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El Angel Que Bailaba Con El Diablo
El Angel Que Bailaba Con El Diablo
Había una vez una hermosa y curiosa ángel que bajaba a la tierra de su familia, los humanos para
espiarlos, su nombre era Anaciel. Ella amaba su música, bailes y fiestas, ya que en el paraíso
aquellas actividades mundanas estaban prohibidas.
Moría de ganas de participar de uno de esos festejos, pero al no poder ocultar sus alas observaba
a aquel pueblo desde la oscuridad del bosque que estaba junto a él.
Así, esperaba a que la música comenzara y bailaba en soledad entre medio de aquellos árboles.
Un día fue descubierta por un demonio que también visitaba la tierra en busca de diversión, pero
no era cualquier demonio, este era un príncipe, un Diablo llamado Noré. A él le entretenía verla
bailar, le parecía graciosa y muy bella. Como todo Diablo era un maestro del engaño y por ende
podía tomar la forma que él quisiese, así que se transformaba en diferentes animales para estar
cerca sin que Anaciel lo notase, hasta el momento en que decidió hacerse presente ante ella. Le
confesó que hacía un tiempo la observaba en secreto y le preguntó que buscaba en la tierra, ya
que sabía que las leyes de los angeles eran mas rigurosas y tenían prohibido el contacto con los
humanos, no así los demonios que podian hacer y deshacer a su gusto.
Ella tímidamente respondió que amaba las fiestas que hacían pero al no poder participar en
ninguna permanecía oculta allí para admirarlos de lejos. Fue entonces cuando una idea cruzó la
mente de Noré - Yo puedo ir y venir entre los humanos, con mi magia logro cambiar mi apariencia.
Si lo deseas puedo hacer lo mismo contigo - le propuso
- ¿Por qué me ayudarías?, ¿Qué esperas a cambio? - desconfió ella
- Que bailes conmigo, ¿Es mucho pedir? - sonrió él
Anaciel no podía evitar dudar, desde pequeña le habían enseñado que no debía confiar en los
demonios, que eran seres malos. Pero su deseo de poder participar en una de esas fiestas era tan
grande que decidió aceptar su propuesta.
Así el diablo uso su magia, ocultó las alas de ella y cambió su color de cabello, luego hizo lo mismo
sobre él para desaparecer sus cuernos y cambiar sus rasgos. Anaciel estaba sorprendida, nunca
había visto una habilidad así, definitivamente él era un ser poderoso.
Noré la tomó de la mano y la llevó hasta el pueblo, la ansiedad se iba haciendo cada vez más
fuerte en el pecho de ella.
Al llegar pudo descubrir que aquella música provenía de una alegre taberna cuyos clientes siempre
estaban dispuestos a celebrar.
Ella no podía ocultar el brillo en sus ojos y él, galante, la invitó a bailar
- Pero... ¿ y si no puedo hacerlo bien?...- dudó Anaciel
- Sólo déjate llevar...- le susurró Noré mientras con el brazo derecho tomaba su cintura, y con la
izquierda su delicada mano.
Decidió hacerle caso y se dejó guiar por aquel misterioso demonio que la miraba a los ojos de
forma seductora. Ella no ocultaba su alegría, sus movimientos fluían perfectos con los de él. No
tardaron en llamar la atención, a la vista de todos era una joven pareja, ninguno de los presentes
podía jamás imaginar que un ángel y un diablo bailaban en el medio del salón.
Luego de ello, Noré la invitó a probar la comida y bebida hecha por los humanos, él se desenvolvía
con total naturalidad entre ellos, dejando en claro que no era la primera vez que lo hacía.
Así la noche transcurrió entre risas y baile, sorprendentemente para Anaciel había pasado una
velada inolvidable en compañía del ser menos pensado.
Antes de que la oscuridad desapareciese por completo se dirigieron nuevamente al bosque,
recuperando así sus verdaderas apariencias
- Quiero agradecerte por lo de esta noche, ha sido como un sueño para mi... confieso que al
principio dude de ti, no podía creer que lo único que quisieses a cambio fuese bailar - dijo ella
- ¿Y quien dijo que era lo único que quería a cambio? - sonrió con picardía él
- ¿Qué quieres decir? -
Noré se acercó rápidamente a ella, le tomó el rostro y de sus labios robo un tierno beso. Anaciel
quedó inmóvil por un momento, aquel gesto fue totalmente inesperado, provocando que se
sonrrojara por completo
- ¿De verdad creíste que estaría al lado de un ser tan bello como tu y simplemente me conformaría
con bailar? - sonrió él mientras aún acariciaba su rostro
- Yo... no...- continuaba ella sin poder ordenar sus pensamientos
- Me gustaste desde la primera vez que te vi y desde entonces no has salido de mi mente -
- Pero... no puede ser...-
- ¿Por qué no?, ¿Crees que por qué somos distintos no podría poner los ojos en ti?, soy un Diablo,
las normas no van conmigo - continuó seduciendola.
Ella, avergonzada, se tomaba el rostro mientras evitaba mirarlo directamente por que era
consciente de que algo en él también la atraía, temía ser ingenua y que aquel atrevido Diablo sólo
estuviese jugando con ella, después de todo era la primera vez que tenía contacto con uno de
ellos.
- Por favor mirame y dime que sientes - insistió Noré mientras volvía a acercarse
- Lo siento, será mejor que me vaya... - respondió ella, se dio media vuelta y lentamente comenzó
a caminar hasta invocar una puerta al paraíso.
Él simplemente sonrió, aquella reacción tímida le parecía simpática, y al verla irse le dijo en voz
alta - ¡Sí deseas volver a vivir lo de esta noche sólo ven aquí!, Siempre estaré esperándote... -
Anaciel volteó por última vez sólo para ver que la observaba con un gesto de satisfacción en su
rostro, todo había sido tan repentino, no sabía que pensar, si creer o no en sus palabras. Pero que
el Diablo tuviese la habilidad de engañar no quería decir que todo en él fuese falsedad pues, como
todo ser, también poseía un corazón.
Al día siguiente la mente del ángel estaba llena de sentimientos encontrados, trató de reflexionar
sobre lo ocurrido la noche anterior, y si debía ser completamente honesta consigo misma tenía
que aceptar que había disfrutado mucho de la compañía de Noré, incluso de aquel beso robado.
Así que, llenándose de valor, decidió ir al mundo humano esa noche, sin si quiera tener certeza de
que él estaría allí.
Ya en el bosque sus latidos no dejaban de acelerarse, ¿Cómo debía actuar?, ¿Qué respuesta le
daría?, ¿De verdad él asistiría?, las preguntas no paraban de acumularse en su cabeza y con ellas
los nervios sólo iban en aumento. Pero todas sus dudas desaparecieron cuando él nuevamente se
hizo presente ante ella. Sorprendida, sin querer exclamó - Viniste! -
Noré no pudo evitar reír - Claro que vendría, ¿Creiste que mentía? - le dijo mientras se acercaba
más a ella.
- Bueno... yo...-
- Es verdad que tenemos la habilidad de engañar con facilidad pero por esa misma razón cuando
decimos la verdad tiene más peso que cualquiera. Y cuando queremos algo lo hacemos con mas
fuerza que ningún otro...- terminó mirándola directo a los ojos.
Anaciel se sentía muy tímida a su lado, aquel Diablo la hacia estremecer con sus palabras tan
directas, tenía una personalidad avazayante. Él era consciente de ello y parecía divertirse
avergonzandola.
- ¿Y bien? ¿Que buscas de mi? - preguntó mientras la arinconaba contra un gran árbol
- Eh? ...-
- Yo ya te dije el por qué estaría aquí, porque me gustas. ¿Y tu por qué?, ¿Acaso esperas otro favor
de mi? - continuó
- Yo...- comenzó a sentirse nerviosa y evitaba mirarlo
- Dime -
Anaciel apoyó su mano derecha en el pecho de él, lentamente levantó la vista y le respondió - Por
que me gusta estar contigo... -
Noré se sorprendió con aquella respuesta, no esperaba que le dijese algo así y más aún viéndolo
con esos enormes y hermosos ojos verdes. Con su pureza había logrado hacer sonrrojar a aquel
Diablo impetuoso.
Él sonrió amablemente y le dijo - Sí me miras así haré lo que sea por ti...- tomó su mano y la besó
con ternura.
Para ella era un misterio, quería saber más de él, era atrevido pero a la vez tan dulce - ¿Deseas que
vayamos nuevamente al pueblo? - le preguntó
- Me gustaría mucho...- respondió Anaciel
- Entonces no perdamos tiempo, quiero aprovechar cada segundo contigo - terminó él.
Nuevamente pasaron una noche increíble entre la gente de pueblo, ocultos bajo aquel hechizo.
Cuando llegó el momento de partir, una vez más se encontraban solos en la oscuridad del bosque -
Ya es hora de que regrese...- dijo el ángel.
Noré le tomó la mano - Espera, ¿Acaso no me darás nada a cambio por lo de hoy? - dijo con una
sonrisa seductora.
Anaciel lo miró en silencio por un momento y se acercó tímidamente hacia él, Noré no entendía
que pretendía hacer hasta que vio que ella lentamente cerró sus ojos y quedó de pie frente a él,
como esperando a que la besara igual que la noche anterior. Ese gesto inocente terminó de robar
por completo el corazón del Diablo, quien no desaprovechó la oportunidad para besarla
dulcemente mientras la rodeaba con sus brazos.
Así fue como inicio aquella historia de amor prohibido, que echaba raíces en la tierra de los
humanos. Con el paso del tiempo aquellos sentimientos se fortalecieron más, a su lado aquel
Diablo aprendió lo que era amar, y ella comprendió que nunca debía dejarse guiar por los que
otros pudiesen asegurar, ya que sólo con sus propios ojos debía ver para poder juzgar.
Era su mayor secreto, nadie podía saber de su amor, sus encuentros en el mundo humano eran
puro romance y pasión. Ella amaba su rebeldía y desparpajo, y él su dulzura y alegría. Podían
entregar el corazón en las manos del otro sin dudar. Pero por más cuidadosos que fuesen sabían
que en algún momento alguien de sus mundos podría descubrirlos, así que vivían su relación como
si no hubiese un mañana, llegando incluso a hacer el amor una noche que se hospedaron en el
pueblo.
No sabían que sería de ellos en un futuro, pero decidieron dejarse llevar por sus sentimientos.
Hasta que aquello tan temido por Noré ocurrió, esa noche, simplemente, Anaciel no llegó.
Él la esperó nervioso en aquel bosque, pero nunca apareció, y así varios días más. El Diablo se
sentía morir por dentro, necesitaba saber que había ocurrido con su amada pero no quería iniciar
un conflicto con los ángeles, necesitaba pensar claramente las cosas. Hasta que finalmente ella un
día regresó a él.
Allí le contó que sus superiores la habían descubierto, pero que creían que mantenía una relación
con un humano, como castigo por ello la encerraron por unos días para que reflexionase. Pero en
cuanto pudo nuevamente escapó. Noré sabía que los ángeles eran muy rigurosos con quienes
rompían las normas y que los próximos castigos sólo serían peores. A él nada le ocurriría, pues en
su mundo era un príncipe y se hacía su voluntad. Pero la peor parte la llevaría ella y no podría
hacer nada para salvarla pues su límite era entrar en guerra con ellos.
Aquella situación despertaba toda la furia del Diablo pero Anaciel con su dulzura lograba aplacarlo
diciendo que podía soportarlo. Esa noche ella le pidió que no pensase en nada más que amarla y
Noré respeto cada uno de sus deseos.
Cuando llegó el momento de despedirse - No te vayas, quédate aquí conmigo. Si regresas ahora a
tu mundo temo no volver a verte...- le pidió él
- Te prometo que pase lo que pase regresaré... por favor esperame aquí mañana... - respondió ella
mientras acariciaba su mejilla y se marchó.
El día siguiente fue eterno para el Diablo, la incertidumbre oprimía su pecho evitando que pudiese
pensar en otra cosa, hasta que la oscuridad nuevamente cayó en la tierra de los humanos. El
tiempo pasaba y ella no llegaba, Noré comenzaba a ponerse nervioso, no podía imaginar que le
había ocurrido. Hasta que en un momento, de la nada, Anaciel apareció. Angustiada, se abrazó con
fuerza a él, esto llamó su atención - ¿Anaciel, que ocurre?, ¿Sucedió algo? - preguntó
- Noré...-
De la oscuridad emergió un segundo ángel que venía persiguíendola - Anaciel si no regresas ahora
mismo perderás tus alas y quedarás condenada al destierro! - exclamó - No puede ser, es un
Diablo!, ¡¿Esa es la razón de tus escapes?!, Haz perdido la cabeza?! -
Noré estaba dispuesto a enfrentarse con él pero ella lo detuvo - No lo hagas Noré... no te
involucres, podrías ocasionar una guerra...-
- ¿Acaso ese Diablo te hechizó? - continuó aquel ángel
- Él no tiene nada que ver, es mi decisión venir aquí y estar a su lado - se defendió
- Una cosa es que espies a los humanos para observar sus costumbres y otra es que vengas a estas
tierras para reunirte con un demonio, es una deshonra! -
- Vete, diles que no me importa que me quiten mis alas, pero no volverán a encerrarme jamás -
dijo ella con determinación.
- Espero no te arrepientas de tu decisión...- sentenció por último el ángel y se marchó .
- Anaciel... - susurró Noré
- ¿Puedes quedarte conmigo aquí?...- preguntó ella
- Yo haría lo que sea por ti...- sonrió él.
Se fueron juntos al pueblo y se alojaron en una confortable posada bajo sus falsas identidades. Ya
en la intimidad de la habitación - ¿Qué planeas hacer Anaciel?... No puedes perder tus alas por
esto... - dijo él
- No quiero pensar en eso ahora. En este momento sólo somos tu y yo Noré...- respondió ella
mientras se abrazaba a él.
Esos sentimientos le daban valor, su único deseo era compartir el mayor tiempo posible con Noré.
Aquel Diablo la amaba y deseaba tanto que el más mínimo gesto de parte de ella era suficiente
para desatar toda la pasión que había en su corazón.
Pasaron días conviviendo en aquel pueblo, se sintieron tan completos juntos que llegaron a
imaginar que tal vez esa es la vida que deseaban tener.
Aquellas noches de romance desenfrenado hacían sentir a Anaciel que no dudaría en entregar sus
alas con tal de estar al lado de Noré. Pero pronto descubriría que los sacrificios por amor tenían un
límite.
Durante ese tiempo no habían vuelto a tener noticias de parte de ese ángel que en esa ocasión
persiguió a Anaciel. ¿Será que habían desistido de la idea del castigo?, no, todo estaba a punto de
volverse más difícil.
Un día llegó a manos de ella una nota en una paloma blanca, provenía del paraíso. Al leerla quedó
impactada, no podía disimular su conmoción - ¿Qué ocurre Anaciel?, ¿Qué dice? - preguntó Noré
que estaba junto a ella.
- Dice que los superiores han decidido perdonarme si regreso ahora, pero de no hacerlo mi familia
será exiliada ya que la unión de un ángel y un demonio es un pecado de deshonor familiar...-
respondió afectada
- No lo entiendo, ¿Por qué tanto interés en ti?, ¿Por qué no símplemente te dejan ir? -
- Es por que soy candidata a suceder a un arcángel... no es algo que dictamine nuestra sangre si no
el azar. Hace un tiempo fui llevada a un palacio en mi mundo donde se me prepararía para mi
futuro. Algunos estaban al tanto de que venía aquí por que me gustaba ver las cosas humanas y
me lo permitian. Pero seguramente jamás creyeron que podría encontrar el amor en esta tierra y
mucho menos que sería un Diablo - explicó ella
- Anaciel...-
- Debo admitir que era feliz con mi vida anterior, pero ahora que sé que existe no concibo otra
forma de felicidad que no sea estar a tu lado Noré...- confesó mientras acariciaba el rostro de él
- Yo me siento igual...-
- No me importaría que me exiliaran, o que arrancasen una por una las plumas de mi alas hasta
quitarmelas... Pero no puedo permitir que un inocente sufra por mi culpa, y mucho menos si son
mis padres. Estoy segura de que no saben nada de todo esto...-
- ¿Como lo sabes? -
- Por que si están tratando de convencerme de regresar es por que quieren solucionarlo entre
nosotros sin que nadie se entere, sería un escándalo -
- Creo que puedo ver cuál será tu respuesta...-
Anaciel entristeció su mirada - Perdóname Noré... Pero ese es mi límite...-
El Diablo la rodeo con sus brazos, presionandola contra su pecho - No tienes que pedirme perdón,
lo único que puede hacerme daño es verte triste... sólo quiero que sepas que lo que siento por ti
es para siempre -
- Igual yo... Sí tan sólo fuésemos de la misma raza las cosas no serían tan difíciles...- suspiró ella
- Tal vez... Pero tampoco nos hubiésemos amado así, nos queremos por que somos diferentes,
porque encontramos en el otro cosas que no conocíamos en nuestros mundos...- terminó él.
Anaciel decidió responder aquel mensaje diciendo que regresaría esa misma noche.
Eligieron pasar sus últimas horas juntos en la intimidad de ese cuarto, amandose en esa pequeña
libertad. Antes de irse Noré le pidió bailar una última vez, pero siendo ellos mismo, sin disfraces,
mirándose tal cuáles eran, sólos entre esas cuatro paredes.
Finalmente el tan temido momento llegó, era la hora de despedirse. Fueron hasta el bosque en el
medio de la noche como ella prometió, se entregaría por propia voluntad.
Allí la estaba esperando un ángel, un poderoso guardián, para llevarla de regreso. Iban tomados de
la mano, aquella imagen impactó al guardián, comprobó que lo que le habían dicho era verdad, un
ángel y un diablo juntos entre los humanos.
Una inmensa tristeza invadió el pecho de Anaciel, no quería soltar la mano de su amado, él
también se resistía a la idea de que se fuese. Resignada, se colocó frente a él, aunque casi no podía
ni mirarlo, y con un tímido beso le dijo adiós.
Comenzó a caminar en dirección a aquel guardián, pero a mitad de camino se detuvo, volvió
corriendo sobre sus pasos y abrazó con todas sus fuerzas a Noré.
- No puedo hacerlo... No quiero dejarte...- decía ella entre sollozos
- Por favor no llores Anaciel... sabés que es lo único que puede herirme...-
- Pero... de sólo pensar que no volveré a verte siento mucho dolor...-
Ella lloraba sin consuelo, Noré se sentía culpable por aquella situación, pensaba que si no la
hubiese buscado, si no la hubiese ilusonado desde un primer momento, Anaciel no tendría que
pasar por todo eso. Fue entonces cuando decidió tomar una drástica decisión, había una sola cosa
que podía hacer para ayudarla - Mirame Anaciel...- le dijo con una voz serena y la besó
apasionadamente - Si algún día mi recuerdo regresa a tu corazón estaré aquí... esperándote -
sonrió él
- A que te refiere- - intentó preguntar ella y derepente Noré besó su frente, haciendo que cayera
inconciente en sus brazos.
El guardián quedó atónito ante esa acción - Pero que les has hecho?! - preguntó indignado a aquel
guardián que lentamente se acercaba a él cargando a Anaciel para luego entregarsela - Ella está
bien, sólo borré de su mente todos los recuerdos que tenía conmigo...- explicó
- Quieres decir que ella no recordará ni siquiera haberte conocido...? -
- Exactamente - respondió él y comenzó a alejarse.
- Te conozco, tu eres Noré, tercer príncipe del infierno -
- Así es -
- ¿Como pudiste posar tus ojos en un ángel?... Acaso te divertiste robando el corazón de un ser tan
puro?...-
- ¿Dices que yo lo robé? - sonrió él - esa criatura que cargas ahí es quien se lleva en sus manos
para siempre mi corazón - dijo señalandola.
