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Flora Montiberica 60: 54–76 (V–2015). ISSN: 1138–5952, edic.

digital: 1998–799X

ASPECTOS SINTÉTICOS SOBRE LA FLORA


VASCULAR DEL SISTEMA IBÉRICO

Gonzalo MATEO SANZ1, Emilio LAGUNA LUMBRERAS2


& P. Pablo FERRER-GALLEGO2,3
1
Jardín Botánico e Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva.
Universidad de Valencia. C/ Quart, 80. 46008–Valencia. Gonzalo.mateo@uv.es
2
Servicio de Vida Silvestre. Centro para la Investigación y Experimentación Forestal.
Generalitat Valenciana. Avda. Comarques del País Valencià 114.
46930-Quart de Poblet, (Valencia). flora.cief@gva.es
3
VAERSA. Avda. Cortes Valencianas 20. 46015-Valencia.

RESUMEN: Se presentan y comentan los datos sintéticos sobre las plantas vas-
culares de las que se dispone de datos sobre su presencia en el Sistema Ibérico,
afectando al número de especies total y sus sinónimos, a géneros y familias mejor
representados, autores más implicados en las propuestas de los taxones, países de las
localidades clásicas (y provincias en España), publicaciones más implicadas en los
nombres y producción taxonómica por décadas, por países y ciudades. Palabras clave:
Flora vascular, Sistema Ibérico, España, Historia de la Botánica.

ABSTRACT: Synthetic aspects on the vascular flora of Iberian System.


Several synthetic data about of the vascular flora of the Iberian System (NE Spain) are
presented and commented. This information concerns to the total number of species
and their synonyms, to the genera and families better represented, authors most
involved in the proposed taxa, the classic localities countries and provinces in Spain,
publications more involved in the names and taxonomic production for decades by
countries and cities. Key words: Vascular flora, Iberian System (NE Spain), History of
Botany.

INTRODUCCIÓN Comunidad Valenciana que se salen del


mismo. Eso supone 10 provincias enteras
Durante muchos años hemos ido reco- (A, Bu, Cs, Cu, Gu, Lo, So, Te, V y Z) más
pilando en una base de datos todos los una pequeña parte de T (al sur del Ebro).
nombres de las plantas vasculares citadas A los nombres aceptados para estas
en el ámbito geográfico de la Cordillera plantas añadimos los sinónimos con que
Ibérica y su entorno, ampliado al conjunto han podido ser citadas en diferentes pu-
completo de las provincias afectadas de blicaciones, lo que amplía a más del doble
modo significativo y a las partes de la el número de entradas en dicha base.

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G. MATEO, E. LAGUNA & P.P. FERRER

Hemos optado por ampliar al máximo para nombres de táxones no sinónimos pe-
el número de campos para poder extraer ro tenidos por tal o incluso por el nombre
la información sintética del modo más válido de la planta en cuestión por error.
sencillo posible. Así, en nuestro tesauro Es frecuente que se añada un cuarto
de flora hemos utilizado los campos si- caso cuando al primer nombre precedido
guientes: del signo de identidad se le señala entre
1. GRU: Campo que separa los 4 gran- corchetes como basiónimo, pero pensamos
des grupos tradicionales de plantas vascu- que quedan otras 4 variantes nomenclatu-
lares (1. Pteridófitos, 2. Gimnospermas, 3. Di- rales que conviene separar si deseamos
cotiledóneas, 4. Monocotiledóneas). obtener listados parciales sin que demos a
2. FAM: Nombre de la familia. todos los nombres implicados el mismo
3. COD: Un número de código que valor.
unifica a todos los nombres que son sinó- Así, en nuestra base de datos hemos
nimos obligados (con igual basiónimo: sinó- señalado en este campo el 0 para los nom-
nimos homotípicos o nomenclaturales) o que bres de especies que tienen nombres sub-
tenemos por tal aunque tengan otro tipo específicos implicados en el territorio (só-
(sinónimos heterotípicos o taxonómicos). lo se puede aplicar a una subespecie), el 1 pa-
4–6: GEN, ESP y SSP: Nombres de ra los nombres aceptados (especies que no
géneros y especies por separado. En su tienen subespecies implicadas o subespecies
caso de epítetos subespecíficos (SSP). de las que aparecen con 0, sean el tipo o no),
7. RAN: Para cuando hay epíteto sub- el 2(≡) para el basiónimo de las 0–1 (si lo
específico necesitamos una abreviatura hay), el 3(≡) para otras recombinaciones
que señale tal rango. de este mismo tipo (que comparten epíteto),
8, 9: AUTBAS y AUTSP: La autoría el 4(=) para las propuestas originales
del taxon puede ser simple (sin autores en- diferentes (con tipo y epíteto diferente), el 5
tre paréntesis), correspondiendo a una pro- (=) para recombinaciones o cambios de
puesta con tipo propio, entonces aparece estatus posteriores de las 4, el 6(–) para
relleno solamente el segundo campo. Si especies mal atribuidas pero en su tipo
hay recombinación o cambio de estatus ta- original (ej.: auct., non L.) y el 7 para re-
xonómico los dos campos aparecen relle- combinaciones de éstas [ej.: auct., non (L.)
nos, con el nombre de los autores de la Boiss.].
propuesta original (basiónimo) en el prime- El campo TYP aparece relleno siem-
ro y los proponentes de la recombinación pre en las SINO= 2, 4 y 6, que además no
o cambio de estatus en el segundo. pueden tener autor en el campo AUT-
10. TYP: La localidad clásica, donde BAS. Las 3, 5 y 7 no pueden tener tipo y
se recolectó el tipo. No en forma literal si- siempre han de tener autor en los dos cam-
no resumida y presentada en un orden de- pos de autoría. Las 1 pueden no tener tipo
terminado que permita listados coherentes propio y doble autoría, pero entonces es
(por ej.: Hs, Te: pr. Sarrión). obligada la referencia a un basiónimo (2).
11. SINO: Una faceta compleja de la 12. ORIG: Útil para cuando queramos
nomenclatura son los grados de sinoni- separar las consideradas autóctonas (A),
mia, por lo que es necesario indicar cier- de las exóticas (E) y de los híbridos (×).
tos matices. 13. PUB: Cita bibliográfica del pro-
En las obras florísticas suele resumirse tólogo del taxon, con los datos abreviados
en tres grados, según el signo que precede de su publicación original, excepto el año.
a los nombres: “≡” para identidad (igual ti- 14: AÑO: El de la publicación efec-
po, sinónimos homotípicos o nomenclatura- tiva, a veces diferente del que figura im-
les), “=” para nombres heterotípicos con- preso en las obras. Va separado para poder
siderados sinónimos taxonómicos y “–“

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indexarlos y visualizarlos con comodidad, 1. Número de táxones implicados


