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Creer en la reconciliación

Enrique Vijver
Edgar Antonio López
Directores
Reservados todos los derechos Colección Religión, Cultura y Sociedad
© Pontificia Universidad Javeriana No. 39
Agradecimientos

Primera edición: Decano Académico A los miembros de las comunidades que


Bogotá, D.C., octubre de 2014 Hermann Rodríguez O., S.J.
ISBN: 978-958-716-730-6 inspiraron y acompañaron estas reflexiones en
Director y Editor jefe
Impreso y hecho en Colombia Olvani Sánchez H. San Nicolás (Soacha), Trujillo (Valle del Cauca),
Edición San Juan Nepomuceno (Bolívar),
Martha Luz Ospina B.
Facultad de Teología Istmina y Medio Baudó (Chocó).
Oficina de Publicaciones Diseño y diagramación
Xiomara León R. A los colegas de diferentes
Carrera 5 No. 39-00
Edificio Pedro Arrupe, S.J. Impresor instituciones educativas de Medellín, Cali,
Bogotá, D.C. Javegraf Barranquilla y Bogotá, a los académicos de las
instituciones teológicas y a los líderes de las
iglesias que en Colombia y en los Países Bajos
Creer en la reconciliación / directores Enrique Vijver y Edgar Antonio López.
-- 1a ed. -- Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2014. se vincularon al proyecto durante
-- (Colección religión cultura y sociedad; no. 39).
las diferentes etapas de su desarrollo.
215 p.; 24 cm.
Incluye referencias bibliográficas (p. [199]-215).
ISBN: 978-958-716-730-6

1. RECONCILIACIÓN. 2. PERDÓN. 3. CONFLICTO ARMADO - COLOMBIA.


4. MEMORIA. I. Vijver, Enrique, Dir. II. López López, Edgar Antonio, Dir. III.
Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Teología.

CDD 303.69 ed. 21


Catalogación en la publicación - Pontificia Universidad Javeriana.
Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S.J.

dff. octubre 29 / 2014


Índice de contenidos

Presentación
Hermann Rodríguez, S.J. 7

Introducción
Enrique Vijver
Edgar Antonio López 11

PRIMERA PARTE

¿Será posible la reconciliación?


Maritze Trigos, O.P. 17

Reconciliación, paz y narcotráfico


Juan Esteban Londoño 41

Cotidianidad y construcción de esperanza


Adelaida Jiménez 65

“Se acabó para siempre mi mudez.” la lucha


de las mujeres contra la violencia machista
según algunas novelas colombianas
Enrique Vijver 83
SEGUNDA PARTE

La memoria en la construcción de escenarios


de confianza en Colombia
Roberto Caicedo 105

Una mirada teológica a la


reconciliación en Colombia
Pablo Moreno 125

Perdón, memoria y justicia. proyección teológica


de la reconciliación en Colombia
Edgar Antonio López 145

“Vale más perro vivo que león muerto”.


Alegato en favor de una
reconciliación pragmática
Enrique Vijver 177

Bibliografía 199
capítulo 7

Perdón, memoria y justicia

Proyección teológica de
la reconciliación en Colombia

Edgar Antonio López*


Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá)

Qué es bueno y qué requiere de ti el


Eterno: solo hacer la justicia, amar la misericordia
y andar humildemente con tu Dios.
Mq 6,8

En este capítulo se propone una reflexión prospectiva acerca del


papel que juegan las víctimas y la sociedad civil en la preparación de
la reconciliación en Colombia. Aunque la reconciliación no será po­
sible sin el concurso de los victimarios, su perspectiva no es tenida
en cuenta aquí debido a que durante el desarrollo del proyecto “Creer

*
Filósofo, Pontificia Universidad Urbaniana, Roma; Licenciado en Filosofía e
Historia, Universidad Santo Tomás de Aquino, Bogotá; Magíster en Filosofía,
Universidad Nacional de Colombia, Bogotá; Magíster y Doctor en Teología, Pon­­
tificia Universidad Javeriana, Bogotá. Profesor asociado, Departamento de Teo­
logía, Pontificia Universidad Javeriana.
creer en la reconciliación perdón, memoria y justicia

en la reconciliación” que da nombre a este volumen, el contacto con En sus dimensiones ética y política, el perdón allana el terreno
des­movilizados de diferentes grupos armados fue marginal.1 para sembrar la paz; pero la necesidad de conocer la verdad, recibir
En este trabajo, el intercambio permanente con los sobre­vi­ una reparación integral y tener la seguridad de que los hechos vio­
vien­tes de masacres en Trujillo (Valle del Cauca) y en San Juan Ne­ lentos no se repitan constituyen derechos indeclinables de las víc­
pomuceno (Bolívar), así como con comunidades víctimas de des­ timas, quienes mantienen encendida la memoria cual antorcha cuya
pla­zamiento forzado en Pie de Pepé (Chocó) y Nuevo Mampuján luz ilumina el camino hacia la reconciliación.
(Bolívar) es el referente principal para pensar las condiciones de po­ El presente capítulo tiene cinco partes. En la primera se subraya
si­bilidad que tiene la reconciliación. la necesidad de superar la indiferencia ante la tragedia que viven las
La reconciliación en Colombia implica, para las víctimas, a la víctimas de la guerra en Colombia. En la segunda parte, el perdón
vez el ejercicio del perdón como virtud moral y de la memoria como es presentado como virtud moral en su relación con la experiencia
profecía; pero también requiere que todos los ciudadanos prac­ de las víctimas. En la tercera, aparece como virtud política asociada
ti­quen la solidaridad y vivan el perdón como virtud política. Para a la proyección de un futuro mejor para toda la sociedad. La cuarta
alcanzar la reconciliación es necesario que la sociedad civil asuma par­te presenta la memoria como práctica profética. Y la última parte
su responsabilidad con las víctimas y posibilite al Estado administrar pro­pone breves consideraciones a propósito de las implicaciones que
una justicia que dé paso, al mismo tiempo, a la restauración del tejido tienen el perdón y la justicia para la reconciliación en Colombia.
social, el respeto de los derechos de las víctimas y el tránsito hacia
la paz duradera. La responsabilidad ante la
tragedia de las víctimas
El Evangelio ofrece a los cristianos razones profundas para
pro­mover el perdón y favorecer la reconciliación; pero debe tenerse Durante el siglo XIX, Colombia vivió al menos diez guerras civiles,
presente que –como opción libre de las víctimas– el perdón no pero la duración de ninguna de ellas se puede comparar con la
puede ser objeto de imposición alguna en nombre del cielo o de la permanencia del conflicto armado que abarca la segunda mitad del
tierra. La tradición cristiana puede servir también a los ciudadanos de siglo XX y los casi tres lustros que han transcurrido del siglo XXI.
mentalidad secular como fuente de motivos razonables para partici­ Por más de cincuenta años, el país ha vivido una guerra que comenzó
par en la tarea de restaurar políticamente la sociedad. cuando las élites de los partidos tradicionales volvieron la espalda
a sus bases políticas y cerraron para el pueblo las posibilidades de
par­ticipar en la vida democrática, siempre esquiva a esta nación
caracterizada por uno de los más altos índices de desigualdad
económica en el mundo.2
1
Gracias a la educadora Luisa Fernanda Ríos fue posible entrevistar en Medellín
a un grupo compuesto por víctimas y desmovilizados de diferentes grupos ar­
ma­dos, quienes completan sus estudios en el Centro de Formación para la Paz y
Reconciliación, Cepar. En este espacio educativo, que hace realidad la convivencia 2
El índice de Gini, que mide la equidad en la distribución del ingreso, en Colombia,
entre víctimas y victimarios, fue posible constatar cómo las biografías de muchos fue de 0,539 en 2012 (Departamento Administrativo Nacional de Estadística,
victimarios, reclutados contra su voluntad por los grupos armados, tienen “Re­sultados, 10 de julio de 2013”, DANE, http://www.dane.gov.co/files/
elementos comunes con las biografías de las personas que padecen la violencia investigaciones/condiciones_vida/pobreza/cp_pobreza_departamentos_2012.pdf
de esos grupos. [con­sultado el 26 de septiembre de 2014]). Según el Banco Mundial, este índice

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creer en la reconciliación perdón, memoria y justicia