El ángel quedó en silencio por un momento - Me resulta difícil de creer tu benevolencia - dijo
- Estás en lo cierto, si por mi fuese hubiese arrasado con la mitad de ustedes sólo para que nos
dejasen en paz. Pero sé que ella no quería que nadie saliese herido por nuestra causa -
- Eres muy arrogante al afirmar algo así -
- Claro que lo soy, soy un Diablo -
- ¿Por qué haces esto? -
- ... Porque la amo. Algún día cambiaré las reglas del juego y será mía para siempre, pero hasta ese
entonces esto es lo mejor para ella. Todo es por su bien - dijo por último Noré y desapareció en la
oscuridad.
El ángel miró a Anaciel que aún permanecía inconciente y murmuró para si - Quien diría que un
ángel tan joven sería capaz de domar a una de las peores bestias del infierno...- y regresó al
paraíso.
Tal como aquel Diablo prometió, Anaciel no recordaba nada de lo sucedido prácticamente hasta su
llegada al palacio, ni siquiera de sus viajes al mundo humano. Sus superiores decidieron que lo
mejor era no mencionar el tema y todo quedó como si nada de eso hubiese existido.
El tiempo pasó y la curiosidad de ella por la música humana despertó, haciéndola regresar a esa
tierra, esta vez seguida a escondidas por un guardián. Pero al constatar que no había rastros del
Diablo la dejaba ir en soledad por el bosque.
Una extraña sensación abrazaba el cuerpo de Anaciel, como si hubiese olvidado algo que era muy
importante, pero por más que lo intentaba no podía recordarlo.
Al igual que antes de que todo comenzara, cuando la música del pueblo llegaba hasta donde ella
estaba bailaba sola entre medio de los árboles, o quizás no tan sola, si no en compañía de un
pequeño y hermoso pájaro de color violeta que siempre estaba rondandola en el lugar, llegando
incluso a posarse en sus manos. Anaciel, ni siquiera aquel guardián, podían imaginar que esa ave
era Noré que, cumpliendo su promesa, cada noche esperó su regreso. Pero esta vez para amarla
desde la distancia, en silencio.
Verla sonreír era suficiente para él, por ahora. Porque la amaba tal cual era, con sus hermosas
alas, no quería que las perdiese por estar a su lado, no necesitaba que ella hiciese un sacrificio por
amor, pensaba que no era justo que sufriese de esa forma.
El Diablo era un Diablo pero cuando amaba lo hacía de verdad, sin egoísmo. Aquel ángel se había
llevado su corazón, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por su bien, y en ese momento sintió
que aquello era lo mejor, hasta que llegase el día en pudiesen estar juntos.
Cuatro estaciones pasaron desde aquel trágico día en que Anaciel y Noré tuvieron que separarse,
sin embargo el joven Diablo continuó visitando en secreto a su amada, manteniendo así
inamovibles sus sentimientos por ella.
Anaciel seguía siendo celosamente custodiada por un guardián, ya que aún era una firme
candidata a suceder a un arcángel.
Cientos de veces Noré se preguntó cuando sería el momento indicado para volver a aparecer ante
ella, y a veces en ocasiones en que la desesperación por tocarla lo invadía, se arrepentía de haber
borrado sus recuerdos. Ya que en todo ese tiempo nunca vio una mínima señal de que ellos
volviesen.
Hasta una noche qué, una vez más, él la vistió en su forma de ave...
- Oh!, tú de nuevo...- comentó Anaciel mientras lo tomaba entre sus manos - Siempre estás aquí,
sería extraño ya no verte... eres como una compañía para mi...- lo acarició - me siento un poco
extraña hablando con un ave - sonrió ella.
Se sentó en las raíces de un árbol a admirar las luces lejanas del pueblo, y entre suspiros continuó -
Me gusta venir aquí, pero también me hace sentir sola...
A veces siento que estoy buscando algo que perdí en este lugar... pero ni siquiera sé que es... sólo
es una sensación... -
Noré estaba sorprendido, era la primera vez en todo ese tiempo que la oía pensar en voz alta.
- Tal vez debería darte un nombre, mmm... No... Nor... Noré!, es un lindo nombre aunque un poco
extraño jeje - rio ella - A veces viene a mi cabeza, seguro debo haberlo leído en algún lado... bueno
debo irme, pero seguro te veré de nuevo mañana - terminó mientras lo dejaba sujeto a una rama -
Adiós pequeño - se despidió con una sonrisa y finalmente volvió al paraíso.
Noré sintió que su corazón se detenía, necesitaba quedarse un momento quieto para ordenar sus
pensamientos, ¿Era posible que Anaciel pudiese recordarlo?. Sentía como si estuviese a punto de
tomar su mano pero por apenas unos centímetros no lo lograba.
¿Qué debía hacer ahora?, ¿Cómo podía presentarse nuevamente ante ella?, ¿Qué había cambiado
en la situación?, ¿Podrían estar juntos?, todas esas preguntas giraban en su mente y lo llenaban de
dudas.
La ansiedad trataba de arrastrarlo a la desesperación, pero él se esforzaba por no dejarse llevar.
Necesitaba pensar claramente como acercarse a ella, distanciarla de la custodia y, llegado el caso
en que no lo recordase, enamorarla de nuevo. Escucharla decir su nombre lo había llenado de
nostalgia y deseos, de esperanzas de tenerla de nuevo.
Pero lo que nunca imaginó es que alguien seguía sus pasos en las sombras...
La noche siguiente Noré se demoraría un poco en llegar a su encuentro ya que había mandado a
hacer un somnífero especial para así deshacerse del guardián. Mientras tanto en la tierra de los
humanos, la joven ángel recorría el bosque disfrutando de las alegres melodías que provenían del
pueblo, cuando de repente se encontró con una hermosa y solitaria rosa blanca que descansaba
en las raíces de un árbol.
- Que bella es....- comentó Anaciel quien la tomó entre sus manos, y en un mínimo descuido se
hirió con una de sus espinas - Auch!... tiene demasiadas espinas para ser sólo una rosa...- se
lamentó. Inexplicablemente ante sus ojos aquella flor cambió de color y se volvió completamente
roja - Pero... ¿Qué sucede?...- se preguntó
- Jaja, ahora eres mía preciosa - irrumpió una voz desconocida, y de la oscuridad emergió un
Diablo de cabello blanco eh imponente figura
- No puede ser... un Diablo... - susurró asustada.
- Anaciel cuidado!!! - reaccionó el guardián, pero el Diablo con un sólo movimiento inmovilizó su
cuerpo
- No intervengas... es inútil, ella acaba de hacer un pacto de sangre conmigo - sonrió él.
Anaciel estaba aterrorizada, apenas podía moverse, el Diablo se acercó a ella y con un chasquido
de sus dedos hizo que aquella rosa se convirtiese en cadenas y grilletes que rodearon el cuello y
manos de la joven ángel.
Tomó la cadena del cuello y mirándola a los ojos le dijo - Ahora eres mía - desapareciendo así
ambos en el medio de la oscuridad.
Apenas se fue, el guardián recuperó la movilidad - No puede ser...- se dijo a si mismo y corrió a
llamar a otro ángel.
Al poco tiempo llegó Noré como un ave y al ver a aquellos dos ángeles discutiendo se sorprendió,
ya que uno de ellos era Zarasel, el guardián a quien en aquella ocasión le había entregado a su
amada. Pero de la sorpresa pasó a la desesperación cuando escuchó a uno de ellos decir - Un
Diablo se la llevó, la engañó con una rosa blanca -, y ahí fue cuando decidió hacerse visible
- ¿Dónde está Anaciel? - preguntó sin rodeos
- ¡Eres tú de nuevo! - dijo indignado Zarasel - Tú deberías decirnoslo, ya que otro Diablo la raptó -
continuó
- ¿Quién? -
- No lo conozco, pero dijo que había hecho un pacto de sangre con ella mediante una rosa, tenía el
cabello blanco... - respondió el ángel más joven
- Cabello blanco... y una rosa dices?... entonces fue Hazar...- dijo impactado Noré
- ¿Hazar?, ¿Quién es? -
- Hazar, segundo príncipe del infierno. Otra bestia insaciable y portador del pecado de la
Lujuria...Tu hermano mayor, ¿verdad? - dijo Zarasel.
- Sí - afirmó Noré.
- ¡¡Esto es inaceptable!!, raptar de esa forma a un ángel es una clara provocación a una guerra!! -
exclamó el guardián
- Vamos por ella señor Zarasel, salvemos a la señorita Anaciel - agregó el ángel
- Es inútil, si hizo un pacto de sangre no podrán sacarla de allí, su alma no pasará por las puertas
del infierno - respondió Noré
- Pero... ¿Cómo es posible que haya arrastrado un alma viva al haberno?, él no debería tener
poder sobre los vivos...- preguntó el ángel
- No tiene poder sobre los vivos, pero mediante el pacto de sangre hace que esa alma sea su
esclava y puede hacer lo que quiera con ella -
- Que desagradable, sabía que a ese Diablo le gustaba llevarse a las mujeres hermosas pero
desconocía la forma en que lo hacía... De todos modos no podemos quedarnos de brazos
cruzados, iremos por ella - exclamó Zarasel
- Yo la traeré de vuelta - continuó Noré
- ¿Crees que confiaríamos en un Diablo?, debes estar bromeando -
- Soy el único que puede ir y venir entre los reinos del infierno, aunque llamen a la guerra si no
rompen el pacto de sangre no podrán sacarla de allí -
- ¿Acaso te enfrentarás a tu propio hermano por un ángel? -
- Yo enfrentaría a cualquiera por ella - dijo con determinación Noré.
El guardián y el Diablo se miraron de forma desafiante por un momento mientras los rodeaba un
silencio incómodo.
- Señor Zarasel...- interrumpió en voz baja el ángel
- Tienes tres días para traerla aquí de vuelta, pasado ese lapso la guerra será inevitable - sentenció
el guardián
- De acuerdo, yo me encargo - dijo por último Noré y desapareció.
Zarasel se marchó para informar de lo sucedido a sus superiores y su decisión
- Es una locura... confiar el futuro de un arcángel en las manos de un Diablo...- se decía a si mismo.
Mientras tanto en el Infierno, Hazar admiraba a una Anaciel desvanecida que permanecía
prisionera en una de sus jaulas de cristal.
El Diablo que estaba sentado a su lado le acariciaba el rostro para hacerla reaccionar - Despierta
preciosa...- le susurró al oído y con eso ella despertó. Asustada preguntó - ¿Dónde estoy?... ¿Quien
eres?...-
- Mi nombre es Hazar, segundo príncipe del infierno, bienvenida a mi morada preciosa Anaciel - le
dijo besando su mano
Al verse notó que su vestido era diferente - ¿Qué me has hecho? -
- Nada, aún... jaja. Es sólo que así te ves mucho mejor - con una de sus manos le tomó el rostro y
se acercó lentamente a ella - No tengas miedo, no te haré daño... sé apreciar la belleza de una
mujer - continuó acercándose hasta besar delicadamente su cuello, Anaciel se sonrojó, estaba
asustada pero no podía oponer resistencia ya que su cuerpo parecía no moverse - Así que era
cierto... puedo sentir el olor de mi hermano en ti...-
- ¿Qué quieres decir?...- preguntó sin entender
- ¿Qué?, ¿Acaso no recuerdas a mi hermano? -
- ¿Hermano?... otro Diablo?...-
- Ahh ya veo... así que él hizo eso contigo... bueno, mejor para mí si no lo recuerdas, así podré ser
el único en tu mente - sonrió
Anaciel tenía deseos de llorar, se sentía desprotegida ante aquel ser que había encadenado su
alma
- No te angusties preciosa, siempre que me obedezcas no tendré que usar la magia del pacto para
controlarte. Si lo deseas también puedo ser un príncipe para ti... o un animal salvaje... lo que tú
prefieras - le dijo mientras acariciaba su pelo.
- Me das miedo... no confío en ti... ¿Qué quieres de mi?...- preguntó ella
- Honestamente en un principio era para fastidiar a alguien, pero cuando te vi sembraste una duda
en mi, y necesito saber la verdad, por eso te traje hasta aquí -
- ¿A qué te refieres?...-
En ese momento tocaron la puerta - Señor Hazar a llegado el Espectro que mando a llamar - dijo
un sirviente desde fuera
- Perfecto, hazlo pasar -
Entró a la habitación una figura de aspecto cadaverico y ropas negras - Con permiso Señor -
- Adelante Arza, aquí está ella -
- Oh! en verdad lo hizo, no puedo creer que se haya atrevido a traer un ángel hasta el Infierno -
- Ya me conoces, los límites no existen para mi. ¿Puedes hacerlo? -
- ¿Leer su alma?, claro, aquí traje el espejo de la vida -
- Entonces hagámoslo -
- ¿Qué es eso?, ¿Qué piensan hacerme? - preguntó asustada Anaciel
- No te preocupes, esto no te dolerá...- le dijo el Espectro.
Mientras tanto, en el tercer infierno, Noré había regresado a su propio palacio en busca de una
espada que le había sido otorgada por su padre como guardián del infierno de la ira, al igual que a
cada uno de sus hermanos. Cuando estaba a punto de marcharse con el arma, fue interceptado
por Vittorio, cuarto príncipe y portador de La Pereza
- Vittorio, ¿Qué haces aquí? - preguntó sorprendido Noré
- Vine a ver que es lo que está pasando, últimamente tú y Hazar han estado actuando extraño,
pero hoy todo está revolucionado por aquí, díme que sucede -
Noré a regañadientes respondió - Recuerdas que te hable de Anaciel?...-
- Si -
- Hazar la arrastró hasta aquí con un pacto de sangre, tengo que sacarla de este lugar lo antes
posible o los ángeles llamarán a la guerra -
- Ese idiota... en verdad lo hizo...-
- ¿De qué hablas?, ¿Sabes que planea Hazar? -
- Sé de algo que me dijo hace un tiempo Rustem, él habla más seguido con Hazar...-
- ¿Qué sabes? -
- Hace un tiempo que Hazar te sigue a escondidas al mundo humano, dijo que tenía curiosidad por
Anaciel -
- Desgraciado... ni siquiera lo noté -
- Pero de repente le surgió la loca idea de que esa ángel es la reencarnación de una mujer a la que
él amo en el pasado...-
- ¿Qué... dices?... tiene que ser una broma - dijo impactado Noré.
- No es una broma, está totalmente convencido de ello. Incluso dijo que la única forma de saber
quien era ella en su vida pasada era que un Espectro leyese su alma a través del espejo de la vida,
y para eso debía traerla hasta aquí. Rustem trató de convencerlo de que traer un ángel al infierno
era una locura, pero veo que no tuvo éxito -
- Ah perdido la cabeza...-
- Pero... y si resulta que tiene razón?...-
- Eh? Que dices? -
- ¿Y si es verdad que ella es esa persona del pasado?, ¿Qué harás? -
Noré hizo un breve silencio y respondió - No me importa quien haya sido ella en su vida pasada, en
esta vida es Anaciel, mi Anaciel. No dejaré que él haga lo que quiera con ella...-
Mientras tanto en algún lugar del quinto infierno, Hazar se encontraba en el templo del Espectro,
entregando su sangre para conjurar la posión - ¿Con esto será suficiente? - preguntó el Diablo,
dejando caer la sangre que brotaba de la palma de su mano.
- Sí señor, se lo aseguro - respondió Arza.
En ese momento se hizo presente el quinto príncipe y guardián de la Codícia, Salomón - Así que
aquí estabas - dijo mientras veía a Hazar cerrar su herida.
- Que sorpresa Salomón, ¿qué te trae por estos rincones? -
- Este es mi territorio, es normal que me interese si veo movimientos extraños, y más si se trata de
ti Hazar...-
- Sí!, ¿y ahora que tramas Hazar? Je je - Rio una voz desde la oscuridad, era Kalir, sexto príncipe y
portador de la Gula.
- ¿Tú también Kalir? - se sorprendió Hazar.
- ¿Y qué esperabas?, todos hablan de que regresaste de afuera con un ángel en tus brazos, quiero
saber más al respecto. Tú y Noré núnca dejan de entretenernos, ¿verdad? Ja ja - rio con sarcasmo.
- ¿Un ángel?, así que finalmente lo hiciste... la trajiste hasta aquí - continuó Salomón.
- Así es, ¿Lo dudabas? - sonrió Hazar.
- De ti ya nada me sorprende, pero si estás en este lugar es por que tramas algo más.
¿Comprobaste que se trata de ella? -
- Sí, es ella, es Anna -
- ¿Y que piensas hacer ahora? -
- La convertiré en un demonio, es la única forma en que los ángeles no podrán quitarmela -
- ¿Convertirla en un demonio?... ¿sabes que ella puede morir verdad?... si fuese humana sería
posible, sus cuerpos son más maleables, pero en un ángel su naturaleza divina buscará rechazar la
maldición y moriría en el proceso... -
- Sí, sé que es una posibilidad -
- ¿Y qué harás si eso sucede?, eres consciente de que Noré te matará si algo le ocurre a ese ángel,
¿Es lo que estás buscando? -
- Ja ja, no me interesa pelear con mi hermanito, si logró convertirla en un demonio será mía y si
muere de todos modos su alma ya me pertenece, haga lo que haga Noré está batalla ya la he
ganado -
- Bueno, de todos modos es como si estuviese haciéndole un favor al tratar de convertirla, de
quedarse como un ángel no sobrevivirá en este lugar por la atmósfera del infierno, a menos que la
tengas encerrada en una de tus jaulas - dijo Kalir.
- Así es -
- Sí llegase a morir, ¿me dejarías comer su corazón?. Los corazones de las mujeres hermosas son
deliciosos, pero núnca he probado el de un ángel ja ja - preguntó con sinismo Kalir.
- Ja ja, te aprecio Kalir pero estas demente, jamás te dejaría ponerle un sólo dedo encima, viva o
muerta ella es mía - respondió intimidante Hazar.
- ¿Por qué haces esto Hazar?, ¿Por qué vas tan lejos? - interrogó Salomón.
Hazar hizo un breve silencio y reflexionó - Por qué estoy desesperado Salomón... ahora que la he
vuelto a encontrar siento que si no la tengo me muero... ustedes no lo entienden por que no
saben lo que se siente, ni siquiera yo termino de entenderlo... Sólo sé que el cuerpo me lo pide, los
recuerdos me abruman... con sólo verla se despierta toda clase de emociones en mi... y si Noré
quiere quitarmela tendrá que matarme, si es que puede... - declaró Hazar con una mirada llena de
fuego...
Al tiempo Anaciel despertó sobresaltada, y lo primero que vio fue a aquel Diablo que le sonreía
amablemente - ¿Cómo te sientes? - preguntó él.
- Bi... bien - respondió confundía aún - ¿Qué me ocurrió? -
- Te desmayaste por respirar el aire del infierno, pero aquí dentro estarás bien -
- ¿Donde estamos? -
- Este es mi palacio -
La joven ángel miró a su alrededor y notó que, aunque estaba en una cómoda cama, toda las
aberturas de la habitacion estaban cerradas - ¿Soy... tu prisionera también?...- preguntó mientras
intentaba cubrirse con la sábana.
- No, no, tranquila... yo sólo quiero ayudarte -
-¿Ayudarme?... nosotros nos conocemos?...-
- Si, somos... amigos - respondió dudoso Noré, no quería asustarla con sentimientos de amor, ya
que sabía que Hazar seguramente le había hecho pasar un mal momento por lo mismo, y continuó
- Le di mi palabra a Zarasel de que te sacaría de aquí, después de todo soy un príncipe del infierno
y todo lo que afecte a mantener cierto equilibrio entre nuestros mundos también me incumbe -
- ¿Conoces a Zarasel? - se sorprendió ella, si conocía a semejante guardián Anaciel comenzó a
pensar que él le estaba diciendo la verdad.
- Así es, primero debo romper el pacto de sangre que mi hermano te obligó a hacer, de esa forma
lograré que tu alma pase por las puertas principales del infierno -
- ¿Eres el hermano de Hazar?... ahora entiendo... por eso es que él dijo que sentía el olor de su
hermano en mi... ¿Eras tú no es así?, así que en verdad somos amigos... pero... ¿Por qué no puedo
recordarte?...- preguntó mientras se acercaba más a él para tratar de reconocer su rostro.
