistr·iaux
haya hecho tanto hincapié en la energía y los componentes y correlatos axioló-
gicos. También es importante advertir que nuestras observaciones implican que
la actividad cognitiva 110 es simplemente cognitiva, sino que tiene importantes
componentes afectivos )' conativos. Yak l:i· pena hacer una pausa para conside-
rar si, en la evaluación de la capacidad cognitiva, no debemos identificar prin-Íc-
ro los tipos de actividad que a l:-1s pcrs9nas les interesa y. después estudiar Ja con-
ducta "cognitiva" desplegada al realizar esas actividades. Bien podríamos
encontrar que las personas comprometidas en procesos eductivos de alto nivel
en el curso des~ vida cotidiana son muchas más que las que ~r~emos.
l
r
i
t
con otros elementos químicos, por diferente que parezca y se comporte. Pero lo
que hemos dicho sí significa que si se desea evaluar la "capacidad para la reso-
lución de problemas" (que incluye la capacidad para identificarlos) es necesa-
rio:
i (i) Seguir la estrategia ado1)tada en las MPR y tratar de evaluar las capacidades
básicas involucradas - esto es, la capacidad para utilizar los sentimientos,
desplegar conceptos, prestar atención, controlar las percepciones, contro-
lar las inferencias y persistir- en rcl;1ción con una tarea que la ma)'Oría de
las personas encuentra absorbente, o bien
(ii) adoptar _un procedimiento en dos etapas. descubriendo prime1·0 qué es lo
que le importa a la gente y después cuúl <le los procesos que contribuyen a.
la resolución eficaz de problemas despliegan esas personas al realizar esas
actividades.
1 15
J6
Estos componentes de la compecencia operan de un modo acumulativo y susci-
tuible para generar la conducta eficaz . A Jin ele encontrar modos· de evaluarlos
será necesario desarrollar un modelo de medición basado en valores, interna-
mente heterogéneo .
Otra conclusión que ha)' que excracr· de este trabajo es que, como lo seña-
..._Jamos en nuestro examen de 1:1 "resolución de problemas", las investigaciones
· ·~futuras sobre la cognición, la resolución de problemas y Ja capacidad eductiva
deberían realizarse con el mismo marco basado en v~lores . La obra de Sigel
-(1986), Miller, Kohn y s·chooler (1985, 1986), Kohn y Schooler (1978, 1982),
Maistriaux_J1959), Jaques (1976), Tharp y ocros (1984), Gallimore (1985),
McGillicudély-DeLisi (1985) y otros, adcm;\s del autor (Raven, 1977, 1989), indi-
ca claramente que la capacidad cognitiva y en particular el desarrollo . cognitivo
.;¡¡f . · están ·ú1ext1;icablemente vinculados a valores.,.Adecuadamente entendido, el tra-
bajo de Sternberg y Gardne1· apunta a Ja m.isma conclusión. Para avanzar habrá
que adopr_:tr mediciones basadas en valores, y evitar la búsqueda de métodos
libres de valores .
1: Se suele pensar que las palabras ··inteligencia" y "g'', tal como las usan los
psicólogos, implican here.dabilidad e inmtnabilidad. Estos supuescos aparecen
! incorporados en la definición que da Bun (l 957) de la "inteligencia" como
· "car-acidad cognitiva general innata". En cambio, el objetivo de la investigación
de J.C. Raven era identificar los orígenes a111úie11tales de la deficiencia mental, no
menos que los genéticos. En sus publicaciones (por ejemplo, 1959), J.C. Raven
se pronunció específicamente conlra la incorporación del supuesto de la here-
dabilidad en la definición de la inteligencia . Para él la primera tarea consislía
en desarrollar tests con base teórica, f:1cilmentc interpretables, y cuyos puntajes
dependieran lo menos posible de las diferencias de educación y de experiencia
en la sociedad occidenlal.. La segunda tarea consistía en usar esos tests para tra-
tar de aislar las fuentes genéticas y ambientales de la variación de los puntajes,
I 17
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especialmente enu-e pe1·sonas con antcccclences socioeconómicos similares y
entre nii1os de las mismas familias. Secciones ulterion:s del .Manual ilustrarán el
éxito de este enfoque. Pe1·0 antes de proseguir es apropiado examinar los
importantes pero mal compren didos efc:ct'.)s del medio en las características
heredadas.
!.
·'
Una consecuen cia importante <le este examen es qye los puntajes de los
tests no pueden ser independientes de la influencia cultural. Lo que se necesita
es un test que nos diga algo más que el hecho obvio de que lo que las personas
saben y pueden 11acer es influido por sus experiencias en sus hogares, escuelas,
luga1·es de trabajo y comunidades. La capacidad para abordar los problemas de
las Matrices depende necesariamente ele la familiaridad con los puntos, los
triángulos y las líneas, y de la importancia que se au·ibuya a persistir y pensar
sobre los disei1os abstractos. Casi todos los miembros de una sociedad' con una
tradición de alfabetismo han adquirido esas preocupaciones y conceptos. No
obstan te, aunque J.C. Raven tuvo Ja perspicacia de ubicar los puntajes de las
l\·iPR en el con texto de los \'a lores (véase J>Jyc1wlogiwl Principies, 1966), ha surgi-
do que la diversidad del valo1· que los wjctos atribuyen a tratar con abstraccio-
nes determi"na los puntajes mucho m;Ís ele lo que él creía. A la inversa,.la <lepen,
de!1cia de los puntajcs 1·cspecto de otras variables, como la educación y el marco
familia1·, ha resultado mucho menor que lo que muchos imaginaron.
I 18
LAS INFLUENCIAS AMBIENTALES SOBRE LOS PONTAJES
DE LAS J\·I PR YEL VMH
Los efectos del ambiente sobre los puntajes de las MPR son ilustrados del
m.ejor modo por el trabajo de Flynn (1984, 1987), quien muestra que, en
muchas partes del mundo, Jos puncajes Uunlo con otras mediciones del razona-
miento verbal y no verbal) han ido creciendo a razón de .más o menos una des-
viación estándar por generación. Juzgado según las norinas corrientes, esto
implica que quiz:'is el 50 por ciento de nuestros abuelos habrían sido candidatos
a la edt.tcación especial en Estados Unidos. Bouvier (1969L Thorndike (1977) y
Schaie (1983) demostraron que también han florecido muchas otras -"capacida-
des, pero no en igual medida. Por otro lado, la capacidad rr.p.I_o_duclivri =--medida
· · por el VMH y los otros tests de vocabulaho (en inglés u otros idi?mas); ha per-
manecido casi estable, y la fluidez verbal ha declinado de modo const<rnte y sig-
nificativo. E sas tasas diferenciales del cambio dan sustento a la afirmación de
~ Spearrnan en cuanto ague las capacidades eductiva y reproductiva tienen dife-
a rentes orígenes arnbie11tales y genéticos. ·
;;¡j
No sorprende qu~ los datos de Flynn lo hayan llevado a cuestionar la vali-
dez del constructo de las .MPR y.otrns tests de inteligencia. En té,r.iC:.nos simples,
;¡¡fJ él seilala que "nuestros abuelos. no pudieron haber sidp tan_µtúpidos". Si bien
sus datos y reflexiones han sacudido enérgicarn~.nte el movimiento de los tests
de inteligencia, su efecto más importante consiste en ·que refutan el excesivo
;;¡j
poder explicativo que muchos psicólogos y persona~ ~e la opínión pública han
.;;;¡j ati-ibuido a los constructos "capacidad general", "inteligencia" y "g". Su obra
;;;a confirma la validez de lo gue ya se había dicho sobre (a) el papé! significativo,
pero no dominan te, de la c apacidad eductiva en la c reatividad, en la r eso lución
;;a
de problemas y en formas más amplias de competencia, y (b) Ja heredabilidad y
;¡¡; mutabilidad de la capacidad eductiva, de la capacidad reproductiva y de las
a características psicológicas en general.
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Lo que los datos de Flyn_n demuestran muy claramente es que las diferen-
cias étnicas bien establecidas (Shuey, 1966) que algunas personas (psicólogos y
gente del público por ig~al) consideraban inmutables, son en principio suscep-
tibles qe i~íluenda. En realidad, las normas actuales para casi todos los grupos
étnicos dé Estado~. ,Unidos caen entre las nonnas bdtái1icas de 1938 y 1979. Los
resultados s't1br.ayai1 claramente la importan-::ia de ubicar los datos individuales
de los "tests de i.11teligencia"/Matrices en el contexto de la información sobre
· los valores, la motivación y las competencias del sujeto examinado.
I 20
.....
L
t;_ - . .
Final~ente, vale la pena observar que Ja fatiga, la mala salud y ·el estrés
afect; n adversamente sobre todo.la. velocidad del trabajo preciso (puntajes con
, , las M~ ºR ·cronometradas) menos Ja capacidad intelectual (puntajes con las MPR
. sin ero. 'ometrar), y menos aún el vocabulario. El adiestramiento y la práctica in-
-fluyen 1.1ás en la velocidad del trabajo preciso y tienen menos efecto sobre el vo-
cabulariq. Si bien en ciertas circunstancias es más importante poner a prueba la
eficiencia en el trabajo veloz y preciso, lo más común es que se requiera la eva-
luación de la capacidad.
Muchos estudios (por ejemplo Raven, l 980; Chan, 1981; Miller, Kohn y
Schooler, l 985; McGillicuddy-DeLisi y otros, l 987; Sigel y Kelley, 1988) han de-
mos'trado que se promueve la capacidad eductiva del niño si se lo hace partici-
par en los procesos de pensamiento de los padres. De modo que los progenito-
. · res eficaces incorporan a los hijos en sus propios intentos de dar sentido a las
situaciones difíciles, mientras utilizan sus sentimientos o barrurt tos como base
para la acción experimental, resuelven conflictos de valores y consideran las
consecuencias sociales de largo alcance de sus acciones . Todo esto exige que los
padres compartan con sus hijos su propia comprensión del funcionamiento de
,
la sociedad y de su papel en ella. A los niños se les presenta u·n proceso funda-
mentalmente conceptual que· relaciona el pensamiento con la acción.-También
es más probable que esos padres traten a sus hijos con respeto, y que compren-
dan que a su vez Lienen que ganar (y no exigir) el respeto de los hijos. Esto los
j
lleva a iniciar un proceso cíclico en el que descubren el grado exacto de compe-
t
' tencia de los niños; con este conocimiento, están más dispuestos a colocarlos en
'
situaciones que exigen aptitudes de alto nivel, para que tengan la oportunidad
1 de practic~rlas y desarrollarlas. Esos padres tienden más a ·leerles a los niños
¡
cuentos que presentan problemas morales, a fin de que se identifiquen con los
t diversos personajes y vayan dando forma a su propia ética. El trabajo de Jackson
(l 986) y Vitz (l 990) ha subrayad o la importancia que tienen esas lecturas para
el desarrollo del carácter mo ral y el razonamiento por analogía.
I 21
..
¡ '
1 22
-
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~. -:.-
.
la capacidad para utilizar la matcm;üica en c.:l razonamiento sobre nuevos pro-
blemas, o para comunicar o resumir demostraciones. Los. tests ele lectura no
requieren pensamienw bteral, y Jos d e escritura no eval úan la capacidad para
comunicarse eficazmente con recursos tales como Iá ::dusión, la insinuación y la
evocación de sentimientos. Raven (1991) da m{ts ejemplos de las co.nch,isiones
políticas sumamente engañosas extraídas de es tudios que emplean tests con
techo bajo. Estudios realizados en lugares de trabajo por Kohn y .Schooler
(1978, 1982), Jaques (l 976) y Lempen ( 1986, 1990) han llamado la atención
sobre la impo.rtancia del trabajo que exige altos niveles ·cte capacidad para la
resolución de problema~. responsabilidad, )'el manejo y resolución de d_ilemas
morales. ·
La obra de Feuerstein ( 1979, 1980, 1988, 1990) merece una discusión más
detallada. Sus programas de Enriquecimienlo Instrumental intervienen en el
proceso del desarrollo cognitivo mucho antes que los de los otros investigadores
que hemos citado. Los programas de Feuei-stein alientan a los participantes a
prestar atención y buscar líneas, cuad1·ados y triángulos, a tratar de encontrar
semejanzas y diferencias y a comprender que el mundo no es fortuito , sino
ordenado. Se_subraya la importancia de asegurarse de que las soluciones elegi-
das sean compatibles con todos los dat()S de los que se dispone.
1 23
- .,¡:1-'¡_
. __ __ - - - - --·· --·---
-
\
está claro cuál sería el efecto del entrenamÍelllO de una muestra representativa
de toda una cohorte. ¿Se desempeñarían todos los sujetos igualmente bien? En
caso contrario, ¿hasta qué punto el nuevo ordenamiento de los puntajes corres-
pondería al antiguo? El aumento del puntaje (potencial de aprendizaje, según lo
definen algunos aulO~es, .por ejemplo \<\7ortman, l 986), ¿serié'\ el mismo para
todos, o mayor para los sujetos del extremo inferior de Ja escala?
1 24
razón de que las evaluaciones {por ejemplo, Bock y otros, 1977; Spi[z, 1986)
hayan moslrado que programas lales como el Hcadstarl y Follow-Through son
ineficaces: los proveedores no hicieron lo que se pretendía. Si Feuerstein consi-
gue que los proveedores cambien de conduela habrá logrado algo muy poco fre-
cuente. Lamentablemente, nuestro trabajo demuestra que la razón de que
padres y maestros no adopten estrategias de enseñanza más eficaces no es sólo
la falta de confianza, co.mprensión y competencia. También hay restricciones
ambientales_; no se atre,·~n a hacer preguntas, no tienen capacidad para el
manejo de niúos que indagan y piensan por sí mismos, carecen de herrnmientas
que ayuden a identificar¡ encauzar las .motivaciones de los alumnos y monito-
rear el desarrollo. de los talentos de alto nivel; adem ás el sistema educativo no
toma las medidas nccesar,ias para ay~dar a perseguir una amplia variedad de
metas cargadas de valores· (vé·a~e Ravep, 1991) . ·
CODA
<1
Después de haber resei'iado el material que demuestra la importancia de
ciertas prácticas relacionadas con la educación y el desarrollo d~l nii'io para pro-
mover la capacidad eductiva, concluimos con una nota menos "ambientalista".
Ninguno de los procesos psicológicos y educativos descritos produce efectos que
basten para explicar el aumento intergeneracional de )os puntajes con las MPR
documentado por Flynn . Además, ninguna de las actividades descritas en los
estudios publicados hasta la fecha reduce significativamente la variación dentro
de cada grupo socioeconómico y familiar. Pero Ja variancia intrafamiliar llega a
los dos tercios de la variancia general. Por lo tanto, parece que los factores
ambientales que más influyen en la capacidad eductiva no son primordialmente
psicológi:os y educativos; además, se diría que tienen pocos efectos sobre la
heredabilidad de esa aptitud. (Hay sorprendentes datos recientes que confir-
man la heredabilidad de un<\ gama inesperadamente amplia de características
humanas -incluso el desempe11o con las MPR- en el estudio de gemelos de
Minnesota comunicado por Bouchard y otros, 1990.)
FACULTAD DE HUMANIDAOES
I 25 - TERESA De AV!Lh -
BIBLIOTECA
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En vista de estos datos, según los cuales -hay culturas en las que los tests
sencillamente no son aplicables, debemos considerar la posibilidad de que las
diferencias entre los pu-ntajes obtenidos por los miembros de distintos grupos
•:·:
étnicos de Ja sociedad occidental puedan explicarse en términos similares ..
.. ~
Hay más datos acerca de lo que causa las diferencias entre los grupos étni-
cos de las sociedades con tradición de alfabeti smo ; aquí resultará útil resumir
los resultados , en particular porque a veces se ha. pre.tendido que las Matrices
Progresivas son un test libre de elementos culturales. Presentaremos los d_atos
neces~rios para n1ostrar en .qué sentido esa afirmación está y no está justificada.
I 26
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exigen ·procesos de pensamiento con los que elbs no est:'tn familiarizadas. Pero
resulta difícil conciliar esta explicación con la amplia variedad de los puntajes
obtenidos por los examinados de cualquiera de los .ambientes, y también en la
mayoría de las familias. J\-íás grave aún es que es ta explicación no da cuenta ,del
hecho de que el test fonna escala del mismo modo (es decir, pre_senta el mismo
orden de dificultad de Jos ítems) entre personas de una amplia variedad de pr~
cedencias culturales. Por ejemplo, aunque existen pequeñas diferencias entre
los ordenamientos en escala del Reino Unido, Nueva Zelanda, Australia y Ch~
coslovaquia, la correlación promedio entre las dificultades de los ítems estable-
cidas independientemente en esos países es de 0,99. Dentro del Reino Unido Y
Estados Unidos, la correlación entre las dificu ltades de los ítems es tablecidas
independientemente en distintos grupos socioeconómicos y étnicos varía entre_, ___ _
. 0,98 y 1,00. De modo que el test funciona del mismo modo en todos esos grupos
étnicos y culturales. Si no fuera así, los íterns no presentarían índices de dificul-
tad tan constantes. Además, el test tiene una amplia validez pr.edictiva según
toda una gama de criterios dentro de cada uno de estos grupos. De modo que
no puede ser cierto que_las personas en general de cualquiera de esos ambien-
tes "no están familiarizadas con el modo de pensar" que exige el test. Pero hay
que añadir que existen muchos individuos suyos puntajes no reflejan sus verda-
,. deras aptitudes. · . ...;•. . .
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Como. ya hemos visto, la explicación más probable de Jos cambios que se
han producido con el transcurso del tiempo es que ellos se deben a mejores
condiciones de vida, alimentación e higiene. El h e cho de que !'as diferen~ias de
puntaje entre grupos económicos y étn icos de Estados Un idos son paralelas a
las diferencias de peso al nacer, mortalidad intantil y enfermedad en la tempra-
na infancia sugiere causas semejantes en ambos grupos de fenómenos. Algunos
otros estudios (Baird y Scott, )953; Scott y otros, 1956; Benton y Roberts, 1988;
1 27
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• Obsérvese que lo que fa inteligencia cxplic;1 es el GO por ciento ele la modlidad asccnden·
te y descendente, no e:\ 60 por ciento cid .ílatus lo¡;r;1do.
I 28
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-_ Pero los resultados están lejos de ser sati~factorios. Hope (1985), Nuugens
~ ._ (1988), Bogan (1990) y el autor (Raven )' Dolphiq, 1978; Raven, 1984) han de-
~ ,. mostrado que entre Jos individuos acwalmente promoví.dos a posicion e s de
- influencia hay una cantidad considerable que, en los términos de sus aportes al
fui1cionamiento eficaz de sus orga1ii:rnciones y de la sociedad, sólo pueden ser
considerados incompetentes. Para superar este problema se necesitará una
mejor evaluación de las disposiciones motivaciona les basadas en valores .
l 29
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lo siguiente". La inspección de los ítems respalda este punto de vista. Esto sugie-
re que las capacidades requeridas para resoh-er los problemas forman un conti-
nuo de capacidades que se basan y deslizan e11 las capacidades adyacentes, pero
que, en términos psicológicos y cualitativos, cada una es una "capacidad dife-
rente".
El examen de las normas (véase por ejemplo la Tabla MPG IV) revel~· que
el 1 O por ciento de los niños -de 7 l /2 a11os obtienen punrajes más altos que el
10 por ciento _de los sujetos de 15 años. Los niños de 8 años presentan casi
todos los niveles,.modos, form;i.s y etapas del desarrollo de la capacidad eductiva
medida por los tests. Estas observaciones permiten cuestionar la idea de un
vínculo entre el desarrollo de la ca pacidad eductiva y la experiencia, especial-
mente entre el d,esarrnllo intelectual y etapas definidas por la edad. En conse-
cuencia,' la investigación adr:cuada de la hipótesis del "salto de salmón" no pue-
de realizarse con estudios relacionados con la edad de modo simplista, sino que
exige el seguimiento longitudinal del desarrollo de la capacidad eductiva en
niños individuales.
J 30
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ver los problemas inLermedios. En otras pabbras, la progresión suave de las difi-
cultades de los ítems puede resultar de que diferenLes nii1os revelan distintos
niveles de capacidad en cada tipo de ítem. No nccc.sariamcntc nos dicen algo
sobre el orden en que los nii1os individuales llegan a dominar los problemas, de
modo que no invalidan la hipótesis del "salto de salmón". Lamentablemente,
también es posible que la edad realmenLe incida en el umbral de dificultad d e
cada tipo de problema. Ciertas pruebas respaldan esta hipótesis. La tenden c ia· a
Ja bimodalidad indica la· maduración de capacidades diferentes, y,c;:on la edad se
produce una progresión ascendente en ambos máximos. .
J.C. Raven distingu_ió por lo menos· cinco etapas cual itativas en el desar:_ro-
llo de la capacidad intelectual (véase la Sección 2, sobre Mau·ices Col.oreadas). . i:
.,·· ··.f
En algún momento se pensó que la capacidad eductiva declinaba a partir
de más o menos los 25 ai1os. Algunos datos que podrían imerpretarse como
pruebas de esa observación aparecen en el gráfico I 1, tomado de ediciones
anteriores de este Manual,· y confirmados, con puntajes promedio mucho más
altos, en estudios más recientes realizados por Delwur (1983) en Francia y
Zhang y otros (1989) en China. No obstante, los datos de algunos estudios efec-
tuados en distintos momentos pero con personas que nacie1-on en lo.s mismos
a11os, de modo que los examinados tenían edades muy diferentes cua~do se les
administraron los tests, lle\'an a una conclusión distiÍHa (véase el gráfico I 2).
En los dos estudios británicos, Ja representación gráfica de los puntajes en fun-
• * VC:asc: en el an;'tlisis <le ítems una discusión del car:'1cter inackcuaclo de este último proce·
dimiento para el análisis de los tests dt: pott:ncial.
1 31
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ción de las fechas de nacimiento muestra perccnliles similares para las pers~nas
nacidas en el mismo a11o, con independencia <le stt edad en el momento· del
' : examen. ·si bien inicialmente Jos gráficos ele los chinos aparecen rezagados res-
pecto de los britán icos, demostrando una declinación con la edad o bien efec-
tos asociados con Ja cultura o la alimentación, rápidamente se recuperan , y
ponen de manifiesto Ja misma tendencia al aumento de Jos puntajes con la
.. fecha de nacimiento más próxima .
..
En el gráfico I 3 se presentan datos paralelos para Ja Escala de Vocabulario
Mili Hiil . Se ,ve1·á que la capacidad reproductiva, a lo largo de un ·p eríodo de
años, no ha aumentado en nada que se parezca a la tasa de Ja capacidad educti-
va. Esto ha sido confirmado por Deltour (1984) con una versión en francés del
VMH, y por Bouvier (1989) y Scha ie (1983, 1986) con otros tests.
Los datos de Bouvier )' Schaie muestran que, si bien la mayoría de las capa-
cidades - entre ellas Ja capacidad para realizar tareas administrativas, Ja destre-
za manual )'la aptitud atlética, po r ejemplo- siguieron aumentando, las capa-
cidades para el razonamiento verbal y no verbal fueron las que aumentaron
más, m ientras que el vocabulario no aumentó casi nada. Sólo declinaron real-
mente unas pocas capacidades, como por ejemplo la fluidez verbal.
Podríamos reiterar que, de no haberse empleado los mismos tests, del mis-
mo mc:ido, en diferentes t ipos de estudios, habría sido mucho más difícil llegar
a estas conclusiones en muchos países a lo largo de un período de muchos años .
Es por lo tanto importante que los inves tigadores resistan la tentación de desa-
rrolla r variantes de los tests que, au nque más adecuadas para sus propios estu-
dios p articulares, no en .-i q uezcan e l fondo común de los datos comparables.
I 32
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CRAFICO 1 1
C:ipacidad cducliva y cd:id
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Punlaje con las MPR
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10 Indivi dual Test colecti v o Individual
823 1400 niño.:- 271
6777 adultos
o 10 20 30 40 50 60 70 80 90
Edad
Las cuestiones de etnicidad y equidad que han surgido en relación con los
criterios para ingresar en la educación especial en Estados Unidos, de modo
inesperado sumergieron a los psi cólogos en una actividad políticamente polé-
mica. Se necesitarán muchos m ás psicólogos para abordar esas cuestiones,
mientras también se realicen mayo r es esfu erzos para proporcionar una educa-
ción y programas de selección y d esarrollo de personal más eficaces y equitati-
vos. Como ilustra c ión de las co nsecuencias de todo esto, podríamos observar
I 33
1
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CRAFICO 12
Puntajes co11 las Matrices Progresivas Escala General, por íecha de nacimiento
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(Datos de los trabajos de campo rc:ili:tados por Foulds ;· R:ivcn, 194 7; 1-leron y Chown, 1967,
y Zh:ing, 1989)
Raven
(Trabajo de campo _19451
- - - • Heron y Chown
(Trabajo de campo 1958-63)
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Puntaje
Zhang (Trabajo de campo 1986)
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15
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1880 19CXJ 1920 1940 1960 1980
Fecha de nacimiento
65 55 45 35 25 Raven
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Edad 70 60 50 40 30 20 H~ron y Chown
75 65 55 45 35 25 Zhang
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GRAFICO 1 3
C:ip:icíd:d rcproduclíva y edad
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Test escrito
1400 niños
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-271
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o 10 20 30 40 50 60 70 80 90
Edad
I 35
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tan tes (porque son "in tangibles y difíciles de medir"), aunque se afirme que
ellos no tienen "ningún efecto" sobre los resultados fáciles de medir con tests
accesibles, confiables y válidos.
