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Universidad de San Carlos de Guatemala

Escuela de Historia
Instituto de Investigaciones Históricas,
Antropológicas y Arqueológicas –IIHAA-

Informe final de investigación 2013

Las propuestas ilustradas sobre


la propiedad corporativa, 1750-1811

Tania Sagastume Paiz


Investigadora titular área de historia
taniasagas@gmail.com

____________________________________________________________________________

Contenido

Introducción 1

I. El Mercantilismo y la Fisiocracia en los orígenes de la Ilustración 7

II. La tierra y la agricultura en el pensamiento ilustrado del siglo XVIII 15


1. José del Campillo y Cosío: Lo que hay de más y de menos en España 19
2. José del Campillo y Cosío: España despierta 29
3. Gaspar Melchor de Jovellanos, Informe sobre la Ley Agraria 31

III. Los Proyectos de Guatemala 45


1. Antonio García Redondo, Memoria sobre fomento de las cosechas de cacaos 46
2. Los proyectos de la Sociedad Económica 52
3. Las instrucciones para el Diputado a Cortes de Cádiz 57
a) Instrucciones del Ayuntamiento de Guatemala 59
b) Representación del Ayuntamiento 66
c) Apuntes instructivos 70
d) Real Consulado de Comercio, Apuntamientos 72

Reflexiones finales 80

Bibliografía 83

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Las propuestas ilustradas sobre
la propiedad corporativa, 1750-1811

Tania Sagastume Paiz


Investigadora titular área de historia
taniasagas@gmail.com

Introducción
La presente investigación es el primer paso de un estudio de largo aliento en el que se
intentarán estudiar diversos aspectos sobre la administración de los pueblos indígenas
y la desamortización de la propiedad corporativa durante el periodo de transición del
Antiguo Régimen a la Modernidad en Guatemala, que de manera tentativa se ubica
entre mediados del siglo XVIII y mediados del siglo XIX. En la propuesta inicial se
plantearon dos fases para analizar el contexto histórico, en la primera fase
correspondiente al año 2013 se analizaron los escritos de dos de los pensadores
ilustrados españoles del siglo XVIII que ejercieron mayor influencia en las ideas y las
políticas de la región en los temas de tierra y trabajo indígena, así como los escritos de
algunos pensadores de la región y los proyectos de reforma presentados a finales del
siglo XVIII y 1811, en el contexto de las Cortes de Cádiz. Asimismo, se han identificado
disposiciones legales sobre la tierra y los bienes de las comunidades del mismo
periodo. En la siguiente fase correspondiente al año 2014 se elaborará el estado
actualizado de los debates historiográficos sobre el tema. En fases posteriores se
realizará investigación exhaustiva con fuentes primarias para estudiar la
administración de las tierras y bienes de los pueblos indígenas de Guatemala a partir
de la legislación identificada y otros documentos del Ayuntamiento, la Audiencia y
otras instituciones, explorando las respuestas de las comunidades y los particulares
frente a las nuevas corrientes y disposiciones, identificando los cambios y
permanencias durante el proceso.

1
Para la investigación de la primera fase sobre el contexto histórico, el estudio
formuló algunas preguntas sobre las propuestas ilustradas de finales del siglo XVIII y
principios del XIX, que definen el contenido del trabajo:
a) ¿Cuáles son los orígenes, el contenido y las características de las propuestas
ilustradas sobre la propiedad corporativa?
b) ¿Cuáles son las propuestas, el contenido y las características de los escritos de
pensadores de la región de Guatemala sobre la administración de los bienes y
las tierras comunales y cuáles son las influencias de los discursos?
c) ¿Cuáles son los cambios legales en materia de administración de los bienes y las
tierras de los pueblos indígenas en la región de Guatemala y cuáles son las
influencias de esta legislación?
En el presente informe se intenta dar respuesta a las primeras dos preguntas, a
partir de la lectura de dos de los pensadores ilustrados que parecen haber ejercido
mayor influencia en el ámbito regional, así como las ideas sobre el mercantilismo y la
fisiocracia desarrolladas particularmente en Francia, que a su vez ejercieron influencia
en los pensadores ilustrados españoles. También se han identificado algunas
disposiciones legales del periodo en materia de bienes y tierras de pueblos indígenas,
las cuales se integrarán en el análisis de las fases posteriores de investigación.
En este estudio se propone la hipótesis que el proceso de desamortización de
la propiedad comunal en Guatemala, al igual que en otras regiones de la América
española, se fundamenta en el pensamiento ilustrado español del siglo XVIII y en los
principios del Liberalismo clásico, que proponían la enajenación de los bienes de
manos muertas, el fin de las corporaciones y la formación de una sociedad de
individuos libres, con libertad de comercio y acceso a la compra y venta de la tierra
como propietarios individuales.
Sobre la aplicación de las leyes de desamortización de la propiedad comunal
en Guatemala durante el periodo objeto de estudio, se plantea que tanto en los escritos
de los pensadores de la región, como en los proyectos de reformas presentados durante
las primeras dos décadas del siglo XIX, es posible observar tendencias que favorecían

2
la desamortización de la propiedad comunal, sin embargo, existieron diversos factores
políticos y económicos que determinaron un compás de espera hasta el primer
gobierno liberal.
En esta investigación se entiende por Liberalismo un fenómeno histórico que
tiene sus orígenes en Europa en la edad moderna y que se sustenta en algunos
principios generales como la libertad individual, el sistema de representación y el
orden, la protección jurídica y el Estado constitucional. En el ámbito de la economía,
el Liberalismo plantea la libertad de producción y de comercio, en contraposición a las
trabas que establecían las corporaciones. En política, el Liberalismo europeo manifestó
dos grandes tendencias, por un lado la inglesa, que propugnaba por una intervención
mínima del Estado y que desarrolló el constitucionalismo y el sistema bicameral y, por
el otro lado la francesa, que planteaba el fortalecimiento de la autoridad estatal para
garantizar la igualdad y demoler el orden feudal. 1 En América, en cambio, el
Liberalismo se planteó en contra de la monarquía y a favor de la República.
Wallerstein ubica los orígenes del Liberalismo en el contexto posterior a la
Revolución Francesa y lo define como una doctrina política y económica opuesta a los
privilegios corporativos y a favor del orden, la libertad individual y una reducida
injerencia del Estado en la economía, convirtiéndose en la ideología del capitalismo
que se venía desarrollando desde el siglo XVI.2
Uno de los conceptos fundamentales en esta investigación es la
desamortización, el procedimiento legal por medio del cual se dejan libres los bienes
amortizados o de manos muertas. En el periodo objeto de estudio, se trata de un
proceso inspirado en el pensamiento ilustrado del siglo XVIII que proponía
desvincular los bienes que estaban amortizados, es decir, en manos muertas y, por lo
tanto, fuera del mercado, y ponerlos en circulación a disposición de particulares.

1Oscar Moreno (coordinador), Pensamiento contemporáneo: principales debates políticos del siglo
XX. Buenos Aires: Editorial Teseo, 2008, pp. 40-44.
2 Immanuel Wallerstein, Después del Liberalismo. México: Siglo Veintiuno Editores, 2001, p. 5.

3
Según el Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia del español Joaquín
Escriche, la amortización consistía en la adquisición de bienes, especialmente de la
tierra, por parte de cuerpos o familias de la clase de manos muertas, en quienes se
perpetuaba su dominio, sacándolos del comercio y circulación y excluyendo para
siempre a otros individuos del derecho de aspirar a ellos. Existían dos tipos de
amortización, la eclesiástica y la civil. La amortización eclesiástica estaba referida a la
adquisición de bienes raíces por parte de iglesias y monasterios, cuerpos que tenían
una existencia perpetua por el relevo de sus miembros y que al adquirir un bien lo
encadenaban a su posesión, sacándolo de circulación. La amortización civil era la
vinculación de bienes a determinada familia, cuerpo o establecimiento civil
pertenecientes a la clase de manos muertas, en donde se incluían los mayorazgos, los
ayuntamientos y las cofradías.3
Otro concepto importante es el de las corporaciones, dentro de las cuales estaban
los pueblos indígenas. Las sociedades de Antiguo Régimen estaban conformadas por
cuerpos o comunidades unidos por vínculos económicos y sociales, con una compleja
estructura vertical jerarquizada y con estatutos y privilegios que garantizaban su
existencia. De acuerdo con José María Imízoz Beunza, las corporaciones de Antiguo
Régimen se agrupaban en torno al territorio común, como los pueblos, al trabajo como
los gremios de oficios y de comerciantes, así como en torno a las comunidades
religiosas, como las parroquias, cofradías, conventos y órdenes religiosas.4
Imízoz afirma que, a diferencia de los actores individuales de las sociedades
modernas, las corporaciones de Antiguo Régimen operaban como actores colectivos,
con vínculos de pertenencia característicos y complejos principios que garantizaban la
adhesión de los miembros a través de estructuras internas de autoridad, integración,
dominación y dependencia.5

3 Joaquín Escriche, Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia. Edición de Juan B. Guim.


París: Librería de Rosa, Bouret y Compañía, 1854, pp. 158, 159, 164, 1194 y 1538.
http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/1/364/1.pdf
4 José María Imízoz Beunza (director), Élites, poder y red social: las élites del País Vasco y Navarra

en la Edad Moderna. Bilbao: Servicio Editorial Universidad del País Vasco/Eltu, 1996, p. 19.
5 Ibid, pp. 22-29.

4
La complejidad de esta estructura interna es explicada por el historiador William
Sewell en su libro sobre el mundo del trabajo en Francia, en donde afirma que los
miembros de las corporaciones de oficio –gremios de artesanos-- establecían vínculos
en tres niveles: el legal, el religioso y el moral. El primer nivel correspondía al vínculo
que los miembros establecían como miembros de un cuerpo; esta dimensión legal
implicaba la existencia de unos privilegios y una reglamentación (ordenanzas) para el
ejercicio del oficio. El segundo nivel se establecía en torno a la cofradía, que constituía
la conformación de una asociación laica vinculada a la práctica de alguna devoción y
cuya principal actividad religiosa era la devoción al santo patrón de determinado
oficio. El tercer nivel implicaba la constitución de una comunidad moral; ser miembro
de una corporación de oficio significaba que sus miembros se encontraban unidos por
vínculos de hermandad, fraternidad y solidaridad.6
La historiadora mexicana Diana Birrichaga explica que el pueblo de indios es la
institución creada por los españoles en América en el siglo XVI primero como
reducciones y, posteriormente, con una categoría jurídica y política que les otorgó
carácter permanente en un territorio exclusivo con su propio gobierno local y estatutos.
La comunidad de indios, también llamadas comunidad de naturales o común de
naturales,7 se constituyó en el orden económico de los pueblos que se refería a la forma
de regular los bienes y servicios que se producían en las tierras comunales a través de
la producción, el tributo y los recursos naturales (tierras y aguas). Los bienes y tierras
del común de naturales eran administrados por diversas instituciones como las cajas
de comunidad, establecidas a mediados del siglo XVI, para controlar los recursos
monetarios del común de naturales y las cofradías, creadas para el auxilio de los

6 William H. Sewell, Trabajo y revolución en Francia, el lenguaje del movimiento obrero desde el

Antiguo Régimen hasta 1848. [1a. edición en inglés: Cambridge University Press, 1980]. Madrid: Taurus
Ediciones, 1992, pp. 56-66, citado en Tania Sagastume Paiz, Trabajo urbano y tiempo libre en la ciudad
de Guatemala, 1776-1840. Guatemala: CEUR/USAC, Municipalidad de Guatemala, 2008.
7 Según el Diccionario de Escriche, común es lo que pertenece a muchos, quienes tienen igual

derecho de servirse de ello como bienes o pastos, mientras que bienes concejiles son los que pertenecen
al común o concejo de una ciudad, villa o lugar. Los bienes destinados al patrimonio del pueblo y cuyos
productos son de utilidad pública se llaman propios y son administrados por el ayuntamiento o junta
especial (propios y arbitrios). Escriche, p. 475.

5
entierros y sostenidas con las limosnas de los mismos indígenas y que también poseían
bienes y tierras separados de los bienes comunales.8
Para preservar estos poblados de la influencia y la ambición de las ciudades y
las haciendas, la Corona estableció la amortización de la tierra y los bienes, así como la
prohibición de que españoles y mestizos se asentaran en ellos. Según el historiador
François-Xavier Guerra, quien analiza el tema para el caso mexicano, estas medidas
reforzaron la unidad colectiva de las comunidades indígenas a lo largo del periodo
colonial y les permitieron enfrentar las ofensivas del liberalismo del siglo XIX.9
Estos conceptos servirán para poner en contexto los escritos de los pensadores
ilustrados de la época, especialmente de quienes elaboraron propuestas relacionadas
con el impulso de la agricultura y la desamortización a finales del siglo XVIII. En el
caso de los pensadores ilustrados españoles, esta revisión bibliográfica se concentró en
los escritos de los españoles José del Campillo y Cosío y de Gaspar Melchor de
Jovellanos, explorando también el contexto previo del mercantilismo que predominó
en Europa durante los siglos XVII y XVIII, así como las propuestas de los fisiócratas
franceses, temas que han sido estudiados por historiadores económicos que aportan
elementos para comprender los orígenes, las influencias y las características de las
propuestas. La comprensión de estos aspectos será fundamental para analizar
posteriormente los escritos y las disposiciones legales de la región y determinar la
influencia ilustrada y liberal, adaptada a las circunstancias de la época.

I. El Mercantilismo y la Fisiocracia en

8 Diana Birrichaga Gardida, Administración de tierras y bienes comunales: Política, organización

territorial y comunidad de los pueblos de Texcoco, 1812-1857. México: Tesis de Doctorado en Historia, El
Colegio de México, 2003 (inédita), pp. 55-60 y 72.
9 Francois Xavier Guerra, México: del Antiguo Régimen a la Revolución. Tomo I [Primera edición

en francés 1985, Segunda edición en español 1991]. México: Fondo de Cultura Económica, 1993, pp. 251-
253. En las fases posteriores de esta línea de investigación se investigarán las respuestas de los pueblos
indígenas de Guatemala frente al proceso de desamortización, tanto a través de fuentes primarias, como
a través de estudios recientes.

6
los orígenes de la Ilustración

Las propuestas ilustradas de la segunda mitad del siglo XVIII contenían una fuerte
crítica al mercantilismo que había regido en Europa desde el siglo XVI, la que Inmanuel
Wallerstein define como la primera etapa del sistema de economía-mundo capitalista,
desarrollada a partir de la transformación de la economía feudal o de Antiguo Régimen
a un sistema económico capitalista basado en la utilización del capital acumulado para
la expansión y la mercantilización de los procesos de producción, distribución,
inversión e intercambio.10
La teoría económica del mercantilismo planteaba que la riqueza de una nación
se medía por la cantidad de metales preciosos que poseía y para conseguirlos, proponía
medidas comerciales para incrementar el comercio internacional pero protegiendo la
industria nacional a través de un sistema de subvenciones.
El representante clásico del mercantilismo es Jean-Baptiste Colbert (1619-1683),
ministro francés de Luis XIV de 1661 a 1682, quien impulsó una política típica del
primer periodo del capitalismo, utilizando al Estado para implantar el comercio, la
navegación y la industria. Según el economista ruso Íllich Rubin11, los objetivos de esta
política eran generar riqueza a la empobrecida Francia y debilitar políticamente a la
aristocracia feudal local. 12
Para lograr estos objetivos, Francia implementó diversos mecanismos. En el
ámbito regional, eliminó los impuestos para los productos entre las provincias con la

10 Inmanuel Wallerstein, El capitalismo histórico. [Primera edición en inglés 1983, quinta edición
en español 2003]. Siglo Veintiuno Editores, 2003.
11 Isaac Ílich Rubin (12 de junio de 1886 - 25 de noviembre de 1937) economista ruso

desaparecido durante la Gran Purga Soviética de 1937, autor de Historia del pensamiento económico,
Economía contemporánea de Occidente, Clásicos de la Economía Política desde el siglo XVII hasta
mediados del siglo XIX, La teoría marxista de la producción y el consumo y Ensayos sobre la teoría
marxista del valor. Santiago Javier Amesilla Conde, “Ontología y gnosoeología del capitalismo en Illich
Rubin: Ensayos sobres la Teoría Marxista del Valor”, en Nómadas, Revista Crítica de Ciencias Sociales y
Jurídicas, Universidad Complutense de Madrid,
http://dx.doi.org/10.5209/rev_NOMA.2012.v34.n2.40732
12 Isaac Ilich Rubin, Los Fisiócratas. Historia del pensamiento económico, volumen 2. Edición de

Diego Guerrero. Madrid: Maja Ediciones, 2012, p. 5.

7
finalidad de impulsar el comercio interno, sin embargo los señores feudales se
opusieron a la unificación aduanera y eran sus propios guardias quienes impedían el
paso libre de los bienes. Esto provocó que la unificación aduanera se lograra hasta la
Revolución Francesa.13
Para mejorar e incrementar el comercio exterior, Colbert estableció una serie
de complejas y extensas normas para garantizar la calidad de los productos
industriales, entre los que destacaban productos suntuarios para la nobleza como
paños, encajes, vajillas y artículos de uso personal. Sin embargo, el sistema implantado
por Colbert impedía la diversificación y la ampliación debido a las innumerables
regulaciones, por lo que las industrias siguieron funcionando como pequeños talleres
que contrataban el trabajo a domicilio. A su vez, la implantación de nuevas industrias
tampoco generó el crecimiento económico deseado y en su lugar provocó la creación
de monopolios, en parte debido a los privilegios y subsidios otorgados y también por
la prohibición de importar productos industriales.14
El mayor exponente del mercantilismo colbertiano en España era Jerónimo de
Uztáriz (1670-1732), quien en su obra Teoría y práctica de comercio y de marina, reflejaba
la influencia de Colbert en las ideas de aumentar la industria, el comercio y la
población.15
En combinación con su política industrial, el programa mercantilista de Colbert
prohibía la exportación de cereales y materias primas para favorecer a la industria
local, la que como vimos arriba, se favorecía de precios bajos y privilegios. Esto frenó
el desarrollo de la agricultura e impidió convertir a la masa de trabajadores rurales del
país en compradores potenciales de los productos industriales. El escritor ruso Íllich
Rubin afirma al respecto que el mayor freno para el crecimiento industrial de Francia
no eran las regulaciones de la política mercantilista, sino la subsistencia de una masa

13 Ibid, p. 6.
14 Ibid, pp. 6-9.
15 Virginia León, La Europa ilustrada. Madrid: Ediciones Istmo, 1989, p. 47.

8
de campesinos empobrecidos, un sistema señorial y una monarquía absoluta, lo que
impedía la existencia de un amplio mercado interior. 16
A la larga, la política mercantilista de Colbert, de construir una brillante
industria manufacturera sobre las espaldas de un campesinado sin vestir ni
calzar, estaba condenada al fracaso. En la Francia de mediados del siglo
XVIII, se extendía cada vez más la convicción de que la primera condición
para un crecimiento duradero de la economía capitalista era el avance de la
agricultura y la abolición de las supervivencias feudales en el campo.17

Durante el siglo XVIII, predominaba en Francia un sistema señorial que impedía


el desarrollo de la economía capitalista. La mayoría de los campesinos de Francia
arrendaban la tierra que trabajaban a los señores, debiendo pagar, además, varios
impuestos. Rubin afirma que estos costos impedían la tecnificación de los cultivos,
provocaban una baja productividad y mantenían a los campesinos en la pobreza, lo
que a su vez impedía el desarrollo del comercio interno. El mismo autor afirma que
para lograr el cambio existían dos caminos, uno era el que se había desarrollado en
Inglaterra y que consistía en convertir la tierra en propiedad privada para arrendarla
con fines de desarrollar una agricultura extensiva, así como la expulsión de los
campesinos a las ciudades, proceso denominado “cercamientos”. El otro camino fue el
que se desarrolló después de la Revolución Francesa, que consistió en liberar a los
campesinos de las obligaciones y pagos y convertirlos en propietarios de la tierra que
trabajaban.18
Los estudiosos de la Revolución Industrial coinciden en plantear que el
desarrollo de la agricultura y el comercio exterior constituyen precondiciones para la
industrialización. En el caso de Inglaterra, el proceso de privatización de terrenos
baldíos y campos abiertos ―conocido con el nombre de cercamientos―, así como la
expropiación de tierras comunales, había iniciado desde el siglo XVI, con un nuevo
impulso en el siglo XVIII que dio como resultado un incremento significativo de la

16 Ibid, p. 10.
17 Ibid, p. 11.
18 Ibid, pp. 19-20.

9
producción agrícola por el uso intensivo de la tierra. Sin embargo, este cambio tuvo
lugar en detrimento de los campesinos que utilizaban las tierras comunes y que
después de ser desplazados debieron buscar trabajo en las grandes propiedades como
jornaleros o desplazarse a las ciudades.
Según el historiador económico Michael Turner, los cercamientos están en el
centro de un largo proceso de transformación de la propiedad agrícola en Europa. Los
cercamientos consistían en una reforma sobre la propiedad de la tierra que modificó
sustancialmente los métodos tradicionales de agricultura basados en sistemas de
cooperación, administrados comunalmente y usualmente en campos abiertos dentro
de un sistema de tenencia también comunal.19
Por su parte, Peter Mathías calcula que aproximadamente la mitad de la tierra
cultivada en Inglaterra había sido cercada antes del siglo XVIII por medio de acuerdos
privados. Sin embargo, en el siglo XVIII los grandes propietarios empezaron a
encontrar resistencia por parte de las comunidades, por lo que tuvieron que recurrir a
los cercamientos parlamentarios, registrando más de cinco mil actas públicas de
cercamientos entre 1750 y 1850. 20
No existe un acuerdo entre los estudiosos de los cercamientos en Inglaterra
acerca de la magnitud del incremento de la producción agrícola como resultado de este
proceso. Sin embargo, varios de ellos coinciden en plantear que los cercamientos fueron
importantes para incrementar las áreas de cultivo y mejorar la producción agrícola
como resultado de la incorporación de nuevas rotaciones y la eliminación del barbecho
en los casos en que también se introdujeron innovaciones agrícolas.21
Las consecuencias de los cercamientos para los trabajadores del campo también
es un tema objeto de debate entre los estudiosos del tema. A mediados del siglo XIX

19 Michael Turner, Enclosures in Britain 1750-1830. London: The Economic History Society,
MacMillan Education Ltd., 1986, p. 40.
20 Peter Mathias, The First Industrial Nation, an economic history of Britain 1700-1914. London:

Methuen & Company Limited, 1978, p. 102 y Turner, p. 16.