El fenómeno de la guerra en Colombia no puede ser explicado por terratenientes o por compañías dedicadas a la explotación agrí­
exclusivamente a partir de la pobreza y la desigualdad, pero su ade­ cola, ganadera y minera.
cua­da comprensión solo puede darse tomando en consideración los Estas elevadas cifras no deben hacer olvidar que cada una de
intereses de los grupos económicos y de las clases dominantes, que las víctimas es un rostro que, en su desnudez y su proximidad, com­
han impuesto a las mayorías una existencia precaria en medio de la promete infinitamente nuestra responsabilidad y, antes que afirmar
cual es muy difícil vivir la democracia. nuestro propio ser, nos deja la trascendencia como única posibilidad
El enfrentamiento entre los grupos insurgentes de izquierda, ética. Así lo propone el filósofo y teólogo judío Emmanuel Lévinas:
las fuerzas armadas estatales, la policía y los ejércitos privados La proximidad, la inmediatez, es gozar y sufrir por el otro. Pero
or­ga­nizados por la ultraderecha para participar en la lucha con­ yo no puedo gozar y sufrir por el otro más que porque soy-para-el-
train­surgente, se puede caracterizar como una guerra contra la otro, porque soy significación […] responsabilidad, obsesión por el
población civil3, pues ésta ha sido la principal víctima del conflicto otro, ser uno-para-el-otro; se trata del propio nacimiento de la sig­ni­
al ser señalada por los diferentes actores de colaborar con el grupo fi­cación más allá del ser.6
contrario.
La radicalidad de este planteamiento en que la debilidad de
Superada la Guerra Fría, al final del siglo XX, las fuerzas ile­ la víctima se convierte en poderosa fuerza que impone una res­pon­
ga­les de izquierda y de derecha encontraron en el narcotráfico, en la sabilidad sin límites, al establecer con nosotros una relación ética de
explotación minera y en la extorsión nuevas fuentes de financiación carácter asimétrico, permite percatarse de la insoslayable presencia
para mantener o para recuperar el control económico, político y mi­ del otro en la propia vida y hacerse responsable incluso de faltas que
litar de vastos territorios, con lo cual prolongaron el conflicto armado no hemos cometido.
y desdibujaron los propósitos sociales que al principio sirvieron a los
Como si nosotros mismos hubiésemos infligido el daño, el
grupos ilegales para justificar su lucha armada.
rostro del otro irrumpe y nos saca de la comodidad de nuestro propio
El resultado de esta guerra de más de medio siglo es el saldo ego. La huella del rostro del otro en nuestras vidas hace imposible vi­
trá­­­gico de al menos 220.000 personas muertas, de las cuales solo vir como si su dolor no tuviese lugar. “Huella de sí mismo, ordenado
18,5% corresponde a combatientes y el 81,5% restante a civiles no a mi responsabilidad en la que yo fallo, como si fuese el responsable
combatientes4; 25.007 personas desaparecidas; 1.754 víctimas de de su mortalidad y culpable de sobrevivir.”7
vio­­lencia sexual; 6.421 menores reclutados por la fuerza; y 4.744.046
Sobrevivientes de esta guerra fratricida que vive Colombia,
personas obligadas a huir, dejando sus tierras5, para que fueran ocupadas
somos responsables del dolor de tantas personas que sufren, y no
po­demos vivir en la indiferencia, como si nada pasara, como si la
vio­­lencia fuese inevitable o como si su tragedia fuese un designio
fue de 0,567 en 2009 y de 0,559 en 2010 (The World Bank, “Data. Gini Index”,
The World Bank, http://data.worldbank.org/indicator/SI.POV.GINI [consultado el di­vino. La crítica de Voltaire ante la indolencia con que muchos
26 de septiembre de 2014]). euro­peos presenciaron la destrucción de Lisboa, por el terremoto de
3
Grupo de Memoria Histórica, ¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y
dignidad. Informe general, 15.
4
“Aproximadamente ocho de cada diez muertos han sido civiles.” (Ibid., 32).
6
Lévinas, De otro modo que ser o más allá de la esencia, 153.
5
Ibid., 33. 7
Ibid., 154.

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creer en la reconciliación perdón, memoria y justicia

1755, es un llamado para quienes ahora contemplamos el horror que Es esta la guerra que muchos colombianos no han visto pero que
viven las víctimas de la violencia y nos preguntamos por la razón de se vive cotidianamente en la marginalidad de las zonas rurales, en
la catástrofe: me­dio de un país en proceso de acelerada urbanización que no pudo
ver o que quizás optó por ver solo lo que le era próximo y más
Al oír los tristes gritos de sus moribundas voces, al ver el espectáculo
lla­mativo. En este sentido, la nuestra es una violencia con mucho
es­pantoso de sus restos humeantes, decidme si este es el efecto de
impacto en lo local y lo regional, pero con muy poca resonancia en
las eternas leyes que ha debido elegir un Dios justo, bueno y libre.
lo nacional. A eso quizás se deban la sensación generalizada de ha­
Di­réis a la vista de esta reunión de víctimas, “Dios se ha vengado, su
bi­tuación al conflicto y la limitada movilización ciudadana por el fin
muerte es el castigo de sus crímenes” […]. Espectadores tranquilos,
de la guerra.10
es­píritus intrépidos, contemplad la desgracia de vuestros hermanos
mo­ribundos.8 En medio de la afirmación del propio ser y la subordinación
del ser de los demás, la falta histórica de interés en el sufrimiento de
El dolor de las víctimas es un llamado a abandonar la indife­
tantos colombianos y colombianas ha hecho posible la impunidad y
ren­cia y toda justificación cínica de ella; se trata de un llamado di­
la ausencia de la reparación integral para las víctimas. De espaldas a
ri­gido a la ciudadanía entera para que asuma su responsabilidad.
una responsabilidad indeclinable, la propia mirada de muchos ciu­da­
Aten­der la presencia del otro que sufre es romper el flujo violento de
danos esquiva los rostros de las víctimas y evita así exponerse a su
los acontecimientos, pues desde la perspectiva levinasiana la única
mirada, para poder seguir siendo indiferente.
po­sibilidad de la propia subjetividad está en “mi no-indiferencia a la
vista del prójimo en la que yo obedezco como a una orden dirigida Aun desde una perspectiva ética simétrica basada en la recipro­
a mí […] orden dirigida a mí que respondo ante aquel del que soy cidad, mucho menos exigente que la levinasiana, como es la teoría
responsable”.9 de los sentimientos morales, tal indiferencia es inadmisible y resulta
tan perjudicial como la ausencia de resentimiento por parte de quie­
En contraste con la visión levinasiana, en Colombia, la vida co­
nes han visto vulnerados sus derechos fundamentales.
ti­diana de muchas personas que creen estar a salvo de la guerra está
mar­­cada por la indiferencia, y se aleja mucho de esa responsabilidad Sufrir una violación de los derechos fundamentales y no experimen­
que les haría trascender los límites de su propia piel para posibilitar tar resentimiento hacia el agente de esta ofensa es un indicador de
la vida de los otros, en especial de las personas que sufren el dolor que algo anda mal con la subjetividad de la víctima o de la con­fi­
gu­ración social de la comunidad que ha sido violentada. Del mismo
cau­­­sado por las dinámicas históricas de violencia.
modo, presenciar una violación de este tipo sin indignarse también
indica una grave ausencia de sensibilidad moral. No se puede per­
ma­necer indiferente ante la vejación de la que se es objeto o ante la
8
Voltaire, “Poema sobre el desastre de Lisboa”, 35-36. Voltaire también critica la injusticia que se tiene delante. La actitud pasiva de quienes han sido
visión del “todo está bien” y la manipulación alienante del cristianismo, que ve víctimas y la actitud indiferente de quienes son incapaces de so­li­
en las tragedias el castigo de un Dios que pide sacrificios: “Tras aquel terremoto
darizarse con estas solo sirven para que la violencia se prolongue en
que había destruido las tres cuartas partes de Lisboa, los sabios del país no habían
ha­llado mejor método para prevenir el desastre total que ofrecerle al pueblo un el tiempo gracias a la ausencia de la justicia.11
hermoso auto de fe: la Universidad de Coímbra había decidido que el espectáculo
de algunas personas quemadas a fuego lento, con el gran ritual al uso, era el remedio
in­falible para que la tierra no temblase.” (Voltaire, Cándido o del optimismo, 27). 10
Grupo de Memoria Histórica, ¡Basta ya!, 108.
9
Lévinas, De otro modo que ser o más allá de la esencia, 155.
11
López, “Perdonar sí, olvidar no”, 92-93.

