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UN MAL SILENCIOSO: FRACKING.

Laury Cervantes y Sebastián Flórez

Desde el siglo XX, la extracción de gases fósiles, a través de la fracturación hidráulica, ha

sido practicada en el mundo. De tal manera, existe una creciente demanda de recursos

relacionados con hidrocarburos en función de producir combustibles, por lo que dicha práctica se

ha implementado masivamente para salvaguardar el abasto necesario en función de producir

energía, a través de recursos fósiles, generando así, diferentes contratiempos relacionados con

asuntos ambientales. Según el Departamento de Energía del Interior, (E.P.A), 2014 (como se citó

en Cárdenas y Yune, 2015) entre las problemáticas cuestionables producidas por dicho tipo de

procedimientos se encuentran las afectaciones a la calidad y disponibilidad del agua, calidad del

aire y del suelo, las emisiones de gases de efecto invernadero, la integridad de los ecosistemas y

los impactos negativos sobre la salud humana. Por esta razón, los gobiernos deben desistir en la

implementación del fracking, puesto que atenta la integridad de la humanidad al ser nociva

para el medio ambiente.

En primer lugar, esta práctica del fracking debe ser suspendida, puesto que para la

extracción de hidrocarburos se utilizan sustancias como el agua y productos químicos. Acorde

con Prieto y Martínez (1999), la práctica del fracking contamina fuentes hídricas con

hidrocarburos y sustancias nocivas, de tal manera que se produce un cambio en las propiedades

del agua, lo cual afecta el consumo de ella y representa un riesgo para la salubridad pública; del

mismo modo, los ecosistemas acuáticos son afectados por los diferentes componentes tóxicos de

dichas sustancias derramadas. Por ello, se han presentado diversas situaciones que evidencian la

vulnerabilidad de los ecosistemas acuáticos ante la implementación del fracking, en donde puede

ocurrir que durante el proceso de fracturación del suelo, se generen grietas de escape de
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sustancias nocivas que luego lleguen a fuentes de agua. Urresti y Florent (2012) estiman que este

tipo de incidentes, han ocurrido y un hecho por resaltar ha sido la contaminación de un acuífero, a

través de un pozo de hidrocarburos, pues había sido abandonado en la década de los 40. Este tipo

de situaciones han sido comunes a lo largo de los últimos años, en donde, los vertimientos de

crudo han causado un gran daño ambiental afectando la calidad del agua y generando condiciones

no óptimas en los hábitats fluviales. Por consiguiente, algunos estados alrededor del mundo han

dejado de consentir la práctica del quiebre del suelo, ya que su procedimiento representa una

amenaza para la naturaleza al generar daños irreversibles en la biosfera por los componentes

utilizados.

En segundo lugar, la alta emisión de gases metanos, en especial el sulfuro de hidrógeno

acarrea consecuencias negativas para los habitantes, siendo foco de enfermedades como el

cáncer, infecciones respiratorias o daños al sistema nervioso. Valdés (2014) evidencia en su

investigación que “el 25% de estos gases pueden causar cáncer, el 37% puede afectar al sistema

endocrino, de un 40 a un 50 % pueden afectar al sistema nervioso, al sistema inmunológico y al

sistema cardiovascular y más del 75% pueden comprometer la salud de los órganos sensoriales y

el sistema respiratorio” (p. 6). Estos datos reflejan el considerable impacto que se genera en la

salud de los individuos expuestos a este tipo de emisiones. Asimismo, Rojas (2011) establece que

la implementación del fracking vulnera el derecho humano a la salud, y que los gases metanos

generados en las fases de esta práctica se relacionan con afectaciones en la salud. Es así, que

muchos habitantes de los lugares colindantes a los procesos de fracturación del suelo se

encuentran propensos a sufrir afectaciones en su calidad de vida. Esto prueba cuán perjudiciales

son los agravios generados en la salud de las personas al tener contacto con dichos fluidos tóxicos

de baja densidad.
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En tercer lugar, la implementación del fracking genera emisiones considerables de gases

de efecto invernadero, por lo que la explotación del gas aumenta las emisiones de carbono y

acelera los impactos del cambio climático. Las acciones humanas, abruptas con la naturaleza,

conducen a la aceleración del desarrollo del calentamiento global, gracias a que “... La

dependencia de la humanidad en los combustibles fósiles –carbón, petróleo y gas– es una de las

principales causas del cambio climático…” (Roselli, 2019, p. 94). En cuanto a la metodología del

fracking, se podría llamarle totalmente nefasta e invasora para la atmósfera, a causa de que,

durante su ejecución se requiere el uso de una gran cantidad de aditivos, los cuales se componen

con sustancias contaminantes, y asimismo, Castillo (2014) señala que se producen diversos tipos

de gases contaminantes para el medio ambiente que llegan a la atmósfera en masivas cantidades,

generando ozono o btex (benceno, tolueno, etilbenceno y xileno). Por tanto, la prolongada

emisión de este tipo de gases acarrea consecuencias irreversibles en la capa de ozono,

incentivando y acelerando el cambio climático en el mundo. Por lo anterior, es necesario mitigar

este tipo de prácticas que al generar emisiones perjudican la situación ambiental del planeta.

En conclusión, la práctica del fracking se considera una técnica destructiva que debería

ser desaprobada por los Estados, pues esta es perjudicial para el medio ambiente y arremete en

contra de la salud de las personas al hacer uso de sustratos químicos contaminantes, emitir gases

tóxicos, y producir masivas cantidades de gases de efecto invernadero. Por esta razón, es

importante optar por buscar nuevas alternativas que promuevan el desarrollo sostenible,

sustentable y amigable para la biodiversidad y el bienestar público del planeta.

Referencias

Castillo, M. (2014). Fracking: efectos ambientales y la adecuación jurídica en México para

su implementación. Dikê: Revista de Investigación En Derecho, Criminología Y


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Consultoría Jurídica, 16, 33–50.

https://doi.org/https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/6622405.pdf

Cárdenas, A. & Yunes, K. (2015). Fracking: extracción de gas y petróleo no

convencional, y su impacto ambiental. [Tesis de Pregrado, Universidad de San

Buenaventura]. http://hdl.handle.net/10819/2858

Prieto, V. & Martínez, A. (1999). La contaminación de las aguas por hidrocarburos: un

enfoque para abordar su estudio. Revista Cubana de Higiene Y Epidemiología,

37(1), 13–20. http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1561-

30031999000100003‌

Rojas, A. (2011). Fracking, neoextractivismo y derecho humano a la salud. Revista Videre,

13(26), 333–335. https://ojs.ufgd.edu.br/index.php/videre/article/view/13081/7807

Rosselli, D. (2019). Reflexiones sobre el Fracking. Revista Medicina. 41(2), 94.

https://revistamedicina.net/ojsanm/index.php/Medicina/article/view/1429

Urresti, A & Marcellesi, F. (2012). Fracking: una fractura que pasará factura. Revista

Ecología Política. 43, 23–36.

https://doi.org/https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4425198.pdf

Valdés, C. (2014). El Fracking: Impactos ambientales y socioeconómicos. [Tesis de

doctorado, Instituto Universitario de Ciencias Ambientales de la Universidad


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Complutense de Madrid].

https://docplayer.es/4206120-El-fracking-impactos-ambientales-y-socioeconomicos.html

Declaro bajo gravedad de juramento que el presente texto es original mío y no ha sido
presentado en ningún otro contexto.

Nombre del estudiante: Laury Yelena Cervantes Peñaranda

Tarjeta de Identidad: 1.092.524.590

Código: 200166187

Programa: Relaciones Internacionales

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