21 Mathías, pp. 72, 73 y 102, Phyllys Deane y W. A. Cole, British Economic Growth 1688-1959,

Trends and Structure. Cambridge: Cambridge University Press, 1962, p. 75 y David Landes, Progreso
Tecnológico y Revolución Industrial. Madrid: Editorial Tecnos, 1979.

10
Karl Marx planteaba que los cercamientos habían contribuido a incrementar las
grandes propiedades y a liberar al campesino como proletario para la industria. El
autor definió este proceso como “acumulación originaria”, que consistía en la
separación del obrero de la propiedad de sus medios de trabajo, convirtiéndolo en
trabajador asalariado, así como la transformación en capital de los medios de
producción.22 En el otro extremo del debate, Eric Hobsbawm y Georg Rudé plantean
que la proletarización de los campesinos en diversas regiones de Inglaterra no puede
atribuirse únicamente a los cercamientos, sino a las dificultades para sostenerse dentro
de un sistema de manufacturas industrializadas y agricultura capitalista. En su estudio
sobre el levantamiento rural de 1830, registrado en el sur y este de Inglaterra y
protagonizado por jornaleros agrícolas en contra de las condiciones de pobreza,
Hobsbawm y Rudé afirman que la proletarización de los pobres rurales prosiguió
después de los cercamientos y también ocurrió en zonas que no habían sido afectadas
por éstos. 23
En donde no hay discusión es en los cambios dramáticos que experimentaron
los campesinos por la expropiación de tierras comunes y el cercamiento de sitios
baldíos, pues fueron obligados a abandonar los lugares que antes utilizaban para
sembrar, apacentar animales recolectar frutos, conseguir leña y madera y cazar. Los
cercamientos obligaron a estos campesinos a dejar sus viviendas para trabajar en las
tierras de los señores, o bien trasladarse a las aldeas en busca de trabajo urbano. El
desarrollo de la agricultura capitalista y los cercamientos como uno de sus
instrumentos para la concentración de la propiedad, provocó la destrucción de la
economía campesina.
Mientras tanto en Francia, se desarrolló a finales del siglo XVII una escuela de
pensamiento económico basada en la idea de la existencia de un orden natural ilustrado
que proponía descubrir las leyes generales de la economía por medio de la razón,

22 Carlos Marx, La Acumulación Originaria de Capital. México: Editorial Grijalbo, 1969, pp. 13 y
26.
23 Eric Hobsbawm y Georg Rudé, Revolución Industrial y Revuelta Agraria, El Capitán Swing.
España: Siglo Veintiuno Editores, 1978, pp. 23-38.

11
liberada de condicionamientos teológicos o morales. Las bases de este orden natural
fueron planteadas por la Escuela Fisiocrática, representados por los franceses Francois
Quesnay (1694-1774), Le Mercier de la Riviére (1720-1794), Dupont de Nemours (1739-
1817) y el ministro de Luis XVI, Jacques Turgot (1727-1781).
El teórico de los fisiócratas era Francois Quesnay, un médico proveniente de una
familia de pequeños propietarios agrícolas, quien a los 55 años empezó a escribir sobre
temas económicos en la Enciclopedia.24 En 1758 escribió Tableau Economique,
completado posteriormente en Économie Genérale et Politique de l’Agriculture, y en Le
Droit Naturel. En su obra Le Tableau economique, Quesnay formuló una explicación del
mecanismo de los cambios y la naturaleza del equilibrio económico. Los fisiócratas
exponían que era necesario reducir la excesiva intervención del Estado mercantilista,
proponiendo una mayor libertad económica que se expresara en el conocido lema
“Laissez faire, laissez passer, le monde va de lui-meme”, así como en la búsqueda del
equilibrio en oposición a la atención que el mercantilismo le prestaba a la industria en
detrimento de la agricultura. En efecto, los fisiócratas planteaban que la agricultura
era el único sector productivo de la economía, pues la industria y el comercio solamente
transformaban o transportaban los productos, sin beneficio para el Estado. Según
Virginia León, esta doctrina de total libertad se adaptaba mejor a la economía
capitalista en desarrollo.25
Los fisiócratas se inclinaron hacia la sustitución del sistema señorial por el
arrendamiento capitalista, una reforma agraria que también se desarrolló en Inglaterra.
El programa de los fisiócratas incluía:
1. La racionalización de la agricultura según el modelo inglés.

24 Se refiere a la Enciclopedia o Diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios, un
conjunto de 17 volúmenes publicados en París entre 1751 y 1772 por Denis Diderot y Juan Le Rond
D’Alembert, con la finalidad de difundir las ideas de la Ilustración. Entre los colaboradores de la
Enciclopedia se encuentran grandes pensadores de la época como Rousseau, Voltaire, Duclos, Holbach,
Quesnay, Turgot y Toussaint, entre otros. Véase Robert Darnton, El negocio de la Ilustración: Historia
editorial de la Encyclopédie, 1775-1800. México: Fondo de Cultura Económica, 2006.
25 Rubin, p. 26 y León, pp. 44-47.

12
2. Libertad de comercio que incluía liberar el precio de los cereales y permitir la
libre exportación.
3. Exención de impuestos para los arrendatarios.26
La escuela fisiocrática estaba conformada por Quesnay y un grupo de
seguidores que difundieron sus ideas en libros y revistas, así como en salones y
comisiones de gobierno, en donde atrajeron el interés de pensadores de la época como
Voltaire y Rousseau e incluso de Catalina II.27 Virginia León afirma que la libertad
económica y la supresión de las cargas feudales propuestas por los fisiócratas contenían
una faceta revolucionaria que la Corte francesa no alcanzó a ver. Eso explica la
autorización para imprimir las obras de Quesnay y Turgot entre 1774 y 1776. Las cortes
europeas también recibieron con entusiasmo la influencia de los fisiócratas, en España
se empezó a considerar la agricultura como fuente de riqueza.28
La concepción naturalista del orden económico y social de la escuela fisiocrática
ejerció una poderosa influencia en el pensamiento librecambista, que la retomó y la
enriqueció colocando el trabajo en el centro del proceso económico. Así surgió la
Escuela Clásica, representada en el escocés Adam Smith (1723-1790), quien en su obra
Ensayo sobre la riqueza de las naciones formuló la teoría del valor del trabajo y la
organización del capital, dos de los elementos fundamentales del sistema capitalista.
Otros autores ingleses como Malthus (1766-1834), Ricardo (1772-1823) y Stuart Mill
(1806-1873), y los franceses Say /1767-1832) y Bartiat (1801-1850) completaron los
fundamentos de la Escuela Clásica, imponiendo el concepto de libertad económica
sobre el monopolio que hasta mediados del siglo XVIII todavía seguía ejerciendo el
mercantilismo.29
Los fisiócratas defendían la libertad de comercio e industria y estaban en contra
de la interferencia del Estado, por eso son considerados los precursores de la Escuela
Clásica. Sin embargo, existía una diferencia fundamental entre el libre comercio de los

26 Rubin, p. 20
27 Ibid, p. 28.
28 León, p. 47.
29 Ibid, p. 47.

13
fisiócratas y el de los economistas clásicos, basada en sus respectivas posiciones de
clase. Ambos se oponían a la política mercantilista y pedían que los intereses del capital
mercantil quedaran subordinados a los del capital productivo. Pero mientras que para
los clásicos el capital productivo era el capital industrial, para los fisiócratas lo era el
capital productivo agrícola. 30
Los fisiócratas proponían sustituir la pequeña posesión campesina por el
arrendamiento a gran escala, así como garantizar la libre exportación del cereal y la
exención de impuestos. Para lograrlo, defendían el absolutismo ilustrado, como el
único poder, pero eliminando los privilegios feudales y mercantilistas y proponiendo
en cambio, un nuevo orden social burgués, basado en la libertad, la propiedad privada
y la competencia a través de la abolición de las restricciones gremiales. Sin embargo,
la defensa del absolutismo se contraponía a la propuesta ilustrada de una monarquía
constitucional con separación de poderes de Montesquieu o la construcción de un
Estado democrático basado en la idea de soberanía popular de Rousseau. 31
El objetivo central del programa de los fisiócratas era la agricultura capitalista a
gran escala, en donde debían existir tres clases: propietarios de la tierra (terratenientes),
arrendatarios capitalistas, productores directos (trabajadores agrícolas asalariados) y
la clase estéril (comercial e industrial). Turgot reformuló este esquema y precisó mejor
la distinción de clases: manufactureros, producción industrial (clase estéril y comercial
de Quesnay), empresarios, manufactureros o dueños, artesanos, cultivadores (clase
productiva de Quesnay), empresarios o capitalistas y trabajadores ordinarios a
sueldo.32
Según Robin, el legado teórico de los fisiócratas se condensaba en el intento de
descubrir el mecanismo de la economía capitalista de manera integral y las conexiones
entre todos los fenómenos de la misma. Este autor agrega que Quesnay logró concebir
la economía como un intercambio de objetos materiales entre la agricultura y la

30 Rubin, p. 93.
31 Ibid, pp. 31 y 34.
32 Ibid, pp. 41-50.

14
industria. La sociedad era explicada como una totalidad compuesta por clases sociales,
la economía como un proceso de reproducción que se repetía periódicamente, la
riqueza como resultado de un proceso de producción que se renovaba cada año y la
distribución del producto nacional entre las clases sociales. El autor afirma que todas
estas ideas de la economía política clásica fueron desarrolladas posteriormente por
Smith y Ricardo.33

II. La tierra y la agricultura en el


pensamiento ilustrado del siglo XVIII

El interés de los autores españoles por los temas económicos durante el periodo de la
Ilustración, entre mediados del siglo XVIII y 1808, queda expresado en el análisis que
ha realizado el historiador Marc Martí sobre la literatura económica del siglo XVIII.
Martí afirma que este periodo se caracteriza por un incremento significativo de las
publicaciones, especialmente económicas y jurídicas, una disminución de los libros
religiosos y la liberación de algunas trabas comerciales como la tasa para los libros y
privilegio de imprenta que existía como monopolio de algunas instituciones religiosas,
que fueron suprimidos en 1762. De acuerdo con Martí, la distribución temática de los
títulos a lo largo del siglo XVIII se corresponde con la vigencia del mercantilismo hasta
mediados del siglo, seguida de la fisiocracia al menos hasta 1770 y el reformismo
ilustrado desde mediados del siglo. Entre 1700 y 1745, predominaban los títulos sobre
comercio y en menor medida de política, seguidos de títulos sobre temas diversos en
pequeña escala. De 1746 a 1808, la cantidad de los títulos se multiplica por seis y
dominan la escena los temas sobre agricultura, seguidos de títulos de comercio, obras

33 Ibid, p. 106.

15
generales, e industria, títulos cercanos a la Ilustración como pobreza, enseñanza y
ciencias, así como política, transporte, derecho, hacienda y fiscalidad.34
A partir del análisis semántico de los títulos de libros y proyectos, así como del
contexto histórico, Martí afirma que los escritos que tratan sobre los problemas de las
estructuras de propiedad (mayorazgos, manos muertas, arriendos excesivos y
trashumancia) se concentran en el periodo que va de 1764 a 1783. Este último año
coincide con la llegada de Jovellanos al cargo de vicedirector de la Sociedad Económica
de Amigos del País de Madrid y marca el final del predominio de la tendencia
intervencionista y reformista para dar paso a una ideología más liberal, pero también
inicia el declive de las publicaciones sobre temas económicos.35
Antes de analizar las disposiciones sobre desamortización de la propiedad
corporativa publicadas en la región, así como las ideas de los pensadores de la región,
es preciso estudiar las ideas de dos de los pensadores españoles más importantes del
siglo XVIII, como referencia fundamental para determinar posteriormente su
influencia y las adaptaciones que se hicieron en la región. Se analiza la obra Lo que hay
de más y de menos en España para que sea lo que debe ser y no lo que es, publicada en la
primera mitad del siglo XVIII de José del Campillo y Cosío, a quien se le atribuye ser
el precursor de las ideas fisiocráticas en España. También se analiza la obra Informe
sobre la Ley Agraria de Gaspar Melchor de Jovellanos, funcionario y pensador ilustrado
destacado de Carlos IV, quien ejercerá una gran influencia en América, a pesar de que
sus escritos fueron prohibidos desde finales del siglo XVIII.
La importancia e influencia en América de ambos autores y sus obras ha sido
propuesta y estudiada por otros autores como el investigador mexicano Eduardo
Arcila Farias, quien en su artículo “Ideas económicas en Nueva España en el siglo
XVIII”, analiza los orígenes, el contexto y el contenido de las propuestas de José del
Campillo y Cosío y de Gaspar Melchor de Jovellanos, y la influencia que tuvieron en

34 Marc Martí, “Historia y lingüística: la agricultura en el discurso económico de la Ilustración


(1746-1808)”, en Brocar, 20 (1996), pp. 239-243.
35 Ibid, pp. 242 y 252.

16
las ideas y las políticas de la Nueva España a finales del siglo XVIII y primera mitad
del siglo XIX.
La lectura del artículo de Arcila ha sido sugerente para la presente
investigación porque evidencia que el contexto regional particular en el que se
entrelazaron actores y escenarios distintos, determinó que las ideas provenientes de la
península sufrieran adaptaciones que dieron como resultado lo que el autor denomina
un “pensamiento híbrido” en la Nueva España. Arcila analiza algunos informes de
funcionarios novohispanos de la segunda mitad del siglo XVIII, en donde encuentra
rasgos que evidencian la influencia de los pensadores españoles, especialmente de los
fisiócratas como Campillo y Jovellanos, “pero sin llegar a dominar el campo ideológico,
sino que se combinaron con las ideas tradicionales españolas de las que no pudieron
desprenderse ni aun los más avanzados pensadores peninsulares del siglo XVIII.”36
Como veremos en el capítulo III de esta revisión, algunas de las propuestas de
los pensadores de Guatemala parecen inscribirse en las coordenadas trazadas por
Arcila, como el caso de Antonio García Redondo, en su Memoria sobre el fomento de las
cosechas de cacaos y de otros ramos de agricultura, presentado a la Sociedad Económica a
finales del siglo XVIII, así como los documentos presentados a Larrazábal en 1811 por
el Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala y el Real Consulado de Comercio. En los
proyectos de Guatemala es posible encontrar influencias de las ideas de los pensadores
españoles del siglo XVIII, pero adaptándolas a las circunstancias locales, especialmente
al sistema de las dos repúblicas, que establecía una separación entre los pueblos de
indios y el resto de la población, así como el vínculo que el pensamiento de la época
establecía entre los indígenas y el trabajo agrícola, principal fuente de riqueza en una
región con pocos recursos minerales y un escaso desarrollo industrial. En ese sentido,
esas adaptaciones evidenciaban influencias ilustradas, pero también los intereses
particulares de las élites.

36 Arcila Farías, Eduardo, “Ideas económicas en Nueva España en el siglo XVIII”, en El


Trimestre Económico, Vol. 14, No. 53 (1) Abril-Junio 1947, pp. 81-82.

17
En su estudio sobre la política indiana en América, el historiador Enrique
Gordillo analiza el contexto histórico, las particularidades regionales, los conflictos
entre encomenderos y la Corona, así como las características del establecimiento y
desarrollo del sistema de las dos repúblicas durante el periodo de dominación
española, caracterizado por las reducciones de indígenas en pueblos para “mejor
doctrinados y gobernados”, así como su protección de los encomenderos. Gordillo
afirma que a finales del siglo XVIII los ilustrados reunidos en la Sociedad Económica
generaron escritos que proponían romper con el sistema de las dos repúblicas para
reactivar la economía y que incluía la integración de los indígenas. Sin embargo, la
Sociedad Económica fue clausurada y las propuestas no fueron desarrolladas como
políticas de estado. 37 En este informe se analizan los escritos mencionados por
Gordillo, así como los proyectos de reforma generados en el contexto de las Cortes de
Cádiz, mostrando cómo en el lapso de una década se generaron algunos cambios en
torno a la propiedad en general y a la tierra y los bienes de los pueblos indígenas, en
particular, entre otros temas igualmente importantes como la definición de la
ciudadanía, el sistema de representación y el sistema económico.

37 Enrique Gordillo Castillo, Política indigenista e identidad nacional, Guatemala 1750-


1850.Programa Universitario de Historia de Guatemala. Guatemala: DIGI-CEUR, USAC, 1999.

18
1. José del Campillo y Cosío, Lo que hay de más y de menos en España
para que sea lo que debe ser y no lo que es

El estudio biográfico de Campillo elaborado por Antonio Elorza en la edición de 1969,38


presenta al escritor asturiano como un político que gradualmente había llegado a
ocupar cargos importantes en la administración pública del reino. En 1741, dos años
antes de su muerte, fue nombrado Secretario de Estado de Guerra, Marina, Indias y
Hacienda y, de manera paralela, escribió sus obras más importantes, Lo que hay de más
y de menos (1741), España despierta (1742) y el Nuevo sistema de gobierno económico para
América (1743, inconcluso).
Elorza afirma que a pesar de la importancia que algunos funcionarios de Carlos
III y Carlos IV le reconocieron a los escritos de Campillo, únicamente fue publicado el
Nuevo sistema de gobierno económico para la América en 1788, poco más de cuarenta años
después de su muerte y diez años después de la publicación del Proyecto económico del
irlandés Bernardo Ward, en cuyos planteamientos algunos autores encuentran la
influencia de los escritos de Campillo.39
Pero las obras más importantes de Campillo, en cambio, no fueron publicadas
entonces y debieron esperar 200 años para salir a luz pública. De acuerdo con las
investigaciones de Elorza, la primera propuesta para imprimir los dos tomos de
Campillo fue realizada en 1786 y aunque en principio había recibido el beneplácito de
la Sociedad Económica, el Consejo lo envió a la censura de la Real Academia de
Historia, en donde sería Gaspar Melchor de Jovellanos el encargado de revisar la obra

38 José del Campillo y Cosío, Lo que hay de más y de menos en España para que sea lo que debe ser y
no lo que es. Edición y estudio preliminar de Antonio Elorza. Seminario de Historia Social y Económica
de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid. Madrid: Tipografía Flo-Rez, 1969.
39 Elorza afirma que en 1789 el Licenciado Francisco Xavier Peñaranda denunció el plagio del

texto de Campillo, que había quedado como borrador inconcluso a su muerte y que las evidencias
sugieren que Bernardo Ward lo copió y lo dejó entre sus papeles como propio con el título de Proyecto
Económico, de donde fue tomado por sus herederos para publicarlo como obra póstuma en 1779.
Campillo, p. 15. Sin embargo, otros autores ponen en duda el supuesto plagio, explicando que las
similitudes pueden ser atribuidas a la influencia intelectual de Campillo sobre Ward y aportando otros
argumentos como la inclusión de datos posteriores a la muerte de Campillo y que sólo Ward pudo haber
escrito. Luis Navarro García, “Campillo y el Nuevo sistema: una atribución dudosa”, en Temas
americanistas Número 2, 1983, pp. 67-84.

