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¿QUE ES ESO DE...

FILOSOFIA
LATINOAMERICANA?
-introducción al filosofar -

COLECCION
ANTOLOGIA LATINOAMERICANA

€L BUHO
SANTAFE DE BOGOTA, D.C.
La h i s t o r i a de la f i l o s o f í a l a t i n o a m e r i c a n a ,
Leopoldo Zea 116

La f i l o s o f í a de la l i b e r a c i ó n en A r g e n t i n a :
i r r u p c i ó n de una nueva generación f i l o s ó f i c a ,
Enrique Dussel 129

De la r e p e t i c i ó n a la investigación,
PRESENTACION
Germán Marquínez Argote 137

Pocas cuestiones tan acaloradamente debatidas, en lo que va de


B i b l i o g r a f í a sobre el tema de la " f i l o s o f í a l a t i n o a m e r i c a n a " 149
siglo, entre filósofos latinoamericanos como el problema mismo
de la "filosofía latinoamericana". ¿No es por definición la filoso-
fía un saber universal? ¿Cómo puede, entonces,hablarse de una fi-
" ^Myn/cDi-mfcn %kWñ TOMAS losofía latinoamericana? Pero, mirando el problema desde otro
ángulo, ¿no responde la filosofía, acaso, a problemas que se le
v n n n r c C A plantean al hombre concreto en el marco de un mundo cultural
COMPRA-X- REPOSICION DONACION propio, en determinadas situaciones sociopolíticas cambiantes?
¿Y no son estas razones más que suficientes para poder hablar de
filosofía latinoamericana, como por análogos motivos se reconoce
la existencia de una filosofía griega, medieval, moderna, alemana
o anglosajona?

En el fondo de este debate hay un enfrentamiento entre dos


modelos de filosofar: uno que abstrae, hasta donde puede, de la
realidad concreta para referirse a ios problemas del hombre en
general, porque se piensa que la filosofía es un quehacer formal-
mente universal; y otro modelo que, aunque aspira termina/men-
te a la universalidad, concibe la filosofía como un saber raizal-
mente s i t u a c i o n a l .

En la discusión del problema se mezclan tres aspectos que,


aunque articulados y conexos, son claramente discernibles; más
aún, es preciso distinguirlos para evitar al máximo ambigüedades.

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En primer lugar, se agita una cuestión de p o s i b i l i d a d : ¿es po- rezca. Con relación al sujeto filosofante, el "desde" afirma la ne-
sible una filosofía latinoamericana? Si desde un supuesto univer- cesidad de arraigo del filósofo en la realidad nutricia latinoameri-
salismo se responde negativamente a la anterior pregunta, las res- cana. Se opone a la simple actividad importadora, simuladora,
tantes estarían de más. imitadora, comentadora de textos sin referencia ninguna a nues-
tro contexto latinoamericano. Filosofar "desde" América Lati-
En segundo lugar, está la cuestión de existencia: ¿existe de he- na no consiste en un mero pensar abstractamente el pensamien-
cho una filosofía que pueda llamarse latinoamericana? Se trata to, sino en pensar la realidad latinoamericana desde el pensamien-
de un problema distinto del primero aunque íntimamente relacio- to propio o ajeno. El pensamiento pensado, la historia del pensa-
nado con él. En efecto, si negamos la existencia, aún podemos de- miento occidental, desde este punto de vista, debe ser asumida y
fender la posibilidad, y afirmada la posibilidad, se puede negar apropiada, pues también nos pertenece por cuanto estamos in-
la existencia; pero si se comprueba su existencia, queda automá-
corporados y formamos parte del mundo occidental. Pero no so-
ticamente resuelto el problema de posibilidad.
mos europeos. Tenemos características étnicas (tri-étnicas), his-
tóricas, cultura/es, políticas propias que nos remiten a un "de
En tercer lugar, hay una cuestión de m o d a l i d a d que subyace y dónde" original, desde el cual es posible la originalidad del pen-
determina a la anterior: ¿De qué modo o manera existe, si es que samiento hecho por la tinoamericanos. Así entendida, la filosofía
existe, una filosofía latinoamericana? Las respuestas a esta pre- "desde" América Latina se nutre a la vez de una tradición uni-
gunta pueden ser múltiples según la comprensión que se tenga del versal y de realidades propias; aspira a la universalidad, pero no
adjetivo "latinoamericana" añadido al sustantivo "filosofía". Así, abstractamente, sino a partir de nuestra situación latinoameri-
se habla de una filosofía en América Latina, desde Latinoamérica, cana, utilizando mediaciones concretas.
y de lo latinoamericano.