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creer en la reconciliación perdón, memoria y justicia

De ahí la importancia de reflexionar sobre el papel que tienen entre las víctimas y los victimarios; y un nivel político en el que debe
sentimientos reactivos como la indignación y el resentimiento en la primar la justicia, ámbito en el cual dichas relaciones están mediadas
construcción de la justicia y en la búsqueda de la reconciliación. Las por el Estado. En ambos niveles, la sociedad civil juega un papel muy
ex­periencias del perdón por parte de las víctimas y de la solidaridad importante y, en ella, las comunidades creyentes también.
con ellas por parte de la sociedad civil merecen toda la atención como
experiencias de liberación, pero ellas no pueden darse al margen de El perdón como virtud moral
la dimensión emocional de la vida.
En la esfera ética de las relaciones interpersonales, el carácter vir­
El resentimiento como reacción ante el mal infligido abre es­ tuo­so del perdón se hace evidente como la oportunidad que tienen
pa­cio para el perdón, y la indignación ante la injusticia prepara para las víctimas de liberarse de la acción del victimario, cerrando así las
la solidaridad. Tales sentimientos están en el inicio de los procesos po­sibilidades para que éste siga haciéndoles daño mediante el odio o
que pueden liberar a las víctimas del mal perpetrado contra ellas y el rencor que el mal padecido pueda producir en ellas.
a la ciudadanía de su encierro en la prisión de sus propios intereses.
Aunque en este nivel el reconocimiento sincero de la culpa por
Acerca de la función que cumple el resentimiento, el filósofo español
parte del perpetrador y la expresión de su deseo de ser perdonado
José Antonio Zamora afirma:
facilitan el proceso de liberación de las víctimas, es la agencia de las
Impide que el perdón se convierta en entregarse a la acción imparable víctimas la que juega el papel central como poder: poder para per­
del tiempo, en un abandonarse a la pereza ante el mal que alimenta donar. “Poder de los desposeídos de poder, que intenta interrumpir
la indiferencia frente al dolor de las víctimas […]. Sin resentimiento el curso de una violencia que se reproduce ininterrumpidamente.”14
cier­tamente el perdón amenaza con sucumbir a la presión que la
sociedad ejerce para pasar página, prolongando en realidad el des­ El perdón puede ser un proceso menos difícil cuando el vic­
tino fatal que ya han experimentado las víctimas.12 tima­rio acepta el carácter reprochable de su acción15, pues esto ayuda
a que la víctima supere el resentimiento. En el caso del victimario, es
El auténtico perdón nace de la experiencia del resentimiento la vergüenza la que debe llevarle a renunciar al resentimiento como
ante el daño irreversible y la renuncia a la venganza. Se trata de reacción ante la sanción social, por considerar que se trata de algo
una virtud moral y política cuyo papel es central en los procesos merecido. “Sentir vergüenza moral, aceptar la indignación de los de­
de re­conciliación. Para comprender el perdón como virtud moral y más y renunciar al resentimiento dispone para esperar la sanción o
política, es necesario atender a la diferenciación hecha en el pri­mer para pedir el perdón.”16
capítulo de este volumen, por Maritze Trigos, entre el plano inter­
sub­jetivo de las relaciones humanas y el plano político en que el
Estado es instancia mediadora.13 14
Zamora, “El perdón y su dimensión política”, 75-76.
A partir de tal diferenciación se puede establecer un nivel ético 15
“Que se nos perdone es algo que a veces pedimos, y perdonar es algo que a
en el que debe primar el bien, ámbito en el cual se ubican las relaciones veces hacemos. Pedir ser perdonados es en parte reconocer que la actitud puesta
de manifiesto en nuestras acciones era de tal índole que podría propiamente pro­
du­cir resentimiento y en parte es repudiar esa actitud para el futuro (o cuando
menos para el futuro inmediato); y perdonar es aceptar el repudio y renunciar al
12
Zamora, “El perdón y su dimensión política”, 73-74. re­sentimiento.” (Strawson, Libertad y resentimiento, 43).
13
Ver a Trigos, “¿Será posible la reconciliación?”, pp. 17-39 de esta obra. 16
López, De la autonomía a la pasividad. Reflexiones en torno al sujeto moral, 40.

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creer en la reconciliación perdón, memoria y justicia

Sin embargo, en Colombia, el perdón es una gracia que debe En este sentido, es importante diferenciar entre la experiencia
ser dispensada por las víctimas, muchas veces sin que sea pedida por sub­jetiva y comunitaria del perdón por parte de las víctimas, y la
quienes han actuado contra la dignidad humana y sin que haya lugar po­sible experiencia ulterior de su reconciliación con los victimarios.
para una sanción, legal o social proporcional al daño causado. Esta diferencia es descrita así por el teólogo y economista jesuita
Los altos índices de impunidad relacionados con el carácter Fran­cisco De Roux:
fa­laz de algunos procesos de desmovilización, cuyo único propósito La reconciliación es distinta del perdón y es necesaria para la paz. La
fue elevar las estadísticas oficiales17, así como con las confesiones reconciliación llena las condiciones prácticas para un acuerdo entre
im­precisas hechas estratégicamente por algunos victimarios solo el victimario y las víctimas. La reconciliación pide del victimario
para obtener rebaja de sus penas18 o con la extradición de jefes pa­ra­ la verdad y la restitución, y da a cambio la justicia restaurativa y la
militares para evitar que sus confesiones involucraran a personas del rein­corporación social del victimario.20
alto gobierno19, muestran cómo las víctimas en Colombia deben co­ A partir de tal diferencia debe enfatizarse que la construcción
men­zar a sanar sus heridas y sobreponerse al mal que han padecido, de un futuro mejor para las víctimas no está determinada por la vo­
sin esperar el arrepentimiento o la confesión de la verdad por parte lun­tad de los perpetradores: ellas pueden vivir el perdón como vía de
de los victimarios. la liberación del mal que han padecido, sin requerir la participación
de quienes lo han causado.
Más allá de lo que se espera de los victimarios, la historia colombiana
17
Cuando se escribe esta contribución, Luis Carlos Restrepo, comisionado para la muestra que muchas veces el camino del perdón debe ser emprendido
Paz del gobierno de Álvaro Uribe Vélez, todavía es prófugo de la justicia. Restrepo por parte de las víctimas en ausencia del arrepentimiento de los vic­
salió del país el 8 de enero de 2012, huyendo, tras ser acusado de promover una falsa
timarios y en medio de la impunidad. Si se condiciona el per­dón
desmovilización, en 2006, para la que empleó dineros del Estado (Revista Semana,
“Luis Carlos Restrepo acusado por falsa desmovilización”, Semana, Sección al reconocimiento público de los crímenes por parte de los per­
Nación, Bogotá, 1º de octubre de 2013, Semana.com, http://www.semana.com/ pe­tradores y al castigo que debe ser aplicado, es posible que las
nacion/articulo/fiscalia-acuso-luis-carlos-restrepo-desmovilizacion/359578-3 comunidades y las personas que han sido víctimas de los grupos
[consultado el 26 de septiembre de 2014]). ar­mados prolonguen su sufrimiento a causa del mal recibido, sin
18
“Los victimarios movilizan también discursos y recursos simbólicos siguiendo poderse reponer y sin abrirse a un futuro mejor.21
múltiples intereses políticos (como su legitimación) o intereses judiciales (como la
re­ducción de sus penas).” (Sánchez, “Los victimarios ante los estrados judiciales”, Como superación del resentimiento, el perdón no solo beneficia
131). a la víctima sino a toda la sociedad. En efecto, el perdón libera a
19
“El 13 de mayo de 2008, el gobierno del presidente Álvaro Uribe, en un operativo quienes han sufrido el mal de la acción de sus victimarios y cierra
relámpago, autorizó la extradición a Estados Unidos de los catorce principales además el paso a la violencia que busca implantarse en los corazones
jefes paramilitares que en ese momento estaban detenidos en distintas cárceles del
de las víctimas como aspiración a la retaliación. Esto es de gran ayuda
país, en espera de ser procesados por la Ley de Justicia y Paz. Tres años después,
lo que en su momento se criticó, hoy es una realidad: esa extradición afectó no­to­
riamente la búsqueda de la verdad y hoy son pocos los avances en la lucha contra
la impunidad a partir de la colaboración de los jefes ‘paras’.” (Herrera, “La verdad
que fue extraditada”, periódico El Espectador, Sección Judicial, Bogotá, 11 de
20
De Roux, El perdón en la construcción de la paz. Reflexiones para la psicología,
mayo de 2011, Elespectador.com, http://www.elespectador.com/impreso/judicial/ 22.
articulo-269238-verdad-fue-extraditada (consultado el 26 de septiembre de 2014). 21
López, “Perdonar sí, olvidar no”, 94.