19
y presentar un dictamen en el que no se autorizaba la impresión. Los argumentos de
Jovellanos acerca de la obra de Campillo eran favorables, sin embargo el censor
consideró entonces que no era el momento oportuno para publicarla, debido a que las
profundas críticas que Campillo había hecho al gobierno y la sociedad de su época,
podían generar animadversión hacia la Corte de Carlos IV entre los lectores.40
Elorza, afirma que los escritos de Campillo se inscriben en la línea de la
literatura arbitrista, proyectos de regeneración económica y contenido moralizador que
tuvieron difusión en el siglo XVII, pero que fundamentalmente se le reconoce como
precursor del reformismo ilustrado. Las obras de Campillo y otros autores de la época
desarrollaron en sus escritos un esquema común conformado por una primera parte
que esbozaba las causas y características de la crisis por la que atravesaba España a
finales del siglo XVII, y una segunda parte que proponía soluciones a esa crisis.41
Según Elorza, algunas de las propuestas de Campillo muestran la influencia
del mercantilismo favoreciendo a la aristocracia poseedora de la tierra, al pequeño
campesino y a la promoción de núcleos burgueses al fomentar las fábricas y el comercio
interior. Pero en otros temas como el trabajo y el ocio, Campillo acusa el espíritu
ilustrado mostrando preocupación por los vagabundos y desocupados, proponiendo
la elaboración de censos en las poblaciones en los que se consigne el domicilio y el
oficio, imponiéndoseles la obligación de reportarse anualmente para comprobar que
no están dedicados a la vagancia.42 En el mismo sentido, Campillo proponía acciones
para recluir a los pobres en hospicios y exponía la necesidad de que el Estado
estableciera fábricas para darles trabajo.43
El tema que generaba las críticas más fuertes por parte de Campillo eran las
órdenes religiosas. El problema radicaba en el excesivo número de religiosos, que,
según el autor, incidía de manera negativa sobre el número de operarios, así como en
los numerosos días feriados y sacros. Para la época otros pensadores coincidían con

40 Campillo, pp. 12-13.


41 Ibid, p. 5.
42 Ibid, p. 24
43 Ibid, pp. 19 y 24.

20
Campillo en que existía una estrecha vinculación entre el elevado número de clérigos
y la deprimida economía española. Al respecto, Elorza reflexiona sobre la seguridad y
bienestar que ofrecía el status eclesiástico en las áreas rurales.44
Inmerso en el ámbito del sistema mercantil, Campillo proponía una política
industrial proteccionista, así como de obras públicas financiadas a través de los
impuestos y que éstos fuesen pagados por los que poseían rentas, en un sistema fiscal
progresivo.45
La introducción o exordio del escrito de Campillo contiene 26 reflexiones que
explicaban el espíritu que lo animó a escribir la obra y resumían algunos de los temas
más importantes como traer luz a las tinieblas, combatir la ociosidad y la pereza a
través del trabajo y el ingenio y el rescate del honor de España frente a las críticas
extranjeras.
En Lo que hay de más y de menos, Campillo organizó los temas en orden
alfabético, presentando dos partes de cada tema, por un lado, lo que hay de más y que
se refiere a los aspectos positivos del sistema, y, por el otro, lo que hay de menos, que
se refiere a los aspectos negativos. En la mayoría de los temas Campillo propone
algunas soluciones para los problemas planteados. Sin embargo, la presentación de los
temas carecía de unidad y en algunas letras el autor parecía mostrar menos interés.

44 Ibid, p. 20.
45 Ibid, p. 23.

21
Esquema del texto Lo que hay de más y de menos en España
de José del Campillo y Cossío
Hay de menos Hay de más Acciones
Agricultura Abandono Combatir la vagancia, fomento a los agricultores
Baluartes Bastones Defensa del territorio y méritos para ascensos
Comercio Contribuciones Búsqueda del equilibrio
Diligencia Disposición Aplicarse al trabajo
Educación Escritores Difundir la educación, aplicación a oficios útiles
Fábricas Frailes Fomento de la industria y menos frailes
Gobierno Nombrar funcionarios idóneos
Hospicios Hurtos Crear Hospicios
Estímulos a las ciencias y las artes. Reducir gastos de
Inventos Indias
funcionarios en Indias.
Justicia Jueces malos Nombramientos
Letrados Fomento de las artes
Leyes no observadas Formalizar un cuerpo de leyes sólido e inalterable.
Formar mejores maestros. Recoger a las mujeres
Maestros buenos Mujeres públicas
públicas en hospicios y enseñarles un oficio
Navíos Negociantes viles Cuidar los bosques y construir más barcos.
Obras públicas Ociosos Trabajo en obras públicas para combatir ociosidad
Frenar el éxodo de españoles hacia América y reducir
Poblaciones
número de frailes.
Aumentar los premios y reducir los privilegios y
Premios Privilegios
exenciones en las ciencias, artes y oficios.
Quintas Quejas Aumentar quintas y atender las quejas.
Realidad Penas contra la defraudación
Sabios Soberbia Fomento de la ciencia y elogio de la humildad
Trigo Tributos Almacenar granos en época de escasez
Virtud Vicios Imponer castigos para infundir temor
Fuente: Campillo, pp. 40-110.

Campillo inició el estudio con la afirmación que la agricultura representaba la


mayor riqueza del reino, pero lamentaba que desde sus orígenes las sociedades habían
creado privilegios a favor de algunos. El autor se refería a las corporaciones como las
órdenes religiosas y los mayorazgos, que atesoraban la tierra que no trabajaban y
tampoco daban en arrendamiento o vendían a otros porque la misma estaba
amortizada por ley.

22
Como una clara prueba de la influencia mercantilista, el autor criticaba la
exportación de trigo barato en años abundantes y la importación de granos caros en
años de escasez. En su lugar, proponía almacenar trigo para épocas de escasez.
Campillo agregó que en España la agricultura se había debilitado por las acciones de
los ministros del Rey que abusando de la confianza, cometían injusticias y
arbitrariedades para favorecer a unos pocos en detrimento de los labradores. Una de
la soluciones era el fomento de agricultura.
Para Campillo, los que habían heredado privilegios no trabajaban la tierra: en
esta afirmación encontramos una crítica a las tierras de los mayorazgos, en manos de
familias poderosas que no ponían a trabajar la tierra pero que tampoco la vendían.
Aunque Arcila sitúa a Campillo en el terreno de los fisiócratas por la
importancia que da a la tierra como fuente de riqueza, también percibe el patrón
mercantilista del economista español en su sentido de utilidad pública y de protección
a las clases económicamente débiles.46
Cobros ilegítimos y abusos de jueces: Campillo reflexionaba sobre las
arbitrariedades que se cometían en contra de los pequeños agricultores que debían
pagar altos impuestos y soportar los abusos de algunos funcionarios.
Para el autor el subarrendamiento empobrecía al labrador sin tierra: al respecto,
Campillo reiteraba las desventajas de un sistema que amortizaba la tierra y que no
permitía la compra y venta por parte de los particulares, quienes debían arrendarla e
incluso subarrendarla a terceros, en detrimento de la producción. Para Campillo, uno
de los resultados de este sistema era que los labradores pobres sin tierra y sin el apoyo
de los ministros, terminaban abandonándolas y los campos quedaban sin producir.
Campillo afirmaba que la decadencia de la agricultura y la falta de trabajo
provocaban que las personas se entregaran al abandono o vagancia, los que a su vez
generaban más problemas, para combatirlos proponía:
1. Establecer penas para los vagos.

46 Arcila, p. 73.

23
2. Levantar un censo de todos los vecinos con información de nombres, estados,
edades, oficios y familias, incluyendo criados. Este censo permitiría a las
autoridades determinar quiénes eran vagos.
3. Todos los vecinos deberían comprobar anualmente que no eran vagos, a través
de una declaración escrita levantada por los alcaldes de cuartel.
4. Registro pormenorizado de los inquilinos de las casas, entregados a los alcaldes
de cuartel por los dueños, administradores o subarrendadores, para mantener
el control de los nuevos vecinos.
5. Para evitar la fuga de los acusados de vagancia, mandar a los alcaldes y jueces
de ciudades, villas y lugares a vigilar los caminos y posadas para conducir a los
viajeros sin pasaporte o sin destino.47
Con relación al tema del combate a la vagancia y la necesidad que todos se
aplicaran al trabajo, también encontramos referencias en otros temas como la falta de
diligencia, una virtud contrapuesta a la pereza, así como la disposición, en donde el
autor reflexionaba sobre la necesidad de estar dispuestos y aplicarse al trabajo, es decir
pasar del pensamiento a la acción. Para Campillo el ocio era el maestro de los vicios.
Campillo afirmaba que el trabajo en obras públicas permitía combatir la
vagancia y la ociosidad. En España despierta proponía obras públicas como componer
caminos, dragado de ríos y paseos públicos que ofrecen trabajo y requieren escasa
inversión del Erario.
Campillo establecía una estrecha relación entre las carencias en la educación y
el aumento de los vicios. El autor se refería a la educación cristiana en el hogar y que
requería enseñar el amor de la virtud. Afirmaba que los hijos afeminados eran el
resultado del ocio y la indulgencia. Recomendaba que se aplicaran a oficios y ejercicios
útiles y honrosos, lo que los haría más inclinados a la virtud. Sobre el tema de la virtud,
el autor reconocía que había mucha en España, pero no la suficiente como debería en
un país de católicos. Campillo atribuía este problema a la abundancia de los vicios,

47 Campillo, pp. 52-55.

24
producto de una justicia desfigurada, a la falta de misericordia, y a que regían las
maldades e imperaban las insolencias. Nuevamente, el autor proponía el castigo para
infundir temor.
En el mismo sentido, Campillo lamentaba que los maestros de primeras letras y
gramática carecían de una buena formación que repercutiera de manera favorable en
la formación de sus estudiantes. En su estudio España despierta proponía algunas
soluciones.
En el ámbito del gobierno y las leyes, Campillo reflexionaba sobre diversos
aspectos que apuntaban hacia el fomento del comercio, la industria y la agricultura, así
como a la búsqueda del equilibrio en la administración de justicia.
Campillo reflexionaba sobre la carencia de fortalezas y castillos en España, lo
que a su juicio la hacía vulnerable frente a los ataques externos, especialmente en las
fronteras. El autor relacionaba este tema con el despoblamiento y las grandes
extensiones de tierra que se encontraban aisladas y sin trabajar. Campillo reconocía la
influencia del clima y las condiciones de vida como limitaciones, pero concluía que no
explicaban la falta de población. Para Campillo una de las causas para que existiesen
tan pocas poblaciones en España se debía al crecido número de españoles que se
desplazaban hacia el Nuevo Mundo, entre 10,000 y 14,000 personas anualmente. El
autor agregaba que la otra razón para explicar el despoblamiento era el elevado
número de religiosos, que además, generaba el enriquecimiento de las órdenes, la
disminución de los oficios y las tropas y la reducción de las contribuciones.
Al igual que la falta de baluartes, la falta de navíos ponía al Reino en estado de
indefensión en los mares frente a otras naciones. Campillo proponía construir más
navíos, así como cuidar los bosques que proporcionaban la madera para construirlos.
Campillo se preocupaba por la defensa del territorio y la seguridad, pero creía
que a mediados del siglo XVIII existía en España profusión de tenientes generales y el
incremento en estos grados militares para jóvenes militares que, según el autor, no
tienen ni la edad ni la experiencia ni los méritos para obtenerlo.

25
Sin embargo, Campillo creía que existían pocas quintas, una clase de soldados
al servicio de la Corona, conformadas por hijos de labradores que prestaban servicio
por cuatro años y a quienes se les reconocía virtudes de trabajo, obediencia y honor.
Campillo abogaba por el equilibrio en el pago de las contribuciones, evitando la
ruina de los vasallos, pero garantizando el sostenimiento del erario público. El autor
ejercía una severa crítica a los altos impuestos para los más pobres y los bajos impuestos
a los poderosos.
Para Campillo, el mantenimiento de los funcionarios de Indias representaba un
alto gasto para España que no era compensado por las riquezas que llegaban
procedentes del Nuevo Mundo, pues eran otros países que las disfrutaban. Por ello, el
autor proponía reducir esos gastos.48
Eduardo Arcila plantea que Campillo abordó el problema del contrabando y los
efectos de los tesoros americanos en la economía española, afirmando que los excesivos
impuestos de los artículos extranjeros y el contrabando provocaban graves perjuicios a
los productos de España y que la solución radicaba en reducir los impuestos para
competir con el contrabando. Con respecto a los tesoros americanos, Campillo se
lamentaba que éstos habían pasado a enriquecer a otras naciones y que el verdadero
tesoro del Estado, que son los hombres, “se nos ha ido extinguiendo.” Arcila afirma
que en esta cita Campillo expresaba un principio fundamental de buen gobierno,
mostrando la influencia de las ideas fisiocráticas.49
Campillo reconocía que las leyes eran el apoyo de la justicia, el cimiento de la
razón y la fuerza para que la monarquía subsista con rectitud. Sin embargo, el
problema radicaba en el incremento de leyes que no son observadas. El autor atribuía
este problema a la interpretación que abogados y funcionarios hacían de esas leyes para
favorecer a alguien en particular. Para resolver esto, Campillo proponía formalizar un
cuerpo de leyes sólido, inalterable.

48 Campillo.
49 Arcila, p. 71

26
El autor opinaba que también había de más malos gobernadores y jueces. Al
respecto, Campillo enumeraba las circunstancias para que el Juez fuese bueno: buen
nacimiento, ser diligente, no ser interesado, no hacer distinciones entre el poderoso y
el infeliz y el temor a Dios.
En los temas de comercio e industria, Campillo de nuevo mostraba la influencia
mercantilista, ejerciendo fuertes críticas a la falta de fomento, al descuido, a la falta de
fábricas, a los escasos avances e inventos en la industria y la exportación de las mejores
materias primas. El autor estaba convencido que entre los beneficios que podían
producir las fábricas al reino estaban abundancia para el reino, fama para el Rey y
trabajo para los vasallos.
La reclusión de los mendigos, los desamparados y las prostitutas era propuesta
por Campillo como una solución para combatir la pobreza y el ocio, estableciendo una
estrecha vinculación entre ambos. Campillo clasificaba a los mendigos en tres clases:
verdaderos pobres que necesitan ser recogidos en hospicios, pobres por conveniencia,
aborrecen el trabajo y podrían dedicarse a trabajar a pesar de sus limitaciones, es
conveniente su reclusión para evitar que se entreguen al ocio y la pereza; y pobres en
la apariencia, clase más perjudicial.
Campillo proponía crear Casas Reales Hospicios en las capitales de las
provincias y establecer en ellas fábricas de géneros y otras materias, dirigidas por un
director y algunos oficiales que formalizaran la enseñanza de los reclusos. El objetivo
final sería el incremento de la producción de los géneros y los beneficios para la
sociedad, recoger y sustentar a los pobres, instruir a los jóvenes, y recluir a los
ladrones.50
El afán de clasificar también era utilizado para el problema de los hurtos, que el
autor afirmaba eran el resultado de personas integradas por tres clases: rateros,
ladrones famosos y pobres en la apariencia.

50 Campillo.

27
Campillo afirmaba que las mujeres públicas eran la causa de la perdición de muchos
hombres y proponía acabar con este problema recogiéndolas en Casas Hospicios, en
donde podrían aprender algún oficio útil como hilados y tejidos para mantenerse
honestamente.
El fomento de las ciencias, las artes y la cultura se ve reflejado en varios de los
temas abordados por Campillo, específicamente la carencia de buenos escritores, de
buenos letrados, de sabios y de estímulos para las ciencias y las artes. El autor
clasificaba a los escritores en buenos, indignos y malísimos. Los escritores buenos eran
capaces, eruditos y estudiosos que educaban a la sociedad y dan gloria a su nación.
Los escritores indignos se dividían en malos, carentes de instrucción pero
dotados de ingenio y con educación podrían darle honor a la patria; los malísimos, que
además eran insolentes e irrespetuosos, y los pésimos, aquellos que desfiguraban los
textos sagrados con falsas interpretaciones. Como se observa en el planteamiento de
otros problemas sociales, Campillo recurre a los valores de la decencia, la honestidad
y el trabajo y propone, además, premios para los buenos escritores y los inventores, así
como la reducción de los privilegios y las exenciones que reducen el interés por la
creación.
El escrito de Campillo tenía una fuerte carga moral que criticaba el engaño, la
defraudación y la soberbia, y que apelaba a la práctica de virtudes como la honestidad
y la humildad.

28
2. José del Campillo y Cosío, España despierta: Críticas e instructivas
reflexiones a varios e importantísimos asuntos para la mejor organización y
régimen de la Monarquía Española

España despierta es la segunda parte del trabajo de Campillo y Cossío sobre Lo que hay
de más y de menos en España. La introducción de España despierta contiene 20 reflexiones
que resumen los grandes males de España y la justificación para proponer soluciones.
Campillo se presentaba como un hijo amoroso de la patria enferma, obligado a
proponer soluciones que rescatasen sus viejas glorias y sacaran a todos sus hijos de los
grandes males de su época.51
España despierta fue redactada en forma de compendio, siguiendo la estructura
del primer informe, es decir, temas en orden alfabético, ampliando las reflexiones y
proponiendo medidas para resolver problemas y deficiencias.
El punto de partida de las reflexiones de Campillo era el Rey de España y los
deberes que le imponía su cargo. Campillo planteaba que eran seis las obligaciones del
Rey: deseos a Dios, el corazón a la república, el premio al mérito, el castigo al
delincuente, el amor a sus amigos y el tiempo a los negocios. A partir de estos deberes,
el autor proponía medidas para mejorar la administración, resolver problemas, mejorar
la economía y obtener la felicidad del reino.52
Entre las propuestas más importantes destaca apoyar a los labradores de las
zonas estériles en años de abundancia, el combate a la especulación
Con respecto a la administración pública, Campillo planteaba que los
Ministros debían ser naturales y no extranjeros ni eclesiásticos, y que debían ser
funcionarios leales y eficientes, lo que según el autor le daba buena reputación al
monarca contra sus enemigos y el mayor bien al vasallo.
El tema de los remedios para recuperar la agricultura subrayaba la utilización
de los animales como fuerza de tracción en los sembrados y en el transporte de los

51 Campillo, pp. 113-117.


52 Ibid, p. 121-129.

29
productos, pero también la de establecer regulaciones en las fiestas de toros y en el
consumo de terneras, porque a mayor demanda de animales se correspondía un mayor
daño a la agricultura. Por estas razones, se proponían algunas medidas para garantizar
la cantidad necesaria y mantener los precios:
a) Prohibir la extracción de mulas a otros reinos, y establecer un impuesto para los
que utilizaran mulas para jalar coches, ingresos que serían distribuidos entre los
labradores de las provincias.
b) Reducir la frecuencia de las fiestas de toros porque consumían parte del ganado
para la labor.
c) Reducir el número de terneras para beneficio porque incrementaba su precio y
el de los bueyes para el trabajo en la agricultura.
d) Reducir las fiestas de toros a corridas de novillos, y destinar los ingresos de estas
diversiones para fondo público.
e) Limitar el número de arrieros en las poblaciones, para evitar el abandono de los
cultivos.
f) Formar una legislación clara.53
Debido a la importancia y los extendidos privilegios de que gozaba la ganadería,
Campillo dedicaba varias páginas para reflexionar sobre esta rama productiva,
argumentando en contra de los beneficios que obtenía la Mesta y proponiendo medidas
para que la sociedad y el Estado pudieran sacar mayor provecho de la misma.

53 Ibid, pp. 130-138.

30
3. Gaspar Melchor de Jovellanos, Informe sobre la Ley Agraria

Uno de los autores que ejerció mayor influencia en los pensadores y las políticas de
gobierno en España y América durante la primera mitad del siglo XIX fue el español
Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811) a través de sus diversos escritos,
especialmente su Informe sobre la Ley Agraria,54 concluido en 1794, más de veinte años
después de haber escrito el primer borrador, siete años después de que le fuera
solicitado por la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País y cuatro años
después de haber sido desalojado de la Corte.
Como afirma Vicent Llombart, sus ideas fueron planteadas en un contexto
histórico poco propicio para las reformas.55 El Informe constituía un expediente sobre
la situación de la agricultura en España y la propuesta de un programa de reforma. El
expediente contenía denuncias acerca de la sociedad rural, así como informes de
autoridades y organismos locales y regionales.56
El expediente original fue revisado por Pedro Rodríguez conde de
Campomanes y Pablo de Olavide, quienes compartían con Jovellanos la aspiración de
construir una sociedad agraria más igualitaria en cuanto a la posesión de la tierra e
individualista en cuanto a su explotación y desarrollo, ideas que en parte habían sido
plasmadas en la colonización de la Sierra Morena, un proyecto realizado durante el
reinado de Carlos III, que consistió en la introducción de más de 6,000 colonos católicos
flamencos, alemanes, franceses, suizos, austriacos e italianos para poblar y sacar del
abandono e inseguridad la región. Entre las condiciones del contrato se incluía que

54 Jovellanos, Gaspar Melchor de, Informe sobre la Ley Agraria. Informe de la sociedad económica
de Madrid al Real y Supremo Consejo de Castilla en el expediente de ley agraria, extendido por su
individuo de número el señor don Gaspar Melchor de Jovellanos, a nombre de la junta encargada de su
formación. Edición digital a partir de la edición de Madrid, Imprenta de I. Sancha, 1820, y cotejada con
la edición crítica de Guillermo Carnero, Madrid, Cátedra, 1997. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/informe-sobre-la-ley-agraria--0/html/fedbbe9c-82b1-
11df-acc7-002185ce6064_2.html#I_1_ Consultado 9 agosto 2013.
55 Vicent Llombart, “La Reforma Agraria de Jovellanos ¿Un sueño dorado de la razón?” en

Juan Velarde (editor), Jovellanos: el hombre que soñó España. Madrid: Ediciones Encuentro, 2011, pp. 169-
196.
56 Ibid, p. 175.