lo que nos permite mejores análisis por pe-
ríodos. 5.606 son nombres aceptados (sino = 1):
15. PAI: País donde fue publicada la 44,5%
obra donde aparece el protólogo. 456 son nombres de especies con más de
16. CIU: Ciudad concreta donde se pu- una subespecie o –si una– ésta diferente
blica la revista o libro donde figura el pro- al tipo (sino = 0): 3,6 %
tólogo. 1.830 son recombinaciones de tipo ajeno
17. TIP: Tipo biológico (sólo para los (sino = 2): 14,5%
nombres aceptados como válidos, SINO = 1). 1.252 otras recombinaciones de ese tipo
18. PROV: Con las abreviaturas de las (sino = 3): 10%
provincias en que se ha detectado cada ta- 1.993 son nombres con tipo diferente pero
xon (sólo nombres aceptados). considerados sinónimos (sino = 4): 15,8%
19. SECT: Con las abreviaturas de los 836 son recombinaciones de los tipos an-
sectores corológicos afectados. teriores (sino = 5): 6,7%
Es evidente que el trabajo de recopilar 460 son nombres aplicador erróneamente
los datos de todos estos campo, para un (con tipo propio, sino = 6): 3,7%
conjunto que deberá alcanzar los 15.000– 154 son recombinaciones de éstos (sino =
20.000 registros totales, es labor ardua y 7): 1,2%
pesada, pero los resultados pueden resul- Total: 12.588 unidades.
tar de gran utilidad. Son infinitas las fa- Lo primero que puede llamar la aten-
cetas que se pueden inferir de tales datos, ción al lector es que salgan más de 5.600
cuyo valor aumenta a medida que los nombres de especies, subespecies e híbri-
registros son más numerosos y consiguen dos, autóctonos o alóctonos. Es un núme-
mostrar rellenos todos sus campos sin la- ro elevado en comparación con lo que sue-
gunas e interrogantes, difíciles de evitar le indicarse durante las últimas décadas de
en ocasiones. que la flora ibérica se compondría de unas
Un listado así no se cierra nunca, ya 5000 a 8000 especies. Concretamente se
que cada año se describen nuevos táxo- indican unas 4.800 en DAVIS & al. (1986),
nes, se añaden citas para el territorio de unas 4.900 en WCMC (1992), unas 6000 en
otros ya descritos, se revalidan nombres TUTIN & al. (1993), unas 6700 en MEDAIL
tratados como sinónimos o se pasan a si- & QUÉZEL (1997), unas 7.500 en CASTRO-
nonimia otros tenidos como buenos, se VIEJO (2010, citado a su vez por MORENO,
propone ascenso a especie de táxones in- 2011), unas 8.000 en RUIZ de la TORRE
fraespecíficos y viceversa, etc. Pese a ello, (1990), unas 8.500 en DEVESA & ORTEGA
creemos que los datos existentes, superan- (2004) y unas 10.000 en VEGA (1993), aun-
do los 12.500 registros y afectando a más que las estimaciones nunca incluyen hí-
de 5.600 táxones diferentes, resultan alta- bridos, a veces tampoco subespecies, o se
mente significativos y no deberán variar añaden las Islas Baleares u otras varia-
demasiado de los que podamos ir recopi- bles.
lando en años sucesivos por lo que hemos Unos de los datos más fiables hasta el
querido optar por sacar una primera sínte- momento, por la robustez de sus fuentes
sis como avanzadilla, que ya comparare- de información, serían los de AEDO & al
mos en el futuro con otras más elaboradas. (2013), que hablan de algo más de 7.000
De las numerosas facetas en que po- especies, casi 8.000 si se incluye el nivel
dríamos fijarnos para sacar conclusiones de subespecie, para toda España, y unas
de las “riquezas” guardadas en el tesauro, 6.100 o 6.900 respectivamente, si se acota
queremos ofrecer las siguientes (sobre da- el territorio a la España peninsular e Islas
tos recopilados a fines de 2014):

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Baleares. A efectos comparativos, debe dos ha crecido mucho en las últimas dé-
tenerse en cuenta que la fuente funda- cadas (particularmente en géneros como Heli-
mental de información en ese trabajo ha anthemum, Ophrys, Sideritis, Teucrium, Thy-
sido Flora iberica, que aún está por con- mus, etc.) y estamos seguros de que lo se-
cluir; que ha seguido un tratamiento muy guirá haciendo en las próximas hasta al-
conservador en la aceptación de especies canzar varios cientos más. En cuanto a las
no autóctonas (sólo suelen indicarse las especies exóticas, puede que estén algo
que tienen un asilvestramiento muy con- mermadas en la lista, al haber sido un po-
solidado) y que las cifras obtenidas no co exigentes respecto al asilvestramiento
incluyen a los híbridos. real, pero en todo caso es seguro que en
Es cierto que en nuestra base de datos breve tendremos que estar considerando
algunos táxones los tenemos por dudosos el millar o incluso algo más, a la vista del
(se han citado pero su presencia no ha sido elevado ritmo con el que se vienen publi-
confirmada), otros como probables (citados cando nuevas incorporaciones a este gru-
de áreas cercanas) y otros muestran un ran- po en obras sintéticas (SANZ & al., 2011).
go taxonómico que podría ser excesivo y Pero estos aumentos, que probablemente
seguramente pasarán a ser considerados bajarán el porcentaje de las autóctonas en
variedades o quizás sinónimos sin rele- el futuro (del 79 % aquí ofrecido a más bien
vancia taxonómica, lo que supone una in- el 70–75%), no frenarán el avance en nú-
cidencia a la baja sobre el número total in- meros absolutos de las especies nativas.
dicado; pero también es cierto que cada En un escenario de unas 5.000 nativas,
año se describen nuevos táxones y se apor- 800 híbridos y 1.000 alóctonas, alcanzar-
tan novedades corológicas al territorio, íamos una flora vascular de unos 7.000
con lo que se supera con creces el efecto táxones, con cerca de un 74% de las pri-
anterior. Además ha de tenerse en cuenta meras, del 11–12% de los segundos y del
que las obras citadas no computan en sus 14% de las terceras, que será más cercano
cálculos los híbridos, que sí que aparecen a la asíntota a la que tienda el conoci-
como táxones susceptibles de recuento y miento de nuestra flora.
estadística en nuestra base de datos. Por nuestra experiencia en el conoci-
En todo caso, los taxones menos cla- miento de la flora ibérica en su conjunto
ros, sujetos a posible resta, son bastante (España y Portugal continentales más las Ba-
limitados, se sabe cuáles son; mientras leares), con un territorio que supera el cuá-
que los nuevos, autóctonos y –sobre todo– druple del aquí representado, entendemos
exóticos se muestran más impredecibles y que la flora autóctona superaría amplia-
no tienen un techo tan claro. mente el doble, los híbridos se podrían
De los nombres aceptados: 4.459 son quedar cerca del doble y las especies alóc-
considerados autóctonos no híbridos (79,6 tonas alcanzarán más del doble (sobre todo
%), 657 son especies exóticas (11,7%), 490 al incluir bandas costeras mucho más amplias).
son híbridos (8,7%). Total: 5.606 unidades. El escenario para este territorio his-
La mayor parte de las estadísticas que pano–luso ampliado se podría cuantificar,
se hacen sobre este tema parten del pri- redondeando los números, en unas 11.500
mero de estos últimos números (4.459), lo especies silvestres, 1.500 híbridos y 2.500
que no cambia sustancialmente lo indi- exóticas. El total absoluto estaría cerca de
cado antes, ya que sigue apuntando a una los 15.500 táxones, donde el porcentaje de
biodiversidad que podría superar amplia- autóctonas seguiría manteniéndose alto
mente los 10.000 táxones a nivel penin- (cerca del 74%), el de híbridos podría bajar
sular y los 5.000 en nuestro ámbito. Por ligeramente (cerca del 10 %) y el de exóti-
otro lado, el número de híbridos conoci- cas ascendería algo, quedando cerca del
16%.

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Dado que no se ha buscado una erudi- país y su entorno mediterráneo el predo-


ta exhaustividad en los sinónimos, los minio de las Compuestas, seguidas a cier-
nombres manejados no resultan demasia- ta distancia por Gramíneas y Legumino-
dos (unos 12.500), con lo que entendemos sas, poco distanciadas entre sí. Las Labia-
que se tendrá que aumentar esta lista du- das ascienden respecto a otras estadísticas
rante los próximos años, hasta un nivel de en que no se incluyen híbridos, luego vie-
al menos unos 15.000 para nuestro territo- ne el grupo de Crucíferas–Cariofiláceas,
rio. siempre bastante parejo; a cierta distancia
el trío Rosáceas–Umbelíferas–Escrofula-
2. Representación absoluta y rela- riáceas, a las que se añaden al final las Or-
tiva de los grandes grupos quidáceas, también gracias a la inclusión
de los híbridos.
De los nombres aceptados, a que es-
tamos aludiendo, observamos que: 4. Géneros mejor representados
124 corresponden a Pteridófitos (gr. 1):
2,2% Los géneros con más de 40 unidades,
48 a Gimnospermas (gr. 2): 0,8% incluidos híbridos y exóticas, son los si-
4.405 a Dicotiledóneas (gr. 3): 78,6% guientes:
1.029 a Monocotiledóneas (gr. 4): 18,4%
Total: 5.606 unidades. Géneros nº táxones
Hieracium 117
Como en cualquier país o región de Centaurea 90
nuestro entorno las plantas con flor repre- Thymus 75
sentan la mayoría absoluta de las plantas Teucrium 73
vasculares (cerca del 97%), las Gimnosper- Carex 70
mas no alcanzan ni el 1% y los helechos y Sideritis 68
grupos cormofíticos no seminíferos apenas
Helianthemum 62
superan el 2% de los táxones recopilados.
Ophrys 60
3. Familias mejor representadas Limonium 54
Silene 48
Se indican a continuación las familias Trifolium 48
mejor representadas, con más de 150 uni- Ranunculus 46
dades (incluidos híbridos y exóticas): Festuca 44
nº Euphorbia 44
Familias
táxones Si no hubiéramos incluidos híbridos (o
Compositae 770 táxones hibridógenos de incierta posición ta-
Gramineae 419 xonómica como el caso de Hieracium) el pri-
Leguminosae 412 mer género sería Carex y luego seguirían
Labiatae 362 Silene–Trifolium, Ranunculus y Festuca–
Cruciferae 243 Euphorbia, pero la entrada de tales táxo-
Caryophyllaceae 227 nes aúpa a los restantes géneros, sobre to-
Rosaceae 191 do los de Compuestas (Hieracium, Cen-
Umbelliferae 187 taurea) y Labiadas (Sideritis, Thymus o
Scrophulariaceae 183 Teucrium).
Orchidaceae 153
5. Autores implicados en más pro-
No hay sorpresa alguna en este cua- puestas
dro, ya que resulta lo habitual en nuestro