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para contener la violencia que fluye arrasando con todo a su paso. No dian­te un uso ideológico del cristianismo, según el cual ellas estarían
pocas veces esta liberación de los deseos de venganza permite que obligadas a perdonar en razón de su fe.
las biografías de quienes han sido obligados a ejercer la violencia En un contexto de violación permanente de los derechos
para sobrevivir puedan ser valoradas con mayor objetividad por las humanos, es posible que algunos creyentes vean, en las enseñanzas
víc­timas y por la sociedad. de Jesús, el deber de renunciar a los propios derechos, y no el deber
La autonomía de los agentes morales les hace parte de una red cristiano de renunciar a la venganza y al odio para superar la lógica
recíproca de relaciones interpersonales que conllevan deberes22, de hu­mana transaccional y abrir así espacio a la lógica del Reino de
modo particular el deber fundamental de respetar la dignidad hu­ Dios (Mt 5,38-48). De ahí la importancia que tiene insistir tanto en
mana, por lo que los derechos humanos constituyen una frontera que la necesidad de superar la violencia y en el deber cristiano de luchar
la acción humana no debe rebasar. La suspensión de los sentimientos sin descanso por la justicia, como en el carácter sagrado que reviste
reactivos hacia los victimarios solo puede tener lugar en los casos el perdón.
en que se demuestre que estos también han sido víctimas y que no El perdón es, para los cristianos, una experiencia profunda en
tuvieron oportunidad de obrar de manera diferente, caso muy fre­ la que se comparte la manera de ser de Dios mediante la práctica de
cuente en Colombia debido al alto índice de reclutamiento forzoso la misericordia (Lc 6,27-36), pero no puede ser impuesto a las víc­
de niños, niñas y jóvenes por parte de los grupos ilegales. ti­mas, por tratarse de su propia opción, que depende de sus propios
Tales sentimientos no se suspenden ante la maldad que en­car­ pro­cesos de duelo y de sanación. Alrededor de las víctimas hay un
nan las acciones violentas, sino frente a las personas que han sido espacio sagrado en el que nadie puede entrar y en cual solo ellas pue­
obligadas a obrar contra la dignidad del ser humano. Ante la presencia den decidir si perdonar o no.
del mal, siempre deben aparecer emociones como el resentimiento y Tampoco se debe pedir a las víctimas hacer sacrificios para
la indignación, que ponen en relieve la importancia de la reciprocidad con­seguir la paz de acuerdo con una lógica transaccional, o según
en las relaciones humanas; pero frente a la humanidad del victimario pro­mesas sin fundamento en una vida ultramundana en la que re­
es posible la comprensión y el perdón. ci­birán alguna compensación por los males padecidos ahora; tales
Es muy importante fomentar el perdón para evitar que el odio de­mandas ponen en evidencia el uso ideológico del cristianismo, que
y la venganza23 prolonguen la cadena de violencia en la sociedad. Sin puede esconder una oscura solidaridad con los victimarios o, al me­
embargo, se debe actuar con cautela al promover entre las víctimas nos, una visión que revictimiza por no reconocer la autonomía mo­ral
el perdón, pues fácilmente se puede ejercer una revictimización me­ de las víctimas.
El perdón permite olvidar el propio dolor, pero no los hechos
dolorosos que han sido vividos por causa de la violencia; el perdón
22
“Todo aquel que está sujeto a demandas morales y que reconoce su interés por el
como virtud moral no implica olvido de lo que sucedió, pues su le­
sistema de tales demandas debe genuinamente reconocer, así mismo, obligaciones
en el sistema.” (Strawson, Libertad y resentimiento, 81-82). gi­timidad estriba en la memoria. “Quien ha olvidado no necesita ni
23
“La venganza es como una bola de nieve que aumenta dramáticamente pasando puede perdonar. Para perdonar es preciso recordar la falta.”24 Si se
de lo personal a lo social y de lo social a lo histórico. Los hechos del pasado ya no
se viven como hechos de ayer sino como contemporáneos.” (Castro, “La re­con­
ciliación desde las víctimas”, 157). 24
Zamora, “El perdón y su dimensión política”, 72.

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olvida, ya no es posible perdonar, pues la víctima debe recordar el Este teólogo anglicano ha mostrado cómo, en contraste con la lucha
mal que ha padecido para poder perdonar al victimario, aun sin que armada propuesta por los zelotes, Jesús renunció a resistir la acción
éste lo sepa.25 violenta mediante el ejercicio de la violencia. A diferencia de los
En el plano ético, el perdón consiste en el poder de las víctimas ese­nios, Jesús no se marginó de la vida política en una sociedad cuya
para liberarse de la acción del victimario y cerrar la posibilidad de corrupción había permeado también el sistema de administración de
que los deseos iniciales de retaliación las sigan acompañando, ca­mu­ justicia. Jesús tampoco compartió la actitud servil de los herodianos y
flados en el fondo de su justa y necesaria búsqueda de justicia. De los saduceos, quienes se congraciaban con el poder para beneficiarse
acuerdo con la perspectiva evangélica de renunciar a la violencia y de la injusticia, y fue crítico de la piedad sin referente social que
al odio para vivir la misericordia (Mt 5,39.44-48), afirma De Roux: per­mitía a los fariseos mantenerse al margen de las preocupaciones
por la justicia. Ateek presenta la fidelidad de Jesús al Reino de Dios
Entiendo por perdón una decisión personal de quien ha sido vul­ne­ enun­ciando cuatro principios claves:
rado de renunciar a someter al victimario a actos violentos que le
causen un sufrimiento igual o semejante al que él sometió a la víc­ (1) Defender la justicia y la verdad sin tomar la espada, es decir, re­
tima; una decisión personal de trabajar por transformar los pro­pios sistir el mal sin emplear los métodos del mal; (2) estar por encima
sentimientos de odio y de venganza contra el victimario por sen­ti­ de los modelos del mundo sin abandonar la participación y el com­
mientos de comprensión; una decisión personal de la víctima, de promiso con los pobres y oprimidos; (3) buscar la humanidad del
tomar la iniciativa y el riesgo de abrirse al victimario para acogerlo opresor sin perder la integridad estableciendo componendas o po­
[…] una decisión personal de renunciar a promover el rechazo social nién­dose de su lado; y (4) amar y adorar a Dios sin adherirse a una
contra el victimario y disponerse interiormente a acciones afir­ religión estricta y cerrada.27
mativas para que el victimario sea incluido en la sociedad.26 Esta forma trascendente de resistir la violencia sin recurrir a
Como virtud moral, el perdón coincide con el núcleo de la ella, manteniendo una firme la lucha por la justicia y la verdad, no
vida cristiana inspirada en la práctica de Jesús de Nazaret, quien riñe con el perdón; por el contrario, expresa la misericordia a la que
–tor­turado y vencido en la cruz, antes de morir– pide a su Padre es­tamos llamados todos los cristianos.
perdón para sus victimarios (Lc 23,34). Esta acción solo puede ser Esta decisión de perdonar, tomada libremente por el sujeto víctima,
comprendida a la luz de una vida de permanente renuncia al odio y no significa ponerse de parte de los perpetradores de la violencia; no
a la venganza, marcada por la práctica de la misericordia y el amor sig­nifica renunciar a los derechos de la persona victimizada y de sus
hacia los pecadores, de acuerdo con la lógica del Reino de Dios. fa­milias; no significa negar la objetividad del mal hecho.28
El teólogo palestino Naim Ateek ha presentado la manera ge­nui­
na cómo, bajo la ocupación romana, Jesús hizo frente a la injusticia y
la violencia de su tiempo de acuerdo con la lógica del Reino de Dios. 27
“(1) to stand for justice and truth without picking up the sword-that is, to resist
evil without using evil methods; (2) to rise above the ways of the world without
abandoning involvement and commitment to the poor and oppressed; (3) to
25
“El victimario no tiene que llenar ninguna condición para ser objeto del perdón. seek the humanity of the oppressor without losing integrity by appeasement or
El perdón lo da la víctima si quiere, sin exigir nada a cambio.” (De Roux, El per­ collaboration; and (4) to love and worship God without adhering to a strict and
dón en la construcción de la paz, 20). closed religion.” (Ateek, A Palestinian cry, 95-96).
26
Ibid., 20.
28
De Roux, El perdón en la construcción de la paz, 20.