31
cada familia recibiera una porción de tierra proveniente de baldíos y ejidales, así como
tierras de particulares cedidas en arrendamiento, casa con muebles, aperos de labranza
y animales de corral, así como herramientas de su oficio a los artesanos.57
En su Memorial ajustado sobre establecimiento de una Ley Agraria (1784), Pablo de
Olavide proponía una legislación “suave y dulce” que estimulara a la división de las
grandes explotaciones y la extensión y mejora de la agricultura. Para labrar más y
mejor proponía el repartimiento de tierras baldías y de los ayuntamientos en
explotaciones de tamaño mediano o pequeño, otorgando estímulos económicos a los
propietarios para ceder voluntariamente tierras en arrendamiento a los pequeños
labradores, así como el cercamiento de las tierras para transformar grandes extensiones
en pueblos.58
Llombart afirma que Campomanes también ejerció una profunda influencia en
el pensamiento de Jovellanos, a través de sus ideas y de la política agraria emprendida
durante el reinado de Carlos III, entre las que destacan la libertad del comercio de
granos, la limitación del crecimiento de las propiedades eclesiásticas, la prohibición de
constituir mayorazgos cortos, la derogación de los privilegios de la Mesta y la reforma
interna de la institución, la difusión de los conocimientos y técnicas agrarias por parte
de las Sociedades Económicas, así como la promulgación de una Ley Agraria.59 La ley
Agraria de Campomanes coincidía en varios puntos con la que había sido propuesta
por Olavide, pues el énfasis de ambas estaba en corregir la desigualdad en la
producción agrícola más que la desigualdad en los dominios.60

57 Ibid, p. 176 y Carlos Sánchez-Batalla Martínez, “Los extranjeros que llegaron a Andalucía
como colonos de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y Andalucía en el siglo XVIII”, en M. R. Villar
García y P. Pezzi Cristóbal (editores), Actas del I Coloquio Internacional Los Extranjeros en la España Moderna,
Málaga: Portadilla, 2002.
58 Ibid, p. 176.
59 Ibid, p. 177.
60 Ibid, p. 177.

32
José Lage, editor de la obra en 1983, afirma que Jovellanos extrajo de los
fisiócratas franceses Francois Quesnay y Jacques Turgot su concepción económica
sobre la tierra como la principal fuente de riqueza; y de Adam Smith, su concepto de
libertad económica. 61
Los títulos de los capítulos del Informe resumían su contenido y revelaban las
coordenadas de la propuesta de Jovellanos, que se basaba en cuatro principios
fundamentales:
a) Las leyes debían reducirse a proteger la agricultura.
b) Esta protección debía cifrarse en la remoción de los estorbos que se oponían al
interés de sus agentes.
c) Conveniencia del objeto de las leyes con el del interés personal.
d) Investigación de los estorbos que se oponían a este interés.
Dichos estorbos se reducían a tres clases: políticos (leyes), morales (opiniones)
y físicos (naturaleza).

Primera clase: estorbos políticos o derivados de la legislación

Entre los estorbos políticos o provenientes de la legislación estaba la existencia de


baldíos, tierras concejiles, tierras pertenecientes a herencias, tierras abiertas, la mesta,
la amortización (civil y eclesiástica) y los mayorazgos.
Jovellanos afirmaba que las tierras baldías eran el resultado de la desidia
política, así como de la codicia de los ganaderos, que dejaba sin dueños ni colonos gran
cantidad de tierras cultivables y sin trabajo a muchas personas que podían sacar
provecho y mejorar la producción agrícola de España. El autor proponía la enajenación
de todos los terrenos baldíos para ser vendidos o repartidos a censo, de acuerdo con
las características de cada provincia, para evitar situaciones extremas como la

61Jovellanos, Gaspar Melchor de, Informe sobre la Ley Agraria. Informe de la sociedad económica
de Madrid al Real y Supremo Consejo de Castilla en el expediente de ley agraria, extendido por su
individuo de número el señor don Gaspar Melchor de Jovellanos, a nombre de la junta encargada de su
formación. José Lage editor, Madrid: Ediciones Cátedra, 1983.

33
acumulación de tierras en manos de ricos propietarios, por un lado, o el poco
aprovechamiento de las tierras en manos de personas incapaces de hacer mejoras, por
el otro.62
Jovellanos proponía una solución similar para el caso de las tierras
pertenecientes a los pueblos o concejiles, cuya enajenación para repartir a censo
enfitéutico o para la venta libre a particulares, podría aportar mayores beneficios a los
mismos pueblos por el incremento y mejora de la producción agrícola y ganadera, así
como por el aumento de los ingresos para los fondos de propios, que podrían ser
invertidos en obras públicas.63
En el otro extremo Jovellanos colocaba las leyes promulgadas en el siglo XVI
para obligar la apertura de las tierras particulares por donde transitaba el ganado de la
Mesta. Para Jovellanos resultaba inaceptable que se hubiesen prohibido los
cerramientos para favorecer al tribunal trashumante, por lo que apelaba al principio de
justicia natural y derecho social, anterior a toda ley y en contra de la violación de la
propiedad individual. Y aunque en 1788 la Corona había protegido los cerramientos
de tierras destinadas a huertas, viñas y plantaciones, Jovellanos pedía borrar las
diferencias y dar el mismo tratamiento para las propiedades destinadas a otros cultivos
como los granos.64
A continuación, Jovellanos solicitaba el cerramiento65 de todas las tierras de
España para proporcionar mayor libertad y seguridad a sus propietarios, lo que a su
vez permitiría un mejor aprovechamiento de la tierra y la perfección de sus cultivos.
El autor reconocía la estrecha relación que existía entre el clima y las propiedades de
los suelos y el tamaño de las propiedades, de tal manera que en los climas cálidos y
secos como Andalucía, la Mancha y Extremadura, se requerirían labores grandes,
mientras que en climas templados y húmedos, las labores podrían ser más pequeñas.

62 Jovellanos, 1820, pp. 10-12.


63 Ibid, pp. 13-14.
64 Ibid, pp. 14-19.
65 Sobre los cerramientos o cercamientos como forma de convertir tierras comunes o baldías en

propiedad particular, véase el capítulo I de este trabajo, en donde se analiza el debate acerca de los
cercamientos en Inglaterra.

34
No obstante, también consideraba que debía permitirse grandes propiedades en las
provincias más ricas. El autor recomendaba la búsqueda del equilibrio con respecto al
clima, el suelo, los fondos del propietario y las fuerzas del colono, para el mejor
aprovechamiento de todas las tierras.66 Para Jovellanos, el cerramiento de las tierras
aportaría un beneficio adicional porque una mayor demanda de labradores en el
campo, promovería el trabajo familiar en la agricultura, sacándolos de los pueblos y
alejándolos de la corrupción: “Si, Señor: una inmensa población rústica derramada
sobre los campos no solo promete al Estado un pueblo laborioso y rico, sino también
sencillo y virtuoso.”67
Jovellanos creía firmemente que los cerramientos también garantizarían un
mejor aprovechamiento y cuidado de los recursos naturales como el agua, los montes
y la madera, al estar bajo el cuidado de particulares.68
Con respecto a la protección parcial de los cultivos, Jovellanos apelaba a la
necesidad de aumentar la agricultura en toda su extensión, sin preferencias por unos
cultivos en detrimento de otros y sin privilegios. En el mismo sentido, el autor
solicitaba que se revisara la legislación que limitaba la renta de las tierras en favor de
los colonos, apelando a un sentido de equilibrio y justicia. Además, el autor
consideraba como injusta la legislación que permitía convertir en grano las rentas, así
como la entrega en partes alícuotas de frutas. Jovellanos consideraba que esta
legislación no sólo era injusta para el productor, sino que requeriría la intervención de
terceros para realizar las cuentas y la tasación de los frutos. Para Jovellanos, éstas y
otras disposiciones como la prohibición de subarriendos, iban en contra de la libertad
del cultivo y el derecho de la propiedad:
Jamás hallará la justicia donde no vea esta libertad, primero y único objeto de la
protección de las leyes; jamás la creerá compatible con los privilegios que la
derogan; jamás, finalmente, esperará la prosperidad la agricultura de sistema de
protección parcial y exclusiva, sino de aquella justa, igual y general protección

66 Ibid, pp. 19-26.


67 Ibid, p. 21.
68 Ibid, p. 26.

35
que, dispensada a la propiedad de la tierra y del trabajo, excita a todas horas el
interés de sus agentes.69
Los conceptos de libertad, prosperidad, justicia y propiedad (esta última
aplicada tanto a la tierra como al trabajo), utilizados por Jovellanos revelan la influencia
del pensamiento ilustrado de la época. En su estudio sobre la desamortización,
Abelardo Levaggi afirma que el sistema de propiedad sobre la tierra durante el
Antiguo Régimen consistía en un complejo entramado de formas como el usufructo,
los censos, los fideicomisos, las servidumbres y los derechos señoriales, que impedían
enajenar, dividir y explotar la tierra de manera individual, libre y plena, principio
fundamental de la sociedad burguesa.

El sistema dominial del Antiguo Régimen era un fiel reflejo de la estructura social
de esa época. A una sociedad estamental, plural, en la que coexistía una variedad
de estatutos privativos de cada uno de los grupos sociales, le tenían que
corresponder distintas formas o tipos de propiedad, a partir de la gran división
en dominio directo y dominio útil.70

La necesidad de romper con los privilegios de la ganadería trashumante es


argumentada por Jovellanos con base en los escasos beneficios que aportaba a la
economía y los daños que provocaba al desalentar otras ramas productivas. Entre los
privilegios de la Mesta, el autor subrayaba y criticaba fuertemente el de posesión, que
negaba al propietario y al arrendador la libertad de elección, y el de tasa, que establecía
valores inalterables para las hierbas, mientras que el precio de las lanas era variable de
acuerdo con los intereses de la hermandad. La vehemencia del discurso de Jovellanos
en contra de la Mesta queda en evidencia cuando pide al Rey que declare la disolución
de esta hermandad a la que calificaba de prepotente, así como la abolición de sus
privilegios, la derogación de sus ordenanzas y la supresión de sus juzgados.71

69 Ibid, p. 30.
70 Abelardo Levaggi, “El proceso desamortizador y desvinculador de los bienes de manos
muertas desde la óptica jurídica”, en Hans-Jurgen Prien y Rosa María Martínez de Codes
(coordinadores), El proceso desvinculador y desamortizador de bienes eclesiásticos y comunales en la América
Española, siglos XVIII y XIX, Asociación de Historiadores Latinoamericanistas Europeos, Cuaderno No.
7, Editor técnico Raymond Buve. Netherlands: Ridderprint, Ridderke, 1999.
71 Jovellanos, pp. 31-37.

36
Para referirse a la amortización, Jovellanos empezaba su argumento afirmando
que ésta era más perniciosa para la agricultura que la Mesta, porque favorecía la
acumulación de la tierra en la misma clase de personas y cuerpos, alejando el interés
individual. El autor no se oponía a las aspiraciones de riqueza, siempre que el estímulo
de unos no se convirtiese en obstáculo para otros, apelando a la igualdad de derechos.
Los efectos de la amortización eran el desplazamiento de los capitales hacia otros
rubros como la ganadería o la industria, la negativa de enajenar tierras por temor a no
poder recuperarlas posteriormente, la tendencia de amortizar la tierra acumulada,
incrementando la riqueza y el poder de las familias y los cuerpos. Jovellanos afirmaba
que uno de los efectos más perjudiciales para la agricultura era la tendencia de los
grandes propietarios a desdeñar el trabajo productivo para vivir de los ingresos por
arrendamiento, lo que a su vez incrementaba las rentas. 72
La amortización eclesiástica se refería a las propiedades de iglesias y
monasterios, que Jovellanos divide entre el clero regular y el clero secular. El autor
planteaba que el origen de las propiedades de las órdenes regulares se podía rastrear
hasta los siglos X al XII, cuando la nobleza había creado los monasterios para refugio
de las familias, pero que gradualmente fueron adquiridos e incorporados a
monasterios libres, los que se enriquecieron gracias a este legado material, como a la
libertad que les permitió la ignorancia del clero secular que depositó en ellos la
dirección espiritual de los pueblos.73
Jovellanos intentó suavizar los calificativos en contra del clero secular,
argumentando al final de este apartado que en el siglo XVIII el clero secular ya no era
ignorante ni corrompido como en la Edad Media y que por su ilustración, celo y
caridad, ya no requería de auxiliares. Pero como afirma Llombart, no mitigaron el
impacto que produjo en la sociedad de su época. El autor afirmaba que las
adquisiciones del clero secular habían sido más legítimas y provechosas en sus
orígenes, pero igualmente perjudiciales para el progreso de la agricultura.

72 Ibid, pp. 37-42.


73 Ibid, pp. 43-44.

37
Provenientes de donaciones y ofrendas piadosas, los bienes del clero secular también
habían sido amortizados a partir de las leyes de Toro, que había autorizado las
vinculaciones indefinidas.
A pesar de sus argumentos en contra de la amortización eclesiástica, Jovellanos
reconocía que el clero gozaba de su propiedad con títulos justos y legítimos y que se
encontraba amparada en las leyes, pero advertía que el cuidado de las propiedades
constituía una distracción para sus ministros y un riesgo para la codicia. Por estas
razones, apelaba a la sabiduría y virtud del clero para que por sí mismo promoviese la
enajenación de sus tierras y devolverlas al pueblo a través de ventas o arrendamientos
perpetuos. En caso de que el clero se negase a la desamortización voluntaria,
Jovellanos solicitaba “a lo menos la prohibición de aumentarla.”74
Llombart interpreta como una contradicción o posición ambivalente de
Jovellanos que sus argumentos en contra de la amortización de la tierra eclesiástica y
de los mayorazgos, no hayan sido complementados con una petición formal de
prohibición. Aunque Jovellanos reconocía que ambas representaban graves obstáculos
para el desarrollo agrario porque sacaban de circulación las tierras y desviar los
capitales a otros usos, no proponía su desamortización, sino que apelaba a la renuncia
voluntaria y generosa, a la flexibilidad para arrendar o vender y, en última instancia, a
la prohibición de aumentar la amortización en el futuro.75
Para Jovellanos, la amortización civil, referida particularmente a los
mayorazgos,76 permitía una mayor acumulación porque el enriquecimiento formaba
parte de los fines de las familias, a diferencia del clero, que según el autor entraba en
la acumulación como resultado accidental de sus propiedades pero no como uno de
sus fines últimos. El autor calificaba los mayorazgos como una “institución repugnante

74 Ibid, pp. 44-46.


75 Llombart, p. 181.
76 El diccionario de Escriche define el mayorazgo como el derecho de suceder en los bienes

vinculados, es decir, los bienes sujetos al perpetuo dominio en alguna familia con prohibición de
enajenación. También se denomina mayorazgo al conjunto de bienes vinculados y la persona que los
posee o ha de heredarlos. Por definición, el mayorazgo alude al derecho de sucesión que tenía el
primogénito varón. Escriche, p. 555.

38
a los principios de una sabia y justa legislación”. La discusión se centraba en las
sucesiones testamentarias de las propiedades, sin posibilidad de la participación de
terceros para comprarlas. Pero en lugar de pedir su extinción definitiva, Jovellanos
apelaba a la derogación de la vinculación de la propiedad territorial futura, respetando
las existentes. Esgrimiendo principios como el honor de la nobleza de origen, el autor
expresaba que prohibir las vinculaciones no significaba la extinción de la nobleza, sino
restringir la reproducción de las “clases estériles” y abrir la puerta a las “profesiones
útiles” El Estado podría seguir concediendo títulos de nobleza por méritos, sin que
ello implicase otorgar derechos de vinculación.77
Entre los males que ocasionaban los mayorazgos a la sociedad, Jovellanos
destacaba el lujo excesivo y la corrupción que generaban, la existencia de hijos de
familias sin carrera ni ocupación, “condenados a la pobreza, al celibato y a la
ociosidad,” y la facultad para gravar con censos los mayorazgos.78
Como alternativa, Jovellanos proponía que los poseedores de mayorazgos
permitiesen la enajenación del dominio útil a través de enfiteusis, pero conservando el
dominio directo. Se trataba de una medida que podría convertir a los colonos en
copropietarios, un estímulo para mejorar la producción. Esta propuesta iba
acompañada de la extinción de otra disposición derivada del Derecho Romano, que
exoneraba a los herederos de las obligaciones contraídas por sus antecesores, la que
Jovellanos consideraba “ajena de razón y de equidad”. Jovellanos también proponía
permitir a los poseedores de mayorazgos realizar arrendamientos de largo plazo (de
hasta veintinueve años), poniendo como ejemplo el caso de Inglaterra, en donde este
tipo de contratos habían mejorado la producción agrícola.79
Sobre el comercio de granos, Jovellanos proponía la publicación de una ley que
prohibiera su exportación y que permitiese la importación de los extranjeros, de
acuerdo con ciertos principios: 1) que la ley fuese temporal y por un plazo corto, de no

77 Jovellanos, pp. 46-52.


78 Ibid, p. 52.
79 Ibid, p. 53.

39
más de diez años, previendo que el aumento de la agricultura permitiría una
producción suficientemente grande como para cubrir las necesidades del país y
también para exportar; 2) que la prohibición se limitase al trigo, centeno y maíz,
considerados granos de primera necesidad y que se excluyera la cebada, el arroz, las
habas y otros granos que podrían ser exportados sin limitaciones; 3) que no se incluyera
dentro de la prohibición las harinas destinadas a las colonias, las que podían ser
exportadas en cualquier tiempo; 4) que se podría suspender la prohibición de
exportación en años de abundancia; 5) que durante los años de abundancia se
mantuviese la prohibición de importar granos; 6) que se autorizase la reexportación de
los granos extranjeros en épocas de abundancia; 7) que durante el periodo de
funcionamiento de la ley se adquirieran los conocimientos necesarios para mejorar
semillas e incrementar la producción, así como realizar cálculos de la cantidad y tipo
de consumo en las diferentes localidades del reino para planificar la construcción de
alhóndigas, todo ello para garantizar “el bien de la agricultura y la seguridad
pública.”80
Como afirma Llombart, las propuestas de Jovellanos eran de carácter
proteccionista. En el autor la libertad económica se limitaba a la eliminación de los
estorbos que frenaban la producción y circulación de la riqueza de España, pero
protegiendo la producción interna.81
Jovellanos también consideraba que las leyes fiscales de la época constituían
un obstáculo para la mejora de la agricultura, considerada como la primera fuente de
la riqueza individual y la renta pública. Sobre el sistema de rentas provinciales, que
establecía un impuesto sobre el consumo de todos los productos, incluyendo los de
primera necesidad, el autor consideraba que impedía la libre circulación de los
productos agrícolas, frenaba la capacidad de ahorro de los individuos y, por
consiguiente, de la nación, y aumentaba las desigualdades entre ricos y pobres porque
estos últimos debían restringir su consumo. Jovellanos exponía que no podía

80 Ibid, pp. 55-56.


81 Llombart, p. 182.

40
considerarse la igualdad en el consumo entre los millones de personas pobres,
especialmente jornaleros que eran de gran utilidad para la agricultura. Y en el mismo
sentido solicitaba que se reflexionase acerca de la doble carga impositiva que
generaban algunos productos. El autor exponía que si se mantenía el gravamen sobre
los productos de la tierra, al menos quedara libre esta última de impuestos por su renta
y venta. Al respecto, Jovellanos consideraba que era injusto que estos impuestos
recayeran únicamente en la propiedad libre y comerciable, dejando fuera a la
propiedad amortizada, refiriéndose tanto a los mayorazgos como a las tierras del clero
secular y regular, que estaban exentas.82

Segunda clase: estorbos morales o derivados de la opinión


Jovellanos se refería en este capítulo a las ideas o corrientes de pensamiento que desde
el siglo XVII habían transformado gradualmente las políticas económicas y las
dinámicas en el campo de la agricultura. El autor ejercía una fuerte crítica hacia el
sistema económico que en aras de proteger y fomentar el comercio y la industria había
descuidado la agricultura, a pesar de ser la fuente original de riqueza de los países. El
término “opinión” también aludía al ámbito de la educación, el autor lamentaba la
ignorancia y el descuido en que estaba sumida la agricultura y argumentaba que ésta
era un arte con prácticas que eran aprendidas en el quehacer cotidiano, pero también
con principios teóricos que el gobierno y los agentes de la agricultura debían
perfeccionar.83
Jovellanos proponía difundir conocimientos útiles entre los propietarios, no a
través de seminarios o de nuevos contenidos en los planes de enseñanza de las
universidades, sino a través del establecimiento de institutos de enseñanza para los
miembros de la clase propietaria en todas las ciudades, subvencionadas por los
ayuntamientos y las contribuciones de los discípulos. El autor argumentaba que la

82 Jovellanos, pp. 56-61.


83 Ibid, pp. 62-69.

41
formación en estos institutos debía combinar conocimientos de matemáticas y física,
aplicables a los usos de la vida civil y doméstica.84
La instrucción de los labradores debía realizarse a través de la enseñanza de
las primeras letras, que podría ser realizada por los miembros del clero. Jovellanos
estaba convencido que el aprendizaje de lectura, escritura y operaciones simples
permitiría una mayor y mejor capacidad de razonamiento y en un efecto multiplicador
“no sólo para percibir más fácilmente las sublimes verdades de la religión y la moral,
sino también las sencillas y palpables de la física, que conducen a la perfección de sus
artes.”85 El autor proponía elaborar cartillas rústicas para explicar los mejores métodos
de preparar las tierras, sembrar, cuidar y cosechar; de guardar y conservar los frutos y
procesarlos, así como el uso de instrumentos y máquinas de cultivo y procesamiento.
De nuevo Jovellanos proponía que fuesen los párrocos quienes se encargasen de
difundir estos conocimientos, pero también opinaba que la tarea podría recaer en las
Sociedades Patrióticas, reconociendo que uno de los objetivos de su creación había sido
precisamente la mejora de las artes útiles.86