- Te lo explicaré luego... ahora necesito que me digas que te hizo él, ¿Te dijo que planea? -
- Todo fue muy confuso... dice que soy Anna... y que me convertirá en un demonio, así los ángeles
no podrán venir por mi...-
- ¡¿CONVERTIRTE EN UN DEMONIO?!, ¡ese infeliz a perdido la cabeza! - dijo molesto Noré.
- Todo esto me da miedo... sólo quiero salir de aquí... me siento muy indefensa a su lado...-
comentó con lágrimas en sus ojos Anaciel.
- No llores por favor... no tolero verte triste...- la consoló él mientras secaba delicadamente sus
lágrimas con su mano, ella se sorprendió con ese gesto - Te sacaré de aquí y podrás volver a bailar
en el bosque... como a ti te gusta...-
- Eh?... como lo sabés?...-
Noré sólo sonrió y continuó - Debes sentirte incómoda con esa ropa, te traje este vestido, es de los
que te gustan usar -
Anaciel miró a su lado y sobre la cama había tendido un hermoso vestido, efectivamente era de los
que ella amaba llevar puesto. Volvió su mirada a él y preguntó - ¿Cómo es que sabes tanto de mi...
y yo apenas conozco tu nombre?...-
- Ya te lo dije, somos amigos...- sonrió nuevamente él y se puso de pie - Bueno, te dejaré
descansar, todo esto debe ser demasiado para ti. Iré a resolver unos asuntos pero volveré por ti...
No es mi intención que te quedes encerrada en esta habitación. Puedes recorrer todo el lugar si
quieres - dijo mientras se acercaba a la puerta.
- Noré...? -
- ¿Si? -
- Gracias...-
- No me agradezcas... es lo mínimo que puedo hacer, todo esto es mi culpa... No he hecho más
que meterte en problemas desde que te conocí...- terminó de decir con misterio y se marchó
cerrando la puerta.
Anaciel quedó pensando sobre sus últimas palabras sin entender a que se refería. Todo era muy
confuso, ¿Cómo podía ser que el mismo día se topase con dos Diablos tan distintos entre sí?, uno
posesivo y lujurioso, el otro amable y encantador.
No sabía que hacer, Noré era un misterio para ella, aunque no podía recordar nada de él, quería
confiar en sus palabras. El hecho de que supiese sobre ella en el bosque y los vestidos que usaba le
daban el indicio de que al menos no mentía cuando decía conocerla.
Se quedó recostada en aquella cómoda cama un tiempo más, luego se colocó el vestido que le dio
y se propuso salir a explorar aquel lugar, pero al abrir la puerta se topó con que fuera de esta
estaban apostados los perros de Noré.
Eran enormes, Anaciel no pudo evitar impresionarse, ni siquiera se atrevía a cruzar entre medio de
ellos. En ese momento apareció el joven Diablo - Ah!, disculpa, olvide decirte que dejaría a Belzet y
Zero cuidándote, ¿quieres salir?. Ven, no tengas miedo - .
Ella pasó temerosa al lado de ambos hasta llegar a él - ¿Te asustan? - le preguntó.
- Sí... se ven feroces -
- Dame tu mano, déjame mostrarte algo -
Noré tomó su mano y la colocó lentamente sobre la cabeza de Belzet, para sorpresa de Anaciel el
perro se mostró completamente dócil - Belzet y Zero son mis sirvientes, ellos te cuidarán siempre
que yo no esté cerca -
- Increíble, son muy suaves... se ven tan agresivos -
- ¿Lo ves?, no siempre lo que parece malo en verdad lo es - le dijo mientras la miraba a los ojos
sonriendo.
Anaciel sólo pudo observarlo en silencio.
- Ven conmigo, te mostraré el resto del lugar - continuó él, y la guió tomando su mano.
Era un palacio en verdad enorme, rodeado de lujo en un estilo gótico y servido por pequeñas y
extrañas criaturas, demonios que seguían fielmente las órdenes del Diablo.
Mientras caminaban por uno de los pasillos ella preguntó - Dices que eres un príncipe del infierno,
¿Entonces eres un guardián? -
- Así es, soy el guardián del infierno de la Ira -
- ¿Y qué significa ser un guardián? -
- Yo me encargo de custodiar las almas que han muerto bajo el pecado de la ira, una vez que han
cumplido sus sentencias se ve la posibilidad de liberarlas para así reencarnar -
- Es increíble, no lo sabía en detalle -
- Sí, se podria decir que somos los que hacemos el trabajo sucio después de la muerte... en
realidad nunca fue de mi interés ser un guardián, pero mi padre nos obligó a competir entre
nosotros para así asignarnos un infierno a cada uno de la hermanos -
- ¿Tienes más hermanos? -
- Sí, somos siete en total -
- ¡¿Siete?! - se sorprendió ella.
- No te preocupes, trataré de que no te causen problemas - sonrió él - Llegamos, quería mostrarte
este lugar...- dijo él y abrió una enorme puerta que daba paso a un bello salón.
- Que hermoso es... nunca imaginé que pudiese existir un lugar así en el Infierno...- exclamó
asombrada Anaciel.
- Cualquier lugar es hermoso si tu estás...- dijo en voz baja Noré, pero ella pudo oírlo y quedó
mirándolo.
El joven Diablo chasqueó los dedos y una hermosa melodía comenzó a sonar - ¿Música?...-
preguntó ella.
Él extendió su mano y dijo - Bailamos...? -.
Anaciel estaba impactada, no podía evitar preguntarse ¿Quién era este Diablo tan galante?, ¿Qué
había detrás de tanta amabilidad?... Sin saber por qué, tomó su mano y él la acercó más hasta
rodear su cintura - Pero... yo no sé bailar...- se excusó ella.
- Sólo déjate llevar...- la convenció él.
Apenas dieron el primer paso juntos fue como si se conocieran de toda una vida, bailaban con tal
fluidez que parecía que núnca se hubieran separado.
Anaciel se sentía felíz, no pudo evitar esbozar una sonrisa, y él simplemente no podía dejar de
mirarla con ternura.
Cuando la música acabó, ambos quedaron en el medio del salón, mirándose fijamente, se podía
sentir cierta tensión entre ellos.
Hasta que ella rompió el silencio con una pregunta - ¿Quién eres en verdad?...-.
Noré sonrió - Alguien que haría lo que sea por ti... mientras me mires así...- y besó su mano.
La joven ángel se ruborizó por completo, sintió que su corazón se aceleró terriblemente, y en eso
alguien tocó la puerta, era Garono - Señor Noré, ¿podría venir un momento?, lo necesitamos - dijo
el sirviente.
- Disculpame Anaciel, regreso en un momento. Siéntete libre de estar donde quieras, Belzet y Zero
estarán cerca -
- Gracias...- dijo ella aún apenada y Noré se retiró.
Estaba aturdida por sus emociones, ¿Qué es lo que le sucedía?, ¿Era posible que se sintiera atraída
por ese Diablo?.
Decidió quedarse en ese salón tratando de tranquilizar su corazón.
Pasó un tiempo allí sentada y en un momento notó que el techo era bastante alto así que, para
matar el tiempo, decidió intentar volar, ya que si pasaba mucho tiempo sin hacerlo sus alas se
volvían perezosas y olvidaba como hacerlo correctamente.
Lo intentó varias veces, pero sumado a la debilidad de su cuerpo por el ambiente ni siquiera podía
elevarse unos centímetros del suelo.
En ese instante llegó Vittorio, luego de recibir el llamado de Noré.
Iba por el pasillo cuando, por entre medio de una puerta apenas abierta, vio a Anaciel. Estaba de
espaldas a él, decidió intentarlo una vez más y desplegó sus hermosas alas. Vittorio quedó
impactado, nunca antes había visto a un ángel de cerca. Logró volar hasta el techo pero
inesperadamente una de sus alas falló comenzando así a caer, rápidamente Vittorio entró al salón
y la atrapó entre sus brazos evitando que se lastimase.
Cruzaron miradas por un momento, definitivamente ella no se parecía a nada que hubiese visto
antes ya que Vittorio, por propia voluntad, núnca había salido del infierno. Le parecía extraña pero
hermosa - Gracias... - dijo ella aún asustada por la caída.
- Estas... bien?...- preguntó él que no podía dejar de mirarla y la bajó delicadamente.
- Sí, debo haber fallado por el cansancio -
- No deberías intentar volar si no tienes fuerzas, te harás daño...-
- Tienes razón, lo siento...-
- No es para que te disculpes...-
- Es que siento que hace mucho no muevo mis alas, y si no lo hago pierdo la costumbre -
- Entiendo... - dijo Vittorio manteniendo cierta distancia, pero por dentro pensaba en lo hermosa
que era.
En ese momento apareció Noré - Vittorio?, ya estás aquí - se sorprendió.
- Acabo de llegar...-
- Ya veo, Anaciel él es uno de mis hermanos, Vittorio, el cuarto príncipe - lo presentó.
- Así que es tu hermano... gracias por lo de antes Vittorio - agradeció nuevamente ella.
- No fue nada...-
- ¿De que hablan?, ¿Qué ocurrió? - preguntó Noré.
- Estaba intentando volar pero mi ala falló y caí, Vittorio evitó que me lastimara atrapándome -
- ¿Tú Vittorio?, eso es raro en ti - agregó Noré.
- No es para tanto...No podía dejar que se lastimara, sé lo que es ella para ti...-
- ¿Qué quieres decir? - preguntó ella.
- No es nada Anaciel, no le hagas caso - irrumpió Noré - Discúlpanos, pero debo hablar a solas con
mi hermano -
- Esta bien - dijo ella, y ellos se retiraron a hablar al balcón.
- ¿Qué fue eso de recién?... No me digas que no le has dicho quien eres - interrogó Vittorio.
- No. Ella no me recuerda... y para no asustarla como Hazar le dije que éramos amigos -
- Ya veo... -
- Me siento miserable, por que una parte de mi está feliz de tenerla aquí pese a las circunstancias -
- Sí, todo es una locura... entonces?, ¿de que querías hablar?...-
- Seré directo, necesito pedirte dos favores -
- ¿Dos favores?... interesante...-
- Para sacarla de aquí primero debo deshacer el pacto de sangre con Hazar, el único que podría
hacerlo es Loxur, pero cuando intenté pasar al primer infierno la puerta estaba sellada,
seguramente el maldito de Hazar lo hizo. Así que necesito que le pidas a Rustem que nos traiga la
joya de transporte, esa que está en la entrada principal y transporta las almas a los infiernos. Con
ella podremos ir directamente al reino del orgullo sin la necesidad de pasar por la puerta. "
Como Rustem es el único capaz de volar, puede alcanzarla a la altura que está -
- ¿Y por qué no se lo pides tú?...-
- Ya sabes que Rustem es bastante volátil y si yo se lo pido sólo jugará conmigo, en cambio contigo
es más serio, te escuchará -
- Comprendo... ¿y el segundo favor?...-
- Ese sería en caso de que no hallemos a Loxur a tiempo, tendré que recurrir a la segunda
opción...-
- ¿Te refieres a...-
- Sí, mataré a Hazar. Sé que por propia voluntad no la liberará así que no me dejará más opción
que matarlo para romper el pacto...-
- ¿Estás seguro de hacer eso?... sabes las consecuencias...-
- Sí, por eso el segundo favor sería que si algo me pasa tú seas quien la saque de aquí luego de
liberarla -
- Entiendo...-
- Lamentablemente todo está en contra de ella, Zarazel me dio un plazo de tres días para sacarla
de aquí, pero de la forma que este lugar le afecta, no resistirá... y para peor Hazar quiere
convertirla en un demonio a riesgo de que pueda morir -
- ¿Convertirla en un demonio?... definitivamente esta loco -
- Al paso que va ni siquiera podré sacar su alma de aquí, ese desgraciado la tendrá para siempre...
¿Qué dices?, ¿Me ayudarás? -
Vittorio hizo un breve silencio, miró hacia dentro del palacio y vio a Anaciel acariciando a los
perros de Noré - Dime... ¿De verdad vale la pena ir tan lejos por ella?...- preguntó.
Noré volteó a verla y respondió - No tienes idea... haría cualquier cosa por ella. Tal vez si algún día
te decides a salir al mundo exterior te enamores de alguien así como lo hice yo -
- No gracias... Prefiero seguir así y no exponerme a hacer tantas estupideces como ustedes - dijo
con sarcasmo Vittorio.
- Ja ja, tienes razón... pero es algo que no se puede controlar. ¿Me ayudarás? -
- Esta bien... Iré a hablar con Rustem...-
- Sabía que podía contar contigo, te estaré siempre en deuda -
- Dejémoslo ahí... volveré apenas tenga novedades -
- Entiendo, gracias -
Vittorio hizo un gesto de saludo en silencio y se marchó.
Mientras tanto, en el segundo infierno, Hazar acababa de regresar a su palacio, topándose con el
rastro de sangre y destrucción que había dejado Noré a su paso.
Cuando fue a la habitación donde tenía a Anaciel, se encontró con la jaula destruida y unas pocas
plumas que habían quedado en ella.
- Así que se la llevó el infeliz... -
- Disculpe señor Hazar, no pudimos detenerlo...- dijo el sirviente.
- No te preocupes, conozco a Noré, sé de lo que es capaz - respondió mientras tomaba una de las
plumas y la admiraba - Actuó más rápido de lo que esperaba... pero sólo necesito pensar como el
salvaje de mi hermano para adivinar que hará... y creo que ya sé que es lo que planea... pronto la
recuperaré...-.
Luego de todo lo sucedido Noré fue hasta su habitación, allí estaba Anaciel, se había quedado
dormida nuevamente debido a la falta de energía.
Se sentó a su lado en la cama y notó que ella lloraba entre sueños, era la primera vez que la veía
así.
Delicadamente con su mano secó sus lágrimas y ante ello Anaciel despertó - Disculpa no quería
despertarte - se disculpó él.
- No te preocupes... estoy bien - respondió ella mientras se sentaba a su lado en la cama.
- Es que te vi llorando y pensé que tenías un mal sueño -
- No era eso... de verdad estoy bien... pero tú sí te ves preocupado, ¿Qué ocurre? -
- Debo sacarte de aquí lo antes posible... Vittorio me ayudará, pero igual siento que el tiempo se
agota...-.
Anaciel sólo lo miraba en silencio - Pero no temas, encontraré la manera, te lo prometo - continuó
él.
Ella tocó su mano y dijo - No tengo miedo, yo confío en ti... Noré -
- Eh?...- se sorprendió el joven Diablo e inesperadamente Anaciel le dio un tierno besó en la
mejilla.
Noré quedó impactado por aquella acción, pero no sólo por eso, también por la forma en que dijo
su nombre con tanta confianza - No puede ser... Anaciel... tú... - trató de preguntar él.
Ella sólo lo miró con una dulce sonrisa - Siempre fuiste tú verdad?... eso tan importante que no
podía recordar... eras tú...- dijo y una lágrima rodó por su mejilla.
Aquellos gestos de amor y frases sueltas al azar habían hecho un sendero de migajas en la mente
de Anaciel, logrando armar parcialmente un rompecabezas en su cabeza mientras dormía, y
llegando a recuperar parte de sus recuerdos tan preciados...
Al rato, regresó a la habitación, pero jamás esperó ver lo que encontraría allí dentro. Al abrir la
puerta vio a un niño arrodillado al lado de la cama y observando muy de cerca a la joven ángel que
aún dormía, se trataba de Rustem, el séptimo príncipe y guardián del infierno de la Envidia.
- Pero qué?! - dijo entre dientes Noré, rápidamente lo tomó de sus ropas y lo arrastró fuera de la
habitación hasta el salón principal.
- Rustem! Qué demonios crees que haces?!, por empezar, ¡¿Qué rayos haces aquí?! - preguntó
indignado el joven Diablo.
- Sueltame Noré! Como te atreves a arrastrarme así idiota! - exclamó Rustem.
- Ya empezaron a pelear...- dijo Vittorio mientras entraba al salón.
- Vittorio, ¿tú lo trajiste aquí? -
- ¿Y qué esperabas que hiciese?... necesitabas su ayuda y dijo que lo pensaría después de
conocerla...-
- Noré, ¿Qué ocurre? - preguntó Anaciel quien se había despertado por los gritos de ambos -
¿Quién es él? -.
A regañadientes Noré los presentó - Anaciel, él es Rustem, otro de mis hermanos y séptimo
príncipe -
- Qué lindo!, tienes un hermano pequeño - dijo emocionada.
- Hola Anaciel, es un gusto conocerte - saludo sonriente.
- Igualmente Rustem -
- ¡Que hermosa eres!. Yo también quisiera un ángel así para mi -
- No es un juguete Rustem, no puedes tenerla por capricho...- murmuró Vittorio.
- Pero es tan bonita y sus alas se ven tan suaves! - exclamó mientras se abrazaba a su cintura.
- No la toques con tanta confianza enano atrevido! - dijo celoso Noré
- Noré déjalo es sólo un niño...- lo apañó Anaciel y Rustem volteó a verlo con un gesto burlón en su
rostro.
- Voy a matarte enano....- afirmó ofuscado el joven Diablo.
- Calmate Noré, pareces otro niño...- dijo Vittorio poniendo su mano en el hombro de este.
En ese momento Noré recordó que una de las cosas que más le gustaba a Anaciel en el mundo
humano era estar con los niños, así que contra Rustem llevaba las de perder.
El pequeño príncipe tenía una actitud irritante y traviesa, logrando sacar de quisio a su hermano
mayor. Le divertía molestarlo, ya que Noré siempre reaccionaba pero, además de eso, a Rustem le
encantaban las mujeres hermosas y las cosas bonitas.
- Mejor vayamos al grano de una vez antes de que los convierta en piedra a ambos... Rustem, ya la
conociste, ¿ahora que harás?...- preguntó Vittorio.
El niño lo pensó por un momento - Esta bien, traeré la joya... pero sólo si ella me da un beso -
respondió descaradamente.
- Qué dices?! - exclamó Noré.
- ¿Cuál es el problema?, es sólo un beso en la mejilla -
- Eres un enano descarado -
- Y tú un Diablo estúpido y egoísta, tienes algo tan bonito y la quieres toda para ti so- - en medio
de la discusión Anaciel sorprendió a Rustem dándole un tierno besó en la mejilla, Noré y Vittorio
también se sorprendieron.
El pequeño Diablo se ruborizó - De verdad... lo hiciste...- dijo mientras se tocaba la mejilla.
- Sí, dijiste que si lo hacía nos ayudarías - sonrió ella.
- Pero...¿ y si estaba mintiendo?-
- ¿Por qué mentirías? -
- ¿De verdad... eres así de inocente? - dijo confundido.
- Bueno ya obtuviste lo que querías, ¿Vas a traernos la joya si o no? - preguntó ya fastidiado Noré.
- Ella me tomó por sorpresa, exijo que me dé otro así puedo disfrutarlo - dijo Rustem con
desparpajo.
- No lo hará!, ya agotaste mi paciencia enano -
- No me digas que estas celoso de un niño, Diablo estúpido, me das pena -
Y así Noré y Rustem continuaron peleando mientras Anaciel se colocó al lado de Vittorio para
verlos de lejos, aquella situación la hacia reír.
- En verdad son divertidos - comentó ella
- Tal vez, pero Rustem tiene razón...-
-¿En qué? -
- En que eres demasiado inocente, esa inocencia es peligrosa, te hace vulnerable...-
- Tal vez... pero me gusta pensar que si le brindas tu confianza a los demás, ellos se vuelven
incapaces de traicionarte - sonrió ella.