158 159
creer en la reconciliación perdón, memoria y justicia

Perdonar debe hacerse sin olvidar el dolor y el daño, mantenien­ Aunque algunos autores restringen el perdón al ámbito ético
do una lucha decidida para alcanzar justicia. Perdonar es abrirse a la para subrayar su carácter trascendental32, en el ámbito político co­
lógica de la misericordia, pero “no significa optar por la impunidad o lombiano, el perdón manifiesta su carácter virtuoso en la posibili­dad
por el olvido”.29 Para quienes han padecido el mal existe la posibilidad de superar el letargo institucional gracias al cual la violencia se ha
de reconstruir la propia vida mediante la nueva interpretación de su pro­longado a lo largo del tiempo, bajo la sombra de la impunidad del
pa­sado. En esto consiste el perdón como virtud moral. Estado y la indiferencia de la sociedad civil.
El perdón, en la esfera política, consiste en la oportunidad que
El perdón como virtud política
las ciudadanas y los ciudadanos están dispuestos a ofrecer para que
El perdón no es solo una virtud moral; es también una virtud cívica quie­nes han optado por la lucha armada vuelvan a la democracia y
y política30 estrechamente ligada al ejercicio de la memoria, sin la par­ticipen sin violencia en la vida política de la sociedad.
cual Colombia difícilmente podrá romper los círculos históricos que
Se trata de liberar el presente y el futuro de la carga que imponen los
la han encerrado en la violencia desde los comienzos de su época
actos del pasado. Por eso el perdón concede al otro una posibilidad
re­publicana. En el perdón, la virtud moral –que busca el bien– y la de integrar y superar libremente su pasado culpable, afirma la po­
virtud política –que procura la justicia– convergen en forma com­ si­bilidad que tiene el otro de comenzar de nuevo sin imponérsela
ple­mentaria. En este sentido, poco antes de su muerte, el filósofo […] el perdón rompe el continuo del tiempo para inaugurar un tiem­
co­lombiano Guillermo Hoyos Vásquez señalaba sabiamente: po nuevo.33
En este momento lo más importante es que los colombianos nos Como virtud política, el perdón tampoco favorece la impunidad;
pre­guntemos qué tan alta tenemos la virtud cívica de la cultura del
al contrario, pone en movimiento la sociedad para cambiar el estado
perdón. Si llegamos a la actitud de querer poder perdonar lo im­
de las cosas y crear el ambiente en que puedan imperar la justicia
per­donable o si pensamos que el tema de la impunidad es asunto
y la ley. Sin el perdón político la sociedad se estanca y no se puede
de justicia, no como equidad, sino como castigo, traducida en años
de cárcel. Virtud cívica sin cultura del perdón, sin actitud moral de pro­yectar en un escenario diferente, pues carece de la normatividad
perdonar y solicitar ser perdonado, termina por marchitarse.31 alternativa que haga posible al Estado permitir la incorporación a la
sociedad de quienes, como victimarios, han atentado contra la dig­
nidad humana y han quebrantado el orden de reciprocidad.
Ante la coyuntura de una posibilidad real para poner fin al con­
flicto armado mediante negociaciones entre el gobierno y las gue­
29
Ibid. rrillas de izquierda, los medios masivos de información y algunos
30
“El perdón de lo imperdonable, como se ve, es una virtud moral, relacionada líderes políticos han promovido en Colombia la polarización de la
con la política y lo jurídico, pero no son lo mismo. Hay un perdón político, opi­nión pública. Ésta se ha sectorizado entre un maximalismo ju­rí­
amnistía, indulto y figuras semejantes, que puede articularse en perdón legal, dico, según el cual, para alcanzar una paz duradera, debe aplicarse
rebaja de penas.” (Hoyos, “El perdón es de lo imperdonable”, diario El Tiempo,
Sección Justicia, Bogotá, 22 de octubre de 2012, Eltiempo.com, http://www.
eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-12327159.
html [consultado el 26 de septiembre de 2014]).
32
Derridá, “El perdón”, 113.
31
Ibid.
33
Zamora, “El perdón y su dimensión política”, 69-70.

160 161
creer en la reconciliación perdón, memoria y justicia

la ley en todos los casos en que haya habido alguna vulneración Sociedades imperfectas requieren sobrepasar la lógica transac­
de los derechos fundamentales; y un pragmatismo social, para el cional, pues para restaurarse necesitan una justicia imperfecta que
cual alguna cuota de impunidad es el costo que se debe pagar si en les permita transitar hacia condiciones en las que el imperio de la ley
realidad se quiere lograr la paz. Ambas posiciones se critican mu­tua­ favorezca la convivencia pacífica y la equidad en el largo plazo. Así
mente por proponer una justicia sin paz o una paz sin justicia. lo expresa De Roux:
La superación de este supuesto dilema requiere distinguir lo Cuando se constata que las instituciones básicas de la sociedad han
pri­vado de lo público34 pues al diferenciar ambos niveles podrá verse quedado penetradas por los prejuicios y odios, la justicia tiene que
que entre los dos extremos de la polarización hay espacio para una partir del presupuesto de que todos cayeron en la barbarie, víc­timas
justicia que permita el tránsito de la guerra a la paz sin pasar por la del monstruo de la guerra, incluida la justicia misma. Este pre­su­
impunidad. En palabras del jurista colombiano Rodrigo Uprimny, puesto es la justificación de una justicia transicional propia, distinta
se trata de una justicia imperfecta para tiempos radicalmente im­ de aquella de los países donde la guerra no atrapó a todo el mundo.37
perfectos: La expectativa histórica de una justicia perfecta, que quizás
…se trata de sancionar miles de violaciones a los derechos humanos nunca llegue, puede hundir una sociedad imperfecta, como la colom­
con miles y millones de víctimas, y miles o incluso millones de vic­ biana, en un estado de impunidad y desesperación del cual le será
ti­ma­rios. En ese contexto, es muy difícil, incluso imposible, que muy difícil salir mediante instrumentos de la justicia ordinaria, que
todos los crímenes sean sancionados, todos los hechos esclarecidos solo pueden contener la cadena de venganzas por la mediación ju­
y to­das las víctimas integralmente reparadas.35 dicial, pero que más allá de este importante avance no permiten pro­
yec­tar un nuevo estado de las cosas.
Para no identificar la justicia transicional con el fomento de
la impunidad debe abandonarse la noción tradicional de la jus­ticia Más allá de su posible carácter disuasorio, los sistemas penales son,
punitiva como caso particular de la justicia distributiva, una no­­ción entre otras cosas, sistemas de regulación y control de la venganza. El
de justicia pura y dura que la reduce a transacciones entre faltas y Estado se convierte en instancia mediadora entre víctima y victima­
sanciones. Como virtud política, el perdón hace posible tal trans­ rio […]. Es más que dudoso que la venganza directa o mediada por
formación, pues “rompe la lógica de la correspondencia, del in­ el aparato judicial sea capaz de ofrecer un nuevo comienzo.38
tercambio, del justiprecio, para introducir una lógica de la sobre­abun­­­ Frente a la posibilidad que tiene el gobierno colombiano de
dancia, del exceso del don”.36 fir­mar acuerdos con las guerrillas de izquierda, para hacer posible su
desmovilización y la incorporación de sus miembros a la vida de­mo­
crática, las víctimas y toda la ciudadanía han de tener presente que
los comandantes guerrilleros y las bases de las guerrillas
34
En esta dirección apunta la ponencia de William Duica, presentada el 31 de
octubre de 2013 durante el coloquio “Los filósofos hablan de paz”, en el auditorio …no van a parar la confrontación, si sus líderes van a pudrirse en la
Luis Carlos Galán de la Pontificia Universidad Javeriana (Duica, “Qué perdonar y cárcel, sin poder defender en la democracia las ideas que los lleva­
qué olvidar. Una aproximación pragmatista”).
Uprimny, “Intervención en la audiencia pública del 25 de julio de 2013 ante la
35

Corte Constitucional”, 217-218. 37


De Roux, El perdón en la construcción de la paz, 17.
36
Zamora, “El perdón y su dimensión política”, 70. 38
Zamora, “El perdón y su dimensión política”, 71.