Tercera clase: estorbos físicos o derivados de la naturaleza


Jovellanos consideraba que la naturaleza imponía obstáculos al progreso de la
agricultura y los clasificaba en dos grandes grupos, por un lado, los que se oponían a
la extensión de los cultivos y, por otro lado, los que se oponían a la libre circulación y
consumo de los productos. Los primeros se referían a elementos como lagunas que
desecar, ríos que contener, bosques que escombrar, terrenos que limpiar y fuentes de
agua para el riego. El autor se detenía en este último y proponía que el gobierno se
encargase de la construcción de grandes obras hidráulicas para llevar agua a las
regiones más secas y con menos recursos.87

84 Ibid, pp. 70-71.


85 Ibid, p. 72.
86 Ibid, pp. 73-74.
87 Ibid, pp. 75-77.

42
La falta de comunicaciones para el transporte de los productos agrícolas a las
ciudades para el consumo de las provincias y a los puertos para la exportación, se
encontraba entre los obstáculos del segundo grupo. Al respecto, Jovellanos proponía
mejorar los caminos interiores, los exteriores y los generales, así como construir nuevas
obras o mejorar las existentes como canales de navegación y puertos para el fomento
del comercio.88
Para el mantenimiento y construcción de estas obras, Jovellanos proponía la
creación de un fondo público de mejoras, proveniente de la renta pública. Asimismo,
proponía la creación de fondos provinciales de mejoras, financiado por el producto de
las tierras baldías de cada provincia y complementado con contribuciones de las
mismas entidades. Como parte de este esfuerzo, el autor proponía la creación de juntas
provinciales conformadas por propietarios, eclesiásticos y Sociedades Económicas,
quienes contribuirían para las mejoras y construcciones de nuevas obras de utilidad
general. Por su parte, los Concejos dedicarían parte del ingreso de sus arbitrios, así
como el producto de la renta o venta de sus tierras para el mantenimiento de los
caminos y otras obras como puentes y muelles. El tema del trabajo en obras públicas
es abordado por Jovellanos apelando a la razón y la justicia para evitar el trabajo
forzado, en su lugar, el autor proponía que tanto los propietarios, como los residentes
y los eclesiásticos debían acudir personalmente o por medio de sus criados, para
trabajar en los caminos como una obligación de interés común.89
Llombart afirma que el principio del interés propio en el análisis agrario de
Jovellanos no está planteado desde la perspectiva liberal del Liberalismo clásico, sino
como una acción que se complementaba con el interés público del gobierno para
superar los estorbos. Los objetivos del Informe consistían en obtener “la extensión, la
perfección y la utilidad del cultivo y, al mismo tiempo, una mayor equidad en el mundo
rural y el fomento de la figura del labrador independiente”.90 La reforma de Jovellanos

88 Ibid, pp. 78-83.


89 Ibid, pp. 84-88.
90 Llombart, pp. 186 y 187.

43
planteaba cambios a través de la educación y la equidad en la posesión de la propiedad
agraria. Según Llombart, en la propuesta del autor no se observa la construcción de
una sociedad capitalista, sino reformas graduales para una sociedad de pequeños o
medianos agricultores y artesanos independientes, con mejores ingresos y más
educación.91
Llombart analiza la respuesta que la reforma tuvo entre los sectores
privilegiados. El Informe fue presentado en 1794 en el contexto de la guerra con Francia,
poco oportuno para una reforma agraria que cuestionaba el poder y los privilegios del
clero y de los mayorazgos y que, además, habían sido apoyadas por el antiguo
funcionario de Carlos III y el condenado por hereje Olavide. En medio de un clima
desfavorable, el Informe fue delatado a la Inquisición a finales de 1795, con los
argumentos de que expresaba ideas heréticas e injuriosas hacia los dos Estados, el clero
y la nobleza. Durante los siguientes tres años el expediente quedó en suspenso, pero
en 1801 se reanudó la persecución contra Jovellanos, quien fue apresado y enviado por
los siguientes siete años a la isla de Mallorca. En 1825, el Informe fue incluido en el
Índice Romano de libros prohibidos, en donde permaneció hasta 1877.92

91 Ibid, p. 193.
92 Ibid, pp. 188 y 189.

44
III. Los Proyectos de Guatemala

En el periodo que va de finales del siglo XVIII a 1811, Guatemala experimentó el


florecimiento de ideas y propuestas para enfrentar la crisis económica, diversificar la
producción, introducir reformas al sistema de propiedad sobre la tierra y formas de
trabajo en el campo, así como combatir la vagancia y morigerar las costumbres de la
población. En el primer contexto se sitúa la fundación y breve, pero fructífera primera
fase de la Sociedad Económica de Amigos del País, en torno a la cual se integraron
intelectuales y funcionarios ilustrados que reflexionaron e impulsaron proyectos sobre
economía y sociedad, que revelaban las críticas al sistema.93 Aquí se analizarán los
escritos de Antonio García Redondo, así como algunos de los ensayos presentados en
1797 a la Sociedad Económica en torno al tema del concurso para elaborar propuestas
sobre las ventajas de que indios y ladinos vistieran y calzaran a la española,
especialmente el primer lugar atribuido al ensayo de Fray Matías de Córdova y el
segundo lugar, atribuido a Fray Antonio de San José Muro.
Entre los proyectos impulsados por la Sociedad Económica durante esta primera
solamente permanecieron las escuelas para artesanos, mientras que las propuestas para
introducir reformas en los temas de tierra y trabajo agrícola fueron rechazadas. Sin
embargo, algunos de los planteamientos serían retomados posteriormente, en el
segundo contexto generado a raíz de la crisis del régimen y la posterior conformación
de las Cortes extraordinarias para la redacción de la Constitución de 1812. En el análisis
de las ideas de la época destacan los documentos que el Diputado por el Reino de
Guatemala llevó a las Cortes y que aquí serán analizadas y puestas en contexto, las
Instrucciones elaboradas por el Ayuntamiento, con un proyecto de Constitución de 112
artículos, los Apuntes Instructivos elaborados por el grupo de comerciantes del
Ayuntamiento, y los Apuntamientos de Agricultura y Comercio, elaborados por el Real
Consulado de Comercio.

Véase en el inciso 2 de este capítulo, la fundación y desarrollo de la Sociedad Económica de


93

Amigos del País en Guatemala en su primera fase, de 1794 a 1799.

45
1. Antonio García Redondo, Memoria sobre el fomento de las
cosechas de cacaos y de otros ramos de agricultura

Se trata de un ensayo sobre el declive del cacao y otros cultivos en el Reino de


Guatemala a finales del siglo XVIII y las propuestas para su fomento, presentado a la
Sociedad Económica de Amigos del País por el Canónigo Antonio García Redondo en
1798 y publicado en la Imprenta de Ignacio Beteta en 1799.94 El historiador Christophe
Belaubre lo describe como el primer proyecto de reforma agraria en la región,
elaborado por un miembro de la élite intelectual ilustrada de la región95 para buscar
una solución a los efectos negativos de una economía organizada alrededor de un
cultivo único, así como para modificar el régimen de propiedad sobre las tierras
comunales.96
El texto exponía que las causas del atraso radicaban en la falta de inspección
por parte de los Alcaldes Mayores sobre el trabajo de los indígenas, quienes se
entregaban con facilidad al ocio y la embriaguez. La otra causa radicaba en el auge de
la producción de cacao más barato por parte de Guayaquil y Caracas, frente a la cual

94 Antonio García Redondo, Memoria sobre el fomento de las cosechas de cacaos y de otros ramos de
agricultura, presentada a la Real Sociedad Económica. Guatemala: Imprenta Ignacio Beteta, 1799.
http://archive.org/stream/memoriasobreelfo00garc#page/n1/mode/2up. Consultado el 8
septiembre 2013.
95 Christophe Belaubre y Rodolfo Hernández afirman que García Redondo (1756-1834)

desempeñó un papel importante en la difusión de las ideas ilustradas en el Reino de Guatemala a finales
del siglo XVIII, como impulsor y socio de la Sociedad Económica de Amigos del País, junto al Juez Jacobo
de Villa Urrutia y Alejandro Ramírez, y de la Gazeta de Guatemala, que dio inicio a la prensa de opinión.
Los autores coinciden con Bernardo Belzunegui acerca de la influencia de la escuela liberal en formación
y de los fisiócratas que revelaban los escritos de García Redondo, especialmente su Memoria sobre el
fomento de las cosechas de cacaos, en el que proponía dividir las tierras comunales y abrirlas al mercado.
En el contexto de las Cortes de Cádiz aparece como autor de un texto que reafirmaba las ideas plasmadas
en su Memoria y el problema de la representatividad en las Cortes. Los autores lo definen como un
reformador prudente, cuyas ideas servían a los intereses de la burguesía española y criolla, un hombre
pragmático que no se opuso a la Independencia, pero que se mantuvo en el campo de los conservadores
después de 1821. Christophe Belaubre y Rodolfo Esteban Hernández Méndez, “El canónigo Antonio
García Redondo y los orígenes de la independencia centroamericana: un acercamiento de su influencia
pública a partir del concepto de redes sociales”, en Boletín AFEHC No. 3, 4 diciembre 2004, http://afehc-
historia-centroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=359. Consultado el 8 de septiembre de 2013.
96 Christophe Belaubre, “Lectura crítica de la Memoria sobre el fomento de las cosechas del

cacao del canónigo Antonio García Redondo”, Boletín AFEHC No. 39, 12 diciembre 2008, http://afehc-
historia-centroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=2106. Consultado el 8 de septiembre de 2013.

46
Guatemala no pudo competir. La tercera causa era la abolición del pago del tributo
indígena en especie que, según García Redondo, era muy importante para el fomento
de la agricultura.
Al igual que otros textos de la época, el de García Redondo contenía una
profunda reflexión sobre la naturaleza del indígena y la utilidad de su trabajo en la
agricultura. El autor reconocía que el indígena era trabajador y laborioso, pero “que
para mejorar su suerte es preciso sacarlo del infeliz estado que conserva su estupidez,
que mientras esto no se logre, nada bueno hay que esperar de él, ni en lo moral, ni en
lo político.”97
El autor resumía su propuesta en tres grandes líneas de acción: que las
comunidades costearan la formación de plantíos, obligar a los indios a cultivar sus
plantíos o venderlos y esperar que aprendan del buen ejemplo de los hacendados.98
Adicionalmente, García Redondo opinaba que era necesario lograr que los
ladinos se dedicaran a la agricultura y para ello era proponía que se autorizara su
residencia y la adquisición de propiedades en los ejidos de los pueblos de indios. Las
opciones propuestas por el autor iban desde la posesión de tierras desmontadas o
abandonadas, hasta la compra directa. El autor exponía las razones de esta propuesta
que calificaba como justa y racional:
a) Arraigo y cambio de vida: necesidad de ofrecer estabilidad al ladino y darle la
posibilidad de mejorar sus condiciones de vida dedicándose al trabajo en la
agricultura.
b) Cumplimiento de las leyes: el autor opinaba que la posibilidad de vivir en los
pueblos de indios sin el riesgo de ser expulsados y despojados de sus bienes,
obligaría a los ladinos a sujetarse a las leyes.
c) Evitar separación: el autor estaba convencido que la separación de indígenas y
ladinos obligaba a muchas familias de estos últimos a formar poblaciones
irregulares, sin leyes, sin costumbres ni afición a la agricultura y, por tanto,

97 García Redondo, p. 7
98 Ibid, p. 3.

47
propensas al desorden y los vicios. García Redondo opinaba que la separación
era violenta, irracional e impolítica.
d) Civilizar al indígena: el autor exponía que permitir el roce entre indígenas y
ladinos en los pueblos permitiría que los primeros pudieran “salir de su “rudeza
montaraz y arribar a su civilización.” Para ello, ponía como ejemplo la
experiencia de algunas provincias de San Salvador, León, Granada y pueblos
del oriente de Guatemala, en donde el idioma común era el castellano y los
indígenas vestían como los ladinos.
e) Aumentar el comercio: García Redondo comparaba el flujo comercial de las
regiones, afirmando que el comercio entre pueblos indígenas era menor que el
que tenía lugar entre poblaciones ladinas, agregando que en estas últimas los
indios se confundían con el resto de las otras castas.99
El objetivo central de la propuesta de García Redondo era el incremento del
número de pequeños propietarios y con ello el fomento de la agricultura. De acuerdo
con este argumento, el sistema convertiría a los ladinos en buenos ciudadanos y los
indígenas empezarían a salir de la tutela del Estado para hacerlos españoles.100
La propuesta de García Redondo para permitir el establecimiento de ladinos
en pueblos de indios establecía algunas normas generales:

Ladinos
 Derecho de vecindad en donde residieran.
 No podrían ser expulsados, salvo causa justificada por tribunal competente.
 Derecho de adquirir propiedades conforme derecho civil.
 Nombramiento de un Alcalde en los pueblos con más de diez familias de
ladinos, dos para más de veinte familias y además, un síndico y un escribano
para más de treinta familias. Estos representantes serían electos entre los
mismos ladinos y confirmados por el Alcalde Mayor.

99 Ibid, pp. 8-10.


100 Ibid, p. 12.

48
 Colaboración entre jueces indígenas y ladinos para la administración de justicia.
Estas autoridades se encargarán de autorizar el establecimiento de nuevos
vecinos y la expulsión de los malos vecinos.
 Los Alcaldes tendrían la obligación de elaborar un padrón de todos los ladinos
y sus oficios, agregando cada año los nuevos vecinos, los casados y fallecidos.
 Contribución anual de un peso por cada cabeza de familia o casado ladino para
el fondo de su comunidad, el que sería entregado a sus Alcaldes en los primeros
seis meses del año. Este fondo serviría para las obras de la comunidad.
 Los ladinos tendrían la obligación de trabajar en la limpieza, compostura y
apertura de caminos, “en consorcio o separadamente de los indios, puesto que
son igualmente interesados.”
 Establecimiento de un cabildo separado de los indígenas y su cárcel respectiva.
 Los que trabajaran en las haciendas quedarían excluidos de la asistencia a obras
de comunidad, pero quedarían sujetos al pago de cuatro reales anuales.
 Los jueces se encargarían de atender diferencias entre los vecinos y atender las
causas criminales, dando parte al Alcalde Mayor para formalizarlas.

Indígenas
- Autorización para vender sus tierras sin derecho de restitución.
- Las transacciones de ventas entre sí, con ladinos o con españoles, se realizarían
ante sus Justicias y Escribano, con la firma del Alcalde Mayor, con especificación
de precio, linderos, situación, y nombres del vendedor y comprador.
- La primera venta no generaría alcabala, debiendo pagar al Escribano cuatro
reales por su trabajo y dos reales a los Justicias. Las reventas estarían sujetas al
pago de alcabala.
- Cada indio tributario tendría la obligación de cultivar diez cuerdas de veinte
brazadas, o bien desmontar cinco cuerdas y, adicionalmente trabajar en
haciendas de españoles o ladinos.

49
- Quedarían exentos del mandamiento los indígenas que comprobaran haber
cultivado veinticinco cuerdas o desmontado diecisiete, es decir, el doble.
Alcalde Mayor o Subdelegado
- Elaboración de un padrón exacto de cada pueblo, con información de casados,
solteros, viudos, los que adeudan tributos, excluyendo enfermos.
- Cada año se modificaría el padrón con la información de los casados, los
muertos y los nuevos avecindados, para evitar la elaboración de uno nuevo.
- Llevar el control de los tributos, enviando copia respectiva al Tribunal, lo que
permitiría un adecuado control de estos ingresos.
- Los Alcaldes Mayores serían premiados por sus méritos, comprobados a través
de las mejoras en su Provincia como el aumento de vecinos, de cosechas,
apertura y arreglo de caminos, establecimiento de posadas y mesones, arreglo
de los cabildos.
- Los Alcaldes Mayores tendrían derecho a recibir dos y medio reales anuales de
cada indígena de todas las provincias, a excepción de la de San Antonio, que
ascendería a tres reales por ser muy fértil y de pocos indios. También recibiría
tres reales de cada ladino, sin excepción.101
García Redondo proponía, además, establecer un sistema de préstamos para
los pequeños agricultores, provenientes de los bienes de comunidad, con un interés
anual de un 5%, cuyos pagos podrían realizarse en frutos o en dinero, a través de los
Justicias. El autor consideraba que este sistema podría aumentar los bienes de
comunidad, lo que redundaría en beneficios para los mismos contribuyentes. Del
mismo fondo podría provenir el reparto de instrumentos de labranza, estableciendo
mejores precios. Para mejorar la administración de estos fondos, el autor proponía que
de los ingresos provenientes de las contribuciones personales y las utilidades de las
tierras y otros bienes, se extrajera un 8% para el Alcalde Mayor y un 8% para los
Justicias.102

101 Ibid, pp. 13-15.


102 Ibid, pp. 16-17.

50
La propuesta de García Redondo desafiaba el sistema de las dos repúblicas al
plantear el libre acceso de los ladinos a los pueblos de indios para vivir, comprar tierras
y dedicarse a la agricultura. Aunque en el texto no aparecen referencias de otros
autores, el proyecto sugería la influencia de las ideas ilustradas de Campillo,
Campomanes, Olavide y Jovellanos con respecto a la desamortización de la propiedad
comunal, pero adaptándola a una región de los reinos de ultramar, en donde la Corona
había creado los pueblos de indios, entidades exclusivas para indígenas. Como
afirman Jorge Luján y Horacio Cabezas, se trataba del primer proyecto de reforma
agraria en la región, una propuesta de romper la prohibición impuesta por la
legislación indiana con respecto al asentamiento de ladinos en pueblos de indios.103
No obstante, se trataba de una propuesta de reforma parcial porque solamente
se refería a la desamortización de las tierras de los ejidos que estaban abandonadas o
sin cultivar, dejando intactas las tierras de propios y las de cofradías. Asimismo, dejaba
fuera las propiedades eclesiásticas y las tierras de los mayorazgos. El proyecto
tampoco proponía transformar o eliminar el sistema de exacción a través del tributo y
el repartimiento, por el contrario, incluía a los ladinos dentro del mismo.

2. Los proyectos de la Sociedad Económica

La Real Sociedad Económica de Amantes de la Patria de Guatemala, fue creada en 1794


por un grupo de intelectuales entre los que destacaban el Oidor de la Real Audiencia,
Jacobo de Villaurrutia, quien la presidió hasta 1799, el Doctor José Flores, el Deán
Antonio García Redondo, el Ingeniero Josef de Sierra, el comerciante Francisco
Barrutia, el fraile Antonio de Liendo y Goicoechea y el grabador Pedro Garci-Aguirre.
Los estatutos de la institución, aprobados por el Rey en 1795, presentaban los objetivos
que coincidían con los de otras sociedades creadas en América y que se referían a
“mejorar la educación pública, desterrar la ociosidad y proporcionar ocupaciones y

103García Redondo afirmaba en la nota d) del texto que las Leyes 21 y 22 del título 3 libro 6 no
estaban derogadas, pero que sería muy difícil exigir su cumplimiento debido a que en la época ya
existían muchos españoles y ladinos establecidos en pueblos de indios. Ibid, p. 10.

51
modos de subsistir.” Los socios estarían agrupados en tres “clases” o comisiones, que
revelaban su carácter práctico, una de agricultura, otra de industria y otra de artes y
oficios. Durante su primera etapa de funcionamiento (1794-1799), la Sociedad creó una
escuela de hilados y tejidos, una escuela de dibujo y otra de matemáticas, y al mismo
tiempo creo el periódico la Gaceta de Guatemala, que se convirtió en el vocero de las
ideas de los ilustrados guatemaltecos que convergían en la institución. Sin embargo,
como se verá adelante, un concurso organizado por la Sociedad en 1797 para presentar
ensayos sobre las ventajas de que indios y ladinos vistieran y calzaran a la española,
generó polémicas y la desaprobación de la Corona, la que en 1799 ordenó la supresión
de la institución.104
Algunos de los conceptos vertidos por García Redondo revelaban que él y otros
autores de la época que convergían en torno a la Sociedad Económica, compartían
algunos planteamientos acerca de las transformaciones económicas y sociales que
entonces consideraban necesarias para introducir mejoras en la sociedad, civilizar al
indígena, formar policía entre los ladinos, romper con las trabas impuestas por la
amortización de la propiedad comunal e incrementar la producción agrícola. Los diez
ensayos recibidos en el concurso organizado por la Sociedad Económica en 1797 para
elaborar propuestas sobre las ventajas de que indios y ladinos vistieran y calzaran a la
española, revelaban el interés que algunos intelectuales de la época mostraban en torno
a estos planteamientos. El texto de la convocatoria:
Demostrar con solidez y claridad las ventajas que resultarán al Estado de
que todos los indios y ladinos de este reino se calcen y vistan a la española
y las utilidades físicas, morales y políticas que experimentarán ellos mismos,
proponiendo los medios más suaves, sencillos y practicables para reducirlos
al uso de estas cosas sin violencia, coacción ni mandato. Será preferido el
que, en igualdad de circunstancias manifieste mejor, por vía de ampliación,
las mutuas ventajas que traerá al Estado y a los indios y ladinos el que se

104Jacobo de Villaurrutia, “Estatutos de la Real Sociedad Económica de amantes de la patria


de Guatemala, aprobada por S.M. en real cédula fechada en San Lorenzo a 21 de octubre de 1795”,
AFEHC Diccionario Biográfico Centroamericano, fichas Nos. 552 y 1063 http://www.afehc-historia-
centroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=552. Consultado el 5 de octubre de 2013. Véase
también Adolfo Bonilla, 1999, Elisa Luque Alcaide, 1962 y Manuel Rubio Sánchez, 1981.