*Varios de estos 1r;1bajos han npareciclo en perióclicos que no disfrut;in de circulación in ter·
nacional. Con to.clo gusto c:I :1utor lrnr:"i llegar c:jcmpl:ircs a quienes tengan dificultades p:ir:i con-
seguirlo~.
I 36
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Ahora bien, en el examen del campo 'de apliución de los tests -es decir la
orientación de niños, alumnos y adultos, el Lrabajo y el desarrollo- encontra-
mos que la parte principal de esta tarea es realizada por amigos, padres, maes-
tro~ ·y gerentes. Es tanto lo que hay que hacer, día tras día, que de ningún modo
los psicólogos pueden abarcarlo. Además, gran 'parte del trabajo que esas perso-
nas realizan en este campo constituye un.aspecto esencial de sus propias fun.r.io-
nes: un rasgo que distingue a los padres, ma~stros y gerentes t'nás o menos efica-
ces es que .ellos reflexionan sobre las motivaciones y los talentos incipientes de
sus hijos, alumnos y subordinados, idean programas individualizados de desa-
rrollo, crean ambientes favorables para el desarrollo, y emple~n a las personas
de un modo que aprovecha las motivaciones para hacer que se desplieguen los
talentos, y que asegura la aplicación útil y la recompensa de las aptitudes que
florezcan. Los padres, maestros y gerentes eficaces monitorean esas actividades
para ver si sus alumnos, hijos o subordinados en formación están respondiendo
de modo positivo; después emprenden acciones con-ectivas cuando es necesa-
rio, y buscan el modo de que Jos talentos y motivaciones así desarrollados sean
reconocidos por quien corresponde. (Véase en Raven, 1980 y 1984, y Raven,
Johnstone y Varley, 1985, datos corroboralOrios.)
En otras palabras, no sólo es tanto lo que hay que hacer en este campo que
los psicólogos sólo pueden abordar una pequeúa fracción, sino que además el
desempe:io eficaz de todos esos otros roles y tareas depende de que los propios
interesados realicen las actividades requeridas de evaluación, orientación, ubi-
cación laboral y desai-rollo.
Se sigue entonces que el rol del psicólogo consiste en desarrollar las com-
prensiones y'herramientas necesarias, para que estos otros gn1pos puedan con-
tar con ellas. Los psicólogos tendrán que seguir proporcionando asistencia espe-
cializada cuando su1jan problemas demasiado difíciles para las personas
directamente involucradas. Pero esto no significa que deban re~ervar para sí
I 37
1
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mismos sus conceptos y sus tests. Mediante una evaluación cuidadosa el psicólo-
go competente puede detectar a los sujetos que han aprendido de antemano las
respuestas correctas de un test. No se puede confiar en la venta restringida de
los tests a los profesionales como salvaguardia contra los resultados engañosos,
porque_ siempre habrá empresas que entrenen a los aspirantes a puestos de tra-
bajo y carreras que puedan pagarse esa ayuda. Por lo lanto, los problemas plan-
teados por la distribución amplia de los tests se resuelven mejor en términos de
profesionalismo, no de acceso restringido.
Para ilustrar algo de lo qtte esto implica, podríamos referirnos a que cuan-
do en Estados Unidos se evalúa a los niiios para destinarlos eventualmente a la .
I 38
-· · - -- · ....
-4-.
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En cuanto a las limitacione.s de las JvfPR )'el VMH, los usuarios deben cono-
cer (i) que el poder explicativo del constructo "inceligencia" es limitado; (ii) la
gama de utilidad de los conceptos de "capacidad eductivan y "capacidad repro-
ductiva", y ( iii) el papel del ambiente en el desarrollo , la expresión y liberación
de esas cualidades. Para desalentar que se generalice en exceso y se atribuya
demasiado peso a peque 1)as diferencias en los puntajes brutos, recomendamos
enfáticamente que los 1·esullados se comuniquen sólo en los términos de las
ocho bandas amplias, definidas verb almente (por ejemplo, "intelectualmente
superior") enumeradas en cada un a <le las Secciones de este /11anual, o por lo
menos en té rm inos de franjas d e perce ntiles.
I 39
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Sea que con ·los pun~ajes de las MPR y el VMH se emplee o no otra infor-
mación adici_onal, en realidad 6sta es indispensable. Los informes deben especi-
ficar qué oportunidades ha tenido el examinado de desarrollar las capacidades
evaluadas, cualq¡,1ier entrenamiento especial que haya tenido, y cualquier cir-
cunstancia que puéda conducir a puntajes enga11osos. Por ejemplo, el examina-
do puede haber adquirido formas de capacidad eductiva y repr.oductiva que no
aparezcan en los tests.
I 40
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DIAGNOSTICO DE LOS ERRORES DE PENSAMIENTO
De tanto en tanto los psicólogos han intentaci.o emplear las MPR. y el VMH
para obtener información sobre el esLi lo cognilivo y la naturaleza de los errores
cometidos en la resolución de problemas. Aunque los tests no fueron creados
con ese propósito, las MPR y especialmente el VIvIH pueden realmente propor-
cionai" alguna información sobre c.l terna.
1 41
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. -... 1 42
terizan a los empicados m:'ts y menos eficaces (sean ellos chapistas, operadores
ele m:'tquinas, conductores de ómnibus, l'.illpkadús públicos o médicos) tienden
a concluir que los dos grupos difieren en muchos s e ntidos, al margen de sus
niveles de capacidad eductiva. Difieren en cuant0 a su capacidad de tomar la
inicialiva,. de comunicarse y de trabajar con otros (véase en Raven , 1984, una
reseila de esos estudios). Los esmdios también demuestran que ninguno de los
mie.mbros de un grupo de alto rendimiento incurre en todas las conductas ni
posee todas las aptitudes de alto nivel propias de su grupo. Por el contrario,
todo· grupo ocupadonal incluye y debe incluir una amplia gama de personas
con m~y diferentes pautas de motivación y competencia. Por ejemplo, en cual-
quier grupo de chapistas destacados habrá algunas personas cuyo fuerte es com-
p1 '.!nder el funcionarnienw de una organización y detectar lo que hay que hacer
cu; ·ndo las cosas marchan mal; otras tienen el talenw de reconocer las activida-
des,\¡ue deberían emprenderse, y finalmente otras saben conseguir la auwriza-
ción .p;u-a poner en p1·áctica b.s nuevas ideas.
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Así, aunque las l'vf PR y el Vl'vlH efectivamente detectan dos intereses y capaci-
dades muy importantes, la información que proporcionan liene que ser comple-
a mentada. Una vez establecido que un ind ividuo posee uno u otro de los talenws
alternativos.requeridos en un grupo ocupacional o educacional, es posible que
;;a los puntajcs relativamente bajos con las l\IPR o el VMH tengan poca gra~· itación .
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APLICACIONES EN LA EDUCACION
·Aunque la aplicación más importante -de las MPR )'-el VMH en la educación
se realiza en un contexto de talentos múltiples, prime1·0 resc11a1·emos los usos
más familiares de estos tests.
Qui;:.:· lo primero que hay que decir es que las JvfPR y el VMH en conjunto
proporcionan, con suma rapidez y bajo costo, la mayor parte de la información
significati\•a ·y útil que se puede obtener con Jos tests de in tcligencia global. En
consecuencia, muchos maestros y otras personas utilizan estos tests con ese pro-
pósito e.1 su trabajo cotidiano. También los empican ampliamente los psicólo-
'·
gos y diagnostic.:ldores educacionales después de haber administrado tests de
inteligencia global para obtener una información más precisa que la que se
extrae de los subtcsts; esta información facilita Ja interpretación de las discre-
pancias de puntajes con las subescalas, y la identificación de k~s causas de los.
problemas de los ni11os.
1 44 ... , . :·
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t·--·-. indicadores tales como el logro académico, la interpretación de música, las
proezas atléticas, la excelencia anística y d potencial para el lide1-azgo. Emple-
adas de este modo, las l\-IPR llevan a los programas para dotados a nii1os con
capacidades indudables, pero que quizá se inclinen más que los ni11os con notas
altas a hacer preguntas, realizar sus propias observacion~s'" )'pensar por sí mis-
mos -menos dispuestos además a aprender cualquier. cosa que les pongan por
delante-. Esos programas tienen la ventaja de que esümulan a los maestros a
experimentar con enfoques de talentos mú,ltiplcs, y de tal modo a identificar,.
alentar y recompensar diferentes tijJos de aptitudes; las fomentan con mayor
probabilidad que los programas académicos "acelerados"-. Si las JvlPR se em-
plca1-an también como parte de una batería de in,trumentos de selección,
podrían promover el reconocimiento más amplio del h >:cho de que quienes son
más capaces para fo1jar nuevas comprensiones no net.'.:sariamente sobresalen
cuando se trata de exp1:esar sus ideas con palabras (y \ce~ersa). Esto podría
11.lentar a las escuelas a ser menos exigentes con Ías aptitudes verbales, y a estar
más dispuestas a alentar y reconocer otros talentos. Como lo han demostrado
Hope (1985), Nuttgens (1988), Chomsky (1987), Schon (1987) y Raven (1984),
el_ empleo del dcsempe11o educacional como criterio principal para la selección
de administ1·adores. de nivel superior ha llevado a promover a posiciones de
influencia a una cantidad desproporcionada de personas 'cuyo único talento es
la. facilidad de palabra. .
' .· - I 45
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APLICACIONES CUNICAS
Los déficit m;1s claros y estables aparecen en los casos ele disfunción cere-
bral. Las MPC en panicular se han usado ampliamente para identificar el retar-
do mental, de nacimiento. o poi· trauma, y con la población de tercera edad
a
para identificll- los -dementes. Entre los adultos, las MPR pueden en1plearse
para moniw1·ear la gravedad de la disfunción y los procesos de recuperación o
declinación. La ve1·sión "Definici01~cs" del VJ'vJH es 11n instrume1~to valioso para
la detección y el análisis de la disfunción verbal (por ejemplo en las afasias).
Gn'\11 parte de los primeros trabajos realizados con las MP y el VMH incluyó
la documentación de los déficit ele los pacientes esquizofrénicos. Como uno de
los síntomas clínicos de esos pacientes es el pensamiento desordenado, y en
ellos son comunes las aberraciones verbales, la combinación de instrumentos se
presta a tales estudios. El colapso de los procesos complejos de pensamiento, y
el establecimiento de asociclcioncs laxas o débiles, basta para menoscabar el -
desempei1o con las MI'. De modo ;m;"dogo, con el Vl\HI la elección de si1~ónimos
inadecuados basados en la semejanza fonética, la rim;1 u otras asociaciones fue-
ra de lugar puede indicar di!icultadcs con el pensamiento y la expres}ón.
1 46
Menos evidenle, y a menudo pasado por allo en los grupos con discapaci-
dades graves, es el menoscabo funcional debido a facLOres emocionales y moti-
vacionales. Los niveles altos de angustia y/o dcp1·esión pueden lene1· un efecw
negativo en el dcsempei'lo, y es importante reconocer esos síntomas en quienes
sufren u-aumas cerebrales, o en las fases agudas <le un episodio esquizofrénico.
Los efectos de la angustia y la dep1·esión pueden ser en muchos sentidos seme-
jantes a _!as fragmentaciones de las psicosis funcionales y_ orgánicas. La angustia
en alto gtado a veces resulta en confusión, p:iutas de ·pensamiento rigidiz~das,
bloqueo de la solución de problemas aparentemente simples, y en una incapaci-
dad para- abordar rotaciones perceprnales. El sujeto angustiado a menudo se
precipita a dar una p1)mera_respuesta acrítica, sin examinar toda la información
disponibl.c; . El_ psicólÓgo cuid-adoso tiene conciencia de los efeclos de la depre-
·s ión y la a11iúslia sobre el desernpei1o, y se abstiene de sallar a la conclusión de
que el desempei'lo.disfuncional observado se debe a c;;usas más graves.
·'
De modo análogo, quienes sufren reacciones depresivas reta1·dadas pueden
verse perjudicados én los tests cronometrados por la lentitud de su p e nsamien-
to; en algunos casos., dan respuestas simples para no tener que luchar con la
complejidad. La fluidez verbal suele ser reducida, lo que se trasluce en desem-
peños pobres c.<;·i~ :e1 VMH.
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Además de los indicado1·es clínicos, )' también entre las poblaciones de
delincuentes, al interpretar los resultados hay que tener en cuenta la informa-
ció_~ recogida con preguntas sobre la motivadón. No es posíble realizar una
estiniación sólida de la capacidad si los tests se aíslan del con texto de la vida
cotidiana. Para muchos pacientes clínicos, los tests psicológicos constituyen una
perturbación de su rutina )' carecen por completo de atractivos. Cuando en la
mente de una persona prevalecen el dolor, la confusión, la depresión, la angus-
tia y la preocupación por la supervivencia, la motivación para soslener la aten-
ción en una tarea altamente anificial será necesariamente baja.
De esta discusión se sigue que los clínicos, para controlar la validez de los
resultados, no sólo deben usar con más cuidado los·puntajes y normas, sino
también las tablas que preser;tan las distribuciones esperadas de los puntajes en
las subescalas.
APLICACIONES U\BORALES
(a) Desc1ipci?-n. de las ltffetis. Las actividades realmente requeridas para el desem-
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pe11o eficaz en. una tarea pueden difcdr de las idenlificé"\das en su descrip-
ción formé"\} (Raven, 1984) .
(b) Los criterios del exito. Las cualidades aparentemente nec esarias para realizar
"bien" una tarea dependen de los criterios adoptados en la evaluación del
desempeño. Poi· ejemplo, se requieren diferentes cualid~des. para ·un avan-
ce ráp"ido en la organización , para asegura1· la supervivencia de esa organi-
zación medié"\nte la invención de productos nuevos, pa1:a hacerla crecer gra-
~ias · a la manipulación financie1·a y/o política, y para asegurar la
supervivencia de la sociedad. Los más capaces para ganar la estima d_e sus
superiores no son necesariamente los que mejor liberan la energía y los
talentos ºde sus subordinados y, sin duda, a men_udo av;u;z~n destruye ndo
las redes y climas necesarios para el desarrollo i.nstit,~cional, o eliminando
a quienes tienen puntos de vista distintos y podría1"' comp etir ~on ellos
(Hagan, 1990; Choms~y. 198i; Nuugens, 1988; Raven·\1984). Las cualida-
des requei-idas para realizar "bien" una tarea pueden t. mbién ser distintas
d~ las que se buscan en el proceso de selección (I-Iogan, _1990; McClelland,
1961, 1975; McClellan.c;! y Dailey, 1973; Hope.. 1985).
(c) Resultados no afribuibles. En la mayoría de las organizaciones es extremada-
mente difícil atribuí~ los efecws observables a cualquier persona o grupo
de personas (véase Day y Klein, 1987), en particular cuando las circunstan-
cias cambian continuamente y los efectos ·pueden tardar muchos a11os en
ponerse de manifiesto. Esto hace muy difícil recoger información precisa
·ºsobre los que benefician aménticamenlc con su trabajo a la organización, y
distinguirlos de quienes sólo saben crear. una buena, impresión y después
logran avanzar hasta que se descubren sus erro1·es, .
(ch) ResLricciones externas. Los ordenamientos organizacio;1ales, y las.expectativas
de los _otros •. pue<;ien impedir que Ías personas hagan lo necesario para un
desenipeño. eficaz en la tarea.
(d) El cambio en e_l tiempo. Las personas hacen diferentes cosas en "la misma"
"tarea. en diferentes momentos del día y e n distintos puntos de su ciclo vital.
Por ejemplo, pueden emprender actividades rutinari:ls durante una paste
del día, y taretls i1:movadoras en ou·os momentos. Quizá desarrollen innova-
ciones tecnológicas al pdncipio de sus carreras, y más t."lrde en sus vidas
· encaren los procesos políticos que conu·olan Ja financiación de esas inno-
vaciones.
(e) La eficacia es una ctwliclad cttlturnl. El desempci'lo eficaz de una función
laboral requiere una amplia gama de personas con aptitudes muy diferen-
tes, tanto en la tarea como en re lación con quienes desempe11an roles vin-
culados dentro de la organización. En . panicular, el "ser emprendedor" es
una característica más culwral q u e individual (McClelland, 1961; Roberts,
19,68; Rogers, 1983; Raven, 1984).
I 48
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I 49
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Las .Matrices Progresivas Escala General (kf PC) se dividen en cinco series de
doce problemas c.-:.:Ja una. C;1da serie se inicia con un problema cuya solución ,
es lo más evidente posible, y desarrolla un tema haciendo que cada problema
haga pie en el anterior y se vuelva más difícil. Este procedimiento le proporcio-
na al examinado cinco oportunidades de familiadzarse con e_l campo y el méto-
do de pensamiento requerido para solucionar los ítcms. Por lo tanto, adminis-
trado de Ja manera normalizada, el test proporciona un programa inco1·porado
de entrenamiento)' da un índice de la capacidad para aprender de la experien-
cia, o Mpotencial de aprendizaje". La estructuración cíclica también pen~1ite eva-
l 50
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FACULTAD DE HUMANIDADES
I 51 - TERESA DE AVILA h
BIBLIOTECA
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1 52
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Una respuesta m:'ls frecuente ele los nir1os peque11os )'de los Mprimitivos" es
la repetición activa o discernimiento activo de una paula. La matriz a completar es
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I 53
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Más frecueóte aún .es que ·un.1 respuesta muestre un cambio serial que reco-
rre todo el campo de pensamiento. Puede tratarse de un cambio único, como
en la progresión aritmética de la . figura I G. Pero en el más frecuente de_ los
modos de respuesta, -panicularmente en los adultos, el campo de pensamiénto
muestra un cambio "productivo". Ese cambio es ilustrado por el producto
numérico de la progresión geométrica de la figura I 7, aunque éste no es el úni-
co campo en el que'se puede identificar una matriz de relaciones de est<: tipo.
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lógicamente sostenible, cu:-ilquicr o tra solución ticne ·que ser el"rónea. Antes de
fonnular un juicio de este tipo, ncccsit:lrnos conocer no sólo el contenido del
problema, .sino t:-imbién algo del contexto o "campo" en el que es aprehendido.
Por ejemplo, si pensamos que la figura J 1 representa carreteras y lugares donde
se suelen producir accidentes, la lógica puede presentar b solución ideal en la
forma.de un "cruce en rn::bol ". Si esto no es práctico, un "cruce de circulación
giracoria" puede ser la mejor solución j1osiúle.
"'·
En- el Test de bl Matrices, la secuencia en Ja que se. presentan los proble-
mas desan-olla gradu:-ilmente el C:).mpo a<lccu'.ldo de pensamiento, y en tal sen-
tido provee entren:-iñ1iento en el ml:todo <le trabajo. Al_ mismo tiempo, la activi-
d:-id mental en progreso y el grado de organización intelec"tual del que el
examinado es capaz c.!"'.!.l.crmina;1· el "or<lc"n" estructural del campo que emerge.
La solución elegida revela_ b calidad de esa organización imelectual, y por lo
t:-into tiene un gran Interés ·psicoJógico.
'!
. '
También ·hay que tener c.n .cuenta la relación espacial entre la matriz
incompleta y las soluciones alternativas, pues la posición influye en la elección.
Los estudios piloto demostraron"que era más .satisfactorio ubicar las- soluciones
alternativas debajo de la ma~r z, y no al costado. Además, Mill,er y Raven ( 1939)
llegan a la conclusión de CJ~-Í·e · .
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1 2 1 1 1 2 1 1
1 2 .1 1 1 2 1 1
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Figura 1 4 Figura 1 5
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1 55
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2 3 4 5 6 7 2 4 B 16 32 64
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ca cerca del centro de la atención, parece necesitarse menos es:i,terzo para
explorar toéias las alternativas en .busca de la respuesta correcta.':~) ordena-
;,11,
,. miento c!e las alternativas tenía poco o ningún efecto sobre el ¡.hrcentaje
,, . de soluciones correctas cuando el problema era de dificultad moderada,
.f '1' ' pero con los problemas demasiado difíciles para el sujeto, los resultados
correctos se obtenían por azar cuando la respuesta correcta ocupaba una
posición favorita.
Como lo implica la denominación del test, la forma de las pautas lleva a los
exa11:1in~\d_os a~¡)·ercibir los ítems dentro de un panicular marco de pensamiento,
,. . y a~.preitar atención y percibir ciertos rasgos particulares de los dibujos. Tam-
. ·... ·~· :-bién les exige que razonen de modos especiales (véase Jacobs y Vandevente_r,
,, 1972) _ De modo que la secuencia de los ítems proporciona "entrenamiento en
'! el método de trabajo", y en la Escala General J1ay cinco de tales oportunidades
1
t
de práctica. Por lo tanto,. el test evalúa la tendencia a aprender de la experiencia
- una definición más lógica del "potencial de aprendizaje" que la implícita en
er uso de las MPR en estudios nsí designados en Jos que el tipo de aprendizaje
en realidad evalu<ldo es la capacidad p;tra aprender por instrncción- . Por esta
~.
J 56
o -
razón el adiestramic:nlO tiene menos efecto sobre los punt;\jes con las MPR que
con muchos otrqs tests, y así también se reducen al minimo los _efectos de la .,.-
desventaja cultural. La administración cronometrada y el empleo de versiones
del test "a medida" pc1judican a quienes sacan m{1s ¡)anido del entrenamiento
que proporciona la secuencia ele los ítems. Así es que De Lemas (1989) encon-
tró (a} una mayor dife1·encia entre los puntajes medios obtenidos por niños
provenientes de ambientes de lengua inglesa y no inglesa cuando el test era_cro-
nometrndo, y (b) que las correlaciones entre los puntajes obtenidos con las ve-::'¡_
sienes cronometrada y no cronometrada eran más bajas pa1·a los niúos prov~-
niei:tes de medios de lengua no inglesa. '
/
FORMA DEL ANALISIS DE ITEMS
* Es probable que los lcctort:s sepan que Rasch puso originalmente a prueba su modelo
aplic;"mdolo ;1 las Matrices (Rasch, 19·17) . .
57
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CRAFICO I 4
Conductas hipotétic:is de Jo-; ítcms de un test
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10 20 30 40 50 60
,.· Puntaje total
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del test. Las curvas individuales permiten seguir la pista de la variación con el ~,
I 58
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GRAFICO I 5
Una escala "ideal"
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Puntaje total
La CCI para el ítem A del gráfico 4 muestra que los· examinados tienden a
responder más o menos al azar hasla que sus puntajes totales llegan a cierto
nivel. Cuando verdaderamente empiezan a trar.ar de resolver: el_ problema, Ja
curva se empina uniformemente mientras crece el puntaje· total con la Escala.
Entre el 40 y el 60 por Ciento ele respuestas correctas, Ja tasa de cambio con el
puntaje total permanece constante . Jvfás allá del nivel del 80-90 por ciento de
respuestas correctas, la tasa de ca.rnbio se asemeja a Ja característica del nivel
del 10-20 por ciento. Después del nivel de aprobaciones del 100 por ciento no
hay más fracasos, es decir que quienes tienen puntajes muy altos ya no eligen
ninguna otra alternativa. El ascenso abrupto de la curva en Ja banda intermedia
implica que existe algún aspecto importante de los procesos requeridos para
resolver el problema que sólo aparece en ese nivel de la capacidad eductiva, tal
como lo mide el puntaje tola! del test. Anles de ese nivel de capacidad, práctica-
mente nadie elige la figura G:orrecla . Después de ese nivel, cada vez son menos
los que se equivocan .
La CCI del ítem 13 -un ítem ig1plmente eficiente pero más difícil _:._ mues-·
tra la misma progresión abrupta enlre las respuestas al azar hasta el·lOO por
c¡ento de éxitos. Pero para esta solución se requiere un nivel significativamente
más alto de Ja capacidad para Ja resolución de problemas:
La CCI pa1·a el ítem C ilusu·a cuatro razones por las cuales un ítem puede
ser ineficiente:
~¡
1
a. La cahtidad de examinados cuyos punt;~jcs lOlales sugieren que no debe-
rían poder resqlver el problema y que u1 la realidad eligen la. respuesta
.correcta. La explicación más atendible es que la respuesta correcta atrae
más atención que las otras altcrn:Hivas, quizá debido a su posición o di-
bujo.
b. Quienes tienen puntajes totales inmediatamente inferiores al nivel en el
que se empieza a resolver el problema, en la realidad comienzan a elegir
otra respuesta, y el porcentaje de respuestas conectas cae a muy por deba- ·:':
jo del 12,5 de soluciones espe1·ablcs poi· azar. Esto podría deberse a que
·una de las figuras erróneas se ha \'UellO m;\s ;nractiva para los sujetos con
es~ nivel d~ ca'pacidad.
c, E_ntre los exa1Í1inados para los que el ítem empieza a ser psicológicamente
problemático, el porcentaje de r espuestas correctas sólo llega al nivel apro-
. ~ -· -
ximado del 50 por ciento. Para una considerable gama de capacidades, la
curva fluctúa en torno al nivel de aprobaciones del 50 por cienio. Las elec-
cjones erróneas realizadas en este nivel de capacidad .pueden demostrar
que los examinados optan más o menos al aznr entre dos figuras muy simi-
lares.
ch. Más allá del 60 por ciento de soluciones correctas, la curva sigue ascen-
diendo lentamente, )' nunca llega al 100 ·¡)or ciento. Incluso entre los exa-
minados más capaces, hay ~!~unos que no resuelven el problema.
Obsérvese que el área del gráfico que está por debajo de la curva Ces simi-.
lar a la que está debajo de la ctirva B. Se sigu~ que par~ esos dos . problemas
deberían ser iguales los índices de la dificultad normal, y los ítems parecerhin
igualmente difíciles e igualmente satisfactorios. Asimismo, los índices de la difi-
cultad normal no registrarían cruces de curvas -es decir que los ítems tienen
dificultades disüntas para perso1~as con puntajes totale'i diferentes.