Vittorio la miró algo indiferente y dijo - Tienes una forma curiosa de pensar...-
- ¿Tú crees?, es gracias Noré que cambie mi manera de ver las cosas. Antes vivía temerosa de
ustedes, del mundo que era ajeno al mío, por las enseñanzas que había recibido... pero cuando me
permití conocerlo me di cuenta que sólo debo juzgar luego de ver con mis propios ojos. Sé que no
todos los Diablos son como él, también los hay como Hazar, pero ¿Por qué no darme la
oportunidad de confiar un poco más?.. es una forma de aprender y conocer -
- ¿Así?... y según tú que tipo de Diablo soy?...- preguntó Vittorio.
- Mmm... eres reservado y tranquilo, alguien que no expone sus emociones, pero por la forma en
que me ayudaste en aquella ocasión diría que eres amable -
- Dices que soy amable por que te ayudé?... ¿Cómo sabes que fue amabilidad y no por interés?...-
intentó ponerla a prueba, pero Anaciel lo anuló completamente con su respuesta
- No lo sé, de eso se trata confiar... - sonrió.
Vittorio se sorprendió por la sencillez y honestidad de su respuesta, esbozó una casi imperceptible
sonrisa y dijo - Tienes una filosofía de vida interesante... -
- Gracias -
Por otro lado, la discusión entre Noré y Rustem parecía no tener fin, el pequeño reveló sus
particulares alas negras y voló hasta donde estaba Anaciel para ir a su encuentro - Rustem!,
¡Tienes alas!, no lo sabía - dijo sorprendida ella.
- Sí, soy el único de los siete que puede volar, como ves tenemos algo en común hermosa Anaciel -
dijo galante.
En eso se acercó Noré ya agotado por la situación - Definitivamente no puedo con este mocoso -
- Cálmate Noré... con esa actitud sólo empeoras las cosas...- lo aconsejó Vittorio.
- Así es Diablo idiota!, tienes una forma muy egocéntrica de pedir un favor - continuó provocándo.
- Escucha Rustem - intervino Anaciel - aún no termino de entender como funcionan las cosas aquí
pero, por lo que me dijo Noré, el único que puede traer la joya eres tú. La necesitamos para ir con
tu hermano Loxur y que me libere del pacto con Hazar... me agrada estar con ustedes, pero me
temo que no podré resistir mucho tiempo más... si nos ayudas te estaría inmensamente
agradecida, por favor...- le pidió mirándolo a los ojos.
Rustem lo pensó un segundo - Esta bien, no puedo negarme al pedido de una dama tan hermosa
como tú - dijo y besó delicadamente su mano.
Aunque era mucho más joven, Rustem se esforzaba por actuar como un caballero frente a una
mujer, ya que según sus propias palabras le atraían las cosas bonitas y le gustaba que ellas le
prestasen atención.
- Te lo agradezco -
- Sí algún día te cansas del bruto de mi hermano espérame Anaciel, cuando crezca seré el príncipe
que necesitas. La diferencia de edad no será un problema para mi - dijo con total desparpajo.
La joven ángel sólo rio divertida por su loca propuesta - Qué ocurrente eres Rustem je je -
- Maldito enano precoz, ya me hartaste. Belzet comételo! - ordenó Noré y el perro comenzó a
perseguir al pequeño Diablo por todo el salón.
La discusión duró un poco más pero parecía que Anaciel había logrado convencer a Rustem de
cooperar con ellos.
Para que los ánimos se calmasen, Vittorio se retiró al balcón a hablar con el pequeño, mientras
que Anaciel quedó en el salón con Noré - Perdóname Anaciel, no quería que vieses ese lado tan
vergonzoso mío... por eso no deseaba hablar con Rustem en persona, siempre termina
irritándome con su actitud - dijo tocándose la cabeza mientras permanecía sentado en un sillón.
Ella estaba de pie frente a él - No te preocupes por eso, yo me divertí, me gusta conocer aspectos
que no sabía de ti - sonrió - me interesa saberlo todo -
- Créeme, no querrás conocer todo de mi...- dijo algo misterioso.
- Eh?, ¿Por qué no?. Yo no soy alguien interesante, supongo que ya lo sabés todo de mi... era una
simple ángel a la que un día le dijeron que había sido seleccionada por el oráculo para suceder a
un arcángel. Nunca había cuestionado nada que se hubiese preestablecido para mi hasta que te
conocí... sabés que hubiese entregado mis alas sin dudar pero...-
- Lo sé, tu familia...-
- Así es, nunca tuve interés en ocupar un lugar de autoridad, si hubiese tenido una mínima señal
de que ellos estarían bien no me habría marchado de tu lado...-
- Sí... lo comprendo...-
- Estoy preocupada por ellos ahora, mis superiores deben estar muy molestos con todo esto...-
- No te preocupes, te sacaré de aquí y verás que ellos estarán bien - le dijo mientras tomaba sus
manos y la miraba a los ojos.
Una pregunta sobrevolaba implícitamente en el aire, aunque ninguno de los dos se atrevía a
hacerla, ¿Qué pasaría con ellos cuando todo acabase?, ¿Podrían estar juntos o volverían a
separarse?. Era un interrogante que no podían responder pero que al estar presente en sus
corazones los impulsaba a disfrutar de cada momento juntos.
- Hay algo que quiero preguntarte... tú y yo hemos...-
- ¿Si hemos hecho el amor? - se adelantó Noré - Sí, muchas veces... pero si quieres podemos
recordarlo ahora mismo...- sugirió mientras la tomaba de la cintura.
- Noré...- susurró apenada Anaciel.
- Ja ja, estoy jugando, adoro ver cuando te avergüenzas...- bromeó con su atrevido sentido del
humor.
Y al mismo tiempo, en el paraíso, se tomaba una decisión que cambiaría drásticamente el futuro
de la joven ángel
- Guardián Zarasel - dijo un arcángel de aspecto misterioso.
- Sí señor, a sus órdenes - respondió el guardián.
- Luego de escuchar tu informe sobre el paradero de Anaciel, y el acuerdo al que llegaste con ese
Diablo, el Consejo a llegado a una decisión final, no llamaremos a la guerra por ella -
- ¿Cómo dice?...- se sorprendió él.
- Lo que oyes, una criatura que resulta tal tentación para seres despreciables como los diablos no
hace más que causarnos problemas y alterar el balance entre nuestros mundos, no sacrificaré
soldados por su bienestar -
- Pero señor, ella es una víctima en todo esto! -
- Silencio Zarasel, que seas su hermano no te da derecho a opinar sobre este asunto, estas aquí
para acatar órdenes -
El guardián quedó en silencio y el arcángel continuó - Tú y yo sabemos que lo más probable es que
muera ahí abajo, pero llegado el caso en que ese Diablo logre sacarla, tienes la orden directa de
matarla. Una vez que su existencia como ángel desaparezca, automáticamente el oráculo
designará a un nuevo sucesor y ese si nos encargaremos de que no se escape de nuestra manos,
no cometerémos el error de darle tanta libertad como a esa jovencita -
- Matarla?... -
- Ya escuchaste, si te preocupa tu bienestar y el del resto de tu familia harás lo que se te ordena
como el guardián que eres. Sino serán acusados de traición -
- Entiendo...-
- Sí crees que no puedes hacerlo dímelo y se lo pediré a alguien más -
- No... yo lo haré, es mi hermana... me aseguraré de que no sufra...-
- Perfecto, entonces así será. Te lo advierto Zarasel, no intentes engañarnos, recuerda que puedo
sentir su presencia divina donde sea que esté. En estos momentos sigue con vida en el Infierno,
pero sabré inmediatamente cuando muera -
- He comprendido cuáles son mis órdenes señor -
- Ya puedes retirarte - dijo por último el arcángel y el guardián se marchó.
Zarasel se encontraba en una terrible contradicción, aquella espada con la cual había jurado
proteger a su hermana Anaciel, ahora se convertiría en la guillotina que dictaminaría su sentencia
de muerte...
- ¡¿Zarasel es tu hermano?! - dijo sorprendido Noré.
- Sí, así es. Disculpa, pensé que te lo había dicho antes...- respondió Anaciel.
- Sí... sé que Zarasel puede ser rudo, pero es un buen hermano. Tener que ser un guardián no ha
sido fácil para él...-
- ¿A qué te refieres? -
- Él es mi hermano mayor, el único que tengo, siempre fuimos muy unidos, lo compartíamos todo.
De muy joven demostró ser un habilidoso guerrero y cuando los arcángeles lo descubrieron lo
llevaron a un palacio para prepararlo y que sea un guardián divino, así que repentinamente nos
separaron... Cada tanto el venía a visitarnos, yo lo extrañaba mucho, pero decía que no podía
oponerse a las decisiones de los arcángeles, su voluntad es absoluta.
Cuando nos encontrábamos en público ni siquiera podía tratarlo como a un igual, debía dirigirme a
él como mi superior, eso me llevó tiempo entenderlo, ya no podía ser afectuosa con él.
Cuando el oráculo me designó como sucesora yo era muy pequeña y mi hermano abogó para que
creciese con mis padres el mayor tiempo posible y no tuviese que ser separada de ellos como le
ocurrió a él, diciendo que se haría cargo de mi seguridad. Ahí fue cuando entendí que su amor por
mi seguía intacto, hasta que llegó el momento en que no pudo aplazarlo más y fui llevada al
palacio.
Me sentía muy sola ahí dentro, que tuviésemos que tratarnos con tanta distancia pese a que
nuestras miradas decían otra cosa era muy triste. De seguro está muy preocupado por mi en estos
momentos...- dijo ella y entristeció su mirada.
- No te preocupes, aunque creo que él me detesta, le prometí que te sacaría de aquí... no estoy
seguro de que confíe en mi palabra, pero así será -
- Entiendo...-
- No estés triste... te mostraré algo que quizás te guste - dijo Noré mientras se ponía de pie y
caminaba en dirección a un hermoso piano blanco que estaba en la esquina del salón.
Tomó asiento y con sus propias manos interpretó una simple pero hermosa melodía, Anaciel
sonrió impresionada - ¿Te gustó? - preguntó él.
- La hice para ti -
- ¿Para mi? , ¿Sabes hacer música? - preguntó ella mientas se acercaba más.
- Aún no del todo, es algo complejo, pero aprenderé a hacer cualquier cosa que te haga felíz - dijo
con una sonrisa.
- Noré... siempre eres tan gentil...- agradeció ella mientras lo abrazaba por detrás y le daba un
tierno beso en la mejilla.
En medio de esa atmósfera romántica, ninguno de los dos podía imaginar que estaban siendo
espiados desde afuera por un diminuto sirviente de Hazar.
Aquel Diablo, desde la intimidad de su habitación en el segundo reino, podía ver a través de una
bola de cristal todo lo que los ojos de ese demonio alcanzaban.
Y allí estaba ella, verla amar a Noré de esa forma lo hería profundamente, podía sentir como el
fuego de los celos ardía en su pecho.
Mientras bebía una copa de sangre, Hazar comenzaba a perderse en sus recuerdos. Profundas
memorias que había intentado con desesperación olvidar, de aquellos días en que conoció a
Anna...
Muchos años atrás, Hazar recorría las calles de diferentes pueblos en busca de compañía femenina
y del placer que esta traía. Bajo una cabellera rubia e imnóticos ojos color miel seducía a cuanta
dama cruzara en su camino, haciéndose llamar Alan.
Sus favoritas eran las mujeres casadas o comprometidas, ya que eran atrevidas y desenvueltas en
la intimidad.
Así, pasaba los días de su juventud divirtiéndose en el mundo humano, sin aferrarse a nada, sólo
siguiendo sus más básicos instintos lujuriosos.
Otra de las cosas que disfrutaba era del café preparado por los humanos, su aroma agradable y
sabor eran una tentación para él, así que le gustaba recorrer los bares y cafés de los diferentes
pueblos que visitaba, y en uno de ellos la conoció...
Una joven dulce y muy hermosa, de sonrisa contagiosa y brillantes ojos verdes, llamada Anna.
La muchacha trabajaba como mesera de un pequeño café durante la tarde hasta la noche.
Desde que la vio por primera vez Hazar no pudo quitarle los ojos de encima, apenas estaba
entrando en la madurez, era de baja estatura pero de cuerpo esbelto, cabello corto castaño y de
apariencia humilde. No era para nada llamativa, pero su belleza natural resultaba innegable.
Aunque la joven lo atendía de manera amable, Hazar apenas podía responderle, se sentía
intimidado por su presencia inocente.
Hasta el día en que ella accidentalmente tocó su mano mientras retiraba la taza de su mesa -
Disculpe joven -
- Viene muy seguido aquí, veo que disfruta de la lectura - comentó ella al ver un libro sobre la
mesa.
- Oh, ya entiendo. Bueno, debo seguir trabajando pero seguro nos seguiremos viendo ¿verdad?.
Fue un gusto joven Hazar - sonrió ella y estiró su mano en señal de querer estrechar la de él.
Hazar sonrió, tomó delicadamente su mano y la besó, no pudo evitar seguir su impulso - Es un
placer señorita Anna - terminó por decir mientras la miraba con ojos seductores.
Ella se sonrojó por aquel gesto y lentamente se fue a continuar con su labor.
Aquel Diablo estaba encantado, su mano le pareció tan pequeña y delicada, su reacción tímida lo
cautivó, quería saberlo todo sobre ella.
Así que, además de asistir al café, comenzó a espiarla para saber sobre su vida.
Durante el día asistía a un modesto hospital vestida como enfermera, en algunas ocasiones a la
biblioteca del pueblo y por la tarde hasta la noche trabajaba en el café para luego regresar a su
casa, pero siempre sola.
Parecía la situación ideal, una hermosa joven solitaria era una víctima perfecta para seducir.
Al principio, Hazar pensó que sería algo sencillo, pero luego se dio cuenta de que no sabía ni como
iniciar. Anna no era como las otras mujeres que el conocía, damas aburridas de la rutina de sus
parejas y deseosas de tener un amante, no, ella era autosuficiente, muy activa y no parecía
demostrar interés en tener pareja.
Así que comenzó a planear sus encuentros para que pareciesen casuales, y una tarde en la
biblioteca local ...
Anna estaba tratando de alcanzar un libro de un estante superior, pero al ser de baja estatura le
resultaba imposible, fue entonces cuando de sorpresa Hazar apareció detrás de ella y se lo entregó
- ¿Esté es el que deseabas? - preguntó él.
- Sí, muchas gra... , joven Hazar! - se sorprendió ella - Es la primera vez que lo veo aquí -.
-¿Qué lees? -
- Enfermera, que interesante... yo ya me iba al café, solo vine a cambiar los libros, ¿te diriges hacia
allá?-
El plan del Diablo era involucrarse lentamente en la vida diaria de la joven, Hazar no era de
tomarse tanto trabajo para conseguir lo que quería, pero mientras más la conocía, más se sentía
incapaz de obligarla a nada.
Algunos eran más insistentes que otros, pero todos terminaban siendo rechazados.
Aquella situación comenzó a despertar lentamente un sentimiento desconocido para Hazar, los
celos. Aunque confiaba en que ninguno estaba a su altura y que terminarían fracasando a la hora
de conquistarla, el sólo hecho de que se atraviesen a mirarla lo molestaba.
Pero todo cambió una noche de invierno, el frío recorría las calles del pueblo cuya oscuridad se
hacía más profunda conforme avanzaba la estación, Anna se retiró un poco más tarde de lo
habitual del local para regresar a su hogar.
Siempre se había sentido muy segura pese a volver sola de noche, pero a esa hora ya nadie
transitaba por el lugar, así que apresuró su paso y al pasar por un callejón fue sorprendida por uno
de los hombres que la pretendía - Anna!, te estaba esperando - exclamó el joven.
- Ya le dije que no estoy interesada en usted, déjeme en paz - intentó correr pero aquel hombre la
atrapó del brazo con fuerza.
Ella por el miedo sólo cerró sus ojos un instante y sintió como el muchacho abruptamente la soltó,
cayendo así al suelo. Y al mirar nuevamente descubrió que otro hombre tomaba por el cuello al
joven, se trataba de Hazar, quien había sido testigo de todo, pues la seguía cada noche a
escondidas de camino a su casa.
Mientras lo aprisionaba contra la pared, aquel hombre, rápidamente, sacó una navaja de su
bolsillo y le hizo un pequeño corte en rostro.
Con su otra mano, el Diablo tomó su muñeca y la quebró usando apenas un mínimo de su fuerza.
Se moría de ganas de aplastar su garganta pero se contuvo
- Escuchame bien basura, si te acercas de nuevo a ella te juro que te arrancaré los brazos...- lo
amenazó en un susurro, mirándolo con sus impactantes ojos demoníacos que brillaban en la
oscuridad - Ahora vete, no se te ocurra volver por aquí - terminó por decir y lo arrojó al suelo con
violencia, obligándolo a huir despavorido.
Mientras lo veía irse, Hazar sintió como la sangre bajaba por su rostro, podía haber cerrado
inmediatamente la herida pero si ella lo veía llamaría su atención, así que lo dejó como estaba.
Lentamente se acercó y la ayudó a ponerse de pie - ¿Estás bien Anna? - preguntó gentil.
Asustada y con lágrimas en sus ojos se abrazó timidamente a él - Joven Hazar... muchas gracias...-
Estaba sorprendido, era la primera vez que veía su fragilidad, siempre tan alegre y llena de
energía, aquella faceta le era totalmente desconocida.
Al tenerla tan cerca pudo notar lo pequeña que era a su lado, deseaba abrazarla con todas sus
fuerzas pero se limitó a acariciar su cabeza.
- No te preocupes por esto, no es nada... déjame acompañarte a tu casa, por si ese loco regresa -
Al llegar a su casa, Anna lo invitó a pasar - Por favor déjeme curarle esa herida, es lo menos que
puedo hacer...- le pidió ella y este aceptó.
Tal como sospechaba, la muchacha vivía sola en aquella pequeña pero acogedora casa. Hizo que
Hazar tomará asiento en la sala de estar y se dispuso a curarlo.
Era tan delicada y gentil, el Diablo no podia dejar de mirarla, estaba rendido ante sus manos - ¿Por
qué estaba ahí joven Hazar? - preguntó ella mientras terminaba de ponerle una venda.
- Por favor, sólo dime Hazar, me gusta salir a caminar por las noches. Me sorprendió verte tan
tarde, iba a preguntarte si querías que te acompañase para estar más segura y vi todo lo que
sucedió -
- Algunos hombres suelen ser muy insistentes... pero nunca de esa forma, en verdad me asustó
mucho -
- Entiendo -
- ¿Lo notaste?... Sí, ya hace unos años vivo sola. Mis padres murieron de una enfermedad en la
sangre. Fue muy triste, en apenas unos meses se fueron...a pesar de ser muy joven el dueño del
café aceptó dejarme trabajar para él, así logro mantenerme a mi misma, pero decidí que quiero
ser enfermera para ayudar a los enfermos cuando lo necesiten, es mi vocación...- dijo con orgullo.
- Ya veo... -
- Por eso déjame agradecerte nuevamente lo de hoy... si ese hombre me hubiese llevado no sé
que sería de mi... nadie me buscaría, ya que no tengo familia...-
- Yo lo haría -
- Eh? -
Compartieron una larga y agradable charla, el Diablo disfrutaba mucho de su compañia, pero
habia llegado el momento de retirarse.
- Anna...- dijo misterioso mientras tomaba la mano de la joven - me gustas... estoy interesado en ti
desde hace tiempo. Si me lo permites, quisiera cortejarte -
- Por favor Anna... dame la oportunidad de enamorarte - le pidió mirándola con sus ojos
seductores.
Él besó su mano y le susurró - Te prometo que no te arrepentirás...- y se marchó con una sonrisa
en su rostro.
La joven en cierta medida también se sentía atraída por Hazar, pero hasta ese ese momento
realmente no buscaba tener una pareja, había una poderosa razón que aún no se atrevía a decirle
a nadie.
- Sí...-
- Hay un lugar al que me gustaría llevarte - sonrió y en pleno anochecer la llevó hasta una antigua
taberna, muy alegre y llena de música.
- Sí, aunque eres joven, estás tan ocupada que nunca te diviertes, ¿Me equivoco? -
- Tienes razón...-
- Vamos a bailar -
- Eso no importa, sólo debes divertirte - terminó por decir y le tendió la mano en señal de
invitación.