162 163
creer en la reconciliación perdón, memoria y justicia

ron a la guerra; y así vemos de nuevo la necesidad de que el perdón virtud política, el perdón puede desactivar la violencia y contribuir al
se abra paso en el camino hacia la paz en Colombia. Un perdón que cambio estructural en las relaciones sociales. Así lo ilustra De Roux
no significa impunidad.39 con la sugerente imagen de una tormenta:
No se trata de que el Estado ejerza perdón moral en nombre de las Hoy en día la violencia en Colombia puede compararse con una tor­
víctimas40, algo imposible –según se ha dicho aquí–, pues “el perdón men­ta que tiene en el centro la guerra, como ojo del huracán, y que
es intransferible […] al Estado solo le cabe administrar la repercu­ arrastra a un conjunto de violencias complementarias que se amplían
sión pública del perdón”.41 Si el Estado perdonase a los victimarios en círculos concéntricos. Tal como ocurre con las grandes tormentas,
en nombre de las víctimas esto constituiría una revictimización, ya si se logra desactivar el ojo del huracán, se quiebra sustancialmente
que se estaría invadiendo el territorio impenetrable y sagrado del la fuerza destructora de todos sus complementos.45.
per­dón que corresponde solo a las víctimas. Casos de exterminio, tan vergonzosos y dolorosos como el ge­
No obstante, el perdón como virtud política permite a la so­ nocidio de la Unión Patriótica46 o la masacre continua que se vive
cie­dad contar con una normatividad excepcional de transición, que en Trujillo desde 198947, muestran cómo la justicia punitiva con­ven­
ponga sus fines políticos por encima de la lógica transaccional de la cional es sobrepasada en Colombia por la magnitud de los hechos
ju­dicialización inoperante, que en Colombia se encuentra agotada vio­lentos. En casos como los mencionados, el perdón como virtud
por la violencia y la impunidad. Esta posibilidad de reconstrucción po­lítica puede contribuir a hacer realidad las legítimas exigencias de
so­cial puede despertar justificadas dudas en un país cuya historia ver­dad, justicia, reparación y garantías de no repetición; pero para
está llena de indultos y amnistías ineficaces42; pero si las políticas ello se requiere pensar en una justicia centrada en las necesidades
pú­blicas atienden las necesidades de las víctimas y procuran la de las víctimas que hacen tales demandas, no en el encierro de los
equidad, el perdón político puede contribuir a romper los círculos
de la violencia y a detener la guerra en Colombia para evitar que el
do­lor siga creciendo. 45
De Roux, El perdón en la construcción de la paz, 18.
Más allá de la hipocresía de la “geopolítica del perdón” , o 43 46
“En pocos años, la masacre de la Unión Patriótica acabó con este esperanzador
de la estrategia de una mera “retórica política del perdón”44, como experimento ante la indiferencia de la sociedad civil, que no parecía tener reservas
de virtud civil como cultura del perdón. Todo lo contrario, se toleró sin protestar
la aniquilación del movimiento político. Ni siquiera años más tarde fue posible
que el gobierno de la seguridad democrática se comprometiera con la comisión
39
De Roux, El perdón en la construcción de la paz, 19. de ‘solución amistosa’, creada para superar civilmente el conflicto vigente por la
masacre de más de 3.500 militantes de la UP.” (Hoyos, “El perdón es de lo im­
40
“Está claro que no es posible abordar la cuestión del perdón sin colocar en el
perdonable”, diario El Tiempo, Sección Justicia. Bogotá, 22 de octubre de 2012,
centro a las víctimas. Lo concedan o no, el perdón está reservado a ellas. El Estado
Eltiempo.com, http://www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-NEW_
podrá indultar, amnistiar o sancionar la prescripción, pero nunca podrá perdonar.”
NOTA_INTERIOR-12327159.html [consultado el 26 de septiembre de 2014]).
(Zamora, “El perdón y su dimensión política”, 69).
47
La masacre que comenzó en Trujillo al final de la década de los años 80, como
41
Ibid., 76.
parte de la acción contrainsurgente de las fuerzas militares y de policía, ejecutada
42
Durante la historia republicana de Colombia ha habido al menos 26 amnistías y con apoyo del narcotráfico, cobró la vida de más de cuatrocientas personas
63 indultos (Sánchez, Guerras, memoria e historia, 99). inocentes y devino en un mecanismo de terror ejercido hasta hoy por las fuerzas
43
Zamora, “El perdón y su dimensión política”, 59. ilegales del narcotráfico que operan en la región (Grupo de Memoria Histórica,
44
Ibid., 68. Trujillo: una tragedia que no cesa).

164 165
creer en la reconciliación perdón, memoria y justicia

victimarios en las cárceles. En casos como estos debe advertirse con ante los letrados y los fariseos, quienes le presentaron una mujer
Zamora: adúltera que debería ser apedreada según la Ley de Moisés, ilustra
bien los límites de las propias pretensiones de justicia y rectitud que
El perdón privado resulta completamente desproporcionado respecto
a unos hechos que poseen una dimensión social y política evidente, muchos ciudadanos se atribuyen para juzgar a los victimarios, como
pero también los instrumentos habituales de hacer justicia –establecer si toda forma de violencia hubiese estado por completo ausente de sus
la responsabilidad individual, probar los delitos, señalar las penas corazones: “El que no tenga pecado, tire la primera piedra” (Jn 8,7b).
pro­porcionadas y hacerlas cumplir y, en su caso, compensar a las Es posible que no hayamos ejercido la violencia directa me­
víctimas– se ven desbordados por la magnitud de los crímenes o se diante el asesinato o el despojo de tierras, pero nuestra forma de vida
en­frentan a enormes dificultades para solventarlos judicialmente.48
puede mantener formas estructurales y culturales de violencia que nos
Pese al carácter secular del ordenamiento político de toda so­­ com­prometen con la impunidad, que “va de la mano habitualmente
ciedad que se considere moderna49, la tradición cristiana ofrece ra­ de la prolongación de las dinámicas sociales, económicas, políticas y
zones sobre las dimensiones políticas del perdón dignas de consi­ cul­turales involucradas en la violencia y el crimen. Un perdón político
de­ración por parte de la opinión pública secular50, para llenarse de que no afectase a esas dinámicas solo sería una figura retórica”.52
motivos que permitan a la sociedad transitar hacia un mejor estado de La práctica de la hospitalidad hacia quienes han dejado la casa
las cosas, lo que se traduce para todos en el mejoramiento sustancial del Padre de la paz y quieren regresar a ella, tal como sucede en la
de la calidad de vida. narración de los dos hermanos (Lc 15,11-32), es una forma de mi­
No hay personas buenas y personas malas; solo hay personas se­ricordia que puede motivar a vivir el perdón como virtud política.
que hacemos cosas buenas y cosas malas.51 La formulación de Jesús Acoger al pecador en la casa del Padre es motivo fundamental para
que quienes piensan no haber faltado a su deber de hijos preparen
desde sus comunidades de fe a la sociedad colombiana para recibir en
48
Zamora, “El perdón y su dimensión política”, 62. su seno a quienes desean abandonar su papel de victimarios y están
49
“La constitución del Estado liberal puede cubrir su necesidad de legitimación dis­puestos asumir la democracia como forma de vivir la política.
de manera autosuficiente, a saber: administrando en la argumentación recursos
Son los ciudadanos, no solo las víctimas, quienes pueden ofre­
cog­noscitivos que son independientes de las tradiciones religiosas y metafísicas.”
(Habermas, “Fundamentos prepolíticos”, 110). “En una democracia constitucional cer una oportunidad a los victimarios para dejar de serlo, o pueden
la concepción pública de la justicia debería ser tan independiente como fuera po­ optar por seguir inspirándose en su pretendida inocencia y en la
sible de las doctrinas filosóficas y religiosas […]. La concepción pública de la retaliación judicial para hacer eterno el combate de la violencia con
justicia ha de ser política, no metafísica.” (Rawls, “La justicia como equidad:
más violencia.
política, no metafísica”, 23).
50
“En los textos sagrados y en las tradiciones religiosas se encuentran articuladas
intuiciones de pecado y redención, de salida redentora de una vida experimentada
como irrecuperable, intuiciones que se han ido verbalizando sutilmente durante
mi­lenios y mantenidas vivas gracias a medios hermenéuticos.” (Habermas, “Fun­ ‘banalidad del mal’ para referirse a esa realidad de la violencia aterradora realizada
damentos prepolíticos”, 115). por personas banales, es decir, sencillas y normales, que cuidan su casa, escuchan
música clásica, aman a sus hijos, van a la Iglesia y a la vez cometen actos de la
51
“Para que ‘la bestia que está en mí’ haga su aparición, no se requiere que yo sea peor inhumanidad.” (Castro, “La reconciliación desde las víctimas”, 137).
un monstruo, un ser totalmente deshumanizado. Sencillamente basta que tenga la
posibilidad de desplegar esa potencialidad […]. Hanna Arendt acuñó la expresión
52
Zamora, “El perdón y su dimensión política”, 80.