1 60
En un estudio de Andrich )' D:nves, un modelo de Rasch de tres pa1·funetros
es ajustado con éxito a los datos de los tests. Fischer (1988) y otros han cuestio-
nado este resulLado. Nuestro propio aporte a esta dis.cusión consiste en la obser-
vación de que las CCis revcbn los modos en que los tests conforman o no confor-
man el modelo. Además Hambleton (1988, 1989) ha demostrado que muchos
de los índices utiliLados son inestables (dependen por ejemplo del tamailo de Ja
muestra y de la naturaleLa de Ja población examinada) y que gran parte de la
discusión gira en torno de la estrechez de los crilerios establecidos par~. decidir
si se "conforma" o "no se conforma" el modelo de Rasch.
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1 61
1
_fr. , ..., .
,.
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Como en el caso de las .Matrices Progresi\'as, hay una versión básica del test
de vocabulario de la que se han cle.rivado algunas otras versiones alternátivas. La
forma básica es una versió_n de respuestas abiertas de. la Escala de Vocabulario
Mili Hill, constituida por 88 palabr;1s di"ididas en dos series paralelas de 44
palabras cada una, ordenadas por grado de dificultad .
I 62
-- -- -- - - - · .. - · - - - - - - ·-- .
do las presentaciones de una y oLra milad, se han desarrollado versiones parale-
las de estos tests que describimos detall:ldarnente i11Jra.
. ..
Como explicamos antes, las Malrices P1·ogrcsivas Escala Coloreada se deri-
varon de las Matrices Progresivas Escala General con la inclusión de ítems adi-
cionales fáciles y la ·omisión de Jos ítems más difíciles. De modo análogo, de la
Escala de Vocabulario l\lill Hill se ha deri\;ado la Escala de Vocabulario Crich-
.....
ton. .'
'
l 63
-
~ .~ .
l'MI-I, Formas Adultos 1 )' 2. En la versión Adultos se han omitido las 20 pala-
bras más fáciles . También en este caso la Forma l tiene la primera mitad (Serie
A) de respuesta abierta, )' la segunda (Serie B). de opciones múltiples. En la
Forma 2 se invierte este orden.
....,_.,...- .
l'MH, Forma Abreviada. Esta forma -permite obtener una evaluación breve
' , de ll capacidad del examinado para comunicarse o, como ay-uda en el análisis
c"uafüativo de las respuestas, proporlioná información sobre el empleo de las
palabras, el desorden del pensamiento y el uso del lenguaje para organizar la
experiencia, los planes futuros y las actividades pJ<esentes. Está compuesta por
una. de cada cinco palabras de la versi{>n original de la Escala VMH, y se admi-
nisii·a oralmente para pern1itir un sondeo adicional.. Se les pide a Jos examina-
.-•.c!.os que además de definir cada palabra la empleen en una oración. Esa infor-
/._, foación . cualitativa puede tener una importancia especial en las evaluaciones
¿ clínicas.
;.·
DESARROLLO
- -
·--
-~
- --~- ---· ··
. ·. ;._·
del Concise Oxfonl English Dictionar)'. Prcsc1Hando 50 ele esas palabras a niíios de
entre 5 y 14 ailos, pudo establecerse su orden aproxi1nado por dificultad; se
encontró que entre dlas había demasiadas palabras fáciles. Entonces se confec-
cionó una muestra de 150 palabras tornadas del Thesaurus de Roget. Para hacer-
·lo se escogieron páginas a intervalos regulares, y dos personas las leyeron por
separado hasta encontrar en cada una de ellas una palabra que a su juicio
podría resultarle difícil de definir a un adulto inteligente de cualquier profe-
sión.
De la lista total de 650 palabras se eligieron 112 para una· escala experi-
mental, todas con sinónimos de nüs o menos el mismo orden de dificultad. Las
palabras no elegidas para este propósito fueron ordenadas en grupos de cuatro,
por gradp creciente de clil'icultad, y utilizadas como altern:uivas a los sinónimos
.\
·, \
. 1
de las palabras de la escala experimental. Esta se presentó eri versiones de res-
puesta abierta y opciones múltiples a grupos de nii1os y adultos que abarcaban
la más amplia gama posible de capacidades verbales. Se encontró que si bien ·
todos respondían fácilmente a la fo1·ma ele respuesta abiena, el test de opciones
múltiples sólo podía administrarse a sujetos de más de 1 O ailos, bien familiariza-
dos con la lecrnra y la escritura. ···
Se confeccionó .un registro de todas las respuestas a cada una de las pala-
bras. Esas respuestas fueron ordenadas según sus,características, desde las más
semejantes a la definición del Oxfurd Dictionary hasta las que no revelaban ni el
menor conocimiento del significado. Se .observaron las diferericias individuales
en la definición y el uso de las palabras, pero se las trató como cualitativas.
Mediante comparaciones cualitativas, las respuestas fueron calificadas corno
"correctas" o "erróneas". Se encontró insatisfactorio asignar dos puntos a las
buenas definiciones o medio punto a las explicacíon2s dudosas.
1 65
:-
gilud y orden de dificultad: un sinónimo, tres elegidas al azar, y dos que era pro-
bable que se escogieran por mera conjetura. Se enconu·ó que ordenando esas
seis palabras en dos columnas de tres ca.da una, debajo de Ja palabra estímulo,
se generaba la distribución mfls uniforme ele las opciones.
l 66
..;
7
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· .1
1._
1 72
''
.~ :
-
- ~·....· ~.·. ·_
.. . . .
Matrices Progresivas
.
'. \
Escala Coloreada
(Sección 2)
:. ...
!vf PC l
-------------------------------·-.
INDICE
MPC2
•)' ;~
·!
DISEÑO Y EMPLEO
Las tres series de doce prob!emas que constituyen las MPC están destinadas a
evaluar los principales procesos cogni1: vos de los que es comúnmente capaz un
nii1o de menos de 11 ai1os. Lás tres seri< s juntas le dan al stúeto tres oportunidades
de desan-ollar un tema congruente de pensamiento, y la escala de treinta y seis
problemas como un lodo se propone evalu~:· con la mayor precisión posible el
desarrollo mental hasta la madurez intelectual.
t-.IPC 3
., •
.
.-
'
p
Por razones que examinaremos más adelante, también pareció deseable diri:-
gir más específicameme la atencióri a los niveks de capacidad intelectual caracte-
rísticos de los nitios ele 6,5; 8,5 y 10,5 ·a11os de edad. En aquella época, los puntajes
que obtenían en bs MPC oscilaban en torrio de 15, 21. y 27, respectivamente. A
continuación se compararon los clesemper)os con los de g1·upos clínicos de adultos
que obtenían puntajes ·s imilares. (Estos niveles se elevaron en estudios más ·recien-
tes, como se ve en el b:u·~mo actual, 1v1PC IX.)
Primero. fos nitios saben distingúir las figu·:as idénticas de las figuras diferen-
tes, y más tarde las figurns simiia1-cs de bs figur;'ls disímiles.
f\JPC 4
--
~
~ ·. •
--
Algún tiempo clespul:s, pueden apreciar la orientación de una figura con res-
pecto a ellos !nismos y a oLros objecos del campo percepn1al.*
l\üs adelame pueden comparar los cambios an{dogos en los caracLeres perci~
bidos, }' adoprar ese tipo de comparación corno método lógico de razonamiento.
Finalmente son ·capaces de aprehen,cler dos o m{ts figuras discretas como for-
mando un todo o entidad inclL\:!d.ual. -·
Sobre la base del análisis de:: íi.ems. ~le las respuesras que condujo a la c.Pición
de 1947 de Jas.MPC, se eligieron doce prbblemas para conformar la Serie Ab . E~ la
edición de 1956 se revisaron los 36 problemas que constituían las Series A, Ab y B,
y cuando resultó necesario se re0rdena1:on para que la dificultad se fuera acrecen-
tando de un modo m;\s uniforn-.e. Las a{"ternativas entre las que había que elegir
i- han sido reo1·denadas para mini111izar el efecto de sus posidünes en la frecuencia
iF con que se las escoge. En uno o dc_1.,;:·~·;1sos se cambió la alternativa en sí. Nunca se
·r-
,_
.... modificó la natui:aleza ·del pr:.oblcma a resolver, ni la posición de la ·respues ta_
correcta. En todos los casos se r.::alizaron revisiones equivalentes en la edición de
1956 de las.MPC, aunque .esos cambios eran principalmente valí.osos para las MPC,
destinadas al empleo c?1.1 niiios y _en el trabajo dínico.
Las tablas MPC I, JI y 111 presentan un análisis cualitatitivo de cada uno de los
problemas que constituyen las Series A, Ab )' B. En esas tablas la mitad superior
presenta," enorden de importaiuia, de izquierda a derecha, las _principales operaciones
cognitivas involucradas en la aprehensión de cada problema de la serie, y eri la
selección de una de las sei s figuras posibles para completar la mat.-iz de 1·elaciones
.de la que se trap.· Si una figura sei1alada errónea pertenece prin1ariamente a un
tipo, pero también posee características cualitativas de otro, las dos· categorizacio-
nes aparecen en b tab"ia en orden de importancia, de izqui erda a derecha. En la
puntuación total, sólo la primera categorización ~,uenta corno principal ··<;ietenni-
nante de la elección . Por razones que daremos más ack1ante, no siempre es a.pro-
.piado hacer demasiado obvio el r·:ro r.
* Se cncc;>ntró que las figt1r:is en .simetría obliCli::t respecto cid obser:\·.iclor y de los objetos de
su c::impo perceplllal (por ejemplo las ele Abl 1) er:i11 m;Ís clifícil¡s c!c completar que otras figuras
similares pero con oric111:ició11 horizontal o \·enic1l. La importancia ck la oricm:ición en el desarrollo
de la percepción h:i sido despu és aceptada por o tros (por cje111plo, l'iaget, 1947; Ghe1Íl, 19G J) . Entn:
los problemas n:ch;1zados e11 _1111a c:t:ipa_. se encontró <¡uc:. ci11co <k ·cada diez requerían para su sulu-
ción l:i percepción de la .o rientación oblicua ele lo que si11 ella parecerí;1 11 1~a formación guc:st;íltica
rc:l:ith-:unemc simple.
. \
l\1PC 5
\\~lll
.' ·1 ··. ··-r:· !;!• . !"Jlt•
__.;.;
: .. ,·~ .;1'! ./
11 !··
Tabla MPC f
Serie A • La aprehensión de fa identida.d y el cambio en los dibujos continuos
1 ~
Diferencia, semejanza e Identidad del dibujo '(para· demostración) ....'............ b a b X·b j
2 Sólo DIFERENCIA e identidad del dibujo ..............:.: ......... .'.........: ................. a a a a X a
Completamiento del .
3 dibujo simple, con ti· SEMEJANZA. identidad ............, ..................................................... X a J a a a
4 nuo, que envuelve la >
. . . . .................................................................. b .x. j b ¡ b
5 percepción de: - . . .
s~~Cencia ·································································· J e b j j X
' . . ORIENTACION, identidad.: .................. :............... :.....
de 6 i j X b b ij
problemas 7
. . FORMACION GUESTALTICA y completamiento ....... j j b e j X
8
. . . . g X 1 j e ,h
. . ···································
9 DIRéCCI01 orientación, identidad ......... ....................................... X b b b je i
de un dibujo
Compl•1'miooto} ENconUNA
percepción de: . . . .
10 ················································· b i X b je je
queJ¡reseAta EN DOS OIRECCIO· . .
11 CA BIOS PRO· NES con percep· Formación gueslállica y COMPLETAMIENTO ........... je g i X h b
';:>' 12 GRESIVOS ción de: Semejanza, orientación y CREACION DEL CORRELATO ............................
....... j je i g X h
"-;:)
()
Ti¡:v y naturaleza de cada figura elegible '
..._¡ •t Frecuencia en
cada posición
elección f Repetició n Arriba y a la izquierda del espacio a llenar ............................ ...................................:.. ........................ 1
g del Arriba del espacio a llenar ......................................................... ......................................................... 1 1 1
h dibujo A la Izquierda del espácio a llenar ............................... , ............................. ....................................... , 1 2
X Pieza correcta Compieta la pauta, tanto horizontal como verticalmen te ....... ,....... : ........ ~... ,.. , .... ,............................... 2 2 2 2 2 2
, ..
)
•
- '
Tabla MPC 11
Serie Ab - La aprehensión de figuras discretas como todos relacionados espacialmente
Alternativas
1 Orden y naturaleza del problema
1 2 3 4 5 6 .,.
Completamiento de dibujos
1 discretos que envuelve la } o;¡,,."';,, SEMEJANZA, IDooHd•d ....c ......................................................... g I i X b b
2 percepción de: - • . •
OR IENTACIOI'{, identidad .....•..... ............................... . b ec b 1 X c
3
4
}
,
~
Semejanza , orientación, identidad ................................................................. X c c c i j
Diferencia, SIMETRIA CERRADA, y orientación de la parte faltante ............ g e b h b X
Secuencia 5 Comptetamiento de dibujos
. . . . f X g b
············ e h 'l.
-~
00 Tipo y naturaleza de cada figura elegible . ' . .·
"·
Frecuencia en
! cada posición
\
1L . .. . .. .' .
a úi1e.rerie;ia a p1eia nu 11t!ntt nu1guna 11yu1 d ............................ .-,_.~· · ···· ·· ·· .. ····· ······ ···········:··········· ................. .........
b La ligura sel'lalada es totalmente incongruente ........: : ....................................................................... 2 2 2 2 2 2
1· ' . ,•
c Individuación La figura está conlaminada por incongruencias o distorsior\'as ..... : ........ ::: ..............\ ........................ 2 1 2 1 3
d inadecuada Combina figuras de modo incongruente ........................................ .................·::: .................: ............... 1
e Es todo o la mitad del dibujo a completar ... :................................................................ : ..................... 2 2 1 2 2 1
Clases
de
elección r Repetición Arriba y a la izquierda del espacio a llenar ............... :........................................... :............................ 1 1 2 1 1
1
g del Arriba del espacio a llenar.................................................................................................................. .2 3 2 1
! h dibujo A la izquierda del espacio a llenar ..........................; .................................................... ;..................... 1 2 3 1
1: ..,,, , -
¡ Correlato La figura está mal orientada:•... : ......•..•..•...•.•. .-.................................................................................... 1 2
1 incompleto Es incompleta, pero correcta .••. .-... ,..••...••• ,••..•.. .,... .,............................................................................... 1 1 2
¡'
X Figura correlativa Completa la pauta, tanlo horizontal como vertlcalmenle .................................................................... 2 2 2 2 2 2.
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· ·· 1 111.iíl
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Tipo y naturaleza de cada figura elegible
·La investigación demuestra que los niños de más d e seis años con defectos
grave,~. y la gran mayoría de los discapac;itados físicos, comprenden igualmente
bien ·1os problemas presentados en hojas impresas o en tableros con piezas movi-
;:.~;s. Se ha encontrado que para la mayor parte de los propó~tos habituales, cuan-
..-/ / do se emplean fondos coloreados, con la Forma Cuadernillo y la Forma Tableros
· se llega a resultados prácticamente idénticos.
.\
I\lPC 11
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4
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·.;1 ••
la Fo,.ma Tableros
. Entre los 3 y los 6 a11os de edad, el interés y Ja atención del ni1)0 son por lo
general demasiado inconstantes, y Jos resultados de su actividad .intelectual dema-
siado caprichosos como para que un test mema! pueda proporcionar un p1·onósti-
co muy confiable del desarrollo imelcctual ulteric•r. Por esta razón, es dudoso que
los resultados obtenidos con la Fon11a Tableros tengan con los ~itios un valor pro-
nóstico mayor que el de los·resultados obtenidos con otros tests 111entales. Pero hay
motivos para pensar que los resultados obtenidos i:on esta forma del test son psico-
lóglcamen~e. válidos para evaluar la actividad )' las producciones intelectuales del
niño, eil e.i morúento del examen, sean cuales fueren sus conocimientos y su nivel
escolar.
MPC 12
Para el trabajo de nnin:1 con n1nos pcqu<.:i1os, en la evaluación clínic:i de la
deficiencia o el deterioro intelectu:1les, y en los estudios transculturales, la Forma
Tableros presenta vemajas obvias. Es también m;'is conveniente que la Forma Cua-
dernillo en algunas investigaciones psicológicas, porque permite observar y regis-
trar las soluciones por ens'.'lyo y error, y comparadas con las soluciones por percep-
ción e inferencia directas. Las soluciones logradas con el primer método pueden
diferenci'.'lrse de bs alcanzadas mediante el scgundo.1! evaluar los resultados no es
necesario incluirlas en el punt:\je total. Si se las exclt17•e, los resultados obtenidos
con la Forma Tableros pueden equipararse a los correspondientes a la Forma Cua-
dernillo.
Cuando.se emplea con nii1os la Forma Cuadérnillo, ellos no pueden ver cómo
quedaría la pieza elegida insertada en la matriz a cornplet..<r, y tienden a ser descui-
dados, de modo que es necesaria una cierta orientación para que consideren aten-
tan_1ente el dibujo y estén seguros de que la pieza sc11ala<la es la sola y única que a
su juicio lo completa.
• Por razones económicas, no ha sido posible poner a la \'en La b Forma Tableros a tr.i.vés de los
c:mali:s comerciales normales. Hemó.s proporcionado una dc:scripción cletallad;1 para que los profe-
sionales qu,e deseen usarla puedan coníeccionar por sí mismos ti material, emple:mdo las figuras de
la Forma Cuadernillo. No obst:uae, har que tener prest:llle que los espacios calados de los dibujos a
completar, en las versiones impresas de las Series A y 1) (pero no ep la Serie: Ab, compuesta entera-
mente por figuras discretas) son más pequci'ios c¡ue las ligurns de: las respuestas posiblc:s. Esto es así
en pre\'isión de: las tolc.-:1ncias necesarias para obtener piezas mo\'iblcs \;ue· ajusten bien c:n la ventana
de b matrii incompleta. Las piezas mo\'ibles son del mismo tamat10 en las Series A, Ab y B. En todos
los casos, las liguras de !;is rcspuestas 'posiblcs (que en eslc caso '~1n a con,·c:rtirse en piezas mo,·iblcs)
tienen la escala corrc:cta, y en la posición ;1clc:c11acla concuerdan perfec1.ame111e con las mairices.' Pero
en el caso de. los ítems de las"Series A y ll, las "1;1bletas" de las n:spuc:stas desbordan ligeramente las
\'ent:inas. J>or lo tanto h;T)· una toler;111ci:i que permite recortar los fondos par.1 que las respuest.a.s que-
pan exactamente clcspuí:s del mom:~e sobre cartón. fa1 lcJ1las los caios, los canonc:s para reíucrzo de: las
ma1r,ices y las piezas mo,·iblcs deben adecuarse a las dimensiones de los Ílems de la Serie Ab. En las
Series A y ll hay que 1·econar el cabclo de: la matriz incomplc:la, a /in de: que: la abertura sea mayor
que la indicad~ en el pape:! impreso. No es necesario n:cor1;1r la imr.rcsión de: las pie7.as mO\·ibli:s.
l\·IPC 13
...-
En e1 ítem A4, antes que el niño tenga tiem¡>o para se11alar una de las piezas,
el examinar dice:
;,
MPC 14
, ..._
·--- -----
.
--- --
' -
~~--------------------- ............. ~
....1.-,~!!".''··-
·~r·
.~
:.·\ .
..., , 1
i-'. ...
"PIENSALO l3JEN, SOLO UNA QUEDA 13IEN:. ¿CUAL ES? TIENES QUE
ESTAR SEGURO DE QUE ES LA QUE QUEDA BIEN ANTES DE SEÑALAR-
.MELA. "
"YA VES COMO SIGUE: ESTA, ESTA , ESTA. A.QUI, ¿CUAL SERA LA QUE VIE-
NE? SEÑALA LA QUE QUEDA nIEN A.QUI. SE CUIDADOSO. MIRA LAS PIEZAS
UNA A UNA, POR ORDEN: SOLAMENTE. UNA ES LA CORRECTA. ¿CUAL ES?"
l'dPC 15
.
·-
••
•
...""th
Antes que ingresen los niños, distribuir en los pupitres lqs cuadernos de
matrices y las hojas de respuestas con los datos individuales ya anOLados. Las ubica-
ciones deben ser tales que no resulta posible copiarse. Controlar·que cada niño se
siente en el lugar que le corresponde.
l. Se les pide que no abran los cuadernos hasta que se les diga que lo hagan.
MPC16
.. . --
------- - --·
l
~ -
~
l '-
II. Se les explica que el Test de J\latrices Progresivas mide la cap~éidad para
percibir y pensar con claridad. ·
III. Se les pide que den vuelta las hojas de respuestas, para que la parte a lle-
nar quede hacia arriba, y que abran los cuaden1os en el primer problema.
El examinador se vuelve hacia la ampliación poster_y dice:
Ver si los niños están indicando la pieza 4 como corresponde. Si aún no han
comprendido bien, cxplicades con más detalles; y a continufción decir:
J\IPC I 7
l
Después que todos han tenido tiempo· de anotar la respuesta a A2, el examina-
dor dice:
Se les pide a los niños que avisen cuando terminan con el cuadernillo. Con
los que han terminado, controlar que la hoja de respuestas haya sido llenada
correctamente, y que la edad que han anotado corresponda a su fecha de naci-
miento. Después dejarlos en libere.ad para que vu-~lvan a sus actividades habituales.
1\·IPC l 8
--------------------------- - - ··· -·
-
'\
en el lado más alejado. Luego se le indica que lo abra, \'oleando la tapa hacia atrás,
de modo que quede extendido sobre la mesa. Si, como suele ocurrir, las piezas
movibles del tablero aparecen desordenadas, el psicólogo le explica al sujeto por
qué ha ocurrido, reubica las piezas y las vuelve a cubrir con la solapa. (Los núme-
ros que están al dorso de esas piezas indican su posición estandarizada en el table-
ro.)
.....
-Cuando el tablero se abre correctamente , las piezas movibles por lo general
quedan cubiertas por la solapa, de manera que el examinado sólo puede ver Ja
matriz incompleta: El psicólogo dice: "Mira esto. De este dibujo se ha cortc1do un
pedacito" (posar el dedo sobre el vacío del dibujo). "Queremos encontrarlo y
ponerlo otra ve+".fn su lugar. Es uno de éstos" (levantar la solapa y descubrir las seis
pieza.; movibles). /
"¿Cuál de ·~stos (señalar las;piezas movibles) e~ el que hay que poner aquí?"
(señalar el hueco superior). Se hace una pausa suficientemente larga para que el
sujeto pueda señalar la pieza, pero no sacarla. Después continúa: "Esta pieza llena
el espacio" (encajar la pieza movible 1). "pero no está bien" (retirarla y u?icar la
3). "Esta tampoco queda bien, ¿no es cierto?" (recorrer el dibujo con el dedo y
detenerlo ~.il. ~e la pieza insertada). Luego de una pausa se la retira, se encaja la
pieza 6y...Se. dice: "Está mal, ¿verdad? No queda bien aquL_" Se señala el vacío. Se
retira la pieza y se la devuelve a su sitio. A continuación el psicólogo dice: "Ahora
coloca TU la piez.a que QUEDA BIEN". Si el sujeto falla, se le da una explicación
.. más completa y nuevamente se le pide que inserte Ja pieza con:ecta. Una vez que
·ha completado correctamente el dibt~o, se dirá: "Está bien. ¿Hacemos otro?". La
pieza correcta se deja insertada en Ja matriz. Entonces se continúa: "Ya hemos
hecho un problema bien. Dejémoslo a un lado, aquí". ·se retira el tablero Al hacia
la izquierda del sujeto, y se invita a éste a toma1- de Ja caja el segundo tablero (A2),
tal como hizo con el primero. Con la menor ayuda posible se guía al sujeto para.
que lo abra delante de él, de modo correcto, sin desordenarlo. Antes ele que levan-
te la s·olapa, el examinador desplaza su dedo sobre el dibujo de la matriz y d ice:
"Mira si puedes encontrar el pedacito que queda bien aquí", y detiene el dedo en
la ventana superior. Si es necesario, ayuda al sujeto a abi-ir la solapa sin sacar de su
sitio ninguna de las piezas movibles. Si el examinado inserta la número 5, y queda
satisfecho, se le dice: "Ahora· ya ves cómo se hace. Pon éste aquí". El examinador
tom~ el tablero abierto A2 y lo coloca sobre el Al, sin desordenar las piezas movi-.
bles, y continúa: "Toma el tablero que sigue, a ver si puedes hacerlo solo". Guía al
sujeto para que tome el tablero A3 de la caja, lo abra correctamente y complete el
dibujo. Una vez que el examinado ha insertado en el hueco una pieza movible y se
muestra satisfecho del resultado, se lo ayuda a colocar ~l tablero A3 sobre el A2 y a
tomar el tablero A4_
Por Jo· gene1·al el sujeto comprende la idea con facilidad y puede proseguir
por sí solo, con una orientación simple para el manejo de los tableros a fin de que
l\1PC 19
t
MPC 20
sujeto toque las piezas movibles, el psicólogo puede seiialar las figuras de la matriz
y decir: "Mira bien los dibujos y fija te qué ocurre. Tú vez: ésta, ésta . .. ésta. ¿Cuál es
la pieza que sirve?". No se dará ninguna·oi-ientación acerca los detall es que hay
que observar en las figuras, tampoc~ después que el problema haya sido resuellO a
satisfacción del examinado. Las indicaciones que pueden darse sólo pre te nden
dirigir la atención del sujero hacia las figuras que r e p resentan las soluciones posi-
bles. .