Ella tímidamente la tomó y Hazar la guió bailando. Anna sólo podía sonreír, era la primera vez que
se divertía en compañía de alguien más.
Pasaron una velada increíble juntos, y de regreso a la casa de la joven se detuvieron en un rosedal.
Tomaron asiento en un banca entre medio de las flores rojas y ella suspiró - Me encanta este
lugar, amo las rosas pero las blancas son mis favoritas - dijo mientras acariciaba los pétalos de una
rosa roja a su lado.
- Blancas?... mira esto...- dijo y simulando hacer un truco de magia sacó de la manga de su sacó
una rosa blanca que había hecho el mismo.
- Es preciosa...-
- Y tu diferente... No voy a mentirte, he conocido muchas mujeres, pero ninguna como tú... tan
especial...-
- ¿Especial?...-
- Sí, tan dulce y hermosa... me traés loco... - continuó sin dejar de mirar esos enormes ojos verdes
que lo imnotizaban.
- Desde la primera vez que te vi... supe enseguida que quería que fueses mía...- respondió él sin
reservas. Hazar era un experto en el engaño pero en aquella ocasión, sin saber por qué, le estaba
abriendo su corazón a una simple niña.
Anna estaba conmovida, era la primera vez que un hombre se le confesaba con tanto sentimiento,
la hacía estremecer.
Ya de regreso en su casa, se disponían a despedirse desde la entrada.
Hazar no pretendía conseguir nada de ella esa noche, sólo disfrutar estar a su lado.
- De nada, es sólo una noche de las muchas que vendrán si me aceptas...- sonrió seductor él.
- Nos vemos preciosa - dijo por último Hazar y cuando estaba dando media vuelta para irse ella lo
llamó - Espera! -
- Que ocurr- iba a preguntar pero Anna lo sorprendió abalanzándose sobre él y haciendo puntas de
pie le dio un tierno beso en la mejilla. Sorprendido por aquella acción, no pudo evitar conmoverse.
Ella sólo sonrió y entró a su casa.
Hazar se sentía estúpido, ¿Cómo podía ser que un Diablo como él, que venía de disfrutar noches
enteras de lujuria, se estremeciera por un simple beso en la mejilla?. La respuesta era simple, era
por ella, todo lo que viniese de Anna lo enloquecía.
Así, tuvieron varias salidas más hasta que un día, sin explicación, la joven empezó a evitarlo.
Hazar no podía entender el por qué, se preguntaba una y otra vez que había hecho mal, ¿Será que
lo había descubierto?, ¿Había descuidado su disfraz?. No, estaba muy atento a no bajar la guardia
respecto a ello.
Se sentía morir cada vez que intentaba acercarse y ella salía corriendo sin decirle nada.
No quería obligarla a nada, hasta que un día no pudo evitarlo, necesitaba una respuesta.
Ella se sorprendió pero intentó pasar a su lado y entrar sin responder, Hazar la tomó del brazo y la
obligó a mirarlo - Dime que sucede Anna -
- Déjame Hazar... -
- Tengo miedo... me da miedo estar enamorada de ti... de ser ingenua y dejarme engañar por
alguien con tanta experiencia como tú ...- dijo entre sollozos - todo el tiempo pienso en ti... no me
siento yo misma, me da miedo... sólo déjame Hazar...-
El Diablo quedó impactado por aquellas palabras que guardaban algo de lógica, una niña inocente
que apenas cumpliría dieciocho años contra un joven adulto que había vivido tanto como él.
Hazar la rodeó con sus fuertes brazos y la besó apasionadamente, Anna simplemente no pudo
resistirse, y así bajo aquella intensa lluvia tuvieron su primer beso - No puedo dejarte... aún no te
has dado cuenta que ya eres mía Anna?...- le dijo con una sonrisa seductora.
A partir de ahí su relación sólo fue un espiral de intensa pasión que tuvo su punto más importante
cuando, finalmente, la convenció de hacer el amor...
Él estaba sentado sobre la cama y ella de pie frente a él - Hazar... yo no sé... como hacerlo... es la
primera vez que...- dijo nerviosa y apenada.
El Diablo tomó sus manos y las besó con ternura - Déjamelo todo a mi... te prometo que lo
disfrutarás... - respondió mirándola fijamente a los ojos.
Para Hazar tambien era una ocasión diferente, nunca antes lo había hecho con una mujer así de
inocente, ni siquiera él entendía el por qué, pero quería que fuese especial para ella.
Con sólo un beso dieron rienda suelta a su pasión mientras un sentimiento gentil, sin saberlo,
abrazaba el corazón del Diablo. Sin duda alguna esa velada había sido diferente.
Se amaron toda la noche, Hazar no era de quedarse a dormir, pero hasta él mismo se sorprendió
cuando descubrió que ya estaba amaneciendo. Extrañamente se había quedado dormido junto a
esa hermosa joven que aún soñaba recostada sobre su pecho.
Era un misterio, se sentía hechizado por ella, la miraba dormir y simplemente no deseaba
despertarla, quería seguir disfrutando del calor de su suave piel.
Finalmente había conseguido lo que tanto deseaba desde un principio, poseerla, pero ya no le era
suficiente, lo quería todo de ella. Sus besos, sus abrazos, las largas y profundas conversaciones y
su cuerpo...
Ya no podía detenerse.
Una de esas tantas noches, compartieron una taza de café sobre la alfombra frente a la chimenea,
cada uno estaba concentrado en su propia lectura hasta que en un momento Hazar la abrazó por
detrás buscando besar su cuello - ¿Me dejas ser tu distracción?... - le susurró
Ella lo miró en silencio por un segundo - Quiero que seas quien tú desees ser de verdad ....-
- No puedo explicarlo, pero cuando te miro a los ojos siento que escondes algo...-
El Diablo sintió que un frío recorría su espalda, ¿Lo había descubierto?, se preguntó, pero ella
continuó - Eres misterioso, y eso me atrae mucho, pero ansío el día en que puedas mostrarme
todo de ti - terminó, dándole un suave beso.
Hazar quedó pensando en aquella sensación fría, ¿Acaso sentía miedo de que ella lo descubriera?,
¿Por qué?, la respuesta era obvia : miedo a perderla.
De regreso en el infierno se topó con Kalir y Salomón que ya venían observando su particular
comportamiento - Vaya! Hasta que por fin te vemos Hazar - dijo con burla Kalir.
- Sólo saber un poco de ti, has estado bastante ocupado últimamente ¿No es así? -
- Quien lo diría, el poderoso príncipe de la lujuria ahora esclavo de una mujer humana ja ja ja -
- ¿De verdad creíste que no nos enteraríamos?, ya vimos que estás enamorado de una joven
humana- agregó Salomón.
- No te avergüences Hazar, no es tan malo tener una debilidad - comentó con burla Kalir.
- Cállate, no sabes nada, sólo le saco provecho como al resto de las mujeres - dijo visiblemente
molesto.
Salomón permanecía impasible, como siempre, frente a él - ¿Tienes algo más que decir? -
preguntó Hazar con ironía.
Seriamente Salomón respondió - Puedes decir lo que quieras, pero tu comportamiento te delata -
- ¿Ah no?, entonces sólo te diré esto... el día que encuentres una criatura a la cual no quieras
mentirle preocúpate, por que significa que te importa de verdad...-
Terminó Salomón, quien era un experto en decir verdades incómodas, y se marchó, dejando
pensando a Hazar.
Ahora el Diablo se encontraba en una contradicción, con aquellas palabras sus hermanos habían
herido profundamente su orgullo de demonio. No quería aceptar que realmente había caido preso
del amor de una mera humana.
Empezó a cuestionarse si seguirla viendo o no, pero de sólo saber que ella lo esperaba cada noche
salía corriendo a su encuentro, no lo podía dominar, el cuerpo se lo pedía.
Una noche estaban a punto de hacer el amor nuevamente, pero él gentilmente la detuvo - Espera
Anna... -
Ella estaba impactada pero, para sorpresa de Hazar, seguidamente esbozó un sonrisa. Se acercó a
él y acarició su rostro - Sabía que ocultabas algo... aunque debo admitir que no imaginé algo así -
sonrió.
- Anna yo...-
- Déjame verte... tus ojos reales son mucho más hermosos, ahora siento que me miras de
verdad...-
- Soy incapaz...-
Frustrado Hazar comentó - Maldición Anna... por que tienes que ser así?... no quiero esto... ¿Por
qué me haces amarte de esta forma?...-
- No... todo lo contrario... me haces tanto bien que tengo miedo de no poder vivir sin ti...-
respondió mientras la tomaba de la cintura y recostaba su cabeza en el pecho de ella.
Anna correspondió acariciando su cabello - Yo ya soy tuya... ¿Tú serás mío Hazar?...-
- Entonces no digas nada... pero no dejes de mirarme con esos ojos que tienes ahora... me
encantan... no ocultes nada de ti cuando estés conmigo...- terminó por decir y lo besó
intensamente.
Aquella joven dulce escondía una fiera apasionada en la intimidad, era su mujer ideal. Cada vez
estaba más perdido por ella.
A la mañana siguiente Anna lo despertó con un tierno beso y una taza de café en la mano - Buenos
días Hazar...-
- Así es, desconozco la naturaleza de un Diablo mitad vampiro, pero si no puedes estar expuesto al
sol puedes quedarte aquí todo lo que quieras - sonrió mientras le entregaba la taza.
- Respecto a lo que dijiste ayer... si por que yo sea humana nuestra relación esta prohibida...-
- Anna...-
- Quiero que sepas que el día que sientas que ya no quieres verme por favor dímelo de frente... de
lo contrario siempre te esperaré...- dijo mientras acariciaba su rostro.
- Anna yo...-
- No tienes que responderme... sólo quería que lo supieras - sonrió y se despidió con un beso.
Hazar quedó sólo en aquella habitación, reflexionando sobre que hacer, había fallado en su
intento de asustarla, cayendo nuevamente ante sus encantos.
Continuó visitándola pero su corazón se había dividido en dos, por una lado su amor por aquella
joven y por el otro su orgullo herido.
Era consciente de que lo había domado por completo y no quería aceptar tal situación así que, una
noche, luego de nuevamente estar juntos, Anna despertó y notó que él ya no estaba.
Una extraña sensación invadió el pecho de la joven, la sensación de que nunca más lo volvería a
ver...
Así es, finalmente el orgullo le había ganado a su amor, tomando la única salida que encontró a
aquella situación, simplemente desapareció.
No quería enfrentarla pues sabía que cedería una vez más ante ella, los días pasaron pero él no
regresó.
Tal como prometió, Anna lo esperó, y mientras su corazón se rompía Hazar buscaba anestesiar el
suyo en otros lugares con otras mujeres, tratando de ser quien era antes de conocerla.
Y para peor, en medio de esa soledad, la joven recibió la noticia que tanto temía, la confirmación
de su enfermedad.
Siempre supo que había una gran posibilidad de que padeciera el mal que mató a sus padres, esa
era la razón principal por la cuál no quería tener pareja en un principio, para que nadie sufriese
por ella, pero aquella efímera felicidad junto a Hazar la hizo olvidar por un tiempo que podía
tenerla.
Los meses pasaron y una terrible ansiedad nació en Hazar, finalmente entendió que nada podía
suplir a Anna. Todo se lo recordaba, pero no encontraba el mismo placer de estar con ella en
ningún otro cuerpo. Era inútil luchar contra sus sentimientos.
Indeciso por volver a su lado, se detenía en regresar ante la duda de si ella lo odiaba por lo que
hizo, hasta que decidió que no importaba si Anna estaba enojada o no, se dijo a si mismo que
pondría todos sus esfuerzos en reconquistarla para volver a disfrutar de su compañía.
El primer lugar que visitó fue su casa, pero al mirar de cerca notó que la misma estaba vacía y
abandonada, la desesperación se apoderó de él, ¿Se había mudado?, ¿Había abandonado el
pueblo? . Necesitaba más información y se dirigió al único lugar donde podría obtenerla, el café.
Al llegar no la vio por ningún lado, y en su lugar había otra joven. Fue directo a hablar con el
dueño, quien siempre estaba sentado en la barra sirviendo bebidas - Disculpe señor, ¿Sabe en
donde puedo encontrar a Anna?- preguntó Hazar.
El hombre levantó la vista y dijo - Te conozco... eres el muchacho rubio que solía venir aquí... ¿Eres
Hazar? -
El hombre quedó en silencio por un momento - Ven conmigo, te llevaré hasta donde está -
respondió y dejó a cargo a otro empleado.
Comenzaron a caminar bajo la puesta del sol hasta una pequeña colina un poco alejada del
pueblo.
Hazar comenzó a notar que no había nada alrededor hasta que apreció con horror tres lápidas, y
aquel hombre señalando la del centro dijo - Allí está Anna...-
El Diablo sintió como nuevamente un frío corría su espalda - Tiene que ser una maldita broma...
Ella no puede estar mu- -
- Muerta - terminó la frase el hombre - Sí, Anna murió hace más de un mes... -
- Pero... si apenas hace unos meses han pasado desde la última vez que la vi -
- Es una enfermedad muy cruel, aún no tiene cura, es una sentencia de muerte...-
- Ella me habló sobre ti, no dijo mucho, sólo que estaba muy enamorada. Era evidente su felicidad,
pero entristeció mucho cuando te fuiste.... Y casi supo de su enfermedad al mismo tiempo...-
- No...-
Seriamente el señor se acercó y tocó su hombro - El orgullo es un sentimiento ambiguo, que
puede hacernos perder algo que no sabíamos que amabamos...- dijo por último y se marchó en
silencio dejando sólo a Hazar.
El Diablo sintió que su corazón se deshacía, una sola lágrima rodó por su mejilla y con ella escapó
su orgullo para siempre.
Con un sólo movimiento de su mano hizo aparecer muchas rosas blancas alrededor de la tumba de
su amada - Perdóname Anna... estoy seguro de que me esperaste tal como lo prometiste... pero
como un idiota me alejé. No puedo volver el tiempo atrás, pero te aseguro que buscaré tu alma en
cada rincón que exista... hasta asegurarme que seas mía en tu siguiente vida... - juró Hazar y así lo
hizo.
Recorrió cada parte del infierno para encontrarla pero sin éxito, hasta que decidió buscar consejo
en el ser más antiguo del Inframundo, un Espectro llamado Arza, que vivía en el reino de la Codicia
- Arza, ¿hay alguna forma de resucitarla? - preguntó Hazar.
- Eso es imposible señor, si hace mucho tiempo que murió su alma ya debe estar en camino hacia
la reencarnación. Si tratamos de revivirla lo más probable es que un alma errante ocupe su cuerpo
y ya no sería ella - respondió el espectro.
- Exacto señor, independientemente de dónde esté su alma ya debe estar por comenzar otra vida -
- No sé preocupe, si usted en verdad fue importante en la vida de esa joven, ella directa o
indirectamente regresará a usted -
- No importan las vidas, el alma es la misma, inexplicablemente para ellas siempre buscan volver a
aquello que las hizo felices, en este caso usted. Pero su encuentro puede estar sujeto a los más
mínimos acontecimientos cotidianos... Deberá estar atento a todas las señales que el destino le
dé, si ignora alguna de ellas puede que ya no la encuentre jamás...- terminó por afirmar el
Espectro.
Así, pasaron más de veinte años sin tener ni una mínima señal de que Anna regresase, Hazar
terminó por desilucionarse, buscando rellenar ese vacío en su corazón nuevamente jugando con
otras mujeres. Pero lo que jamás imaginó es que Arza estaba en lo cierto, su encuentro con
Anaciel estaba destinado a ser, sólo que él lo ignoró, siendo así Noré quien la encontró en su lugar.
Aquella noche Loxur le encomendó a Hazar que fuese a buscar un alma errante que se encontraba
aferrada a una vieja casa en el bosque, casualmente estaba cercano al pueblo donde conoció a
Anna y para no revivir dolorosos recuerdos decidió ignorar su deber e irse sin decir nada a otro
lugar en busca de entretenimiento y distracción.
Al enterarse, Loxur envió a Noré a hacer dicho trabajo y este fue sin excusas. Luego de terminar el
encargo eligió quedarse un tiempo más en el lugar para despejarse y ese fue el momento en que ,
a escondidas, vio a Anaciel por primera vez. Dejando en él tal impresión que ya no querría dejar de
verla jamás.
Cuando ya había sucedido todo entre Anaciel y Noré, recién en ese entonces Hazar notó el
particular comportamiento de su hermano, sus salidas diarias al mundo humano, llamándo su
curiosidad - Rustem, ¿Tú sabes a donde se dirige Noré? - preguntó.
- Sí, la visita cada noche tomando la forma de un ave para estar cerca de ella si llamar su atención -
- Ja ja, eso tengo que verlo - dijo con burla y salió tras de él.
Hazar ocultó su presencia para que Noré no lo notase y poder seguirlo a la distancia. Al llegar al
bosque tomó la forma de un zorro blanco para mezclarse con el entorno. El lugar le resultaba
conocido, era el bosque cercano al antiguo pueblo de Anna.
Se escondió entre los árboles esperando la llegada de aquella ángel que enamoró a su hermano,
pero en cuanto vio a Anaciel, Hazar sintió que su corazón se detenía - No... puede ser... - se dijo a
si mismo impactado. Aquella hermosa ángel era la viva imagen de su amada Anna.
Verla nuevamente había despertado con más fuerza que nunca los sentimientos de su
atormentado y culposo corazón.
La desesperación por tenerla otra vez sólo iba en aumento y ya no se detendría por nada del
mundo, ni siquiera por pasar encima de su propio hermano.
Y ahora ahí estaba, sumergido en recuerdos que lo alentaban a actuar sin medir consecuencias, a
dar el siguiente pasó que terminaría con todo...
Aquel momento íntimo entre Noré y Anaciel se vio interrumpido por Rustem, quien entró volando
por el balcón - Anacieeeel!!!- exclamó en tono jocoso con los brazos abiertos.
- Apenas llegas y ya andas de atrevido mocoso...- murmuró molesto Noré intentando separarlo,
tomándolo por detrás de su saco.
- Déjalo Noré, no está haciendo nada malo - le pidió ella.
- Ya oíste a la dama, dejanos en paz, ¿Qué no ves que ya tenemos un vínculo especial? - dijo con
burla el pequeño.
- Mira, traje la joya para ti preciosa - dijo enseñanado una hermosa gema azul.
- Lo sé, lo sé. ¿No crees que me merezco otro beso por cumplir mi promesa? -
- Te voy a...-
El joven Diablo se sentía derrotado por su hermano menor, debía controlarse o haría que ella se
terminara molestando con él.
- De verdad muchas gracias Rustem - continuó Anaciel mientras se arrodillaba para estar a su
altura - No tenías la obligación de ayudarnos y aún así lo hiciste, eres muy amable - terminó,
acariciando gentilmente su cabeza.
El pequeño Diablo estaba sorprendido, no podía dejar de mirarla a los ojos, le parecía tan bonita
que se ruborizó y seriamente respondió - No... fue nada...- .
- Ah, ya regresaste Rustem...- comentó Vittorio quien se había retirado para cambiarse de ropa y
traer consigo su elegante espada, llamándo así atención de Anaciel - Que hermosa es esa espada
Vittorio! - dijo mientras se ponía de pie y se acercaba a él.
- Escuchame bien enano, si Anaciel se molesta conmigo por tu culpa te juro que te haré comida
para mis perros -
El pequeño sonrió burlón - Tus amenazas no me llegan Noré, ya verás que cuando crezca ella me
preferirá a mi - respondió provocándolo.
- No sabes las ganas que tengo de...- murmuró el Diablo apretando su puño.