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Para este análisis se incluyen tanto las 9. A.J. Cavanilles 73 128


especies autóctonas como los híbridos y 10. C. Willdenow 71 103
exóticas. Se presentan dos listados para- 11. R. Desfontaines 68 101
lelos. Uno (A) con el autor principal de 12. M. Willkomm 66 164
los táxones que muestran SINO = 1 o 13. G. Rouy 58 123
SINO = 2 (más SINO = 0, cuando la especie 14. M. Lagasca 54 103
no está representada por la subespecie tipo, es 15. J. Lange 50 89
decir: el nombre no aparece repetido en 0 y 1), 16. C. Allioni 49 70
lo que expresa la suma de proponentes y 17. P. Font Quer 48 89
recombinadores definitivos de los táxo- 18. M.B. Crespo 43 55
19. W. Hudson 38 52
nes, incluyendo la propuesta específica en
20. C.H. Persoon 38 74
táxones representados por una subespecie
21. N.J. Jacquin 38 45
diferente al tipo, ya que la planta pertene-
22. O. Bolòs 36 260
ce a la especie señalada con “0” y ello tie- 23. J. Link 36 58
ne tanta importancia o más que la subes- 24. D. Villars 34 52
pecie que se le atribuye con “1”. 25. P. Pourret 32 42
La segunda lista (B) aparece con los 26. A. Jordan 32 51
autores de todas las propuestas válidas 27. C.F. Nyman 30 74
(SINO = 0, 1, 2, 3, 4 o 5), lo que daría a 28. S. Rivas–Mart. 29 77
entender los autores que han trabajado 29. G. López 28 45
más en las descripciones de nuevos 30. J.E. Smith 28 46
táxones, o en las recombinaciones 31. L. Reichenbach 28 52
nomenclaturales y cambio de estatus 32. R. Brown 27 39
taxonómico que aparecen como válidas en
Como aspectos más relevantes indica-
las obras que afectan a nuestra flora. Tales
mos los siguientes, por orden del número
propuestas son o fueron aceptadas en
de contribuciones a la autoría de la lista A:
otros contextos y siempre están sujetas a
que en el futuro pueden ser revalidadas si 1. Se observa que el sueco C. Linneo
los estudios pendientes así lo (1707-1778) aparece destacado exagerada-
recomiendan (como por ejemplo ha mente por encima de los restantes autores,
ocurrido con muchas especies olvidadas lo que es esperable por ser el primer autor
de Sennen o Pau en los últimos años). que establece esta nomenclatura y que de
Este listado B dejaría de lado los casos él parte el recuento de autores posibles
SINO = 6 o 7, que son, si se tiene por tal, para los nombres de las plantas, excluyén-
plantas ajenas a nuestra flora. En todo dose los que las describieron con antela-
caso este listado da unos números siempre ción. Además estamos ante una flora cu-
superiores a los del anterior. Los yos componentes más aparentes eran bien
resultados obtenidos se exponen en la conocidos en la época de la segunda mi-
siguiente tabla: tad del siglo XVIII en que él escribe su
obra. La gran mayoría de las especies aquí
Autores List. A List. B tratadas aparecieron ya recogidas en la
1. C. Linneo 2.169 2.300 primera edición de su Species Plantarum
2. E. Boissier 180 272
(LINNEO, 1753), aunque muchas otras lo
3. A. de Candolle 154 231
hicieron en la segunda edición (LINNEO,
4. C. Pau 143 362
1762–1763), en sus Mantissae (LINNEO,
5. G. Mateo 141 181
6. J.B. Lamarck 100 146 1767–1771), sus Centuriae (LINNEO, 1755–
7. Fr. Sennen 84 284 1756), etc.
8. P. Miller 83 109 Se sabe además que Linneo utilizó co-
mo material original para sus descripcio-

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nes las obras de los principales autores Berberis hispanica, Draba hispanica, Jasione
previos que habían recolectado plantas en sessiliflora, etc.
España como Clusio (1525-1609), Barrelier
3. A continuación va el también suizo
(1606-1673) o Tournefort (1656-1708), que
A.P. de Candolle (1778-1841, fig. 2), maes-
ya se habían encargado de glosar muchas
tro de Boissier, que aunque –al igual que
de las especies dominantes y no pocos en-
Linneo– no estuvo en España, llevó a ca-
demismos de la flora del Sistema Ibérico
bo una ingente recopilación de la flora del
y en general del Este peninsular.
planeta, mucho más ambiciosa que su pre-
cedente linneano (muestra diez veces más
especies), lo que le llevó a proponer nume-
rosas especies que le llegaron de diversos
viajeros de su época o que estaban deposi-
tadas en los herbarios a su alcance de épo-
cas anteriores. Así, su Prodromus syste-
matis naturalis regni vegetabilis (CAN-
DOLLE, 1824–1874), con 17 gruesos volú-
menes, resulta una de las de mayor valor
en la literatura botánica universal. Pode-
mos señalar, como ejemplos concretos,
Delphinium gracile, Euphorbia flavicoma, Ru-
bus canescens o Senecio lagascanus.

Fig. 1: E. Boissier

2. En segundo lugar aparece el suizo


P.E. Boissier (1810-1885, fig. 1) otro aspec-
pecto esperable para cualquier conocedor
de las circunstancias históricas del estudio
de nuestra flora, ya que es el primer botá-
nico foráneo que se dedica de forma bas-
tante exhaustiva al estudio de la flora es-
pañola Ello lo llevó a cabo en la primera
mitad del siglo XIX, poniendo el mayor Fig.2: A.P. de Candolle
énfasis en las zonas meridionales (sobre 4. En cuarto lugar tenemos al primer
todo Andalucía), donde pudo detectar y autor nativo, Carlos Pau (1857-1937, fig. 3),
describir numerosas especies que afectan quien desde su base de operaciones en Se-
también a nuestra zona, y que vemos re- gorbe se dedicó con tenacidad –durante
copiladas sobre todo en sus sólidas obras unos 50 años– a la exploración y estudio
Elenchus y Voyage botanique (BOISSIER, taxonómico de amplias zonas del Sistema
1838, 1839–1845) y las compartidas con G. Ibérico, Andalucía, Baleares, Pirineos, Ma-
F. Reuter Diagnoses y Pugillus (BOIS- greb, etc.; proponiendo numerosas espe-
SIER & REUTER, 1842 y 1852). Podemos cies, que le sitúan tras Linneo en la segun-
señalar, como ejemplo: Arenaria valentina, da lista de autores, aunque baje bastante

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G. MATEO, E. LAGUNA & P.P. FERRER

en la primera, ya que su criterio demasia- RA, MATEO & BENITO, 2000), de Burgos
do analítico (sobre todo en su juventud) nos (ALEJANDRE, GARCÍA–LÓPEZ & MA–
lleva a tener que pasar a la sinonimia bas- TEO, 2006), de la Comunidad Valenciana
tantes de sus propuestas. A modo de (cf. MATEO, CRESPO & LAGUNA, 2011,
ejemplo podemos destacar: Astragalus tu- 2013), etc. De entre las especies propues–
rolensis, Centaurea pinae, Dianthus turolen- tas podemos señalar: Biscutella atropurpu–
sis, Hieracium valentinum, Petrocoptis pardoi, rea, Centaurea saguntina, Helianthemum ede-
etc. De su amplia bibliografía no es fácil tanum, Pilosella gudarica o Sarcocapnos sae-
sacar obras extensas ni de síntesis, ya que tabensis.
éstas son muy cortas, analíticas y nume-
rosas; sólo queremos señalar como de ma- 6. La plaza sexta la ocupa el francés J.
yor impacto su serie Notas botánicas a la B. Monnet de Lamarck (1744-1829, fig. 4),
flora española (PAU, 1887–1895). que abordó a fines del siglo XVIII y co-
mienzos del XIX dos obras de gran cala-
do, como su Flora francesa en tres volú-
memenes, con dos ediciones (LAMARCK,
1779 y 1795) y la parte botánica de la Enci-
clopedia en ocho volúmenes (LAMARCK,
1783–1817), donde se describen numerosas
especies francesas y españolas presentes
en nuestro territorio, aunque muchas otras
son exóticas. Como ejemplo se pueden se-
ñalar: Echium asperrimum, Euphorbia isatidi-
folia, Paronychia argentea o Linum salsoloi-
des.