Filosofía " d e " lo a m e r i c a n o , finalmente, se refiere a la exis-


Filosofía " e n " A m é r i c a L a t i n a connota un simple marco geo- tencia de ciertos temas específicos de la filosofía latinoamerica-
gráfico, es decir, la hecha por latinoamericanos. Negar la existen- na. No se trata en este caso de problemas universales vistos la-
cia de filosofía latinoamericana, en este sentido mínimo, sería ne- tinoamericanamente, sino de temas propios. No se tema tiza,
gar la existencia de filósofos latinoamericanos. Y esto nadie po- para poner un ejemplo, una filosofía de la historia en general,
dría hacerlo. ¿Pero vafe la pena hablar de filosofía latinoamerica- sino una filosofía de la historia latinoamericana, de la cultura la-
na en un sentido tan laxo y ambiguo, en el que cabría cualquier tinoamericana, etc. El propio problema de la filosofía latinoame-
suerte de filosofías: originales e importadas, ¡nocentes y críticas, ricana sería uno de los temas particulares del pensamiento "de"
opresoras y liberadoras? lo latinoamericano.

Filosofía " d e s d e " A m é r i c a L a t i n a señala, más que un marco Los distingos que preceden son esenciales para evitar al máxi-
geográfico, la realidad misma contenida dentro de este marco en mo ambigüedades ai analizar los textos de esta antología en tor-
cuanto raíz o "de dónde" desde la cual ha de plantearse y resol- no a! problema de la filosofía latinoamericana, desde Alberdl, el
verse cualquier problema por muy universal y abstracto que pa- primero que habió de la misma, hasta nuestros días. Más de un

to 1
Pero más allá de este mínimo de autenticidad, para que pueda
siglo de discusiones que parece que aún no han perdido vigencia,
hablarse en pleno sentido de filosofía latinoamericana, es necesa-
a pesar de la luz que se ha arrojado sobre el terna.
rio al menos aspirar, como ideal a corto o largo plazo, a una radi-
cal o r i g i n a l i d a d . Ser originales no quiere decir que debamos partir
En la antología incluimos textos aparentemente negadores. Pe- de la nada, de una especie de borrón y cuenta nueva. Somos deu-
ro, ¿qué es lo que niegan? José Carlos Mariátegui, por ejemplo, dores de una tradición, la occidental, cuyas raíces últimas se ali-
niega la existencia de h e c h o de un pensamiento hispano-america- mentan en el pensamiento griego y cuyas posteriores secuencias
no, vistas las cosas desde el Perú. No su posibilidad. Rechaza un históricas contribuyeron a conformar el ser de Europa y en gran
nacionalismo filosófico cerrado a las influencias de una supuesta parte el ser latinoamericano. Somos en parte occidentales, pero
civilización occidental decadente, tal como la proclamara Spen- no somos europeos. CuIturaímente somos tr¡étnicos. Nuestra pro-
gler. Lo que está en decadencia no es tanto Europa, sino el capi- pia realidad originaria tan compleja nos debe dar que pensar,
talismo y la cultura burguesa. La posibilidad de una filosofía la- puesto que plantea problemas propios que exigen respuestas ori-
tinoamericana se convierte en Mariátegui en la realidad de un mar- gínales, latinoamericanas. No podemos seguir repitiendo: "que
xismo peruanizado, naturalizado, más obediente a la realidad que piensen e l l o s " , lo nuestro es practicar "lo que piensa Europa".
fiel a los textos. Fernando González, desde su circunstancia co- Esto sería pereza, escapismo y en el fondo complejo de inferiori-
lombiana, también niega la existencia de hecho, pero ninguno co- dad. No hay nada que nos impida pensar por nuestra propia
mo él ha creído en nuestro medio en las posibilidades del hombre cuenta nuestros propios problemas o problemas universales en
latinoamericano para crear una cu I tura propia y un pensamiento perspectiva latinoamericana.
no dependiente y libre/
Finalmente, tampoco se trata de ser origínales por la origina-
lidad misma, como si ésta fuera un asunto meramente volitivo:
En relación con la cuestión modal, parece haber coincidencia
simplemente teórico. No basta querer; la originalidad, cuando se
entre todos los autores en que existe una condición mínima para
da es un "modo de ser", una condición necesaria de la vida y del
que pueda hablarse de filosofía latinoamericana: implantación.
pensamiento, pero no una condición suf¡dente. Porque la filo-
Significa que el pensamiento, aunque importado, debe ser implan-
sofía como vida teórica, por original que sea, es radicalmente
tado en nuestro medio y responder a nuestras necesidades. Signifi-
insuficiente si no está vertida a la solución de los problemas rea-
ca también que debemos llegar a una "normalización"de la activi-
les. En esta dimensión ha sido en sus mejores momentos y debe
dad filosófica entre nosotros, de tal manera que sea ésta no fruto
ser hoy praxis de liberación. De aquí la preocupación de la filo-
de chispazos de individualidades carismáticas, sino una función
sofía latinoamericana más reciente por la a r t i c u l a c i ó n de los dis-
normal de ¡a cultura, al lado de otras ocupaciones de la inteli-
cursos teóricos a los procesos de cambio que, como aspiración
gencia. La inautenticidad consistiría en el vicio simiesco de la
y lucha, vive el pueblo latinoamericano en los momentos actua-
imitación y de la repetición acrítica del pensamiento surgido en
les. La filosofía tiene una fundón de 'iluminación de dichos pro-
otras latitudes y en la habitud escolástica, muy arraigada entre
cesos, o se sitúo al margen de los mismos como un saber inoperan-
nosotros, de repetir textos, de pensar abstractamente el pensa-
te y ahistórico.,
miento, sin referencia a nuestra realidad.