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creer en la reconciliación perdón, memoria y justicia

El papel restaurador de la memoria A propósito de una manifestación en memoria de las víctimas,


que tuvo lugar en Puerto Berrío en 2007, y durante la cual cínica­
La lucha de las víctimas por sus derechos se fundamenta en el ejer­
mente los jefes paramilitares exigían ser perdonados, De Roux ilustra
cicio profético de la memoria, por medio del cual se rompe el si­
la cen­tralidad de la memoria:
lencio, se reivindica la inocencia y se combate la impunidad.
Las 434 familias que estaban allí presentes, compartiendo la de­sa­
El recuento de estos actos le devuelve la palabra a las personas que
parición de sus hijos, novios, esposos y madres, no pedían dinero ni
fue­ron víctimas o testigos, y quienes reclaman la dignificación de
tierras. Pedían verdad y pedían que parara la barbarie. Querían que
la memoria mediante su reconstrucción, el reconocimiento de la es­
les dijeran por qué habían matado a sus seres queridos […] la verdad
tig­­matización a la que fueron sometidos y la impunidad en la que
es la primera necesidad de las víctimas […]. Querían que les dijeran
que­dan muchos de los crímenes que sufrieron.53
dónde pusieron los cadáveres. Porque la gente necesita del funeral
Son las víctimas quienes pueden guiar a la sociedad en su ca­ para encontrar sentido en el sinsentido […]. ¿Cómo nos aseguran
mino hacia la reconciliación, pues proyectan el futuro gracias a su que estos actos terribles contra nosotros no van a continuar?56
po­sibilidad de vivir el perdón como “rememoración del pasado que, En tanto el perdón, como virtud moral y política, prohíbe el ol­
li­berándolo del peso de la culpa y del lastre de mal que lo atenaza, vido de los acontecimientos violentos, implica también la memoria
pre­tende hacer posible un presente y un futuro que sean algo más co­mo forma de lucha contra la impunidad y como medio para exigir
que mera prolongación y perpetuación de ese pasado injusto”.54 la verdad y la reparación; la memoria es un instrumento fundamental
El beneficio que representa, para las víctimas, el castigo de los para proyectar con esperanza un mejor futuro.
victimarios mediante su encierro en prisión es mínimo, si se con­ La memoria a la que convoca el perdón no encadena el presente
trasta con lo que obtendrían mediante la verdad, la reparación y las al pasado traumático. Es una memoria que recupera la perspectiva
garantías de no repetición. “Aunque el castigo siga jugando un pa­ de la víctima para romper el poder del mal sobre el presente […].
pel fundamental como mensaje de la sociedad a los perpetradores, El dolor del daño, de lo perdido quizás irrecuperablemente, bajo la
carece de fuerza regeneradora: no da origen a lo nuevo, a la ausencia pers­pectiva del perdón se convierte en motivación para construir un
tanto de violencia como de venganza.”55 pre­sente y un futuro liberados.57
El nuevo estado de las cosas que esperan y por el que luchan Se trata de un ejercicio profético que no solo debe tener lugar
las víctimas está más allá de los intercambios instrumentales; gracias des­pués de la guerra sino que debe acontecer también du­rante ella
a la interpretación liberadora del pasado doloroso su lucha presente mis­ma, como testimonio de lucha contra la violencia.58 Así ha ocurri­
des­peja el horizonte en que se contempla la posibilidad de un tiempo do en Colombia:
nuevo.
La memoria se afincó en Colombia no como una experiencia del
posconflicto, sino como factor explícito de denuncia y afirmación

53
Grupo de Memoria Histórica, ¡Basta ya!, 387. 56
De Roux, El perdón en la construcción de la paz, 21.
54
Zamora, “El perdón y su dimensión política”, 75. 57
Zamora, “El perdón y su dimensión política”, 72.
55
Ibid., 78. 58
Grupo de Memoria Histórica, ¡Basta ya!, 26.

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creer en la reconciliación perdón, memoria y justicia

de diferencias. Es una respuesta militante a la cotidianidad de la Tal diversidad pone en evidencia el potencial de la memoria
guerra y al silencio que se quiso imponer sobre muchas víctimas como medio para reclamar la justicia del Estado, como instrumento
[…]. La memoria es una expresión de rebeldía frente a la violencia pedagógico para la sociedad y como recurso terapéutico para que las
y la impunidad. Se ha convertido en un instrumento para asumir o per­­sonas elaboren sus duelos, y las comunidades restablezcan los
con­frontar el conflicto, o para ventilarlo en la escena pública.59 vínculos rotos por la violencia.
La memoria no solo tiene que ver con el pasado, pues como Existe un estrecho vínculo entre la realización de iniciativas de me­
ejer­cicio profético también constituye una forma de resistencia y de­ moria y los procesos organizativos sociales tanto de las víctimas,
nuncia60 que en el presente hace consciente a la sociedad sobre la vio­ fa­­miliares, grupos y comunidades afectadas por el conflicto armado,
lencia que la atraviesa61, mientras previene la repetición de los hechos como de organizaciones sociales e instituciones. Aquí cabe resaltar
violentos en el futuro. Lejos de anclar personas y comunidades en un es­­pecialmente la labor de los grupos eclesiales y religiosos que han
horrendo pasado, la memoria tiene el efecto de transformar el pre­ acom­pañado dichos procesos. Todos estos emprendedores han sido
sente y proyectar un futuro de paz y justicia. fun­damentales en la reconstrucción organizativa comunitaria a tra­
vés de ejercicios de memoria.64
De acuerdo con el Informe general del Grupo de Memoria
Histórica, entre 1974 y 2010, se registran en Colombia al menos Memoriales como el Parque Monumento de Trujillo, en el Va­
177 obras de memoria histórica, además de las que han sido de­sa­ lle del Cauca; galerías de la memoria como la organizada por la Ar­
rrolladas por el Estado, que comprenden sesenta formas distintas de qui­diócesis de Quibdó al frente de la Catedral San Francisco de Asís;
expresión62, como monumentos, galerías de la memoria, museos y galerías itinerantes como la que expone la Corporación Reiniciar
otras manifestaciones estéticas.63 en diferentes lugares para recordar a las víctimas del genocidio de
la Unión Patriótica; telares como los que han sido tejidos por las
mujeres de Mampuján; bailes rituales como los celebrados en Bojayá
59
Ibid., 13. a los seis meses de la masacre, son obras que allanan el camino hacia
60
“Las memorias del sufrimiento no son memorias de la pasividad o del la reconciliación no solo por dar testimonio del pasado doloroso sino
resentimiento, sino que también nombran modos de responder a la violencia por por anunciar la esperanza en un futuro mejor, en el que los hechos
parte de las personas en sus reclamos silenciosos o cifrados sobre la inocencia o vio­lentos evocados no se repitan y la población pueda disfrutar de
la injusticia (de la desaparición o el desplazamiento), y en el uso del cuerpo como
evi­dencia del dolor.” (Ibid., 332).
una paz duradera.
61
“El registro de estos actos de pervivencia, rescate y resistencia en medio del Como empresas solidarias que restauran y recrean la sociedad,
conflicto armado en Colombia es visto por quienes los narran como un deber fun­ la resistencia y la memoria deben servir para proyectar en el futuro
damental en la construcción de la memoria histórica sobre la guerra. La sociedad in­­mediato una paz sostenible.
necesita saber lo que pasó. Esto quiere decir que es preciso mantener el registro
de la devastación y explorar el por qué pasó, pero también el cómo se afrontó y Del lado de la memoria del sufrimiento, también se registra la me­
se resistió. Estas historias no son necesariamente memorias victoriosas, sino, más moria de la dignidad y de la resistencia […]. Es la memoria de los
bien, memorias que, al reconstruir a las víctimas y las comunidades como sujetos y
es­fuerzos para enfrentar la guerra y para construir la paz, es la memo­
co­lectivos que perviven, responden y resisten, cumplen un papel de dignificación e
igualmente de reconocimiento de sus verdades narrativas.” (Ibid., 360).
62
Ibid., 387.
63
Idem, Memorias en tiempos de guerra. Repertorio de iniciativas.
64
Idem, ¡Basta ya!, 390.