Fig. 3: Carlos Pau Español

5. En quinto lugar aparece el segundo


autor español, en este caso –además– con-
temporáneo, Gonzalo Mateo (n. 1953), cu–
ya dedicación casi exclusiva durante dé–
cadas al estudio de la flora del Sistema
Ibérico, le ha permitido estar en condicio-
nes de ascender tanto en esta lista, por en– Fig. 4: J.B. Monnet de Lamarck
cima de autores de mayor relevancia, pero
que no han trabajado en esta zona o lo han 7. En el lugar séptimo aparece un per-
hecho de modo marginal. A diferencia de sonaje curioso, como es el religioso fran-
Pau, sí que podemos señalar –de entre nu– cés E.M. Grenier–Blanc (1861-1937), que
merosas obras breves y analíticas– otras firmaba con el seudónimo de “Frère Sen-
obras de síntesis, que sirven de punto de nen” contemporáneo de C. Pau, con quien
partida para los estudios en algunas de las mantuvo muy estrecho contacto, destina-
principales zonas del territorio aquí estu– do en numerosas localidades españolas,
diado, como los catálogos florísticos de sobre todo en Cataluña, Aragón y Valen-
Teruel (MATEO, 1990), de Soria (SEGU– cia, lo que le permitió recorrer muchas de

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las zonas de nuestro territorio poco explo- ternacional a lo largo de la Historia, el va-
radas hasta entonces. Su criterio taxonó- lenciano A.J. de Cavanilles (1745-1804,
mico tan analítico lo lleva a describir tal fig. 5), quien recolectó y describió muchas
cantidad de especies, que en el listado B plantas propias en Madrid y la Comuni-
llega a situarse en tercer lugar. Podemos dad Valenciana, además de estudiar reco-
mencionar, entre las especies que han re- lecciones ajenas de herbario, sobre todo
sistido la crítica posterior, casos como los de material exótico aportado por las expe-
de: Erodium sanguischristi, Galium estebani, diciones del período de la Ilustración. En-
Hippocrepis fruticescens u Ophrys passionis. tre sus obras destaca Icones et descriptio-
nes plantarum y la Descripción de las
8. El británico P. Miller (1691-1771)
plantas (CAVANILLES, 1791–1801 y 1802–
tiene el mérito de estar situado tan alto a
1803). A él debemos la descripción de es-
través de una sola obra, muy antigua y
pecies locales importantes como Jasione
escrita para los jardineros ingleses (MI- foliosa, Ophrys scolopax, Phlomis crinita,
LLER, 1768). Pero a pesar de la finalidad
Scabiosa saxatilis, etc.
con la que se escribió, es una obra muy
detallada en la que se describe o se aplica 10. Muy cerca va el alemán C.L. Will-
el nombre tenido como válido a numero- denow (1765-1812), coetáneo de Cavani-
sas especies importantes de nuestra flora lles, de quien de hecho recibió materiales
como Abies alba, Acer opalus, Anchusa azu- y comentarios que sirvieron para sus des-
rea, Castanea sativa, Pinus halepensis, etc. cripciones de nuevas especies. Entre sus
La importancia de Miller es aún ma- obras destaca la 4ª ed. del Species Planta-
yor si se tiene en cuenta que fue contem- rum de Linneo y la Enumeratio plantarum
poráneo, e incluso en parte de su obra an- (WILLDENOW, 1797–1830, 1809-1814), en
terior a Linneo, a pesar de lo cual no ha las que describe algunas importantes es-
quedado eclipsado por la figura del autor pecies de nuestra flora, como Centaurea or-
sueco. nata, Ceterach officinarum, Marsilea strigosa
o Quercus pyrenaica.

11. Otro importante autor es R. Des-


fontaines (1750-1833), quien en su influ-
yente Flora Atlantica (DESFONTAINES,
1798–1799) describe un buen número de
plantas presentes en el Mediterráneo occi-
dental, recolectadas en el Magreb, como
puedan ser Ephedra fragilis, Equisetum ra-
mosissimum, Melilotus sulcatus, Salsola oppo-
sitifolia, etc.
12. Nos ha sorprendido ver situarse en
esta posición relativamente alta, pero infe-
rior a la que esperábamos, al alemán M.
Willkomm (1821-1895, fig. 6), uno de los
personajes decimonónicos más importan-
Fig. 5: A.J. Cavanilles
tes en los estudios de flora española; aun-
que su posición ascendería al 8º puesto si
9. El siguiente lugar lo ocupa el que mirásemos el listado B, ya que muchas de
seguramente es el botánico español que sus tempranas propuestas han quedado
más impacto ha tenido en la Botánica in- posteriormente relegadas a la sinonimia.
Sus aportaciones sintéticas más valiosas

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se centran en el Prodromus florae hispa- ma tricerosperma, Santolina canescens, Silene


nicae (WILLKOMM & LANGE, 1861-1880), legionensis, etc.
sus Icones et descriptiones plantarum y
las Illustrationes florae hispanicae (WIL-
LKOMM, 1852-62; 1881–1892). De entre la
larga lista de sus propuestas presentes en
nuestra zona podemos destacar Campanula
hispanica, Gypsophila hispanica, Moehringia
intricata u Onopordum corymbosum.

Fig. 7: Mariano de Lagasca

15. Por último destacar al danés J.M.


C. Lange (1818-1898) que recorrió diver-
Fig. 6: Moritz Willkomm sas localidades del norte de España (León,
Burgos, País Vasco, etc.), producto de las
13. Aparece en esta posición el francés cuales es una serie de artículos aparecidos
G. Rouy (1851-1924), que destaca entre sus en su país y –sobre todo– la importante
compatriotas contemporáneos, en la tran- aportación al ya mencionado Prodromus
sición del siglo XIX al XX, con una ex-
florae hispanicae, liderado por Willkomm,
tensa obra de gran fundamento, especial-
que puede considerarse el primer verdade-
mente su voluminosa Flora de Francia en ro compendio de la flora española. Pode-
14 tomos (ROUY, 1893-1915) y algunas es- mos mencionar como ejemplo de especies
capadas por el centro y este ibérico que le de nuestra flora por él descritas: Armeria
permitieron aportar de primera mano al- trachyphylla, Cirsium filipendulum, Sagina
gunas interesantes especies locales, como sabuletorum, Suaeda pruinosa, etc.
Dianthus saetabensis, Myosotis persoonii,
Thymus webbianus o Tragopogon lamottei. Esto en cuanto a los que contribuyen
14. En esta posición encontramos al con 50 o más propuestas aceptadas en
aragonés M. de Lagasca (1876-1939, fig. nuestra flora. Con más de 25 y menos de
7), que debería haber sido el continuador 50 aún vamos a encontrar otros 17, todos
de la labor de Cavanilles tras la Guerra de bien conocidos en nuestra especialidad,
Independencia, pero que motivos políticos unos más bien foráneos y antiguos, como
tuvo que abandonar el país y dejar trunca- el austríaco Jacquin, el italiano Allioni,
da su carrera. Con todo nos dejará algunos los ingleses Hudson y Smith, los alema-
trabajos importantes, de entre los que des- nes Link y Reichenbach, los franceses
taca su Elenchus plantarum (LAGASCA, Pourret y Villars, junto a cinco españoles
1816), aportando plantas nuevas a la flora más modernos o contemporáneos, como
española procedentes de la mayoría de sus P. Font Quer, S. Rivas–Martínez, O. de
regiones, como Lafuentea rotundifolia, Onos- Bolòs, G. López o M.B. Crespo.