-~
Cuando se usa la Forma Tabler_os, el examen debe continuarse sin interrupcio- .
nes hasta el final de Ja Serie B. Terminada esta serie, si se considera co-nveniente, se
le pueden presentar al sujelO las Matrices Progresivas Escala General. Se le explica~~
que las pruebas son exactamente las mismas, sólo que ahora bastará que.indique la
pieza que pondría en el hueco. Se le muestran u·no o dos de los problem~s que /
resolvió en la Serie B, y se le p ide que señale la p ieza correcta para ·completar -el,
dibujo. Si el sujeto lo hace b ien, el examinador vuelve a-1a Serie C, y _dice: "Aquí hay
algunos problemas más. Mira las figuras de cada columna" (hace descender su dec'.:i
por la primera columna, luego por la segunda, a continuación por la tercera, y se
. detiene en el espacio en blanco). ;,¿Qué pieza viene aquí?" Si el sujeto no se d~'
cuenta de qué pieza correspond'.!, e.l psicólogo puede repetir su demostració~. c;ies-
plazando el dedo sobi·e cada hilera y deteniéndose, como antes, en el esp~ic>en
blanco, dice: "Fíja_te qué figura sigue en cada hilera. ¿Cuál viene aquí? Señ:rta la que
queda bien". E indica ordenadamente las ocho figura.5 de la parte inferior.
Estandarizaciones
I'v iPC 21
l
La tabla MPC V presenta la distribución de los errores de los niños con pun-
tajes tota.les de 15, 21 y 27, en el ordenamiento final de los problemas realizado en
1956. A los fines de la comparación, se da también Ja frecuencia con Ja cual fue
elegido cada ·~~po de figura errónea, como porcentaje de los .er"rores totales come-
iidos. Como l_a frecuencia con Ja que se elige cada tipo de figura depende en parte
de la frecuenda con la que es presentada, Ja frecuencia observada de Ja elección se
dividí<? por la proporción de las elecciones posibles de esa clase en toda la escala,
y también se Ja expr~só cefmo ,. porc;entaje. De este modo, si una eiección muy fre-
cuente de cierta-figura se. qebía a Ja gran frecuencia con que era presentada, el
número final _sería peque~1Ó. Es claro que la cantidad de figuras de la escala que
repiten una parte de Ja"matriz a completar no explica la frecuencia con que los
niños tienden a elegirlas. Por el contrario, era necesario incluir un número mayor
de figuras repetitivas pai-a hacer lugar a la fuerte.inclinación a la repetición. Un
análisis adicional de las re~,~mestas repetitivas de los niños mos~ó que la figura ubi-
cada arriba del espacio a ·nenar era repetida el doble de veces que la figura de la
izquierda, y cua.tro vr;.;r5 más que la figura ubicada en diagonal y arriba del espacio
a llenar. . / · ·,
/ .
La tab!a MPC XI muestra (respecto de los mismos niños) la contribución de
cada serie al puntaje final. L'l tabla MPC XII presenta-las normas obtenidas cuando
se retotal;zaron las soluciones .correctas de los. niños omitiendo Jos tres problemas
insatisfactorios de la Serie Ab.
Los puntajes obtenidos por los niños de Dumfries en las Series A y B solas fue-
ron ligeramente inferiores a los obtenidos con.+sos tests administrados en una for-
ma similar a niños de Colchester. Una comparación entre la muestra seleccionada
de escolares y las r.espuestas de Ja escuela de Oumfries mostró que se trataba de
una sección transversal exacta de la población escolar. Una razón podría ser que
los niños más brillá.ntes tendían a vivir fuera del burgo; también había razones para
pensar que las familias de profesionales jóvenes tendían a mudarse del distrito.
:.
MPC22
- -- -- --- - - ·- -
...:.:
Estandarización de 19·19 de.1a Forma Cuadernillo del test, impresa en colores
La tabla ·MPC VI compara la probable confiabilidad del re test, para los nii'los
de 9 años, de las MPC, el Terman-Merríll (T-M) y las Escalas de Vocabulario Crich-
ton (EVC), y la .mediFfa en que esos tres tests están correlacioníidos entre sí. De las
investigaciones experimentales sobre las que informamos-aquí se infiere que sería
aparentemente más provechoso comparar los desempei1os de los niños con los
tests a las edades de 6 1/2, 8 1/2 y 10 1/2 años.
En general, puede verse que las MPC son más sensibles a las fluctuaciones de
los resultados de la actividad intelectual. Al perfeccionarse el test, el hecho surgió
con mayor claridad. La EVC, por otra parte, es incluso menos sensible que .el T-M._
Pero la correlación entre las MPC y la EVC es de un orden que justifica su uso con-
junto a fin de evalua1- la capacidad actual del nii'lo para observación y el pensa-
miento claros, y de ·la información general que ha adquirido hasta ese momento.
La correlación alta entre el T-M y Ja EVC sugiere que el éxito ·en la Escala de Ter-
man depende en gran medida del conocimiento verbal adquirido. También puede
verse que los desempeños del niño con las MPC y la T-M propordonan con nitidez
la información que se obtiene con un test de "inteligencia general".
MPC 23
\
Tabla MPC V
,.. Comparación de las elecciones erróneas con la Forma Tableros
de las MPC, realizadas por grupos representativos de niños y ancianos
..
.. Corregidos por.
la frecuencia de presentación ............. 1 10 74
...
~, ; r~
1'5
:
~
.~
1,75
Ancianos
Frecuencia observada ......................... 0,25 1 .. 12
normales 21 15 % de todos los errores ................: ...... 1,5 6,5 80 12
edad media
70 Corregidos por -·
la frecuencia de presentación ............. 2 8 76 14
Demencias
. Frecuencia observada ......................•.. 1,5 3 12,5 4
seniles 15 21 % de todos los errores ........................ e 14 60 18
edad media Corregidos por
74
la frecuencia de presentadón ............. 8 18 53 21
MPC 21
, ·.-.
Tabla MPC VI
Comparación de las correlaciones, con niños de 9 años, de las MPC,
el Terman-Merrill y la Escala de Vocabulario Crichton
Los gráficos MPC I a MPC III presentan e l a umento del porcentaje de solucio-
nes correctas a cada problema mientras el puntaje total pasaba de 10 a 36, con la
muestra de los 598 niños. Idealmente, la solución correcta a un problema dado no
debería hallarse por debajo de cierto puntaje total. Después de alcanzarse ese pun-
taje, el porcentaje de soluciones correctas debería aumeútar rápidamente con el
aumento del puntaje total, hasta· gue el 100 por ciento de .los· niños que obtienen
un puntaje determinado resolvieran el problema. En los problemas Al 2, Abl2 y
B8, con ligeras fluctuaciones, encontramos algo muy próximo a esa distribución
ideal.*
* En la página! 1!"> Sl: hall;ir;·, 1m;i di5cusión más comple"ta ele la forma ide:il de est;is cun·as
car;1cterísticas de los Ílems y ck b inte1·prctació11 dc las clcs\"iacioncs respecto ele esa forma ideal.
Confiabilidad '\
.Un importante estudio realizado por Jensen (197.4) investigó las. respuestas de
1662 niños peque1)os (desde el jardín de infante.) hasta el sexto grado) incluyendo
tres grupos étnicos (anglo, negro e hispano). Se informó una confiabilidad estima-
da de 0,9_0, obtenida mediante d método de b división por miladcs, sin diferencias
por raza o sexo. Si bien e·n este estudio no se mencionan diferencias por edad, un
informe ulterior (Cadson )' Jensen, 1981) ha analizado los datos obtenidos con 783
MPC 26
de los nii)os )' encontró una cifra general de 0,85 con la división po r mitades de
sujetos <le 6, 7 y 8 ailos, y valores <le O,G5, 0,86 y 0,85 para esas edades', respectiva-
mente. Ese valor bajo para los niiios de menos edad es consistente con un peque11o
estudio de niiios de 5 a11os realizado por Harris (1959), pero contrasta con el infor-
me de Freyberg (1966), que encontró 0,90 con examinados de 6-7 a11os. Khatena,
Chew y Gowan (1964) y Khatena (1965) también emplearon el método de la divi-
sión por mitades pa1·a determinar b confiabilidad- con una muestra de 463 niiios .
de Singapur que cursaban los g~·íldos primero a sexto. Los valores oscilaron entre
0,82 (en la banda de edad inferi'or) y 0,94 o más en dos edades (grados tercero y
cuarto). ·
:l
Test-Relesl , ~,. "
,-• ' . ,
' /
Presentación auloma(izada
:.
MPC 27
: ·,
.;
.. a:
i
Validez
Por su consu"ücción, las MPC se adecuan al empleo con ni11os pequeño~, con
retardados y con ancianos. Además, su naturalc:za no verbal las ha hecho atractivas
para los clínicos que abordan problemas del da11o cerebral y la demencia, y para
los psicólogos que c.!esean comparar las capacidades en distintas culturas, ~rea en
la cual son inapropiados los tests que se basan en el lenguaje. Por es~o corresponde
considerar si las MPC son un instrumento válido para tales aplicaciones.
Desde el principio~ se ha reconocido que las MPC tienen una alta saturación
de "g" y algún grado de participación del factor visual-espacial "k". No se trata de
un test de "inteligencia general", sino que mide el desempeúo intelectual de sttieto
en un sen ti do factorial puro. Esta posición fue confirmada por Burk~ en ·su rese1ia
de 1958, en la que se se1ialaba la necesidad existente en ese momento de va-
lidaciones cruzadas. Desde ese -entonces se han realizado muchas.
Dos grupos de autores que trabaja1·on con Carlson y con ·Das han realizado
aportes sllstanciales a nuestra comprensión de la estructura factorial de las MPC.
•
Carlson ha relacionado las MPC con los conceptos piagetianos de la conserva-
ción, obse1·vnnd6:e1ilos procesos de razonamiento requeridos para solucionar las
matrices, un desarrollo que va de lo perceptual a lo conceptual (según 'Winkel-
mann, 1972). Carlson )' Wiedl (l 977) hallaron saturaciones altas de los ítems per-
ceptuales y conceptuales e·n el factor definido como procesamiento simultáneo,
según Das (1973).
MPC 28
componentes principales, hallaron que esos factores explicaban el 36 por ciento de
la variancia total en-una muestra de 180 11i1-10s de primero a tercer grado.
Carlson y Jensen (1980) confirmaron Jos resultados alemanes con una mues-
tra más grande de 783 nii1os de edades similares. Po1~ medio del análisis de Jos
componentes principales, los mismos tres factores explicaban el 27,8 por ci e nto de
la variancia total, y con correlaciones tetracóricas expli caban el 41 por ciento de
esa variancia. ·',
• .!
-Estudios Lranscullurnles
·· : ~_ ......
Kirby y Das . (1978) han subrayado adic ionalmente que es probable q'}e las
diferencias culturales estén asociadas con difcre!Hes estrategias para Ja resoluciqn
de las MPC. Estos autores, como Carlson ames, abogan por ir rnás allá de los tipos
de problemas que idemificaron Corman y Budoff (1974). Ellos dernoscrar'o;1 la
existe ncia de una fuerte s:nuración en factores denom inados "espacial" y "razona-
miento", que comribuyen al éxito con las MPC.
Das y sus colaboradores (pÓr ejemplo, Das, Kirby )' Jarman, 1979) han seguido
avanzando hasta desarrollar una teoría de la función cognitiva caracterizada por el
prncesamicnto simulláneo )'sucesivo. Las lVlPC han demostrado una y otra vez que
evalúan considerablemente el_ facto1· del procesam iento simultáneo, de modo que
ellas se han convertido en el instrumento-criLerio para tal fin (con saturaciones
típicas que oscilan entre 0,75 y 0,85)". En una validación cruzada que utilizó las-
MPC y las MPG, se obtuvo \in valor ligeramenlc inferior con niilos de entre 4 y
12 1;2 ailos de edad (Naglieri, Kaufman, Kaufman y Kamphaus, 1981).
f\IPC 29
-- - - -,......-. - . . · ·- - -- - - - - -- -------
ron una mejor predicción del potencial de aprendizaje con quienes respondían
bien al entrenamiento en las MPC.
Otros dive1·sos contextos culturales de Africa, India}' Asia han generado cifras
de validez agrupadas en torno de·+0,6 - +0,7; 101 autores subrayan la significación
del trasfondo cultural en la evaluación de los resultados (por ejemplo Khatena y
Cowan, 1967, en Singapur; Wober, ,1969, en Nigeria; K.éndall, 1976, en Sudáfrica;
Ombredane, R<:>baye y Plumail, 1956," en el Congo; Ghuman, 1978, en el Punjab),
mientras que la comparación por Sin ha ( 1968) ·de los diversos resultados hindúes
la llevó a pedir estudios sobre Ja validez de lü~ constructos, pues a su juicio lo"s
aspectos espaciales del test iníluían en el contexto hindú, dando origen a puntua-
ciones inferiores a las de Gran Bi·etai'ia.
Jensen (1974), por otro lado, ha sostenido que las diferencias enu·e blancos y
negros en las MPC (que han servido en 1~~.;.!_ :has estudios como medida est..'Í.ndar de
la capacidad de nivel 11) son el result~b de diferencias auténticas que no pueden
descartarse atribuyéndolas a ún sesg~ cultural - aunque Jensen no tiene inconve-
.. niente en reconocer la existencia de "carga cultural" en Jos tests-. También des-
pués de emplear las MPC c9mo tarea del nivel II, Hall y Kaye (1977) han hecho
conocer un informe favorable" sobre su validez predictiva con niños pequeños defi-
cientes (véase también Hall, Huppertz y Levi, 1977). Mientras que los estudios de
Jensen y Hall aparearon las M PC con el test de Peabody, Mensing y Traxler (1973)
aplicaron el modelo de proceso dual de Jenscn utilizando las. MPC con ·el test de
Slosson, encontrando una correlación de +0,62 (sujetos de clase baja) a +0,70 (cla-
se media).
MPC 30
encontró una correlación ele las tvlPC con el S-B de +0,4 1, y de +0,26 con el. Pea-
body.
Finalmente, hay que hacer referencia a estudios que comparan las MPC ~on la
versión alemana del WlSC (HAWIK). Fla1.nme1· y otros (1972) encontraron una
correlación con el test completo de +0,48, y con la escala de ejecución de +0,61,
mientras que Muller (1970) ha comunicado una cifra de +0,73 para el HA\\TIK
completo.
Estudios clínicos
Dos informes han comp;<-ado la correspondencia emre las MPC y los tests de
Terman-Merrill y Good.enougl. en,un contexlO hispanoparlante con niños norma-
les y perturbados. Soriano y Plaza (1961) encontraron una fuerte correlación entre
las MPC y el T-M, de +96 con niños perturbados y +0,59 con niños normales, así
como una correlación importante con el Coodenough (+0,76 y +0 ,66, respectiva-
mente). Monedero y Sanz (1974), trabajando con muestras muy pequeüas, halla-
ron una correlación de sólo +0,43 de las MPC y el T-M, y .de +0,14 con el Coode-
nough.
l'v1PC 31
t
.•
Estudios cclHcacioñales
· f\·fPC 32
· · ·· - · ~":"'!"""~ ~
·.· ..
.•
·\
~Evaluación de las respuestas
(a) Nirios
Niños· de 3 mios. Hacia esa época, por lo general el nii1o encaja una de las pie-
zas en' el espacio de la matriz. Al principio se satisface con cualquier pieza por el
mero hecho de que llena _el esp acio vacío; el ni11o suele ensayar con distintas pie-
zas, una tras otra, como si lo sorprendiera que todas ajusten bien en el vacío de la
matriz o en cualquiera de los huecos de las piezas movibles. Algunos niilos resolve-
rán bien los dos o tres primeros problemas de la Serie A, y dejarán en posición la
pieza correcta.
Ni1ios de 4 mios. Hacia e'ta época el 1i11o por lo regular adviene que una de las
piezas movibles se asemeja a la pauta de la mau·iz. Al principio le basta la semejan-
za: el tamaúo o la orientación no parect.n importarle. Así, se hallará a menudo que
un niño completa un dibujo de líneas horiz01Hales con una pieza de líneas vertica-
les, y se lo \'e lllll)' satisfecho con el resultado, aun cuando observe la pieza ubicada
en el espacio de la matriL. En una etapa ulte1·ior del desar rollo, el ni11o atiende
tamb!én al t~mai1o y la orientación de la pauta. Cuando ello ocu1Te, ya sue le tener
conciencia de tales factores en la primera elección que real iza · para resolver un
problema. El aprendizaje a partir de los resultados <le la ubicación de las piezas en
las matrices se produce más tarde. En cuanto ese aprendizaje empicó a producir-
se, los resultados del ensayo y error entrenan al 11iúo en el método de trabajo. Des-
l\IPC 33
__ L_
de esa clapa en adelante, sólo se necesiLa pcdide al ni1)0 que trate de elegir la ;pie-
za conecta en su p1imer intento.
Hasta esta etapa del desarrollo, Ja distribución de las elecciones del ni1)0 entre
las seis posiciones de las piezas demuestran que cuando ha captado la idea de que
·tiene que llenar el hueco de la.matriz, pero ne• puede resolver el problema con un
dibujo diferente, _la figura de la posición 2 tiende a ser elegida el doble de veces
que las de las poskiones 1 o 3, el cuádruple rl:e veces que las de las posiciones 5 y
6, y casi el d~cuplo de veces que I~ de la posición 4. En otras pal~bras, el niilo tien-
de a elegir la figura próxima a Ja ventana a llenar porque es la que está más cerca
del centro del campo de la a.en.ción, mientras que es dificil qu~ répare én la pieza
de la posición 4, la más aleja<- ' de ese centro.
Nhios de 5 mios. Hacia esa edad el nit)o a menudo qu'eda satisfecho si la pieza
que insena completa correctamente el dibttjo en una sola dirección. Más tarde
empieza a elegir la pieza adecuada en las dos direcciones. Al aproximarse a esta
edad , el niiio "más brill'1nte," a menudo comienza a manipular el material del test
en forma espontánea, co1:io diversión. Aun cuando ya1 haya inse1'tado la pieza
· correcta, a veces volverá a extraerla pa1-a probar con otras. Sin embargo, es bastan-
te característico que el niiio brillante tienda;: inserta1· p.-imero Ja pieza que corres-
.r.:·
,
; ..
ponde. Todo C:ambio que el niiio realice dei:.pués sólo se registra por la informa- .
ción cualic:uiva qúe proporciona, pero para comparar los resultados obtenidos con
las Forñ1as Table·ros y Cuadernillo, el examinador considerará como respuesta
"correct.1." o "en;ónea" la primera piezafirmemeate insertmla, tanto si el niiio la deja en
posición como si la saca para probar con otras.
Niños de 6 años. Hacia esa edad, el nii10 a menudo puede elegir una figura que
completa correctamente ¡¡\ matriz, aun cuando, como en la prueba AS, la figura
que debe elegir (la número 2) sea distinta de. todas las otras partes del dibujo a lle- ·
nar.
.,
'
:¡., En esta etapa, los niiios t01pes comienzai1 a funcionar notablemente mal. Por lo
gen-eral tratan de repetir una parte de la matriz, y adoptan como rutina ese méto-
do de trabajo. Aun cuando ya insertada la pi~za en la matr.iz se ponga de manifies-
to su inadecuación; el niño. suele quedar sat:sfecho con el result.1.do.
1.
l
Los ni1ios "lni/lanles" mayores de 6 ::11ios, y la mayo1·ía de los niJ)os antes de los
I! siete aiios, compn!nclcn muy b ien los problemas cuyos dibujos están impresos en
;:
li
i MPC 3·t
colores vivos. Si se logra hacerlos observar las seis piezas antes de cada elección, los
resultados obtenidos con la Forma Cuadernillo serán muy semejantes a los obteni~
dos con la Forma Tableros. Prúcticameme para todos los propósitos clínicos )' de
rutina, desde los seis ai1os en adelante la Forma Cuadernillo en colores puede
emplearse con resultados sacisfactorios, y muy pocas veces se debe recurrir a la For-
ma Tableros.
Niños de 7 mios. A esta edad, podo común el nii1o puede concebir figuras dis-
cretas (del tipo de la Serie Ab) corno wdos relacionadas espacialmente, pero pare-
ce resultarle dificil analizar sus componentes. Cuando falla eri la solución de un
problema de la Serie Ab, si no elige una pieza que repite una de las tres panes de
./.
Ja pauta, con frecuencia opta por Otr:\ que contiene la pauta completa, esto es, el
dibujo incompleto y la pieza requerid~-pára completarlo. Por ejemplo, en Ab4 ele-
girá la solución 2. La capacidad para -elegir "i.rna parte bien orientada que complete
una pauta aparentemente concebida como un todo parece desarrollarse algo más
tarde. Es curioso que si en la Forma Tableros el nií'to elige una cuarta parte de un
cuadrado o un círculo, por lo común se muestra· satisfecho con su elección, y no la
cambia si ya la .ha insertado en la matriz. Aparenr.-::mente la forma de presentar el
test influye poco o nada en su juicio; el hecho de que se haya empleado la Forma
··cuadernillo no es la causa del error. Una ';d.. :que el nii1o es capaz de analizar en
sus componentes un .todo p1·econcebid.9-,....f de seleccionar la pieza adecuada para
completarlo, puede resolver con éxito la mayoría de los problemas de la Serie Ab.
· Niños de 8 años. El nii1o de..esta edad puede por lo regular resolver sin dificul-
tades la mayoría de Jos problemas de la Serie Ab, y los resultados obtenidos son por
Jo común consistentes y confiables. La dificultad comienza cuando deben abordar-
se los problemas finales de la Serie B: Los ejemplos introductorios destinados a ~
~
"'
¡;
entrenar al ni1)0 en el método de razonamiento no parecen ayudarlo a resolver
esos problemas. En lugar de elegii· la figura correlativa requerida, el niño de 8 años 1
i
por lo general. repite una u otra de las figuras que ya aparecen en la matriz
incompleta, e incluso adoptará este método como si fuera el adecuado. Si, por
ejemplo, en la p1·ueba B8 elige la solución 4 o 5, en las pruebas ulteriores por _lo
...... -.
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común continuará eligiendo piezas que repiten las figuras que están al lado o arri- l . . ··
ba de Ja ventana a llenar.
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edad. Hasta que se alcance ese nivel dG madurez, los problemas que se presen tan al
final de la Serie B carecen de significado para el niúo. Pero después parecen evi-
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dentes de por sí. Es muy difícil idear un problema intermedio entre aquellos cura
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lvf re 35
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Niiios de 9 mios. Hacia esta edad el ni1io suele ser capaz de trabajar solo satis-
factoriamente y, cuando se le permite hacerlo ccn tra11quilidad, a su propio riuno
y sin interrllpciones, de ordinario brinda una muestra de su trabajo mental r{¡ás
consistente y confi:"1ble que c\.lando lo hace bajo .mpc;rvisión individual. El niño de
más de 9 ai'ios por lo general 1·esuelve la mayoría de Jos problemas de la Serie B y
por lo menos algunos de los pr.oblcmas de las Series C, D y E de la Escala General.
Para un nii1o que puede hacer esto, la Escala Ge11c1·al es casi siempre la más conve-
niente. No obstante, algunos niños de esta edad no han desarrollado aún la capa-
. ciclad para razonar por analogfa lo suficiente como _para hacer de ell<l un método
sistemático de trabajo. En tales casos, son más convenientes las MPC en la Forma
Cuadernillo. La edad en que aparece en el niiio Ja célpacidad para el razonamiento
analógico tiene menos importancia que la capacidad subsi·guiente para adoptar
esta forma más abstracta de pensamiento cuando ella comienza a madurar. El ulte-
rior progreso educacional del niiio parece depender en gran medida d el grado sus-
tancial que alcance en la aplicación sistemática de este método de pensamiento,
sea cual fuere la nawraleza de la tarea que aborde.
Niños ele JO a·ños o_mrís. Desde esta edad comienzan a diferenciarse de modo
paulatino las respuestas de los ni11os intelectualmente "brillantes", "normales" y
"torpes". En la tabla MPC V puede verse que cuando los niños no pueden resolver
un problema tienden a repetir lo que >'ª han percibido y asimilado; en segundo
lugar, tienden a cometer errores de orientación )'en la creación del correlato; en
tercer término, tienden a asimilar el campo pcrccptual de un modo más o menos
inadecuado, y finalmente, tienden a realizar elecciones arbitrarias basadas _en la
proximidad de una figura al espacio que hay que llenélr, y (esto es menos frecuen-
te) en Ja proximidad de la figura a ellos mismos. L• revisión de 1956 redujo el efec-
to de la posición en la frecuencia con que se elige cada uno_ de los tipos de res-
puesta en la escala completa.
MPC 36
analógico se ha desarrollado o no. Si se ha desarrollado, las MPC ya no establecen
diferencias claras enu·e un sujeLo y oLro. Desde esa eLapa en adelante, las l\.f PC tie-
nen un valor discriminatorio c;id:-t vez mayor. ·
~ Deficiencia intelectual leve. Los sujetos con esLe problema siguen siendo caracte-
rísticamente incapaces de resolver los_problema,, más difíciles de la Serie B, pero
por lo común solucionan muchos de los problemas de la Serie Ab. Con la Forma
;;;;;;¡ .-
·. w Tableros, la práctica les permite elegir las partes bien orientadas que completan la _,.../
;;;;¡ mayoría de los .problemas de esa serie, aunque su progreso sigue siendo pequeño
con los problemas más difíciles de la Serie B. Estas personas a menudo aprenden a
leer y escribir, adquieren un vocabulario.moderado y se adaptan no sin éxito a un
_.