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creer en la reconciliación perdón, memoria y justicia

ria del coraje y la valentía que habla de la solidaridad extraordinaria debe reflejarse en estructuras de justicia y progreso que aseguren un
de la que también somos capaces los seres humanos.65 futuro diferente al pasado de conflicto y de guerra.66

Sin ellas es imposible vivir el perdón como virtud política. Una sólida reconciliación debe hundir sus bases en los corazones
Si en el ámbito político el perdón deviene en medidas de de las personas, pues no puede haber reconciliación sin perdón y –tal
tran­sición, como indultos o amnistías, la memoria de las víc­ como dice Derrida– se trata de perdonar lo imperdonable67. Así lo
timas desaparecidas –cuyo ardor es mantenido por las víctimas ilus­tra De Roux en el caso colombiano:
so­bre­vivientes– previene que estas medidas se fundamenten en la Estamos hablando de perdonar lo imperdonable […] masacres de
impunidad o se mantengan gracias al olvido. Las condiciones que de­cenas de campesinos, secuestros de más de diez años, falsos po­
deben cumplir los victimarios para acceder a estos mecanismos si­tivos de muchachos inocentes en los barrios populares. Perdonar a
excepcionales son la revelación de la verdad, el reconocimiento quienes pusieron explosivos en edificios y minas antipersonales en el
público de la culpa, la reparación integral de las víctimas y las ga­ campo, a quienes bombardearon veredas y comunidades. Perdonar a
ran­tías de no repetición de los hechos violentos. guerrilleros, paramilitares y soldados.68

La responsabilidad que cada ciudadano tiene en Colombia con


Consideraciones finales las víctimas del conflicto armado lo compromete con la búsqueda de
El perdón ha de ser cultivado en la sociedad colombiana, a la vez la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición de
co­mo virtud moral y como virtud política. De otro modo, los acuer­ los hechos violentos; pero también lo compromete con el ejercicio
dos entre los actores armados no durarán y el resentimiento no su­ po­lítico del perdón, para proyectar un orden diferente al actual en el
perado podrá servir para que más temprano que tarde la violencia se que la reciprocidad garantice el respeto de la dignidad humana sin
manifieste de nuevo, haciendo brotar otra vez la muerte y el dolor en ex­cepción alguna.
medio de la población. Así lo advierte Luis Augusto Castro, arzobispo Sin perdón moral, las víctimas seguirán cautivas del mal que
de Tunja y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, a han sufrido, y sin perdón político será imposible comenzar el largo
par­tir de dos procesos recientes en América Central: pro­ceso de reconciliación que necesitamos vivir en Colombia.
En el Salvador y en Guatemala ha habido tantas muertes violentas El perdón hace posible los cambios estructurales que garantizan
después de la guerra como durante la misma guerra […]. Estas dos una paz duradera. “El perdón es una condición necesaria para que en
experiencias de posconflicto nos indican que llegar a la reconciliación Co­lombia se logre la paz sostenible… es una condición necesaria, y
como un fin, como un abrazo entre los enemigos anhelado por tanto paradójicamente inexigible, porque el perdón es un acto libre.”69 En
tiempo, no es suficiente. Se requiere también la reconciliación sin la libertad de su ejercicio, el perdón libera a las víctimas del odio y
fin o, más precisamente, la reconciliación estructural. No se trata
de la reconciliación con que se pone término a un conflicto sino
la re­conciliación con la que se da comienzo y continuidad, sin fin,
a un posconflicto. Para que sea firme y durable, la reconciliación 66
Castro, “La reconciliación desde las víctimas”, 159.
67
“El perdón solo perdona lo imperdonable.” (Derrida, “El perdón”, 118).
68
De Roux, El perdón en la construcción de la paz, 23.
65
Ibid., 27. 69
Ibid., 14.

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creer en la reconciliación perdón, memoria y justicia

el rencor, pero libera también a la sociedad de un pasado lleno de hoy cerca de medio millón de hombres en armas y doscientos o
sangre y dolor al permitirle proyectar la reconciliación como su pro­ trescientos mil guardias privados”.71
pia restauración. El papel central de las víctimas en el tránsito del horror de la
La proyección teológica de la reconciliación que se ha ofrecido guerra a la paz duradera es evidente, si se advierte la importancia
en este capítulo, desde una visión prospectiva, busca comprometer que tiene para ellas la reconciliación como triunfo definitivo del bien
a los creyentes en la preparación de la sociedad colombiana para sobre el mal. Como dice monseñor Castro: “Son las víctimas las pri­
in­terrumpir los círculos de violencia en que se halla atrapada y para meras y a veces las únicas interesadas en que el horror terrenal no
recibir en su seno a quienes están dispuestos a abandonar la guerra; tenga la última palabra. Son ellas quienes anhelan, a veces sin po­der
pero también pretende incidir en los ciudadanos y las ciudadanas para expresarlo, una verdadera reconciliación.”72 Haber padecido en su
que vean la necesidad de adoptar una postura solidaria con las víc­ existencia la experiencia del mal las habilita para preparar un rei­na­
timas y comprometida con el destino de esta nación, históricamente do del bien y la justicia en que aun los victimarios tengan un lugar
re­ticente a la vida democrática. co­mo los seres humanos que son.
Todas las colombianas y todos los colombianos con mentalidad La víctima, precisamente por la profundidad de su victimización y
religiosa o mentalidad secular deben trascender los límites de sus por tener en sí misma una experiencia traumática de lo espantoso y
pro­pios intereses para construir una paz duradera en Colombia. abo­minable a lo que puede llegar el ser humano, está en una posición
pri­vilegiada para acceder a honduras jamás imaginadas, desde las
En el caso de los creyentes, la presencia de las víctimas es cuales es posible la comprensión radical de sí misma y de cualquier
la misma presencia de Dios, que los interpela con la fuerza que in­ otra persona.73
terrumpe la continuidad del tiempo y cierra el paso a la violencia.
En el caso de los ciudadanos con mentalidad secular, además de la Profetas y profetisas de nuestro tiempo, en su ejercicio de la
responsabilidad de evitar la generación de nuevas víctimas, la es­ me­moria, las víctimas tienen el poder de confrontar el mal y ponerlo
peranza en un futuro mejor para todos les habilita para vivir el perdón ante su propia insensatez para que quienes han vivido de él y para él
como virtud política y abrir así el espacio para la incorporación de pue­dan deconstruir su propia historia. Así lo expresa De Roux:
los victimarios a la vida democrática. El perdón no solo libera a la víctima del odio, la venganza y las
La calidad de vida de todos los habitantes de Colombia me­ ten­­siones destructivas. Cuando la víctima da el perdón, en el vic­
jo­rará con la paz si se tiene en cuenta que “el precio económico del timario se produce un conjunto de efectos emocionales y sociales
li­­be­radores. El victimario queda ante la irracionalidad de su agresión
conflicto colombiano es causa de pobreza, desigualdad, destrucción
y se siente “desarmado”; queda al borde de emanciparse de las diná­­
del medio ambiente y freno al desarrollo de las regiones”70, que no
micas interiores que lo montaron en la barbarie. Experimenta la
tiene sentido seguir dedicando altas proporciones del presupuesto
de la nación a una guerra sin solución militar plausible, y “se deje
de hacer con ese dinero lo que necesita la sociedad, para mantener
71
Ibid., 16.
72
Castro, “La reconciliación desde las víctimas”, 135.
70
De Roux, El perdón en la construcción de la paz, 17. 73
De Roux, El perdón en la construcción de la paz, 24.

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creer en la reconciliación

seguridad de ser acogido, reconocido como ser humano, de ser parte


de una sociedad.74

Si la sociedad colombiana se solidariza con las víctimas lu­


chan­do por sus derechos, y ofrece a los victimarios la oportunidad
de volver a la vida democrática, la reconciliación será posible como
res­tauración de las víctimas y de los victimarios, pero también de
la sociedad misma. Quizás entonces los ciudadanos y ciudadanas,
y entre ellos, los miembros de las comunidades creyentes, puedan
apro­ximar el advenimiento de un tiempo mejor para todos.
Este tiempo de la paz duradera depende de la reconciliación,
y ésta, a su vez, depende del ejercicio del perdón, la memoria y la
jus­ticia. El tiempo nuevo y mejor es el que los cristianos conocen
como Reino de Dios, realidad histórica que se configura mediante
la construcción de sociedades justas y tarea que no puede depender
solo de ellos sino que “convoca a todos, creyentes y no creyentes, en
el am­biente pluralista propio del mundo moderno”.75

74
Ibid., 25-26.
75
López, “Moral cristiana y moral humana”, 393.

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