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Aspectos sintéticos sobre la flora vascular del Sistema Ibérico

Como aspecto sintético cabe destacar e Italia, América del Norte, sur de Europa,
que en la lista de los 32 autores que más etc.) o no concretadas por sus autores. Es-
han contribuido a la nomenclatura de la tos otros casos de localidades clásicas dis-
flora del Sistema Ibérico figuran 9 espa- tribuidas por uno o más países, inconcre-
ñoles, 7 franceses, 5 alemanes, 4 ingleses, tas o no precisadas, fueron relativamente
2 suizos, 2 suecos, 1 danés, 1 italiano y 1 frecuentes en los primeros tiempos de la
austríaco. Son 23 foráneos frente a 9 nati- nomenclatura linneana y a lo largo de to-
vos, por lo que estos últimos representan do el siglo XIX.
cerca del 30% del total.
Países List. A List. B
Como se complementa en el capítulo 9 España 1.685 2.671
(producción por períodos) podríamos ver Francia 623 829
que esta situación actual, con un peso Italia 243 350
relativo tan digno en lo que a la produc- Portugal 148 191
ción autóctona se refiere, es algo bastante Alemania 120 161
reciente, pues si nos retrotraemos tan solo Argelia 116 144
unas décadas atrás (por ej. a 1980) nos Reino Unido 111 167
quedaríamos con 4 españoles y si saltára- EEUU 73 86
mos otro siglo atrás (1880) ya sólo nos Suiza 63 82
quedarían 2. Así, si alguien hubiera abor- Austria 61 79
dado en tales momentos elaborar una lista Sudáfrica 59 67
similar se encontraría con un descenso de México 45 49
la participación española a cerca del 12% Grecia 37 46
y al 6% respectivamente, a costa del in- Egipto 33 39
cremento de autores foráneos, sobre todo Suecia 33 44
Marruecos 32 41
franceses y alemanes. Se trata -de hecho-
de un mero reflejo de la sucesión de épo- Pese a la gran cantidad de especies de
cas de oscurantismo científico en España, la zona descritas en áreas lejanas, las pro-
que justamente coincidieron con períodos puestas referidas explícita e unívocamente
de grandes avances en la Botánica del a España resultan muy por delante de las
resto de países europeos. restantes, con cerca de un 30% del total.
Por proximidad geográfica, y por el hecho
6. Países más implicados en las lo- de compartir clima y flora, era de esperar
calidades clásicas que los países más vecinos –como Fran-
cia, Italia, Portugal y Argelia– estuvieran
Como en el apartado anterior, se pre- en una elevada posición a continuación.
senta un listado A (propuestas con SINO = Países algo más lejanos como Alemania y
0, 1 o 2) y uno B (propuestas con SINO= 0, 1, Gran Bretaña están bastante bien repre-
2, 3, 4 o 5). La condición mínima para la sentados, por compartir bastantes especies
lista que se adjunta ha sido que el país del y porque en ellos se ha llevado una labor
que proviene la localidad clásica de una de exploración más intensa y temprana
especie presente en el Sistema Ibérico ha- que en nuestro entorno. En un tercer nivel
ya contribuido con más de 25 unidades en se encuentran tres países lejanos (Estados
el listado A. Solamente se han contabili- Unidos, México y Sudáfrica), donde se ha
zado las menciones para las que se cita en explorado bastante la flora y han accedido
exclusiva un sólo país -o partes o locali- muchas especies (la mayoría asilvestradas);
dades concretas de éste-, quedando sin re- junto con países europeos o mediterráneos
flejar las indicaciones de aquellos táxones de nuestro entorno, como Suiza, Austria,
para los que se dieron indicaciones dema- Grecia, Egipto o Marruecos.
siado genéricas, con varios países, (España

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Respecto al listado B, vemos una gran provincias andaluzas, como Granada y


correlación con el A y sólo Gran Bretaña Málaga, que han atraído siempre a los bo-
asciende moderadamente de posición, tánicos por su gran riqueza, junto con
mientras que el resto de países se mantie- otras de la zona, como Castellón y Bur-
ne en situación semejante. gos. En el grupo entre 20 y 50 encontra-
mos la mayor parte de las provincias
7. Provincias españolas más impli- afectadas que quedan (Zaragoza, Cuenca,
cadas en las localidades clásicas Tarragona, La Rioja y Soria) y algunas de las
periféricas en las que más se ha trabajado
Descartadas las propuestas en otros (como Barcelona, Murcia, Albacete, Almería,
países y las genéricas o compartidas en León y Huesca).
que está implicado éste, se presenta un lis- En el listado B vemos que todas au-
tado de las propuestas en una zona con- mentan, algunas de modo bastante signifi-
creta y explícita de España. Van los lista- cativo, sobre todo por ser zonas en que
dos habituales A y B. Para más de 20 uni- han trabajado botánicos muy analíticos
dades en A tenemos (ver también fig. 12): (como Sennen y Pau), caso de Teruel (que
pasaría a primer lugar), Castellón, Burgos o
Provincias List. A List. B
La Rioja. El resto parece mostrar una co-
Madrid 141 200
rrelación más natural con el listado A.
Valencia 122 214
Alicante 121 195
Teruel 109 192 8. Publicaciones más implicadas en
Granada 81 112 los nombres
Castellón 74 140
Burgos 58 187 Incluyendo juntas las obras autónomas
Málaga 53 75 (libros en uno o varios volúmenes, con una o
Zaragoza 49 80 varias ediciones) y las periódicas (revistas),
Cuenca 47 59 separadas en tres listados, sobre los crite-
Barcelona 41 59 rios antes indicados. Se recogen sólo las
Murcia 36 56 que en el listado A alcanzaban al menos
Tarragona 34 56 30 unidades.
Albacete 32 40
Almería 27 34 Publicaciones List. A
1 Species Plantarum (Linneo) 1968
León 27 31
2 Anales Jardín Botánico Madrid 192
Huesca 26 31 3 Flora Montiberica (Valencia) 157
La Rioja 25 68 4 Encyclop. Méth. Botan. (Lam.) 98
Soria 24 33 5 Flore françoise (Lam.) 97
6 Pr. Syst. Nat. Reg. Veg (DC.) 96
Se sitúa en primer lugar Madrid, lo 7 Gardeners Dictionary (Miller) 80
que es lógico por ser la provincia más vi- 8 Bull. Soc. Botanique Française 78
sitada por los botánicos foráneos y la que 9 Bol. Soc. Aragonesa Cien. Nat. 74
10 Fl. Atlantique (Desfontaines) 65
ha dispuesto de los mejores medios y pla-
11 Syst. Natur. ed. 10+12 (Linn.) 64
zas de trabajo relacionados con la botáni- 12 Mantissa Plantarum (Linn.) 58
ca a lo largo de la Historia, amén de su 13 Feddes Repertorium (Berlín) 57
cercanía a nuestra zona y similitudes cli- 14 Bot. J. Linn. Soc. (Londres) 56
mátocas y florísticas. Luego vienen desta- 15 Icones Descr. Pl. (Cavanilles) 50
cadas tres de las provincias vinculadas di- 16 Linnaea (Berlín) 50
17 Hortus Kewensis (Oxford) 48
rectamente con la zona, las de Valencia, 18 Linn. Sp. Pl. ed. 4ª (Willd.) 47
Alicante y Teruel. En el grupo que recoge 19 Centuria Plantarum (Linn.) 47
entre 50 y 100 menciones destacan dos 20 Pr. Fl. Hisp. (Willk. & Lange) 46

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21 Collectanea Bot. (Barcelona) 44 ya 75 años), como son los Anales del Jar-
22 Flora (Regensburg) 40 dín Botánico de Madrid (llamados durante
23 Synopsis Plantarum (Persoon) 39
un período Anales del Instituto Botánico A.J.
24 Ann. Sci. Nat. Bot (Paris) 38
25 Elenchus Pl. Nov. (Boissier) 37
Cavanilles) (Madrid, 1941-). Esta revista
26 Elenchus Plantarum (Lagasca) 35 tuvo su período álgido en los años 80 y 90
27 Pug. Pl. Afr. Hisp. (Bss. & Rt.) 35 (en lo que se refiere al aspecto que estamos
28 Lagascalia (Sevilla) 35 tratando), preparando los volúmenes de
29 Flore de France (Rouy) 32 Flora iberica, pero luego ha bajado mu-
30 Acta Bot. Malac. (Málaga) 31 cho, por lo que queda en una discreta
31 Österreiches Bot. Zeit. (Viena) 30
32 Candollea (Ginebra) 30
posición sin llegar a los 200 táxones.