- Ustedes dos... ya dejen de jugar... pónganse serios...- dijo Vittorio - Rustem... ¿tienes la joya? -
- Sí, pero no la conozco del todo. Vittorio es más estudioso de la magia, tiene mayor conocimiento
de hechizos que yo -
- No es para tanto... Loxur es el mayor conocedor de magia de aquí... Por su autoridad tiene acceso
a los grimorios mas antiguos... por eso debemos verlo -
- Entiendo -
En ese momento entró Garono con una máscara en sus manos - Señor Noré, aquí está lo que me
pidió, una máscara especial para la señorita -
- Escucha Anaciel, no voy a mentirte, las cosas se pueden complicar cuando vayamos al primer
reino. No sabemos que planea hacer Hazar, y no puedo no llevarte conmigo por que debes estar
presente ante Loxur para deshacer el pacto. Nuevamente estarás expuesta a la atmósfera del
infierno, así que mandé a hacer esta máscara que cubrirá tu respiración, así estarás más protegida.
Debes hacer todo lo que te digamos para no exponerte a más peligros, te protegeré con mi vida, lo
prometo - le dijo mirándola seriamente a los ojos.
- No te estoy pidiendo permiso Diablo estúpido, iré por ella. No puedo confiarte la seguridad de mi
posible futura esposa -
- ¿Enamorarme? , ¿Quien habló de amor?, mi amor será sólo para ti hermosa Anaciel. Aunque si
me dices que sí ahora te prometo que serás la única, y ya ves que cumplo mis promesas -
- Como desearía convertirlos a ambos en piedra a veces... Cuando están juntos se vuelven
insoportables...- resopló Vittorio.
La joven ángel sólo sonrió, pensaba en lo agradable que eran aquellos diablos que estaban
dispuesto a ayudarla - Muchas gracias... - irrumpió ella en la discusión.
Los tres diablos se sorprendieron - se los agradezco a los tres de verdad... -
- No nos des las gracias hermosa, todos tenemos nuestros motivos para hacerlo, incluso Vittorio -
dijo audaz Rustem.
- ... Mantener el equilibrio de nuestros mundos, evitar un conflicto mayor... - respondió con
astucia el Diablo, evadiendo el aprieto en que lo había puesto el pequeño - además le di mi
palabra a Noré de que lo ayudaría...-
- Sí, ponte la máscara por favor Anaciel. ¡Belzet, Zero, vengan! - dijo Noré llamando a las bestias.
- Bien... recuerda que la joya sólo nos dejará en la entrada al reino... debemos subir por el Sendero
de la Rosa para llegar al palacio...-
Anaciel lentamente los abrió y quedó impactada con el panorama. Estaban parados en un camino
que se dividía en dos, uno en descenso, este claramente llevaba a la población demoníaca del
lugar, desde aquella altura se notaba. En tanto el segundo era en ascenso y no se podia divisar su
destino, el inicio del mismo estaba marcado por enredaderas de rosas rojas como la misma sangre.
Ella estaba nerviosa, no podía distinguir claramente que sentía, si era ansiedad o miedo. Noré lo
notó y trato de llevar calma a su corazón - No tengas miedo Anaciel, confía en mi...- le dijo con una
profunda mirada.
- Bueno... allí está, el Sendero de la Rosa, debemos subir por él...- comentó Vittorio.
- Sí, Anaciel sube al lomo de Zero. Eso evitará que te esfuerces de más - dijo Noré.
- Esta bien - respondió ella y la tomó por la cintura para ayudarla a subir al enorme perro.
A medida que avanzaban, a los costados del camino se apreciaban inmensas enredaderas de rosas
rojas, cientos de ellas, parecían eternas y vibrantes - Que hermoso... - comentó Anaciel - ¿Por qué
hay tantas rosas en este lugar? -.
- Las rosas son un símbolo de orgullo y vanidad - respondió Rustem, quien iba volando a su lado -
pero en este lugar representan una prueba -
- Así es, las almas y demonios que vagan por aquí deben resistir la tentación de tomarlas, de lo
contrario serán maldecidos. "Nadie tiene derecho a tocar a la orgullosa Rosa", profesa su
maldición -
- Sí, así que por favor ten cuidado de no herirte con ellas - le pidió Noré mientras desenfundaba su
espada para estar preparado.
- Son un regalo de nuestro padre... un símbolo de autoridad como príncipes - respondió Vittorio.
- Sí pero no la traje conmigo, aún no soy muy bueno con ella, prefiero defenderme con mis
poderes -
- Así es -
Rustem y Vittorio quedaron en silencio por un momento, impactados por tal revelación - Lo siento,
sé que mi hermano es un poco hostil pero es bueno - se disculpó ella al ver sus expresiones.
Vittorio murmuró con Noré que iba a su lado - ¿Tú sabías de esto? - le preguntó.
- De todos los ángeles que hay tenías que enamorarte de una sucesora y ahora no sólo eso, si no
que también es hermana de un guardián?... a ti si que te gustan los problemas, verdad?... - dijo
irónico Vittorio.
- ... iré adelante por si acaso - terminó Noré y se adelantó, caminando así delante de Zero.
- ¿Por qué eres el único que puede volar?, ¿Acaso no heredan todos la misma magia de su padre? -
- Así es, pero somos todos hijos de distintas madres -
- ¡¿De verdad?! -
- Sí, es cierto que de nuestro padre heredamos la misma magia, pero nuestros dones particulares
provienen de nuestras madres. Mi madre desciende de las Arpías, por ello poseo estas alas que
ves -
- Sí... mi ojo izquierdo esta maldito con el poder de mi ancestro, a eso se debe este parche... puedo
convertir en piedra a todo lo que veo con él -
- Ahora entiendo por que decías de convertirlos en piedra a ellos dos - rio Anaciel.
- Hazar es hijo de una Vampiresa, por eso manipula atraves de la sangre, la madre de Kalir
desciende de Charibdis y la de Salomón de la Hydra. En cuanto a Loxur y Noré, bueno ya debes
saber lo de Noré -
Rustem y Vittorio hicieron un breve silencio, y con una mirada cómplice entre ambos, el pequeño
astutamente desvió la conversación - No es importante, de todos modos no puede compararse
conmigo, cuando crezca seré imponente ja ja -
Continuaron hablando ellos, mientras Vittorio se acercó a Noré - Veo que no le has dicho todo de
ti...-
- No si puedo evitarlo -
- ¿Tanto te acompleja?...-
Noré volteó hacía atrás para ver a Anaciel un instante y continuó - ... ¿De verdad crees que una
criatura tan hermosa como ella pueda aceptar algo así? -
- Tal vez... Pero no puedo evitar dudar...- dijo por último con un dejo de tristeza en su rostro.
Permanecía impasible, como siempre, hasta que llegó Kalir - Veo que decidiste venir - dijo
Salomón.
- Toda esta situación es tan absurda, sin embargo ahí está Noré, con ese corazón débil que tiene,
desesperado por esa criatura al igual que el idiota de Hazar -
- Hazar ya no obedece límites, pero si Noré continúa con esa falta de ambición perderá, siempre
evita darlo todo... de esa forma no merece ganar -
- Estoy de acuerdo, pero conociendo a Hazar creo que no podrá evitarlo ja, ja. Noré tendrá que
demostrar de que es capaz... Nos vamos? - terminó Kalir con una sonrisa delirante.
Anaciel y los demás continuaban avanzando, estaban a punto de llegar al Palacio de Loxur. Se
encontraban a apenas unos metros de alcanzarlo - Ya estamos cerca, mira Anaciel! - le dijo
Rustem.
Noré y Vittorio voltearon a verla - ... Noré...- dijo temblorosa, sin moverse.
Al mismo tiempo las enormes puertas del palacio de Loxur se abrieron, pero quien apareció tras
ellas fue Hazar, cargando a Anaciel en sus brazos - ¡Hazar! - dijo con rabia Noré, trató de acercarse,
pero cuando intento moverse sintió que algo sujetaba con fuerza su tobillo, eran unas manos
monstruosas que salían de debajo de la tierra, lo mismo le sucedía a Vittorio.
- Veo que traes compañía - sonrió - De ti no me sorprende Vittorio, siempre estuviste del lado de
Noré, pero tú Rustem... apartate no quiero perjudicarte -
- Sólo liberala Hazar, esto ha ido demasiado lejos... ocasionarás una guerra - dijo el pequeño.
- No puedo... ya no puedo dejarla....- respondió, mientras Anaciel lo observaba con ojos llenos
miedo y sin poder moverse.
Inmediatamente una horda de demonios salió desde el interior del palacio para arremeter
directamente contra los tres diablos.
- ¡Anaciel! - exclamó desesperado Noré, mientras Hazar cerraba las puertas, llevándose a la joven
ángel consigo.
- ¡Sueltame Hazar! ¡Esto es una locura! - le pidió mientras él se adentraba más, cargando con ella.
- Nunca... nunca más te dejaré ir... te quedarás conmigo por lo que me resta de vida... - le dijo
mirándola con ojos desesperados pero con un dejo de tristeza en ellos.
Fuera del palacio, los tres príncipes, junto con Belzet y Zero, se enfrentaban cuerpo a cuerpo con
los demonios que estaban totalmente fuera de si - ¡¿Qué rayos está pasando?! Se supone que son
los sirvientes de Loxur, si él no está aquí ¿Por qué nos atacan? - preguntó agitado Rustem.
- Lo son, pero mira esas marcas de garras en sus cuellos... Hazar los está manipulando con su
magia de sangre - respondió Vittorio mientras clavaba su espada en el pecho de uno.
- Maldición!!! no puedo perder tiempo aquí, tengo que entrar ya! - exclamó Noré.
Vittorio se colocó espalda contra espalda con él y le sugirió - Noré, usaré la magia de mi ojo, pero
al ser muchos el efecto sólo dura un corto tiempo. Tú aprovecha para entrar, nosotros nos
quedaremos a destruirlos -
- Entendido -
El Diablo levantó su parche y con la maldición de su ojo izquierdo convirtió a la mayoría de los
demonios en piedra mientras sus hermanos lo protegían por detrás.
- Ahora Noré!, Ve!. Luego te alcanzaremos - dijo Vittorio ya colocándose el parche de nuevo.
- Sí!, Zero ven conmigo, Belzet quédate con ellos - le ordenó a los perros y corrió en dirección al
palacio abriendo la puerta con gran violencia.
Ya dentro, se detuvo un segundo a ver lo enorme que era, sabía que cada segundo contaba así que
por eso llevo a uno de sus perros con él para ayudarlo a buscarla - Zero, busca el rastro de Anaciel
- le ordenó.
Nuevamente más demonios comenzaron a aparecer pero Noré los enfrentó con determinación a
medida que avanzaba siguiendo el camino que Zero iba marcando.
Hasta que en un momento apareció ante él Salomón, quien había sido testigo todo desde el inicio
- Salomón! - se sorprendió Noré - ¿Qué haces aquí?, ¿Cómo entraste? -
- Tú también te interpondrás?...-
- No, sólo soy un mero observador, he venido a advertirte que si no dejas de subestimar a tu
enemigo nunca ganarás esta pelea -
- Ese no es tu asunto -
- Tómalo como un consejo. Sí no vas enserio perderás. Hazar irá por todo - dijo por último
Salomón, Noré apretó los dientes y continuó su camino.
Mientras tanto, en otra parte del palacio, Hazar había llevado a Anaciel a la sala de rituales de
Loxur, colocándola sobre un altar lleno de rosas, pero estas eran blancas.
- Te traje rosas blancas, las que tanto te gustaban...- le dijo mirándola profundamente, quitándole
la máscara para acariciar su rostro.
- Sigues confundido...- respondió ella quien comenzaba a sentir pena por él al ver la desesperación
en sus ojos.
- Deja de decir eso... yo no estoy confundido, sé quien eres, te conozco y por eso no puedo
soportar ver como tratas a mi hermano... por que todo ese amor era para mi... esa dulzura me
pertenece... ningún otro hombre tiene derecho a tocarte... fuiste mia una vez, ¿Por qué no quieres
volver a serlo?...-
- Puede que en mi vida anterior haya sido Anna... pero en esta soy Anaciel, yo no nací para ti, yo
elijo a quien amar...-
- ... Si tan sólo te hubiese encontrado antes que Noré... estoy seguro que me hubieses amado de
nuevo...-
- No puedo responder a eso... pero puedo decir que hoy mi corazón le pertenece al él... Noré me
ama de verdad...-
- Por que tú quieres forzarme a que te quiera, y un corazón que piensa de esa forma nunca puede
sentir amor de verdad... -
Hazar se mordió los labios, y con un gesto de resignación dijo - .... Te mostraré que estás en un
error, Noré no es mejor que yo... Sabes? Los recuerdos de todas las vidas pasadas residen en el
alma, sólo se necesita algo que conecte directamente con ellos para despertarlos, en este caso mi
sangre. Luego de beber la posión que la contiene despertarás siendo Anna... dame la oportunidad
de enamorarte otra vez...-
- Puedes hacer lo que quieras conmigo, convertirme en un demonio, tenerme encerrada para
siempre, matarme... pero pelearé hasta la muerte para no olvidar a Noré... por que él nunca me ha
dejado sola...-
En ese momento el corazón de Hazar era una tormenta de sentimientos, de verdad no deseaba
hacerle daño pero al mismo tiempo sentía que ya no podía volver atrás, haría lo que sea por
tenerla.
Levantó delicadamente la cabeza de Anaciel, abrió la pequeña botella e hizo que ella bebiera la
posión estando inconsciente.
- Regresa a mi, Anna...- murmuró Hazar y no pudo resistir la tentación de robar con un beso la
calidez de sus labios.
En ese preciso instante Noré pateó con violencia las puertas de la sala, logrando así abrirlas, sólo
para alcanzar a ver como Hazar terminaba de besarla.
Una gota de sangre se deslizaba por debajo de la boca de Anaciel - Hazar... que has hecho...- dijo
impactado Noré, mientras apreciaba con horror como las puntas de las blancas alas de su amada
comenzaban a teñirse de negro y sus rozagantes mejillas a palidecer ante sus ojos...
Hazar recostó con delicadeza a Anaciel en el altar - Ya está hecho...- respondió con total seriedad.
El joven Diablo apretó los dientes lleno de furia y lanzó su espada, cual lanza, directo a Hazar, pero
este la devolvió a sus manos con un sólo golpe de la propia
En ese momento llegaron Vittorio y Rustem, quienes habían sido guiados por Belzet.
- Sé que es una posibilidad, pero sólo así los ángeles no me la quitarán, aunque muera en el
proceso su alma quedará marcada por la maldicion y pasará a ser un habitante del infierno -
aseguró Hazar.
Velozmente ambos cruzaron sus espadas apuntando al cuello del otro - Liberala del pacto ahora -
Lo amenazó Noré.
- No lo haré, ella me pertenece, no me arriesgaré a perderla otros veinte años. Esta vez se quedará
conmigo para siempre...-
- Estás demente -
- Ja, ja!, claro que lo estoy Noré. Tú sólo esperaste un año y mira tu desesperación. Imagínate en
mi lugar que la busqué por años... Tú y yo no somos muy diferentes, puedo entender lo que
sientes, ella tiene el poder de volverte loco, pero es mía, lo fue en su vida anterior y lo será en esta
-
- Sí - respondió él.
- Cómo si fuera a dejar qu- - intentó decir Hazar pero el joven Diablo lo empujó con tal violencia
que ambos acabaron atravesando la pared del palacio y terminaron fuera de este.
- Maldito Hazar...- dijo este, pero al ver sus alas notó que el cambio de color comenzó a ir más
lento - ella se está resistiendo a la maldición... aún tenemos algo de tiempo. Toma la joya Rustem,
eres el más veloz, busca a Loxur, traélo aquí - le pidió mientras le entregaba la gema.
- Tranquilo, si no está aquí, lo más probable es que esté en el reino de nuestro padre... Yo me
quedaré a cuidar a Anaciel, si ella muere en este lugar Noré terminará matándonos a todos...
¿Estás listo? -
- Sí -
- Listo - dijo por último Rustem y fue transportado con ayuda de su hermano.
Vittorio quedó a solas con Anaciel, trataba de pensar en frío que podía hacer, aunque verla en ese
estado también lo desesperaba. Observó que al otro lado del altar había bibliotecas llenas de
grimorios, se acercó a ellos dándole así la espalda por un momento a ella - Maldición, tanto
conocimiento y tan poco tiempo...- se dijo así mismo mientras revisaba algunos, hasta que en un
momento una voz lo sorprendió
Al voltear se encontró con Kalir, quien observaba muy de cerca a la joven ángel.
- Te lo advierto Kalir... ni se te ocurra tocarla...- dijo Vittorio con una mirada desafiante.
- Wow! Ja, ja, ja, tranquilo, soy un poco impulsivo pero no estúpido, Hazar me mataría. Sólo sentí
curiosidad por ella, en verdad tiene un aroma muy dulce... su corazón debe ser delicioso...-
comentó Kalir mientras se inclinaba para verla.
- No te interesa -
- ¿Acaso quieres que te recuerde la paliza que te di el día de la competencia por los reinos? -
- Ja, ja, gracias por recordarmelo, he estado queriendo una revancha desde ese día - dijo mientras
se preparaba para atacar.
- En verdad eres un idiota, ¿Te parece que tengo tiempo para eso ahora? -
Kalir esbozó una enorme sonrisa - Lo dices como si no me conocieras - terminó de decir, dio un
enorme salto buscando caer sobre Vittorio, pero este lo tomó del saco antes de que tocase el
suelo y lo arrojó con gran fuerza contra la pared, haciendo que parte de esta cayera.
Rápidamente guardó su espada y tomó a Anaciel en sus brazos, buscando así sacarla del palacio.
Recordó que necesitaba la máscara para protegerla, pero en la confusión esta se había fracturado
así que no tuvo otra opción que salir sin ella. Mientras corría por los pasillos, en compañía de
Belzet y Zero, pensaba en las posibilidades de salvarla, pero ahora que Hazar la había maldecido ya
no bastaba con liberarla del pacto sino que también debían contrarrestar los efectos de la posión.
A si que los opciones se limitaban a dos, esperar a que Loxur regresara para solucionar todo o que
Noré matase a Hazar para anular el pacto y esperar que los ángeles pudieran sanarla.
Al llegar pudo presenciar la feroz pelea entre Noré y Hazar en medio del Sendero de la Rosa, en
verdad eran dos temibles guerreros sin comparación.
- Ese si que es todo un espectáculo, ¿verdad Vittorio? - lo sorprendió nuevamente Kalir por detrás
- Pero tú tampoco te quedas atrás, creo que te has vuelto más fuerte, es interesante - sonrió
mientras avanzaba hasta quedar enfrentado con él.
- Y tú más estúpido... ¿Te parece que es momento para pelear?, ¿acaso no ves lo que ocurre a tu
alrededor? - le reclamó Vittorio.
- ¿Y que esperas que haga?, es cuestión de tiempo para que Hazar saque lo peor de Noré. Tú
tampoco haces nada para evitarlo -
- Tu hermano te confió a la mujer que ama arriesgando su vida y aún así te atreves a mirarla con
ojos de deseo... eres de lo peor - dijo buscando provocarlo.
Vittorio hizo un breve silencio y se abrazó con fuerza a Anaciel para luego dejarla apoyada sobre
un pilar al cuidado de Belzet y Zero, tal y como Noré se los había ordenado principalmente.
- Ja, ja, a ver si lo logras - dijo este mientras convertía sus manos en enormes y monstruosas,
iguales a las de su antepasado - te enojas por que sabes que tengo razón - continuó, Vittorio
arremetió velozmente con su espada pero Kalir se defendía con sus grandes garras.
- Lo peor es que el idiota de Noré confía tanto en ti que ni siquiera se debe haber dado cuenta de
tus intenciones... dime, ¿Qué planeas?, ¿esperas que Noré muera para poder sacarla de aquí y
quedarte con ella? - siguió provocando.
Vittorio sólo respondía con golpes cada vez más fuertes - Wow, por tu violencia veo que mis
palabras te llegan... ¿no piensas usar tu ojo? ¿Acaso temes matarme y caer bajo la maldición del
viejo? - preguntó Kalir.