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La discusión en torno a una filosofía latinoamericana se da a lo me permite Ja analogía con el discurso del sol. Una generación

largo de las cuatro generaciones que se han ido sucediendo en lo abarca pues un lapso de tiempo de treinta años.

que va de siglo. Por muy problemático que sea el método genera-


cional para periodizar (periodizar ciertamente es cortar y todo Referida esta criteriología periodizadora a la filosofía lati-

corte es un tanto artificial), no se ha inventado ninguno otro me- noamericana de este siglo, es común (Frodizi, Miró Quesada,

jor para arrojar un mínimo de claridad sobre el discurso históri- etc.) distinguir desde finales de siglo pasado cuatro generaciones,

co, con tal que no se maneje dicho método en forma mecanicis- por lo que hace al quehacer filosófico latinoamericano.

ta. Incluso aquellos que lo impugnan, aceptan hoy la existencia


de ciertas generaciones como terminología convencional ya esta- 1 . G e n e r a c i ó n de los f u n d a d o r e s

blecida. Una generación es un sistema de vigencias compartidas por


Es la de los nacidos hacia 1870. Irrumpen como escritores,
hombres que viven coetáneamente unos mismos problemas. El
que tratan de imponer sus nuevas vigencias, en oposición a la
criterio cronológico de nacimiento a la vida y al pensamiento es
generación positivista establecida, cuyo predominio entra en cri-
válido para determinar la existencia de una determinada genera-
sis al finalizar el siglo. La primera década del siglo XX es la de su
ción con características propias aunque no unívocas con tal que
consolidación como pensadores influyentes. Se caracteriza esta
se tome con cierta laxitud. Las generaciones se suceden y articu-
generación por la reacción y rechazo de los dogmas del positivis-
lan como los períodos de la vida humana: hasta los quince años el
mo puro, en los cuales habían sido educados; como vuelta al hu-
ser humano atraviesa por una etapa de primera formación funda-
manismo y a la metafísica; como aspiración a una filosofía de la
mentalmente receptiva, que se complementa de los quince a los
libertad y del espíritu; como anhelo creativo de un pensamiento
treinta con una segunda etapa de conformación de la personali- propio, latinoamericano. Por este anhelo, que elfos no pudieron
dad, más activa y conflictiva. Este período de formación y con- realizar, se fes reconoce con el nombre de "fundadores" de la fi-
firmación de la personalidad configura una primera generación losofía de nuestro siglo. Aunque la expresión "filosofía america-
que irrumpe al panorama de la vida pública hacia ios treinta. na" la acuñó Juan Bautista Alberdi en 1842, en ellos cobra cuer-
De los treinta a los cuarenta y cinco la generación emergente es- po a nivel de sentimiento y aspiración. Las influencias que sobre
tá aún en trance de maduración y de creciente influencia para ad- ellos gravitaban son antipositivistas: Bergson, Boutroux, Gu-
quirir una madurez e instalación definitiva de los cuarenta y cinco yau, Kant, Schopenhauer, Nietzsche, James, Croce, etc. Fueron
a los sesenta. Dicha generación impone durante un lapso de tiem- buenos escritores y maestros de juventudes. Sus limitaciones hay
po sus vigencias, mientras no son sustituidas por otras nuevas de que achacarlas a su autodidactismo, a la falta de infraestructura
la generación que viene empujando desde atrás. Fina/mente, la filosófica y a la incomunicación en la que se debatieron. Se
generación establecida e imperante, de los sesenta en adelante va cuentan entre ios fundadores: el argentino Ala)'andró Korn
perdiendo poco a poco el poder central de imposición que deten- (1860-1936); los uruguayos José Enrique Rodó (1872-1917) y
taba. En este orden de ideas podemos hablar de tres generaciones Carlos Vaz rerreira (1872-1958); el chileno Enrique Molina
sucesivas que coexisten en un mismo tiempo y que, por lo mismo, (1871-1945); el peruano Alejandro Deustua (1849-1945); el
son contemporáneas: la auroral, la central y la crepuscular, si se brasileño Raimundo Farias (1862-1917); y los mexicanos José