Sorprende que entre las 32 publicacio-


nes más destacadas sólo 14 sean revistas
frente a 18 obras autónomas, ya que por
muy gruesas que puedan ser es difícil
competir con una revista en capacidad de
poner información sobre el papel. De los
libros sólo dos son de autores españoles e
impresos en España (frente a los 16 restantes
producidos en el exterior). De las revistas 6
son españolas frente a 8 foráneas, un re-
sultado comparativamente mucho más fa-
vorable, sobre todo teniendo en cuenta –
frente a la solera y continuidad secular de
tantas revistas europeas– lo recientes que
son las revistas locales, aparecidas unas a
partir de 1940 –caso de los Anales del Jar-
dín Botánico de Madrid- y otras en las
últimas décadas, a excepción del Boletín
de la Sociedad Aragonesa de Ciencias
Naturales, que salió en el primer tercio
del siglo XX y es la única no específica- Fig. 8: Species Plantarum (Linneo)
mente botánica. De las revistas foráneas
podemos destacar que tres son alemanas, Sí sorprenderá más ver en tercer lugar
dos francesas, una inglesa, una austríaca y a una revista tan reciente y regional como
una suiza. Flora Montiberica, que sólo lleva 20 años
En el aspecto analítico hay que desta- en el aire (Valencia, 1995-); pero su humil-
car una vez más la posición tan sobresa- dad y su juventud las compensa con su es-
liente de C. Linneo, en conjunto (cuatro pecialización básica en la flora del Siste-
de sus obras aparecen implicadas), parti- ma Ibérico, lo que la sitúa en la mejor de
cularmente de su obra básica: Species las posiciones posibles de cara a obtener
Plantarum, en dos volúmenes y con dos esta tercera posición para la flora que nos
ediciones (LINNEO, 1753, 1762-63; fig. 8), ocupa.
que aporta cerca de dos mil táxones de También puede resultar sorpresiva la
nuestra lista, es decir más de la cuarta elevada posición de alguien que no traba-
parte y algo menos de un tercio del total. bajó en España, como Lamarck, en los
A nadie debe extrañar que en segundo puestos 4º y 5º, con dos de sus obras clási-
lugar aparezca la publicación botánica es- cas: su aportación botánica a la Enciclo-
pañola que más páginas ha publicado (son pedia y su Flora francesa (LAMARCK,

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1779-95 y 1783-1817), donde describe mu-


chas especies ibéricas y otras muchas exó-
ticas, presentes en nuestro catálogo base.
Mucho menos sorprendente resulta encon-
trar a continuación a su discípulo A.P. de
Candolle, con su valioso y mastodóntico
Prodromus (CANDOLLE, 1824-74, fig. 9).

Fig. 10: Bulletin de la Société Botanique de


France

Luego viene un grupo de tres libros


clásicos, dos de Linneo (las ediciones 10
y 12 del Systema Naturae y las dos edi-
ciones de su Mantissa) (LINNEO, 1758-68,
1767-71) y uno de DESFONTAINES (1798-
99), su Flora Atlantica, clave para cual-
Fig. 9: Prodromus (De Candolle) quier estudio de la flora del Mediterráneo
occidental, que incluye las descripciones
Posteriormente aparece una obra que de algunas de las especies más señeras de
podría parecer fuera de sitio, como el Dic- la flora ibérica.
cionario para jardineros británicos, pu- Seguidamente los Icones et Descrip-
blicado por P. MILLER (1768), que pese a tiones Plantarum, obra básica de CAVA-
su nombre es una obra enciclopédica que NILLES (1791-1801), más un grupo de tres
va mucho más allá de lo que aquí solemos revistas clásicas europeas, dos alemanas:
entender por jardinería, ya que recopila Feddes Repertorium (Berlín, 1914-) y Lin-
casi todas las plantas que se conocían en naea, Berlín, 1826-1882) y una inglesa (Bo-
su temprano año de publicación. tanical Journal of the Linnean Society, Lon-
Después encontramos la primera re- dres 1859), todas llegando al menos a apor-
vista no española (Bulletin de la Societé Bo- tar 50 táxones a nuestra flora. Finalmente
tanique de France, Paris 1854-), aparecida a viene un grupo de obras y revistas de me-
mediados del siglo XIX (fig. 10) y la más nor impacto en el aspecto que estamos
antigua de las españolas que salen en el considerando, aunque algunas sean bas-
listado (Boletín de la Sociedad Aragonesa de tante más importantes de lo que aquí pare-
Ciencias Naturales, que cambia luego su nom- cen reflejar, como el Prodromus Florae
bre a Sociedad Ibérica, Zaragoza 1901-36). Hispanicae de Willkomm & Lange, las
obras básicas de Boissier, etc.

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9. Producción por períodos – Época linneana (1760–1780): Este


es un período discreto de dos décadas, con
Para analizar la evolución temporal de unas 300 propuestas cada una, que co-
las aportaciones a la descripción de plan- rresponden al propio Linneo, a sus cola-
tas presentes en la base de datos se pue- boradores y a los más tempraneros de sus
den establecer décadas desde 1750 hasta colegas europeos (Hudson, Jacquin, Mi-
la actualidad, numerando cuántas pro- ller, etc.), que aparecen sobre todo en
puestas hay en cada periodo y haciéndolo obras autónomas, generalmente gruesas,
de nuevo sobre listados tipo A y B. Los pero apenas vinculadas con nuestro país.
resultados son los siguientes (ver también – Época lamarckiana (1780–1829):
fig. 13): Cuatro décadas que representan un per-
Períodos List. A List. B íodo de auge, en el que se observa un cla-
1750–1759 2.325 2.403 ro aumento en las propuestas, con unas
1760–1769 298 309 300–400 por década; donde las revistas
1770–1779 214 313 aún tienen poca importancia y lo principal
1780–1789 319 420 sale de las grandes obras clásicas euro-
peas del momento, como las de Lamarck,
1790–1799 322 491
Allioni, Villars, Desfontaines, Willdenow,
1800–1809 398 619
etc.; representada en España de modo
1810–1819 336 537
destacado por Cavanilles.
1820–1829 309 512 – Época candolleana (1830–1859):
1830–1839 286 426 Tres décadas que ya empiezan a marcar
1840–1849 268 449 un declive. La producción desciende a
1850–1859 226 384 unas 250 unidades por décadas, pese a la
1860–1869 170 290 aparición de muchas de las revistas euro-
1870–1879 126 230 peas de la especialidad, que van a tener un
1880–1889 181 360 gran peso en los estudios botánicos de los
1890–1899 243 464 años venideros. La producción de las
1900–1909 187 331 grandes obras anteriores desciende, sien-
1910–1919 161 329 do la obra de mayor relieve el voluminoso
1920–1929 173 387 Prodromus de De Candolle. La presencia
1930–1939 135 324 de autores españoles es casi nula, lo que
1940–1949 65 131 se compensa con la irrupción en el país de
1950–1959 71 139 uno de los “grandes”, como E. Boissier.
1960–1969 136 296 – Época willkommiana (1860–1889):
1970–1979 172 400 Las tres décadas siguientes continúan sien-
1980–1989 256 518 do de declive, pues la producción media
1990–1999 247 437 desciende ya a unas 150 unidades. Las
2000–2009 163 385 obras generalistas europeas ya aportan
2010–2014 119 122 bastante poco y el grueso de la labor es ya
sobre el terreno, lo que lidera sobre todo
Evidentemente el “mejor” período es Willkomm, en menor medida Lange, a lo
la primera década, en que se recoge ya que se une un tímido renacer de la botá-
casi la mitad de la flora, gracias al trabajo nica autóctona, a través de grupos locales
enciclopédico de Linneo. A partir de en- como el de Loscos en el Bajo Aragón.
tonces ha habido un flujo bastante regular – Época pauana (1890–1939): La des-
de las propuestas, en el que se pueden re- aparición progresiva de las figuras clave
conocer las épocas siguientes: decimonónicas deja una situación muy

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nueva en el panorama que estamos anali- descripción de especies, vinieron de la


