Con un discurso improvisado, leyendo una hoja de papel con las pautas sobre que contestar ante las preguntas de los moderadores, inclusive se notaba que ni había revisado previamente el documento, comparable con una exposición de colegio que alguna vez hice en la secundaria. Este hito evidenció la falta de preparación, compromiso y idoneidad del candidato de Renovación Popular para ocupar el sillón presidencial y dirigir un país. Rafael López Aliaga, conocido popularmente como “Porky”, apodado así por su contextura física y color de piel similares al personaje animado, aunque a diferencia de este, el político habla de forma sosegada y pausada. Recordando el contexto de crisis política en que nos hallábamos, dado que habían vacado recientemente al lagarto Vizcarra. Y a puertas de llevarse a cabo las elecciones de primera vuelta del 11 de abril, las cuales se caracterizaron por la incertidumbre generalizada, debido a que ninguno de los 20 candidatos que se presentaron a la presidencia lograron reflejar una sólida confianza en la ciudadanía, recurriéndose de esta forma a votar por una de las opciones, abstenerse o viciar el voto. Entre los aspirantes a mandatario, López Aliaga era uno de los que mas resaltaba, debido a que encuestas como la de DATUM lo posicionaban en los primeros puestos y sus estrategias de campaña parecían dar resultado, particularmente noté con desconcierto como cada vez más una cantidad considerable de personas apoyaban su candidatura. Restando relevancia al tema de fondo, sus propuestas y la deuda de más de 28 millones que aún afronta con SUNAT e implica a 6 de sus empresas de las cuales es accionista. Hecho que contradecía lo que pregonaba al mencionar reiteradamente que eliminaría la corrupción de las grandes empresas y los monopolios. Sin embargo, a pesar de los cuestionamientos y de los propios tropiezos del candidato, este logró posicionarse en tercer lugar en los resultados de la primera vuelta electoral, dejando cierta preocupación en mi persona, puesto que aún no entiendo como la población que lo apoyo, no consideró las razones que expuse y por ende no dudó ni evaluó a conciencia porque este candidato pretendía llegar al poder y cuáles eran sus verdaderas intenciones.