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Vasconcelos (1882-1959) Y Antonio Caso (1883-1946), entre mos enumerar: los argentinos Francisco Romero (1891-1960),
otros. Carlos Astrada (1894-1970), Nimio Anquín (n. 1896), ios bra-
sileños Jackson de Figueiredo (1891-1928) y Alceu Amoroso Li-
2. Generación de la n o r m a l i z a c i ó n ma (n. 1893), el peruano José Carlos Mariátegui (1895-1930) y
el mexicano Samuel Ramos (1897-1959).
Son los nacidos en la última década del siglo XIX. Por lo mis-
mo, van a empezar a hacerse sentir en la segunda década del siglo 3. G e n e r a c i ó n t é c n i c a
XX. Hijos o influenciados por la anterior generación, no se da
entre ellos y los que les precedieron una ruptura radical a nivel Así llamada por Francisco Miró Quesada, los miembros de esta
de contenidos y de aspiraciones, pero sí a nivel metodológico. generación nacen en la segunda década del siglo veinte aproxima-
Piensan que ante todo es necesario normalizar la actividad o que- damente. Asumen y continúan el proyecto de la generación an-
hacer filosófico en el continente, pues advierten los defectos de la terior, pero con la ventaja de que ya la filosofía ha llegado a una
anterior generación: autodidactismo, insuficiencia informativa, primera madurez de disciplina normalizada, sobre cuyas bases se
aislamiento, falta de recursos, etc. , . Normalizar quiere decir puede pensar en la creación de una filosofía auténtica. La autenti-
hacer de la filosofía una actividad normal al lado de las otras acti- cidad filosófica, aunque por diversos caminos, se convierte en una
vidades que se desarrollan al interior de una cultura no defectiva. obsesión dentro de esta generación. Hacer filosofía auténtica sig-
No un quehacer romántico, esporádico, de individualidades aisla- nificaba entre otras cosas "hacer una filosofía que no fuera una
das. La inquietud de esta generación es, pues, la de informarse y copia mal repetida de filosofías importadas; sino que fuera expre-
fornarse en las fuentes mismas de ¡a filosofía occidental, no en sión de un pensamiento filosóficamente vivo, que emergiera de
obras de segunda mano, y la de crear infraestructura filosófica su- nuestra propia circunstancia latinoamericana utilizando todos los
ficiente para el quehacer filosófico normalizado: cátedras y facul- medios intelectuales disponibles" (F. Miró Quesada). Por el am-
tades de filosofía, revistas especializadas, traducciones, congresos plio conocimiento y manejo de todos los medios, métodos y téc-
y reuniones, en orden a salir del aislamiento, etc. La práctica fi- nicas disponibles, que los posibilita para crear obras maduras a
losófica de esta generación se torna menos exotérica o hacia fuera nivel europeo, recibe esta generación el nombre de "técnica",
por fuerza misma del ideal que los anima de profundización y es- frente a la improvisación normal de las generaciones anteriores.
peciafización, como condición previa para normalizar la filosofía El espectro de influencias incidentes es, esta vez, total; pero la
en el continente. No renuncian al ideal de una filosofía latinoame- asimilación de las mismas y la intención creadora que los anima,
ricana, pero no creen en él como aspiración romántica, sino como consolida la personalidad y originalidad que les es propia. Esta ge-
tarea sólo posible desde una vida filosófica normalizada. Las in- neración se constituye en rectora de la inteligencia americana al
fluencias que reciben son mucho más amplias que las de ¡a ge- término de la segunda guerra mundial. Hubo en ella dos tenden-
neración anterior: fenomenología, marxismo, historícismo, vi- cias: la universalista, que pretendía hacer filosofía "sin más"des-
talismo orteguiano, neotomismo, existencialismo, etc. Como de su inserción en la tradición filosófica europea, pero teniendo en
escritores dejan sentir su influencia desde la segunda mitad de los cuenta la circunstancia latinoamericana, y la americanista que in-

años veinte. Entre los representantes de más importancia pode- sistía en la originalidad de la circunstancia latinoamericana como