zando. Entramos en un nuevo período con mano de esa otra disciplina, ya que en el
un brusco ascenso a 250, seguido a un levantamiento de inventarios de vegeta-
descenso mantenido en unas 150 unidades ción surgían necesariamente las particula-
hasta la Guerra Civil española y Segunda ridades de especies nuevas o táxones poco
Guerra Mundial. Por primera vez la parte reconocidos hasta el momento, pero que
principal de ese ascenso no viene de puer- llevaban aparejada una singularidad com-
tas afuera sino del propio país, aunque no portamental que las hacía ser característi-
sea consecuencia de unas instituciones cas de los sintáxones e incluso ser candi-
públicas serias (al modo europeo), sino de datas a presidir el nombre de las comuni-
actitudes voluntaristas individuales, a dades vegetales.
menudo desdeñadas o ninguneadas por la – Época de la profesionalización de la
Botánica ‘oficial’ de la época, en cuyos botánica española (1980–1999): las dos
centros –como el Real Jardín Botánico y últimas décadas del siglo XX serán recor-
muchas de las cátedras universitarias rela- dadas –en lo que a los estudios de flora
cionadas con el conocimiento de las plan- española se refieren– como el período más
tas– apenas si se hizo la más mínima apor- boyante de su historia. Muchas nuevas
tación al estudio y descripción de la flora universidades y departamentos de Botáni-
ibérica. Carlos Pau llena todo este período ca creados a finales del período anterior
y a él se añaden otras individualidades empiezan a producir unos resultados de
surgidas a su sombra, como el Hno. Sen- investigación muy significativos. Se con-
nen o Font Quer. Se echa en falta el apoyo tratan numerosos especialistas, se leen do-
de la labor alejada, pero influyente, de las cenas de tesis doctorales al año con estu-
“primeras espadas” europeas, que no fal- dios de flora comarcales, se peina la geo-
taba hasta aquí, aunque algunos visitantes grafía española, se abren numerosas revis-
ilustres circunstanciales, como Rouy, tas especializadas, se fomentan estos estu-
complementan la producción del período. dios desde las instituciones, se valoran y
– Época de posguerra y franquismo financian desde los gobiernos autónomos
(1940–1979): Estas cuatro décadas repre- para el buen conocimiento del patrimonio
sentan el período de más baja producción natural y de cara a promover las primeras
botánica, en el aspecto aquí considerado, acciones serias en temas de conservación.
desde Linneo. La media baja a unas 70 Comienza la edición de la magna obra
unidades en las dos primeras décadas, pe- Flora iberica y obras de gran nivel sobre
ro remonta a unas 150 en las dos siguien- flora provincial o regional. Un reflejo es-
tes. Podríamos fragmentarlo en dos épo- perable de todo ello va a ser un nuevo as-
cas, dejando la primera en la posguerra censo al nivel de unas 250 propuestas de
más estéril y la segunda con el empuje de- novedades taxonómicas por década, olvi-
bido a la preparación y aparición de Flora dados desde la llegada de Pau un siglo
Europaea, pero ninguna de las dos resulta antes.
muy boyante puertas adentro ni afuera. – Época de la desprofesionalización
Los botánicos europeos dejaron de traba- de la botánica española (2000–ss): La
jar seriamente en este país desde finales situación casi “idílica” indicada en el apar-
del XIX, los aficionados españoles están tado anterior comienza a cambiar. Llegan
en retirada tras la muerte de Pau y los pro- nuevos aires a la política científica, con
fesionales están más abocados a la nueva directrices superiores que cercenan el se-
especialidad de moda en esas décadas: la ñalado auge, relegando este tipo de estu-
Fitosociología. De hecho, buena parte de dios y otros trabajos de ciencia básica si-
las aportaciones de esa segunda etapa a la milares (que se consideraban hasta entonces

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al máximo nivel científico y gozaban de los la continuidad de los trabajos de campo y


máximos apoyos institucionales) a ser consi- florístico–taxonómicos. Esto es lo que ex-
derados como innecesarios, anticuados y presamos en el encabezado del párrafo co-
quedar al margen de toda financiación mo “desprofesionalización”: la desbanda-
seria, dirigida ahora a aspectos más bien da del 90% de los botánicos españoles de-
tecnológicos o economicistas. El resulta- dicados a estos estudios hacia los aplica-
do es una dedicación creciente de las re- dos y su sustitución por los aficionados,
vistas botánica a otros temas, una aten- cosa en la que nos han precedido otros
ción por parte de profesores e investiga- países europeos y llegado aún más a fon-
dores a otras especialidades de perfil más do, como el caso de Francia.
aplicado y, en lo que atañe a los números Para remachar aún más esto debemos
que aquí estamos analizando, un suave señalar que el resultado aparentemente ra-
declive en los últimos años del siglo XX y zonable, de alcanzar niveles de 150 pro-
un decrecimiento serio al iniciar el siglo puestas por década es un dato sesgado,
XXI, con la vuelta al nivel de unas 150 condicionado por la aparición de revistas
propuestas por década. dedicadas a estudios regionales (como
A este abandono drástico de la dedica- Flora Montiberica o Toll Negre), ya que
ción a la descripción de las especies ha si los datos dependieran de las obras y re-
contribuido sin duda lo que paradójica- vistas nacionales e internacionales podría-
mente se ha venido en llamar ‘profesio- mos pasar a hablar de la mitad de la pro-
nalización’ de los investigadores, donde la ducción indicada.
obtención de apoyo económico para el Es evidente que cada década lo tiene
mantenimiento de sus líneas de trabajo se más difícil que cualquiera anterior, ya que
ha basado casi exclusivamente en índices todos los táxones propuestos ya no se
internacionales como los del Factor de pueden volver a proponer (o si hay alguna
Impacto (IF), que priman los estudios de propuesta repetida su destino obligado se-
interés global (por ej. experiencias repro- ría el listado C), pero –con todo– la situa-
ducibles en cualquier sitio del planeta, ac- ción de la botánica peninsular estaba tan
tividades realizadas con alta tecnología, alejada de la normal europea a principios
etc.). La mayoría de revistas internacio- del siglo XX, que incluso a comienzos del
nales de alto IF exigen cuantiosas sumas siglo XXI el desfase sigue siendo aprecia-
económicas para poder publicar los tra- ble y –dada la especial riqueza de nuestra
bajos científicos, lo que genera un círculo flora– la labor por hacer daría para otro si-
vicioso (sólo se financia lo que genera al- glo entero a niveles similares a los del pa-
to valor de IF, y sólo se puede publicar en sado, e incluso con unos equipos bien do-
revistas de alto IF si se posee buena fi- tados y apoyados, a niveles superiores. Es
nanciación). Estas razones han relegado al decir que estos números no los considera-
olvido las materias consideradas ‘locales’, mos debidos sólo a una “ley de vida” por
como puede ser la aquí tratada, o sus la que se estén agotando los “yacimien-
equivalentes en otras disciplinas naturalís- tos” de novedades taxonómicas, sino a
ticas de campo. una desviación de la atención de nume-
Naturalmente en la sociedad permane- rosos expertos hacia otras especialidades,
cen grupos con cierta formación y expe- dejando los estudios de campo mayorita-
riencia botánica, que anteriormente fun- riamente en manos de aficionados, con
cionaban vinculados o subordinados a pro- menos experiencia y en un contexto edito-
fesionales investigadores o universitarios, rial en que las publicaciones resultan cada
que van a quedar “huérfanos” y a tener vez menos interesadas en publicar este ti-
que tomar en muchos casos las riendas de po de trabajos.

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10. Producción por países dría quedar más abajo, pero creemos que
aquí cuenta bastante el “efecto Willkomm”
Respecto a los países, el análisis puede (ningún foráneo dedicó nunca tantos esfuerzos
realizarse atendiendo a aquellos a los que a la flora española) ya que sus obras salen
pertenecen las localidades clásicas de las siempre en libros y revistas impresos en
plantas (presentado anteriormente), o bien a Alemania.
los países en que han sido publicadas las El que se detecte un bajón tan signifi-
obras en que éstas se describen. A conti- cativo, en lo que a obras impresas en Gran
nuación se muestran los que tienen al Bretaña se refiere, no guarda relación con
menos 50 propuestas (listado A). otras disciplinas en que los británicos han
estado más presentes en España, pero hay
Países List. A List. B
que reconocer que el estudio de la flora
Suecia 2.270 2.503
española les ha movido poco y la mayor
Francia 1.268 2.065
parte de las más de 500 especies implica-
España 1.106 2.333 das fueron descritas en su país y recolec-
Alemania 1.054 1.791 tadas allí mismo o países de su entorno.
Gran Bretaña 517 764 A cierta distancia se sitúan tres países
Suiza 287 443 no muy lejanos, que comparten bastante
Italia 251 406 flora con nuestro territorio, como Suiza,
Austria 180 280 Italia y Austria. Portugal sale represen-
Portugal 92 155 tado con escasez, y aún más el resto de los
Dinamarca 88 142 indicados, aunque su mayor lejanía puede
EEUU 85 127 ayudar a valorar más su mérito (casos de
Rep. Checa 81 146 Rusia o Dinamarca).
Rusia 53 79
Bélgica 50 104 11. Producción por ciudades

Como era de esperar casi toda la pro- Lo mismo que acabamos de presentar
ducción sale de Europa, siendo el único por países lo podemos mostrar, descen-
país ajeno los Estados Unidos de Améri- diendo al nivel de ciudades concretas en
ca, y aún en baja posición. En concordan- las que se publican las novedades taxo-
cia con lo indicado hasta ahora no debería nómicas en cuestión. Con los dos listados
sorprender el que Suecia vaya por delante, habituales (A y B), más otro C en el que se
ya que de nuevo es el “efecto Linneo” y atiende no a las especies allí publicadas
que casi toda su producción científica se sino en el número de libros y revistas
imprimió en su país. implicados en tales propuestas cuando
En segundo lugar aparece Francia, so- suman más de 10 (ver comentarios poste-
bre todo por la labor de primera hora (ya riores de este apartado). Así aparecen los
hemos destacado las obras de Lamarck y de siguientes datos:
Candolle), que va decreciendo a lo largo
Ciudad List. A List. C List. E
del siglo XIX y principalmente del XX. Estocolmo 2135 2283 9L+2R
En tercer lugar se sitúa España, superando París 966 1579 54L+13R
a Alemania por poco (seguramente se ha lle- Madrid 484 949 11L+19R
gado a ello hace menos de una década), gra- Berlín 331 600 15L+9R
cias a los trabajos de individualidades an- Ginebra 203 310 10L+5R
tiguas (Cavanilles, Lagasca, Pau) y sobre Barcelona 180 576 9L+11R
todo al trabajo colectivo contemporáneo. Viena 174 269 20L+5R
El caso alemán es semejante al francés, Valencia 172 220
aunque por la distancia a nuestro país po- Leipzig 158 242 15L+4R