~ ambiente estable, pero tienden a ser repetitivas, faltas de originalidad, y encuen-
tran gran dificultad para encarar bien las siLuaciones_nuevas.
~
Deficiencia inlelecltwl moderada. : Esws sujetos no logran solucionar los proble-
;a--J mas de la Serie Ab, ni siquie1·a con la práctica. Aunque llegan a ver las figuras dis-
cretas como todos relacionados espacialmente, parecen incapaces de analizarlos en
sus partes ádecuadamente orientadas. Para completar una pauta dada casi siempre
eligen uha figura similar a una de los dibujos ele la matriz, y no advierten su error
ni siquiera insertando la pieza en el espa~io en blanco. Adoptan esta elección por
semejanza como método ~istemático de trabajo. Es característico que estos sujetós
a menudo puedan entrenarse para n:aliz~ll' tareas repetitivas simples, pero parecen
incapaces de adoptar nuevos enfoques y de aprender de sus errores.
J\IPC 37
. ,:
F
~---·
'
:..""Z= ·
_·:.
. .
Lir que la pieza insenada es incongruente con Ja línea vertical de la matriz. A con-
tinuación, tal vez retire esa pieza e inserte en lugar de ella la que tiene la línea
venical. En a_lgunos casos completa· primero una línea y después la otra, varias
veces, antes de acertar si, por fin, logra reconocer que una cruz armoniza con las
dos líneas al mismo tiempo. Cuando llega a hacer este descubrimiento da vivas
muestras de placer, y quizá repita vJrias veces todo el procedimiento, hasta que
éste deja de fascinado.
Los efectos del ent1·enamiento. ~lgunos autores -por ejemplo Budoff y Corman
(1976), Feurstein (1979) yjacobs (1977) --sostienen que'con programas breves de
entt·e namiento se pueden elevar notoriamente los puntajes de _los niños que pare-
cen ser· deficientes intelecwales. Esto ocurr<;.sin _duda c<Sn algunos niños seriamen-
te deprivados, pero a un psicólogo competeiúe abocado,. a una evaluación indivi-
. dual no le costaría mucho advenir que en esos casos .los puntajes iniciales no eran
válidos. Las afirmaciones más generales en cuanto a q"l1e el entrenamiento eleva
notoriamente los puntajes aún no han sido demostradas. El descubrimiento más
común es que después del entrenamiento los 11i11os cometen menos errores antes
del punto en que el test se vuelve demasido difícil par(!,· ellos. La participación de
los ni_1]os en Jos procesos de pensamiento, planificación. y priorización puede tener
un efecto ma}'or en los punlajes, pero no un efecf:...i':~spectacular.
. /
_ _..,...
Un niiio emocionalme11le pertw·brulo responde a las Matrices más ·o menos como
el niño normal. Los nh1os retraídos, asociales y particularmente no comunicativos
se prestan a realizar este lest aunqt.1.e rechacen los que suponen comunicación
soda!. Una niña remitida a una clínica ·porque no hablaba solía gritar en cúanto la
llevaban al escritorio del psicólogo. La Serie A ele la Forma Tableros, abierta en
una mesa próxima, despenó su curiosidad, y empezó a u-abajar con el test por pro-
pia inicialiva mien.u<Ís el psicólogo le preslaba la menor atención pos;ble. Obtuv·o
un pmitaje normal. A los niñ_os suele gustarles dedicarse al tcsl mient.-as el psicólo-
go habla coi1 terceros, en pane por curiosidad, pero también para demostrarse a sf
mismos y dcmostrarl~s a ou-os que son capaces de resolver los p1·oblemas. Después
de esto suelen aceptar un test de vocabulario en el que simplemente tienen que
decir lo que significan las palabras. A Ja inversa, un niiio hipcractivo, conversador,
que a menudo intuye lo que se le pedirá que haga, se adelanta a preguntar por "los
rompecabezas". Su deseo· de ser notado y de sobr~sa lir mantiene el interés, mien-
tras que la evaluación de la respuesta se 1·ealiz=l sin que influyan la fluidez de la
conversación, el "aura de brillantez", la sociabilid;-.d.
La tabla MPC Vll presenta una compa1·ación rle los resultados obtenidos cuan-
do el psicólogo administró u-es veces las MPC y l;: EVC como tests de rutina, con
intervalos-de tres meses, .a cíldíl nii10 admitj_do en el Depanamento de Psiquiatría
Infantil d~, Real. C.-ichton, entre .los a11os 1952 y 1954, }'a un grupo control de
niiios normales de la misma g<~ma de cd;:idcs. Los niiios admitidos en el Departa-
- mento pade~ían penurbaciones emocionales Jo bastante serias como para necesitar
MPC ~8
un lralamicnlo con i1Hernac1on que duraba hasta un a1-10, y aún más en algunos
casos. En esle estudio no se ·i ncluyeron los nii1os inte1'nados en el departamento
para nii1os física o mentalmente deficientes del Hospital, ni los nii'los atendidos en
Ja Clínica de Orientación Infantil. Los esc?lares normales fueron escogidos en la
región alendida por el Hospital. Fueron agrupados por edad)' examinados por M .
Hill durante 1954-1955. La tabla es imer_esante porque son pocos Jos estudios lon-
gitudinales suficientemente persistentes y sin grandes pretensiones que llegan a Ja
madurez. En todo estudio de este tipo, el carácter prolongado determina tres difi- ·
cultades:
(i) En cualquier ai'lo, son i-elati·.. ;uncnte pocos los n1nos perturbados que
pueden recibir un tratamientc con internación. Entre ellos, algunos per-
manecen menos de 9 meses; l. · residencia de otros es interrumpida por
enfermedades físicas, cambios t :! tra tamiento y altas breves.
(ii) A lo largo de un período de ai1os! hab1·á cambios en el personal de psicó-
logos y también, en alguna medida, en la administración.
(iii) Lo más importame es que los ni11os examinados crecerán, no sólo a un
ritmo natural, sino a veces con mayor 1·apidez, como resultado de la rea-
daptación emocional y-social.
Comparada· con la tabla MPC VI, la "'1PC VII muestra que, en la gama de
capacidad que l0s tests están destinados a cvaluar,'1as MPC y la EVC proporcionan
medidas consistentes y confiables del desarrollo de la actividad intelectual y de la
información verbal adquirida con la edad, mientras que también diferencian las
funciones menlales de los ni1ios de la 'misma edad. En cada test, el grupo de niños
emocionalmente penurbados obwvo un punta.je medio ligernmente menor que el
del grupo de escolares normales, aunque en ambos grupos las desviaciones están-
dar no fueron significativamente diferentes. Con los dos tests, el ascenso en el
retest de los ni11os perturbados fue levemente menor y más errático que el ascenso
correspondiente de los ni1ios normales. La consistencia interna de los desempe11.os
fue alta del principio al fin, siÍ1 dife1·en cias significativas entre los dos grupos. Lo
mismo se aplica a la confiabilidad test-retesl de cada escala. Con ambos grupos de
niños, la con-elación entre los tests primero y tercero es levemente inferior a la
correlación entre el primero y el segundo, }' emre el segundo y el tercero, con la
única excepción de la correlación entre la segunda y lercera administración del
test de Vocabulario con los ni.ñ as perturbados. Esla correlación cayó l~vemente,
quizá porque uno o dos de esos ni1ios se cansaron de este tipo de tests. J.as corre-
laciones son del principio al fli1 suficientemente altas como para que las MPC y la
EVC sean consideradas confiablemente predictivas del desarrollo mental en el lar-
go plazo. ·
Lo que su1·ge con más clai-idad de la tabla es que mientras que con los escola-
res normales las MPC y la" EVC pre sentan una alta correlación, que llega a 0,90
para el primer test, con los ni11os emocionalmente perturbados la intercorrelación
MPC 39
- ·- - ·- - - -- -------
l
rf1·
·t
Las conclusiones que nosotros podemos extraer legítima mente de las tablas
MPC V1 y MPC VII son que, aunque el producto de la actividad intelectual de una
persona puede fluctuar considerablemente a lo 1argo de un lapso breve, el desarro-
llo intelectual en un período )argo tiende a permanecer realtivamente consistente
· y, en condiciones normales, a estar estrechamente correlacionado c:on la informa-
ción adquirida. Los niñ.os e~1ocionalmente perturbados presentan un casi idéntico
desarrollo de la capacidad intelectual consistente con la edad. Como grupo, nrnes-
tran también un desarrollo similar del conocimiento adquirido y ele los medios pa-
·. \
ra la comunicación verbal en relación con los otros niños de su edad, por lo menos
en la medida en que ese desarrollo puede evaluarse con un test de vocabulario. Pe-
ro en un niño perturbado Ja adquisición de conocimiento no está estrechamente
correlacionada con la capacidad intelectual. En otras palabras, algunos niños emo-
cionalmente perturbados adquieren un grado de comunicación verba_l que excede
su capacidad normal pai:a la acth~dad intelectual; otros sólo- logran uria fluidez ver-
_.b al mucho me'nor que i'o que sus capacidades intelectuales permitirían.
Las respuestas a las MPC de una persona con deterioro intel.ectual difieren cualita-
tivamente de las de una persona con deficiencia intelectual o emocionalmente per-
turbada. Pero las diferencias varían con la edad y la naturaleza del_deterioro. A ve-
ces las respuestas del sujeto a la EVC son más afectadas que las respuestas a las
MPC. En otros casos el juicio racional es más afectado que la soltura verbal. En ge-
neral, una persona intelectualmente disminuida puede_ser temporaria o perma-
nentemente incapaz de resolver los problemas más difíciles de la Serie B. A menos
que esté perturbada la orientación espacial, suele ser posible que resuelva sin difi-
cultades la mayoría de los problemas de la Serie Ab, y todos los de la Serie A, salvo
los dos últimos, cuándo el test se administra en la forma de Tablero y piezas movi-
bles. ·
MPC40
'· ..
1
t ..¡ 1
; .•• ~! ,~· . 1 • 1
\, .:..J
. ., . Tab~~ MPC, VII . , e (
comparac1on de resu'tados de tests realiza dos con 25 mnos normales y 29 perturbados, \de 6 112 a 12 112 años de edad.
Se administraron las MPC y las EVC tres ve't.:8$, con intervalos de tres meses
.' · ·'
·, .1
1• I' ..
'
·- .
Es~Ola;es Nii'los emocionalme nte
Tests administrados con intervalos de 3 meses normales perturbados
1v 2• 3v p 2• 3•
I '
'7
~
MP C Correlación A:Ab 0,02 0,74 0,69 0,68 0,77 0,84
-o
() entre las series Ab:B 0,76 0,78 0,83 0,78 0,77 0.77
~
A:B 0.68 0,64 0 ,76 0,69 0,74 0,69
CONS ISTENCIA
INTERNA "
EVC Correlación '
entre las listas i:ii 0,97 0,97 0,97 0,95 0,85 0,86 ,,,
MP C Correlación j 9; - 0,89 0,86 - 0,92 o.as
Correlación 2•: - 0,90 - 0,92
Correlacióri 3•: - -
CONFIABILIDAD
;. ..
T EST·AETEST ·
EVC Correlación 1•: - 0,99 0,98 - 0,96 0,94
Correlación 2•: ,... 0,98 - 0,92
Correlación 3•; - - : .. -<
,.,
COAAELACIONE,S Correlación EVC :MPC 0,88 0,84 0,90 0,65 0,63 0,66
tNTEATEST
~~~~w~~~~ ,~ ~~~~l'
- · ·-------·-----------~----·· · · -·- - -- -
-
Este centro de contacto social para ancianos era también una clínica para el
tratamiento de sus enfermedades; lo visitaban más o merios una tercera parte de
las personas de más de 65 años que vivían en su vecindad. En el Centro se llevaba
una ficha médica y sociológica de cada visitante.
IvlPC 42
~- -
1
1
. 1
1
'!
en ancianos sanos. Sólo conociendo las respuestas esperables de los ancianos de sa-
lud normal resulta posible mostrar hasta qué punto una condición como la demen-
cia senil es el final normal de la senescencia, y si no lo es, evaluar las características
psicológicas que diferencian una enfermedad del anciano de los resultados normales
del envejecimiento.
1'-iPC 43
- -- .,...-
>-".
El.empico de las MPC )'la EVMH para evaluar el deterioro mental es exami-
nado más detall_~damente [5Ór OrnÍe.(1957) y Raven (1966). Normalmente, a medi-
da que avanza láea·ad, la dc-~linación del pensamiento productivo es acompañada
.¡
por la retención estable y el 'recuerdo consistente de la información adquirida. La
.demencia, lejos de. ser el -p·i -oducto final del envejecimiento n~ormal, aparece más
como una condición mental patológica cuya frecuencia aumenta con la edad y se
caracteriza por la desintegración del recuerdo y del pensamiento productivo. Las
MPC, junto con la EVMI-I~,permiten diferenciar esa condición_ de los trastornos
afectivos de los ancianos dépresivos.
. ~: . .
De estas obs~:;.váciones se sigue que lo más que puede hacer legítimamente un
psicólogo es comparar la conducta de un ni11o con la frecuencia con la que otros
nit1os de la misma edad se comportan de modos similares, y las tablas de percenti-
les que p_r~sentamos infrn han sido construidas para facilitar esas compara~iones.
.,,,.,
Forma Tableros
;.
MPC 44
..;
-.--·
dr5.n en cucnla. El hecho oc c¡uc el ni11o no sepa explicar sus juicios con palabras
no significa que no pueda solucionar el problema con dis<=crnimiento. Nunca hay
que calificar como "errónea" una solución por el hecho de que el ni1)0 no pueda
explicarla. A la recíproca, las equivocaciones corregidas en un proceso de ensayo y
error proporc.ionan una información de considerable valor psicológico, pero nor-
malmente no se las incluye en el puntaje total a los efectos de extraer la clase per-
centilar del.sujeto en la Tabla de Normas. No obstame, cuando está perfectamente
claro que el ni11o ha advenido y corregido el error, la pieza finalmente insertada se
tiene en cuenta.
forma ·Cuadernillo
Cuan{~ se emplea la Forma Cuadernillo del test, la pieza que el sujeto set1ala
como elecci .."111 final es Ja que cuenta como .. correcta" o "errónea". Con la Forma
Cuadernillo como test autoaclministrado o colectivo, si el sujeto anota varias solu- .
cienes para cualquier ítem ele la escala, hay que decirle que elija una y tache las
otras. Cuando la anotación múltiple sólo se advierte después que el test ha conclui-
do, se to111a en cuenta el número del extremo derecho, sin que importe que los ....
T
otros sean correctos o erróneos.
-· }
Discrepancias y errores
Si las figuras erróneas que el sujeto elige parecen pertenecer con más frecuen-
cia a cienos tipos, el grado en que exceden la incidencia esperada ~ara la escala
tot.al puede estimarse como lo muestra la tabla MPC IV. También pueden compa-
rarse con los datos del grupo de ni11os y ancianos que eligieron mal de Ja ··tabla
MPCV.
J\·f re 45
---------------------· --- - --
----------'!~--------:--------'--"--,--~~--=--·
!:1-..t- •.
...
." ·..... III - : si su puntaje es inferior al percentil 50.
•.
r •;':
RANGO IV. Definidamente in/erior al término medio: si su pun taje es igual o
. .. '
menor al percemil 25. . ,/:;': '.
j ·~ . IV-: si su puntaje es igual o menor al percentil 10.
~· .· RANGO V. /ntelectual111ente deficiente. si su puntaje es igual o menor que el
percentil 5 de su grupo de edad.
:.
~·1PC 46
.
·1:
·..'
·:\ ~: -¡,
CLAVES Y NO Rl\fAS
CLAVE
Problema 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12
A 4 5 2 6 3 6 2 3 4 5
Ab 4 5 6 2 3 4 6 3 5 2
B 2 6 2 3 5 6 4 3 4 5
A 5 6 7 7 7 7 8 8 8 8 8 9 .9 9 1O 1O 1O 1O l O 1-1 1 1 11 11 l 1 12 12
Ab 3 3 3 3 4 4 4 5 6 6 7 7 8 8 8 9 9 1o 1o 1·0 1o 1o 11 l l 11 12
B 2 2 2 3 3 4 4 4 4 5 5 5 5 6 6 6 7 7 8 8 9 10 10 11 11 11
J\·f PC 4 7
t ..
.. ;.;
Tabla M f'C X
Perce11tiles para a11cia11os di: saiud 11or111a/*
95 33 31 30 29 28
90 30 29 28 26 25
75 28 26 24 . 23 21
50 24 22 20 18 16
25 18 17 16 14 12
10 4 13 12 11 10
5 I··.. 11 11 10
Puntaje A 6 6 6 7 7 8 8 8 9 9 9 9 9 9 10 10 ro 10 11 11 11 11
esperado
en cada
{ Ab
8
2 3 3 3 4 4 4 5 5 5 6 7 7 8 8 8 9 9 .9 10 10 10
2 2 3 3 3 3 4 4 4 5 5 5 6 6 6 7 7 8 8 8 9 10
Serie
-
25 10 11 13 14 16 17 18 19 20
10 10 11 12 13 14 15 16 17
5 10 11 12 13 14 15 16
Aunque cuidadosamente seleccionada a l0s fines d~ una investigación experimental, la muestra de 291 perso-
nas era demasiado pequeña para calcul:Jr pcrcentilcs aplic:iblcs con c>.ac1itud a la población general.
MPC 48
-
------··
Normas adicio11oles para la Forma C11{/(/crnillo
Tabla MPC XIII
Normas de Q11ce11sla11d*
.r"'
• Tomatl::is de Retl¡fo1¡;1on, M.J. y hckson, K. ( 1981 ), "The Ravcn's Colourc<l Pro¡;ressivc Mairices (1956): A Queensland :1
S1::indan.liza1ion", ACER /J11/h·1i11 fo•· Psyc/lologis1s JO. 20-26.11,{~pro<lucción w1al>lcmen1c autorizada.) 'i
,....·" -~
.,./'
/
y
1l(
Tabla MPC XIV -_f.
Normas alemanas: •
Base: Tabla 40 del Manual alemán de las MPC, de
Sch111id1ke, Sdw//er y Beder (Beliz Tesr, 1978)
(Las cifras se ob1111•iero11 con w1 muestreo por cuotas de 3607 ni1íos)
Edad
Percentiles
6 6112 7 71!2 8 81{2 9 # 93/4
95 25 27 29 31 33 ~4 34 35
90 22 24 26 28 31 33 33 34
75 20 21 22 24 '27 30 31 32
so 17 17 18 20 23 25 27 29
25 14 15 15 16 18 20 22 24
10 12 12 12 13 14 16 18 20
5 11 11 1l ll 13 14 15 17
L:lS cifr:is en bas t:ir<lilla se han interpolaJo para facilitar los dkulos.
Rcprotlucción :imal>kmcnlc au1orizaJa por lkh:i. Test Gcsdlsch"'. mbH
tdPC 49
= te=='
.i ~t
Tabla M PC XV
Normas de 1983 para C/11:coslomq11ia
en el co111ex10 de las Normas de 1982 tle Dumji"ies redondeadas
WADEHAÑOS
, , . ,.. ll/2lll1 ' • 111 1 tr. l ll.J ' ' '" ' 112 • l/.I 10 10 11< 10 1n 10 l/.I 11 11 11<
U9 7.0l 1,tH •.ttl 1.09 9.0l 9,0t 10,0l ICl,09
S,Ol 6,a.! ,.... 7.0l 1.GI 1.0? 1.U11 t.o: t.00 10.lr. 10.0l 11.o:r
KU C.. aun. au o.. MU C.. lllU Ch. MV a.. avo-. >tV O... RO O.. kUo.. au o..
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10. 10 .. 11 11 ll IJ IJ lJ ... u u 17 10 ., 17 ,. lf 2f 21 u Jl 2.1 2) 2'
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ll n u IJ IJ
EDAD EN AÑOS
Pcrccn- S 1/2 6 6 1/2 7 7 lf! & 8 1/2 9 9 1/2 10 10 1(2 11 111/2
tilcs S,03 S.D':I 6.03 6.09 7 .Ul 7.09 8.03 8.09 9.03 9.09 10.03 10.09 11.03
• • • a •
s.os 6.02 6.08 7.02 7,08 8.02 8.08 9.02 9,08 10,02 10.08 11.02 11.09
Los estudios en los que se b:is:an estas nom~:is v:srfon considerabkmcn1c entre tos distrilos cscol:sres y, dentro de c:id:i dis-
tñro. cnrre los grupos l111icos. Por lo r:rnto. es impona111c que el psi.:ólogo se asegure de que las nom1:1s que emplc:i son l:is
apropi:id~~ p:ir.1 su propósito. ·
.-.
:MPC 50
Tabla MPC X\111
Normas de 1984 µara las MPC ad111i1ii.Hradas i11dil'id11a/111e11te*
Basculas en todos los 11i1ios de 111w escuela de aldea 'del SE
de /11g/a1erra (SEi) en el contexto de los datos indi1•id1!ales/
grupales de Dumfries de 1982 (ED).
Cifras redondeadas
''•
6 I(! 7 I(! ¡¡ I(! 9
.~
Pcrccmilcs 6.03 6.09 7,03 7.09 l!.03 8,09
11 11 /] 12 13 14 ¡.¡ 15 14 14 15 16
n: 41 ~7 54 Jl! 55 JU 44 33 48 ~7 52 41
Tabla M PC XVIII
Tabla para co111•ertir los µ11ntajes brutos de los Tes/S de Matrices Progresivas
Escalas Co/ore<!da y General
Puntajcs bru1os Extrapolaciones
MPC MPG MPC MPG
o o 18 17
1 1 19 19
2 2 20 20
3 3 21 21
4 4 22 22
5 5 23 24
6 6 24 26
7 7 25 27
8 8 26 29.
9 9 27 30
10 9 28 32
11 10 29 35
12 11 30 36
1) 12 31 39
14
15
13
14
32
33
- 41
44
16 15 3.t 48
l7 16 35 52
36 57 cxlrap_olacioncs
FACULTAD DE HUMANIDADES
~ TERESA DE AVILA ~
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BIBLIOTECA
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Cráíico ~IPC 1 •
Cur\':tS características de los ítcrns de la Serie :\ *
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10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 2( . ¡ 26 27 28 29 30 31 32 33 34 JS 36
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Puntaje_s-«:>lales
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10 11 12 13 14 15 16 17 18 IS 20 21 12 23 24 25 26 27 28 ' 29 30 J1 J2 JJ J4 35 36
PÚn!ajes tolales
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Puntajes lotales
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Tvíatrices Pro::rresivas
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Escala Ge :1eral
(Secciórt 3)
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·INDICE
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'fvfPG 2
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1
... .-·
PISEÑO Y USO
Las t-.·lPC estaban dcscinadas a ab:lrcar !,a n);\s amplia gama posible de capacida-
des mcnrnl~s y a ser igualmente útiles con :)ersonas dc todas las edades, fuera cual
friere su educación, su nacionalidad o su co :Hlición física. En vista de su amplia apli-
cabilida<l, se esperaba que presentara cicrtas limitaciones. Como los sujetos posibles
son tanibién nii1os, la.s series primera y scgunda, y los problemas introductorios de
las series tercera y cuarta les proporciona11 a los adulLos muy poco 1nás que entrcna-
mieqLO en el 1nétodo de u·ab:tjo. Una seric l>rcvc de pdctica para ilustrar el método
serviría igualmente bien. La escala pn:lcnd~ también proporcionar un¡\ es1imación
conliable de la capacidad dcl stijcw par:1 pcnsar con claridad cuando se le permite
Lrílbajar tranc¡uilamente y a su propia vclocidad desde el principio al fin, sin inte-
rrupciones. Como cada una de las cinco series de ítcms comienza con problemas
fáciles y termina COI) Otros difíciles, los pulll:~cs 110 serán confiables. sj la escala se
e1nplea con un único límiLe d e tie111po, que no les permite concluir el trabajo a
todos. Si lo que se necesita es una rncdida de la dicie11cia intelectual (c¡ue es dislin-
ta de la capa'ddad intelcc1ual), se delicn us:·.r las l\fatriccs Prog-resiva.s Escala Avanza-
da. ·
El objetivo e::; que la escala abarque la gama completa del desarrollo intelec-
tual, desde que el nii1o capta la idea ch: con'. pletar una pauta con una pieza fallanLe;
se pretende quc d test sca lo s ulic ie1Hcmenle brgo como para evaluar la capacidad
máxima del sujeto para establecer co111paracioncs y razonar por analogía, pero sin
que JI.egue a resultar <lgotador o pes.ido. Los puntajcs obtenidos por los adultos
ticndeh a agruparse en l<l mitad superior de la c.scala; no obst..1nte hay problemas
suficientemente difíciles que permit ~n difcrepci<lrlos a satisfaccjón. Cuando se
necesita una diferenciación mayor en la gama superior, clebc~ empicarse las MPA.
,_
Tocios los sujetos, sea cual fuere m edad, reciben exactamente lfl. misma serie
de problemas, en el mismo or_d en; se les pide que trah~jen · a· su propia· velocic.lacl,
sin interrupción, desde el principio al fin ele .fa escala. Corno el orden de los proble-
mas proporciona el entrenamiento cs.ándar en el método de trabajo, el test puede
ser individual , colectivo o auroadrninHrado. El punt~jc total proporcionó\ un índice
de la capacidad intelectual. La contri! ución de oda.una de las.cinco series al total
permite evaluar la consistencia del cálculo y la si_~nificación psicológica tic las dis-- ·.
crcpancias eq los resttlt;-idos del test Como rest de "c;-ipacidad" no crohomctrado, ·e
incluso como test de "velocidad" o "di::iencia" de 20 minu~os, s.c h~ · cné:onu-ado glle
los rcst!ltados son más confiables y psi :ológicamcr-te válidos que lo que cabría espe-
e:
rar de 60 problemas ordenados en neo.. series de dificultades sttpcrputst."lS. Peto
hay que tener presente 'que se pretc 1de que la escala abarqtic focb. la ~ama dd
desarrollo intclcctual, · 111ás hicn que direrenci;ir c\aratn cntc crttrt las personas indi-
viduales.