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problema que se plantea no es tanto el de lograr un alto nivel téc-
punto de partida hacia una filosofía, a fuer de nuestra, universal. nico en los trabajos comparable al europeo, ideal alcanzado por la
Ambas tendencias terminaron por confluir en una fecunda in- anterior generación. Asumen de la misma la continuación en la
teracción, sin confundirse, pues se vio que a la postre ambos pro- búsqueda del ser latinoamericano, de su historia y de su cultura,
yectos, lejos de excluirse, eran complementarios y necesarios. pero no en un sentido elitista, sino eminentemente popular. El
La filosofía "de lo" latinoamericano (ser, historia, cultura lati- problema específico que se plantea la nueva generación es el de la
noamericana, etc.) y la historia de las ideas en América Latina articulación de ¡a filosofía a los procesos reales que vive el pueblo
tuvieron en esta generación grandes exponentes y desarrollos. Las latinoamericano, a sus luchas de liberación. Por esta razón podría-
posibilidades de esta generación se vieron potenciadas por la gran in- mos llamar a la última generación "generación de la liberación";
migración de exiliados españoles, que se asentaron en los diversos pero, para no identificarla con ninguna corriente particular, pre-
países de América Latina a fina/es de la década del treinta, con ferimos denominarla "generación de la articulación". El prota-
ocasión de la guerra civil española y la victoria del franquismo. Los gonismo que en nuestros días adquiere el pueblo, las masas secu-
"transterrados" colaboraron eficazmente en el proyecto de la larmente pasivas y oprimidas, hace que la filosofía se desenc/aus-
generación técnica como traductores, introductores del pensa- tre y tome parte activa en los procesos de cambios que se vienen
miento europeo y como grandes creadores al fado de los america- sucediendo en los distintos países del continente. Sienten por lo
nos. Sería muy larga la lista de los miembros de esta generación mismo una fuerte vocación política iluminadora de los procesos
si quisiéramos incluirlos a todos. He aquí algunos de los más re- históricos y, por ello, de nuevo mira al pueblo. En este orden de
presentativos: en Argentina Risieri Frondizi, Vicente Fatone, Car-
intenciones, abundan las corrientes marxistas, las liberacionistas
los Cosío, Juan Adolfo Vásquez, Eugenio Puccire/li, Angel Vasa-
de origen cristiano y las populares de tipo hermeneútico que, sin
llo, Octavio N. Derisi, Miguel Angel Virasoro; en Perú Francisco
confundirse, tienen de común su articulación al pueblo. Entre
Miró Quesada, Alberto Wagner de Rey na; en Uruguay Arturo Ar-
los más importantes representantes de este ideal de articulación li-
dao y Juan Llambías de Azebedo; en Brasil Miguel Reale, Vicen-
beradora están: el peruano Augusto Salazar Bondy, muerto en
te Ferreira da Silva y Joao Cruz Costa; en Bolivia Guillermo Fran-
1974; Andrés Arturo Roig, Rodolfo Kusch, Juan Carlos Scanno-
covich; en Colombia Luis Eduardo Nieto Arteta, Cayetano Betan-
ne, Enrique Dussef, etc., todos ellos argentinos; Paulo Freiré, bra-
cur, Dan ¡lo Cruz Vé/ez, Jaime Jaramif/o Uribe; en Venezuela Er-
sileño; Abelardo Villegas, mexicano, entre otros muchos.
nesto Mayz Vaílenilla; en Panamá Ricaurte Soler; en México
Eduardo García Maynez, Leopoldo Zea, Francisco Larroyo, Eli
Y puesto que se trata, no de un trabajo exhaustivo del queha-
de Gortari, Luis Vil loro, Adolfo Sánchez Vásquez, etc. Entre los
cer filosófico latinoamericano en nuestro siglo, sino de una simple
"transterrados" españoles: Luis Recasens Siches, Eduardo Nicol,
presentación de unos textos en torno al debate de la filosofía la-
José Gaos, Joaquín Xirau, Juan D. García Bacca, Eugenio Imaz,
tinoamericana incluidos en esta antología, cafiemos ya, para dejar
Manuel Granel, José Ferrater Mora, María Zambrano, etc.
hablar a los textos mismos.
4 . G e n e r a c i ó n de la a r t i c u l a c i ó n
Germán Marquínez Argote
Llamamos así a la última generación nacida entre los años vein-
te y treinta y que irrumpe con nuevas inquietudes hacia 1960. El

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