52
haga general el uso de cama y otros muebles domésticos de necesidad y
comodidad y la mejora de habitaciones.105

La convocatoria era clara en cuanto a una noción común y aparentemente


aceptada entre algunos intelectuales de la época, entre los que probablemente se
incluían los socios de la institución, acerca de la necesidad de lograr que indígenas y
ladinos se integraran en una sola clase, no sólo a través del vestido y el calzado común,
sino también a través del cambio y mejora en sus patrones de consumo y sus
costumbres, es decir, integrarlos a la economía como productores y también como
consumidores. De la convocatoria también se colige la necesidad de eliminar la
coerción. Los ensayos debían exponer las ventajas de introducir esos cambios, tanto
para el Estado como para los mismos habitantes.
De las diez memorias recibidas, obtuvo el primer premio la de Fray Matías de
Córdova, titulada “Utilidades de que todos los indios y ladinos se vistan y calcen a la
española y medios de conseguirlo sin violencia, coacción ni mandato.”106 El ensayo de
Córdova, publicado por la Imprenta de Ignacio Beteta en 1798, consistía en una
reflexión sobre la situación económica y moral de indígenas y mulatos, y las utilidades
que les aportaría a ellos para mejorar sus condiciones de vida y al Estado por integrar
al comercio a una parte de la población que, según el autor, se encontraba abandonada.
Unos de los aspectos que destaca es la utilización del término ladinos, que ya empezaba
a ser utilizado a finales del siglo XVIII para referirse a los miembros de las castas y que
Córdova retomó en el título de su trabajo. No obstante, en el contenido del trabajo el
término ladinos ya no aparece y en su lugar el autor utilizó el de mulatos, para referirse
a los miembros de las castas.
El ensayo está dividido en cinco partes, la primera es una introducción en
donde el autor convenía con la institución en que introducir nuevos hábitos y

105 Antonio Batres Jáuregui, Los indios, su historia y su civilización. Guatemala: Establecimiento
Tipográfico La Unión, 1894, p. 168.
106 Fray Matías de Córdova, “Utilidades de que todos los indios y ladinos se vistan y calcen a

la española y medios de conseguirlo sin violencia, coacción ni mandato”, Guatemala: Imprenta de


Ignacio Beteta, 1798. http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0042340.pdf. Consultado el 5
de octubre de 2013.

53
necesidades entre los indígenas y mulatos podría traerles beneficios a ellos y a otros
sectores de la sociedad. La segunda parte contiene 8 puntos en donde reflexionaba
acerca de los beneficios que podría aportar a indios y mulatos vestir y calzar a la
española, para apartarlos del ocio, permitirles gozar de una vida más cómoda, asegurar
su felicidad y establecer nuevas relaciones a través del comercio. La tercera parte de 12
puntos reflexionaba con mayor detalle acerca de las “desgracias de este Reyno” que se
resumían en pobreza, obstáculos al comercio, falta de trabajo por escaso consumo, poco
aprovechamiento de la tierra e ignorancia. La cuarta parte de 12 puntos contenía
algunas reflexiones sobre las utilidades de carácter moral que podría aportar el cambio
de hábitos entre indígenas y mulatos, el autor expresaba que vestir y calzar a la
española también los acercaría más a las virtudes del cristianismo, eliminando
prácticas inmorales como la superstición, la ociosidad, la embriaguez y la prostitución.
La quinta y última parte de 20 puntos contiene varias reflexiones sobre la necesidad de
eliminar las diferencias que entre ellos mismos establecían indígenas y mulatos,
advirtiendo que la única diferencia era hablar el castellano, por lo que era necesario
promover el establecimiento de escuelas de primeras letras, subrayando que esto debía
realizarse por “medios suaves, sencillos y sin violencia.” El autor reconocía la gran
influencia que los Curas y los Alcaldes mayores tenían sobre los indígenas y por eso
eran los indicados para introducir estos cambios de “vestir con decencia” a través del
ejemplo. El autor creía que si los Alcaldes mayores conseguían que los funcionarios del
Cabildo y de las cofradías fuesen obligados a vestir y calzar a la española, “tendremos
cada año en cada pueblo lo menos dieciséis hombres que lo parezcan.” Córdova
proponía, además, ofrecer un trato distinto a los que aceptaran vestir y calzar a la
española, como otorgarles el privilegio de sentarse separadamente en las funciones o
no hablarles de tu, desterrando los prejuicios que algunos sectores podrían tener acerca
de mejorar las condiciones de vida de indígenas y mulatos.107

107 Ibid.

54
El ensayo de Córdova contiene escasas referencias, algunas abreviadas,
difíciles de identificar. Destacan la referencia del Conde Bufón108 sobre la importancia
que tenían los trajes y el peinado en el juicio de una persona, y una del libro Éxodo,
acerca de la importancia que revestía el calzado entre los acólitos durante el
sacramento.109 No obstante, en sus reflexiones y propuestas sobre la necesidad de
desterrar los vicios, fomentar el trabajo y el consumo y mejorar el comercio interno,
podemos observar la influencia de escritos como los de Campillo y Cosío, así como de
los fisiócratas.
El segundo premio del concurso organizado por la Sociedad correspondió al
trabajo de Fray Antonio de San José Muro titulado “Utilidades y medios de que los
indios y ladinos vistan y calcen a la española”. Según el historiador Christophe
Belaubre, el ensayo de Muro era superior al de Córdova, sin embargo, algunos de sus
planteamientos se oponían a los de la propia convocatoria y de la institución. El ensayo
de Muro consistía en un diagnóstico de los problemas de pobreza y aislamiento de los
indígenas en la región, pero no consideraba que vestirlos y calzarlos a la española fuese
la solución. Belaubre afirma que Muro basó su estudio en el Proyecto Económico del
irlandés Bernardo Ward110 para proponer medidas como la libertad de comercio,
otorgar tierra a los indígenas en propiedad privada y educar a los niños de los pueblos
lejos de sus hogares para castellanizarlos y alejarlos de las malas costumbres. A
contracorriente de la propuesta del concurso, Muro consideraba que era

108 Georges-Louis Leclerc, conde Buffon (1707-1788), matemático, filósofo y naturalista


ilustrado francés, autor de Historia Natural, obra de diez volúmenes publicada entre 1749 y 1767. A pesar
de las polémicas que Buffon generó en vida con autores como Voltaire y Linneo y en el siglo XIX cuando
fue calificado como vulgarizador del pensamiento ilustrado, su obra fue ampliamente difundida y
considerada por algunos autores como uno de los mayores éxitos editoriales de todos los tiempos.
Antonio Lafuente y Javier Moscoso (editores), Georges-Louis Leclerc Conde de Buffon (1707-1788). España:
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1999.
109 Córdova, pp. 12 y 19-
110 Bernardo Ward , Proyecto económico, en que se proponen varias providencias, dirigidas a promover

los intereses de España, con los medios y fondos necesarios para su planificación. Madrid, 1762. La segunda
parte de la obra de Ward dedicada a América, proponía un nuevo sistema de gobierno, libertad de
comercio entre la metrópoli y las colonias, mejorar las condiciones de vida de los indígenas dándoles
tierra en propiedad, diversificación de la producción y educación.
http://books.google.com.gt/books?hl=en&lr=&id=EAFr8Y5JDGgC&oi=fnd&pg=PR1&dq=bernardo+
ward&ots=DGcSgQjKu9&sig=Kosy5k5p238gFQHsF8Zd8J3Tqns#v=onepage&q&f=false.

55
contraproducente introducir nuevas modas y necesidades de ropa y calzado entre los
indígenas.111
En el mismo artículo sobre Muro, Belaubre se refiere brevemente a los otros
ensayos presentados en el concurso, en los que afirma aparecen esbozadas las ideas de
los fisiócratas, y destaca una cita de la memoria No. 8 que no está firmada, en la que se
proponía la formación de un fondo común para el bien público, especialmente de los
indígenas, formado con los ingresos de las capellanías y fundaciones de caridad.112
La Sociedad Económica continuó con diversos proyectos y en 1799 abrió otra
convocatoria para la presentación de ensayos que demostraran la utilidad del
establecimiento general de escuelas de primeras letras en los pueblos de indios, lo que
implicaba la difusión del castellano en áreas de mayoría indígena y eventualmente la
desaparición de sus idiomas maternos. Las ideas de los pensadores ilustrados
encontraron eco entre los miembros de la Sociedad Económica que retomaban las
propuestas de incorporar a los indígenas al desarrollo económico, cambiar sus patrones
de consumo y difundir la educación para castellanizarlos.
Mientras tanto, el Consejo de Indias se encontraba analizando las ideas que la
Sociedad Económica de Guatemala estaba difundiendo a través de sus proyectos, los
escritos publicados en la Gaceta y los ensayos presentados en el concurso de 1797,
dictaminando finalmente que éstas atentaban en contra de la política indiana. El texto
de la Real Cédula enviada el 23 de noviembre de 1798 a Jacobo de Villaurrutia, Director
de la Sociedad Económica, condensaba en la memoria de Muro, las críticas más fuertes
y la justificación para ordenar el cierre de la institución:
Habiendo dado cuenta al Rey de la memoria impresa que acompañó V. S. a
su carta de 3 de junio último, escrita por el socio de mérito Fr. Antonio Muro
del orden Bethlemítico, en la que intenta persuadir la utilidad y medios de
que los indios y ladinos vistan y calcen a la española, ha resuelto S. M. por

111 Christophe Belaubre, “Muro, Antonio de San José. Un miembro de la orden de Belén que
ha sido socio de mérito de la Real Sociedad de los Amigos del País y ha redactado numerosos informes
de economía política.” AFEHC Diccionario Biográfico Centroamericano, ficha No. 686.
http://www.afehc-historia-centroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=686. Consultado el 5 de
octubre de 2013.
112 Ibid.

56
justas causas y consideraciones que esa Sociedad Económica de que V. S. es
Director, cese enteramente en sus juntas, actos y ejercicios. Lo que de Real
orden aviso a V. S. para que haciendo saber esta real resolución a los
individuos que la componen, tenga cumplido efecto avisando V. S. las
resultas.113

El historiador salvadoreño Adolfo Bonilla plantea al respecto, que la línea política


de la Sociedad Económica y su éxito en la Audiencia de Guatemala creó mucha
preocupación en la Corte española porque se temía que el proceso ilustrado se saliera
de control, generando una línea de pensamiento igualitario que llevaría al desarrollo
del pensamiento constitucional. El autor afirma que la clausura de la Sociedad
Económica junto a otras disposiciones como el decreto de la Caja de Consolidación de
Vales Reales de 1804, generaron desencanto hacia el despotismo ilustrado español
entre los centroamericanos y prepararon el terreno para los movimientos de
independencia114.

3. Las instrucciones para el Diputado a Cortes de Cádiz


La crisis política del imperio español a raíz de la captura de Fernando VII en 1808 y la
invasión napoleónica, generaron la organización de juntas locales y provinciales para
enfrentar a los franceses. Posteriormente, las juntas integraron una Junta Central que
en 1809 declaró que los territorios de ultramar formaban parte de la monarquía,
invitándolos a enviar un representante por cada uno de los Virreinatos (Nueva España,
Perú, Nueva Granada y Río de la Plata) y Capitanías Generales (Cuba, Puerto Rico,
Chile, Venezuela y Guatemala). La convocatoria fue recibida en Guatemala en 1810 y
rápidamente el Ayuntamiento de la capital procedió a la conformación de una terna
conformada por Domingo Juarros, José de Aycinena y Antonio Larrazábal. Este último

Batres Jáuregui, 1894, p. 170.


113

Adolfo Bonilla Bonilla, Ideas económicas en la Centroamérica ilustrada, 1793-1838. El Salvador:


114

FLACSO, 1999, p. 154.

57
salió electo por sorteo y dio comienzo la preparación para instruirlo a él y a los demás
representantes de las provincias, acerca de las propuestas de la región.115
García Laguardia afirma que los documentos que Larrazábal llevó a las Cortes,
representaban las dos tendencias predominantes en el pensamiento político de la
región, la Ilustración francesa y el Liberalismo inglés. Pero también evidenciaban las
diferencias entre los miembros de la élite acerca de la organización política y económica
de los reinos y las formas de representación. Las Instrucciones elaboradas por el
Ayuntamiento, contenían un proyecto de Constitución de 112 artículos en la que García
Laguardia ha encontrado una clara influencia de la Ilustración francesa, especialmente
de Montesquieu. Por su parte, los Apuntes Instructivos elaborados por José de Isasi,
Sebastián Melón, Miguel González y Juan Antonio de Aqueche, constituían un voto
razonado del grupo de comerciantes del Ayuntamiento, con una propuesta en la que
García Laguardia ha advertido la influencia de la Constitución inglesa.
Adicionalmente, el Consulado de Comercio elaboró sus Apuntamientos de Agricultura y
Comercio, con un diagnóstico de la situación económica y social del reino.116
Aquí se analizarán los aspectos generales de los tres documentos y los aspectos
particulares relativos a los pueblos de indios, especialmente la propiedad de la tierra y
los bienes.

a) Instrucciones del Ayuntamiento de Guatemala117

115 Jorge Mario García Laguardia, , Centroamérica en las Cortes de Cádiz. México: Fondo de

Cultura Económica, 1994 y “Guatemala en las Cortes de Cádiz”, en Jorge Luján Muñoz (editor), Historia
general de Guatemala. Tomo III. Guatemala: Asociación de Amigos del País, 199 Asociación de Amigos
del País / Fundación para la Cultura y el Desarrollo, 1995, pp. 409-418.
116 Ibid.
117 Instrucciones para la Constitución fundamental de la Monarquía Española y su gobierno. De que ha

de tratarse en las próximas Cortes Generales de la Nación, dadas por el M. Y. A. de la M. N. y L. ciudad de


Guatemala a su diputado el Señor Doctor Don Antonio de Larrazábal, Canónigo Penitenciario de esta Santa
Metropolitana Iglesia. Formadas por Don José María Peinado, Regidor Perpetuo y Decano del mismo
Ayuntamiento.Guatemala: Imprenta Ignacio Beteta, 1811.
https://archive.org/stream/instruccionespar00guat#page/n1/mode/2up. Colección Biblioteca John
Carter Brown, Universidad de Brown, Providence.

58
La introducción constituye una reflexión de los miembros del Ayuntamiento acerca de
lo que calificaban como el estado de degradación de las sociedades en Europa y
América que resumían en despotismo, administración de gobierno y leyes arbitrarias
sin principios filosóficos, que promovían la injusticia y la ignorancia. La propuesta de
Constitución del Ayuntamiento se fundamentaba en la necesidad de prevenir el
despotismo estableciendo límites a la autoridad del Rey a través de leyes
fundamentadas en el derecho natural, una administración y un sistema económico
cimentados en los principios de igualdad propiedad, libertad y seguridad, y un sistema
de educación pública que terminara con la ignorancia.118
El proyecto inicia con la “Declaración de los derechos del ciudadano”, un
conjunto de 30 artículos que establecía los límites de las obligaciones del ciudadano, de
las autoridades y de la ley. García Laguardia afirma que en estos artículos se mostraba
con claridad la influencia del Contrato Social de Juan Jacobo Rousseau, así como de la
Declaración de Derechos de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, promulgada por la
Convención Nacional de Francia en 1793, lo que fue también evidente para el
Presidente de la Audiencia de Guatemala, quien en 1814 posteriormente iniciaría una
causa en contra de Larrazábal y despojaría a Peinado del cargo de Alcalde Primero de
San Salvador.119
Los artículos relacionados con la propiedad y el trabajo mostraban nociones
liberales que, tal como afirma García Laguardia, anunciaban el fin del Antiguo
Régimen, introduciendo nociones como la libertad del individuo y la propiedad
individual. El artículo 4º establecía que los derechos naturales e imprescriptibles del
hombre eran la igualdad (entendida en términos legales como la misma ley para todos),
la libertad (como la facultad de hacer lo que no dañe los derechos de otro), la propiedad
(concebida como el derecho de los ciudadanos a disponer libremente de los bienes y
sus rentas, así como al fruto de su trabajo) y la seguridad (como la protección a los
miembros de la sociedad y a sus propiedades). Los artículos 18 y 19 establecían que las

118 Ibid, pp. 3-5.


119 García Laguardia, Centroamérica en las Cortes de Cádiz, p. 173.

59
contribuciones de los ciudadanos solamente podían ser establecidas para el bien
común y debían tomar en consideración las necesidades del Estado y las capacidades
del ciudadano. El artículo 20 establecía que ninguno podía ser privado de la menor
porción de su propiedad, sin su consentimiento.120 Además de la influencia liberal,
también podemos observar algunos de los planteamientos de la Escuela Fisiocrática,
que proponía un nuevo orden social basado en la libertad, la propiedad privada y la
abolición de las restricciones gremiales.

- Constitución
El proyecto de Constitución del Ayuntamiento contenía 112 artículos que
establecían el sistema de gobierno a través de la Monarquía Constitucional, que
depositaba el poder ejecutivo en el Rey y el poder legislativo en las Cortes, en
representación de la Nación. El primero estaría organizado a través de un Consejo de
Estado o Consejo Supremo Nacional, conformado por individuos de todos los reinos,
electos a través de una junta, y presidido por el Rey y a su vez, las Cortes, también
estarían conformadas por representantes de todos los reinos, electos localmente. El
documento establecía una clara separación entre la Iglesia y el Estado y estipulaba que
los cargos fuesen otorgados por méritos antes que por herencia.121
Para garantizar el funcionamiento del sistema, el proyecto proponía la creación
de juntas locales en cada capital, conformadas por representantes de todas las
provincias, electos a través de un sistema de representación local y presididas por el
Virrey, Presidente o Gobernador del Reino. Las funciones de las juntas serían las de
gobierno, real patronato, instrucción y fomento de los indios, promulgación de leyes,
organización de los reinos en provincias, partidos y municipalidades.122
La administración de ciudades, villas, pueblos o aldeas estaría a cargo de un
“cabildo de justicia y regimiento”, conformados por las dos terceras partes de regidores

120 Instrucciones, pp. 6-9.


121 Instrucciones, “Constitución”, artículos 20 al 67.
122 Instrucciones, “Constitución”, artículos 68 al 93.

60
perpetuos y una tercera parte conformada por vecinos electos por el cabildo, quienes
durarían dos años en sus funciones.123 Las funciones de los Ayuntamientos serían las
de gobierno y administración de justicia, incluyendo el nombramiento de diputados
para cortes ordinarias y extraordinarias, así como la formación de sus instrucciones.124
El proyecto establecía, además, la libertad de imprenta, excluyendo los
impresos religiosos, que serían arreglados por el gobierno.125

- Sistema económico
La segunda parte del proyecto, titulada Sistema Económico, formaba parte de
los cuatro sistemas que debía tener un Estado para su buen funcionamiento, el político,
el de rentas y el legislativo y según el proyecto, debían ser establecidos por las Juntas
locales de acuerdo con sus particularidades. En ese sentido, el proyecto únicamente
establecía los principios generales “inmutables”.
El primer punto introducía una de las preocupaciones de algunos pensadores
de la época acerca de aumentar la población en todo el reino, especialmente en las
regiones más despobladas, para lograrlo el proyecto proponía crear un sistema
económico que permitiese la cómoda subsistencia de todos los individuos con un
trabajo moderado, así como reducir los ejércitos para evitar el celibato militar. El
primer paso era fomentar la producción agrícola e industrial de materias primas, pero
evitando lo que calificaban como los errores del mercantilismo, refiriéndose a la
protección de unos productos en detrimento de otros y el empobrecimiento de los
trabajadores. El proyecto planteaba que el gobierno debía proporcionar educación y
recursos, pero tratar de reducir los impuestos que no debían ser más que los
indispensables.126

123 García Laguardia advierte una contradicción entre los principios democráticos de la
Declaración de los Derechos y la permanencia de privilegios aristocráticos a través de los cargos vitalicios,
y cita la crítica que José del Valle haría al respecto años más tarde en El Amigo de la Patria. García
Laguardia, Centroamérica en las Cortes de Cádiz, pp. 176-177.
124 Instrucciones, “Constitución”, artículos 94 al 100.
125 Ibid, p. 109.
126 Instrucciones, “Sistema Económico”, pp. 33-42.