No se espera que los 11i1ios perp1c1íos, los d:íicientcs mentales y las personas
muy ancianas res~1elvan m{1s r¡ne los ¡ rohlcmas d: las Series A )' Il y los ·más fáciles
ele la Series C y D, en los 1ue el rnonamicnto por an;ilogía no es esencial.
Para obtener resultados campar; bles, las MI'G se utilizán ahora-intÚnacional- ¡'·
! \.
mentc; no parece necesario someterla., a ninguna revisión gci1era1. En 1947 se realÍ-
1.ó una pcquc1ía co1Tccción con el íte·n original P8, par;i mc:)orar el orden· absolulb
ele diíicultad y la gama problemática e íicícnte. En el mismo a1"10 t;imbién se prepara-
ron dos derivados de la escala estámi:tr para su empleo en rtttcvos tt.a bajos exped-
menlalcs y estmlios coniparativo!i. En 19!íG los problemas que constitt1ían la escala
de 1938 fuero n reordenados a fin de 111c propon:ionaran utla· distribtición 111ás uni-
forme de los probiLc;. T;\mbién se rc<•rdcn<lron l:is alternativas entre las que h<tbía
que elegir para lqgl'ar tma clistribució 1 mfü; uniforme de los crróres ddjuitip comu-
nes y tio comunes. En la escala no S( h;i rc<1li7.;ido ningún otr~> cambio; en ningúh
1
caso se modificó la posición original ele la !iolución correcta .a un pl16blcma. l'cro
puesto fl\lC la posición de algu1tos el:: Jos problemas en la ;escala ca~bÍ6, l:t clave: 'r
p;i'ra 1;1 puti!u<lción ' en esta editión e~ ligcratncntc distinta de la clavé· Ctc' la cditión'
de 1938. Al misi:no tiempo se revis;iron X reordenaron los dos <lqiyadós de las MPC ¡.
. .·
en 1947, uno de ellos p<'ra su emplc{I de ru<ina •:on niiios pequc1ios y en la clínidt' ~
(las J'vfPC), y el otro como test de J;¡ <.íicicncia in·~Jectual aden1ado prtra ;i_clultos de ·. ~~{
capacidad intelectual promedio o s11r criar al promedio (MPA). .. ,. .·· T
._ :.'1. -
r : _,..._T
:. r
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MPG ·1
.. í
. ·-··-·- - · - #-
EL DESARROLLO MENTAL
Para la odentació.n vocacional y la sck :ción laboral, por otrn parte, a veces es
1
más adecuado un ¡esL <le "vdocic..lac.1" o "eficiencia" (Oxlade, 19 15). En c:l prilll<:r
1
caso tienen más ulilida<l las MPC no cro110111etradas. En d segu ndo caso,)' especial-
mente para la orientación o selección de personas que desean seguir cursos supe-
riores de emrcnall)ienLo técnico, l;1s f\fatrices Progresivas Escala Avanzada (MPA)
tvlPC .5
.son más discrirninativas. Son también más titiles pa•·a el estudio de la fatiga mental y
ele sus cfectos sobre el juicio_ rápido)• 1 reciso.
,
Antes de los 11 a11os, la capac!daJ del nirio para estaµlecer comparaciones y
razof1ar por analogía suele ser lln lógt o intelcctu;il demasiado reciente como para
que se la pueda <iplicar con un grado :onsistc11te r.lc eficiencia (Chauífar<l-13enassy,
0
1919).· En todos los casos de este tipo, las MPG usadas como test no' cronometrado
son las más apropiadas~ ~ .. . .
ESTAND/JUZACIOl'TS
..
Las Matrices Progrcsi\•as Escab G•:ncral fueron dcsan:olladas originalmenle a
mediados de la década de 1930 (véase Penrose y F ;wen, J 936; Raven, . 1939), y revi-
sadas y estandat"iz;ldas en I pswich en 19 rn (véase R;:ven, 1941). Durante ·la guerra se
recogieron normas amplias para adttlt )S, y el te.~l íue nuevamente cslancfarizaclo,
junto con el \!1YIH, con cscoli'res de C>lchestn en 1913 (Raven y Walshaw, 1914).
En la cléc;lda de 1940 se acumularon éatos sobre '.'JCrsonas ·anciar1as y otras (véase,
por ejemplo, Fottl<ls y Raven, 1948; R~ven, 1918). Durante lrts ~lécadas dé -1950 y
1960 se llevaron a c~bo varios chequeo! de la cxacritud ele las horn~as_ (por ej!!mplo
Acfams, 195~; Sbnes, 1963, 1967). Én 1~72 se ex~· tninó coti hojas~~ tespuC?ta de
pun~t1ació11 tnecánica una muestra r~p1csentativa de 3700 escoJ~rcs 1i_rlan<leses de 6
a 12 a11os (véase nyrl y Gill, 1973). E11 1979, Kr~ lzmc;ier y l~toi-n pU~licarbn ttná
estandnrización ále!lnana en gran esca!~ de las MPc.;. Eh 1979 ~e tomq el test a uná
muestra representativa nacional de 350 l escolares británicos de 6.a 16" años que no
incluía alumhosºde las escltclas espctiales. Los res\·llados detallados de este estu~io
fueron pt·Ótocolizaclos con la Il1:itish Lc11cli1~g Library. Entre 1984 y l986 st
tealÍ7.;\-
ron una serie de estudios normativos l11cales en distritos escolares <le todo Estados
Unidos.
l'vlPG G
--~
la excepción de unos pocos, la mayoría de c:llos se basaron en muestras dem:l.Siado
pequet1as, demasiad9 específicas de ciertas edades, o demasiado poco represent.ati-
vas como para que de ellos puedan desprendei-sc· normas para Ja población general.
No obstante, tienen un valor incalculable pai-;1 !Os investigadoi-es que los usen con
fines compar;Hivos o. para control;\!" la adecuación de sus propios datos.
l. No hay diferencias de sc:.;o en los pu11t:~cs obtenidos con las MPC, salvo a
la edad de l l ;u)os ± 6 meses.
2. Sólo el 9 por ciento de · la v:lriancía dentro del grupo de edad se explica
por la procedencia social.
3. Como en las <:standarizacioncs ele l ~138 y 1972, el test funciona -"se orde-
na"- del mismo n1odo con ni1ios de diferentes slattts socioeconómicos. No
es "exu'ai1o al modo de pensar de los niiios de ciertas procedencias".
4. Cuando los íten1s .se vuelven dc111asiado difíciles para los ni 1-10s, las solucio-
nes co1Tcctas son menos frecuentes c¡ue Jo esperable por azar. Poi· Jo tanto,
sus respuestas no son "alcacorias", sirio guiadas p01· hipótesis -aunque
hipótesis erró11e:1s-.
i\IPC 7
l.
L< estandarización norteame1·ica11:1 de 1981/86 se basó en una serie de estu-
dios norn1ativos locales realizados en ·.leterminadcs distritos escolares de toclo el ·
país. Fueron examinados m;ls de 22.00\) estudiante.~. Uno de los principales descu-
brimientos fue que las normas variaba1: con la composición éu1ica y socioeconómi-
ca del distrito escolar)' con su ubicaciót geogdfica. Dentro de cada distrito, las nor-
mas variaban con independencia ele b etnicid;id y el slalttS socioeconómico. No
obstante, el ;infüisis de ítems demostró, que el test se ordena del mismo moelo en
todos los grupos étnicos y tiene una simibr validez predictiva, de modo que dentro
de c:-tda gr~tpo miele la misma cosa y foncionCl' de la misma m<lnera. E.st9s resultados
tienen · (entre otras) dos consecucnci:u a las r¡ue nos referiremos aquí. L"l primera
es que; como las l\fatrices Progresiva~ p:·etendieron ser un instrumento de investiga-
ción con resultados relativamente inequívocos, esJs estudios arrojaron nueva luz
sobre la cuestión de la "tendenciosidad de los tes .s". qúe en los últimos ai1os han
obsesionado a los educadores no1·tcamcricanos. La ~egunc.b es que tiene una impor-
tancia vital que con cualquier test los psicólogos se'.eccionen las normas en concor-
dancia con ~I propósito del mo especia_ que les esU,n dandp . En 1~mchos casos pare-
ce indicaelo empicar normas étnicas lo< alcs, y no l;'s normas nacionales.
En las tablas MPG XII y MPG XIII presenta11" os normas resumid<ts redondea- ·•
das de la estandarización e.le 19,13 con el test adn'Ínistr<tdo individualmente, de la
estandarización de 1979 con niños, de la estanc.l:lr' zación norteameric<tna de 1986, .
....
Segunda Guerra Mundial y e.le niiios liipoacúsico!:. En ·l:ls tablas MPG XII y l\·I PG
.!.
XIII brindamos normas corregidas, e: dcu.ladas por Orme (l 9G6) a p<trtir de los
datos originales. L
Como se explica en l<t Secci_ó n ·I ntroductoria ele e$le Mrmtrn~ el concepto ele
consistencia interna acloplaclo p<tr~ l::s Matrices Progresivas y el Vocabulario Mill
1-Iill es el que ha informaclo los tests e<•nslruiclos en la tradición de Rasch y no en la
del an;llisis factorial.
:,n)G 8
1
"11_ _
- - - - --- · -·.
Lo que quercJlloS saber, en primer luga1~ es hasta qué puma las Curvas Carac-
terístie<\s de lq_s f tems se adeCL1an a la forma ideal, tienen pocos cruces, están denu·o
de lo posible espaciadas regularmc1He -y atarean toda la gama de capacidades; en
segundo lug-.u-; indagamos .si los ícems tienen el mismo orden de díficuha<l en pobla-
ciones distint<ls~ No tiene sentido correlacionar los ítems, como lo haríamos con
tests construidos siguiendo el concepto de consistencia interna del análisis factorial.
El hecho de que un sujeto solucio11e el ílem más fácil no permite predecir que
resolverá el ítem más difícil. Un test que genera un conjunw satisfactorio de curvas
carncterísticas de los ítcms necesariamente ~cndrá una alta confiabilidad de división
por mit¡\dcs ...
!,
En~ la est.1pdariLación británica, las correlaciones eptrc las dificultades de los
ÍlCfflS CSlable<;i,tí\S scparacbmcnte por diferentes grupos étn icos (negros, anglos, his-
p~OOS, .asiático~· y navajos) oscilaron entre 0,97 y 1,00. Jensen ( 1980) comunicó
resultados simili1rcs icon las MPC. Las corrc:laciones entre las dificultades de los
ítems estableci'1as por separado en el Reino Unido, Esl;ldos Unidos, Alemania
Oriental y Occidental, Nueva Zelanda y China oscilan entre 0,98 y 1,00. De modo
que el test es sumamente sólido y funcicna del mismo modo -mide la misma
cosa- en una í'tnplia gama de grupos cult:1ralcs, sociocconón'1icos y étnicos.
P~esto que las MPG son un test homogéneo, se podría esperar una correlación
alta de la confiílbilid¡\d medida con la técnica de la división por rnit.ades. L'l mayoría
de los estudios que proporcionan datos sobre la consistencia comµnican correlacio-
nes de por lo ¡u e nos 0,90 con un valor modal de 0,91 (Ihnks· y Sin ha, 1951; Elley y
Mac.Anhu1~ 1962; King, l 9G3; Laroche, 1959; Loranger y Misiak, 1959). Tres de estos
estudios se re<\li:t.aron con sujetos de menos de 20 aúos, mientras que uno (el de
Loranger y lvtisiak) empicó a 1múercs de una edad promedio de 77 años. Dos esludios
comunicaron baja confiabilidad; también éstos se realizaron con Slúetos jóvenes y uno
presenta li1nilaciones evidentes. Ceorgas ( l ~170) estudió a 727 nii'los griegos y comuni-
có un<\ consistencia de 0,60 para su grupo r.1ás joven, de 6 años de edad. En esa edad
habrían sido más confiables las l'v!PC. En contraste, Gcorga.s comunicó una cifra de
0,98 para stüctos ele 12 ai'ios de edad. El esthdio de Keir (1949) encontró una correla-
ción de 0,7G c:on 296 niilos; -la cifra es mucho menor que la que surge de ·ou·os estu-
dios sustanciales, según los cuales se puede dar por sentada una confiabilidad de por
lo menos 0,86 empicando la fónnula de Spcarman-Ilt'own.
Burke ( 1972) ha com u 11 icado una sáic c..lc valores, oscilanres entre ü',89 y O, 97
según la edad, con más de 500 adulws en Estados Unidos, micnu·as que Cillins
(1952) da 0~89 para sujetos d<.: ju11ior sclwol y 0,93 p:lra sujetos de senior school exami-
n:ldos en un escenario escolar aprobado. Eva.ns (1966) también diferenció las eda-
des de los sujetos, col)lunicando 0,90 para nii"ws sorc..los de 6 a 10 a11os, y 0,92 p:u·a
las edades <le l l a 15. Pe modo análogo, jensen y Munro (1979) comunicaron un
0.90 con nii'ias de noveno grado, y tv!orga n ( l 957) encontró 0,90 en una situación
de selección escolar.
MPC 9
•• ' ~.. •• f
Estos estudios provienen en gran nedida de A-i1érjca del Norte y d~ Gran Bre-
ta1ia, Las comunicaciones de otros lugares · son co11gruentes con estos resultados.
Kuhnlcin y otros (1983) encontraron una conriabirdad de división por mitades de
0,94. en una muestra alemana de 194 pacientes psiquiátricos. Sti!lis~en ( 1956) y
Swin nen (1958) hallaron correlaciones de 0,94 y 0,!15, respectivamente, con grupos
de escolares belgas, mi en tras qlie Ilarahen i ( 1974) encontró correlaciones de divi-
sión por mitades oscilantes entre 0,89 ! 0,95 con s11jetos iraníes ele ~ a_18 años de
edad. Johnson y otros ( 1976) encontraron una corrdación Kuder-Richardson de
0,85 con familias coreanas. La cifra de la estandarización china de 1986 fue de. 0,95.
Sorokin ( 1954) informó una corrdación de división por mitades ele 0,96 con
adolescentes yugoeslavos, y Rocco ( 1961) halló urn cprrelación Kucler-Richatdson
de 0,87 con mns de 5000. $tÜelos del Urnguay, de entre 12 ·y 14 aiios de edad. Este
liltimo valor, ligeramente inferior, estaba relacionado· con la ad!ninistrnciqn crono-
meu-ada. En un estudio hindú de 180 adolescentes. Ganguly (1967) comunicó una
confiabilidad de división por mitades d1: 0,81, miertras que Sin ha ( I 977), también
de la India, encontró 0,89 y 0,95. D·..:y ( 1981) obtuvo una correlación Kuder-
Richardson de 0,91 con estudiantes hindúes talcnto<;os.
En 1958, Ilurke resumió los datos s >bre la comistencia para las MPG, y expresó
reservas en cua.nto a· su corrección a la ltrt. de: los nuevos r~sultados d~ esa época.
1'.fás recientemente ha public«tclo otro e ;tudio (I3ur!~e. 1972). En este caso, con 567
·-
sujetos, las correl«tcioncs oscil«tron cntr ! 0,83 (con los adultos más jóvenes}' y 0,95
(con.sujetos d.e 56 a 65 ,atios de edad). E.n ese cstt:dio encontró que la "confiabili-
dad de división por mitades corregicla·r·arn los ptmtajes de Raven era 111ejor que 1a
confiabilidad c~e división por mitades corregida par" los p,untajes d.c .Ejccudón del
\.VAIS", y llegó ·a .la conclusión de que "e ;tos datos rc :s.u clven favorable111cntc algunC\s
de las dudas sobre la co11íiabilidad ele' !laven exprcsadC1s antes. La confiabilidad
pa.recc totalm ente adecuada para la ton .a de decisi1mes individuales, al menos para
edades de más o me nos 25 ai19s en un .1 población norteamericana de veteranos u
otra població i~ i11asculina adulta simila :". Los otros estudios mencionados indica-
rÍ;m que lá co nfianza de llurkc podría «tmpliarse a(1n más.
t"f! 'G 1 O
---
. ¡-' I'
• 1
.L--------------------------~. :
na 4 tres a11os. Como era de esperar, en general los inlervalos más conos correspon-
den a las más nltas correlaciones de la confiabilidad.
Después ele una semana, Laroche ( 1960) encornró 0,85 con escolares congo-
lefios de sexto grado, cifra que se relacion a con los datos oblenidos por Verhaegen,
que dabí'n un valor de 0,88 pmbién con escolares congole11os al cabo de varias
semanas;; En este \llLimo esludio po hay indicación alguna del tamaño de· la mues-
tra, lo que es lame¡Hablc, puesto que se informa un retesl al ai'10 de 0,55. Esle es el
más bajQ Ví\lor .~omunicado en la literan:ra especializada, y puede deberse al
peque11o 1ama11o de la muestra y/o al dc~gaste. Los datos son más claros· en el
informe de Tully (1967) sobre estudiantes 11ortcamericanos de hígh-school, negros y
blancos. Después de un año, las correlaciones test-rctest oséilaron entre 0,55 y
0,84, perb el primer valor estaba relacionado inequívocamente con el pequeño
número de examinados (21). Valores aún más bajos se encontraron en un estudio
alemán de 1000 escolares, examinados desck el sexlo grado hasta los 20-21 a11os de
edad. A intervnlos de CllíHro a11os, la confiabilidad resultó de 0,61, cayenqo a 0,46 a
los l l i\ñOs.
1
Est11dios más sust:rncialcs brindan un c .1adro mús claro de-la confiabilidact de
más o n1enos 0,90 e n el cono plazo, que se reduce a aproximadaine nle 0,80 para
lapsos mñs ,largos. Stinissen ( l 956) ha comunicado daws belgas, a la semana,· al mes
y a los lr ¡!S meses, con r <le rctest de 0,89, 0,81 y 0,78, respecLivamente. EsLO se com-
0
para favpr;tblcmente con los datos de Rath (1959). que dan 0,91 después de 7-10
<lías cor}· subgradua<los hindúes. Jahoda ( 1956), con adolescentes de la Costa de
Oro, encomró un cifra de 0,82 al c:-ibo de un i11Lervalo similar, y Cole y otros (1979)
cornu~icn1;01) t 0,86 al qi,)o d e nueve meses: Do\ke (1976) reexaminó a trabajado-
1
res cte. inctHstrias Q(! proc;eso después de seis semanas, y c01m1njcq una cifra de 0,80.
Con subnniestrns de 52 "y" 35 ni i1os de 13 l /2- 15 ailos y 11-12 años de edad, respecti-
vamente, en 1986 .la estandarización china estableció confiabilidµdes de re test des-
pués de más de _u n mes, ~e o",79 y 0,82, respcC:livamente.
A partir de los escudios originales con ~:1s l'vf PC, Raven (1948) y Fouts· y Raven
(l 9 l8) en co1ni·aron conliabiliclades de en:.rc 0,83 y 0,93; los valo1·es ri~:'ls altos
1
a
correspondían los sujetos más jóven es _de menos de 30 a11os) (véase la tabla MPC
l). Desai ( 1952) ha resumido los daws mús antiguos, y d ebernos a 13urke·· ( 1958)
una rcsci'ia ulterior. ··: ·
Ahora se han publicado varios estudios 1115.s. Shcppard y otros (l 986), que tra-
b:~aron con vai-ones consumidores de na1·có1icos, enco11Lraron un valor de 0,88 con
un interv;\lo de ret<::st de¡ 80 díí\s, mientras que Co~t.zinger y otros ( 1967), u·abajan-
do con nii1os sordos, informaron u11a cifra c!e 0,82 después de u 'n inlervalo simil ar.
Evans (19GG), t;lmbién tr;\b~~a11do con sordo:; (de 6 a 15 a11os), examinó inicialmen-
te a 100 sujetos. Al c;1bo de tres a11os, 42 de los miembros de la muestra fueron
sometidos al rctest, y se encontró una correi.\ción de 0,78. ¡!:n un estudio sobre
1
MPC 11 ¡
.. .
~ ~-:
·11
·i·
~!.
nii1os negros dolados de oclavo grado, Fitzgibbon (1974) comunicó una cifra de
0,86 con 77 sujetos.
;
.
;
~.
De modo que estudiqs bien realiz·1C.los in_d.icar. una satisfocloria confiabilidad
!!l
de rcle~t para las MPG en el período de un atio. i:
-~~
~t
Moís ali;\ de ese lapso los datos ·son limitados, rnbre todo por la inp:!ttiduhlbrc J -'
·:·~.... ~
.. atinente al t;-imaiio de la muestra y al desgaste (la pérdida de stHctos de ·lcis muestras
iniciales). '
Ta/Jh MPG I
Confia/Jilidad de relerl e i111ercorrciació11 de las
Mmrices ProgresÍl'as y el Vocolm/a"'io Mili /líll,
a difer.!llles edades
MPR YMH
Gam:i de edades Cond:ici6n entre los
(aiios) Pun1;1jc Coníiabilidac Punlajc Confiabilidad punl:ijes ton fas
medio de ~lcst medio de rctcst MPR y el VMll
L'"\ alta cortfi;)bilidad de retesl ele la Escab de Vocabula1fo Mili 1-till (t:a bla MPG
1) teílcja el hecho de que normalme11le se recuerda sin dírici.tll;td la información
después de haberla adquirido. En general, la coníiabiliclad dé retesl y ljs it1icrcorre-
lacioncs entre los Lests de Matrices y VtJcabulado licndcn a ~et las tnás· baja~ con los
niños· muy peqtte.iios y las personas 111 :iy anciana~ (Pinkerto11 y l<elly, 1952; Burke,
1958; Gill y·Ilyrt, 1973).
• 1 • • •
_ En tolldidbhes nor~nalcs, ttna V• :z alc;inzacb .la tn<tdurc7., los puntaje¡; co~ el,
Votabl1lal"io tic'11dcn a pérmanecer co·1stantcs, perlo menos los 65. ·afios.. lo~ ·hasla
putih\j~s i:oh lai·MalritcJ akanzan su máximo alr ;dcdor de ló~· 14 ai1os, 'y' ~hmanc·
cen 1·elativait1chtc consl;tntes dmantc unos 10 a "los; después :e·r~'1picz'Art 'a dc~lird.~
lentamente, p"crn con nbtablc unifor.11idad (Sla:er, 1947; Vernon, 1947; Foulds y
Ravett;: 1948; dsbildh1·ifotió11 thi11a, .1! 186; Dcltow, 1981). '' · · ; 1
• ; ., . '¡ . . .: : .' ; 1 . 1 : .. t :
' ' · ·
••
1 • :, t • :"".; t 1 • • •
º º
l.a er1 rermedctc..1 física n1e11 ta1 ... arcc1a sc;-i;imcn te 1a· <:iJ11r.abiliclad de 1·ctest
¡¡ de las MPG ni dci VMI·t (t>•senck; h . .J., 1943, 19<!7; Halstc;\d; 1943; ·st~tcr, 1ú15¡'
Deshr,· 1952,' l9M). t:n lós ·1·clativ~n\e1 te pocos c;-.sos ·en que .sf lo lrnce; l<i ta~tsa· 'poi'
1! lo gct\eral ha podido descubrirse en tlg\111 cfect J tóxico teri~pol-ario ~ eii Ún dañ~
f cerebral permanente. · ·
I_._ vrPG 12
La demencia .senil no parece ser un efecto normal del envejecimiento, sino
una condición patológica de aparición más frecuente a medida que avann la edad.
Se diría q~1e afecta el recuerdo de la infcrmación adquirida, lo mismo que Jos resul-
tados presentes de la aCLividad intclcccual (Orme, 1957). Ambas funciones cambién
p:u·eccrían lluccuar nds en los casos de demencia que en condiciones nonnales.
En vista del crecicnlc i1Herés por la presentación automatizada de los tesLS, vale
la pena observar que un esu1dio de factibilidad realizado por Calven y Waterfall
( 1982) no sólo encomró beneficios de 1.iempo y exaclill1d, sino confiabilidades de
recese de en ere 0,82 y l ,OO.
ESTUDIOS DE VAllDEZ
. L'\s valideces concurn:me y prcc.lictiva de las MPC varían con la edad, tal vez
con el sexo~ y con la homogeneidad de la muestra, con el método para la evalua-
ción del criterio ~on d que el wst es contrastado, y con las confiabilidades de las
medidas del test y el criterio en el comexto considerado. Pero un repaso de la inves-
tigación pertinente permite formular algunas conclusiones generales.