- No tengo intenciones de matarte imbécil. Sólo te golpearé hasta dejarte inconsciente así dejas de
molestar - respondió serio.
Mientras tanto Noré y Hazar continuaban chocando espadas sin piedad, el Diablo mayor parecía
tener algo de ventaja, pero su hermano no retrocedía ni un centímetro - ¿Piensas continuar con
esto?, hagas lo que hagas yo ya gané - dijo con burla Hazar.
- Claro que seguiré, si crees que la maldición de nuestro padre me detendrá estás equivocado -
respondió desafiante Noré.
- Por mi esta bien, de todos modos he querido matarte desde que me di cuenta que habías estado
con ella en la intimidad... eso es imperdonable para mi -
- Estás demente, Anaciel no es de tu propiedad, puede elegir con quien estar, y me eligió a mi -
Hazar apretó los dientes con enojo - ¡Ella es mía!, ¡era para mi, me esperaba a mi!. Pero tú me la
quitaste! - exclamó.
Discutían mientras nuevamente cruzaban espadas - ¿Te gusta jugar a ser el héroe?, pues entonces
tendrás que sacar todo de ti, de lo contrario te arrancaré el corazón - continuó Hazar.
- Olvidalo, así como estás no eres rival para mi, tu falta de ambición me enferma Noré... desde el
día de la competencia por los reinos heriste mi orgullo de guerrero al rendirte con tanta facilidad -
- Sabías que no me importaba esa estúpida competencia, no tenía interés en ser un guardián -
- Pero a mi sí!, quería mostrar que era el mejor, estaba dispuesto a darlo todo!. Pero tú, con todo
el potencial que tienes, me terminaste dando esa pobre pelea... todos acabaron pensando que me
dejaste ganar, y eso es inaceptable para mi, esta vez no estaré satisfecho hasta lograr que saques
esa bestia que llevas dentro, dame el gusto de matarte demostrando que soy el mejor de los dos -
- Infeliz...-
- ¿Donde estoy?... No puedo ver nada... todo está tan oscuro... ¿por qué me siento tan triste?...- se
decía así misma mientras caminaba en soledad en un lugar desconocido.
- ¿Estás perdida? - le preguntó alguien por detras, Anaciel volteó y vio que se trataba de una joven
muy similar a ella físicamente, pero de cabello castaño corto.
- Así es, soy yo - sonrió - Perdóname, por mi culpa Hazar te está haciendo sufrir...-
- Compartimos la misma alma, tal vez tengamos igual personalidad y forma de ser, pero vivimos en
tiempos y experiencias diferentes. Tú eres tu y yo soy yo -
- Pero eso significa que Hazar tenía razón?... yo poseo tus recuerdos...-
- Tranquila, no estás obligada a recordar ni a ser yo... Tú tienes tu propia vida Anaciel -
- Sí, mucho. Lo ame tanto que su abandonó me dolió más que mi propia enfermedad...- dijo Anna
con un dejo de tristeza.
- Sí, son mis últimos recuerdos de cuando estaba viva, lo que sientes es mi tristeza, la que me
invadió cada día que esperé a que Hazar regresara a mi lado... Pero nunca lo hizo...-
- Mentiría si dijese que no, pero nuestro tiempo ya pasó. Seguramente el recuerdo del amor que
tuvimos le duele mucho más a él por estar vivo que a mi, pero Hazar debe aprender a convivir con
el dolor así como lo hice yo en su ausencia... no se puede remediar errores a costa de otras
personas, no tenemos ese derecho...-
Anaciel estaba sorprendida por la madurez de sus palabras, podía reconocerse en esa joven que
tenía frente a ella.
- ¿Por qué? -
- Porque mi deseo por ver a Hazar impulsó a mis recuerdos a llevarte al mundo humano...-
- ¿Entonces dices que mi gusto por la música y el hecho de que fuese a ese bosque es por tus
memorias? -
- Así es, ese pueblo era mi antiguo hogar, sólo quería volver... Pero cuando conociste a tu amado
comprendí que esa ya no era mi vida, que tu eras una persona aparte de mi y era tu turno de
vivir...-
- Anna... no te disculpes, si no hubiese sido por ti tal vez nunca habría conocido a Noré, te lo
agradezco - sonrió Anaciel.
- Tú no tienes que pasar por lo mismo que yo, porque tienes a alguien allí afuera que lo está dando
todo por ti... debes volver a su lado -
- Noré...-
- ¿Puedo pedirte un favor?... le darías un mensaje a Hazar por mí?...- le pidió por último la joven.
Al mismo tiempo en el Paraíso también se vivían horas decisivas, pues el plazo que Zarasel le dio a
Noré estaba por cumplirse - Señor Zarasel, ¿ya casi es tiempo? - preguntó un subordinado.
- Sí, el límite que le di a ese Diablo está por cumplirse. Debo ir a donde acordamos - dijo mientras
se colocaba unos brazaletes.
- ¿Acaso tengo opción?... mal que me pese soy un soldado, y debo seguir órdenes -
Zarasel estaba presionado por la situación, pero no quería demostrarlo ante nadie, deseaba salvar
a su hermana aunque no podía imaginar cómo. Muy en lo profundo esperaba que Noré no
apareciese con ella, para no tener que cargar con la culpa de manchar sus manos con su sangre,
pero sabía que no podía no ir a su encuentro, ya que sus superiores estarían vigilándolo. Se sentía
inútil, que había fallado en proteger a su pequeña hermana. Y así, lleno de incertidumbre, partió al
mundo humano.
Aunque Zarasel era un fiel guardián, el arcángel conocía de aquel amor por su hermana, y no
quería dejar la situación librada al azar, así que le pidió a un segundo ángel que fuese a escondidas
tras él, para supervisar la situación y ,llegado el caso en que Zarasel no pudiese cumplir con su
deber, encargarse él de matar a Anaciel.
Mientras tanto en el Infierno, la pelea entre Hazar y Noré se volvía cada a vez más violenta, tanto
así que cada choque hacia retumbar la tierra.
Kalir tampoco desistía de enfrentarse a Vittorio, este último volteó un segundo para ver a Anaciel
y pudo apreciar que el estado de ella había empeorado, continuaba sin reaccionar y sus alas se
habían vuelto aún más negras - Maldición, Anaciel! - se desesperó e intento ir a su lado, pero Kalir
le impedía el paso.
En ese momento Salomón se acercó a Anaciel, hipnotizando a los perros para que no lo atacasen -
Tranquilo Vittorio, ella aún tiene pulso si es lo que te preocupa - le dijo desde la distancia a su
hermano, mientras se inclinaba para mirarla de cerca.
En ese instante Anaciel lentamente abrió sus ojos - Vaya, así que estás despertando - dijo
Salomón.
En ese preciso momento Noré y Hazar se encontraban frente a frente, apuntandose con sus
espadas - Dime, ¿Ya estás cansado Noré? - dijo burlón Hazar.
- Cállate imbécil, esto terminará sólo con uno de los dos muerto - respondió desafiante el joven
Diablo.
- No me digas, sabes que tal vez podrías haber acabado con esto mucho antes verdad?. Pero tu
cobardía no te lo permite -
- Que dices?! -
- ¿Qué es Noré?, ¿temes perder el control y hacerle daño también o que ella te rechace al ver tu
otra mitad? -
- Cállate! -
- Creo que es más lo segundo, siempre te acomplejó ser lo que eres. En el fondo puedo
entenderte, una criatura tan hermosa como ella jamás podría aceptar la apariencia de tu otra
mitad, si fuese tú también se la ocultaría -
- Hablas demasiado...-
- Te molesta por que sabes que digo la verdad, no tienes ninguna autoridad para darme sermones
cuando en el fondo eres igual de egoísta que yo... tienes tanto miedo de que te rechace, deseas
tanto tenerla, que no expusiste toda tu fuerza para que ella no viese lo que eres...-
Noré respondió con un brutal golpe de su espada pero Hazar lo resistió - ¿Estás enojado?, ¿quieres
matarme?, adelante. Yo tampoco le temo a la maldición de nuestro padre, por que a diferencia de
ti, si caigo preso de ella no estaré sólo, Anna estará conmigo - continuó Hazar provocándolo.
- Te mataré...-
- Inténtalo, mira, ya despertó - dijo señalando con la mirada hacia donde estaba Anaciel.
Noré, quien ni siquiera se había percatado de que ella estaba ahí, quedó impresionado al ver su
estado tan delicado, parecía que no podía ni moverse.
- Anaciel...-
- Esa joven ya no es Anaciel, es mi Anna. Con mi sangre traje de vuelta sus memorias, así que ella
ni siquiera sabe quien eres -
El joven Diablo estaba impactado, furioso, dolido - Le fallaste Noré, confiaste en que Loxur llegaría
a solucionarlo todo y por proteger tu propia felicidad evitaste dar el máximo en esta pelea -
- ¿Que dices Noré? Quieres intentarlo?...- dijo Hazar con una sonrisa burlona en su rostro.
Una inmensa presión se empezó a sentir en el ambiente, llamando así la atención de todos los
presentes
- Wow! Ja, ja, ja, el maldito de Hazar lo consiguió, allí viene la bestia - dijo Kalir emocionado.
Finalmente era el momento de la verdad, Anaciel estaba atrapada en medio de una batalla cruel,
pues había dos poderosos Diablos dispuestos a matarse entre sí por ella, uno por tenerla, el otro
por salvarla y parecía que nada podía evitar la tragedia.
Hazar había logrado su objetivo, hacer que Noré revelará el poder que heredó de Can
Cerberos, ahora parecía que ya nada podía evitar que la sangre corriera entre ellos dos -
Bien Noré, al fin me das el gusto, ya no tendré que contenerme - dijo Hazar con un gesto
de satisfacción en su rostro.
Cuando el príncipe de la Ira tomaba aquella apariencia perdía parte de su razonamiento,
pero en esa ocasión mantenía un objetivo firme, matar a Hazar.
Su mirada penetrante cortaba la respiración, y con un rugido, que lo enmudeció todo,
comenzó a atacar sin piedad.
Poseía una fuerza brutal, cada golpe que Hazar esquibava partía la tierra, obligando a
Vittorio y a Kalir a hacerse a un lado para evitar recibir los impactos.
- Wow, sí! Ja, ja, es increíble - dijo emocionado Kalir.
- ¿De qué demonios te ríes?, ¿Acaso esto te parece divertido? - le reclamó Vittorio.
- ¿Tú que crees?, he esperado por años para ver a Noré mostrar su verdadero poder.
¡Mira ese potencial!, no puedo creer que el idiota reniegue de él. Es impresionante su
capacidad destructiva, ya quisiera yo tener esa fuerza -
- No te emociones tanto, si sigue así por más tiempo terminaremos todos muertos...-
- Ahora veremos si Hazar realmente puede hacerle frente -
- No podrá, Hazar no tiene idea de lo que acaba de provocar...-
- ¿Cómo lo sabes?, ni siquiera el día de la competencia Noré quiso mostrar este poder -
- Por que puedo sentir la presencia de su magia fuera de control, si se lo propusiera Noré
definitivamente podría algún día alcanzar a Loxur ...-
- ¡¿De verdad?! -
- Sí, pero él no ambiciona ese tipo de cosas, sólo quiere una vida tranquila... puedo
entender lo que siente, tener un poder que no puedes controlar es complejo -
- Claro, ustedes dos tienen eso en común, tú con tu parche y él con su marca de magia,
sin algo externo que los frene su poderes escapan de su control - reflexionó Kalir.
- Exacto, el día de la competencia me dijo que no liberaría su otra mitad por que los
instintos de esta aún lo dominan. Al igual que Can Cerberos, si se siente amenazado, no
se detendrá hasta matar a su enemigo, y no deseaba eso. Pero ahora es distinto, esto ya
no tiene vuelta a atrás...-
Anaciel, conmovida, sólo podía observar aquella feroz pelea a la distancia, y Salomón
nuevamente insistió - ¿Te asusta? -
- ¿Cómo podría tenerle miedo?... no importa la forma que tenga, sigue siendo Noré, yo sé
quien es él...- respondió muy segura.
La joven ángel no podía evitar sentir tristeza al presenciar aquella pelea, para ella Noré
era como un animal herido, lleno de furia y dolor que sólo buscaba defender lo que amaba
- Noré está sufriendo...-
- ¿Qué dices? -
- Puedo sentirlo... siento su dolor...-
- Ahh, entiendo. Estás muy unida a él. Es verdad, Noré sufre mucho esa transformación,
porque sabe que no puede dominarla del todo y pierde parte de su conciencia -
- Por favor detenganlos...- le pidió.
- Créeme que aunque quisiéramos no tendríamos el poder para hacerlo, ninguno de los
dos retrocederá, son cómo criaturas salvajes, reducidas a lo más básico de sus instintos...
no se detendrán hasta que uno de ellos muera -
- No... -
- Deberías estar felíz, ambos pelean por que te aman. Ese es el problema de los Diablos,
somos seres pasionales, capaces de cualquier cosa por obtener lo que queremos... -
- ¿Cómo podría estar felíz con esto?... no quiero que nadie muera...-
- ¿Eres consciente de que si Noré no mata a Hazar la que morirá serás tú, verdad? -
- Lo sé... - respondió mirándolo a los ojos.
- Oh ya veo, eres determinada... Es una lástima que aunque Noré gane igual perderá,
debido a la maldición de nuestro padre...- deslizó Salomón.
- ¿De qué hablas? ¿Cuál maldición? -
- Así que no te contó sobre eso... para evitar los conflictos graves entre nosotros, nuestro
padre nos ató a los siete con una maldición... si uno de nosotros es asesinado, el ejecutor
será automáticamente arrastrado a lo más profundo del infierno, condenado a la reclusión
eterna...-
- Reclusión... eterna?...- dijo impactada.
- Así es, si logra matar a Hazar, Noré será encerrado para siempre, hasta el día de su
muerte... -
- No... no puede ser... tengo que detenerlos - dijo ella mientras intentaba recomponerse.
- ¿En ese estado?, ni siquiera puedes levantarte -
- No importa... no me quedaré a ver sin hacer nada...- continuó ya sacándose los zapatos
lentamente, miró a Salomón por un momento y preguntó - ¿Puedes ayudarme?...-
- ¿Ayudarte?, yo no iré allá, no intervendré. Pero puedo darte un pequeño impulso de
energía con un hechizo, aunque en tu estado actual sólo será momentáneo, no dura
mucho en seres que están muriendo... Pero irás sola, ¿aún así lo quieres? -
- Sí - respondió segura y Salomón le entregó un hechizo tocándola con su dedo índice.
Inmediatamente Anaciel sintió como la adrenalina le devolvía la fuerza a su cuerpo y bajó
corriendo las escaleras, pasando por entremedio de Vittorio y Kalir que estaban parados
en la mitad de ellas.
Vittorio se sorprendió e instintivamente la tomó de la mano
- ¡Anaciel no puedes ir! ¡es peligroso! -
- Déjame ir Vittorio por favor, ¡Noré me necesita ! -
El principe de la Pereza tuvo que tomar la decisión más difícil a la que se había
enfrentado hasta ese momento en su vida, tener que soltar su mano fue terriblemente
doloroso, pero sabía que era lo que ella más deseaba y no podía oponerse a ello, Anaciel
amaba profundamente a su hermano y haría lo que sea por él.
Vittorio siempre lo supo, nunca dudó que ella lo aceptaría sin importar que forma tuviese,
por que esa era la esencia de Anaciel, un ser que entregaba su corazón y que amaba sin
temor.
La vio partir, corriendo en el medio del desastre, llena de determinación mientras su
corazón se llenaba de incertidumbre, dividido entre cumplir el deseo de su hermano y el
de dejarla tomar sus propias decisiones.
- ¡Vaya! La angelita tiene carácter ja, ja, ja me agrada - dijo burlón Kalir.
Vittorio volteó a ver a Salomón, quien observaba impasible la situación - ¡¿ Qué hiciste
Salomón?! ¡La enviaste directo a su muerte! - le reclamó, ya que había notado su magia
en ella.
- ¿Dices que yo la envíe?, ella fue quien decidió ir, fíjate bien en lo que dices - le
respondió sin inmutarse.
Vittorio apretó los dientes y regresó la mirada hacia Anaciel que continuaba avanzando.
- Rayos Vittorio, mírate, de verdad te importa - comentó Kalir al ver sus gestos.
Él no respondió, sólo permaneció en silencio, finalmente había aceptado sus emociones,
pero se sentía incapaz de traicionar a su hermano.
Sabía que la única que podía hacer algo para detener aquel desastre era ella, aunque
sería a costo de su propia vida.
Sentía admiración por aquella hermosa pero frágil criatura que avanzaba sin temor para
salvar a quien amaba.
Anaciel corría con desesperación al encuentro de Noré, intentó volar pero sus alas ya no
respondían, así que puso todas sus energías en sus piernas para que estas no se
detuvieran.
En ese preciso momento la bestia había despojado a Hazar de su espada, con las garras
de su mano izquierda aprisionó el brazo derecho de su hermano contra el suelo,
inmovilizándolo, y cuando estaba a punto de atravesar el pecho de este con sus afiladas
garras, pudo sentir como alguien se abrazaba con fuerza a su brazo - Basta Noré... dejen
de pelear... - le pidio Anaciel con lágrimas en los ojos - detente por favor... si lo matas
estarás condenado... no quiero eso para ti.. así que... sólo detente... por favor...-
La bestia la miró impactado, y con una voz monstruosa intentó decir - A... na... ciel... -
- Sí... soy yo Noré... - le dijo con una timida sonrisa y lentamente se desvaneció frente a
él.
Ante ello Noré inmediatamente regresó a su forma normal, mientras sentía como un frío
recorría su espalda. Arrodillado en el suelo, se abrazó a ella que apenas y estaba
consciente - ¡Anaciel!, mírame por favor... ¿en verdad eres tú?...- le dijo conmovido.
- Sí... te lo dije... no te olvidaré otra vez... - respondió ella mientras le acariciaba el rostro.
Hazar, aún herido por la pelea, se reincorporó, impresionado por la actitud de la joven
ángel - Anna... por qué?... por qué lo eliges a él?... se supone que eres mía... lo
prometiste! - exclamó desesperado.
- No soy Anna, Hazar... - le respondió apenas desviando la mirada hacia él - Anna no
quiere regresar... - continuó.
- ¿Qué dices?...-
- Me dio un mensaje... para ti... me dijo que... ella siempre será tuya, aunque tu no
quisiste ser de ella... -
Hazar quedó sin palabras, en el fondo sabía que podía estar diciendo la verdad, ya que
eso era algo que sólo él y Anna habían hablado la noche que le reveló su identidad, y en
la que no pudo responder si quería ser de ella.
- Anaciel... ¿por qué me detuviste?...- preguntó Noré.
- Estoy muriendo Noré... no tiene sentido.. que los dos perdamos la vida aquí... no quiero
que pierdas tu libertad por mi... -
- Pero todo esto es mi culpa...-
- No te culpes por favor... diste todo de ti por mi... te lo agradezco...-
- ¡No es verdad! - gritó afligido - Perdóname, fui egoísta... tenía tanto miedo de que me
rechazaras al ver lo que soy... estaba tan feliz de que me aceptaras, de que me
recordarás... que no quería arriesgarme a perderte... si tan sólo me hubiese transformado
desde un principio tu no estarías as- - se reprochaba así mismo Noré pero fue
interrumpido por Anaciel quien lo silencio dándole un tierno beso en los labios mientras
una lágrima rodaba por la mejilla del Diablo.
- Te amo Noré... nunca lo olvides... - dijo ella por último y recostó su cabeza en el pecho
de él para luego terminar de perder la conciencia.
- No... - interrumpió Hazar - No Anna, tu eres mía!, dame otra oportunidad... regresa! -
exclamó e intento tocarla pero en ese preciso momento apareció de la nada un inmenso
Minotauro que hizo estremecer la tierra con su llegada - ¡¿QUE DEMONIOS CREEN QUE
ESTÁN HACIENDO?! - dijo con una voz imponente.