61
El segundo lugar de atención lo ocupaban las artes, proponiendo el fomento y
la liberación de trabas e impuestos para su incremento. El proyecto mencionaba
industrias como la herrería, de utilidad para la agricultura, agregando que la atención
del gobierno en las fábricas debía guiarse por dos grandes aspectos, el producto y las
particularidades locales. El primer aspecto planteaba la existencia de géneros de
necesidad, seguido de los de comodidad y finalizando con los de lujo. Pero también
reconocía que el primer producto en cada país debía ser el que ocupara más brazos,
agregando que los productos de consumo interno menos lucrativos debían recibir
mayor atención del gobierno, sin dejar de lado la diversificación de la producción.
El proyecto proponía difundir la enseñanza de los oficios y la introducción de
máquinas para perfeccionar y bajar los costos de la producción. Pero también planteaba
que era necesario liberar el comercio permitiendo la exportación y la importación sin
privilegios exclusivos. Los impuestos serían destinados a la creación de un fondo
público que serviría de auxilio a la agricultura y la industria. Especial atención merece
el punto en donde el Ayuntamiento proponía fomentar artes y oficios entre las mujeres
de la clase trabajadora, con la finalidad de aumentar la producción nacional y reducir
las clases improductivas al mínimo.127
Aunque los artículos 4º y 20º del proyecto de constitución planteaban la
defensa de la propiedad privada individual, una de las reflexiones que se hacen en el
Sistema Económico acerca del reparto de tierras baldías, nos revelan el alejamiento de
Peinado y los miembros del Ayuntamiento de las ideas de los fisiócratas y los
pensadores ilustrados, planteándolo como un “problema de difícil resolución”,
limitándose a pedir que bastaba con el que el Gobierno garantizara la cómoda
subsistencia del individuo, así como educación y sólo las cargas indispensables.128
El “Sistema Económico” proponía una serie de medidas para combatir la
ociosidad, fomentar el trabajo e incrementar la producción: “El hombre fue creado
para el descanso, el trabajo es un estado violento y artificial, en que es necesario criarlo,

127 Instrucciones, “Sistema Económico”, pp. 42-53..


128 Ibid, p. 43.

62
educarlo y conservarlos para que no torne a su estado natural.” 129 En ese sentido, se
planteaba la necesidad de evitar la ociosidad entre los miembros del ejército y la
marina, ocupándolos en trabajos públicos, limitar el periodo de servicio de los soldados
a 10 años para permitir su reincorporación al trabajo en sus pueblos de origen.
Una de las referencias más claras en el “Sistema Económico” que revela alguna
influencia de la economía clásica y de los pensadores ilustrados españoles, es la de
concebir el trabajo y la producción como la riqueza de una nación, así como la
necesidad de reducir los días festivos y el periodo de aprendizaje de los oficios. En el
mismo sentido, el documento planteaba la necesidad de aumentar la utilidad de los
religiosos asignándoles tareas como la educación de la juventud.130
El “Sistema Económico” quedaba resumido en la eliminación de los obstáculos
para la producción y el comercio, el respeto a la propiedad y libertad de los individuos,
y el fomento al trabajo:
Este es el plan económico que a mi juicio debe adoptar la Nación para llegar al
grado de felicidad de que es susceptible. Destruidos los estancos y aduanas,
abolidas todas las trabas, tasas y prohibiciones, reducidas las clases
improductivas al mínimo posible, respetada la propiedad y libertad de ciudadano
y libres todos los productos de los llamados derechos, de cualquier especie que
sean, abaratarán la subsistencia y todos los objetos nacionales con que tiene
relación, y por una consecuencia necesaria y natural, no sólo aumentará sus
riquezas la nación aumentando sus productos y el consumo de ellos en su
territorio, sino que serán admitidos y solicitados por las demás naciones, en las
que no podrá competirse con la nuestra, que por el natural magnetismo de las
cosas atraerá a su seno las riquezas que por espacio de tres siglos ha tenido que
pasarlas.131

- Plan de única contribución


En esta parte, dedicada a los impuestos, el Ayuntamiento reflexionaba acerca de la
existencia de un pacto social, en donde los individuos tenían derechos y obligaciones

129 Ibid, p. 54.


130 Ibid, p. 57.
131 Ibid, p. 61.

63
para el progreso de la sociedad. El objetivo fundamental de las contribuciones era la
conservación y aumento del estado.
El estado debe ser acudido para sus atenciones por los individuos que lo forman
y que son interesados en su existencia, pero esta obligación tiene límites, puede
no debe, como ya he dicho, exceder de las facultades del ciudadano, a las cuales
deben estar subordinadas las necesidades del estado.

Según el razonamiento planteado en el documento, un estado tiene tres clases


de necesidades: públicas (buscan el bienestar de los pueblos o el remedio de sus males),
reales (del estado) y legítimas (públicas y reales). La contribución para satisfacer estas
necesidades debía estar sujeta a las facultades físicas y morales de los ciudadanos, es
decir, buscar los medios más justos.
La propuesta del Ayuntamiento consistía en la supresión de las aduanas y los
estancos y los impuestos provenientes de éstos, así como la eliminación de los
impuestos a los alimentos y la industria. Posteriormente, se establecería un impuesto
único que tendrían que pagar todos los individuos, incluyendo a la nobleza, los
religiosos y las mujeres, pero excluyendo a los enfermos y a las familias pobres y
numerosas. La recaudación se llevaría a cabo a través de los Ayuntamientos locales,
que se encargarían de formar un censo para determinar la integración de cinco clases a
quienes correspondería el pago de un impuesto establecido de acuerdo con sus
capacidades. Cada Ayuntamiento recibiría un cuatro por ciento por la recaudación, y
de manera escalonada lo recaudado sería entregado a la cabecera de partido, luego a la
capital de provincia, hasta llegar a la capital del reino, ganando cada uno un medio por
ciento de la masa general recibida.
En el documento se proponía la creación de un fondo o masa general para
cubrir los gastos comunes del Estado, el que debía reducir sus gastos. Para cubrir las
deudas contraídas, el Ayuntamiento proponía enajenar fincas y venderlas, así como
agregar el productos de quintos de metales y ganancias de los azogues.
El documento resumía los procedimientos y objetivos de la propuesta:
[…] La dulzura del Gobierno, la sabiduría de las leyes, la pronta recta y fácil
administración de justicia y la moderación de los impuestos, son el manantial de

64
la población. Ésta produce la abundancia, la abundancia produce la población y
de este círculo de causas y efectos y de efectos que tornan en causas, es un centro
el Gobierno de que deben salir continuos impulsos que aumenten su esfera, la
cual constituye la felicidad, el rango y la consideración de un Estado.132

- Solicitud para la reformas de algunas leyes y establecimientos


La cuarta parte del documento inicia con una cita del Espíritu de las Leyes de
Montesquieu, referida a la influencia del contexto histórico: “Todas las instituciones
humanas tienen el sello del siglo en que se hicieron”, que de nuevo evidencian, no sólo
el carácter letrado de los autores de las Instrucciones, sino también la influencia del
pensamiento ilustrado francés.
Contraponiendo la oscuridad del despotismo a la luz de la nueva época, los
autores de las Instrucciones ejercían una profunda crítica a leyes e instituciones como
los tormentos y la pena de muerte, la confiscación de bienes, las delaciones, los estancos
y las aduanas. La propuesta era fundamentar las leyes en el derecho natural y la
creación de las instituciones, en la razón y la justicia, de tal manera que éstos no
tuvieran que depender de las veleidades de grupos mezquinos.133

132 Instrucciones, “Plan de única contribución: Rentas provinciales”, p. 84.


133 Instrucciones, “Solicitud para la reforma de algunas leyes y establecimientos”, pp. 83-88.

65
b) Representación del Ayuntamiento134

En junio del mismo año, el Ayuntamiento se dirigió de nuevo al Presidente Bustamante


reflexionando sobre el contenido de las Instrucciones presentadas para entregar al
representante Larrazábal. Los miembros del Ayuntamiento exponían que veían con
gran satisfacción que los principios de libertad, igualdad y propiedad del plan
elaborado para la Constitución, eran los mismos que proponía el Congreso de las
Cortes, al igual que la libertad de imprenta, que había sido propuesta por el
Ayuntamiento antes de ser decretado por la Monarquía. Mientras quedaban a la espera
de la promulgación de las nuevas leyes, los miembros del Ayuntamiento elaboraron
un diagnóstico de la situación económica y social de la región.135
La representación del Ayuntamiento empezaba por el tema de los vicios,
proponiendo la reforma general de las costumbres a través de la educación y la
morigeración. En el informe se reflexionaba ampliamente acerca de los indígenas, a
quienes se calificaba como “domesticados”, pero carentes de civilización, atribuyendo
su decadencia a la falta de necesidades, lo que las había convertido en ignorantes e
indolentes. La propuesta del Ayuntamiento era instruirlos e infundirles los principios
del honor antes de cumplir con los principios de igualdad:

134 “Representación del M. N. y L. Ayuntamiento de Guatemala al Excelentísimo Señor D. José


de Bustamante, Teniente General de la Real Armada, Presidente, Gobernador y Capitán General de este
Reyno en contestación a su oficio circular del XXIVde marzo y a su sabio manifiesto de XIII de abril
de MDCCCXI”. Guatemala: Imprenta de Beteta, 1811.
https://archive.org/stream/representacionde00guat#page/n1/mode/2up Colección John Carter
Brown Library.
135 Ibid. El documento está fechado el 7 de junio de 1811 y aparecen los nombres de Lorenzo

Moreno, José María Peinado, Gregorio de Urruela, Juan Bautista Marticorena, Juan Francisco Taboada,
Juan Payés y Font, Francisco Pacheco y Beteta, Juan Bautista Asturias, Domingo José Pavón, Antonio
Isidro Palomo, Pedro José de Betranena, José Aycinena, Manuel José de Lara, Antonio José de Arrivillaga
y Julián Batres.

66
El estado actual de inercia y grosera malicie en que se hallan, es verdad no
permiten que puedan ocupar los empleos y desempeñar sus funciones, por no
estar aún bien formada su razón y con la ignorancia impedido su libre ejercicio, a
excepción de uno u otro que por las felices y extraordinarias proporciones que
lograron en su educación ha dado a conocer a la luz del mundo sus sublimes
ingenios y desmentido con su peregrino ejemplo el común error de que las
potencias intelectuales de los indios son inferiores y menos activas que las de los
españoles peninsulares y americanos […]136

En el documento se subrayaba la importancia del honor, como un principio


que sólo podía ser construido entre los indios conduciéndolos a adquirir nuevas
costumbres, otorgar premios a los aplicados y a los que enseñaran a los demás a
emularlos, relacionarse más a través del comercio, aceptar la educación en los colegios
o la educación práctica para el ejercicio de los oficios y las artes. La propuesta de
separar a los hijos de sus padres para educarlos y alejarlos de la corrupción de las
costumbres sugiere la influencia de la Memoria de García Redondo. En el documento
también se planteaba eliminar el castigo de los indios con azotes porque eran
degradantes, para utilizar en su lugar otros medios suaves de corrección.
En el periodo objeto de estudio el honor era considerado como la cualidad
moral que lleva al más severo cumplimiento de los deberes, así como la gloria o buena
reputación que sigue a la virtud al mérito o a las acciones heroicas.137 El historiador
venezolano Luis Felipe Pellicer afirma que el honor era el valor central en el sistema
de estratificación social del Antiguo Régimen, en donde era concebido como un
conjunto de valores y principios que funcionaban como premios en un sistema que
privilegiaba la calidad. En ese contexto el honor estaba directamente relacionado con
el papel que las personas desempeñaban dentro de un sistema en el que solamente las
funciones militares, políticas y religiosas eran las que proporcionan honor, mientras
que las ocupaciones manuales eran consideradas viles y por tanto, deshonrosas. 138 Sin
embargo, existía desde el último tercio del siglo XVIII una corriente de pensamiento

136 Ibid, p. 25
137 Diccionario de Autoridades, s.v. “honor”
138 Luis Felipe Pellicer, Entre el honor y la pasión. Caracas: Fondo Editorial de Humanidades,

Universidad Central de Venezuela, 2005, p. 213.

67
que proponía introducir regulaciones en los oficios artesanales, así como valorar los
aportes que hacían a la sociedad y la economía, afirmando que el reconocimiento les
acercaría más a la perfección de su trabajo, alejándolos de los vicios. Los pensadores
ilustrados trataban de introducir una noción del trabajo manual que destacaba su
utilidad y su capacidad de generar riqueza y que podía otorgar dignidad y respeto
frente al resto de la sociedad.139 En Guatemala, las propuestas para la reforma de los
gremios y la valoración de los oficios manuales se empezaron a formular a finales del
siglo XVIII, en el seno de la Sociedad Económica y posteriormente, en el seno del
Ayuntamiento en 1811.140 De la representación del Ayuntamiento se infiere la
influencia que podrían haber ejercido estas ideas, pero también la adaptación local en
un entorno distinto en donde los indígenas estaban bajo la tutela del estado por ser
considerados inferiores. Estos planeamientos apelaban al reconocimiento social de su
trabajo y el aporte a la sociedad y la economía.
Sin embargo, el Ayuntamiento reconocía que no era posible erradicar el trabajo
forzado de los indígenas a través de los mandamientos “[…]pues aunque se oponen a
la libertad, también de ésta muchas veces se abusa […] como V. E. dice en su manifiesto,
de que la indolencia de algunos pocos indios y vicios de las castas exigen de apremio
para trabajar, se observen las providencias que rigen acerca de mandamientos y
repartimiento de operarios para las labores […]”141 Sobre este punto, el Ayuntamiento
reconocía que los repartimientos debían recaer por igual sobre indígenas, mestizos,
mulatos e incluso españoles como un eficaz mecanismo para perseguir la ociosidad.
La representación del Ayuntamiento veía como una empresa complicada
cambiar costumbres arraigadas entre los indígenas y afirmaba que el mayor obstáculo

139 Pedro Rodríguez de Campomanes, Discurso sobre el fomento de la industria popular (1774) y

Discurso sobre la educación popular de los artesanos (1775). Madrid: Instituto de Estudios Fiscales, Ministerio
de Hacienda, 1975; y Ramón Miguel Palacio, Discurso económico político en defensa del trabajo de los
menestrales, y de la influencia de sus gremios en las costumbres populares, conservación de las artes, y honor de
los artesanos. Madrid: Imprenta de Don Antonio de Sancha, 1778.
140 Véase la reforma de los gremios en los proyectos de la Sociedad Económica y el

Ayuntamiento en Tania Sagastume, Trabajo urbano y tiempo libre en la ciudad de Guatemala, 1776-1840.
Guatemala: Municipalidad de Guatemala / CEUR-USAC, 2008.
141 Ayuntamiento de Guatemala, 1811, p. 33.

68
radicaba en el consumo de aguardiente, por lo que solicitaba la abolición de los
estanquillos. En el documento no se hacía una distinción entre la gran variedad de
bebidas fermentadas de la época y se refería a ellas como “aguardientes”. Pero como
sabemos, las bebidas embriagantes más comunes entre los sectores populares eran la
chicha y el aguardiente, y por ello eran objeto de regulaciones y prohibiciones por parte
de las autoridades. Como se plantea en un estudio sobre el control de las diversiones
populares durante el periodo que va del último tercio del siglo XVIII y hasta mediados
del siglo XIX, las autoridades promulgaron varias disposiciones para implantar un
consumo diferenciado entre indígenas y ladinos, chicha para los primeros y
aguardiente para los segundos.
Considerados como menores de edad para el Estado, los indios recibían un trato
diferenciado y una política tutelar que los “protegía” no sólo de los abusos, sino
también de la influencia de otros grupos sociales. […] Fue con este espíritu que se
sucedieron varias disposiciones al respecto como la de 1779, que prohibía vender
aguardiente a los indios; la de 1801, que establecía que sólo éstos podían fabricar
y consumir chicha; la de 1803, que suprimió el Real Estanco de Aguardiente y
autorizó la fabricación y venta a los particulares en cualquier punto, menos
“aquellos habitados por puros indios”, el reglamento de 1806, que únicamente
permitía a españoles e indios obtener licencias para abrir tabernas, las licencias
otorgadas en 1827, que prohibían vender licor a los indios y el decreto de 1839
que prohibía el establecimiento de tabernas en poblaciones habitadas por mayoría
indígena.142

142 Sagastume, 284.

69
c) Apuntes instructivos143
Como lo expone García Laguardia, los Apuntes Instructivos elaborados por los cuatro
regidores del Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala que conformaban el grupo de
comerciantes, fue adjuntado a la propuesta de la institución, como un voto razonado
que subrayaba algunos puntos relacionados con el espíritu liberal que debía tener el
proyecto de Constitución.
La introducción de los Apuntes instructivos recreaba un escenario de transición
entre el Antiguo Régimen y la Modernidad Liberal, pues por un lado hablaba de
libertad política y civil para la Nación, pero por el otro, reconocía la existencia de
cuerpos que podían tener intereses distintos.
En la precisión de dar instrucciones a nuestro Diputado en Cortes extraordinarias,
o más bien de hacer manifiestos a la Nación nuestros sentimientos por lo que toca
a su libertad política y civil, era consiguiente que meditásemos asunto tan grave
y que llamásemos para el acierto las escasas luces que nos asisten en razón de las
sociedades, su formación, sus bases diversas, su mayor o menor consistencia, sus
resultados más o menos ciertos, más o menos felices y que las tocásemos a nuestro
modo con la historia antes de arriesgar nuestro dictamen. Este puede salir errado,
pero la buena fe reconocerá en él la pureza de nuestras intenciones y que distantes
de ocuparnos en objetos parciales, en intereses aislados de corporación o de
gremio, nos ha dirigido tan solamente la salud de la Patria en común, de esta
corporación general que comprende a los individuos todos que forman la
Monarquía Española […]144

La propuesta se fundamentaba en dos principios, un gobierno fuerte


centralizado, capaz de mantener cohesionada una Nación tan grande como la española
y la existencia de un pacto social que garantizase la libertad, independencia y
seguridad de las personas.145 La propuesta establecía como referencia la Constitución
inglesa, con una monarquía constitucional y la división de poderes, capaz de frenar el

143 Apuntes instructivos que al Señor Don Antonio Larrazábal, Diputado a las Cortes Extraordinarias
de la Nación Española por el Cabildo de la Ciudad de Guatemala, dieron sus Regidores Don José de Isasi, Don
Sebastián Melón, Don Miguel González y Don Juan Antonio de Aqueche. Nueva Guatemala: Impreso en la
Oficina de Don Manuel de Arévalo, 1811.
https://archive.org/stream/apuntesinstructi00guat#page/n1/mode/2up
144 Ibid, advertencia..
145 Ibid, advertencia.

70
poder absoluto del monarca. Según los Apuntes instructivos, los objetivos de las Cortes
eran resolver la crisis política y crear una constitución liberal para eliminar los abusos
del despotismo sin eliminar la Monarquía. 146 Para cumplir el primero, se planteaba la
conformación de un gobierno legítimo, con representación de todos los miembros de
la Nación en las Cortes. Pero a pesar del contenido liberal, la propuesta revelaba la
permanencia de las ideas de la sociedad estamental al dividir “dicha representación
nacional en dos partes distintas y separadas, una es la del pueblo, otra la de la Nobleza
y Clero […]”147
La definición de ciudadano y los atributos de los representantes revelaba una
lógica censataria, ideas que permearán los proyectos políticos del siglo XIX.148
El documento incluía un capítulo sobre la formación de municipalidades con
independencia de manejar sus fondos, con jurisdicción sobre su territorio en materia
civil. Con respecto a la propiedad, se establecía el derecho absoluto para disponer de
la misma, eliminando los privilegios, exenciones o servidumbres, aduciendo que la
base de una constitución liberal era la igualdad en las cargas y los beneficios. 149 La
referencia de los privilegios aludía a la Mesta, una propuesta que podría haber sido
retomada de Jovellanos. Sin embargo, no se hacía ninguna alusión a los privilegios y
bienes de manos muertas de otras corporaciones como la Iglesia y los Mayorazgos.
Los Apuntes instructivos no incluían ninguna propuesta específica sobre
pueblos indígenas, advirtiendo en la última página que se abstenían de hacerlo porque
este asunto estaba incluido en las Instrucciones del Ayuntamiento, limitándose a
recomendar al Diputado a Cortes que pusiera todo su empeño por mejorar la vida de
los indígenas, quienes se encontraban en la miseria e ignorancia.150

146 Ibid, p. 1.
147 Ibid, p. 9.
148 Ibid, p. 10.
149 Ibid, pp. 51-52.
150 Ibid, pp. 66-67.

71
d) Real Consulado de Comercio, Apuntamientos sobre la agricultura y
comercio del Reyno de Guatemala151

Después de haber sido nombrado como representante de Guatemala ante las Cortes de
Cádiz, Antonio Larrazábal solicitó al Real Consulado de Comercio un análisis sobre la
situación económica del Reino de Guatemala y propuestas para mejorarla. El
documento, elaborado por una comisión de la institución y aprobada el 29 de marzo
de 1811 en la junta ordinaria No. 749, integrada por el Prior Payés, los Cónsules
Aycinena y Urruela y el Secretario Palomo.
Los Apuntamientos empezaban con una descripción del reino, en la que
destacaban la conformación de la población y la estructura social. De un aproximado
de un millón de habitantes, un poco más de las dos terceras partes (646,666)
correspondía a los indios, una quinta parte (212,224) a pardos y negros y unos 40,000
blancos.152 En esta investigación se ha privilegiado el análisis de la información
relacionada con los pueblos indígenas.
El documento resumía la vida cotidiana de los pueblos indígenas en una clara
imagen que explicaba su forma de gobierno en tres planos, el local a través de
Gobernadores y Justicias, el regional a través del Intendente, Alcalde Mayor o
Corregidor y, finalmente, el plano religioso, a través del Cura. En una clara referencia
a la necesidad de formar un amplio mercado interno de productores y consumidores,
los Apuntamientos lamentaban la pobreza y el aislamiento de los indígenas, pero
reconocían que de su limitada agricultura, reducida a cultivo de maíz, trigo, frijol y
hortalizas, no sólo se alimentaban y proveían a los mercados, sino también pagaban
tributo y contribuían a las cofradías y cajas de comunidad. La importancia del trabajo
artesanal como primera industria o como ramo complementario al trabajo agrícola,

151 Real Consulado, Apuntamientos sobre la agricultura y comercio del Reyno de Guatemala que el
Señor Dr. Don Antonio Larrazábal, Diputado en las Cortes Extraordinarias de la Nación por la misma ciudad,
pidió al Real Consulado en Junta de Gobierno de 20 de octubre de 1810. Nueva Guatemala: Impreso en la
Oficina de D. Manuel de Arévalo, año de 1811.
https://archive.org/stream/apuntamientossob00larr#page/n2/mode/1up. Colección John Carter
Brown Library, Brown University, Rhode Island.
152 Ibid, p. 10.