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Stuttgart 128 259 10L+1R ras posiciones (Madrid, Barcelona, Valencia


Copenhague 88 142 9L+3R y Zaragoza) y otras tres algo más abajo (Se-
Turín 80 130 villa, Málaga y Vitoria), mientras que otras
Upsala 79 94 no llegan a entrar por poco (como Murcia,
Zaragoza 78 250 Oviedo o Teruel). Salvo escasas contribu-
Praga 72 134 9L+5R ciones iniciales, como las tempranas obras
Kew 59 74 de Cavanilles, la aportación española se
Nápoles 54 91
desarrolló desde finales del siglo XIX.
Gotinga 52 75
A destacar de nuevo lo que llamamos
Zúrich 51 79
Grenoble 48 69
“efecto Linneo”, que en este caso se po-
Múnich 48 79 dría llamar “síndrome de Estocolmo”, que
Ratisbona 46 75 lleva a esta ciudad a la cabeza de todas, de
Lisboa 45 81 un modo desproporcionado, por ser el
Toulouse 45 68 lugar donde el autor sueco editó la mayor
Sevilla 41 61 parte de sus obras.
San Petersb. 38 54 A continuación, muy claramente des-
Málaga 31 37 tacada, está París, en las propuestas taxo-
Örebro 31 77 nómicas y sobre todo en su enorme capa-
Lyon 30 47 cidad editorial, que se mantuvo especial-
Coimbra 29 42 mente desde finales del siglo XVIII hasta
Frankfurt 29 54 principios del XX. El tercer lugar resulta
Florencia 26 45 claramente para Madrid, que desde Cava-
Argel 24 58 nilles hasta nuestros días ha venido man-
Montpellier 24 32
teniendo el liderazgo editorial de la botá-
Lund 23 46
nica española, en cantidad de obras y den-
Vitoria 23 35
sidad del contenido de las mismas. Un
Charkov 23 27
Angers 21 30 cuarto puesto lo obtiene con holgura la
Nueva York 21 36 ciudad de Berlín, también muy respaldada
por una gran capacidad editorial, aunque
Se observa una clara correlación entre mermada desde las dos guerras mundia-
dos conceptos bien diferentes, como son les. Le sigue Ginebra, una ciudad muy
el número de especies propuestas y el nú- volcada en la edición de obras botánicas y
mero de libros y revistas de las que ellas bastante más vinculada con España que
surgen, con algunas excepciones fácil- otras de su entorno. Luego vienen casi
mente explicables. Asimismo, cabe indi- empatadas dos ciudades españolas im-
car que el tema aquí analizado puede con- portantes: Barcelona y Valencia, la pri-
siderarse netamente europeo, pues de las mera basada en una obra más dispersa en
38 ciudades mencionadas sólo dos son el espacio editorial y el tiempo (sobre todo
extraeuropeas y van a la cola: una es afri- a lo largo del siglo XX) y la segunda con-
cana (Argel) –donde los que allí publican centrada en una única revista y en las úl-
son principalmente franceses– y otra es timas décadas. Posteriormente se sitúa
americana (Nueva York). De nuevo pode- Viena, ciudad clave en las primeras déca-
mos decir que la situación marginal espa- das consideradas, que ha ido pasando a
ñola durante la mayor parte del período ocupar un papel mucho más secundario en
considerado ha ido cediendo –según lo ya tiempos modernos, más aún en lo que a
analizado en el capítulo de producción por nuestro tema se refiere. Lo mismo habría
períodos–, de modo que esta lista hay 4 que decir de las ciudades alemanas, que
ciudades españolas situadas en las prime- vienen después (Leipzig y Stuttgart).

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muchos más detalles. Por ejemplo, el nú-


mero de ciudades que en cada país apare-
cen como lugar donde se han impreso las
obras consideradas y el número de libros
y revistas editadas en ellas que se han vis-
to involucradas en las propuestas taxonó-
micas de nuestra flora, a partir de los da-
tos de la lista C. De mayor a menor im-
portancia de este factor combinado, ten-
dríamos:
ALEMANIA (30 ciudades, 75L, 30R:
Altona (1L), Berlín (15L+9R), Bitche
(1L), Bonn (1R), Braunschweig (1L),
Brunswick (1L), Carlsruhe (1L+1R), Cas-
sel (1L+1R), Dresde (1L), Erfurt (1L+
1R), Erlang (2L+1R), Frankfurt (5L), Go-
tinga (5L+1R), Halle (3L), Hamburgo (1L
+1R), Hannover (2R), Hildesheim (1L),
Jena (1L+1R), Leipzig (15L+4R), Mann-
Fig. 11: Portada del Prodromus florae hispanicae heim (1L+1R), Marburgo (1L), Múnich
(M. Willkomm & J. Lange) impreso en el siglo XIX
en Stuttgart (Alemania). (3R), Neustadt (1L), Nuremberg (3L),
Passau (1R), Ratisbona (1L+1R), Sonder-
La representación de Alemania en su hausen (1R), Stuttgart (10L+1R), Tubinga
conjunto es más que digna, añadiendo a (2L), Weimar (1R) (fig. 11).
las indicadas las ciudades de Gotinga, Ra- FRANCIA (21 ciudades, 76L, 27R):
tisbona, Múnich y Frankfurt. También la Agen (1L), Angers (2L+1R), Besançon (1
de Francia, que –pese a su fama de cen- R), Caen (1L+1R), Cherburgo (1R), Cler-
tralista– coloca tras París a Lyon, Greno- mont–Ferrand (1L), Dijon (1L), Épinal
ble, Toulouse, Montpellier y Angers; (1L), Estrasburgo (1L), Grenoble (3L + 1
mientras otros países se muestran más cla- R), Le Mans (2R), Lyon (2L+2R), Marse-
ramente centralistas, como Dinamarca lla (2L), Metz (1L), Montpellier (2L+
(sólo Copenhague), la República Checa 1R), Nancy (1L), Niza (1R), París (54L+
(sólo Praga), Rusia (sólo San Petersbur- 13R), Poinson (1L), San Quintín (1L),
go), Austria (sólo Viena) e incluso el mis- Toulouse (1L+3R).
mo Reino Unido, representado sólo por ESPAÑA (21 ciudades, 31L, 44R):
Kew además de Londres (que podríamos Albacete (1R), Alcañiz (1L), Barcelona (9
haberlos considerado unidos). Italia sola- L+11R), Castellón (1R), Gijón (1R), Gra-
mente está representada por Nápoles, Tu- nada (1L+1R), Jaca (1R), León (1L), Ma-
rín y Florencia; Suecia muestra su carác- drid (11L+19R), Málaga (1R), Murcia (1
ter de gran potencia botánica, no limitada R), Oviedo (1R), Salamanca (1R), Segor-
a Linneo y Estocolmo, ya que vemos bien be (1L), Sevilla (1L+1R), Teruel (2L),
situadas a otras tres ciudades menores Valencia (3L, 1R), Vic (1L), Vinaroz (1
(Upsala, Örebro y Lund); de Portugal apa- R), Vitoria (1R), Zaragoza (1L+1R).
recen bien situadas Lisboa y Coimbra, ITALIA (10 ciudades, 19L, 12R): Bo-
mientras que de Suiza, además de Ginebra lonia (1L+1R), Florencia (2L+3R), Géno-
aparece Zúrich bastante destacada. va (1L), Nápoles (5L+1R), Palermo (3L+
Un análisis más profundo de los datos 3R), Pisa (1L), Roma (1L+2R), Rovereto
aparecidos en esta lista podría mostrar (1R), Turín (4L), Venecia (1L+1R).

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SUIZA (8 ciudades, 18L, 9R): Aarau RRUECOS: Rabat (1R), POLONIA (Bres-
(1L), Basilea (1L), Berna (1R), Ginebra lavia (1L), RUMANIA: Sibiu (1L),
(10L+5R), Lausana (1L), Neuchâtel (1R), UCRANIA: Charkov (1L).
Winterthur (1L), Zúrich (4L+2R).
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Aspectos sintéticos sobre la flora vascular del Sistema Ibérico

Fig. 12: Provincias españolas más implicadas en las localidades clásicas.

Fig. 13: Publicación de propuestas taxonómicas por períodos.

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