Hazar quedó paralizado mientras que Noré sólo se aferraba con todas su fuerzas a
Anaciel, y con un sólo golpe a la tierra aquella bestia hizo que ambos Diablos tomaran
distancia al salir despedidos por la fuerza descomunal del impacto.
Y antes de que ambos pudiesen reaccionar, con un chasquido de sus dedos los encerró
en una jaula a cada uno.
- Oh... creo que ahora todos estamos en problemas... - dijo resignado Kalir que aún
observaba de lejos.
- ¿Y recién ahora te das cuenta?.... - respondió irónico Vittorio y se fue corriendo al
encuentro de Anaciel y Noré.
- ¡¿QUE RAYOS ES ESTE DESASTRE?!, CÓMO SE ATREVEN A HACER ESTO EN MI
REINO?! -
- ¡Déjame salir Loxur! - exclamó Hazar.
- ¡SILENCIO! NO ESTÁS EN POSICIÓN DE HABLAR - respondió el Minotauro.
- ¡Espera Loxur! - dijo Rustem quien apareció a su lado - ¡mira! Esa es Anaciel - dijo
señalando a la jaula de Noré.
La criatura miró hacia donde ella se encontraba y regresó a su forma original, Loxur era
un imponente Diablo de largo cabello rojo y de enormes cuernos.
Deshizo la jaula de Noré y se acercó a él - ¿Que es todo esto Noré? - preguntó
visiblemente enojado.
El joven Diablo sólo intentaba hacer reaccionar a Anaciel que se había vuelto más pálida
y sus alas completamente negras.
- Te hice una pregunta Noré... ¿Cómo se les ocurre pelearse por una criatura tan frágil
como ella? ¿Acaso no tienen orgullo como Diablos que son? - insistió.
- Liberame Loxur, ¡ese ángel me pertenece! - gritó Hazar.
- Cállate, no me interesa escucharte - dijo el Diablo mayor y con un chasquido de sus
dedos lo dejó inconsciente.
- Precisamente por eso - respondió Noré - por que soy un Diablo orgulloso defenderé a
muerte lo que siento por ella - aseguró desafiante.
Loxur sólo lo miró serio en silencio y Noré continuó - ¿Puedes ayudarla?... aceptaré
cualquier castigo que me des pero salvarla por favor - le pidió mientras se abrazaba a ella
como un animal salvaje buscando protegerla con desesperación.
- Dame una sola razón por la que debería arreglar sus desastres -
- Sólo por que le evitarías conflictos a nuestro padre... ella es hermana de un guardián
divino y sucesora de un arcángel, debo regresarla hoy mismo de lo contrario tendremos
una guerra -
- Maldita sea, debería matarlos a ti y a Hazar, ¡¿cómo pueden traer tantos problemas?! y
además faltarme el respeto de esta forma peleando sin mi permiso en mis tierras... Pero
por desgracia también estoy unido a ustedes por la maldición así que eso los salva de
morir en mis manos - aseguró mientras se incaba frente a él - déjame verla - le pidió.
En ese momento se acercó Vittorio, y detrás de él lo siguieron Kalir y Salomón.
- ¿Puedes ayudarla Loxur? - preguntó Rustem preocupado.
El Diablo mayor pasó su mano por encima de Anaciel y dijo - Ella está muriendo... -
- No puede ser...- dijo afligido Noré.
- Puedo deshacer el pacto, pero ya es tarde para la maldición, a devorado por completo
su divinidad pero su cuerpo rechaza ser un demonio, su vida esta a punto de
extinguirse...- respondió con seriedad.
- ¡Debe haber algo que se pueda hacer!, ¡haré lo que sea ! - se desesperó el joven Diablo.
- Hay algo... Pero nunca antes lo había hecho, así que no es seguro que funcione - le
advirtió.
- ¡¿Qué es?! -
- Necesito uno de tus cuernos - dijo directamente.
- ¿Qué? - se sorprendió Vittorio, pero no sólo él, también el resto de los príncipes.
- En los cuernos reside nuestra magia, asi como las alas de los ángeles, los cuernos de
los diablos son elementos de enorme poder mágico. No podemos crear vida, pero si
existe la posibilidad de ceder parte de la nuestra, yo no voy a entregar parte de la mía
pero te ofrezco la posibilidad de entregar parte de la tuya, ¿lo harías? - preguntó Loxur.
Noré sin siquiera meditarlo respondió - Sí -
- ¿Estás seguro?... te lo advierto, es sólo una posiblidad, no hay garantía de que funcione.
Aún así igual perderás la mitad de tu vida y de tus poderes -
- Estoy seguro, le daría todo si fuese necesario, porque ella ya lo hizo por mi...-
- Bien, entonces entrégamelo ahora, yo no voy a mutilarte, debes hacerlo tu mismo -
Noré recostó suavemente a Anaciel en el suelo - Dame tu espada Vittorio - le pidió.
Su hermano estaba impactado, pero al ver su mirada llena de determinación no dudo en
dársela - Toma - le dijo.
El joven Diablo, sin permitirse dudar, inclinó su cabeza y con un movimiento certero cortó
al ras su cuerno izquierdo, entregándoselo así a Loxur.
Los Diablos quedaron impactados al ver semejante acto de su parte, finalmente habían
logrado entender el tamaño del amor de su hermano por ese ángel.
- Bien, comenzemos entonces - dijo Loxur, primero deshizo el pacto y luego colocó el
cuerno sobre el pecho de Anaciel. Mientras recitaba el hechizo, Noré observaba
impaciente tomando la mano de su amada, una delgada línea de sangre comenzó a bajar
por su rostro, el dolor por la herida era intenso, pero nada se podía comparar con el echo
de perderla.
Al terminar el hechizo, aquel cuerno desapareció, entrando en el cuerpo de Anaciel - Está
hecho, ya no hay nada más que pueda hacer - dijo Loxur.
- Gracias Loxur, te lo agradezco - agradeció Noré.
- Hay algo que debes saber, si sobrevive será una humana -
- ¿Qué?...-
- Te lo dije, la maldición consumió toda su divinidad, solo el tiempo dirá si su cuerpo
acepta la magia del cuerno, las siguientes horas serán decisivas. Desconozco si los
ángeles podrán hacer algo para remediarlo y volverla a como era antes, así que no
pierdas tiempo y llevala de regreso -
- Sí - respondió Noré y tomó a Anaciel en sus brazos.
Se paró frente a Vittorio - Gracias Vittorio, fuiste de mucha ayuda...- agradeció.
- No me la agradezcas, no pude protegerla como era debido... Al final ella y Rustem
fueron quienes hicieron todo -
Noré volteó a ver al pequeño - Gracias Rustem, también te debo una - dijo.
Este se sorprendió ante ello - Sólo sácala de aquí Noré...- respondió y le entregó la joya.
- Visualiza la entrada al infierno en tu mente Noré, te enviaré allá, El resto depende de ti -
dijo Vittorio y con un hechizo transportó a su hermano a la salida.
Aquellos Diablos quedaron en silencio por un momento, aturtidos por todo lo sucedido,
hasta que Rustem interrumpió con una pregunta - ¿Qué pasará ahora Loxur? ¿Qué harás
con Hazar? -
- No puedo ignorar lo que hizo, puso en peligro el balance de nuestros mundos
provocando casi una guerra... lo castigaré con un encierro de cien años en su reino, así
tendrá tiempo para reflexionar - respondió él.
- ¿Y que hay de Noré? ¿también lo castigarás? - preguntó Kalir.
- Creo que Noré ya tuvo suficiente sacrificando la mitad de su vida por una oportunidad
incierta que podría resultar en vano, ya que no es seguro que ella resista... no lo creen?,
¿ustedes hubiesen hecho algo así? -
Los principes no respondieron y él continuó - Se a ganado mi respeto, se requiere de
mucha madurez y valor para tomar una decisión así... a ustedes también debería
castigarlos, después de todo formaron parte de este desastre, ¿Por qué están todos aquí?
-
- Vinimos buscando tu ayuda, no teníamos intención de destruir el lugar - respondió
Vittorio.
- ¿Y ustedes? - preguntó el Diablo mayor mirando a Kalir y Salomón.
- Nosotros sólo llegamos aquí para observar- dijo Kalir - ¿Y tu dónde estabas Loxur? -
- Sí, ¿qué hacías en el reino de nuestro padre? - continuó Rustem.
- ¿Qué? ¿Acaso no puedo ausentarme un día de mi propio palacio?, ninguno de ustedes
está en el suyo. ¿Nadie recuerda que estoy por casarme con mi prometida? -
- ¡¿Casarte?!, ¿con la Lamia? - se sorprendió Kalir.
- ¡No te refieras a ella por su raza mocoso irrespetuoso!, llámala por su nombre, es Petra -
dijo molesto Loxur - Ahora regresen todos a sus reinos ahora mismo, antes de que me
arrepienta y los haga pagar - terminó por decir y todos los príncipes se retiraron.
Vittorio miró su espada que había quedado manchada con la sangre de su hermano y no
podía evitar pensar en su valeroso sacrificio y en el bienestar de Anaciel.
Mientras tanto, en la tierra de los humanos, Zarasel esperaba nervioso la llegada de Noré.
Su mente aún era un caos, miles de suposiciones pasaban por ella, pero ninguna lo
preparó para enfrentar lo que finalmente vería en cuanto el Diablo apareció.
Noré emergió desde la oscuridad del bosque, con la sangre aún brotando de su herida, y
cargando a una Anaciel en un estado lamentable, pálida y con sus alas totalmente negras
- No puede ser...- murmuró angustiado el guardián - ¡¿Pero que rayos ocurrió?! -
preguntó.
- Lo siento... no pude protegerla... Hazar la maldijo, tratando de convertirla en un demonio,
por eso está en este estado. Mi hermano Loxur dijo que la maldición consumió su
divinidad y buscando evitar que muriese le di la mitad de mi vida usando uno de mis
cuernos... Pero aún así no sé si se salvará...- se disculpó Noré.
Zarasel estaba impactado por la entrega de aquel Diablo - ¿Dices que sacrificaste la
mitad de tus poderes por salvarla?...- preguntó.
- Ella me salvó de una brutal condena... le debo mi vida...- respondió.
El ángel se acercó a ella y tocó su rostro - es vedad... ya no siento su esencia de ángel -
dijo aún impresionado.
- Loxur dice que si sobrevive quedará como una humana, debido a que la maldición
devoró su divinidad, pero si la llevas ahora mismo quizás tus superiores puedan
restaurarlos -
- Eso no será posible - murmuró afligido Zarasel.
- ¿Qué? ¿Por qué no? -
- Los arcángeles no la quieren de regreso, han desistido de recuperarla... tengo la orden
de matarla para que un nuevo sucesor aparezca...-
Noré retrocedió abrazando con fuerza a la joven ángel - No te atreverías... - dijo con
mirada desafiante.
- Tienes razón, soy incapaz de hacerle daño a mi hermana...-
- Entonces... ¿Qué sucederá con ella?...- preguntó angustiado el Diablo.
- Llevatela Noré -
- ¿Qué? -
- Odio admitirlo, pero al único que puedo confiarle la vida de Anaciel es a ti. Ni siquiera yo
puedo salvarla... -
Noré estaba impactado, jamás espero que aquel poderoso guardián le dijese algo así,
confiándole el bienestar de su hermana - Pero... cómo?... - dijo aún incrédulo.
- Ahora que su divinidad a desaparecido seguramente el arcángel pensará que ella murió,
tomaré una de sus plumas y lo convenceré de que murió cuando trataron de convertirla en
un demonio, esa es mi única opción -
- ¿Y qué pasará con su familia? - preguntó Noré sabiendo que era algo muy preciado para
ella.
- Mientras mis superiores crean que ella está muerta nosotros estaremos bien, yo me
encargaré de eso - respondió mientras nuevamente se acercaba para acariciar la cabeza
de su hermana - Anaciel... mi pequeña... ¿en qué momento te escapaste de mis
manos?... Perdóname, te descuidé... fallé al proteger tu puro corazón y acabaste de esta
forma...- y le dio un beso en su frente para luego tomar una de sus ahora negras plumas -
por favor... sobrevive... sé feliz... - le susurró. Luego miró fijamente al Diablo y continuó -
Te entregó lo más preciado que tengo en mi vida... cuidala Diablo... - le pidió.
- Lo prometo - respondió seguro Noré.
- Ahora vete - dijo por último Zarasel y Noré comenzó a caminar en dirección al pueblo
cargando con su amada.
Su corazón era un torbellino de emociones, pero el pensamiento que prevalecía por sobre
todos era el de que ella pudiese vivir.
Mientras avanzaba sorpresivamente fue atacado por aquel segundo ángel que había sido
enviado, pero Zarasel lo repelió con una increíble velocidad, defendiendo así a Anaciel y a
Noré - Vete Noré, ahora, yo me encargo de esto - insistió.
El joven Diablo asintió con la cabeza y se marchó corriendo.
- ¿Qué crees que haces Zarasel? El amo tenía razón al no confiar en ti. No sólo ignoraste
la orden que se te dio si no que además defiendes a un Diablo, eres un traidor - dijo aquel
ángel.
- ¿Y tu crees que yo confió en él?, podía imaginar que tramaba algo. Ella está muriendo,
haga lo que haga ya no podrá ser un ángel, no tiene sentido matarla, déjala en paz -
- Sólo cumplo órdenes - respondió e intento ir tras ella de nuevo, pero Zarasel en sólo un
instante logró reducirlo con su imponente habilidad, arrebatándole su arma y
aprisionándolo contra el suelo con la propia - ¿Qué?, ¿Vas a matarme? - preguntó burlón
el ángel.
- Si es necesario sí - respondió directamente el guardián.
- No te atreverías -
- ¿A no? ¿Quieres ponerme a prueba? - le dijo y refiló el cuello del ángel con su espada
dejándole una fina herida.
- ¡¿Qué haces?!, ¡Estás loco! -
- No me provoques, porque no tienes idea de lo que soy capaz de hacer por Anaciel - le
advirtió con una mirada fría.
El ángel entendió que Zarasel no estaba bromeando y preguntó temeroso - ¿Que harás
conmigo?...-
- Tú serás la prueba viviente de que cumplí con mi deber, le dirás al amo exactamente lo
que te diré de lo contrario haré de tu vida un infierno... - lo amenazó.
Finalmente Noré llegó al pueblo, Anaciel seguía sin reaccionar pero aún tenía pulso. En
ese momento el único lugar seguro al que se le ocurrió ir era aquella posada, así que
usando su magia entró a escondidas en una de las habitaciones que estaba vacía. Dejó a
Anaciel en la cama y él se recostó a su lado, abrazándola gentilmente - Resiste mi amor...
por favor...- le susurró mientras acariciaba su cabeza y en ese momento pudo sentir un
débil reflejo de las manos de ella - Por favor... resiste ...- continuó pidiendo él.
Sus pensamientos estaban cargados de incertidumbre al imaginar que sería de ellos
después de todo lo que había pasado, y así, sumido en las dudas, sin darse cuenta Noré
se quedó dormido abrazado a ella en aquella silenciosa y larga noche que parecía no
tener fin.
Ya más tranquilos, Noré le contó todo lo sucedido, le explicó el por qué de la falta de su
cuerno y el encuentro con Zarasel - ¿Y qué pasará ahora?... yo ya no tengo un lugar en el
Paraíso, tal vez si me convierto en un demonio pued- -
- No - la interrumpió él - tu cuerpo ya a sufrido muchos cambios, si intentas convertirte de
nuevo podrías morir, no me arriesgaré a perderte ...-
- Entonces tendré que quedarme aquí... aprender a vivir como una humana...-
Noré la miró a los ojos y tomando su mano le dijo - Cásate conmigo Anaciel -
- Eh? -
- Sé mi esposa, tengamos una vida aquí... Cómo deseábamos desde el momento en que
nos conocimos...-
- Pero... ahora soy humana y tú sigues siendo un Diablo -
- Eso no importa, aunque seas humana puedes ser mi esposa, esa es mi decisión... ya no
quiero perder más tiempo, lo quiero todo contigo... una vida a tu lado, una familia... no
concibo otra forma de felicidad... -
- Noré...- susurró sonrojada.
- ¿Me aceptarás?...-
Lágrimas de emoción escaparon nuevamente de ella, le dio un tierno beso y seguida de
una tímida sonrisa respondió - ¿Tienes alguna duda de mi respuesta?...-
A partir de ese momento trasaron un nuevo camino para ellos, al día siguiente sellaron su
matrimonio con un emisario del infierno, después de todo ser esposa de un Diablo no era
cualquier cosa, el firmar el acta con la sangre de ambos implicaba un compromiso por el
resto de las vidas de ambos, una promesa de amor perpetuo y protección mutua.
Establecieron una vida en aquel pueblo que vio crecer su relación, en una hermosa y
acogedora casa que se volvió un hogar por completo cuando, al pasar los años, Anaciel
dio a luz a dos hermosos gemelos, un varón al que llamaron Bastian y una niña llamada
Siry.
El niño era un Diablo por completo, pero la pequeña sólo había nacido con un cuerno, lo
que la volvía semi diablo, aún así Noré escondía con su magia la apariencia de él y de
sus hijos para que llevasen una vida normal entre los humanos, hasta que decidieran por
ellos mismos en un futuro donde vivir, si en la tierra humana o el infierno.
Aunque él había perdido la mitad de sus poderes igual seguía siendo un príncipe y
guardián, así que dividía su vida entre ambos mundos. Ausentándose por unos días de su
hogar para cumplir con sus obligaciones.
Anaciel reía al ver aquella escena cuando otra voz la sorprendió por detrás - Vaya... aún
siguen peleando en cuanto se ven... no han cambiado en nada... -
- ¡Vittorio! - dijo ella al voltear a ver - ¡No puedo creerlo! - sonrió.
- Hola Anaciel... sí, a pasado mucho tiempo -
- Creí que no te volvería a ver, de verdad me sorprendiste -
- Rustem insistió mucho en que quería venir y no pude negarme -
- Veo que cortaste tu cabello -
- ¿Aún recuerdas mi apariencia a pesar de los años? -
- Claro, fueron días muy especiales para mí -
- Tú también has cambiado... ¿Qué se siente ser humana?... ¿es malo? -
- Es diferente, ahora que tengo percepción del paso del tiempo con mayor rapidez a veces
me da miedo, siento que todo se acabará rápido... pero eso me hace disfrutar con mayor
intensidad cada momento - sonrió.
- No has cambiado... sigues teniendo una filosofía de vida interesante -
- Gracias, ahora que me veo un poco mayor que ustedes podría decir que soy más sabía
je, je -
- Tal vez te veas mayor, pero Rustem tiene razón -
- ¿En qué? -
- En que sigues siendo igual de hermosa...- le dijo mirándola a los ojos y con una tímida
sonrisa.
Ella se sorprendió - Vittorio... ¡es la primera vez que te veo sonreír! - respondió alegre.
Vittorio era perfectamente consciente de por qué no había ido a visitarla en todo ese
tiempo, por culpa.
A pesar de los años no había podido sacarse de la mente su recuerdo, y el verla feliz
junto a su hermano e hijos lo ayudo a tomar definitivamente una decisión, debía
arrancarse ese sentimiento para siempre. Pero no quería cerrar aquella historia sin antes
abrirle aunque sea un poco su corazón, y el poder decirle que la consideraba hermosa era
suficiente para él, no necesitaba nada más.
Noré quedó perplejo al observar aquella escena desde la distancia.
- ¡Tío Vittorio! - dijo Siry acercándose a él.
- Hola Siry... - respondió mientras tocaba su cabeza.
- Por fin viniste -
- Siry te quiere mucho Vittorio, siempre vuelve muy alegre cuando los visita en sus reinos
- comentó Anaciel.
- ¡Sí!, es que el tío Vittorio siempre hace magia muy bonita para mi - dijo la niña.
El amor de Anaciel y Noré nació, vivió y murió en el mundo de los humanos... quien sabe,
quizás, los frutos de su relación aún caminan entre nosotros...
FIN.