72
queda expresada en los Apuntamientos, en donde destacan los carpinteros de Cobán o
los hilados de algodón de diversos lugares de la Verapaz y Totonicapán, medias y
calcetas de algodón de Sumpango y diversos artículos de otros lugares.153
En el documento se reconocía la existencia de un antiguo y extendido sistema
de trabajo forzado al que eran sometidos los indígenas a través de repartimientos a las
haciendas, como cargadores de autoridades locales, trabajos en obras públicas y
construcciones. En esta primera descripción no se proponía ninguna reforma para
modificar o mejorar este sistema, pero a cambio se incluía en nota a pie de página la
Real Cédula promulgada por Felipe III para el Virrey del Perú, en la que se ordenaba
que para el alivio y libertad de los indios, se incluyese a los “españoles de condición
servil, mestizos, multados y zambos” en el trabajo de servicios personales.154 Por el
contrario, para el caso de los pardos y negros, los Apuntamientos subrayaban que se
trataba de una “casta menos útil por su innata flojera y abandono”, proponiendo una
reforma. A pesar del reconocimiento de la existencia de artesanos hábiles y
trabajadores, así como de labradores aplicados a sus labores, los autores del documento
recrean las percepciones negativas de la época acerca de los mestizos, tanto de las áreas
urbanas como de las rurales.155
Sobre la importancia de la agricultura para la economía de la región y de la
propiedad como fuente de riqueza, de trabajo y de arraigo, los Apuntamientos revelaban
algunas influencias provenientes de la Ilustración y la escuela fisiocrática:
En efecto, la propiedad que el hombre adquiere en el país donde nace o reside, es
la que le inspira el amor patriótico, la que lo aficiona a trabajar para utilizarse de
ella desviándolo de la holgazanería y vicios consecuentes, y la que en fin lo hace
miembro útil e interesante del Estado, siendo evidente que el hombre sin
propiedad nada posee, que el que nada posee nada tiene que perder, y que el que
no tiene que perder, no tiene patria, de donde proviene que esta casta de gente es
la más temible en cualquiera conmoción popular por presumir siempre que no
puede empeorar su suerte.156

153Ibid, pp. 11-12.


154Ibid, p. 14.
155 Ibid, pp. 14-16. Sobre las propuestas de reforma del trabajo artesanal véase el capítulo III de

Tania Sagastume, Trabajo urbano y tiempo libre en la ciudad de Guatemala, 1776-1840.


156 Real Consulado, Apuntamientos, p. 27.

73
Los autores de los Apuntamientos parecían retomar la propuesta de Jovellanos
cuando planteaban que eran más fructíferas las pequeñas posesiones trabajadas por
sus propios dueños, que las grandes haciendas y ponían como ejemplo la evidencia
proporcionada por Juan Antonio de Aqueche y Anselmo Quirós, quienes en un
informe rendido al Real Consulado en 1808, exponían que los pequeños cosecheros de
añil también denominados “poquiteros” de la región de Chalatenango y Tejutla en
la Provincia de San Salvador, habían demostrado producir un porcentaje mayor que
los grandes productores y a un menor costo.157 Como puede observarse en el análisis
que se hace líneas arriba sobre la obra de Jovellanos, el autor incluía entre los obstáculos
para el desarrollo de la agricultura la existencia de grandes extensiones de tierras
baldías, así como de grandes haciendas, de órdenes religiosas y hasta de los pueblos
indígenas, que permanecían abandonados sin cultivar, dejando sin trabajo a muchas
personas, quienes podrían aprovecharlas y mejorar la producción agrícola. Para
eliminar ese estorbo, Jovellanos proponía la enajenación de las tierras baldías, de las
grandes propiedades civiles y eclesiásticas y de los ejidos para ponerlas a la venta o en
arrendamiento para los pequeños agricultores. 158
La importancia del trabajo indígena en la agricultura quedaba expresada en las
propuestas de los Apuntamientos, que incluía dos capítulos específicos al respecto y
abundantes referencias en el resto del documento.
Los autores de los Apuntamientos parecían tomar distancia de los discursos de
la época que le atribuían a los indígenas las características de haraganes, indolentes y
borrachos, y en cambio esgrimían una decidida defensa de los indígenas trabajadores
en contra de los abusos de sus Justicias, de los Alcaldes Mayores y de los hacendados.
Los autores del documento proponían la creación de una Junta Protectora conformada
por el Arzobispo y representantes de la Real Audiencia, el Ayuntamiento y el Real
Consulado, así como Juntas locales conformadas por el Alcalde Mayor, el Cura y
representantes del Ayuntamiento y el Real Consulado, quienes velarían por el

157 Ibid, pp. 28-29.


158 Véase capítulo II, inciso 3 de este informe.

74
bienestar de los indígenas a través de la mejora de las costumbres y la agricultura. Para
conseguir estos objetivos, la propuesta incluye un reglamento con 33 artículos sobre
diversos temas, en donde se privilegia aquellos relacionados con tierra y trabajo y que
son analizados con detalle a continuación.
Los artículos 1 al 3 establecían que los indígenas casados tendrían derecho a la
propiedad de una porción de tierra del ejido del pueblo, en la que estarían obligados a
sembrar maíz y otros cultivos y obtener de su producto lo necesario para mantener su
casa y pagar sus contribuciones. La propuesta sugería una forma de desamortización
parcial de la propiedad comunal, pero manteniendo a los indígenas dentro de la lógica
de las dos repúblicas y sujetos al sistema de contribuciones del periodo colonial. En
una parte de la propuesta es posible inferir la influencia de pensadores ilustrados como
Jovellanos, especialmente los planteamientos acerca de la necesidad de lograr el arraigo
de las personas a la tierra y la productividad a pequeña escala. Sin embargo, es evidente
también que el contexto americano imponía condiciones distintas a las del mundo
europeo, lo que determinó que las élites locales adaptaran las ideas ilustradas.159
Los artículos del 4 al 13 establecían que el Alcalde Mayor debía suministrarles
herramientas, semillas y bueyes, a cambio de lo cual recibiría un pago equivalente en
frutos de la cosecha del indio deudor, llevando un registro de las entregas de
suministros, así como de los frutos que recibiera en pago, con copia a los Justicias, al
Cura y a la Junta de Protección. El Alcalde Mayor podría percibir el pago de las
contribuciones en frutos o en dinero proveniente de la venta de los mismos, pero
quedaban excluidos de la contribución los granos básicos para la alimentación del
indio, como el maíz y el frijol, que eran considerados sagrados. Estos pagos serían
anotados en el libro correspondiente, con copia a los Justicias, Curas y Junta Protectora
local. Los indígenas que se atrasaran o no cumplieran con el pago, perderían el derecho
de recibir insumos. Los Alcaldes Mayores debían realizar visitas en tiempo de siembra
y cosecha para supervisar el trabajo, procurando resolver los problemas detectados. En

159 Real Consulado, Apuntamientos, pp. 32-33.

75
caso de muerte o enfermedad del indígena propietario, los Justicias debían enviar
mozos del pueblo para cosechar el fruto en días festivos, como una práctica de beneficio
común y en apoyo al propietario o sus herederos.160
El artículo 15 ordenaba eliminar el repartimiento de indígenas propietarios
para trabajar en las haciendas “de los blancos”, permitiendo únicamente disponer del
trabajo de los indígenas que se encontrasen libres de obligaciones. Por esta razón, los
hacendados estaban obligados a buscar trabajadores a cambio de “justos jornales”, lo
que de paso ofrecería la oportunidad de redimir a la gente parda de sus costumbres
viciosas.161 En el mismo documento se reconocía que los repartimientos que los
Alcaldes Mayores habían realizado en el pasado y que habían sido suspendidos, eran
violentos y tiránicos, y que sumían en la miseria a los indios al obligarlos a tomar
artículos que no necesitaban, obstaculizando además, el ingreso de comerciantes
particulares.162
Los artículos 16 y 17 establecían medidas para los repartimientos de hilados de
algodón entre las mujeres de los pueblos en donde éste se realizaba, así como la
introducción de hilazas en las provincias donde se cultivara el algodón para dar
ocupación a las indias y abaratar los hilos con el ahorro de transporte.163
El artículo 21 introducía la propuesta del libre comercio a favor de los
comerciantes de la capital o de las provincias, para proveer a los indígenas de
mercancías, con la intervención de los justicias para evitar engaños entre vendedores y
compradores.164
Los Apuntamientos recomendaban dejar que los indígenas conservaran los
trajes habituales, que parecían ser apropiados y naturales para la vida y el trabajo en el
campo y que, además, permitía una clara diferenciación de las jerarquías existentes
entre los Principales y el pueblo llano. En una clara alusión y crítica a las propuestas

160 Ibid, pp.33-36.


161 Ibid, pp. 37-38.
162 Ibid, p. 41.
163 Ibid, p. 38.
164 Ibid, pp. 39-40.

76
realizadas por la Sociedad Económica a finales del siglo XVIII, los autores del documento
advertían que introducir novedades en el calzado y el vestido iba en contra de la razón
y se oponía al progreso de la agricultura. 165 En esta propuesta es evidente que los
miembros del Consulado se alejaban de las propuestas ilustradas más radicales que
planteaban la integración del indígena a través de la educación, el trabajo y el vestido.
Pero en cambio, con respecto a las cofradías y servicios en las parroquias, los
autores de los Apuntamientos expresaban una dura crítica que se resumía en la pérdida
de tiempo y de recursos propios, en detrimento de los mismos indígenas y de la
agricultura. En el documento se advertía que la institución fundada por los
conquistadores había sido desvirtuada en la provincia, pues además de ser numerosas,
carecían de fondos, por lo que obligaban a los cofrades a sufragar los gastos a través de
contribuciones y limosnas. Según el documento, los miembros de las cofradías y los
que prestaban servicio en las sacristías, quedaban sujetos a éstas por un año, sin
posibilidad de trabajar en sus cultivos, quedando al final arruinados y llenos de
deudas. A éstos se sumaban los servicios personales de los indígenas en obras públicas
y el tiempo y recursos invertidos por las indígenas para llevar comida a sus esposos, lo
que redundaba en pérdida de jornales y atrasos en la agricultura. Para resolver estos
problemas, los Apuntamientos solicitaban el cumplimiento de la orden real que
establecía la cancelación de todas las cofradías que no estuviesen aprobadas por el
Consejo de Indias, así como la prohibición de repartir indios de servicios en los
conventos y casas reales, permitiendo únicamente el trabajo debidamente remunerado
y conceder a los indígenas la misma libertad individual de los ladinos.166
En el capítulo titulado “Agricultura con respecto a pardos y blancos”, la
propuesta del Real Consulado revelaba una clara influencia del pensamiento ilustrado
español cuando exponía los atrasos que experimentaba la agricultura como resultado
de la existencia de una desigual distribución de la tierra:
Ya queda demostrado que el origen o causa primaria de los atrasos y obstrucción
que experimenta en el Reino la agricultura, apoyo de la subsistencia de todos sus

165 Ibid, pp. 42-45.


166 Ibid, pp. 45-65.

77
habitantes, es sin contradicción el que las tierras se hallan distribuidas en
posesiones inmensas entre pocos individuos, con enorme perjuicio de los muchos
que forman la masa del Estado, y que no tienen un palmo de terreno en propiedad
donde sembrar una milpa. Parece pues cosa razonable, justa, necesaria al Reino,
y conforme a nuestras Leyes de Indias, que las tierras estén repartidas en muchas
manos para que en este caso quede removida la causa del grave mal indicado.167

El documento hacía referencia a varias disposiciones reales anteriores en las


que se advertía a las autoridades locales sobre evitar perjuicios en los pueblos de indios
derivados de las ventas y composiciones de tierras. En una fórmula que reflejaba las
ideas ilustradas de la época, combinadas con las preocupaciones de la élite local para
mantener el estatus de los indígenas como trabajadores agrícolas, se proponía
garantizar la tenencia de la tierra en los pueblos indígenas, estableciendo una relación
entre el arraigo, los matrimonios, el incremento de la población y la tranquilidad
pública:
Según su letra y espíritu, los indios con preferencia deben en común y en
particular poseer tierras (Ley 5, L. 4, tit. 12) heredades y pastos, de forma que no
les falte lo necesario y tengan todo el alivio y descanso posible para el sustento de
sus casas y familias. Deben volvérseles las que se hubieren dado a españoles en
perjuicio y agravio suyo. Deben las tierras que estén sin componer absolutamente,
venderse a vela y pregón despojando de ellas a sus poseedores. Y finalmente debe
la más numerosa parte de la población, afianzar su subsistencia y bien estar en el
cultivo de la tierra, que además facilita sencillamente los matrimonios tan
necesarios para el incremento de aquella, no habiendo más que la miseria que los
frustre y sustituya en su lugar el desorden y disolución padre de la turba multa
de bastardos ociosos, que como polilla de una República, la roen y pueden
desquiciar.168

Adicionalmente, la propuesta del Consulado incluía los siguientes puntos:


a) Se reconocía la legítima propiedad de grandes haciendas, pero advertía que en caso
de no trabajar toda o una parte de ellas, así como en los casos de terrenos

167 Ibid, p. 71-72.


168 Ibid, p. 74.

78
“introducidos” en las tierras de los pueblos de indios o ladinos, estarían obligados a
vender por medio de un justo avalúo.169
b) El documento pedía que se observara rigurosamente la ley 12 tit. 4 libro 12, que
prohibía el establecimiento de estancias de ganado mayor y menor en áreas cercanas a
pueblos indígenas, para evitar los daños que los animales provocaban en los maizales
de éstos.170
c) Repartir ejidos y tierras baldías en propiedad a los vecinos en pueblos de ladinos y
“de éstos e indios promiscuados”,171 quienes estarían obligados a cultivarlas, sin
posibilidad de enajenarlas o venderlas, pasando en lo sucesivo de padres a hijos. Estas
tierras serían entregadas a censo al quitar o redimible a favor de la comunidad del
mismo pueblo.172
d) Los pueblos debían efectuar la habilitación de utensilios de labranza y semillas a los
más pobres, a través de los fondos de propios, arbitrios y Cajas de Comunidades.173
e) Las ganancias provenientes de los censos de los terrenos se debían agregar a los
fondos de propios y arbitrios, los que únicamente podrían ser utilizados para habilitar
a los nuevos labradores.174

169 Ibid, p. 76.


170 Ibid, p. 77.
171 Destaca en esta referencia la distinción que se hacía en el documento entre ladinos y parejas

entre ladinos e indígenas, pues a pesar de la política de las dos repúblicas durante el periodo colonial, a
principios del siglo XIX eran más comunes las uniones entre personas de diferentes estamentos y castas.
172 Ibid, p. 78. Se refiere al censo o renta constituida con el pacto de poderse redimir. Escriche,

p. 97.
173 Ibid, p. 78.
174 Ibid, pp. 78-79.

79
En las siguientes páginas, el documento del Consulado proponía otras
medidas como la extinción del Monte de cosecheros de San Salvador y la abolición de
los precios de feria de este producto y, en cambio, fomentar otros cultivos como el
tabaco, café, cacao y azúcar.175
El capítulo dedicado al comercio incluía una propuesta para prohibir el
contrabando de géneros, especialmente de algodón, lo que redundaría en el fomento
del cultivo del mismo y en el trabajo de hilados realizado por las mujeres de los pueblos
de indios, así como a los tejedores de la capital.176 Esta propuesta revela la influencia
del pensamiento español a través de Jovellanos, quien como se ha podido observar en
el capítulo II de este trabajo, defendía la libertad económica a través de la eliminación
de los obstáculos a la producción y el comercio, pero protegiendo la producción
interna. Estas ideas anunciaban uno de los aspectos que después de 1821 sería objeto
de discusión entre proteccionistas y librecambistas.

Reflexiones finales

Tal como ocurrió en la Nueva España, en donde las ideas provenientes de España sufrieron
adaptaciones debido a las diferencias de escenario, actores y circunstancias, en Guatemala las
ideas de la Ilustración tuvieron una amplia difusión entre los pensadores desde finales del siglo
XVIII, pero las mismas fueron adaptadas de acuerdo con el contexto histórico, las circunstancias
locales y los intereses en juego, desarrollando lo que el investigador Eduardo Arcila Farias
denominó en 1947 un “pensamiento híbrido”. 177
En un ámbito en donde era fundamental la producción agrícola, frente a una industria
artesanal precaria y un comercio internacional deprimido por el declive del añil, las ideas de
Campillo, Jovellanos y los fisiócratas sobre la importancia de la agricultura como fuente de
riqueza, tuvieron una gran influencia.

175 Ibid, pp. 79-82.


176 Ibid, pp. 99-102.
177 Arcila, pp. 81-82.

80
En el análisis de los escritos de Guatemala de finales del siglo XVIII, al amparo de la
Sociedad Económica de Amigos del País y en el contexto de las Cortes de Cádiz, se puede
observar una tendencia hacia la apertura parcial de la propiedad sobre la tierra en pueblos
indígenas para darlas en propiedad a quienes las trabajaban, refiriéndose únicamente a las tierras
de los ejidos. La propuesta más audaz fue la realizada por García Redondo en 1797, quien
planteaba la necesidad de autorizar la residencia de ladinos y la adquisición de tierras en los
ejidos de los pueblos de indios. Aunque la propuesta desafiaba el sistema de las dos repúblicas
separadas, vigentes durante casi todo el periodo colonial, se trataba de una propuesta parcial
porque dejaba fuera del reparto las tierras de propios y las de cofradías y ni siquiera mencionaba
las propiedades eclesiásticas y de mayorazgos, amortizadas por ley. No obstante, quedaba claro
que estas propuestas anunciaban una inflexión en el proceso de desamortización de la propiedad
comunal, que como sabemos, había iniciado un siglo atrás a través de las composiciones de
tierras. El contexto de la producción agrícola también era importante, pues la mayoría de las
tierras de los pueblos indígenas, si bien eran motivo de litigio con otros pueblos y con haciendas
y tierras de la Iglesia, eran considerados por algunos pensadores como lugares de trabajo y
sobrevivencia de la población indígena, así como de reproducción de la mano de obra para las
haciendas
En el ámbito de los discursos, los escritos de Guatemala revelaban que sus autores
tenían influencia del pensamiento ilustrado español, así como de los principios liberales del
sistema inglés cuando afirmaban que la base de una constitución liberal era la igualdad en las
cargas y los beneficios, por lo que era necesario eliminar los privilegios, las exenciones y las
servidumbres. Sin embargo, estas referencias no alcanzaban a tocar los bienes de manos muertas
en corporaciones como la Iglesia y los Mayorazgos. Mientras que los derechos naturales e
imprescriptibles del hombre como la igualdad, la libertad y la propiedad, planteados en las
Instrucciones del Ayuntamiento quedaban reservados a los ciudadanos, una categoría que estaba
reservada por razones de género, origen, calidad y propiedades.
En clara alusión a las propuestas de Campillo, Campomanes y Jovellanos sobre el
combate de la vagancia, la ociosidad y las malas costumbres, los escritos de Guatemala
analizados en este trabajo muestran que los autores hacían eco de estas preocupaciones y
planteaban medidas que mostraban el espíritu ilustrado del orden y la razón, así como el
trasfondo ideológico liberal de la compulsión al trabajo. En los discursos de finales del siglo

81
XVIII era común la utilización de conceptos como “civilizar al indígena” a través de la
educación, la castellanización e incluso el abandono de sus trajes, a excepción de Muro, quien
consideraba esto contraproducente. Una década después, en el contexto de las Cortes de Cádiz,
los discursos seguían describiendo a los indígenas como carentes de civilización, ignorantes e
indolentes, pero esta vez, frente a la posibilidad de incluirlos en la Constitución con la categoría
de ciudadanos, era necesario instruirlos e infundirles principios del honor. También se proponía
eliminar los azotes porque eran degradantes, pero en el tema del trabajo forzado se puede
observar propuestas contrarias que revelaban los intereses de sus ponentes. Mientras que el
Ayuntamiento proponía no sólo mantener el trabajo forzado de los indígenas en las haciendas,
sino además, incluir a los miembros de las castas como un mecanismo eficaz para combatir la
ociosidad, el Real Consulado de Comercio opinaba que debía ser eliminado el repartimiento de
indígenas propietarios en las haciendas, pues ello atentaba en contra de su nuevo status,
obligando a los hacendados a buscar trabajadores a cambio de pagos justos y utilizando el
trabajo indígena únicamente de aquellos que se encontrasen libres de obligaciones, es decir, no
propietarios. No obstante, para el Real Consulado no era necesario cambiar el vestido y educar
a los indígenas, porque ello iba en contra de la razón y se oponía al progreso de la agricultura.
En todos los casos se trataba de reformas parciales pues el trabajo de los indígenas en las grandes
haciendas seguía siendo vital para el mantenimiento del sistema.

Ciudad de Guatemala
Noviembre de 2013

82
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