Sin ha, 195 l; llarratt, 1956; Mehro¡ra, 1968; Moran, 1972; Raven, 1986; re.se11a de
I3urke, 1958}. Pcarcc (1983) encontró qt:c las MPC predecían particularmence bien
los punt:tjcs wtalcs con el WISC R de alumnos de 5 2 y 6!1 grados. Fue una excepción
~111 estudio 'rcali;,:ado con 17 subgraduados; en el que se encontró que bs lvlPC tení-
an una correlación de +0,95 con el VM ;-[ (Dar y, 1980). También se comunicaron
correlaciones de 1nodnadas a alias cmre las tvlPC y diversos tests de inteligencia
verbales y de cjecuc;ión destillados a nii'los (poi· ejemplo, Emmecc, 19'19; Nisbet,
---
---
1953; Levinc e lscoe, 1955; lhrrau, 1956; Alcorn y Nicholson, 1972). Las, con-elacio-
nes con los tese verbales ·de intdigcnc .;:\ y vocabulario tienden a ser: levemente
menores; por Jo general caen a menos de + 0,7 (por ejemplo, lbven, J C .. 1948;
Keir, 1949; Nisbet, l %3; llolLOn, 1955; Pctta.sh, l9G9; Raven, J.. 1983; reseila ele 13ur-
ke, 1958). En comparación con los estuC.:ios británicos, las correlaciones entre tests
obtenidos ·en investigaciones u·ansculturales recientes con niüos y adolescentes de
lengua no -inglesa tienden a sc1· menores aunque en general moderadas; oscilan
entre +0,3 y +0,68 (Maderna y Valseschini, l %7; Sinh;\, 1968; Capc.kvib y Fontdevi-
la, 1971; Moran, 1972; Per.saud. 1972; lbuschlleisch }' ]buschfleisch-1\falisius, 1922;
Milgram y Milgnun. 1977). aunque un e.srudio cuidadosamente disci1ado en Polonia
encontró correlaciones cn1rc los J\·IPC y .d WISC oscilantes cnt1·e +0,7 y +0,75 con
niilos de 7 a 11 ai\os de edad (Kostrzwcski y niela, 1970}, y Hoffman ( 1983) com pa-
l\IPC 13
; .. .
ra favorílblcmente las MPC con el WISC R para el t.•->o con noncamericanos de ori-
gen mexicano.
L,s correlílciones entre tests para ldultos presentan una magnitud y paulas
similílres a las bosquejíldas para niilos (Lurkc, 1958;. Algunos estudios norleílmeri-
cano.s recientes realizados con itdulto~ h< n proclucich corrclacionei; muy C1lt.,s entre
las MPC y el WAJS (Burke y 13ingl)ílm, 1 JG6, r = +0,85; 1969, r = +0,76¡ Sheppnrd y
otros, 1968, r ~ 0,88) mm que ju1jevich ,(1967) encontró una relílción °,.h)c\s baja con
una muestra de pacientes externos milit<:1:es, y McL<lu_rin y Farrar (1'973) sólo halla-
ron una correlación modesta entre las MPG y el WAIS con t111 grupo de estudiantes.
Más recientemente, l3urkc (1985) ha C:}mp;uado !os puntajcs obtcnid9s con las
MPG y el WAlS por cílsi 3000 pacientes _1siq11iátricos de t~n hospital de la Adminis- ~-
J ii. Corteladones con medidas conwrrt 11/es del 1·c11di111ienlo. Las corrclacion~s entre
las MPC y el rendim,ieh.t o en los tests de ejecución e con el rcndimi~nto escolílr real
so.n por lo general más baj:1s q\te las crnTclacionef. con los tests de inteligcnciíl, e
incluso más Vílr!ílbl_e~; oscilan entre ve.lores desdc11ílblcs (por. ejetnplo Kechn .y
Prothro, 195.5) y muy ílltos (por ejemple, 1rvinc, 19'36). .; ,, . , , 1
'•.
En varios c~tuc.lios con ni11os de ese ucla primada, el Test de Rendimiento- Cali-
fornia ha servido como criterio con el que se contnstílron los puntajes de las MPG.
La corrcladón con las pruebas ele lcctu ·:1, lcngu•~e. íl1·itmétic;a·y rcn<limieri'to gene-
rnl osciló entre 0,26 y 0,76 (fvlcDonncli, 1962; Elly y Mcl.cArthur, 1962; MncArthur,
1962 1 1968¡ Ravtn, 19B6). Powers y ílarl.an "(1986) comtmicarort una víllidet c:ortcu-
rrente comistcntemente buen<\ co11 el 1 cst California administrado n alttml\os de 711.
grado, hi~pctnqs. y no hispanos; osc!ló en ..-e 0,40 y 0.49 cqn los hispanos, y entre 0,51
y 0,55 co n los ou·os (véase t~mbién Pow::rs,Joncs y Bílrbn, 1986).
: ( .,
Hoff111an (1983) comunicó corre!; dones de 0,2!; et 0,69 ton norteatneticano!i
mexiem'º~ y anglos de los grados l a 5 en los-pttn' ajcs dc .lectu;·á y "lcttemática del
Test de Rendimiento Mctropolitan. I-101 nowski ( 19!>9) comunicó corrclílcioncs altas
de +0,67 (varonc~) y +0,67 (niiias), cqn el subtest de ttlí\lcmfüicct Otis adminislrtldo
M :1G 14
a niños polacos. Vernon ( 1962) obtuvo correlaciones oscilantes entre +0,22 y +0,82
de la~ MPG ·y cuatro medidas de Ja cap~cidad en muestras grandes de personal mili-
car.
tt<=>ffman (1983) y jensen (1980) han demostrado qqe, si bien cHfrrentes gru-
pos étnicos e.Je Es14dos Unidos obtienen dbtintos puntaj~s medios con }45 MPG y los
tes~ de rem.limiento, las líneas de regresién de las MPG y el rendimiento son para-
lelos ei:i todo$· lo~ grupos étnicos. De modo que el test n~ sólo se ordena del mismo
modo en diferentes grupos étnicos, sino que también tiene la misma validez predic-
tiva. ·
sía. flay una tendencia a que las estimaciones concurrentes d~ la validez, cuando ~l
criteno :rnide la aptitud para matemática y ciencia; sean mayores que cu'\ndo se com-
para cqo:.aptitudes lingüísticas o el desempci'lo académico global (Laroche, 1959; Sin-
ha, 1968). ·
•l. ..
Se han acumulado datos corrobora.torios de Ja validez de las MPG en los térmi-
úos d~ 1 s\.1 ~apacida<l para discriminar adultos <le distintos niveles de logro educacio-
nal y.Jí\P,oral (Vty~non, 1942; Raven, 1948;' Foulds, 1949; Delys, 1953; MacArthur y
otro.!¡, .~~.P1). Foq)cjs ~ncontró"que las MPG 'y el VMH "producííln similar~s res)Jlt..ados
de valiciez" en términos de. discriminación <le hombres de distinto nivd laboral; las
lvf PG son pan~cularmente eficientes con lo:; jóvenes, y el VMH con' los de más edad.
En la India, dalos sobre trabajadores textiles revelaron que los empleados técnicos se
desernpeflaban mejor con las MPG que los ad111inistrativos. Los auiores (Dolke y Shar-
ma, 1976) comunicaron una validez según el criterio de +0,62, mientras que la vali-
dez concµrrente empleando el test GATB era de +0,55. ·
MPG .15
., .
tante, Elley y fvI'.'cArthur (1962), a partir de una corrcl;ición de +0,35 con las califi-
caciones escolares, llegaro1.1 a la conclusión de que el test pronosticaba ~dccuada
mcnte el éxito en la escuela. Lls comunicaciones de una validez r.redictiva· desdefia-
ble en algunos estudios transcttlturalcs indican l_a necesicfad de que se realicen
investigaciones más completéls en diferentes contextos culturales, con distintos crite-
rios comparalivos.
Trabajando con adultos, Robe1·Lc; (sq;ún Foulds, 1919) consi~cra que fas 1'.·IPG
son íldect1adas para la predicción eficiente del nivel Clcupacioníll. Esto füe confirma-
do en un estudio predictivo de aprend!ces de ingeniería en el que Montgomery
( 19_6f) encontró q.ue las 1\ rPG se con-el;icionaban po5iliv<lmen le .(+0,58) con la Cali-
fic;ición en Teoría T~cnica. Vcrnpn (HH~~. 1~)<17) y lbbe.rts (1913) comúnicat1 ~oefi
cientes de v;ilide7.. ptedicliva en st!_Íelos con ptmlaje.; .de las b<lnclas superiores ·tná$
<ll tos r¡ue· en los suj~tos de lCls hancl;is .nfel"Íores. lrtcbgando la validez predictiva
p;ira li' selección de enfermeras de un;i bate1·ía de tests, Phillip~ nu61) encontró
que· las l\1PG no ayudaban a discriminar a los est11cliantes exitosos y no exitosos.
Pero· los criterios externos para evaluar la vétlidez prcdicti~·a sbn· ·particularme.tite.
difícil~s de clc::linir cuando Ja muestra tsl.1 compuesta por ad\llto(.~~ con~e.cticn~ia.
li;icen falta ~sludios sobre adultos b~cn disei1ados y controlados~ especialmente tn
marcos lranscu][ttrCllcs.
l\IPG 16
l.,.'\ inve~ligaciói1 sobre el ordenamiento de Jos Ílems a lo largo de ¡ii1os ha
demostrado que la· nueva ubicación de los íceins que parecen estar f uúa de la
secuencia no nccesari::unente logra los resulwdos deseados. Es esencial observar
ql-le la secuencia de los ilems ciene una funci.ón de ense11:1nzn: los ícems ultFiores
se ·r~iéden r~folver · C.on éxico gracias a la e:cperiencía proporcionada por las prime-
ras 1nairicespe la serie. Trasladar un ítem a tjna posición ancerior por el hecho de
qlle es ·solucio'nado con relativa facilidad pucc..\e hacer que ese ítem resulte más difi-
cil, y al misnio tiempo impide que proporcione la secuencia de aprendi"Laje que es
la esencia <le la progresión tal como fue -Jriginalmente concebida. Una at~nción
detallada al o'rdcnamiemo de los íccms p1·cccdió a las revisiones de la secuencia en
1956, y Uyn {Cill (1973). y lbven (1982) investigaron de;: nuevo la misma cuestión.
En su~ ·:análisi~, realizados con independencia recíproca, con niños de diferentes
cdades··y proce.dcncia social, los únicos ítems que parecieron estar fuera de orden
fueron .!os c¡ue cumplían una importante ft:nción de ensei1anza.
M;1cAnlwr (1962). trabajando con 11iúos indios mecis de Canadá, observó que
las MPC ;iati;ifacen un imponallle rcc¡uerimicnto del uso en contextos transculcura-
les: tienen Un' ;~tspecto in111cdiaLO de valide<., en el senlido de que quienes adminis-
tran o son : examinados con el tesL piensan que se est:'1 evaluando una capacidad
básica pam razonar,. en una forma de prese1Hación que no cscá obviamente influida
por fa~tores culturales.
¡;¡
J..as Matdces Progresivas han sido descritas como una de las más puras y mejo-
res .medidas de "g" (o fundonamiento i11u.:lectual general) de las que se dispone
(por ejempla,· Spcaqna11, 1938; Vernon, 19•i2, · l 9,17; Llabre, 1984).
. :
- tv!PC 17
procesamiento del rnzonamicnto con las MPG, y enc0ntrar en éstas un buen ejem-
plo de lest de razonamiento simttllánec'. (por ejem ;)lo, ]arman, 1980; Naglieri y
otros, 1981).
Algunos análisis factoriales sugieren :1ue !as.1'f PG miden o.tros factores, además
del intelectual general. Por ejemplo, Keir (HM9) enwntró que "g" ~xplicaba sólo el
37 por ciento de la variancia tot..il de los pmtajes; par,1 13anks y Sinha (Í951) la cifra
es el 3G por ciento, y para 13agricl (1954) ~1 ··60 por ciento. Un rasgo reiterado según
varias·i.n~csligaciones es una pequeiia sat-.iración de !as MPG en el factor viso-espa-
ci;i,I "K". I3tu-ke (1958) cita cuatro estudios de fa Seg·.111da Cuel·ra· Mundial, realiza-
dos por Vernon, demostrativos de que el test puede incluir un pequeño factor de
grupo de capacidad espac.ial, así como ur. gran factor "g". Bernycr (1946-47, dt..ido
en I3mke, 1958), Rimoldi (19~18), Sinh•· (1968), Kr>su·zc~vski y Bic!:1 (1970) han
obtenido resultados similares a_dmii1istn-.11do el test en Inglatcrr;l, Argentina, ·la
India y Polonia, respectivamente. A.C.E.r~. ( 1963), como rqultado de sus procedi-
mientos de estandarización en Auslrnlia, llega a la co.nclusión de· que las MPG son
un test de canacidad genernl con una pec. ueiia componente espacial, lo cual es ade-
más confinnado p,or Smith y Stanlcn (19::0). También han dcmo~tado las investiga-
ciones rclacim~adás con las f\IPC que ~sl:ls ca1·gan lc-.•emcnte en un fo~tor espacial
(Van Dcr Linden,.1970). · · r·ll ·
Si el contenido espacial de las MPG opera con•o dice Sinha, podría ayudar a·
cxplicé'\r ciertos _rcsulté'\dos .ocasioilaks fa, :)l"ablcs a los varones. Muchos estmJios del·
campo general de la cognición i1idican q ..1e los varnr.cs son superiores:\ las mujeres
en tareas que exfgcn capacidad espacia. (Tcrmin y Tylcr, 19.6~; _fyfaccoby, ~~67).
Emmell· {1944) h:t rcsc-1iado los datos in"esliga~ivos '.JCrlinentcs y l~cgó a la conclu-
sión de qt~c la "superioridad de Jos varn11'.~s sobre li\s n iiias en cicrtqs ·tests espaciales
y de ejecución ha quedado estal~lecida sin ninguna dí.1_da". Este autor sostiene que
los varones ya han. desarrollado u1~ factor de capacidad espacial .hacia los I l. años, y
que las niilas no ~;m muestras de ese factor. Salvo estas excepcione~ ~n ~l p.~ríod9.
próximo a la pubertad, la abruntador;t nnyoría de Jc.s datos excluyen. fas difer,~ncias
de rendimiento atribuibles al sexo de los ,st~jctos (Cc·urt, 1983; Captan, MacPherson
y Tobin , 1985).
MPG 18
.---- -
__________________ - - - -
._ ---
Otros datos tentativos sugieren que el contenido de las MPR podría estar
sometido a influencias experimentales. Algunos investigadores ·uastak, 1946; Thurs-
tone, l.~H4; Jensen, 1969) han cuestionado el ._concepto gl1obal de facwr ~g", y la
posibilic.lacl de_· obtf!ncr de él una rne"dición pura. Rimoldi _·(l 948) y Boyd y Ward
(l 966) han realizado el análisis facwrial d\! las MPC empleando la cécnica de Thurs-
tone de análisis factorial múlliple, y demostraron que la mayor parte de su variancia
es explicacla por un facwr denomidado "inducción". Aunqt1c la inducción tiene un
significada eql.1ivalente a la educción de Spearman, a diferei1cia de esta última no
presenta la menor alusión a un carácter innato. Pero la tendencia teórica del inves-
tigador determina1:;\ que la variancia con las MPR sea explicada apelando a un fac-
tor "g'' innato, a un factor primario de rarn~1amienco inductivo Uenscn, 1969) o al
pensan:Íie'nto cónvergente (Naray:Hlan y Paramesh, 1978).
De. los datos de los an:11isis faccoriales surgiría entonces que si bien las l\1PG
son una medida relativamente buena de la" capacidad intelectual gener;\l, no dan
puramente una medida de "g". L:-i evaluac\ón de otros factores puede tener una
importancia panicular en los comexws transculturales.
1
Deutsch, Kuz. y Jenscn ( l 9G8) han !;ugerido que d desempd10 exitoso en las
llamadas tareas no verbales de la capacid;\d inteleclllal, en realic.lad exigen una ver-
balización espontánea por·parte del SLUClO. 13urke y Bingham (l 969) han obtenido
resultados que respaldan esta hipótesis. Descubrieron que el factor dé capacidad
general que explica la mayor p:ine de la varbncia con las MPC ese;\ considerable-
mente determinado por el contenido verbal. Ese contenido verbal tal vez requiera
que los examin:idos "hablen" a su modo a lo largo de los problemas del test. Un
experimento que midió los movi111icntos onilares para investig;¡r Ja verbalización h:-i
sido descri'to por Rhenius y I-lc)·dcmann (1984). La "hipótesis de la verbalización"
ha sido considerablemente put:sta a prueba con sujetos que p:tdccían dai1o cerebral
y consiguientes defectos dd habla -sobre todo afásicos-. Como el hemisferio
izquierdo está asociado con la función vC:·bal en el sujeto diestro, según la hipótesis
de la verbalizacióó cabría esperar que los descmpei)os inadecuados con las MPR
t\1PG 19
......... · . . ,
estuvieran relacionados con el daiio ccrc·_m\l c1~ el hemisr<;!·io izquierdo. Arrigoni y
De Renzi ( HJ61) encontraron efcctivam-c11te que los sujetos di~pt-áxicos con darl.o en
el hemisrerio izquierdo se desempet-lah< n peor con las MPC que los sttjetos con
d;\iiO en el hemisferio derecho. Piercy (l'lG•t), a partir ele tina revisión de la lileralu-
ra pertinente, llegó tC\mbién a la conclus.ón de que la disminución intelectual más
general está nsociacla con las lesiones del hemisf1~rio izquierdo. Pero Slrnlman
(l 961) ha demostrado que los epiléptico: de lóbulo :emporal co11 petturb"ción del
hemisferio cle1·echo obtienen punt<tjes m;\s baj?s co;1 lns MPG que los sttjet_o s con
re;i,cciones temporales izquierdas. Todos los sttjelos eran diestros.' Al evaluar esos
~cst~ltados discrepantes es importante :ener presente la adve)'lcncia de Piercy
· (l~G1) contra la tendencia a separar completamente las ft¡nciones de los dos ~~11.1is
ícrios y a consiclera1:los unidades lotalm..:nlc indepc ndientes. pe .Renzi y Faglioní
(1965) y Colonna y Faglioni (1966) no !11~on~raror' <lifcrenci~-s ch el desempeño
con lns MPG entre st!,jetos con da11o ccr·.;hral en ·los hemisferios izquiqdo o dere-
cho.
. .
Radford (1966) ha <.lcmostrílc.lo que el dcsempeiio de los nitl.os normales con-
las 1vlf'C mejora cuando Sf los refu~rzil rara que expliquen l;ts razones de su solu-
ción a un problema.· Como rcsultad9 de esas \:erbalizacioí!eS --dice R,,clford- los
ni11os desarrollaban uhn m1eva tendencia de aprendizaje y evitaban respuest<ts este-
reotipadas. Pero existé la posibilidad de c¡11e ílntes ele! refuerzo los sttjetos no hubie-
1-an estado trabajando ~n su nivel ?ptilnc, y cl_e que -:1 rcíuerz? sólo_haJn·fo servido
p;\ra aumentar su motivación.·
Algunos estudios f·eíllizados con stue os sordos han proporcion"cfo clítlos corro-
boratorios de la "hipótesis de.la vcrbali :ación". E\dng y Sta1Hon (1913), Olcrort
.
( 1950), Mykelbttst (1960)- y Evans ( 1966) msticnen por igual que para uh
. dcsempe-
Mrc: 20
ño relativamente "promedio" con las tv!PR se necesita un nivel adecuado de capa-
cidad verbal. Pero ~Hll poco en es ce campo !;1s pruebas, son tolalmen te con el u yen tes.
Goet:dnger y otros (l 9GG) han sugerido que la infc1·ioridad de los niúos sordos en
L'lreas wles como la ·rcsolución de las MPR 1icne por causa su deficiencia lingüística.
Sin embargo; 'un estudio ulterio1· indicó ql~e la relación entre el desarrollo del len-
gu:tjc y la capacidad p:H"a el 1·azo11amiento abstracro no verbal es muy débil (Goet-
'.l.ingcr, Wills y Dckker, 1967).
Tampoco cst:1 claro qué ocurriría si se cntrcna1·a a Jos sujetos de toda una sec-
ción u~m::;versal de puntajcs. ¿Todos se descmpei'larían igualmente bien? En caso
contrario, ¿hasta qué punto la nueva disti'ibución de los ::;ttjetos según su puntaje
corrcspolldcría a la antigua? tEn qué medida los auuu:ntos de puntaje (el "potencial
de aprendizaje" definido por algunos autores, por ejemplo, Wonman; 1968) se
correspondería con la ami gua y la nueva distribución de los sujetos? En '. vista del
éxito <\tribuido al Enriqueci111ie1110 Instrumental, resulta un tanto ext/;ii'lo que
Feuerstein haya vuelto su atención hacia d Aprendiz:uc tvfediado (por lo meno~
según dicen Jen::;c11, l 985, )' muclios otros).
t\!PC '.21
democrálica" y "educación abierta". Tales. expresiones a menudo suponen que los
ni1ios son alentados a indagar, problemati1.;lr, conceptualizar, experimentar y tomar
sus propias decisiones morales a la luz de lo que esperan qu<; sea11 las consecuencias
soci<tles en el largo plazo (consecuenci.1s por el momento intangibles). Se ha .
dcmostrndo que esos procesos acrecientan la capacidad eductiva (Ch:m, 1981; Sigcl,
1986; Stallings y I<askowitz, l U7•1; Miller, K•.>1111 y Schooler, 1985; fuw~n, 1980; Ravcn,
Johnstone y Varley, 1Q85; Kohn )' Schoole1. 1978; J.aqu~s, 1976; Lc\nperl, 1986). Ti e-
ne un panicula1· interés el hecho de que ' as vadablcs que iníluyen'en el .desarrollo
<le la , capacidad eduüiva no son las vari; bles cultur::lcs Y. socioeconómica,s obvias
que di\:iden a la sociedad y a las que los sociólogos han prestado ~anta aten~ión. Por
otro lado, la c;i.pacidad reprnductiva es ni:\!; influida p0r esas variable·s que la capaci-
dad para percibir y pensar claramente -aunque sólo explica n una peque11a propor-
ción de la variancia total- . También es i.11portante observar que. Stalling y· I<...,sko-
witz, y Sigel y sus colabor<ldores encontraon que la:; pr<lcticas educacionales que
incrert1enl:rn los puntajes con las MPR n·clucen las capacidades para la lectura, la
escritura y la aritmética - por lo menos c .1and9 ést<ts son med idas. con. tests ~duca·
cionales convenciol1ales que reposan cons:dcrablemcnte en la capa cid ad rcproduc-·
tiva-, (Desde lu~go, se necesitan con u:gencia mediciones más significativas de
esas c~paddades; véase Ravcn, 1p84·.)
; .· •. 1
En el ~na! de esta sección podrb ser de interés observar que, attnq\Je h~brá
sorprendido <t inuchos la medida en que 1Js puntajes con -las MPll han demostrado
ser iníluibles, y en qu,e va1fan entre los grupos étn '. cos y c<tmbian en el tiempo
(Flyn n, 19-87), el · o!Jje~ivo. de Raven cuan Jo creó los tes Le; fue .generar ttha · hcrrn-
m ien ta · de investig<tción que prodttie1·a res 11lados rcla1.i\'amente inequívocos e inter-
pretables. No fue desarrollar un test que d ºera por senadas las respue~tas a las pre-
guntas qu_e al_)Ora discutimos. Necesit<tb<t el tc~t /1orq11e participaba en un estudio
sobre los odgcnes genéticos y <tmbicntale~ de l<t dcriciencia ment..,I. En el ton.texto
de una disc\1sión' que se h<t centrado en la!- iníluencias <tmbientalcs, sin embargo, tal
vez sea impo1·tallle volver a subrayar que la mayor p<trle de la vada_nci<t de los punta-
jes con las MPR se sigue enconu·ando cutre los nitios de procedencias. étnicas y
socioeconómicas similares. Por cierto, cor 10 lo han demostrado -M<txwelt (1969) y
Jcncks (1973) en otros contextos, las dos terceras par!es de la varia11ci:t en los pun-
lanjes de los teslc; de inteligencia <tparece entre los 11ii"1os de /ns mismas Jam.iliru.;: :'·
,, l. !.·. . . • , ..••.
lvlPG· 22
El test individual
Durante lllla conversación preliminar, -anote los claLos del nii1o en la hoja de
rcspuc.st;¡s,
¡
Abr•l el q1aclerno de rnatricc:¡ en b priincra iluslración .y diga: "Observa eslO"
(~eüak la figura ck <1rriba) ... Es un dibujo 1!11 el q lle se ha n~conado llna parte,
ue
Cíld;\ Uní\ e~t.'\S piezas" (sc{lálcL\S una Lras Olr<I) "tiene un;\ forma que ajUSLí\ bien
· en el es¡:lacio en bl;mco, pero solamente un;\ completa bien el dibuja l-a· NQ 2 ni
siquiera tiene un dibujo. La N 11 3 es total1ncntc equivocada. La N 11 G está casi bien,
pero no concuerda aquí" (sci'1alc la pane c11 blanco). "Sólo una de estas piezas es la
correct;~: · Indica cuál cs." Si el ni1io no elige la figura correcta, continúe explicando
hasta qÚe haya captado con claridad b naiUralcza del problema que hay que resol-
v~r. A ca1Hi1n1ación p ase al Problema A'2. y <liga: ''Ahora scüala l;\ pieza c¡ue salió de
C$le c!il?.l!jo." Si ~I c1<alllinado fracasa, hay r¡u c r ede mostrar el Problcn)a Al, y volver
a pedir la resolucióq del Problema A2. s: el niilo elige la figura co1-rec~. pase al
Problc1ní\ A3 y proc¡:da como antes. En la l\fatriz A•I. antes que el nii'to tenga tiem-
po de seil¡llar una · ~e las figuras, vuelva a habl;o'lc: "tv1i1·a cor¡ cuid:1do el dibujo"
·(recórralo con d dedo). "Sólo un<l de c:·tas pieZíl$ es totahnen le correcta. Pres La
<\tendón, priinero míralas a todas una por una" (sei'lale cad_a una de las seis piezas) .
"Ahora sc1hla ia· que corresponde poner aquí" (scúalc el espacio en blanco de la
mat1ü). Cuando el ni1io ha elegido una de las -piezas, sea ella correcLa o errónea,
pregunte: "¿Es ésLa la que va bien aquí?" ~scj'talc el dibujo y el espacio a llenar). Si
el examinado responde "sí", ace pte esa elección con aprobación, sea ella correcta o
errónea. Si el examinado quiere revisar b 'decisión, dígale: "Bien, señala entonces la
correcta", Pcspué::> quG el niilo haya vucho a opt;lr, bien o mal, repita !:\ pregunta
anterior: "¿E$ ésta la ligura correcta?" Si el niilo quedó satisfecho, acepte esa elcc-
cion. Si todavía duda, i11sisLa: "Bien, ¿cu{:! es la figura correcta?"; después acepLe
como decisión final Ja pieza se:i'ialada por pi pii1o. El Problema A5 se demuestra del
mismo modo que el A·l. En cualquier paso entre Al y A5 se puede volver al Proble-
lllª Al para ilustrar d pla11teo si resulta 1H:Cc$ario, y después pedirle al -nii'w un nue-
vo intento. Si el nii}o no logra resolver co:Tcctamcnte lO$ Problcm;¡s 1 a 5, na tiene
~en ti do continuar con el te~L. Si los Problemas 1 a 5 son re.su~lto.s. con facilidad, pa~e
al AG y diga solall)entc: "Mira con cuidado el dibujo. ¿Cuál de est.1s pidas" (se1Yále-
las por L~1rno) "va bieu aquí?"(se1iale el espacio en blanco). "Presta ;ue'i1ción, sólo
una es la· correcta, ¿Cuál es? Trat;¡ de estar seguro ames de se1~alarla. "· Se rCpiten
estas instrucciones con cada proble ma mientras resulte útil. Rcgisu·e la ~· respuestas
del nii'lo en el lug:)r previsto de la hoja de respuestas.
l'v!PG 23
El test autoacl111idstrado o colectivo
Materiales
· 1\co111odnció11
I'rocedi-ntienlo
• 1
El examinador dice: "Abrnn los cttadcrn<?s en la ·)rÍmera págin:1. Van a ver al~o
como eslo". Se le presenta al grupo t111 cuaderno abierto en ti Problema Al, o la
ampliación para la' demostración . "Aniba dice Serie A, y en sus hojas de respuestas
tienen ttna tolttmna, aquí, destinada a es;! Serie A. E:;ta es la prueba Al. Ya ven de
qué se trata. Arriba hay" ttn dibt1jo en el < ue se ha suprimido una· parte. Cada una
ele estas figuras tle abajo" (se1-1álclas, una tras otra) ":icne t111a forn);i que ajttsla en
el espacio en blanco, pero no todos completan bien el dibujo. L1 'NV 1" (sefü1le la
pieza y dcspu~s la matriz.) "es totalmente e1..-ónea . Las núm.~ros 2 y 3 tampoco sir-
ven -ajustan en el espacio, pero no cotl".pletan hier el dilmjo-'--. ¿V la N 11 6? E.-;ta
tiene el dibujo conecto" (mostrar que el e' iln~jo es el :nismo de l;i mfltl"Íz) "pero con
una panc en blanco". Se11alc con el dedo la figura ccrrecla. Observe~¡ todos saben
hacerlo. En caso necesario ag1·egue nuev;'.s explicacíc:nes, y ailada: "Sí,)~v4 es la
figura correcta. De modo que la respuesta a Al es tf. Escriban el 4 aqti1 junto al
n\unero 1 en la column;i A ele la hoja ~le r espuestas. No cien vuelta todaví. la l1oja
del cttaclerno".
)\IPG 21
Aguarde a que todos hayan termi1udo para cominuar: "En cada p:1g111a del
cuader11~1ay un dibL!_ÍO con un espacio en blanco. En cada caso hay que descubrir
cu~I cJ~,J;¡ fimirí\s de la panc infrrior es b c¡uc complc(a ~I diblijo de :1rriba,.;;('.uan-
cto h<iyíln 't: ~entrado la ligur;1 corrcCl~, c:;ujban su 1ilimcro ~n la hoja de r~spue,s
ta~ aJ ,ladQ di=\!lúincro del dibujo. No csC'.·iban nada en los cu;ldernos . Los proble-
1m1~ ~qn ~imple~ <11.principio y se van volviendo m~s difíi;íle.s a medida que 1.mecles
;\vannn. No. hay ninguna trampa. Si prestan atenció'n al modo corno · rcs~1clv.e n los
probll!ma~ f¡\cilcs, los que siguen 11.:s resu·tadm menos c.lilícilcs. Tr;Hen de resolver
un problema trns Qu·o, desde d principio hast;1 el fina\ <kl cuaderno. Trahaje11 a su
propi;' velocidad. No salteen ningún prcblema ni vuelvan atr{1s. Veamos cuán tos
puedt!n resolver. Tienen todo el tiempo que deseen . Den vucltí\ la hoja y rr¡l[en de
encomp1r la solución del problema que sigue."
Al cal..>o <le n1ás o nwnos media hora, se pide a los examinados ,q ue ¡1viscn
cuando han terminado. Cuando lo hacen; d examinador controla que e_l protocolo
haya sido llenado correctamen tc y que se hayan abordado todos los . problemas.
C.uanqo i;acta ~ujetq cennina, se le pide que devuelva d cuach~rpo d~ rna(1:ii::es y se lo
deja en libcnad, o bien se le indica que pase al test siguiente, cuando loJiaya. A los
fines del cálculo del tiempo, se considera nue el Lcst s~ inició cuando d examinador
dijo: "Pcn vuelta la hoja y traten de enco:Hrar la sol~1ció11 dd problc¡na que sigue"
(el A2). El momento de la li11alización se: anota en jos protocolos f\ medid;¡ que se
van recibiendo.
FACULTAD DE HUMANJDAOES
l\'lPÓ 25 ~ TERESA DE AVILA ..
,.1 BIBLIOTECA
r
CALIFI •:A CI O N
¡.
·.El pun taje d.cl sujeto con la escala .;s el nt'1mc1 o total ele problemas que ha
rcsucl,to bien al permilírselc trabajar con 1ranqttilicfad a lo largo de lodo el test, des- . ~..... :
En uha cict·ta canlichtd de casos, el stúeto acic .. ta por.: c\zat cot1 ·fa re~~Uesta
correctá. Cunndo· se le perh\ite que coniplc te .todo el test, el ttt'1111erb cte·1c\s' éléccio-
nes por arnr será 111·qporcibnal al número de problemas que no pll~o r(!sofvcr. Los
sttjetos ton pun tajes bajo~ ¡wesentan tin; cantidad proporcionalmcnté .rnity?r.- de
éxitos por aza r, de 111odo qi.tc los pun taje~ bajos son ;icmprc tnt't1os étmslstcr1ics y
confiab les q ue los puntajes a ltos. ! . · · ·~ ' 1
Como se verá· en las ublas l'v!PG III a XIV, a pesar del aumento de los puntajes
~ con el transcurso de los ai'los, existe una considerable estabilidad transcultural entre
las normas obtenidas en cualquier momento. No obst.~nte, debe subrayarse que
1
cieno m:tterial demuestra una considerable diversidad entre las normas obtenidas
e n diferentes distritos escolares de Estados Unidos. Esas normas varían con la com-
posición éLnicá y socioeconómica, y t...1111biéP con la ubicación geográfica. Por lo tan-
to, los psicólogos tienen c¡ue elegir con cuidado las normas adecuadas a sus fines.
En algunos casos serán m;'ís apropiadas las internacionales de las tablas tviPG Ill a
YJI y IX (superiores a las norn1as naciomJes de Estados Unidos). Pero en otros
casos es preferible el empico-e.le las normas étnicas locales. Nosotros escamas empe-
í'iados en ampliar la gama de norrn:1s locales disponibles, y desearíamos tbm:1r con-
tacto con los psicólogos gue se preparen para la recolección de datos de ese tipo.
Se han publicado muchos otros csn1dios que incluyen datos normativos. Pero
debe prcscar~e atención al hecho de que, si bien una gran parte de esos estudios
pueden ser de valor para algunos invescig;1dorcs y, en panicnlar, para . lüs psicólogos
que trabajan en sociedades 110 occidcntal\zadas, son muy m1merosos los que se
basan en muestras no representativas. y suelen aborcbr sólo un grupo <le ed:1d o
cienos subconjuntos de la población.
l\1PG '.n
LA COMUNICACIO!'r DE LOS RESULTADOS
R;ingo J1I o "i11telat11al111r.nlr. f<Jrnii11c• medio": el puntaje cae entre los pe rccntilcs
25 y 75.
Ill+: el pttnt;~je es supcri:>r al ele la neclia, o percentil 50.
IlI- : el puntajc es infcri::>r al de la r:1edi;i.
Por las r;izones que ya hemos (l;u lo, las Matr ices Progresivas Escala Gen eral no
<lifcrenci;in muy claramente entre lbs iiilos per¡tw11os, o entre los a<ltthos de capad-
J;fl'G 28 •
- - ·- ·- - ,;>~
- - - - - " - - - - - - - - - - . . . . _ _......
•
\
dad intekcLUal superior. No se pueden admillistrar satisfactoriamente con un tiem-
1 •
po 1ín1itc, y completarlas wma hasta 45 minllws. Tales p::-ireccn ser las principales
críticas a esta escala. Estas c.Je.svent:~as 110 se· pueden remediar abreviando el test,
alargándolo, ~ividié11dolo o r~ordcnando los: problemas, sin que al 1~1ismo tiempo
se restrinja hnitilidad de la escala como un todo. Pero h:-iy oci·os inscrumentos, deri-
vados de la es(:ala cst;'\ndar que, .si se clige·,1 ~decuaclamcnte, permite~ superar por
separado cada .una de esas limitaciones. !'.
Existen ventajas obvias en e;l empleo conjunto e.le las fv!PC y el Vtv!I-I en lugar
de un s'blo test de "inteligencia general" (Fa ven y Waitc, I 939; Esther, Raven y Earl,
19'12). Las lvlPG proporcionan un medio idóneo para valor:-ir la capacidad presente
para el pensamiento cbro y el trab;~o i1ndcctual preciso (Raven; 1939, 19'10; Ver-
non, 1942, 1950; Fraser Robert.S, l ~J.13; Ernrneu, 19·!9. Ellioc, 1953; Sorokin, 1954;
Viwmir, 1955). El test de vocabul:\rio mide L1 información general adquirida hasta
el presente, y el manejo del idioma (lbven y Walsh;\\'r', 19'14; Himmelwcit, 19,15;
Dunsdon y Fraser Roberts, 1955). Por lo ta!HO, el Les1 ck vocab-ulario ind ica cuándo
el sujcw cs1á prcpa1·ado para iniciar un curso o realizar un trabajo, lllicnLras que de
las MPC sui·ge con qué rit1110 put:de espcrarse que progrese (I-Iardi11g, 19,13; I-loulis-
ton , 19,16, l~H7; Vernon y Parry, l~.H9; O'C'.:mnor yTizard, 1951).
Las normas para las l\latrices Progres:vas Escala Ce11eral que se presentan en
las <abL\s MPG 111 a VI esL'1n conkccio1i;1das de u11 modo tal c¡ue el puntaje del sLlje-
co por lo gencral.pertent:ce al 111islllo 1:;111go que el que obtiene con el Vl\lH. Por
ejemplo, se puede esperar que una pcrson:~ dt! 30 ai1os con un puntajé de 54 o m:"ls
en las MPC obtenga 'un pun1;üc de 76 cn el V!vlH. Entonces, como en las matrices
este punt:úe corresponde al Rango 1, ta111b:én el punt:ljc obtenido con el Vl'v!H tie-
ne quc correspondcr a ese rango, o a lo 5u1110 al Rango 11. En la mayoría de los
casos cslO es lo que sucede y, si el descmpe1-10 en cada test es intcrnarncntc consis-
tente, podemos inlCdr que el 1est opera bien y que los resultados indican eón cicn:-i
prccisió1Í el nivel preseme de ~lesarrollo mental y la tasa porrn:-il de progreso. Por lo
general los dos resultados también concuercL111 c.:strcchamcntc con la "intcl"igcnci:-i"
evaluada de otras rna11cras (Levine t: lscoe 1~E>'!, 1955; Walton, 1955; 13urkc1 1958).
!vf PC 29
tal, o que por alguna razón ha aplicado ::n exceso l;· actividad mental que est..-1 a su
alcance a la adquisición de conocimienlu verbal.
Para facilitar la producción de non 1as locales c!cl tipo indicíldo por la cstílncla-
rización norteamericana de i 986, ahon se puede contar con· el a5ci;o~·amicnto de
Jolm Raven, Consultor, 30 Great I<ing Su·eét, Eclinjnrgh, El I36QH, Escociíl. Teléfo-
no: (031) 556 2912; internacional: (011 ,14 31) 556 '.2912. Tambié11 se bdndan servi-
cios para procesar los datos}' generar la~ normas. Se anticipa que ~n la misma direc-
ción pronto se dispondrá de una revisió 1 computar;1.ada de las MPG.
. r . . s !,
i' ·I
_______
.__ · --· - ··· -- - ·-·
___
:-...,_
Tabla /lf PG 11
Co111posíció11 norí11nf (espe· ·culn) del p1111taje
(eswndari?.acíó11 c.'e 1979)
-í
IJ 8 J 1 1 o JO 10 7 6 5 2 47 12 11 9 10 5
14 8 3 1 1 1 JI 10 8 6 5 2 48 12 11 - 9 10 6
-"" 15 8'. 3 2 1 1 32 10 8 6 ;6 2 49 12 11 10 10 6
16 g· 4 2 1 1 33 10 8 6 7 2 50 12 JI 10 !O 7
~
.-L-. -::·
17 9 4 2 1 1 34 10 8 7 7 2 51 12 11 JO ¡o 8
-" 18 9 4 2 2 1 35 10 9 7 7 2 52 12 12 10 10 8
_.,..
_., ~
\9
20
21
9
9
9
5
5
5
2
3
4
2
2
2
l
1
1
36
37
38
11
11
11
9
10
9 7
7
7
7
8
8
2
2
2
53
54
55
12
12
12
12
12
12
11
11
11
10
10
11
8
9
9
~
22 9 5 4 3 l 39 11 10 8 8 2 56 12 12 11 11 10
23 9 6 4 3 1 40 11 10 8' 8' 3 57 12 12 12 11 10
24 9 6 4 4 1 41 11. 10 8. 9 3 58 12 12 12 11 11
~! 25 9 6 5 4 1 42 11 10 8 9 4 59 12 12 12 12 11
~l ..¡3
~i 26 9 6 5 5 1 11 11 8 9 4 60 12 12 12 12 12
"
:.·
...
'I
u
¡
"
Tabla Al PG .11/
Normas resumen redondeadas (Reino Unido , 1943 )
Test i11</ivid11al* iNiríos)
95 19 22 25 28 JJ 37 39 -10 42 44 47 50 52 53 54 54
90 17 20 22 24 28 33 JS 36 38 41 44 48 49 49 50 50
75 15 17 19 21 23 26 29 JI 33 35 38 42 43 45 46 46
50 13 l .f 16 17 19 21 22 2.f 26 29 31 35 37 38 40 41
25 13 14 14 16 17 18 20 23 26 28 JO 31 12 33
10 13 IJ J./ 14 15 20 21 21 24 25 26
5 13 14 16 18 19 20 21 22
• Percen1iles basados en lm pu111ajes de 7)5 niiius 1.k Cukh~sl.:r. E1'. l:is 1abbs 111, IV y Y, d punlaje medio en cada edad
aparece en negritas. Las cifras en «ursivas han sido Ílll<'.rpobJas par,·. facili1ar los dlculos con la tabla.
!vIPC 31
._,, l."!
,
.. '· .;
~:-
·i J:: ..
.... ,
..
TdJla MPG IV
Normas rern.11c11 redondeadas ( 1979)
Tcsl t111Joad111i11i Urado o colcctfro (Niños)t •.
n. 112 1'38 148 174 153 166 198 172 194 187 164 164 174 185 180 196 .l_89 191 171
7 ·1bla Ml'G \1
Normas 1 cs11111c11 rcclondcadas
(Rei110 U11iclo, prim1 ros míos de la década de 1940)
Tests a11toac/111ini."trados o colcctÍl'os (Adultos)
95 55 55 .5'4 53 52 50 48
.. 46 4-1 42
90 54 54 53 .H 49 47 45 4:l 41 39 l
75 49 49 47 45 43 41 39. 37 35 33
50 4.t .u -12 40 38 35 33 JO 27 24
25 37 37 34 30 27 24 21 18 15 13
10 " 28 28 25
5 19
• l'crccntilcs basados en los pontajes Je 3<> ,5 milit;ircs y 2192 civiles. En l:is t:ibfas 111, IV y V el pun ..
taje mc:<lio en c:i1fa c:Jad aparece en ncgril:i . Las cifr~~ c;1 b~s1arJill:i han sido interpolada~ p~r~ fadli- J
~
t:ir el c:llculo.
MPG 32
'~ ..
Tabla M PG VI
Nor111as irlandesas de Byrt y Gil/ (1973)*
Pcr•c111ilcs 5,9 6,3 6,9 7,3 7,9 8,3 8,9 9,3 9.9 10.J 10,9 11,3
- - f - - ·-
' - - - - - - -
6.3 6Jh.__ 7,3 7,9 8,3 8,9 9,3 9,9 10,3 I0,9 11,3 11,9
v
95 20 21 25 29 35 38 40 41 43 44 47 49
90 17 19 21 24 JU 33 35 38 40 42 44 46
75 15 15 17 18 23 26 30 32 34 3639 41
' / 33
50 12 12 14 H 17 18 22 25 26 28 34
25 9 9 10 11 13 14 15 17 17 J9/ 23 26
~ ""'. 10 6 7 8 9 10 11 11 13 13 / 14 15 17
.. 5 5 6 6 8 9 9 9 11 11 / 12 13 14
.
N 146 211 252 277 248 265 266 274 305 258 266 270
• l'cr,·cntilc¡ basados cu una 111uc>1ra n:i1.·io11al 1.k 3-164 níüos ·J~ c'cuda pr i111aril. Las cifras en bas1:m.lil1Js hln sido
i111erpola<.las p;ua facili1ar el 1rabajo.
fDAD EN A .~os
""""'""'"""' 66.03
1/2
6.0\I
i 1/2
7.0l
' 1(2 y 1f2 . IO 10 1/2 11 11 1/2 11 I? lf2
7.l>J i.Ol i.w Y.Ul H>J 10.0l 10.0J 11.0l 11,()) 12.QJ
6.o&
a
7P2 7.04 Y.Oi
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K.0:? &.W Y.O"! 10.<P. 10.0ll 11.D"? 11 .08 11,02 12.0&
llU KU KU Cll KU KU KU KU co KU RU l\U KU Cll RU RU
9l 33 u l7 .)5 40 l? 44 l6 4~ H l9 50 51 4• l2 ll
9() 30 ll H ll )i 40 4? 44· 41 46 H H 4Y H .IO lI
1l ll 26 JO l6 ll J6 )8 41 )) 4? H 44 4l 4¡ 46 4)
.S<I u 11 ll JU ¡5 JI ll J6 ),) 3" lY lU 41 .1;I 41 41
2l 1) 14 u u 1) 2? H 21 lS 32 )) )4 )6 .ll ~ )) .)4
10 10 I? n ll ll ll 17 IY !U 2l 2) 29 )1 )O )l H
5 9 10 11 "y
I? IJ ll H IY 17 22 24 2l l7 26 ll
N 111 l)i IU 't'i 171 lll IU. 1~•. IY4 1•7 164 164
lUf '7? 1116 IH
• Nonnas para la Columbia Uii1:!11ica ba,a<.las en una 111uc,1ra 1cp1~'<11la1iva de niiios Je habla ini;ksa 4uc asis1f:u1 a escuelas
públkas e i11Jcpc11Jic11lcs, o.duycn<.lo a los 11i1ios in<.lios, y a los ai:rupadus cu dascs para Jisc;1pacitadus lisie os . ¡x11u1 baJus
mentales y r.:1arJaJus i:nlrcnabks (llolmcs, 1980). La invcsti¡:ación l\1c linanciaJ:i con subvcncioncs <.Id EJuca1ioual Rc,c -
an:h lns1i1u1e Je la Columbia Dritfoica y la Ca11aJia11 A sscxia1io11 _for (:Juca1ional l'sy<:holo¡;y.
t\1PC 33
.....
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·--· -·-·-- --.:.-~ -- .. . .. · ~:,._: · .;:'.'•'..
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'.
Tabla MPG IX
Normas de 1984 para Nueva Zelanda
En el comcxro de los daros británicos de J979
Obsén1ese que los pun1os m~dios de los ~rupos de edad de
f\1ueva Ze!anda son cquidisromcs de los hriránicos.
EDAD CRONOLOGICA EN AÑOS Y EN MESES
Pcrccn:iJcs 8 ¡;1¡, 81/; 83/, 9 911. 9'11 9'1, JO J 01¡, J0 1!, JO;/, J J J JI/, J J 11; J J·'/, J2 J2'/, J2 1h 12'/, 13 131¡, J3 1/; 13;¡, 14 14 1/, 142 1/2 J4l/, IS ¡51¡,
7.09 8,03 8.09 9,03 9.09 10.03 10,09 1J.03 11 .09 12.03 12.09 13.03 13.09 )4,03 14,09
~ a a a a a a a a a a a
8.02 8,08 9.02 9.0S J0,02 10.08 11.02 11.08 12.02 12.08 13.02 13.08 14.02 J4,08 15,02
7
RU l\Z RU l\Z RU l\Z RU l\Z. RU l\Z RU l\Z. RU l\Z RU l\Z. RU KZ RU NZ RU l\Z RU l\Z RU NZ RU l\Z RU NZ
- ..,
()
V:: 95 "'º.4< 42 44 . 4.4 46 46 JS 41\ 49 . :.49 49 50 .50 . 51 51 52 52 53 53 ~A 53 54 SA 55 55 56 . 56 57 56
\..-•
90 38 .40 40 41 42 43 44 45 46 47 47 47 ~s 49 49 50 50 51 51 51 52 51 53 53 ~ 53 ~ 54 55 55
75 33 35 36 37 3°8 38 41 41 42 42 43 44 44 46 45 47 46 48 47 48 49 4S 49 50 50 50 50 51 51 52
50 25 30 31 JI 33 33 36 35 38 37 39 39 40 40 41 42 41 :42 42 43 -43 44 44 47 45 47 46 -48 47 49
25 17 20 22 23 25 25 2S 27 32 30 33 33 34 35 36 37 37 38 38 39 39 40 -4 J -42 42 43 42 4.4 42 44
JO 14 13 15 J6 17 Ji 19 19 23 22 27
,.
_;:, 29 28 31 29 31 30 32 ~ 33 33 35 36 36 37 36 38 36 40
5 12 ll 13 12 14 14 14 15 17 18 22 20 24 23 . ;25 24· 26 25 27 27 28 28 j9 31 30 .33 33 35 . 33 38
--
.
..
Tamaño de la muestra del estudio de Nueva Zelanda: 3 J 74 examinados (aproxim::idamentc 200 por categoría de e.dad).
Las normas ;:iar:i Nueva Zelanda han sido extractadas con autoriz..ación del New Zcaland Council for Educational Research (1984),
0
S1011dord Progrcssivr Mo 1riccs: Ncw Zcolond Norms Sup¡1/cmc111, que proporciona normas detalladas pa.-:: cada percentil.
i
\ 'J
) :>
... .--
Tab/11 MPG X
Normas eu los JJerCelllil(s 2S, 50 X 75 para 50 hombres y, 4..0 11111jfres
Perccntilcs
pi cqclq Ú1u1 de .:eis décadas <le edad
MPG. co11 1i~111po /fmitC! ele 40. 111in111os*
Hombres
·
!'-iujcrcs
·---·--
20s 30s 40s 50s 60s 70s 20s 30s 40s 50s 60s 70s
·.
75 54 53 50 48 45 39 53 50 52 48 47 33
.so 50 50 46 43 38· 28 48 44
,;:.'
47 41 36 22 .:.
25 45 . 43 41 37 3b 17 44 J.6 Jy J4 26 16
• Cifus 1¡m1:iJ:is Je H,cron y 01own (1967). Estos :iulorcs '01i1u11icaron los rcs.ull>Jos con :it¡unus tesis de un cslu~io :implio
del envcjccimicntd. fueron cx:imin:iJos .50 hombres y 40 11 ujcrcs de ~ ¡;rupos Je cJ:iJ JiviJ1<lU,s por Jécn1.bs. 1(Rcprodncción
au1ori1.:id:i :i111:1blcme11tc por los autores y el Lo.ncm>n Gro1 ¡i Lid.) ·
Table MPG XI
,Normas pe.,." 11iiios sordos
DELTZ. 1979
Con ad, 1979• (Hc!fcr, 1973)
5 23 23 2,J 27
:..
10 28 28 29 30
25 35 38 38 36
50 42 43 42 42
75 47 48 47 48
90 51 51 51 55
95 53 53 53 58
n 81 141 146 NA
• Jim Kylc nos lll facilit:iJo :im:1blc1¡1c:nte estas nonuas. b:is idas en un censo c:isi complclo Je l:i pobl:ición lot:il Je 11i1ios sor-
dos que c'tuJi:ib:in en !:is cscucl~ c:o¡111111es y las Uni<l:iJc.· [$pc;cialq <le; l\)¡;latcrr.i y Gales. pcr_o excluyendo los .que p:i<le -
cfan dlsc:ip:ich.l:it!cs gr:ivcs que :lfcdalJ>n su ¡:<luc::idón (ve!: se Comad, 1979).
.~PG 3G
.... . .